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Toha Gonzalez Jose – Memoria Viva

Toha Gonzalez Jose

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Fecha Detención : 11-09-1973
Comuna Detención : Santiago

Fecha Asesinato : 15-03-1974
Comuna Asesinato : Santiago


Partido Político : Partido Socialista
Oficio o Profesión : Abogado

Estado Civil e Hijos :
Nacionalidad : chileno


Relatos de Los Hechos

Fuente :Informe Rettig

Categoría : Antecedentes del Caso

El 15 de marzo de 1974 murió en el Hospital Militar de Santiago José TOHA GONZALEZ, abogado, Ministro de Defensa del Gobierno del Presidente Allende, militante socialista.

El día 11 de septiembre fue detenido en el Palacio de la Moneda junto a un grupo de autoridades y colaboradores del gobierno depuesto, y trasladado junto a ellos a la Escuela Militar, donde permaneció por algunos días. Luego, junto a la mayoría de los miembros del Gabinete, es enviado a la isla Dawson, lugar en que es sometido a malos tratos reiterados y apremios ilegítimos por parte del personal militar que estaba a cargo del recinto. Aún privado de libertad, fue sucesivamente trasladado a distintos centros hospitalarios, el Hospital de la FF.AA. de Punta Arenas, el Hospital de la Fuerza Aérea y el Hospital Militar de Santiago. A raíz de su reclusión y de los tratos recibidos, su estado fisíco se fue deteriorando gravemente, perdiendo 27 kilos de peso, llegando a unos 49 kilos, siendo su estatura de 1.92 metros. Precisamente el motivo de su traslado desde el sur hacia Santiago tuvo que ver con el avanzado estado de desnutrición en que se hallaba, lo que le impedía incluso moverse de su cama cuando ya estaba en el Hospital Militar. En general, todos los testimonios recibidos señalan que su situación física y sicológica estaba muy deteriorada. El propio protocolo de autopsia da cuenta de su avanzado estado de desnutrición.

La versión oficial de los hechos, entregada a la familia del afectado señala que éste se suicidó, colgándose del cuello con su cinturón, en un clóset, versión que los familiares no aceptan, sosteniendo que su extremo estado de debilidad le impedía siquiera moverse por sí solo y que la estatura de José Tohá era superior a la del lugar en que dicen se habría colgado.

Al respecto, la Comisión no tuvo antecedentes suficientes como para concluir si el ahorcamiento, causa inmediata de la muerte del ex-Ministro Tohá, fue la acción de quienes le mantenían detenido o si, en cambio, murió por su propia mano. Pero aún en este último evento, se llegó a la convicción de que José Tohá murió víctima de violaciones a sus derechos humanos, puesto que para esta Comisión es considerado tal, aquel que se quita la vida por su propia mano, cuando las circunstancias en que ello ha sucediddo, permiten juzgar en conciencia que el suicida fue impelido a tomar esa determinación por torturas físicas o psíquicas, por las condiciones de su encierro o por otra situación de responsabilidad del Estado, que en si misma es violatoria a los derechos humanos.

 


CDE se hará parte en investigación por muerte de José Tohá

Fuente :8 de Abril 2011 Cooperativa

Categoría : Prensa

El Consejo de Defensa del Estado (CDE) resolvió hacerse parte en el proceso que instruye el ministro Jorge Zepeda por la muerte del ex ministro de Allende, José Tohá.
La decisión de la instancia la adoptó el pleno del organismo, luego que el comité penal analizara los antecedentes contenidos hasta ahora en el proceso, que apuntarían a un posible homicidio del ex secretario de Estado, cuando estuvo internado en el Hospital Militar.
Tohá -quien se hallaba gravemente enfermo- apareció colgado en una habitación del centro asistencial, el 15 de marzo de 1974.
La entrada del CDE se suma al querellante particular de la familia Tohá, Nelson Caucoto, como también a la acción legal que el año pasado presentó el Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior (PDHMI).
Esta última, luego que el doctor Alfonso Chelén revisara la autopsia que en 1974 se le hizo al cadáver de Tohá y concluyera que no se trató de un suicidio, sino que se produjo por la acción de terceros, ya que hubo "asfixia por estrangulamiento manual de naturaleza homicida".}
Antecedentes
Debido a este análisis de Chelén, la Corte de Apelaciones le ordenó a Zepeda que decretara la exhumación del cuerpo desde el Cementerio General, junto a otras 24 diligencias, entre ellas la reconstitución de escena que se realizó en noviembre de 2010.
El caso Tohá tiene relación con el que sustancia el ministro Alejandro Madrid, por el homicidio del ex Presidente Eduardo Frei Montalva, esto ya el entonces subdirector del Hospital Militar era el doctor Patricio Silva Garín. Este último está procesado en el caso Frei, ya que operó al ex Mandatario que falleció en 1982 en la clínica Santa María.


