Fecha Detención : 01-08-1976
Lugar Detención : Argentina – B.Aires
Actividad Política : Movimiento de Izquierda Revolucionaria ( MIR)
Actividad : Trabajador Fábrica
Estado Civil e Hijos :
Nacionalidad : Chilena
Relatos de Los Hechos
Fuente :Informe Rettig
Categoría : Antecedentes del Caso
Mario René Espinoza Barahona, 25 años, militante del MIR, desapareció en BuenosAires, Argentina a fines de agosto del año 1976. El afectado salió desde Arica a fines de octubre de 1973 rumbo a Perú y más tarde Cuba junto a otros integrantes del MIR. En diciembre de 1975 ingresó a Argentina, siendo detenido entre julio y agosto de 1976 en un allanamiento a una casa de la Junta Coordinadora Revolucionaria ubicada en la localidad de Del Viso, Buenos Aires, siendo visto por última vez a fines de agosto de 1976 en Automotores Orletti, centro clandestino de detención y tortura ubicado en Buenos Aires, conocido por albergar detenidos de distintas nacionalidades del Cono Sur, dentro del marco de la operación Cóndor. Los antecedentes recabados por esta Comisión permitieron formar convicción respecto de que Mario René Espinoza Barahona desapareció por obra de agentes del Estado chileno en colaboración con agentes del Estado argentino
50 años del Golpe: Embajada en Buenos Aires inauguró memorial en honor a chilenos ejecutados y desaparecidos en Argentina
Fuente :resumen.cl 8/9/1973
Categoría : Prensa
En la ceremonia realizada en la Plaza República de Chile, junto a la embajada de nuestro país en Buenos Aires, se inauguró el pasado martes 5 de septiembre un memorial en recuerdo de los 101 chilenos y chilenas asesinadas y desaparecidas en Argentina.
Tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, muchos chilenos y chilenas buscaron refugio en la Argentina. Era el lugar más fácil de acceder para la inmensa mayoría, tanto dirigentes sociales y sindicales, como para la militancia de izquierda.
Sin embargo, la situación en Argentina era compleja, ya que con la llegada al poder de Estela Martínez, viuda de Perón (1 julio 1974) y su asesor el siniestro José López Rega, el gobierno peronista sufre un violento giro derechista, que incluirá la aparición de los escuadrones de la muerte de la muerte que anticiparon el trabajo que después la dictadura de Videla haría más intensamente.
Argentina no terminó siendo refugio seguro para los chilenos y chilenas que escapaban del terrorismo de Estado, mucho menos para los militantes de izquierda que pretendían construir una retaguardia en Argentina para la resistencia a la dictadura militar en Chile.
La cantidad de chilenos y chilenas desaparecidas y/o ejecutadas en Argentina es altísimo, son al menos 101 personas, las cuales hoy cuentan con un memorial que las recuerda.
Cabe destacar que el diseño de este memorial fue realizado ad honorem por la arquitecta argentina, Susana Coloma, quien es hija de un detenido desaparecido chileno y una detenida desaparecida argentina.
Las autoridades anunciaron la instalación de un placa conmemorativa en honor a las argentinas y argentinos desaparecidos y ejecutados en Chile tras el golpe militar, el cual se realizara el próximo lunes 11 de septiembre en Santiago.
50 años del Golpe: Embajada en Buenos Aires inauguró memorial en honor a chilenos ejecutados y desaparecidos en Argentina
Fuente :resumen.cl 8/9/1/2023
Categoría : Prensa
En la ceremonia realizada en la Plaza República de Chile, junto a la embajada de nuestro país en Buenos Aires, se inauguró el pasado martes 5 de septiembre un memorial en recuerdo de los 101 chilenos y chilenas asesinadas y desaparecidas en Argentina.
Tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, muchos chilenos y chilenas buscaron refugio en la Argentina. Era el lugar más fácil de acceder para la inmensa mayoría, tanto dirigentes sociales y sindicales, como para la militancia de izquierda.
Sin embargo, la situación en Argentina era compleja, ya que con la llegada al poder de Estela Martínez, viuda de Perón (1 julio 1974) y su asesor el siniestro José López Rega, el gobierno peronista sufre un violento giro derechista, que incluirá la aparición de los escuadrones de la muerte de la muerte que anticiparon el trabajo que después la dictadura de Videla haría más intensamente.
Argentina no terminó siendo refugio seguro para los chilenos y chilenas que escapaban del terrorismo de Estado, mucho menos para los militantes de izquierda que pretendían construir una retaguardia en Argentina para la resistencia a la dictadura militar en Chile.
La cantidad de chilenos y chilenas desaparecidas y/o ejecutadas en Argentina es altísimo, son al menos 101 personas, las cuales hoy cuentan con un memorial que las recuerda.
Cabe destacar que el diseño de este memorial fue realizado ad honorem por la arquitecta argentina, Susana Coloma, quien es hija de un detenido desaparecido chileno y una detenida desaparecida argentina.Las autoridades anunciaron la instalación de un placa conmemorativa en honor a las argentinas y argentinos desaparecidos y ejecutados en Chile tras el golpe militar, el cual se realizara el próximo lunes 11 de septiembre en Santiago.
Los tres de Arica
Fuente :theclinic.cl 11/9/2013
Categoría : Prensa
Tras el golpe, tres jóvenes miristas sacaron clandestinamente del país a un alto dirigente del partido rumbo a Perú. Luego, partieron a Cuba a recibir instrucción militar con la intención de regresar a combatir en Chile. Primero se pondrían a prueba en Argentina, pero allí los devoró la represión. Su desaparición nunca fue denunciada.
Desorientados de noche en el desierto, habían vuelto a su punto de partida. Alrededor del 10 de octubre de 1973, el Secretario Regional del MIR para el Norte Grande, Jorge Fuentes Alarcón, el “Trosko”, partió a pie desde el Valle de Lluta en Arica para salir clandestinamente hacia Perú. Iba con dos compañeros del MIR local. Pero las luces que vieron al amanecer no eran de Tacna, como esperaban, sino de Arica.
La noche del 28 de octubre, los mismos dos acompañantes, Mario Espinoza Barahona y Jorge Vercelotti Muñoz, asumían nuevamente la misión de sacar al “Trosko” del país. A este viaje se sumaron otros dos militantes del MIR en Arica: Homero Tobar Avilés y Bruno González. Esta vez lo lograrían.
Dos años más tarde, el “Trosko” Fuentes era secuestrado en Paraguay y entregado a agentes chilenos, así inaugurando las operaciones conjuntas de los servicios de inteligencia secretos del Cono Sur, conocido como Operación Cóndor. Fuentes continúa desaparecido.
Al año siguiente, tres de los cuatro militantes del MIR que lo ayudaron a salir de Chile desaparecían en Argentina.
Las familias de Espinoza, Vercelotti y Tobar no denunciaron formalmente su desaparición hasta 2011. En el caso de Espinoza y Tobar, no lo hicieron porque nunca tuvieron noticias fidedignas sobre ellos; ni siquiera sabían en qué país podrían estar. La familia de Vercelotti sí se enteró de su muerte, pero guardó silencio durante 30 años.
