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Escuela Naval – Memoria Viva

Escuela Naval


Alias:La Blanca Casona

Ubicación:Paseo 21 de Mayo, Cerro Artilleria Valparaíso V Región

Organismos:Servicio de Inteligencia Naval (SIN)

Rama:Armada

Geolocalización: Google Maps Link


Descripción General

Categoría : Otra Información

La Ex Escuela Naval (actual Escuela de Submarinos) ubicada en Subida Cementerio 300, lote N° 2, Comuna de Valparaíso, fue utilizada como recinto de detención y tortura de presos políticos.

 

Fuentes de Información Consultadas: Informe Valech; Memoriaviva;


Pidieron a la Presidenta eliminar busto al almirante Merino y cambiar ese nombre a uno de los barcos de la Armada

Fuente :soychile.cl, 20 de Marzo 2014

Categoría : Otra Información

 El grupo Marinos Constitucionalistas, quienes se opusieron al Golpe de Estado, ha realizado constantes actos de funa como el que afectó al excomandante en jefe e la Armada y exsenador, Jorge Arancibia.

Unos 50 marinos en retiro, que conforman o adhieren al denominado grupo Marinos Constitucionalistas y que se opusieron al Golpe de Estado de 1973, pidieron en una carta abierta a la Presidenta Michelle Bachelet, que gestione el retiro del busto al ex comandante en jefe de la Armada, el fallecido almirante José Toribio Merino Castro, desde uno de los accesos del Museo Naval y Marítimo de Valparaíso, ex Escuela Naval.

La agrupación, que ha realizado varios actos de denuncia y funa, como el que afectó en febrero pasado al excomandante en jefe de la Armada y exsenador Jorge Arancibia cuando visitaba junto a cercanos precisamente el Museo Naval de Valparaíso, también está solicitando a la Primera Mandataria la eliminación del nombre Merino del buque madre de los submarinos chilenos, de una sala del Museo Marítimo Nacional y de un auditorio ubicado en la ex Academia de Guerra Naval.

“Exaltar tal personaje es una opción política que reivindica la dictadura. Merino fue un extravagante miembro de la junta militar, partidario de resolver los problemas del mundo a través de una tercera guerra mundial y los litigios chileno-argentinos a través de otra guerra que se decidiría en un colosal combate naval. Quienes vivieron los años de la dictadura, recuerdan las engreídas lecciones televisadas prodigadas a través de la televisión por el vicealmirante, de contenido racista hacia los bolivianos, calificados de “auquénidos meta-morfoseados”, y justificadoras de la tortura con el “argumento” tomado del franquismo, que los comunistas son “humanoides sin alma”, desprovistos, por tanto, de Derechos Humanos”, sostiene el mensaje dirigido a la Presidenta.

“Su ideología extremista –agregan los ex marinos- se encuentra claramente expuesta en sus Memorias, cuya lectura hoy en día es recomendada a los cadetes de la Escuela Naval. Se presenta como un salvapatrias inspirado por la Providencia y considera la Armada “como el instrumento que Dios me dio y la Virgen puso en mis manos para salvar a Chile del ateísmo destructor”.

A juicio de los firmantes, el almirante Merino fue uno de los responsables del Golpe de Estado de 1973 al participar de su planificación y de las órdenes para bombardear industrias y universidades; se insubordinó contra el Presidente de la República de la época y contra su comandante en jefe, y fue responsable directo de crímenes de lesa-humanidad.
“En la convicción de que usted, en su calidad de jefa suprema de las Fuerzas Armadas, tomará todas las disposiciones necesarias para impedir que la afrenta señalada se perpetúe en el tiempo, le saludan atentamente…”, culmina la carta abierta a la Mandataria.


Armada de Chile: Entre la gloria y la infamia

Fuente :radio.uchile.cl, 19 de Mayo 2013

Categoría : Prensa

Lejos está el acto heroico del capitán de fragata Arturo Prat, aquel 21 de mayo de 1879. Lo cierto es que las Glorias Navales que se conmemoran este martes encuentran a una Armada cuestionada por su actuación en el maremoto de febrero de 2010. A esto se suma una historia llena de oscuridades por su marcada tradición anti constitucionalista y por los centros de tortura que funcionaron en sus instalaciones.

La conmemoración de las Glorias Navales de La Armada de Chile encuentra este año a la institución en medio de los cuestionamientos por la actuación del ex jefe de Oceanografía de la Armada, el capitán en retiro Andrés Enríquez, durante la fallida alerta de maremoto luego del terremoto que asoló la zona centro sur del país del 27 de febrero de 2010.

Esto, debido a que la justicia rechazó la petición de sobreseimiento presentada por la defensa de Enríquez y después de que, durante el juicio, la defensa de la ex directora de la Onemi, Carmen Fernández, argumentara que la responsabilidad en la fallida alerta de maremoto recaía en el SHOA.

Pero no es ésta la primera situación que pone en entredicho a la Armada. En conversación con Radio Universidad de Chile desde Bélgica, el historiador Jorge Magasich señaló que, luego de estudiar varias revueltas navales en el mundo, llegó a la conclusión de que “la marina chilena es la que tiene más crisis sociales a nivel mundial”. El autor del libro “Los que dijeron No”, quien además es doctor en Historia de la Universidad Libre de Bruselas, señala que tanto en las revueltas de 1891 como en las de 1925, 1931, 1961 y finalmente para el Golpe de Estado de 1973, la Armada ha tenido un rol importante y que se trata de una institución que “contrariamente a la imagen de orden que quiere transmitir, concentra contradicciones muy fuertes en su interior y que explotan regularmente”.

Como ejemplo de lo anterior, el especialista señala que “en 1891 lo esencial de la Armada se insubordinó ante el presidente Balmaceda y contra cuatro almirantes constitucionalistas que se negaron a participar en el Golpe, lo que derivó en que la institución se dividió en un tercio contra el golpe y dos tercios a favor. Incluso hubo combates entre ellos”.

Otra crisis importante que el historiador consigna es la de 1961, donde “a raíz de malos tratos y discriminaciones, un grupo importante de la Escuela de Ingeniería Naval realizó un “bandejazo”: no quisieron comer, los detuvieron y unos días más tarde otra clase no quiso ingresar a las aulas en demanda de sus compañeros detenidos. Luego, se les indultó a través de una ley de amnistía que se discutió en el parlamento”.

Finalmente, según Magasich, en 1973 “un grupo importantes de marinos se opuso al Golpe: fueron parte de los primeros detenidos y torturados”.

En línea con el Pentágono

Según el historiador, la influencia de Estados Unidos ha sido preponderante en la Armada de Chile. Luego de un exhaustivo estudio y análisis de documentos, Jorge Magasich indica que este alineamiento con el país del norte “ocurre después de la Segunda Guerra Mundial, luego de que se hace efectiva la coalición en la Guerra Fría, donde el Pentágono se transforma en proveedor casi único de la Armada”. Esto significó, según especificó, la entrega de directrices en instrucción e ideología, “además del envío de militares a formarse a Panamá”, agregó.

Se concreta, además, la instalación de misiones militares estadounidenses en Chile. Entre éstas se pueden encontrar, según el historiador, la ubicada en el séptimo piso del Ministerio de Defensa (casi al frente de La Moneda) “que estaba ocupado por oficiales militares desde los años 60 y los 70. Es decir, durante todo el gobierno de Allende”. A esto se agrega una misión militar en la Base Aérea del Bosque, y la Misión Naval de Valparaíso, donde, según Magasich, “hay indicios y antecedentes que insinúan y confluyen en que en ese lugar se planificó el Golpe de Estado”.

