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Lista de los 119

El caso de los 119

Dentro del drama de los detenidos desaparecidos, hay situaciones que por sus especiales características han producido un fuerte impacto en la opinión pública. Así ha ocurrido con las diversas maniobras que la Dictadura puso en acción para tratar de ocultar los secuestros, minimizar su importancia o desacreditar a los denunciantes.
La dictadura no se detuvo ante nada: mintió, se contradicción, e implico a otros gobiernos.

El 12 de junio de 1975, el vespertino "La Segunda" publicó con grandes titulares, en primera página, que: "Dos mil marxistas reciben instrucción en Argentina" y que "se organizan guerrillas en contra de Chile" En la misma edición, agregó en la pág. 28: "Fuerzas de Seguridad del Ejército argentino detectaron que dirigentes del MIR, a los cuales se da por desaparecidos en Chile y que las organizaciones internacionales al servicio del marxismo dan por asesinados, se entrenan en Argentina e incluso comandan compañías guerrilleras", y señaló que más de dos mil chilenos se preparan para reingresar al país para hacer la guerrilla "contra las Fuerzas Armadas chilenas", afirmando que algunos de ellos ya habían sido detenidos en la provincia de Talca, al Sur de Santiago. Este fue el comienzo de la campaña que configuró el "caso de los 119".

¿Quiénes son los llamados 119? Se trato de una campaña de la Dictadura que uso todos los medios a su alcance para deshacerse de la incómoda situación de los presos "desapareci-dos", campaña necesaria ya que para esos días se estimaba probable una visita a Chile, de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, cuyo ingreso al país fue, finalmente, denegado por la Dictadura. Los 119 son los secuestrados por la DINA cuyos nombres la dictadura incluyó en la nómina de chilenos que se encontrarían en el exterior, sosteniendo que muchos de los cuales habrían caído a manos de sus propios compañeros de organización o en enfrentamientos con fuerzas de seguridad extranjeras. El revuelo internacional creado en torno al caso hizo que el problema pasara a ser conocido mundialmente. Veamos cómo la Dictadura continuó esa campaña.

Los días 14 y 16 de junio, el diario "El Mercurio" anunció que 50 guerrilleros habían sido detenidos en Talca y que otros dos grupos habrían cruzado la frontera desde Argentina en un plan combinado del MIR chileno y el ERP argentino. El diario dice que "informaciones provenientes de Buenos Aires" dan cuenta de un enfrentamiento con Carabineros (policía chilena) en el que se habrían producido algunas bajas. El 16 de junio, el diario "Las Últimas Noticias" reitera la campaña, atribuyendo las informaciones a "fuentes extraoficiales chilenas" o "fuentes chilenas generalmente bien informadas".

Días más tarde, es el diario "La Tercera" el que denuncia la existencia de un "siniestro plan rojo" y repite las expresiones acerca de extremistas que ingresaban a Chile por los pasos cordilleranos para llevar a cabo sabotajes y atentados contra personeros influyentes tanto civiles como uniformados. En igual sentido son las publicaciones de "La Segunda" del 25 de junio. La campaña de prensa no era en absoluto ajena a la Dictadura . No sólo era la dictadura la que había ordenado su montaje, sino que además, uno de sus principales voceros, el General Hernán Béjares, Secretario General de Gobierno, había declarado el 13 de junio que "numerosos extremistas, a los que agencias noticiosas del exterior interesadas o comprometidas con el marxismo dieron como eliminados o asesinados por los medios de seguridad del país, se encuentran realmente muy vivos y preparándose para actuar coercitivamente contra nuestro go-bierno".

El 29 de junio, el diario "La Patria" editorializa sobre el caso, afirmando que los "extremistas" tenían en su poder un "bien estudiado plan de acción terrorista". Agrega que se realizarían manifestaciones en lugares céntricos, a la salida de las Iglesias, etc. y que este rebrote de acciones para alterar el orden público tenía como objeto desatar la guerrilla urbana y rural en el país.