Recién en 2011 la Comisión Asesora para la Calificación de Detenidos Desaparecidos, Ejecutados Políticos y Víctimas de Prisión Política y Tortura en Chile reconoció a los tres como víctimas de violaciones a los derechos humanos.
Hasta 2008 no se sabía que Mario Espinoza Barahona era la identidad del detenido-desaparecido chileno de nombre político “Mauro” que figuraba en el informe oficial de víctimas de la dictadura argentina, CONADEP, con el registro Nº 10015. Ese año, a partir de un documento interno del MIR obtenido por el periodista estadounidense John Dinges, por primera vez se pudo asociar una identidad a “Mauro” y esta autora pudo localizar a su familia, obtener una fotografía, confirmar su identidad con testigos y comenzar a reconstruir su historia. Hasta entonces, Mario Espinoza sólo había sido “Mauro”, un chileno militante del MIR y sargento del ERP argentino, desaparecido en agosto de 1976 en Buenos Aires.
Su familia en Arica no había podido hacer la conexión porque no tuvo noticias de él desde su salida hacia Perú en 1973. “La familia nunca hizo ninguna denuncia, ya que siempre tuvieron la esperanza de que él estaba seguro en el extranjero, al igual que otras personas que debieron dejar nuestro país. Pero siempre quedó la duda, ya que nunca se comunicó con ellos,” afirma Héctor Uribe, amigo de juventud y hermano de la pareja de Espinoza al momento de abandonar el país.
Durante la indagación sobre la identidad de “Mauro” –iniciada en 2002 a instancias de Dinges para su investigación sobre la Operación Cóndor (NOTA AL PIE 1)- emergió el nombre de otro detenido-desaparecido chileno en Argentina sobre el cual los organismos de derechos humanos en Chile y Argentina ni su familia sabían nada: Homero Tobar Avilés. Originalmente, se sospechaba que “Mauro” era hermano de Elmo Catalán Avilés, dirigente de la tendencia guerrillera Ejército de Liberación Nacional del Partido Socialista de Chile, muerto en Bolivia en 1970. Elmo Catalán tenía un medio hermano por parte de su madre y estaba desaparecido en Argentina, pero no era “Mauro”. Era Homero Tobar.
El rastro de Tobar se evaporó apenas llegó a Argentina en 1976 y las escasas versiones sobre él son contradictorias. Su familia nunca denunció su desaparición.
De Jorge Vercelotti se tiene certeza sobre su muerte. En 2008, la Cámara Federal de Buenos Aires confirmó que Vercelotti había sido ejecutado el 18 de marzo de 1976 en Ciudadela, en las afueras de la capital argentina, junto a un compañero paraguayo, Claudio Ocampo Alonso, también militante del MIR chileno.
Esta es la historia de los tres muchachos de Arica, los que sacaron al “Trosko” Fuentes clandestinamente del país, de noche por el desierto.
En Arica
Vercelotti, Tobar y Espinoza se conocían bien. Arica era una ciudad pequeña en 1973, y una de las hermanas de Espinoza era muy amiga de la madre de Tobar, porque trabajaban cerca. A la vez, la gran casona de la familia Catalán ofrecía pensión, y ahí llegó a vivir Vercelotti cuando arribó a Arica.
Vercelotti y Tobar habían militado juntos en el MAPU antes de incorporarse al MIR durante el gobierno del Presidente Salvador Allende. En su nueva organización política, conocieron a Espinoza, un joven y carismático militante, deportista y apasionado Scout.
En el MIR, Mario Espinoza adoptó el nombre político “Mauro”, igual que su sobrino regalón de tres años, hijo de su hermana Clara. Sus amigos y familiares le decían Pepe, y algunos compañeros de partido le decían “el Gitano”. Nació en Arica en 1951 en una familia de 10 hermanos e ingresó al MIR a fines de los sesenta. Fue conscripto voluntario de la Defensa Civil y estudió en el Liceo Industrial hasta 1972, cuando abandonó los estudios y tomó un trabajo en un taller de parabrisas.
En su grupo Scout, le decían el “Zorro Astuto”. “Salíamos mucho a explorar. Teníamos nuestros códigos y rituales, y Pepe tenía muchos conocimientos de técnicas, cómo despistar, detectar, disfrazarse, eludir situaciones,” cuenta R.B., amigo de barrio y compañero en los Scout y en la política, quien pidió reserva de su nombre.
Homero Tobar, nacido en Calama en 1952 pero criado en Arica, era el hermano menor de la familia Catalán por parte de la madre. Sin haber conocido a su padre y discriminado por sus propios hermanos, uno de los cuales era militar, Homero Tobar no compartió su actividad política con su familia, con excepción de un par de primos.
“Con Homero vivíamos a pocas cuadras y nos veíamos mucho porque éramos los dos más pequeños de la familia. Era mi primito regalón; crecí con él. Era una persona muy sola. La familia de Homero era una familia tradicional y nunca lo aceptaron porque no era un Catalán. Su interés por la política nació de Elmo. No se vieron mucho, pero Elmo era su ejemplo,” cuenta su primo Omar Segovia.
De poca formación académica y política, el año en que murió Elmo Catalán y él cumplía los 18 años, Homero Tobar ingresó al recientemente creado partido MAPU. Fue reclutado por el Secretario Regional del MAPU en Arica, Julio Jiménez, quien lo conocía de pequeño, ya que su familia y la familia Catalán eran amigos de larga data.
“En esa época, en la casa de Homero arrendaba una pieza un estudiante universitario de la Democracia Cristiana que se integró al MAPU. Entre ese amigo y yo reclutamos a Homero. Después fue expulsado del MAPU junto con Jorge Vercelotti por ultraizquierdistas, por tratar a Allende de reformista,” afirma Jiménez.
Tobar se incorporó al MIR en marzo de 1973. En el barrio y entre sus compañeros era más conocido como Homero Catalán, pero en el MIR adoptó el mismo nombre que utilizó su medio hermano Elmo en Bolivia: “Ricardo”.
“Homero era recatado, no opinaba mucho. No tenía formación, su familia no se preocupó de sus estudios y fue maltratado por sus hermanos. El único culto en esa familia era Elmo, pero no se conocieron mucho, ya que Elmo no estaba en Arica,” dice Jiménez.
Jorge Vercelotti (NOTA AL PIE 2) nació en Antofagasta en 1951. Su padre había sido suboficial mayor del Ejército, ya jubilado al momento del golpe militar. Estudió biología durante un año en la Universidad de Chile en Antofagasta, donde ingresó a la Izquierda Cristiana. Después, pasó a militar en el MAPU, y en 1972, dejó la universidad y su ciudad para trasladarse a Arica. Ahí, trabajó en la Tesorería y por un tiempo, se hospedó en la gran casona de la familia Catalán, que también ofrecía pensión. Era macizo y usaba lentes de grueso marco como se estilaba en la época, y por ello, a pesar de que su nombre político era “Marco”, le decían “Tevito” o “Tevo”, por su parecido al perrito animado que bailaba en la presentación de Televisión Nacional.
