Rut:
Cargos:
Grado : Sargento
Rama : Ejército
Organismos : Servicio de Inteligencia Militar (SIM)
CIRE
Poblador de la Agüita torturado y ejecutado en Pisagua: Amanece la justicia para el “Choño” Sanhueza
Fuente :resumen.cl, 14 de Marzo 2016
Categoría : Prensa
El pasado 12 de febrero la Segunda Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago ordenó procesar a Enrique Fuenzalida Puelma, ex fiscal militar de Arica entre abril de 1974 y junio de 1976, por su presunta responsabilidad en el asesinato del militante comunista Manuel Sanhueza Mellado, ocurrido en julio de 1974. El abogado uniformado sería el autor del delito de secuestro y homicidio de Sanhueza, cuyos restos fueron encontrados en 1990 en Pisagua. El tribunal dispuso la detención del acusado, quien en los días siguientes ingresó al penal de Punta Peuco.
Manuel Sanhueza -el "Choño" Sanhueza- fue destacado dirigente de las Juventudes Comunistas desde mediados de los 60, miembro del comité central, encargado nacional de pobladores y secretario regional en Arica al momento de su detención por el Servicio de Inteligencia Militar (SIM).
Su cuerpo fue encontrado en una fosa oculta en Pisagua, junto a otros 19 cadáveres, el 2 junio de 1990, tras una denuncia de la Vicaría de la Solidaridad. El descubrimiento del cadáver del "Choño", conservado por la sal del desierto, fue captado en una fotografía ampliamente difundida en Chile y en el mundo, donde aparecía con los ojos vendados, baleado en el pecho y con un rictus que estremeció no solo a los familiares de ejecutados y detenidos desaparecidos en los años de la dictadura militar.
El "Choño", hijo de Víctor Sanhueza y Margarita Mellado, nació en Concepción el 22 de noviembre de 1943, muy cerca de la población Agüita de la Perdiz, en los faldeos del cerro Caracol. Desde joven fue mueblista y un esforzado dirigente poblacional, al igual que su padre. También fue un talentoso mediocampista del club de fútbol vecinal La Toma, cuya habilidad deslumbró a dirigentes de la Universidad de Chile quienes trataron de llevarlo a su plantel de honor, el entonces afamado "Ballet Azul".
Manuel prefirió seguir en las barriadas obreras penquistas, organizando nuevos clubes deportivos, trabajando junto a su padre y ayudando a sus vecinos. En 1960 ingresó a las Juventudes Comunistas y en 1966 ya participaba con entusiasmo en la Brigada Ramona Parra. Muy pronto los "viejos" se fijaron en él y en 1967 fue enviado a una escuela de cuadros en la Unión Soviética. A su regreso, en 1969, lo destinaron al comité regional de la Jota en Valdivia y en 1970 ya estaba cumpliendo funciones en el comité central como encargado de pobladores.
Manuel Guerrero Ceballos, integrante también de la dirección juvenil del PC, fue su compañero y amigo. Mientras estaba preso en Cuatro Alamos, en 1976, escribió un texto recordando al "Choño", que años después difundió su hijo -Manuel Guerrero Antequera- a través de las redes sociales:
"En una organización revolucionaria nadie es imprescindible, pero es difícil imaginarse un mejor encargado del trabajo poblacional que el 'Choño', cargo que le cupo desempeñar durante los últimos años antes del golpe fascista. Era un activista infatigable, recorría los barrios estimulando la organización de los centros culturales y juveniles, las juntas de vecinos, de abastecimiento y precios y las jornadas del trabajo voluntario.
Antes había sido líder de varias tomas de terreno que los pobladores sin casa efectuaban ocupando por la fuerza sitios estatales o privados desocupados, donde levantaban una choza de cartón o sábanas, sin más protección que su organización y decisión, así como las infaltables banderas chilenas que enarbolaban, cual escudo. El 'Choño' conocía esa lucha como la palma de su mano. Hombre nacido y criado en los barrios, peleador por el sustento, desde niño fue el creador de su vida con más imaginación que dinero, bueno para la talla, amigo de sus amigos, conversador, piropero, gustador de la buena mesa y del buen vino".
Manuel Guerrero recuperó la libertad poco después y siguió trabajando en la clandestinidad hasta marzo de 1985, cuando fue secuestrado por agentes de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros (Dicomcar), y degollado junto a otros dos dirigentes comunistas en la berma de un camino rural en la zona poniente de Santiago.
JUNTO A VÍCTOR JARA
Con su lenguaje pintoresco y claro, el "Choño" se distinguía entre sus compañeros. Hablaba sin rodeos, sin pelos en la lengua. Cuando las discusiones se enredaban, solía decir que lo más importante era saber que el imperialismo era el enemigo fundamental; teniendo claro eso, en lo demás no había problemas. A pesar de haber cursado sólo algunos años en la primaria, poseía una amplia cultura, producto de sus esfuerzos autodidactas. Acostumbraba a andar con un libro que leía con esmero y más tarde discutía con quien estuviera dispuesto a escucharlo.
