Fecha Detención : 02-04-1976
Comuna Detención : Valparaíso
Partido Político : Partido Comunista (PC)
Oficio o Profesión : Dueña de Casa
Estado Civil e Hijos : Casada, 4 hijos
Nacionalidad : chilena
Relatos de Los Hechos
Fuente :Informe Rettig, 1991
Categoría : Antecedentes del Caso
MARIA OLGA FLORES BARRAZA
Rut. : 2.178.098 7 de Santiago
F.Nacim. : 07 03 16, 60 años al momento de su detención
Domicilio : Barros Luco Nº 1.220, quinteros, Provincia de Valparaíso
E.Civil : Casada, cuatro hijos
Actividad : Dueña de Casa
C.Repres. : Sin militancia ni cargo social
F.Detenc. : 2 de abril de 1976
Bernardo Araya Zuleta, casado, cuatro hijos, ex diputado por el Partido Comunista, Dirigente Nacional de la CUT, fue detenido el día 2 de abril de 1976, alrededor de las 22:30 hrs., en su domicilio, ubicado en calle Barros Luco Nº 1.220, en la ciudad de Quinteros, provincia de Valparaíso, por alrededor de siete agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional DINA los que saltaron la reja del antejardín e ingresaron a la vivienda. En el mismo operativo, junto a Araya Zuleta, fueron detenidos: su cónyuge María Olga Flores Barraza quien, al igual que la víctima, también se encuentra en calidad de detenida desaparecida; su cuñado Juan Flores Barraza y, sus nietos Ninoska Henríquez, Wladimir Henríquez y Eduardo Araya. Estos tres últimos, menores de 9, 15 y 9 años respectivamente.
Todo el grupo familiar fue trasladado hasta un recinto de detención en Santiago, en dos vehículos: un automóvil color celeste y un taxi. Antes de ingresar a la ciudad de Santiago, a los detenidos les pusieron cinta adhesiva en sus ojos y algodón en sus oídos. Una vez en el recinto una casa de dos pisos, con dos ventanas pequeñas en el frontis y una grande en la parte de arriba, cercada por rejas y de gran amplitud su fondo los detenidos fueron interrogados por separado. En ese lugar, Bernardo Araya, fue llevado hasta el segundo piso de la casa, donde fue salvajemente torturado, lo colgaron de los brazos y le aplicaron fuertes golpes. Al resto del grupo lo hicieron permanecer en el primer piso de la edificación, donde podían escuchar como golpeaban a don Bernardo y los gritos de dolor de éste. Fue entonces cuando doña María Olga solicitó ver a su esposo, sus torturadores accedieron, cuestión que la afectó mucho. Desde ese momento todos fueron trasladados al segundo piso, excepto Juan Flores. Aproximadamente a las 19:00 hrs. del día 3 de abril, éste último escuchó cuando bajaban, desde el segundo piso, a su hermana a la que llevaban con destino desconocido, al parecer junto a su cónyuge, Bernardo Araya. Desde esa fecha no les volvió escuchar ni supo más de ellos.
Alrededor de las 22:00 hrs. de ese mismo día, Juan Flores y los nietos del matrimonio Araya Flores, fueron subidos a un vehículo y, después de una media hora, puestos en libertad a unas cinco cuadras de la casa de Alberto Araya, hijo de Bernardo y de María Olga.
Testigo de la reclusión del matrimonio Araya Flores fue Carlos Mario Ossandón Cañas, quien fuera detenido el 10 de abril de 1976 por un comando integrado por efectivos Militares y Carabineros. Ossandón que fue llevado a una casa de dos pisos ubicada en un pasaje que tenía entrada y salida a la calle Vivaceta, recuerda haberlos visto juntos en el pasillo, ella sentada en una silla y don Bernardo Araya hincado en el suelo.
En una ocasión pudo conversar con ellos, por lo que no duda de la identidad de estos dos detenidos. El, al igual que otros detenidos en ese recinto, vieron en una sala de interrogatorios un plano y un organigrama del Partido Comunista. También escuchó a uno de los agentes decir "aquí tengo un viejo del Comité Central", claramente se refería a Bernardo Araya. Este testigo señala que mientras el estuvo recluido en el recinto donde vio detenido a los Araya Flores, vio también en el lugar al entonces Director de la DINA Manuel Contreras Sepúlveda.
Entre los agentes que participaron en la detención, Juan Marino Flores, hermano de María Olga, pudo reconocer a un ex capataz de la Municipalidad de Quinteros, Alfonso Córdoba Cisternas, apodado "Pelacho", quien posteriormente negó su participación en los hechos reseñados. Igualmente, participaron en el operativo, dos agentes a los que llamaban Gerardo y Lalo, respectivamente. Otro de los agentes, pero en este caso de reclusión, era una mujer joven, que se hacía llamar o le decían María (La) Paz.
