Dimter Bianchi Edwin Armando Roger

Rut: 7096266-7

Cargos:

Grado : Coronel

Rama : Ejército


Edwin Dimter, el sádico "Príncipe" del Estadio Chile

Fuente :PiensaChile.com, 26 de Mayo 2006

Categoría : Prensa

Hoy se declara “exonerado político” y es jefe de Departamento en la SAFP

Al “Príncipe” no lo olvidarían jamás los cerca de cinco mil detenidos en el Estadio Chile los días posteriores al golpe militar de 1973. Era alto, rubio, de ojos azules, pelo engominado hacia atrás: un perfecto pije que se paseaba en los pasillos superiores del Estadio como pavo real, siempre balanceando un linchaco, permanentemente amenazando e insultando a los prisioneros.

¿Me escucha la cloaca marxista? ¿Me oyen los comemierda? ¡Ahora se acabaron los discursos, chuchas de su madre! Ahora van a tener que trabajar. Los que se nieguen a trabajar, los fusilaremos. ¿Me escuchan los vendepatria?” El oficial, con su vozarrón, no necesitaba usar el micrófono dispuesto en el pasillo del segundo piso del Estadio Chile. “¡Tengo voz de Príncipe!” exclamó ante miles de detenidos. Así, el arrogante teniente de 23 años quedó como el “Príncipe”, y su cara redonda y bonita permanecería grabada en la retina de los prisioneros políticos para siempre.

En las últimas semanas, media docena de ellos ha reconocido a Edwin Dimter como el “Príncipe”, al verlo en persona y a través de fotografías.

Todos los presos teníamos que mantenernos trotando con las manos en la nuca, mientras avanzábamos hacia un mesón donde Dimter anotaba los nombres de los presos. Mientras estaba en la fila, tenía que aprenderme mi número de carnet antes de llegar al mesón. Saltaba y me memorizaba el RUT. Cuando llegué al mesón, lo miré a él, y recordé mi RUT. Por eso se me grabó su rostro, su cara de angel, porque fue mirándolo que me aprendí mi RUT por primera vez,” relata Víctor García, entonces estudiante de la UTE recluido en el Estadio.

Así lo ha afirmado también un oficial de Ejército en retiro que conoció a Dimter cuando éste era recién un cadete en la Escuela Militar a mediados de los sesenta, y se lo volvió a encontrar en el Estadio Chile, adonde este oficial había sido enviado a resforzar la guardia exterior.

Y así lo admitió el propio Dimter ante el juez Juan Eduardo Fuentes, quien investiga el asesinato de Víctor Jara en el Estadio Chile. Citado a declarar a mediados de marzo este año, según el abogado Nelson Caucoto, Dimter reconoció ante el magistrado haber estado en el Estadio Chile, aunque no admitió ser el “Príncipe”. Como Dimter, otros dos protagonistas de la sublevación del Regimiento Blindados N° 2 el 29 de junio de 1973, conocido como el “tanquetazo”, en contra del Presidente Salvador Allende, también fueron citados a declarar y reconocieron haber estado en el Estadio Chile: el teniente coronel Roberto Souper y el teniente Raúl Jofré González.

Dimter y Jofré fueron los más ‘perros’ en el Estadio. Tenían sangre en el ojo. Venían con mucha odiosidad por haber estado presos. Salen libre el día del golpe y se enfrentan a miles de detenidos, completamente a su merced. El ensañamiento para con los presos se explica por el estado psicológico con que venían,” explicó otro oficial de Ejército en retiro que fue instructor de Dimter en la Escuela Militar, y tuvo reiteradas oportunidades de encontrarse con él en los meses previos al golpe militar.

Dimter había recuperado su libertad recién el 11 de septiembre. Junto a Jofré, había permanecido casi tres meses recluido en la Escuela de Telecomunicaciones del Ejército en Peñalolén debido a su participación en el tanquetazo. Esa mañana, Dimter había dirigido una audaz acción de rescate: irrumpió con un tanque en el Ministerio de Defensa para liberar al capitán Sergio Rocha Aros, detenido a disposición de la justicia militar tras haberse detectado días antes el complot en el mismo regimiento. En la acción fue muerto el sargento Rafael Villena. Unos 15 civiles murieron ese día, entre ellos el corresponsal argentino de la Radio y Televisión de Suecia, Leonardo Henrichsen, quien filmó su propia muerte; Dimter es imputado en la querella criminal interpuesta por sus hijos en octubre pasado en Santiago.

El mismo día del golpe, Dimter retornó a su unidad, y según fuentes militares, él y Jofré fueron inmediatamente enviados en “comisión de servicio” al Estadio Chile, inaugurado como tal sólo cuatro años antes.

Era histriónico, y convirtió al Estadio Chile en su nuevo escenario. “En una ocasión, el Príncipe nos mostró un fusil AK-47 desde el pasillo del segundo piso donde hablaba. ‘Esto lo encontramos en un allanamiento. ¡Con esto nos iban a disparar!’ gritó. Uno de los presos preguntó a quiénes iban a disparar. ‘A estos pechos,’ dijo, y sacó su pecho hacia delante,” cuenta Guillermo Orrego, en la época trabajador de Standard Electric, detenido el 12 de septiembre y enviado al Estadio Chile.

Otro ex detenido, el abogado Boris Navia, entonces funcionario de la UTE, describió al “Príncipe” de esta manera: “Subía y bajaba gritando por las escaleras del Estadio. Aparecía de improviso en cualquier sector alto del estadio y los prisioneros debían hacerle silencio… Era un actor de pacotilla. Llevaba siempre en sus manos un linchaco, y al pasar por las hileras de presos que por horas y horas esperaban con las manos en la nuca para ingresar al Estadio, junto con los insultos, los golpeaba con su linchaco, de preferencia en los testículos”.

En una de sus arengas –continúa Navia- el Príncipe dijo desde lo alto que no tenía porqué ocultar su rostro a estas mierdas marxistas y teatralmente se sacó los lentes ahumados y el casco, lanzando este último en un ademán histriónico. El casco rodó por las gradas, y dos pelados corrieron a buscarlo. Allí, bajo los reflectores que nos enceguecían, pudimos ver claramente su pelo rubio, su tez y ojos claros, su cara redonda, sus rasgos finos de niño bonito.”

Fue el “Príncipe”, según ex detenidos, quien ordenó a un soldado matar a culatazos a un obrero cuando el militar tropezó sobre su pierna. Y según testigos, fue quien atormentó y golpeó personalmente a Víctor Jara. Aunque no se ha establecido judicialmente, el “Príncipe” ha sido sindicado como el que dio muerte al cantante, cuyo cuerpo apareció el 16 de septiembre cerca del Cementerio Metropolitano con 34 impactos de bala, junto a otros cinco ejecutados. Entre ellos, el ex director de Gendarmería, Litré Quiroga, con 38 impactos de bala en el cuerpo.
En diciembre de 2004, el juez Juan Carlos Urrutia procesó al teniente coronel en retiro Mario Manríquez Bravo por el homicidio de Jara, por haber sido el oficial a cargo del Estadio Chile. Sin embargo, aún no se establece quién o quiénes fueron los autores materiales. Numerosos testimonios apuntan al “Príncipe”.

Oriundo de Valdivia y único hombre entre los cinco hijos de Eduino Dimter Sube, descendiente de alemanes que colonizaron el sur chileno, Edwin Dimter Bianchi está emparentado por el lado de su madre, Rosa del Carmen Bianchi Zamora, con el Embajador de Chile en Estados Unidos, Andrés Bianchi Larre, también valdiviano.

En 1969, ya como cadete en la Escuela Militar, Dimter integró un escuadrón blindado junto a otros alumnos que ganarían notoriedad años después: José Gasset Ojeda, quien también participaría en el tanquetazo de 1973; Jorge Acuña Hahn, quien integró la Caravana de la Muerte a Cauquenes en octubre de 1973; y Manuel Provis Carrasco, ex miembro de la Brigada Caupolicán de la DINA, años después, jefe del Batallón de Inteligencia del Ejército, y hoy procesado por el secuestro del químico de la DINA, Eugenio Berríos, y por asociación ilícita en la muerte del coronel Gerardo Huber. El escuadrón lo comandaba el entonces teniente José Zara Holger, ex miembro de la DINA y hoy procesado por el asesinato del general Carlos Prats.

Conocí a Dimter en la Escuela Militar, cuando él era cadete. Ya entonces todo el mundo le decía ‘el loco Dimter’. Era buen alumno, pero loco. ¡Había que ser un poco loco para meterse con un tanque al Ministerio de Defensa!” afirmó un oficial en retiro.

Dimter egresó el 1 de enero de 1970, al igual que compañeros de promoción como Armando Fernández Larios, Augusto Pinochet Hiriart y Oscar Izurieta Ferrer. Diez días después, el “loco Dimter” viajaría a Panamá junto a más de 100 oficiales chilenos, para recibir un “curso de perfeccionamiento” en la Escuela de las Américas. Dimter tomó el “Curso de Orientación sobre Armas de Combate”, de un mes de duración.

Después de su paso por el Estadio Chile, a comienzos de 1974, Dimter fue enviado a la Escuela de Blindados en Antofagasta. Sin embargo, por razones que aún no se han podido confirmar, fue dado de baja el 31 de diciembre de 1976. Esta baja a destiempo le permitió, y sin duda con algún aval político, postular a los beneficios de la Ley de Exonerados Políticos en febrero de 1999. Fue calificado como tal el 20 de enero del 2000. Se le acreditaron 11 meses, 29 días sin trabajo, por lo que tiene derecho a un abono por esa laguna previsional.

No sería la primera vez que el Programa de Exonerados Políticos del Ministerio del Interior entrega beneficios a criminales. Ya les había pasado con el agente de inteligencia de la Fuerza Aérea, Rafael González Verdugo, procesado por el homicidio en 1973 del estadounidense Charles Horman en el Estadio Nacional, y con el capitán de Carabineros Fernando Chesta Puente, involucrado en la muerte de Sergio Verdugo en 1976.

“A raíz del caso de González Verdugo, nos dimos cuenta que ‘se nos fueron’ unos ocho a nueve casos mal calificados, de militares que postularon como exonerados. A menudo contaron con el aval de un senador que certificaba su calidad de exonerado político. Pero era un proceso poco riguroso,” explicó un funcionario del Programa.

Cuando postuló como “exonerado”, Dimter ya estaba inmerso en el aparato público y en algún momento en el camino, se tituló de contador-auditor. A principios de los ochenta, ingresó al Ministerio de Obras Públicas gracias a los buenos oficios del entonces ministro del ramo, general Bruno Siebert. Después, en 1985, ingresó a la Superintendencia de AFP, escalando posiciones hasta ocupar hoy la jefatura del Departamento de Auditoría de Procesos Especiales y Pensiones, dependiente de la División Control de Instituciones.

Desde su oficina en el piso 14, donde sólo tiene un escritorio y un estante con material de trabajo, Dimter no da pista alguna sobre su vida privada. Ninguna fotografía familiar adorna el lugar; ningún libro revela sus intereses. Según testigos, ni siquiera permite que otros le sirvan el café. El se hace todo solo. Y no quiere saber nada de sus antiguos compañeros de armas, a quienes les dio la espalda hace años.