Con la misma sencillez con que hablaba en las poblaciones, se dirigía a los estudiantes universitarios que lo invitaban siempre a sus actos, charlas y foros. Con su semblante y figura característica, con sus piernas arqueadas y entusiasmo a toda prueba, estaba donde se le requiriese. Era inagotable.
Su contagioso entusiasmo cautivó a Víctor Jara, quien se dejó conducir por el "Choño" a través de las barriadas marginales del país, conociendo la médula de los suburbios obreros y la carne trémula de la pobreza. El ritmo vital de ambos se amalgamó y creció, por lo que era habitual verlos entrar y salir, conversar y discutir, arrollar todo con sus programas en diversas poblaciones y comunas de Santiago.
José Manuel Parada decía que si la fiebre del "Choño" y Víctor hubiera contagiado a todos los jóvenes comunistas, habrían terminado dedicados exclusivamente al trabajo poblacional. De aquella relación entre los dos innatos activistas nació el conjunto de canciones de Víctor Jara que aglutinadas en un disco de larga duración llevó precisamente el nombre de La Población.
Desde que se instaló en Santiago, Manuel Sanhueza vivió en Quinta Normal y pasaba regularmente al local del PC donde militaba, en la base de la población Paula Jaraquemada, en el antiguo barrio Carrascal, cuyos militantes eran bastante indisciplinados, pero de los más luchadores a la hora de defender al gobierno popular. La sola presencia del "Choño" ponía orden en las reuniones más alteradas.
Sanhueza comenzaba su intervención sacándose el reloj, que ponía sobre la mesa, y con su voz tan característica decía: Compañeros, ¿qué chuchas pasa? Y enseguida, calmadamente, iba enumerando las dificultades hasta llegar a las responsabilidades; y ahí su voz se alzaba, golpeaba con su puño en la cubierta de la mesa y terminaba sentenciando: Y ahora compañeros… ¡se acabó el hueveo!
Siempre se daba el tiempo para enseñar a los más aplicados cómo dirigir una reunión, cómo realizar un informe político, cómo organizar una marcha… Al final, ya más relajados todos, invitaba a conversar una botella de vino tinto donde "Don Rigo", una quinta de recreo en la plazoleta Tropezón, por Walker Martínez con Mapocho, en una punta de diamante donde se decía que morían los valientes.
A mediados de 1972 lo enviaron a Arica para apoyar el trabajo juvenil comunista en la campaña parlamentaria de 1973. Sus esfuerzos y los de sus compañeros lograron que el PC eligiera dos diputados: Oriel Viciani, en Arica; y, Vicente Atencio, en Iquique. El "Choño" se había enamorado de una "jotosa" -Cecilia Rojas Orellana- y decidieron casarse, radicarse en la ciudad de la eterna primavera y sumarse a las tareas de apoyo al gobierno de Salvador Allende.
En Arica lo sorprendió el golpe, pero no se amilanó. Asumió como secretario regional clandestino de la Jota y le puso el pecho a los problemas. Trató de reorganizar al partido, recorrió los poblados de la zona animando a los militantes, creó un periódico clandestino y se le ocurrió convocar a pequeñas reuniones en las playas. Fue mucho, y su nombre ya estaba en todas las listas de buscados que portaban los agentes de la represión.
LA DETENCION
A las cuatro de la madrugada del 10 de julio de 1974 una patrulla de la inteligencia militar irrumpió violentamente en el hogar del "Choño", en la población Venceremos -despúes 11 de Septiembre y hoy Cardenal Silva Henríquez-, y junto a su esposa embarazada, su cuñado y su suegro, fue trasladado hasta el regimiento Rancagua, que comandaba el coronel Odlanier Mena.
Manuel Sanhueza fue sometido a salvajes torturas durante 17 días. Incluso fue trasladado hacia un sector precordillerano donde lo siguieron flagelando otros dos días, colgado desnudo a la intemperie, soportando el frío altiplánico. El 27 de julio los tres hombres fueron sacados del regimiento Rancagua y conducidos a dependencias de Carabineros en Pisagua. El 28 por la mañana, el cuñado y el suegro fueron llevados a Arica y encerrados en el campo de prisioneros, de donde los condujeron a la Fiscalía Militar. Allí un funcionario les leyó un telegrama que decía que Manuel Sanhueza había fallecido en un accidente de pesca junto a otros dos reos comunes, salvando con vida sólo el gendarme que los custodiaba, y que su cuerpo no había podido ser rescatado.
Cecilia, la esposa del "Choño", perdió al hijo que esperaba debido a las torturas a que fue sometida. Ella, su hermano y su padre buscaron a Manuel infructuosamente, hasta que no pudieron más. La mujer partió al exilio.