El 6 de julio, "La Tercera" publica una crónica de su corresponsal en Mendoza, Julián Gabriel, el que asegura haber descubierto militantes del MIR haciéndose pasar por agentes de la DINA y deteniendo a sus propios compañeros, que luego formarían parte de un llamado "Ejército de los Andes" El periodista añade que se trata de un plan del MIR para engañar a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

El 11 de julio, en una pequeña localidad cercana a Buenos Aires, fueron hallados dos cadáveres, que portaban entre sus ropas documentos chilenos. Según las versiones de la dictadura, profusamente publicitadas en la prensa de Santiago, se trataría de los jóvenes Jaime Robotham y Luis Guendelman, de quienes se sabía habían sido detenidos por la DINA y por los que existían recursos de amparo pendientes y gestiones de Amnesty International. El diario "La Segunda" del 15 de julio, en su pág. 36, dice que "los dos miristas chilenos que fueron ejecutados por su propia organización en Argentina, fueron identificados en Chile". El periódico concluye que "de esta forma se comprueba que gran parte de las denuncias sobre asesinatos y desaparicio-nes de izquierdistas en Chile, son inventadas y que estos individuos gozan de buena salud en el extranjero".

El 18 de julio, la revista "Lea" de Argentina, publicó con caracteres de escándalo, una nota fechada en México que aseguraba que "alrededor de 60 extremistas chilenos habrían sido asesinados en los últimos meses en Argentina, Colombia, Venezuela, Panamá, México y Francia por sus propios compa-ñeros de lucha", calificando la acción como "un vasto e implacable programa de venganza y depuración política" Pocos días después, otra publicación O'Día de Curitiba, en Brasil afirmaba que 59 "extremistas chilenos" fueron identifica-dos entre los guerrilleros que murieron en enfrentamientos con efectivos policiales en la provincia de Salta, Argentina. La prensa chilena, totalmente controlada por la dictadura, desple-gó una inusitada campaña publicitaria sobre la base de las informaciones de las publicaciones extranjeras aludidas, inclu-yendo una nómina de los supuestos extremistas caldos en el extranjero. Por cierto, eran los nombres de una parte de los secuestrados durante 1974 por la DINA.

"El Mercurio", pretendiendo decir la última palabra, editorializó el 25 de julio refiriéndose expresamente a lo que llama "los 119" dice. "los políticos y periodistas extranjeros que tantas veces se preguntaron por la suerte de estos miembros del MIR y culparon al gobierno de la desaparición de muchos de ellos, tienen ahora la explicación que rehusaron aceptar". Hasta aquí la farsa de la Dictadura. Veamos ahora cómo, a los pocos días, todo el siniestro plan se venía abajo y la propia prensa chilena se veía obligada a abjurar de sus categóricas afirmaciones.

Empecemos por decir que tanto "Lea" de Argentina, como "O'Día" de Brasil fueron publicaciones "ad hoc", hechas sólo para el montaje de la farsa de la dictadura. No tenían existencia real. El supuesto semanario argentino editó sólo el N9 1, aquel en que daba la falsa noticia. Indicó como su director a José López Rega, jefe de la banda terrorista conocida como la "Triple A", ex Ministro del gobierno bonaerense. Daba como dirección la de Brandsen No. 4845, pero ese domicilio.., no existe. La calle Brandsen termina antes del No. 3000. Por su parte, la Asociación de Prensa Brasileña declaró no conocer publicación alguna en Curitiba, ni en todo el Estado de Paraná, con el nombre de "O'Día". Ni siquiera registra domicilio. Estos hechos ahorran analizar las contradicciones entre ambas publicaciones y otras consideraciones, como lo inverosímil que resulta que una revista desconocida y un modesto diario de provincia conocieran al detalle la nómina de supuestos guerrilleros, que no era del dominio de ninguna agencia de prensa ni en Argentina ni en Brasil, ni los gobiernos de esos países habían declarado nada al respecto.

