Descripción General
Categoría : Otra Información
El Campamento de Prisioneros de Pisagua fue utilizado, desde Septiembre de 1973 hasta octubre de 1974, como centro de detención y tortura. Después del 11 de Septiembre se organiza un campamento militar para albergar a los presos políticos, especialmente de la zona norte, bajo la dependencia de la Sexta División del Ejército.
Los testimonios entregados al Informe Valech revelan que hubo más de 800 personas detenida en el Campo de Prisioneros de Pisagua. En los años ochenta, fueron enviados, en calidad de relegados, más de cien detenidos, a quienes se les recluía en la Cárcel y a las mujeres en las dependencias contiguas al teatro del pueblo y en un galpón, nombrado El Supermercado. Según los testimonios, los detenidos permanecieron allí en muy malas condiciones de vida: fueron mantenidos largos períodos vendados y esposados, constantemente golpeados, amenazados, sometidos a trabajos forzados, privados de alimentos, agua y sueño.
El hacinamiento fue extremo, especialmente cuando los detenidos fueron enviados, incomunicados por largos períodos, en grupos de cerca de 15 personas, a un calabozo de dos por cuatro metros, autorizados a salir al baño sólo dos veces al día.
Los testimonios de sobrevivientes describen haber sido objeto, durante los interrogatorios, de golpizas constantes, en ocasiones con manoplas; cortes en el cuerpo con objetos cortantes, como corvos o yataganes; simulacros de fusilamiento; eran amarrados y se les vendaban los ojos, colgados; les aplicaban la parrilla, el teléfono, el submarino en agua y excrementos, corriente eléctrica, quemaduras con cigarrillos. Señalan haber sido enterrados en fosas hasta la cabeza y se les orinaba encima, a pleno sol, por largos períodos; se les golpeaba hasta ocasionarles fracturas, eran atacados por perros; los obligaban a pelear entre ellos por comida; se les encerraba en unos toneles para lanzarlos cerro abajo. Existen relatos de personas sometidas además a violencia y agresiones sexuales. Se les mantenía a torso desnudo bajo el sol, hasta provocar quemaduras graves en sus cuerpos, y por las noches quedaban a la interperie, sufriendo las bajas temperaturas. Eran obligados a subir y bajar los cerros corriendo y golpeaban a aquellos que por su salud física o avanzada edad no lograban seguir el ritmo de los demás prisioneros.
Diariamente, algunos detenidos eran escogidos para tratos degradantes, trabajos pesadísimos durante largas horas o ejercicios físicos de extenuación como correr por suelos con desnivel con la vista vendada, o intentar subir a la carrera una escala, mientras sus guardias hacían fuerzas para empujarlos hacia abajo. Concluido un día de interrogatorio, se solía dejar a veinte o treinta reclusos que lo habían sufrido, tendidos a la intemperie por hasta 48 horas, bajo el calor diurno y el hielo nocturno. Uno de los así apremiados, Nelson Márquez, terminó con ello de enloquecer, e intentó fugarse; recapturado a los pocos minutos bajo el muelle, fue asesinado a tiros de inmediato.
Pisagua, como campo de concentración, se caracterizó además por la tortura psicológica que sufrían sus detenidos por las ejecuciones que allí ocurrieron. Este recinto registra la mayor cantidad de ejecuciones por la llamada ley de fuga. Se concentró una gran cantidad de personas sometidas a consejos de guerra, condenadas a penas extremadamente altas, muchas de ellas incluso de muerte. Los condenados permanecían días esperando sus propias ejecuciones y eso provocaba angustia y desesperación a sus compañeros y a ellos mismos.
Durante su funcionamiento estuvieron prohibidas las visitas de familiares y de funcionarios de organismos de derechos humanos. En este campamento fueron ejecutadas 19 personas: siete en virtud de sentencias pronunciadas por consejos de guerra, cinco por sentencia de muerte en consejos de guerra cuyo texto se desconoce y siete por la aplicación de la denominada Ley de Fuga. Entre los presos políticos asesinados en el Campamento de Prisioneros de Pisagua se encuentran Orlando Tomás Cabello Cabello, Nicolás Chanez Chanez, Juan Mamani Garcia, Luis Aníbal Manriquez Wilden, Hugo Tomás Martinez Guillen, Juan Rojas Osega, Julio Cabezas Gacitua, José Cordova Croxatto, Humberto Lizardi Flores, Mario Morris Barrios, Juan Valencia Hinojosa, Rodolfo Jacinto Fuenzalida Fernandez, Juan Antonio Ruz Diaz, José Demóstenes Rosier Sampson Ocaranza, Freddy Marcelo Taberba Gallegos, Germán Eladio Palominos Lamas, Juan Alarcón, Nolberto Cañas, Marcelo Guzmán, Michel Nash, Luis Lizardi y Juan Jiménez.
Criminales y Cómplices
Teniente Coronel Ramón Larrain Larrain (Comandante del Campo de Prisioneros de Pisagua); General de Brigada Carlos Forestier Haensgen (Comandante VI División del Ejército); Mario Acuña Riquelme (Fiscal Militar de Iquique); Mayor Plácido Muñoz Faúndez; Teniente Portales (Ejército)
Fuentes de Información Consultadas: Informe Rettig; Informe Valech; Libros: “La represión política en Chile: los hechos”; Revista Análisis; Diarios: La Tercera; Archivo Memoriaviva;
MARTIRES DE PISAGUA
Fuente :De la Coordinadora SERPAJ – Arica
Categoría : Otra Información
- Luis A. Lizardi Lizardi. Obrero. Militante socialista. Fusilado por aplicación de Ley de Fuga el 29 de Septiembre de 1973
- Marcelo O. Guzmán Fuentes: 33 años. Educador sanitario. Militante socialista. Fusilado por aplicación de Ley de Fuga el 29 de Septiembre de 1973
- Nolberto Jesús Cañas. 48 años. Interventor Pesquero. Militante socialista. Fusilado por aplicación de Ley de Fuga el 29 de Septiembre de 1973
- Michel Selim Nash Saez. 19 años. Conscripto. Militante Juventudes Comunistas. Fusilado por aplicación de Ley de Fuga el 29 de Septiembre de 1973
- Juan Calderón Villalón. 25 años. Oficial de marina. Fusilado por aplicación de Ley de Fuga el 29 de Septiembre de 1973
- Juan Jiménez Vidal. 40 años. Oficial de Marina. Militante socialista. Fusilado por aplicación de Ley de Fuga el 29 de Septiembre de 1973
- Julio C. Cabezas Gacitúa. Abogado del Consejo Defensa del Estado. Sin militancia. Fusilamiento por Consejo de Guerra el 11 de Octubre de 1973
- José R. Córdova Croxato. Administrador del Puerto de Iquique. Militante dl MAPU OC. Fusilamiento por Consejo de Guerra el 11 de Octubre de 1973
- Juan Valencia Hinojosa. Funcionario ECA. Militante Comunista. Fusilamiento por Consejo de Guerra el 11 de Octubre de 1973
- Mario Morris Barrios. Oficial de Aduanas. Militante Comunista. Fusilamiento por Consejo de Guerra el 11 de Octubre de 1973
- Humberto Lizardi Flores. 30 años. Profesor de Estado. Militante del MIR. Fusilamiento por Consejo de Guerra el 11 de Octubre de 1973
- Freddy Taberna Gallegos. 30 años. Geógrafo. Militante socialista. Fusilamiento por Consejo de Guerra el 30 de Octubre de 1973
- José Sampson Ocaranza. 30 años. Empleado Municipal. Militante socialista. Fusilamiento por Consejo de Guerra el 30 de Octubre de 1973
- Juan A. Ruz Díaz. Funcionario d Aduanas. Regidor de Iquique. Militante socialista. Fusilamiento por Consejo de Guerra el 30 de Octubre de 1973
- Rodolfo Fuenzalida Fernández. 40 años. Piloto Pesquera Iquique. Militante socialista. Fusilamiento por Consejo de Guerra el 30 de Octubre de 1973
- Germán Palominos Lamas. 31 años. Carpintero. Militante socialista. Fusilamiento por Consejo de Guerra el 30 de Octubre de 1973
- Luis Higuera. Ejecutado en Enero de 1974
- Nelson Márquez. Ejecutado en Enero de 1974
- Luis Toro Castillo. Ejecutado. 11 de Febrero de 1974
- Alberto Yañez Carvajal. Ejecutado. 11 de Febrero de 1974
- Manuel Sanhueza Mellado. 29 años. Obrero Industrial. Muerto en tortura el 10 de Julio de 1974
- Marcelino Lamas Largo. Ejecutado el 26 de Diciembre de 1974
Extracto de la declaracion del doctor Alberto Neumann, ex prisionero de Pisagua
Fuente :Poder Judicial, 1 de Junio 1990
Categoría : Judicial
Al Ministro Hernán Sánchez Marré
PODER JUDICIAL -CHILE
POZO ALMONTE, primero de junio de mil novecientos noventa.
