Godoy Echegoyen Carlos

Fecha Detención :
Lugar Detención :

Fecha Asesinato : 22-02-1985
Lugar Asesinato : Quintero


Actividad Política : Partido Socialista
Actividad : Estudiante

Estado Civil e Hijos :
Nacionalidad : chileno


Relatos de Los Hechos

Fuente :(Informe Rettig) 

Categoría : Antecedentes del Caso

El 22 de febrero de 1985 falleció el estudiante y militante del PS, Carlos GODOY ECHEGOYEN.  Se encontraba en Quintero junto a otros jóvenes militantes del PS cuando fueron detenidos por funcionarios de Carabineros de la Comisaría de esa localidad, siendo acusados de formar parte de una escuela de guerrillas.  Los jóvenes fueron interrogados y torturados en la Comisaría de Quintero y luego trasladados a Viña del Mar, para más tarde ser vueltos a Quintero, donde se hicieron cargo del operativo miembros del DICOMCAR que viajaron especialmente desde Santiago.  Los jóvenes fueron golpeados y se les aplicó electricidad.  A consecuencia de este trato falleció la víctima el día 22 de febrero de 1985. Oficialmente Carabineros señaló que la muerte se produjo por una afección cardíaca.  

                                    La información en poder de esta Comisión, entre la que se cuenta sus antecedentes médicos previos y los protocolos de autopsia, no dejan dudas de que la muerte de Carlos GODOY fue causada por las torturas que se le infligieron por parte de agentes estatales en violación de sus derechos humanos.

 


Categoría : Antecedentes del Caso

Hace 27 años asesinaron a Carlos Godoy Echegoyen Destacado

Lunes, 27 de Febrero de 2012

En espera de ser asignado a una tarea política concreta en Chile, trabajó como oficial regular del Ejército Cubano hasta solicitar su baja para integrarse, de acuerdo a la línea política de ese entonces, al plan de retorno de cuadros partidarios al país.
“Rafael”, Carlos Gabriel Godoy Echegoyen fue asesinado la madrugada del 22 de febrero de 1985 por el Capitán de Carabineros Héctor Díaz Anderson, miembro de la DICOMCAR e involucrado, posteriormente, en el triple degollamiento de Nattino, Parada y Guerrero.

El día 20 de febrero de 1985 en la Escuela Clandestina “Salvador Allende” del Partido Socialista Salvador Allende(1) en el balneario de Quintero, Carlos Godoy Echegoyen hacía su turno de guardia, la concentración de los estudiantes fue interrumpida por dos helicópteros que sobrevolaron la casa-escuela, no pasaron 30 segundos y los helicópteros volvían en dirección a la escuela clandestina… la orden fue, ¡Embarretinar todo!

Mientras trataban de limpiar la sala de clases se escuchan vehículos alrededor de la casa, la puerta fue derribada, estaban rodeados por carabineros. A Carlos Godoy, “Rafael” en la clandestinidad, lo ponen contra la pared. Algunos intentan escapar por la cocina y el baño infructuosamente.

“Luego de unas horas en la Comisaría de Quintero y cerca de la media noche, llegó un grupo de civiles, exaltados y felices comenzaron a vendar la vista, a desnudar y aislar… el aire de triunfo para ellos lo podíamos palpar en nuestra piel, el silencio y el aire de terror se apoderaba poco a poco de cada uno de nosotros… de ahí en adelante sólo quedaba aferrarse a la dignidad y a las ideas, a gritar y a putear “que es una linda forma de callar” como diría Mario Benedetti… y tal vez, eso fue lo que descolocó a las bestias”(2)

En la noche del 22 se quedarían sólo con Carlos en la sesión de tortura. “La rabia se apoderó de las bestias, ninguna palabra salía de “Rafael”, sólo gritos ensordecedores, tampoco respondió a la pregunta de su nombre, era su último combate y su último aliento se transformó en un grito desgarrador que quedó impregnado en esa murallas.”(2)

Su vida y formación

Carlos Gabriel Godoy Echegoyen nació en Santiago de Chile un 1 de noviembre de 1961, en el antiguo barrio Recoleta, en la Clínica Alemana, que se encontraba ubicada en el mismo lugar en que hoy existe la Clínica Dávila.