“Homero y Jorge eran dos niños, en el más limpio sentido de la palabra, llenos de ilusiones y deseos de hacer la revolución, de cambiar este país… En algún momento, decidieron que el MAPU era muy reformista y se fueron al MIR,” recuerda A.T., compañero de ellos en el MAPU.
En el MIR, al igual que Espinoza, se dedicaron al área sindical. Tobar participó en el intento de formar un cordón industrial en el sector norte de la ciudad. En 1973, Espinoza y Vercelotti pasaron a integrar las nuevas unidades operativas que organizaba el MIR en el norte.
“Conocí bastante a los dos, a Mario y al ‘Tevo’. Eran bien dedicados. Mario era muy consecuente, bien conciente de que había que tener un compromiso más grande. Se incorporó al tiro a las unidades, no puso problemas. Él y el ‘Tevo’ no andaban alardeando, eran tranquilos. No armaban desórdenes ni se creían los mejores,” recuerda Juan Carlos García, entonces dirigente del MIR en Arica.
Vercelotti había pasado un periodo de instrucción militar en Cuba. Integró un pequeño grupo de militantes locales enviados a la isla meses antes del golpe militar. Salió hacia Cuba con dos compañeros a mediados de mayo de 1973, mientras Espinoza y otro compañero, “Manuel”, (NOTA AL PIE 3) se quedaron en Santiago esperando salir con un segundo grupo que finalmente no alcanzó a viajar. En esa espera se produjo el intento de golpe de Estado conocido como el tanquetazo del 29 de junio de 1973. Vercelotti estaba en Cuba, pero a Espinoza lo pilló el movimiento militar en Santiago. Cuenta “Manuel” que junto con Espinoza se integraron temporalmente a una unidad operativa del MIR en la capital y participaron en la defensa de la antena de la Radio Nacional.
Vercelotti regresó de Cuba a mediados de julio de 1973, y a partir de entonces, el grupo de militantes comenzó su retorno desde Santiago hacia el norte. Espinoza y “Manuel” regresaron a Arica haciendo dedo. Vercelotti pasó a ver a su familia en Antofagasta. Fue la última vez que lo vieron.
“Jorge era tímido, hablaba poco. Se ponía muy nervioso cuando tenía que hablar ante un grupo; no estaba acostumbrado. Nosotros siempre lo consideramos un obrero –vestía como obrero y trabajó en lo sindical. Años después nos enteramos que había sido universitario,” cuenta Marco Donoso, entonces estudiante secundario y encargado de la jefatura estudiantil del partido en Arica.
Tobar, en cambio, se hacía notar más allá de sus reales responsabilidades en el partido. A decir de uno de sus compañeros de entonces, era voluntarista y ansioso. Se expuso más de lo necesario, y cuando vino el golpe militar, temió justificadamente por su seguridad.
“Cuando sucedió el golpe, su hermano Gustavo, que era militar, lo escondió en su casa. Ese fue el gesto más importante que hizo Gustavo para demostrar que lo consideraba un hermano a pesar de todo, porque Gustavo siempre fue su verdugo en la familia,” dijo su primo Omar Segovia.
Sacar al “Trosko”
Después del golpe militar, la dirección local del MIR en Arica buscó proteger al “Trosko” Fuentes. El dirigente político había llegado a la ciudad desde Antofagasta pocos días antes para informar sobre la última reunión del Comité Central del partido. Se había realizado una gran asamblea en la sede de la Universidad de Chile con todos los militantes el lunes, 10 de septiembre.
A las dos de la tarde del 11 de septiembre, con el palacio presidencial en Santiago en llamas, Vercelotti acompañó al encargado sindical del MIR en Arica a buscar al “Trosko” y llevarlo a una casa de seguridad en el cerro La Cruz, perteneciente a un ayudista de otro partido de izquierda. Ahí permaneció un par de días.
El “Trosko” Fuentes era una de las personas más buscadas por los militares y le habían puesto precio a su cabeza. Pasó de una casa de seguridad a otra. Vercelotti se encargó de hacer los contactos con la militancia, miembros de la dirección y con otros partidos de izquierda.
Al momento del golpe, en Arica se encontraba una buena parte de la dirección local del MIR, salvo el encargado de Tareas Especiales, quien estaba en Antofagasta. Tanto el encargado del MIR en Arica y los responsables del frente estudiantil y de organización, así como el responsable de Tareas Especiales, caerían detenidos en las semanas que siguieron.
“Ellos cayeron por razones distintas, pero no por lo del ‘Trosko’. Que el ‘Trosko’ estaba en Arica era desconocido para los militares en esos momentos: ninguno de ellos fue interrogado respecto del ‘Trosko’,” relata Marco Donoso.
El “Trosko” se estaba quedando sin contactos y sin apoyo logístico. No conocía los nombres o direcciones de sus compañeros de partido en Arica y tampoco podía regresar a Antofagasta.
Decidió entonces que la mejor alternativa era salir hacia Perú. En ese momento, la política oficial del MIR era que ninguno de sus militantes debía asilarse ni abandon
“No teníamos idea de esa política. El primer contacto que tuvimos en Arica con el MIR central en Santiago fue meses después, en 1974. Esta historia se dio de manera natural. Se corría peligro y había que sacar al ‘Trosko’ del país, y punto. La idea siempre fue ir a Cuba para luego reingresar a Chile,” explica Donoso.
Con la represión encima y la dirección local detenida, se buscó entre los militantes más jóvenes y menos expuestos para encargarles la tarea de organizar la salida de Chile del “Trosko” Fuentes. La responsabilidad recayó en “Carlos”, un estudiante de secundaria que militaba hacía poco en el MIR. En esa misión también participó “Fernando”, recién ingresado a la universidad y al partido. Ellos se encargaron de planificar la salida, asegurar el apoyo logístico y económico, coordinar a los ayudistas y determinar una ruta segura y transporte hasta la frontera. El “Trosko” Fuentes se ocultó en casa de “Fernando”.
Se planificó una primera salida en la segunda semana de octubre de 1973, en que el “Trosko” fue acompañado por Vercelotti y Espinoza, quienes sirvieron como sus guardaespaldas.
“Siempre he pensado que si el ‘Trosko’ debía elegir a alguien para ser su guardaespaldas, sería Vercelotti. El ‘Trosko’ tenía muy buena opinión de él y de Espinoza. Les tenía aprecio y cariño por la entrega, y por lo tanto, mucha confianza. Eso me consta, ya que muchas veces me lo manifestó en conversaciones,” afirma Juan Carlos García.
Ida y vuelta por el desierto
Al planificar la salida, “Carlos” se había contactado con un pequeño agricultor del Valle de Lluta, conocedor de rutas y con gran experiencia en pasos fronterizos. “Él trazó una ruta desde el punto exacto de partida, dando a conocer incluso referencias con las que debían encontrarse. Irían sólo tres: el ‘Trosko’, Tevito y Mario. Fuimos a dejarlos en un vehículo hasta el lugar en el Valle que me había señalado el agricultor. En el vehículo viajaban ellos tres y los acompañábamos Cacho Salcedo, un amigo de Cacho y yo. Esto ocurrió más menos a las 10 de la noche y nos despedimos de un abrazo. Las condiciones para hacer el recorrido eran bastante básicas: aparte de algunos enseres personales iban con una brújula. Recuerdo que el ‘Trosko’, por la imposibilidad de llevarla, dejó de regalo a ‘Fernando’ una manta que tenía un gran significado para él, porque había pertenecido a Luciano Cruz,” relató “Carlos”.
