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Hernández Díaz José Ricardo – Memoria Viva

Hernández Díaz José Ricardo

Rut:

Cargos:

Grado : Cabo 2º

Rama : Carabineros

SIRE
Segunda Comisaría de Puerto Montt


Rol 10.854: episodio “Dagoberto Cárcamo Navarro y otros, Homicidio de camino a Pelluco”

Fuente :Poder Judicial, 28 de Octubre 2017

Categoría : Judicial

B.- Que en horas de la madrugada del 18 de Octubre de 1973 bajo la vigencia del toque de queda en la población, una patrulla de funcionarios de dotación de la Segunda Comisaría de Carabineros, ubicada en calle Guillermo Gallardo N°519 de Puerto Montt, sacó de esa unidad policial a Dagoberto Segundo Cárcamo Navarro, José René Argel Marilicán, Carlos Mansilla Coñuecar, Jorge Melipillán Aros, José Armando Ñancumán Maldonado y Adolfo Omar Arismendi Pérez, que permanecían allí detenidos, trasladándolos en vehículos motorizados hacia inmediaciones del camino hacia el balneario Pelluco; en un momento dado se detuvieron, los hicieron descender del móvil y bajo la orden del Capitán Miguel Onofre Vidal Vidal, procedieron a dispararles provocándoles heridas, ya sea en el cráneo, cara, tórax o abdomen, las que les provocaron la muerte. Recogieron los cadáveres y los depositaron en la morgue de la ciudad.

SEXTO: Que prestando declaración indagatoria ISIDORO MIGUEL AZOCAR ANDRADE, de fs. 389 a fs. 392, en lo sustancial y pertinente señala, que en 1973 tenía el grado de cabo primero y formaba parte de la dotación de la Segunda Comisaría de Puerto Montt, realizando funciones de orden y seguridad, que consistían en cumplir los servicios de patrullaje que ordenaba la jefatura. Ahora respecto al hecho investigado acota que en aquella fecha la Segunda Comisaría estaba a cargo del subcomisario Miguel Onofre Vidal Vidal, ya que el comisario mayor Caupolicán Arcos Albarracín, había sido designado como jefe del SIM, aquel día al parecer a principios de Octubre se encontraba saliente del tercer turno de patrullaje, que finalizaba a las 00:00 horas, en compañía del cabo segundo Ricardo Hernández Díaz, fue notificado por el capitán Miguel Onofre Vidal Vidal que debía quedarse junto al cabo Hernández para cumplir una misión, más tarde alrededor de las 01:00 horas el capitán Vidal les ordenó subir la parte posterior de un furgón marca Fiat de colores institucionales, a cargo del mencionado capitán, acompañado del teniente Adolfo Navarro Palma, el sargento Segundo Juan Barría Igor y conducido por el sargento Segundo Juan Desiderio Soto , estos últimos, Barría y Soto, cumplían servicio de cuarto turno.

Atestigua que en el calabozo del furgón iban entre cuatro a seis jóvenes detenidos, quienes no iban esposados y él junto al cabo Hernández Díaz se colgaron en la parte posterior del furgón junto con el sargento Barría y el carro policial tomo dirección camino a Pelluco, unos 500 metros antes del monolito que tiene forma de barco, ubicado actualmente en ese sector, el vehículo se detuvo sobre la pista derecha de la calzada, se bajó el capitán y ordenó bajar a los detenidos, luego hizo avanzar a estas personas en dirección a Pelluco, lo que hicieron caminando, a la vez ellos (Carabineros) se ubicaron en línea delante del furgón, esto último por propia iniciativa, todos portando fusil SIG, arma que es peligrosa y que al dispararla culatea, cuando estas personas todos varones, se alejaron unos 10 metros por delante del furgón y de espalda a ellos el capitán les ordenó dispararles.

Expresó que en un momento pensó en negarse pero se dio cuenta de que eso era algo irregular y que en el futuro podía tener consecuencias. Además era una orden emanada fuerte y claramente de su superior, si no la cumplía podía tener efectos como consejo de guerra, la baja, etc. De este modo los 5, el capitán Vidal, el teniente Navarro, Sargento Barría, el cabo Hernández Díaz y el declarante, sin contar con el chofer que era el Sargento Soto, comenzaron a dispararles con sus fusiles SIG, contando alrededor de cinco tiros cada uno hasta que los jóvenes detenidos quedaron inmóviles en el suelo cubiertos de sangre, precisando que el fusil puede disparar ráfagas o tiro a tiro y que él lo hizo de esta última forma, luego entre todos subieron los cuerpos al furgón y los trasladaron hasta la morgue del hospital base de esa ciudad.