El domicilio santiaguino, donde Bernardo Araya y su esposa habían residido hasta antes del 11 de septiembre de 1973 y que, al momento de los hechos, lo ocupaba la familia de su hija María Mónica, ubicado en la calle Sorrento Nº629, de la Población Lautaro, comuna de Pudahuel, fue allanado en cinco ocasiones en operativos conjuntos de Carabineros, civiles y Militares, los que tenían por objetivo detener a Bernardo Araya. Precisamente, con esas intenciones, esta vivienda fue objeto de vigilancia permanente durante unos quince días previos a la detención. Incluso, para tales propósitos, agentes de la DINA entre los que se encontraba una mujer joven que se hacía llamar "Lola", y dos hombres, a los que les decían Eduardo e Iván se instalaron en una casa vecina, perteneciente al Sub oficial (R) de Carabineros Guillermo Retamal, quien la facilitó para tales efectos.
Cabe señalar que la familia del matrimonio Araya Flores vivió en medio de la búsqueda gravísimos y múltiples problemas de seguridad. Los niños que fueron detenidos junto a sus abuelos y sus hermanos debieron partir al exilio, al igual que el padre de ellos. El hermano mayor de los niños en esa época, Wladimir Henríquez Araya, fue muerto por efectivos de la CNI, en junio de 1987, él había ingresado clandestinamente al país. Una hija, Mónica Araya Flores, fue una de los profesores secuestrados por Carabineros en la AGECH, cuando degollaron a tres profesionales comunistas en marzo de 1985 por los mismos Carabineros aprehensores.
A pesar de las múltiples gestiones realizadas para salvarle la vida al matrimonio Araya Flores y de los graves problemas de seguridad vividos por sus familiares Bernardo Araya Zuleta y Olga Flores Barraza permanecen en calidad de detenidos desaparecidos.
GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS
El día 5 de abril de 1976, se interpuso ante la Corte de Apelaciones de Santiago el Recurso de Amparo Rol Nº264 76 en favor de Bernardo Araya Zuleta y María Olga Flores Barraza, el que fue rechazado el 26 de mayo de 1976, con el sólo informe del Ministerio del Interior, el que niega la detención por orden de esa Secretaría de Estado. El 31 del mismo mes fue confirmada dicha resolución por la Corte Suprema.
A pesar de que el Ministerio del Interior, primero en el amparo y después en el proceso por presunta desgracia, permanentemente, negara la detención del matrimonio y afirmara desconocer su paradero, el Ministerio de Relaciones Exteriores, señaló a la Comisión Económica para América Latina CEPAL que Bernardo Araya registraba salida del país con fecha 7 de abril de 1976 por Pudahuel y que, María Flores registraba salida del país en la fecha indicada por el paso fronterizo "Los Libertadores". El 31 de agosto de 1978, el mismo Ministerio informó al Tribunal que Bernardo Araya registraba salida del país en la fecha indicada por el paso "Los Libertadores" y que María Flores no registraba anotaciones de viaje. Finalmente, el 10 de septiembre de 1979, el prefecto jefe de Policía Internacional y Extranjería, informó al Tribunal que ambos afectados registraban salida del territorio nacional, con fecha 7 de abril de 1976 por el paso "Los Libertadores".
El día 17 de junio de 1976, el Undécimo Juzgado del Crimen de Santiago, recibió los antecedentes enviados por la Corte de Apelaciones de Santiago, la que le ordenaba investigar los hechos que originaron el desaparecimiento de Bernardo Araya Zuleta y María Olga Flores Barraza; los que fueron acumulados a la causa Nº6.149 7, que investigaba los mismos hechos en ese Tribunal, a raíz de una querella interpuesta el 3 de mayo de 1976, por el delito de secuestro en contra de las personas denominadas Lalo, Gerardo y Marcela Paz o Marcela La Paz y, quienes resulten responsables.
En ese proceso declaró el Sub oficial de Carabineros (R), Juan Guillermo Retamal Fuentealba, quien señaló que a mediados del mes de marzo de 1976, llegaron hasta su domicilio dos agentes que se identificaron exhibiendo credenciales pertenecientes a la DINA, quienes solicitaron su autorización para vigilar, desde su casa, el domicilio del matrimonio Araya Flores, lo que realizaron durante varios días. Esta situación fue confirmada por el carabinero Mario Segundo González Espinoza, quien concurrió hasta dicho lugar a petición de una vecina que notó la vigilancia, ante el cual los agentes se identificaron como funcionarios de la DINA, exhibiéndoles sus respectivas Tarjetas de Identificación de las Fuerzas Armadas TIFAS .