A esto hay que agregar la “aparente” coincidencia que significó la presencia de la Operación Unitas en varias crisis sociales registradas en Chile. Esta colaboración naval, donde la flota estadounidense realiza ejercicios con marinos de distintos países latinoamericanos, se realizó, según Magasich “justo para el año 70, cuando hubo un proyecto de golpe que no resultó. Y el 72, cuando ocurrió el paro de octubre, que no fue otra cosa que una intentona para derrocar a Allende. El 73 también estaba operando en Chile”.

Pro nazi y confesional

Aparte de este alineamiento categórico de la Armada de Chile con Estados Unidos durante la Guerra Fría, Magasich hace hincapié en que, además,“ fue nazista y pro Alemania durante la Segunda Guerra Mundial “. Más aún, según el especialista todavía se pueden constatar simbolismos nazis en la Armada. Ejemplo de ello es el himno con que desfila la Escuela Naval, “que era el preferido de Hitler, y que abría los desfiles del Tercer Reich”.

Esto se puede constatar en el sitio web institucional, donde se detalla que para las celebraciones del Bicentenario se desfiló en Valparaíso, frente al Congreso Nacional, al son de La marcha Los Nibelungos, compuesta en 1922 por Gottfried Sonntag. En la página de la Armada se lee: “la Banda de Guerra y los músicos de la Escuela Naval “Arturo Prat” fue la encargada de iniciar la Parada Militar, y para ello entonó la tradicional marcha “Los Nibelungos”. En este sitio la Armada detalla, además, que fue en 1940 cuando se adoptó la tradición de desfilar al son de Los Nibelungos y de la Badenweiler Marsch, “la marcha favorita del Führer”, según indica Magasich.

Respecto de los elementos doctrinarios preponderantes en la institución, el historiador señala que “a los cadetes se les instruye con las ideas de un sacerdote y abogado que murió en 1985, cuyo nombre era Enrique Pascal García Huidobro”. Actualmente, la Escuela Secundaria de la Armada lleva su nombre en honor a él.

Se trata, según explicó el especialista, de un sacerdote marcado por el franquismo, que “no creía en la democracia y que confiaba en una sociedad de corte clerical, donde cada persona debe conformarse con el rol que Dios le dio y no rebelarse contra lo establecido”. Magasich agregó que este abogado y cura era inspirador del Almirante Merino, y que muchas de las frases que decía pertenecían a Pascal Huidobro”.

Las conclusiones a las que este historiador llegó, luego de examinar y revisar documentos históricos y de la Armada, es que en ella “no se ha aplicado la norma republicana de separación entre Iglesia y Estado y que es una institución confesional donde se imponen normas del cristianismo y de la ley natural”. Ejemplo de esto, indicó, es la condena que existe frente al divorcio de los oficiales.

A lo anterior, el especialista agregó que “la Armada no ha reconocido las torturas que se realizaron en sus recintos, no ha dado a conocer el contacto con civiles estadounidenses golpistas con la institución, ni los nombres de los que torturaron y que estaban entre sus filas”.

La Esmeralda… ¿Dama Blanca?

Cada año el buque escuela Esmeralda zarpa en lo que tradicionalmente es su crucero de instrucción, que a su vez se transforma en una especie de “embajada” que lleva el nombre de Chile alrededor del mundo. Pero la llamada “Dama Blanca” no tiene un pasado tan blanco. Según ha sido constatado, días después del 11 de septiembre de 1973 el sacerdote chileno-británico Miguel Woodward fue conducido por uniformados a la Universidad Santa María, y luego a la academia de Guerra Naval. Debido a su grave estado de salud a causa de las torturas recibidas, fue llevado al Buque Escuela Esmeralda donde supuestamente recibiría atención médica. El último rastro que se tiene del religioso se encuentra en el Hospital Naval, donde un facultativo de la Armada emitió un certificado de defunción.

Cabe consignar que frente a este fallo, emitido el pasado 7 de mayo, la familia del sacerdote apelará, ya que si bien fueron 33 los funcionarios inculpados en primera instancia, finalmente siete fueron acusados, de los cuales sólo dos fueron condenados, además, a penas que no se condicen con el delito cometido. Se trata de José Manuel García Reyes, condenado a escasos 3 años y un día de presidio, y Héctor Fernando Palomino López, condenado a 3 años y un día de prisión, a quien se le concedió libertad vigilada. La familia de Woodward apelará, además, por la posible obstrucción a la justicia por parte de algunos altos mandos de la Armada de Chile, quienes fueron implicados a través de testimonio del Auditor General de la Armada.

Según constató el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, al interior de la “Dama Blanca” se instaló una unidad especializada de la Armada con el objeto de interrogar y torturar a los detenidos que se encontraban en la nave y otros que eran traídos de otros centros de tortura. El Senado Norteamericano (1986) señaló que llegó a haber 112 detenidos en la Esmeralda. Entre ellos, Woodward, quien según la evidencia disponible, falleció en el Hospital Naval a consecuencia de las torturas recibidas antes de llegar a la Esmeralda, y a las que fue sometido al interior de la nave. Pese a las peticiones de la Iglesia Católica que reclamó su cuerpo, éste nunca fue entregado.

Para el analista en defensa y estrategia Raúl Sohr, “la Esmeralda está manchada con sangre. La institución ha mentido en forma metódica y sistemática: negó permanentemente que el sacerdote Miguel Woodward haya sido asesinado por efectivos de la Armada y que fue torturado en la Esmeralda. Finalmente han sido condenados miembros de la institución por haber participado en su secuestro, aunque no han reconocido que participaron en su asesinato. Pese a esto, el secuestro está acreditado, algo que los comandantes en jefe de la Armada, uno tras otro, negaron. Es una mancha sobre la Armada… en cualquier país civilizado y respetuoso de los Derechos Humanos, este barco debería dejar de ser lo que es. Un nuevo buque escuela debería llevar otro nombre y tener otras características, porque la Esmeralda fue un centro de torturas. ¿Cómo puede ser que un país tenga un centro de torturas como embajador?”

Pero no sólo en la Esmeralda se torturó: a la dama Blanca hay que agregar los centros de tortura en que se transformaron la Academia de Guerra Naval, la base Aeronaval “El Belloto”, el Cuartel Silva Palma, así como los buques Lebu y Maipo.

Respecto de la llamada Dama Blanca, desde la Armada el Jefe de Comunicaciones Externas de la Direcom, Capitán Jorge Bastías, señaló que “es un velero y estamos bastante orgullosos de nuestra Esmeralda, tiene todas las características para entregar una buena instrucción. No tenemos como Armada otra interpretación”.

Moderna en las armas, antigua en su visión

Para Raúl Sohr el problema de las Fuerzas Armadas chilenas es que su poder de fuego y capacidad militar no guarda relación con las posibles amenazas vecinales. En este sentido, el especialista señaló que están operando otras fuerzas internas, como la Ley del Cobre, que en su opinión permite la compra de armamento gracias a fondos enormes que están sobredimensionados para las necesidades que se pueden percibir en la región.

“Chile gasta el doble en defensa que Argentina, el triple que Perú y diez veces más que Bolivia…y lo paradójico es que nunca hemos tenido mejores relaciones con Argentina que ahora. Hay una relación muy amistosa con ellos. No tenemos una guerra desde 1932 (el conflicto del Chaco, entre Paraguay y Bolivia). Guerra, propiamente tal, no ha habido. Esta preparación de Chile, por tanto, es sobredimensionada, y no se condice con las necesidades externas”.