Si Dimter fue uno de los miles de funcionarios públicos de confianza de la dictadura militar beneficiados por la ley 18.972, dictada en marzo de 1990 por el entonces Ministro del Interior, Carlos Cáceres, que les permitió mantenerse en sus puestos de trabajo, tiene sus días contados.

De acuerdo a una modificación a esa ley promulgada en 2003, el último de los funcionarios que siguen gozando de “sueldos Cáceres”, y que no fueron incorporados a la planta por su jefe superior ese mismo año, tendrán que hacer sus maletas el 30 de junio próximo.


En Ministerio del Trabajo "funan" a sindicado por crimen de Víctor Jara

Fuente :Agencia Mundo Posible, 25 de Mayo 2006

Categoría : Prensa

Una masiva acción de denuncia realizó la denominada Comisión Funa, en contra del ex teniente del Ejército y actual funcionario de la superintendencia de AFP, Edwin Dimter Bianchi, alias "El Principe", quien ha sido sindicado como el autor material de las torturas y muerte de Víctor Jara. La acción se realizó en el edificio del Ministerio del Trabajo, donde un grupo de 15 personas, incluyendo a la hija del artista, Amanda Jara, subieron hasta el piso 14 para abordar al ex militar, produciéndose un enfrentamiento directo.

Luego de que el denunciado comenzara a gritar pidiendo auxilio e intentando agredir a los "funeros" que sólo hicieron entrega de afiches y volantes a los compañeros de trabajo de Dimter con el objeto de dar a conocer sus antecedentes.

Edwin Dimter Bianchi, con el grado de teniente, formó parte de los militares sublevados en el llamado "tanquetazo" del 29 de junio de 1973, en contra del gobierno de la Unidad Popular, en el cual resultaron muertas veinte personas, entre ellas el camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen, hechos por los que fue detenido junto al teniente coronel Roberto Souper y el teniente Raúl Jofré, con quienes inmediatamente después del golpe fue enviado a custodiar prisioneros al Estadio Chile.

A cargo de este recinto, existen numerosos testimonios, incluso judiciales, que dan cuenta de que estos oficiales y en especial Dimter, quien se hacía llamar "El Principe" sometieron a horrorosas torturas a los prisioneros, entre ellos el compositor y actor, Víctor jara, quien según testigos, fue requerido personalmente por Dimter para ser torturado, luego de lo que se le vió agonizante en un pasillo del estadio y posteriormente fue asesinado con 48 disparos.

Luego de cumplir con la actividad, cuyo fin declarado es buscar la "sanción social" de quienes estuvieron involucrados en violaciones a los derechos humanos y no han recibido penas a través de los tribunales, debido a la aplicación de la amnistía o prescripción, los activistas repartieron volantes y afiches con los antecedentes en el sector de Ahumada y Huérfanos, realizando una acción de arte en las puertas del ministerio del Trabajo.


Funa contra oficial de Ejército (R) terminó en gresca en centro de Santiago

Fuente :lanacion.cl, 26 de Mayo 2006

Categoría : Prensa

Gritos, golpes, tirones e insultos fue el resultado de una gresca ocurrida ayer a en las dependencias del Superintendencia de Administradoras de Fondos de Pensiones (SAFP), ubicada en la intersección de Huérfanos con Teatinos.

Hasta ese lugar llegó a las 16 horas el movimiento Funa -dedicado a revelar las identidades de los militares involucrados en violaciones de los derechos

humanos- quienes procedieron a llamar la atención entonando sus canciones, mostrando sus carteles y repartiendo afiches. Esta vez el turno le correspondió a quien fuera teniente de Ejército Edwin Dimter Bianchi, quien ha sido interrogado en calidad de inculpado en el proceso que tramita el ministro Juan Fuentes Belmar por el homicidio de Víctor Jara.

Luego de casi media hora de protesta, cerca de veinte manifestantes decidieron ir hasta la oficina de Dimter Bianchi, pero no todos pudieron usar el ascensor. Diez de ellos lo hicieron por la escalera para llegar hasta el piso 12, sin que los guardias del lugar les impidieran el paso.

Una vez en la oficina del oficial (R), quien labora como jefe del Departamento de Control de Instituciones de la SAFP, unas cinco personas entraron para enrostrarle su participación en torturas y asesinatos.

La primera reacción de Dimter Bianchi fue cubrirse el rostro para que no captaran imágenes de su persona, al tiempo que aprovechó la oportunidad de golpear a uno de los manifestantes, lo que encendió los ánimos y desató una gresca que dejó al oficial (R) con lesiones menores.

En ningún momento los guardias del edificio, carabineros e incluso los colegas de Dimter Bianchi se hicieron presentes en el lugar, por lo que los miembros de la Funa se retiraron del edificio sin mayores complicaciones y continuaron por unos minutos más sus protestas en el exterior.

Dimter Bianchi participó en el tanquetazo ocurrido el 29 de junio de 1973 junto al coronel Roberto Souper. Ambos, junto a otros militares, fueron detenidos y pasaron algunos meses en prisión, pero fueron liberados el 11 de septiembre, siendo destinados al Estadio Chile, donde según testigos se comportaron con crueldad con los prisioneros.

Víctor Jara, en tanto, murió luego de ser sometido a tortura y su cuerpo acribillado con 44 disparos.

El abogado querellante, Nelson Caucoto, dijo ayer que en el sumario está probado que Dimter Bianchi estuvo en el Estadio Chile y que ha sido reconocido por varias víctimas.

Versión oficial

La SAFP emitió ayer un comunicado de prensa luego de ocurrida la gresca entre los militantes de la Funa y Dimter Bianchi.

•Al igual que la gran mayoría de los chilenos, deseamos que se haga justicia y se determinen las responsabilidades en el alevoso asesinato de Víctor Jara.

•Efectivamente el funcionario ha sido citado a declarar en el proceso judicial que se sigue por ese crimen.

•Se trata de un proceso en marcha, en el cual aún no han sido dictadas resoluciones ni establecido responsabilidades, por ende, no corresponde adjudicar culpabilidad alguna al funcionario en particular, mientras no haya un pronunciamiento de los Tribunales de Justicia.

•Consultados abogados de derechos humanos sobre este caso en particular, señalaron a este ministerio que no se ha acreditado su responsabilidad en el caso en cuestión.

¿Quién es el “Príncipe”?

Al “Príncipe” no lo olvidarían jamás los cerca de cinco mil detenidos en el Estadio Chile los días posteriores al golpe militar de 1973. Era alto, rubio, de ojos azules, pelo engominado hacia atrás: un perfecto pije que se paseaba en los pasillos superiores del Estadio como pavo real, siempre balanceando un linchaco, permanentemente amenazando e insultando a los prisioneros.

 “¿Me escucha la cloaca marxista? ¿Me oyen los comemierda? ¡Ahora se acabaron los discursos, chuchas de su madre! Ahora van a tener que trabajar. Los que se nieguen a trabajar, los fusilaremos. ¿Me escuchan los vendepatria?… ¡Tengo voz de Príncipe!”, exclamaba. Era el único de los oficiales que, con su vozarrón, no necesitaba usar micrófono. Así, el arrogante teniente quedó como

el “Príncipe”, y su cara redonda permanecería grabada en la retina de los detenidos para siempre.

Era histriónico, y parecía disfrutar su nuevo rol. “Subía y bajaba gritando por las escaleras del Estadio. Aparecía de improviso en cualquier sector alto del estadio y los prisioneros debían hacerle silencio… Llevaba siempre en sus manos un linchaco, y al pasar por las hileras de presos que por horas y horas esperaban con las manos en la nuca, junto con los insultos, los golpeaba con su linchaco, de preferencia en los testículos,” relata el abogado Boris Navia, detenido en la UTE el 12 de septiembre y llevado al Estadio Chile.

Fue el “Príncipe” quien, según ex detenidos, ordenó a un soldado matar a culatazos a un obrero cuando el militar tropezó sobre su pierna. Y fue quien atormentó personalmente a Víctor Jara, detenido en el Estadio. Aunque no se ha establecido judicialmente, el “Príncipe” ha sido sindicado como el que dio muerte al cantante, cuyo cuerpo apareció el 16 de septiembre cerca del Cementerio Metropolitano con 34 impactos de bala, junto a otros cinco ejecutados. Entre ellos, el ex director de Gendarmería, Litré Quiroga, con 38 impactos de bala en el cuerpo.

En diciembre de 2004, el juez Juan Carlos Urrutia procesó al teniente coronel en retiro Mario Manríquez Bravo por el homicidio de Jara, por haber sido el oficial a cargo del Estadio Chile. Sin embargo, aún no se establece quién o quiénes fueron los autores materiales. Numerosos testimonios apuntan al “Príncipe”.

¿Quién es Edwin Dimter?

Egresó de la Escuela Militar el 1 de enero de 1970 junto a compañeros de promoción como Armando Fernández Larios, Augusto Pinochet Hiriart y Óscar Izurieta Ferrer. Diez días después, el “loco Dimter”, como lo llamaban sus compañeros, viajaría a Panamá junto a otros 100 oficiales chilenos, para recibir un “curso de perfeccionamiento” en la Escuela de las Américas..

Siendo teniente fue uno de los protagonistas del alzamiento del Regimiento Blindados N° 2 el 29 de junio de 1973, conocido como el “tanquetazo”, en contra del Presidente Salvador Allende, liderado por el teniente coronel Roberto Souper. Esa mañana, Dimter participó en una audaz acción de rescate: irrumpió con un tanque en el Ministerio de Defensa para liberar al capitán Sergio Rocha Aros, detenido a disposición de la justicia militar tras haberse detectado días antes el complot en el mismo regimiento. En la acción fue

muerto el sargento Rafael Villena. Unos 15 civiles murieron ese día, entre ellos el camarógrafo argentino de la Radio y Televisión de Suecia, Leonardo Henrichsen.

Recuperó la libertad el día del golpe militar. Había permanecido casi tres meses recluido en la Escuela de Telecomunicaciones del Ejército en Peñalolén debido a su participación en el tanquetazo. Según testigos y sus propias

declaraciones ante la justicia, Dimter, junto con otros compañeros

del “tanquetazo”, fue asignado después del golpe al Estadio Chile.

A comienzos de 1974, fue enviado a la Escuela de Blindados en Antofagasta, pero fue dado de baja el 31 de diciembre de 1976. Esta situación le permitió postular a los beneficios de la Ley de Exonerados Políticos en febrero de 1999. Fue calificado como tal el 20 de enero del 2000. Se le acreditaron 11 meses, 29 días sin trabajo, por lo que tiene derecho a un abono por esa laguna

previsional. Cuando postuló como “exonerado”, Dimter ya estaba inmerso en el aparato público y en algún momento en el camino, se tituló de contador-auditor. Ingresó al Ministerio de Obras Públicas. Luego, en 1985, se integró a la Superintendencia de AFP, escalando posiciones hasta ocupar hoy la jefatura del Departamento de Auditoría de Procesos Especiales y Pensiones, dependiente de la División Control de Instituciones.

 


Dimter Bianchi. – el príncipe asesino

Fuente :surysur.net, 31 de Marzo 2006

Categoría : Otra Información

El 16 de octubre de 2003, Boris Navia leyó –en un homenaje al poeta, cantor popular y dramaturgo Víctor Jara– su testimonio de lo que vió y debieron enfrentar los presos de la dictadura en el Estadio Chile de Santiago.

