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Guerra Olivares Julio Arturo – Memoria Viva

Guerra Olivares Julio Arturo

Guerra_Olivares_Julio.jpg
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archivochile.com
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Coordinadora Julio Guerra
Coordinadora Julio Guerra

FPMR Mural Homenaje
FPMR Mural Homenaje

Cementerio General Santiago
Cementerio General Santiago

Monolito Homenaje
Monolito Homenaje


Rut : 7.534.465-1
Fecha Detención :
Comuna Detención :

Fecha Asesinato : 16-06-1987
Comuna Asesinato : Santiago


Fecha Nacimiento : 13-07-1957 Edad : 30


Comuna Nacimiento : Viña del Mar

Partido Político : Frente Patriótico Manuel Rodriguez (FPMR)
Oficio o Profesión : Electricista

Estado Civil e Hijos :
Nacionalidad : Chilena

Operación Albania
Matanza de Corpus Christi


Relatos de Los Hechos

Fuente :Corporación

Categoría : Antecedentes del Caso

Operación Albania

En junio de 1987 agentes de la CNI realizaron la llamada Operación Albania o matanza de Corpus Christi, que afectó a miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). También en este caso se justificó ante la opinión pública las muertes como consecuencias de enfrentamientos sucesivos, señalándose igualmente que los agentes habían actuado en cumplimiento de una orden judicial y en presencia de un fiscal militar, circunstancia esta última que después sería desmentida.

Los hechos comenzaron en la mañana del 15 de junio de 1987, cuando fue interceptado en la vía pública, en calle Alhué de Santiago a metros de la casa de su madre, Recaredo Ignacio VALENZUELA POHORECKY, economista. Sin intimársele la rendición agentes de la CNI que se encontraban esperándolo le dispararon causándole la muerte.

Por lo anterior, ratificado por testimonios a que tuvo acceso esta Comisión, ésta llegó a la convicción de que la víctima fue ejecutada por agentes de la CNI, considerando su muerte una violación a los derechos humanos de responsabilidad de agentes estatales.

Aproximadamente a las 18:30 horas del mismo día fue muerto en calle Varas Mena, donde vivía, Patricio Ricardo ACOSTA CASTRO, mediante un disparo que le provocó un traumatismo cráneo encefálico y raquimedular.

La Comisión adquirió la convicción, dado el contexto de los hechos acaecidos en esa oportunidad y la forma de la muerte de la víctima con único balazo en el cráneo, de que la víctima fue ejecutada por agentes estatales en violación de sus derechos humanos.

Apenas pasada la medianoche, a unas cuadras más allá de la misma calle Varas Mena, en el N° 417, se produjo un nuevo hecho en el que fallecieron dos personas. En ese lugar, en el cual funcionaba una escuela de guerrillas del FPMR, se encontraban tres personas y un número indeterminado de alumnos en la parte posterior del inmueble. Este había sido rodeado desde temprano, habiéndose apostado los agentes en las casas vecinas. A esa hora, un nutrido grupo de agentes golpeó el portón y ordenó a los ocupantes que abandonaran la casa. Casi inmediatamente los agentes echaron abajo ese portón con un vehículo y comenzaron a disparar desde diversas direcciones. Las personas que estaban en la parte posterior del inmueble huyeron, siendo algunas detenidas en las inmediaciones. Los que estaban en la casa se enfrentaron a los agentes durante algún tiempo y luego también trataron de escapar.

El primero de ellos, Juan Valdemar HENRIQUEZ ARAYA, ingeniero, murió cuando intentaba huir por el entretecho de la casa vecina signada con el N° 415. La Comisión en rigor no puede calificar su muerte de violación de derechos humanos, sino que estima que cayó, víctima de la situación de violencia política, puesto que no le era exigible una actitud distinta a la de defenderse de sus agresores quienes manifiestamente tenían la intención de ejecutarlo.

Por su parte, Wilson Daniel HENRIQUEZ GALLEGOS, obrero, quien se encontraba herido, se refugió en el patio de la casa vecina signada con el N° 419, la que había sido abandonada ya por los agentes. Ahí fue visto por la dueña de la casa, quien le indicó que debía entregarse, a lo que él se negó. Testimonios indican que al rato volvió otro grupo de agentes e hizo a la familia introducirse en el dormitorio. Apresaron a Wilson Henríquez y comenzaron una suerte de juego con él, lo golpearon, lo sacaron a la calle arrastrándolo, dijeron que lo iban a volver a entrar para que no se resfriara y luego lo mataron, registrando su cuerpo según el protocolo de autopsia, 21 orificios de bala.

La Comisión ha llegado a la convicción de que se Wilson Henríquez fue ejecutado por efectivos de la CNI, considerando su muerte una violación a los derechos humanos de responsabilidad de agentes estatales.

Mientras tanto, en el sector de Villa Olímpica de la capital se produjo una nueva muerte también a manos de los agentes de la CNI. Julio Arturo GUERRA OLIVARES, electricista, se encontraba en su departamento cuando éste fue rodeado por los efectivos de seguridad. Se produjo un enfrentamiento por sus captores, el que fue presenciado por testigos. Una vez concluido éste la víctima fue ejecutada, mediante disparos a corta distancia. Por lo anterior y apreciando que la víctima se encontraba a merced de sus captores, esta Comisión considera su muerte una violación a los derechos humanos de responsabilidad de agentes estatales.

Finalmente, en la madrugada de ese día en calle Pedro Donoso de la comuna de Conchalí se produjo el último episodio donde falleció el mayor número de personas: Esther Angélica CABRERA HINOJOSA, cesante, Elizabeth Edelmira ESCOBAR MONDACA, empleada, Patricia Angélica QUIROZ NILO, estudiante, Ricardo Hernán RIVERA SILVA, chofer, Ricardo Cristián SILVA SOTO, estudiante, Manuel Eduardo VALENCIA CALDERON, electromecánico, y José Joaquín VALENZUELA LEVI, estudiante.

Nuevamente la versión oficial señala la existencia de un enfrentamiento en la ocasión, del cual habrían resultado muertas las víctimas antes mencionadas, logrando escapar otra persona. También se señala la existencia de agentes heridos.

La Comisión ha descartado esta versión, en atención a las siguientes consideraciones: en el lugar no existirían huellas de disparos efectuados desde el interior del inmueble; las marcas en el piso del inmueble dejadas por las balas dan cuenta de que a algunas de las víctimas se les disparó desde arriba hacia abajo, presumiblemente mientras estaban encuclilladas; resulta inverosímil como lo sostiene la versión oficial que alguien haya huido del lugar dadas las características de la casa, que es totalmente cerrada; no fue posible comprobar la existencia de agentes heridos como se comunicó públicamente; y, finalmente, debe considerarse la falta de colaboración de la CNI en el proceso destinado a esclarecer esta situación, donde no han sido dados a conocer los nombres verdaderos de los agentes que intervinieron ni menos han prestado declaraciones, ni se ha acompañado el armamento que supuestamente se confiscó en el lugar.

Considerando lo anterior, la Comisión ha llegado a la convicción de que estas siete personas fueron ejecutados por agentes del Estado, en violación de sus derechos humanos.

Como consideración general debe agregarse lo inverosímil que resulta la existencia de tantos enfrentamientos con tantas víctimas fatales en unas pocas horas, lo que hace presumir un planeamiento previo de estas situaciones y su desenlace.


Operación Albania

Fuente :(informe rettig)

Categoría : Antecedentes del Caso

En junio de 1987 agentes de la CNI realizaron la llamada Operación Albania o matanza de Corpus Christi, que afectó a miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). También en este caso se justificó ante la opinión pública las muertes como consecuencias de enfrentamientos sucesivos, señalándose igualmente que los agentes habían actuado en cumplimiento de una orden judicial y en presencia de un fiscal militar, circunstancia esta última que después sería desmentida.

                           Los hechos comenzaron en la mañana del 15 de junio de 1987, cuando fue interceptado en la vía pública, en calle Alhué de Santiago a metros de la casa de su madre, Recaredo Ignacio VALENZUELA POHORECKY, economista. Sin intimársele la rendición le dispararon causándole la muerte agentes de la CNI que se encontraban esperándolo.

                           Por lo anterior, ratificado por testimonios a que tuvo acceso esta Comisión, ésta llegó a la convicción de que la víctima fue ejecutada por agentes de la CNI, considerando su muerte una violación a los derechos humanos de responsabilidad de agentes estatales.

                           Aproximadamente a las 18:30 horas del mismo día fue muerto en calle Varas Mena, donde vivía, Patricio Ricardo ACOSTA CASTRO, mediante un disparo que le provocó un traumatismo cráneo encefálico y raquimedular.

                           La Comisión adquirió la convicción, dado el contexto de los hechos acaecidos en esa oportunidad y la forma de la muerte de la víctima con único balazo en el cráneo, de que la víctima fue ejecutada por agentes estatales en violación de sus derechos humanos.

