Fecha Detención : 05-10-1973
Comuna Detención : Mulchén
Partido Político : sin militancia
Oficio o Profesión : Empleado
Estado Civil e Hijos : Soltero
Nacionalidad : chilena
Relatos de Los Hechos
Categoría : Antecedentes del Caso
Rut : Sin información
F.Nacim. : 26 10 38, 35 años al momento de su detención
Domicilio : Hacienda "El Morro", Mulchén
E.Civil : Soltero
Actividad : Encargado de la Planta Eléctrica del Fundo "El Morro"
C.Repres. : Sin militancia política conocida
F.Detenc. : 5 de octubre de 1973
José Florencio Yáñez Durán, soltero, trabajador del Fundo "El Morro", fue detenido el día viernes 5 de octubre, alrededor de las 17:00 horas, cuando se presentó en el Retén de Carabineros "El Morro", hasta donde había sido citado previamente, por los carabineros Osvaldo Díaz (Alias "El Alicate") y otro de apellido Guzmán, ambos ex funcionarios de esa dotación e integrantes de una patrulla compuesta por Militares, Carabineros y civiles, fuertemente armados, que momentos antes llegó hasta la Hacienda "El Morro". En ese lugar procedieron a allanar diversas viviendas, a interrogar a sus moradores y citar a algunos trabajadores hasta el Retén "El Morro".
Entre los miembros del operativo, los habitantes de la Hacienda, pudieron distinguir, aparte de los dos carabineros antes identificados, al, en ese entonces, Teniente de Carabineros de la Comisaría de Mulchén Jorge Maturana Concha. A los civiles, Romualdo ("Mayo") Guzmán Saavedra, agricultor; Francisco Urrizola Elías, industrial dueño de barraca maderera; Ramón Elías Abella, industrial maderero; Aquiles Guzmán Fritz, agricultor, todos domiciliados en Mulchén; Rolf Düring Pohler, hijo de los propietarios del Fundo Verdún; Samuel Arriagada Domínguez un hermano de éste y Raúl Tirapeguy.
El Teniente Jorge Maturana Concha portaba una libreta en donde figuraban los nombres de diversas personas del predio, apuntes que intentó completar con datos relativos a militancia política y/o actividades de tipo sindical, con el profesor Benjamín Elías Sandoval Pozas, quien era Director de la Escuela "El Morro". A éste le decomisaron un vehículo de su propiedad, el que utilizaron algunos miembros de la patrulla para ubicar a las trabajadores previamente identificados.
En esa ocasión fueron detenidos y recluidos, junto a Domingo Sepúlveda, los trabajadores José Florencio Yáñez, Celsio Vivanco Carrasco, Edmundo Vidal Aedo y Juan Brevis los que, después de ser torturados, fueron trasladados por sus captores hasta un sitio del río Renaico, denominado "La Playita", donde fueron ultimados con la vista vendada y sus manos atadas con alambres de púa a la espalda. En ese lugar, los cadáveres fueron abandonados por los victimarios y, días después, debido a crecidas que experimentó el río, los cuerpos fueron apareciendo sucesivamente, durante unos veintiocho días, en distintos puntos de las riberas del Renaico. Los que al ser encontrados por familiares y personas del sector, eran inhumados en fosas que cavaron para esos propósitos, donde dieron improvisada sepultura a los cuerpos. Lugares que cercaron y señalizaron debidamente.
Posterior a la ejecución, la patrulla hizo otras detenciones, pero todos los restantes detenidos fueron liberados al momento de su detención o en horas de la mañana, cuando la patrulla se aprontaba a partir en dirección al Fundo "El Carmen Maitenes", sin que hayan coincidido en el recinto de reclusión con los ejecutados.
El grupo aprehensor luego se dirigió al Fundo Carmen Maitenes deteniendo a Miguel Albornoz Acuña, a Alejandro, Daniel y José Albornoz González, a Luis Godoy Sandoval y a Florencio, Liborio y Lorenzo Rubilar Gutiérrez. De este Fundo se trasladaron al Fundo Pemehue deteniendo Alberto y Felidor Albornoz González, a José Gutiérrez Ascencio, a Juan Roa Riquelme y a Jerónimo Sandoval Medina. Estos trece campesinos, al igual que la víctima, fueron ejecutados ilegalmente por sus captores.
