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Enriquez Espinoza Miguel Humberto – Memoria Viva

Enriquez Espinoza Miguel Humberto

Fecha Detención :
Comuna Detención :

Fecha Asesinato : 05-10-1974
Comuna Asesinato : Santiago


Edad : 30

Partido Político : Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
Oficio o Profesión : Médico

Estado Civil e Hijos :
Nacionalidad : chileno


Relatos de Los Hechos

Fuente :(Informe Rettig)

Categoría : Antecedentes del Caso

El 5 de octubre de 1974 la casa donde se ocultaba Miguel Enríquez, en la comuna de San Miguel, fue rodeada por un nutrido contingente de agentes de seguridad, el que incluía una tanqueta y un helicóptero, quienes comenzaron a disparar. Entre los ocupantes del inmueble se encontraba una mujer embarazada que resultó herida. Miguel Enríquez cayó en el enfrentamiento recibiendo, según el protocolo de autopsia, diez impactos de bala, los que le causaron la muerte.

Conforme a lo expresado en el capítulo II de la Primera Parte de este Informe, la Comisión no puede en rigor calificar la muerte de Miguel Enríquez de violación de derechos humanos. Estima, en cambio, que pereció víctima de la situación de violencia política, ya que murió resistiendo ser detenido por un organismo del que cabía esperar fundadamente, de ser detenido, la tortura y la muerte.


Categoría : Antecedentes del Caso

Difundimos la respuesta de Carmen Castillo, desde Paris:

A propósito de una entrevista del Coronel Miguel Krasnoff Marchenko. 

Son las tres de la tarde en París. Mi madre me llama desde Santiago. Me lee las declaraciones de Miguel Krasnoff Marchensko. La arrogancia del torturador permanece en ese individuo, treinta años después, intacta.

Miguel Krasnoff Marchensko, uno de los jefes de la DINA, responsable de tortura, muerte y desaparición, jefe de Halcón 1 y Halcón 2, persiste en declararse un « no » torturador. A partir de ahí, de esa « declaración », el resto de sus palabras son lo que son, nada.

Frente a la « nada » no se siente ni emoción ni rabia. 

En agosto de 1993, se filmó en Santiago el documental « La Flaca Alejandra ». Durante esas dos semanas intentamos obtener una entrevista de Krasnoff Marchensko, confrontarlo con la memoria de sus víctimas y frente a mi cámara. No respondió, pero ese silencio emite ruido y un claro significado. Ese film, que intenta desmontar el espacio del miedo, del dolor y del horror, ha sido una de mis respuestas a la política de la amnesia y el olvido del poder en Chile. ¿Por qué ese documental, diez años después, aun no ha sido emitido en nuestro país ? 

No respondo, por lo tanto, hoy, ni a sus declaraciones, ni a aquellos que siempre han hecho suya la versión de la dictadura

Me dirijo a los sobrevivientes, a mis compañeros, al pueblo de Chile. Nuestra vivencia de lucha y de resistencia se encuentra cada día viva en mi, aunque les escriba desde lejos.

He escrito tres libros, dos pueden leerse en Chile : « Un día de octubre en Santiago » y « Santiago/París, el vuelo de la memoria », co-escrito con Mónica Echevería, mi madre. He intentado en ambos trasmitir la versión de los vencidos. En esos textos, Miguel Krasnoff Marchensko aparece como lo que es: un torturador, un tornillo más de la maquina de matar. Los testimonios recogidos constituyen pruebas irrefutables que pueden ser consultadas por quien lo desee.

En cambio hay algo que no se conoce y de lo cual no hemos hablado suficientemente. Si alguien salvó mi vida no fue ninguno de los peones del aparato represivo. Fueron seres humanos que sí me maravillan, que realizaron un gesto gratuito porque sí, para salvarle la vida a alguien que no conocían. Fue la suma de lo que se llama « una buena acción » lo que logró extraerme de la prisión y de la tortura : la vecina Gladys de la casa de enfrente a la nuestra en calle Santa Fe que, viéndome tirada en la vereda y desangrándome, llamó al Hospital Barros Luco. El joven médico de guardia que se encontraba en la ambulancia y que se enfrentó a la DINA trasladándome a Urgencias del Hospital. La vieja enfermera de ese mismo servicio que me preguntó « qué puedo hacer por usted » y que le avisó a mi tío Jaime Castillo de que estoy herida pero viva. El médico que me operó en el Hospital Militar, que por casualidad se encontraba allí y que decidió unas semanas después que si podía viajar. El enfermero del mismo hospital que me susurraba algunas noticias de mi familia… y sí, todo el movimiento de solidaridad en Chile y en el extranjero que exigía mi liberación, horrorizado por la muerte en combate de Miguel Enriquez, de la cual son responsables Augusto Pinochet, Manuel Contreras y Krasnoff Marchensko.

En aquel cuarto del Hospital Militar, custodiada permanentemente por tres hombres armados. Yo era una prisionera. Entraban los oficiales. Venian a interrogar. Una prisionera nunca se encuentra en una situación de « conversación » con su torturador, aunque en el juego de « roles », esa marioneta se ponga la mascara del « bueno » de la historia. Sobre esto no hay ambigüedad en mis textos.

En la lucha cotidiana somos muchos, y aunque no se nos escuche, existimos. Existimos, resistimos y creamos a partir de nuestra memoria, sin nostalgia y con un inmenso deseo de vivir. Vale la pena continuar, porque Chile no se puede permitir el lujo de olvidar la valentía de quienes defendieron la legalidad y la democracia. 

En los juicios que Chile todavia debe realizar a los represores y torturadores de la dictadura de Augusto Pinochet, mi pelicula « La Flaca Alejandra » y mis libros tendran que ser incluidos como unas de las incontables pruebas de los cargos contra ellos.

Es responsabilidad de El Mercurio publicar la totalidad de esta respuesta.

Carmen Castillo, París, 10 de julio de 2003.


Corte Suprema condena a exagentes de la DINA por homicidio calificado de Miguel Enríquez

Fuente :eldesconcierto.cl, 10 de Mayo 2022

Categoría : Prensa

En un fallo unánime, el máximo tribunal ratificó la sentencia contra Miguel Krassnoff Martchenko a 10 años y un día de presidio, en calidad de autor del delito cometido en 1974 contra el líder del MIR.

Este lunes, la Corte Suprema rechazó los recursos de casación interpuestos contra la sentencia que condenó a tres agentes de la disuelta Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), por su responsabilidad en el delito consumado de homicidio calificado del secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Miguel Enríquez Espinoza.

El hecho fue perpetrado el 5 de octubre de 1974, en la comuna de San Miguel, durante los primeros años de la dictadura cívico-militar.

La Segunda Sala del máximo tribunal, en un fallo unánime, ratificó la sentencia que condenó a Miguel Krassnoff Martchenko a 10 años y un día de presidio, en calidad de autor del delito. En tanto, los agentes Teresa Osorio Navarro y Rodolfo Concha Rodríguez deberán cumplir 5 años y un día de presidio, como coautores del delito.

El fallo de la Suprema

En la sentencia, la Sala Penal descartó error de derecho en la participación acreditada de Krassnoff Martchenko en los hechos sancionados y sostuvo que al hacer un nuevo análisis de los hecho «se volvería a examinar y valorar los antecedentes probatorios que ya fueron apreciados, además de revisar las conclusiones a que aquellos arribaron, lo que está vedado, pues desnaturaliza el arbitrio en estudio».