                           Apenas pasada la medianoche, a unas cuadras más allá de la misma calle Varas Mena, en el N° 417, se produjo un nuevo hecho en el que fallecieron dos personas. En ese lugar, en el cual funcionaba una escuela de guerrillas del FPMR, se encontraban tres personas y un número indeterminado de alumnos en la parte posterior del inmueble. Este había sido rodeado desde temprano, habiéndose apostado los agentes en las casas vecinas. A esa hora, un nutrido grupo de agentes golpeó el portón y ordenó a los ocupantes que abandonaran la casa. Casi inmediatamente los agentes echaron abajo ese portón con un vehículo y comenzaron a disparar desde diversas direcciones. Las personas que estaban en la parte posterior del inmueble huyeron, siendo algunas detenidas en las inmediaciones. Los que estaban en la casa se enfrentaron a los agentes durante algún tiempo y luego también trataron de escapar.

                           El primero de ellos, Juan Waldemar HENRIQUEZ ARAYA, ingeniero, cayó cuando intentaba huir por el entretecho de la casa vecina signada con el N° 415. La Comisión en rigor no puede calificar su muerte de violación de derechos humanos, sino que estima que cayó, víctima de la situación de violencia política, puesto que no le era exigible una actitud distinta a la de defenderse de sus agresores quienes manifiestamente tenían la intención de ejecutarlo.

                           Por su parte, Wilson Daniel HENRIQUEZ GALLEGOS, obrero, quien se encontraba herido, se refugió en el patio de la casa vecina signada con el N° 419, la que había sido abandonada ya por los agentes. Ahí fue visto por la dueña de la casa, quien le indicó que debía entregarse, a lo que él se negó. Testimonios indican que al rato volvió otro grupo de agentes e hizo a la familia introducirse en el dormitorio. Apresaron a Wilson Henríquez y comenzaron una suerte de juego con él, lo golpearon, lo sacaron a la calle arrastrándolo, dijeron que lo iban a volver a entrar para que no se resfriara y luego lo mataron, registrando su cuerpo según el protocolo de autopsia 21 orificios de bala.

                           La Comisión ha llegado a la convicción de que se Wilson HENRIQUEZ fue ejecutado por efectivos de la CNI, considerando su muerte una violación a los derechos humanos de responsabilidad de agentes estatales.

                           Mientras tanto, en el sector de Villa Olímpica de la capital se produjo una nueva muerte también a manos de los agentes de la CNI. Julio Arturo GUERRA OLIVARES, electricista, se encontraba en su departamento cuando éste fue rodeado por los efectivos de seguridad. Se produjo un enfrentamiento por sus captores, el que fue presenciado por testigos. Una vez concluido éste la víctima fue ejecutada, mediante disparos a corta distancia. Por lo anterior y apreciando que la víctima se encontraba a merced de sus captores, esta Comisión considera su muerte una violación a los derechos humanos de responsabilidad de agentes estatales.

                           Finalmente, en la madrugada de ese día en calle Pedro Donoso de la comuna de Conchalí se produjo el último episodio donde falleció el mayor número de personas: Esther Angélica CABRERA HINOJOSA, cesante, Elizabeth Edelmira ESCOBAR MONDACA, empleada, Patricia Angélica QUIROZ NILO, estudiante, Ricardo Hernán RIVERA SILVA, chofer, Ricardo Cristián SILVA SOTO, estudiante, Manuel Eduardo VALENCIA CALDERON, electromecánico, y José Joaquín VALENZUELA LEVI, estudiante.

                           Nuevamente la versión oficial señala la existencia de un enfrentamiento en la ocasión, del cual habrían resultado muertas las víctimas antes mencionadas, logrando escapar otra persona. También se señala la existencia de agentes heridos.

                           La Comisión ha descartado esta versión, en atención a las siguientes consideraciones: en el lugar no existirían huellas de disparos efectuados desde el interior del inmueble; las marcas en el piso del inmueble dejadas por las balas dan cuenta de que a algunas de las víctimas se les disparó desde arriba hacia abajo, presumiblemente mientras estaban encuclilladas; resulta inverosímil como lo sostiene la versión oficial que alguien haya huído del lugar dadas las características de la casa, que es totalmente cerrada; no fue posible comprobar la existencia de agentes heridos como se comunicó públicamente; y, finalmente, debe considerarse la falta de colaboración de la CNI en el proceso destinado a esclarecer esta situación, donde no han sido dados a conocer los nombres verdaderos de los agentes que intervinieron ni menos han prestado declaraciones, ni se ha acompañado el armamento que supuestamente se confiscó en el lugar.

                           Considerando lo anterior, la Comisión ha llegado a la convicción de que estas siete personas fueron ejecutados por agentes del Estado, en violación de sus derechos humanos.

                           Como consideración general debe agregarse lo inverosímil que resulta la existencia de tantos enfrentamientos con tantas víctimas fatales en unas pocas horas, lo que hace presumir un planeamiento previo de estas situaciones y su desenlace.

 


A 35 años de la Matanza de Corpus Christi: Honor y gloria a las y los rodriguistas asesinados por la dictadura

Fuente :resumen.cl, 15 de Junio 2022

Categoría : Prensa

En un mes como éste, un 15 y 16 de junio de 1987, hace ya 35 años, la dictadura de la derecha y las FFAA chilenas cometió uno de sus peores crímenes, el hecho fue conocido como la Matanza de Corpus Christi. Este múltiple asesinato acabó con la vida de 12 combatientes rodriguistas; tres heroínas, Elizabeth Escobar de 29 años, Patricia Quiroz 29 años, Esther Cabrera de solo 22 años; y nueve héroes, Recaredo Valenzuela de 30 años, Patricio Acosta 25 años, Waldemar Henríquez 28 años, Wilson Henríquez 26 años, Julio Guerra 29 años, Joaquín Valenzuela 29 años, Ricardo Rivera 24 años, Ricardo Silva 28 años y Manuel Valencia de solo 20 años de edad, compañeros y compañeras de muchos de nosotros.

Resalto que ahora se ha conocido la resolución final de otro crimen semejante, durante los días 23 y 24 de agosto de 1984, hace 38 años, en una operación de exterminio conocida con Operación Alfa-Carbón o Matanza Vega Monumental fueron asesinados siete combatientes del MIR por agentes de la CNI, en las ciudades de Concepción, Los Ángeles, Temuco y Valdivia. Han pasados 38 años y recién este 10 de junio, se dictó la resolución condenatoria final. En un dilatado y doloroso proceso para los familiares de los caídos se ha dictado justicia, claro entre comillas, por la tardanza, las condenas y que varios de los criminales ya están fallecidos. Honor a los revolucionarios miristas Luciano Humberto Aedo Arias, Nelson Adrián Herrera Riveros, Mario Octavio Lagos Rodríguez, Mario Ernesto Mujica Barros, Rogelio Humberto Tapia de la Puente, Raúl Jaime Matamala Barrientos y Juan José Boncompte Andreu, nunca olvidemos sus ejemplos y a sus familiares, cariño y respeto.

También puedes leer: Corte de Concepción confirma sentencia a 17 ex agentes de la CNI por asesinato de combatientes de la resistencia a la dictadura en Operación Alfa Carbón

Y nuevamente como todos los años familiares, organizaciones y colectivos rodriguistas, nos autoconvocamos en los lugares de los asesinatos: el Dúplex 213 de Villa Olímpica, la calle y la casa de Varas Mena, la calle Alhué de Las Condes, la casa de Pedro Donoso de Recoleta, el Cementerio General, en Lota y en muchos otros lugares del país.
Sin dudas, cada uno de nosotros recuerda en el lugar donde se encontraba en esos aciagos días de 1987, en especial sus sobrevivientes, el impacto de ese crimen, y lo que significó para el FPMR en esos entonces: seguir y seguir luchando contra esa dictadura que nos oprimía como pueblo y el rechazo a la traición que significaba acomodarse a las negociaciones que se maquinaban vergonzosamente.

Debido al carácter clandestino de la organización, la mayoría no conocíamos los nombres verdaderos de esas y esos combatientes asesinados, obviamente tampoco sus misiones. Hoy sus rostros son conocidos, y se transformaron en banderas de combate presentes en los lugares donde cientos de chilenos y chilenas, sobre todo los más jóvenes, irrumpieron en la Revuelta de 2019.

¿Vale la pena recordar el contexto político de esos días de junio de 1987?

Eran tiempos de intensas y oscuras negociaciones entre los personeros de la dictadura y dirigentes de la futura Concertación, avalados todos por el gobierno de EEUU. El atentado al tirano y el caso arsenales sucedidos el año anterior (1986) estaban muy presentes.