En el año 1978, tres carabineros que vestían de uniforme, interrogaron al campero de la Hacienda, de apellido Sandoval, acerca de los lugares exactos de sepultación de las víctimas, mencionándole cada uno de los cinco nombres. Este les precisó el lugar donde se encontraban los restos de Domingo Sepúlveda y de Edmundo Vidal Aedo. Indicándoles, en forma vaga, donde se decía estaban las restantes fosas, toda vez que desconocía su ubicación.
A los días después, los mismos funcionarios, llegaron en vehículo hasta el sector donde se encontraban las fosas de las víctimas, allí permanecieron un tiempo y después se marcharon, sin que nadie sospechara que habían sacado los restos clandestinamente.
En 1980 se logró determinar el lugar preciso del primer entierro, donde se encontraron algunos restos óseos y de ropas más uno de los cuerpos de los 5 detenidos de la Hacienda El Morro, entre los que se encontraba José Yáñez Durán. (Para mayor información ver casos de Juan de Dios Laubra Brevis y de Federico Rubilar Gutiérrez).
GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS
En el Juzgado de Letras de Mulchén se presentó el 21 de noviembre de 1979 una querella criminal por los delitos de "allanamiento ilegal de morada, secuestro, apremios ilegítimos, lesiones y homicidio calificado cometido en las personas de José Liborio, José Lorenzo y Florencio Rubilar Gutiérrez; de Alejandro, Daniel, José Guillermo, Alberto y Felidor Albornoz González; de Miguel Albornoz Acuña; de Gerónimo Sandoval Medina y de Luis Alberto Godoy Sandoval".
Esta querella fue acumulada a la causa 20.595 del mismo tribunal.
El día 22 de noviembre de 1979 se solicitó la designación de Ministro en Visita para conocer de estos hechos. El día 6 de mayo de 1980 la Corte de Apelaciones de Concepción designó para tales efectos al ministro Carlos Cerda Medina.
El 14 de julio de 1980, la Corte de Apelaciones de Concepción, acogiendo un escrito presentado por el Arzobispado de la misma ciudad, acordó facultar al ministro Cerda para que investigara los hechos ocurridos en la Hacienda "El Morro", acumulando dichos antecedentes a la causa Nº20.595 del Juzgado de Letras de Mulchén.
En la investigación judicial se logró establecer la responsabilidad de efectivos Militares y de Carabineros acompañados de civiles en la detención, reclusión, ejecución e inhumación ilegal de cinco campesinos de la Hacienda "El Morro".
El día 21 de diciembre de 1980, el Ministro en Visita se declaró incompetente para seguir conociendo la causa debido a que existía personal uniformado inculpado; pasando la causa al III Juzgado Militar de Concepción, siendo rolada con el N°446 81.
El 7 de enero de 1983, en virtud de Decreto Ley 2191 de Amnistía, los tribunales militares sobreseyeron total y definitivamente la causa. Sin embargo, el 18 de diciembre de ese mismo año, la Corte Marcial dejó sin efecto la aplicación de amnistía y cambió el carácter del sobreseimiento definitivo a temporal.
RESEÑA: “LA RUTA DE LA VENGANZA” ( extracto)
Fuente :laventanaciudadana.cl 19/08/2017 (extracto)
Categoría : Prensa
Elementos comunes en matanzas de Santa Bárbara, Mulchén, Laja-San Rosendo, Lonquén y Chihuio. Sitios de Memoria.
Elementos comunes en las matanzas selectivas de campesinos en diversos lugares del país en tiempos de dictadura. Una amenaza, una advertencia que anunciaba los caminos a seguir por Pinochet, uniformados, representantes de Patria y Libertad y dueños de fábricas o latifundios se unen para eliminar sistemáticamente a cientos de obreros y campesinos en los primeros días después del Golpe de Estado Cívico-Militar.
Cronología del horror: Fusilamientos en los primeros días del golpe, septiembre y octubre de 1973.
Laja y San Rosendo.
19 personas que se presentaron a la Comisaria de Carabineros de Laja, fueron llevadas a las afueras de la ciudad y ejecutadas, enterradas clandestinamente en medio de un campo del “Fundo San Juan”; era septiembre del año 1973. Trabajadores de La Papelera y Ferrocarriles del Estado, estudiantes y dos profesores fueron acribillados, amarrados con alambres, indefensos e inocentes, fusilados y enterrados luego de recibir instrucciones, comida y alcohol proporcionado por ejecutivos de la empresa papelera. El Ministro en Visita de la Corte de Apelaciones de Concepción ha dictado sentencia contra 14 carabineros en retiro y tres ex funcionarios civiles de la CMPC.