–¡A ese hijo de puta me lo traen para aca!

Gritó el oficial apuntando con su dedo a Víctor Jara, quien junto a unos 600 profesores y estudiantes de la UTE ingresábamos prisioneros, con las manos en la nuca y a punta de bayonetas y culatazos, al Estadio Chile la tarde del Miércoles 12 de Septiembre de 1973.

Era el día siguiente del Golpe fascista. El día antes, el 11, Víctor debía cantar en el Acto que se realizaría en la UTE, donde nuestro Rector Enrique Kirberg recibiría al Presidente Allende, quien anunciaría el llamado a Plebiscito al pueblo de Chile. Sin embargo, la voz de Allende fue apagada en la Moneda en llamas y la guitarra de Víctor quedaría allí, destrozada por la bota militar en el bombardeo de la UTE, como testimonio más de la barbarie fascista.

«¡A ese hijo de puta me lo traen para aca!». Repitió iracundo el oficial. Casco hasta los ojos, rostro pintado, metralleta al hombro, granada al pecho, pistola y corvo al cinto, balanceando su cuerpo tensado y prepotente sobre sus botas negras.

–A ese huevon!. ¡A ese! –El soldado lo empuja sacándolo de la fila.

–¡No me lo traten como señorita, carajo! –Ante la orden, el soldado levanta su fusil y da un feroz culatazo en la espalda de Víctor. Víctor cae de bruces, casi a los pies del oficial.

–¡Ch’e tu madre!. Vos soy el Víctor Jara huevón. El cantor marxista. ¡El cantor de pura mierda! –Y, entonces, su bota se descarga furibunda una, dos, tres, diez veces en el cuerpo, en el rostro de Víctor, quien trata de protegerse la cara con sus manos –ese rostro que cada vez que lo levanta esboza esa sonrisa, que nunca lo abandonó hasta su muerte–. Esa misma sonrisa grande con que cantó desde siempre al amor y a la revolución.

–Yo te enseñare hijo de puta a cantar canciones chilenas, ¡no comunistas!.

El golpe de una bota sobre un cuerpo indefenso no se olvida jamás. El oficial sigue implacable su castigo, enceguecido de odio, lo increpa y patea. La bota maldita se incrusta en la carne del cantor. Nosotros, apuntados por los fusiles, contemplamos con horror la tortura de nuestro querido trovador y pese a la orden de avanzar nos quedamos transidos frente al horror. Víctor yace en el suelo. fotoY no se queja. Ni pide clemencia. Sólo mira con su rostro campesino al torturador fascista. Este se desespera. Y de improviso desenfunda su pistola y pensamos con pavor que la descerrajará sobre Víctor. Pero ahora le golpea con el cañón del arma, una y otra vez. Grita e increpa. Es histeria fascista. Y, entonces, la sangre de Víctor comienza a empaparle su pelo, a cubrirle su frente, sus ojos… Y la expresión de su rostro ensangrentado nos quedaría grabada para siempre en nuestras retinas.

El oficial se cansa y de pronto detiene sus golpes. Mira a su alrededor y advierte los cientos de ojos testigos que en una larga hilera lo observan con espanto y con ira. Entonces, se descompone y vocifera.

–¡¿Qué pasa huevones?!. ¡Que avancen estas mierdas! Y a este cabrón –se dirige a un soldado– me lo pones en ese pasillo y al menor movimiento, lo matas. ¡Lo matas! ¿Entendiste, carajo?.

El Estadio Chile se iba llenando rápidamente con prisioneros políticos. Primero, dos mil, luego seríamos más de 5.000. Trabajadores heridos, ensangrentados, descalzos, con su ropa hecha jirones, bestialmente golpeados y humillados. El golpe fascista tuvo allí, como en todas partes, una bestialidad jamás vista.

Las voces de los oficiales azuzando a los soldados a golpear, a patear, a humillar esta “escoria humana” a la “cloaca marxista”, como lo espetan. Hasta hoy día la gente nos pregunta si los miles de prisioneros del Estadio presenciaron estas torturas de Víctor y la respuesta es que, sólo unos pocos, sus compañeros de la UTE y los más cercanos, ya que el destino y la vida de cada uno estaba en juego- y, además, el Estadio Chile era un multiescenario del horror, de la bestialidad más despiadada.

Allí arriba un oficial le cortaba la oreja con su corvo a un estudiante peruano, acusándolo por su piel morena de ser cubano. Allá, un niño de unos 12 años, de repente se levanta de su asiento y llamando a su padre corre enloquecido entre los prisioneros y un soldado le descarga su ametralladora. De pronto un soldado tropieza en las graderías con el pie de un obrero viejo y El Príncipe, que así se hacía llamar uno de los oficiales a cargo, desde lo alto de los reflectores que nos enceguecían, le ordena que le golpee y el soldado toma el fusil por su cañón y quiebra su culata en la cabeza del trabajador, que se desangra hasta morir. Un grito de espanto nos sobrecoge.

Desde lo alto de la gradería, un trabajador enloquecido se lanza al vacío al grito de ¡viva Allende! y su cuerpo estalla en sangre en la cancha del estadio. Enceguecidos por los reflectores y bajo los cañones de las ametralladoras llamadas “las sierras de Hitler” siguen llegando nuevos prisioneros.

Víctor, herido, ensangrentado, permanece bajo custodia en uno de los pasillos del Estadio Chile. Sentado en el suelo de cemento, con prohibición de moverse. Desde ese lugar, contempla el horror del fascismo. Allí, en ese mismo Estadio que lo aclamó en una noche del año 69 cuando gana el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena, con su Plegaria de un labrador:

Levántate y mírate las manos
Para crecer, estréchala a tu hermano
juntos iremos unidos en la sangre
hoy es el tiempo que puede ser mañana.
Juntos iremos unidos en la sangre
Ahora y en la hora
de nuestra muerte, amen…

Allí es obligado a permanecer la noche del Miércoles 12 y parte del Jueves 13, sin ingerir alimento alguno, ni siquiera agua. Víctor tiene varias costillas rotas, uno de sus ojos casi reventado, su cabeza y rostro ensangrentados y hematomas en todo su cuerpo. Y estando allí, es exhibido como trofeo por el oficial superior y por “el Príncipe” ante las delegaciones de oficiales de las otras ramas castrenses y cada uno de ellos hace escarnio del cantor.

La tarde del Jueves se produce un revuelo en el Estadio. Llegan buses de la Población La Legua. Se habla de enfrentamiento. Y bajan de los buses muchos presos, heridos y también muchos muertos. A raíz de este revuelo, se olvidan un poco de Víctor. Los soldados fueron requeridos a la entrada del Estadio.

Entonces, aprovechamos de arrastrar a Víctor hasta las graderías. Le damos agua. Le limpiamos el rostro. Eludiendo la vigilancia de los reflectores y las “punto 50”, nos damos a la tarea de cambiar un poco el aspecto de Víctor. Queremos disfrazar su estampa conocida. Que pase a ser uno más entre los miles. Un viejo carpintero de la UTE le regala su chaquetón azul para cubrir su camisa campesina. Con un cortauñas le cortamos un poco su pelo ensortijado. Y cuando nos ordenan confeccionar listas de los presos para el traslado al Estadio Nacional, también disfrazamos su nombre y le inscribimos con su nombre completo: Victor Lidio Jara Martinez. Pensábamos, con angustia, que si llegábamos con Víctor al Nacional, y escapábamos de la bestialidad fascista del Chile, podríamos, tal vez, salvar su vida.

Un estudiante nuestro ubica a un soldado conocido, le pide algo de alimento para Víctor. El soldado se excusa, dice que no tiene, pero mas tarde aparece con un huevo crudo, lo único que pudo conseguir y Víctor toma el huevo y lo perfora con un fósforo en los dos extremos y comienza a chuparlo y nos dice, recuperando un tanto su risa y su alegría, “en mi tierra de Lonquén así aprendí a comer los huevos”. Y duerme con nosotros la noche del Jueves, entre el calor de sus compañeros de infortunio y, entonces, le preguntamos que haría él, un cantor popular, un artista comprometido, un militante revolucionario, ahora en dictadura y su rostro se ensombrece previendo, quizás, la muerte. Hace recuerdos de su compañera, Joan, de Amanda y Manuela, sus hijas y del Presidente Allende, muerto en La Moneda, de su amado pueblo, de su partido, de nuestro rector y de sus compañeros artistas. Su humanidad se desborda aquella fría noche de Septiembre.

El Viernes 14 estamos listos para partir al Nacional. Los fascistas parecen haberse olvidado de Víctor. Nos hacen formar para subir a unos buses, manos en alto y saltando. Y las bayonetas clavándonos. En el último minuto, una balacera nos vuelve a las graderías.

Y llegamos al fatídico sabado 15 de septiembre de 1973. Cerca del mediodía tenemos noticias que saldrán en libertad algunos compañeros de la UTE. Frenéticos empezamos a escribirles a nuestras esposas, a nuestras madres, diciéndoles solamente que estábamos vivos.

Víctor sentado entre nosotros me pide lápiz y papel. Yo le alcanzo esta libreta, cuyas tapas aún conservo. Y Víctor comienza a escribir, pensamos en una carta a Joan su compañera. Y escribe, escribe, con el apremio del presentimiento. De improviso, dos soldados lo toman y lo arrastran violentamente hasta un sector alto del Estadio, donde su ubica un palco, gradería norte. El oficial llamado el Príncipe tenía visitas, oficiales de la marina.

Y desde lejos vemos como uno de ellos comienza a insultar a Víctor, le grita histérico y le da golpes de puño. La tranquilidad que emana de los ojos de Víctor descompone a sus cancerberos- Los soldados reciben orden de golpearlo y comienzan con furia a descargar las culatas de sus fusiles en el cuerpo de Víctor. Dos veces alcanza a levantarse Víctor, herido, ensangrentado. Luego no vuelve a levantarse. Es la última vez que vemos con vida a nuestro querido trovador. Sus ojos se posan por última vez, sobre sus hermanos, su pueblo mancillado.

Aquella noche, nos trasladan al Estadio Nacional y al salir al foyer del Estadio Chile vemos un espectáculo dantesco. Treinta o cuarenta cuerpos sin vida están botados allí y entre ellos, junto a Litre Quiroga, director de Prisiones del Gobierno Popular, también asesinado, el cuerpo inerte y el pecho perforado a balazos de nuestro querido Victor Jara. 42 balas. La brutalidad fascista había concluído su criminal faena.

Era la noche del Sábado 15 de Septiembre. Al día siguiente su cadáver ensangrentado, junto a otros, sería arrojado cerca del Cementerio Metropolitano.

Esa noche, entre golpes y culatazos ingresamos prisioneros al Estadio Nacional. Y nuestras lágrimas de hombres quedaron en reguero, recordando tu canto y tu voz, amado Víctor, Víctor del Pueblo.

Esa misma noche, ya en el Nacional, lleno de prisioneros, al buscar una hoja para escribir, me encontré en mi Libreta, no con una carta, sino con los últimos versos de Víctor, que escribió unas horas antes de morir y que el mismo tituló “Estadio Chile”, conteniendo todo el horror y el espanto de aquellas horas.