El plan era llegar en vehículo hasta el Valle de Lluta, cruzar la frontera a pie y avanzar 40 kilómetros hasta la ciudad peruana de Tacna. De hecho, ya lo habían hecho dos estudiantes universitarios del MIR poco antes. Habían logrado cruzar la frontera sin problemas, pero fueron arrestados casi de inmediato por la policía peruana y entregados a la policía de Chile. Los dos jóvenes terminaron presos en la cárcel de Arica.
Según Juan Carlos García, la salida de los universitarios hacia Perú había sido prematura. “Siempre escuché que el contacto era con la policía de Tacna. Había un acuerdo con los cubanos que consistía en que había que presentarse ante la policía de Tacna, y ellos los llevarían con los cubanos. Pero parece que ellos llegaron demasiado pronto, antes de consolidar los contactos,” dijo.
En el primer intento, el “Trosko”, Espinoza y Vercelotti caminaron en redondo por el desierto y regresaron a otro punto del Valle de Lluta; desde allí se movilizaron de regreso a Arica.
“Carlos” afirma que el “Trosko” entonces volvió a la casa de “Fernando” y los otros se fueron a los lugares donde habían estado hasta el día anterior.
La despedida
Espinoza vivió en casa de su hermana Clara hasta el día en que partió de Chile. “Después del golpe Pepe siguió viviendo conmigo y trabajando en la fábrica. Llegaba a la casa a almorzar y volvía al trabajo. Siempre andaba nervioso, preguntando si alguien había preguntado por él. Pepe tenía miedo de estar en Arica; me arranco o me matan, me decía,” cuenta Clara Espinoza.
Antes del siguiente intento de partida el 28 de octubre de 1973, Espinoza comenzó a despedirse de quienes más quería.
El día anterior, citó a su amigo de infancia, compañero en los scout y en la política, R.B.. “Estábamos afuera de la casa de su hermana Clara y él estaba con su sobrino Mauro en brazos. Me dijo que iba a ser la última vez que nos veríamos. Él tenía bien claro que no era fácil volver,” afirmó el amigo. Nunca más lo vio.
También visitó a una familia vecina de la población Juan Noé. La dueña de casa, Bernarda Lepe, acogía con frecuencia a los amigos de barrio y de scout de su hijo, entre ellos a Espinoza, por lo que la llamaban cariñosamente “la Abuela”.
Siendo una familia de militancia socialista, él pasaba muchas horas en su casa, dijo Lepe. “Yo era como su confidente, porque Pepe decía que su familia no lo comprendía, no compartían sus ideas políticas. Por eso se refugiaba con nosotros. Pepe era otro hijo para mí,” dijo.
Ese día lo esperaban Bernarda, su marido Sergio Gárate, su hija Patricia y un par de amigos. A ellos Espinoza les anunció que se iba de Chile.
Bernarda le pasó un anillo de oro con una piedra roja y le dijo: “Esto te va a servir, por lo menos lo puedes vender.” Espinoza dijo que lo guardaría como recuerdo.
“Pepe era una persona extraordinaria. Tenía una calidez humana que rara vez se encuentra. Tenía mucha llegada con todo el mundo,” comenta Patricia Gárate.
La familia Gárate jamás olvidó ese día. No sólo fue la última vez que vieron a Espinoza, sino también el día en que se llevaron detenido al jefe de hogar. En medio de la despedida, llegaron detectives a arrestar a Sergio Gárate, oficial de Aduanas y miembro del Partido Socialista.
“Cuando vinieron a detenerlo, los muchachos se pusieron muy nerviosos,” dijo Patricia Gárate. “Pero los detectives eran conocidos y ellos se apresuraron en detener a mi papá y llevarlo a la cárcel para evitar pasárselo a los militares. Mi papá estuvo detenido un año y medio en la cárcel de Arica.”
El día que partirían rumbo a Perú, Espinoza llevó a tres amigos a casa de su hermana Clara. Dos de ellos eran Tobar y Vercelotti, a quienes Clara ya conocía. Ella recuerda bien esa tarde, porque era su cumpleaños. No hablaron mucho. Ella les preparó once con huevos fritos y le cantaron el cumpleaños feliz.
Esa tarde, Espinoza le confidenció a su hermana que estaban sacando a una persona del país y se irían por los cerros hacia Perú, no por los pasos fronterizos; los estarían esperando en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima. Dijo que después se irían a Cuba y que pronto tendría noticias de él. Clara lloraba.
Clara le arregló un bolso y le pasó unas joyas. “Le dije que las cambiara por comida o cualquier cosa, porque no llevaba nada, sólo un poco de ropa. Llevaba un terno azul con corbata, porque decía que vestido con ese terno se iba a presentar ante Fidel Castro. Llevó unos ponchos, mantas, pantalones. Se fue con la chaqueta anaranjada que siempre usaba,” recuerda.
Los cuatro partieron al atardecer de pie por las calles de Arica, mientras Clara los seguía de la mano de su pequeño hijo Mauro. “Él me hacía señas para que me devolviera, pero yo lo seguía, llorando. Recuerdo que pasaban camiones militares. Después de unas cuadras, pasé a la casa de mi hermano mayor. Pepito se fue, se perdió, dobló la esquina y no lo volví a ver más,” relata.
Atravesar la frontera
Hacía poco que la Caravana de la Muerte comandada por el general Sergio Arellano Stark había abandonado Arica, tras dejar un reguero de muertos en la zona norte del país. El “Trosko” Fuentes seguía en la mira de los militares, pero Arellano y su comitiva no se imaginaron que recién se habían encontrado en la misma ciudad.
Se había movilizado una red de apoyo logístico entre militantes locales, amigos y ayudistas, incluso de otros partidos de izquierda. Esta vez, fueron guiados por el desierto por un peruano con experiencia en los recorridos de frontera y al que hubo que pagarle por el servicio, recuerda “Carlos”. El peruano los acompañaría a partir del kilómetro 25 del Valle, cruzarían juntos la frontera a pie, y luego los recogería un camión que los llevaría a Tacna.
“En esa oportunidad acompañé al ‘Trosko’ sólo hasta una calle de encuentro y fue recogido en un taxi en el que iban Tevito y Homero. Luego fueron recogidos Mario y Bruno, que esperaban en distintos lugares. La incorporación de Homero y Bruno corrió por cuenta del convencimiento de Tevito, ya que él consideraba necesario que salieran. Esta fue una situación que se resolvió apenas un par de días antes de esa salida,” afirma “Carlos”.
Esa noche, en un furgón Citroen, un ayudista llevó al “Trosko”, Espinoza, Tobar, Vercelotti y Bruno González hasta el valle, y desde ahí continuaron la travesía a pie.
