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Arias Matamala Isidro Segundo – Memoria Viva

Arias Matamala Isidro Segundo

ARIAS_MATAMALA_ISIDRO_SEGUNDO.jpg
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Cementerio General Santiago
Cementerio General Santiago

villagrimaldi.cl Homenaje al MIR
villagrimaldi.cl Homenaje al MIR


Fecha Detención :
Comuna Detención :

Fecha Asesinato : 06-04-1975
Comuna Asesinato : Santiago


Fecha Nacimiento : 11-01-1940 Edad : 35

Partido Político : Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
Oficio o Profesión : Músico

Estado Civil e Hijos : Casado con hijos
Nacionalidad : Chilena


Relatos de Los Hechos

Fuente :(Informe Rettig)

Categoría : Antecedentes del Caso

El 6 de abril de 1975 fue detenido por personal de Investigaciones y murió Isidro Segundo ARIAS MATAMALA, músico, militante del MIR, acusado de haber participado en un enfrentamiento donde resultó muerto un detective.

                          Oficialmente se señaló que la víctima se cortó las venas al momento de ser capturado y acto seguido atacó a sus aprehensores con una pistola, siendo repelido a balazos los que le causaron la muerte en el mismo lugar.

                          La primera versión oficial sufriría un cambio por la misma autoridad, ya que en el proceso judicial seguido en contra de los cómplices de Isidro Arias, se indica que la muerte de éste se produjo exclusivamente por el corte de las venas. Se agrega que una vez que se las hizo fue capturado y vendado, pero que posteriormente y estando ya en el calabozo se sacó las vendas, por lo que murió desangrado.

                          Las contradicciones entre ambas versiones hacen a esta Comisión dudar de lo veracidad de lo afirmado oficialmente y llegar a la convicción de que si Isidro Arias efectivamente se hubiera suicidado, habría sido impelido a hacerlo por las condiciones en que se encontraba en manos de sus captores, y es por tanto víctima de violación de sus derechos humanos.

 


Tortura y muerte, memoria y justicia

Fuente :Cooperativa.cl 10 de Febrero 2015

Categoría : Prensa

El pasado viernes 6 de febrero los medios de comunicación informaban que “siguen cayendo los violadores de los derechos humanos: agente de la DINA condenado por la muerte de un músico de la Filarmónica”.El ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Santiago, Mario Carroza, condenó al ex agente de la DINA Marcelo Moren Brito a la pena de 10 años y un día de presidio por el homicidio calificado de Isidro Arias Matamala, ocurrido en el mes de abril de 1975 en la centro de detención clandestina de Villa Grimaldi.

El magistrado determinó la responsabilidad de Moren Brito en el homicidio del músico y trompetista de la Orquesta Filarmónica de Santiago, detenido el 2 de abril de 1975 y muerto el 5 o 6 de abril del mismo año.
Testimonio para la Memoria Histórica
Una madrugada de abril de 1975, en las poblaciones del sur de Santiago, agentes de la policía civil de la dictadura se introducen violentamente en decenas de hogares de chilenos, arrancando de ellos a los hombres, sin importar su edad. No hay explicaciones.

Jóvenes, niños, adultos y ancianos son maniatados, encapuchados y conducidos al frío pasillo del cuartel general de la Policía. Allí son golpeados con extrema dureza y sometidos a diversos tipos de tortura. Sus cuerpos desnudos son amarrados, fuertemente boca abajo con gruesas correas, a un banco metálico. Les introducen por sus anos un electrodo que llevará la electricidad directamente a sus entrañas. Otros son colgados, también desnudos, y con una picana les aplican electricidad en sus partes más sensibles.

Mientras sus cuerpos se convulsionan, los agentes les interrogan al tiempo que, dependiendo de la respuesta que reciben, aumentan la intensidad de la electricidad. Así, el frío pasillo se transforma en una sala de espera, donde todos escuchan los gritos de insoportable dolor de quienes son sometidos a la tortura. Los gritos de los torturados son otra forma terrible de castigo para quienes aguardan su turno, sobre todo, cuando identifican a algún amigo, compañero, hermano, o papá.