Se trata de los dineros resultantes del 10 por ciento de las ventas de Codelco, que según la normativa deben destinarse a la compra de material bélico para las FFAA, o bien para instalaciones que se resguarden y reparen esos pertrechos. Ley que ha sido cuestionada tanto por la sociedad civil como por la clase política. Para el ex ministro de Defensa de Michelle Bachelet, Francisco Vidal, es necesario derogar esta ley: “creo que es mucho mejor que las FFAA tengan para su equipamiento una partida en el presupuesto aprobado por el parlamento que una asignación arbitraria del 10 por ciento producto de las ventas del cobre. Entre otras cosas, porque no me parece razonable que el equipamiento de las FFAA dependa del valor de una materia prima que así como sube, baja. Por lo tanto, no es bueno que el potencial disuasivo del país, que a su vez nos garantiza la paz, dependa de la bolsa de metales de Londres”.

Para Sohr, no obstante, “desde el retorno a la democracia ha habido un pacto tácito entre la autoridad política y las FFAA. El pacto es: los civiles les dan a los militares lo que necesitan, y éstos últimos hacen lo que desde la clase política se les ordena. Es decir, que no se inmiscuyan en temas políticos. Así, los civiles han cumplido su parte y le han entregado a través de los mecanismos existentes todo lo que los militares han pedido. Por lo tanto, han terminado con unas FFAA extraordinariamente modernas y muy, pero muy sobredimensionadas para lo que tienen los otros países de la región, especialmente los vecinos”. Según el especialista, esta “autonomía militar” es la que explica, entre otras cosas, la existencia de la Esmeralda como crucero de instrucción que da la vuelta al mundo año tras año, pese a su pasado.

“Argentinos mataré, bolivianos fusilaré, peruanos degollaré”

En un video difundido ampliamente por las redes sociales el 7 de febrero pasado, un pelotón de 27 cadetes de la Academia Politécnica de la Armada, realizaba ejercicios en la costa de Viña del Mar mientras entonaban cantos decididamente xenófobos y ofensivos que decían: “argentinos mataré, bolivianos fusilaré, peruanos degollaré”.

Para Francisco Vidal, se trata de un hecho aislado: “no está acorde con la Doctrina, porque lo que está en los libros de la doctrina de la defensa nacional es que el país tiene una defensa no agresiva y más bien disuasiva. Y la doctrina dice que no es necesario odiar a Argentina, Bolivia y a Perú. Está en contradicción con la doctrina de la defensa del estado de Chile”.

Para Nazario Zúñiga, quien ingresó a los 15 años a la Armada y cumplió labores de mecánico artillero en la institución, se trata de una práctica que siempre ha estado presente dentro de la Armada. “No se trata de un hecho aislado, no es algo anormal. Siempre se han cantado ese tipo de cantos” explicitó.

La CUT militar y sus demandas

Actualmente Zúñiga es delegado laboral de la CUT en la Armada. Esto, pues dentro de las FFAA no opera el Código del Trabajo, sino que se rigen bajo el decreto DFL1, un estatuto que regula el funcionamiento del personal de las Fuerzas Armadas. Es por esto, y debido a varias injusticias y malos tratos observados por Zúñiga al interior de la Armada, que se le reconoció a él y a otros representantes de las instituciones de orden la calidad de delegados de la llamada CUT militar.

“Con el abogado de Derechos Humanos de la CUT Rubén Jerez se creó una CUT militar, hace dos años. Se nos reconoció como delegados de la CUT en el Senado con varios senadores, entre ellos  José Antonio Gómez. Somos delegados laborales de la CUT, representamos a varios organismos: PDI, Carabineros, Fuerza Aérea, Armada, Ejército. Hacemos labor de inspección de trabajo, porque en estas instituciones nosotros somos esclavos a sueldo, no hay derechos laborales, y exigimos que éstos se respeten”.

Zúñiga, quien tiene a su haber 26 años de servicio en la Armada, señaló que al interior de la institución existen irregularidades de todo tipo. “Se creen dueños de los buques y de las reparticiones, usan estas instalaciones con sus familias y usufructan de los recursos fiscales. Ejemplo de esto es que a mí me recontrataron como chofer y nunca realicé esas funciones, y más encima no me reliquidaron mi pensión. El código de Justicia Militar no sirve porque todo se tapa. Hay abusos de casas fiscales. En el colegio Capellán Pascal, por ejemplo, las canchas no pueden ser utilizadas por el personal de la Armada, sólo pueden hacerlo los hijos de los oficiales”.

Respecto de estas denuncias, desde la Armada argumentan a través del Capitán Jorge Bastías, quien señaló que “efectivamente no estamos regidos por el código del trabajo, estamos sujetos al DFL1 de las FFAA. Está todo reglamentado a nivel presupuestario. Efectivamente hay gente que se recontrata, pero eso está todo claro y reglamentado legalmente”.

Honores para Merino

En el sitio institucional de la Armada se puede constatar que el buque madre de submarinos, perteneciente a la flota naval, lleva el nombre del miembro de la Junta Militar, José Toribio Merino. Se trata ni más ni menos de quien el 11 de septiembre de 1973, junto con otros marinos, realizó su propio Golpe al interior de la Armada y destituyó a quien era su superior y Comandante en Jefe de la institución, el Almirante constitucionalista Raúl Montero; para luego, junto a las otras ramas de la defensa y Carabineros, realizar el Golpe de Estado.

Según señala el sitio web de la Armada, se trata del buque madre de submarinos, el BMS-42 Almirante Merino, “vital para el apoyo logístico de las unidades”.

A esto se suma la estatua de Merino que se encuentra en la entrada del Museo Naval y Marítimo de Valparaíso. El 31 de mayo de 2002 el Comandante en Jefe de la Armada de ese entonces, Miguel Ángel Vergara, destapó la estatua de tres metros que se encuentra frente al mar y en la que se puede ver al autodenominado jefe de la Armada para el Golpe saludando con su mano derecha a la Escuadra, al más puro estilo militar.

Según el Capitán de Corbeta Jorge Bastías, de Comunicaciones Externas de la institución, “no está en la calle, está dentro del recinto del museo”. Más no quiso, o no pudo, comentar. Seguramente se trata, una vez más, de la “llamada autonomía militar”.


Los que dijeron No. Historia del movimiento de los marinos antigolpistas de 1973. 

Fuente :core.ac.uk, 2008

Categoría : Otra Información

Jorge Magasich Airola : Los que dijeron No. Historia del movimiento de los marinos antigolpistas de 1973. (Lom Ediciones, 2008,ISBN 978-956-282-969-4 )

El colega e historiador chileno radicado en Bélgica, Doctor en Historia por la Universidad  Libre de Bruselas y académico del Institut des Hautes Études des Communications Sociales  (Bruselas), Jorge Magasich Airola, me ha obsequiado su último trabajo intitulado Los que  dijeron No. Historia del movimiento de los marinos antigolpistas de 1973. Motivado por la  conversación con Jorge Magasich y por la lectura misma del libro, osaré reseñar el trabajo  antes citado. 

A manera de presentación, ¿qué podemos decir y comentar? Desde el punto de vista  formal y estructura del trabajo (más allá de la introducción y conclusiones) en sus más de  800 páginas distribuidas en VII capítulos y en dos volúmenes hay un profuso e interesan tísimo trabajo de fuentes y bibliografía, entre las cuales podemos mencionar la revisión  de los procesos judiciales, prensa de la época, memorias, y entrevistas (historia oral) a los  protagonistas directos (uniformados y civiles) de los hechos. Pero además de aquello, el  trabajo de Magasich Airola nos introduce en la historia más reciente de nuestro país y espe cíficamente en uno de los episodios olvidados y tergiversados de nuestra historia reciente,  como es el caso del movimiento de los marinos antigolpistas de 1973.  