Entre los políticos oportunistas, surgían voces para condenar al FPMR y su lucha, sembrando miedo, terror, «son militaristas» decían, era la oportunidad para aplastar la lucha revolucionaria y aislar más todavía al PC de las negociaciones que a espaldas del pueblo se hacían, como lo manifestaba nuestro Comandante José Miguel, Raúl Pellegrín. Surgían epítetos condenatorios y nuevos calificativos políticos para los combatientes, «faltos de realismo político», «fetichistas de las armas», «bajos de nivel político», «chileno-sandinistas», «hijos de Castro», «guerrilleristas», «influenciados por sus formaciones militares», etc., etc.

La visita del Papa en abril del 87 había subido los tonos de la lucha popular, sobre todo después de los enfrentamientos en su recibimiento en la población La Bandera, a pesar que el FPMR indicó una tregua momentánea.

Se negociaba la salida de Pinochet y la izquierda tradicional se plegaba a las transacciones, por acción u omisión, abandonando sin tapujos y vergonzosamente principios, hundiendo cualquier salida potencialmente más popular. El gobierno de EEUU no quería al PC en las negociaciones y los dirigentes de la Democracia Cristiana y el Partido Socialista, cual yanaconas, obedecían.

A pesar del intento de aislamiento del Partido Comunista, en su interior rebrotaba una discusión de validar o desechar lo obrado política y militarmente hasta esos momentos, se discutía en plena lucha y clandestinidad, desarmando ánimos, intentando relevar responsabilidades. Reflotaban pensamientos de los que en lo interno no querían más, o quizás nunca quisieron, la estrategia de Rebelión Popular y el FPMR.

No se puede negar que en esos días, a lo interno del Frente, se coordinaban ideas para el nuevo caminar que muchos rodriguistas nos proponíamos emprender ante el manifiesto abandono que se hacía de la lucha directa contra la dictadura.

El aislamiento de los que seguían combatiendo en primera línea (el FPMR entre ellos) era cada vez más evidente, lo que, sumado al desgaste en la lucha, detenciones, repeticiones de rutinas o errores en el modus operandi, flaquezas en los métodos conspirativos, se profundizaba.

Eran momentos en que para algunos todo se podía poner en dudas, hasta borrar con el codo los objetivos finales que por la boca se vociferaban.

En este contexto que analizamos entran los agentes de la dictadura, que actuaron como los criminales que eran, sabían que a los entregados y cobardes hay que invitarlos a conversar, a los indecisos, neutralizarlos con el miedo, y a los intransigentes, como nuestros 12 hermanos y hermanas, había que matarlos para intentar producir los efectos de terror que necesitaban. Y esos asesinos actuaron el 15 y 16 de junio de 1987.

Un montaje cubrió ese crimen. La dictadura y sus órganos de inteligencia tildaron de «enfrentamiento» el suceso y luego en la post dictadura dilataron la justicia por años y años. Solo la valentía y decisión de los familiares hizo el milagro para que fluyera la verdad, ellos nunca creyeron la versión «oficial» y lograron que la justicia chilena los encausara y condenara.

No se debe olvidar tampoco que el vil asesinato de los militantes del FPMR, fue mostrado por prensa de la dictadura, El Mercurio, La Segunda, la Tercera y la televisión servil, como un enfrentamiento y no un asesinato.

Finalmente los asesinos, claro que en correspondencia con la filosofía democristiana de la Transición, recibieron condenas insignificantes, «en la medida de lo posible», que han cumplido en cárceles de privilegio, conservando sus grados militares y premiados con jubilaciones millonarias.

A todos nos impacta visitar las calles y lugares donde resistieron y fueron asesinados nuestros hermanos(as), cruzar el portón de hierro oxidado de la casa de Pedro Donoso 582 en la comuna de Recoleta, uno de los lugares de la masacre, se siente el frío de la muerte en los pasillos arruinados y en el piso que ahora es de tierra, por el abandono del lugar. Ver sus nombres escritos en los mismos sitios donde fueran asesinados, claro que impacta. No se ha tenido el valor de declarar esa casa como Patrimonio Nacional, quizás ante el temor que se transforme en un verdadero «Museo de la Memoria Combatiente».

Por eso es destacable y emociona el trabajo que organizaciones territoriales del sector de Pedro Donoso, sobre todo muchos jóvenes, están haciendo para transformar la casa un sitio de Memoria. Gracias por esa iniciativa.
Estamos seguros que la terquedad de todos estos años para no olvidar, tanto la heroicidad y las traiciones cometidas, lo que para nosotros es reivindicar NUESTRA MEMORIA, ha dado rutas de perseverancia y dignidad en el presente, prueba de ello es que los héroes y heroínas de Corpus Christi y presos políticos, como Mauricio Hernández Norambuena, estuvieron reflejados en muros y banderas, como símbolos de consecuencia durante la Revuelta de octubre 2019.

Honor y Gloria para los héroes y heroínas de Corpus Christi.

Libertad para Mauricio Hernández Norambuena, preso político rodriguista.

Libertad para los presos políticos de la Revuelta y del pueblo mapuche.


¿Qué significado tienen los memoriales de los detenidos(as) desaparecidos(as) para sus familiares?

Fuente :elclarin.cl, 27 de Noviembre 2021

Categoría : Prensa

La instalación de Placas y Memoriales para rescatar la memoria histórica popular y rendir homenaje a las luchadoras y luchadores populares constituyen un potente ejercicio de memoria política y de pedagogía popular, pero más allá de estos necesarios e importantes objetivos creo que es necesario asimismo preguntarse qué significado tendrán estos espacios para los familiares directos, especialmente cuando se refiere a compañeras o compañeros detenidos desaparecidos.

La desaparición forzada de personas es una de las prácticas represivas más brutales, repudiables y carentes de la más mínima consideración de humanidad, que fue utilizada masivamente en contra de los luchadores y luchadoras populares durante la dictadura cívica militar encabezada por Augusto Pinochet en nuestro país.

En septiembre del año 1987 cinco militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez fueron secuestrados, torturados, asesinados y posteriormente hechos desaparecer lanzando sus cuerpos a las profundidades del mar frente a las costas de la región de Valparaíso. Estos compañeros fueron los últimos Detenidos Desaparecidos de la dictadura y entre ellos está Manuel Jesús Sepúlveda Sánchez. Precisamente en memoria y homenaje de este compañero porteño el pasado 12 de septiembre del 2021 se instaló una Placa de Memoria en la plazoleta Carvallo, en el cerro Playa Ancha, en un lugar desde el cual al colocarse junto a ella se puede observar el mar.

Desde la instalación de este Memorial, Verónica Bravo, su esposa y compañera, acude regularmente a visitar el lugar “para conversar mentalmente con el “Lolo”, porque así lo llamaba yo, limpiar la placa y su entorno, junto con colocarle claveles rojos frescos, porque así siento que esta plaquita se ve con vida”, me dice ella.

Hoy jueves 25 de noviembre acordamos encontrarnos para conversar de lo que ha significado para ella la existencia de este Memorial ubicado en Playa Ancha. Cuando voy llegando al lugar, a la distancia la observo limpiar con un paño la plaquita de Manuel como si se tratara de un delicado y preciado cristal; de pronto percibe mi presencia, se gira hacia mí, nos saludamos y me acerco a conversar, como habíamos acordado.

Como nos conocemos desde hace algún tiempo la conversación fluyó con naturalidad, pero no puedo dejar de mencionar la emoción y el agradable impacto que me produjo el observar su rostro mientras entregaba su relato, trasmitiéndome con serenidad una paz interior, una tenue satisfacción de alegría y mucho amor cuando recordaba a su compañero Manuel, produciendo en torno a ella una atmósfera de luminosa energía que en más de una oportunidad me produjo la sensación de estar viendo la imagen de Manuel a través de la transparente mirada de Verónica.

Transcribo a continuación el hermoso y emotivo testimonio recogido en esta conversación:

Verónica, estos ejercicios de memoria que consisten en colocar una placa o construir un memorial en homenaje a las compañeras y a los compañeros que no están físicamente con nosotros son muy necesarios, pero creo que nunca me había preguntado ¿qué significa esto para ustedes, para los familiares, más allá de lo relacionado con lo político, con el aspecto militante, ¿qué me puedes decir al respecto?

“Mira, hace tiempo, cuando yo conversaba con la Rosita (1), yo tengo harta confianza con ella, le decía mira yo sé que lo que tú pasaste es muy tremendo también, muy doloroso, muy triste, pero tú por lo menos tienes donde ir, eso es lo que a mí me hace falta, porque no tengo donde ir a poner una flor; nosotros como familia lo recordamos siempre, pero desearía tener algo físico donde ir. Yo a veces vengo, me siento aquí y eso como que me da una tranquilidad. Yo digo que a este lugar vengo a ver al “Lolo”, porque así le decía, y a mi hijo le digo, Seba, voy a ver al Lolo.