Por varios meses, el amigo de Espinoza, R.B., siguió al peruano que los sacó de Arica. “Pero después alguien me dijo que el hombre había pisado una mina en la frontera y había muerto. La gente que yo conocía por el lado de Pepe estaba presa o había salido del país. Yo salí de Chile en diciembre de 1973, y no supe nunca más de él,” dijo.
Lo que sucedió, según le contó después el “Trosko” Fuentes a Juan Saavedra Gorriateguy (“Patula”) en La Habana, fue que el grupo fue detenido en la frontera por la policía peruana. Les quitaron todas sus pertenencias, y, es de suponer, también las joyas que Clara Espinoza y Bernarda Lepe le entregaron a Espinoza.
Temían ser devueltos a Chile, como ya había sucedido antes con los dos estudiantes universitarios que terminaron presos en Arica. Pidieron asilo político, pero les fue negado. Fueron trasladados a Lima.
“Pero los peruanos tenían la actitud de ayudar a los perseguidos chilenos de manera encubierta. El ‘Trosko’ me contó que ellos llamaron al cónsul cubano y él los ayudó a viajar a Cuba un par de semanas después,” recuerda Saavedra.
En el año que siguió, fueron detenidos “Carlos” y “Fernando”, los dos jóvenes ariqueños a cargo de la operación de sacar al “Trosko” del país, y casi todos quienes participaron de una u otra forma en ella, así como la nueva dirección local del partido. Era más de una veintena de detenidos.En enero de 1974, la novia de Homero Tobar en Arica, Miriam, recibió una carta suya timbrada en México avisando que se encontraba bien. La madre de Mario Espinoza recibió una carta similar de su hijo a inicios de 1974, también procedente de México. En la carta, Espinoza pidió que después de leerla, la destruyeran. La madre viajó a Iquique y le mostró la carta a uno de sus hijos, Raúl, quien hacía el servicio militar en el regimiento de esa ciudad. “La carta venía de México y en ella hablaba sólo generalidades. Después, mi mamá rompió la carta. No supimos más de él,” afirma Raúl.
El MIR había enviado esas cartas desde México, porque a esas alturas, “Mauro”, “Ricardo”, “Marco” y el “Trosko” Fuentes ya se encontraban en Cuba. El plan era recibir instrucción militar en Cuba y regresar clandestinamente a Chile para luchar en contra de la incipiente dictadura militar.
Establecer la retaguardia
Al llegar a Cuba el grupo fue alojado en el Hotel Presidente de La Habana, como lo hicieron muchos refugiados chilenos después del golpe. En diciembre de 1973, junto a otros militantes del MIR venidos de distintas partes, comenzaron a recibir instrucción militar en guerrilla urbana y rural. Primero estuvieron en Punto Cero y después en la Base Pinar del Río.
A pesar de ser severamente criticado por la Dirección Nacional de su partido por haber salido del país, el “Trosko” Fuentes fue nombrado por el Secretario General del MIR, Miguel Enríquez, como representante de la organización en Cuba. Debía encargarse de un primer grupo de instrucción militar y designó a “Mauro” como jefe del grupo. Según quien sería después su jefe en Cuba, Enérico García (“Fernando”), “Mauro” demostraba indiscutibles condiciones de liderazgo.
“Mauro era serio, responsable en el cumplimiento de las tareas que surgían de las necesidades del grupo. Alegre, divertido, buen amigo, solidario, siempre dispuesto a colaborar. No era aún un dirigente formador de otros cuadros, pero se avizoraba en él un proyecto más que interesante de militante y combatiente mirista,” lo describe García.
El grupo a cargo del “Trosko” pasó cerca de un año en distintos cursos de instrucción. El plan era prepararse militarmente en la isla y reingresar clandestinamente a Chile. Sin embargo, no se daban las condiciones para el retorno. El MIR era duramente golpeado, las comunicaciones con el partido en el interior eran extremadamente difíciles, y no había cómo asegurar una estructura de apoyo para la llegada de militantes desde el exterior, afirma Enérico García.
En los primeros meses de 1974, llegó a Cuba el dirigente del MIR Edgardo Enríquez, el “Pollo”, hermano del secretario general del MIR. El “Pollo” quedó en la jefatura del partido en La Habana, mientras que el “Trosko” Fuentes preparaba su traslado a Argentina.
En ese lapso, algunos militantes abandonaron la tarea militar, incluyendo Bruno González, quien había salido con el “Trosko” desde Arica. Entró en conflicto con la política del MIR, y a fines de 1974 se integró al MAPU en La Habana.
Con las condiciones en Chile desfavorables para el retorno, el MIR había decidido establecer una retaguardia en Argentina. Ese país serviría como base de operaciones mientras se trasladaban militantes, recursos y medios hacia Chile. Además, los cuadros del MIR entrenados en Cuba tendrían un teatro de operaciones donde foguearse para lo que esperaban sería la lucha en Chile, y al mismo tiempo apoyarían a las organizaciones revolucionarias argentinas.
Aún faltaba un año para el golpe militar en Argentina, y las organizaciones de izquierda en ese país estaban en pleno auge. La relación entre el Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) de Argentina y el MIR eran óptimas. Apenas producido el golpe de Estado en Chile, el máximo dirigente del PRT, Mario Roberto Santucho, instruyó hacer llegar una valija con un millón de dólares al MIR en Chile y ofrecerle ayuda para sacar a sus militantes de Chile e ingresarlos a Argentina. (NOTA AL PIE 4)
“La relación política del MIR con el PRT era importante y estrecha. El PRT era, además, nuestra principal fuente financiera. Teníamos expectativas de que en la medida en que avanzaba la lucha en Argentina, podríamos crear una retaguardia para operar en Chile,” afirma el entonces dirigente del MIR Andrés Pascal Allende.
Al iniciarse 1974, muchos militantes del MIR y de su organización hermana en Uruguay, el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, refugiados en Argentina, se habían incorporado al PRT-ERP. En febrero de ese año, Santucho presentó públicamente el documento fundacional de la Junta Coordinadora Revolucionaria (JCR) que integraban el ERP argentino, los Tupamaros de Uruguay, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Bolivia y el MIR de Chile y que ya venía incubándose desde hacía un tiempo. Con los últimos tres países bajo bota militar, la JCR se concibió como una coordinadora de organizaciones revolucionarias que se brindaría apoyo mutuo en lo militar, logístico y económico para avanzar la revolución armada en cada uno de sus países. La JCR tuvo su base central clandestina en Buenos Aires.
Cada organización designó a un representante ante la JCR, y el MIR delegó esa tarea a Edgardo Enríquez. Entre otras cosas, él se encargó de la red de militantes chilenos que ingresaban clandestinamente a Argentina para eventualmente partir a combatir en Chile.
De las organizaciones que participaron en la JCR, el PRT-ERP argentino era la que se encontraba en mayor expansión, y a partir de marzo 1974 comenzó a preparar un foco guerrillero en la provincia de Tucumán, creando la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez. La Compañía se dedicó inicialmente a tareas de entrenamiento hasta fines de mayo de ese año, cuando comenzó a operar. Entre su centenar de combatientes se encontraban varios chilenos.