Recién el 18 de junio de 1990, en el Servicio Médico Legal de Iquique, María Maluenda, madre de José Manuel Parada, reconoció el cadáver del "Choño" encontrado en la fosa de Pisagua. Había sido torturado con saña y brutalidad. Obviamente no lograran arrancarle ninguna delación. De haberlo hecho, habría caído mucha gente dado el conocimiento que Sanhueza tenía de su organización, tanto en el plano local como nacional. Sus restos fueron trasladados a Concepción, donde su familia y los pobladores de Agüita de la Perdiz le dieron sepultura definitiva.
EL CAMPO DE PISAGUA
El primer campo de prisioneros se construyó a fines de los años 40, durante la presidencia de Gabriel González Videla, como centro de detención para comunistas. Ubicado 192 kilómetros al norte de Iquique, fue habilitado nuevamente en los primeros días del golpe militar de 1973. Por allí pasaron cerca de 2.500 prisioneros. El campo estaba bajo el mando del teniente coronel Ramón Larraín Larraín. El 6 de mayo de 1974 el ejército trasladó a los detenidos al segundo piso de un galpón en el caserío. Diez días después llegaron 126 presos comunes, de ellos casi nada se ha sabido. Aunque no existe evidencia de fusilamientos masivos de presos comunes, pues no hay denuncias, en 1998 Carlos Herrera Jiménez, ex agente de la inteligencia militar, reconoció haber participado en la ejecución de delincuentes y menores de edad.
En 1973 Pisagua era un poblado con una base militar y una cárcel. La mayor parte de los prisioneros fueron encerrados en las 26 celdas de la cárcel, diez de ellas de dos por cuatro metros. Las mujeres permanecieron cautivas en un inmueble vecino al teatro. En general, los prisioneros provenían de distintas ciudades del Norte Grande, mientras otros tantos eran ex-prisioneros del buque-escuela Esmeralday habían sido llevados hasta allí en el carguero Maipo, de la Compañía Sudamericana de Vapores.
El día del golpe, en Arica asumió como máxima autoridad militar de la provincia el coronel Odlanier Mena Salinas, secundado por su ayudante, el capitán Ricardo Gaete, y el capitán Patricio Varela, como encargado de relaciones públicas. En esa misma fecha se constituyó un tribunal militar en tiempo de guerra, integrado por el propio Mena más el juez civil Humberto Retamal y el teniente coronel Mario Carrasco González. También se formó un consejo de guerra, compuesto por los tenientes coroneles Eduardo Oyarzún Sepúlveda y Walter Luther Melcher y los mayores Julio Salazar Lanteri, Hugo Sepúlveda Fuentes y Luis Aguayo Benard.
El Servicio de Inteligencia Militar, SIM, quedó a cargo de los interrogatorios y vigilancia de los prisioneros políticos. Para ello, el teniente coronel Eduardo Oyarzún, segundo comandante del regimiento Rancagua, formó dos grupos: un comando operativo, a cargo del mayor Julio Salazar, y un comando de inteligencia, al mando del mayor Luis Aguayo. Entre los detenidos se corrió la voz que el grupo encabezado por Aguayo Benard, secundado por el capitán Patricio Padilla y los suboficiales Juan Cereceda Lawson, José Luis Catalán, Luis Carrera Bravo, Pedro Fuentes Carrasco, Sergio Mercado Valenzuela y René Bravo Llanos, era el encargado del trabajo más sucio, como las torturas, las violaciones y las ejecuciones. A cargo de la zona militar del Norte Grande estaba el general Carlos Forestier.
En agosto de 2015 el juez Carroza procesó a los suboficiales en retiro Luis Carrera Bravo y Napoleón Ríos Carvajal por su responsabilidad en el secuestro con homicidio de Manuel Sanhueza. Ambos se encuentran en Punta Peuco. El abogado Adil Brkovic, en tanto, querellante en el proceso, está intentado saber qué pasó con Hugo Martínez Martínez y Henry Torres Flores, dos supuestos "delincuentes" junto a quienes -según los militares- habría muerto el "Choño".
Condenan a ex oficial de Ejército por crimen de ciudadana uruguaya en Arica
Fuente :resumen.cl, 4 de Noviembre 2023
Categoría : Prensa
El ministro en visita extraordinaria para causas por violaciones a los derechos humanos de la Corte de Apelaciones de La Serena, Vicente Hormazábal Abarzúa, condenó al ex coronel de Ejército Juan Iván Vidal Ogueta a la pena de 10 años y un día de presidio efectivo, en calidad de autor del delito de secuestro calificado de la ciudadana uruguaya Mónica Benaroyo Penco. El ilícito fue cometido a partir de septiembre de 1973 en la ciudad de Arica.
En el fallo (causa rol 64.428), el ministro en visita aplicó, además, al ex oficial las accesorias legales de inhabilitación absoluta perpetua para cargos y oficios públicos y derechos políticos y la inhabilitación absoluta para profesiones titulares mientras dure la condena.