Esto ha sido muy importante para mí, por eso lo cuido y me da pena cuando a veces llego y está todo rayado, pero siempre ando trayendo un pañito y otras cosas para limpiarlo. Para mí es un lugar reconfortante, porque es un espacio de él. Sería muy importante que todos los detenidos desaparecidos tuvieran un espacio así, porque no todos tienen un espacio. Uno se pregunta dónde están, pero no hay un lugar físico, es una dolorosa incertidumbre. Nosotros hemos vivido todos estos años con la incertidumbre, aunque nos dijeran que los lanzaron al mar, pero como no podemos dar certeza de aquello, entonces una se pregunta ¿será verdad que lo tiraron al mar o lo hicieron desaparecer en otra parte? Eso duele mucho.”

Tienes mucha razón, por eso te comentaba que cuando se realizan estos memoriales uno se preocupa más del aspecto político, de la memoria histórica popular, pero no del dolor, de las emociones, de las necesidades y de la intimidad de los familiares…

“Claro, mira, a estas alturas de la vida una ya sabe que él ya no está, eso lo he asumido con el pasar de los años, aunque la incertidumbre siempre estaba presente, entonces por eso viene esa necesidad de tener un espacio físico, un espacio más íntimo. Por ejemplo, yo me siento aquí con él, con él digo yo porque ahora que está esta placa  siento que está él aquí conmigo. En la plaquita está su nombre, está lo que él hacía, está quién era y entonces me empiezo a recordar de las cosas que él hacía. Él jugaba básquetbol, fue varias veces dirigente vecinal, militó en las Juventudes Comunistas, uno empieza a recordarse de muchas cosas bonitas que él hacía, tocar la guitarra y cantar y todas esas cosas te fortalecen. Te llenas de las cosas buenas de cuando él estaba y eso te fortalece, y ahora con mayor razón al tenerlo acá.”

 ¿Habitualmente te sientas acá o en ocasiones bajas a la playa, para estar a la orilla del mar?

“Mira cuando vengo lo primero que digo es que ojalá no me vaya a encontrar con una sorpresa desagradable, que hayan destruido la plaquita. Aquí encima le pusimos un acrílico, pero ese lo sacaron, y otro día estaba rayado por todos lados con plumones, pero menos mal que siempre ando con cosas para limpiarlo, entonces lo dejé impeque. Ahora tiene estas rayas que le hicieron encima, con un clavo parece, pero ya lo limpié bien y le puse estos claveles rojos porque así se ve más bonito, le da vida y me gusta que las flores estén fresquitas.

Como te decía, para mí ha sido muy importante esto, es como que me da más tranquilidad, me siento aquí al lado y como ya te decía, me recuerdo como era, que era muy inquieto, hiperquinético, le gustaba hacer una cosa y otra, era súper deportista, hacía natación, básquetbol, karate, le gustaba la música de Silvio Rodríguez.”

¿Sabes si utilizó como nombre político el de Silvio?

“Sé que usó varios nombres, pero no estoy segura si usó el de Silvio, para algunos era Jackie, para otros era Andrés, para otros era simplemente el Flaco no más, porque era alto y delgado”

¿Esa parte de la vida militante clandestina, la parte afectiva entre los hermanos(as) del Frente Patriótico la has podido ir conociendo?

“Me he encontrado en estos años con compañeros que trabajaron con él y me cuentan que era hiperkinético, que le gustaba estar en una y otra actividad, muy buena persona, sin dobleces, y él era así porque a quien podía ayudar lo hacía, sin importarle quien fuera, en qué posición estuviera, porque como poblador y como dirigente poblacional trabajaba por los vecinos. Cuando entró al Frente, lo dio todo por la causa. Una de las últimas veces tuve una discusión con él, porque el Seba estaba chico, tenía como siete años, y él se fue a Santiago a trabajar por el Frente, entonces yo le decía tu hijo te necesita, que estés con él, porque está creciendo y ve que los otros niños están con sus papás, que los van a buscar al colegio y todo eso…”

Es una situación compleja esa, porque ahí aparece este aspecto del abandono, que es un fenómeno muy difícil de comprender a si no se tiene en cuenta el contexto en que se toman ciertas decisiones y opciones más radicales…

“Claro, en esos momentos él me decía yo sé que tengo mi familia, que la quiero mucho, pero es que también tengo otra familia con la que estoy muy comprometido con eso, la familia de mis hermanos del Frente y no es cosa de llegar y decirme quedo acá no más. Él había tomado una decisión, estábamos en una dictadura brutal y él tomó esa decisión con mucha responsabilidad.

Nosotros también siempre conversábamos sobre qué haría yo si a ti te pasa algo, si te detienen, qué tendría qué hacer. Nosotros nunca pensamos que lo harían desaparecer, eso nunca lo conversamos porque no se nos pasó por la mente que podía pasar.”

Esa es una de las atrocidades más grandes que se cometen porque con esa ausencia te mantienen permanentemente en estado de angustia…

“Claro, porque una está siempre esperando, no sé, que aparezca, siempre es esperar, esperar, esperar, por eso te decía que yo ahora estoy más tranquila, asumí esta pérdida y estoy haciendo el duelo con esta plaquita, a mí me ha servido mucho. Esto es algo muy simbólico.”

O sea que después de todos estos años, desde el 87 hasta ahora en el 2021 recién estás haciendo verdaderamente el duelo…

“Sí, por eso estoy más tranquila. Estoy en la casa y de repente digo ahora voy a ir donde el Lolo, vengo hasta acá, me siento, estoy un rato, además que el lugar es tan agradable, es un espacio abierto, lleno de vida, siempre hay gente, niños jugando, los jardines y flores que arreglan los trabajadores de la Municipalidad. Por eso elegí este lugar, y también porque con el Lolo veníamos a la playa y él se tiraba los tremendos piqueros de ahí de las rocas, porque era súper bueno para nadar, veníamos a las Torpederas, a la Carvallo.”

Me decías que era muy buen deportista…

“Jugaba fútbol en la población, él se iba a la cancha cuando estábamos pololeando, vivía un poco más arriba que yo, en el cerro San Juan de Dios, en la población 18 de septiembre, yo vivo a la subida del cerro y él vivía mucho más arriba, entonces lo veía cuando bajaba a jugar a la pelota en el Club 18 de Setiembre, ahí jugaba fútbol, pero esa cancha ya no está en la población, porque ahora está lleno de casas. Yo lo iba a ver jugar a la cancha del Auditorio Pérez Freire. Me acuerdo que en básquetbol jugaba por la Sportiva”

Es curioso, pero a varios compañeros militantes del Frente Patriótico que son de acá de Valparaíso les gustaba mucho jugar fútbol…

“Sí, claro, el Ramiro, el Mauricio Larenas, los del cerro Esperanza, tienes razón…”

¿Y a Manuel le gustaba algún equipo de fútbol en particular?

“Fíjate que no, no era fanático de ningún equipo en particular, a él le gustaba el fútbol no más y le gustaba jugar en la población; estoy hablando de cuando éramos cabros chicos, de los 14 o 15 años…”

¿A qué edad se conocieron?

“Desde esa época, cuando yo tenía 14 años y él tendría 15. Yo fui mamá muy joven, a los 18 años y él tenía 19, pero estábamos feliz con nuestro hijo. Nos conocimos en el 76 o 77 y nos casamos el año 80. Alcanzamos a estar juntos como diez años, porque el desapareció en el 87.”

Cuando Manuel se va a trabajar a Santiago por el Frente, ¿tuvieron contacto familiar después?

“Claro, no era muy seguido, pero él venía, o si no otras veces yo iba a verlo. Conocí hasta la población La Victoria, porque él me llevó para allá, conocí algunos compañeros que ya no están y eso me da pena, porque una dice puchas, los conocí, estuve compartiendo con ellos, estuvimos conversando, y los mataron; eso igual es muy triste. Eso es parte de mi vida y una no se lo puede sacar de la mente así como así no más.”

En medio de la conversación llegó Sebastián, el hijo de Manuel y Verónica, quien luego de saludarnos se sentó un poco más abajo de donde nos encontrábamos y permaneció en silencio hasta que finalizamos esta íntima y emotiva conversación. Un bullicio proveniente de un grupo de niñas y niños llenó de pronto el espacio en donde se ubica la Placa de Memoria en recuerdo y homenaje a Manuel Sepúlveda, observándonos con sus miradas curiosas mientras pasaban por nuestro lado descendiendo por la escalera rumbo a la playa Carvallo.

 

  • NOTA: La compañera Rosita a quien se refiere Verónica es Rosa Alfaro, una activa luchadora popular durante la dictadura, militante poblacional y de los Derechos Humanos, esposa de Julio Guerra Olivares, combatiente del Frente Patriótico Manuel Rodríguez quien fue asesinado el 16 de junio de 1987 en la llamada “Operación Albania”. Precisamente fue la organización popular de carácter social y cultural Fundación Julio Guerra Olivares, por el Arte de Vivir con Dignidad, encabezada por Rosita, la que llevó adelante la iniciativa junto con Verónica para concretar la instalación de esta Placa de Memoria en homenaje a Manuel Sepúlveda.

Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 25 noviembre 2021


Los doce rodriguistas asesinados en 1987 están presentes hoy en la rebeldía social del Pueblo

Fuente :PiensaChile.cl, 16 de Junio 2021

Categoría : Prensa

Sobre el recuerdo de nuestros héroes y su aporte para el futuro de Chile seguirá habiendo discusiones, durante treinta años la institucionalidad concertacionista y por cierto la derecha, se dedicaron a condenar la lucha revolucionaria, a quienes decidieron rebelarse y combatir al tirano utilizando la lucha política y militar. La propuesta del FPMR, en su primera proclama dijo que, si Pinochet no se le derrotaba haciéndole frente en el terreno militar, organizando al pueblo para defenderse y luchar por sus derechos, si solo se pensaba hacerlo en el terreno de la política, la negociación con sus autoridades perpetuaría el modelo de sociedad abusivo e injusto construido a balazos por la dictadura cívico militar y la historia nos dio la razón.

Fue esa decisión de luchar por la libertad de Chile, la que le costó la vida a los 12 rodriguistas asesinados  entre los días 15 y 16  de junio de 1987, la orden para neutralizar al FPMR y a sus principales dirigentes la dio el dictador, después de que se intentó ajusticiarlo y después de  que una parte de los arsenales  fue descubierta por el enemigo. Ese fue el contexto de la matanza de la operación Albania, cuando la lucha antidictatorial nos enfrentaba a momentos muy duros y difíciles, incluso cuando fuerzas políticas de la izquierda, ya empezaban a renunciar a la idea de la rebelión popular como salida a la dictadura.

Pero aun así y con esas adversidades se lograba avanzar y el FPMR se consolidaba como organización, con un fuerte arraigo popular, aprendiendo a combatir en la clandestinidad, a esa fecha teníamos presencia efectiva en las principales ciudades del pais, pero sabíamos también que después del intento de ajusticiar al tirano estábamos en el foco de la represión con todo el aparataje represivo detrás.

Recaredo Ignacio Valenzuela, Benito, treinta y un años, uno de los fundadores del FPMR, y miembro de la Dirección Nacional, recién ascendido, él fue acribillado en la calle Alhué, de la comuna de Las Condes, al mediodía del 15 de junio. Patricio Ricardo Acosta Castro, veintiséis años, fue ultimado a las seis de la tarde del 15 de junio, mientras caminaba por una acera en la comuna de San Miguel. Julio Arturo Guerra Olivares, Guido, treinta años, uno de los participantes del atentado al dictador, fue asesinado en la medianoche del 15 de junio en el interior del departamento donde vivía en la Villa Olímpica de la comuna de Ñuñoa.

José Joaquín Valenzuela Levy, treinta y un años, miembro de la Dirección Nacional del FPMR, graduado como oficial de ejército en Bulgaria, fue  jefe de la Emboscada al dictador. Patricia Angélica Quiroz Nilo, veintinueve años, combatiente rodriguistas. Ricardo Cristián Silva Soto, veintiocho años, combatiente del FPMR. Ricardo Hernán Rivera Silva, jefe de unidades combativas. Elizabeth Escobar Mondaca, veintinueve años; Esther Cabrera Hinojosa, veintidós años, y Manuel Eduardo Valencia Calderón, veinte años. Todos ellos y ellas fueron detenidos en distintos lugares de Santiago en el  transcurso del día 15 de junio, luego los llevaron al cuartel central de la CNI en calle Borgoño, allí los torturaron y mantuvieron hasta el amanecer del 16, para luego trasladarlos a una casa vacía en la calle Pedro Donoso, en Recoleta, donde los asesinaron mientras yacían amarrados en un escenario preparado para el crimen.

Juan Waldemar Henríquez Araya, veintiocho años, graduado como oficial en Tropas Generales en Cuba, luego participó en la guerra irregular contra bandas contrarrevolucionarias en Nicaragua en 1984. Al momento de su muerte era el jefe de la escuela clandestina de Varas Mena. Wilson Daniel Henríquez Gallegos, veintiséis años, ambos murieron combatiendo heroicamente, cubriendo la retirada de una cantidad de Rodriguistas que escaparon ilesos.

Han pasado 34 años desde Junio de 1987 y el recuerdo de estos 12 Rodriguistas continua vigente en la memoria del pueblo, porque su aporte y su entrega sin límites, remueve la memoria histórica para vencer el olvido y para mostrar el camino de la rebeldía popular, como una opción valida para alcanzar los cambios estructurales que el pais necesita. En este sentido los y las Rodriguistas junto a cientos de héroes  de nuestra izquierda, son la historia en su significado real y que le dan sentido a la política hoy y en el futuro, patriotas que no aceptaron caminos ni acuerdos entre elites a espaldas del pueblo, el que con su movilización y acciones combativas permitió el fin de la dictadura.

Así aprendemos, de nuestra propia historia, de acontecimientos duros y difíciles como el que estamos relatando, de nuestros errores y éxitos, incluso desde la critica a nuestra herencia, porque aprender de la historia supone reconocer y asumir las precariedades de las certezas que en su momento parecían incuestionables. Pero ese aprendizaje no invalida el contenido y la valía de nuestra lucha y del convencimiento para llevarla adelante, lo que fue posible gracias a la disciplina, compromiso y valentía de  los miles de jóvenes que estuvieron presentes en la primera línea del combate con la dictadura, de entre los cuales recordamos a los doce hermanos y hermanas que fueron cobardemente asesinados por la CNI en 1987.

Ha pasado el tiempo y hoy estamos frente a un nuevo ciclo de la historia, han surgido nuevas voces y fuerzas decididas a terminar con el sistema económico y la institucionalidad creada por la dictadura, hombres y mujeres, elegidos y elegidas por votación popular para diseñar una nueva constitución e institucionalidad para Chile. No caben dudas de que, y tal como sucedió en las décadas pasadas y como ya está sucediendo, serán, perseguidos, descalificados y tildados de violentistas, por quienes desde las dos derechas que gobiernan Chile se les oponen, intentando nuevamente imponer caminos ya recorridos dentro de la institucionalidad vigente para dejar las cosas como están.

Para contrarrestar esas campañas del terror será necesario recordar que siempre los enemigos del pueblo utilizan estas armas para asustar, crear caos e incertidumbres, creando realidades desde la mentira. Que es lo que hicieron para justificar la persecución, el encarcelamiento el asesinato y la desaparición de miles de compatriotas, víctimas en el pasado, de las mismas elites que hoy se oponen a quienes quieren terminar con un sistema neoliberal abusivo y corrupto.

Así entonces, la línea de conducción del modelo capitalista neoliberal ha sido y es la violación de los derechos de las personas, y la violación de los derechos humanos en toda su extensión, constatación que hace imprescindible que en el diseño de la nueva constitución este presente la memoria histórica, que una base moral y política para su diseño y de una nueva institucionalidad para el pais. Los derechos humanos son la articulación necesaria para construir los lineamientos de una institucionalidad y un modelo económico en el cual las personas en su vida individual o de grupo, los pueblos originarios, encuentren la protección a su dignidad y a sus derechos fundamentales.

En este sentido el recuerdo de los 12 rodriguistas asesinados en 1987, fieles exponentes de la justa rebelión social en su momento, se hace más vigente vinculándolo con la decisión de jóvenes constituyentes independientes, provenientes de movimientos sociales, quienes reivindican la soberanía de la convención constitucional para diseñar la nueva Constitución para Chile. Con su decisión interpretan el sentir y valía de la rebelión social de octubre de 2018, que es el reclamo del pueblo para terminar con el orden político y económico que gobernó el pais por más de treinta años, manteniendo las estructuras económicas y la institucionalidad heredada de la dictadura.

La “vocería de los pueblos” expresada en un documento público reciente, es la rebeldía popular que lucha por sus derechos, asegurando que las exigencias de la mayoría de la población, expresadas en las calles de todo el pais, no podrán ser negadas, ni apartadas de las decisiones  políticas, como se hizo en los treinta años pasados, evitando la organización y la participación social en las discusiones para la nueva constitución.

Tal y como lo expresan los Constituyentes de la vocería de los pueblos y como lo demostraron con su ejemplo, los luchadores y luchadoras sociales en el pasado reciente en nuestro país, los cambios que Chile necesita no se logran en la normalidad del sistema vigente. El término de la dictadura fue con el aporte de quienes pavimentaron el camino del cambio, impulsando la organización combativa del pueblo para terminar con el terrorismo de estado, desafiando la normalidad de la violencia, que fue impuesta por Pinochet, como forma de hacer política.

Así entonces el recuerdo de los y las Rodriguistas asesinados en la Operación Albania montada por la CNI  y por orden del dictador, quedó en la memoria de los chilenos y chilenas, por su entrega y valentía, pero también, por el legado que dejaron para el presente.