En ese contexto, durante muchos años, gran parte de la población y en forma especial  las nuevas generaciones se fueron formando bajo el alero de lo que algunos denominaron  “la historia y memoria oficial de Chile de los últimos años”, donde estos dos componentes,  memoria e historia, convergían en un solo pensamiento, el de carácter oficial e institucional.  Nos estamos refiriendo a lo que comenzó a escribirse tras el Golpe de Estado de 1973. 

Así, el volumen uno comprende en sus primeras líneas una mirada analítica y critica a  las fuentes históricas, centrando el relato en cómo una determinada prensa y revistas del  período (coyuntura 1973), al momento del Golpe de Estado fueron un instrumento funda mental de legitimación de la intervención militar. Lo mismo ocurre –agrega el autor– con  las llamadas memorias de importantes protagonistas del período; es el caso de José Toribio  Merino, Ismael Huerta, Patricio Carvajal y Sergio Huidobro Justiniano 

Para Magasich, la idea postgolpe de Estado fue buscar y elaborar un constructo histó rico que tuviera como objetivo demostrar a la ciudadanía y al mundo las condiciones de  anormalidad institucional en que nos encontrábamos, lo cual serviría entre otras cosas para  dar un aura de legitimidad a la intervención de los militares. Así, en las primeras líneas  del texto, el autor expone una serie de publicaciones, reportajes y noticias difundidas en  la prensa de la época. Instituyéndose en la obra más gruesa que compiló todos los planes  siniestros de la Unidad Popular, el apócrifo Libro Blanco del Cambio de Gobierno en Chile.  Este es sin duda el mayor esfuerzo publicitario desarrollado desde las esferas del poder en  los meses posteriores al golpe. 

Lo que se concibió fue una campaña propagandista que levantó una serie de mitos  y leyendas en torno al gobierno de la Unidad Popular y a la figura de Salvador Allende,  siendo uno de los trabajos más significativos del período la elaboración de un famoso y  exterminador “Plan Z”, con la idea de llevar a cabo un autogolpe al mejor estilo comunista  (pp. 19 a 57). 

Avanzando en la lectura, los primeros dos capítulos se constituyen en un antecedente  histórico del tema naval; así, el capítulo 1 da una mirada global a las principales revueltas  navales del siglo XX, mientras que el capítulo 2 centra su análisis en la historia de la marina  chilena. Dentro de este capítulo, podemos destacar el “Bandejazo de 1961 en la Escuela  de Ingeniería”, como expresión clara del descontento al interior de la institución. “Para el  sargento Cárdenas, más que la calidad de la comida, la causa de la revuelta es el trato. Por  entonces los atropellos son frecuentes: suelen llamar a formar para luego hacerles arrancar  el pasto del patio con sus manos” (vol. I, pp. 239-240).  

A contar del capítulo 3 entramos a lo medular y sustancial de la investigación. Se inicia  con la Armada el año de la elección presidencial de 1970. Con motivo de la elección del  4 de septiembre, se había producido una notoria diferencia de opiniones. Por una parte se  encontraba la oficialidad proclive al candidato derechista Jorge Alessandri y por otro lado,  la suboficialidad de tendencia centro-izquierda simpatizante de la candidatura de Salvador  Allende y de Radomiro Tomic. Así se pudo constatar que cuando el candidato Alessandri  se iba imponiendo en los cómputos, se apreció a todos los oficiales contemplando los  resultados, pero cuando la votación comenzó a revertirse a favor de Salvador Allende,  los televisores empiezan a apagarse y los rostros comienzan a cambiar, apareciendo un  seño más fruncido, en una clara muestra de descontento y enfado. Mientras tanto, algunos  jóvenes marinos exclamaban ¡Viva el compañero Allende! En otras palabras, la coyuntura  1970 había exteriorizado un evidente conflicto de clases entre la oficialidad y el personal  de tropa (vol. I, pp. 280 a 286). 

Después de un buen primer año de gobierno, con índices económicos muy alentadores  y con un respaldo ciudadano mayoritario obtenido en las elecciones municipales de abril  de 1971, el año 1972 aparecen los problemas, situación que llegó a su punto más crítico  con el paro de camioneros en octubre de ese año. Por aquellos agitados días, un grupo de  civiles, opositores al régimen estableció contactos con el almirante José Toribio Merino  con el propósito de plantearle la posibilidad ante la grave crisis que se estaba viviendo de  una intervención militar, a lo cual Merino respondió que no era factible, principalmente  porque a esas alturas no se contaba con ningún plan y programa a realizar de producirse el  derrocamiento del gobierno. Sin embargo, producto de este acercamiento va a surgir la idea  de estructurar un plan económico que posteriormente sería conocido como el “Ladrillo”;  base económica del gobierno de Pinochet (vol. I, p. 337). 

Algunos de los hombres que tuvieron participación en aquella medida fueron el ex ca pitán de navío Roberto Kelly, su amigo el sociólogo Emilio Sanfuentes Vergara, vinculado  al mundo empresarial, gremialista y cercano a algunos marinos, y los economistas Sergio  de Castro, Pablo Barahona y Álvaro Bardón. Paralelamente a aquellos movimientos, el  ex dirigente nacionalista Roberto Thieme y su movimiento el Frente Nacionalista Patria y  Libertad iniciaron toda “una campaña de sabotaje en la electricidad, caminos y combustibles,  cortando flujos de cargas o mercancías a través de atentados contra ferrocarriles o puentes.  Todas estas acciones eran dirigidas y organizadas por oficiales superiores de la Armada de  Chile que estaban complotando contra Allende. 

Será –entonces– en la coyuntura de noviembre de 1972, cuando las aguas al interior de  la Armada comenzaron a agitarse de manera más fuerte, tanto para aquellos oficiales que  exteriorizaban su rechazo a la Unidad Popular, como de aquel personal de tropa identificado  con Allende, el gobierno y que ven ante sí cómo se comienza a fraguar la intentona golpista  (vol. I, capítulo IV).

Desde el año 1972 y en distintas unidades navales, la tropa percibe cómo la oficialidad  prepara el golpe de Estado. Los marinos, en su mayoría partidarios de Allende, respon den organizando grupos antigolpistas en casi todas las unidades de la Armada. Resueltos  a defender el gobierno de Allende y a resguardar la legalidad, estos grupos de marinos y  operarios de Valparaíso y Talcahuano establecen contactos con los partidos de izquierda e  informan de la conjura en marcha. A comienzos de 1973 organizan una reunión de coordi nación para oponerse al golpe y, al mismo tiempo, reflexionan sobre la democratización de  la Marina. Esta reunión se efectúa en el restaurante “Los Pingüinos” y ahí surge el debate  entre los “anticipacionistas” y los “reaccionistas”. Al respecto, Jorge Magasich nos dice:  “El encuentro toma la forma de una cena de camaradería entre marinos, de un “patache”.  Van de civil y se organizan para llegar de uno a la vez. La fecha de la reunión no pudo ser  establecida con precisión, pero se efectúa en los últimos días de febrero o los primeros de  marzo de 1973. 

Los recuerdos de los participantes son similares pero no idénticos. Es seguro que discuten  sobre la cuestión esencial de cómo oponerse al golpe: reaccionando cuando se produzca o  anticipándose para evitarlo. El debate se personifica entre Víctor López y Julio Gajardo, por  una parte, y Juan Cárdenas, por la otra”. Mas adelante agrega: “La reunión de los Pingüinos  será la única reunión ampliada de marinos antigolpistas donde se juntan buena parte de  los grupos, aunque no todos; faltan algunos grupos de las escuelas de especialidades y de  Asmar. Los grupos no se dan una estructura ni organización, simplemente ahora tienen  conciencia de formar parte de un movimiento” (vol. I, pp. 402 a 405). 