Comparece ALBERTO ENRIQUE NEUMANN LAGOS, chileno, natural de Pisagua, casado, médico, lee y escribe, RUN N. 3.752.215-5, domiciliado en la ciudad de Valparaíso, calle Independencia N. 1718, quien legalmente interrogado expone:
A las preguntas de US. digo que siendo Regidor de la Municipalidad de Valparaíso y medico del Hospital Deformes, fui detenido en éste último establecimiento el día 11 de Septiembre de 1973, con ocasión del golpe de Estado que se produjo ase día.
Permanecí prisionero en el buque Escuela Esmeralda de la Armada de Chile, desde el día de mí detención y hasta aproximadamente el día 16 de Septiembre de 1973, fecha en la cual fui trasladado a una bodega del buque denominado Maipo, de propiedad de la Compañía Sudamericana de Vapores.
En este último transporte de carga fui trasladado junto a centenares de otros detenidos a la localidad de Pisagua, no encontrándome en condiciones de precisar el número porque fuimos trasladados en bodegas separadas.
Llegué a Pisagua el día 18 de Septiembre de 1973 y en esa localidad fuimos llevados al presidio de dicho lugar, la Cárcel de Pisagua, y distribuidos en sus diversas celdas.
En la Cárcel de Pisagua, a nuestra llegada, ya se encontraban prisioneros provenientes de Iquique y de otros lugares de la zona Norte.
Al llegar a Pisagua la Armanda nos dejó bajo la responsabilidad del Ejército, institución que estaba al mando de la Cárcel. Debo agregar que la población penal de la Cárcel como los habitantes de Písagua habían sido evacuados, de tal forma que la totalidad de la localidad era zona militar,
… En el mencionado recinto penal, los prisioneros nos encontrábamos hacinados, porque el espacio físico era insuficiente para ello.
Permanecí privado de libertad en ese lugar hasta fines del mes de Octubre del año 1973, época en la cual fui trasladado en conjunto con un grupo de 3 detenidos a Valparaíso. Debo agregar que este grupo estaba compuesto de 3 médicos que éramos de Valparaíso. En el último período de permanencia en Pisagua, los médicos fuimos instalados en celdas separadas del resto de los prisioneros y estabamos encargados de la atención médica de los presos políticos, utilizando la oficina de la enfermería de la Cárcel para tales efectos.
El día 29 de Septiembre de 1973 a la hora de almuerzo en el momento en que los presos salíamos al patio de la Cárcel a comer, el jefe militar del centro de detenidos Teniente Coronel Ramón Larraín Larraín, se dirigió a nosotros diciéndonos que llegarían más presos, porque no se escaparía ninguno, refiriéndose a militantes o personas de izquierda y que para ello era necesario hacer algunos trabajos de carpintería y otros similares, solicitando voluntarios entre los presos para hacer esas tareas. Se ofrecieron muchos voluntarios, porque para los presos poder hacer algún trabajo era un alivio a las inhumanas condiciones en que estábamos. Entonces el Teniente Coronel Larraín escogió a seis: Marcelo Guzmán, Nolberto Cañas, Michael Nash, Juan Calderón, Luis Lizardi y Juan Jíménez. Los seis prisioneros mencionadas eran de acá del Norte y habían sido detenidos por el Ejército.
Esa noche el Comandante Larraín nos informó que los 6 prisioneros mencionados habían tratado de escapar y como consecuencia de ello se les habían dado muerte. Agregó que el detenido Michael Nash fue él que logró llegar más lejos, lo que Larraín atribuya al hecho de que Nash tenía preparación militar por cuanto este preso estaba haciendo su servicio militar en Iquique y había sido detenido, según el mismo Nash, me relató en una oportunidad en que compartimos celda, por haberse negado a participar en el golpe militar. A comienzos del mes de Octubre, llegó a Pisagua un grupo perteneciente a la Armada el cual procedió a interrogar a todos los presos provenientes de Valparaíso. La llegada de esta comitiva nos fue anunciada por los propios militares, quienes nos había informado que llegaría un grupo de Valparaíso que tenía entrenamiento militar especial poder matar un animal según nos decían durante todo el período de tortura psicológica.
Finalmente llegó este grupo y por grupos nos fueron sacando desde la Cárcel con la vista vendada a un lugar que estaba a algunas cuadras de allí, el cual no puedo precisar porque éramos conducidos como ya indiqué, con nuestros ojos vendados. El trato recibido de estos efectivos de la Armada era muy duro, desde amenazas, golpes, culatazos, insultos y otros similares, hasta la aplicación de torturas con electricidad durante los interrogatorios.
Los médicos que estabamos detenidos pudimos comprobar personalmente este hecho, no sólo por haberlo vivido personalmente al igual que el resto de los detenidos sino que además, porque nos correspondía examinar y tratar de aliviar a las personas que regresaban de estos interrogatorios.
El día 10 de Octubre de 1973, el Comandante Larraín dijo que me prepare porque al día siguiente tenía una misión especial en la que tenía que participar y debía estar temprano preparado. El día 11 de Octubre desperté temprano y fui subido a un Jeep en él cual también iba el Comandante Larraín, más otros vehículos similares. Hasta ese momento yo ignoraba por completo a que lugar íbamos ni a que misión especial de acuerdo a las palabras del comandante Larraín.
Llegamos al costado del cementerio antiguo de Pisagua, entre este Cementerio y el mar; en ese lugar se encontraba casi la totalidad de la oficialidad del Ejército que estaba en Pisagua, más suboficiales y clases, quienes estaban formados como en una ceremonia militar regular.
Los suboficiales estaban armados can fusiles automáticos; además había un pelotón de conscriptos situados como pelotón de fusilamiento con algunos de pie y otros hincados delante de ellos, también estaban armados con fusiles automáticos.
Pude observar que los militares estaban situados al lado de una zanja o excavación que recién se había hecho de unos 15 metros de largo por 2 metros de ancho, en cuyo fondo se encontraban colocados uno al lado de otros 6 cadáveres envueltos en sacos. Uno de los oficiales me comunicó que esos cadáveres eran las personas que el día 29 de Septiembre de1973 habían tratado de escapar, conforme la versión entregada y ya referida anteriormente.
También se encontraba presente el Capellán de Pisagua, de apellido Murillo, quien se encontraba muy compungido.
Fui informado por el Comandante Larraín que eran los presos cuales, según me dijo, habían sido condenados por un Consejo de Guerra.
No recuerdo en este momento el nombre del oficial que mandaba el pelotón de fusilamiento, Iba a efectuar un fusilamiento de algunos prisioneros, los cuales, según me dijo, habían sido condenados por un Consejo de Guerra.
Posteriormente el comandante Larraín hizo un discurso dirigido a los militares, especialmente al pelotón de fusilamiento; a todo esto los prisioneros aún no llegaban en esos momentos. Todo esto con el fin de darles fuerzas para que cometieran el crimen, diciendo que estaban limpiando a la patria de sus malos elementos, refiriéndose en términos injuriosos a los presos que serían fusilados.
Debo agregar que los suboficiales estaban situados perpendicular a los soldados que formaban el pelotón de fusilamiento, también armados, lo cual constituía una verdadera presión sobre los mismos soldados que serían fusilados.