Días después de sucedidos los hechos, nuestro Comandante José Miguel, (Raúl Pellegrin) escribió un comunicado que fue publicado en nuestra revista “El Rodriguista”: “Un grupo de jóvenes fueron asesinados por la CNI a sangre fría, algunos de ellos cayeron enfrentando valientemente a los terroristas de la dictadura, sellando con su actitud el ejemplo de una juventud valiente que ama la libertad y se alza en un gesto de rebeldía inmortal, rompiendo con la corrupción del pasado, la decepción y el entreguismo de muchos en el presente. Los Rodriguistas, a los patriotas, la historia no los juzgará por no luchar y las futuras generaciones recordarán esta decisión histórica en esta hora infinita de vergüenza nacional”.

Ni perdón no olvido


Mayor condena contra general retirado por crímenes en dictadura Operación Albania: Suprema confirma cadena perpetua contra Hugo Salas Wenzel

Fuente :El Mostrador 29 de Agosto 2007

Categoría : Prensa

La Corte Suprema confirmó este martes la cadena perpetua contra el general retirado Hugo Salas Wenzel, otrora director de la Central Nacional de Informaciones (CNI), por su responsabilidad en el crimen de doce frentistas en junio de 1987, en el marco de la Operación Albania.

Salas Wenzel fue sentenciado en calidad de responsable intelectual de los asesinatos, que se planificó como una de las venganzas por el atentado a Augusto Pinochet Ugarte, ocurrido en septiembre de 1986.

Con esta resolución, el otrora jefe del organismo represivo se transformó en el general retirado que ha recibido la mayor condena por las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura militar.

La decisión fue adoptada por la Segunda Sala (Penal) que también se pronunció sobre las condenas que el ministro Hugo Dolmestch dictó contra otros catorce ex uniformados que participaron en el operativo, también conocido como Matanza de Corpus Christi.

En tribunales se explicó que como Salas Wenzel comenzó a ser juzgado antes de que se modificara la ley, se le aplicará la cadena perpetua simple, lo que permite a partir de los 20 años de prisión pueda acceder a algún tipo de beneficio.

El máximo tribunal también decidió elevar de 15 a 20 años de prisión la condena contra el ex jefe operativo del organismo represivo Álvaro Corbalán Castilla, quien ya se encuentra cumpliendo prisión por otras violaciones a los derechos humanos perpetrados en la dictadura militar.

En tanto, mantuvo la condena a 10 años de presidio contra el comandante (R) de Carabineros Iván Quiroz Ruiz, mientras que aumentó de 7 años y un día a 8 años de prisión el castigo contra el ex agente de la CNI Enrique Neira Donoso.

Estos cuatro otrora miembros deberán cumplir con su castigo en prisión junto al ex agente Manuel Morales Acevedo, quien inicialmente había sido condenado a tres años de prisión pero la Suprema elevó su castigo a cinco años y un día.

En tanto, los ex agentes Luis Arturo Sanhueza Ross, Rodrigo Pérez Martínez, César Acuña Luengo, Patricio Miquel Carmona y Fernando Burgos Díaz fueron

sentenciados a cinco años y un día de prisión, mientras que Eric Silva Reichart recibió una sanción de cinco años de cárcel.

Gonzalo Maas del Valle, José Miguel Morales Morales, René Valdovinos Morales, en tanto, fueron condenados a tres años de prisión, mientras que Hugo Guzmán Rojas recibió un castigo de 541 días de cárcel.

La Suprema también confirmó la absolución de 11 agentes que participaron en los operativos y que ya habían sido exculpados por Dolmestch y la Corte de Apelaciones de Santiago, entre los que se encuentran los ex agentes Kranstz Bauer y Jorge Vargas Bories, al igual que el ex fiscal de Carabineros Luis Acevedo.

En junio pasado, el Consejo de Defensa del Estado (CDE) y los parientes de las víctimas alcanzaron un acuerdo de reparación en el que el Fisco se comprometía a pagar una indemnización de $ 300 millones a cada grupo familiar.

Querellantes celebran decisión

El abogado Nelson Caucuto, representante de las víctimas, destacó que esta sea la primera condena perpetua para un militar con grado de general, lo que a su juicio revela "la gravedad de los hechos juzgados y la importancia de este caso".

"Hemos logrado establecer la verdad de lo acontecido y sanciones penales altas, donde hay una condena de presidio perpetuo y también finalmente hay reparación.

En una sola sentencia hemos logrado confluir los tres aspectos que comprende un concepto complejo como es la justicia, los que son la verdad, la sanción penal, y la reparación”, sostuvo.

“Me parece extraordinario haber cerrado este capítulo, con esta sentencias que ha dictado el máximo tribunal”, puntualizó.


Corte confirma condenas a responsables de Operación Albania

Fuente :El Mercurio 28 de Diciembre 2005

Categoría : Prensa

La Novena Sala de la Corte de Apelaciones, en votación unánime, confirmó las condenas que dictó en enero pasado, el ministro en visita Hugo Dolmestch, a 15 miembros de la ex CNI, en el marco de la denominada Operación Albania, en la cual murieron 12 miembros del Frente Manuel Rodríguez.

De esta manera seguirá sentenciado a cadena perpetua su ex director Hugo Salas Wenzel, como autor del homicidio simple de cinco de los fallecidos, y del homicidio calificado de los otros siete.
Salas es sindicado como responsable directo del hecho, por ser quien dio la orden de efectuar el operativo, que también se conoce como "matanza de Corpus Christi".

No obstante, el tribunal revocó la absolución que el ministro había dictado en contra de tres involucrados a quienes se les aplicó una condena efectiva de cinco años y un día de presidio.
Se trata de César Acuña Luengo, René Valdovinos Morales y Fernando Burgos Díaz, quienes tuvieron responsabilidad en la muerte de Ignacio Valenzuela Pohorecky.

De esta manera, de los 26 procesados en este caso, ocho quedaron en libertad, dado que no tuvieron responsabilidad directa en los hechos.

El tribunal, integrado por los ministros Raúl Rocha, Juan Araya y Mauricio Silva, resolvió además elevar a 500 millones de pesos la indemnización de perjuicios por 250 millones de pesos que había fijado el ministro Dolmestch para las familias de las víctimas.

La Operación Albania tuvo lugar en tres lugares distintos de Santiago los días 15 y 16 de junio de 1987, y en ella perdieron la vida los militantes del FPMR, Recaredo Valenzuela Pohorecky, Patricio Acosta Castro, Juan Henríquez Araya, Wilson Henríquez Gallegos, Julio Guerra Olivares, Esther Cabrera Hinojosa, Elizabeth Escobar Mondaca, Patricia Quiroz Nilo, Hernán Rivera Silva, Ricardo Silva Soto, Manuel Calderón y José Valenzuela Levy.


Julio Guerra: la muerte del fusilero de Pinochet en la Villa Olímpica*

Fuente :doble-espacio.uchile.cl 2023

Categoría : Prensa

En junio de 1987, en medio de un presunto enfrentamiento que después sería desmentido, agentes del Estado acribillaron a Julio Guerra Olivares, quien el año anterior había participado en el atentado fallido contra Augusto Pinochet. Aquí, su entorno reconstruye las últimas horas del militante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, víctima de una de las vendettas más emblemáticas de la dictadura: la Operación Albania o “matanza de Corpus Christi”.

Golpes azotan la puerta del dúplex 213 en el block 33 de la Villa Olímpica. Es la medianoche del miércoles 15 junio de 1987. Sonia Hinojosa, quien vive en el departamento, no abre la puerta y pregunta: “¿Quién está tocando?”. “¡Policía!”, responden al otro lado. Asustada, la mujer busca a Julio Guerra, quien arrienda una habitación desde hace seis meses.

Desde el baño, Guerra le pide que grite por ayuda. Ella se asoma al ventanal del departamento y con una voz desgarradora dice a la semipenumbra: “¡Vecinos, ayuda! ¡Nos van a matar!”.

Los marcos de ventanas chocan con las rejas metálicas de las terrazas, lo que termina por alertar a los bloques de al lado. Varios vecinos del barrio miran a hurtadillas para saber qué está pasando. Acto seguido, un grupo de hombres vestidos de civil, con una tranquilidad implacable, ordenan a quienes se asoman por las ventanas que se mantengan dentro de sus departamentos.

—Fue en ese momento que me di cuenta de que las personas que había visto eran todos CNI —dirá luego Cristián Silva, vecino de Sonia Hinojosa—. No estaban en una situación de enfrentamiento. Estaban absolutamente relajados.

Tres camionetas de la Policía de Investigaciones están afuera del block 33. El departamento está rodeado. “Vamos, hombre, entrégate. No hagas más difíciles las cosas”, exclama un policía vestido de civil. El silencio reina en toda la Villa Olímpica.

Los hombres, agentes del Estado, venían a matar a Julio Guerra.

La calma de la operación se interrumpe con un crujir de vidrios reventados. Una bomba lacrimógena entra por el balcón. Sonia Hinojosa se dirige al primer piso. En menos de un instante, escucha el sonido de un disparo y una bala pasa a centímetros de su cabeza. Los uniformados ingresan, la toman de la ropa y la lanzan fuera del departamento.

