Alias:Lebu
Ubicación:Bahia de Valparaiso, Molo de Abrigo Valparaíso V Región
Rama:Armada
Geolocalización: Google Maps Link
Descripción General
Categoría : Otra Información
En el puerto de Valparaíso las embarcaciones "Lebu", "Esmeralda", "Maipo" y "Orella" fueron utilizados como barcos-prisiones por al Armada de Chile.
Torturas, violaciones y malos tratos se aplicaron en forma rutinaria a los presos político que se encontraban recluidos en estas naves. El buque “Lebu”, que pertenecía a la compañía de transporte marítimo Cía. Sudamericana de Vapores, fue expropiado por la Armada el 15 de Septiembre de 1973, para remplazar al buque “Maipo”, el cual había zarpado con rumbo al campo de concentración “Pisagua”, trasportando presos políticos.
El buque “Lebu” fue utilizado como centro de detención y tortura desde Septiembre de 1973 hasta 1974. De acuerdo con la información otorgada por la Cruz Roja Internacional, en noviembre de 1973, habían alrededor de 324 presos políticos en el "Lebu". La Comisión Rettig informa que : “en estos barcos, algunos prisioneros estuvieron en camarotes, aunque la gran mayoría permaneció en sus bodegas, en condiciones de gran hacinamiento y total falta de higiene y servicios mínimos. Respecto del "Lebu", la Cruz Roja Internacional, después de su visita del 1º de octubre de 1973, confirmó estos hechos señalando: el aislamiento del exterior en que se encontraban los detenidos por ignorar su familia su permanencia allí; la regular calidad e insuficiencia de la comida; y, en general, las pésimas condiciones de detención. En dicha motonave se practicaron torturas y malos tratos a los prisioneros.
Testimonios de hombres y mujeres que permanecieron detenidos en el buque “Lebu” dan cuenta, en detalle, de los malos tratos y torturas padecidos, destacándose la agresión y vejación sexual a las mujeres. Los testimonios corresponden a personas que presenta, hasta el presente, secuelas físicas, algunas de extrema gravedad derivadas de las torturas recibidas durante su detención.
Entre estas declaraciones se encuentra la de Dagoberto. Su detención se produjo el día 8 de octubre de 1973 cuando se encontraba en la calle Esmeralda, de Valparaíso, en su lugar de trabajo de ese entonces, la Optica Hammersley. A la misma hora de ser detenido había sido allanado su domicilio particular. Fue detenido por un grupo de uniformados, conformado por un oficial y cuatro soldados con la cara pintada, (Infantes de Marina) los que se movilizaban en un vehículo fiscal. Testigos de su detención fueron todos sus compañeros de trabajo. Al ser detenido fue esposado y vendado junto a otras dos personas que también fueron detenidas, siendo conducidos a la Academia de Guerra de Playa Ancha en Valparaíso, donde le llevaron a una sala grande, tirándolo al suelo junto a otras 50 personas allí detenidas. Un militar caminaba corriendo sobre sus cuerpos, para ser después interrogados y sometidos a las más crueles torturas. Desde ese recinto de torturas le trasladaron al barco Lebu, que se encontraba junto al molo de abrigo, a su llegada ya había unas 260 personas aproximadamente. En dicho barco se procedió a nuevas torturas consistentes en golpes en todo el cuerpo, aplicación de corriente eléctrica, especialmente, en la lengua y los oídos, siendo también sometido, junto a un grupo de detenidos, a falsos fusilamientos y amenazas de ser lanzados al mar. Desde el barco le sacaban, junto a otros detenidos, a hacer trabajos forzados en lo que después se transformarían en campos de concentración y torturas. Una vez en libertad estuvo firmando cada domingo, durante un año, en la Comisaría de Valparaíso.
A Humberto, sindicalista, lo detuvieron en Octubre de 1973 y luego de una interminable noche de tormentos en el Cuartel Silva Palma, fue trasladado al buque "Lebu". " Parecía un barco pirata, con hombres hacinados en las bodegas del barco. Estaban barbones, algunos con el pelo cortado a cuchillo, con abrigos, frazadas, sucios y hambrientos. A veces nos tiraban pedazos de pan y lo compartíamos entre todos. Lo mismo hacíamos cuando, por milagro, aparecía una naranja. La comíamos entre seis, hasta la cáscara nos comíamos. Más adelante nos daban fideos, masas de fideos más bien. También porotos llenos de gorgojos. Cada comida era vigilada por marinos armados. No todos comían sí, había un compañero de apellido Villarroel a quien mantenían en una jaula desnudo y nunca le daban de comer. Los marinos nos obligaban a levantarnos a las seis o siete de la mañana. Subíamos a la plataforma del buque y nos manguereaban desnudos en el frío de la mañana. Está claro que no teníamos dónde hacer nuestras necesidades y, en algún momento, pusieron mitades de tambores de aceite -que llamaban 'chutes'- donde comenzamos a orinar y defecar".
Otro caso es el de María Eliana, estudiante de castellano, la cual relata lo ocurrido en el buque "Lebu" y otros centros de tortura: “ellos estaban pegados en todas las paredes, yo conté ocho infantes de marina, algunos encapuchados y otros con las caras pintadas de negro. Me dicen que me desnude. Yo empecé a desnudarme y me dejé puesta mi parte de abajo, porque tenía puesto el apósito de la menstruación. Entonces, cuando me obligaron incluso a sacarme el calzón yo dije que no podía, porque estaba indispuesta. Me obligaron a hacerlo y ahí ya viene toda la rebeldía femenina, la rebeldía del luchador, por mucho que nos quisieran hacer sentir como animales llegaba el momento en que la dignidad del ser humano se rebelaba contra todo eso. Y fue tal mi ira, la indignación, que me saqué los calzones, tomé el apósito con sangre y se lo puse en el rostro al teniente que estaba dirigiendo el grupo. Luego de eso, todavía desnuda, por orden del teniente, dos infantes de marina por detrás, me tomaron los glúteos y se agacharon para mirar por el ano". En la Esmeralda, recuerda María Eliana, " había violencia las 24 horas del día, sacaban a los compañeros, los golpeaban, los torturaban, volvían morados y vomitando sangre. Cuando me trasladaron al Lebu estábamos separados de los compañeros quienes se encontraban en las bodegas. Nosotras estábamos en los camarotes y éramos tantas que no podíamos respirar, teníamos que dormir sentadas en el suelo. Nos daban de comer una sola vez al día, a las 9 de la mañana. Eran unos porotos que hasta gusanos tenían, una vez que reclamamos nos dijeron burlándose que para qué nos quejábamos si nos daban 'carne'".
Pero la alimentación no era lo que más preocupaba a las prisioneras políticas, sino que el trato inhumano y cruel por parte de sus aprehensores, la mayoría jóvenes marinos. Aunque también las torturaban civiles y, como en el caso de María Eliana, carabineros. Ella había tenido el infortunio de haber sido detenida con ocasión de la retoma de la Universidad Católica en el puerto en los meses previos al golpe. Fue agredida por carabineros al mando de un teniente de apellido Pérez, sin embargo, logró defenderse y golpear a sus agresores. Obviamente jamás pensó que el devenir político le enfrentaría una vez más al sádico teniente, esta vez a bordo de la motonave Lebu. Pero así fue, en una oportunidad -relata María Eliana– " me llevaron a un camarote que había sido habilitado como sala de interrogatorios y allí estaba este teniente que me comienza a manosear y a gritar diciendo: ¡defiéndete ahora, pos, huevona! Me corrió mano de una manera espantosa, fue más de una hora de sólo eso. Estaba vendada y humillada por lo que estaban haciendo, impotente ante lo que estaba pasando, ante los gritos espantosos que se escuchaban".
Pero no era sólo en el barco "Lebu" que se torturaba y degradaba a centenares de porteños. También sucedía en otros centros de tortura de la Armada. Por la Academia de Guerra Naval, en el cerro Playa Ancha, pasó también María Eliana. "Allí estuve como cuatro semanas, me sacaban todas las noches para interrogarme, me golpeaban los oídos con las manos, me ponían corriente en la lengua, en la vagina. Nos sacaban para divertirse con nosotros, para abusar sexualmente. Fueron violaciones masivas. Al final una se desconecta, trata de subliminar lo que está pasando, pero es imposible de olvidar, de hecho, cuando ya me encontraba en la cárcel, hice una seria infección, con vómitos y fiebre. Me enviaron al Hospital Naval y ahí dijeron que era sólo un ataque de vesícula y me enviaron de vuelta a la cárcel. No obstante, era algo mucho más serio. Era gonorrea, y era imposible saber cómo y dónde la había contraído, ¿en la "Esmeralda", en el "Lebu", en la Academia de Guerra? Lo único claro es que quedé con el endometrio total y absolutamente destruido".
Por los antecedentes recogidos puede concluirse que por el buque “Lebu” debieron pasar unos 1.000 detenidos, con permanencia variable en el buque que iban desde unos días hasta varios meses.
Hasta hoy, nadie ha sido inculpado por estos hechos, los cuales la Armada de Chile continúa negando.
Criminales y Cómplices:
Teniente Luis Rebolledo (Infantería de Marina; Motonave Lebu); Teniente Guillermo Morera (Infantería de Marina; Motonave Lebu); Teniente Rafael Yussef (Infantería de Marina; Motonave Lebu); Doctor Muñoz (urólogo, ex Hospital Deformes); Sacerdote de apellido García (Sagrados Corazones). un teniente de apellido Pérez (Carabineros); Ricardo Claro Valdes (propietario de Cia Sudamericana de Vapores; ex-agente DINA y finaciador de la DINA)
Fuentes de Información Consultadas: Informe Rettig; Libro: "Testimonios de Tortura en Chile"; Cruz Roja Internacional; Revista Punto Final; Informe Valech; Memoriaviva;
Testimonios
Fuente :Informe Valech, 2004
Categoría : Testimonio
A Humberto, sindicalista, lo detuvieron en Octubre de 1973 y luego de una interminable noche de tormentos en el Cuartel Silva Palma, fue trasladado al buque "Lebu". " Parecía un barco pirata, con hombres hacinados en las bodegas del barco. Estaban barbones, algunos con el pelo cortado a cuchillo, con abrigos, frazadas, sucios y hambrientos. A veces nos tiraban pedazos de pan y lo compartíamos entre todos. Lo mismo hacíamos cuando, por milagro, aparecía una naranja. La comíamos entre seis, hasta la cáscara nos comíamos. Más adelante nos daban fideos, masas de fideos más bien. También porotos llenos de gorgojos. Cada comida era vigilada por marinos armados. No todos comían sí, había un compañero de apellido Villarroel a quien mantenían en una jaula desnudo y nunca le daban de comer. Los marinos nos obligaban a levantarnos a las seis o siete de la mañana. Subíamos a la plataforma del buque y nos manguereaban desnudos en el frío de la mañana. Está claro que no teníamos dónde hacer nuestras necesidades y, en algún momento, pusieron mitades de tambores de aceite -que llamaban 'chutes'- donde comenzamos a orinar y defecar".
Otro caso es el de María Eliana, estudiante de castellano, la cual relata lo ocurrido en el buque "Lebu" y otros centros de tortura: “ellos estaban pegados en todas las paredes, yo conté ocho infantes de marina, algunos encapuchados y otros con las caras pintadas de negro. Me dicen que me desnude. Yo empecé a desnudarme y me dejé puesta mi parte de abajo, porque tenía puesto el apósito de la menstruación. Entonces, cuando me obligaron incluso a sacarme el calzón yo dije que no podía, porque estaba indispuesta. Me obligaron a hacerlo y ahí ya viene toda la rebeldía femenina, la rebeldía del luchador, por mucho que nos quisieran hacer sentir como animales llegaba el momento en que la dignidad del ser humano se rebelaba contra todo eso. Y fue tal mi ira, la indignación, que me saqué los calzones, tomé el apósito con sangre y se lo puse en el rostro al teniente que estaba dirigiendo el grupo. Luego de eso, todavía desnuda, por orden del teniente, dos infantes de marina por detrás, me tomaron los glúteos y se agacharon para mirar por el ano". En la Esmeralda, recuerda María Eliana, " había violencia las 24 horas del día, sacaban a los compañeros, los golpeaban, los torturaban, volvían morados y vomitando sangre. Cuando me trasladaron al Lebu estábamos separados de los compañeros quienes se encontraban en las bodegas. Nosotras estábamos en los camarotes y éramos tantas que no podíamos respirar, teníamos que dormir sentadas en el suelo. Nos daban de comer una sola vez al día, a las 9 de la mañana. Eran unos porotos que hasta gusanos tenían, una vez que reclamamos nos dijeron burlándose que para qué nos quejábamos si nos daban 'carne'".
Pero la alimentación no era lo que más preocupaba a las prisioneras políticas, sino que el trato inhumano y cruel por parte de sus aprehensores, la mayoría jóvenes marinos. Aunque también las torturaban civiles y, como en el caso de María Eliana, carabineros. Ella había tenido el infortunio de haber sido detenida con ocasión de la retoma de la Universidad Católica en el puerto en los meses previos al golpe. Fue agredida por carabineros al mando de un teniente de apellido Pérez, sin embargo, logró defenderse y golpear a sus agresores. Obviamente jamás pensó que el devenir político le enfrentaría una vez más al sádico teniente, esta vez a bordo de la motonave Lebu. Pero así fue, en una oportunidad -relata María Eliana– " me llevaron a un camarote que había sido habilitado como sala de interrogatorios y allí estaba este teniente que me comienza a manosear y a gritar diciendo: ¡defiéndete ahora, pos, huevona! Me corrió mano de una manera espantosa, fue más de una hora de sólo eso. Estaba vendada y humillada por lo que estaban haciendo, impotente ante lo que estaba pasando, ante los gritos espantosos que se escuchaban".
Pero no era sólo en el barco "Lebu" que se torturaba y degradaba a centenares de porteños. También sucedía en otros centros de tortura de la Armada. Por la Academia de Guerra Naval, en el cerro Playa Ancha, pasó también María Eliana. "Allí estuve como cuatro semanas, me sacaban todas las noches para interrogarme, me golpeaban los oídos con las manos, me ponían corriente en la lengua, en la vagina. Nos sacaban para divertirse con nosotros, para abusar sexualmente. Fueron violaciones masivas. Al final una se desconecta, trata de subliminar lo que está pasando, pero es imposible de olvidar, de hecho, cuando ya me encontraba en la cárcel, hice una seria infección, con vómitos y fiebre. Me enviaron al Hospital Naval y ahí dijeron que era sólo un ataque de vesícula y me enviaron de vuelta a la cárcel. No obstante, era algo mucho más serio. Era gonorrea, y era imposible saber cómo y dónde la había contraído, ¿en la "Esmeralda", en el "Lebu", en la Academia de Guerra? Lo único claro es que quedé con el endometrio total y absolutamente destruido".
Testimonio
Fuente :Libro: « Estos mataron a Allende. Reportaje a la masacre de un pueblo”, 1974. :
Categoría : Testimonio
«Fui detenido a mediados de octubre en el mismo recinto universitario donde estudiaba, donde asistía normalmente a clases. El rector designado por los militares permitía que los esbirros del Servicio de Inteligencia Naval se introdujeran en la universidad, y tengo la impresión de que el propio rector delataba a los estudiantes de izquierdas. Con los demás detenidos nos llevaron a la Academia de Guerra Naval. Éste es un edificio de acero, de cuatro pisos, ubicado en un promontorio sobre el mar, en el Cerro Playa Ancha. Llegando se nos vendó los ojos y se nos hizo subir hasta el cuarto piso por las escaleras de hierro. Las caídas y los empujones iniciaban la tortura. Al subir escuchábamos gritos desgarradores; creímos que eran. Grabaciones para amedrentarnos, pero luego nos dimos cuenta de que eran gemidos auténticos de los torturados. Nos metieron en una pieza y nos obligaron a permanecer de pie, con" las manos en la nuca, sin hablar. El que se movía o hablaba era lanzado al suelo donde le daban culatazos y lo pateaban. Allí permanecimos toda una tarde, en espera de que nos llamaran para interrogarnos. Nos sorprendieron hablando y nos castigaron brutalmente, pero así pude saber que en esa sala ya había personal de la Aduana que estaba siendo torturado. Había un profesor de literatura de la Universidad de Chile, un cura católico, y otro de nombre Juan, que era muy conocido en los barrios obreros de Valparaíso, quien posteriormente murió en una sesión de torturas. Se nos dio comida bastante buena, pero nadie comía por el horror de los gritos del recinto y el miedo. Los guardias sádicamente decían: "Aprovechen de comer, que será la última comida". No se pudo dormir en todo el tiempo que permanecí en el edificio, puesto que los gritos eran desgarradores; eran verdaderos alaridos de dolor y no cesaban ni de día ni de noche.
El primer día sacaron a mucha gente que había llegado antes los de la Aduana, el profesor de literatura y el cura católico. No volvieron más. Después sorprendí a un guardia que comentaba con otro: "El cura se les fue cortado, lo van a hacer aparecer como suicidio".
»Al segundo día fui interrogado: Permanecí torturado durante más de tres horas. Me desnudaron y me golpearon con manos y pies por todo el cuerpo. Parece que los interrogadores eran muchos. Luego me aplicaron corriente en los testículos. Cuando suspendían la corriente me golpeaban con manos y pies. Especialmente me golpeaban el abdomen, porque cuando se inició la tortura intuí un golpe de karate en el vientre e instintivamente endurecí los músculos. Me gritó el torturador: "¿Así que entrenado? Ahora vas a ver". Durante todo el interrogatorio me tuvieron con los ojos vendados y las manos esposadas. Con las contracciones musculares por la electricidad, las esposas se cerraban cada vez más y me rompí las muñecas hasta el hueso. A estas alturas del interrogatorio ya no sentía dolor. Solamente me daba cuenta que me estaban quemando con electricidad. Al término del interrogatorio, que perseguía saber si había armas en la Universidad, me llevaron a otra sala donde me sacaron la venda para que pudiera caminar; pero me caía al suelo y me hicieron arrastrarme hacia otra sala donde yacían los torturados. Había allí un profesor universitario que conocía de vista, que estaba con todo un lado del cuerpo negro de los hematomas y le habían perforado el tímpano, por lo que el dolor le hacía aullar; los restantes estaban todos tanto o más golpeados que yo. Muchos tenían las costillas rotas y no podían siquiera respirar. Ninguno podía caminar; tenían fracturas en los huesos de las piernas, por golpes y por las contracciones musculares producidas por la corriente. Había muchas mujeres tan golpeadas como nosotros. A las mujeres las habían violado en forma bestial; estaban desgarradas internamente y sangraban con profusión. Una se quejaba continuamente, le habían introducido un objeto cortante en la vagina y parece que le había traspasado el peritoneo. Entre los que estaban, algunos dijeron haber reconocido a los interrogadores: "eran infantes de marina de los que han preparado las bases norteamericanas en Panamá".
»Al tercer día me mandaron al buque Lebu, habilitado como cárcel, a la bodega número 3, donde ya había ciento sesenta personas. Al descender sentí un hedor a excrementos que daba náuseas. Se debía a que no tenían baño y hacían sus necesidades en unos tarros colocados en la misma bodega. Había allí obreros, empleados, médicos, abogados, estudiantes, profesores. Entre ellos recuerdo ~ Patricio Muñoz, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile en Valparaíso; Sergio Fischer, eminente cardiólogo; Nelson Osorio, profesor de literatura; Félix Laborde, ingeniero químico; Carlos Pabst, físico; y muchos más que no puedo nombrar. Conviví con ellos durante sesenta y cinco días. La comida era asquerosa. Nos servían porotos con gorgojo, es decir, con gusanos. En un tiempo trataron de aparecer más humanos y el jefe del recinto, un oficial de apellido Osorio, nos permitió subir a cubierta, pero, para que no nos divisaran desde la ciudad, nos obligaba a estar sentados e inmóviles al sol. Se nos quemaban los talones y muslos por el calor de las planchas de cubierta. Después, el jefe se dio cuenta de que desde un buque italiano, creo que era el Verdi, nos fotografiaban y desde entonces se prohibió que saliéramos a cubierta.