Esta causa fue sobreseída temporalmente el 15 de noviembre de 1978 y, reabierta el 20 del mismo mes y año. Para ser nuevamente cerrada el 3 de mayo de 1978, en virtud de la Ley de Amnistía (D.L. Nº 2.191) resolución que no fue rechazada por la Corte. Después de esta última fecha, el sumario fue cerrado y reabierto en otras dos oportunidades.
Sin embargo, hay que destacar diversas situaciones relevantes en el desarrollo del proceso. Por ejemplo, el 14 de julio de 1976 la Corte de Apelaciones de Santiago, en la tramitación de otro Recurso de Amparo rol Nº 525 76, ordena remitir la causa a esa Corte, devolviendo los autos al 11º Juzgado del Crimen de Santiago, recién el 5 de julio de 1977, es decir, una vez transcurrido un año.
Con fecha 3 de mayo de 1978, en virtud de la reciente promulgación del Decreto Ley 2.191 (Ley de Amnistía) y del artículo 93 del Código Penal, el Juez decretó el sobreseimiento definitivo. No obstante, el Fiscal de la Corte de Apelaciones de Santiago haber aprobado este fallo, declaró que es presupuesto previo el que se haya comprobado que se ha cometido un hecho delictuoso para que opere la Ley de Amnistía, lo que en el proceso no ha ocurrido. Esta declaración le dio el carácter de temporal al sobreseimiento, lo que fue confirmado por la Corte.
El 24 de agosto de 1978 se solicitó la reapertura del sumario, la que se decreta el día 30. El 12 de julio de 1979, el Ministro en Visita Servando Jordán, decreta que la tramitación de esta causa continúa en esa Visita, sobreseyéndola temporalmente el 31 de octubre de 1979, resolución que fue confirmada por la Corte Suprema el 24 de diciembre de 1979.
Cabe señalar que por el matrimonio Araya Flores se hicieron múltiples gestiones, tanto a nivel nacional como internacional, para determinar su suerte; una de ellas fue la interposición de un Recurso de Amparo presentado en abril de 1977 por organizaciones italianas. Respecto de este Recurso la Corte de Apelaciones de Santiago, el 21 de abril de ese año, determinó que para dar curso al Recurso debía acreditarse que éste fue interpuesto por personas capases de aparecer en juicio. El recurso finalmente no fue acogido a tramitación.
Los casos de Bernardo Araya Zuleta y de María Olga Flores Barraza fueron incluidos en la nómina de casos que fue presentada en la querella contra el ex Director de la DINA, entonces Coronel Manuel Contreras Sepúlveda. Este proceso se radicó en la 2a. Fiscalía Militar y roló con el N° 553 78. En él se acumularon 37 expedientes, la mayor parte provenientes de la investigación que realizó el Ministro en Visita por casos de detenidos desaparecidos de Santiago; otros provenían de resoluciones de incompetencias solicitadas por la misma Fiscalía Militar. Especialmente en la Visita del Ministro Servando Jordán se procesó importante información del actuar, de la identidad de los agentes, de los recursos que disponían y de los recintos de reclusión de la DINA. En el mes de marzo de 1983 el Fiscal Militar Instructor del proceso solicitó el sobreseimiento total y definitivo de esta causa, fallo que fue confirmado en 1992 por la Corte Marcial. La parte querellante presentó una Queja y en diciembre de 1992 se encontraba la causa en espera de ser vista para fallo en la Corte Suprema
La carta de una niña a Lucía Hiriart en la que le preguntaba por sus abuelos
Fuente :duna.cl, 17 de Diciembre 2021
Categoría : Prensa
“Quiero que usted le pregunte a esos señores de la DINA, así ellos lo dijeron. Dígales que me los manden por favor, y (pregunten) donde están ahora”, sostiene la misiva.
El 2 de abril de 1976, Ninoska de nueve años, fue sacada de su casa junto a su familia. Desde ese día no volvió a ver a sus abuelos.
A finales de agosto, la niña escribió una carta dirigida a Lucía Hiriart, esposa del dictador Augusto Pinochet, ya que había escuchado que el 3 de septiembre sería el Día de los Abuelos, pero ella no sabía donde estaban los suyos.
30 de agosto de 1976
Sra. Lucia Hiriart de Pinochet
Sra. Lucia:
Yo sé que usted es una persona muy buena con los niños de Chile, así lo he visto por televisión.