Ya afuera, escucha balazos. Dos, tres, cuatro. Sonia observa cómo más personas entran a su departamento.

Una persona vestida de civil se acerca a Hinojosa y le dice: “Murió su amigo, po’”. Luego le cubren la cabeza con una capucha. Bajo la mirada desconcertada de los vecinos, entre tirones y empujones, la suben a un auto y la trasladan a un edificio de Investigaciones.
Más tarde, le contarán, llega la televisión. El fiscal Fernando Torres, un conocido funcionario de la dictadura que solía mostrarse en pantalla cuando ocurrían casos como estos, hace su aparición en el lugar.

—Parecía una fiesta —dice hoy irónicamente Pamela Hinojosa, hermana de Sonia.

Julio Arturo Guerra Olivares fue uno de los 12 militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) asesinados a manos de agentes del Estado durante la Operación Albania o Matanza de Corpus Christi, ocurrida en Santiago el día 15 y la madrugada del 16 de junio de 1987.

Julio Guerra tenía 29 años, era electricista y artesano en metales y creció en Forestal, un barrio ubicado al costado de la Quinta Vergara, en Viña del Mar. Ahí tuvo una participación activa con su comunidad. Vivió promoviendo la participación vecinal y cultural.

—Él hizo mucho trabajo social —cuenta Rosa Alfaro, esposa de Julio y amiga de juventud.

Han pasado casi cuatro décadas desde la muerte de su marido y Rosa Alfaro habla con una tranquilidad aprendida con los años. Al otro lado de la pantalla del computador, ella está sentada en su casa en Viña del Mar, mismo lugar donde tiene la “Fundación Julio Guerra: por el Arte de Vivir con Dignidad”.

Rosa Alfaro dice que Julio Guerra provenía de una familia de varios hermanos. También cuenta que era carismático, innovador, divertido y ocurrente. Comenta que se llevaba muy bien con los niños y los jóvenes; los hacía correr, bailar y cantar en su barrio. También les insistía sobre la importancia de los estudios. Dice que era un apasionado por la música y la cultura. Guerra estudió en la Inacap para ser electricista y ejercía su profesión instalando equipos médicos.

—Comenzó muy joven en la Juventud Comunista —recuerda Rosa Alfaro, y agrega—:
Durante el año ’72 o ’73, si es que no antes, comenzó a militar.

Fue ahí donde conoció a Rosa, quien se convertiría en su esposa y madre de su hija Irene. Ambos provenían de familias comunistas, por lo que no había mucho que pensar a la hora de elegir una ideología para su vida.

—Es lo que uno elige y lo que seguimos eligiendo, en el fondo.

Durante la dictadura, la casa de Julio Guerra en Viña del Mar fue allanada, por lo que él decidió irse a vivir solo a Santiago.

—Para toda esa generación, que fue muy combativa, el sueño no era tan inalcanzable: era la libertad, la dignidad de la gente; que pudieran tener sus derechos como corresponde —relata Rosa Alfaro. —Ya sabíamos que se torturaba, que se mataba, que había gente y compañeros desaparecidos. La constante era poder llegar a liberar al pueblo de lo que estaba pasando.

Personas como Julio Guerra optaron por tendencias más combativas para enfrentar el régimen. Rosa Alfaro lo explica:

—En el partido siempre estuvo la lucha presente, pero cuando se dieron cuenta de que la situación no era una en la que ibas a defender la vida con panfletos y rayados, se tomó la determinación de tomar una vía armada. Julio tenía 29. Imagínate ponerse en el lugar de ellos. Tienes que tomar una decisión: si sigues, te puedes arriesgar a que te maten; si no sigues, te vas a arriesgar a que te mueras.

La Villa Olímpica comenzó a levantarse en 1961 en los terrenos colindantes al Estadio Nacional de Chile, en un sector tradicionalmente conocido como la chacra Lo Valdivieso, durante el gobierno del presidente Jorge Alessandri. El objetivo era brindar una mejor infraestructura a los asistentes al Mundial de Fútbol de 1962. Además, el diseño supuestamente debía proyectar la imagen de un país en vías de modernización. No obstante, la idea no se cumplió según lo que las autoridades esperaban: la villa, que originalmente se llamaría Población doctor Exequiel González Cortés, no logró estar terminada completamente al inicio del campeonato mundial, y las escasas edificaciones terminadas alojaron a los cuerpos técnicos de los equipos visitantes.

Tras el torneo internacional, el conjunto habitacional comenzó a tomar vida. Un estudio de 1964 asegura que entonces contaba con 1.904 viviendas y más de 13 mil habitantes. Era una población joven: parejas con hijos pequeños que accedían por primera vez a la vivienda propia. La zona reunía a familias de bajos y medianos ingresos que accedieron a los departamentos por medio de un concurso impulsado por la Corporación de la Vivienda (Corvi), organismo antecesor del Ministerio de Vivienda y Urbanismo.

En 1967, la familia Oyarzo Hinojosa llegó al dúplex 213, en el bloque 33.

Uno de los recuerdos familiares de la llegada a Villa Olímpica hoy resuena como presagio:
Al entrar por primera vez al inmueble, la madre de la familia rompió en llanto inesperadamente: “Aquí va a ocurrir una tragedia”, fue lo que dijo.

11 de septiembre de 1973. Son las 10 de la mañana y las radios relatan el bombardeo a La Moneda. En la Villa Olímpica, la madre de Pamela y Sonia Hinojosa escucha la noticia. Entonces decide tomar a su nieto más pequeño y marcharse a una parcela que tenían en el sector de Las Perdices. “Volveré cuando se vayan estos milicos”, le dice a la familia.

Ese fue el comienzo del éxodo de gran parte de la familia. Todos terminaron instalándose fuera de la ciudad, salvo Sonia Hinojosa, quien se quedó en la Villa Olímpica. Por su parte, Pamela Hinojosa, su hermana, estaba en Antofagasta, donde estudiaba Economía en la Universidad del Norte.

Al momento del golpe, Julio Guerra estaba en Viña del Mar. Junto con sus hermanos resguardaban la sede del Partido Comunista de esa ciudad. Con ellos se llevaron documentos y cualquier rastro que pudiera servir a la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) para perseguir a más personas: una tarea de día y noche, bajo el riesgo de la detención en cualquier momento, encomendada a unos niños de apenas 15 años.

Julio Guerra llegó al departamento seis meses antes de su asesinato. Había una habitación desocupada que la familia Oyarzo usaba para sacar un poco de dinero. Nunca sobraba.

—Ahí siempre vivió gente que arrendaba y se iba —dice Pamela Hinojosa. Fue ella quien comentó a sus conocidos que su familia tenía una pieza disponible en el bloque 33 de la Villa Olímpica. Según lo que comenta, así apareció el dato.

En aquella época, las personas que estaban en la resistencia a la dictadura generaban redes de apoyo ante la posibilidad de ser denunciadas.

—Se arrendaba dentro de gente que se consideraba segura. Gente no necesariamente de los tuyos, pero gente que simpatizaba al respecto —dice Tania Oyarzo.

Pamela Hinojosa agrega que no se solían hacer demasiadas preguntas. Esa era la práctica en aquellos años.

Desde un barrio de Suecia, Pamela Hinojosa habla por Zoom con la cámara apagada. Su hija Tania Oyarzo, por el contrario, deja a la vista uno de los cuartos del departamento 213 en el bloque 33, donde vive con sus tres hijos desde febrero de 2021. Pamela es hermana de Sonia Mónica Hinojosa o, como ella prefiere ser llamada por sus familiares, la Cuchi. Sonia Hinojosa compartía techo con Julio Guerra cuando fue asesinado: la familia le arrendaba una habitación al electricista en el mismo departamento en el que vive Tania actualmente.

La sobrina de Sonia Hinojosa, Tania Oyarzo, y su madre, Pamela, declaran ser una familia de izquierda y de ancestros mapuche, por lo que el golpe militar fue una tragedia para ellos.

Durante el gobierno de UP, y tras el golpe, la Villa Olímpica se dividió. Tania Oyarzo dice que hubo grupos que reaccionaron de manera opuesta entre sí. El 11 de septiembre de 1973, algunos vecinos celebraron con banderas chilenas en la mano y entonaron cánticos que decían: “¡Viva Chile, se fue el tirano!”, en alusión a Salvador Allende. Incluso, existía un block en el que, principalmente, alojaban militares. Otros, al contrario, se mostraron reacios a la dictadura.

Lo que ocurría en todo un país dividido por ideologías contrarias se recreaba en La Villa Olímpica. Se instaló un ambiente de desconfianza entre los vecinos: la posibilidad de ser espiado y denunciado por algunos contrastaba con la resistencia organizada que otros demostraron frente a la dictadura.

El 7 de septiembre de 1986, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) llevó a cabo la “Operación siglo XX”, un atentado contra el dictador Augusto Pinochet en El Melocotón, cerca del Cajón del Maipo. Julio Guerra, entonces de 29 años, fue partícipe de la operación. En el Frente, era conocido como el “Guido”.