En ese contexto y con ese plan, el “Trosko” Fuentes se trasladó a Argentina para preparar las condiciones para el ingreso de más militantes chilenos, quienes participarían con el PRT-ERP tanto en unidades urbanas como en la Compañía de Monte. Sería su prueba de fuego y trampolín hacia Chile. Entre los que debían participar estaban Mario Espinoza, Jorge Vercelotti y Homero Tobar, los muchachos de Arica.
La casa de la calle 68
El “Trosko” Fuentes partió a Buenos Aires en septiembre de 1974. Fue reemplazado en La Habana en sus tareas de atender a los exiliados del MIR y a los grupos que se estaban formando militarmente por Juan Saavedra (“Patula”), quien había llegado a Cuba en marzo de ese año.
Del grupo original en instrucción quedaron sólo siete: Homero Tobar Avilés (“Ricardo”), Jorge Vercelotti Muñoz (“Marco”), Mario Espinoza Barahona (“Mauro”), Heriberto Leal Sanhueza (“Miguel Ángel”), Miguel Orellana Castro (“Pablo”), Claudio Ocampo Alonso (“Juan”, paraguayo) y Luis Alberto Barra García (“Alejo”). Mario Espinoza también era conocido como “Mauro 2” porque ya había un dirigente del MIR en Cuba que usaba el mismo nombre político.
El paraguayo Claudio Ocampo (“Juan”), entonces de 26 años, se había integrado al MIR tras llegar a Chile becado para estudiar pedagogía durante el gobierno de la Unidad Popular. Su padre había sido entrenador de fútbol en el Club Nacional de Paraguay y se trasladó con su familia a Ecuador, donde Claudio vivió gran parte de su infancia y adolescencia junto a sus tres hermanos mayores. En Ecuador, ingresó a la facultad de química de la Universidad de Quito, pero decidió trasladarse a Chile durante el gobierno de Allende, como lo había hecho un tío poco antes. Tras el golpe militar, se asiló en la embajada de Panamá por más de un mes.
“Mi padre viajó a Santiago a ayudar a conseguir el salvoconducto para sacarlo del país. Viajó a Panamá, luego pasó a México y después a Cuba,” relata su hermano, Milton Ocampo.
Claudio Ocampo llegó a Cuba a fines de 1973 con su compañera chilena y una pequeña hija y al poco tiempo se incorporó a las tareas del partido.
“Juan era reconcentrado, trascendente, nada para él era banal, todo era importante. Era un gran conversador, desconfiado, con mucho compromiso con la causa, con el partido, con una visión de la revolución quizás más integradora. No hablaba de su historia personal ni de su país de origen. No aceptaba la posibilidad de la deslealtad. Eso lo hacía potente en el grupo, y un buen cuadro militar,” dice Enérico García, su jefe político en La Habana.
Tras un año en escuelas cubanas, en diciembre de 1974 el grupo comenzó a recibir formación de parte de instructores del MIR en las áreas de inteligencia, educación política, métodos conspirativos, documentación y fotografía, entre otras. Tenían jornadas completas de instrucción todos los días.
Continuaban con la formación propia, cuando en febrero de 1975 llegó a Cuba Enérico García, quien había estado preso en Chile después del golpe militar. Él se hizo cargo de continuar la tarea de preparar pequeños grupos para ingresar clandestinamente a Chile. Su ayudante en esa tarea era Juan Lara Muñoz. (NOTA AL PIE 5).
García era responsable de cuatro pequeños grupos que recibían instrucción especializada por área. “Patula” pasó a hacerse cargo del grupo de Documentación. Un segundo grupo se dedicó al área de Comunicaciones. La unidad encabezada por “Mauro” se especializó en Guerrilla Rural.
El cuarto grupo eran ex militantes socialistas que ya se encontraban en Cuba recibiendo instrucción militar al momento del golpe militar, y que en 1975 dejaron su partido para incorporarse al MIR. En esa transición, ellos participaban en una “micro-brigada”; vivían juntos y trabajaban en la construcción mientras se iban integrando a su nuevo partido.
Los cuatro grupos vivían compartimentados en distintas casas de La Habana. El grupo de “Mauro” vivía en una casa de color amarillo opaco en la calle 68, y por eso se le conocía como “la casa de la 68”. Tenían estricta prohibición de contactarse o frecuentar a otros chilenos en la isla. Vivían en el segundo piso de la casa y en el primero residía una familia cubana. Para esa época, Ocampo se había separado de su pareja chilena y Espinoza iniciaba una relación amorosa con una cubana, que se mantuvo hasta su salida a Argentina.
“El grupo que componía la casa 68 tenía las características que en general marcaban la joven militancia mirista de aquella época: un compromiso social a toda prueba, un afán de participación directa en las luchas populares, un compromiso en la búsqueda del hombre nuevo que pregonara el Che y no escatimar esfuerzo ni sacrificio en su militancia,” afirma Enérico García.
El desmantelamiento del MIR en Argentina
El “Pollo” Enríquez ingresó clandestinamente a Argentina en mayo de 1975. Ese mismo mes, fue detenido el “Trosko” Fuentes al entrar a Paraguay desde Argentina junto a Amílcar Santucho, hermano del máximo dirigente del PRT-ERP.
El arresto del “Trosko” Fuentes en Paraguay y su traslado a centros de tortura clandestinos en Chile cuatro meses más tarde marcó el inicio de las operaciones conjuntas de los servicios de seguridad de los países del Cono Sur conocido como la Operación Cóndor. En la captura de Fuentes y Santucho participaron efectivos de Argentina, Paraguay y Chile, y abrió una veta de información extraída bajo tortura por los servicios de inteligencia de los tres países que a la larga llevaría a la detección y posterior detención de prácticamente todo el contingente del MIR en Argentina.
Jorge Fuentes Alarcón fue detenido y bestialmente torturado en Paraguay hasta septiembre de 1975, cuando fue entregado a agentes de la DINA chilena, quienes lo trasladaron a Chile. Fue visto en el centro clandestino de Cuatro Álamos y después en Villa Grimaldi, desde donde desapareció en enero de 1976.
En los meses que siguieron el arresto del “Trosko” Fuentes en Paraguay fue aniquilada gran parte de la dirigencia rural de la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez, iniciando su declive. Durante el año y medio de esfuerzos por desarrollar ese foco guerrillero en Tucumán – en el que debían combatir los miristas que se preparaban en Cuba – murieron en combate media docena de chilenos: Rubén Estrada (“Sergio”), Jaime Miguel Vergara (“César”), “Luciano”, “Marcelo”, el sueco y militante del MIR chileno, Dag Arne Runing (“Julio”) y Domingo Villalobos Campo, conocido como el “Sargento Dago”.
Mucho antes del golpe militar del 24 de marzo de 1976 en Argentina, ya estaba operando la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) y se libraba una guerra sucia subterránea en contra de la izquierda en ese país. “La situación era extremadamente frágil. El MIR prácticamente no tenía aparato en Argentina y recién a comienzos de 1976 se estaba montando uno,” afirma Andrés Pascal.
Fue en ese contexto en que la dirigencia del MIR en La Habana aceleró los preparativos para enviar combatientes a colaborar con la JCR.