Señora Lucia yo le escribo como una niña de 9 años que soy, y estoy muy preocupada porque se ha dicho que el 3 de septiembre es el Día de los abuelitos.
Yo quiero saber donde puedo saludar a los míos que fueron sacados un día 2 de abril en la noche desde nuestra casita. Quiero que usted le pregunte a esos señores de la DINA, así ellos lo dijeron. Dígales que me los manden por favor, y (pregunten) donde están ahora.
Yo siempre pienso que lo bonito y feo no se olvida, y nunca podré olvidar cuando fuimos sacados junto a mis abuelitos y otros familiares con los ojos vendados y traídos a Santiago.
Aquí nos dieron pastillas, golpes y le hacían preguntas a mi abuelito siendo ya un ancianito.
Usted es madre y abuelita también y quiero que vea en mi a una nieta de Chile con mucho dolor.
Yo me pregunto si es malo que mi abuelito haya tenido la idea de ser diputado de Chile; (o si) para una nieta del señor Pinochet será malo que su abuelito haya tenido la idea de ser presidente. Yo creo que para nosotros los nietos, es lo más grande y feliz o yo no lo entiendo.
Le digo a usted que muchas veces me hinco a pedir y miro a Dios y le pregunto: ‘¿Qué es lo que pasa? ¿Qué hicieron mis abuelitos que esos hombres malos se los llevaron?’.
Yo me pongo la mano en mi pequeño corazoncito y me dan deseos de gritar: ‘Basta. Devuélvanmelos. Es lo más querido de mi vida’, y termino llorando.
Yo le pido a usted que se ponga la mano en su corazón grande y bondadoso y le responda a esta nieta triste y enferma, porque ya son 5 meses que no los veo.
Los nombres de mis abuelitos son:
– María Olga Flores Barraza 61 años
– Bernardo Araya Zuleta 68 años
Saluda a usted Ninoska Henríquez Araya
Actualmente, esta carta está exhibida en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
Su mensaje tuvo respuesta una semana después del Día del Abuelo, el 10 de septiembre del 76.
Lucía H. de Pinochet
Lucia Hiriart de Pinochet, saluda muy atentamente al señora Ninoschka Henríquez Araya y junto con acusar recibo de la nota que le enviara, le comunico que la hizo remitir al señor director de DINA, para su estudio y posterior resolución.
Aprovecha la oportunidad para reiterarle sus atentos y cordiales saludos.
Santiago 07 de septiembre de 1976
Corte de Santiago condena a 10 agentes de la DINA por secuestro de matrimonio en caso “Calle Conferencia”.
Fuente :diarioconstitucional.cl, 22 de Junio 2017
Categoría : Prensa
Así, se confirmó la condena dictada por el Ministro en visita Miguel Vázquez Plaza, pero modificó el quantum de las penas y los grados de participación de los sentenciados.
En fallo unánime, la Corte de Santiago condenó a 10 agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) por su responsabilidad en el delito de secuestro calificado del matrimonio conformado por Bernardo Araya Zuleta y María Flores Barraza, víctimas del denominado caso "Calle Conferencia", ilícito perpetrado a partir del 6 de abril de 1976.
Por lo tanto, los agentes Pedro Espinoza Bravo, Ricardo Lawrence Mires, Carlos López Tapia, Eduardo Cabezas Mardones, Jorge Díaz Radulovich, Pedro Bitterlich Jaramillo, Orlando Altamirano Sanhueza, Orlando Torrejón Gatica, Clara Barros Rojas y Guillermo Díaz Ramírez fueron condenados definitivamente a penas de 5 años y un día de presidio, en calidad de autores del delito. En tanto, el agente Miguel Krassnoff Martchenko fue absuelto.
Según los antecedentes recopilados en la etapa de investigación, el Ministro en visita logró establecer que agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) comenzaron a vigilar el domicilio que tenía el matrimonio formado por Bernardo Araya Zuleta y María Olga Flores Barraza en la ciudad de Santiago en calle Sorrento Nº 629, para lo cual ocupaban la casa de un vecino y vehículos que los trasladaban por el sector a fin de hacer seguimientos, logrando averiguar que también tenía una vivienda en Quinteros, para lo cual se trasladaron a esa ciudad, desplegando una serie de actividades de control en la Municipalidad, arrendando una pieza de un vecino, para saber de sus movimientos, sin que al efecto hubiere algún motivo en especial, salvo la condición de militante del partido comunista del varón y haber sido diputado de la República, por ese conglomerado.