Una vez en el hospital sacaron unas camillas que había en el lugar y fueron bajando los cuerpos hasta que los dejaron a todos en la morgue. Una vez que terminaron con el trabajo en la morgue, regresaron a la comisaría alrededor de las 03:00 horas, retirándose cada uno a sus hogares y nunca comentaron nada acerca del hecho acontecido. Manifiesta que nunca se le citó a declarar a ninguna parte. Al día siguiente hizo su turno, se retiró de la comisaria a la 03:00 horas, se dirigió a su hogar a las 0:340, se acostó y se levantó alrededor de 11:30 horas, dirigiéndose nuevamente a pie a la comisaría. Adosa que al recoger los cadáveres su uniforme se manchó con sangre. Por ello su señora le consultó sobre esta situación y le manifestó que había sido en un riña. Añade que el furgón también quedó con sangre y que el aseo debe haberlo hecho el chofer del cuarto turno, el Sargento Soto.

Comunica que no le pareció extraño tener que salir armados con fusiles SIG ese día ya que en aquel tiempo debían salir a todas partes equipados con dos cascos, uno de fibra y otro de acero, un fusil SIG y cien tiros cada uno. Añade que luego de este hecho quedó muy choqueado por lo que concurrió a Puerto Varas a consultar con el médico Félix Raimann y se le dio una licencia por 12 o 15 días, explicita que al médico no le dijo absolutamente nada de los hechos en que había participado.