Mónica Cristina Benaroyo Penco, de 48 años de edad, era una refugiada política de nacionalidad uruguaya, de origen rumano, militante del Movimiento Tupamaros, de Uruguay; vivía en Arica y trabajaba en una fábrica local. Ella fue detenida en su vivienda (una pieza que arrendaba) por funcionarios de Investigaciones de Arica el día 14 de septiembre de 1973 y llevada a la cárcel pública de esa ciudad el día 20. En días posteriores fue sacada desde ese recinto carcelario por militares pertenecientes al Servicio de Inteligencia del Regimiento "Rancagua" de Arica. Estos agentes de la denominada Sección II de esa unidad militar, realizaban reiteradas incursiones en el penal, a cualquier hora del día o la noche, para interrogar a prisioneros políticos allí recluidos, o para sacarlos del lugar y conducirlos a dependencias del mencionado regimiento.
Entre estos agentes, se encontraban el jefe de la Sección II, el entonces mayor Luis Aguayo Benard (ya fallecido), el entonces teniente Juan Vidal Ogueta, que secundaba a Aguayo, y los sargentos Luis Guillermo Carrera Bravo, Juan Cereceda Lawson, Sergio Mercado Valenzuela (todos fallecidos), entre otros, quienes andaban de civil y se ocupaban de los detenidos políticos en la cárcel. En la misma época, se dispuso que un contingente de Carabineros acudiera a reforzar la cárcel, coadyuvando en la labor de custodia de detenidos.
El regimiento de Arica estaba bajo el mando del entonces coronel Odlanier Mena Salinas, quien años después dirigió la Central Nacional de Informaciones (CNI), ente represivo en el que también cumplió funciones jerárquicas el ahora condenado Juan Vidal Ogueta, quien operó en Santiago como jefe de división antisubversiva.
En un informe de la Policía de Investigaciones consta que Mónica Benaroyo Penco fue ingresada al penal de Arica el día 20 de septiembre, a las 15:20 horas. También consta que fue sacada de ese recinto el día 25 de septiembre, a las 20:50 horas, por los militares ya mencionados. Lo anterior, sumado a declaraciones de gendarmes, carabineros y detenidas que vieron y compartieron con Mónica Benaroyo en el penal.
Declaraciones de otros testigos sobrevivientes y de ex funcionarios de ejército coinciden en haberla visto al interior del regimiento "Rancagua", al menos durante los dos meses siguientes, como prisionera en dependencias controladas por la Sección II de esa unidad. Al respecto, la resolución judicial señala: "Que, los hechos descritos en los motivos precedentes son constitutivos del delito de secuestro calificado, en grado de consumado, previsto en el artículo 141 inciso 3° del Código Penal, puesto que de la detención y encierro de la víctima Mónica Benaroyo Penco, la cual fue practicada inicialmente por funcionarios de la Policía de Investigaciones de Arica, siendo derivada seguidamente a la Cárcel Pública de dicha ciudad mediante disposición de la Fiscalía Militar de Arica, y luego al Departamento II del Regimiento 'Rancagua', resultó su muerte posiblemente con posterioridad a diciembre de 1973, resultando por tanto un daño grave en la persona o intereses de la víctima.
Al respecto, es útil considerar el hecho de que los restos mortales de la víctima fueron encontrados en julio del 2008 en el sector de Pampa Chaca, una zona donde habitualmente el ejército hacía ejercicios militares desde antes de 1973. Además, ciertos elementos descubiertos junto a sus restos mortales, como la caja de cigarrillos, un encendedor, etc., sitúan su muerte a una época cercana a su detención.
El fallo señala que: "aun existiendo indicios como ya se dejó establecido al analizar la causa de la muerte, sobre que la víctima debió ser ejecutada por sus captores, lo cierto es que al no haberse determinado científicamente en forma cabal que su muerte se debió a un acto deliberado de los secuestradores, si puede señalarse que, como lo estableció el Servicio Médico Legal, hay indicios de criminalidad, pero no son suficientes para tipificarlos como homicidio calificado, razón ésta para establecer que estamos en presencia de un secuestro calificado".
Rol Nº 51.925-1: inhumación ilegal del de Grober Hugo Venegas Islas
Fuente :Poder Judicial, 8 de Noviembre 2011
Categoría : Judicial
w.- Atestado de Bernabé Ernesto Vega Velásquez, de fojas 690 y 692, quien expone que ingresó al CIRE, (Centro de Inteligencia Regional) el año 1974 en que se creó dicha unidad, donde su jefe era un Capitán de Ejército que menciona y del cual formaban parte funcionarios de otras reparticiones como Carabineros, Ejército, Investigaciones y de la Armada, que señala; que al iniciarse en el CIRE, junto a los otros integrantes tuvo que hacer un juramento, el que si no cumplían debían atenerse a las consecuencias. Que allí se ofreció para conducir la Plana Mayor, que consistía en llevar un kárdex en que se guardaban los datos relativos a las ordenes de investigar emanadas del Ejército, como ser, de activistas políticos que había que investigar, nunca se ofreció como voluntario para hacer trabajos cuando lo pedían pues ello era muy probable que se tratara de ejecuciones o porque siempre había esas cosas entre sombras. Manifiesta no haber conocido a Grober Venegas Islas cuya fotografía de fojas 341 se le exhibe, que jamás ha concurrido al Valle de Azapa en compañía de la persona que menciona a efectuar alguna operación encubierta. No obstante, reconoce haber participado el año 1975 en otra operación, relativa a un homosexual que estaba molestando en el Destacamento El Morro, y al cual su jefe que nombra dispuso que había que “piteárselo”, operación en la cual reconoce haber dado muerte a dicho sujeto, junto a otros que menciona, entre ellos su jefe y Mercado. Antecedentes los mencionados que motivaron el desglose de piezas del proceso ordenado a fojas 1.103 y su formación en cuaderno separado, denominado, “Episodio homosexual”.