"Nos hacían levantar a las 6 y hacer gimnasia desnudos. Las faltas -fumar, conversar, no agregar el vocativo "señor" cuando nos interrogaban- eran sancionadas con culatazos y plantones, es decir, nos dejaban en posición erecta, rígidos, con las manos en la nuca, hasta por 24 horas, sin movernos. El menor movimiento era reprimido a culatazos. En las mañanas y en la noche nos hacían cantar el himno patrio al izar o arriar la bandera. Nos prohibían cantar el verso que dice "O la tumba serás de los libres, o el asilo contra la opresión", porque parece que al principio los detenidos hacían mucho énfasis en esos versos y los marinos lo estimaban como un sarcasmo contra ellos.
"Un día nos sorprendimos porque nos hicieron limpiar, nos dieron implementos y bajaron colchonetas para todos. Era que concurría ese día una delegación de la Cruz Roja Internacional. No bien se estaba retirando la Cruz Roja después de la visita, nos quitaron las colchonetas y no las volvimos a ver más. En los contados casos en que existía un interés de la Armada por ocuItar las gravísimas flagelaciones inferidas a personalidades reclamadas por entidades internacionales, o cuya muerte podía causar escándalo exterior, se les llevaba al Hospital Naval, donde algunos de ellos se suicidaban, como me consta que ocurrió con una muchacha que fue reiterada y bestialmente violada, quien se suicidó, razón por la cual en el Hospital estaba sumariado todo el personal del cuarto piso para averiguar quién había permitido el suicidio.
"Cuando llegó la noticia de que el Lebu era vendido como chatarra, me dejaron en libertad bajo condición de ser vigilado por la comisaría de Carabineros del barrio, donde tenía que concurrir diariamente. Una vez que habilitaron el nuevo campo de concentración (el estudiante se refiere al campo de torturas habilitado en Colliguay Alto, en Valparaíso, donde en diciembre fueron trasladados los prisioneros de los barcos), empezaron a detener de nuevo a los que habían sido liberados, y entonces yo me fugué. Antes de enviarme a casa bajo vigilancia trataron de dejarme psicológicamente condicionado y me llevaron a la Academia de Guerra para una nueva sesión de torturas.
Estuve cuatro días y me di cuenta de que las cosas estaban mucho más crueles y refinadas. Golpeaban más y empleaban más la electricidad. Casi me trastorné, no tanto por mi propio sufrimiento como por el de personas más débiles que yo. Vi a jóvenes universitarias que habían sido torturadas hasta lo indecible; una de ellas, embarazada, había sido golpeada repetidamente en el vientre y mostraba síntomas de aborto. Ancianos de más de 60 años habían sido quemados por todo el cuerpo con cigarrillos y electricidad. Hombres y mujeres con las uñas arrancadas con alicates. Después me llevaron al Cuartel Silva Palma, de la Infantería de Marina. Al cabo de dos días en este recinto, inexplicablemente, me dejaron en libertad, obligándome a controlarme diariamente y a no contar lo que había visto. Nunca supe la razón de mi detención, ya que no sabía de armas en la Universidad, no era extremista ni militaba en ningún partido de la izquierda y solamente había participado en los trabajos voluntarios de toda la juventud, como cualquier estudiante universitario. Tengo excelentes notas y mis profesores me estimaban mucho. Mis padres le pidieron al rector que intercediera por mí y quizás eso haya sido la razón de mi libertad. Son tan arbitrarios los fascistas que eso no lo sabré jamás».
Testimonios
Categoría : Testimonio
• PABST LEZANA, Carlos Gastón . Ex Profesor de la Universidad Técnica Federico Santa María detenido en la misma bodega del arco Lebu
• Testimonio de estudiante del entonces Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, sede Valparaíso, de la especialidad de Matemáticas y Física, que dio testimonio (estuvo en el Lebu) en el diario “El Tiempo” de Bogotá, en las ediciones del 26 y 27 de marzo de 1974, citando entre otros: Félix LABORDE y Carlos PABST.
• Werner SIMON, Erich , detenido en la misma bodega del Barco Lebu que yo, (declaración / D-9)
"Llegamos al Molo del Puerto en la madrugada del 17.09.1973. Bajados del bus amarillo que llevaba la inscripción “Universidad …?? …..Técnica …??”. Nos esperaba un corredor formado por algo así como 20 marinos de cada lado, hasta el pasillo que permitía subir al barco. Pasillo de combos, patadas y culatazos impresionantes. “Corredor de bienvenida”. Muchos caían al suelo, lo que formaba “tacos” y alargaba la duración de la golpiza hasta el infinito. Lo mismo para los pasillos internos del barco, corredores y escaleras internas que permitieron llegar a cubierta. Todo era metálico. Estábamos en la oscuridad de la mañana y enceguecidos por algunas “luces faros” del propio barco. De nuevo todos boca abajo, todos muy golpeados, muchos vomitando por los golpes recibidos.
De allí fuimos conducidos uno por uno a bajar por una escalera vertical angostísima, que permitía bajar a la bodega central, ubicada delante del “edificio” de camarotes y de comando). Esa escalera no estaba hecha para los pasajeros. Era una escalera para los empleados de reparaciones o para las manutenciones específicas. Se trataba de un barco para carga “en grueso”, donde normalmente para llenar la bodega se dejaban caer las cargas a granel, de donde después se sacaban por aspiración o grúa/granel. El ejercicio de la bajada por la “escalerilla" era muy difícil con esa luz, por el desconocimiento del lugar y por nuestro deteriorado estado físico. Una vez abajo era imposible irse de ahí. No era necesario más de un solo soldado armado para custodiar a 10, a 100 o a 1000 personas. Era igual, bastaba custodiar esa “escalerita”.
Fui quizás el décimo en bajar, aterrorizado como los demás de caerme durante la bajada. Me impresionó la bajada del que supe posteriormente llamaban “el gringo Werner”. Venia como yo de la Intendencia. Salió mal del “Corredor de bienvenida”: la clavícula y dos costillas quebradas. No lograba bajar. Piso un peldaño, dos, al tercero ya tiritaba por todas partes, a un milímetro de dejarse caer al vacío. Hubo que ir a buscarlo, a pesar de los gritos histéricos de los marinos que amenazaban con tirar. Cito como testigo de todo esto al propio “gringo Werner” que apareció en la primera lista Valech : “26691. Werner Simon, Erich RUN: 3.———-”. He podido contactarme recientemente con él por teléfono y correo electrónico. Era Agrónomo y estuvo detenido en la misma bodega que yo en el barco Lebu.
El primer día no hubo comida. Todos teníamos mucha hambre ya que no habíamos comido durante las detenciones de los días anteriores a la llegada al Lebu. La comida comenzó a llegar el segundo día y solo una vez por día. Porotos, porotos…. Después hubo tallarines, tallarines… Todo de muy mala calidad. De vez en cuando había gusanos. Pedían voluntarios para subir a cubierta por la “escalerita” para amarrar y bajar los fondos a la bodega con una grúa. Los primeros días no había nada que sirviese de WC. Seguía llegando gente. El olor era insoportable. Después comenzaron a traer “chutes”, unos grifos metálicos de 250 litros cortados por la mitad. Era peligroso hacer sus necesidades sentados en esos bordes metálicos cortantes. Pedían voluntarios para subir a cubierta por la “escalerita” para amarrar y bajar los “chutes” a la bodega con grúa, y subir a los que estaban llenos.
La primera noche me quedó marcada. Teníamos miedo de caer hacia la bodega de abajo . Dormíamos todos pegados los unos a los otros, para evitar las pérdidas de calor. No solo calor “de calorías”, pero calor de fraternidad humana. Al segundo o tercer día llegaron quemados por cigarrillos y con múltiples hematomas algunos presos que venían de La Esmeralda.
Así pasaron los últimos días de septiembre. El número de personas iba aumentando cada día. Éramos todos desconfiados. Los grupos de conversación se formaban según donde habíamos sido maltratos y torturados antes de llegar al Lebu. De vez en cuando llamaban a uno de nosotros a interrogatorio.
Algunos volvían de las torturas (en el Lebu o en la Academia de Guerra) con la desesperación marcada en la cara. Volvíamos casi todos “cerrados”. Unos pocos vomitando rabia. Algunos no volvían..
Durante mi estadía, vi como un detenido se lanzó al fondo del barco. Lo sacamos inconsciente, mal amarrado con la grúa, como un trapo. Con la cabeza abierta. Aun respiraba. Nunca supe su nombre. Era un solitario. La posibilidad de lanzarse al fondo estaba al alcance de cualquiera. El "piso" de planchas de madera no cubría toda la superficie del hoyo que separaba la bodega central superior donde estábamos de la bodega central inferior (fondo vacío del barco) a la cual teníamos prohibido bajar. Allí en el fondo del barco logré una vez recuperar unos fósforos y un pedazo de cartón para fumar. Ver esquema en el documento adjunto D-3.
¿Cuantos no lograron soportar esas “bienvenidas” en los barcos Maipo, Lebu y Esmeralda? Y las sesiones de tortura en la Academia de Guerra?. No lo sé. Nos llegaban noticias por los detenidos que venían del barco Maipo y que habían pasado por la Esmeralda antes de llegar al Lebu. Así supimos del caso de un ex cura del cerro los Placeres, donde yo vivía, y que conocía de nombre : Michael WOODWARD. Supe después que murió de sus torturas. Supimos también que el Maipo partió a Pisagua justo antes de la apertura del Lebu como recinto de detención. Supimos también que de vuelta de tortura, y no pudiendo soportar más, un torturado se lanzó desde la cubierta hasta el fondo, logrando suicidarse. Se llamaba Luís SANGUINETTI, según me dijeron, funcionario de Aduana. Me impresionó ese prisionero cuando llegó de la Esmeralda en su terno azul y su camisa blanca, con el pecho increíblemente quemado con cigarrillos, era Diputado. Todo esto creaba un ambiente aterrorizador.
Posteriormente, cuando salí de Chile, supe de la muerte de varias personas más que pasaron por el Lebu : Manuel HURTADO, Ángel DÍAZ, Víctor FUENZALIDA, Arturo LOO. Andaban siempre juntos esos amigos de Quillota. Como no acordarme de sus nombres “Manuel-Ángel-Víctor Arturo” cuando vi aparecer sus nombres con la falaciosa mención “muertos en intento de fuga” a principios del año 1974. Seguro que centenares de presos fueron fusilados para alcanzar la “cuota inicial mínima”; concepto que escuché en la Escuela de Oficiales de Salinas con mis propias orejas en los cuchicheos de pasillo antes del Golpe.
Dormíamos en el suelo. Suelo metálico. Se habían constituido grupos que compartían pedazos de cartones o de planchas de madera para no dormir al contacto directo del metal frío. No había camas, ni colchones, ni colchonetas.
Las colchonetas solo las vimos una vez: El 01.10.1973, cuando pasó una Comisión de la Cruz Roja Internacional. Esa mañana nos hicieron salir todos a cubierta. Se obligó a algunos a limpiarlo todo. Otros a bajar colchonetas, para que estuvieran visibles desde arriba, pues la Comisión no bajo. Todo debía estar presentable para la visita. Hacían subir por grupo a ducharse con mangueras en cubierta. Fui uno de ellos. Después tuvimos que posar desde abajo, con la cara refrescada frente a las visitas. Tuve el “honor” de aparecer en una de las fotos sacadas por esa comisión. Ver documento adjunto D-2. Una vez que se fueron las visitas, tuvimos que subir todas las colchonetas. Era solo para la foto.
Fui siempre voluntario para subir y bajar las comidas en fondos y los chutes que servían de WC. El inconveniente eran las patadas y culatazos que se recibían a la pasada, aunque fuera voluntario. Las ventajas: abajo en la bodega durante las reparticiones de comida, podía pellizcar la cuerda de la grúa y hacerme cigarrillos con los filamentos recuperados. Estar arriba durante las manutenciones me permitía ver más claro lo que ocurría en el barco. Es así como supe que se había comenzado a llenar otra bodega más y que las mujeres estaban en los camarotes del “edificio de comando”. Eso también me permitía soñar con alguna fuga, etc. El “gringo Werner” era otros de los voluntarios para subir. Un día pudo hacer señas a uno de los botes salva vidas que pasaba por allí. Como era capitán de bote salva vidas, lo reconoció uno de sus compañeros. Sirvió también de intérprete alemán para la Comisión de la Cruz Roja Internacional que visito el Lebu el 01.10.1973. Estaba compuesta por dos personas que hablaban francés y un suizo que hablaba alemán. Aunque según Werner ellos decían no hablar castellano, estamos seguros que todos entendían el castellano. Como no traducía con la misma rapidez del alemán al castellano lo que los de la Comisión le decían, le dieron culatazos. Cuando nos hicieron subir a cubierta antes de esa visita del 01.10.1973, tuvimos que quedar sentados un tiempo infinito en el suelo metálico y muy caliente de la cubierta asoleada. Muchos tuvieron el trasero quemado. Todos con la piel roja. Otros con ampollas. El “gringo Werner” se quemó muy fuerte el trasero. La piel del “gringo” se infectó y tuvo mucha fiebre. Al día siguiente (o más tarde) lo sacaron de la bodega. No lo vi más.
Un día en cubierta, en una operación de traslado de “chute” un marino discretamente me dijo. “A tu mujer le hicieron escuchar lo que dijiste en Salinas. Justo antes de la electricidad le dio un ataque de epilepsia”. Así supe que estaba detenida y que todo quedaba grabado. Ella después me contó haber escuchado “la musiquita de las polainas” (ver páginas anteriores). El único detenido del Lebu que conocía personalmente antes del Golpe era Don Carlos Gastón PABST LEZANA, RUN: 3.———– que figura en la lista Valech. Era Profesor de la Universidad Técnica Federico Santa María como yo y estaba detenido en la misma bodega del Barco Lebu. No pude hablar mucho con él en el barco. Estaba “tetanizado” pensando en las torturas de su mujer, que estaba en los camarotes como todas las mujeres. Sufrieron lo indecible. Después de mi salida del Lebu, no he podido verlo más. No solo fue colega, fue mi profesor. Un hombre muy calmado y serio, un científico de gran valor. Tampoco pude hablar con Don José Adolfo TANNENBAUM, otro eminente profesor de la UTFSM, prisionero en otra bodega (ver Valech-1)
Después de la visita de la Cruz Roja internacional, me tocó mi segunda sesión de torturas en la Academia de Guerra el ¿?.10.1973. También tuve una tercera sesión el 05.11.1973. Relato esto en las páginas siguientes.
A principios de octubre me torturaron también en el Lebu. Allí me aplastaron sociológicamente. Por puro gusto. Esto fue en un pequeño camarote. Me vendaron antes de entrar. Me desnudaron. Me colgaron de las manos con un cordel que hacía daño. Pies amarrados. Y vamos con patadas, combos, y electricidad. Mucha electricidad. Logré ver a través de la venda. Eran al menos 4 marinos. Sin capucha. Pintados. Se reían mucho de mis gritos y espasmos. Electricidad en la lengua, en el ano, en los testículos. Ninguna pregunta. Solo coctel de electricidad + risas + gritos histéricos. Para la electricidad no daban vuelta una manivela. Tenían un aparato fijo, con solo una manilla para regular intensidad. No era un aparato manual como en Salinas. En esa cabina reconocí a uno de mis torturadores. Me lo habían señalado a principios del 73 en la UTFSM como alumno y miembro de Patria y Libertad. Mi estupor de verlo allí con uniforme de suboficial fue estremecedor. Ni la muerte podrá borrar de mi memoria el nombre de este desgraciado: Guillermo MORERA FIERRO. No me cabe ninguna duda sobre la identidad de este “valiente”, escondido tras su cara pintada. Al salir de esa sesión de tortura en el Lebu, pasé al menos 3 días sin hablar, sin comer, sin ser “voluntario”, decidido a dejarme morir. Es la única vez en mi vida que he deseado morir. El hambre y mi feroz apetito me volvieron a la vida.
Menciono también como “testigo desconocido” de mi estadía en el Lebu, a un estudiante del entonces Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, sede Valparaíso, de la especialidad de Matemáticas y Física, que dio testimonio de su estadía en el Lebu al diario “El Tiempo” de Bogotá, en las ediciones del 26 y 27 de marzo de 1974. Citó, entre otros, a Félix LABORDE y Carlos PABST. Ver documento adjunto D-1. Cientos de otros testigos deben existir ya que en esa bodega fuimos hasta más de 300 personas. De vez en cuando nos hacían formarnos abajo y responder presente cuando se citaban nuestros nombres. Difícil rememorarme los nombres después de tantos años exiliado fuera de Chile.
El 04.11.1973, en cubierta para otra operación de traslado de fondos de comida, discretamente un marino me dijo “mañana te sacan de aquí”. Efectivamente, el 05.11.1973 me sacaron hacia la Academia de Guerra para ser torturado (ver páginas siguientes). Desde allí, después de las torturas, un ex alumno mío, el Oficial de Salinas Sr. ¿????, (me es imposible acordarme de su nombre) me llevó a la Intendencia donde me esperaba el Cónsul de Francia "
Las Cuentas de la Armada
Fuente :puntofinal.cl, 29 de Octubre 1999
Categoría : Prensa
El almirante sigue mintiendo. Sus palabras se pierden entre los cerros y el viento de Valparaíso. Pero la memoria de los porteños víctimas de la represión de la Armada es obstinada y certera. Nadie ni nada podrán borrar jamás el horror entronizado a las orillas del Pacífico, entre la garúa nocturna, los arreboles del atardecer y los sempiternos pelícanos de la bahía. Es que el 11 de septiembre de 1973, junto a los barcos de guerra estadounidenses participantes en los denominados ejercicios UNITAS, la escuadra retornó a puerto a fin de vincularse a las unidades en tierra para dar comienzo al golpe militar contra el gobierno de Salvador Allende. El temprano copamiento de la ciudad transformó a ésta en un gigantesco campo de concentración donde se enseñorearon el miedo, la tortura y la crueldad. La Armada, con inusitada ira y profundo desprecio clasista, reprimió a los porteños y, para tal efecto, desplegó todos sus efectivos, incluidos cadetes de la Escuela Naval. Habilitó, también, varios lugares de reclusión como la Academia de Guerra Naval, el cuartel Silva Palma, y los buques Maipo, Lebu y Esmeralda donde se torturó a miles de aterrorizados habitantes de Valparaíso.
Sin embargo, el almirante Jorge Arancibia, jefe de la Armada, continúa sosteniendo que en aquellos lugares de detención "jamás se torturó a nadie", que tan sólo constituyeron instancias de tránsito para albergar a prisioneros producto de las circunstancias extraordinarias que se vivían. Pero, miente el almirante y miente conscientemente, pues es imposible que no haya estado en conocimiento de lo sucedido en los recintos de la Armada. Son millares los testimonios de víctimas que experimentaron en carne viva la violencia y el odio de oficiales y clases de la aparentemente flemática marina chilena. Tal es el caso de María Eliana Comené, estudiante de castellano de la hacia adentro. Ellos estaban pegados en todas las paredes, yo conté ocho infantes de marina, algunos encapuchados y otros con las caras pintadas de negro. Me dicen que me desnude. Yo empecé a desnudarme y me dejé puesta mi parte de abajo, porque tenía puesto el apósito de la menstruación. Entonces, cuando me obligaron incluso a sacarme el calzón yo dije que no podía, porque estaba indispuesta. Me obligaron a hacerlo y ahí ya viene toda la rebeldía femenina, la rebeldía del luchador, por mucho que nos quisieran hacer sentir como animales llegaba el momento en que la dignidad del ser humano se rebelaba contra todo eso. Y fue tal mi ira, la indignación, que me saqué los calzones, tomé el apósito con sangre y se lo puse en el rostro al teniente que estaba dirigiendo el grupo. Luego de eso, todavía desnuda, por orden del teniente, dos infantes de marina por detrás, me tomaron los glúteos y se agacharon para mirar por el ano". Tal era la calidad moral de los marinos del almirante, los mismos que no trepidaron en violar mujeres para demostrar su poder y su lastimosa hombría, cubriendo sus rostros con pasamontañas y ocultando sus grados. En la Esmeralda, recuerda María Eliana, "había violencia las 24 horas del día, sacaban a los compañeros, los golpeaban, los torturaban, volvían morados y vomitando sangre. Cuando me trasladaron al Lebu estábamos separados de los compañeros quienes se encontraban en las bodegas. Nosotras estábamos en los camarotes y éramos tantas que no podíamos respirar, teníamos que dormir sentadas en el suelo. Nos daban de comer una sola vez al día, a las 9 de la mañana. Eran unos porotos que hasta gusanos tenían, una vez que reclamamos nos dijeron burlándose que para qué nos quejábamos si nos daban 'carne'". Pero la alimentación no era lo que más preocupaba a las prisioneras políticas, sino que el trato inhumano y cruel por parte de sus aprehensores, la mayoría jóvenes marinos. Aunque también las torturaban civiles y, como en el caso de María Eliana, carabineros. Ella había tenido el infortunio de haber sido detenida con ocasión de la retoma de la Universidad Católica en el puerto en los meses previos al golpe. Fue agredida por carabineros al mando de un teniente de apellido Pérez, sin embargo, logró defenderse y golpear a sus agresores.