Inmediatamente acordamos guardar este poema. Un zapatero abrió la suela de mi zapato y allí escondimos las dos hojas del poema. Antes, yo hice dos copias de él, y junto al ex Senador Ernesto Araneda, también preso, se las entregamos a un estudiante y a un médico que saldrían en libertad.

Sin embargo, el joven es chequeado por los militares en la puerta de salida y le descubren los versos de Víctor. Lo regresan y bajo tortura obtienen el origen del poema. Llegan a mí y me llevan al Velódromo, transformado en recinto de torturas e interrogatorio.

Me entregan a la FACH y tan pronto me arrojan de un culatazo a la pieza de tortura, el oficial me ordena sacarme el zapato donde oculto los versos. «¡Ese zapato, cabrón!». Grita furibundo. Su brutalidad se me viene encima. Golpea el zapato hasta hacer salir las hojas escritas. Mi suerte estaba echada. Y comienzan las torturas, patadas, culatazos y la corriente horadando las entrañas, torturas destinadas a saber si existían más copias del poema. Y ¿por qué a los fascistas les interesaba el poema? Porque a cinco días del golpe fascista en Chile, el mundo entero, estremecido, alzaba su voz levantando las figuras y los nombres señeros de Salvador Allende y Víctor Jara y, en consecuencia, sus versos de denuncia, escritos antes del asesinato, había que sepultarlos.

Pero quedaba otra copia con los versos de Víctor, que esa noche debía salir del estadio. Entonces, se trataba de aguantar el dolor de la tortura. De la sangre. Yo sabía que cada minuto que soportara las flagelaciones en mi cuerpo, era el tiempo necesario para que el poema de Víctor atravesara las barreras del fascismo. Con orgullo debo decir que los torturadores no lograron lo que querían. Y una de las copias atravesó las alambradas y voló a la libertad y aquí están los versos de Víctor, de su último poema, Estadio Chile:
foto

(Fragmento).
Somos cinco mil
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?
¡Cuanta humanidad
hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!.

Somos diez mil manos menos
que no producen
¿Cuántos somos en toda la Patria?
La sangre del compañero presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas
Así golpeará nuestro puño nuevamente.

Canto que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto
espanto como el que vivo
como el que muero, espanto.

Estos versos recorrieron todo el planeta. Y las canciones de Víctor, de amor y rebeldía, de denuncia y compromiso, siguen conquistando a los jóvenes de todos los rincones de la tierra.

El oficial fascista que ordenó acribillarlo debió quedar contento con su crimen, pensando que había silenciado la voz del cantor, sin saber que hay poetas y cantores como Víctor Jara, que no mueren, que mueren para vivir, y que su voz y su canto seguirán vivos para siempre en el corazón de los pueblos.

Este es mi testimonio y a ustedes se lo entrego queridos compañeros.

——————————————-

(Boris Navia Pérez, abogado. Fue detenido el 12 de Septiembre de 1973 en la Universidad Técnica del Estado, junto con Víctor Jara y cientos de profesores y estudiantes. Estuvo detenido en el Estadio Chile, Estadio Nacional, Chacabuco y Tres Alamos. Recuperó su libertad después de más de un año como prisionero político y se dedicó a la defensa de los derechos humanos).

Edwin Dimter fue «El Príncipe» del Estadio Chile. Es funcionario del Ministerio del Trabajo, se desempeña como jefe del Departamento de Control de instituciones de la Superintendencia de AFP, en calle Huérfanos número 1273.

Su casilla electrónica: edimte@safp.cl

Edwin Armando Roger Dimter Bianchi, con el grado de teniente, actúa el 29 de junio de 1973 en el Tanquetazo contra el gobierno de la Unidad Popular, en el cual resultan muertas más de veinte personas, entre ellos el camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen. Por los hechos fue detenido junto al teniente coronel Roberto Souper y el teniente Raúl Jofré González, con quienes, inmediatamente después del golpe de Estado, es enviado al Estadio Chile.

Edwin Armando Roger Dimter Bianchi ha sido, reconocido por testigos como el asesino de Víctor Jara. Hoy es contador auditor y cumple funciones como Jefe de uno de los departamentos de Control de Instituciones de la Superintendencia de AFP, con oficinas en el Ministerio del Trabajo.


Bombardero de La Moneda es un “exonerado político”

Fuente :lanacion.cl, 28 de Noviembre 2008

Categoría : Prensa

El mayor (R) de Ejército Enrique Edgardo Cruz Laugier que sacó el armamento pesado del Regimiento Tacna el día del golpe militar para bombardear La Moneda desde tierra, mientras Allende resistía al interior, y el ex agente de inteligencia y coronel (R) de la FACh, Rafael Agustín González Berdugo, procesado hasta ahora como el único culpable del asesinato tras el golpe del estadounidense Charles Horman, tienen hoy la calificación de "exonerados políticos". Sus nombres aparecen en la lista de los 145 mil reconocidos.

Cruz Laugier fue calificado como tal el 20 de enero de 2000 por el respectivo programa del Ministerio de Interior, mientras Gonzalez Berdugo lo fue el 19 de noviembre de 1999.

Ambas historias son de película. Bajo su firma, Cruz admitió en el proceso por los desaparecidos de La Moneda que el 11 de septiembre de 1973, siendo comandante del Grupo de Artillería del Tacna, el comandante del cuartel Joaquín Ramírez Pineda le entregó el mando del cuartel.

Cruz dice que temprano salió con sus tropas al centro de Santiago e instaló piezas de artillería por el costado sur de La Moneda, comenzado a bombardear desde tierra antes de que los Hawker Hunter.

Más tarde, sostiene que fue con sus tropas y atacaron con fuego de artillería el local de las Brigadas Ramona Parra del PC en República, y lo mismo hizo con los militantes del MAPU que se hallaban en el local de calle Carrera.

Renacida la democracia, el personaje se instaló como jefe de seguridad del Senado en Valparaíso donde se mantuvo hasta diciembre de 2004, cuando la Comisión de Régimen Interno lo despidió a raíz del artículo que LND ("Durmiendo con el enemigo") publicó el 2004.

Cruz se querelló por "injuria y calumnia", pero el tribunal resolvió que no existieron tales delitos.

El caso de González Berdugo es propia de una segunda parte de la película "Missing" de Costa Gavras, inspirada en el crimen de Charles Horman.

González, civil adscrito a la FACh que hoy tiene el grado de coronel (R), trabajó 40 años como agente de inteligencia de esa institución.

En los días posteriores al golpe condujo a Horman hasta el Ministerio de Defensa para interrogarlo en el despacho del entonces jefe de inteligencia del Ejército, general Augusto Lutz. Días después, Horman fue hallado acribillado.

Por ello el ministro Jorge Zepeda lo procesó el 10 de diciembre de 2003 en calidad de cómplice del asesinato.

Cuando a comienzos de diciembre de 2003 la entonces ministra de Defensa y actual Presidenta, Michelle Bachelet, entregó en Quintero a los oficiales y suboficiales (R) de la FACh que fueron víctimas de la represión, una tifa para "reintegrarse a la familia aérea", el ex agente González la recibió y se puso para la foto.

En 1980, y haciéndose pasar en Estados Unidos como "disidente" de Pinochet, tuvo la frialdad para ir a tomar el té con el padre de Horman.

Otro personaje que aparece en la lista de calificados es el llamado "Príncipe", Edwin Dimter Bianchi, a quien se le atribuye -por testigos en el proceso- el crimen de Víctor Jara en el Estadio Chile, aunque no ha sido procesado por ello.

Dimter fue calificado como tal el 20 de enero de 2000, pero el programa del Ministerio de Interior le quitó tal calificación el 2006 al considerar sus antecedentes personales relacionados con este caso y el frustrado golpe del 29 de julio de 1973 conocido como el Tancazo.

 


Piden detención de ex militares por asesinato de Víctor Jara

Fuente :el Nuevo Herald, 22 de Diciembre 2010

Categoría : Prensa

El gobierno pidió la detención de cuatro oficiales del ejército retirados acusados del secuestro y asesinato calificados del folclorista chileno Víctor Jara, acribillado en septiembre de 1973. La solicitud fue presentada al juez Juan Fuentes Belmar, que lleva el caso de Jara desde el 2006, por el abogado Cristián Cruz, del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior.
La querella afecta a los ex oficiales del ejército, jubilados, Edwin Dimter, Hugo Sánchez, Raúl Jofré y al ex fiscal Rolando Melo, informó a la AP una fuente que pidió anonimato para no perjudicar el caso.
Jara fue detenido en el interior de la Universidad Técnica del Estado el mismo día del golpe militar dirigido por el general Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973. Estuvo detenido en el Estadio Chile junto a unos 5,000 prisioneros.
Testigos que estuvieron en el estadio declararon en la investigación judicial que cuando Jara y otras 14 personas fueron reconocidas por sus captores, fueron trasladadas a los camarines subterráneos del recinto. Ninguno salió vivo.
La demanda señala que Dimter, Sánchez y Jofré estaban en el interior del estadio cuando el folclorista fue baleado.
El resultado de la autopsia de Jara, realizada en noviembre del 2009, señala que murió por «múltiples heridas de proyectil, en todo el cuerpo, cráneo, piernas, brazos, tórax, y que significaron un shock hemorrágico agudo, provocado por una situación violenta de tipo homicida''.
El jefe del Servicio Médico Legal, doctor Patricio Bustos, agregó que Jara fue torturado antes de ser asesinado. «Tenía también fracturas provocadas por otro tipo de objeto contundente, no por balas. Todas producidas en el momento en el cual fue ejecutado este homicidio''.
Dimter ha sido vinculado por múltiples testigos a «El Príncipe'' del estadio Chile, y sindicado como autor de torturas y asesinatos.
Hasta ahora el único procesado por el homicidio es el ex conscripto José Paredes Márquez, de 56 años, que alega inocencia. Paredes dijo a la AP en una entrevista el año anterior que el responsable del crimen debe ser un oficial porque los conscriptos usaban fusiles, y un cuerpo humano habría sido despedazado por una arma. La viuda, Joan Jara, señaló que no tuvo dificultad para reconocer los restos del artista en la morgue, en septiembre de 1973.