En cuanto a los supuestos cadáveres del Guendelman y Robotham, la madre del primero y un hermano del segundo, se trasladaron a Buenos Aires y entregaron, tras detenido examen, precisas y concretas evidencias que prueban que esos cadáveres, mutilados y quemados, no corresponden a sus familiares. En el caso de Guendelman, su madre señaló a las autoridades argentinas que su hijo había sido operado cuando niño y le hablan sacado el hueso de la cadera izquierda y del sacro. El cadáver identificado como el de su hijo, tenía esos huesos; agregó la madre: "el cadáver no tenía todos sus dientes, algunos estaban torcidos. Mi hijo tenía una dentadura completa y sana. A su vez, el hermano de Robotham afirmó: "el cadáver que supuestamente era el de mi hermano medía, según los expertos legales 1 metro 67 en tanto mi hermano Jaime medía 1 metro 73", precisando además ostensibles diferencias entre la dentición de su hermano y la del cadáver y que la fotografía del carnet de identidad chilena que se encontró entre las ropas del occiso, no era la de su hermano, ni la firma ni el número de la cédula eran auténticos.

Pero las cosas fueron más allá: a fines de julio, el cuerpo diplomático acreditado en Chile, encabezado por su Decano, el Nuncio Apostólico, reclamó formalmente ante la Cancillería de la Junta para dejar en claro que en los países aludidos en las publicaciones de prensa, jamás ocurrió ninguno de los hechos difundidos y que ningún chileno murió en dichos países. En Colombia, medios oficiales desautorizaron la campaña de prensa de la Junta; el Jefe de la Dirección Administrativa de Seguridad (DAS), general Joaquín Matallana, declaró: "En Colombia no ha sido asesinado ningún chileno". Declaraciones similares formularon en su caso personeros de Venezuela y México. En Argentina, el diario "La Opinión" afirmó el 10 de agosto que "una gran conspiración, con vínculos en territorio argentino, imaginó métodos siniestros que superan todo lo conocido de la Alemania de Hitler, acudiendo a publicaciones fantasmas en el extranjero y a cónsules que se prestan a difundir cédulas de identidad falsificadas".

El 18 de agosto, el semanario norteamericano "Times" señalaba: "El terrorismo derechista de ambos lados de Los Andes se confabuló en la desaparición de 119 ciudadanos chilenos". La revista afirma que la relación de trabajo entre la Triple A de Argentina y la DINA chilena sirve sus intereses mutuos. "La DINA tiene una larga lista de nombres para los cuales necesita cadáveres y la AAA tiene cadáveres para los que necesita nombres Pinochet había quedado al descubierto. Había ahora que echar pie atrás. En el desenmascaramiento de la farsa jugaron un destacado papel, en primer término, los familiares de los detenidos y también la Iglesia Católica. La revista jesuita "Mensaje", el 28 de julio, bajo el titulo de "¿Dónde están?", publicó un documentado trabajo acerca de los 119 que, junto con demostrar la falsedad de las afirmaciones de la Junta, constituyó una valiente acusación.

"El Mercurio", con su habitual descaro, pasando por sobre lo que había escrito la semana anterior, en una editorial del 3 de agosto, se pregunta alarmado por la suerte de los 119 chilenos y pide de la Junta una aclaración. "Han transcurrido los días y ni las autoridades chilenas ni las argentinas se refieren al caso" -dice el diario- y agrega: "el tema no es por cierto de los que puedan pasar inadvertidos, tratándose de la suerte de más de un centenar de chilenos, cuyos familiares sufren su desaparecimien-to". Termina señalando el deber de la Junta de informar sobre el particular para no dar "nuevos alientos a los enemigos de Chile". La revista "Ercilla" y hasta la fascista publicación "Qué Pasa", en la primera quincena de agosto, expresan también su preocupación por el esclarecimiento de los hechos, dando por descontado que no son ciertas las publicaciones de "Lea" y O'Dia.

Por esa misma fecha, la Embajada de Chile en Argentina hace llegar a "La Opinión" de Buenos Aires una inserción pagada desmintiendo lo que llama "antojadizas publicaciones sobre la supuesta desaparición de 119 ciudadanos chilenos" y calificando de irresponsables las insinuaciones de que el gobier-no chileno estaría involucrado en la falsificación de documentos y en la atribución fraudulenta de identidad a los cadáveres aparecidos en Argentina.

Paralelamente, el Cónsul general de Chile en Buenos Aires, Álvaro Droguett, reconoció a la agencia Latina que el cotejo de sus registros consulares con la nómina de la revista "Lea" permitía concluir que ninguno de los que allí figuran como muertos, estuvo jamás inscrito en la representación a su cargo como ingresado a territorio argentino. En los últimos días de agosto, Droguett fue relevado de su cargo.