Obviamente jamás pensó que el devenir político le enfrentaría una vez más al sádico teniente, esta vez a bordo de la motonave Lebu. Pero así fue, en una oportunidad -relata María Eliana- "me llevaron a un camarote que había sido habilitado como sala de interrogatorios y allí estaba este teniente que me comienza a manosear y a gritar diciendo: ¡defiéndete ahora, pos, huevona! Me corrió mano de una manera espantosa, fue más de una hora de sólo eso. Estaba vendada y humillada por lo que estaban haciendo, impotente ante lo que estaba pasando, ante los gritos espantosos que se escuchaban". Pero no era sólo en el barco que se torturaba y degradaba a centenares de porteños. También sucedía en otros centros de tortura de la Armada. Por la Academia de Guerra Naval, en el cerro Playa Ancha, pasó también María Eliana. "Allí estuve como cuatro semanas, me sacaban todas las noches para interrogarme, me golpeaban los oídos con las manos, me ponían corriente en la lengua, en la vagina. Nos sacaban para divertirse con nosotros, para abusar sexualmente. Fueron violaciones masivas. Al final una se desconecta, trata de subliminar lo que está pasando, pero es imposible de olvidar, de hecho, cuando ya me encontraba en la cárcel, hice una seria infección, con vómitos y fiebre. Me enviaron al Hospital Naval y ahí dijeron que era sólo un ataque de vesícula y me enviaron de vuelta a la cárcel. No obstante, era algo mucho más serio. Era gonorrea, y era imposible saber cómo y dónde la había contraído, ¿en la Esmeralda, en el Lebu, en la Academia? Lo único claro es que quedé con el endometrio total y absolutamente destruido".
ACADEMIA DE GUERRA NAVAL: CASA DEL HORROR
Y fueron millares las vidas destruidas física y sicológicamente en las casas del horror de la Armada en Valparaíso, El Belloto, Colliguay, Puchuncaví y Talcahuano. Por tales centros de detención y tortura pasó Humberto Arancibia, presidente del sindicato de trabajadores de Enadi, ex Compañía de Gas de Valparaíso. Fue detenido en Villa Alemana el 3 de octubre de 1973 en la noche. Fue trasladado por los infantes de marina que le detuvieron al cuartel Silva Palma en el puerto. Llegamos, recuerda Humberto, " a una sala grande repleta de gente, hombres y mujeres tirados en el suelo, muchos con el pelo cortado a bayonetazos. Un infante me preguntó por qué me encontraba ahí. Le respondí que no sabía, que simplemente era dirigente sindical. Exactamente, me dijo para preguntarme por otros dirigentes, para ver si habían robado o no". Los marinos, los militares, sabían perfectamente bien que nadie había robado nada, del mismo modo que sabían que nadie iba a atentar contra la integridad física de los miembros de las Fuerzas Armadas y sus familias como pretendieron hacer creer a través de la difusión de un absurdo Plan Zeta. Simplemente intentaban justificar lo injustificable: la represión, las masacres, la tortura, las violaciones.
Por ello, "alrededor de una hora después de haber llegado, continúa Humberto, me vendan, me ponen sobre la cabeza una capucha negra, me amarran las manos a la espalda y me sacan de la pieza. ¡Así que tú eres Carlos Nicolás! (administrador de la Compañía de Gas), me dicen mientras me dan un golpe en la boca del estómago. Perdí la respiración, me dan palos en la espalda, en las costillas, todo esto camino al interrogatorio. Siento que llegamos a una pieza, tomo aire: no, yo me llamo Humberto Arancibia alcanzo a decir. ¡Por qué no dijiste eso antes conche tu madre! Me gritan. Ahí me di cuenta lo que me esperaba, como iba a ser el tratamiento. En la sala de torturas me pegan con las manos abiertas en los oídos (teléfono), combos en el estómago, palos en las costillas. Todo el tiempo tenía las manos y los pies amarrados con alambre. En un momento pensé que me iban a colgar, pero en realidad lo que hicieron fue ponerme corriente. Esto se repitió muchas veces en medio de todo tipo de insultos".
Luego de una interminable noche de tormentos Arancibia fue trasladado al buque Lebu. "Parecía un barco pirata -señala Humberto- con hombres hacinados en las bodegas del barco. Estaban barbones, algunos con el pelo cortado a cuchillo, con abrigos, frazadas, sucios y hambrientos. A veces nos tiraban pedazos de pan y lo compartíamos entre todos. Lo mismo hacíamos cuando, por milagro, aparecía una naranja. La comíamos entre seis, hasta la cáscara nos comíamos. Más adelante nos daban fideos, masas de fideos más bien. También porotos llenos de gorgojos. Cada comida era vigilada por marinos armados. No todos comían sí, había un compañero de apellido Villarroel a quien mantenían en una jaula desnudo y nunca le daban de comer.
Los marinos nos obligaban a levantarnos a las seis o siete de la mañana. Subíamos a la plataforma del buque y nos manguereaban desnudos en el frío de la mañana. Está claro que no teníamos dónde hacer nuestras necesidades y, en algún momento, pusieron mitades de tambores de aceite -que llamaban 'chutes'- donde comenzamos a orinar y defecar".
En el Lebu se denigraba a la gente, se intentaba deshumanizar al supuesto enemigo, hombres y mujeres, sin importar la edad. También se interrogaba y torturaba. Los interrogatorios selectivos y más brutales se llevaban a efecto en la Academia de Guerra Naval. Allí fue llevado nuevamente Humberto. "Me dijeron que me había reído de ellos la primera vez, me pusieron un paño en la boca y me tiraron contra la muralla y comenzaron a golpearme. Perdí la noción del tiempo, del espacio, pensé que me iban a matar. El estar ahí, aunque no te torturan era igual, porque se sentían gritos, golpes, lamentos desgarradores de gente que se moría. Siempre se estaba en un estado emocional tenso, sabías que después te iba a tocar a ti, ibas a pasar por el mismo proceso. No se tenía ninguna esperanza, no sabías si ibas a salir vivo. Eran varios los que se habían intentado suicidar lanzándose por alguna de las ventanas del cuarto piso de la Academia o golpeándose contra unos pilares que había en la sala grande".
Llegaba a tal punto el pánico, la desesperación, la violencia contra gente indefensa, que no fueron pocos los que prefirieron morir a continuar soportando el horror de la tortura. Sin embargo, el almirante Arancibia insiste en que en los recintos navales jamás se torturó. Incluso en aquellos lugares donde no se interrogaba, imperaba un régimen de represión permanente y de castigos humillantes para los presos políticos. Tal es el caso del campo de concentración de Isla Riesco o Melinka, ubicado en Colligüay al interior de Valparaíso. Allí, cada vez que llegaba un nuevo grupo, se organizaba en la noche, cuando los prisioneros se encontraban encerrados en sus cabañas, un montaje de amedrentamiento. Se oían ráfagas de ametralladoras y fusiles automáticos, se explotaban minas del sector que rodeaba el campo, amén de gritos y carreras. Al día siguiente se informaba a los prisioneros que un grupo de "extremistas" había intentado rescatarlos durante la noche y que habían sido eliminados por la guardia del campo. Si sucedía nuevamente -advertían- lo primero a eliminar era el peligro interno, es decir, los presos.
TORTURAS A MARINOS DEMOCRÁTICOS
Además, se castigaba a muchos sumergiéndolos en pozos de excrementos y orina, a culatazos, hundiéndoseles en la basura u obligándoles a correr a latigazos. Eran los infantes de marina los que torturaban de esta manera. Y tenían experiencia, pues fueron los que iniciaron la práctica masiva y sistemática de la tortura en agosto de 1973 al detener y flagelar a un grupo de marinos constitucionalistas que denunciaron los intentos golpistas de la Armada. Antonio Ruiz, cabo segundo, mecánico electrónico con mención en control de fuego, fue uno de ellos. Antonio Ruiz recuerda vívidamente el día en que fue detenido, "fue el 7 de agosto de 1973 en Talcahuano. Oficiales de inteligencia me sacaron de la unidad para trasladarme al Fuerte Borgoño. Allí había un escuadrón de al menos doce cosacos esperándonos. Me obligaron a sacarme la ropa y comenzaron los golpes, comenzó el tratamiento de guerra. Pasamos a ser el enemigo. Para los infantes de marina era una práctica en vivo, fuimos sus conejillos de indias. El oficial que nos interrogaba, para que no se notaran los golpes, usaba guantes mojados. Nos metían en tambores de excrementos y orina; dos cosacos nos sujetaban de las piernas y nos hundían en los tambores hasta que no podíamos respirar. Era tal la desesperación ante la tortura y las amenazas que al final uno se rebelaba y encaraba al oficial gritándole: ¡mátame conche tu madre! A ellos no les importaba lo que uno decía o sentía; al contrario, perfeccionaban las técnicas de tortura día a día. Al poco tiempo ya no te sujetaban por las piernas, sino que habían instalado una roldana desde donde te lanzaban al tambor con excrementos. Nos tenían amarrados de pies y manos, nos amenazaban de muerte y hubo muchos simulacros de fusilamiento. Eramos como 50 los detenidos, pero finalmente quedamos menos de la mitad. Había gente de filiación azul (Asmar) y de filiación blanca, tanto de la dotación Escuela como de la Escuadra. Posteriormente fuimos derivados a la cárcel de Talcahuano en tránsito y, finalmente, a la cárcel de Concepción. Allí nos pilló el golpe, nos despertamos con los disparos, presentimos la muerte, Carabineros se hizo cargo del presidio y nos amenazó con que tendríamos que pagar. Se hizo un simulacro de fusilamiento y toda mi vida pasó delante de mí, muy rápido. Esperaba con los ojos cerrados la muerte. Afortunadamente no sucedió nada y, eventualmente, fuimos traslados a Valparaíso, pasando por el campo de concentración de Isla Riesco o Melinka, cuartel Silva Palma y la cárcel pública del puerto. Otros marinos democráticos fueron detenidos y torturados en el Fuerte Miller de la Infantería de Marina en Las Salinas, y en la Escuela de Ingeniería de Viña del Mar.
A 26 años del golpe de Estado iniciado en Valparaíso, el almirante Jorge Arancibia sigue negando que la Armada violó masivamente los derechos humanos. Entonces ¿por qué habría que creer en sus supuestas buenas intenciones al impulsar junto al gobierno una "mesa de diálogo" destinada -también supuestamente- a poner término al problema de los derechos humanos?
Ningún aparente gesto conciliatorio puede ocultar el hecho irrefutable de que el sacerdote obrero Michael Woodward fue asesinado en la Esmeralda, su Esmeralda, señor almirante
RESPONSABLES DE TORTURAS DE LA ARMADA
Vicealmirante. Adolfo Walbaum Wieber, Cdte. I Zona Naval
Vicealmirante. Pablo Weber Munnich, Cdte. en Jefe de la Escuadra
Contraalmirante Hugo Cabezas Videla, Jefe E.M. de la Armada
Capitán de Navío (CN) Sergio Huidobro Justiniano,
Cdte. Cuerpo Infantería de Marina (IM) C.N. Guillermo Aldoney Hansen, Jefe EM. I Zona Naval
C.N. Marcos Ortiz Guttmann, subjefe EM.Armada
C.N. Carlos Borrowman Sanhueza, director Escuela Naval Arturo Prat
C.N. Raúl López Silva, director Academia de Guerra Naval
C.N. Homero Salinas Núñez, director Escuela de Ingeniería Naval
C.N. Arnt Arentsen Pettersen director Escuela del Cuerpo de IM
C.N. Jorge Sabugo Silva, Cdte. Buque Escuela Esmeralda
C.N. Hernán Sepúlveda Gore, Cdte. Destacamento IM "Miller" de Viña del Mar
C.N. Cristián Sloraker Pozo, Jefe EM de la Escuadra
C.N. Oscar Horlscher, Director Hospital Naval Almirante
Capitán de Fragata (CF) Jorge Davanzo Cintolesi, Director Escuela de Armamentos
CF.Víctor Valverde Steinlen, director Escuela de Operaciones Navales
CF. Hernán Soto-Aguilar Cornejo, subdirector Escuela Cuerpo IM
CF. Jorge Valdés Romo, subdirector Escuela Naval Arturo Prat
CF. Patricio Villalobos, Cdte. Base Aeronaval de El Belloto
CF. Ernesto Huber Von Appen, Cdte.Aviación Naval
CF. Julio Vergara, Jefe Servicio de Inteligencia Naval, I Zona Naval
Cte. Santa Cruz IM, Cuartel Silva Palma, Valparaíso
Cap. Bunster, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Cap. Jaeger, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Cap. Koeller, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Cap. Acuña IM, Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Federico Stigman Servicio Inteligencia Naval
Tte. Luna, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Tapia, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Maldonado, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Alarcón, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Letelier, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Boetsch, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Schuster, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Luis Rebolledo IM, Motonave Lebu
Tte. Guillermo Morera IM (r) Motonave Lebu
Tte. Rafael Yussef ( r) Motonave Lebu
Tte. Rodriguez IM, Buque Escuela Esmeralda
Tte. Juan Gonzalez IM, Campo de Concentración de Isla Riesco
Suboficial Aguayo IM, Campo de Concentración de Isla Riesco
Cabo Soto IM, Campo de Concentración de Isla Riesco
Cabo Bustos IM, Campo de Concentración de Isla Riesco
Torturada en la “Esmeralda”
Fuente :puntofinal.cll, 26 de Noviembre 2004
Categoría : Prensa
La furia la estremece y desgarra, cada vez que María Eliana rememora el dolor y la humillación de la tortura, aquí, en el Valparaíso de los vientos, en el hermoso caos del puerto de todos, a pasos de la bahía donde, hace treinta años, estuvo anclado un velero que le cambió la vida para siempre. La furia estremece los sentidos y desgarra la piel, porque la Armada continúa negando lo evidente: que detuvieron y torturaron a millares de chilenos y chilenas. Y está claramente establecido que el buque escuela Esmeralda fue utilizado como centro de detención, tortura y asesinato, tal como sucedió con otras dependencias de la Armada, el buque Lebu, la Academia de Guerra Naval, el cuartel Silva Palma, entre otros. En todos ellos estuvo María Eliana Comené. Hoy, tres décadas después, la joven estudiante universitaria de esa época, recuerda el doloroso periplo que compartió con miles de víctimas de la represión militar que, en el puerto, vistió por sobre todo uniforme de marino.
En la “Esmeralda” fue asesinado el sacerdote Miguel Woodward y, además, se torturó a mucha gente. Usted estuvo también ahí…
“Sí, a mí me detuvo Carabineros el 13 de septiembre, al mediodía, en mi casa. En un bus me llevaron a la 4º Comisaría en Viña. Luego me trajeron a la intendencia de esa época, hoy Primera Zona Naval. En la noche, alrededor de las once, los marinos nos llevaron a la Esmeralda. Al llegar al barco nos bajaron a empujones por las escaleras. Estaba a oscuras, pero no iba vendada y por eso me di cuenta que era la Esmeralda. Nos tiraron hacia donde estaban los camarotes de los oficiales, no eran de los marinos, porque eran salas grandes con tres camarotes en fila. Me pasaron inmediatamente al baño, un baño enorme donde me hicieron desvestirme y dejar la ropa en una banca de madera. Y me empezaron a revisar, a ver si tenía alguna cosa escondida en el cuerpo, por lo tanto a meterme los dedos en la vagina, en el ano, mirarme los oídos, la nariz. Era un grupo de muchachos, todos con caras pintadas de negro, no sé si eran oficiales, porque todos vestían iguales”.
El tratamiento violento y humillante fue desde un comienzo, entonces…
“Sí, claro. Luego me pasaron a la ducha, y ese fue quizás para mí el momento más difícil, aunque después lo pasé peor. Ahí me sentí tremendamente vejada, humillada por ser obligada a estar desnuda, por las tocaciones sexuales, los comentarios que hacían, las burlas de todos los marinos. Hasta ahora tengo una pesadilla: estoy en un baño y en el baño pasa mucha gente y no puedo estar tranquila. Entonces, me despierto llorando.
Después los marinos me tiraron a la última litera en un camarote. Me tocó la tercera litera de arriba. Me di cuenta que estábamos separados: los hombres estaban tras una cortina hecha con frazadas. Los hombres estaban muy mal, a ellos los torturaban de manera brutal. Yo los veía cuando llegaban, por ejemplo Sergio Vuscovic, alcalde de Valparaíso durante la Unidad Popular, tuvo un ataque de vómito, de sangre. Los compañeros, muchos de ellos ex autoridades y dirigentes de la zona, llegaban arrastrándose, pero no se quejaban.
Me hicieron dos interrogatorios en la Esmeralda, todos violentos, humillantes, con golpes y abusos sexuales. Les causaba placer torturarnos, disfrutaban tocando para saber tu reacción, esperaban que gritáramos, pero gritar, para mí, era peor. A veces era mejor dejar que hicieran lo que quisieran para que te dejaran tranquila. También, si nos movíamos o pedíamos permiso para ir al baño, nos pegaban con las culatas, no nos dejaban dormir. Estábamos en un camarote rodeadas de armarios metálicos. No podíamos saber si era de día o de noche, sólo escuchábamos gritos, llantos de las compañeras que suplicaban que no las tocaran. Había una alemana a la que la golpeaban constantemente. Había mujeres de todas las edades, incluso niñas de quince años y eran torturadas física y psicológicamente. Para soportar la situación yo contaba los pernos y los remaches del buque. Así me abstraía del horror de la Esmeralda. Y ahí estuve hasta que nos sacaron a todas, yo fui una de las últimas que salí”.
¿Adónde las llevaron?
“Nos trasladaron al Lebu, un buque de la Compañía Sudamericana de Vapores, de Ricardo Claro, que se lo había cedido a la Armada para los prisioneros. La Esmeralda estaba casi al final del molo y el Lebu estaba en la punta. Nos llevaron en un bus y era impresionante, porque estaba el molo cubierto de gente en el suelo, todos prisioneros. Los marinos nos metieron en un camarote, a diferencia de los hombres que estaban en las bodegas del barco. Los camarotes eran pequeñísimos y habíamos dentro unas 25 mujeres. Tanto que en la noche teníamos que dormir sentadas en el suelo con las piernas recogidas. En turnos nos poníamos cerca de la puerta para tomar un poco de aire, aunque había un marino de guardia que no nos dejaba acercarnos.
En el Lebu no estábamos encapuchadas, así que conocíamos muy bien a los marinos y, al igual que en la Esmeralda, éramos mujeres de todas las edades. De hecho, un día llegó una niña de uniforme escolar. Nos tenían encerradas y nos daban comida una vez al día, tallarines, porotos con gusanos y arvejas secas en caldos indefinibles. De repente llegaba un pan, una fruta, pero era la excepción”.
VIOLACION EN EL LEBU
¿En el “Lebu” los marinos también torturaban?
“No sólo los marinos. También había carabineros y civiles que torturaban. En una ocasión, cuando me tocó el turno de acercarme a la puerta del camarote para respirar mejor, se asomó a la ventanilla un teniente de Carabineros que conocía, porque había sido detenida antes del 73 en Valparaíso, en la acción de retoma de la Universidad Católica. Me llevaron a la comisaría Barón y trataron de revisarme, pero me defendí y fue ese teniente el que me golpeó y, luego me dejó botada en una celda. Era el mismo teniente Pérez que aparecía en el Lebu y me quedó mirando, con odio. El, con otros carabineros y marinos, empezó a llamar a las mujeres; primero mandaron a buscar a una joven de chaleco blanco, luego llevaron como a cinco o seis jóvenes, hasta que al final, me llevaron a mí. Era un camarote desocupado, enorme, que estaba en una esquina. Estaba muy oscuro, pero a él lo vi claramente porque no estaba encapuchada. Además, me recibió con groserías y diciendo “ésta es la chora que quiero” y gritando “defiéndete ahora, huevona”. Me sentó a empujones en un sillón y empezó a tocarme y golpearme, me desvistió a la fuerza y ahí mismo me violó. Hizo lo que quiso conmigo y los otros que se encontraban en el camarote se reían y burlaban. Después, me ordenó vestirme y peinarme, me obligó a ordenarme antes de salir. Además de los garabatos me dijo: “Ya nos vamos a ver de nuevo”.