 


Los “exonerados” de la guerra sucia

Fuente :El Mostrador, 15 de Julio de 2013

Categoría : Prensa

Entre los favorecidos están: Enrique Cruz Laugier, que bombardeó La Moneda desde tierra el 11 de septiembre; Patricio Kellet Oyarzún, jefe de Inteligencia a cargo de la detención de personas en Valdivia; Juan Campos Cifuentes, enlace entre Carabineros y el Servicio de Inteligencia de la Armada en el principal centro de torturas de la Marina en Valparaíso; y, Rafael González Berdugo, procesado por el crimen de Charles Horman. Además se incluye el caso de Edwin Dimter Bianchi —que sacó los tanques a la calle contra Allende y era el supuesto Príncipe del estadio Chile procesado por el asesinato de Víctor Jara—, a quien le quitaron el beneficio recién en 2006. Pasadas las nueve de la mañana del 11 de septiembre de 1973, el mayor Enrique Cruz Laugier preparó sus tropas y piezas de artillería pesada. Tres horas antes, Cruz, quien era el comandante del Grupo de Artillería del Regimiento Tacna, había recibido el mando del cuartel de parte de su comandante, coronel Joaquín Ramírez Pineda.
Esa mañana, Cruz se instaló con su tropa y armamento pesado frente a La Moneda por el costado sur y abrió fuego contra la sede de gobierno. Adentro, Allende resistía el ataque militar metralleta en mano. Coordinadamente, Cruz ordenó el cese del fuego poco antes de que los Hawker Hunter arrojaran las bombas contra el Palacio.
Finalizado el ataque, el mayor Cruz comandó el asalto a la sede de las Brigadas Ramona Parra del Partido Comunista en la Avenida República. Lo mismo hizo con la sede del Regional Santiago del Movimiento de Acción Popular Unitario, Mapu, en la calle Carrera. Por la noche de ese mismo día y los posteriores, con sus hombres se encargó de allanar domicilios y detener personas. A partir de 1990 se instaló como jefe de Seguridad del Senado en Valparaíso. En 2004 lo expulsaron de su cargo, después de que un reportaje de La Nación Domingo revelara su historia, que el mismo Cruz relató el 30 de agosto de 2002 en una declaración judicial por los desaparecidos de La Moneda. Fue calificado como “exonerado político” el 20 de enero de 2000. Patricio Kellet Oyarzún es hoy un mayor de Ejército en retiro. Para el 11 de septiembre de 1973, era el jefe de Inteligencia del Regimiento Cazadores de Valdivia, comandado entonces por el ex integrante de la Junta Militar, Santiago Sinclair. En su calidad de jefe de Inteligencia, Kellet detuvo en Valdivia y alrededores decenas de personas, como lo admitió en su declaración judicial del 9 de mayo de 2003 en el proceso por los crímenes de la Caravana de la Muerte en Valdivia. Allí fue asesinado José Liendo Vera, elcomandante Pepe, y otros 11 militantes del Mir. Fue desde ese mismo regimiento que el 9 de octubre de 1973 salió un convoy militar hacia el Complejo Maderero y Forestal Panguipulli, en la precordillera de Valdivia. Los efectivos asesinaron a 17 campesinos en el sector Baños de Chihuío y luego escondieron sus cuerpos en una fosa clandestina. En 1978, los desenterraron y los lanzaron al mar. Kellet es hoy un empresario agricultor.

Curiosamente, el ex jefe de Inteligencia dijo a la Comisión Calificadora de la Oficina del Exonerado Político del Ministerio de Interior, que el Ejército lo exoneró por razones “ajenas” a su voluntad. El 6 de marzo de 2002 fue calificado como “exonerado político”. Pero un año después,  en su declaración judicial antes mencionada, sostuvo que “en 1985 me acogí a retiro por razones personales y en la actualidad me dedico a la agricultura”. Rafael González Berdugo es un civil que operó como agente de contrainteligencia de la Fuerza Aérea, pero incorporado a la Fach con el grado de coronel. Se desempeñó siempre en el Departamento II de Inteligencia del Estado Mayor de la Defensa Nacional. En las primeras horas del golpe militar, actuó como oficial de enlace en el Ministerio de Defensa entre las distintas ramas de las Fuerzas Armadas y los detenidos que llegaron a ese lugar. Allí, y en la oficina del jefe de Inteligencia del Ejército, general Augusto Lutz, fue el interrogador de los ciudadanos estadounidenses asesinados Charles Horman y Frank Teruggi. Su tifa de agente tenía el número 27759, y venía infiltrando diversas organizaciones sociales y políticas desde la década de los 60. Su historia es la de un James Bond chileno. Actualmente está procesado desde el año 2003 por el crimen de Horman. En enero de 1977, funcionarios de la embajada de Estados Unidos lo interrogaron en la embajada de Italia, donde se asiló alegando que agentes de la Dina lo perseguían. En esa entrevista, dijo a los funcionarios “yo fui el único oficial de la Fuerza Aérea que el 11 de septiembre de 1973 participó en la toma de La Moneda”. Salió finalmente de Chile, y en 1980 haciéndose pasar por un disidente de la dictadura de Pinochet, se fue a tomar el té con el padre de Charles Horman. En 1974, dirigió el desentierro del cadáver de Horman para entregárselo a la embajada de Estados Unidos que lo repatrió a su país. Como está establecido en esta causa, la orden de asesinar a Horman y Teruggi salió desde la oficina del general Lutz, luego de los interrogatorios de González Berdugo. Años después, cambió la V de su segundo apellido, por una B. Cuando finalizada la dictadura regresó a Chile, se hizo pasar por exonerado político, logrando tal acreditación. Juan Campos Cifuentes es un personaje extraño. Fue oficial de Carabineros en Valparaíso y tiene a su hermano José Alejandro desparecido desde 1981, cuando en la Operación Retorno del MIR intentó ingresar clandestino a Chile desde Argentina y es detenido en la precordillera de Valdivia.
Junto a 200 carabineros de la Quinta Región, fue uno de los 16 oficiales de este grupo que después del golpe de Estado, hizo el curso especial de comando en el Fuerte Miller de la Infantería de Marina en Las Salinas, Viña del Mar. Allí aprendió a matar y a torturar. También fue instruido en Inteligencia. Terminada la instrucción impartida por los perros de la Infantería, como él mismo los llama, fue a cumplir funciones en la Academia de Guerra Naval, AGN, en el cerro Playa Ancha del puerto. Allí fue oficial de enlace entre la prefectura de Carabineros de la Quinta Región y el Servicio de Inteligencia Naval, conocido como Ancla 2, que tenía bajo su control esa Academia. Ese fue el principal centro de detención y tortura de la Armada en toda la Región porteña. Trasladó prisioneros desde la AGN a los buques-prisión Maipo y Lebu. Junto a un pelotón de carabineros, mataron a un opositor a la dictadura en la Plaza Aníbal Pinto. Su curriculum, Juan Campos se lo relató en una entrevista grabada al historiador Jorge Magasich, autor del libro Los que dijeron Noque relata el proceso a los marinos constitucionalistas instruido en la Fiscalía Naval de Valparaíso. Pero Campos dice que nunca torturó en la AGN, sino que sólo estaba encargado de analizar documentación y los interrogatorios de los prisioneros. Fue reconocido como “exonerado político” el 19 de noviembre de 1999. Erwin Dimter, fue calificado como “exonerado político” el 20 de enero de 2000, pero el 2006 se le canceló el beneficio. Ya aparecía como el supuesto Príncipe del Estadio Chile vinculado al asesinato del cantautor Víctor Jara. Seis años después, fue procesado en calidad de cómplice por este crimen, junto a otros siete oficiales (R) del Ejército. Pero Dimter ya tenía conductas golpistas antes del 11 de septiembre de 1973. El 29 de junio de ese año participó en un alzamiento contra el gobierno de Salvador Allende sacando tanques a la calle. La asonada fue liderada por el teniente coronel Roberto Souper Onfray, otro de los encausados por Víctor Jara.


Condenan a nueve miembros del Ejército (r) por homicidio de Víctor Jara

Fuente :latercera.cl, 3 de Julio 2018

Categoría : Prensa

Esta tarde el ministro en visita Miguel Vázquez condenó a nueve funcionarios en retiro del Ejército, por su responsabilidad en el homicidio del cantautor Víctor Jara, el 15 de septiembre de 1973, y del ex director de Gendarmería Littré Quiroga

El magistrado decidió condenar a Hugo Hernán Sánchez Marmonti, Raúl Aníbal Jofré González, Edwin Armando Roger Dimter Bianchi, Nelson Edgardo Haase Mazzei, Ernesto Luis Bethke Wulf, Juan Renán Jara Quintana, Hernán Carlos Chacón Soto y Patricio Manuel Vásquez Donoso, a la pena de quince años y un día de presidio mayor en su grado máximo, como autores de los delitos de homicidio calificado de Quiroga y Víctor Jara.

Además se les aplicó la pena de tres años de presidio menor en su grado medio a los militares (r) antes mencionados como autores de los delitos de secuestro simple en contra de Jara y Quiroga.

Por otro lado, en el caso de Rolando Melo Silva de dictó la pena de cinco años y un día de presidio mayor en su grado mínimo como encubridor del homicidio antes mencionados. A esto se suma 60 días de presidio como encubridor del ilícito de secuestro.

En el aspecto civil, por su parte, el magistrado, dictaminó condenar al Fisco a pagar $ 1.370 millones a los familiares de las víctimas de estos hechos.


Abogado de familia de Víctor Jara: Me impactó que lo mataran jugando "ruleta rusa" y luego lo remataran de 44 balazos

Fuente :cambio21.cl, 13 de Jjulio 2018

Categoría : Prensa

Pasaron 45 años para que se conociera la verdad de la muerte del cantautor Víctor Jara. Pero gracias a la constancia de la familia, que nunca ha dejado de buscar la verdad y la justicia para su ser querido, se ha llegado a una conclusión inesperada que, tal vez, muy pocos conocían y que Cambio21 la entregó en exclusiva. El cantante murió producto de un balazo en la cabeza provocado por el entonces teniente Pedro Pablo Barrientos, quien decidió jugar a la ruleta rusa con él.

Según consta en el texto del fallo que, declaró culpables a 9 oficiales del Ejército, Barrientos “decidió jugar a la ruleta rusa con Víctor Jara, asi que sacó su arma corta, acercándose a éste que estaba de pie, con sus manos en la espalda, ya que estaba esposado, haciendo girar la pistola, poniéndosela en la nuca y disparándole, por lo que cayó al suelo, pidiéndose ayuda por radio y concurriendo de inmediato personal paramédico, quienes lo pusieron en una camilla y se lo llevaron”

Luego fue rematado por 44 balazos. Pero antes había sido torturado. Sus dedos y manos fueron fracturadas con la culata de los fusiles y con un linchaco.

Lo dramático del caso y el horror que lo rodeó tuvo, al menos, un hecho fortuito, pero grandioso: cuando su cuerpo llegó a la morgue alguien lo reconoció y le avisó a su viuda, y así lograron que fuera sepultado en el Cementerio General donde permanece hasta ahora.

 En el fallo el juez condenó al ex teniente coronel del Ejército Hugo Hernán Sánchez Marmonti, al ex brigadier del Ejército Raúl Aníbal Jofré González, al ex teniente Edwin Armando Roger Dimter Bianchi, al ex coronel Ernesto Luis Bethke Wulf, coronel Nelson Edgardo Haase Mazzei, el ex teniente coronel Juan Renán Jaras Quintana, al ex brigadier de Ejército Hernán Carlos Chacón Soto y al ex coronel Patricio Manuel Vásquez Donoso todos a penas de 15 años y un día, en calidad de autores del delito de secuestro simple de las víctimas.

En tanto, el ex coronel de justicia militar, abogado, que era fiscal durante la dictadura Rolando Camilo Humberto Melo Silva deberá purgar 5 años y un día de presidio, como encubridor del homicidio y 61 días como encubridor de secuestros.

Respecto del procesado por estos delitos Pedro Pablo Barrientos Núñez, también ex oficial de Ejército, en enero de 2013 y en agosto de 2016 la Corte Suprema solicitó su extradición a Estados Unidos, donde el criminal reside. Sin embargo, aún dicho país no ha dado respuesta a la petición, pero de acuerdo a los tratados internacionales tiene que aprobar la extradición porque se trata de un delito de lesa humanidad.

Cambio21 conversó con el abogado de derechos humanos Nelson Caucoto, quien ha sido el abogado de la familia de Víctor Jara.       