z.- Declaraciones de Héctor Arnoldo Rojas Mena de fojas 588, 795, 831 y 981, quien señala que como funcionario de Carabineros, en marzo de 1974 aproximadamente, fue asignado al CIRE- Centro de Inteligencia Regional- integrado por personal de Ejército, Carabineros, Armada e Investigaciones, cuyo jefe era un Mayor de apellido Araya, el segundo jefe, el cual cumplía labores operativas, era un Teniente que menciona, quien era seguido por un Suboficial de Ejército de apellido Mercado y del cual formaban parte otros funcionarios que nombra, donde permaneció hasta el año 1975. Hace presente que no participó en interrogatorios bajo apremios ilegítimos, pero sabe que a los detenidos se les mantenía con la vista vendada y se le aplicaba electricidad, además de golpes, amenazas de muerte o fusilamiento.
Que un día en la mañana al presentarse al servicio a las 08.00 horas, en una habitación desocupada con la puerta entreabierta, vio a un hombre de unos 35 a 40 años de edad, de tez morena, pelo ondulado, esposado, con las manos en la espalda, con la vista cubierta con una venda negra, sentado en el suelo; que le preguntó al “Tucho” que estaba de guardia ese día quién era esa persona, contestándole que lo había llevado el Teniente junto a Mercado, no especificando el motivo de la detención; al día siguiente en la mañana, se encontró con el detective más joven de la Unidad, el que estaba amarillo y andaba con vómitos y al preguntarle por el motivo de ello le contó que la noche anterior había salido con el Teniente, con Mercado y un Cabo al que le faltaba un ojo y se habían “echado” a uno, lo que habría ocurrido en un cerro despoblado ubicado hacia el Este del CIRE, no clarificando como lo hicieron y quién; supone que le habrían disparado y enterrado allí mismo, dice que no podría afirmar fehacientemente si la persona detenida a que se ha referido corresponde a la fotografía que le exhibió la Policía de Investigaciones. Presume que la persona, cuya ejecución le refirió este detective que menciona, era la misma a la cual pudo ver el día ya referido, ello por cuanto entre ese día y el día siguiente que habló con el funcionario policial que le relató el hecho, no hubo otro detenido. Hace presente que detenidos en el CIRE no eran muchos los que se manejaban, eran muy pocos, lo que le lleva a pensar y presumir lo que ha dicho.
QUINTO: Que a fojas 254, 352 a 355, 436,437, 648, 692, 696, 828, 964, 968 y 1.037, declaró el acusado Patricio Vicente Padilla Villén, quien, en su atestado policial de fojas 352 a 355, ratificado a fojas 436, expuso que ingresó a la Escuela Militar en el año 1965, egresando como Subteniente en el año 1967, siendo su primera destinación el Regimiento de Infantería N° 4 “Rancagua” de Arica, donde estuvo cumpliendo funciones hasta el año 1970. Luego fue trasladado al Regimiento “Calama” de esa ciudad, para posteriormente el año 1972, regresar nuevamente al Regimiento Rancagua de Arica, donde permaneció hasta 1977, año en que lo envían destinado al Comando en Jefe del Ejercito, en comisión extra institucional (DINA y CNI), donde estuvo hasta el año 1980, año este último en que volvió al Ejército, siendo trasladado al Regimiento “Lanceros” de Puerto Natales y en 1981, al Regimiento Caupolicán de Porvenir y el año 1988 es trasladado al Regimiento “ Chorrillos” de Punta Arenas, pasando a retiro en el año 1990, mientras se encontraba en ese último regimiento, con el grado de Mayor.