Lo que siguió a continuaci6n se hizo todo en silencio sin voces de mando; los prisioneros llegaron caminando hasta el lugar, primeros tres los que venían vendados y fueron situados frente al pelotón, uno al lado del otro separados por unos 2 metros entre cada uno. Un oficial dio la señal de disparar con la mano y entonces el pelotón compuesto por 12 hombres disparó, cayendo muertos estos 3 prisioneros.
Tengo la impresión que los fusilados ignoraban lo que ocurriría, porque no los vi en actitud de tener noticias de lo que ocurriría, manteniéndose muy serenos.
En esos momentos el Comandante Larraín me dijo que yo debía verificar la muerte de los fusilados, lo que yo hice constatando su muerte, con la excepción de uno de ellos, por lo cual el ofícial procedió a darle el llamado "tiro de gracia" con un fusil.
Los cadáveres de estas tres personas fueron envueltas en sacos de arpillera….
Los mismos hechos se repitieron con otros dos prisioneros, los cuales fueron fusilados en la mismas circunstancias.
Debo agregar que en el caso de Humberto Lizardi, la venda que tenía puesta en su vista se los soltó en el momento de los disparos, circunstancia que menciono a fin de confirmar el personal conocimiento que tengo de estos hechos.
Los nombres de las personas fusiladas, son las siguientes: Juan Valencia, Humberto Lizardi, Mario Morris, José Córdova y Julio Cabezas.
No recuerdo en este momento el nombre del oficial que mandaba el pelotón de fusilamiento, pero era el segundo hombre en jerarquía después del Comandante Larraín.
Terminado el fusilamiento, fui llevado de regreso a la Cárcel, de tal suerte que no vi el momento en el cual se tapó la zanja con tierra.
Debo precisar que la zanja en la cual fueron enterrados los cadáveres está situada al costado Poniente del Cementerio, lado que da hacia el mar, en un sector que tiene desniveles, bajando en altura a medida que se acerca al mar.
La zanja en su largo va de oriente a poniente en aproximadamente 15 metros, a unos 20 metros de distancia de la muralla del cementerio que mira hacia la cota y, en su ancho, sur a norte en unos dos metros, aproximadamente a unos 50 x 60 metros del término de la aludida muralla por el lado sur.
Debo agregar que la persona a la cual el oficial le dio el tiro de gracia fue a Juan Valencia, a quien conocí en Pisagua, de tal forma que lo ubicaba perfectamente.
Debo agregar que a Lizardi también lo conocí en Pisagua y por ello lo identificaba perfectamente al igual que a Julio Cabezas, de quien yo sabía era abogado.
Respecto a Mario Morris, debo decir que yo lo conocía desde Valparaíso, al igual que a toda su familia de la que soy amigo y me consta que él estaba en el primer grupo de tres fusilados.
Leída, ratificada y firmada conjuntamente con el Tribunal.
"Quiero verdad y justicia"
Fuente :elpais.com, 12 de Junio 1990
Categoría : Prensa
Una anciana rompe suavemente en llanto. Sus nietos la abrazan. Un ex detenido de Pisagua le acaricia la cabeza canosa. Ella aguarda todos los días, con un grupo de cerca de 50 personas, ingresada en el Instituto Médico Legal de Iquique para reconocer los cuerpos traídos a diario desde el campo de Pisagua."Necesito verlo, pasar por el duelo, aunque sea duro, aunque sufra. Hay algo que me empuja", dice Jini Arancibia, viuda de Freddy Taberna, uno de los miembros de la dirección del Partido Socialista de Iquique, todos ejecutados en 1973. "Quiero la verdad, pero también justicia, antes de pensar en reconciliación. La democracia es imposible sin justicia", afirma.
En el grupo, un ex prisionero de Pisagua reconoció a uno de los soldados que actuaron entonces en el campo de concentración. El sujeto, de 35 años, habló con este enviado sin revelar su nombre: "Era del batallón logístico de Pisagua, yo no maté ni torturé", comenzó diciendo.
"Hay tres fosas"
Nervioso, a pocos metros de los familiares de las víctimas que encendían velas, sin saber lo que él decía, agregó: "Pero vi". Sus recuerdos son rápidos: "A un infante de Marina le dijeron que si esquivaba las balas se salvaba. Mientras corría lo mataron con un riñe con mira telescópica. Ponían a los preciosos (así llamaban los soldados a los presos) en fila en el muelle y les empujaban amarrados de pies y manos a la bahía".
El ex soldado parecía incómodo y quería escabullirse. Pero el dolor de quienes estaban cerca de él le impelía a seguir y a descargarse. Aceptó seguir hablando delante de un abogado y de EL PAÍS: "Hay tres fosas con cuerpos. Creo que hay más de 70 cuerpos ahí y otros más repartidos". Recuerda nombres, detalles verídicos.
"Los sujetaban desde los pies toda la noche y las cabezas se hinchaban como pelotas. A otros los colgaban con una polea para meterlos al mar". El ex soldado, un hombre moreno y delgado de unos 35 años, dice que decidió hablar cuando vio en la Prensa el hallazgo de los cuerpos. Tiene miedo: "Conozco soldados de Pisagua que después se fueron a la CNI [Central Nacional de Informaciones, la policía secreta de Pinochet]".
Pisagua fue un infierno
Fuente :elpais.com, 6 de Diciembre 1990
Categoría : Prensa
Manuel Delano Prendió un cigarrillo y permaneció en silencio respetuoso, mirando hacia la fosa, del ancho de una persona, de dos metros y medio de profundidad y 12 de largo La cuadrilla de obreros sacaba en esos momentos dos cuerpos momificados, con expresiones crispadas, de horror, en sus esqueléticos rostros. Eran los exhumados números 18 y 19 en una semana. En el otro extremo de la tumba clandestina, bajo dos montículos de tierra, se adivinaban más restos humanos. A 100 metros, golpeaban las olas del Pacífico y había un hedor que impregnó las ropas durante horas.
Apagó el cigarrillo. Con el rostro tenso y los ojos brillantes, Pedro Arancibia, un ex detenido del campamento de prisioneros de Pisagua, inaugurado por la dictadura del general Augusto Pinochet al día siguiente del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, revivía las jornadas en el campo de concentración.
"Un compañero fusilado agitó su mano para despedirse de los que seguíamos encarcelados. Otro fue al paredón cantando La Internacional. Asesinaron con la llamada Ley de fugas a seis compañeros que se ofrecieron cuando un oficial pidió voluntarios para trabajos de carpintería. Fusilaron también a coqueros (vinculados al tráfico de cocaína) y hasta hubo crímenes por venganzas personales", recordó Arancibia, un profesor de castellano que tiene aún huellas en los brazos y piernas de las torturas con electricidad y golpes que recibió de los soldados en Pisagua, en 1973.
Entre 1.500 y 2.500 personas pasaron por el campo de concentración de Pisagua durante 1973 y 1974. Muchos, al menos 21 de los prisioneros exhumados fueron ejecutados allí, aunque el número final puede ser superior. "Además de los cuerpos en las fosas, hay testimonios sobre esqueletos encadenados que están en el fondo de la bahía de Pisagua", dijo el ex diputado de la zona, VIadislav Kuzmicic, ex prisionero en el lugar.
En sacos de patatas
Los recuerdos de Alberto Newmann, un médico, también prisionero en Pisagua, que fue obligado a presenciar fusilamientos para certificar la muerte de sus amigos, y de un sargento retirado, cuya identidad se mantiene en secreto para protegerlo, permitieron los hallazgos de Pisagua. Los cuerpos estaban alineados en filas, uno al lado del otro, envueltos en sacos de patatas, con su ropa conservada, algunos atados de pies y manos y vendados, otros con sus manos en los bolsillos. Todos tienen impactos de bala.
Rodeado por cerros de 400 metros de altura y pendientes lisas, y por más de 80 kilómetros de desierto, Pisagua es una cárcel natural. En 1948, el entonces capitán Augusto Pinochet tuvo su primer destino importante: jefe militar de Pisagua, cuando el pueblo fue usado para la deportación de comunistas. Allí aprendió la perversidad del comunismo y comenzó a estudiar cómo contrarrestarlo, escribió después Pinochet.