El volumen 2, se sumerge en los últimos meses antes del golpe. Esta parte del libro  narra desde las acciones que pretender llevar adelante algunos marinos en pos de evitar el  Golpe de Estado, pasando por el comienzo de las primeras detenciones durante el mes de  junio de 1973, el proceso judicial que se lleva contra civiles y uniformados y las torturas y  flagelaciones a las cuales son sometidos los marinos y operarios detenidos.  

Retomando algunos de estos puntos, hacia julio de 1973 los marinos comprenden que  serán forzados a participar en el golpe. ¿Qué hacer? Los grupos de la Escuadra esbozan  un plan de ocupación preventiva de los buques para sustraerlos al golpe. Luego, un grupo  de ellos organiza las célebres reuniones con el jefe del MAPU, Oscar Guillermo Carretón  y con los jefes del PS Carlos Altamirano y del MIR Miguel Enríquez (vol. II, pp. 83 a 108).  Entre julio y agosto, los servicios de inteligencia naval detectan estas acciones y comienza  una ola de detenciones tanto en Valparaíso como en Talcahuano, al mismo tiempo se inicia  la apertura del proceso contra los marinos y los dirigentes políticos. Pese a las denuncias de  tortura abrumadoras, los partidos de derecha las descalifican como “presuntas”, la Armada  las niega y el gobierno de la Unidad Popular expresa su preocupación antes estos hechos  (vol. II, capítulo VI). 

El capítulo 7, intitulado “Proceso, balance y epílogo”, en sus primeras líneas intenta  aproximarse a cuánto sería el número de marinos antigolpistas distribuidos en las diferentes  unidades. Lo que sí está claro es “Que los datos objetivos indican que los marinos conde nados o despedidos de la Armada en 10 procesos son 88. Casi todos ellos participaban en  alguna organización antigolpista. Los marinos organizados eran por supuesto muchos más.  El número de marinos detenidos se sitúa entre 200 y 300…” (vol. II, pp. 301-302).  

A lo anterior se agrega la situación de los marinos en cárceles y campos de concentración,  lo cual da origen a los comités de familiares encargados de prestar apoyo. “Los familiares  de los marinos, además de asegurar la supervivencia de la familia, van a desarrollar una actividad constante para consolar las penas, mejorar las condiciones de detención y obtener  las visas, soportando los controles corporales denigrantes en cada visita a la cárcel” (vol.  II, p. 312). 

Las siguientes líneas describen la continuación del proceso contra los marinos, pero esta  vez bajo la dictadura militar. El escenario se hace más duro y difícil, puesto que los abogados  que asumieron la defensa de los marinos están presos o exiliados, teniendo que asumir la  defensa otros juristas específicamente del Servicio de Asistencia Judicial del Colegio de  Abogados de Valparaíso. En medio de aquel ambiente, el entonces y recientemente nom 

brado embajador de Noruega en Chile, Fröde Nielsen, se interesa por la situación de los  marinos. “A partir de 1975, acompañado por un profesor de la Universidad de Oslo, visita a  menudo a los marinos en la cárcel de Valparaíso, ayudándolos con medicina u otras cosas.  El embajador coordina su acción con las embajadas de Suecia y Bélgica, que dan visa a  los marinos” (vol. II, p. 322). 

Pero el movimiento de los marinos antigolpistas no se reduce solo a aquello; por el  contrario, a su accionar de oponerse al golpe se agregan algunas demandas, por ejemplo:  “La misma alimentación para todos (rancho único); Supresión del uniforme y de los sa ludos militares obligatorios fuera del trabajo; Absoluta libertad de lectura y regulación de  los allanamientos a los cajones individuales; Participación de la tropa en la evaluación del  personal; facilidades para proseguir estudios dentro o fuera de la marina; fin del maltrato  y de los castigos absurdos; Derecho de asociación y de sindicalización; Derecho a voto,  Fusión de la Escuela Naval y de la Escuela de Grumetes en una Escuela náutica, donde los  mejores calificados accedan al mando (escalafón único) (vol. II, p. 387). 

Otro de los puntos significativos a los cuales el autor hace referencia es a la mentada  “infiltración” de la izquierda en la marina; al respecto señala: “De las cuatro acepciones que  la Real Academia da al término “infiltrar”, las dos que se aproximan a nuestro tema son:  “Infundir en el ánimo, ideas, nociones, doctrinas” e “introducirse en un partido, corporación,  medio social, etc., con el propósito de espionaje, propaganda o sabotaje”. 

No se conoce ningún caso de alguien que haya ingresado a la Marina con tales objetivos.  Los marinos antigolpistas se inscribieron en la Escuela de Grumetes, adolescentes, con la  finalidad –menos espectacular– de adquirir una profesión y un empleo.  

La idea fundamental de los marinos antigolpistas era que la Armada debía ceñirse a la  ley y hacerla respetar; una idea difícilmente asimilable a doctrinas foráneas inducidas por  infiltrados. En un sentido estricto, fueron más bien los partidarios de “deponer” al gobierno  los que debieron introducir en la Armada sus posturas golpistas” (vol. II, p. 393). 

Estos y otros episodios podemos encontrar en la obra de Jorge Magasich y tal como lo  señala el autor en las primeras y últimas páginas del texto, su objetivo es “Hacer entrar el  movimiento de los marinos antigolpistas en la Historia es el primer objetivo de este trabajo.  Pese a ser un episodio fundamental del período, es poco conocido y no ha sido objeto de  investigaciones de largo aliento, tal vez a causa de su posible impacto sobre la actualidad”  (vol. I, p. 17).  

“Así la gesta de los que dijeron “No” en 1973, arriesgando todo, motivados por una  sociedad más social y democrática y por la sumisión de los militares a la Constitución y la  Ley, podrá ser una referencia mayor para organizar instituciones armadas ciudadanas, que  aparten definitivamente toda deriva golpista” (vol. II, p. 409).

Sin embargo, y como todo trabajo historiográfico, contiene algunas omisiones y errores  puntuales que en nada restan mérito a la investigación o bien alteran su contenido. Un par  de ejemplos, al señalar el nombre del abogado penquista que tiene a cargo la defensa de los  marinos de Talcahuano, Magasich señala que es Pedro Henríquez, siendo que su apellido  es Enríquez sin H. Además, señala que algunas de las reuniones de los marinos con civiles  se desarrollaron en sus casas de Hualpencillo o en las poblaciones Las Condes o Perales;  el punto es que no existe Las Condes, sino que Los Cóndores en Talcahuano. 

Creemos que existe una mayor profundidad en la prospección y análisis de los acon tecimientos ocurridos en Valparaíso, omitiendo –a nuestro entender– lo ocurrido en otras  reparticiones navales, como el caso de Asmar en el puerto de Talcahuano, donde también  se dio un importante y significativo movimientos de marinos antigolpistas, siendo uno de  los casos más emblemáticos el de Octavio Ehijo Moya. Con seguridad éste y otros casos  quedarán para una próxima investigación. 

Finalmente, a manera de conclusión y reflexión de la lectura del texto, podemos agregar  que a estos marineros se les acusó del delito frustrado de sedición, aplicándoles el Código  de Justicia Militar Artículos 272 y 274. Pero alguien puede negar a estas altura de los años,  que así como existieron políticos y civiles de izquierda interesados en acercar posiciones e  intercambiar información con hombres de uniforme, también había activistas, políticos y  empresarios de oposición o de derecha que desde hacía meses, más específicamente desde  octubre de 1972, estaban trabajando y coordinándose con oficiales de la Armada, tanto en  retiro como activos para llevar adelante un Golpe de Estado contra el gobierno de Salvador  Allende. Entonces, la pregunta que dejamos planteada es: ¿Por qué no se detuvo o se procesó  a esos personeros de derecha u oposición por sedición e intento de infiltración en las filas de  la Armada? O es que la sedición solo corre para un lado, en este caso para la izquierda.  