Manifiesta que el año 1975, recuerda, se encontraba cumpliendo funciones en el Regimiento Rancagua de Arica, en la Sección II del Regimiento, a cargo del Mayor Benjamín Araya Pérez, y se creó el CIRE, Centro de Inteligencia Regional, Unidad que estaba integrada, entre otros, por un civil de apellidos Mercado Valenzuela que había sido Suboficial del Regimiento, recontratado después del 11 de septiembre de 1973, por personal de Carabineros, al parecer dos suboficiales, unos tres o cuatro Clases del Regimiento y dos miembros de la Armada, uno de ellos Suboficial. Agrega que debido a que a fines del año 1974 se detectó en el Regimiento a conscriptos vinculados al consumo de drogas, el año 1975 el Mayor Araya les dio la misión de búsqueda de información referente a los proveedores de droga a los soldados .Es así que en una fecha no precisada dentro del año 1975, el Mayor Araya le da la orden para que concurra al Cuartel de la Policía de Investigaciones, con el objeto de retirar a un detenido que estaba vinculado con el tráfico de cocaína. En virtud de lo anterior, concurrió personalmente a la Unidad de Investigaciones en un auto confiscado a la Aduana, acompañado por dos hombres a su cargo, procediendo al retiro de un detenido, cuyo nombre no recuerda. En esa oportunidad firmó un libro en la guardia, donde se dejaba constancia del retiro del mencionado detenido. Concluido dicho trámite, llevaron al sujeto a un cuartel, ubicado en un camino que daba a una rotonda, que confluía con un camino hacia el Valle de Azapa. Allí había una casa abandonada que se utilizó como cuartel del CIRE. Acota que al llegar a ese lugar, avisaron del resultado de la diligencia al Mayor Araya, quien se constituyó en el Cuartel, no recuerda cuanto tiempo estuvo el sujeto en poder de ellos, como tampoco recuerda quien lo interrogó. Agrega que después de ser sometido a un interrogatorio, el Mayor Araya da la orden de matarlo, verbalmente, a un clase especialista en Inteligencia que trabajaba con él en la Sección II, cuyo nombre no recuerda. Daba a entender que a cada especialista en Inteligencia le iba a tocar alguna vez ajusticiar o matar a un sujeto. Ordena al efecto llevarlo al Valle de Azapa, ubicar un lugar despoblado, llevar herramientas de zapa para cavar, les da detalles de cómo hacerlo en el sentido de que antes de concretar la ejecución nadie debía envalentonarse con trago; que al sujeto había que desnudarlo y darle un tiro en la cabeza. Acota que en ese entonces, debido a lo que se vivía en el país uno cumplía cualquier misión, por lo tanto esta labor que les encomendó el Mayor Araya fue cumplida tal como lo ordenó en sus instrucciones, es decir, de noche se trasladaron a la altura de Alto Ramírez en el Valle de Azapa, al sujeto se le obligó a desvestirse y que cavara una fosa, la que tiene que haber medido 1.80 metros por 50 centímetros, con una profundidad de 1.20 metros, aproximadamente. Terminada la fosa, el clase que lo ejecutó le dio un tiro en la cabeza, en la nuca, al parecer con un revólver marca “Rossi”, luego cayó el cuerpo a la fosa e inmediatamente fue cubierto con arena, ignorando si la ropa fue sepultada o no. Cumplida la labor, se retiraron del lugar hacia el cuartel, para informar telefónicamente posteriormente al Mayor Araya, que la misión había sido cumplida. Al día siguiente, el Mayor Araya concurrió al Cuartel a inquirir antecedentes de la ejecución del sujeto y le ordenó a él concurrir al Cuartel de Investigaciones, para informar sobre la fuga del sujeto, lo que hizo. Agrega que posteriormente se olvidó del caso, pero al cabo de un año le correspondió ir a declarar a un Tribunal de Arica sobre este caso, donde solo señaló haber retirado al detenido desde Investigaciones y que posteriormente se dio a la fuga en el sector del Valle de Azapa. Explica finalmente que para ubicar donde fue sepultado el sujeto en Alto Ramírez, en el Valle de Azapa, tendría que ubicarse un Restaurante que había en esos años, cuya característica era la preparación de cerdo, popular, tipo picada. La fosa estaría ubicada en forma diagonal a unos 200 o 300 metros, en un plano que después tocaba con el brazo seco de un riachuelo. Acota, que a pesar del tiempo transcurrido y que no ha visitado la zona desde esa época (declara en diciembre de 2002), pero con el propósito de cooperar con la búsqueda del cuerpo, podría hacer un esfuerzo para poder ubicar el lugar, en el evento que el tribunal así lo determine. Señala que el Comandante del Regimiento era el General Jorge Dowling Santa María, quien tenía cierta amistad con el Mayor Araya. Expresa, a fojas 437, el 05 de marzo de 2003, que el día anterior estuvo presente en el lugar de los hechos, indicando distintos posibles lugares del ocultamiento del cuerpo de Grober Venegas, sin lograr resultado, ya que el lugar ha sido modificado por movimientos de tierra acumulación de pastos por lo que, por el tiempo transcurrido, no puede aún precisar con exactitud el lugar donde se encontrarían los restos del occiso. En su declaración de fojas 648, previa ratificación de su declaración policial contenida a fojas 597 como anexo 66 del parte policial 43/51009 de fojas 