“La participación de Krassnoff Martchenko a título de autor, emanan de antecedentes que constan en la causa (…) las referidas conclusiones emanan de los diversos medios de prueba y no de otras inferencias”, añade el fallo.

El máximo tribunal sostuvo además que «no cabe duda que es el oficial que se encontraba al mando y, por ende, responsable de las instrucciones que recibieron sus subalternos ante un eminente intercambio de disparos, las mismas que llevan a Jaime Rufino a accionar contra Miguel Enríquez para darle muerte, son las órdenes que se imparten previamente en la planificación y organización del operativo por el encausado Krassnoff, quien a su vez no solamente dirige a sus subalternos sino que en este caso, participa activamente en el tiroteo y jamás ha manifestado haber realizado acciones tendientes a detener a los moradores del inmueble».

Lo anterior «permite inferir que siempre la intención fue la de eliminarles y ello se concreta en el caso de Miguel Enríquez porque Miguel Krassnoff lo permitió, conforme a la jerarquía que impera en los servicios de inteligencia de la época. En tal sentido, Miguel Krassnoff Martchenko resultó ser culpable y responsable penalmente de la muerte de Miguel Enríquez en calidad de autor, conforme los elementos de convicción que se describen al analizar la participación de todos los encausados, reunidos durante el sumario y el plenario en primera instancia».

Asimismo, la Sala Penal desestimó la aplicación de la figura de la media prescripción para atenuar la pena, argumentando «la calificación de delito de lesa humanidad dada al hecho ilícito cometido» y que «las normas a las que se remite el artículo 103 otorgan una mera facultad al juez y no le imponen la obligación de disminuir la cuantía de la pena aunque concurran varias atenuantes».

Calle Santa Fe

En el fallo de primera instancia, el ministro en visita Mario Carroza dio por establecidos que el entonces secretario general del MIR, una vez acaecido en el país «los acontecimientos del 11 de septiembre de 1973, fue intensivamente buscado por las fuerzas de seguridad y requerido públicamente mediante bandos militares en medios de prensa, lo que le lleva a decidir vivir en la clandestinidad».

Asimismo, el documento detalla que «el día 5 de octubre de 1974, cuando Miguel Enríquez Espinosa se encontraba en la vivienda que era utilizada como casa de seguridad dada su condición de clandestinidad, en calle Santa Fe Nº 725, en la comuna de San Miguel, junto a su pareja Carmen Castillo Echeverría y otros dos integrantes del MIR, José Bordas Paz y Humberto Sotomayor Salas, cerca de las 13:00 horas, agentes de la DINA, sin contar con un respaldo justificativo, se apersonaron en el lugar«.

Al llegar al domicilio, los funcionarios de la dictadura «lo acordonaron y desplegaron un numeroso contingente de dicha organización y de Carabineros en toda la manzana, toda vez que seguimientos le permitieron ubicar el domicilio donde residía Enríquez temporalmente, y sin exhortarlos previamente a entregarse para ser detenidos, iniciaron una ofensiva armada contra los moradores del inmueble, que lleva a estos a responder desde el interior, aunque en el curso de la refriega se percatan de la imposibilidad de hacerles frente».

Los miembros del MIR, al ver el poderío numérico y armamentístico de los verdugos «resuelven huir por las techumbres de las casas colindantes, cuestión que logran Sotomayor Salas y Bordas Paz, pero no así Enríquez Espinosa, quien es herido e intenta previamente, antes de tomar la misma decisión, asegurar la suerte de su compañera Carmen Castillo Echeverría, quien se encontraba embarazada y herida, pero luego cuando lo hace es sorprendido por los agentes que se encontraban cubriendo la calle lateral»

Estos agentes «le disparan y es abatido en el patio de un inmueble vecino (…) Se trata de disparos estimados de larga distancia en Medicina Legal y que son necesariamente mortales».

«En consecuencia, Miguel Enríquez es ultimado por agentes de la DINA mientras intentaba desplazarse por los inmuebles colindantes al de calle Santa Fe Nº 725 con el propósito de huir del lugar, quienes sin intención alguna de intimarlo a entregarse, le dispararon con la intención de eliminarlo, denotando la naturaleza homicida de su conducta», concluye el fallo.

La investigación determinó que «si bien hubo intercambio de disparos, igualmente existió preparación y planificación previa de parte de los agentes de seguridad y de Carabineros, que estuvo centrada en organizar un operativo que permitiera la eliminación de los militantes del MIR y jamás su detención».

«El razonamiento anterior se reafirma en cuanto a la preparación del ataque, en la desproporción de las fuerzas empleadas y los medios de fuego utilizados, que en ningún caso cabe catalogarlos como medio persuasivos de prevención o que tuvieran como objetivo la detención de los ocupantes del inmueble”, cierra el fallo.

En el aspecto civil, se confirmó la sentencia que acogió la demanda de indemnización presentada y que condenó al Fisco a pagar una indemnización total de $150 millones a los hijos de la víctima.


Corte Suprema eleva las penas a tres exagentes de la DINA por homicidio calificado en Estación Central

Fuente :poderjudicial.cl, 25 de Marzo 2022

Categoría : Prensa

Segunda Sala del máximo tribunal condenó a 15 años y un día de presidio a Miguel Krassnoff Martchenko, en calidad de autor del delito. En tanto, José Fuentes Torres y Teresa Osorio Navarro deberán cumplir 5 años y un día de presidio, como cómplices.

La Corte Suprema acogió recurso de casación y elevó las penas a tres agentes de la disuelta Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), por su responsabilidad en el delito consumado de homicidio calificado de Eulogio del Carmen Fritz Monsalvez. Ilícito cometido en febrero de 1975, en la comuna de Estación Central.

En el fallo (causa rol 10.662-2019), la Segunda Sala del máximo tribunal –integrada por los ministros Haroldo Brito, Manuel Antonio Valderrama, Leopoldo Llanos, Rodrigo Biel y Miguel Vázquez– condenó a 15 años y un día de presidio a Miguel Krassnoff Martchenko, en calidad de autor del delito. En tanto, José Fuentes Torres y Teresa Osorio Navarro deberán cumplir 5 años y un día de presidio, como cómplices.

En la sentencia, la Sala Penal estableció error de derecho en resolución dictada por la Corte de Apelaciones de Santiago, al calificar el delito como homicidio simple y no como homicidio calificado.

“Que, por otra parte, es útil tener presente que para estar en presencia de la calificante de la alevosía, lo relevante es que al momento de cometer el hecho, el autor se encuentre sin riesgo para sí, toda vez que lo decisivo es el aprovechamiento o la creación de un estado de indefensión en la víctima. Es decir, debemos estar en presencia de un estado carente de toda defensa que haya sido generado o aprovechado por los acusados a fin de evitar cualquier riesgo para su persona, no bastando con que dicha situación ventajosa haya sido producida por el simple azar”, sostiene el fallo.

La resolución agrega: “Que, de lo expuesto precedentemente, aparece de manifiesto que en la especie se reúnen los requisitos exigidos para configurar la calificante de la alevosía, en su modalidad de obrar sobre seguro, por cuanto se tuvo por establecido que los acusados actuaron, aprovechándose de la situación de desvalimiento de la víctima –quien se encontraba en la vía pública para encontrarse con alguien de su confianza–, prevaliéndose de su mayor superioridad numérica y del poderío de las armas que portaban, disparándole uno de ellos en ráfaga a la víctima por la espalda en momentos en que este emprendía la huida, mientras que los demás agentes le prestaban cobertura al primero, lesionando con ello una zona vital del cuerpo de la víctima, sin estar el ofendido en condiciones de reaccionar para defenderse o frustrar la acción y, por lo tanto, sin ningún peligro para los hechores”.