¿Qué ha significado para usted en su defensa por los derechos humanos el caso de Víctor Jara?
—Para mí ha sido un caso extraordinariamente importante. He aprendido a conocer a un personaje, una leyenda, a su familia. Me he embuido de este anhelo y ansias de justicia que tiene la familia de Víctor.

Conocer que estamos en presencia de un gran ícono en el firmamento cultural, social y político de Chile, de un personaje que traspasa fronteras. Una persona que, indudablemente, tenía marcada la muerte en su destino el mismo día en que lo toman prisionero. Habría sido insufrible para la dictadura tener a Víctor Jara cantando desde la resistencia.

Entonces, para mí ha sido un orgullo tener este caso como tantos otros de gente igualmente importante, aunque no aparezcan en los medios, pero Víctor indudable que me tiene sorprendido.

A través de la investigación, tantos años, ¿habrá pasado por distintas etapas?
—Yo sabía con lo que me iba a encontrar, un caso inmensamente dificultoso, un crimen cometido desde las más altas esferas del Estado y esos crímenes se cometen para no ser resueltos jamás.

En derechos humanos todos los casos son desafiantes porque todos implican una resistencia a la verdad oficial. Y esto no fue una excepción porque de acuerdo a lo que informó la dictadura a la Comisión Interamericana, Víctor fue muerto por francotiradores, porque alguien le disparó y eso es absolutamente falso y así quedó demostrado con la investigación.

Y, además, tenemos la tremenda dificultad de no tener ninguna declaración de los organismos pertinentes (se refiere sin duda ni nombrar al Ejército) de manera que la verdad que se construyó en este caso  se fue haciendo artesanalmente a través de la participación de muchos protagonistas entre ellos conscriptos  que ya no están en Chile, los miles de detenidos en el Estadio Chile (ahora nombrado Víctor Jara), la familia y la inmensa cantidad de amigos de Víctor.

Además se encontraron con jueces que estuvieron abiertos a investigar para desentrañar lo acontecido. De  manera que se dio una conjunción perfecta de muchos factores para llegar a este resultado exitoso.

Crueldad indescriptible

La familia nunca bajo los brazos y siempre siguieron buscando justicia…
— Ellos al igual que todos nosotros incluso, los que estábamos en los juicios, sabíamos que podría pasar, aunque cinco años atrás no se si había alguien que estaba en condiciones de avisorar lo que aconteció; no creíamos que se iba a aclarar el crimen, pero la historia nos dijo otra cosa. En eso la familia tuvo una capacidad enorme.

¿Ustedes se imaginaron que hubo tanta crueldad en la forma como fue asesinado Víctor Jara?
—No, es algo indescriptible, ni siquiera uno es capaz de ponerse en el lugar de Víctor por lo que sufrió él y tantos otros que fueron torturados. A Víctor dispararle 44 balazos y atormentarlo de la manera que lo hicieron eso es inimaginable. Creo que el nivel de sufrimiento es difícil de describir.

Extradición pendiente

¿En este fallo están todos los culpables o eran más personas? 
—Hay dos que murieron: El jefe del Estadio Chile Mario Manríquez  y otro que era uno de los oficiales que también participó en los hechos que estaba procesado, Jorge Smith. Ellos se liberaron porque murieron si no estarían condenados también.

¿ Qué posibilidades reales hay de traer a Barrientos?
—Bueno las que existen en todo proceso de extradición. Creo que este es un tema que implica colaboración también gubernamental y judicial de parte del gobierno norteamericano. Estamos a la espera de que se ponga a la altura de lo que es un principio básico del derecho internacional,  que es que en los crímenes de lesa humanidad procede la extradición.

La Corte Suprema de Chile hace cinco años que pidió la extradición de Barrientos y ahora a raíz del fallo del caso, el canciller Ampuero, se comprometió a interceder como gobierno con las autoridades norteamericanas.     


46 años del asesinato de Víctor Jara: Una justicia tardía

Fuente :resumen.xl, 16 de Septiembre 2019

Categoría : Prensa

Hoy 16 de septiembre se cumplen 46 años del asesinato del cantautor nacional Víctor Jara en el estadio que hoy lleva su nombre. El crimen cometido cinco días luego del golpe de Estado de 1973 remece a la sociedad chilena -e internacional- hasta el presente.

El 11 de septiembre de 1973 el Ejército de Chile traicionaba su juramento y ejecutó los planes de la CIA para derrocar al gobierno e instauró una máquina de muerte contra sus propios compatriotas. Las víctimas comenzaron aquel mismo día, entre ellos, un símbolo de la Nueva Canción Chilena y de la cultura popular: Víctor Jara.

Jara se encontraba en la entonces Universidad Técnica del Estado sede Santiago (UTE), hoy USACh, cuando fue trasladado junto a docentes y estudiantes por una patrulla militar al entonces Estadio Chile, recinto que hoy lleva su nombre.

El estadio se transformó en el primer campo de concentración del país para prisioneros políticos. Ahí permaneció durante cuatro días donde, al igual que los restantes detenidos, fue víctima de brutales sesiones de torturas, quizás con particular ensañamiento por su condición de figura pública e indisociable de la causa de los trabajadores.

"¿Me escucha la cloaca marxista? ¿Me oyen los comemierda? ¡Ahora se acabaron los discursos, chuchas de su madre! Ahora van a tener que trabajar. Los que se nieguen a trabajar, los fusilaremos. ¿Me escuchan los vendepatria?" ladraba desde los pasillos del estadio el teniente Edwin Dimter, autodenominado como «el príncipe».

Finalmente, el 16 de septiembre, fue acribillado. Su cuerpo fue encontrado tres días más tarde, el 19, por vecinos de la Población Santa Olga con 44 impactos de bala en su cuerpo. Gracias a la gestión del funcionario del SML Héctor Herrera, fue posible rescatar su cuerpo y avisar a su viuda para que lo reclamara evitando así que se transformara, como tantos, en un detenido desaparecido.

En medio del presidio logró escribir el 15 de septiembre, antes de morir, un poema en una servilleta, lo que sería su última creación. «Somos cinco mil» es el nombre del poema corrió de prisionero en prisionero por el Estadio hasta que fue descubierto por los militares en el calcetín de uno de los presos, al que interrogaron y torturaron para descubrir quién más lo tenía. Finalmente un detenido pudo sacarlo fuera. A pesar de que los golpistas intentaron borrarlo, cuando empezó a correr se convirtió, también fuera del país, una canción de denuncia de las barbaridades que se habían cometido, y fue interpretado por artistas internacionales como Joan Báez o Pete Seeger.

Somos cinco mil aquí.
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos somos en total
en las ciudades y en todo el país?
Somos aquí diez mil manos
que siembran y hacen andar las fábricas.
¡Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!
Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.
Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores,
uno saltando al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.
¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo.
¿Es éste el mundo que creaste, Dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo?
En estas cuatro murallas sólo existe un número que no progresa.
Que lentamente querrá la muerte.
Pero de pronto me golpea la consciencia
y veo esta marea sin latido
y veo el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona lleno de dulzura.
¿Y Méjico, Cuba, y el mundo?
¡Qué griten esta ignominia!
Somos diez mil manos que no producen.
¿Cuántos somos en toda la patria?
La sangre del Compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas.
Así golpeará nuestro puño nuevamente.
Canto, que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto.
Espanto como el que vivo, como el que muero, espanto.
De verme entre tantos y tantos momentos del infinito
en que el silencio y el grito son las metas de este canto.
Lo que nunca vi, lo que he sentido y lo que siento
hará brotar el momento…

El crimen, como tantos, quedó en la más absoluta impunidad durante toda la dictadura y buena parte del post-pinochetismo. El año 2006, la comisión funa realizó una acción a Edwin Dimter, responsable directo del crimen del cantautor, en su lugar de trabajo en la Superintendencia de AFPs (otro legado dictatorial), que fue grabado para el documental «La funa de Víctor Jara»:

La justicia que tarda

En un juicio civil, entablado el año 2013 por la familia del cantautor, el ex teniente del ejército chileno Pedro Barrientos Núñez, radicado en Estados Unidos desde 1991 donde adquirió una inusualmente rápida ciudadanía, fue encontrado culpable del delito de tortura y asesinato extrajudicial de Víctor Jara. Barrientos, que se fue de Chile para evitar la justicia finalizada la dictadura, realizó en este país diversas acciones  tendientes a eludir la acción de la justicia chilena.

Sin embargo, no pudo evitar ser demandado en Estados Unidos. El jurado de un tribunal federal de Orlando, Estado de Florida, lo encontró culpable de una demanda había sido interpuesta por Joan Jara, la viuda del artista, y sus dos hijas, Manuela y Amanda.

Barrientos se encuentra en un proceso de extradición solicitada por la Corte Suprema de Chile para que pueda ser condenado por este crimen y brindar así finalmente justicia.

Por su parte, el 4 de julio del 2018, el ministro en visita para causas por violaciones a los Derechos Humanos de la Corte de Apelaciones de Santiago, Miguel Vázquez Plaza, condenó a nueve ex oficiales del Ejército por su responsabilidad en los delitos de homicidio de Víctor Jara. Los condenados fueron el teniente coronel de ejército Hugo Hernán Sánchez Marmonti, al ex brigadier de ejército Raúl Aníbal Jofré González, al ex teniente Edwin Armando Roger Dimter Bianchi, al ex coronel Nelson Edgardo Haase Mazzei, al ex teniente coronel Ernesto Luis Bethke Wulf, al ex teniente coronel Juan Renán Jara Quintana, al ex brigadier de ejército Hernán Carlos Chacón Soto y al ex coronel Patricio Manuel Vásquez Donoso, todos a penas de 15 años y un día.

En tanto, el ex coronel de justicia militar, abogado, que fungía de fiscal durante la dictadura, Rolando Camilo Humberto Melo Silva deberá purgar 5 años y un día de presidio, como encubridor de los homicidios, y 61 días como encubridor de los secuestros.

El asesinato de Víctor Jara es un crimen que traspasa las fronteras de Chile, pues su legado es reivindicado no solamente por artistas nacionales, sino latinoamericanos, españoles o anglosajones como Pete Seeger, Joan Báez, Tom Morello o Roger Waters. La historia de su muerte fue motivo para realizar un documental de la cadena de streaming Netflix titulada «Masacre en el Estadio» que reavivó la polémica de Barrientos y su traslado a Chile para que pueda pagar por sus crímenes.


Condenado por crimen de Víctor Jara presentó recurso que cuestiona al Tribunal de Nuremberg

Fuente :cooperativa.cl, 17 de Mayo 2019

Categoría : Prensa

El Tribunal Constitucional (TC) admitió a trámite el pasado 3 de mayo un requerimiento de Edwin Dimter Bianchi, uno de los ex militares condenados por el crimen de Víctor Jara, donde cuestiona la imprescriptibilidad de delitos de lesa humanidad establecida en el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg.

El mencionado estatuto fue establecido el 8 de agosto de 1945 por el Reino Unido, Francia, EE.UU. y la URSS tras las II Guerra Mundial, siendo el primer instrumento internacional que habla expresamente de crimen contra la humanidad.

Dimter, condenado a 15 años y un día por su responsabilidad como autor de los homicidios del cantautor y del ex director de prisiones Littré Quiroga Carvajal, busca que no se tome en cuenta la imprescriptibilidad del delito.