La tradición izquierdista del norte chileno explica el mayor grado de represión respecto de otros lugares después del golpe militar. "Fue como un campo nazi", dijo Francisco Prieto, un ex prisionero. Freddy Alonso, víctima de dos simulacros de fusilamiento, recordó qué después de la alfombra roja, cuando una compañía de soldados corrió durante horas sobre las espaldas de 60 prisioneros desnudos, un subteniente especialmente sádico, para relajarse, tocaba el Réquiem de Mozart en un órgano en la parroquia de Pisagua.
Las excavaciones son cuidadosas, casi sin instrumentos, y dirigidas por un arqueólogo. Entre los obreros, hay uno particularmente delicado. Es hijo del abogado Julio Cabezas. Busca entre los restos humanos el cuerpo de su padre, fusilado por orden de un consejo de guerra, con el cargo de autor del plan Z en la zona, un supuesto intento de los izquierdistas para asesinar militares y opositores al Gobierno de Salvador Allende y tomar el poder. Un burdo plan, como se comprobó después, inventado para justificar la represión.
Los detenidos en Pisagua coinciden en que el abogado Cabezas fue ejecutado por una venganza personal de uno de los fiscales de los consejos de guerra. Cabezas estaba investigando en el momento de su detención las conexiones entre traficantes de cocaína y el poder judicial en 1973, afirmó Carlos Vila, presidente de la comisión de derechos humanos de Iquique, la ciudad más cercana a Pisagua.
Ejecuciones ilegales
"Los consejos de guerra eran una parodia para las ejecuciones ilegales", dijo Haroldo Quinteros, ex detenido de Pisagua. Él fue condenado a muerte por uno de esos tribunales en tiempos de guerra en 1973 y se salvó por influencia familiar. "Conocí al abogado defensor cinco minutos antes del consejo. Le dije que era inocente de los cargos, pero él no se atrevió a plantearlo en el consejo, porque era peligroso. Sólo pidió clemencia", contó Quinteros.
"¡Qué horror! ¿cómo es posible?", comentó a EL PAÍS, junto a la fosa, el juez especial investigador Hernán Sánchez, designado en un controvertido nombramiento de la Corte Suprema. Su antecesor en este caso, el juez local Nelson Muñoz, fue amenazado. "Hoy, tu gatito. Mañana, tú. Pisagua 1990", decía un mensaje que encontró Mufloz el viernes junto al cuello de su felino degollado. Los abogados de la Vicaría de la Solidaridad de la Iglesia católica, que denunciaron la inhumación ilegal de cuerpos en Pisagua, y altos funcionarios del Gobierno de Patricio Aylwin prefieren que siga Muñoz ante el temor de que el juez trasladase la investigación a un tribunal militar.
"Forestier y Pinochet son responsables. La sociedad chilena tiene que saber la verdad, hacer el duelo por sus muertos y debe una reparación a las víctimas por el tiempo en que no se les creyó", afirmó el diputado Jaime Estévez, uno de los parlamentarios que visitó la zona. El conocimiento de "la catadura moral de los autores de estos crímenes será la primera sanción. Estos hechos muestran la necesidad de que Pinochet se retire del Ejército", añadió.
En el desierto chileno, el más seco del mundo, están surgiendo las huellas de la "gesta liberadora", como el general gusta llamar al golpe de Estado de 1973.
Un largo y angosto cementerio clandestino
Fuente :La Tercera, Mayo 1998
Categoría : Prensa
De vez en cuando el país recobra la memoria. Son golpes secos, tremendos y trágicos que hacen recordar que en Chile existen procesos pendientes. Heridas abiertas. Casos que tienen que ver con la memoria colectiva de un país que, pese a los esfuerzos oficiales, no se reconcilia con su propia historia. Un país que amparado en cifras macroeconómicas y en un afán de progreso, prefiere dejar a un lado uno de los hechos más traumáticos de su corta vida como nación. El golpe militar de 1973 y sus trágicas consecuencias. Muertes, torturas y desapariciones, son la tónica de un proceso que quebró el orden democrático de Chile, y en el cual, se siguen contando víctimas. Los últimos sucesos despiertan una vez más las esperanzas de los familiares de detenidos desaparecidos. Madres, esposas e hijos de personas que dejaron de ver hace 25 años, cuando fueron detenidos por los organismos de seguridad del gobierno presidido por el ex general Augusto Pinochet Ugarte.
Hoy, la sociedad chilena se ve sacudida por las noticias que hablan de la posibilidad de que algunos de los detenidos desaparecidos estuviesen vivos en el interior de la ex Colonia Dignidad, enclave alemán que fue utilizado como campo de prisioneros durante el golpe de 1973 y en el que se presume, se hallaría un cementerio clandestino con los cuerpos de varios de ellos.
Otro hecho, es el nuevo hallazgo de osamentas en el norte. Se trataría de tres fosas, donde estarían enterrados alrededor de 150 presos políticos fusilados en 1973, descubiertas en las cercanías del Campo de detención de Pisagua (Primera Región), luego que un presunto uniformado revelara al diputado por Antofagasta Felipe Valenzuela (PS) la existencia de esos depósitos. Con las informaciones entregadas por esa fuente, que estaba destacada en el lugar durante el golpe militar, se logró ubicar los puntos cavados a una distancia equidistante uno de otro, en la ribera del río Camarones, cerca de Quillagua Viejo. Las labores de rastreo dieron resultado a las 18 horas del lunes 4 de mayo, cuando fue desenterrado el primer cuerpo. Valenzuela indicó que los cadáveres están amarrados de manos y presentan signos de haber sido acribillados. Se trata de un nuevo hallazgo que se suma a los ocurridos a partir del año 1990, cuando la sociedad chilena pudo observar como eran descubiertos 20 cuerpos en terrenos cercanos a la Cárcel de Pisagua (en la foto). Era Junio de 1990, a sólo meses de recuperada la democracia, un hallazgo que remeció la memoria nacional y que puso al descubierto la brutalidad con la que actuaron algunos elementos de las Fuerzas Armadas.
Osamentas en Pisagua
El viernes 1 de junio de 1990, los abogados Héctor Salazar, Carlos Vilas y Ernesto Montoya, presentaron la denuncia por "inhumación ilegal", a nombre de la Vicaría de la Solidaridad de Santiago y de la Comisión de Derechos Humanos, ante el Juzgado de Crimen de Pozo Almonte. Dos horas después, el Tribunal se constituyó en el lugar. El juez, Nelson Muñoz Morales y su secretario, se mantuvieron allí, en una carpa, recogiendo testimonios. La Vicaría de la Solidaridad ya tenía antecedentes un año antes de la existencia de este cementerio clandestino, ubicado al norte del cementerio de Pisagua. Fue el médico comunista Alberto Neumann Lagos, quien entregó su testimonio y una declaración jurada a los miembros del organismo. No obstante, se evaluó que las condiciones no estaban dadas en ese momento para emprender las acciones legales correspondientes. Por ello se decidió esperar las elecciones de diciembre de 1989. Una vez que la Concertación ganó y que Patricio Aylwin se hizo cargo del gobierno, se esperó un tiempo más, ya que el acceso al lugar era impedido por una barrera militar. Así se llegó al 31 de mayo, cuando se decidió interponer la denuncia. El primer cuerpo apareció a unos 70 centímetros de profundidad. Luego aparecieron otros. Los cuerpos estaban cubiertos por dos bolsas de arpillera amarradas, a la altura de las caderas, por gruesos alambres. Tenían los ojos vendados, sus ropas estaban intactas y orificios de bala atravesaban sus pechos.