“Que, por consiguiente, las lesiones ocasionadas a la víctima, cuando esta emprendía la huida, producto de una ráfaga de disparos percutidos en su contra por la espalda por Basclay Zapata Reyes [fallecido], mientras Teresa del Carmen Osorio Navarro y José Enrique Fuentes Torres le prestaban cobertura, implican necesariamente el aprovechamiento por parte de los sentenciados, de la posición desventajosa en que estaba el ofendido, misma que fue creada por los hechores a fin de evitar todo riesgo para su persona, circunstancias que eran conocidas y consentidas por los agentes, llevan a la necesaria conclusión que los hechos atribuidos a los acusados son constitutivos del delito de homicidio calificado –cometido por alevosía– y no del ilícito de homicidio simple como erradamente lo determinaron los juzgadores de segunda instancia”, colige la sala.

“Que, en las condiciones descritas, aparece que los sentenciadores de segundo grado, al revocar el fallo de primera instancia que condenó a Miguel Krassnoff Martchenko como autor del delito de homicidio calificado de Eulogio Fritz Monsalvez y a Teresa del Carmen Osorio Navarro y José Enrique Fuentes Torres como cómplices del mismo ilícito, estableciendo, de contrario, que dicho ilícito más bien era constitutivo de un delito de homicidio simple, incurrieron en un error de derecho que influye sustancialmente en lo dispositivo de la sentencia, desde que al no calificar correctamente los hechos, significó se impusiera a los condenados una condena menor a la prevista en la ley, motivo por el cual el recurso de casación deducido por el Programa de D.D.H.H., la AFEP y los querellantes en este acápite, serán acogidos”, concluye.

Ráfaga por la espalda
En la sentencia de primera instancia, el ministro Mario Carroza dio por establecidos los siguientes hechos:
1°. Que, Eulogio del Carmen Fritz Monsalvez, conocido como el Duro Pablo y también como Víctor Hugo, era militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, y contaba en esa fecha, 21 de febrero de 1975, con 30 años de edad, manteniéndose desde el 11 de septiembre de 1973 en la clandestinidad, al ser intensamente buscado por los agentes de seguridad, sin ser esto obstáculo para el cumplimiento de las obligaciones que el movimiento le exigía y a las cuales se había comprometido;
2°. Que, en esa oportunidad, decidió salir de su domicilio transitorio en la comuna de El Bosque y se dirigió al sector de Estación Central con el fin de reunirse con otro militante en calle Bascuñán. Sin embargo, agentes de la Agrupación Caupolicán de la DINA, particularmente del grupo El Halcón, el que estaba encargado de la represión en ese entonces del MIR, advertidos de la situación, por información recabada bajo apremio de otro militante del mismo movimiento, concurrieron al lugar del encuentro acompañados de otros militantes, Claudio Alfredo Zaror Zaror y José Hernán Carrasco Vásquez, para verificar su identidad;
3°. Que la víctima Eulogio Fritz Monsalvez se encontraba en el lugar del encuentro, cuando llegan los agentes y al advertir su presencia, resuelve huir y corre por la vía pública, por lo que es seguido por sus captores, entre ellos el agente Basclay Zapata Reyes, quien premunido de un arma de fuego de largo alcance le dispara una ráfaga por la espalda, impactándole una de las balas en su cuerpo y le ocasiona una herida toraco-cardio-pulmonar con salida de proyectil, que es la que finalmente le causa la muerte por anemia aguda;
4°. Que la citada acción de los agentes de seguridad, es presenciada por los detenidos Zaror Zaror y por Carrasco Vásquez, y en ella participan además de Basclay Zapata, los agentes Teresa del Carmen Osorio Navarro y José Enrique Fuentes Torres, que eran sus acompañantes en el vehículo que conducía el autor del disparo;
5°. Que dada la manera en que se desarrollaron los hechos y la planificación previa de su detención por los agentes del grupo operativo liderado por el aquel entonces oficial de Ejército Miguel Krassnoff Martchenko, se estima que la muerte de la víctima pudo haberse evitado, atendido los medios y el personal dispuesto para el operativo;
6°. Que la Dirección de Inteligencia Nacional, DINA, era un organismo encargado de la represión política a opositores del Gobierno Militar en el año 1975, que contaba con medios propios, financiamiento y una estructura organizada, dirigida por su Director Nacional, Juan Manuel Guillermo Contreras Sepúlveda, actualmente fallecido. En la Región Metropolitana se contaba para los aspectos operativos con la Brigada de inteligencia Metropolitana, que estaba a cargo de un Oficial de Ejército, y actuaba con dos agrupaciones, una de ellas era la llamada Caupolicán, que estaba al mando de Marcelo Moren Brito, también fallecido, y la cual contaba con dos grupos de agentes, Halcón y Águila, el primero, que es el que participa en estos hechos, contaba con dos equipos y era comandado por el Teniente Miguel Krassnoff Martchenko, siendo parte de sus integrantes, el agente que le dispara a la víctima, Basclay Humberto Zapata Reyes, y aquellos que le dieron cobertura, Teresa del Carmen Osorio Navarro y José Enrique Fuentes Torres, conocido como Cara de Santo”.

En el aspecto civil, se confirmó la sentencia que condenó al fisco a pagar una indemnización total de $200.000.000 (doscientos millones de pesos), por concepto de daño moral, a la cónyuge e hijos de la víctima; más la suma de $80.000.000, para los cuatro hermanos de la Fritz Monsalvez, ordenada en el fallo de base.


El día que murió Miguel Enríquez

Fuente :La Nacion 4 de Octubre 2004

Categoría : Prensa

Desde muy temprano, el sábado 5 de octubre de 1974 la DINA se preparó para lo que buscaba desde hacía meses: capturar o matar al líder del MIR Miguel Henríquez. Junto a su compañera Carmen Castillo, embarazada de un hijo común, se habían sumergido en la clandestinidad ocupando desde poco después del golpe militar la casa de calle Santa Fe 725 en la comuna de San Miguel.

Una ciudadana británica amiga de la madre de Carmen, Mónica Echeverría, prestó su nombre para que compraran la casa y se fue de Chile. Todo quedó en orden en una notaría. Pero la vida pendía cada día de un hilo. La represión estaba desatada, especialmente en contra del MIR. El país estaba en manos de la DINA, donde llegaban los recomendados por Pinochet y los más feroces de su estado mayor. Entre ellos Pedro Espinoza y Marcelo Moren Brito.

En Rocas de Santo Domingo, ya a fines de 1973, uno de los instructores de los jóvenes agentes escogidos era el capitán Cristián Labbé, hoy coronel retirado y candidato a la reelección como alcalde de la comuna de Providencia.

La mañana del 5 de octubre no se presentaba distinta a las anteriores en la casa de Santa Fe. Pero desde antes de la una de la tarde comenzó un movimiento poco común y al sector llegaron tres vehículos. En uno de ellos llevaban a Cecilia Jarpa, enlace de Miguel Enríquez, torturada y amarrada. En los autos iban, entre otros, Moren Brito, el teniente Miguel Krassnoff, y el agente civil Osvaldo Romo. Con el tiempo, los tres quedarían registrados entre los agentes más crueles, a pesar de que los dos primeros hoy se hacen pasar por “analistas” de la DINA.