Fue el segundo jefe del primer grupo de asalto.

Era un fusilero.

Esto le costó la vida a él y otros 11 involucrados en la posterior “Operación Albania”, dirigida y orquestada por la dictadura chilena el 15 y 16 de junio de 1987.

Durante un año, la CNI se dio el trabajo de identificar y localizar a los 12 frentistas que participaron en el atentado contra Pinochet en El Melocotón. El resultado fue un procedimiento represivo que se desplegó por todo Santiago, liderado por Álvaro Corbalán Castilla, jefe operativo de la CNI. Además, intentaron justificar los asesinatos. Dijeron que habían ocurrido en un contexto de enfrentamientos violentos y que los agentes actuaron bajo orden judicial.

Todo fue desmentido después.

Cristián Silva es el actual administrador del block 33. Es un hombre sociable. Durante la entrevista, recibe paquetes de otros y coordina su entrega. No deja nada pendiente y anota todo lo que considera importante en su libreta.

Silva vive en el departamento 214 desde 1968, es decir, es vecino del departamento de los Oyarzo Hinojosa prácticamente desde su llegada. Él y su familia compartieron con la familia de Sonia Hinojosa durante su infancia, pero el tiempo terminó por separar los caminos. En la dictadura, Cristián Silva comenzó a trabajar. Tenía una jornada agotadora: salía muy temprano y llegaba muy tarde. Es por esto que sus relaciones vecinales se volvieron cada vez más acotadas.

Cristián recuerda el día que asesinaron a Julio Guerra.

Dice que el aire del martes 16 de junio de 1987 era difícil de respirar. Que desde la semana anterior, personajes inauditos aparecían en la Villa. Autos extraños y transeúntes con pinta de maleantes eran la tónica del ambiente. Se sentía la inseguridad, la desconfianza y el miedo entre los vecinos.

Cuando cayó la noche y los focos alumbraron la vía pública, Cristián Silva recuerda que se bajó en Avenida Grecia con Salvador y luego realizó su recorrido habitual, un sendero que se formaba entre los edificios. Casi al final del camino, notó la presencia inquietante de tres hombres agachados e impasibles. Cruzaron miradas. “Aquí me van a colgar”, pensó. Apretó sus llaves y pasó entre ellos.

Un respiro de alivio marcó el final del recorrido.

No sabía que era el comienzo de la tragedia.

Julio Guerra fue asesinado en el baño del departamento y luego su cuerpo fue dejado en el borde de la escalera.

Pese a la declaración oficial de las Fuerzas Armadas, se comprobó que no poseía ningún arma ni opuso resistencia alguna. En total, fueron cuatro disparos a corta distancia los que recibió en su cuerpo. Dos de ellos en los ojos.

—No fue un enfrentamiento —insiste Cristián Silva, quien comenta que los CNI llegaron, mataron al frentista y se marcharon.

Rosa Alfaro recuerda la última vez que supo de Julio Guerra. Una semana antes de lo ocurrido, recibió una carta con la dirección de la Villa Olímpica como remitente. No la abrió, pero supo de inmediato de qué se trataba. Esa última vez, su hija Irene dibujó una especie de cancha de fútbol con 12 personas sentadas y acostadas en las galerías. No quiso pintarlas.

—Fue fuerte la relación de su dibujo con lo que pasó —dice Rosa Alfaro

A Pamela Hinojosa le tomó un instante despertarse la madrugada del 17 de junio. Encendió la radio y se enteró de lo ocurrido en la Villa Olímpica. Algunas personas le dijeron que algo había ocurrido en su departamento, que habían sacado un cadáver y que debía ir inmediatamente.

No tenía información más allá de eso.

Tampoco se había comunicado con su hermana Sonia.

Lo primero que vio Pamela Hinojosa al llegar al departamento fueron los vidrios rotos. Subió al segundo piso del bloque y caminó hacia su departamento. Se encontró con un carabinero que le impidió el paso. Resignada, fue de un lado a otro hasta saber el paradero de su hermana. Lo consiguió a través de una amiga suya con contactos en la PDI. “Sonia está detenida en el cuartel de Investigaciones”, le dijeron a Pamela Hinojosa.
Sonia Mónica Hinojosa, la Cuchi, pasó 15 días incomunicada. Ocho meses después, logró salir de la cárcel con libertad bajo fianza.

Su situación era compleja: había visto el rostro de quienes perpetraron los hechos y, por lo tanto, representaba un riesgo.

Un mes y medio después del asesinato de Julio, la Fiscalía Militar envió una carta a Pamela Hinojosa para que nuevamente tomara posesión del departamento. Ella partió rápidamente, sin contarle a sus padres y acompañada de una monja para que le otorgara apoyo espiritual.
El lugar era un caos. La puerta estaba rota, los muebles desarmados y la ropa amontonada. El aire del segundo piso era irrespirable: la bomba lacrimógena aún hacía efecto. Las superficies estaban cubiertas por un polvo blanco, similar al talco. Cuando tomó el teléfono escuchó un pitido. “Está intervenido”, pensó.

La pared que daba a la escalera tenía puesto un plástico del que asomaba un rojo intenso. Era la sangre de Julio Guerra: había escurrido desde el segundo piso por toda la escalera. Pamela Hinojosa demoró una semana en ordenar todo. Para ella es un trauma.

Rosa Alfaro hoy está a cargo de la “Fundación Julio Guerra: por el Arte de Vivir con Dignidad”.

—Es tan simple aceptar que algo pasó, que hubo una historia, que hubo personas detenidas, desaparecidas y ejecutadas políticas; que hubo prisioneros, torturados, niños ejecutados —dice, y se lamenta por los intentos de deslegitimación de lo ocurrido durante la dictadura—. Uno de nuestros propósitos es mantener la memoria viva. Ese es nuestro objetivo. Desde el primer aniversario de la Operación Albania, hemos estado siempre presentes.

A 50 años del golpe de Estado, Rosa Alfaro comenta que la fundación refleja el trabajo colectivo de hombres y mujeres que velaron por un país libre y democrático, pero que perdieron su vida en eso.

—Si hubieran pasado por al lado de la historia, quizás seguirían viviendo, pero ellos se la jugaron. Quisieron cruzar la vereda y decir: “Bueno, yo estoy aquí y voy a hacer esto por mi pueblo”. ¿Cómo no reconocer eso? ¿Cómo no darles el crédito que se merecen? ¿Cómo no decir que en realidad pudieron cambiar la historia? Por eso hablamos de héroes y heroínas. No los que andan con la capa, si no los que generaron un cambio en el país.

* Esta pieza forma parte del Especial “A 50 años del golpe”. Edición general: Juan Luis Salinas Toledo. Coordinación: Nicolás Lazo Jerez.


Julio Guerra Olivares, el héroe caído de la Villa Olímpica

Fuente :revistadefrente.cl 15/62019

Categoría : Prensa

La Villa Olímpica tiene su héroe, vive en los recovecos y árboles de la villa. Hoy lo recordamos bajo una tenue luz. En tu honor y en la memoria, Julio Guerra Olivares.

Desde el mural, Julio observa con paciencia como las velas se derriten iluminándolo desde el suelo. No ríe, sabe que horas más tarde será asesinado, aún así, él nos mira tranquilo, sereno y profundamente revolucionario.

Y la masacre continúa. Ya en la mañana los vecinos habían notado vigilancia en la Villa Olímpica, zona sur oriente de Santiago, a 200 metros del departamente que habitaba Julio Arturo Guerra Olivares (…) Julio había arrendado una pieza, obligado a salir de Viña del Mar por seguimiento pues querían detenerlo acusándolo de participar en el tiranicidio. El lunes en la noche se acostó y se comunicó a Viña por teléfono con su esposa, estaba tranquilo y se dormiría pronto. A las 23 horas, una hora y media más tarde, la CNI irrumpe violentamente en el domicilio y acribilla a Julio.

 

Fragmento extraído del “Rodriguista”. Número 37, año 1989.


Se inaugura Parque Julio Guerra en la Villa Olímpica de Ñuñoa

Fuente :revistadefrente.cl 15/12/2019

Categoría : Prensa

El día de ayer, en un acto cultural, la Coordinadora Julio Guerra (CJG) inauguró una placa en la ex-plaza Mund en memoria al militante del FPMR, Julio Guerra Olivares, quien fuere asesinado por los servicios de inteligencia de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) durante la llamada «Operación Albania».

El evento, que contó con la participación del conjunto musical de la Villa Olímpica, también rindió homenaje a los fallecidos durante el estado de emergencia declarado durante las protestas de este año 2019, las que han cobrado la vida de más de 30 personas y dejado miles de heridos, entre los que se cuentan a más de un centenar de civiles con pérdida ocular permanente.

El evento terminó con un discurso de la abogada y presidenta de la CJG, Julia Urquieta, para posteriormente dar por inaugurado oficialmente el nuevo parque.