La indignante farsa no sólo mereció el repudio internacio-nal. En Chile hubo también protestas y condenas. La más significativa fue la huelga de hambre que el 8 de agosto de 1975 y por varios días, mantuvieron 80 prisioneros del campo de concentración de Puchuncaví, que hablan sido detenidos o habían permanecido en distintos centros de torturas con muchos de los chilenos incluidos en la fatídica nómina.

En estas circunstancias, Pinochet se vio obligado a renun-ciar a la maniobra y en su discurso público del 20 de agosto, expresó cínicamente que, a fin de terminar con tantas especula-ciones, había ordenado "investigar exhaustivamente la situación por la vía administrativa". Por supuesto, jamás hubo investiga-ción alguna. Los 119 continúan desaparecidos. Pero ante la opinión pública nacional e internacional quedó absolutamente claro que estaban en poder de la DINA.

Extracto del Libro : Detenidos Desaparecidos editado por Chile Democratico - La Habana - 1977

5 de Septiembre 2004 La Nacion

Golpe a ex DINA por Operación Colombo

En una resolución que quedará en la historia de la justicia por violaciones de los derechos humanos durante la dictadura, el ministro de fuero Juan Guzmán asestó ayer el golpe más grande hasta ahora a la ex DINA: procesó a 16 ex agentes, varios de la plana mayor, por 34 víctimas de los 119 detenidos desaparecidos de la Operación Colombo, que se implementó en 1975 y que formó parte de la Operación Cóndor, donde está desaforado el general (R) Augusto Pinochet.

A 29 años del episodio, Guzmán al dictar el primer procesamiento selló la certeza jurídica que terminó por echar abajo uno de los montajes más grandes del régimen del ex dictador Augusto Pinochet.

Mediante la Operación Colombo, ideada en el hasta ahora poco conocido Departamento de Operaciones Clandestinas de la DINA, que entre otros dirigió el general (R) Raúl Eduardo Iturriaga Neumann, el gobierno de Pinochet quiso hacer creer a la población que quienes eran requeridos por sus familiares como detenidos desaparecidos en realidad habían huido a Argentina, país donde estaban siendo ajusticiados por sus propios compañeros acusados de traición.

Origen

La ‘lista de los 119’ la formaron militantes de los partidos Socialista y Comunista, pero la gran mayoría pertenecía al MIR. Uno de los que viajó a Buenos Aires para preparar en terreno la operación fue el entonces mayor Iturriaga Neumann, que también ocupó el cargo de jefe del Departamento Exterior de la DINA.

Iturriaga contó en Argentina con el apoyo del agente civil chileno Enrique Arancibia Clavel, que actuaba bajo la cobertura de un cargo ejecutivo en la sede del Banco del Estado en Buenos Aires y que usó las chapas de Luis Felipe Alemparte y el apodo de ‘Copihue’. En 2000 Arancibia fue condenado en Argentina a presidio perpetuo como “partícipe necesario” en el doble homicidio del general Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert cometido por la DINA en 1974.

Iturriaga tuvo también el apoyo de ‘Vicente’, el coronel Víctor Barría Barría, que en 1975 era jefe de la DINA en Buenos Aires.

El Departamento de Operaciones Clandestinas de la DINA contó para el montaje con la colaboración del Ejército argentino y la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE).

Uso de prensa

A mediados de 1975 en Chile el aparato de propaganda de la dictadura comenzó a pautear a los medios de comunicación afines, introduciendo el miedo en la ciudadanía con la ‘información’ de que “guerrilleros del MIR” estaban ingresando clandestinamente a Chile desde Argentina. “Paso de miristas armados a Chile”, publicó El Mercurio en portada el 16 de junio de 1975. El mismo día, Las Ultimas Noticias afirmó: “Extremistas cruzan la frontera”. La Segunda había escrito cuatro días antes: “Extremistas chilenos son adiestrados en guerrillas”. El clima estaba creado mientras Iturriaga y otros agentes preparaban la operación en Buenos Aires.

En abril de 1975 apareció en un sótano de Buenos Aires el cuerpo semidestruido de una persona cuya identidad se dijo que pertenecía a David Silberman. Junto al cuerpo un cartel con la leyenda “Dado de baja por el MIR”. Silberman era comunista, pero se comprobó que no era su cuerpo.