Según el fallo unánime del 15 de marzo de 2018, la Corte de Apelaciones de Concepción procesó a tres jefes y un chofer de la empresa papelera perteneciente al Grupo Matte como cómplices de homicidio, la empresa delató y facilitó vehículos y choferes a cargo de un civil, el agricultor Peter Wilkens. Civiles y Carabineros unidos en un exterminio brutal.
Los ex carabineros acusados como co-autores de homicidio calificados: Alberto Juan Fernández Michell, Lisandro Alberto Martínez García, Luis Antonio León Godoy, Gerson Nilo Saavedra Reinike, Pedro del Carmen Parra Utrera, Gabriel Washington González Salazar, Samuel Francisco Vidal Riquelme, Víctor Manuel Campos Dávila, Nelson Casanova Salgado, y el oficial (R) René Urrutia, señalado como autor del delito de inhumación ilegal de las 19 personas. Civiles: Pedro Jarpa, ex jefe de seguridad de CMPC, cómplice de homicidio y Alejandro Aguilera, ex ejecutivo de la CMPC.
Santa Bárbara.
La desaparición y posterior ejecución de 28 campesinos de las localidades de Santa Bárbara y Quilaco en la Región del Biobío, en el año 1973, sigue los mismos patrones de ejecuciones en la zona, denuncias de patrones y apoyo de Carabineros, terminan con la vida de lugareños. Los procesos llevados a cabo por la Ministra Raquel Lermanda hasta mayo de 2013, tienen sentencias de 17 ex uniformados y 11 civiles que figuran como responsables de las detenciones y desapariciones.
Entre las victimas están: José Rafael Zúñiga Aceldini, José Secundino Zúñiga Aceldini, José Gilberto Araneda, Juan de Dios Rubio Llancao, Julio Rubio Llancao, José María Tranamil Pereira, José Guillermo Purrán Treca, José Domingo Godoy Acuña, Julio César Godoy Godoy, Desiderio Aguilera Solís, José Nazario Godoy Acuña, Manuel Salamanca Mella, José Mariano Godoy Acuña, Miguel Cuevas Pincheira, Juan de Dios Fuentes Lizama, Juan Francisco Fuentes Lizama, Elba Burgos Sáez, Sebastián Hernaldo Campos Díaz, Aliro Oporto Durán, Sergio D’Apollonio Petermann.
Mulchén
Desaparición de 18 campesinos de la comuna, hecho ocurrido en los primeros días de octubre de 1973, durante las acciones de represalia y castigo que llevaron a cabo los uniformados y civiles de la zona. Los asesinatos se cometieron en operaciones llevadas a cabo durante ese mes. Los campesinos fueron hechos prisioneros y ejecutados en tres lugares distintos de la zona cordillerana de Mulchén. Los fusilamientos se registraron en el fundo El Morro, ubicado a 50 kilómetros al interior de Mulchén, en el fundo El Carmen-Maitenes, ubicado a 80 kilómetros y en el fundo Pemehue, situado en la alta cordillera, a más de 100 kilómetros de la ciudad.
Los 18 campesinos asesinado fueron: los hermanos Alejandro Albornoz González (de 48 años), Alberto Albornoz González (41), Felidor Exequiel Albornoz González (33), Guillermo José Albornoz González (32), Daniel Alfonso Albornoz González (28), y un hijo de Alejandro de nombre Miguel del Carmen Albornoz Acuña (20); Luis Alberto Godoy Sandoval (23); José Fernando Gutiérrez Asencio (25); Juan de Dios Laubra Brevis (26); Juan de Dios Roa Riquelme (35); los hermanos José Lorenzo Rubilar Gutiérrez (33), José Liborio Rubilar Gutiérrez (28), Florencio Rubilar Gutiérrez (24); Gerónimo Humberto Sandoval Medina (22); Domingo Sepúlveda Castillo (29); Edmundo José Vidal Aedo (20); Celsio Nicasio Vivanco Carrasco (26) y José Florencio Yáñez Durán (34).
El Ministro Carlos Aldana de la Corte de Apelaciones de Concepción, ha notificado nueve ex militares procesados por delitos de homicidio y encubrimiento de 18 campesinos ejecutados en 1973. Los procesados serían Julio Reyes Garrido, José Puga Pascual, José Iturriaga Valenzuela, Jaime Müller Aviles, Julio Fuentes Chavarriga, Luis Palacios Torres, JuanCares Molina, Juan Carlos Balboa Ortega y Jaime García Zamorano.