Asimismo, se señaló que el 2 de abril de 1976, alrededor de las 22 horas, agentes de la indicada repartición de Inteligencia, concurrieron al domicilio de calle Barros Luco N° 1220 de la comuna de Quinteros, los que sin orden competente procedieron a la detención del matrimonio compuesto por Bernardo Araya Zuleta y María Olga Flores Barraza.
Además, se afirma que Bernardo Araya Zuleta era ex diputado del Partido Comunista y casado con María Olga Flores Barraza; el matrimonio, a esa época; tenían 64 y 60 años de edad respectivamente.
A continuación, se agrega en la sentencia que ambos fueron trasladados al recinto que era utilizado para planificar la detención de miembros de la cúpula del partido comunista, para lo cual había un organigrama de dicho conglomerado en una pared, además era usado como lugar clandestino y provisorio de detención. Cuartel dependiente del organismo de seguridad, ubicado en calle Venecia N° 1722 comuna de Independencia, donde se les mantuvo privados de libertad, lugar en el que fueron vistos con vida por otros detenidos; Bernardo Araya fue sometido a interrogatorios y torturas acerca de la identidad de otros militantes y lugares de reunión, desconociéndose desde esa época el actual paradero de ambos integrantes del matrimonio, informando el Ministerio del Interior y la DINA, que no tenían antecedentes sobre las detenciones de Araya y Flores y que no se había decretado por esas reparticiones orden de detención alguna en contra de aquellas personas.
Luego, se añade que en la misma oportunidad también fueron detenidos Vladimir y Ninoska Henríquez Araya, Eduardo Araya Rojas y Juan Flores Barraza, los primeros 3 nietos del matrimonio Araya Flores y el último, hermano de María Olga Flores Barraza, los que fueron dejados en libertad a los días después en la vía pública, por miembros de dicho organismo de Inteligencia.
Finalmente, la resolución expone que en orden a ocultar el real paradero o destino de las víctimas, los organismos de seguridad y autoridades administrativas de la época, informaron oficialmente que Bernardo Araya Zuleta y María Olga Flores Barraza, registraban salida del país con destino a Argentina, por el paso Caracoles el 7 de abril de 1976 y que no habían sido detenidos ni se habían despachado órdenes de detención en su contra; información que fuera desmentida por las instituciones correspondientes del vecino país, resultando falsa".
En el aspecto civil, se rechazó la demanda presentada en contra el Fisco.
“Abuela” que enfrentó a encapuchados es hija de desaparecidos y madre de un ejecutado
Fuente :ciperchile.cl, 12 de Abril 2013
Categoría : Prensa
Como “la abuela que enfrentó a los encapuchados” fue presentada por la prensa la abogada de 74 años Mónica Araya. Su imagen fue difundida profusamente por los medios tras la multitudinaria marcha estudiantil de este jueves 11, cuando encaró a un grupo de jóvenes que, con el rostro cubierto, destruían señalética y semáforos en la esquina de Bandera y General Mackenna para provocar un enfrentamiento con Carabineros.
La temeraria acción de la abogada fue destacada por versión digital del diario La Tercera en una nota titulada [shorturl url=»http://www.3tv.cl/index.php?m=video&v=29455″ title=»» fuente_url=»http://www.3tv.cl» fuente_nombre=»www.3tv.cl»]“Súper abuela enfrenta a encapuchados y les da su correctivo en plena marcha”[/shorturl]. Algo similar hizo El Mercurio, en su edición del viernes 12: [shorturl url=»http://impresa.elmercurio.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2013-04-12&dtB=12-04-2013%200:00:00&PaginaId=6&bodyid=3″ title=»» fuente_url=»http://impresa.elmercurio.com» fuente_nombre=»www.elmercurio.com»]“Mujer de 74 años increpó e intentó sacarles la capucha a jóvenes violentistas cuando hacían desmanes”[/shorturl]. Y en el portal Terra se destacó [shorturl url=»http://noticias.terra.cl/tecnologia/internet/twitter-se-rinde-ante-la-abuela-que-enfrento-a-encapuchados,9c3573d573ffd310VgnVCM3000009acceb0aRCRD.html» title=»» fuente_url=»http://www.terra.cl» fuente_nombre=»Terra»]la amplia difusión que tuvo en Twitter[/shorturl] el forcejeo de la abogada con los “encapuchados”.
Pero fue el canal CNN Chile el medio que entregó los antecedentes más impactantes sobre la historia de Mónica Araya. En una entrevista de 28 de minutos, los periodistas Mónica Rincón y Daniel Matamala conversaron con la abogada, quien ante las cámaras señaló que ella es hija de detenidos desaparecidos y madre de uno de los jóvenes ejecutados en 1987 por la CNI en la Operación Albania.