El 12 de julio de 1975 aparecieron en la capital argentina otros dos cuerpos baleados y quemados con un letrero similar.

Se informó que pertenecían a Jaime Robotham Bravo y Luis Guendelman Wisnik. Sus cédulas de identidad estaban con los restos. Nuevamente todo resultó falso, pues se comprobó que los cadáveres no correspondían a estos dos detenidos en Chile.

La operación siguió tres días después, cuando en la misteriosa revista Lea de Buenos Aires, que tuvo una sola edición, se publicó la lista de 60 nombres que, según Lea, habían sido eliminados por sus propios compañeros en ajustes de cuentas políticas. La lista de 119 se completó cuando el 17 de julio de 1975 el diario brasileño de escasa circulación Nuevo O Dia publicó una lista de 59 chilenos que, según se informaba, habían muerto en Argentina en enfrentamientos con fuerzas militares.

El 24 de julio de 1975, dando credibilidad al montaje, el vespertino La Segunda publicó en portada el titular tal vez más representativo del manejo que la dictadura tuvo con los medios en este caso. “Exterminados como ratones: 59 miristas chilenos caen en operativo militar en Argentina”, escribió el diario.

16 procesados y 34 víctimas

Los procesados, como autores de secuestro y hoy en retiro son el ex jefe de la DINA, general Manuel Contreras; el general César Manríquez, quien ejerció como segundo de la DINA; el oficial de Gendarmería y ex jefe de Cuatro Alamos Orlando Manzo; el también ex segundo de la DINA, brigadier Pedro Espinoza; el ex jefe de Villa Grimaldi, coronel Marcelo Moren Brito; el ex jefe de la Brigada Halcón, brigadier Miguel Krassnoff; el suboficial Basclay Zapata; el ex agente civil Osvaldo Romo; el oficial de la FACH Conrado Pacheco; el ex detective Manuel Carevic; el coronel ex DINA y ex jefe del Servicio Secreto de la DINE Francisco Ferrer Lima; los tenientes coroneles de Carabineros Ricardo Lawrence y Gerardo Godoy; el coronel de Ejército Gerardo Urrich; el ex jefe de la Brigada Vampiro, brigadier Fernando Lauriani, y el general Raúl Iturriaga.

Las 34 víctimas son Jorge y Juan Andrónico Antequera, Francisco Bravo, Eduardo Durán, Juan Chacón, María Cristina López, Jorge Olivares, Vicente Palominos, Stalin Aguilera, Teobaldo Tello, Víctor Villarroel, Washington Cid, Zacarías Machuca, Héctor Zúñiga, Francisco Aedo, Jaime Puzzio, Mario Calderón, Cecilia Castro, Rodolfo Espejo, Albanio Fiorazzo, Gregorio Gaete, Mauricio Jonquera, Isidro Pizarro, Marcos Quiñónez, Sergio Reyes, Gilberto Urbina, Héctor Garay, Rubén Arroyo, Eduardo Miranda, Arturo Barría, Asrael Retamales, Antonio Cabezas, Ariel Salinas y Bernardo de Castro.

 


4 de Enero 2004 La Nacion
Juez Guzmán volvió a golpear a la DINA
 

En uno de los procesamientos que terminó por echar abajo uno de los principales montajes de la pasada dictadura, el ministro de fuero Juan Guzmán encausó a diez ex agentes de la DINA, varios de ellos de su plana mayor, incluido el ex jefe Manuel Contreras, por ocho víctimas desaparecidas en la conocida como Operación Colombo. Este es el segundo encausamiento dictado por el juez Guzmán por este montaje acontecido en 1975, siendo el primero el decretado el 2 de septiembre, cuando el magistrado procesó a 16 ex agentes por 37 víctimas de la Colombo.

Las resoluciones adoptadas por el juez Guzmán en este episodio, constituyen en conjunto el más masivo procesamiento dictado hasta ahora por este ministro, y uno de las que abarca más cantidad de víctimas y encausados en los juicios que se instruyen por violaciones de los derechos humanos.