Enérico García debía ser uno de los primeros en viajar a Argentina para, junto con el “Pollo” Enríquez, preparar el ingreso de los demás y el posterior traslado clandestino a Chile. Pero él mismo advirtió a la jefatura del MIR de que no estaban las condiciones para garantizar la seguridad de los grupos una vez en Argentina.
Sin embargo, el encargado del Comité Exterior del MIR en Cuba, Manuel Cabieses, aseguraba que la situación estaba controlada, porque así le estaba informando Edgardo Enríquez desde Argentina. El segundo de Enríquez en Buenos Aires era el argentino Patricio Biedma Schadewaldt (“Nico”), quien se había incorporado al MIR en Chile, donde vivía desde 1968; Biedma había regresado a Argentina después del golpe militar en Chile.
La dirigencia del MIR en Cuba decidió que partiera el primer grupo, el de la casa de la 68 y García se quedó en La Habana. Los miembros del grupo liderado por “Mauro” salieron de La Habana de manera escalonada a partir de diciembre de 1975, llegando a Argentina algunas semanas después. Todos iban con identidades y pasaportes falsos de distintas nacionalidades y pasaron por Praga y otras ciudades de Europa antes de llegar a París. Ahí recibieron su misión, itinerario, contactos en Argentina y las últimas instrucciones del partido.
Espinoza fue el primero en salir en diciembre de 1975. Lo siguieron ese mismo mes Jorge Vercelotti, Claudio Ocampo y Miguel Orellana. En febrero de 1976 salió Heriberto Leal y en marzo, Homero Tobar. Los primeros llegaron a Argentina en febrero de 1976.
Antes de partir, y como era la costumbre, cada uno dejó escrita una carta a su familia que el MIR debía entregar en caso de muerte. Sólo la familia de Vercelotti la recibió, muy poco después.
Mientras los militantes de la “casa de la 68” se establecían en Argentina, en marzo de 1976, por diferencias políticas con el partido, García fue expulsado del MIR y se trasladó a la ciudad cubana de Santa Clara. No regresaría a La Habana ni al MIR hasta 1978, por lo que nunca pudo hacer seguimiento del grupo qu
Muertos por la Triple A
El plan para el grupo encabezado por “Mauro” era ganar experiencia combativa junto al PRT-ERP en la guerrilla rural en Tucumán, fortalecer a la JCR y establecer una retaguardia en Argentina para el eventual ingreso clandestino a Chile. Esa etapa no debía extenderse más de seis meses. Originalmente, debían integrarse a la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez, pero a esas alturas, la compañía estaba prácticamente desarticulada y el PRT-ERP había sido infiltrado y estaba siendo duramente perseguido. Por lo tanto, a pesar de su especialización en guerrilla rural, los seis debieron integrarse a grupos operativos urbanos del PRT-ERP en distintas zonas de Buenos Aires y otras ciudades.
Al llegar a Argentina a principios de 1976, algunos de ellos se quedaron un tiempo en una casa de seguridad de la JCR en Del Viso, en el norte de la provincia de Buenos Aires, donde vivía el matrimonio argentino compuesto por Osvaldo Bartolini y Susana Gabelli. A esa casa también había llegado en diciembre de 1975 desde la Compañía de Monte la militante del ERP Susana Islas. De a poco, se irían distribuyendo en distintas tareas y casas de seguridad del PRT.
A mediados de marzo de 1976, sólo Jorge Vercelotti, Claudio Ocampo y Susana Islas permanecían en la casa de Del Viso, junto con la pareja argentina. Desde ahí fueron secuestrados todos menos Susana Islas el 18 de marzo. Islas logró sobrevivir porque llegó más tarde a casa.
Los cuerpos de Bartolini y Gabelli fueron hallados el 20 de marzo de 1976 lejos del sector.
Vercelotti y Ocampo fueron encontrados al día siguiente en la vía pública en Ciudadela, en las afueras de Buenos Aires. De acuerdo al expediente judicial de la época, Vercelotti estaba totalmente desnudo y Ocampo se encontraba sólo con pantalón. Ambos estaban vendados y amordazados, y en sus espaldas les habían pegado con tela adhesiva los pasaportes falsos con los que habían ingresado al país. Al interior de ambos pasaportes se encontraron tres papeles idénticos. Uno decía “Junta Coordinadora Revolucionaria – ELN – MIR – ERP – MLN”, el segundo decía “MIR”, y el tercero era un volante titulado “Comando General, 3 AAA, Parte de Guerra nº 1”.extracto
Mario René Espinoza Barahona "Mauro" Desaparecido en 1976
Fuente :desaparecidos.org
Categoría : Prensa
Tenía 25 años
Mario Espinoza Barahona era militante del MIR de la ciudad de Arica, en el norte de Chile. Al momento del golpe militar en Chile, trabajaba en una fábrica. También había sido conscripto voluntario de la Defensa Civil. En el MIR, usó la chapa "Mauro".
Salió clandestinamente de Chile hacia Perú a fines de octubre de 1973 junto con otros compañeros del MIR, Homero Tobar Avilés y Jorge Machuca Muñoz, quienes también desaparecerían en Argentina en 1976. Los tres habían acompañado a salir del país al dirigente del MIR, Jorge Fuentes Alarcón, quien posteriormente fue víctima de la Operación Cóndor, en 1975.
De Perú viajó a Cuba, donde formó parte de los grupos del MIR que se preparaban para reingresar clandestinamente a Chile a luchar en contra de la dictadura militar. Sin embargo, se optó primero por ingresar a Argentina e integrarse al PRT-ERP mientras se preparaban las condiciones para el ingreso a Chile. Mario Espinoza salió de La Habana en diciembre de 1975, llegando a Buenos Aires pocas semanas después, con un pasaporte a nombre de "Mauro Alvarez Marinello".
En Argentina, "Mauro" participó en la Columna Norte del PRT-ERP. Vivía en una casa de Junta Coordinadora Revolucionaria en Del Viso.
En algún momento de julio de 1976, probablemente en la segunda quincena, es secuestrado junto a otro compañero que no ha podido ser identificado y que usaba el nombre "Salvador".
Fue llevado a un centro de detención que no se ha podido confirmar, antes de ser llevado a Automotores Orletti a fines de agosto de ese año. Según un testigo sobreviviente de Orletti, "Mauro" fue interrogado por oficiales chilenos dentro de Orletti antes de desaparecer. Allí fue visto junto al chileno Patrico Biedma
Nunca se denunció la desaparición de Mario Espinoza, por lo que no aparece en los informes oficiales de derechos humanos de Chile o Argentina. Sin embargo, figura como el chileno "Mauro" en el informe de la CONADEP argentina, bajo el número 10015, pero sin que se haya podido confirmar su verdadera identidad hasta 2008.
Pedido de información sobre Mauro
Yo militaba en PRT-ERP, un compañero me preguntó si podía vivir en mi casa un compañero del MIR, le pregunté a mi mamá y me dijo que sí y ahí apareció el Compañero Mauro, delgadito, con una linda sonrisa, suave, tierno y lo llevé a mi casa que quedaba cerca de Villa Celina.