515, reitera lo ya dicho, agregando datos del lugar aproximado de ocultación de los restos del referido sujeto, ayudado por un mapa agregado a fojas 646, oportunidad en que refiere que en tal cometido fue acompañado por el suboficial Mercado ya fallecido (sic), por el Cabo de Ejército, cuyo nombre no recuerda, pero aporta sus características físicas, y por un Suboficial de la Armada que podría ser Bernabé Vega Velásquez, cuyo nombre le suena y a quien también describe físicamente. Agrega que los hechos ocurrieron tal como se señala en la declaración que prestara en Concepción, el 14 de enero de 2010, ante la Policía de Investigaciones (fojas 597).En careo de fojas 692 con Bernabé Vega Velásquez, funcionario de la Armada en Retiro, miembro también del CIRE, Centro de Inteligencia Regional, que dirigía Padilla Villén a la época de los hechos, inculpa a Vega como uno de los partícipes del hecho de la ejecución del sujeto en el Valle de Azapa, luego se desdice ante lo expuesto por éste. En su declaración de fojas 696, prestada en diligencia de careo con Sergio Mercado Valenzuela, luego de inculparlo también como uno de sus acompañantes en la ejecución del detenido Grober Venegas Islas en el Valle de Azapa, ya referida, reitera lo ya dicho relativo al retiro de un detenido imputado de tráfico de droga desde la Policía de Investigaciones de Arica, como asimismo el modus operandi de la ejecución de que ésta fue objeto, agregando que luego de llegar a un lugar que le pareció el correcto para ejecutar lo ordenado, se inició la excavación de una fosa de aproximadamente 2 metros de largo por 70 centímetros de ancho, el detenido iba vendado, luego hizo que se bajara al detenido y conducido al lugar, se le hizo desnudar, se le soltaron las manos que llevaba amarradas, se le hizo agachar frente a la fosa, se le sacó la venda y procedió a dispararle en la cabeza con el arma de servicio, señala que puede haber sido un revólver Rossi, el tiro se lo dio él con dicha arma de servicio, y ya muerto fue acomodado en la fosa por los Cabos. Agrega que una vez informado del hecho el Mayor Araya, le comentó que iba a hacer un comunicado señalando que el prisionero en el momento que iba a indicar dónde estaba la droga enterrada en el Valle de Azapa, por la poca claridad que existía en el lugar, se había arrancado y, paralelamente, emitiría un aviso a todas las Unidades de la Fuerzas Armadas encargando la búsqueda y detención de Grober Venegas Islas. Nunca más se comentó aquel hecho. Por lo declarado, afirmó una vez más que Mercado estuvo presente en este hecho, circunstancia que éste niega rotundamente. Reitera en su declaración de fojas 828, en careo con José Luis Catalán Reyes, lo ya expuesto en torno al hecho pesquisado, persona ésta a quien señala como uno de los que lo acompañó en la ejecución que se llevó a cabo en el Valle de Azapa, ya relatada, junto con Mercado. No obstante, en su comparecencia de fojas 964, rectifica la declaración prestada a fojas 696, en cuanto allí dijo que al detenido procedió él a dispararle, con el arma de servicio por cuanto no fue él quien le disparó sino José Catalán, uno de los componentes del grupo integrado además por él, Mercado Valenzuela, José Catalán y un Suboficial de Ejército, que no recuerda, y justifica su retractación en el hecho de que de los componentes del grupo el único Oficial era él, los demás eran de inferior jerarquía, luego no cabía sino culparse directamente del hecho pues nadie le iba a creer que en un hecho de esa naturaleza sea en funcionario subalterno, un Cabo Segundo como lo era Catalán y no el Oficial asistente al mismo, quien asumiera tal rol. Agrega que a Catalán lo designó para esa tarea el Mayor Araya, jefe del Departamento II y jefe a su vez del CIRE de Arica pues del grupo era el único con curso de Inteligencia aprobado, designación que hizo en una reunión sostenida con todos los que iban a concurrir a cumplir la orden, donde incluso les advirtió que nadie debía consumir licor y debía informársele luego de cumplida la misión. Manifiesta que a la Policía de Investigaciones se le mintió diciéndoles que necesitaban al detenido para una operación militar y que luego de cumplida o devolverían, no obstante que el propósito era darle muerte en cumplimiento de la orden del Mayor Araya. Agrega que el detenido estuvo esa noche en el cuartel del CIRE y a la noche siguiente se produjo su ejecución, previo a la cual el detenido fue llevado a Azapa, en la maleta de un vehículo marca Dodge de color blanco que abordaron, Mercado como conductor, él como copiloto y, atrás el Cabo Catalán y el Suboficial que no recuerda. Señala no recordar que haya asistido algún funcionario de la Policía de Investigaciones a este hecho. El detenido fue puesto en la maleta, por sus acompañantes, por orden suya, no recuerda que el hombre fuera vendado en sus ojos y amarrado, aunque, acota, era posible que lo fuera por la naturaleza de la operación. A continuación relata someramente el recorrido efectuado para llegar a Alto Ramírez, a un lugar que es el mismo punto donde se hizo la primera excavación con maquinaria y donde en la práctica no hubo resultado, sector