Los procesados, todos en situación de retiro y declarados reos como autores de secuestro calificado son, además de Contreras, el ex jefe de la Brigada de Inteligencia Metropolitana de la DINA, general César Manríquez Bravo, hermano de Mario, coronel (R) encartado como autor intelectual del crimen de Víctor Jara; el ex segundo hombre de la DINA, brigadier Pedro Espinoza Bravo; el ex jefe de Villa Grimaldi, coronel Marcelo Moren Brito; el ex jefe del recinto DINA Cuatro Alamos, oficial de Gendarmería Orlando Manzo Durán; el ex jefe del grupo Halcón de la DINA, brigadier Miguel Krassnoff Martchenko; el ex jefe del Servicio Secreto de la Dirección de Inteligencia del Ejército y ex miembro de la plana mayor de la DINA, coronel Francisco Ferrer Lima, que cumple condena en Punta Peuco por el crimen del sindicalista Tucapel Jiménez; el ex jefe del recinto DINA Tres Alamos, oficial de Carabineros Conrado Pacheco Cárdenas; el suboficial de Ejército Basclay Zapata Reyes; y el ex agente civil Osvaldo Romo Mena.

Las nuevas ocho víctimas de Colombo son: Aldo Pérez Vargas, Roberto Aranda Romero, Jorge Müller Silva, Modesto Espinoza Pozo, Carlos Pérez Vargas, Carmen Bueno Cifuentes, Rodrigo Ugas Morales y Carlos Gajardo Wolf. Los cinco últimos figuran en la lista de los 119 desaparecidos por este operativo, no así los tres primeros.

El montaje

La llamada Operación Colombo nació en los primeros meses de 1975, cuando la DINA y el propio ex dictador Augusto Pinochet, así como otros de sus ministros militares, comenzaron a difundir informaciones de que el MIR preparaba “guerrilleros” en distintas ciudades argentinas para hacerlos entrar clandestinamente a Chile por pasos fronterizos a combatir el régimen militar. Los diarios El Mercurio, La Tercera, Las Ultimas Noticias y el vespertino La Segunda fueron los encargados de publicarlas.

La cúspide del montaje ocurrió entre los días 17 y 19 de julio de 1975, cuando primeramente el diario brasileño O Dia, de breve tiempo de circulación, informó

El retirado general Manuel Contreras ha sumado otro enjuiciamiento a su expediente en los tribunales chilenos.

 que 59 chilenos habían sido ejecutados en Argentina por sus propios compañeros de izquierda, atribuyendo las muertes a “ajustes de cuentas” políticas. El día 19, la revista argentina Lea, publicó en su único número que lo mismo había ocurrido con otros 60 chilenos, la mayoría del MIR.

En abril de 1975 apareció en un sótano de Buenos Aires el cuerpo destruido por una explosión con un cartel que decía “dado de baja por el MIR”. Se dijo que era el detenido desaparecido comunista David Silberman. Sin embargo, no era él. El 12 de julio de 1975 aparecieron en Buenos Aires otros dos cuerpos baleados y quemados con una leyenda similar. La dictadura informó que se trataba de quienes habían sido dado por desaparecidos en Chile, Jaime Robotham Bravo y Luis Guendelman Wisnik. Lo que también resultó falso.

El 24 de julio de 1975, La Segunda publicó en portada tal vez el titular más representativo del invento: “Exterminados como ratones: 59 miristas chilenos caen en operativo militar en Argentina”.

Objetivo y origen de la acción

El objetivo de la Operación Colombo fue hacer creer que decenas de personas, que en Chile sus familiares, abogados y las iglesias daban por detenidos desaparecidos, en realidad habían salido clandestinamente a Argentina a prepararse en guerrillas para regresar a Chile a combatir. Y que en el intertanto afuera se habían ajustado cuentas políticas matándose entre ellos o cayendo abatidos por operativos militares en Argentina, país que vivía la convulsión política y militar en los últimos meses antes del golpe de Estado de marzo de 1976.