Junto a Miguel Henríquez y Carmen Castillo, en la casa estaban los dirigentes del MIR Humberto Sotomayor y José Bordaz.

No demoró mucho en iniciarse el combate, porque desde dentro de la casa el MIR resistió con armas el ataque. Pasados unos veinte minutos, esquirlas de una granada hirieron a Carmen Castillo en varias partes del cuerpo y alcanzó también al líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. La DINA se dio cuenta de que las fuerzas que llevaba no le bastaban para abatir a los ocupantes y pidió refuerzos. Cerca de las dos de la tarde aparecieron más vehículos con agentes y personal de Ejército.

Por el aire volaron algunos helicópteros. El intercambio de disparos continuaba. La refriega duró casi dos horas. Cerca de las tres de la tarde, Miguel Enríquez salió de la casa para intentar subir a un muro de la casa contigua de calle San Francisco 5959. Ese fue el momento de su muerte, alcanzado por una decena de disparos.

Carmen Castillo recuerda que algunos vecinos dicen que escucharon que éste gritó “¡paren el fuego, aquí hay una mujer herida embarazada!”. Pero en verdad, ese día Miguel Enríquez resistió sólo.

Carmen quedó herida tirada en el suelo dentro de la casa. Al entrar, Moren Brito la pateó. Ella no se explica por qué la dejaron tirada y no se la llevaron. Había perdido mucha sangre.

La DINA y los refuerzos se retiraron. Romo se llevó un recuerdo que luego comenzó a mostrar a los prisioneros en los recintos clandestinos: el reloj de Miguel Enríquez. El “guatón” Romo fue uno de los que más robó a las víctimas que iban cayendo.

Un vecino del sector, Manuel Díaz, buscó una ambulancia y llevó a Carmen Castillo al Hospital Barros Luco. Desde allí la DINA la llevó al Hospital Militar, hasta donde llegó el mismo Manuel Contreras.

Carmen salió después a Gran Bretaña donde nació su hijo, Miguel Ángel, que murió a poco de nacer por secuelas de lo acontecido a su madre ese día de octubre.

La casa de Santa Fe

Entre los sueños que hoy tienen Carmen Castillo y los que siguen siendo miristas de distintas maneras, está recuperar la casa de calle Santa Fe. Esta fue ocupada un tiempo por la DINA, pero después la recuperó Clotilde Toro, que la había vendido a través de la ciudadana británica. Hoy vive en ella un hijo suyo, Francisco Benítez. La casa está avaluada en poco más de 8 millones de pesos, pero por ella quieren 40 millones.

Pero para Carmen Castillo la historia de lo que realmente pasó en Santa Fe ese día de octubre de 1974 “todavía no está contada, nadie la ha investigado, y sólo conocemos la historia oficial de la dictadura”. Sus recuerdos se pierden una vez que cayó herida.

Sotomayor y “el coño Molina”, nombre político de Bordaz, encargado de las tareas militares del MIR que meses después murió en un enfrentamiento con fuerzas militares, huyeron a poco comenzar el combate. Una parte de esta historia se ha ido rearmando por los recuerdos de los vecinos que todavía viven en el lugar.

Programa

Los 30 años desde la muerte de Miguel Enríquez contemplan varias actividades. De ellas, las principales son una romería el 5 de octubre desde el Memorial de los Desaparecidos y Ejecutados a la tumba del líder del MIR en el Cementerio General, y el acto central de homenaje el 8 de octubre en el Estadio Víctor Jara. Esta será una fiesta masiva con participación de grupos musicales, teatro, danza y la presentación de un documental.


Miguel Enríquez comienza su regreso, a 30 años de su muerte

Fuente :El Mostrador 1 de Octubre 2004

Categoría : Prensa

Por estos días, la figura de Miguel Enríquez vuelve al presente. El secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) fue abatido 30 años atrás en un enfrentamiento con agentes de la DINA mientras desde la clandestinidad intentaba levantar una resistencia contra el régimen militar. Las conmemoraciones ya comenzaron a desplegar la creación de un nuevo mito de la izquierda chilena, el tercer hombre al lado de Salvador Allende y Víctor Jara.

Iniciadas oficialmente el 26 de septiembre pasado bajo el lema “Con Miguel Forjemos el Futuro”, varias organizaciones están recordando al dirigente de izquierda con diversas actividades que culminarán a treinta años de su muerte con un acto masivo en el estadio Víctor Jara (ex Chile). A las conmemoraciones se han sumado y llamado a integrarse, ex dirigentes del MIR, la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) personajes de la cultura como Tomás Moulian, Gonzalo Rojas, el senador socialista Carlos Ominami –casado con la madre de un hijo de Enríquez, Manuela Gumucio-, entre otros.

Entre esos otros, se cuenta también Carmen Castillo, la pareja de Miguel Enríquez al momento de su muerte y quien de hecho ha participado activamente en la organización de todos estos eventos. Radicada en Francia desde hace años, hoy la autora de Un día de octubre en Santiago, se encuentra en Santiago y asegura que más que una conmemoración, las acciones son para una figura que aun está viva. “Miguel Enríquez está presente en la mente en el cuerpo, en los brazos, en las manos, con él pensamos” señala.

 “No es un homenaje a alguien que se murió, es un momento de encuentro entre los compañeros y sobre todo con un país, un pueblo, una situación en la que hay tanta amnesia y en que el reconocimiento a la resistencia y a los combatientes ha sido inexistente. Entonces es un momento importante para recordar el acto de resistencia del hombre libre que combate y muere”, agrega Castillo.

Santa Fe 725

Cerca de las 13:00 horas del 5 de octubre de 1974, Carmen Castillo llegó hasta la casa donde se refugiaban junto a Enríquez y Humberto Sotomayor desde hacía menos de un año ubicada en la calle Santa Fe 725, San Miguel.

Las cabezas del MIR quemaban documentos y tenían sus armas a la mano: dos autos sospechosos habían merodeado por la casa durante la mañana. Horas más tarde, la DINA abriría fuego contra los dirigentes –José Bordas, el "Coño Molina'', entre ellos- de la resistencia, armados con una tanqueta y la observación de un helicóptero. De la "ratonera'' sólo salvaron con vida Sotomayor y Bordas, que escaparon por el fondo de la vivienda, mientras Carmen Castillo, herida, fue trasladada hasta el Hospital Militar.

Con treinta balas en el cuerpo, Enríquez terminaba a los 30 años una labor que había comenzado en la Universidad de Concepción hacia 1965. Nelson Guitiérrez, alto dirigente del partido y hoy Investigador Centro de Estudios Estratégicos para el Desarrollo Humano, recuerda que éste fue la cabeza intelectual del partido. “Miguel era el gran articulador de la dirección histórica del MIR, de ese grupo de cuadros que constituyeron entre 1965 y 1973-75 el factor cohesionador y centralizador principal del movimiento a escala nacional”, plantea.

Bajo la guía de Enríquez, el MIR llegó hasta 1970 quedándose al margen de la Unidad Popular y, según plantea tanto Carmen Castillo como Gutiérrez, se dedicó a trabajar en las bases sociales. El sector de marginados desde donde la cabeza del partido, veía la oportunidad de crear una resistencia contra el sistema.