Con Sendero de la Memoria, Conaf rinde homenaje a 13 de sus trabajadores asesinados en la dictadura
Fuente :tribunadelbiobio.cl 11/11/2016
Categoría : Prensa
En la Reserva Nacional Malleco, Conaf dio inicio a un inédito proyecto de homenaje a 13 trabajadores de esa institución que fueron asesinados durante la dictadura militar. A través de la iniciativa Sendero Árbol de la Memoria, se busca rescatar a estos hombres sencillos para que sus nombres se hagan visibles mediante un circuito que recreará el camino que diariamente hacían entre sus casas y la Reserva. Este proyecto tuvo su partida oficial en una ceremonia realizada el 29 de octubre.
A los ojos de Pedro Roa llegan las lágrimas mientras su mente retrocede en el tiempo y se sitúa en octubre de 1973. Hoy tiene 53 años, pero de pronto es como verlo a los 10 años de edad, cuando presenció la detención de su padre.
“A mí papá lo detuvieron en la casa un grupo de militares, carabineros y civiles que se lo llevaron, yo me subí a una reja y vi que lo fusilaron en el camino, presencié cómo lo mataron, cómo lo arrastraron hacia arriba a la cordillera…” Su voz se quiebra y un llanto silencioso se le escapa, evocando ese momento en que Juan de Dios Roa Riquelme, trabajador de la Reserva Forestal Malleco de Conaf, era sacado de su hogar en el Fundo “Pemehue”, ubicado a más de 100 kilómetros de Mulchén, región del Bio Bio, hacia la cordillera, el 7 de octubre de 1973.
En el mismo lugar donde trabajó su padre, 43 años después, su hijo Pedro rememora ese trágico día domingo en que se llevaron a su progenitor y su vida cambió para siempre. Se respira tanta tranquilidad en la Reserva Nacional Malleco que cuesta imaginar que esos hermosos parajes fueron testigos de uno de los episodios más dramáticos y crueles vividos por las familias de 13 trabajadores de la Reserva, torturados y asesinados a escasos metros de sus seres queridos.
Es 29 de octubre de 2016 y es un día especial Estamos en la Reserva Nacional Malleco – primera área protegida creada en Chile en 1907- para participar de la puesta en marcha de un inédito proyecto de homenaje a quienes fueron víctimas de la dictadura militar tras el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973. Sendero Árbol de la Memoria es una iniciativa de la Corporación Nacional Forestal, liderada por el profesional Jaime Vielma para “rescatar la memoria cotidiana y emotiva de trabajadores de la institución que fueron víctimas de la represión política ejercida por la dictadura militar”.
Familiares, autoridades, amigos e invitados especiales, hemos llegado hasta este privilegiado paraje, ubicado a unos 68 kilómetros de Collipulli –región de la Araucanía- hacia la cordillera, para compartir este emotivo encuentro. En la pared de la casa de administración de la Reserva, en cartulinas blancas se reconstruye –con los datos que aportan los familiares- el árbol genealógico de cada una de las víctimas. Otro hito de la memoria.
Y mientras de fondo nos acompaña la música de Los Jaivas, en los ojos de Pedro Roa se siguen reflejando los amargos recuerdos de ese domingo 7 de octubre de 1973, en que perdiera para siempre a su padre, Juan, que entonces tenía 35 años.
“Es el dolor más grande que tengo”, dice y su mirada se pierde entre los árboles… Intento imaginarme cómo habrá sido ese cruel momento y lo que pasó por su mente de niño al ver cómo se llevaban a su padre del hogar. Llovía intensamente ese día, lo cual intensificó el drama y la impotencia de las familias que veían cómo les arrebataban a los suyos dejándolos en el más absoluto desamparo.
Apenas pudieron dominar un poco el miedo, se atrevieron a salir de sus casas a buscarlos. El mismo Pedro lo relata: “Empezó la búsqueda de nuestros familiares con la angustia de no saber qué había pasado, dónde estaban. Los buscamos en el bosque, en los cerros, en las riberas del río Renaico… Pero estaban muertos. Ahí quedaron nuestros seres queridos, sus sueños, sus esperanzas, sus anhelos y nuestra madres pensando qué vamos a hacer ahora con nuestros hijos chicos…”
El cuerpo de Juan Roa estaba a los pies de la cordillera, y en el mismo lugar, cavaron una fosa para enterrarlo. Hicieron un pequeño cerco con restos de madera para identificar el sector y regresaron a sus hogares con mucho miedo… Pero en 1979, en lo que se conoció como “Operación retiro de televisores”, los restos fueron desenterrados y hechos desaparecer.