En cuanto al origen del nombre Operación Colombo, éste se remite a declaraciones del ex agente civil de la DINA Enrique Arancibia Clavel, quien admitió en Buenos Aires en 1978 -acusado de “espionaje”- que en 1975 llegó a esa capital el agente Raúl Eduardo Iturriaga Neumann (ex jefe del Departamento Exterior DINA y actual general retirado) para hacer aparecer muerto en Argentina a un “subversivo chileno” de nombre “Simelman o algo parecido”. Se trataba de Silberman. Según Arancibia Clavel, Iturriaga le dijo que se trataba de la Operación Colombo en la cual se contó con la colaboración, entre otros, del civil argentino y miembro de la Triple A (Alianza Argentina Anticomunista) Martín Ciga Correa.


30 de Mayo 2005 La Nacion

Operación Colombo, el montaje más grande de la dictadura militar

Era abril de 1975 cuando en Buenos Aires apareció el mayor de Ejército Raúl Eduardo Iturriaga Neumann. Se contactó con el agente civil DINA Enrique Arancibia Clavel, y le comentó que su misión era hacer aparecer en Buenos Aires el cuerpo del prisionero David Silbermann. Se iniciaba la Operación Colombo, con la lista de 119 detenidos desaparecidos. El objetivo era que en Chile y el mundo se creyera que los desaparecidos no existían, que todo era un cuento del marxismo internacional. Con la entrada del próximo mes de junio se cumplen 30 años de este episodio que tuvo varias fases. Fue la farsa más grande de la dictadura de Augusto Pinochet.

Hace 30 años, apareció en un sótano de la capital argentina un cuerpo mutilado, con un cartel que decía “Dado de baja por el MIR”. En Chile el régimen informó que se trataba de David Silberman Gurovich. Junto al cuerpo se puso una cédula de identidad con su nombre. En dos fechas distintas de julio de ese mismo año volvieron a aparecer en Buenos Aires otros tres cuerpos en condiciones similares. Esta vez se dijo que los cadáveres correspondían a Jaime Robotham Bravo, Luis Guendelman Wisniak y Juan Carlos Perelman Ide. Los cadáveres mostraban carteles con leyendas parecidas. El ardid era hacer creer que los desaparecidos habían huido a Argentina, donde se ajusticiaban entre ellos cobrándose cuentas políticas. Pero ninguno de los cuerpos correspondía a las identidades entregadas oficialmente.

Hoy nadie duda de que todo fue una farsa. Salvo el ex dictador Pinochet y sus hombres de la DINA, incluido su ex jefe Manuel Contreras, quienes siguen negando el engaño. Pero entonces muchos creyeron lo que se les relató, porque la dictadura contó con los medios de comunicación que siempre le fueron fieles: “El Mercurio”, “La Segunda”, “La Tercera”, “Las Últimas Noticias” y los canales de televisión.

La operación fue diseñada en el hasta ahora poco conocido Departamento de Operaciones Clandestinas de la DINA que, entre otros, dirigió el referido Iturriaga Neumann, quien también fue jefe del Departamento Exterior de la DINA. Se trataba de preparar el ambiente introduciendo en la población la idea de que “guerrilleros”, sobre todo del MIR, intentaban penetrar a Chile desde Argentina en forma clandestina para combatir al régimen.

El 16 de junio de 1975 “El Mercurio” publicó en portada “Paso de miristas armados a Chile”. El mismo día “Las Últimas Noticias” dijo también en portada “Extremistas cruzan la frontera”. Cuatro días antes, “La Segunda” tituló “Extremistas chilenos son adiestrados en guerrillas”. El 13 de junio de ese año “La Tercera” publicó “Forman ejército guerrillero contra Chile”, aludiendo a “extremistas” chilenos que estarían siendo adiestrados en Tucumán, Argentina. El clima ya estaba creado.

En tanto, en Buenos Aires, Iturriaga y Arancibia Clavel, apoyados por el coronel Víctor Barría, otro oficial DINA, y por el Ejército argentino y la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), continuaban afinando el “broche de oro” en coordinación con agentes instalados en Brasil.

Este sería la publicación en dos medios escritos de aparición y desaparición repentina, el diario “O Día” de Curitiba, Brasil, el 25 de junio de 1975, y la revista “Lea” de Buenos Aires unos días después, de una lista con 119 nombres de chilenos, la mayoría del MIR. A ellos se les dio por muertos en Argentina ejecutados por sus propios compañeros, o fallecidos en enfrentamientos con la policía en ese país.