Jose Tohá, lealtad y consecuencia

Fuente :27 de Noviembre 2010 Punto Final.cl

Categoría : Prensa

Uno de los colaboradores más cercanos de Salvador Allende, ministro de su gobierno -en las carteras de Interior y después en Defensa-, José Tohá González, ocupó también el cargo de vicepresidente de la República. Respetado por sus ideas de Izquierda y por su capacidad de diálogo, aparecía con frecuencia en la televisión y llamaba la atención por su claridad de exposición y caballerosidad. Hoy se investiga su probable asesinato en 1974 en el Hospital Militar, donde permanecía prisionero en deplorables condiciones físicas (ver págs. 4 y 5).
Nació en Chillán en 1927. Hijo de padres catalanes con sólida posición económica, también dos de sus hermanos han tenido actuación política en las filas del Partido Socialista. José Tohá comenzó a destacarse como dirigente estudiantil en el Liceo de Hombres de Chillán. Fue elegido presidente del centro de alumnos y después presidente de la Federación de Estudiantes Secundarios de esa ciudad. A los quince años empezó a militar en la Juventud Socialista. Estudió Derecho en la Universidad de Chile y fue presidente de la Federación de Estudiantes de Chile (Fech). En ese tiempo, se vinculó a Salvador Allende y pasó a ser miembro del comité central del PS.
Siempre estuvo con Allende y fue dirigente en sus cuatro campañas presidenciales, 1952, 1958, 1964 y 1970. Por ese compromiso político y humano (su amistad con Allende fue inalterable) renunció a aspiraciones personales. Lo importante era el proyecto que encarnaba el líder popular. Ozren Agnic, secretario privado de Allende durante algunos años, recuerda a Tohá como uno de “los mejores y más leales amigos”, dotado de “un intelecto superior y para quien no había problemas insolubles”. Y agrega: “A nadie le cabía duda que era el delfín del Chicho Allende”.
Ya en la universidad Tohá se había involucrado en las luchas por la unidad de la Izquierda y contra el gobierno de Gabriel González Videla, convertido en dictadura legal gracias a la Ley de Defensa Permanente de la Democracia y la represión a los comunistas. Apoyado por la derecha, González Videla manejaba el Partido Radical pero no podía controlarlo todo: la juventud radical defendía las libertades públicas, la Masonería rechazaba la legislación liberticida y algunos dirigentes radicales discrepaban de la orientación oficial. La emergente Falange Nacional se oponía también a la Ley de Defensa Permanente de la Democracia. Un gran movimiento populista levantaba la candidatura presidencial de Carlos Ibáñez del Campo, que enarbolaba una escoba como símbolo de su voluntad de barrer con la corrupción.
Los comunistas en la clandestinidad continuaban la lucha. Grandes manifestaciones de protesta sacudieron Santiago ante el alza de los pasajes de la locomoción: “la revolución de la chaucha” impulsada por la juventud comunista. En la Universidad de Chile se organiza el Frente de Avanzada Universitario (FAU), que agrupa a socialistas, comunistas, radicales e independientes. En reñidas elecciones para elegir la directiva de la Fech, triunfa la lista del FAU. Elige presidente a José Tohá, vicepresidente a Luis Dodds, radical, y secretario general a Fernando Ortiz Letelier, comunista, estudiante de historia.
En el FAU aparecen, para muchos, los primeros anuncios de lo que pronto sería el Frente del Pueblo que proclamó a Salvador Allende como candidato a la Presidencia de la República en 1952. El Frente del Pueblo fue el comienzo de una serie de alianzas que culminaron en el triunfo de 1970.
En 1958 José Tohá se incorporó al consejo de redacción del diario Ultima Hora y a partir de 1960, pasó a ser su director.
Tras el triunfo de 1970 la presencia de José Tohá en el primer gabinete del presidente Allende fue vista como algo natural por su concordancia con las ideas expresadas en el Programa de la Unidad Popular, sus contactos y relaciones y el respeto que inspiraba. Fue una tarea difícil. El asesinato del general René Schneider, producto de una conspiración más amplia de lo que parecía, evidenció que había otros complots en marcha. Las relaciones con la Democracia Cristiana, cruciales para acercarla al campo popular, estaban tensionadas por los esfuerzos de la derecha para arrastrarla a una oposición intransigente. El asesinato de Edmundo Pérez Zujovic, ex ministro del Interior de Eduardo Frei Montalva, por la Vanguardia Organizada del Pueblo, VOP, provocó un quiebre en las relaciones con la DC, que no se pudo remediar a pesar de que el gobierno aclaró el caso en pocas horas y repudió enérgicamente el crimen.
Entretanto, avanzaba en el Congreso la nacionalización del cobre. El presidente de la República definía en su mensaje los rasgos principales de “la vía chilena al socialismo”: estatización de la banca, tres áreas de la economía (social, privada y mixta) y un sistema de participación de los trabajadores en la gestión de las empresas.
Sin embargo, la derecha preparaba su ofensiva. Una manifestación de mujeres del barrio alto -“la marcha de las ollas vacías”- protegida por paramilitares de Patria y Libertad copó la Alameda. Hubo
incidentes con carabineros y grupos de Izquierda. La derecha reaccionó con apoyo de la DC, y resolvieron acusar constitucionalmente al ministro del Interior, José Tohá, por supuesta responsabilidad en los hechos. La acusación fue aprobada en la Cámara de Diputados y el Senado con la votación de la derecha y la DC. El ministro Tohá tuvo que dejar el cargo.
La reacción del presidente Allende fue inmediata. Denunció la maquinación y la falta de fundamentos de la acusación constitucional y reorganizó el gabinete nombrando a José Tohá ministro de Defensa. Sin embargo, la derecha había logrado su objetivo: establecía de hecho una alianza con la Democracia Cristiana que podía bloquear los proyectos del Ejecutivo.
Como ministro de Defensa, Tohá realizó una labor notable con el decidido apoyo del comandante en jefe del ejército, Carlos Prats González. Esta gestión conjunta permitió desarticular maniobras sediciosas encabezadas por el general Alfredo Canales, llamado a retiro. El trabajo en el Ministerio de Defensa fue importante para afrontar el paro patronal de octubre de 1972, respaldar la gestión del general Prats como ministro del Interior, para terminar con las secuelas del paro y garantizar la normalidad de las elecciones parlamentarias de marzo de 1973. Sin embargo, la conjura ganaba terreno. El 29 de junio de 1973 se produjo el “tanquetazo” y Tohá dejó el Ministerio de Defensa.
Tohá tenía una personalidad atractiva. Simpático, divertido, buen conversador. Era también serio, muy responsable y además valeroso. Estuvo en la calle para el “tanquetazo”, junto al general Pickering. Y no faltó al desafío que le planteó el golpe militar el 11 de septiembre. Llegó a La Moneda para estar junto a Salvador Allende, su amigo y camarada. De allí salió convertido en preso político. Estuvo en la isla Dawson, sufriendo un grave deterioro de su salud. Trasladado al Hospital Militar, fue llevado secretamente a la Academia de Guerra Aérea, e interrogado bajo tortura. Devuelto al Hospital Militar en Santiago, murió el 15 de marzo de 1974. Suicidio, según la versión oficial. Asesinato, según todo lo indica y ahora se investiga. Para la dictadura, Tohá debía morir. Era un testigo peligroso. Y, sobre todo, un testimonio de dignidad y consecuencia moral.