Danny Gonzalo Monsálvez Araneda 

Universidad de Concepción


Aberrante: ex edecan de Pinochet fue electo para integrar comisión de DD.HH de la convención constitucional

Fuente :laizquierdadiario.com, 4 de Agosto 2021

Categoría : Prensa

Fue comandante en jefe de la Armada, embajador, senador y ex director de la empresa portuaria de Valparaíso (EPV). Con un cupo por la UDI, pero como independiente, el ex almirante hoy forma parte de la comisión de derechos humanos de la convención constitucional. Es aberrante que un cómplice de la dictadura, de torturas y desapariciones busca inmiscuirse en esta materia, asi lo denunciaron decenas de organizaciones de DD.HH hoy en Valparaíso.

Entre 1980 y 1982 Jorge Arancibia se desempeñó como edecán naval de Augusto Pinochet, alcanzando durante su carrera militar el grado de Almirante y Comandante en Jefe de la Armada.

Su prontuario militar y activo colaborador de la dictadura

El ex almirante Jorge Arancibia (81) votó Rechazo en el plebiscito del 25 de octubre de 2020. Estimaba que “lo mejor para el país era no entrar en un tema que iba a complicar la situación durante largo tiempo y que podíamos avanzar con reformas”
Entre 1970 y 1971, fue instructor de la Escuela Naval, de jefe de estudios del curso de guardiamarinas, y entre 1974 y 1975, subdirector de la Escuela de Grumetes. Se desempeñó como docente de la Academia de Guerra Naval, con el titulo de profesor militar de academia en Táctica.

Durante su permanencia en la Armada, fue segundo comandante del I.S.T. Águila y del Destructor Orella; y en 1976, comandante del Patrullero Lautaro.

El 2 de enero de 1980, con el grado de Capitán de Fragata, fue designado edecán naval del general Augusto Pinochet Ugarte, cargo que mantuvo hasta 1982. En 1983 asumió como comandante del Destructor Ministro Zenteno.
“el presidente Pinochet le cambió el destino al país (…) Me parece que la intervención de las Fuerzas Armadas en ese momento y el cambio que hicieron en el proceso de administración del país, le cambió el destino. Y cuando entregan el poder en 1990, nosotros tenemos un país que está potenciado para proyectarse al mundo y empiezan los TLC y Chile pasa a ser un país excepcional dentro de América Latina. Eso es la obra del gobierno militar bajo la conducción del general Pinochet. Ese es mi sentimiento”.

Arancibia cree que la actual Constitución tiene “muy bien definido” el rol de las Fuerzas Armadas, sin embargo, sí hay un aspecto que piensa que se podría “reforzar”: el papel del Consejo de Seguridad Nacional.

Organizaciones de DD.HH protestan en Valparaíso y exigen que dimita de su cargo
En las afueras de la Comandancia de la Armada, organizaciones de derechos humanos de la Región de Valparaíso se manifestaron exigiendo la inhabilitación de Jorge Arancibia como integrante de la Comisión de Derechos Humanos de la Convención Constitucional, ya que señalan al constituyente electo por el Distrito 7 como cómplice de la dictadura cívico militar encabezada por Augusto Pinochet. En la concentración se leyó una declaración pública y se dio espacio para las intervenciones de representantes de las organizaciones, para después iniciar una marcha que terminó en la Plaza Aníbal Pinto.

“Jorge Arancibia sostuvo una posición crítica a las condenas impuestas por los Tribunales de Justicia a los procesos judiciales, imputando faltas al debido proceso, amparando con ello la impunidad de los brutales crímenes cometidos por los agentes del Estado, objetando la apertura de procesos judiciales, no sólo por ejecutados políticos y detenidos desaparecidos, sino también por víctimas de tortura y prisión política”, señala la declaración pública leída en la manifestación.

La presidenta de la Comisión Chilena de Derechos Humanos de Valparaíso, Alicia Zúñiga, manifestó su descontento con el hecho de que Jorge Arancibia integre la Comisión de Derechos Humanos de la Convención Constitucional. “Un personaje como él, que nunca ha respondido, que siempre ha negado, que ha defendido en forma sostenida a los violadores de derechos humanos es impresentable que esté en ese espacio y por eso se pide su destitución”

Entre las organizaciones presentes en la manifestación estuvieron la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos y Detenidos Desaparecidos de la Región de Valparaíso, la Comisión Chilena de Derechos Humanos de Valparaíso, Colectivo de ex presas políticas del Buen Pastor, Colectivo de Ex Presos y el Colectivo Cine Fórum.

Antonio Paez dirigente del PTR en Valparaíso mencionó "Es aberrante que la convención constitucional albergue a defensores de la dictadura, y que además son provocadores con la historia del pueblo trabajador metiéndose justamente en la comisión de DD.HH. Un tipo que escondió y fue cómplice de torturas y asesinatos. Todo esto mientras aun siguen habiendo decenas de jóvenes presos de revuelta. ¡Fuera Jorge Arancibia de la convención! Es urgente exigir la revocación de su cargo y una nueva elección donde realmente pueda decidir el pueblo trabajador de Valparaíso, incluyendo a los mayores de 14 años"


Las Cuentas de la Armada

Fuente :puntofinal.cl, 29 de Octubre 1999

Categoría : Prensa

El almirante sigue mintiendo. Sus palabras se pierden entre los cerros y el viento de Valparaíso. Pero la memoria de los porteños víctimas de la represión de la Armada es obstinada y certera. Nadie ni nada podrán borrar jamás el horror entronizado a las orillas del Pacífico, entre la garúa nocturna, los arreboles del atardecer y los sempiternos pelícanos de la bahía. Es que el 11 de septiembre de 1973, junto a los barcos de guerra estadounidenses participantes en los denominados ejercicios UNITAS, la escuadra retornó a puerto a fin de vincularse a las unidades en tierra para dar comienzo al golpe militar contra el gobierno de Salvador Allende. El temprano copamiento de la ciudad transformó a ésta en un gigantesco campo de concentración donde se enseñorearon el miedo, la tortura y la crueldad. La Armada, con inusitada ira y profundo desprecio clasista, reprimió a los porteños y, para tal efecto, desplegó todos sus efectivos, incluidos cadetes de la Escuela Naval. Habilitó, también, varios lugares de reclusión como la Academia de Guerra Naval, el cuartel Silva Palma, y los buques Maipo, Lebu y Esmeralda donde se torturó a miles de aterrorizados habitantes de Valparaíso.