Pasan muchas horas. Ha sido una redada masiva, por lo tanto, los agentes debieron trabajar toda esa noche y parte del otro día. El trabajo de esos agentes ha terminado, pero para los secuestrados es el comienzo. Ellos son divididos en grupos y entregados al siniestro servicio de inteligencia de la dictadura: la DINA.

Sus ojos son cubiertos con cintas adhesivas, y sus cuerpos apiñados en diversos vehículos que, ocultos por la oscuridad de la noche, atraviesan las calles de Santiago con destino al centro de interrogatorio y tortura de Villa Grimaldi.Mientras tanto, sus familiares los buscan e interponen recursos de amparo, pero las autoridades los niegan.
Están en calidad de detenidos-desaparecidos. Los reciben con duros golpes de pies, puños y culatazos de sus armas. Hacen bromas, ríen, dicen que ya vienen«más estrujados que un limón». Son divididos en grupos de a dos o tres para ser encerrados en casetas de madera de un metro cuadrado. Son vendados y amarrados. Al lado se escuchan las voces que interrogan a otro detenido. Lo amenazan con traerle a su madre para que hable. Luego de un largo silencio se escuchan voces, gritos y llantos de una mujer, y dos niños, pequeños aún. A ella le preguntan por las actividades de su esposo.

Pasan muchas horas, quizás días y noches. Pierden la noción del tiempo. Nuevamente se escuchan voces. Son de los agentes de la DINA. Interrogan a otro detenido. Las voces se vuelven gritos al recibir el silencio de su víctima por toda respuesta.

Se entiende claramente lo que dicen. Y así nombran al detenido. «Ciro: aquí tenemos a tus hijos y a tu mujer, así que habla…» Es Isidro Arias Matamala, un militante del MIR, músico de la Orquesta Filarmónica de Chile. Quienes escuchan desde sus celdas lo reconocen. Alguien intimida :«Ciro y la reconcha de tu madre que te parió, habla, habla huevón, tu mujer ya nos dijo todo…». Luego silencio. Se sienten golpes, luego, silencio.

Se escuchan instrucciones para aplicar la electricidad. Después, silencio, silencio, silencio. Tras un largo rato, nuevamente voces y carreras, instrucciones y gritos del jefe de los torturadores que interpela a su equipo:¡Por qué lo dejaron solo! ¡Apúrense que se nos va! ¡Reanímalo! ¡Traigan al médico! Todos los detenidos escuchan en silencio. Silencio. Ni un solo gemido, ni un solo grito. Ciro ha muerto en la tortura. Lo asesinaron.

¿Cómo logré sobrevivir a tanto horror? Un 19 de junio de 2012, después de treinta y siete años, me encuentro sentado frente al juez Mario Carroza, en la Corte de Apelaciones de Santiago, que investiga la muerte de varios centenares de chilenos en la época de la dictadura. Presto declaraciones como testigo.

No sé si la memoria me acompañe. Los recuerdos vienen y se van. Se mezclan con otros hechos y situaciones que viví durante la dictadura. El asesinato de mi hermano Alejandro Rodrigo Sepúlveda Malbrán, dirigente del MIR, las detenciones y el exilio de mis padres y hermano menor.

Las dos relegaciones al altiplano chileno junto a dirigentes sindicales y militantes de la democracia cristiana, a más de 4500 metros de altura. La prisión y la condena por asociación ilícita, cuando era ilícito organizar un sindicato, y, luego, el exilio.

Prácticamente treinta años fuera de mi patria. Pero, increíblemente, consigo ordenar mis recuerdos y entregar todos los antecedentes y mi testimonio al ministro Carroza.

¿Será verdad esa frase tan repetida de que «la justicia tarda pero llega»?


Tortura y muerte, memoria y justicia

Fuente :Cooperativa.cl 10 de Febrero 2015

Categoría : Prensa

El pasado viernes 6 de febrero los medios de comunicación informaban que “siguen cayendo los violadores de los derechos humanos: agente de la DINA condenado por la muerte de un músico de la Filarmónica”.El ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Santiago, Mario Carroza, condenó al ex agente de la DINA Marcelo Moren Brito a la pena de 10 años y un día de presidio por el homicidio calificado de Isidro Arias Matamala, ocurrido en el mes de abril de 1975 en la centro de detención clandestina de Villa Grimaldi.