Desde entrada ocupó en mi casa el lugar de un hijo para mi mamá, de un compañero de travesuras para mi sobrino de 10 años y un amigo para mi hermano que tendría mas o menos la edad de él.
Empezamos a recorrer la zona norte del Gran Buenos Aires, le mostré las fábricas, en especial la Ford ,pues estaba rodeada de milicos, le enseñé las comisarías, como viajar, que medios de locomoción tenía para tal destino.
Me contó que había salido de Chile hacia Francia, de ahí había pasado a Cuba y de ésta a México.
Se paraba en la puerta del jardín de mi casa y le encantaba mirar las niñas, como él decía. Una vez me dijo que estaba enamorado de una compañera pero no paso de ahí.
Estuvo tres meses en casa y luego se fue a vivir a Zona Norte a una casa operativa, comenzando los fríos apareció en casa y lo vimos contento. Nos dijo que la próxima vez nos iba a traer nueces porque donde vivía había muchos nogales. Esa fue la ultima vez que lo vi y esto fue en 1976, nunca mas supe de él, supe que había tenido dos enfrentamientos pero estaba con vida, pero al no volver más a casa supe y me di cuenta que algo le tenía que haber pasado.
Me enteré, creo fue en julio, vivía en una casa de la JCR, y esa casa fue allanada, y también me enteré que paso por Orletti.
Mauro no cantó mi casa, pero si lo hubiera hecho lo hubiera comprendido, no hay limite para el dolor, ante tanta barbarie yo misma no sé que hubiera hecho.
En el año 1986 fui a la Vicaría de Chile y comenté este caso pero sólo teníamos el nombre de guerra, "Mauro", así que no se pudo hacer nada, inclusive miraba fotos pero no había ninguna dé él, eso también me llevó a pensar que a lo mejor había podido salir del país y se hubiera salvado. Pero igual lo busqué desde 1976 hasta ahora que a través de un trabajo de investigación de una periodista, se supo que la última vez que lo vieron creo fue Orletti.
Mi querido y entrañable compañero, hermano, amigo Mauro con todos los ausentes que te amaron , mi mamá, mi sobrino, mi hermano y yo te decimos
¡ COMPAÑERO MAURO HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!
María
En mitad de una época, en que los ideales resaltaban más que nunca en el tiempo, las juventudes alzando las banderas a la lucha y con la canción "el extraño de pelo largo", sonando en las radios; partiste, tío querido, dejándome sólo el mezquino recuerdo de correr hacia tus brazos, mientras esperabas que llegara hacia ti, sólo dos, esos son para mí, sólo dos recuerdos de ti, pero tan vivos y tan hermosos, que eso me basta para saber que debiste haber sido un ser espectacular. Te he buscado con tanta intensidad, te necesito con toda la verdad para entregársela a mi familia, pero allá vamos, caminando hacia la reconciliación y la verdad; si ya te haces mas visible, ya casi se te siente, has venido a remover recuerdos y ha sacudir sentimientos, seguiré buscando por ti, seguiré tras la verdad, seguiré corriendo con los brazos abiertos hacia ti, espéranos que toda la familia va conmigo, sólo que mientras la espera se va angostando, sigamos escuchando aquella canción, para que así el tiempo se haga más corto y más tolerable, en tus ideales esperabas que nuestros países caminaran hacia un destino mejor; como te sorprenderías al ver los grandes cambios de el Chile de hoy y Latinoamérica toda, falta aún mucho por realizar, pero al camino está, el cemento también, las herramientas dispuestas y nuestras manos listas para realizar la pavimentación, te recordamos todos, vives en nuestras mentes, se me antoja imaginarte riendo como siempre y que te alejaste sabiendo que lo que hacías, lo hacías con el total convencimiento de que estaba en relación a tus ideas, desde aquí, sólo en otra dimensión espero alzar aquella bandera junto a ti, en algun tiempo.
¡Que bien cantar que vamos a luchar, será mejor el tiempo que vendrá!
Pepe se ocultó el mismo 11 de septiembre en la casa de uno de nuestros amigos y fue visitado en ese lugar, alcanzandose a despedir de quien era su novia hasta ese día, aproximadamente el día 15 de septiembre, fue trasladado a una casa en el Valle de Lluta al norte de Arica, en el cual estuvo un par de días. Se contactó a un repartidor de diario que tenía contacto con traficantes peruanos para que pudieran trasladarlo junto a otras dos personas que no son los que uds. nombran a la ciudad de Tacna-Perú a través del desierto. Con posterioridad a esa fecha mi hermana que había sido la novia de Pepe me señaló que lo había divisado en Arica (probablemente estuvo con él), esto creo que coincide con el hecho que probablemente volvió a ingresar y luego salió en el mes de Octubre, como uds. lo indican. También sabemos que posterior a esta fecha, estuvo en la casa de una amiga nuestra (esto lo contó ella misma, luego que le señalamos todo lo que sabíamos y que eran hechos ciertos) en Santiago de Chile, lamentablemente tuvo que dejar la casa, ya que dicha familia estaba arriesgando demasiado con su estadía, ella no recuerda cuando fue exactamente. Esto era lo único cierto que sabiamos, el resto fueron rumores, como que estuvo combatiendo en Nicaragua y otras historia que nunca fueron confirmadas. La familia nunca hizo ninguna denuncia, ya que siempre tuvieron la esperanza que el estaba seguro en el extranjero, al igual que otras personas que debieron dejar nuestro país, pero siempre quedó la duda, ya que nunca se comunicó con ellos.
De acuerdo a lo conversado con la familia en el día de ayer, hace poco tiempo dos hermanas y un hermano de Pepe viajaron desde Arica y La Serena a entregar muestras de ADN para ver si lograban identificar a algunos de los cuerpos que aún no han sido identificados, ya que se sabe que algunos cuerpos fueron traladados desde Argentina a Chile en su oportunidad.
Héctor y Hermanos Scout del Grupo de Guias y Scout Muchachos de San Jorge de Arica Chile. (Pepe compartió su niñez y su juventud en nuestro Grupo Scout)
La dictadura chilena
Fuente :mpf.gob.ar sin fecha
Categoría : Prensa
Entre diciembre de 1975 y febrero de 1976 llegaron a Buenos Aires seis miembros del MIR que provenían de Cuba, para trabajar a las órdenes de Edgardo Enríquez: Mario Espinoza Barahona, Lorenzo Homero Tobar Avilés, Claudio Ocampo Alonso y Jorge Ángel Machuca o Vercelotti Muñoz, Miguel Orellana Castro y Heriberto Leal Sanhueza. Todos ellos habrían sido víctimas de las redes de coordinación represiva, siendo muertos en Argentina o encontrándose desaparecidos. Lo sucedido con los primeros cuatro está siendo investigado en el marco de la causa 4955 por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N° 7, mientras que lo sucedido con Miguel Orellana Castro es objeto de análisis en este juicio.
En julio, fueron secuestrados y llevados a Automotores Orletti, Patricio Biedma, que reemplazó a Edgardo Enríquez en su papel de responsable del MIR en Argentina y enlace con al JCR y probablemente también Mario Espinoza Barahona, circunstancia esta última que, como ya mencionamos, está siendo investigada en instrucción.