Sin embargo, el que el requerimiento del ex militar se haya admitido a trámite es sólo un tema formal, pues aún debe verse si éste se declara admisible.

En conversación con Cooperativa, el ex subsecretario del Interior y ex agente de Chile ante la Corte de La Haya Alberto van Klaveren reconoció que "resulta un tanto curioso de que tantos años después un país como Chile llegue a plantearse dudas sobre la legalidad de las acciones del Tribunal de Nuremberg".

"Eso llama poderosamente la atención", expresó el abogado y diplomático, indicando que él quisiera pensar "que en realidad el TC, por una cuestión formal, aceptó tramitar el recurso, pero supongo que habrá problemas de admisibilidad".

 

Por lo demás, agregó Van Klaveren, "el tema de la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad no está solamente consignado en este tribunal, en el estatuto, sino que posteriormente fue recogido en una convención en el marco de Naciones Unidas que se entiende forma parte de la costumbre internacional y así lo han reconocido tribunales chilenos".

"Incluso, hay fallos de la Corte Suprema así lo señalan", recalcó.

Además, el ex canciller y timonel PPD, Heraldo Muñoz, a través de su cuenta de Twitter, cuestionó que el TC haya admitido a trámite el requerimiento de Dimter, preguntando: "¿Qué vendrá después? ¿Acoger recurso contra la Declaración Universal de los Derechos Humanos?".


Tribunal Constitucional admite a trámite recurso que presentó exmilitar condenado por el crimen de Víctor Jara

Fuente :24horas.cl, 16 de Mayo 2019

Categoría : Prensa

En conversación con 24horas.cl, el diplomático chileno, Alberto van Klaveren, admitió su preocupación ante el requerimiento presentado por Edwin Dimter Bianchi. El oficial (r) cuestiona la imprescriptibilidad de delitos de lesa humanidad establecida en el Tribunal de Nuremberg

El pasado 12 de mayo, el Tribunal Constitucional (TC) admitió a trámite un requerimiento presentado el 15 de abril por el oficial (r) del Ejército, Edwin Dimter Bianchi, uno de los condenados como autor de los delitos de secuestro simple y homicidio calificado perpetrados en septiembre de 1973 en contra del emblemático cantautor nacional Víctor Jara, y del entonces director de prisiones, Littré Quiroga, ambos considerados de lesa humanidad

La solicitud del exuniformado busca declarar la inconstitucionalidad del Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg, convención de procesos juridiccionales emprendida por las naciones aliadas vencedoras al final de la Segunda Guerra Mundial, en los que se determinaron las sanciones y responsabilidades de los jerarcas del régimen nazi de Adolf Hitler en los diferentes crímenes y abusos contra la humanidad cometidos.

El punto específico que pretende el requirente tiene relación con la imprescriptibilidad de delitos de lesa humanidad. Es decir, dejar sin efecto ante la justicia la extinción de un derecho (el suyo en este caso), debido al paso del tiempo por este tipo de crímenes.

Dimter Bianchi aduce, en síntesis, que "el Estatuto impugnado vulnera el principio de juridicidad y el debido proceso, toda vez que estima que está siendo juzgado por una pena que no estaba tipificada por una ley promulgada con anterioridad al delito". En ese sentido, explica que la norma que consagró en Chile la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad entró a regir en el año 2009.

Esta situación llevó al abogado y diplomático nacional, Alberto van Klaveren, a recurrir a su cuenta de Twitter donde publicó un mensaje dando cuenta de su preocupación por la posibilidad de cuestionar el estatuto del Tribunal de Nuremberg, "el mismo que aplicó condenas a crimínales de guerra nazis y declaró crímenes imprescriptibles", según él mismo detalló.

En conversación con 24horas.cl, el exagente del Estado de Chile ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) desmenuzó las eventuales consecuencias en un supuesto escenario donde el TC declare admisible el controvertido requerimiento.

Si bien van Klaveren piensa que el TC admitió a trámite el recurso del condenado por el asesinato de Víctor Jara debido a "una cuestión formal", también manifestó su preocupación por lo que pueda resolver el organismo: "Espero que no lo vayan a considerar seriamente. No puede marcar precedentes ni tendría ningún efecto. Simplemente sería ponernos en ridículo, pero estoy seguro que el TC no va a hacer eso".

Para el abogado, "empezar a cuestionar a estas alturas el Tribunal de Numremberg sería una cosa muy extraña, y que esto se plantee desde Chile es más extraño todavía. Creo que es un recurso dilatorio que presentó la defensa de este general (sic), que por lo demás está condenado por el crimen de Víctor Jara. Supongo que no hay que tomarlo demasiado en serio".

Consultado respecto a si existe algún país en el mundo que se haya puesto en una posición de poner en tela de juicio lo que dice el Tribunal de Nuremberg, van Klaveren dice que sí han existido casos bajo la doctrina jurídica, pero que "se entiende que el Derecho Penal Internacional ha evolucionado mucho desde esa época y por lo demás, la imprescriptibilidad de estos crímenes está también consignada en otras convenciones internacionales".

Van Klaveren se explaya apuntando que "es un tema que ha sido analizado por nuestros tribunales, y la doctrina que ha imperado en nuestros tribunales es reconocer que hay crímenes que son imprescriptibles, pero la fuente de esa imprescriptibilidad ha sido, sobretodo, convenciones posteriores al Estatuto del Tribunal de Nuremberg (…) Esto de objetar el Tribunal de Nuremberg es una cosa muy extraña, esa es la verdad".

El diplomático manifestó que en este caso, es necesario "ver cuál es el paso siguiente del TC, qué es lo que va a hacer. Una cosa es admitirlo a trámite, y otra cosa es considerarlo seriamente. Yo dudo que el TC dé ese paso". En este contexto, van Klaveren sugiere poner el foco en lo que resuelva el TC "porque nunca se sabe si pueden estar tentados a establecer una doctrina sobre esto (…) Esa fue la razón por la cual puse el tuit, por lo demás".

De hecho, el abogado complementa apuntando "los tribunales son bastante autónomos, pero resultaría sumamente extraño que el TC se pronunciara sobre una norma de derecho internacional, realmente".

Van Klaveren dice que no recuerda si es que en el pasado el TC se ha pronunciado sobre algún tema de derecho internacional, pero a su juicio "no es recomendable que el TC empiece a abocarse a cuestiones de derecho internacional, de ninguna manera. No creo que esté en la esfera de sus competencias, por lo demás".

Respecto a esta situación en particular, el diplomático piensa que la presentación del recurso por parte del oficial en retiro podría tratarse nada más que de "una maniobra dilatoria, que es lo que está sucediendo con estos recursos que se presentan ante el TC. La gente recurre adonde puede, y de repente lo hace ante el TC".

Sin embargo, enfatiza que "la jurisprudenbcia que hay en Chile sobre esta materia ha sido elaborada sobre la base de los fallos de la Corte Suprema, y la Corte Suprema ha reconocido la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de guerra, que es lo que se está cuestionando en este caso, pero no basada en el estatuto del Tribunal de Nuremberg, sino que en convenciones posteriores".

De todos modos, advierte que se debe poner atención en "qué tratamiento le da el TC a este recurso. De todas maneras es extraño. Hay quienes opinan que el TC no lo debería haber admitido. No es grave, pero es extraño. Llama la atención, sobretodo por el argumento. El argumento aquí es que el Tribunal de Nuremberg operó ilegalmente, y eso es realmente un poquito extraño".

*Cabe destacar que en caso que el recurso se declare admisible, le corresponderá al Tribunal Pleno del TC emitir un pronunciamiento sobre el fondo de la impugnación.


Corte Suprema dicta sentencia definitiva por secuestro y homicidio de cantaautor Víctor Jara Martínez y director de prisiones Littre Quiroga Carvajal.

Fuente :diarioconstitucional.cl, 28 de Agosto 2023

Categoría : Prensa

La Segunda Sala del máximo tribunal descartó error en la sentencia recurrida, dictada Corte de Apelaciones de Santiago, que condenó a Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana y Hernán Chacón Soto a penas de 15 años y un día de presidio, en calidad de autores de los homicidios; y a 10 años y un día de presidio, como autores de los secuestros calificados.

La Corte Suprema dictó sentencia definitiva en contra siete miembros del Ejército en retiro por su responsabilidad en los delitos de secuestro calificado y homicidio calificado del cantautor Víctor Lidio Jara Martínez y del director de prisiones, a la época de los hechos, Littré Abraham Quiroga Carvajal. Ilícitos perpetrados en septiembre de 1973, en Santiago.

La Segunda Sala del máximo tribunal descartó error en la sentencia recurrida, dictada Corte de Apelaciones de Santiago, que condenó a Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana y Hernán Chacón Soto a penas de 15 años y un día de presidio, en calidad de autores de los homicidios; y a 10 años y un día de presidio, como autores de los secuestros calificados.

En tanto, el otrora oficial Rolando Melo Silva deberá purgar 5 años y un día y 3 años y un día de presidio, como encubridor de los homicidios y los secuestros, respectivamente.

El fallo señala que, de la atenta lectura tanto de los considerandos vigesimoctavo a trigésimo tercero; cuadragésimo tercero a cuadragésimo quinto; cuadragésimo noveno a quincuagésimo primero; quincuagésimo quinto; quincuagésimo séptimo; sexagésimo quinto; y, sexagésimo octavo a septuagésimo del fallo de primer grado; y de las motivaciones sexta, duodécima, cuadragésimo séptimo; cuadragésimo octavo; y, quincuagésimo segundo a quincuagésimo sexto del fallo en revisión, aparece de manifiesto que las afirmaciones efectuadas por los impugnantes en sus arbitrios carecen totalmente de sustento, toda vez que en dichos razonamientos los sentenciadores del grado explicitaron los fundamentos conforme a los cuales se determinó la participación de los sentenciados en los delitos investigados.

La resolución agrega que, de lo expuesto, aparece con meridiana claridad que la sentencia materia del recurso dio cabal cumplimiento a las exigencias legales que el artículo 500 del Código de Procedimiento Penal le impone, sin que exista mérito alguno para cuestionarla a través de los arbitrios en examen.

Para el máximo tribunal, distinto es el caso que los impugnantes no compartan los razonamientos jurídicos o la aplicación de una norma en particular en cuanto a sus requisitos legales, o la manera a través de la cual los sentenciadores establecieron la participación atribuida a cada uno de ellos, sin embargo, dichas discrepancias no pueden servir de base para construir una causal que solo está dirigida a controlar que la sentencia cumpla con ciertos requisitos formales mas no para cuestionar la aplicación o inaplicación normativa, pues tal reproche la ley lo ha reservado para la casación sustancial, motivo por cual se desestimarán los recursos de nulidad formal en análisis.

Asimismo, el fallo consigna que, en torno a lo denunciado por los articulistas en el contexto de la causal en estudio –la vulneración de normas reguladoras de la prueba, en lo que respecta al artículo 488 del código adjetivo– tal norma establece diversos extremos para que las presunciones judiciales puedan constituir la prueba completa de un hecho, en este caso, de la participación de los acusados en los delitos objeto de la sentencia.