Sin embargo, el almirante Jorge Arancibia, jefe de la Armada, continúa sosteniendo que en aquellos lugares de detención "jamás se torturó a nadie", que tan sólo constituyeron instancias de tránsito para albergar a prisioneros producto de las circunstancias extraordinarias que se vivían. Pero, miente el almirante y miente conscientemente, pues es imposible que no haya estado en conocimiento de lo sucedido en los recintos de la Armada. Son millares los testimonios de víctimas que experimentaron en carne viva la violencia y el odio de oficiales y clases de la aparentemente flemática marina chilena. Tal es el caso de María Eliana Comené, estudiante de castellano de la hacia adentro. Ellos estaban pegados en todas las paredes, yo conté ocho infantes de marina, algunos encapuchados y otros con las caras pintadas de negro. Me dicen que me desnude. Yo empecé a desnudarme y me dejé puesta mi parte de abajo, porque tenía puesto el apósito de la menstruación. Entonces, cuando me obligaron incluso a sacarme el calzón yo dije que no podía, porque estaba indispuesta. Me obligaron a hacerlo y ahí ya viene toda la rebeldía femenina, la rebeldía del luchador, por mucho que nos quisieran hacer sentir como animales llegaba el momento en que la dignidad del ser humano se rebelaba contra todo eso. Y fue tal mi ira, la indignación, que me saqué los calzones, tomé el apósito con sangre y se lo puse en el rostro al teniente que estaba dirigiendo el grupo. Luego de eso, todavía desnuda, por orden del teniente, dos infantes de marina por detrás, me tomaron los glúteos y se agacharon para mirar por el ano". Tal era la calidad moral de los marinos del almirante, los mismos que no trepidaron en violar mujeres para demostrar su poder y su lastimosa hombría, cubriendo sus rostros con pasamontañas y ocultando sus grados. En la Esmeralda, recuerda María Eliana, "había violencia las 24 horas del día, sacaban a los compañeros, los golpeaban, los torturaban, volvían morados y vomitando sangre. Cuando me trasladaron al Lebu estábamos separados de los compañeros quienes se encontraban en las bodegas. Nosotras estábamos en los camarotes y éramos tantas que no podíamos respirar, teníamos que dormir sentadas en el suelo. Nos daban de comer una sola vez al día, a las 9 de la mañana. Eran unos porotos que hasta gusanos tenían, una vez que reclamamos nos dijeron burlándose que para qué nos quejábamos si nos daban 'carne'". Pero la alimentación no era lo que más preocupaba a las prisioneras políticas, sino que el trato inhumano y cruel por parte de sus aprehensores, la mayoría jóvenes marinos. Aunque también las torturaban civiles y, como en el caso de María Eliana, carabineros. Ella había tenido el infortunio de haber sido detenida con ocasión de la retoma de la Universidad Católica en el puerto en los meses previos al golpe. Fue agredida por carabineros al mando de un teniente de apellido Pérez, sin embargo, logró defenderse y golpear a sus agresores.

Obviamente jamás pensó que el devenir político le enfrentaría una vez más al sádico teniente, esta vez a bordo de la motonave Lebu. Pero así fue, en una oportunidad -relata María Eliana- "me llevaron a un camarote que había sido habilitado como sala de interrogatorios y allí estaba este teniente que me comienza a manosear y a gritar diciendo: ¡defiéndete ahora, pos, huevona! Me corrió mano de una manera espantosa, fue más de una hora de sólo eso. Estaba vendada y humillada por lo que estaban haciendo, impotente ante lo que estaba pasando, ante los gritos espantosos que se escuchaban". Pero no era sólo en el barco que se torturaba y degradaba a centenares de porteños. También sucedía en otros centros de tortura de la Armada. Por la Academia de Guerra Naval, en el cerro Playa Ancha, pasó también María Eliana. "Allí estuve como cuatro semanas, me sacaban todas las noches para interrogarme, me golpeaban los oídos con las manos, me ponían corriente en la lengua, en la vagina. Nos sacaban para divertirse con nosotros, para abusar sexualmente. Fueron violaciones masivas. Al final una se desconecta, trata de subliminar lo que está pasando, pero es imposible de olvidar, de hecho, cuando ya me encontraba en la cárcel, hice una seria infección, con vómitos y fiebre. Me enviaron al Hospital Naval y ahí dijeron que era sólo un ataque de vesícula y me enviaron de vuelta a la cárcel. No obstante, era algo mucho más serio. Era gonorrea, y era imposible saber cómo y dónde la había contraído, ¿en la Esmeralda, en el Lebu, en la Academia? Lo único claro es que quedé con el endometrio total y absolutamente destruido".

 

ACADEMIA DE GUERRA NAVAL: CASA DEL HORROR

 

Y fueron millares las vidas destruidas física y sicológicamente en las casas del horror de la Armada en Valparaíso, El Belloto, Colliguay, Puchuncaví y Talcahuano. Por tales centros de detención y tortura pasó Humberto Arancibia, presidente del sindicato de trabajadores de Enadi, ex Compañía de Gas de Valparaíso. Fue detenido en Villa Alemana el 3 de octubre de 1973 en la noche. Fue trasladado por los infantes de marina que le detuvieron al cuartel Silva Palma en el puerto. Llegamos, recuerda Humberto, " a una sala grande repleta de gente, hombres y mujeres tirados en el suelo, muchos con el pelo cortado a bayonetazos. Un infante me preguntó por qué me encontraba ahí. Le respondí que no sabía, que simplemente era dirigente sindical. Exactamente, me dijo para preguntarme por otros dirigentes, para ver si habían robado o no". Los marinos, los militares, sabían perfectamente bien que nadie había robado nada, del mismo modo que sabían que nadie iba a atentar contra la integridad física de los miembros de las Fuerzas Armadas y sus familias como pretendieron hacer creer a través de la difusión de un absurdo Plan Zeta. Simplemente intentaban justificar lo injustificable: la represión, las masacres, la tortura, las violaciones.

Por ello, "alrededor de una hora después de haber llegado, continúa Humberto, me vendan, me ponen sobre la cabeza una capucha negra, me amarran las manos a la espalda y me sacan de la pieza. ¡Así que tú eres Carlos Nicolás! (administrador de la Compañía de Gas), me dicen mientras me dan un golpe en la boca del estómago. Perdí la respiración, me dan palos en la espalda, en las costillas, todo esto camino al interrogatorio. Siento que llegamos a una pieza, tomo aire: no, yo me llamo Humberto Arancibia alcanzo a decir. ¡Por qué no dijiste eso antes conche tu madre! Me gritan. Ahí me di cuenta lo que me esperaba, como iba a ser el tratamiento. En la sala de torturas me pegan con las manos abiertas en los oídos (teléfono), combos en el estómago, palos en las costillas. Todo el tiempo tenía las manos y los pies amarrados con alambre. En un momento pensé que me iban a colgar, pero en realidad lo que hicieron fue ponerme corriente. Esto se repitió muchas veces en medio de todo tipo de insultos".

Luego de una interminable noche de tormentos Arancibia fue trasladado al buque Lebu. "Parecía un barco pirata -señala Humberto- con hombres hacinados en las bodegas del barco. Estaban barbones, algunos con el pelo cortado a cuchillo, con abrigos, frazadas, sucios y hambrientos. A veces nos tiraban pedazos de pan y lo compartíamos entre todos. Lo mismo hacíamos cuando, por milagro, aparecía una naranja. La comíamos entre seis, hasta la cáscara nos comíamos. Más adelante nos daban fideos, masas de fideos más bien. También porotos llenos de gorgojos. Cada comida era vigilada por marinos armados. No todos comían sí, había un compañero de apellido Villarroel a quien mantenían en una jaula desnudo y nunca le daban de comer.

Los marinos nos obligaban a levantarnos a las seis o siete de la mañana. Subíamos a la plataforma del buque y nos manguereaban desnudos en el frío de la mañana. Está claro que no teníamos dónde hacer nuestras necesidades y, en algún momento, pusieron mitades de tambores de aceite -que llamaban 'chutes'- donde comenzamos a orinar y defecar".

En el Lebu se denigraba a la gente, se intentaba deshumanizar al supuesto enemigo, hombres y mujeres, sin importar la edad. También se interrogaba y torturaba. Los interrogatorios selectivos y más brutales se llevaban a efecto en la Academia de Guerra Naval. Allí fue llevado nuevamente Humberto. "Me dijeron que me había reído de ellos la primera vez, me pusieron un paño en la boca y me tiraron contra la muralla y comenzaron a golpearme. Perdí la noción del tiempo, del espacio, pensé que me iban a matar. El estar ahí, aunque no te torturan era igual, porque se sentían gritos, golpes, lamentos desgarradores de gente que se moría. Siempre se estaba en un estado emocional tenso, sabías que después te iba a tocar a ti, ibas a pasar por el mismo proceso. No se tenía ninguna esperanza, no sabías si ibas a salir vivo. Eran varios los que se habían intentado suicidar lanzándose por alguna de las ventanas del cuarto piso de la Academia o golpeándose contra unos pilares que había en la sala grande".