El asesinato de José Tohá: Los generales salen a matar

Fuente :27 de Noviembre 2010 Punto Final.cl

Categoría : Prensa

Durante más de 36 años, su familia, sus amigos, compañeros del Partido Socialista y quienes le conocieron aunque fuera de modo superficial, no pudieron convencerse que José Tohá González, ex ministro del Interior y luego de Defensa en el gobierno de la Unidad Popular, se hubiera suicidado el 15 de marzo de 1974 en el Hospital Militar, donde permanecía recluido gravemente afectado por torturas y malos tratos a los que era sometido.
En el verano de 1973, Tohá, a los 45 años de edad, era considerado el más probable heredero político del presidente Salvador Allende, miembro de su círculo íntimo, consejero y camarada de innumerables jornadas. Había egresado de Derecho en la Universidad de Chile, no se tituló y optó por el periodismo, llegando ser director del diario Las Noticias de Ultima Hora.
En 1952, mientras parte del Partido Socialista apoyaba la candidatura presidencial de Carlos Ibáñez del Campo, José Tohá apoyó la postulación de Allende, levantada por el sector que dirigía Aniceto Rodríguez, en conjunto con el Partido Comunista y otras agrupaciones de Izquierda. Esta alianza, conocida como Frente del Pueblo, fue antecesora del Frente de Acción Popular (FRAP). “El pueblo a la victoria con Allende” fue el eslogan de esa primera candidatura presidencial, con José Tohá cumpliendo en ella un papel relevante, al igual que en las tres campañas siguientes.
El día de su muerte
Abandonó la dirección de Ultima Hora para asumir como ministro del Interior y después de Defensa. Fue detenido el 11 de septiembre de 1973 en el Ministerio de Defensa, donde acudió enviado por Allende para intentar una mediación.
Luego fue trasladado a la isla Dawson y en enero de 1974, muy enfermo y con menos de 50 kilos de peso -era un hombre de más de un metro noventa de estatura- lo llevaron al hospital naval de Punta Arenas y más tarde a Santiago, primero al hospital de la Fuerza Aérea y casi enseguida al Hospital Militar, donde el 1° de febrero quedó aislado en la pieza 303. Por las noches era frecuente que lo sacaran para llevarlo a la Academia de Guerra Aérea, la siniestra AGA, donde era interrogado y torturado.
Tohá permanecía durante el día en su cama del hospital, desde la cual incluso se cayó un par de veces debido a su extrema debilidad. Padecía, entre otros problemas, una depresión grave y, para intentar superarla, lo trataba el siquiatra Julio Sepúlveda.
Su esposa, Raquel Victoria (Moy) Morales Etchevers, lo visitó en varias ocasiones. Trataba de infundirle ánimo y le contaba de los esfuerzos que se hacían para conseguir su libertad. Un soldado, fusil en ristre, los vigilaba durante aquellos encuentros. Pese a las circunstancias, no hubo ningún indicio que permitiera sospechar la suerte que correría el más cercano amigo de Salvador Allende.
El 15 de marzo de 1974 sonó el teléfono en casa de Moy de Tohá. La voz de un hombre, que se identificó como oficial de ejército, le comunicó que su marido se había suicidado: -Si quiere venir a retirar el cadáver, puede venir al Hospital-, agregó.
La viuda recordaría más tarde: “(…) tenía pinchazos y un rostro que no era el de una persona que se ha suicidado ahorcándose. Yo trabajé 13 años en el laboratorio de la policía técnica de Investigaciones, y vi muchos cadáveres de suicidas por ahorcamiento. Esos rostros no los voy a olvidar nunca. Pero no tenían nada que ver con el rostro de José. El tenía su cara pálida, tranquila, relajada. Tenía una gotita de sangre en la nariz y en el borde del cuello, casi imperceptible, una marca delgada como de un hilo, no de cuerda ni de cinturón, sino de un hilo. Era de color rojo”.
Un médico valiente
Uno de los primeros en llegar al sitio del suceso fue el médico y perito criminalista de la Brigada de Homicidios de Investigaciones, Domingo Chelén Araya, quien comprobó que el cadáver de Tohá estaba dentro del clóset de la habitación con un cinturón atado al cuello, con las piernas y los pies flectados, apoyados en el piso. Al doctor Chelén le extrañó sobremanera que la cañería de la cual pendía el cadáver del ex ministro no se elevara más de un metro cincuenta desde el suelo, y que el nudo con que el cinturón estaba ceñido era tan débil, que se desató con un leve tirón. También le sorprendió que el surco en el cuello de la víctima fuera parejo y no incompleto, como generalmente se presenta en las personas que se ahorcan. Además, un quiste sebáceo cervical estaba roto, lo que resultaba inexplicable pues para que ocurriera, se requería de cirugía o de enorme presión.
Chelén pidió al perito fotográfico de la BH que tomará detalles de la escena que le parecían fuera de lugar, en especial del cuello. También exigió un riguroso y completo dibujo al técnico planimetrista, para fijar el lugar y detalles de la posición del cuerpo. En su examen del cadáver el médico constató extremo
enflaquecimiento y claros indicios de quemaduras de cigarrillos en los brazos.
Esa misma tarde, desde el Hospital Militar llamaron al forense del Instituto Médico Legal, doctor Alfredo Vargas Baeza, para que hiciera la autopsia de Tohá en el mismo establecimiento, burlando la norma que establecía que el cuerpo debía ser trasladado al IML para los exámenes tanatológicos correspondientes.
En los días siguientes, el Hospital Militar pidió una investigación sumaria sobre el supuesto suicidio del ex ministro de Allende, que fue conducida por el auditor Rolando Melo Silva, de la Segunda Fiscalía del ejército, causa que se extravió. Años después, Melo declararía ante la justicia que no recordaba casi nada de lo que hizo entonces, debido a “lagunas mentales”, una excusa que se ha hecho costumbre en militares procesados por violaciones a los derechos humanos.
En tanto, Chelén para redactar su informe esperó las fotografías, pero le comunicaron que se habían perdido, al igual que el gráfico planimétrico. A 15 días de la muerte de Tohá, le llegó una hoja con un informe ya redactado en que se consignaba “conclusión: suicidio” y al pie su nombre para que estampara su firma. El médico se negó a hacerlo y a los dos meses, fue despedido de Investigaciones “por falta de confianza en su labor profesional”. El principal contradictor de las aprensiones de Chelén fue el funcionario de la Brigada de Homicidios Juan Saldías Valdés, (a) “Harry el Sucio”, conocido integrante de la Dina.
En 1991, el Informe Rettig reseñó sobre la muerte de Tohá que “la Comisión no tuvo antecedentes suficientes para concluir si el ahorcamiento, causa directa de la muerte del ex ministro Tohá, fue la acción de quienes lo mantenían detenido o si, en cambio, murió por su propia mano”.
Ante el juez Zepeda
El 15 de marzo de 2001, la familia Tohá, representada entonces por el abogado Juan Bustos, presentó una querella para esclarecer la muerte del ex ministro.
Llamado a declarar, el doctor Chelén insistió ante el juez Jorge Zepeda que el día de la muerte de Tohá pidió que se tomaran varias fotos del surco que el cadáver de Tohá tenía en el cuello, pues era imposible que se hubiese marcado completo, en todo su contorno, si realmente se hubiera suicidado. Agregó que esas fotos “jamás se presentaron en el informe pericial, el que concluyó que la muerte fue por ahorcamiento de tipo suicida”. Chelén afirmó que concluyó que “esa muerte no fue suicida, sino obra de terceros, por estrangulamiento, con simulación de suicidio (…) Por ello no quise firmar el informe, que no redacté ni sé quién lo hizo”.
El perito dibujante y planimetrista forense, Sergio Labarca Maturana, por su parte, declaró ante el juez Zepeda que su trabajo no quedó guardado donde correspondía en Investigaciones. Sus jefes, Pedro Méndez Valenzuela y Luis Cavada Ebel, le dijeron que ese informe “es secreto y no se guardará en el archivero” que correspondía.
El magistrado logró establecer, en abril de 2005, responsabilidades penales por torturas aplicadas a José Tohá en la Academia de Guerra de la Fach (AGA) y procesó al general (r) de la Fach Ramón Cáceres Jorquera, y al coronel (r) Sergio Contreras Mejías. Los procesados lograron ser identificados por unos papeles hallados en el velador de la pieza donde estuvo Tohá en el Hospital Militar, en los que había preguntas manuscritas de sus interrogadores de la Fach.
El ex subsecretario de Aviación, Raúl Vergara, y el general Alberto Bachelet, padre de la ex presidenta Michelle Bachelet, pasaron también por la AGA, al igual que otros 700 prisioneros, aproximadamente. En ese tiempo, el general Bachelet tenía 51 años. Bastó su desempeño como secretario de la Dirección Nacional de Abastecimiento y Comercialización durante la Unidad Popular para justificar su detención, marcada por la brutal tortura ejercida por sus ex alumnos. Debido a su pésima condición de salud, derivada de los tormentos, el general murió el 12 de marzo de 1974 en la Cárcel Pública, tres días antes que José Tohá.
Según declaraciones de los detenidos en la AGA entre 1973 y 1975, tanto el comandante (r) Edgar Cevallos (“Comandante Cabezas”), más tarde jefe del Comando Conjunto, como el general (r) Cáceres, uno de los torturadores de Tohá, eran parte del núcleo de interrogadores. El coronel de Aviación Augusto Galaz Guzmán declaró que el 14 de septiembre de 1973 fue detenido en su oficina en el Ministerio de Defensa junto al subsecretario de Aviación, Raúl Vergara, el general Bachelet y el coronel Rolando Miranda. Luego de llevarlos a la Fiscalía de Aviación y a la Base Aérea de Colina, donde fueron interrogados, los trasladaron a la AGA. En el proceso, Galaz señaló que se les mantenía con capucha “durante el interrogatorio, levantándonos con cordeles colocados entre las piernas, aplicando agujas en el nacimiento de las uñas de las manos y dándonos golpes de puño en el rostro”. Galaz agregó que Cevallos y Cáceres estaban a cargo de los maltratos. No le fue difícil reconocerlos: ambos habían sido alumnos suyos en la Escuela de Aviación.
Tras la muerte del abogado y diputado socialista Juan Bustos, asumió la representación de la familia Tohá el abogado Nelson Caucoto, quien solicitó una serie de diligencias, entre ellas investigar si en los días previos a la muerte de Tohá se habría efectuado una reunión de algunos generales del ejército donde se habría decidido asesinar al ex ministro de Defensa.


Gobierno presenta querella por muerte de ex ministro José Tohá

Fuente :25 de Noviembre 2010 El Mostrador

Categoría : Prensa

La información fue dada a conocer por el ministro del Interior (s), Rodrigo Ubilla, quien explicó que la medida se tomó "a la luz de los antecedentes recopilados en los últimos días". Especificó que se trata de una querella contra "quienes resulten responsables, y el valor que tiene es que ponemos a disposición de la investigación los abogados nuestros del Programa, para que puedan así, ojalá a la brevedad, tener claridad respecto a este asunto".
La información fue dada a conocer por el ministro del Interior (s), Rodrigo Ubilla, quien explicó que la medida se tomó “a la luz de los antecedentes recopilados en los últimos días”.
Especificó que se trata de una querella contra “quienes resulten responsables, y el valor que tiene es que ponemos a disposición de la investigación los abogados nuestros del Programa, para que puedan así, ojalá a la brevedad, tener claridad respecto a este asunto”.
Asimismo agregó que “la información que hoy día se dispone, sobre todo a partir de los peritajes que se han hecho los últimos días, aparentemente llevarían a la conclusión de que esto (la muerte de Tohá) se debería a acciones de terceros, lo que significa que estaríamos en presencia de una situación que ya no es una muerte natural”.
De todos modos, hizo ver que es “relevante contextualizar” el hecho, pues se trataba de “una persona que estaba en una situación de bastante fragilidad, una persona enferma”.