El magistrado determinó la responsabilidad de Moren Brito en el homicidio del músico y trompetista de la Orquesta Filarmónica de Santiago, detenido el 2 de abril de 1975 y muerto el 5 o 6 de abril del mismo año.
Testimonio para la Memoria Histórica
Una madrugada de abril de 1975, en las poblaciones del sur de Santiago, agentes de la policía civil de la dictadura se introducen violentamente en decenas de hogares de chilenos, arrancando de ellos a los hombres, sin importar su edad. No hay explicaciones.

Jóvenes, niños, adultos y ancianos son maniatados, encapuchados y conducidos al frío pasillo del cuartel general de la Policía. Allí son golpeados con extrema dureza y sometidos a diversos tipos de tortura. Sus cuerpos desnudos son amarrados, fuertemente boca abajo con gruesas correas, a un banco metálico. Les introducen por sus anos un electrodo que llevará la electricidad directamente a sus entrañas. Otros son colgados, también desnudos, y con una picana les aplican electricidad en sus partes más sensibles.

Mientras sus cuerpos se convulsionan, los agentes les interrogan al tiempo que, dependiendo de la respuesta que reciben, aumentan la intensidad de la electricidad. Así, el frío pasillo se transforma en una sala de espera, donde todos escuchan los gritos de insoportable dolor de quienes son sometidos a la tortura. Los gritos de los torturados son otra forma terrible de castigo para quienes aguardan su turno, sobre todo, cuando identifican a algún amigo, compañero, hermano, o papá.

Pasan muchas horas. Ha sido una redada masiva, por lo tanto, los agentes debieron trabajar toda esa noche y parte del otro día. El trabajo de esos agentes ha terminado, pero para los secuestrados es el comienzo. Ellos son divididos en grupos y entregados al siniestro servicio de inteligencia de la dictadura: la DINA.

Sus ojos son cubiertos con cintas adhesivas, y sus cuerpos apiñados en diversos vehículos que, ocultos por la oscuridad de la noche, atraviesan las calles de Santiago con destino al centro de interrogatorio y tortura de Villa Grimaldi.Mientras tanto, sus familiares los buscan e interponen recursos de amparo, pero las autoridades los niegan.
Están en calidad de detenidos-desaparecidos. Los reciben con duros golpes de pies, puños y culatazos de sus armas. Hacen bromas, ríen, dicen que ya vienen«más estrujados que un limón». Son divididos en grupos de a dos o tres para ser encerrados en casetas de madera de un metro cuadrado. Son vendados y amarrados. Al lado se escuchan las voces que interrogan a otro detenido. Lo amenazan con traerle a su madre para que hable. Luego de un largo silencio se escuchan voces, gritos y llantos de una mujer, y dos niños, pequeños aún. A ella le preguntan por las actividades de su esposo.

Pasan muchas horas, quizás días y noches. Pierden la noción del tiempo. Nuevamente se escuchan voces. Son de los agentes de la DINA. Interrogan a otro detenido. Las voces se vuelven gritos al recibir el silencio de su víctima por toda respuesta.

Se entiende claramente lo que dicen. Y así nombran al detenido. «Ciro: aquí tenemos a tus hijos y a tu mujer, así que habla…» Es Isidro Arias Matamala, un militante del MIR, músico de la Orquesta Filarmónica de Chile. Quienes escuchan desde sus celdas lo reconocen. Alguien intimida :«Ciro y la reconcha de tu madre que te parió, habla, habla huevón, tu mujer ya nos dijo todo…». Luego silencio. Se sienten golpes, luego, silencio.