Llegaba a tal punto el pánico, la desesperación, la violencia contra gente indefensa, que no fueron pocos los que prefirieron morir a continuar soportando el horror de la tortura. Sin embargo, el almirante Arancibia insiste en que en los recintos navales jamás se torturó. Incluso en aquellos lugares donde no se interrogaba, imperaba un régimen de represión permanente y de castigos humillantes para los presos políticos. Tal es el caso del campo de concentración de Isla Riesco o Melinka, ubicado en Colligüay al interior de Valparaíso. Allí, cada vez que llegaba un nuevo grupo, se organizaba en la noche, cuando los prisioneros se encontraban encerrados en sus cabañas, un montaje de amedrentamiento. Se oían ráfagas de ametralladoras y fusiles automáticos, se explotaban minas del sector que rodeaba el campo, amén de gritos y carreras. Al día siguiente se informaba a los prisioneros que un grupo de "extremistas" había intentado rescatarlos durante la noche y que habían sido eliminados por la guardia del campo. Si sucedía nuevamente -advertían- lo primero a eliminar era el peligro interno, es decir, los presos.

 

TORTURAS A MARINOS DEMOCRÁTICOS

Además, se castigaba a muchos sumergiéndolos en pozos de excrementos y orina, a culatazos, hundiéndoseles en la basura u obligándoles a correr a latigazos. Eran los infantes de marina los que torturaban de esta manera. Y tenían experiencia, pues fueron los que iniciaron la práctica masiva y sistemática de la tortura en agosto de 1973 al detener y flagelar a un grupo de marinos constitucionalistas que denunciaron los intentos golpistas de la Armada. Antonio Ruiz, cabo segundo, mecánico electrónico con mención en control de fuego, fue uno de ellos. Antonio Ruiz recuerda vívidamente el día en que fue detenido, "fue el 7 de agosto de 1973 en Talcahuano. Oficiales de inteligencia me sacaron de la unidad para trasladarme al Fuerte Borgoño. Allí había un escuadrón de al menos doce cosacos esperándonos. Me obligaron a sacarme la ropa y comenzaron los golpes, comenzó el tratamiento de guerra. Pasamos a ser el enemigo. Para los infantes de marina era una práctica en vivo, fuimos sus conejillos de indias. El oficial que nos interrogaba, para que no se notaran los golpes, usaba guantes mojados. Nos metían en tambores de excrementos y orina; dos cosacos nos sujetaban de las piernas y nos hundían en los tambores hasta que no podíamos respirar. Era tal la desesperación ante la tortura y las amenazas que al final uno se rebelaba y encaraba al oficial gritándole: ¡mátame conche tu madre! A ellos no les importaba lo que uno decía o sentía; al contrario, perfeccionaban las técnicas de tortura día a día. Al poco tiempo ya no te sujetaban por las piernas, sino que habían instalado una roldana desde donde te lanzaban al tambor con excrementos. Nos tenían amarrados de pies y manos, nos amenazaban de muerte y hubo muchos simulacros de fusilamiento. Eramos como 50 los detenidos, pero finalmente quedamos menos de la mitad. Había gente de filiación azul (Asmar) y de filiación blanca, tanto de la dotación Escuela como de la Escuadra. Posteriormente fuimos derivados a la cárcel de Talcahuano en tránsito y, finalmente, a la cárcel de Concepción. Allí nos pilló el golpe, nos despertamos con los disparos, presentimos la muerte, Carabineros se hizo cargo del presidio y nos amenazó con que tendríamos que pagar. Se hizo un simulacro de fusilamiento y toda mi vida pasó delante de mí, muy rápido. Esperaba con los ojos cerrados la muerte. Afortunadamente no sucedió nada y, eventualmente, fuimos traslados a Valparaíso, pasando por el campo de concentración de Isla Riesco o Melinka, cuartel Silva Palma y la cárcel pública del puerto. Otros marinos democráticos fueron detenidos y torturados en el Fuerte Miller de la Infantería de Marina en Las Salinas, y en la Escuela de Ingeniería de Viña del Mar.

A 26 años del golpe de Estado iniciado en Valparaíso, el almirante Jorge Arancibia sigue negando que la Armada violó masivamente los derechos humanos. Entonces ¿por qué habría que creer en sus supuestas buenas intenciones al impulsar junto al gobierno una "mesa de diálogo" destinada -también supuestamente- a poner término al problema de los derechos humanos?

Ningún aparente gesto conciliatorio puede ocultar el hecho irrefutable de que el sacerdote obrero Michael Woodward fue asesinado en la Esmeralda, su Esmeralda, señor almirante

RESPONSABLES DE TORTURAS DE LA ARMADA

Vicealmirante. Adolfo Walbaum Wieber, Cdte. I Zona Naval

Vicealmirante. Pablo Weber Munnich, Cdte. en Jefe de la Escuadra

Contraalmirante Hugo Cabezas Videla, Jefe E.M. de la Armada

Capitán de Navío (CN) Sergio Huidobro Justiniano,

Cdte. Cuerpo Infantería de Marina (IM) C.N.

Guillermo Aldoney Hansen, Jefe EM. I Zona Naval

C.N. Marcos Ortiz Guttmann, subjefe EM.Armada

C.N. Carlos Borrowman Sanhueza, director Escuela Naval Arturo Prat

C.N. Raúl López Silva, director Academia de Guerra Naval

C.N. Homero Salinas Núñez, director Escuela de Ingeniería Naval

C.N. Arnt Arentsen Pettersen director Escuela del Cuerpo de IM

C.N. Jorge Sabugo Silva, Cdte. Buque Escuela Esmeralda

C.N. Hernán Sepúlveda Gore, Cdte. Destacamento IM "Miller" de Viña del Mar

C.N. Cristián Sloraker Pozo, Jefe EM de la Escuadra

C.N. Oscar Horlscher, Director Hospital Naval Almirante Nef

Capitán de Fragata (CF) Jorge Davanzo Cintolesi, Director Escuela de Armamentos

CF.Víctor Valverde Steinlen, director Escuela de Operaciones Navales

CF. Hernán Soto-Aguilar Cornejo, subdirector Escuela Cuerpo IM

CF. Jorge Valdés Romo, subdirector Escuela Naval Arturo Prat

CF. Patricio Villalobos, Cdte. Base Aeronaval de El Belloto

CF. Ernesto Huber Von Appen, Cdte.Aviación Naval

CF. Julio Vergara, Jefe Servicio de Inteligencia Naval, I Zona Naval

Cte. Santa Cruz IM, Cuartel Silva Palma, Valparaíso

Cap. Bunster, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,

Cap. Jaeger, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,

Cap. Koeller, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,

Cap. Acuña IM, Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,

Tte. Federico Stigman Servicio Inteligencia Naval

Tte. Luna, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,

Tte. Tapia, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,

Tte. Maldonado, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,

Tte. Alarcón, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,

Tte. Letelier, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,

Tte. Boetsch, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,

Tte. Schuster, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,

Tte. Luis Rebolledo IM, Motonave Lebu

Tte. Guillermo Morera IM (r) Motonave Lebu

Tte. Rafael Yussef ( r) Motonave Lebu

Tte. Rodriguez IM, Buque Escuela Esmeralda

Tte. Juan Gonzalez IM, Campo de Concentración de Isla Riesco

Suboficial Aguayo IM, Campo de Concentración de Isla Riesco

Cabo Soto IM, Campo de Concentración de Isla Riesco

Cabo Bustos IM, Campo de Concentración de Isla Riesco