José Tohá habría sido asesinado por la dictadura militar

Fuente :16 de Noviembre 2010 El Ciudadano

Categoría : Prensa

La Corte de Apelaciones de Santiago solicitó que el cuerpo del ex ministro de Defensa de Salvador Allende, José Tohá González, fuera exhumado para confirmar la causa de su muerte, después de que un informe forense –basado en un estudio de la autopsia de Tohá– determinara que el motivo de la muerte fue “asfixia por estrangulamiento manual de naturaleza homicida” y no por un suicidio, como aseguraron las fuentes oficiales de ese tiempo.
Además de la exhumación del cuerpo, la Justicia determinó realizar una recreación de la escena de la muerte del político, quien supuestamente se colgó su cinturón al cuello en el Hospital Militar, el 15 de marzo de 1974, lugar al que había sido trasladado por encontrarse en graves condiciones de salud.
Estas dos pericias, más otras 25 diligencias, fueron resultas por la Corte de Apelaciones de Santiago, que ordenó al juez del caso, Jorge Zepeda, reabrir el caso, ya que el magistrado lo había cerrado sin llevar a cabo la investigación completa.
El estudio de la autopsia fue realizado por el experto Luis Ravanal, y sus resultados son similares al primer informe forense que se realizó a Tohá en 1974, por Alfonso Chelén. En ese reporte, el médico criminalista –que luego fue despedido de la Policía Civil–concluyó que la muerte se habría provocado “por estrangulamiento con participación de terceros”.
Tohá pasó su último tiempo de vida como prisionero político en Isla Dawson, lugar donde la dictadura militar envió a los altos cargos del Gobierno de la Unidad Popular, días después del Golpe de Estado. Allí se le habría aplicado una serie de torturas que, entre otras agravantes hacia su salud, lo llevaron hasta la desnutrición, llegando a pesar 49 kilos, con un cuerpo de 1 metro con 92 centímetros.
El debilitamiento físico en el que se encontraba Tohá, es una de las razones atribuidas a la imposibilidad de su suicidio.
Según explicó Chelén a radio Cooperativa, “(…) Hay muchas otras razones, además, por las cuales el señor Tohá no podía haberse suicidado, porque estaba en un estado de debilidad extrema. No lo alimentaban, por consiguiente, no podía haberse colgado en esa forma”, indicó el especialista.
Asimismo, aseguró que, “el colgamiento que figuraba ahí era un montaje evidente, absurdo, acomodado de una manera, apoyado de un brazo con una de las bandejas del ropero con su propia correa que apenas tenía una pequeña vuelta que, si se hubiera colgado de ella, seguramente esa correa se hubiera soltado del soporte en el que estaba”.
Caroliná Tohá, hija del político en cuestión y actual presidenta del Partido Por la Democracia (PPD), manifestó que “hay muchos elementos contundentes que demuestran que la versión oficial del suicidio es falsa y que fue un homicidio. Pero como familia también necesitamos saber quiénes son los responsables. Esperamos, ahora, tener acceso a nuevos testigos que nos ayuden a esclarecer la verdad”, dijo.
La familia Tohá ha tenido que soportar diversas irregularidades en el proceso de investigación de la muerte de su familiar. Por ejemplo, la desaparición del expediente de la indagatoria realizada inicialmente por el fiscal militar, Rolando Melo, quien aseguró haberlo cerrado por mandato de Augusto Pinochet.
Asimismo, la autopsia fue realizada anormalmente, ya que se llevó a cabo en el Hospital Militar y no en el Servicio Médico Legal, donde corresponde. Por último, las fotografías tomadas por Alfonso Chelén en la escena de muerte, también desaparecieron en mitad de la investigación.
Además, hasta el momento, sólo se ha responsabilizado a los ex coronales de la Fuerza Aérea, Ramon Cáceres y Sergio Contreras, a causa de las torturas aplicadas al ministro de Allende en la Academia de Guerra Aérea (AGA).
LA JUSTICIA TARDA
Los montajes y asesinatos encubiertos era pan de cada día en época de dictadura. Si bien muchos de los crímenes han quedado resueltos con los distintos informes de Derechos Humanos, lo cierto es que año a año se conocen nuevas versiones ratificadas de las casi dos décadas en que Chile vivió en dictadura.
Recién en diciembre del año pasado, se comprobó que Eduardo Frei Montalva –político Demócrata Cristiano (DC) y Presidente de la
República entre 1964 y 1979 –fue envenenado tras someterse a una operación durante la dictadura. Si bien la muerte de Frei ocurrió en 1982, recién en 2009 se pudo establecer la verdad sobre su fallecimiento.
Seis hombres fueron procesados cuando se supo la resolución (cuatro médicos como autores y encubridores del asesinato). Asimismo, el hijo de Frei Montalva, Eduardo, quien también fue Presidente de Chile (1994 -2000) dijo en diciembre de 2009, que catalogaba la confirmación como algo sin precedentes, por constituirse como el primer magnicidio chileno.
Por otro lado, tal como en ese momento dijo la Presidenta Michelle Bachelet, “esto demuestra que en Chile la justicia tarda, pero llega, y en este caso ha llegado, y sabemos que nos hace bien como sociedad”.
En este sentido, vale recordar también una serie de muertos en democracia, quienes esperan por justicia.
Si bien algunos de ellos han sido ajusticiados de alguna manera –como la semana pasada ocurrió con el caso de Daniel Menco – muchos familiares de asesinados en gobiernos democráticos (que incluyen los de Bachelet y los de Eduardo Frei hijo), esperan por las investigaciones que develarán la responsabilidad (o no) de agentes del Estado en las muertes de sus seres queridos.
Así, asesinatos y montajes, tanto en dictadura como en “democracia”, han sido perpetrados por organismos estatales, según evidencias que han resultado de las investigaciones (como en el caso de comuneros mapuche que luego de un año y medio en prisión han debido ser liberados por falta de pruebas).


 “Quiero que me ayuden a encontrar la verdad”

Fuente :Domingo 21 de junio de 2009  La Nación

Categoría : Prensa

La viuda de José Tohá tiene confianza en que el juez Jorge Zepeda logrará establecer la verdad del crimen, porque jamás creyó en el suicidio de su marido. Aguarda a que el magistrado reconstituya ahora aquel día en el antiguo Hospital Militar. En una sentida carta, el general Carlos Prats le explicó por qué lo mataron.

La solicitud del abogado Nelson Caucoto para que el juez Jorge Zepeda reconstituya, en el ahora antiguo Hospital Militar, aquel 15 de marzo de 1974, el día de la muerte del ministro de Interior y Defensa de Salvador Allende, José Tohá, volvió a remover en Moy de Tohá todos los recuerdos más profundos de aquel primer tiempo del terrorismo de Estado.

La viuda dice tener plena confianza en la capacidad investigadora del juez Jorge Zepeda y espera ahora a que el magistrado fije la fecha para la diligencia y cite a todos los que allí deben estar.

En la investigación judicial se han acumulado una gran cantidad de contradicciones entre los actores uniformados y civiles, presentes y testigos de aquellos días en ese hospital del Ejército.

Tras la muerte de su esposo, Moy estuvo cinco años exiliada en México con sus hijos. Pero regresó a Chile en 1979, "a ayudar a la recuperación de la democracia".