Ese 7 de octubre, además de Juan Roa, la patrulla había detenido a los hermanos Felidor y Alberto Albornoz González, a Fernando Gutiérrez Asencio y a Gerónimo Sandoval Medina.
Marina Rubilar apenas tenía 4 años cuando su padre, José Lorenzo Rubilar Gutiérrez les fuera arrebatado del hogar. Aunque sus recuerdos son más difusos, Marina aún conserva imágenes del drama vivido por su familia la tarde del 6 de octubre de 1973.
“Mi papá cruzaba todos los días el puente de cimbra sobre el río Renaico para trabajar en la reserva y el día que lo detuvieron, eran como las dos y media y había llegado a la casa a almorzar, se había sacado las botas de agua y se sentó a comer. En ese momento llegaron ellos (una patrulla compuesta por militares y carabineros) y nos preguntaron por mi papá, les dijimos que estaba. Nosotros éramos tremendamente pobres y cuando lo detuvieron se burlaron de nosotros diciéndonos que ahora la situación se nos mejoraba…”
En la casa que habitaban, en el fundo Carmen Maitenes, estaban ella con su mamá y sus tres hermanos. Bajo amenaza de muerte si se atrevían a dejar la vivienda, se quedaron allí, sin saber qué hacer ni qué ocurriría con José Lorenzo, que tenía 33 años.
Cerca de las 6 de la tarde, empezó a llover y Flor Montecinos, madre de Marina, le pidió que la acompañara a la casa de sus abuelos – ubicada en el mismo sector-, para llevarles una ropa para el agua. “Fuimos y alcanzamos a llegar hasta cierto lugar y ahí nos dijeron que no podíamos pasar, mis abuelitos estaban súper tristes y ahí a nosotros nos empezó a bajar la angustia…”
A esas alturas, la patrulla de uniformados ya había detenido a los hermanos Manuel Florencio, José Liborio y José Lorenzo Rubilar Gutiérrez, el grupo también lo integraban los hermanos Daniel Alfonso, Alejandro y Guillermo José Albornoz González, además de Miguel del Carmen Albornoz Acuña y Luis Alberto Godoy Sandoval. Todos fueron llevados a la administración del fundo, donde no sólo los maltrataron, sino que los obligaron a golpearse mutuamente bajo amenaza de muerte.
Con voz que aparenta tranquilidad, aunque sus ojos por momentos se enrojecen, Marina continúa su relato: “Después los empezamos a buscar con harto temor porque estábamos amenazados de que no podíamos llegar a ciertos lugares y si empezábamos a buscarlos había la posibilidad de que nos dispararan, la gente estaba muy atemorizada. Y de hecho a mí hace recién un par de años se me quitó el miedo, porque antes veía gente uniformada y me daba mucho susto. ..”
Siguieron su búsqueda persistente, atemorizada, dolorosa, hasta que un día encontraron un terreno que se notaba había sido removido recientemente y empezaron a inspeccionarlo con un palo. “Metían el palo en la tierra y al sacarlo, traía restos de algo, entonces dijeron ellos están aquí, ahí entendimos que los habían asesinado…”
Un acto de reparación moral
Se respira paz en la Reserva Nacional Malleco. Cerca del mediodía, se inicia la ceremonia. Al partir, un minuto de silencio en recuerdo de los trece trabajadores de Conaf cuya memoria se honra con este acto.
“Trece de nuestros trabajadores están presentes en este lugar y por eso se hace esta ceremonia aquí, en la Reserva más antigua del país, que hoy empieza otro camino recordando y homenajeando…”
Es el director regional de la Araucanía de Conaf, David Jouannet quien explica el sentido de este recuerdo: “Estamos dando inicio al Sendero de la Memoria, un recorrido de poco más de mil metros que hacían habitualmente estos colegas hasta el año 73, el sendero tendrá trece estaciones para recordar a cada uno de ellos. Quiero destacar el corazón que han puesto los guardaparques de las distintas unidades de involucrarse en este trabajo. Hay sensaciones encontradas, pero tenemos la satisfacción de poder llegar a este momento”.