No fui la única torturada en el Lebu, por supuesto. Cuando llegaban las mujeres al barco, primero pasaban por la sala de tortura y después las tiraban al camarote. Alrededor de diez días después, me mandan a llamar de la Academia de Guerra, y ahí empezó nuevamente el terror. Me interrogaban los marinos y carabineros”.
¿La Academia de Guerra Naval fue el principal centro de detención y tortura de Valparaíso?
“Sí, cuando llegué a la Academia, el primer día me pasaron inmediatamente a interrogatorio y me empezaron a hacer el teléfono, a golpear los oídos con ambas manos abiertas. Yo sabía que para aliviar el dolor tenía que gritar y empecé a gritar, y un compañero, que no sé quien es, que estaba en la misma pieza parece, empezó a reclamar por lo que me hacían. Y le pegaron de tal manera que se sentían los golpes, los quejidos. Fue horrible y tuve que dejar de gritar. Así se dañaron mis tímpanos. En la Academia estuve aproximadamente tres semanas. Me sacaban todas las noches para interrogarme. Preguntaban acerca de supuestas armas, pero era para amedrentar, para dejarte a nivel de cosa y no de persona.
En la Academia se escuchaban gritos día y noche. A mí me golpearon, me violaron y me aplicaron electricidad. La corriente era horrible, porque da espasmos que no se pueden controlar. Y te ponían corriente en los pechos, la vagina, la boca, quemaduras de cigarro en las nalgas, en los brazos y en los muslos. Una noche me llevaron y me sacaron la ropa: me obligaban a desnudarme cada vez que decía un no, o que daba una respuesta que no les satisfacía. Me sentí tremendamente vejada, empezaron a tocarme, a manosearme, a hacerme cosas. Me devolvieron a la sala como a las cuatro de la mañana o más tarde, porque estaba aclarando. Me puse a mirar por los hoyitos de las ventanas tapadas con banderas de los barcos y empecé a llorar. Un compañero se dio cuenta y me abrazó. Nadie se movió, excepto él. No me preguntó nada. Fue una cosa muy linda. Te hace sentir que no estás sola.
Lo concreto es que te van ablandando físicamente, con golpes, con violaciones, con electricidad, y después llega el golpe psicológico, cuando ya no te quedan defensas. De hecho, había una carabinero mujer que me interrogaba violentamente, con mucho ataque psicológico. Los marinos nos sacaban a las mujeres para divertirse con nosotras, para abusar sexualmente. Y siempre estábamos encapuchadas o vendadas. El teniente Pérez, de Carabineros, también estaba en la Academia, ahí lo vieron varias personas. Tenía rango, en el Lebu hacía lo que quería. Recuerdo muy bien que andaba con pistola, y en un momento la tomó, no sé para qué, pero pensé que me podía matar, realmente creí que iba a salir muerta”.
CARA A CARA CON EL TORTURADOR
Tengo entendido que se encontró con uno de sus torturadores. ¿Cómo fue eso?
“Al hombre no lo volví a ver nunca más después de mi detención. Sin embargo, hace poco tiempo estaba en el café de Falabella, en Valparaíso, con una amiga. De repente me quedé helada, porque a pesar de que ha cambiado mucho, no sé si fue por los ojos o por instinto, lo reconocí. Entonces le digo a mi amiga: ‘Oye, mira, el paco Pérez’. Estaba conversando con un viejo, y me quedé paralizada. Yo había pensado muchas veces lo que le iba a decir cuando lo viera. Pero no fui capaz de moverme; pagamos rápidamente y salí, pasé por su lado, lo miré, pero no me atreví a hacer nada. Me tiritaban las piernas. Y estaba tan enojada conmigo después. Estaba indignada conmigo misma.
Yo hice una declaración en Punto Final hace un par de años. Ahí menciono a Pérez. Un ex preso político, que era carabinero y también trabajó en la Comisaría de Viña del Mar en ese tiempo, me dijo que se llamaba Carlos Pérez San Martín, y que es gerente de operaciones del club Santiago Wanderers. Desde que le hicimos una funa estoy más en paz. Pero cuando lo veo, me vuelvo a acordar del café y me da mucha rabia, me dan ganas de ir a hablar con él. Pero todo el mundo me ha dicho que no lo haga, es peligroso, dicen que es matón, que tiene gente. Entonces no me he atrevido, ha pasado tanto tiempo…
Pero el azar permitió que usted se cruzara con el ahora capitán (r) Carlos Pérez en el supermercado…
“Sí, hace poco estaba en la fila de la carnicería del supermercado cuando alguien me pasa a llevar, me doy vuelta y me encuentro cara a cara, a no más de diez centímetros, con Carlos Pérez, con mi torturador.
Le pregunté: ¿No se acuerda de mí?
– No señora. ¿Dónde la conozco? respondió.
– La ultima vez que nos vimos fue en el Lebu…
– ¿En el Lebu? Yo no tengo ningún problema con derechos humanos, dijo inmediatamente, delatándose solo.
A mí esto no me lo contaron, le dije. No se me van a olvidar nunca su cara ni su voz, porque usted me echó a perder la vida. A esas alturas ya tenía un nudo en el estómago, pero no podía perder la calma, era importante mantener mi dignidad a pesar de todo. Pero siguió negando todo, como hacen los cobardes. Como han hecho los militares todo este tiempo”.
COBARDIA DE LA ARMADA
¿Cree que el informe sobre prisión política y tortura servirá para hacer justicia en su caso y en tantos otros?
“Cuando entregaron el informe al presidente Lagos pensé que no era cierto. Es algo que nunca esperé ver en vida, pero después surgió el enojo. Primero, porque la derecha sigue diciendo que somos todos responsables. Pero haber tenido ideas de Izquierda no es equivalente a haber torturado y matado. Realmente, es vergonzoso el aprovechamiento político. Soledad Alvear jamás ha hecho nada y ahora que es pre-candidata saca la voz. Lo que diga el presidente Lagos no es importante. Lo que nos interesa es que el informe se publique completo, que se sepa lo que hicieron estos criminales”.
El almirante Vergara, comandante en jefe de la Armada, dice que él pone las manos al fuego por sus hombres.
“El almirante Vergara se va a quemar. Da rabia la cobardía de la Armada al no reconocer sus crímenes. El ahora senador Jorge Arancibia era capitán de fragata a cargo de un barco en San Antonio. También me merece dudas que diga que no sabe nada. Ahí estaba Tejas Verdes y no sólo participaba Contreras en la represión, también había marinos. La Armada abusó de las personas en sus dependencias. A mí me detuvieron, torturaron y violaron marinos”.
¿Han pasado treinta años y por primera vez se conocerá, al menos de manera sistemática, lo sucedido a miles de torturados. ¿Ayudará esto a aliviar el dolor de las víctimas?
“Hay consecuencias físicas y psicológicas profundas. Tienes que empezar a convivir con esto, siempre he dicho que soy exiliada y nunca voy a acostumbrarme. No es mi Chile, es un Chile que a mí no me ha dado nada, al contrario, me quitó mucho. Las pesadillas nunca se me han pasado. Me despierto angustiada, porque creo que estoy detenida en la Esmeralda, cuando los marinos con la cara pintada me desvisten, me revisan, me meten al agua. Es el primer signo de humillación, donde enfrentamos al enemigo de manera real. No puedo olvidar, porque a mí me golpearon, me pusieron corriente, me violaron y me contagiaron gonorrea, cosas que ni siquiera mi familia sabe.
Hace un par de años subí a la Esmeralda acompañando a periodistas de la BBC de Londres. Empecé a sentir los olores, los gritos, todo lo que había sentido antes. Caí en una profunda depresión, hice crisis de pánico y estuve encerrada en mi casa cuatro meses. Fue horrible, no dormía, las pesadillas eran continuas. Ningún informe hará olvidar lo que pasamos, lo que sufrimos”
Las empresas de la tortura
Fuente :The Clinic, 19 de Marzo 2004
Categoría : Prensa
Walkiria fue detenida pocos días después del Golpe de Estado en el regimiento Maipo en Valparaíso. Tras varios días de interrogatorios, fue trasladada junto a otras 16 mujeres al centro de torturas de Villa Grimaldi, en Santiago. El trayecto entre un infierno y otro no lo hizo en camiones del Ejército. La Walki -como la llaman sus amigas- recuerda que ese viaje, que pudo ser el último de su vida, lo realizó a bordo de un camión cerrado que pertenecía a la Pesquera Arauco.
Según ella y otros ex presos consultados por The Clinic, esta empresa de la V Región puso disposición de los militares todos sus vehículos, los que sirvieron tanto para el traslado de prisioneros como del personal de la Armada. Pesquera Arauco no es el único caso de una compañía privada que prestó una infraestructura que terminó siendo usada para torturar y asesinar chilenos. Por el contrario, en los diferentes proceso por las violaciones a los derechos humanos emergen reiteradamente empresas grandes y pequeñas que colaboran libremente con material e información: un aporte que tuvo un rol determinante en la extensión del horror.
Entre estas empresas destaca la Sudamericana de Vapores. Desde el mismo 11 de septiembre la compañía puso a disposición de la Armada dos de sus barcos.
Uno de ellos, el Maipo, trasladó a 380 detenidos desde Valparaíso hasta Pisagua. Muchos de sus pasajeros perdieron la vida. El otro barco facilitado fue el Lebu, que cumplió el rol de cárcel flotante. Más de dos mil personas pasaron por sus bodegas y camarotes.
María Eliana Comene fue una de ellas. Cuenta que entre el 19 y el 20 de septiembre la sacaron de el Buque Escuela "Esmeralda" y la trasladaron al barco de la Sudamericana.
“Recuerdo que el muelle estaba lleno, pero lleno de gente. Las personas estaban botadas como bultos en el suelo. En el Lebu, a los hombres los metieron en la bodega y a las mujeres nos llevaron a unos camarotes. Éramos tantas que para dormir teníamos que sentarnos con las rodillas tomadas. Nos podíamos bañar con agua helada, pero antes de las seis de la mañana, porque después se cortaba el agua.”
Muchas de las personas que pasaron por el Lebu aún se encuentran desaparecidas. Los que sobrevivieron, no pueden olvidar las interminables torturas que sufrieron en el barco facilitado por la naviera.
Algunas instituciones educacionales privadas, también colaboraron con la violación de los derechos humanos. Es el caso de la Universidad Federico Santa María, cuyas instalaciones fueron usadas para interrogar y detener a personas que venían, fundamentalmente del barrio Los Placeres, de Valparaíso. La universidad también desalojó a los alumnos del internado, para que durmiera allí la guardia militar. Muchos detenidos fueron trasladados desde ahí a la Academia Guerra Naval, donde se realizaba el interrogatorio duro y por donde pasaron cerca de mil 500 personas.
En provincia, empresas medianas y pequeñas ofrecieron una colaboración entusiasta. En Osorno, la Fabrica Elaboradora de Cecinas, FELCO, facilitó sus bodegas, para la detención de presos políticos. Allí estuvo detenido Hernán, quien prefiere reservar su apellido, pues aún le pesan los años de dictadura. Recuerda que llegó encapuchado a un lugar que no conocía: un galpón metálico de 10 por 10 metros. Pero varios de los 150 detenidos identificaron rápidamente el sitio y se lo comunicaron al resto: estaban en las bodegas de FELCO. En el lugar sólo había un baño y las condiciones de hacinamiento eran terribles. Tras un par de días Hernán fue trasladado al Estadio Español de la ciudad, otro recinto facilitado por privados.
El abogado de derechos humanos Hiram Villagra afirma que la represión militar dependió en gran medida de la responsabilidad de civiles, pues "sin la complicidad de ellos la dictadura no hubiese tenido ni la crueldad, ni la intensidad y mucho menos la duración que tuvo". Agrega que "muchos privados terminaron prestando sus servicios a la dictadura y aplaudiendo el golpe, sabiendo que el final era una represión".
Una de las muestras más feroces de los servicios voluntarios se encuentra en Paine, donde 70 campesinos de la zona fueron ejecutados en las semanas siguientes al Golpe de Estado. Durante años, las organizaciones de derechos humanos acusaron a varios pequeños empresarios agrícolas de haber facilitado vehículos y de haber participado directamente en las muertes. A comienzos de marzo, la jueza María Estela Elgarrista les dio la razón y procesó a un carabinero y dos civiles por el delito de secuestro y homicidio calificado. Los civiles, Claudio Oregón Tudela, Juan Balcázar Soto, son pequeños empresarios de la zona.
Las listas
Un porcentaje considerable de ex presos políticos y desaparecidos fue detenido en su mismos lugares de trabajo. Esto ocurrió porque otro gran servicio prestado por las empresas a la naciente dictadura, fue la elaboración de listas negras, que a la larga terminaron siendo para muchos, listas de la muerte.
Juan Báez trabajaba en la empresa Portuaria de Valparaíso como pañolero y fue detenido el 30 de septiembre por una patrulla naval al presentarse a sus labores. Varios operarios de la empresa corrieron la misma suerte y hoy Báez está convencido de que la lista fue elaborada dentro de la compañía.
Algo similar a lo ocurrido en la ENAMI, donde 276 de sus trabajadores fueron anotados como "traidores" o "personas peligrosas para las faenas de la empresa". Gran parte de ellos fue ejecutado. Lo mismo ocurrió en la Industria Textil Viña y la Unión Lechera de Aconcagua.
Muchos trabajadores detenidos a raíz de estas listas negras ni siquiera tenía preferencias políticas claras y fueron expuestos a la violencia por venganzas personales. A raíz de las torturas muchos quedaron con secuelas que les impidieron volver a trabajar, afectando radicalmente la calidad de vida de sus familias. Juan Báez, por ejemplo, quedó con severos problemas en la columna y una ceguera parcial tras pasar 17 días infernales en un centro de detención de Papudo. Hasta la actualidad, no puede realizar ningún tipo de actividad física pesada, como la que realizaba cuando era empleado de la Portuaria de Valparaíso.
Con todo, a Báez no le fue tan mal como a un grupo de trabajadores de la empresa Elecmetal, propiedad de Ricardo Claro. Según relata Mario Fernández, ex trabajador de esa compañía, él mismo presenció como sus dos hermanos y varios miembros del sindicato fueron citados a la oficina de la gerencia por el interventor militar Patricio Altamirano, el gerente Gustavo Ross y el director, Fernán Gazmuri. Los trabajadores salieron de allí esposados y en poder de carabineros. No se les volvió a ver con vida.
“Meses antes que viniera el golpe, el gerente Gustavo Ross, citó a mi hermano Juan para conversar. Le dijo que si no dejaba libre a la empresa, sufrirían las consecuencias,” relata Mario Fernández. Para él está claro que Elecmetal lo entregó para que fuera asesinado.
El abogado Juan Agustín Figueroa, que formaba parte del directorio de la compañía cuando ocurrieron los asesinatos, desmiente las declaraciones de Fernández.
“Nadie se le pasó por la mente que los detenidos iban a parar a una patrulla militar y que iban a aparecer baleados,” dice el penalista. Pese a ello, Fernández sostiene que aunque la empresa estaba intervenida por los militares, era Ricardo Claro el que daba las ordenes ahí, vía telefónica. "El nunca perdió el poder. Y todos sabían lo que iba a pasar. Sabían en qué condiciones estaban matando a los trabajadores", reclama.
Certificados
La Universidad Católica de Valparaíso no escapó a esta ola de soplonaje. Tras el golpe, la UCV quedó en manos de un marino quien contó con mucha colaboración voluntaria y espontánea de profesores y alumnos para elaborar listas de alumnos indeseables. Cuando se reanudaron las clases, los alumnos debieron presentarse en un galpón de la escuela de Ingeniería donde les informaban si estaban "sin problemas", "condicional" o "expulsados". Estos últimos recibieron un certificado en el que se los acusaba de "ser un peligro para la actividad académica de la universidad, por su condición de extremista violentista". Ese fue el caso de Enrique Núñez, quien por entonces estudiaba agronomía. No solo fue expulsado sino borrado de los registros de la universidad.
Peor suerte corrieron al menos tres estudiantes de la UCV incluidos en esa fatídica lista. María Isabel Gutiérrez y Alfredo García fueron llevados al Regimiento Maipo dónde se les perdió el rastro; en tanto, Silvio Pardo, estudiante de derecho, desapareció en el Cuartel Silva Palma.
Núñez cree que la UCV está en deuda con esas personas y que una forma de reparar su colaboracionismo "sería que la universidad, en un gesto digno, les diera un titulo póstumo a todos los que fueron víctimas de la represión. Eso no les cuesta un peso. Pero falta la voluntad política para enfrentar las culpas propias".
Los Impordonables
Fuente :La Nación, 5 de Diciembre 2004
Categoría : Prensa
Ninguno de ellos colocó un cátodo de electricidad o introdujo ratones en los cuerpos de algunos de los miles de prisioneros torturados. Ni siquiera los golpearon. Pero como lo reconoció el general Juan Emilio Cheyre, en esto hubo una responsabilidad institucional, que por cierto va más allá de los uniformados. Fue un entramado político, jurídico y comunicacional que dio sustento al régimen militar, tal como lo consigna el informe sobre Prisión Política y Tortura. Estos hombres no vistieron uniforme, pero sí se pusieron la camiseta para avalar estos horrores. Algunos dicen que no sabían, que fueron engañados y que incluso ayudaron para que estos hechos no siguieran ocurriendo. El 76 por ciento de los consultados por la Fundación Futuro cree que sí sabían. El 84 por ciento estima que deben pedir perdón. Y usted ¿qué cree?
AGUSTíN EDWARDS
Los atentados y restricciones a la libertad de expresión durante la dictadura fueron los más duros y extensos en la historia de Chile. Desde el mismo día del golpe se cerraron y se expropiaron medios. Centenares de periodistas debieron salir al exilio. Decenas fueron detenidos y torturados y algunos hasta asesinados, como el editor de Análisis José Carrasco.
Sin embargo, los medios que subsistieron -El Mercurio, La Tercera, Qué Pasa, Ercilla y La Nación- nada dijeron al respecto, salvo para justificar los hechos en toda su dimensión. De ahí que el Informe sobre Prisión Política y Tortura sostenga que los medios de comunicación durante la dictadura "constituyeron un soporte cotidiano del gobierno".
Como caso emblemático, el informe reproduce un editorial de El Mercurio del 5 de octubre de 1973, en el cual se afirma que la actuación de los servicios de seguridad estaba "plenamente justificada" porque el país se encontraba en guerra. También alude a un editorial de Las Ultimas Noticias, de abril de 1978, en el que se celebraba el "buen criterio, ponderación y responsabilidad" con que actuaba el régimen.
El informe no lo incluye, pero resulta memorable también un titular de La Segunda, de junio de 1975, que dio cuenta de la muerte de 119 chilenos que a esa fecha figuraban en las listas de detenidos desaparecidos: "Miristas se matan como ratas". Sobre el mismo caso, hoy conocido como Operación Colombo, El Mercurio publicó que "estos seudo detenidos o secuestrados son transportados a Argentina a fin de que se incorporen a movimientos guerrilleros y, tras recibir adiestramiento, son retornados a Chile".
Todos estos medios estaban en las manos y bajo la atenta mirada de su dueño, Agustín Edwards Eastman. El 'Duny', como le llaman sus cercanos, no ha hecho ningún gesto de arrepentimiento.
La Tercera también hizo lo suyo y reprodujo esta noticia tal y como la presentó la DINA en sus comunicados. Incluso fue más allá. Sostuvo que el hallazgo de los cadáveres "ponía en descubierto las burdas maniobras con que los elementos de izquierda se preparaban para esperar a la llamada Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas", agregando que Amnesty International "no tendrá otra cosa que borrar sus nombres de la lista de personas desaparecidas en Chile". El director de La Tercera a esa fecha era Alberto Guerrero.
