Fecha Detención : 20-12-1975
Lugar Detención : Santiago
Actividad Política : Partido Socialista (PS)
Actividad : Ex Funcionario en Universidad
Estado Civil e Hijos : Casado
Nacionalidad : chilena
Relatos de Los Hechos
Fuente :Informe de la Corporación
Categoría : Antecedentes del Caso
SERGIO RAUL FLORES REYES
27 años, casado, ex funcionario de la Universidad de Chile, detenido desaparecido el 20 de diciembre de 1975 en Santiago.
Sergio Raúl Flores Reyes, militante del Partido Socialista y ex funcionario del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, desapareció ese día, luego de ser detenido en la vía pública, presumiblemente por agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA).
De acuerdo con lo declarado por su cónyuge y otros testigos, durante todo el año 1975 Sergio Flores fue objeto de seguimientos por parte de agentes de seguridad, debido a las tareas clandestinas que realizaba, vinculadas a la reorganización de su Partido en el sector sur de Santiago.
Según pudo establecer la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, en el trascurso del año 1975, la DINA realizó una batida en contra de la dirigencia socialista. Entre los meses de junio y julio de 1975, fueron detenidos varios enlaces, correos y miembros de la Comisión Política y del Comité Central del Partido Socialista de Chile. Un gran número de estas personas fueron vistas detenidas por testigos, en las dependencias de Villa Grimaldi, desde donde desaparecieron.
A raíz del desaparecimiento de Sergio Flores se interpuso una denuncia por presunta proceso que fue sobreseido sin que el Tribunal pudiera ubicar su paradero.
Considerando los antecedentes reunidos y la investigación realizada por esta Corporación, el Consejo Superior llegó a la convicción de que Sergio Raúl Flores Reyes desapareció mientras permanecía privado de libertad por agentes del Estado. Por tal razón, lo declaró víctima de violación de derechos humanos.
En emotivo y masivo acto, la U. de Chile rindió homenaje a víctimas de la dictadura a 40 años del golpe de estado
Fuente :uchile.cl 12/09/2018
Categoría : Prensa
Más de 1800 personas se reunieron en la Casa Central de la Universidad de Chile para rendir homenaje a los miembros de esta institución que fueron afectados tras el golpe militar de 1973. Uno de los momentos más emotivos se vivió cuando el Rector develó una placa conmemorativa en el Patio Domeyko del edificio patrimonial y al final de la ceremonia invitó a todas y todos los presentes a gritar el nombre de sus familiares, amigos o colegas desaparecidos durante la dictadura.
"Este evento no estaría completo si no gritáramos a viva voz los nombres de aquellos y aquellas a los cuales hoy día estamos recordando… ¡Patricio Manzano!"…
"¡Enrique París!"
"¡Jaime Bustos!"
"¡Reinalda Pereira!"
"¡Víctor Jara!"
"¡Carlos Lorca!"
"¡María Inés Andrade!"
"¡Carlos Berger!"
"¡Lumi Videla!"
"¡Carlos Godoy!"
"¡Salvador Allende!"
"¡Muriel Dockendorff!"…
Tras la invitación del Rector Víctor Pérez Vera, los gritos se multiplicaron en los patios, el Salón de Honor y también en las afueras de la Casa Central que este 11 de septiembre de 2013, se repletó de funcionarios, estudiantes, profesores, pero también ciudadanos comunes que quisieron hacerse parte de este acto de memoria y restauración que la Universidad más antigua del país organizó para conmemorar los 40 años del Golpe de Estado. Discursos de representantes de todos los estamentos y la presentación artística de la Orquesta Sinfónica de Chile y la Camerata Vocal fueron parte del emotivo acto del que fueron parte más de 1800 personas.
"Hace 40 años, un día 11 de septiembre, la comunidad de la Universidad de Chile fue herida, como sucedió a diversas organizaciones, familias y personas a lo largo de todo el país", con estas palabras el Rector comenzó el discurso, en el que repasó las difíciles circunstancias que los miembros de la Universidad tuvieron que vivir durante la dictadura. "El evocar hoy a los profesores y profesoras, estudiantes, funcionarias y funcionarios, egresados de esta Casa de Estudios y sus familiares que fueron ejecutados, desaparecidos, detenidos, torturados, encarcelados, exiliados, relegados, exonerados, expulsados, obligados a renunciar y sumariados durante la dictadura militar, constituye un acto ineludible de cara a los 40 años del Golpe de Estado", expresó.