Se escuchan instrucciones para aplicar la electricidad. Después, silencio, silencio, silencio. Tras un largo rato, nuevamente voces y carreras, instrucciones y gritos del jefe de los torturadores que interpela a su equipo:¡Por qué lo dejaron solo! ¡Apúrense que se nos va! ¡Reanímalo! ¡Traigan al médico! Todos los detenidos escuchan en silencio. Silencio. Ni un solo gemido, ni un solo grito. Ciro ha muerto en la tortura. Lo asesinaron.

¿Cómo logré sobrevivir a tanto horror? Un 19 de junio de 2012, después de treinta y siete años, me encuentro sentado frente al juez Mario Carroza, en la Corte de Apelaciones de Santiago, que investiga la muerte de varios centenares de chilenos en la época de la dictadura. Presto declaraciones como testigo.

No sé si la memoria me acompañe. Los recuerdos vienen y se van. Se mezclan con otros hechos y situaciones que viví durante la dictadura. El asesinato de mi hermano Alejandro Rodrigo Sepúlveda Malbrán, dirigente del MIR, las detenciones y el exilio de mis padres y hermano menor.

Las dos relegaciones al altiplano chileno junto a dirigentes sindicales y militantes de la democracia cristiana, a más de 4500 metros de altura. La prisión y la condena por asociación ilícita, cuando era ilícito organizar un sindicato, y, luego, el exilio.

Prácticamente treinta años fuera de mi patria. Pero, increíblemente, consigo ordenar mis recuerdos y entregar todos los antecedentes y mi testimonio al ministro Carroza.

¿Será verdad esa frase tan repetida de que «la justicia tarda pero llega»?


Acusan a quienes asesinaron a músico de la Filarmónica de Chile

Fuente :villagrimaldi.cl 18/7/2014

Categoría : Prensa

El ministro Mario Carroza, dictó acusación por el homicidio calificado del músico de la Orquesta Filarmónica de Chile, Isidro Arias Matamala, ocurrido en abril de 1975, en Villa Grimaldi. Arrias llegó herido después de pasar por un recinto asistencial. En estacionamiento del centro de tortura y exterminio se le golpeó, se reabrieron sus heridas y murió desangrado.

En una investigación ordenada por el ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago Mario Carroza en el cual se interrogó a numerosos testigos, sobrevivientes de Villa Grimaldi, el magistrado resolvió acusar al ex agente de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), Marcelo Moren Brito, por el homicidio del músico.

El artista Isidro Arias Matamala era militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). De acuerdo a los antecedentes recopilados en la investigación Arias era músico trompetista de la Orquesta Filarmónica de Chile.

Arias junto a integrantes de un grupo de la zona sur de Santiago, se encontraba realizando acciones de propaganda en la vía pública, cuando el día 2 de abril de 1975 y mientras pintaban consignas en un muro de la comuna de La Granja, fueron interceptados por un funcionario de la Policía de Investigaciones quien, al tratar de detenerlos, fue repelido por un disparo.

“Lo anterior motivo un vasto operativo de la Policía de Investigaciones y de los servicios de seguridad, que concluyó con la detención de un grupo de personas que fueron encausadas por un tribunal militar por su responsabilidad en los hechos», señala el dictamen.

«Mientras se procuraba la detención de Isidro Arias Matamala, éste fue ubicado entre los días 3 y 5 de abril de 1975 en un domicilio de la comuna de Santiago, y con la finalidad de evitar su captura se provocó cortes en sus brazos y muñecas, quien de acuerdo a la versión entregada en el parte policial por personal de la Policía de Investigaciones de Chile que participó en el operativo, habría sido retirado con vida desde el interior del inmueble por funcionarios del servicio de inteligencia, quienes posteriormente comunicaron oficialmente que éste habría fallecido al interior de un calabozo producto de las heridas autoinferidas», agrega la resolución judicial.

“Dicha versión oficial, no puede tenerse por cierta, por cuanto consta en el proceso abundante prueba que demuestra que Isidro Arias Matamala, luego de su detención habría sido trasladado a un centro asistencial y luego conducido hasta el recinto clandestino de detención y torturas conocido como Villa Grimaldi o Cuartel Terranova, donde fue visto por otros detenidos que recuperaron su libertad y entregaron su libertad y entregaron su testimonio con posterioridad”, agrega el ministro en su acusación que pasa ahora al estado de plenario.