 “Se ha hecho pasar siempre al MIR, como un grupo simplemente radical extremo sin hurguetear en lo que eran los fundamentos del pensamiento político de la izquierda revolucionaria de los años 60, 70 que Miguel encarnó: que son el poder popular, la creación local de poder y autonomía de lo que se llama hoy día la sociedad civil, que es a mi juicio la respuesta política más fuerte que le podemos hacer hoy al sistema”, plantea Castillo.

Vigencia de Enríquez

Por supuesto, la pregunta es qué puede ofrecer Miguel Enríquez hoy, más que una leyenda de resistencia. Para Nelson Gutiérrez el sistema económico dominante en el mundo entero no ha logrado resolver los problemas que hace 30 años ya era el centro de las preocupaciones de la izquierda mundial. “Los valores que encarnó y expresó Miguel hace 30 años, la lucha por un orden social humano, sin explotación, sin exclusión, sin hambre ni miseria; sustentado en la libertad, la autonomía, la igualdad y la solidaridad, se mantienen plenamente vigentes”, asegura.

Castillo es optimista, pero cautelosa. Según ha podido observar, la ideología que legó Enríquez hoy puede rastrearse claramente en el movimiento zapatista mexicano , como también en “comunidades de la población Villa Francia, en la lucha mapuche, en grupos Aymaras, en jóvenes okupa en Valparaíso. “Pero cuando uno atraviesa la calle y hace el primer recorrido, se da cuenta que está ahí mismo”, observa Castillo.

Sin embargo, se apura en plantear que si bien la huella de Enríquez es una realidad potente, también es frágil. “No estamos hablando de que hay un movimiento estructurado u organizado; hay para mí una postura radical de resistencia muy fuerte. No es que se plantea contra, sino fuera del sistema”, añade.

En ese sentido, Nelson Gutiérrez añade que antes que empezar a revisar donde está hoy la ideología de Enríquez, se hace necesario “resituar su rol en una época de la historia de Chile y su contribución a la autoconciencia y organización de las clases subalternas. Lo segundo, es rescatar su pensamiento político y difundirlo; lo tercero es transmitir los valores que guiaron su vida y su compromiso”.

En medio de ese recorrido político, la figura de Miguel Enríquez ha logrado entrar de forma tangencial hasta la cultura popular teniendo fuerte eco sobre las juventudes de izquierda e inesperadamente, inspirando al personaje central de la teleserie pasada de Canal 13 Hippies -un estudiante de medicina con alta conciencia social- Martín Hidalgo.

Menos superficial, en todo caso, el legado de resistencia del hombre del MIR podrá apreciarlo el público general el 5 de octubre próximo cuando tras una romería a su tumba, se estrene un documental y un libro sobre su vida en el Cine Arte Alameda.


Miguel Krassnoff Martchenko. Declaraciones exclusivas: Cómo murió Miguel Enríquez?

Fuente :El Mercurio Domingo 6 de julio de 2003

Categoría : Prensa

Con su versión – nunca antes publicada- sobre cómo murió el secretario general del MIR, Miguel Enríquez Espinosa, Krassnoff contradice las informaciones entregadas por agrupaciones de izquierda y por la Comisión Rettig. Se respalda en la investigación que el Ejército realizó durante dos meses antes de decidir entregarle – en la persona del general Pinochet- la medalla al valor militar, con lo cual se convirtió en el único en recibirla desde la Guerra del Pacífico.

El hecho ocurrió el 5 de octubre de 1974 en una vivienda ubicada en la comuna de San Miguel. En el lugar estaban, además de Enríquez, su pareja Carmen Castillo y otros individuos que consiguieron huir.

Éste es el relato de Krassnoff:

"Ese sábado, cerca de las 14 horas, recorremos en dos vehículos varias veces las calles. Van conmigo dos agentes, más una ayudante de 19 años que operaba como mi secretaria. No obtenemos nada, pero cuando nos retirábamos vecinos nos dicen que en una casa entran y salen vehículos, escriben a máquina toda la noche y hay un señor que parece inválido porque entra sin bajarse".

"La información había que comprobarla tocando el timbre y si salía una señora diciendo que no pasa nada, nos íbamos, así de simple. Pongo a la mujer a cargo de los vehículos, a un segundo en una esquina y voy con el otro integrante hacia la puerta de la casa. Cuando cruzábamos frente a la ventana, quien iba a mi lado me dice '¡Cuidado Miguel!' y me empuja y me tira al suelo. Había escuchado el movimiento del cierre de un fusil cargándose. Entonces pasa sobre nosotros una andana de tiros impresionante".

"No disponíamos de ningún tipo de comunicación y la única manera de llamar a la central era por teléfono. Mandé a ubicar uno y mientras disparé mi fusil Aka parapetado en un poste frente a la casa. Escuché tiroteo en otro lado, pero no vi a ningún adversario. De repente apareció un fulano en la azotea con un lanzacohetes soviético antiblindaje y me dispara. Afortunadamente, por la poca distancia, el proyectil no alcanza a desarrollar su máxima explosión y vuela una moto y parte de la casa que tenía detrás, pero a mí no me pasó nada. En eso se me acaba la munición y me tengo que retirar".

"Cuando vuelvo, un equipo de Investigaciones se introducía en la casa. Lo detuve porque podría haber cazabobos y explosivos, y entro. Me encuentro con una mujer embarazada desangrándose, tendida en el piso con su fusil. Creí que estaba muerta, pero vivía. Con su ropa traté de parar la abundante sangre de su hombro y antebrazo. Y cuando me avisaron que llegaron ambulancias la tomé bajo mi protección, la puse en una de ellas con un ayudante mío y la llevaron urgente al Hospital Militar. Sobrevivió gracias a la oportuna atención médica. Era Carmen Castillo Echeverría, conviviente de Miguel Enríquez, sobrina de Jaime Castillo Velasco, actual presidente de la Comisión de Derechos Humanos e hija del actual alcalde de La Reina".

"En eso, el hombre que dejé a un costado de la casa se enfrentó con Enríquez. Estaba herido, trató de subir por una pared y, al asomarse, fue conminado a levantar las manos y a no moverse. Pero siguió, se le volvió a insistir y sacó un revólver calibre 38. El agente reaccionó en defensa propia y Enríquez cayó muerto".

"A las cuatro o cinco de la tarde (más de dos horas después) llegaron fuerzas de Carabineros y militares para cercar el perímetro. Yo estaba en el hospital verificando el estado de Carmen Castillo. Cuando comenzó a recuperarse tuvimos conversaciones muy largas hasta que se fue a Inglaterra (yo mismo la fui a dejar al aeropuerto) y nunca más supe de ella. En 1992 me llamó por teléfono, pero no la atendí. Me mandó un mensaje a través de un personaje político importante en el gobierno militar. A éste le impresionó cómo se refería a un adversario. Quería tomar contacto para agradecerme. No acepté porque cumplí con mi deber y no tenía que aceptarle agradecimientos a quien me quiso asesinar".

Una extraña relación

La historia hasta ahora conocida contradice la versión de Krassnoff.

Según el Informe Rettig, "la casa donde se ocultaba Miguel Enríquez fue rodeada por un nutrido contingente de agentes de seguridad, el que incluía una tanqueta y un helicóptero, quienes comenzaron a disparar (…) Enríquez cayó en el enfrentamiento recibiendo, según el protocolo de autopsia, 10 impactos de bala".