Una vez más, el régimen de facto contó con sus devotos amigos de la prensa. “Exterminados como ratones”, tituló “La Segunda” el 24 de julio de 1975. “Gigantesco operativo militar en Argentina: Exterminan como ratas a miristas”, continuó “La Segunda” al desarrollar la información en página interior. Allí se hacía mención a la noticia de “O Día”, en la cual se dijo que 60 chilenos habían sido muertos por fuerzas policiales y militares argentinas en enfrentamientos en la ciudad de Salta. Se aludía a que éstos se preparaban para formar guerrillas.

Días antes, el 16 de julio de 1975, informando de la aparición en Buenos Aires de los “ajusticiados” Robotham y Guelndelman, “Las Últimas Noticias” tituló “Sangrienta vendetta interna hay en el MIR”, agregando que “Desaparecidos en Chile resucitan en Argentina, pero ahora son ultimados por sus propios compañeros”.

Desacreditar a quienes clamaban por verdad y justicia

Pero la Operación Colombo tenía una etapa más. La dictadura necesitaba desacreditar a los familiares de estas víctimas y a los organismos de derechos humanos e iglesias que denunciaban los secuestros de prisioneros. Para eso contó con el respaldo de los medios. El 24 de julio de 1975, luego de la misteriosa publicación de “Lea” y “O Día” con la lista de los 119, “La Tercera” dijo “Confirmado: han presentado en Chile amparos a favor de miristas muertos en Argentina”, y agregó “Sin embargo, los terroristas no sólo no habían sido detenidos en Chile, sino que se encontraban fuera del país realizando actividades extremistas”.

La información también transmitió “el sentir” del Poder Judicial: “En el Poder Judicial se advertía malestar por el hecho de que los extremistas y una serie de organizaciones que alegan defender los derechos humanos, hubieran usado a los jueces en el sucio juego de desprestigiar a Chile”.

Pinochet, quien para responder de alguna manera a los desmentidos de Argentina y Brasil acerca de las referidas listas y los hechos que se hacía referencia, dijo que “se hará una investigación” cuyo resultado nunca se conoció. El 20 de agosto de 1975: declaró “Se trata de una nueva campaña del marxismo leninismo internacional para perjudicar a nuestro país”.

Después de reunir antecedentes que verificaban la mentira instalada en Chile acerca de los 119, el Comité pro Paz solicitó a los tribunales la nominación de un ministro en visita que investigara lo sucedido. Pero la Corte de Apelaciones de Santiago rechazó la petición.

Ocurrido en 1976 el golpe militar argentino, dos años después en Buenos Aires fue detenido el agente Enrique Arancibia Clavel, acusado de espionaje. Allanado su departamento, se encontraron decenas de cédulas de identidad que pertenecían a prisioneros desaparecidos que integraron la lista de los 119. Además se le halló una serie de copias de memorandos que había enviado a Chile al jefe exterior de la DINA.

Los procesados

Los procesados por 42 de las 119 víctimas de la Operación Colombo en la investigación que inició el ministro Juan Guzmán, y que ahora instruye el juez Víctor Montiglio, todos ex DINA y en retiro, son: el ex jefe DINA, general (R) Manuel Contreras; el ex segundo de DINA, general César Manríquez; el oficial de Gendarmería y ex jefe de Cuatro Alamos Orlando Manzo; el también ex segundo de DINA, brigadier Pedro Espinoza; ex jefe de Villa Grimaldi, coronel Marcelo Moren Brito; ex jefe de la brigada Halcón, brigadier Miguel Krassnoff; el suboficial Basclay Zapata; el ex agente civil Osvaldo Romo; el ex jefe de Tres Alamos, oficial de Carabineros Conrado Pacheco; el detective Manuel Carevic; el ex jefe del Servicio Secreto de la DINE, coronel Maximiliano Ferrer; los tenientes coroneles de Carabineros Ricardo Lawrence y Gerardo Godoy; el coronel de Ejército Gerardo Urrich; el ex jefe de la brigada Vampiro, brigadier Fernando Lauriani; y el ex jefe del Depto. de Operaciones Clandestinas y Depto. Exterior de DINA, general Raúl Iturriaga.

 

 

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