El Campo de concentración de Pisagua está a dos horas de Iquique. Se accede por una carretera difícil en la que algunos tramos deben hacerse bordeando un precipicio. En camiones, golpeados y con frío, fueron llevados hasta allí 38 detenidos, el 14 de septiembre de 1973. "Cuando vimos el poblado, el fantasma tomó cuerpo. De inmediato nos encerraron en la cárcel. En el pueblo había unos 200 pescadores. El Comandante Larraín los reunió y les dijo que debían irse pues al lugar había llegado el 'cáncer marxista'. Nosotros debíamos permanecer encerrados. La cárcel tiene tres pisos. Al primero le llamaban 'catacumbas' ; en el segundo y el tercero había cuatro celdas. El 18 de septiembre llegó el barco Maipo con una carga de 400 prisioneros de Valparaíso. Se provocó un tremendo hacinamiento. Debíamos dormir de pie. Nos abrían las puertas sólo dos veces al día. A las 7 de la mañana nos daban un pan y un jarro de té y a las 4 de la tarde, un plato de porotos. Teníamos 7 minutos para comer, hacer nuestras necesidades y tomar agua" recordó en la revista Analisis de junio de 1990, Francisco Prieto Enríquez, ex prisionero que permaneció en Pisagua hasta el 31 de mayo de 1974.
Campo de concentración
El hallazgo de las osamentas de Pisagua causó impacto nacional. Impacto que legitimó la existencia de la Comisión de Verdad y Reconciliación, creada por el Presidente Aylwin para investigar los casos de violaciones a los derechos humanos cometidos desde el 11 de septiembre de 1973 hasta el 11 de marzo de 1990. La salinidad del mar y del desierto conservaron en una escalofriante integridad los cuerpos. Los esqueletos conservaban sus ropas, las amarras, las vendas y sobre todo, las expresiones de dolor. A medida que las investigaciones avanzaban se daban cuenta de nuevos antecedentes: las víctimas habían sido ejecutadas al margen de toda legalidad.
La revista Análisis del 11 al 17 de junio de 1990 cuenta que el 29 de septiembre de 1973, el teniente coronel Ramón Larraín, comandante del campo de concentración, gritó a los presos que necesitaba cinco voluntarios para trabajos en el exterior. Algunos, deseosos de tomar aire fresco, se ofrecieron. "Vimos salir a Juan Alarcón, Nolberto Cañas, Marcelo Guzmán, Michel Nash, Luis Lizardi y Juan Jiménez. Al poco rato llegó Larraín muy exaltado. En medio de insultos, informó que nuestros compañeros habían intentado fugarse, que no habían obedecido la orden de alto y que habían sido fusilados. Nadie le creyó", recuerda Francisco Prieto.
El 11 de octubre fueron sacados del campo José Córdova, Humberto Lizardi, Mario Morris, Julio Cabezas y Juan Valencia. Nunca más los vieron. A través de un bando, firmado por el Comandante en Jefe de la sexta división y hombre de confianza del general Pinochet, Carlos Forestier, se informó que habían sido fusilados para dar cumplimiento a la sentencia de un Consejo de Guerra. Nunca se encontró el expediente. Los detenidos fueron fusilados en Pisagua, pese a que se aseguró que el juicio se había realizado en Iquique, sin la presencia de los sentenciados. A los presos no les cupo duda de que había sido venganza. El fiscal militar Mario Acuña era un abogado de Iquique con vinculaciones con el narcotráfico. Sus actividades ilícitas habían sido descubiertas gracias a una investigación realizada por el destacado integrante del Consejo de Defensa del Estado, Julio Cabezas. El 11 de sepiembre de 1972, Acuña fue nombrado fiscal por el juez militar Forestier. Una de sus primeras acciones fue ordenar la detención de Cabezas.
Nuevos hallazgos
Categoría : Otra Información
Los indesmentibles hechos que fueron apareciendo a la luz pública afectaron al Ejército, quien se sintió amenazado ya que a este hallazgo se sumaron otros. En julio de 1990 la Iglesia de Valdivia reveló la inhumación ilegal de 18 campesinos fusilados en Futrono y Chihuío. En Calama aparece una fosa clandestina con restos de cadáveres dinamitados. En el Cementerio de Copiapó, cuatro de trece cuerpos extraídos de una fosa anónima, muchos de ellos quemados, correspondieron a fusilados de 1973. En agosto se añaden tres cuerpos maniatados en el cerro Mutrún, tres en el Cementerio La Playa de Constitución, seis en Calama y otros seis, dinamitados, en un pique de Tocopilla.
Luego vendría una situación todavía más dramática. El juez Germán Hermosilla, que investiga la ejecución de campesinos de San Bernardo en Paine y Cuesta de Chada, es informado de que algunos cuerpos podrían estar enterrados en el Patio 29 del Cementerio General de Santiago. Las primeras excavaciones provocaron una nueva conmoción: en numerosas tumbas, los cuerpos habían sido apilados unos sobre otros. Consultado, el entonces comandante en Jefe del Ejército, general Augusto Pinochet, sobre este hecho, declaró que le parecía una medida muy "económica", generando una serie de críticas por parte de familiares de detenidos desaparecidos y de organismos de derechos humanos. Las investigaciones sobre estos hechos culminarían una año después, en septiembre de 1991, con un total de 125 cadáveres.
El Ejército hizo sentir su malestar sobre esta serie de hallazgos a través de una declaración del Cuerpo de Generales, leída por el entonces director de la Academia de Guerra, coronel Ricardo Izurieta (Actual comadante en Jefe del Ejército). En dicha declaración el Ejército expresó una clara defensa de su Comandante en Jefe, dejando en claro que Pinochet y Ejército eran un solo cuerpo. La declaración, en un tono mesurado y argumental expresó en algunos párrafos que "No somos ajenos al dolor de hoy, y hemos debido contener durante años el sentimiento que experimentamos todos, a consecuencia de la guerra interna que debimos enfrentar…" , y en clara alusión a las ausaciones que se le imputan dice " es sabido que cuando se quiere desprestigiar a los vencedores se les culpa de crueldad, de excesos criminales y , sobre todo, de ejercer un castigo desproporcionado a la capacidad ofensiva de las fuerzas derrotadas"…"en nuestro caso, estamos seguros de que la victoria de la libertad no se hubiera obtenido sin el empleo de las acciones severas y disuasivas que ejecutaron las Fuerzas Armadas y Carabineros".
Por la cercanía de los hechos, sólo han pasado 25 años desde el golpe, no existe una visión oficial sobre los acontecimientos que motivaron la intervención militar, ni sobre la supuesta guerra interna que se desarrolló. Las investigaciones judiciales tendrán que esclarecer la verdad sobre la muerte y las circunstancias en las que estas sucedieron.
Hoy, a ocho años del primer hallazgo, aparecen nuevamente osamentas en el norte del país. Cuerpos que se niegan a desaparecer, que no permiten que sean olvidados y que esperan, al menos, servir de consuelo a sus deudos que aún se preguntan ¿Dónde están?.
Jorge "Chino" Navarrete recordó cómo sobrevivió gracias al humor durante su detención en 1973
Fuente :publimetro.cl, 4 de Agosto 2015
Categoría : Prensa
El año 1973 Jorge “Chino” Navarrete vivió uno de los momentos más complejos de su vida, al ser detenido en Pisagüa en calidad de prisionero político.
El humorista conversó con Álvaro Escobar en “Más vale tarde” y recordó, “haber estado en un barco en donde en siete horas más te van a lanzar al mar, haber estado sin comer 72 horas…” y luego destacó, “nosotros logramos vencer, nosotros vencimos, porque estábamos con emociones muy nocivas, odio, impotencia, miedo, terror y de repente espontáneamente se nos ocurre decirle a mis compañeros que me subieran y saco la cabeza por ahí y comienzo a transmitir como ‘Radio Pisagüa’ ‘Las noches fantásticas de Lalo Cabrera’. Todos confabulamos”.
El comediante destacó el papel importante que jugó el humor durante su detención. “Lo que pasa es que nosotros en nuestra imaginación, que es el único paraíso del que no nos pueden expulsar, cambiamos las energías de esa cárcel y el odio, el rencor y miedo se disipan, porque en la mañana despertábamos a crear ‘Las noches fantásticas de Lalo Cabrera"”.
Visita a Pisagua: testimonios y relatos de la dictadura de ex presos políticos
Fuente :uchile.cl, 25 de Enero 2019
Categoría : Prensa
En el marco de la Escuela de Temporada "IQUIQUE SIN FRONTERAS – Diálogos sobre migraciones, feminismos, ciencias y culturas", organizada en conjunto por la Universidad de Chile, la Universidad Arturo Prat y el municipio local, académicos y funcionarios de ambos planteles, junto a organizaciones de derechos humanos de la región, realizaron un recorrido de memoria y patrimonio en esta localidad, guiados por el relato y los testimonios de ex presos políticos de la dictadura cívico – militar.