En el libro "El rebelde de la burguesía", de los periodistas Daniel Avendaño y Mauricio Palma, se asegura que "eran cerca de 50 hombres que se aprestaban a atacar al líder del MIR (…) Sintiéndose desesperado, abrió fuego, siendo inmediatamente replicado por las fuerzas militares (…) Agentes de la Dina arrojaron una granada al interior del hogar. Enríquez fue herido".

En su libro "Un día de octubre en Santiago", Carmen Castillo protagonista del enfrentamiento, describe: "De pie sobre el muro de adobe, a cien metros de la casa celeste de Santa Fe, Miguel gritó: "Detengan el fuego… ¡Hay una mujer embarazada, herida!" Los hombres al acecho se irguieron y avanzaron sobre la humilde casa. Miguel saltó el muro y empujó el arma: una ráfaga de metralleta desgarró el aire. De todas partes resonaron balazos. La mujer que lava la ropa lo vio a través de la rendija de los tablones. Miguel disparó una ráfaga. Miguel se desplomó sobre la artesa, el lavadero".

Según ella, ignoraban que una esquirla de granada lo alcanzó a los 15 minutos de iniciarse el enfrentamiento, "y no sabrán que peleó solo, durante más de dos horas".

Sin embargo, algo sorprendente ocurre en Castillo, quien escribe en tercera persona. Ella se impresiona con Krassnoff. Reconoce en la publicación haber creído que "fue el bueno de la historia".

Fueron muchas las visitas que recibió de Krassnoff en el Hospital Militar, donde se restablecía de sus heridas. "¿Cómo hablar del capitán Miguel Marchensko (sic)? Aún hoy esto es lo que más difícil me parece". Y Carmen Castillo hace una confesión por lo menos ambigua: "Desea su llegada, sus preguntas. Ella lo espera".

El último consejo de Krassnoff, cuando, con Manuel Contreras, la fue a dejar al aeropuerto: "Jamás lo olvides: tú no fuiste torturada".

Extracto


Miguel Enríquez y las fuerzas de la historia en su aniversario 80

Fuente :resumen.cl, 27 de Marzo 2024

Categoría : Prensa

«El sectarismo es una deformación que se ha dado en otros procesos revolucionarios y se ha manifestado a veces en Chile, y que como deformación en las organizaciones de la izquierda debe de ser combatida y aplastada, como única forma de poder golpear unidos y con más fuerza a nuestros enemigos de clase».

Miguel Humberto Enríquez Espinoza fue un revolucionario marxista chileno. Socialmente inquieto desde su juventud, tuvo su debut en las luchas callejeras con apenas 13 años durante la huelga con tono insurreccional que sacudió las principales ciudades del país los días 2 y 3 de abril del año 1957. Un año más tarde Miguel participaría en las concentraciones populares en apoyo al Frente de Acción Popular para la campaña presidencial de 1958, en la cual el candidato de la izquierdista coalición, Salvador Allende Gossens rozó el triunfo. El día 1 de enero de 1959 se producía el triunfo de los barbudos de la Sierra Maestra, acontecimiento que removió los cimientos de Latinoamérica y el mundo, provocando una profunda impresión en la joven generación de los años cincuenta y sesenta.

En 1961, cuando terminaban sus 16 y comenzaban sus 17 años, entra a la carrera de Medicina en la Universidad de Concepción, lugar en donde el incipiente proceso de politización se vuelve más vertiginoso. Inspirado en el ejemplo cubano y conmovido por la situación de miseria que azotaba a la gran mayoría del país entra a las juventudes del Partido Socialista (PS) de Chile, espacio que terminará abandonado a inicios de 1964, en contexto del XX Congreso del PS.

Con el fin de exponer las razones que llevaron a él y una importante franja de dirigentes y militantes de bases a romper con dicho partido es que se elaboró un documento titulado ¡Insurrección Socialista!, en el cual se señalaba que dicho partido "navegaba entre dos aguas. Por una parte, la fraseología pseudo revolucionaria dirigida a acallar las inquietudes de las bases del Partido y por otro lado el oportunismo colaboracionista, la fraseología parlamentaria y electorera de sus dirigentes". Luego de acusar el revisionismo del socialismo y el comunismo chileno y de denunciar la "vía pacífica" como forma de enmascarar la política de colaboración de clases, los firmantes del documento hicieron un llamado a ingresar a las filas de la Vanguardia Revolucionaria Marxista (VRM), la cual luego de un quiebre orgánico terminaría con dos facciones: VRM-Vanguardia y la VRM-Rebelde. Esta última será el destino de Miguel.

Posteriormente la VRM-Rebelde en conjunto con otras agrupaciones de izquierdas (anarcosindicalistas, trotskistas y marxistas-leninistas) terminará confluyendo los días 14 y 15 de agosto de 1965 en la formación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Transcurridos dos años desde la formación del MIR, en diciembre de 1967, Miguel es electo para ocupar el cargo de más alta jerarquía dentro de la organización, el de secretario general. Para ese entonces tenía tan solo 23 años.

De allí en adelante, siempre con un estrecho trabajo colectivo supo imprimirle su sello al partido de la bandera rojinegra, no sin dificultades: quiebres partidarios, acusaciones cruzadas, acciones que se llevaron a cabo a su espalda, clandestinidad, adecuaciones tácticas entre muchas otras situaciones se vivenciaron hasta el triunfo de Salvador Allende y la Unidad Popular en septiembre de 1970. Esta abrió una nueva coyuntura histórica para el Miguel y el MIR que se volcó de lleno al trabajo en el campo popular: corridas de cerco con campesinos y mapuches, toma de fábricas y de terrenos con los pobladores a lo largo y ancho de Chile y otras muchas acciones dieron impulso y dinamismo a los pobres del campo y la ciudad.

No fueron pocas también las polémicas en que se enfrascó con sus adversarios políticos y con los enemigos de clase. En todas ellas Enríquez mostró un manejo teórico y práctico que deslumbraba a sus oponentes. El 11 de septiembre de 1973 se produce el tan anunciado golpe de Estado, que llevó a la totalidad del partido a las sombras de la clandestinidad y a Miguel a ser una de las personas más buscadas de Chile. A pesar de ello Miguel impulsa la consigna de "El MIR no se asila". La policía de Pinochet a través de sangre, tortura, muerte y delación logra dar con el paradero del buscado dirigente el 5 de octubre de 1974 en una pequeña casa en la calle Santa Fe de la comuna de San Miguel. El desigual combate no se hace esperar y cercado totalmente por los rabiosos uniformados cae en combate protegiendo la vida de Carmen Castillo, su compañera de vida. La dictadura había logrado uno de sus primeros objetivos, descabezar al MIR.

Ochenta años estaría cumpliendo Miguel Enríquez Espinosa el 27 de marzo y su legado sigue siendo imperecedero para las izquierdas chilenas y latinoamericanas. Sin embargo, luego de transcurrido medio siglo de su caída en combate en la calle Santa Fe aquel 5 octubre queda preguntarse ¿qué legado reivindicar de Miguel? Mientras el siglo XXI tuvo su génesis junto a un marcado eclipse general de las utopías, las izquierdas nos encapsulamos en una dimensión nostálgica de la memoria, cargada de pasado, pero con escasas expectativas de proyección a futuro, lo que se ha expresado larga y tendidamente en la cultura rojinegra. Proliferan los actos, conversatorios y publicaciones en donde el líder mirista es presentado como un mero guerrillero urbano, que con un AK-47 en mano eclipsa sus aportes teóricos marxistas tácticos-estratégicos que se desarrollaron en un período específico de la lucha de clases. Como dice Enzo Traverso a propósito del documental Calle Santa Fe de Carmen Castillo, "Miguel Enríquez es un ejemplo, no un ícono destinado al culto y la veneración", por más que su vida y su último combate nos remitan a ello.