Luego, Pedro Roa, en su calidad de presidente de la Agrupación de Familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos de Mulchén, agradece el gesto: “Han pasado 43 años y la justicia no ha llegado como la esperábamos, por eso agradecemos a Conaf por recordar a sus hombres”.
También tuvo palabras Marina Rubilar, vicepresidenta de la misma organización. “Este es un día tremendamente significativo. A pesar de los 43 años transcurridos, nuestros familiares siguen estando presentes en nuestros corazones, la lucha empezó con sus padres, sus cónyuges y ahora sigue con nosotros, sus hijos. Ellos eran personas trabajadoras que murieron víctimas de la dictadura militar. Quiero agradecer esta iniciativa porque permitirá que cada persona que pase por esta zona cordillerana conozca lo que sucedió aquí hace más de 40 años, reafirmando el compromiso de un nunca más”.
Patricia Parra, abogada, quien trabajó en el Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior en la región el Bío Bío y que estuvo a cargo de la causa de Mulchén –que involucra a los 13 trabajadores de Conaf, más otros cinco obreros forestales detenidos el 5 de octubre de 1973, en el fundo El Morro- destacó la lucha de los familiares y reivindicó la dimensión humana de las víctimas. “Es el primer paso de la reivindicación de la memoria no sólo de los trabajadores de Conaf sino también de los 18 campesinos que sufrieron de manera brutal e injustificada la peor represión. Es necesario destacar la dimensión humana de estos hombres buenos, sencillos, inteligentes, que tenían familias, que pensaron que se podía entender de manera distinta a la institución y a la sociedad. Destaco también la perseverancia, el coraje, la superación de los obstáculos personales de muchos de los que están aquí, que siempre han estado en la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación, pero sobre todo de la memoria”.
Al finalizar el acto, el director ejecutivo de Conaf, Aarón Cavieres, dirigió también sus emotivas palabras: “Este es un paso importante, sincero, que ha sido esperado por tanto tiempo. No es posible construir sociedad sobre el olvido, este acto permite que estos trabajadores se reintegren a nosotros, que dejen de estar ocultos en la oscuridad del olvido. Estamos haciendo verdad, haciéndola visible, con este acto de reparación moral… Iniciamos este sendero que es un memorial distinto y se ajusta a quienes estamos recordando. Recoge su vida cotidiana, su trabajo y su medio; la sencillez de los trabajadores y la naturaleza en la cual vivieron”.
El Sendero de la Memoria
Ha terminado la ceremonia central y ahora caminamos hasta el inicio de la que será el Sendero de la Memoria. En un espacio abierto, nos juntamos para participar de otro hito: la plantación de dos árboles nativos, un guindo santo y un ciprés de cordillera.
Es el sacerdote Alejandro Fabres quien da la bendición y entrega una reflexión: “Quiero invitarlos a que este espacio empecemos a considerarlo tierra sagrada, porque en medio de este paraje maravilloso que nos regaló el Dios creador, hermanos nuestros perdieron la vida, les fueron arrebatadas sus historias personales, sociales y culturales, fueron cercenados de nuestro corazón y, lo peor de todo, que hubo personas que buscaron que ellos fueran olvidados, pero cuando la sangre de un hermano clama justicia, como dice una parte de la Biblia, nadie está olvidado y nada está olvidado, estos hermano se han enraizado más en el corazón de cada uno de ustedes, pero también en el de cada uno de nosotros…”Marina y Pedro ayudaron en la plantación de los árboles que formarán parte del Sendero y luego, en grupos de diez personas, se inició este primer recorrido por la memoria.
Previamente, la diseñadora Antonieta López entregó algunos detalles de la iniciativa. El Sendero tendrá hitos para descanso y contemplación, cada uno asociado a los trece trabajadores, a su nombre y a un derecho humano. Al finalizar el recorrido, habrá una caseta o un espacio más cubierto para reflexionar, poner una flor o una vela, donde habrá dos placas de acero con los nombres de las víctimas y una cita que aluda a lo ocurrido.