JAIME GUZMÁN
El asesinado senador fue de los primeros civiles en ponerse a disposición de los militares. No ejerció cargo de autoridad en el gobierno, pero operó en las sombras; al principio, como principal asesor y consejero de la Junta Militar y de Pinochet -a quien incluso le escribía sus discursos- y, tiempo después, como miembro de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución y luego de la Comisión de Estudios de Leyes Orgánicas Constitucionales, que dieron sustento jurídico al régimen.
Sólo días después del golpe de Estado, en una de sus primeras minutas a la Junta, Guzmán marcaba la pauta de la brutalidad con que actuaron los servicios de seguridad: "El éxito de la Junta está directamente ligado a su dureza y energía, que el país espera y aplaude. Todo complejo o vacilación a este propósito será nefasto. El país sabe que afronta una dictadura y lo acepta… Transformar la dictadura en dicta-blanda sería un error de consecuencias imprevisibles".
El fundador del gremialismo y miembro de Patria y Libertad (entre 1970 y 1972), tenía en mente desde los inicios del régimen la creación del movimiento que en 1983 se convirtió en la UDI, un partido a la medida del régimen. De hecho él mismo lo definió como "un nuevo movimiento cívico-militar que respalde a la Junta y dé prolongación fecunda y duradera a su gestión", cuando propuso su creación, en otro memorando a la Junta fechado en octubre de 1973. Tiempo después, en 1978, los gremialistas se declararon abiertamente pinochetistas.
Fue así que el gremialismo -y UDI después- se levantó como el principal grupo de poder de la dictadura. La historia se encarga de confirmarlo. Los nueve senadores de la UDI en ejercicio fueron funcionarios de Pinochet y la mayoría de sus diputados fueron alcaldes designados o directivos de la Secretaría Nacional de la Juventud. Todos los presidentes que la UDI ha tenido fueron también funcionarios del régimen: Julio Dittborn fue director de Pro Chile, director de la Refinería de Con Con y subdirector de Odeplan, Jovino Novoa fue subsecretario de Gobierno y Pablo Longueira fue asesor del ministerio de Vivienda y Urbanismo.
JOVINO NOVOA
Después de conocer el Informe Valech, Jovino Novoa dijo que los civiles que cumplieron funciones en la dictadura no tenían causa, razón o motivo para sentirse avergonzados o arrepentidos. "La participación de los civiles significó una mejoría notable en la situación de los derechos humanos", sostuvo, refiriéndose a la "civilización" del régimen iniciada en 1978, cuando la DINA fue reemplazada por la CNI y asumió el ministerio del Interior el hoy senador por la UDI Sergio Fernández. Mérito que también le correspondería, porque él entró al gobierno militar en junio de 1979.
Pero si bien el Informe Valech sostiene una baja numérica de las prácticas de tortura después de esa fecha, igualmente consigna que de ahí en adelante el sistema de violación de los derechos humanos "se caracterizó por un mayor refinamiento", tanto en el uso de instrumentos jurídicos que facilitaron la tortura como en el empleo de aparatos más sofisticados, que permitían graduar el voltaje de la electricidad que aplicaba a las víctimas.
"La autorización para mantener incomunicados a los detenidos por largos períodos …favorecía la aplicación de torturas", afirma el informe. Y esas autorizaciones venían del Ejecutivo en el que Novoa participaba.
Mientras Novoa fue subsecretario General de Gobierno, en esas dependencias se planeó el asesinato de Tucapel Jiménez. Y, según afirmó el hijo del sindicalista a LND, Novoa fue quien "dio la orden de perseguir y amedrentar" a su padre. El crimen lo ejecutaron miembros de la Secretaría Nacional de los Gremios, que estaba a su cargo. Los tribunales no encontraron razones para juzgar a Novoa.
Además del control de la Secretaría de los Gremios, la Segegob tenía a su cargo la Secretaría Nacional de la Mujer y de la Juventud y la movilización de civiles para los actos del régimen. También le correspondía ejercer el control de los medios de comunicación, que incluía el nombramiento de ejecutivos y directores en TVN y La Nación, la censura previa ejercida por Dinacos y la implementación de la política comunicacional.
Al término de sus servicios en el aparato de gobierno, Novoa asumió como jefe de servicios informativos de El Mercurio.
RICARDO GARCÍA
Ricardo García Rodríguez reemplazó a Sergio Onofre Jarpa en el ministerio del Interior en febrero de 1985, implementando una política aún más dura que la de su antecesor. Debutó en el cargo con el caso degollados, ocurrido en marzo del mismo año, que terminó con tres profesionales comunistas muertos y abandonados en un camino en Quilicura y determinó la salida de la Junta Militar del director general de Carabineros César Mendoza. Al mes siguiente fue secuestrada la sicóloga Carmen Andrea Hales, hija del ex ministro de Minería Alejando Hales y hermana del diputado Patricio Hales.
En julio de 1986, durante la represión de una protesta, son quemados vivos los jóvenes Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas Denegri, quien fallece a consecuencia de las lesiones.
Tras el atentado contra Pinochet, en septiembre de ese mismo año, García decreta el estado de sitio. La medida se tradujo en allanamientos masivos y diversas operaciones en toda la Región Metropolitana, con más de un centenar de detenidos; entre ellos, el ahora Presidente Ricardo Lagos, el actual diputado Patricio Hales, el ex ministro Germán Correa, entonces dirigente del MDP, y el sacerdote Rafael Maroto. Simultáneamente decretó el cierre de las revistas Análisis, Apsi, Hoy, Cauce y La Bicicleta, del diario Fortín Mapocho y las agencias Ansa, Reuter y Latín Reuter.
En la madrugada del 9 de septiembre fueron detenidos en sus domicilios el editor internacional de Análisis José Carrasco, el electricista Felipe Rivera, el publicista Abraham Muskatblic y Gastón Vidaurrázaga. Al día siguiente aparecieron los cuerpos de los cuatro infortunados, con 15 balazos cada uno.
En 1987, poco antes de abandonar el cargo, Ricardo García firma el requerimiento en contra del dirigente socialista Clodomiro Almeyda.
Su hermano, Juan Ignacio García, fue designado director del Servicio Electoral cargo que desempeña hasta hoy.
CURA HASBÚN
Entre las víctimas de la dictadura se cuentan cuatro sacerdotes asesinados: Miguel Woodward, Juan Alsina, Gerardo Poblete y André Jarlán. Otro, Antonio Llidó, engrosó las listas de los desaparecidos tras ser detenido por la DINA en 1974. Decenas de curas y monjas sufrieron tortura en centros de detención y centenares debieron abandonar el país con órdenes de expulsión.
Mientras todo esto ocurría, Hasbún se dedicaba a dar sus opiniones por las pantallas de canal 13, en las páginas de El Mercurio y en radio Agricultura. Desde allí apoyó y alentó a las fuerzas de seguridad y al régimen en general. También fue un ferviente defensor de Colonia Dignidad. El Informe Valech señala que "hubo testimonios que coincidieron en señalar que algunos detenidos por la DINA o la CNI fueron trasladados a la Colonia Dignidad. Ex detenidos la mencionan como centro de detención y tortura".
Hasbún sostuvo en su oportunidad que Chile debía estar "agradecido" de la DINA, que el sufrimiento de Pinochet en Londres era similar al de Jesucristo y que el juez Garzón era un "sinvergüenza". En una de sus últimas intervenciones en Canal 13, dijo que los socialistas son "intrínsecamente antipatrias" y "parásitos que profitan chupando la sangre ajena". Hoy sigue haciendo de las suyas en las pantallas del Mega, el canal de Ricardo Claro.
SERGIO ONOFRE JARPA
Sergio Onofre Jarpa es uno de los 39 extraditables del juez Garzón. Este fundador de RN y ex presidente del partido fue delegado del régimen ante la ONU en 1974, embajador en Colombia y en Argentina y ministro del Interior entre 1983 y 1985. Su misión en esta cartera fue encabezar la apertura, la transición que terminaría por entregar el gobierno a la civilidad. En ese contexto inició el diálogo con la opositora Alianza Democrática, bajo los oficios del cardenal Juan Francisco Fresno. Pero ello no detuvo la ola de violencia política, todo lo contrario.
A sólo un día de haber asumido, el 11 de mayo de 1983, sacó 10 mil soldados a la calle para hacer frente a la primera protesta nacional. Hubo decenas de muertos y centenares de heridos, especialmente en las poblaciones más populares.
Su mandato estuvo lleno de hitos en la violación de los derechos humanos. La comisión Rettig consignó decenas de muertes a manos de los servicios de seguridad durante su período, algunas en acciones concertadas. Como la ocurrida el 7 de septiembre del mismo año, cuando la CNI ejecutó a cinco miristas en calle Fuenteovejuna y Janequeo. En este proceso, Jarpa declaró como inculpado. El 11 de noviembre de 1983, Sebastián Acevedo se quemó a lo bonzo en la plaza de Concepción, como una manera desesperada de exigir que la CNI liberara a sus dos hijos que estaban siendo torturados en recintos secretos. El hecho dio pie para la creación del Movimiento Nacional Contra la Tortura Sebastián Acevedo, que quiso oponer la no violencia a la brutalidad del régimen. Sus miembros fueron violentamente reprimidos en cada una de sus manifestaciones, no sólo por carabineros, sino también por los memorables "gurkas", civiles que se infiltraban entre los manifestantes y que hicieron su debut con Jarpa.
En agosto de 1984, tuvo lugar otro operativo simultáneo de la CNI en varias ciudades del sur, que dejó 7 miristas muertos.
Mientras Jarpa estuvo en Interior, se creó también la Dicomcar, el aparato de inteligencia de Carabineros, que operó impunemente durante este período, igual que el Comando de Vengadores de Mártires, Covema.
Jarpa tampoco trepidó en aplicar la Ley de Seguridad Interior del Estado para clausurar medios y aplicar una férrea censura a otros, que terminó con ediciones de revista Hoy, Apsi y Análisis con páginas en blanco. Las detenciones, amedrentamientos, golpizas y relegaciones de periodistas se hicieron cotidianas.
Jarpa dejó su cargo en medio del Estado de Sitio.
AMBROSIO RODRÍGUEZ
El ahora presidente del Tribunal Supremo de RN, Ambrosio Rodríguez, comenzó sus servicios a la dictadura como encargado de los sumarios a los profesores de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, recién acaecido el golpe de Estado. Por esa vía expulsó al 80 por ciento de los docentes, aduciendo que impartían marxismo en sus clases.
En 1977 tuvo una oscura participación, en calidad de abogado de la familia, en la desaparición en Argentina del matrimonio chileno integrado por Jacobo Stoulman y Matilde Pessa. Pese a ser citado a declarar en varias oportunidades en este caso, nunca se presentó ante tribunales.
A poco andar se transformó en asesor jurídico del ministerio del Interior y, en esa calidad, en 1978, declaró a la prensa que "los supuestos desaparecidos" estaban viviendo en el extranjero con identidades falsas. En el mismo cargo, en 1980 representó al gobierno militar en la vista del recurso de amparo que buscaba dejar sin efecto la expulsión del país del DC Jaime Castillo Velasco, presidente de la Comisión Chilena de Derechos Humanos. Y ganó la contienda.
Años después se le inventó el cargo de Procurador General de la República para darle más prestancia. Allí estaba cuando, en 1988, se ejecutó la Operación Albania, que terminó con 12 miembros del FPMR muertos a manos de la CNI. Para validar la tesis del enfrentamiento, que luego los tribunales se encargaron de desvirtuar, Rodríguez aseguró que todo se había hecho en presencia de un juez y un fiscal.
Tras el término de la dictadura, Rodríguez ha complementado sus actividades políticas con el ejercicio de su profesión de abogado, en la defensa de Augusto Pinochet, en Londres y Santiago; del ex director de la CNI Humberto Gordon; de los procesados en el Caso Degollados; de Augusto Pinochet junior en el caso Pinocheques; y en la mismísima Operación Albania.
También asumió la defensa del ex ministro de la Corte Suprema Hernán Cereceda Bravo, destituido por el Senado "por notable abandono de deberes" en el caso de Alfonso Chanfreau, desaparecido en 1974.
MANFREDO MAYOL
Manfredo Mayol es en la actualidad uno de los samuráis de Lavín, encargado del manejo comunicacional de su candidatura. Misma función que cumple en la UDI, en donde ha tenido una importante participación en el manejo del caso Spiniak. En mayo de este año, tras la salida de Longueira de la presidencia del partido, Mayol obtuvo la primera mayoría como integrante de la nueva comisión política de la colectividad.
En tiempos de dictadura, Mayol fue vicepresidente de Radio Minería, director de Ercilla y ejecutivo de canal 13 y TVN. Para el golpe, Mayol era subeditor de prensa en canal 13 y el sacerdote Raúl Hasbún el director del medio. Cuando Hasbún dejó el cargo, en marzo de 1974, Mayol ascendió a editor. En 1978, para la consulta, era gerente de TVN.
Para el plebiscito del 88, era asesor del subsecretario de gobierno, coronel Alfonso Rivas, y fue uno de los convocados por el ministro del Interior Sergio Fernández para mejorar la franja del Sí, después que su primera edición alterara los ánimos de los pinochetistas. Fue uno de los creativos que puso a la ex esposa de Ricardo Lagos en la pantalla haciendo íntimas y duras críticas a su ex cónyuge. Lejos de repuntar, la franja del Sí perdió más adherentes.
A Mayol se le atribuye también la autoría de varios tongos comunicacionales ideados para distraer la atención pública de los hechos que ocurrían en el país. Uno de ellos es el exagerado despliegue de prensa para el paso del cometa Halley, que finalmente casi nadie vio. Otro, más ambicioso, fue en las apariciones de la virgen en Villa Alemana entre junio de 1983 y mediados de 1988, cuando las protestas contra el régimen ardían.
El compromiso de Mayol con el régimen fue más allá de su desempeño profesional como publicista. Mayol integró el Frente Juvenil que surgió como un movimiento de apoyo al régimen en la ceremonia de Chacarillas, en julio de 1977, y mantuvo estrechos vínculos con agentes de seguridad. De hecho, la propia defensa de Alvaro Corbalán Castilla, en el caso Operación Albania, aportó a tribunales la nómina de vistas registradas en su residencia la noche anterior a cometerse el crimen. Entre ellas estaba Manfredo Mayol.
RICARDO CLARO
Ricardo Claro se integró al gobierno militar como asesor del canciller, contraalmirante Ismael Huerta, el 12 de septiembre de 1973. Días después acompañó a Huerta a Washington en lo que sería la primera intervención del régimen ante la Asamblea de la ONU. Su función fue bien específica: conseguir recursos económicos para el gobierno militar.
Para la realización de la sexta asamblea de OEA, en Santiago en 1976, Claro fue designado coordinador general del encuentro. Las violaciones de los derechos humanos fueron tema obligado y los esfuerzos de Pinochet y sus funcionarios dieron sus frutos: la resolución final hizo una tibia censura que El Mercurio transformó en apoyo total. El entonces presidente de la Comisión Chilena de Derechos Humanos, Jaime Castillo Velasco, y Andrés Zaldívar se las ingeniaron para hacer llegar a los delegados algunos documentos que denunciaban las muertes, desapariciones y torturas. Ricardo Claro los acusó de traidores y el régimen dispuso la expulsión de Castillo y la prohibición de ingreso de Zaldívar. Claro también estuvo presente en la reunión que Pinochet sostuvo con Henry Kissinger en aquella ocasión.
A Claro también se le ha vinculado en la detención y desaparición de un grupo de trabajadores de Elecmetal, empresa de su propiedad. Según ha relatado Mario Fernández, hermano de dos de las víctimas y ex trabajador de esa compañía, él mismo presenció cómo ellos fueron citados a la oficina de la gerencia por el interventor militar Patricio Altamirano, el gerente Gustavo Ross y el director, Fernán Gazmuri, para ser entregados a carabineros.
Hace un par de años Claro fue funado en las puertas de Megavisión. Los manifestantes aseguraron que Claro puso a disposición de las fuerzas de seguridad dos barcos de otra de sus empresas, la Compañía Sudamericana de Vapores, para ser usados como centros de detención y tortura. Uno de ellos, el Maipo, trasladó a 380 detenidos desde Valparaíso hasta Pisagua. Muchos de sus "pasajeros" perdieron la vida. El otro, el Lebu, cumplió el rol de cárcel flotante y más de dos mil personas pasaron por sus bodegas y camarotes.
SERGIO DIEZ
El ahora presidente de RN fue delegado ante la Tercera Comisión de la Asamblea General ONU en 1975. Allí le tocó dar explicaciones por más de un centenar de chilenos que figuraban como detenidos desaparecidos en listas elaboradas por organismos de derechos humanos.
En su impecable labor presentó documentos para desmentir las acusaciones. Entre ellos, falsos certificados de autopsia emitidos por el Instituto Médico Legal que indicaban la muerte en enfrentamiento de algunas de las víctimas. En otros casos mostró certificados del Registro Civil que afirmaban que algunos "no tenían existencia legal en Chile".
La tienda de Diez tampoco está exenta de responsabilidad, pese a que a sus dirigentes les fascina sostener lo contrario, argumentando la "juventud" del partido. RN nació en plena dictadura. Su antecesor directo, el Movimiento de Unidad Nacional (MUN), encabezado por Andrés Allamand, fue digitado desde el gobierno en 1983 por el entonces ministro del Interior, Sergio Onofre Jarpa. La fundación de RN, en 1987, reunió al MUN con la UDI y el Frente Nacional del Trabajo, fundado por Jarpa cuando abandonó el gobierno, en 1985. Esta unidad se quebraría recién en 1988, cuando el plebiscito estaba ad portas.
Sus principales figuran tampoco nacieron ayer. De los siete senadores que hoy tiene RN, sólo Alberto Espina no participó en el régimen militar. Carlos Cantero fue alcalde designado; Mario Ríos Santander fue subsecretario general de Gobierno, director del área de salud de la Corporación Nacional de Desarrollo Social, asesor de los ministros de Salud y Hacienda, presidente de Chile Films y alcalde desigado; Antonio Horvath fue director de Vialidad en Aysén y luego seremi de Obras Públicas; Baldo Prokurica fue intendente subrogante y gobernador; José García Ruminot fue seremi de Gobierno, jefe del Departamento Social de la Intendencia y alcalde designado; y Sergio Romero fue subsecretario de Agricultura.
Más de la mitad de sus diputados también tuvo cargos en el gobierno militar. Entre ellos, Alberto Cardemil, quien fue asesor del Ministerio de Agricultura, vicepresidente ejecutivo de Indap, representante del gobierno militar ante misiones especiales, subsecretario de Agricultura subrogante y subsecretario del Interior.
Ricardo Claro, que en paz no descanses
Fuente :Comisión funa, 28 de Octubre 2008
Categoría : Prensa
Según relata Mario Fernández, ex trabajador de esa compañía, trabajadores de la empresa Elecmetal -propiedad de Ricardo Claro – él mismo presenció como sus dos hermanos y varios miembros del sindicato fueron citados a la oficina de la gerencia por el interventor militar Patricio Altamirano, el gerente Gustavo Ross y el director, Fernán Gazmuri. Los trabajadores salieron de allí esposados y en poder de carabineros. No se les volvió a ver con vida.
-Meses antes que viniera el golpe, el gerente Gustavo Ross, citó a mi hermano Juan para conversar. Le dijo que si no dejaba libre a la empresa, sufrirían las consecuencias- relata Mario Fernández. Para él está claro que Elecmetal lo entregó para que fuera asesinado. El abogado Juan Agustín Figueroa, que formaba parte del directorio de la compañía cuando ocurrieron los asesinatos, desmiente las declaraciones de Fernández.
-Nadie se le paso por la mente que los detenidos iban a parar a una patrulla militar y que iban a aparecer baleados- dice el penalista.
Pese a ello, Fernández sostiene que aunque la empresa estaba intervenida por los militares, era Ricardo Claro el que daba las ordenes ahí, vía telefónica. "El nunca perdió el poder. Y todos sabían lo que iba a pasar. Sabían en que condiciones estaban matando a los trabajadores", reclama.
Este empresario formo parte del directorio de ELECMETAL (junto con Fernando Gazmuri Plaza, Danilo Garufulic, Gustavo Ross Ossa, Raúl Briones y Patricio Altamirano) entregó a sus trabajadores para que los asesinaran: José Devia, José Maldonado, Augusto Alcayaga, Juan Fernández Cuevas y Guillermo Flores.
También era dueño de la Cía. Sudamericana de Vapores al momento del Golpe Militar y facilito sus barcos para que allí fueran torturados y hecho desaparecer muchos chilenos. Cómplice de los asesinatos de la dictadura.