En declaración de fojas 724 a fojas 727, donde ratifica lo expuesto en su declaración anterior, puntualizando además lo siguiente, que en 1973 tenía 29 años de edad, era soltero ostentaba el grado de cabo primero y formaba parte de la dotación de la Segunda comisaría de Puerto Montt, cumplía funciones de orden y seguridad que consistían en prestar los servicios de patrullajes que ordenaba la jefatura. En relación a la muerte de seis jóvenes en el sector camino a Pelluco, y en respecto a lo que señala el capitán Miguel Vidal Vidal, según acta que en fotocopia autorizada se agregó a fojas 722, afirma en forma rotunda que lo señalado por ese oficial es falso y no corresponde a la verdad, pues los hechos ocurrieron de la forma en que él lo narró en la declaración previa. En la época en que ocurrieron esos hechos la segunda comisaría estaba a cargo del subcomisario Miguel Onofre Vidal Vidal, pues el Comisario Mayor Caupolicán Arcos Albarracín, había sido designado jefe del SIM (Servicio de Inteligencia Militar), servicio encargado luego del once de septiembre de 1973 de recabar o recibir información, detener personas, y llevarlas al cuartel de investigaciones que estaba ubicado en calle Serena con Egaña. Narra que alrededor de comienzo de octubre de 1973 y cuando estaba saliente del tercer turno de patrullaje que finalizaba a la 00:00 hrs., junto con el cabo segundo Ricardo Hernández Díaz, fueron notificados por el subcomisario capitán Miguel Onofre Vidal Vidal que debían quedarse para cumplir una misión, más tarde, alrededor de las 01:00 horas, el capitán Vidal les ordenó que subieran a la parte posterior de un furgón marca Fiat, de colores institucionales, el cual iba a cargo del capitán Vidal, acompañado del subteniente Adolfo Navarro Palma, el sargento segundo Juan Barría Igor y conducido por el sargento segundo Juan Desiderio Soto, estos últimos, Barría y Soto, cumplían el servicio de cuarto turno. Al salir de la comisaría el capitán Vidal les dijo que debían ir a un procedimiento “a despachar a unos fulanos” nada más. En esa ocasión en el calabozo del furgón iban cuatro o seis jóvenes detenidos quienes no iban esposados por ello el deponente junto al cabo Hernández Díaz se colgaron en la parte posterior del furgón junto al sargento Barría y el carro policial salió en dirección al camino a Pelluco. Es enfático en señalar que cuando con Hernández abordaron el furgón ya se encontraban en el furgón los seis jóvenes a los que se refirió y no es efectivo que hayan pasado por el cuartel de investigaciones para retirar a algunos de ellos. Puesto en marcha el vehículo que conducía el sargento segundo Juan Desiderio Soto, avanzaron por el camino en dirección a Pelluco, varios kilómetros hacia el oriente. Añade que a Pelluco hay cinco o seis kilómetros de distancia. Agrega que el camino en esa época ya estaba pavimentado y poco antes de llegar a la estructura de cemento que tiene forma de barco, unos quinientos metros antes el vehículo se detuvo sobre la pista derecha de la calzada, se bajó el capitán y ordenó bajar a los detenidos, cosa que hicieron, el capitán hizo avanzar a estas personas en dirección a Pelluco, lo que hicieron caminando, a la vez ellos por propia iniciativa se ubicaron por delante del furgón en línea. Reitera que lo hicieron por propia iniciativa no por orden del capitán y agrega que todos portaban fusil SIG, arma que es peligrosa y que al dispararla culatea, cuando aquellas personas, todos varones se alejaron unos 10 metros por delante del furgón y de espaldas a ellos el capitán les ordenó dispararles, orden que cumplieron. Puntualiza que está seguro de la ubicación del lugar que ha señalado como sitio del suceso. Preguntado acerca de si estaba en condiciones de negarse a cumplir la orden de integrar la patrulla o de disparar, responde que lo pensó, pero se dio cuenta de que eso era algo irregular y que en el futuro podría tener consecuencias, que era una orden emanada en forma clara y decidida de su superior, no cumplirla en aquellos días podía tener efectos tales como la baja y consejo de guerra y él estaba recién casado formando su matrimonio. Luego de ese modo ellos cinco, es decir, el capitán Vidal, el teniente Navarro, Sargento Barría, cabo Hernández Díaz y él, sin contar con el chofer que era el sargento Soto comenzaron a dispararles con sus fusiles SIG contando alrededor de cinco tiros cada uno, hasta que los jóvenes detenidos quedaron inmóviles en el suelo, cubiertos de sangre, no fue necesario ningún tiro de gracia. El uniforme que vestían en esa ocasión Hernández y él como salientes de turno, estaba compuesto de blusa, pantalón recto con botas comando y terciado de cuero café, con cinco cargadores cada uno de 20 tiros calibre 7.62. Aclara que el fusil puede disparar ráfagas o tiro a tiro, en el caso de él, lo hizo de ésta última manera. Enseguida entre todos subieron los cuerpos al mismo furgón y los trasladaron hasta la morgue del hospital base de esa ciudad. El furgón era cerrado en su parte posterior mediante dos puertas metálicas las que dejaron bien aseguradas, de manera que no es efectivo de que se haya caído alguno de los cadáveres. Una vez en el hospital sacaron unas camillas que había en el lugar y fueron bajando los cuerpos hasta que los dejaron a todos en la morgue sin que nadie les preguntara nada. Posteriormente una vez que terminaron con el trabajo en la morgue regresaron a la comisaría llegando a esta alrededor de las 03:00 hrs. y luego se retiraron cada uno a sus hogares y los que estaban de servicio, Barría y Soto continuaron con su servicio de cuarto turno, sin comentar nada nunca más en lo relativo a los hechos acontecidos, así como tampoco nunca se les citó a declarar a ninguna parte. Al día siguiente les correspondía asumir el segundo turno que comenzaba a las 13:00 hrs. y terminaba a las 20:00 hrs. de ese modo se retiró de la comisaría a las tres de la madrugada y se dirigió a pie a su hogar, al que llegó alrededor de las 03:40 y se acostó, levantándose alrededor de las 11:30 hrs. y nuevamente se dirigió a pie a la comisaría. Al recoger los cadáveres su uniforme se manchó con sangre, su esposa le consultó sobre eso y le dijo que había sido en una riña y no preguntó más. Arguye que el furgón también quedó con sangre y el aseo lo debe haber hecho el chofer del cuarto turno, el sargento Soto, indica que no le pareció extraño que tuvieran que salir armados con fúsiles SIG, ya que por esos días debían salir a todas partes equipados con dos cascos, uno de fibra y otro de acero, un fusil SIG y 100 tiros cada uno. Después de estos hechos quedó bastante choqueado por ello fue a Puerto Varas a consultar al doctor Félix Raimann Neumann, médico institucional, a quien le dijo que estaba estresado por el tema del trabajo, por ello el médico le extendió una licencia por doce o quince días, hecho que debería estar consignado en su hoja de vida. Además, al médico no le dijo absolutamente nada sobre los hechos en que había participado, no tuvo conocimiento de alguna versión oficial sobre lo ocurrido, ignora si se emitió algún bando, pero la explicación dada por el capitán Vidal es falsa.

44) Certificados de defunción de Miguel Onofre Vidal Vidal de fs. 498 que señala como causa de su muerte traumatismo craneo encefalico por bala; de Caupolicán Horacio Arcos Albarracín de fs. 499 que indica como causa de muerte insuficiencia respiratoria, falla multiorgánica, cáncer gástrico; de Adolfo Amado Navarro Palma de fs. 649 y 803 cuya muerte es traumatismo craneo encefálico por bala; de Juan Barría Igor de fs. 671, fallecido por paro cardiorespiratorio; de Juan Deciderio Soto Soto de fs. 672, causa de muerte herida de bala cráneo y de José Ricardo Hernández Díaz de fs. 673, indica como causa de muerte resultado de un accidente de tránsito. Todos quienes además del acusado, habrían integrado la patrulla de carabineros que habría participado en los hechos investigados.