Luego del fin de la dictadura, fue nombrada embajadora en Honduras, después fue agregada cultural en México por siete años, y volvió a ser embajadora, esta vez en El Salvador. Hoy trabaja en el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas en Chile.

-¿Cuál es su sentimiento ante la reconstitución de escena solicitada?

-Es algo que, a pesar de los años, me remueve el alma y los recuerdos nuevamente. Pero son pasos que hay que dar, que queremos dar, y que es bueno que estemos avanzando.

-¿Hasta dónde cree que se podrá avanzar?

-A la verdad que hemos esperado tantísimos años. Todo se vuelve a juntar y produce una profunda emoción interna que es difícil ponerla en palabras. Hay que haber vivido lo que se ha vivido, para darse cuenta de lo doloroso que es todo esto.

-¿Cree en la versión oficial del suicidio de su esposo?

-No. Si estamos donde estamos en el juicio, es porque no creo que haya sido un suicidio.

-¿Piensa que, además de la verdad de los hechos, se podrá llegar a identificar al o los autores materiales e intelectuales?

-Yo tengo plena confianza en el juez Jorge Zepeda. Es uno de los jueces más profesionales y acuciosos que tenemos en Chile. Tengo además una enorme confianza en el abogado Nelson Caucoto, de una gran experiencia en todos los juicios de derechos humanos.

-¿Se sabrá toda la verdad producto de la investigación judicial?

-Creo que vamos a llegar a una verdad, no creo que lleguemos a toda la verdad. Han pasado demasiados años y los autores intelectuales están muertos, o con algún daño producto de la edad. Sabremos parte de la verdad. Y por último, que quede al descubierto que no fue un suicidio, sino uno de los tantos asesinatos que se cometieron en Chile, encubiertos por muchos años con la impunidad que daba el régimen autoritario. En democracia tenemos una obligación con la historia y el futuro de nuestro país, para descubrir esta verdad como absoluta.

-¿Sólo la verdad le interesa?

-La verdad es lo más importante, y la justicia que opere hasta donde pueda operar.

-¿Usted quedaría conforme con conocer que fue un crimen y cómo sucedió?

-Eso me dejaría en paz con José, porque hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos para llegar a la verdad. Siento que los pasos que se han dado este último tiempo con lo de Víctor Jara y el ex Presidente Frei Montalva ayudan a pensar que es posible llegar a esa verdad parcial.

-¿Independientemente de que los autores intelectuales y materiales no vayan a la cárcel?

-Insisto, en este momento para mí lo fundamental es saber la verdad. Si la justicia llega a los autores intelectuales y materiales, mejor aún, pero yo con la verdad quedo más tranquila y en paz, y creo que mis hijos también.

-¿Qué diría a quienes todavía guardan información valiosa para aportar en esta investigación?

-Yo le rogaría a la gente que vivió la situación de José en el Hospital Militar, en el Hospital de la FACh, y en los centros de tortura donde lo llevaron para vejarlo, humillarlo y torturarlo, que hable, que nos dé información. Yo no ando en caza de brujas, no persigo a nadie. Quiero que me ayuden a encontrar la verdad, porque creo que esta familia se merece saberla y nuestro país también.

-¿Cómo pueden entregar esa información?

-Mi teléfono está abierto, y también el del abogado Caucoto y el de mi hija Carolina. Y los canales que ellos quieran usar para entregar una información o una denuncia, van a ser bienvenidos y profundamente agradecidos.

-¿Está convencida de que no es poca la gente que sabe lo que realmente ocurrió ese día?

-Hay gente que sabe, los enfermeros de entonces lo saben. Cuando José murió, uno de ellos que estaba muy conmovido, tuvo la imprudencia de llamarme por teléfono a mi casa desde el Hospital Militar cuando José estaba en la urna en la casa, para decirme "señora, no crea que él murió como dicen, yo quiero hablar con usted y decirle toda la verdad, juntémonos mañana a las cinco de la tarde en el puente Pío Nono".

-¿Y usted fue?

-Sí, yo fui pero él no llegó. Presumo que como estábamos todos vigilados, y con mayor razón un centro como el Hospital Militar, seguramente la llamada fue interceptada y no sé qué pasó con esa persona, a quien yo conocí físicamente porque nos recibía cosas para José, como la pasta de dientes, dulces o cigarrillos. Entonces, yo sé que hay gente que sabe más y que puede ayudarnos. Quiero que me digan lo que saben y si quieren guardar reserva de su nombre, no me importa, lo que me importa es que hablen.

-¿Por qué cree que se ordenó la muerte de su esposo?

-Yo no sé cuáles fueron los motivos de los militares en ese momento, pero le voy a entregar una carta personal que me escribió el general Carlos Prats, en que él hace una interpretación de por qué cree que mataron a José. Es importante el juicio de un militar democrático, no comprometido entonces con la Unidad Popular en lo profundo e ideológico, que hace un análisis, creo, tan certero como el que hace Prats en esa carta. Eso tiene mucho más valor que elucubraciones que yo pueda hacer como viuda y una persona herida con la situación. De esa carta se pueden sacar las conclusiones necesarias.

-¿Fue una carta que él le escribió desde el exilio en Buenos Aires?

-La escribió unos días antes de morir en Buenos Aires. (La carta tiene fecha 29 de agosto de 1974, justo un mes antes de que lo asesinaran junto a su esposa Sofía Cuthbert).

-¿Cree que Augusto Pinochet ordenó asesinar a su esposo?

-Por los rangos que José tenía, por la relación personal que Pinochet tenía con nosotros, porque había sido un general segundo en la jerarquía del alto mando durante el período en que José fue ministro de Defensa, y por último porque José había sido vicepresidente de la república, no creo que Pinochet haya delegado en mandos menores una decisión de esa envergadura, de eliminar a una persona así como así.

-O sea, cree que efectivamente fue Pinochet quien ordenó su muerte

-Creo que él tuvo que haber tomado la decisión.

-¿Cómo es esa escena cuando Pinochet se entera en un banquete en Brasil de la muerte de su esposo?

-Fue en el banquete oficial del cambio de mando en Brasil, en 1974. Cuando después del golpe de Estado Orlando Letelier volvió a Venezuela, luego de pasar por las cárceles en Chile, allí se encontró con una autoridad del gobierno venezolano que asistió a ese banquete estando Pinochet presente. Fue el 15 de marzo de 1974, el día en que murió José. Esa autoridad venezolana le contó a Orlando que en un momento Pinochet le comentó que estaba muy conmovido, porque en Chile recién se había muerto un amigo personal suyo, y que por eso estaba tan afectado.

-¿Cree en esa conmoción que habría demostrado Pinochet?

-Me cuesta pensar que alguien a quien tuvieron en la situación de José, haya conmovido tanto a Pinochet como para no saber lo que estaba pasando con él. Pinochet tuvo que saber perfectamente qué pasaba con él en el Hospital Militar.

-No salvó Pinochet de las torturas a su tan querido amigo personal

-Por supuesto, eso es todo parte de la teatralización de la vida de Pinochet.

-En estos 35 años transcurridos desde la muerte de su esposo, ¿dónde guarda su recuerdo?

-En el primer lugar. Le voy a mostrar mi casa para que lo vea. (Efectivamente, impresiona la retratada presencia absoluta del fiel amigo de Allende en los lugares más íntimos de ese silencioso lugar


Piden reconstitución de escena por extraña muerte de José Tohá

Fuente :Lunes 15 de junio de 2009    La Nación

Categoría : Prensa

La petición fue formulada al juez Jorge Zepeda el viernes 12. En la investigación se han acumulado numerosas contradicciones que impugnan la versión oficial de un suicidio en el antiguo Hospital Militar.

Son demasiadas las contradicciones acumuladas en la investigación por la muerte del ministro del Presidente Salvador Allende, José Tohá.