Desde el mismo 11 de septiembre la compañía puso a disposición de la armada dos de sus barcos. Uno de ellos, el Maipo, trasladó a 380 detenidos desde Valparaíso hasta Pisagua.
Muchos de sus pasajeros perdieron la vida. El otro barco facilitado fue el Lebu, que cumplió el rol de cárcel flotante. Más de dos mil personas pasaron por sus bodegas y camarotes.
Siempre se ha hablado de que los cuerpos de los prisioneros no sólo fueron arrojados al mar desde helicópteros del Comando de Aviación del Ejército, como está comprobado en la investigación del juez Juan Guzmán en el proceso por la muerte de Marta Ugarte, sino que también fueron lanzados desde algún barco y su obra se atribuye a la Armada.
Memoria popular sobre el barco Lebu: maqueta de la cárcel flotante de la Marina en Valparaíso será entregada próximamente a la comunidad
Fuente :elclarin.cl, 17 de Agosto 2021
Categoría : Prensa
El “Proyecto Lebu” partió de una idea compartida al calor de un café a mediados del año pasado cuando se conversó sobre la posibilidad de realizar una maqueta de buque LEBU, embarcación convertida en “Cárcel Flotante” por la Marina en los primeros meses del golpe de Estado de 1973 en Valparaíso.
Como planteaba en una crónica anterior, para los porteños y las porteñas el barco “LEBU” simboliza – junto a otros recintos de la Armada de Chile, como por ejemplo el Cuartel Silva Palma, la Academia de Guerra y el Buque Escuela Esmeralda – el horror de la prisión política y tortura realizada en contra de los chilenos y chilenas acá en el Puerto.
Antonio Oyarzo, ex prisionero político, asumió la gestión de este Proyecto, convocando a un grupo de compañeras y compañeros que con su dedicación, esfuerzo y entusiasmo han permitido que después de un año de ardua labor, aún con todas las limitaciones y complicaciones asociadas a la emergencia sanitaria presente en nuestro país, el trabajo programado esté “llegando a buen puerto”.
Durante esta ardua travesía este Proyecto, centrado inicialmente en la confección de la maqueta, se fue enriqueciendo y ampliando con nuevas propuestas y aportes, lo que finalmente se ha materializado, además de la elaboración de la maqueta, en la edición de un libro, la creación de dos canciones, una arpillera y registros audiovisuales que recopilan diferentes testimonios de quienes estuvieron prisioneros(as) en este recinto de detención y tortura de la Armada de Chile, como también de sus familiares, compañeros, compañeras y amigos(as), transformándose de esta forma en un amplio y valioso rescate de la Memoria Histórica Popular.
Más allá de lo doloroso que ha significado revivir estas memorias para los sobrevivientes y las sobrevivientes de esta horrorosa experiencia, este trabajo se ha convertido en un hermoso proyecto colectivo que permitirá a las nuevas y futuras generaciones conocer la historia de las brutales violaciones a los Derechos Humanos cometidas en Valparaíso por agentes del Estado, y en este caso específico por integrantes de la Marina, constituyéndose de esta manera en un ejercicio pedagógico de Educación Popular y Memoria.
El Calendario de Actividades que dará el “zarpe” oficial a la entrega de este Proyecto a la comunidad se inicia el viernes 27 de agosto con el Primer Conversatorio Virtual, donde ex prisioneros y prisioneras políticas compartirán las experiencias vividas en el barco cárcel flotante LEBU, actividad que se trasmitirá por el Parque Cultural de Valparaíso a través de su plataforma de difusión virtual: www.youtube.com/user/cominicacionesPCdV, a las 19 horas. Posteriormente se realizará un Segundo Conversatorio el día 27 de septiembre.
La exposición oficial de la maqueta, junto con los materiales audiovisuales y la entrega del libro se llevará a efecto en el mes de noviembre o diciembre del presente año, con la idea que se haga de manera presencial, lo que dependerá de las condiciones sanitarias en que nos encontremos.
Este fin de semana concurrí al lugar en donde se está terminando la construcción de la Maqueta del LEBU para conversar con el “Equipo Motor” encargado de este Proyecto, quienes se encuentran dedicados a llevarlo adelante acá en la ciudad de Valparaíso.
En primer lugar conversé con el artista popular Mario “Puelche” Zamora:
¿Cuál es su impresión compañero ahora que estamos en la etapa final de la confección de la maqueta?
“Para mí es una satisfacción haber realizado junto con mis compañeros un aporte a la historia de Valparaíso y de la realidad que se vivió en aquellos años de dictadura. Como se dice, hemos traído al momento actual la realidad que se vivió en ese entonces.“
¿Considera, por lo tanto, que este trabajo es un aporte a la Memoria Histórica de Valparaíso?
“Por supuesto. Creo que es un aporte bastante grande a la historia reciente de Chile. Es el ejercicio de la Memoria Histórica, material y espiritual que tuvo Chile en ese momento, que fue un momento tan difícil y doloroso que tuvo Valparaíso. Mucha gente, cuando yo subo a los troles me dice “compañero lo felicito, está muy bien lo que está haciendo”, porque este trabajo que estamos haciendo se ha conocido en Valparaíso, en Chile e incluso a nivel mundial”.
Luego conversé con Antonio Oyarzo, gestor e impulsor de este importante trabajo de Memoria relacionado con las violaciones a los Derechos Humanos en la ciudad Puerto.
¿Compañero Antonio, me podría relatar en qué etapa se encuentra actualmente el Proyecto LEBU?
“El Proyecto LEBU está próximo a terminarse y comienza su etapa de difusión pública el viernes 27 de agosto, vía telemática, a las siete de la tarde, por el canal Youtube del Parque Cultural, con el Primer Coversatorio, donde participarán ex presos políticos y familiares de ellos. Esa es la primera etapa. La segunda actividad, que también ya está programada, es el Segundo Conversatorio, donde también participaran ex presos políticos y familiares, con hijos de personas que estuvieron detenidos en el barco LEBU, será a fines de septiembre.”
¿También será una actividad virtual en esta segunda ocasión?
“Estamos estudiando el asunto y tenemos que discutirlo para tomar alguna decisión al respecto. Todo depende de cómo se va presentando la situación de la pandemia.”
¿Qué sientes en estos momentos en que se llega a las etapas finales de este Proyecto?
“Me siento profundamente satisfecho, orgulloso y emocionado, porque seguimos aportando en este relato de Memoria Histórica y aún cuando falta mucho por rescatar todavía, este es un aporte que nos llena el espíritu y nos da energía para continuar nuestra lucha contra el olvido, por la justicia y contra la impunidad. Es muy necesario seguir realizando proyectos como este, que sirva para que los jóvenes y muchachas puedan educarse en esta materia de los Derechos Humanos. Estas son herramientas para ellos. El libro que vamos a entregar en noviembre es la primera publicación que se hace específicamente sobre esta “Cárcel Flotante”, después de 48 años de que ocurrieron estos repudiables hechos.”
¿Me podría hablar del contenido del libro sobre el LEBU?
“Este libro tiene testimonios y documentación de las personas que estuvieron detenidas allí, que fueron torturadas ahí, también hay documentación de los flageladores que participaron aplicando estas torturas; hay relatos de menores de edad; hay testimonios de compañeras que pasaron por este barco estando embarazadas; incluso hay una historia relacionada con el Capitán del barco antes de que este fuera utilizado como recinto de prisión y tortura; es un libro bastante completo y por eso pensamos que será una herramienta muy importante para las nuevas generaciones.”
¿Qué me podría contar al Equipo de Trabajo que ha desarrollado este Proyecto?
“Somos ocho voluntades, aquí está el equipo que puedes ver en Chile, la compañera Verónica Garrido, su compañero Ricardo Aravena, que es un ex preso del barco LEBU; también está la compañera Elizabeth González, que fue quien hizo la Arpillera. En el extranjero tenemos el aporte maravilloso de compañeros como: Gilberto Hernández, desde Inglaterra que es el diseñador del Libro, que ha hecho un trabajo extraordinario; Alvaro Vidal, desde Alemania, quien creó una hermosa y potente canción; el Lucho Madariaga en Dinamarca que se ha preocupado de todo lo que es diseño de afiches, de diseñar y crear una página web en Youtube; desde Estados Unidos tenemos al Pato Carrasco, que en forma silenciosa nos ha apoyado mucho. Es un equipo que me hace sentir muy pleno, muy agradecido.”
¿Cómo ha sido la recepción y solidaridad con este Proyecto?
“Estoy absolutamente superado, gratamente sorprendido, porque hemos recibido el aporte de una enorme cantidad de personas que en forma desinteresada y anónima nos han cooperado económicamente para llevar a buen puerto este trabajo. Diría que más de un noventa por ciento son personas ajenas a la prisión en el LEBU; del mundo de los ex presos políticos que estuvo en este barco el aporte para este Proyecto fue bastante mínimo. El aporte económico recibido desinteresadamente, como te decía, de muchísimas personas anónimas, nos ha permito solventar los gastos y sacar adelante este valioso Proyecto.”
Una familia que en esos momentos visitaba el lugar, al ver la maqueta del buque, preguntaron de qué se trataba este asunto y Ricardo Aravena, ex prisionero político que estuvo detenido en esta “Cárcel Flotante” de la Marina, les relató a grandes rasgos el Proyecto en cuestión. Pude observar el entusiasmo y atención con la que esta familia escuchaba el testimonio, interactuando activamente y realizando una serie de preguntas que llevaron a explicar mucho más en profundidad lo que sucedió arriba del barco, transformándose dicho momento en un interesante ejercicio de Educación Popular.
Posteriormente conversé con Ricardo Aravena, quien también ha cooperado en la confección directa de la maqueta, aportando, además, una serie de detalles que guardaba en su memoria que han permitido elaborar una réplica del LEBU mucho más fiel y, aunque parezca paradojal, darle más vida a esta maqueta. Se hicieron numerosas figuras que representan tanto a los prisioneros y prisioneras políticas que estuvieron detenidas allí, como a los marinos que las custodiaban.
¿Ricardo, me podrías decir quien realizó estas figuras, que agregan un elemento muy interesante, que le proporciona “vida” a la maqueta?
“Claro, íbamos a utilizar una foto, una imagen de los prisioneros en el fondo de la bodega del barco, pero nació la idea de hacer estas figuras, entonces le pedí el favor a mi hermana, Leonor Aravena, para que ella me hiciera estas figuras, le expliqué de qué se trataba y como ella vivió todo lo que me pasó a mí con la tortura, al igual que mi familia, pudo hacerlas con más propiedad. Ella no estuvo detenida, pero a mi hermano mayor y a mí nos detuvieron, pero toda la familia sufrió lo que significó todo esto. A mi hermano lo detuvieron para que yo me entregara y estuvo detenido cuatro días en la Academia de Guerra.
¿Tú hermana Leonor estudió algo relacionado con arte?
“No, esta habilidad es de familia, este talento viene por parte de mi madre, ella hacía cerámica en frío, pintura en género, repostería, y mi hermana aprendió eso. Entonces ella nos hizo las figuras en cerámica en frío.”
¿Cuántos días estuviste prisionero en el LEBU?
“Estuve detenido 18 a 20 días. Entré el primero de diciembre hasta el 19 de diciembre, y de ahí nos trasladaron al Campo de Prisioneros de Colliguay.”
¿Cuál es la sensación tuya ahora que se está concretando este Proyecto?
“Cuando me invitó Antonio a participar acá acepté con gusto y la sensación que tengo ahora es que me siento más liberado, porque he sacado muchas cosas de adentro que no las había contado. A pesar que ha sido difícil recordar todo esto, me hace liberar y estar mucho más sano mentalmente. He vuelto a tomar conciencia de todo lo que nos pasó, porque yo incluso podría haber sido asesinado o desaparecido y ser un sobreviviente es una experiencia fuerte, una experiencia grande.”
¿Te parece que todo este trabajo es un ejercicio de pedagogía popular?
“Esta es memoria pura, porque al LEBU casi no se le ha nombrado, la Armada siempre lo ha negado, se sabe de la Esmeralda principalmente por el caso del cura Woodward, pero el buque LEBU está invisibilizado. Con esto queremos que se conozca la realidad de lo que vivimos nosotros, con nuestros compañeros en este buque y que quede en la historia de Chile. Acá en Valparaíso todos tienen un familiar, algún conocido o un compañero de colegio que estuvo preso en el LEBU, pero está como guardado en la memoria y con esto queremos que salga a la luz para toda la comunidad.”
Por último, conversé con la compañera Verónica Garrido, otra integrante de este grupo motor que ha estado funcionando acá en Valparaíso desde hace un año para sacar adelante la tarea propuesta.
¿Compañera Verónica, cuál es su sensación en estos momentos?
“Siento una emoción y una alegría enorme. El año pasado cuando Antonio se acercó a conversar con Ricardo sobre el proyecto, jamás me imaginé que después de un año lo estaríamos terminando. Era muy niña cuando pasó todo esto y de a poco he conocido la historia. Fue muy fuerte para todas las personas que estuvieron ahí, por eso estoy feliz de haber podido ayudar aunque sea con un granito de arena.”
¿Sabías algo sobre el buque LEBU antes de comenzar este Proyecto?
“Nada. Ha sido un proceso difícil porque Ricardo me había comentado que había estado preso en distintos lugares, pero en relación con este barco, con todo lo que ha contado y con todo lo que he leído ha sido muy fuerte.
Yo creo que a medida que ha ido contando cosas, a Ricardo le ha servido para ir cerrando etapas que fueron muy fuertes para él y para su familia. Mi hijo, de 19 años, me pregunta y también a Ricardo, qué fue lo que realmente le pasó y Ricardo le ha contado. También otro joven más, compañero de mi hijo, se interesa, pregunta y está esperando que salga el Libro para comprarlo, por eso me siento feliz y orgullosa del Proyecto.”
¿Qué enseñanzas te deja la participación en este Proyecto?
“Me ha servido para conocer una historia que desconocía. La idea es que esta historia la conozcan las nuevas generaciones, nuestros hijos, nuestros nietos, que todo esto no se pierda. Para mí fue un proceso educativo.
Para el año 73 tenía ocho años y me recuerdo que vi camiones de militares subiendo a gente y llevándoselos, me acuerdo de las casas con esas “X” rojas que las marcaban; supe de gente que se la llevaron detenida y después de meses aparecieron y ahora que lo recuerdo igual es fuerte. Yo vivía en el cerro San Juan de Dios, en la población 18 de septiembre en ese tiempo”
Esta es la maqueta del Lebu, el barco de Sudamericana de Vapores usado como cárcel
Fuente :elclarin.cl, 26 de Diciembre 2020
Categoría : Prensa
Para los porteños y las porteñas el barco “LEBU” simboliza – junto a otros recintos de la Armada de Chile, como por ejemplo el Cuartel Silva Palma, la Academia de Guerra y el Buque Escuela Esmeralda – el horror de la prisión política y tortura realizada en contra de los chilenos y chilenas por la Marina acá en Valparaíso. Por otra parte este barco, de propiedad de la Compañía Sudamericana de Vapores en esa época, representa la unión cívico-militar que caracterizó a la dictadura instaurada en nuestro país el 11 de septiembre de 1973. Hasta el día de hoy los cómplices civiles del golpe de Estado, activos y pasivos, siguen en total impunidad.
Transcribo a continuación parte de dos testimonios de prisioneros políticos que estuvieron detenidos en esta “cárcel flotante”:
1.-Omar Marín, quien fue detenido a mediados de septiembre del año 1973, siendo en ese entonces alumno del Liceo Eduardo de la Barra, en relación con la prisión sufrida en el barco LEBU manifiesta lo siguiente (…) En la mañana nos sacan en el mismo camión y empiezan a dar vueltas por los cerros…sabíamos que íbamos para el lado del mar, pero no hacia adónde….nunca nos imaginamos que íbamos a llegar al molo…ahí nos hacen bajar y ahí viene lo pesado del secuestro, porque el cambio fue muy brutal…con bayonetazos, patadas nos hacen tirar al suelo…sobre el cemento… Nos hacen subir al buque pegándonos culatazos, patadas, nosotros íbamos con las manos en la cabeza subiendo por el tablón hacia la cubierta del Lebu. Allí nos hicieron tirarnos al piso…después nos hacen pararnos a patadas, combos y culatazos y nos llevan hasta la orilla de una bodega que había…cuando me doy vuelta para bajar y afirmarme de la escalerilla me pegan en la mano derecha y me quiebran este dedo, me queda colgando y llena de sangre la mano que me pisaron…en el medio de la bodega había unos tambores de aceite partidos por la mitad, que eran los tachos para orinar y obrar…en la noche nos acurrucamos sobre las latas para dormir, como perros, sobre la lata pura, el fierro puro….de repente llamaban a distintas personas para que subieran para tortura…la sed y el hambre empiezan a consumir y a desesperarte, eso fue por tres a cuatro días…nos hacen subir a comer después de estos días, en un tiesto metálico, era una sopa con unos porotos y unos bichos, eran como 5 o 6 porotos con gorgojos…nos hacían salir de noche, cosa que no se dieran cuenta que había un buque con gente arriba…. en el día hacía calor y en la noche frío, eran los dos extremos en esa bodega. El hedor que salía de los tarros era muy fuerte… los subían y a veces nos hacían formar para soltar los excrementos y orina sobre nosotros…estuve 15 días allí.”
2.-En parte de un extenso y detallado testimonio entregado el año 2010, cuando se reabrió la Comisión Valech, Félix Manuel Laborde Etchepareborde, profesor de Metalurgia y Ciencias de los Materiales de la Universidad Técnica Santa María de Valparaíso y de la Escuela de Oficiales de la Marina en Salinas, Viña del Mar, respecto de las torturas sufridas en el LEBU, relata lo siguiente:
“(…) Me vendaron antes de entrar. Me desnudaron. Me colgaron de las manos con un cordel que hacía daño. Pies amarrados. Y vamos con patadas, combos y electricidad. Mucha electricidad. Logré ver a través de la venda. Eran al menos 4 marinos. Sin capucha. Pintados, Se reían mucho de mis gritos y espasmos. Electricidad en la lengua, en el ano, en los testículos. Ninguna pregunta. Solo cóctel de electricidad + risas + gritos histéricos (…)”
También en su testimonio, Félix Laborde, realizó un ESQUEMA DEL LEBU Y SUS BODEGAS, cuya gráfica y descripciones transcribo a continuación:
“1.- “Escalerita” vertical dando al vacío de la “Bodega Central Superior” (ver “A”)
2.-Escalera vertical al interior del mástil, permitiendo acceder de la “Bodega Central Superior”, donde estábamos, a la prohibida “Bodega Central Inferior”, vacía, fondo del barco (ver “B”).
3.-Lugar del fondo donde se suicidaron los que se lanzaron del puente (ver 5) o de la bodega “A”. Parte sin tablones de separación A-B.
4.-Posición de la “Bodega Central”
6.-Vista desde arriba de la parte sin tablones de separación A-B.
7.-Parte con tablones de separación A-B, lugar donde estuvo el grupo para la foto de la página precedente.
8.-Lugar de la Bodega Central donde dormíamos en el suelo, parcialmente protegidos del rocío de la noche con parte del puente. Cuando fuimos muchos, algunos dormían “al rocío”, pero sobre planchas.
9.-Otra bodega que se llenó posteriormente (¿otros 300?)
10.-Palenques o grúas utilizadas para subir y bajar los fondos de comida y los “chutes” WC desde cubierta (ver 5) hasta la Bodega Central (ver “A”)”
Para conocer más a fondo sobre el Proyecto de la Maqueta del Barco LEBU conversé con Antonio Oyarzo, gestor y productor de esta iniciativa llevada adelante por un grupo de compañeras y compañeros, la gran mayoría de ellos ex Presos y Presas Políticas. Cabe hacer notar que la iniciativa de materializar este símbolo de la represión acá en Valparaíso, como lo es el barco LEBU, se enmarca dentro de un proyecto mayor, orientado a rescatar la historia de sobrevivencia y resistencia a la barbarie que las prisioneras y prisioneros políticos llevaron adelante, utilizando para ello diferentes manifestaciones y expresiones artísticas, en especial, en este caso, las que tienen que ver con la música, el teatro y el humor.
¿Antonio, Cómo surge la idea de realizar esta maqueta?