Esta mirada nostálgica tuvo el mérito de mantener viva la figura de Miguel en una postdictadura marcada por el somnífero de una sociedad neoliberalizada, cuando la des-memoria se apoderaba de los lugares más recónditos de la resistencia y algunos de los antiguos camaradas de Miguel se acomodaban con apuros al esquema transicional y a la nueva forma de vida marcada por un neoliberalismo salvaje. Resistiendo dicha tendencia estuvieron, para mantener las banderas en alto, los y las antiguos/as compañeros/as de Miguel junto a una renovada juventud que nos sentimos herederos de la experiencia mirista. Pero, a estas alturas la figura del mítico secretario general del MIR merece algo más que la mera rememoración, su figura, ejemplo y praxis deben ser actualizados a las luchas anticapitalistas del siglo XXI.

En su formidable libro, Melancolías de izquierda, Traverso contrapone a esta nostalgia inmovilizadora una melancolía cargada de estrategia. Esta, a diferencia de la nostalgia, no es un "refugio cerrado de sufrimiento y remembranza" es, por el contrario, "una constelación de emociones y sentimientos que envuelven una transición histórica, la única manera en que la búsqueda de nuevas ideas y proyectos puede coexistir con la pena y el duelo por un reino perdido de experiencias revolucionarias. Ni regresiva ni impotente, esa melancolía de izquierda no debería eludir el peso del pasado". Es decir, se niega la idea nostálgica de hacer una política "victimista", desanclada del presente y sin capacidades estratégica de proyectar un futuro alternativo al capitalismo, como también se niega su contrapartida, expresada en la tendencia de una forma de acción política que hace tabula rasa con el pasado, puesto que cree que las izquierdas del siglo XXI son presas de él, de manera que no hay mucho que aprender -que no sea negativo-, menos aún que reivindicar de las luchas de antaño. Esta última visión que se formó en gran medida como una reacción a la acción de la política nostálgica, se (auto)erigió como libre de los vicios de las izquierdas del siglo XX, en gran medida desconociendo su legado. Sin embargo, la retórica de la novedad no constituye de por sí un antídoto contra los errores pasados, menos aún el desconocimiento de nuestra común historia.

La crítica melancólica que nos propone Traverso está abierta a las luchas presentes y "no evita la autocrítica respecto de sus propios fracasos pasados; es la crítica melancólica de una izquierda que no se ha resignado al orden mundial esbozado por el neoliberalismo, pero que no puede renovar su arsenal intelectual sin identificarse empáticamente con los vencidos de la historia". Esto hace referencia, como decía Walter Benjamin en su segunda tesis sobre el concepto de historia, al pacto tácito establecido entre las generaciones pasadas y derrotadas, y la nuestra. En ese sentido, lo que proponemos es tanto un alejamiento de la política de memoria nostálgica, como de su contracara, una política totalmente desvinculada de las luchas históricas del movimiento popular chileno y sus organizaciones de izquierda. Siguiendo la fórmula que el filósofo marxista Daniel Bensaid toma de Gilles Deleuze se recomienza siempre por el medio, "ni tabula rasa, ni repetición beata de una tradición petrificada".

La imagen de Miguel Ak-47 en mano, con sus tonalidades grises, serio, de perfil cuasi santificado oculta un ser humano que combatió por la vida, incluso hasta sus últimos momentos, risueño, táctico y estratega, padre, pareja y amigo, al teórico marxista latinoamericano y al dirigente revolucionario. Tras este Miguel de mero combate se esconden los elementos más valiosos que constituyeron su praxis revolucionaria: su claridad estratégica y flexibilidad táctica, su vocación internacionalista con un marcado ethos latinoamericanista, así como su marxismo hereje y heterodoxo, son todos aspectos que han pasado desapercibidos en el ensalzamiento de su consecuencia que lo terminó por transfor más en un objeto de culto que en una figura que nos convoque a las necesarias luchas políticas de hoy.

Estos tres aspectos mencionados podrían colaborar a reponer una melancolía estratégica contrapuesta a la nostalgia sin proyección futura. Su flexibilidad táctica y su claridad estratégica se vieron reflejadas no solo en los sustanciales cambios en las líneas de intervención política a luz de los cambios en la coyuntura histórica. El MIR y Miguel destacaron en la polémica acerca de las vías de llegar al socialismo (discusión táctico-estratégica), y en el punto más álgido del proceso revolucionario chileno aquella discusión quedó plasmada en la edición 159 de la revista Punto Final, que traía en su portada una foto de Miguel y Luis Corvalán (líder del Partido Comunista) con el título "La polémica MIR-PC" y un documento asociado con la intervención de cada uno que se llamó "¿Reformismo o revolución?".

Miguel era un verdadero estratega revolucionario y defendió con intransigencia sus principios, pero actuó con creatividad y flexibilidad cuando las situaciones así lo requerían. Reflejo de ello es la reunión que sostuvo con el candidato a la presidencia Salvador Allende a mediados del año 1970. El futuro "compañero presidente" le solicitó a la dirección del MIR detener las expropiaciones bancarias con el fin de no perjudicar su carrera presidencial. Miguel y el por entonces Secretariado Nacional no solo accedieron, sino que pusieron a su disposición un equipo de seguridad que convirtió en el germen del conocido Grupo de Amigos Personales, GAP.

La situación política creada con el triunfo de Allende cambió las cosas de tal forma que Miguel, "Bauchi", Luciano y el resto de los cuadros salen de la clandestinidad con el beneplácito del indulto otorgado por el electo presidente de la república y esto facilitó la construcción de una política táctica y estratégica con perspectiva popular que se materializó a través de la creación de los Frentes Intermedios de Masas (MCR, MPR, MUI-FER, FTR) y tuvo como lema "trabajadores al poder". Eso es lo que diferenciaba a un proceso revolucionario auténtico de una farsa (revolución pasiva dirá Antonio Gramsci), el protagonismo popular y de eso Miguel y el MIR eran conscientes.

En medio de la efervescencia de los mil días de la Unidad Popular se apostó por la construcción de la revolución desde abajo, impulsando distintas formas de poder popular, que llevaron a no pocos a pensar que esto se hacía con el fin de perjudicar al gobierno liderado por Salvador Allende. Por el contrario, Miguel era consciente de esta situación, y siempre evitó que su crítica fuese caldo de cultivo para las fuerzas reaccionarias de la derecha y lo que el denominaba como el "freismo" (tendencia política reaccionaria de la Democracia Cristiana liderada por Eduardo Frei Montalva). No obstante, eso no le inhibió a mostrar la independencia del MIR con respecto a la Unidad Popular y ante el requerimiento de Fidel Castro, cuando este le expresó que la política revolucionaria era el arte de "sumar, sumar y sumar", un irreverente Miguel le respondió, "sí, comandante, el arte de sumar y no ser sumados", dando cuenta que las adecuaciones tácticas no pasan por olvidar los principios estratégicos.