Por ello, para el abogado querellante, Nelson Caucoto, llegó la hora de efectuar por primera vez la reconstitución de lo que ocurrió el 15 de marzo de 1974 en la habitación 303 del entonces Hospital Militar.

El lugar, que hoy es el Hospital Metropolitano, está igual que entonces en su estructura e incluso queda parte del mismo mobiliario.

Caucoto pidió el viernes 12 al ministro Jorge Zepeda que efectúe a la brevedad la reconstitución del extraño suicidio de quien fuera ministro de Interior y Defensa de la Unidad Popular.

"Realizar esta reconstitución es extraordinariamente valioso, porque permitirá al juez situar a todas las personas en el mismo lugar donde ocurrieron los hechos. Hay muchas versiones contradictorias y existen en la investigación múltiples antecedentes que apuntan al homicidio del ministro Tohá, por eso la hemos solicitado al juez", explicó Caucoto a La Nación.

Serias contradicciones entre algunos médicos militares y civiles. Profundas discrepancias entre funcionarios policiales de ese tiempo y el médico criminalista de la Brigada de Homicidios de Investigaciones, Alfonso Chelén, respecto de la apreciación del lugar del hallazgo del cuerpo sin vida de Tohá.

Discrepancias entre informes policiales actuales y médicos militares de la época en cuanto al lugar donde se realizó la autopsia al cadáver. Señas de estrangulamiento que a juicio del doctor Chelén presentaba el cuello, versus la versión oficial del suicidio por ahorcamiento con su propio cinturón.

Además, desaparición de las fotos policiales tomadas ese día a la habitación y el cuerpo aún dentro del diminuto clóset donde se habría ahorcado un hombre de un metro noventa de estatura.

Un nudo en el cinturón que no resistió el primer tirón del médico criminalista para descolgar el cuerpo.

Un expediente perdido en el que quedaron registradas las diligencias realizadas por el fiscal militar de la época, Rolando Melo Silva, que hoy afirma no recordar casi nada de lo que hizo entonces por "lagunas mentales".

Desfile de militares y médicos castrenses ingresando frecuentemente a la habitación de Tohá vistos por soldados que montaban guardia al ingreso del cuarto, mientras los visitantes identificados lo desmienten.

La ficha clínica de Tohá desaparecida. Versiones absolutamente contradictorias entre algunos médicos militares acerca del estado físico del ministro: mientras uno dice que se encontraba en "muy buen estado físico", otros sostienen que "apenas podía caminar".

Al perito Chelén, la Brigada de Homicidios de Investigaciones, dirigida por el general en retiro Ernesto Baeza, le presentó para que firmara un informe pericial no redactado por él acerca del hallazgo del cuerpo.

En el texto, lo obligaban a concluir que Tohá se suicidó por ahorcamiento, cuando Chelén sostuvo que lo mataron estrangulándolo. Por ello a Chelén lo echaron de la policía.

El entonces fiscal Melo afirma en el proceso que, a poco andar, sobreseyó la investigación de acuerdo con el dictador Augusto Pinochet, que ejercía como comandante en jefe del Ejército.

Melo sostiene con insistencia que la autopsia se efectuó en el Servicio Médico Legal de avenida La Paz, pero el médico que la hizo, Alfredo Vargas Baeza, señaló en el proceso que la realizó en el mismo Hospital Militar.

Cuando el perito criminalista Chelén se negó a firmar el informe que le pusieron en su escritorio con el "suicidio" de Tohá, convencido de que lo que vio fue un crimen, su principal contradictor en la apreciación del día de la muerte en el Hospital Militar fue el entonces funcionario de la Brigada de Homicidios Juan Saldías Valdés.

En los procesos por violaciones de los derechos humanos que instruía el juez Juan Guzmán, Saldías fue reconocido años después por sobrevivientes del MIR que estuvieron en centros clandestinos de detención como un comisario de Investigaciones y agente DINA, integrante de las agrupaciones Tigre y Vampiro con el alias de "Harry el sucio".

El doctor Chelén fue el primero en ingresar a la habitación donde estaba el cuerpo de Tohá, aún dentro del clóset, "colgado", pero con las piernas flectadas y los pies apoyados en el piso debido a su altura. Las primeras observaciones las realizó solo en la pieza antes de que llegaran los otros funcionarios de la Brigada de Homicidios.

Cercano a Allende

José Tohá, más que un militante del Partido Socialista -que sin duda fue su tienda política-, era un fiel aliado de Salvador Allende. El Presidente lo escogió en 1970 como su primer ministro del Interior y fue objeto de la primera acusación constitucional que hubo durante el régimen de la Unidad Popular. Más tarde, el Jefe de Estado lo puso en Defensa.

Fue llevado a la isla Dawson y después trasladado al Hospital Militar. Tohá, padre de la ex diputada y hoy ministra portavoz, Carolina Tohá, pertenece a una tradicional familia de Chillán. Por ello fue, en 1969, candidato a senador por la entonces circunscripción de Ñuble, Concepción y Arauco. Sin embargo, no fue elegido. Uno de sus hermanos, Isidoro, fue en 1990 diputado por Chillán, mientras que otro de ellos, Jaime, es hoy intendente de la Región del Biobío.

Coroneles procesados por tortura

Actualmente, en la causa están procesados por el delito de tortura en contra del ex ministro Tohá los coroneles (R) de la FACh Ramón Cáceres Jorquera y Sergio Contreras Mejías. Ambos torturaron al colaborador de Allende en la Academia de Guerra Aérea (AGA), adonde Tohá fue llevado en reiteradas oportunidades desde el Hospital Militar, regresando en muy malas condiciones físicas y sicológicas de acuerdo a lo dicho por testigos.

Los mismos coroneles aparecen vinculados con múltiples casos de tormentos en el proceso que se instruye por los crímenes cometidos en la AGA, los mismos que causaron la muerte del general Alberto Bachelet.

Sin embargo, al juez Zepeda le resta establecer lo más importante en el caso: si al ministro Tohá lo mataron o se suicidó.

 


Las convicciones del doctor Chelén en la pieza 303 del Hospital Militar

Fuente :27 de Abril 2005  La Nacion

Categoría : Prensa

El 15 de marzo de 1974 el médico cirujano y perito criminalista de la Brigada de Homicidios (BH) de Investigaciones, Alfonso Chelén Araya, tomó el cuerpo sin vida de José Tohá y lo regresó a la cama de la pieza 303 del Hospital Militar. Había tantas cosas extrañas que se convenció de que no se ahorcó voluntariamente sino que fue estrangulado. Incluso verificó torturas por quemaduras de cigarrillos en los brazos. La pérdida de los medios de prueba le

confirmó su certeza. Por ello, aunque arriesgaba la vida, se negó a firmar un informe falso.

-¿Por qué se convenció de que el ministro Tohá no se suicidó?

-El estaba en un estado de desnutrición en grado máximo y no tenía fuerza para levantarse. Permanecía en cama. Incluso trató de levantarse un par de días antes y cayó al suelo. Tuvieron que recogerlo. Una persona en esas condiciones no tiene la capacidad física para suicidarse colgándose.

-¿Qué vio cuando concurrió al Hospital Militar a estudiar el sitio del suceso?

-Un cuerpo acomodado en un closet, sin tocar el suelo, con las piernas y pies flectados, apoyándose en el piso. Era claro que el cuerpo había sido instalado por alguien, para simular un suicidio.

-¿Qué elementos le llamaron la atención?

-El nudo con que el cinturón estaba atado a la cañería que pasaba al interior del closet, era tan frágil que cuando le di un leve tirón se desató. Era imposible que el señor Tohá se hubiese ahorcado con ese corto cinturón porque – a pesar que pesaba 45 ó 47 kilos- el nudo no habría resistido.

-La ex agente Luz Arce, que estuvo internada en la misma pieza, dijo en el proceso que esa cañería a ella, con una estatura media, le llegaba a los ojos…

-Y el señor Tohá medía más de un metro noventa centímetros, por eso era imposible que el cuerpo hubiese podido colgar sin apoyo en el suelo.