De dichos extremos, esta Corte ha aclarado que solo constituyen normas reguladoras de la prueba que pueden ser revisadas en sede de casación, el contenido en el ordinal 1°, esto es, que las presunciones judiciales se funden en hechos reales y probados y no en otras presunciones, sean legales o judiciales; y, del ordinal 2°, la exigencia de multiplicidad de ellas. Los demás extremos, esto es, que las presunciones sean graves; precisas, de tal manera que una misma no pueda conducir a conclusiones diversas; directas, de modo que conduzcan lógica y naturalmente al hecho que de ellas se deduzca; y, que las unas concuerden con las otras, de manera que los hechos guarden conexión entre sí, e induzcan todas, sin contraposición alguna, a la misma conclusión de haber existido el hecho de que se trata, no pueden considerarse reglas reguladoras de la prueba, ya que queda entregado a los jueces de la instancia afirmar o negar su cumplimiento como resultado de un ejercicio de ponderación y valoración del conjunto de las presunciones judiciales, cuestión que les es privativa a los sentenciadores del grado y que no puede ser controlado por esta Corte.

Así ha dicho antes este Tribunal al señalar: ‘las exigencias contenidas en los ordinales N° 2 a 5 del artículo 488 para constituir prueba completa, como las relativas a su gravedad, precisión y concordancia, tampoco puede conseguirse por esta vía [recurso de casación], pues demanda juicios y valoraciones que escapan a un control acotado a errores de derecho propio de la casación de fondo’ (entra otras, SCS N° 32.259-2015, de 23 de diciembre de 2015. En el mismo sentido, N° 8758-2015, de 22 de septiembre de 2015); y, complementando lo anterior, ha declarado que el artículo 488 en estudio es norma reguladora de la prueba, ‘solo en cuanto establece una limitación a las facultades de los jueces del fondo para dar por probados los hechos litigiosos a través del uso de presunciones judiciales”.

El fallo concluye que, desprendidos de las piezas procesales que en cada caso se ha indicado, son reales, desde que ocurrieron en determinado lugar y tiempo y están probados, esto es, acreditados legalmente en los autos a través de los medios probatorios detallados en el motivo precedente. Son hechos reales y probados, ha explicado esta Corte Suprema, ‘los indicios de cualquier género, el dicho de un testigo hábil o de varios inhábiles, la opinión de un perito singular, la declaración extrajudicial y otras semejantes, siempre que ellas formen parte del mérito de autos’ (SCS, 14.12.1967, R., t. 65. Secc. 4ª, p. 71). En cuanto a que son múltiples esos hechos, tal requisito está al margen del cuestionamiento dado su pluralidad respecto los encartados Haase Mazzei y Jara Quintana. De los hechos o indicios señalados, precisos y concordantes, pueden inferirse, mediante el ejercicio lógico valorativo a que es llamado el tribunal, presunciones judiciales de la participación de los encausados en los delitos legalmente establecidos.

Por tanto, se resuelve que, se rechazan los recursos de casación en la forma y en el fondo interpuestos por las defensas de los sentenciados Raúl Aníbal Jofré González, Rolando Melo Silva, Hernán Carlos Chacón Soto y Edwin Armando Roger Dimter Bianchi a fojas 14.131, 14.186, 14.204 y 14.252, respectivamente; y, los recursos de casación en el fondo propuestos por las defensas de los sentenciados Ernesto Luis Bethke Wulf, Nelson Edgardo Haase Mazzei y Juan Jara Quintana, según se lee a fojas 14.136, 14.216 y 14.237, contra la sentencia pronunciada por la Corte de Apelaciones de Santiago, de veintitrés de noviembre de dos mil veintiuno y que obra a fojas 14.045 y siguientes, la que por consiguiente, no es nula.

En el fallo de primera instancia, el ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Santiago Miguel Vázquez Plaza dio por establecido los siguientes hechos: a).- Que, el día 11 de septiembre de 1973 se produjo un golpe de Estado en el país y, el hasta esa fecha director general del Servicio de Prisiones, Littré Abraham Quiroga Carvajal, el que estaba haciendo uso de una licencia médica en su domicilio, al tomar conocimiento que su nombre estaba incluido en una lista de personas llamadas a presentarse ante el Ministerio de Defensa Nacional, por medio del primer Bando Militar, dictado por las nuevas autoridades, decidió trasladarse a su despacho de la Dirección General de Prisiones ubicado en calle Rosas esquina de Teatinos en el centro de Santiago, donde realizó gestiones para presentarse ante la autoridad que lo requería. Luego, en horas de la noche de ese día, una patrulla de Carabineros perteneciente a la Tercera Comisaría de Santiago, al saber que Littré Quiroga estaba en la Dirección General de Prisiones y quería presentarse, lo conminó a salir de su oficina y entregarse, lo que aquel hizo, siendo conducido como detenido de inmediato al Ministerio de Defensa y llevado al Regimiento Blindados N° 2, lugar donde fue sometido a apremios físicos y, en las horas subsiguientes, trasladado siempre como detenido al entonces Estadio Chile –actual Estadio Víctor Jara–, sin formulársele cargo alguno.

b).- Que, ese mismo día 11 de septiembre de 1973, a raíz de la asunción del Gobierno Militar de facto, la entonces Universidad Técnica del Estado, fue sitiada por efectivos del Regimiento ‘Arica’ del Ejército de Chile, provenientes de la ciudad de La Serena, a cargo del entonces capitán Marcelo Moren Brito, quienes, el día 12 de septiembre de 1973 en horas de la mañana, procedieron previamente a efectuar disparos de proyectiles de diversa naturaleza contra el edificio central de esa casa de estudios, y luego ocuparon sus dependencias y detuvieron a un gran número de docentes, alumnos y personal administrativo que habían concurrido a ese establecimiento educacional, las que pernoctaron allí por haberse decretado toque de queda, que les impedía transitar por la vía pública y regresar a sus domicilios; personas que fueron mantenidas en el suelo con las manos en la nuca y luego trasladadas en diversos buses hasta el entonces Estadio Chile, encontrándose, entre los docentes aprehendidos, el cantante popular, profesor e investigador de dicha universidad, Víctor Lidio Jara Martínez, el que al entrar al Estadio Chile con el referido grupo de detenidos, fue reconocido de inmediato por el personal militar que se ubicaba en el acceso al recinto, siendo agredido verbal y físicamente desde su llegada, para ser temporalmente ubicado en el sector de las graderías, junto a las personas detenidas en esa casa de estudios, sin formulársele cargo alguno.

c).- Que, las referidas detenciones, fueron decididas por las autoridades administrativas sin orden judicial de ninguna naturaleza y bajo ningún procedimiento y, el encierro en el Estadio Chile, que era un lugar que se ocupaba para espectáculos deportivos y culturales, fue decidida por las autoridades y oficialidad que estaba a cargo del mismo, no teniendo facultad legal alguna para ello, sin haberse dejado constancia de la identidad de los detenidos, fecha y circunstancias de su detención, motivos y cargos que se les imputaban a los mismos, autoridad que la ordenó y de dónde provenían.

d).- Que, dentro de las dependencias del Estadio Chile, los prisioneros de cierta connotación pública, fueron identificados por el personal militar y separados del resto, y, durante los respectivos períodos de su detención, tanto Víctor Jara Martínez como Littré Abraham Quiroga Carvajal, fueron reconocidos por los efectivos militares instalados al interior del Estadio Chile, siendo, de la misma manera, apartados del grueso de los prisioneros y asignándoseles custodia especial, sufriendo en todo su cautiverio, constantes y violentos episodios de agresión física y verbal por parte de los oficiales de Ejército allí presentes, imputándosele, en el caso de Littré Quiroga, el hecho supuesto de haber sido responsable de la prisión y maltrato que habría sufrido el general de Ejército Roberto Viaux, lo que agravaba el castigo que le fue propinado por quienes pasaban a su lado, alentándose incluso a los propios conscriptos a tomar parte en dicho castigo, y, de manera muy similar, respecto de Víctor Jara Martínez, las agresiones tuvieron como principal aliciente, la actividad artística, cultural y política del mismo, estrechamente vinculada al recién derrocado Gobierno, quien fue sometido a idénticas torturas físicas, siendo los golpes más severos, aquellos que recibió en la región de su rostro y en sus manos, ambas víctimas fueron objeto de patadas, golpes de puño y golpes de culata con armas.

e).- Que, entre los días 13 y 15 de septiembre de 1973 se practicaron interrogatorios a detenidos al interior del Estadio Chile, sin que ellos obedecieran a procedimientos judiciales y/o administrativos previos, algunos de los que fueron realizados por personal de la Segunda Fiscalía Militar de la época, dirigidos en alguna ocasión por su propio Fiscal, y, entre otros, fueron interrogados Víctor Lidio Jara Martínez y Littré Abraham Quiroga Carvajal, sin que de estas actuaciones quedara constancia alguna, como tampoco de los supuestos cargos imputados o de la formación de algún proceso.

f).- Que, el día 15 de septiembre de 1973, se procedió a organizar el traslado de todos los detenidos del Estadio Chile al Estadio Nacional, siendo separados desde una fila de prisioneros, Víctor Lidio Jara Martínez, Littré Quiroga Carvajal y el médico del Presidente Allende, Danilo del Carmen Bartulín Fodich, por los efectivos militares que estaban a cargo del recinto, ordenándose que fueran llevados al sector de camarines, ubicado en el subterráneo del mismo, donde también había personal militar, instantes en que Danilo Bartulín fue llamado desde el primer piso por un oficial, para ser introducido a un vehículo en el cual fue finalmente trasladado al Estadio Nacional junto a otros detenidos, quedando en los camarines, en lugares diferentes, Víctor Lidio Jara Martínez y Littré Quiroga Carvajal, luego se les dio muerte a ambos, hecho que se produjo a consecuencia de, al menos, 44 y 23 impactos de bala, respectivamente, en todos los casos de calibre 9,23 milímetros, según se precisa en los correspondientes informes de autopsia y pericias balísticas, lo que corresponde al armamento de cargo que era utilizado por los oficiales del Ejército que se encontraban en dicho recinto.

g).- Que, acto seguido, los cuerpos de Víctor Lidio Jara Martínez y de Littré Abraham Quiroga Carvajal, fueron sacados del Estadio Chile y tirados en la vía pública, junto a los cadáveres de otras personas de identidad desconocida –muertas igualmente a raíz de proyectiles balísticos–, encontrados el 16 de septiembre de 1973 por pobladores que pertenecían a organizaciones comunitarias y sociales, en las inmediaciones del Cementerio Metropolitano, en un terreno baldío cercano a la línea férrea, los que limpiaron sus rostros y pudieron reconocerlos, los que presentaban diversos hematomas y signos inequívocos de haber recibido fuertes golpes y los múltiples impactos de bala que se detallaron en los respectivos informes de autopsia, siendo llevados en las horas siguientes al entonces Instituto Médico Legal, en denuncias previamente efectuadas por Carabineros, lugar donde, a consecuencia de la directa y fortuita intervención de terceros, pudieron ser identificados, permitiendo a sus familiares más cercanos concurrir a dicha repartición y obtener la entrega de sus cadáveres, para su posterior inhumación.

En el aspecto civil, se condenó al fisco a pagar a cada uno de los demandantes, cónyuge e hijos de la víctima Littré Quiroga Carvajal, la suma de $150.000.000; y a cada uno de sus hermanos la suma de $80.000.000; en tanto, a la viuda e hijos de la víctima Víctor Jara Martínez, la suma de $150.000.000, para cada uno.