éste elegido para la ejecución, el más seguro de señalar. Agrega que en el punto de ejecución caminaron unos 50 metros desde donde estacionaron el auto, a un lugar blando, luego ordenó bajaran al detenido quien excavó personalmente el hoyo, se le hizo desnudar, se le hincó en el piso y , agrega, le dijo que rezara una oración de su creencia y el hombre empezó a llorar, rezo que hizo hincado. Acota que, acto seguido se acercó Catalán y le apuntó a la cabeza, en la nuca, con el arma de servicio, posiblemente un revólver Rossi calibre 38, y le disparó, cayó de inmediato, luego se le acomodó rápidamente para abandonar el sitio, operación que fue hecha por sus acompañantes. En cuanto a la ropa, señala, lo lógico es que la hubieran traído y no dejado enterrada junto al cuerpo del detenido. Agrega, que cumplido el cometido volvieron al cuartel y luego cada uno se fue a su casa, él por su parte al día siguiente se reunió personalmente con el Mayor Araya en su oficina, le dio cuenta en detalle de la ejecución y éste le manifestó que se enviarían criptogramas a todas las Unidades de Chile informándoles que el detenido, en momentos que señalaba el lugar donde tenía droga y armas escondidas, se había fugado aprovechando la oscuridad de la noche, para su búsqueda, dando con ello a entender una fuga, lo que no fue efectivo. Se agregó a este efecto que el detenido se había fugado a Bolivia, país en el que tenía parientes. En diligencia de careo con José Luis Catalán Reyes, de fojas 968, previa ratificación de la declaración prestada anteriormente (fojas 964), reconoce nuevamente su participación en la ejecución de Grober Venegas en el sector del Valle de Azapa, ya referido. Insiste en que quien ejecutó el disparo al detenido Venegas fue el Cabo Catalán, lo que afirma no obstante haberse culpado hasta el momento de su retractación en comparecencia previa al careo, de haber sido él su ejecutor, retractación que se produjo por las razones dadas para adoptar esa decisión en la señalada comparecencia (fojas 964).
Agrega que Catalán tenía el curso de inteligencia y según entendían, por los dichos del Mayor Araya, se trataba de una “iniciación” en la cual una persona con esas características tenía la sangre fría y la calidad necesaria para demostrarles como se hacía. Acota, que previo a la ejecución, en una reunión que tuvieron con el Mayor Benjamín Araya y a la que asistieron todos los intervinientes en este hecho, este último resolvió que el señor Catalán fuera el ejecutor del disparo, y así lo ordeno en presencia del grupo. Afirma, que Catalán sabía de qué se trataba el asunto, estuvo en la reunión previa celebrada en la mañana de ese día y estaba presto al cumplimiento de la orden de manera tal que no puede afirmar su ignorancia de la misión y tal es así, que a las 20.30 horas que se aprestaron a salir del Cuartel para la ejecución, sólo quedaban aquellos que estuvieron en la reunión, para su cumplimiento, pues a esa hora el personal ya se había retirado y como dijo en su declaración, el señor Catalán y el otro Suboficial de apellido Mercado, por orden suya subieron a la persona al vehículo. En su comparecencia de fojas 1.037, previa ratificación de sus declaraciones prestadas en la causa en relación a estos hechos, manifiesta que luego de que Grober Venegas cavó la fosa y rezó una oración de su credo, encontrándose en el interior de la misma, llamó a Catalán y le manifestó que “estaba listo”, le ordenó dispararle previo haberlo proveído de una pistola automática, cuya marca no recuerda, pero sí está seguro que se trataba de una pistola porque ejecutado el disparo por Catalán tuvieron que abocarse a buscar la vainilla de la bala percutada, cosa que de haber sido un revólver no era necesaria, por cuanto en ese caso, la vainilla en ese tipo de armas queda en la nuez. Agrega luego que, por el tiempo transcurrido, 35 años a la fecha, ha tratado de hacer memoria en cuanto a los participantes, y de acuerdo a lo conversado con Catalán y Vignolo sobre el tema, honestamente, le queda la duda acerca de su vinculación con los mismos de Sergio Mercado Valenzuela; acota que a ambos les ha consultado y le han dicho que no les consta la presencia de Mercado en este hecho, señala que no pretende salvar a nadie, pero que no puede decir con certeza que Mercado Valenzuela haya intervenido. Finaliza su declaración haciendo presente que está dispuesto a colaborar en la búsqueda de los restos de Grober Venegas, que no ha sido su intención entorpecer la acción de la justicia distrayendo la atención de la búsqueda con excavaciones en lugares inexistentes; que espera que con la participación de Catalán y Vignolo encuentren los restos de la persona señalada para terminar de una vez con este episodio. Que durante su estada en el CIRE, solamente registra participación en este caso de la muerte de Grober Venegas Islas y en el caso de la muerte de un homosexual traído al CIRE y en ningún otro; que la orden superior emanó del entonces jefe de la Sección II, Mayor Benjamín Araya Pérez y conforme a esa orden se procedió a la ejecución; que no pretende exculparse de responsabilidad por lo que ha dicho, pero es lo sucedido.