-¿Cómo quedó marcado el cinturón en el cuello del ministro?

-En medicina legal se sabe que en el cuello de quien se ahorca queda un surco incompleto, pues la soga o cinturón nunca puede marcarse totalmente alrededor del cuello. Y él tenía un surco completo. Además, me llamó la atención que un quiste sebáceo en la región cervical estaba roto. Y jamás pudo romperse si él

se hubiese colgando. El quiste se rompió porque una fuerza lo reventó.

-¿Notó algo más?

-Que tenía quemaduras de cigarrillos en los brazos.

-¿No pudo ser otro tipo de marcas?

-No, eran quemaduras de cigarrillos. El fue torturado, física y

sicológicamente.

-¿De qué forma fijó esos detalles para complementar el informe que se esperaba que redactara?

-Pedí al fotógrafo de Investigaciones que tomara todos esos detalles que le relato, pero las fotos se perdieron. Esperé diez días que me llegaran para hacer el informe, pero nunca me las entregaron. Incluso desapareció el dibujo que hizo el planimetrista para fijar el lugar y los detalles del cuerpo. Entonces no tenía nada para acompañar al fiscal.

-¿Cómo hizo el informe?

– Después de unos quince días apareció una hoja con cuatro fotos del lugar en general que no decían nada. Fotos anodinas, sin lectura explicativa. En la hoja estaba escrito: conclusión suicidio. Al pie estaba mi nombre para que yo firmara. No firmé.

-¿Quién redactó ese informe?

-Nunca lo supe.

-¿Quiénes eran sus jefes en la BH?

-Un señor Cancino y el segundo un señor Araya.

-¿El nuevo director de Investigaciones, el general Ernesto Baeza, pudo ordenar falsear el informe?

-No sé. Pero además había un coronel de Ejército que era el interventor de Investigaciones, pero no recuerdo su nombre.

-¿Es imposible que el ministro Tohá se ahorcara?

-Imposible. Hay muchos elementos que impiden un suicidio de esa manera. Si no hubiese tenido ese convencimiento, nunca me habría arriesgado a no aceptar la idea del suicidio y a no firmar el informe que ya venía hecho. Estábamos en 1974 y ese día no sabía si iba a salir del hospital.

-¿Está convencido de que lo estrangularon?

-Absolutamente, por todo lo que pude examinar. Si no, no habrían ocultado tantas pruebas, incluyendo el propio expediente del proceso que instruyó el fiscal (de Ejército de la Segunda Fiscalía, Rolando Melo Silva). Ocultaron verdades fundamentales y medios de prueba muy importantes.

-¿Por qué estima que lo mataron?

-Porque creían que se transformaría en un peligro. Como sucedió con Orlando Letelier, Bernardo Leighton, el general Prats y después el mismo ex Presidente Eduardo Frei Montalva. Un peligro para lo que podía suceder más adelante.

-¿Cuál fue la consecuencia de no firmar el informe?

-A los pocos días me echaron. Un decreto firmado por la Junta Militar estableció que yo no era un hombre de confianza.


Testimonios judiciales revelan los  últimos díasde  Tohá

Fuente :23 de Abril 2005 La Nacion

Categoría : Prensa

El primer auto de procesamiento dictado en el juicio por la muerte en prisión en 1974 del ex ministro de Allende, José Tohá, estableció quienes lo interrogaron y torturaron, o al menos quienes dieron las órdenes de los tormentos, pero dejó en el aire una gran duda, la más importante del caso, pues no dio luces sobre la verdadera causa de muerte: suicidio -como afirmó la versión oficial- o asesinato, como incluso lo indican partes relevantes del propio dictamen del juez Jorge Zepeda.

Aun así, en el fallo de 22 páginas surgieron detalles de los últimos días de Tohá desconocidos hasta ahora, que lanación.cl relata a sus lectores. Entre ellos, se cuentan las amenazas que el entonces doctor Patricio Silva Marín hizo a los familiares de esta alta autoridad del gobierno de Salvador Allende. (Marín según la resolución, aunque el entonces director, o subdirector del Hospital Militar sería Silva Garín, probablemente el mismo que, con esos dos apellidos, todavía es director de Gestión Clínica de ese recinto).

De acuerdo al hermano del ex ministro, Isidro Tohá, el “director” del Hospital Militar Patricio Silva, le aconsejó a su cuñada Raquel Morales Etchevers, que no visitara a su esposo en el recinto. Dice Isidro Tohá en el proceso que a él, el doctor Silva le señaló que “las gestiones que han realizado ante diversas autoridades, sólo han agravado la situación de su hermano, quien ahora es tratado con mucha más dureza y aún interrogado con la ayuda de un siquiatra de apellido Sepúlveda”.

De acuerdo al expediente del proceso y al documento de encausamiento dictado por Zepeda, el doctor Silva lanzó a Isidro Tohá otra advertencia aún más dura, cuando éste le demandó que “el Hospital Militar debe velar por la vida de mi hermano”. “Mire, el señor Tohá ahora debe atenerse a las consecuencias de sus actos políticos”, sostiene que le respondió Silva.

Pero el entonces enfermero y cabo segundo Juan Cabello Leiva, quien se desempeñaba en el cuarto piso del recinto médico, donde se encontraba el ministro, le aconsejaba a la esposa de Tohá todo lo contrario: “tiene que visitarlo, porque para él tiene mucha importancia eso”.

El enfermero conocía el delicado estado de salud del personero. Y sabía cómo lo regresaban cada noche al Hospital Militar, después de haberlo llevado casi en forma clandestina a la Academia de Guerra Aérea para aplicarle tormentos. “El señor Tohá llegaba muy mal, me contaba que lo trataban mal, que no lo torturaban físicamente, sino que sicológicamente”. “Recuerdo que el señor Tohá era admirable por la educación que tenía, yo conversaba bastante con él y trataba de consolarlo”, agrega.

Contradicciones de la versión oficial

La autopsia al cadáver realizada por el forense Alfredo Vargas Baeza por la tarde de ese mismo día 15 de marzo de 1974 (la muerte del ministro Tohá ocurrió antes de las 12 del día) siguió la línea de la versión oficial, de la Segunda Fiscalía de Ejército con su fiscal Rolando Melo Silva, y de la Junta Militar con Pinochet a la cabeza: el suicidio.

Un extraño suicidio con los pies apoyados en el suelo, atado por el cuello con su cinturón a una cañería que pasaba por dentro del closet de la habitación, la que a una persona de estatura normal, como la de la ex agente Luz Arce Sandoval, le llegaba “apenas a los ojos”, como lo declaró en el proceso.

De hecho, Luz Arce ocupó la misma pieza de Tohá en el Hospital Militar, la 303, unos meses después, cuando Manuel Contreras la mandó a internar para que la curaran de un balazo que le habían dado durante una sesión de tortura, “ablandándola” para que de militante socialista se transformara en una colaboradora de la DINA.

Los elementos científicos que contradicen la versión oficial, están publicados.

El ex dictador Augusto Pinochet estuvo permanentemente enterado de la suerte que corría el ministro Tohá. “Pero si no pasa nada, no pasa nada”, les dijo Pinochet a Moy de Tohá e Isabel Morel de Letelier un día de septiembre de 1973, después de que el sábado 15 habían trasladado a Tohá desde la Escuela Militar a la Isla Dawson. Ambas se habían encontrado con Pinochet en un pasillo del Ministerio de Defensa. “Cómo que no pasa nada, si a mi marido lo trasladaron a Isla Dawson”, le respondió Moy, según lo declaró en el proceso.