El Rector manifestó además que en un grupo de personas, que se autocomprende como comunidad, como lo es esta Institución, es primordial "la exploración de esa historia y de sus circunstancias, así como conceder a todos y a todas quienes sufrieron los efectos de esos infaustos momentos, la calidad de 'parientes', es decir la condición de ser parte de la familia Universidad de Chile".
Junto a esto reconoció la generosidad y valentía "de la inmensa mayoría de la comunidad universitaria y de sus familias que hizo posible la mantención y preservación de nuestra Universidad y de sus valores. El republicanismo que la caracterizó fue cambiado por los lemas del "orden" y la "limpieza" de las ideas, y por un discurso eficientista y economicista que hasta hoy día nos pesa. El paulatino abandono del Estado a nuestra Universidad queda plasmado en la historia de la intervención militar".
"Miles de familias chilenas, algunas por casi cuarenta años, y muchas relacionadas con la Universidad de Chile, han vivido todo este largo tiempo deambulando, como las refugiadas de Kazantzakis, pero sin tener el consuelo de llevar a sus espaldas los huesos de sus padres, madres, esposos, esposas, hijos, hijas, hermanos y familiares, sin tener el fundamento sobre el cual ellos y ellas puedan construir su nueva aldea, su nuevo hogar, su identidad. ¿Cómo es posible querer olvidar lo pasado en estos cuarenta años, hablar de reconciliación, pedir perdones, decir que hay que mirar hacia adelante, si nos olvidamos de que como país no somos capaces, todavía, de decirles a aquellas miles de familias, dónde pueden ir a colocar una flor al lugar en que están enterrados o en que fueron arrojados los restos de sus seres queridos? ¿Cómo y por qué seguir negando a esas familias ese mínimo gesto de humanidad y de dignidad? ¿Hasta cuándo les hacemos interminables sus noches y agonizantes sus días? ¿Es que de tanto ver a esas madres, con las fotos familiares arrugadas y apretadas en sus pechos, hemos olvidado el brutal drama y la angustiosa pena que arrastran día a día? ¿Es que estamos esperando que ya no quede ninguna de ellas para no tener que sentir vergüenza de nuestra falta de humanidad al mirarles a sus ojos?", interpeló el Rector.
"Desde esta Casa Central hago un llamado humilde, suplicante, a todas las mujeres y a todos los hombres de buena voluntad de nuestro país para que aunemos nuestras voces y acciones en pos de llevar la paz a las familias de los detenidos desaparecidos. Sólo cuando esas miles de madres encuentren el sosiego del reencuentro con sus hijos e hijas, sólo entonces podremos hablar de que existe la esperanza de una reconciliación en nuestro país. Al final del libro de Kazantzakis los refugiados deben escapar nuevamente ante la llegada de las tropas turcas. 'Pasaremos primeramente por el Sarakina – les dijo el pope -, pues allí vamos a enterrar a Manolios; después desenterraremos los huesos de nuestros antepasados y nos pondremos en camino nuevamente. ¡Ánimo hijos míos, no temáis nada, arriba los corazones, somos inmortales!'", expresó a la comunidad. Esto recordando de que aún existen miles de familias que no cuentan con un lugar físico para colocar una flor en recuerdo de sus seres queridos.
Placa en el Patio Domeyko: Un nuevo lugar de memoria
Casi al finalizar la ceremonia, el Rector junto a Estela Ortiz, viuda del sociólogo Manuel Parada y la Vicedecana de la Facultad de Filosofía y Humanidades y viuda de Enrique París, María Eugenia Horvitz, develó una placa conmemorativa en una de las paredes del patio Domeyko en que se lee el siguiente poema de Pablo Neruda:
"Saber es un dolor. Y lo supimos: cada dato salido de la sombra
nos dio el padecimiento necesario:
aquel rumor se transformó en verdades,
la puerta oscura se llenó de luz,
y se rectificaron los dolores.
La verdad fue la vida en esa muerte.
Era pesado el saco del silencio"
(Pablo Neruda, Memorial de Isla Negra 1962-1964)
Tras esto, miles de pétalos rojos cayeron desde el segundo piso del edificio, mientras los asistentes visiblemente emocionados aplaudían y gritaron de forma espontánea un Ceacheí.
Durante la ceremonia se recordó además otros actos conmemorativos en que la Universidad ha rendido homenaje y reconocimiento a miembros de la comunidad que fueron víctimas de la dictadura, como en 1991 cuando se entregaron más de 50 títulos póstumos a estudiantes desaparecidos y ejecutados.