Todo eso, sin embargo, está recién en proceso de diseño, aunque se han hecho algunas obras de trazado preliminar del Sendero, pequeños puentes y algunos letreros recordatorios. El proyecto, explica Jaime Vielma, se está trabajando con los familiares y se espera contar con los recursos para ejecutarlo completamente el próximo año. Destaca, asimismo, el apoyo que les ha brindado el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
A medida que avanzamos hacia la ribera del río Renaico, se nos explica que esta era la caminata que diariamente hacían los trabajadores que vivían al otro lado del cauce y que llegaban a la entonces Reserva Forestal –hoy Reserva Nacional- a trabajar en un vivero para fomentar la forestación con pino oregón que se estableció en el lugar a partir de 1969.
El trayecto de poco más de 1.200 metros es hermoso y de baja complejidad. Pequeños puentes de madera permiten cruzar arroyos de aguas cristalinas y adentrarse en bosques que invitan al descanso. En la actualidad, la Reserva Nacional Malleco tiene 16 mil 632 hectáreas, pero llegó a poseer más de 34 mil. Unas 10 mil fueron desafectadas para entregarlas a colonos y otra cantidad pasó a formar parte del Parque Nacional Tolhuaca.
Luego de una caminata de veinte minutos, hemos llegado hasta el borde del río Renaico; desde esta orilla se aprecian vestigios de lo que era el puente de cimbra, que permitía la conexión ambos lados.
Marina Rubilar relata que su padre cruzaba a diario la estructura de madera. “Nosotros vivíamos al frente y mis tíos también, en unas casas donde estaban mis abuelos. No sé de quién era ese fundo, a lo mejor con la Reforma Agraria se los entregaron, porque recuerdo que mis abuelos tenían maquinaria allí, molían trigo, hacían chicha… En las casas de la administración, mi papá y mis tíos estuvieron detenidos y fueron torturados”.
Es al otro lado del río donde está la fosa en la que fueron enterrados los trabajadores, por eso, los familiares quieren que se conserve y sea parte de este Sendero de la Memoria. El problema es que se encuentra en un terreno particular y su dueño, falleció hace un par de meses. Se habían iniciado algunas conversaciones con él y existía disposición. Pero se continuará con las gestiones, para que así el circuito quede completo. La tarea recién comienza…
Otro golpe de la dictadura militar
Del dolor y la angustia por la detención y muerte de los jefes de hogar, muy pronto los familiares debieron afrontar otro duro golpe: cómo sobrellevar el día a día y mantener a los hijos, la mayoría de ellos pequeños.
Pedro Roa tiene nítidos recuerdos de esos duros momentos que, en el caso de su familia, fueron más extremos aún. “A nosotros nos dijeron que teníamos que abandonar el fundo y ahí perdimos todo lo que teníamos, quedamos a brazos cruzados, no sacamos nada, quedaron cosas materiales que nuestros padres se esforzaron por tener, que lucharon por tener una mejor vida y lo perdimos todo. No nos dejaron sacar nada, la gente de la administración nos robaron todo eso. Nos dejaron salir a la calle con las manos vacías. Fu un tremendo golpe, no saber dónde irse, qué hacer, qué va a pasar”.
El niño Pedro cursaba cuarto básico en la escuela del sector y después estuvo unos días en la escuela de la Reserva, pero como los expulsaron de lugar, no pudo continuar. La familia partió al campo de un tío, cerca de Mulchén, donde se criaron. Pero Pedro abandonó los estudios para trabajar y así ayudar a su madre. “Fue otro golpe tremendo que no dio la dictadura”, dice, aunque en su voz no se aprecia odio, sino más bien tristeza del alma.
A Marina Rubilar y su familia no les fue mejor. Sus abuelos debieron irse y se trasladaron a Santa Julia, localidad cercana, donde su abuelo había comprado un terreno. Pero la situación económica no era buena. Su madre, muy joven, se vio enfrentada a la crianza de sus cuatro hijos, todos menores, y se vio obligada a dejarlos con distintas personas. Así fue como ella se crió con una señora conocida, y los demás hermanos se repartieron con una tía, los abuelos y uno de ellos se quedó con la mamá. “Así fuimos creciendo y tratando de salir adelante. Me mantuve en esa casa hasta los 14 años y ahí me fui a Santiago y empecé a trabajar y buscar la justicia…”
Ya pasaron 43 años, y los ojos de Pedro y Marina se enrojecen y nublan al rememorar lo vivido. El gesto de Conaf y de quienes se la jugaron por poner en marcha esta iniciativa, les ha llegado como un bálsamo. Siguen luchando por la justicia y la verdad, pero también saben que la memoria es necesaria y urgente. Que con este Sendero, el nombre de sus padres, de sus tíos, de sus hermanos, seguirá presente y su historia será conocida por quienes visiten la Reserva Nacional Malleco y se adentren por este Sendero de la Memoria, por dónde también volverán a transitar Miguel, Daniel, Alejandro, Guillermo, Alberto, Felidor, Luis, Manuel, José Liborio, José Lorenzo, José Fernando, Gerónimo y Juan.