“En cambio ha sido posible establecer que Isidro Arias Matamala, el día 6 de abril de 1975, fue interrogado por un oficial de la Policía de Investigaciones y agente de la Dirección de Inteligencia Nacional, en una habitación al interior del Cuartel Villa Grimaldi o Terranova, presentándose en ella un oficial del Ejército y jefe del recinto, quien dio la orden específica a otros dos agentes cuya individualización no ha podido conseguirse, de conducir al detenido al patio del recinto a fin de golpearlo y castigarlo, ocasión en que las heridas de sus brazos y muñecas fueron sometidas a una presión directa que vulneró la cicatrización que tenían y las reabrió, causando una hemorragia y embolia que en definitiva le provocó la muerte por anemia aguda”, concluye la acusación.


Corte de Santiago condena al Fisco indemnizar a familiares de músico de Orquesta Filarmónica.

Fuente :diarioconstitucional.cl 10/1/2016

Categoría : Prensa

En fallo unánime, la Corte de Apelaciones de Santiago condenó al Estado de Chile a pagar una indemnización total de $200.000.000 (doscientos millones de pesos) a hermano e hijos del trompetista de la Orquesta Filarmónica Isidro Arias Matamala, ultimado el 5 o 6 de abril de 1975, en la Región Metropolitana.
En la sentencia se elevó a $80.000.000 (ochenta millones de pesos) el monto a pagar a cada hijo de la víctima: Héctor y Ciro Arias Coillán, y a $40.000.000 (cuarenta millones de pesos) para Luis Arias Matamala, hermano del músico. Cifras que primera instancia, el ministro Mario Carroza había fijado en 50 y 15 millones de pesos, respectivamente.
El fallo solo se pronuncia en el aspecto civil de la causa, debido a que el único condenado en el proceso, el coronel en retiro Marcelo Moren Brito murió tras dictarse la sentencia de primera instancia (febrero de 2015), antes de la vista del caso en el tribunal de alzada (diciembre de 2015).

 


Las y los artistas detenidos desaparecidos y ejecutados por la dictadura cívico militar

Fuente :prensaopal.cl 8/09/2021

Categoría : Prensa

Durante la dictadura cívico-militar fueron ejecutados y desaparecidos al menos un centenar de personas ligadas a la cultura, las artes y el patrimonio.

El 11 de septiembre se inició la etapa más dolorosa que hayamos vivido, provocada por agentes del Estado y civiles cómplices. Hoy conmemoramos 48 años de esa tragedia que aun enluta a Chile entero.

Más de tres mil personas, hombres mujeres, niños, niñas y jóvenes como estudiantes de educación básica, de secundaria y universitaria; mujeres embarazadas, personas mayores, no vidente, minusválidos fueron directamente afectadas y cientos de miles, pasaron a la categoría de familiares y víctimas de la dictadura. Quienes sobreviven luchan incansablemente por justicia, reparación y no repetición de actos genocidas por parte del Estado.

Hombres y mujeres que cuyo aporte a la sociedad era desde su lucha social, de militante y también desde sus oficios y ocupaciones como zapateros, obreros, empleados textiles, médicos, linotipistas, modistas, secretarias, dirigentes sindicales, vecinales, funcionarios municipales empleados públicos, empleados de ferrocarriles, suplementeros, carpinteros; obreros campesinos, mineros, forestales, de la construcción; ingenieros. También aquellos que estaban de paso, en una misión, estudiando o habían formado una familia en Chile provenientes de Vietnam, Francia, España, Bolivia, Argentina, Uruguay, Inglaterra, Ecuador, Uruguay, entre otros países.

Alguno de sus asesinos y cómplices que pagan tibias condenas en cárceles de lujo nos han privado de ellos y ellas, pero también nos han privado de cerca de un centenar de artistas y creadores que hemos identificado, con el afán de ofrecer un homenaje a quienes, desde las culturas, las artes y el patrimonio fueron víctimas del terrorismo de estado.