Este jueves 24 de enero, en una actividad realizada en el marco de esta actividad de vinculación con la comunidad, un grupo de académicos y funcionarios de la Universidad de Chile y de la Universidad Arturo Prat visitó la localidad de Pisagua, lugar donde luego del golpe de Estado de 1973 se estableció un campo de concentración en el que fueron torturados y ejecutados cientos de hombres y mujeres.
En el recorrido, que contó con una visita al sitio de memoria, la fosa y la cárcel de Pisagua, también participaron organizaciones de derechos humanos, tales como la Corporación de ex Presos Políticos de Pisagua. Su presidenta, Juana Torres, valoró la realización de esta instancia debido a que “significa que la juventud realmente va a ser el relevo de nosotros y que las ideas que tenemos no van a morir. Contar la historia que pasamos siempre es doloroso, es como volver a torturarse, pero esto que estamos haciendo es porque los jóvenes vienen y porque la Universidad se ha preocupado”.
Por su parte, el coordinador académico de la Cátedra de Derechos Humanos, Claudio Nash, explicó que este año uno de los objetivos fijados por esta instancia académica al interior de la Universidad de Chile fue trabajar en torno al negacionismo y sus riesgos, en tanto pueden controvertir las violaciones a los derechos humanos e incluso justificarlas.
“Como cátedra lo que queremos es rescatar la historia de este país, ayudar, colaborar en reconstruir la memoria colectiva y en eso Pisagua es un lugar esencial porque ha sido ocupado tres veces como campo de prisioneros, y por lo tanto la pregunta que tenemos que hacernos es “¿que estamos haciendo y qué vamos a hacer para que no sea ocupado una cuarta vez?” y en ese compromiso pareciera que un primer paso es rescatar lo que ahí sucedió, ponerlo en perspectiva", señaló Claudio Nash.
Finalmente Óscar Varela, ex preso político e integrante de la Corporación de ex Presos Políticos de Pisagua, aseguró que el objetivo de este tipo de actividades es “mantener la memoria y sobre todo conseguir los testimonios de los que vamos quedando. Es importante que los jóvenes se involucren justamente porque nosotros estamos desapareciendo, nos van quedando pocos años y sino se va a perder la memoria que es importante para el que ‘nunca más’”.
Pisagua: sitio de memoria
Una de las principales labores que ha asumido la corporación ha sido la mantención de este sitio de memoria. Para esto, explicó el integrante del equipo técnico de la organización, Juan Ramírez, es importante “constituir el objeto de memoria y cuál es el motivo de que este objeto tenga validez como discurso social porque no es simplemente un objeto de memoria para nosotros, sino que tiene muchas más dimensiones que se pueden entender a partir de un estudio metodológico, y también con el apoyo de las que son nuestras principales fuentes, que son los compañeros”.
Asimismo, Juan Ramírez señaló que “lo que constituye la memoria en el contexto de Pisagua, y que está relacionado con la violación de los derechos humanos en el contexto de la dictadura, es mucho más amplia. En lo específico, nosotros nos preguntamos qué es el sitio de memoria y que tiene que ver con esa parte oculta de lo que fue el campo de ex prisioneros, que son las ejecuciones y las inhumaciones ilegales”.
En esa misma línea, el integrante del mismo equipo técnico, Jaime Coronil, señaló que “dentro de todos los hallazgos que se hicieron en Chile de este tipo, la fosa de Pisagua es un hecho fundamental que determina, por ejemplo, una evidencia innegable que permitió demostrar que la dictadura de Pinochet estaba violando los derechos humanos”.
Pisagua campo de prisioneros
Fuente :tarapacaenelmundo.com, 5 de Enero 2020
Categoría : Otra Información
Pisagua en la Guerra Civil de 1891
La guerra civil del 1891 que trajo como consecuencia la destitución del gobierno constitucional de José Manuel Balmaceda, ayudó a construir la imagen de Pisagua como sitio de cárcel y de tortura. La novela Revolución de Anselmo Blanlot Holley, editada en Buenos Aires en 1894 describe la situación de Enrique Vedia un oficial leal al presidente que es tomado prisionero. El relato es el siguiente:
«Pisagua, se había hecho notar entre los pueblos del norte por el salvajismo de sus masas.
El destino condujo á este puerto al desgraciado capitán. Fué encerrado en la cárcel, junto con unos pocos reos comunes: los demás habían ingresado á las filas de la revolución.
El trato que se le dió, fué, si cabe, más humillante y duro. La ausencia de sus compañeros contribuía á incrementar sus pesares. La muerte habría sido un beneficio inmenso para el infeliz.
Una mañana apareció sobre la cumbre de los cerros del sur una bandera roja. El vigía anunciaba buque enemigo a la vista.
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El pueblo se puso en conmoción. Huyen unos hacia la pampa,; escóndanse otros en los sótanos de los almacenes; apréstense muchos á defender la plaza.
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De repente, alguien recuerda que hay una víctima que sacrificar, -víctima indefensa y sagrada, – cuya sangre fortalecería las entrañas de los heroicos regeneradores de Chile.
Corre por las calles, gritando:
-¡Que se nos entregue el prisionero!
?Las fieras acuden y aplauden.
Cuando la poblada llega á la cárcel, ha aumentado considerablemente. Hombres, mujeres y niños; nacionales y extranjeros, se arremolinan en torno del centinela y no cesan de pedir la cabeza del prisionero.
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Por fin, uno, más atrevido, echa á un lado al guardián y se abalanza al interior. La turba lo sigue.
Las noticias de las turbulencias callejeras han precedido á los asesinos.
?Enrique, ve próximo el término de su vida. La muerte no le arredra. Pero los ultrajes, los martirios, sí.
Quiere ocultarse, pero ¿dónde?
Cuando la turba invade el patio de la cárcel él abandona la rejilla de su calabozo. Aquella horda de descamisados lo horroriza; adivina en sus rostros el fin que se le espera.
-¿Dónde está el prisionero?
-Allí, allí -gritan los otros detenidos, temerosos de ser equivocados con él.
En un abrir y cerrar de ojos la puerta es desquiciada.
La turba quiere ahogarlo ahí mismo.
-Nó, nó- gritan de más atrás.- ¡En la calle! ¡En la calle!
Todos tienen igual derecho para gozar del tremendo espectáculo.
Sacan á Enrique, resguardándolo, para no malograr el entretenimiento por precipitación.
¡La presa está segura!
Las mujeres se empinan para contemplar al odiado dictatorial; los niños se encaraman á las ventanas para divisarlo; los hombres pugnan por acercársele.
Los presos aprovechan de la ocasión para escabullirse.
Llegan á la calle, y la matanza empieza.
Le arrancan á tirones el hediondo traje que cubre su cuerpo. Cien manos lo atenacean, cien corvos lo pinchan, cien bocas lo escupen.
Sus lamentos se pierden entre el infernal vocerío.
Le arrancan á puñados los cabellos y la barba.
Nadie quiere quedar sin parte en la función.
La víctima, cae.
Los chacales lo destrozan.
En un instante lo desarticulan y se reparten los despojos. Uno, levanta una pierna; otro, un brazo; aquel, el tronco; el de más allá, la cabeza.
¡Los energúmenos llegan hasta el muelle y agitan los informes restos en ademán de desafío…! (Blanlot 1895: 392-95)».
Pisagua ya inscribía su nombre en la memoria sangrienta de la nación.
Blanlot, Anselmo. ¡Revolución!
Novela Histórica Americana.
Imprenta de Obras de J.A. Berra. Buenos Aires, Argentina. 1894
Pisagua en tiempos de González Videla
?El 22 de enero de 1948, un escueto comunicado militar anunciaba que Félix Morales Cortés, de 35 años, profesión pintor dibujante, domiciliado en Iquique, 21 de Mayo Nº 454, falleció en Pisagua. Morales se encontraba en ese puerto en virtud del Decreto Supremo Nº 11 del 13 de 1948 del Ministerio del Interior. A los días después muere el que fuera intendente de Iquique, Angel Veas.