“Luché también contra la dictadura y estuve en las calles porque tengo mis padres que están detenidos desaparecidos y tengo un hijo ejecutado. Luchábamos para volver a la democracia y hoy día los jóvenes tienen un proyecto, un sueño, y ese sueño no se puede quedar en esto de destruir un semáforo, una señalética, saquear un local comercial. Eso no corresponde”, dijo Mónica Araya (vea la entrevista).
“Soy hija de Bernardo Araya Zuleta y María Olga Flores Barraza. Mis padres están detenidos desaparecidos (…), los detuvieron en la casa de Quintero, junto a mis hijos y mis sobrinos y un tío (…). He caminado por justicia desde 1976”, agregó.
Ella misma, según contó en CNN Chile, fue secuestrada en 1985 junto a un grupo de profesores que fueron sometidos a torturas cuando se produjo el brutal asesinato de José Manuel Parada, Santiago Nattino y Manuel Guerrero, episodio conocido como “caso degollados”.
A su juicio, es probable que la violencia que se vivió en dictadura sea el origen del “resentimiento” que hay en los jóvenes que provocan desmanes. Por eso, llamó a los padres a “inculcar a los hijos lo que se vivió y que no lo volvamos a vivir”.
Sobre las demandas estudiantiles, dijo: “Tengo cinco nietos y un hijo que debe cuatro millones y medio de pesos por un crédito que no ha podido pagar y está en Dicom”. Por eso ha participado en otras marchas, pero esta fue la primera en que enfrentó a encapuchados: “Me salió del alma. No sacan nada con destruir una señalética, después la pagamos todos nosotros y lo único que van a hacer los canales, la prensa en su conjunto, es que van a sacar todo lo que se ha destruido y no lo que fue favorable a la marcha”.
Respecto de los precandidatos presidenciales que han ofrecido mejorar la calidad de la educación y el fin del lucro en la enseñanza, dijo que “debieron estar en el marcha”. Y agregó que los políticos “tienen que aprender a bajar y escuchar a estos grupos sociales. ¿Por qué tiene que esperarse que la gente se manifieste y se organice? Si no es limosna lo que se pide, tienen que ser escuchados”. Los políticos y los parlamentarios, señaló, deben trabajar más cerca de la gente: “Mi padre fue parlamentario. Mi padre fue un obrero y el Partido Comunista lo hizo un gran parlamentario”. Por eso, su mensaje a los jóvenes es que deben prepararse para que ellos sean “los que mañana estén en el Parlamento”.
Mónica Araya: “Son 50 años y no sabemos qué ha pasado con nuestra gente”
Fuente :radio.uchile.cl, 18 de Junio 2023
Categoría : Prensa
Desde 1976, la abogada de derechos humanos mantiene su intensa búsqueda por encontrar a sus padres detenidos por la DINA. Además, a 36 años de la matanza de Corpus Christi, recuerda a su hijo ejecutado por CNI, uno de los 12 jóvenes del FPMR.
“No puede ser, si mi hijo no está en Chile (…) de ahí me llevaron al Instituto Médico Legal y mi marido y la Mónica González habían visto a mi hijo asesinado. Nos dejaron entrar y ahí recién supe que habían asesinado a mi hijo, no sólo a él, sino que a otros jóvenes”.
Esto es parte del relato de Mónica Araya, madre de Juan Waldemar Henríquez Araya, ingeniero, asesinado por agentes de la CNI en la matanza de Corpus Christi, llamada por el organismo represor como Operación Albania en 1987.
Este 15 y 16 de junio se cumplieron 36 años del crimen donde doce jóvenes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez fueron asesinados por un comando de la CNI, hecho que fue encubierto bajo un supuesto enfrentamiento con los agentes de la dictadura.
Mónica Araya, 86 años, profesora y abogada de Derechos Humanos, ha pasado gran parte de su vida luchando por la verdad, la justicia y para que los hechos no se vuelvan a repetir.
El 2 de abril del año 1976 su padre, el ex diputado del Partido Comunista, obrero y exdirigente de la CUT, Bernardo Araya, y su madre, María Olga Flores, fueron secuestrados desde su casa en Quintero, en la Región de Valparaíso, junto a un tío a sus hijos Ninoska (8), Wladimir (13) y Juan (8) un sobrino, que posteriormente fueron abandonados en la vía pública. Se trataba de una ofensiva del régimen para exterminar al Partido Comunista, donde hicieron desaparecer tres directivas de la colectividad de izquierda.