Esta claridad estratégica y flexibilidad táctica tomó además forma en un marcado antisectarismo, cuestión olvidada hoy, por parte no sólo por parte de la izquierda tradicional, sino también en quienes reivindican el legado rojinegro. No han faltado quienes para justificar su sectarismo y una supuesta consecuencia revolucionaria utilizan la imagen de este "Miguel armado" olvidando su incansable combate contra el sectarismo en las izquierdas.

Han preferido omitir el actuar de Miguel y la dirigencia mirista en las negociaciones que se producen con posterioridad al asesinato del militante del MIR Arnoldo "el Pelao" Ríos a manos de las Juventudes Comunistas como también las palabras que pronunciara en el funeral de su amigo y hermano de lucha, Luciano Cruz Aguayo, cuando la dirección del Partido Comunista buscó evitar que este fuera velado en el local de la Central Única de Trabajadores (CUT). Ante esa baja actitud, Miguel contravino con el combate al sectarismo diciendo que "es decisión nuestra que a partir de este incidente no se levante una campaña anticomunista. Hemos evitado siempre entregar banderas al enemigo (…) El sectarismo es una deformación que se ha dado en otros procesos revolucionarios y se ha manifestado a veces en Chile, y que como deformación en las organizaciones de la izquierda debe de ser combatida y aplastada, como única forma de poder golpear unidos y con más fuerza a nuestros enemigos de clase".

El marcado internacionalismo de Miguel cobró un importante rasgo latinoamericano que se expresó orgánicamente en la constitución de la Junta Coordinadora Revolucionaria (JCR). Tal como señala en sus memorias el dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), Enrique Gorriarán Merlo, la JCR fue una iniciativa lanzada por Miguel en una reunión entre militantes argentinos (PRT-ERP), uruguayos (Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, MLT-T) y chilenos (MIR). Durante el desarrollo de esta Miguel, sobre la base de la postura internacionalista y latinoamericanista propuso una coordinación orgánica que unificara los esfuerzos de las organizaciones revolucionarias cono sureñas.

Fue esta cualidad de líder de la revolución latinoamericana la que vislumbró el comandante en jefe de la revolución cubana, Fidel Castro Ruz, en una reunión que este sostuvo en el año 1971 con el líder mirista. Sobre esta comentó el mítico jefe del Departamento América, Manuel "Barbarroja" Piñeiro Losada, que Fidel le confidenció: "tuve la impresión de tener frente a mí a un Simón Bolívar, sus posiciones de luchar por la integración y unidad latinoamericana y su pensamiento antimperialista, lo que quería para su amada tierra chilena y la pasión y fuerte sentimiento patriótico, me dije, estoy frente a un nuevo Bolívar" (*) . El también líder del Movimiento 26 de Julio y de la revolución cubana, Armando Hart señalaba que en Miguel Enríquez "despuntaba un jefe de la revolución".

Por último, Miguel fue portador de un marxismo peculiar para los tiempos que corrían, que tuvo como uno de sus grandes méritos salir de la ortodoxia marxista leninista

pregonada por el estalinismo en la Unión Soviética, y por versiones más menos sofisticadas de este, como el levantado por el filósofo francés, Louis Althusser. A través de lecturas que incluían desde Lenin y Rosa Luxemburgo hasta Frantz Fanon, Trotsky y Antonio Gramsci, pasando por los clásicos de la literatura y por cientos de estudios sobre historia de Chile, el marxismo de Miguel se fue depurando de los elementos ortodoxos para dar como resultado un marxismo hereje y heterodoxo, al decir de Isaac Deutscher. Este marxismo de Miguel tenía incluso una forma irreverente cuando hacía referencia a los personajes más destacados del marxismo; si a Marx le decía el "Barbón", y a Rosa Luxembugo Rosita a Lenin le llamaba cariñosamente el "Pelao".

El afán de conocimiento y la sistematicidad del pensamiento de Miguel era de tal envergadura que el destacado filósofo cubano Fernando Martínez Heredia, quien para mediados de los años sesenta encabezaba el Departamento de Filosofía de la Habana y la revista Pensamiento Crítico, quedó sorprendido con él. Cuenta Martínez que Miguel era la persona que más lo sorprendió en un viaje que este realizó a Chile durante el año 1967. Pero, por supuesto, Miguel no era solo un hombre de acción, encarnaba la filosofía de la praxis y como tal también tenía una elevada formación político intelectual. El filósofo cubano dice que haberse visto impactado cuando el joven Miguel le habló sobre el libro «Capitalismo y subdesarrollo en América Latina», de André Gunder Frank, sobre el cual decía compartir su tesis principal, pero señalando que también tenía muchas críticas, dando cuenta así que "ya había estudiado mucho a Lenin, Marx y otros autores, y entendía y debatía muy bien de teoría".

De esta forma la actualización de la praxis marxista y revolucionaria de Miguel debe adoptar necesariamente una lectura crítica de la experiencia mirista de los años sesenta y setenta que nos signifique un aporte para la construcción de una política revolucionaria y anticapitalista para los vientos que corren hoy. Sectarizar a Miguel, remitiéndolo solo a la cultura y memoria mirista, castra la posibilidad de reconocer en él un líder revolucionario de talla nacional y continental, que se convirtió en un temprano lector de Antonio Gramsci, en profundo conocedor de Rosa Luxumburgo y en un heterodoxo seguidor de Lenin y Marx, para desde su propia realidad diseñar el plano estratégico de una política revolucionaria para y desde Nuestra América.

Para desenterrar y desempolvar la figura de Miguel no hacen falta hagiografías que santifiquen su persona, sino por el contrario, un estudio profundo de su pensamiento político y praxis revolucionaria que nos permitan alimentar nuestros propios procesos políticos anticapitalistas y socialistas para el día de hoy. Miguel no solo fue el del combate en la calle Santa Fe el 5 de octubre, también fue el político avezado -desde muy temprana edad, ya que vale recordar que fue asesinado con solo 30 años-, el constructor de estrategia y táctica revolucionaria, el puente de diálogo con las demás fuerzas de las izquierdas cuando el momento lo necesitó, así como el polemizador cuando las tensiones se hacían evidentes dentro del proceso revolucionario chileno.

Un cuadro con una profunda concepción internacionalista y sobre todo latinoamericanista que buscó la coordinación de la izquierda revolucionaria del cono sur, ya que, tomando la posta del Che Guevara, comprendía que una revolución encerrada sobre sí misma caminaba al abismo. Un político que confió y apostó por la construcción de una política desde abajo con los humildes, para los humildes y de los humildes, que tomó su forma en los llamados pobres del campo y la ciudad. Pues claro, una revolución que no tome como eje táctico-estratégico el protagonismo popular está destinada a transformarse en una revolución pasiva, es decir, cambios que suceden en ausencia de la participación de las clases subalternas con la intención de ser un freno a una verdadera revolución social.

Ochenta años han transcurrido desde su nacimiento y cincuenta desde su caída en combate, en el medio: lucha frontal contra la dictadura, una eternizada transición política, revuelta popular y acomodo del bloque hegemónico en el poder. Ya ha pasado suficiente agua bajo el puente para que nos hagamos cargo de Miguel en una perspectiva transformadora con vocación revolucionaria, ejercicio de actualización que no puede ser calco, ni copia, sino una (re)creación heroica de su praxis y legado.

(*) Agradezco a Ernesto y Camilo del Instituto de Amistad con los Pueblos (ICAP) de Cuba por la referencia a esta anécdota, la cual publicaron recientemente en un escrito en internet titulado "Miguel Enríquez no está muerto, vive en algún lugar".