Pinochet se sorprendió de que ella supiera lo del traslado, porque se suponía que era secreto, y le dijo que volviera al otro día para “hablar”. Pero al día siguiente Pinochet se ofuscó porque ella llegó además con la esposa del ex canciller Orlando Letelier y con Irma de Almeyda, la esposa del dirigente socialista Clodomiro Almeyda. Los tres habían sido enviados a Isla Dawson. Ellas pudieron enviarle a cada uno una maleta con ropa de abrigo.


Juez Zepeda procesó a dos coroneles (R) por torturas contra ex ministro Tohá

Fuente :21 de Abril 2005 El Mostrador

Categoría : Prensa

El juez de fuero Jorge Zepeda sometió a proceso a dos coroneles (R) de la Fuerza Aérea de Chile (FACH) por el delito de aplicación de tormentos reiterados contra el ex ministro de Defensa y militante socialista José Tohá.

Se trata de los ex uniformados Sergio Contreras y Ramón Cáceres, otrora asistentes del fallecido ex fiscal de la FACH Horacio Otaíza.

Ambos fueron notificados este jueves por el magistrado, para posteriormente ser trasladados a un recinto de la rama de las Fuerzas Armadas, presumiblemente en la base aérea de Colina.

El abogado de la familia Tohá, diputado Juan Bustos (PS), manifestó su plena satisfacción por el nuevo rumbo que toma la causa y previó que los próximos meses vendrán más encausamientos.

Según estimó el representante, las imputaciones del magistrado Zepeda apuntarán a los autores materiales y cómplices de lo que calificó como el "homicidio" del ex titular de Defensa.

Junto con resaltar la virtual retipificación de la causa de muerte de Tohá, explicó que éste mal podría haberse suicidado, considerando que su deteriorada condición física (47 kilos de peso y una estatura de 1,90 metros) se lo impedía.

Según los antecedentes que proporciona el denominado Informe Rettig, el secretario de Estado del gobierno de Salvador Allende murió el 15 de marzo de 1974 en el Hospital Militar de Santiago.

El día 11 de septiembre de 1973, Tohá fue detenido en el Palacio de la Moneda junto a un grupo de autoridades y colaboradores del gobierno depuesto.

Posteriormente, fue trasladado junto a ellos a la Escuela Militar, desde donde pasó a la isla Dawson, lugar donde fue sometido a malos tratos reiterados y apremios ilegítimos por parte del personal militar que estaba a cargo del recinto.

Con un estado de desnutrición crítico y una condición psicológica bastante deteriorada, el ex ministro acabó suicidándose en su habitación del hospital castrense, según argumentaron las autoridades de ese entonces a la familia.

Los motivos de Zepeda

En uno de los considerandos, en el cual Zepeda da cuenta de los antecedentes para procesar a los ex uniformados, establece que en la investigación no se encuentra acreditado el hecho de que Tohá se haya suicidado.

Esto, porque el sumario a cargo de la Segunda Fiscalía de Ejército y Carabineros respectiva no fue adjuntada a este proceso, pues fue imposible encontrarla.

Sin embargo, el magistrado sí estableció que Tohá estuvo privado de su libertad durante más de seis meses, sin que en ese prolongado período se haya instruido un juicio o se hayan formulado cargos en su contra. Junto con ello, determinó que durante su cautiverio fue objeto –por parte de agentes del servicio de inteligencia de la FACH- de actos “crueles y degradantes”, con el propósito de perjudicar su integridad psíquica y física.

Indirectamente, establece en su documento el magistrado, los tormentos reiterados pretendían infundir temor a un sector de la población. Por otro lado, Zepeda confirmó que el ex ministro fue trasladado secretamente desde el Hospital Militar hasta el recinto de la Academia de Guerra Aérea para ser cruelmente interrogado, ya que se le consideraba “una fuente de información”.

Estos apremios ilegítimos también se le aplicaron en el mismo recinto asistencial, “como lo comprueban los manuscritos descubiertos en la presente investigación, encontrados en la habitación donde Tohá murió”.

Tales documentos habían sido confeccionador por el propio colaborador del Presidente Allende y por el agente que lo apremiaba y formulaba las preguntas por escrito.


La carta del general Prats

Categoría : Mensaje

Querida Moy:

Escuché tu triste mensaje y creo poder dar respuesta a las dudas que tanto te atormentan y que -lo comprendo muy bien- hacen más dolorosa la herida incicatrizable que, para ti y tus hijos, constituye la pérdida de José.

¿Por qué ellos se ensañaron con José?

Porque a cada uno de los cómitres de hoy les torturaba la evidencia de que, dentro de la UP, José era quien mejor los conocía. Los observó humildes y obsecuentes, los vio hacer genuflexiones y supo de sus miserias íntimas, de sus celos interarmas, de su concupiscencia y frivolidad, de sus limitaciones intelectuales y culturales y de la farsa de su lealtad.

José Tohá tenía mucho que decir y cada palabra suya, avalada por su incuestionable autoridad moral, habría tenido la fuerza suficiente para derribar de su autoerigido pedestal a estos apóstatas del profesionalismo militar.

¿Y cómo podrían contraatacar a José? ¿Cómo podrían vituperarlo si hasta la mención de sus convicciones ideológicas iba a serles contraproducente, porque no les resultaba tolerable ni compatible exhibir como marxista a un ser de tanta sensibilidad social, de tanta nobleza y dignidad personal y de tanta misericordia humana?

Ten la certeza de que si hubieran encontrado el más mínimo cargo afrentoso contra él, les habría convenido dejarlo vivir.

En cuanto a la conducta de Pinochet, puedo decirte que su traición no tiene parangón en la historia de Chile. ¿Cómo puede entenderse su trayectoria bonachona y dúctil entre marzo y septiembre de 1973, si él mismo ha reconocido su compromiso, bajo firma, para derrocar a Allende desde aquel mes?

La explicación está en que en su personalidad -como en el caso de un Duvalier- se conjugan admirablemente una gran pequeñez mental con una gran dosis de perversidad espiritual, como lo ha estado demostrando con sus inauditas declaraciones recientes.

Finalmente, quiero referirme a tus acotaciones de que yo podría hacer muchas cosas “sin quemarme o dar la cara” y de que “trate de entender el problema de la gente que lucha contra las armas”.

Recojo el cargo que tan sutilmente me formulas.

Mi silencio no se debe a que no quiera “quemarme”. Un político no quiere quemarse cuando espera cosechar los frutos que otros siembran. Tú sabes que no soy político. Ni quiero serlo. Sin embargo, tal vez no entiendas que, ante el futuro, sólo siento un gran anhelo: que llegue cuanto antes el día en que la masa de mis ex compañeros de armas se convenzan, por sí mismos, de que han sido engañados y que han incurrido en la equivocación histórica más tremenda, al convertirse en los verdugos del pueblo de su patria; porque sólo en ese momento se puede empezar a recorrer el camino de la liberación.

Toda acción perturbadora mía sería contraproducente para tal propósito, porque daría buenos dividendos a la junta. No te imaginas los esfuerzos que han desplegado para procurar enlodar mi imagen profesional y, especialmente desde enero, ha sido persistente la campaña solapada en mi contra, dentro y fuera de las filas. Incluso, procuraron, sin resultado, involucrarme en el juicio contra Lazo y Schnake.

Por otra parte, recuerda que cuando clamé por una solución política -que pudo evitar todo lo ocurrido- no fui escuchado ni por la UP ni por la oposición. Si se me hubiera creído, no tendríamos que lamentar el martirologio del Presidente ni el calvario de José. De modo que me considero liberado de compromisos políticos, lo que, a la vez, me obliga a concentrarme en trabajar muy duramente para vivir.

Mis compromisos, Moy, son los del afecto personal por personas como tú y la prueba la tienes en esta respuesta que, por su franqueza, te demostrará la confianza que deposito en tu amistad.

No pierdo la esperanza de volver a verte. Entretanto, te deseo de todo corazón la mayor paz espiritual. Sofía me encarga transmitirte sus más cariñosos recuerdos y de mi parte recibe un fuerte abrazo de tu amigo,

Carlos.