La profesora nunca más vio a sus padres y desde ese momento, junto a un cientos de activistas, no ha descansado en la búsqueda de sus seres queridos. Esta lucha le ha significado golpes, persecuciones, secuestros, detenciones ilegales, amenazas permanentes, incluso hasta el día de hoy.
De hecho, el viernes 9 de junio pasado recibió una visita que considera extraña en su domicilio de Estación Central de dos funcionarios de la PDI quienes sin orden judicial ni “motivo jurídico alguno” la conminaron a hacer una declaración en una unidad policial de la comuna de Ñuñoa. Esto llevó a la abogada a presentar “un recurso de amparo por la amenaza a mi libertad personal y seguridad individual en contra de la Dirección General de la Policía de Investigaciones”.
Mónica Araya es integrante del Observatorio Ciudadano de la Corrupción Judicial y ha sido una activa integrante de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD).
Como integrante de un partido de la Unidad Popular, después del golpe de Estado de 1973 y ante el asedio de los aparatos de seguridad, debió pasar a la clandestinidad para trabajar en la resistencia.
La desaparición de sus padres
“A mi padre y a mi madre los llevaron detenidos junto con mis dos hijos menores, un sobrino y un hermano de mi madre que vivía con ellos. Se los llevaron a la calle Venecia en Independencia. Desde ahí, después de varios días, dejaron a mis hijos botados en la calle, en pijamas porque así se los llevaron. De mis papás no supimos nunca más”, señala la abogada.
Recuerda que desde ese momento, “fue una vida muy amarga, fui detenida, me integré a la AFDD y a todas las actividades que se hacían totalmente clandestinas con las organizaciones de mujeres para hacer un trabajo como corresponde respecto de la búsqueda de nuestros seres queridos”.
Como dirigenta de la AFDD uno de los objetivos que tenían “era romper con el miedo”. Participaron en las primeras manifestaciones del 1 de mayo en dictadura y fueron a lanzar bolsas con pintura roja a los tribunales de justicia de calle Compañía, porque “ahí se fraguó hasta el día de hoy la impunidad, porque recordemos que la dictadura implantó a Enrique Urrutia Manzano como presidente de la Corte Suprema y la impunidad partió con un plan que era el exterminio”, señaló.
Esta osada acción, en medio del clima de terror impuesto, ocurrió después que familiares de detenidos desaparecidos terminaron una huelga de hambre que comenzó el 14 de junio de 1977, hace 46 años, y que se extendió por nueve días en la sede de la CEPAL, en Santiago.
“Nosotros no podíamos seguir encerradas, sino que teníamos que salir a las calles y ahí salimos, en el año 1977, donde cayeron detenidas varias personas que después fueron dejadas en libertad. Así seguimos después en una marcha del 1 de mayo (1978) con Clotario Blest”, señala.
Su actividad también está marcada por el compromiso gremial ya que fue una de las dirigentas de la Asociación Gremial de Educadores de Chile (AGECH) y como tal, fue detenida luego de los asesinatos de Manuel Guerrero, Santiago Nattino y José Manuel Parada en 1985.
La docente recuerda que ante el asedio del régimen, desde el PC le ordenaron abandonar el país. “No quise salir, me quedé en el aeropuerto. Le dije a mi hijo y a mi marido que no me voy. Tengo a mis padres y tengo que responder por ellos. No me voy, me quedo en Chile. Se molestó mi marido, le dije ándate con los hijos, cuídalos. Mi hijo mayor, no quería irse porque se había criado con sus abuelos. Me dijo yo me quiero quedar porque los abuelos me criaron y también tengo que quedarme contigo para salir a buscar. No, le dije, ándate con tu papá, ve a tus hermanos, cuídense. Después con el tiempo supe que había dado una marcha para el FPMR”.
Matanza de Corpus Christi
Este es otro de los momentos trágicos que marcaron su vida. El asesinato de su hijo Juan Waldemar, un combatiente internacionalista que se incorporó a la lucha armada como militante del FPMR.
La abogada estaba convencida que su hijo estaba fuera del país, cuando estando en Mendoza adonde había viajado a solicitud de su hija, la llamaron para que retornara a Chile.
“Yo nunca lo vi, nunca conversé con él. Seguramente me pudo haber visto. Mi hija, Ninoska, se había ido a estudiar a la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza”, relata.
“Cuando llego me encuentro con los profesores que me estaban esperando, pensé que algo le había pasado a mi marido y les pregunto dónde está Juan. No me dicen, vas a tener que ir a la AGECH y ahí me entero. No puede ser, si mi hijo no está en Chile. Cómo va ser así. De ahí me llevaron al Instituto Médico Legal y mi marido (Juan Bautista Henríquez) y la periodista Mónica González habían visto a mi hijo asesinado. Los dejaron entrar y ahí recién supe que habían asesinado a mi hijo, no sólo a él, sino que a otros jóvenes”, recuerda.