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¿Quién era Félix Morales Cortés? Era antes que nada, un poeta comunista que murió en Pisagua, en los tiempos en que González Videla decidió cancelar sus compromisos políticos con el Partido de Recabaren. En otras palabras fue víctima de la aplicación de la Ley de Defensa de la Democracia, que fue comúnmente conocida como “Ley Maldita”.
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Pisagua en 1948, asume públicamente su lugar en la historia chilena, como campo de concentración. Pero, no hay que creer que sólo en esa fecha adquiere esa fama. Ya en la revolución balmacedista de 1891, Pisagua había sido lugar de reclusión, recordemos, tal como lo relata Anselmo Blanlot en la novela Revolución. El primero de abril de 1925, llegan relegados a Pisagua los suboficiales del Ejército Olegario Apablaza, Luis Gallardo y F. Arellano del disuelto regimiento Valdivia. Como se podrá apreciar, la caleta, cuyo nombre puede ser traducido como “dormida entre los riscos”, tiene el perfil que lo liga a la muerte, la desdicha y la tragedia.
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Sobre el campo de concentración del año 1948, existe un elocuente testimonio de un relegado (Muñoz 1990: 57), y en la literatura Volodia Teitelboim en su novela Pisagua, una semilla en la arena, presenta un macizo testimonio de lo allí ocurrido.
Fuente: ?Muñoz Orellana, Luis. “Pisagua en los tiempos de González Videla”. En: Vida, pasión y muerte en Pisagua. ?Bernardo Guerrero (Editor). Centro de Investigación de la Realidad del Norte. Iquique, Chile. 1990. 57-68
Pisagua 1973
La triste fama de Pisagua habría de alcanzar nivel mundial, cuando en 1973, el general Pinochet da el golpe de Estado. El 30 de octubre de 1973 son fusilados Freddy Taberna, José Sampson Ocaranza, Juan Antonio Ruz y Rodolfo Fuenzalida. A otros se le aplicó la llamada “ley de fuga”, como es el caso de Luis Lizardi y Marcelo Guzmán.
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Todas estas muertes, fueron ejecutadas sin ningún apego a la norma vigente, y en la mayoría de los casos obedecieron más que nada a un afán de venganza, como fue el fusilamiento de Freddy Taberna.
Sólo en junio de 1990, y gracias a la labor del juez de Pozo Almonte, Nelson Muñoz Morales, se logró dar con la fosa donde se encontraron veintiún cuerpos. El resto de los cuerpos, sobre todo, el de la Dirección Regional del Partido Socialista, encabezado por Freddy Taberna sigue siendo un misterio.
Héctor Taberna, hermano menor de Freddy, en una dolorosa y emotiva prosa escribe acerca de las horas previas a la muerte de su hermano, cuando se despiden, dice:
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¡¡¡Cómo olvidarlo!!! si esos minutos parecieron segundos. No supe cómo había llegado el momento de la despedida. Fue un abrazo fuerte. Prolongado. De amor. De calidez. Sin lágrimas. El último abrazo para de una de las personas que más admiraba y amaba: Freddy Marcelo -Mi Hermano- (Taberna 1990: 100).
?A los cuatros condenados a muerte, esa madrugada del 30 de octubre de 1973, Taberna los recuerda así:
Los cuatro compañeros se abrazan entre ellos. Envueltos en un abrazo fraterno, solidario, revolucionario… Es un abrazo que encierra toda una etapa de injusticias; de golpes; de electricidades; de sangre derramada; de llagas y de dolores; de hambre, de torturas, de humillaciones. Es un abrazo que está encerrado para siempre y por siempre la impotencia. En este abrazo, que se vislumbra lleno de muerte, en el que se refleja la luminosidad de la vida, en suma, en un abrazo socialista, mierda (Taberna 1990: 102).
Una vez fusilados, Héctor Taberna escribe:
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Te imaginé- y así lo dijeron ellos, después-, sin venda, enfrentando al pelotón, cantando un himno revolucionario: -La Internacional-, dijeron unos militares… ¡no!, La Marsellesa, consultaron otros militares. -Cómo no saben de himnos revolucionarios (Taberna 1990: 103).
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Han pasado veintiséis años del fusilamientos de la Dirección del Partido Socialista de Iquique, y los cuerpos siguen sin ser encontrados. Nosotros no sabemos donde están. Pero los militares si lo saben.
La siguiente es una lista correspondiente a las víctimas de Pisagua recordadas en el memorial de Pisagua
- Manuel Eduardo Sanhueza Mellado
- Nicolás Chanez Chanez
- Tomás Orlando Cabello Cabello
- Luis Manríquez Wilde
- Juan Orlando Rojas Osega
- Hugo Tomás Martínez Guillén
- Alberto Amador Yáñez Carvajal
- Luis Alberto Toro Castillo
- Nelson José Márquez Agusto
- Germán Elidio Palominos Lamas
- Juan Apolinario Mamani García
- José Rufino Cordova Croxatto
- Juan Valencia Hinojosa
- Julio César Cabezas Gacitúa
- Mario Morris Barrios
- Humberto Lizardi Flores
- Luis Alberto Lizardi Lizardi
- Marcelo Omar Guzmán Fuentes
- Juan Efraín Calderón Villalon
- Michel Nasch
- Freddy Taberna Gallegos (cuerpo no encontrado)
- Juan Antonio Ruz Díaz (cuerpo no encontrado)
- Rodolfo Fuenzalida Fernández (cuerpo no encontrado)
- José Sampson Ocaranza (cuerpo no encontrado)
Bibliografía: ?Taberna, Héctor, “Pisagua en los tiempos de Pinochet” En: Vida, pasión y muerte en Pisagua. Bernardo Guerrero (Editor). Centro de Investigación de la Realidad del Norte. Iquique, Chile. 1990. 69-104 Otra fuente: «Plano de la fosa común en el cementerio de Pisagua». Memoria Viva.
Pisagua en tiempos de Pinochet: 1984
?La historia de Pisagua como campo de concentración proseguiría, años tarde, cuando el año 1984, a fines de octubre, se empieza a reacondicionar este puerto como lugar de reclusión. El Obispo Javier Prado Aránguiz jugó un rol preponderante en la defensa de los relegados. Su testimonio sobre lo allí sucedido es más que elocuente (Prado 1990: 116). Dice el Obispo:
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Una vez más Pisagua dejaba un triste recuerdo. El Pisagua que conoció momentos de glorias. El Pisagua que conoció el esplendor de la época del salitre, ese mismo Pisagua conocía la humillación y la vergüenza, ciertamente menor en esta circunstancia que la que se había vivido diez u once años antes como lo hemos podido trágicamente comprobar en estos últimos días (Prado 1990: 116).
Bibliografía: Prado, Javier. “Pisagua 1984-1985”. En: Vida, pasión y muerte en Pisagua. Bernardo Guerrero (Editor). Centro de Investigación de la Realidad del Norte. Iquique, Chile. 1990. 105-118
"Y en nosotros nuestros muertos, p'a que naide quede atrás"
Fuente :PiensaChile.cl, 20 de Febrero 2021
Categoría : Testimonio
Estimado Lucho,
Me ha tomado un par de días procesar la información referente a la decisión de la Suprema sobre los asesinatos y secuestros de Pisagua.
Esta decisión nos deja a mi y a mi familia con una extraña sensación de alegría y también nos devuelve la tristeza.
Pensar que fue casi medio siglo atrás que mi hermano Mario fue asesinado en Pisagua y por mucho tiempo pensamos que no se haría justicia.
Sin embargo, ni siquiera debiera hablar de alegría, tal vez lo apropiado seria sentirse conforme con las sentencias, pero son muchos los sentimientos que se agolpan.
A pesar de estos 7 condenados a penas de cárcel efectiva, los tres peores chacales de Pisagua, el general Forestier, el teniente Larrain y el fiscal Acuña gozaron de impunidad biológica. Murieron sin enfrentar la justicia.