“Fue una idea que surge por ahí por julio, agosto, e incorporó a un grupo de voluntades, de personas que pasaron por diferentes lugares de prisión política y solo un de este equipo de voluntarias y voluntarios estuvo en el Lebu, el compañero Gilberto Hernández, que está en Inglaterra, pero todos los compañeros y compañeras han estado aportando antecedentes y testimonios para sacar adelante este proyecto.”
¿Por qué se decide hacer una maqueta del buque Lebu?
“Es un aporte no solo para Valparaíso, sino para el resto del país, ya que así la gente podrá conocer mucho más del Lebu. La Compañía Sudamericana de Vapores en el momento del golpe de Estado facilitó tres unidades mercantes a la dictadura. Una fue la motonave “Andalién”, la segunda fue el “Maipo”, y el tercero fue el “Lebu”, que estaba en condiciones no operativas en el molo de Valparaíso, ya que había sufrido un incendio en sus calderas. Este barco fue utilizado de inmediato por la Marina chilena como cárcel flotante. Esa es la importancia que tiene. Ahí llegaron compañeras detenidas, en un número cercano a las 18, y alrededor de mil compañeros llegaron detenidos, incluyendo menores de edad y adultos mayores. En ese lugar hubo mucha tortura, mucho simulacro de fusilamiento. Hay prisioneros y prisioneras que pasaron por allí, hijos y familiares de los detenidos, que están aportando testimonios que serán parte de este proyecto. Esa es la importancia que tiene el “LEBU”.
¿Qué se hará con esta maqueta, una vez que esté terminada?
“Inicialmente se expondrá en la Ex Cárcel de Valparaíso, luego pretendemos hacer una muestra itinerante por distintos lugares, como el Ministerio de Cultura acá en Valparaíso, y luego un itinerario en distintos lugares de memoria como Villa Grimaldi, Londres 38, Museo de la Memoria, donde sea requerida.”
¿Quiénes llevan adelante este proyecto?
“Somos un pequeño grupo de voluntades, casi todos ex prisioneros y prisioneras políticas, y es un proyecto que va mucho más allá de la maqueta, ya que como estamos juntando relatos y testimonios, que están siendo recopilados por el compañero Gilberto, en Inglaterra, quien va a hacer un cuadernillo. El equipo cercano y de intensa vida solidaria que ayuda a materializar esta idea está formado por : Gilberto Hernández, Ricardo Aravena, José Bonifaz ( los tres son ex prisioneros del barco Lebu),
Luis Madariaga, Alvaro Vidal y Antonio Oyarzo (nosotros también somos ex PP, pero no estuvimos en el Lebu)”.
¿Se complementara la maqueta del Lebu con estos testimonios?
“Claro, mediante pendones, afiches y otro tipo de material de difusión.”
¿Esta maqueta del Lebu, tengo entendido que está inserta en un proyecto mayor?
“Claro, esto surgió como parte de un proyecto que busca rescatar la vida artística y la resiliencia que tuvimos los presos y presas políticas, en diferentes lugares de detención de la V Región, que fue una manera de sobrellevar la durísimas condiciones de prisión y tortura, un mecanismo de defensa para traer vida y alegría a estos lugares de detención oscuros y siniestros. Incluso ahora hay unos compañeros músicos en Alemania que están creando una canción relacionada con el “Lebu”. Este trabajo será mostrado el día 20 de febrero durante el Encuentro Nacional de los Ex Presos y Presas Políticas, que no sabemos si se podrá hacer en forma presencial o deberá ser virtual, por esto de la pandemia.
¿Me podrías detallar la forma en que se dará a conocer este proyecto a la Comunidad porteña?
“El 20 de febrero entregaremos tres trabajos a la comunidad, a la solidaridad y a la memoria histórica:
- a) Una réplica del LEBU
- b) Una publicación que recopila relatos, apuntes de prensa, fotos, etcétera, que se realizará en Inglaterra
- c) Un Video que mostrará un resumen de un trabajo mayor relacionado a la confección, los aportes de material, las fotografías, etcétera.
La entrega oficial tendrá un Acto Central en fecha no decidida todavía, esperando que la contingencia permita hacerlo en forma física desde la ex cárcel de Valparaíso.”
¿Has podido visualizar, a medida que este proyecto avanza, la importancia simbólica que tiene el Lebu para los porteños y porteñas?
“Por supuesto, hoy ha quedado reforzada la idea de que el Lebu es un símbolo de la represión en Valparaíso. Con la maqueta, los testimonios, los videos, literatura al respecto, la gente podrá acceder a este conocimiento de un lugar tan simbólico como fue esta cárcel flotante. Todo este material estará a disposición de quien quiera tomarlo y por eso estamos muy contentos y muy motivados en sacar adelante este proyecto.”
¿Cómo lograrán financiar este proyecto de construcción de la maqueta?
“Es un proyecto totalmente auto gestionado y hemos iniciado una campaña para recolectar fondos que se llama “ayuda a construir la maqueta del Lebu”, y la respuesta de los compañeros y compañeras ha sido muy positiva.”
¿Quién confeccionará la maqueta?
“Un Artesano muy conocido de Valparaíso, “El Puelche”, que se le conoce por los retablos del Puerto.”
¿Cómo te contactaste con él?
“Tengo un par de retablos de “El Puelche” en mi casa, este artesano cuyo nombre real es Mario Zamora, y pensé que él podría ser el indicado para llevar adelante este proyecto, entonces lo contacté y conversé sobre la maqueta que queríamos hacer y se interesó de inmediato. Un par de días después les llevamos algunos registros gráficos, imágenes, se compraron materiales y ahí comenzó a concretarse la confección de la maqueta.”
El “Puelche” trabajando en la confección de la maqueta
En el lugar en que el artista popular porteño está realizando la maqueta entablé la siguiente conversación con él:
¿Qué le pareció la idea de hacer la maqueta del Lebu cuando se la planteó Antonio y qué lo motivó a asumir esta tarea?
“Yo me tiré al agua altiro y me motivó el hecho de que hay mucha gente que sufrió en este barco. En este barco los marinos hicieron sufrir a muchas personas. Todos hablaban en esa época del Lebu como un lugar donde llevaban presos a los compañeros.”
¿Desde cuándo se dedica a los trabajos de artesanía o arte popular?
“Los primeros retablos los hice para el local del Neco, por ahí por los años noventa y muchos exiliados que venían a Valparaíso querían llevarse retablos de recuerdo.”
¿De dónde viene este talento artístico?
“Yo de niño viví en un hogar o asilo de huerfanitos de los curas y ellos me pagaban los estudios y así seguí progresando y entré después a la Católica de Valparaíso a estudiar Diseño Gráfico y Arquitectónico, pero solo un poco no más. Esa es la base y me ha dado muchas satisfacciones en la vida. En la “Hoja Itinerante” hay más historia sobre mí que hizo el Morales.”
¿Cómo nace el nombre artístico “Puelche”?
“Cuando estaba en la clandestinidad fui muy amigo de la familia de Aldo Francia y estuve viviendo en la casa de ellos, que tenía dos torres y que se cayó después con un terremoto. Resulta que allí llegaba mucha gente artista, del cine, también algunos abogados y un compadre, el Pancho Rozas, que tiene un estudio jurídico por aquí cerca, me dijo “tú te vas a llamar El Puelche, por vas para todos lados, para allá, luego vuelves y te mueves para todos lados, como el viento”, me dijo. Ahí me quedé volando con “El Puelche” para todos lados. Incluso eso me sirvió, porque todos creían que ese era mi nombre verdadero y cuando los milicos me andaban buscando, preguntaban por ese nombre.”
¿Usted nació acá en Valparaíso, compañero?
“No, yo nací en Colliguay, para el lado de Los Perales y los curas de allá me trajeron como de 5 años a un hogar para que estudiara y así se desarrolló mi vida, siempre en el Puerto, porteño total.”
¿Su nombre real, cuál es?
“Mario Zamora Zamora, es el apellido de mi mamá.”
por Guillermo Correa Camiroaga
El “Lebu”, terror flotante de la derecha
Fuente :piensachile.com, 21 de Septiembre 2019
Categoría : Prensa
Vivimos otro aniversario del golpe fascista mientras el imperialismo y la derecha entronizan el desparpajo ,en 1973 Nixon hacia “aullar la economía”, hoy Trump aplica despiadadamente la receta contra el pueblo venezolano; la derecha terrorista coautora de millares de crímenes y torturas hoy con impudicia absoluta cabalgando en el arsenal mediático idiotizante atiza la amnesia colectiva . Reivindican con Bolsonaro la dictadura pinochetista, propagan el negacionismo y acrecientan la impunidad siguiendo la ruta de la transición pactada entre el Departamento de Estado , la derecha , sectores de la DC y socialdemócratas, así reponen la política de los consensos para desmontar los escasos avances logrados. Renace el peligro fascista y cuando afloran denuncias de los crímenes de lesa humanidad los tartufos intentan sortear responsabilidades apelando a la manida invocación de Corea, Cuba o Venezuela.
Muchos conocimos en carne viva lo que fue la prisión, tortura, cesantía, persecución, las vejaciones, el exilio o más grave sufrimos el asesinato de un ser querido, un compañero de trabajo una camarada .Hoy debemos romper el mutismo proyectando la memoria para combatir la reivindicación de la dictadura promovida por los Kast y demás gestores del fascismo , es necesario socializar las experiencias represivas vividas no para lamentarnos sino para construir futuro aportando a la derrota de la amnesia histórica que fragua la derecha cada día.
«Lebú», barco mercante, al 11 de septiembre de 1973 propiedad de la empresa Sudamericana de Vapores (Ricardo Claro) hoy propiedad de Luksic
Iniciado el golpe fascista los esbirros percibieron que las cárceles disponibles eran insuficientes para encerrar a millares de patriotas, transformaron Chile en una cárcel gigantesca, así en Valparaíso habilitaron barcos/prisiones, la Esmeralda, Andalíen, Maipo, Lebu, allí se cometieron bárbaras atrocidades las que la Armada de Chile y civiles derechistas como Ricardo Claro-, quien facilito las naves-, han negado sistemáticamente por falta de coraje y dignidad siendo ejecutores del terrorismo de estado.
El 21 de septiembre del 73 una patrulla naval irrumpió en un despliegue inusitado mi hogar conmocionando a mi familia y al barrio tras mi “prontuario”, haber sido encargado político del Comunal del PC del puerto, presidente de la Federación Nacional de Empleados Portuarios y en esos días Sub Director de la Empresa Portuaria de Chile. Fui trasladado al molo de abrigo de Valparaíso, arrojado el piso del muelle junto a decenas de hombres y mujeres, cacheados al tiempo que los infantes de marina robaban las pocas pertenencias que portábamos. Al subir al barco recibíamos una golpiza y bajo improperios nos enviaban al fondo de una de las bodegas descolgándonos por una escalerilla metálica .Allí decenas de prisioneros sucios y desarrapados iniciábamos nuestra estadía, recinto de piso metálico y madera, sucia, mal oliente con residuos de carbón de su última carga .En las primeras semanas solo bebíamos agua de un balde que se bajaba a la bodega mediante una cuerda, dormíamos en el piso metálico y con los residuos de carboncillo improvisábamos una suerte de almohadas ,la llegada de presos incrementaba el hacinamiento, iniciaron la provisión de un plato de porotos con gorgojos y piedrecillas, en la mañana en cubierta ingeríamos velozmente de un tarro metálico café, lo que causaba continua quemazón de labios .
Cuatro tambores de 200 litros cortados por la mitad fueron provistos como tazas de baño, apoyábamos las nalgas en trozos de madera atravesados en el tambor, maderos que en las noches eran disputados como complementos de almohadas.
Prohibido afeitarse, un día se coló a la celda flotante a un espejo que circulo entre los presos, nos sorprendía el volver a contemplarnos, luego de semanas barbas a lo Robinson Crusoe.
A las 7.00 horas de cada mañana luego de una intensa sesión de gimnasia subíamos a cubierta en grupos de 10, desnudos debíamos ducharnos bajo un descomunal chorro de agua fría proveniente de una manguera de incendio. Tratábamos de evitar el turno en que mientras recibías el agua te sorprendiera la ceremonia de “honores de pito” que se realizaban en los barcos de la marina, “honores” que debíamos imitar, lo mortificante era que el ritual consideraba la entonación del himno nacional el que debíamos cantar marcialmente, cuadrados y “ en pelota”… bajo el chorro de agua, frente a los cerros de Valparaíso. En más de una oportunidad osamos entonar con más fuerza la estrofa del “asilo contra la opresión”, hasta que ello nos acarreó la sanción entonar decenas de veces la estrofa con su tono normal.
Los tarros que fungían de tazas de baño se rebalsaban, el bamboleo de la nave derramaba el contenido al piso de la bodega haciendo insoportable la fetidez. Se nos concedió vaciar al mar los tachos debiendo improvisar la maniobra para elevarlos, nos proporcionaron una cuerda, se ató el primer un barril , abrimos un circulo mientras izaban la carga, un portuario me alerto: “compañero esa güea, se va a caer” y… la “güea” se vino abajo como lluvia de mierda sobre nosotros mientras intentábamos esquivar el tacho . Un cuadro kafkiano entre las burlas de los guardias. Nos permitieron subir a cubierta, atar la única ropa que vestíamos a un cabo, enjuagarla en el mar y mojadas volver a vestirnos.
Aprendimos la maniobra de izar y cada mañana con un compañero de prisión, Sergio Morris, realizábamos la operación limpieza que nos permitía además salir del fondo de la bodega mirar el mar, el cielo, avistar a lo lejos nuestros hogares. Sometidos a tratos degradantes valorábamos las cosas simples y entendíamos que el objetivo del fascismo es anularte como ser humano y si reaccionas con la fuerza del pensamiento no lo logran y permaneces de pie.
Cada noche se efectuaban los interrogatorios, reclamados subíamos a cubierta, un guardia nos trasladaba con la vista vendada a un camarote, torso descubierto, descalzos y manos atadas a la espalda, se iniciaba el ablandamiento: “esta gesta libertaria es contra el comunismo, todo es por la patria y como buenos ciudadanos deben colaborar”. Me pidieron reflexionar sobre el impacto que tendría en mis hijas si en ese momento las dejaran verme en el penoso estado en que me encontraba. Me instan a colaborar e inician una batería de preguntas por el paradero de: Guastavino, Cantero, Gaspar Díaz, Vuscovic; o ¿dónde están las armas descargadas en Talcahuano?, etc.,… ¿No vas a colaborar…? , de improviso el interrogador grita: ¡profesor…! y de una puerta vecina irrumpe el “profesor” iniciando una golpiza violenta centrándose en mi abdomen, caigo al piso, me levanta del cabello, continua golpeando, luego un sonido sordo y siento descargas eléctricas en los muslos, los parpados, los testículos, etc., más golpes y amenazas, pierdo la noción del tiempo mientras me exigen que no grite.
No supe cuánto tiempo sufrí el tratamiento, con vista vendada me alzaron, no logre ponerme los zapatos, la nave se bamboleaba en noche de mar agitado, al borde de la nave amenazan lanzarme al mar, me llevan a la boca de la bodega, mis restos de racionalidad me alertan el riesgo de bajar la escalerilla vertical descalzo, puedo resbalar y caer, me agarro como un simio descendiendo hasta el fondo en donde compañeros solícitos me reciben y fraternalmente me conceden el privilegio esa noche de dormir sobre un trozo de madera que fungía de colchón, como se hacía con cada víctima de los interrogatorios.
En octubre la Cruz Roja Internacional visito la cárcel flotante, la Armada proveyó de camas metálicas con colchones y frazadas a la bodega del Lebu, esto duro una noche, al día siguiente de la visita se retiraron. Un integrante de la misión de nacionalidad belga escogió a tres prisioneros para entrevistarnos, con el francés que se nos enseñaba en el liceo,- educación estatal gratuita-, relate la situación que vivíamos mostrándole las secuelas de la tortura en mi cuerpo mientras nos presionaba la presencia de un oficial de la armada que se aproximaba cuando hablábamos, solicite al funcionario alejara al marino el que retornando una y otra vez, pero logramos que la Cruz Roja conociera la situación lo que se plasmó en informe sobre atropello de derechos humanos que sufríamos. Esa noche me trasladaron junto a Aníbal Vivaceta López, director del Liceo Eduardo de la Barra y Sergio Morris hermano de Mario fusilado en Pisagua, a la Academia de Guerra en donde volvieron a interrogarme.
Junto a un regidor socialista fuimos los últimos presos en la bodega 2 del Lebu, los detenidos eran evacuados a otros recintos, finalmente quede solo en un extremo de la celda flotante, vi bajar a un infante de marina con la cara pintada y con su fusil terciado, se aproximó,- pensé que era mi final-, me observo detenidamente y volvió a subir, luego me trasladaron a la bodega 3 del barco que me sorprende por estar llena de presos de y solidaridad, al bajar Sergio Morris acercándose me dice,” debes tener hambre”, saco un pañuelo de su camisa, desenvuelve y me brinda un banquete, un trocito de chocolate y un mendrugo pan privándose asimismo.
En el Lebu a más de las vejaciones y torturas se llegó al crimen, a 46 años logro recordar que un dirigente comunista junto a cuatro campesinos fueron sacados de la bodega, en días posteriores en el diario La Estrella, ejemplares atrasados que nos lanzaban a la bodega, figuraban como “muertos en enfrentamiento”.
Son millares las víctimas asesinadas en el país, a muchos conocimos o sabemos de su temple y señeros ejemplos, en esta reflexión puedo citar a algunos portuarios, los compañeros Mario Calderón T. , José Córdova C. , Alberto Lizardi L. , los dirigentes marítimos Héctor Rojo A., Armando Jiménez M., Guillermo Álvarez C., Samuel Núñez G. , vaya para todas las heroínas y héroes caídos, para los que sufrieron el terror del fascismo, nuestra expresión de respeto y reconocimiento, fueron capaces de vencer el propósito de exterminar sus ideas y la significación de su entrega .Hoy más que nunca frente al fascismo emergente, al olvido, al negacionismo, es necesario reforzar nuestras luchas y a los 50 años de la UP avanzar al futuro con las vivencias, dolores y éxitos del pasado.
Ivan Muñoz Rojas
Integrante Comisión relaciones Internacionales del PCCH
Santiago 21 Septiembre 2019
Un día como hoy 12 de septiembre hace 40 año?s
Fuente :resumen.cl, 12 de Septiembre 2013
Categoría : Prensa
El día 12 de septiembre de 1973, es detenido en la vía publica y en el Retén de Carabineros de Huambalí de Chillán donde es asesinado a golpes Iván Armando Contreras Flores, profesor de Educación Básica y poeta, militante del MIR, lo buscaban ante la negativa de reincorporarse al contingente militar.
El 12 de septiembre de 1973 fue detenido al interior de la Universidad, Raúl Leopoldo de Jesús Larravide López, militante del MIR, estudiante de Ingeniería en Minas en la UTE, sede Copiapó y militante del MIR. Conducido al Regimiento de Copiapó es ejecutado el 17 de Octubre.
El 12 de septiembre de 1973, es detenido en casa de amigos, por efectivos de la Marina de Valparaíso, Jactong Orlando Juantock Guzmán, egresado de Arquitectura de la U. de Chile, militante del MIR. Es detenido desaparecido.
El 12 de septiembre de 1973 fue detenido y después desaparecido, Ceferino del Carmen Santis Quijada casado, 2 hijos, Presidente del Sindicato de Obreros de Industrias Rayonhil, militante del MIR, alrededor de las 21.30 horas, en su domicilio de Llo'Lleo, en presencia de su esposa e hijos pequeños, por una patrulla militar que se movilizaba en un camión. En el vehículo iban también, en calidad de detenidos: Juan Antonio Betancourt, Jacob Tapia Román y una persona de apellido Farías.
En primer lugar fue llevado al Regimiento Escuela de Ingenieros Militares de Tejas Verdes, cuyo Comandante era el entonces Coronel de Ejército Manuel Contreras Sepúlveda. Después fue conducido a la Comisaría de Carabineros del sector Barrancas de San Antonio y, desde este recinto policial fue trasladado a la Cárcel Pública, en donde permaneció hasta el 4 de octubre de 1973, siendo sacado en distintas oportunidades a interrogatorios a Tejas Verdes. En una oportunidad también fue llevado al Cuartel de Investigaciones de San Antonio.