Juan Waldemar fue ejecutado en una casa de la calle Varas Mena 417, comuna de San Joaquín. “Ingresé a esa casa, no había armas. Había cuadernos, lápices, porque funcionaba como una escuela de cuadros, no había propaganda. Lo asesinan en la casa de al lado, porque saltó. Cerca de 500 agentes llegaron hasta allí, rodearon todo Varas Mena y se metieron a las casas y que es lo que sale en todas las querellas, en los testimonios de las personas que hablaron”, señaló Araya.
“Ahí asesinaron a mi hijo en la casa de al lado, del 419, y la señora que vio, pidió que lo atendieran porque estaba desangrándose. No lo atendieron, falleció desangrado”, relata Araya.
Chile y los 50 años
La abogada de los derechos humanos, señala que hoy cuando el país conmemora los 50 años del golpe de Estado, “siempre he pensado que nunca más pueda haber una repetición de esta índole y nosotros tampoco podemos seguir permitiendo que EE.UU. dirija las políticas nuestras, porque esto partió con (Henry) Kissinger diciendo que Allende no podía ser Presidente (…) y creó una política, amparó y montó una política de desprestigio contra el Presidente y preparó a las FF.AA. para salir a las calles”.
“Nosotros nunca vamos a hacer lo que ellos hicieron, no. Nosotros solamente estábamos en la búsqueda y que nos dijeran la verdad y que hubiera justicia y hasta el día de hoy, van a pasar 50 años y nosotros los familiares no sabemos qué ha pasado con nuestra gente. No tenemos conocimiento, fallecen los que han detenido a nuestra gente y mueren con una política del silencio, porque ese fue el compromiso de ellos”, dijo la profesional.
Agregó que “más encima, Pinochet asesino, ladrón que lo pillaron con platas en distintos bancos. Y todavía hay quienes manifiestan que la política de Pinochet fue la mejor. No entiendo a esa gente que no tiene historia, porque ha asumido esconder lo que ha ocurrido en el país”.
Finalmente, Araya destacó el plan de búsqueda de las víctimas del régimen porque ningún gobierno anterior se comprometió con la verdad, la justicia, la no repetición y la reparación a los familiares.
Microbiografía de María Olga Flores Barraza
Fuente :latidosdelamemoria.cl sin fecha
Categoría : Mensaje
La abuelita Mery, nació el 7 de marzo del ‘16. Su padre era alemán llegó al norte de Chile y se casó con la bisabuela Carmen que era boliviana. Conoció a mi abuelito Bernardo en un baile de una mancomunal obrera, se casaron y tuvieron cuatro hijos. Formaron una familia extendida; la casa de la calle Sorrento era un nido grande, que entre primos hermanos y tíos llegó a albergar a más de 10 personas.
La recuerdo con su pelo corto, ondulado, con su ñatita y su cuerpo menudo. Tenía la conciencia clara, fue militante comunista y la compañera de mi abuelito durante su trayectoria política hasta el último minuto de sus vidas.
Atesoro de mi infancia, los recuerdos de los viajes en tren a Quintero: éramos 9 niños y ella nos hacía pan con mortadela y huevos duros. Añoro las sobremesas que duraban hasta la hora de la once: era una casa llena de risas, con discusiones a veces, pero con mucha alegría. Guardo el sabor de su mermelada de tomates y de la chuchoca con papas.
Mi abuelita era una mujer sabia, tierna y estricta, le gustaba el orden y que las cosas se hicieran bien. Tocaba el acordeón y escribía poemas. Escuchábamos juntas a Erve Vilar y a Osvaldo Díaz y sus “Carasucias”. Me enseñó a coser, a bordar y a tejer a crochet. La primera ropa interior que usé, era de batista y la hizo mi abuelita.
El 2 de abril del ’76, fue detenida junto a mi abuelo Bernardo Araya desde su casa en Quintero, nunca más volvimos a verlos.
Mi abuelita se llama María Olga Flores Barraza, detenida y desaparecida desde abril de 1976. Yo soy su nieta, Mery Araya Rojas. Y la recuerdo. Recuérdala tú, recuérdasela a otros.
Ficha técnica
Para realizar esta microbiografía, se entrevistó a Mery Araya, quien grabó esta cápsula radial en octubre de 2014 en los estudios de Radio Juan Gómez Millas, de la escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, donde posteriormente fue mezclada. Se emitió a través de Radio Universidad de Chile.