Mario era apenas un año mayor que yo. Mi madre murió en Alemania un año antes que descubrieran sus restos en la fosa de Pisagua. Su hijo que apenas tenía 2 años al momento del golpe, no recuerda vivencias compartidas con él y para la nieta y nieto es una foto que no envejece.
Mi hermano Oscar y mi hermana Olga que presentaron la querella inicial a nombre de la familia, fallecieron sin conocer el resultado de su valiente gestión.
Aunque debiera ser un cierre de éste proceso, quizás el mas doloroso episodio vivido por nuestra familia, queremos acompañar en el dolor, porque lo conocemos, a tantas familias chilenas que perdieron o nunca supieron de la suerte corrida por algún ser querido, víctima de la crueldad de los mismos que hoy reprimen al movimiento social que dijo Basta! el 18 de octubre del 2019
Un abrazo!
Hernán
Crueles entre los crueles
Fuente :Cambio21.cl, 10 de Febrero 2021
Categoría : Prensa
La Corte Suprema informó que resolvió rechazar los recursos de casación deducido por las defensas en contra de la sentencia que condenó a siete exagentes de Estado por su responsabilidad en los delitos de lesa humanidad ocurridos durante la dictadura de Pinochet en el centro de detención de Pisagua, en septiembre y octubre de 1973.
Se trata de las muertes y secuestros calificados de Michel Nash Sáez, Jesús Cañas Cañas y Juan Jiménez Vidal; y del homicidio calificado de Marcelo Guzmán Fuentes, Juan Calderón Villalón, Luis Lizardi Lizardi, Julio Cabezas Gacitúa, Julio Córdova Croxato, Mario Morris Barrios, Humberto Lizardi Flores y Juan Valencia Hinojosa.
El caso de Michel Nash es un ícono entre los familiares de la memoria de los derechos humanos. Era un joven conscripto de 19 años que hacía su servicio militar y fue enviado a vigilar presos en Iquique y Pisagua.
Cuando se decidió que había que fusilar a los detenidos, en su mayoría profesionales, profesores y alumnos universitarios, Nash se rehusó realizar esta macabra tarea. Fue detenido y por orden de oficiales del Ejército fue también fusilado.
En fallo dividido, la Segunda Sala del máximo tribunal –integrada por los ministros Carlos Künsemüller, Jorge Dahm, Leopoldo Llanos y los abogados (i) Diego Munita y Ricardo Abuauad– ratificó la sentencia que condenó al coronel de Ejército en retiro Sergio Benavides Villarreal y el mayor de carabineros en retiro Manuel Vega Collao a presidio perpetuo como autores de los delitos.
En tanto, los miembros del Ejército en retiro, Roberto Ampuero Alarcón, Gabriel Guerrero Reeve y Arturo Contador Rosales, deberán pagar con 10 años de presidio, como autores de los tres delitos de secuestro calificado y por los homicidios calificados de Marcelo Guzmán Fuentes, Juan Calderón Villalón y Luis Lizardi Lizardi. Sergio Figueroa López cumplirá una pena de 12 años de presidio por los mismos hechos.
Finalmente, Miguel Aguirre Álvarez fue condenado a la pena de 10 años y un día de presidio, por su responsabilidad en los tres secuestros calificados, ilícitos perpetrados a partir del 29 de septiembre de 1973.
El máximo tribunal descartó error de derecho en el fallo acatado, dictado por la Corte de Apelaciones de Santiago, el 29 de marzo de 2018, que condenó a los exagentes del Estado.
Cómo ocurrieron los crímenes
En el marco de su investigación el ministro Mario Carroza acreditó que los detenidos trasladados a Pisagua eran sometidos a golpizas para “ablandarlos” y se les obligaba a firmar documentos en blanco que eran llevados al fiscal militar Mario Acuña “con el sólo propósito de justificar acusaciones falaces ante Consejos de Guerra simulados y poder solicitar en éstos condenas como la pena de muerte”, que una vez impuesta se ejecutaba dentro de las 24 horas siguientes con fusilamientos.
Bajo este modus operandi, “el 19 de septiembre de 1973, en horas de las mañana, fueron sacados de sus celdas Juan Calderón Villalón, Luis Alberto Lizardi Lizardi, Marcelo Omar Guzmán Fuentes, Juan Jiménez Vidal, Jesús Nolberto Cañas y Michel Selin Nash Sáez, los que fueron ejecutados en las cercanías del campo de prisioneros bajo el pretexto de que habrían intentado fugarse mientras eran trasladados fuera del lugar”.
Tras esto “los cuerpos fueron envueltos en arpilleras y luego inhumados en una fosa en el Desierto de Atacama”.
En tanto, “el 11 de octubre de 1973 fueron sacados de sus celdas los prisioneros Julio Cabezas Gacitúa, Juan Valencia Hinojosa, Mario Morris Barrios, José Córdova Croxato y José Humberto Lizardi Flores, quienes fueron ejecutados en un lugar cercano al cementerio con la vista vendada y las manos atadas, al margen de toda legalidad”.
Su deceso “fue verificado por un médico y en el caso que sobrevivieran se les remató mediante tiro de gracia, luego de ello sus cuerpos fueron envueltos en arpillera y enterrados en una fosa común”.
Un día como hoy: Hallazgo de Pisagua (02 de junio de 1990)
Fuente :conectadosconlamemoria.cl, 2 de Junio 2021
Categoría : Prensa
El sábado 02 de junio de 1990, el magistrado Nelson Muñoz, del Juzgado de Pozo Almonte, se constituyó en el Cementerio de Pisagua acompañado de un antropólogo, un arqueólogo, un ingeniero químico, funcionarios del tribunal, excavadores y testigos. Después de algunas horas de trabajo, las diligencias dieron fruto con el hallazgo de una fosa común en el sector nor-poniente del recinto.
La investigación judicial se había originado en una denuncia por inhumación ilegal presentada por la Vicaría de la Solidaridad dos días antes, basada en información proporcionada por testigos de las ejecuciones realizadas en el Campamento de Prisioneros de Pisagua tras el golpe de Estado.
En la fosa fueron encontrados veinte cuerpos, que se habían mantenido durante 17 años en un buen estado de conservación, incluso con parte de sus vestimentas y con vendas sobre los ojos, por efecto de la sal que impregna la arena del sector. Los fallecidos corresponden a prisioneros de guerra ejecutados en el marco de la ley de fuga, así como condenados a muerte en diversos Consejos de Guerra, hechos ocurridos entre septiembre de 1973 y febrero de 1974.
Existe constancia de la ejecución de al menos otras diez personas en el Campamento de Pisagua, cuyos cuerpos no se encontraban en esta fosa ni fueron hallados en las búsquedas que se realizaron más tarde en todo el recinto.
La causa judicial iniciada en el Juzgado de Pozo Almonte quedó a cargo de un ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Arica, quien llevó a cabo la identificación de los cuerpos. Luego, la Justicia Militar solicitó la incompetencia de la Corte, y la causa pasó al Séptimo Juzgado Militar de Arica, que aplicó la ley de amnistía en 1992. La Vicaría de la Solidaridad apeló esta decisión, que sin embargo fue ratificada por la Corte Suprema.
El hallazgo de la fosa común de Pisagua, registrado apenas un par de meses después de que el general Augusto Pinochet dejara el poder, marcó para muchos un hito que permitió comenzar a develar para el público masivo lo que las agrupaciones de familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos llevaban años señalando. Se comenzaba poco a poco a conocer masivamente la verdad sobre las desapariciones forzadas en el país, tantas veces negadas por la dictadura. Se comenzaban así a develar las acciones de ocultamiento de cuerpos de los prisioneros políticos ejecutados bajo la figura de la ley de fuga o condenados a muerte en el marco de Consejos de Guerra, cuyos cuerpos nunca fueron entregados a sus familias, quienes solo recibían un certificado de defunción.
Para recordar este hecho los invitamos a ver el documental “Huellas de sal”, realizado por el Grupo Proceso y dirigido por Andrés Vargas en 1990, que da cuenta del trabajo por la memoria de los familiares de detenidos desaparecidos, y su incesante búsqueda en la zona norte del país.