Por último, el afectado es desaparecido el 5 de octubre de 1973 desde el Regimiento de Tejas Verdes, junto a otros cinco detenidos:
Víctor Fernando Mesina Araya (PS), Jorge Luis Ojeda Jara (ps), Luis Norambuena Fernandois (PS), Gustavo Farías Vargas (MIR) y Florindo Alex Vidal Hinojosa (MIR).
El cadáver de este último fue encontrado en la desembocadura del río Rapel y fue el único reconocido y entregado a sus familiares. También se encontraron en el río Rapel, los cuerpos de Víctor Mesina y Jorge Luis Ojeda, los que fueron sepultados en el Cementerio Parroquial de San Antonio por orden judicial y sin conocimiento de sus respectivas familias. A diciembre de 1991, los restos de los dos nombrados aún no habían sido exhumados. En cuanto al afectado, se comentó que había sido lanzado al mar. Ceferino Santis fue visto en distintos recintos de reclusión por numerosos testigos, los que dejaron sus testimonios y concurrieron a declarar al Tribunal. (Fuente: Vicaría de la solidaridad)
El 12 de septiembre de 1973, fue detenido en Quillota Ángel Mario Díaz Castro, Chileno, 41 años, obrero agrícola, militante del MIR, llevado al Buque Lebu y luego a la Cárcel de Quillota, desde donde lo sacan efectivos de la Escuela de Ingenieros de San Antonio, presentando su ejecución como un enfrentamiento.
Cinco marinos procesados por homicidio de estudiante dominicano en dictadura
Fuente :theclinic.cl, 28 de Noviembre 2012
Categoría : Prensa
El ministro de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, Julio Miranda, sometió a proceso a cinco funcionarios de la Marina por el homicidio calificado del ciudadano dominicano Juan Andrés Blanco Castillo, hijo del político y académico Ramón Blanco.
La decisión del magistrado afecta al capitán de navío Patricio Villalobos Lobos, el suboficial mayor Osvaldo Rey Vergara, al sargento primero Víctor Rey Ringele, al cabo primero Manuel Busch López y al empleado civil Wilfredo Zepeda Iturriaga, todos pertenecientes a la unidad de inteligencia naval, conocida como “Ancla 2”.
Todos fueron encausados en calidad de autores de la muerte ocurrida en octubre de 1973, previas torturas en el barco de la Marina, el Lebu. El cuerpo de este estudiante de Economía de la Universidad de Chile fue encontrado en las cercanías de Colliguay casi un año después por un lugareño.
De acuerdo a la indagatoria realizada por el magistrado del tribunal de alzada porteño, los efectivos navales también llevaron a Blanco a un cuartel de la Policía de Investigaciones, donde nuevamente lo sometieron a torturas.
En el Informe Rettig, Blanco aparece como un desaparecido “sin conviccion”, lo que revela que no hubo motivo aparente para que los efectivos navales acabaran con su vida.
De acuerdo a los antecedentes recabados por este diario los cinco ex marinos quedaron en prisión preventiva, luego que fueran notificados por el ministro Miranda.
La investigación llevada a cabo por este juez se enmarca también dentro de los crímenes y torturas cometidos en el Buque Escuela Esmeralda, entre las que destacan las cometidas contra el sacerdote inglés Miguel Woordward, por el cual también fueron encausados 14 efectivos de la Marina en 2010.
Las investigaciones por violaciones de derechos humanos cometidas por la Armada en los meses posteriores al golpe militar de 1973 tardaron más en iniciarse, a diferencia de otras contra la DINA, la SIFA y la CNI.
Hasta el cierre de esta edición, Miranda también habría notificado a dos ex detectives, pero la información no pudo ser confirmada oficialmente por este diario
Proyecto Lebu: maqueta de cárcel flotante
Fuente :elporteno.cl, 27 de Diciembre 2020
Categoría : Judicial
Para los porteños y las porteñas el barco “LEBU” simboliza – junto a otros recintos de la Armada de Chile, como por ejemplo el Cuartel Silva Palma, la Academia de Guerra y el Buque Escuela Esmeralda – el horror de la prisión política y tortura realizada en contra de los chilenos y chilenas por la Marina acá en Valparaíso. Por otra parte este barco, de propiedad de la Compañía Sudamericana de Vapores en esa época, representa la unión cívico-militar que caracterizó a la dictadura instaurada en nuestro país el 11 de septiembre de 1973. Hasta el día de hoy los cómplices civiles del golpe de Estado, activos y pasivos, siguen en total impunidad.
Transcribo a continuación parte de dos testimonios de prisioneros políticos que estuvieron detenidos en esta “cárcel flotante”:
1.-Omar Marín, quien fue detenido a mediados de septiembre del año 1973, siendo en ese entonces alumno del Liceo Eduardo de la Barra, en relación con la prisión sufrida en el barco LEBU manifiesta lo siguiente (…) En la mañana nos sacan en el mismo camión y empiezan a dar vueltas por los cerros…sabíamos que íbamos para el lado del mar, pero no hacia adónde….nunca nos imaginamos que íbamos a llegar al molo…ahí nos hacen bajar y ahí viene lo pesado del secuestro, porque el cambio fue muy brutal…con bayonetazos, patadas nos hacen tirar al suelo…sobre el cemento… Nos hacen subir al buque pegándonos culatazos, patadas, nosotros íbamos con las manos en la cabeza subiendo por el tablón hacia la cubierta del Lebu. Allí nos hicieron tirarnos al piso…después nos hacen pararnos a patadas, combos y culatazos y nos llevan hasta la orilla de una bodega que había…cuando me doy vuelta para bajar y afirmarme de la escalerilla me pegan en la mano derecha y me quiebran este dedo, me queda colgando y llena de sangre la mano que me pisaron…en el medio de la bodega había unos tambores de aceite partidos por la mitad, que eran los tachos para orinar y obrar…en la noche nos acurrucamos sobre las latas para dormir, como perros, sobre la lata pura, el fierro puro….de repente llamaban a distintas personas para que subieran para tortura…la sed y el hambre empiezan a consumir y a desesperarte, eso fue por tres a cuatro días…nos hacen subir a comer después de estos días, en un tiesto metálico, era una sopa con unos porotos y unos bichos, eran como 5 o 6 porotos con gorgojos…nos hacían salir de noche, cosa que no se dieran cuenta que había un buque con gente arriba…. en el día hacía calor y en la noche frío, eran los dos extremos en esa bodega. El hedor que salía de los tarros era muy fuerte… los subían y a veces nos hacían formar para soltar los excrementos y orina sobre nosotros…estuve 15 días allí.”
2.-En parte de un extenso y detallado testimonio entregado el año 2010, cuando se reabrió la Comisión Valech, Félix Manuel Laborde Etchepareborde, profesor de Metalurgia y Ciencias de los Materiales de la Universidad Técnica Santa María de Valparaíso y de la Escuela de Oficiales de la Marina en Salinas, Viña del Mar, respecto de las torturas sufridas en el LEBU, relata lo siguiente:
“(…) Me vendaron antes de entrar. Me desnudaron. Me colgaron de las manos con un cordel que hacía daño. Pies amarrados. Y vamos con patadas, combos y electricidad. Mucha electricidad. Logré ver a través de la venda. Eran al menos 4 marinos. Sin capucha. Pintados, Se reían mucho de mis gritos y espasmos. Electricidad en la lengua, en el ano, en los testículos. Ninguna pregunta. Solo cóctel de electricidad + risas + gritos histéricos (…)”
También en su testimonio, Félix Laborde, realizó un ESQUEMA DEL LEBU Y SUS BODEGAS, cuya gráfica y descripciones transcribo a continuación:
“1.- “Escalerita” vertical dando al vacío de la “Bodega Central Superior” (ver “A”)
2.-Escalera vertical al interior del mástil, permitiendo acceder de la “Bodega Central Superior”, donde estábamos, a la prohibida “Bodega Central Inferior”, vacía, fondo del barco (ver “B”).Advertisement
3.-Lugar del fondo donde se suicidaron los que se lanzaron del puente (ver 5) o de la bodega “A”. Parte sin tablones de separación A-B.
4.-Posición de la “Bodega Central”
6.-Vista desde arriba de la parte sin tablones de separación A-B.
7.-Parte con tablones de separación A-B, lugar donde estuvo el grupo para la foto de la página precedente.
8.-Lugar de la Bodega Central donde dormíamos en el suelo, parcialmente protegidos del rocío de la noche con parte del puente. Cuando fuimos muchos, algunos dormían “al rocío”, pero sobre planchas.
9.-Otra bodega que se llenó posteriormente (¿otros 300?)Advertisement
10.-Palenques o grúas utilizadas para subir y bajar los fondos de comida y los “chutes” WC desde cubierta (ver 5) hasta la Bodega Central (ver “A”)”
El Testimonio completo del profesor Laborde se puede revisar AQUÍ.
Para conocer más a fondo sobre el Proyecto de la Maqueta del Barco LEBU conversé con Antonio Oyarzo, gestor y productor de esta iniciativa llevada adelante por un grupo de compañeras y compañeros, la gran mayoría de ellos ex Presos y Presas Políticas. Cabe hacer notar que la iniciativa de materializar este símbolo de la represión acá en Valparaíso, como lo es el barco LEBU, se enmarca dentro de un proyecto mayor, orientado a rescatar la historia de sobrevivencia y resistencia a la barbarie que las prisioneras y prisioneros políticos llevaron adelante, utilizando para ello diferentes manifestaciones y expresiones artísticas, en especial, en este caso, las que tienen que ver con la música, el teatro y el humor.
¿Antonio, Cómo surge la idea de realizar esta maqueta?
“Fue una idea que surge por ahí por julio, agosto, e incorporó a un grupo de voluntades, de personas que pasaron por diferentes lugares de prisión política y solo un de este equipo de voluntarias y voluntarios estuvo en el Lebu, el compañero Gilberto Hernández, que está en Inglaterra, pero todos los compañeros y compañeras han estado aportando antecedentes y testimonios para sacar adelante este proyecto.”Advertisement
¿Por qué se decide hacer una maqueta del buque Lebu?
“Es un aporte no solo para Valparaíso, sino para el resto del país, ya que así la gente podrá conocer mucho más del Lebu. La Compañía Sudamericana de Vapores en el momento del golpe de Estado facilitó tres unidades mercantes a la dictadura. Una fue la motonave “Andalién”, la segunda fue el “Maipo”, y el tercero fue el “Lebu”, que estaba en condiciones no operativas en el molo de Valparaíso, ya que había sufrido un incendio en sus calderas. Este barco fue utilizado de inmediato por la Marina chilena como cárcel flotante. Esa es la importancia que tiene. Ahí llegaron compañeras detenidas, en un número cercano a las 18, y alrededor de mil compañeros llegaron detenidos, incluyendo menores de edad y adultos mayores. En ese lugar hubo mucha tortura, mucho simulacro de fusilamiento. Hay prisioneros y prisioneras que pasaron por allí, hijos y familiares de los detenidos, que están aportando testimonios que serán parte de este proyecto. Esa es la importancia que tiene el “LEBU”.
¿Qué se hará con esta maqueta, una vez que esté terminada?Advertisement
“Inicialmente se expondrá en la Ex Cárcel de Valparaíso, luego pretendemos hacer una muestra itinerante por distintos lugares, como el Ministerio de Cultura acá en Valparaíso, y luego un itinerario en distintos lugares de memoria como Villa Grimaldi, Londres 38, Museo de la Memoria, donde sea requerida.”
¿Quiénes llevan adelante este proyecto?
“Somos un pequeño grupo de voluntades, casi todos ex prisioneros y prisioneras políticas, y es un proyecto que va mucho más allá de la maqueta, ya que como estamos juntando relatos y testimonios, que están siendo recopilados por el compañero Gilberto, en Inglaterra, quien va a hacer un cuadernillo. El equipo cercano y de intensa vida solidaria que ayuda a materializar esta idea está formado por : Gilberto Hernández, Ricardo Aravena, José Bonifaz ( los tres son ex prisioneros del barco Lebu),
Luis Madariaga, Alvaro Vidal y Antonio Oyarzo (nosotros también somos ex PP, pero no estuvimos en el Lebu)”.
Antonio Oyarzo
¿Se complementara la maqueta del Lebu con estos testimonios?
“Claro, mediante pendones, afiches y otro tipo de material de difusión.”
¿Esta maqueta del Lebu, tengo entendido que está inserta en un proyecto mayor?
“Claro, esto surgió como parte de un proyecto que busca rescatar la vida artística y la resiliencia que tuvimos los presos y presas políticas, en diferentes lugares de detención de la V Región, que fue una manera de sobrellevar la durísimas condiciones de prisión y tortura, un mecanismo de defensa para traer vida y alegría a estos lugares de detención oscuros y siniestros. Incluso ahora hay unos compañeros músicos en Alemania que están creando una canción relacionada con el “Lebu”. Este trabajo será mostrado el día 20 de febrero durante el Encuentro Nacional de los Ex Presos y Presas Políticas, que no sabemos si se podrá hacer en forma presencial o deberá ser virtual, por esto de la pandemia.Advertisement
¿Me podrías detallar la forma en que se dará a conocer este proyecto a la Comunidad porteña?
“El 20 de febrero entregaremos tres trabajos a la comunidad, a la solidaridad y a la memoria histórica:
- a) Una réplica del LEBU
- b) Una publicación que recopila relatos, apuntes de prensa, fotos, etcétera, que se realizará en Inglaterra
- c) Un Video que mostrará un resumen de un trabajo mayor relacionado a la confección, los aportes de material, las fotografías, etcétera.
La entrega oficial tendrá un Acto Central en fecha no decidida todavía, esperando que la contingencia permita hacerlo en forma física desde la ex cárcel de Valparaíso.”
¿Has podido visualizar, a medida que este proyecto avanza, la importancia simbólica que tiene el Lebu para los porteños y porteñas?
“Por supuesto, hoy ha quedado reforzada la idea de que el Lebu es un símbolo de la represión en Valparaíso. Con la maqueta, los testimonios, los videos, literatura al respecto, la gente podrá acceder a este conocimiento de un lugar tan simbólico como fue esta cárcel flotante. Todo este material estará a disposición de quien quiera tomarlo y por eso estamos muy contentos y muy motivados en sacar adelante este proyecto.”
¿Cómo lograrán financiar este proyecto de construcción de la maqueta?
“Es un proyecto totalmente auto gestionado y hemos iniciado una campaña para recolectar fondos que se llama “ayuda a construir la maqueta del Lebu”, y la respuesta de los compañeros y compañeras ha sido muy positiva.”
¿Quién confeccionará la maqueta?
“Un Artesano muy conocido de Valparaíso, “El Puelche”, que se le conoce por los retablos del Puerto.”
¿Cómo te contactaste con él?
“Tengo un par de retablos de “El Puelche” en mi casa, este artesano cuyo nombre real es Mario Zamora, y pensé que él podría ser el indicado para llevar adelante este proyecto, entonces lo contacté y conversé sobre la maqueta que queríamos hacer y se interesó de inmediato. Un par de días después les llevamos algunos registros gráficos, imágenes, se compraron materiales y ahí comenzó a concretarse la confección de la maqueta.”
El “Puelche” trabajando en la confección de la maqueta
En el lugar en que el artista popular porteño está realizando la maqueta entablé la siguiente conversación con él:
¿Qué le pareció la idea de hacer la maqueta del Lebu cuando se la planteó Antonio y qué lo motivó a asumir esta tarea?
“Yo me tiré al agua altiro y me motivó el hecho de que hay mucha gente que sufrió en este barco. En este barco los marinos hicieron sufrir a muchas personas. Todos hablaban en esa época del Lebu como un lugar donde llevaban presos a los compañeros.”
¿Desde cuándo se dedica a los trabajos de artesanía o arte popular?
“Los primeros retablos los hice para el local del Neco, por ahí por los años noventa y muchos exiliados que venían a Valparaíso querían llevarse retablos de recuerdo.”
¿De dónde viene este talento artístico?
“Yo de niño viví en un hogar o asilo de huerfanitos de los curas y ellos me pagaban los estudios y así seguí progresando y entré después a la Católica de Valparaíso a estudiar Diseño Gráfico y Arquitectónico, pero solo un poco no más. Esa es la base y me ha dado muchas satisfacciones en la vida. En la “Hoja Itinerante” hay más historia sobre mí que hizo el Morales.”
¿Cómo nace el nombre artístico “Puelche”?
“Cuando estaba en la clandestinidad fui muy amigo de la familia de Aldo Francia y estuve viviendo en la casa de ellos, que tenía dos torres y que se cayó después con un terremoto. Resulta que allí llegaba mucha gente artista, del cine, también algunos abogados y un compadre, el Pancho Rozas, que tiene un estudio jurídico por aquí cerca, me dijo “tú te vas a llamar El Puelche, por vas para todos lados, para allá, luego vuelves y te mueves para todos lados, como el viento”, me dijo. Ahí me quedé volando con “El Puelche” para todos lados. Incluso eso me sirvió, porque todos creían que ese era mi nombre verdadero y cuando los milicos me andaban buscando, preguntaban por ese nombre.”
¿Usted nació acá en Valparaíso, compañero?
“No, yo nací en Colliguay, para el lado de Los Perales y los curas de allá me trajeron como de 5 años a un hogar para que estudiara y así se desarrolló mi vida, siempre en el Puerto, porteño total.”
¿Su nombre real, cuál es?
“Mario Zamora Zamora, es el apellido de mi mamá.”
El Lebu, buque prisión que colude a la Armada con el extinto empresario Ricardo Claro
Fuente :resumen.cl, 21 de Mayo 2024
Categoría : Prensa
La actuación de los marinos tras el fatídico golpe de Estado de 1973 fue tan deleznable como el comportamiento de sus camaradas de las otras fuerzas armadas y de orden, específicamente se utilizaron recintos de la marina para detener y torturar a chilenos y chilenas adherentes a partidos y movimientos de izquierda, también utilizaron embarcaciones, entre ellas el buque escuela "Esmeralda", pero también hubo otros: «Lebu», «Maipo» y «Orella».
En estos barcos se realizaron torturas y violaciones, manteniendo a presos políticos de forma ilegal en las naves. Memoria viva señala al respecto que: "El buque "Lebu", que pertenecía a la compañía de transporte marítimo Cía. Sudamericana de Vapores, fue expropiado por la Armada el 15 de septiembre de 1973, para remplazar al buque "Maipo", el cual había zarpado con rumbo al campo de concentración "Pisagua", trasportando presos políticos".
El "Lebu" fue utilizado con fines represivos hasta 1974, según la Cruz Roja Internacional, en noviembre de 1973, habían cerca de 324 presos políticos en este barco. El informe Rettig señala que: "en estos barcos, algunos prisioneros estuvieron en camarotes, aunque la gran mayoría permaneció en sus bodegas, en condiciones de gran hacinamiento y total falta de higiene y servicios mínimos".
En un contexto de absoluta indefensión se produjeron abusos y violaciones, como lo relata una de las detenidas: » me llevaron a un camarote que había sido habilitado como sala de interrogatorios y allí estaba este teniente que me comienza a manosear y a gritar diciendo: ¡defiéndete ahora, pos, huevona! Me corrió mano de una manera espantosa, fue más de una hora de sólo eso. Estaba vendada y humillada por lo que estaban haciendo, impotente ante lo que estaba pasando, ante los gritos espantosos que se escuchaban».
Se estima que por el "Lebu" habrían pasado alrededor de mil detenidos, con una permanencia variable en el buque prisión, la detención podía ir desde unos días hasta varios meses. Esta situación ha quedado en completa impunidad hasta el día de hoy, y la Armada de Chile continúa negando su participación en los hechos ni su colusión con el empresariado que colaboró con estas violaciones a los derechos humanos.
Aun así, se conocen algunos nombres de los represores del "Lebu", entre ellos: el Teniente Luis Rebolledo (Infantería de Marina); Teniente Guillermo Morera (Infantería de Marina); Teniente Rafael Yussef (Infantería de Marina); Doctor Muñoz (urólogo, ex Hospital Deformes); un sacerdote de apellido García (Sagrados Corazones), un teniente de apellido Pérez (Carabineros).
También es importante relevar al empresario Ricardo Claro Valdés, quien era propietario de Compañía Sudamericana de Vapores en la época; fue un activo colaborador y financista de la DINA. Este empresario, fallecido en la impunidad en 2008 fue conocido por su participación, a través del grupo Claro, de empresas como Mega, VTR y Diario Financiero, Elecmetal, entre muchas otras.