Dictan acusación contra militares y carabineros por crímenes de 18 campesinos de Mulchén
Fuente :resumen.cl 15/07/2016
Categoría : Prensa
El ministro en visita para causas por violaciones a los Derechos Humanos de la Corte de Apelaciones de Concepción, Carlos Aldana, dictó acusación en contra de ex miembros de carabineros y el ejército por su responsabilidad en los delitos de secuestro calificado, homicidio calificado, inhumación ilegal y exhumación ilegal de 18 trabajadores de los fundos El Morro, El Carmen-Maitenes y Pemehue, ubicados en el sector precordillerano de la localidad de Mulchén.
En la resolución (causa rol 30.2007), el ministro Aldana acusó a los ex miembros de carabineros: Jacob del Carmen Ortiz Palma, Juan de Dios Higueras Álvarez, Osvaldo Enrique Díaz Díaz y Héctor Armando Guzmán Saldaña, en calidad de autores de los homicidios calificados de José Florencio Rubilar Gutiérrez, José Liborio Rubilar Gutiérrez, José Lorenzo Rubilar Gutiérrez, Alejandro Albornoz Acuña, Luis Alberto Godoy Sandoval, Miguel del Carmen Albornoz Acuña, Daniel Alfonso Albornoz González, Alberto Albornoz González, Felidor Exequiel Albornoz González, Jerónimo Humberto Sandoval Medina, Juan de Dios Roa Riquelme y José Fernando Gutiérrez Ascencio, ilícitos perpetrados el 6 y 7 de octubre de 1973.
Ex carabineros que, además, fueron acusados como autores de los delitos de secuestro calificado de: Juan de Dios Laura Brevis, José Florencio Yáñez Durán, Celsio Nicasio Vivanco Carrasco, Edmundo José Vidal Aedo, Domingo Sepúlveda Castillo y Guillermo José Albornoz González, perpetrados a partir del 5 de octubre de 1973. Agentes del Estado que también fueron acusados como autores del delito de inhumación ilegal de las 12 víctimas del delito de homicidio.
En tanto, los ex oficiales de ejército Jaime García Zamorano y Julio Reyes Garrido, y los ex suboficiales José Puga Pascua, José Iturriaga Valenzuela, Jaime Muller Avilés, Julio Fuentes Chavarriga, Luis Palacios Torres, Juan Cares Molina, y Juan Carlos Balboa Ortega, fueron acusados como encubridores de 11 delitos de homicidios -excepto el de Juan de Dios Roa Riquelme- y del delito de exhumación ilegal de dichas víctimas.
En la etapa de investigación, el ministro en visita logró determinar que las 18 víctimas fueron detenidas por personal del ejército del Regimiento N° 13 de Los Ángeles y de la Comisaría de Carabineros de Mulchén entre el 5 y 7 de octubre de 1973, en los fundos El Morro, El Carmen-Maitenes y Pemehue de la zona, fusilados e inhumados en dichos lugares, otros en el Cementerio de Mulchén o a las orillas del río Renaico, lugares donde los restos permanecieron por más de 5 años.
Entre fines de 1978 y comienzos de 1979, personal del Regimiento «Húsares» de Angol, en cumplimiento de un criptograma proveniente de la Comandancia en Jefe del Ejército de la época, retiró los restos de quienes fueron ejecutadas en octubre de 1973, y llevados con destino desconocido, llevando a cabo la "Operación retiro de televisores" que fue ordenada por el dictador para hacer desaparecer los restos de los desaparecidos asesinados.
La "Operación Retiro de Televisores" es una de las acciones más bestiales cometidas por la dictadura militar, por orden expresa del tirano, organizada con prontitud por el "impecable" jefe de CNI, Odlanier Mena, y ejecutada con solicitud criminal por las hordas de agentes que se solazaron con el terror que provocaban y causaban entre sus víctimas, sobre los familiares de las víctimas y sobre la población en general. Hechos como estos, no pueden seguir quedando impunes. Solo resta esperar que Aldana y los tribunales se ocupen de aplicar justicia.