Miembro de una gran familia de socialistas avecindados en la población Juan Antonio Ríos, actual comuna de Independencia, debió abandonar el país como exiliado, junto a su padre, su madre Berta Echegoyen y su hermana menor Paula, el último día del año 1973 con destino a Cuba, país al que llegó un 1 de enero de 1974, fecha que coincidió con el XV Aniversario del Triunfo de la Revolución Cubana.

A pesar de sus 12 años de edad, el compromiso de su familia con el gobierno del Presidente Allende hizo que Carlos Godoy Echegoyen fuera un adolescente profundamente comprometido con la causa de los más pobres de nuestro país.

Sus primeros años de estudios, hasta el sexto grado, los cursó en la Escuela José Pedro Alessandri, ubicada en su propio barrio, deber que siempre cumplió de manera brillante, característica personal que mantendría por toda la vida.

Al llegar a Cuba Socialista se integró de manera activa a la sociedad cubana y a la tarea de solidaridad con el pueblo de Chile en su calidad de miembro de la Juventud Socialista de Chile en el exilio, destacándose, desde el principio, por su carácter cariñoso, alegre y disciplinado en todas las actividades que debía enfrentar.

Continuando con sus estudios, decidió matricularse, para cursar de séptimo a noveno grado, en la Escuela Al Campo Simón Bolívar ubicada en las proximidades de la capital cubana, experiencia educacional que mezcla el estudio con las labores agrícolas de apoyo a la economía de Cuba.

Finalizado su noveno grado y conforme a la organización institucional de la educación en Cuba, cursó su educación media de décimo a décimo segundo grado, en el Preuniversitario Camilo Cienfuegos, caracterizado por acoger a los estudiantes más ejemplares y comprometidos con la Revolución.

Sin abandonar jamás la labor solidaria con Chile, ingresó a estudiar la carrera de ingeniería en la Universidad de La Habana el año 1978.

Ese mismo año le tocó integrar la delegación de jóvenes socialistas chilenos que asistió al XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes organizado por la Federación Mundial de Juventudes Democráticas y que tuvo lugar en Cuba.

Enfrentado al desafío de asumir un compromiso aún mayor con la lucha antidictatorial en Chile, con el beneplácito de la dirección de la Juventud Socialista de Chile en el exilio abandonó sus estudios de ingeniería para integrarse, el año 1980, como cadete del curso regular de oficiales, a la Academia Inter Armas Antonio Maceo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba.

De este modo, se graduó de dicha Escuela con Medalla de Oro y el grado de Teniente, con la promoción del año 1983, superando incluso a sus colegas cubanos, razón por la que recibió el reconocimiento de la Comisión Política de la Juventud Socialista de Chile y de su Partido.

En espera de ser asignado a una tarea política concreta en nuestro país por parte de la dirección del Partido y de la Juventud, trabajó como oficial regular del Ejército Cubano durante cerca de un año hasta solicitar su baja para integrarse, de acuerdo a la línea política de ese entonces, al plan de retorno de cuadros partidarios al país.

Es así como viaja desde Cuba a terceros países e ingresa a Chile el 5 de mayo de 1984, en pleno período de las jornadas de Protesta Nacional llevadas a cabo por los trabajadores, pobladores y estudiantes chilenos en contra de la Dictadura.

Desde el primer día de su retorno al país Carlos Godoy Echegoyen, quien adoptó el nombre político de Rafael, estuvo al frente de importantes tareas políticas y de movilización popular destacándose, una vez más, por sus capacidades altamente organizativas, eficiencia, disciplina y entrega.

Sin sentirse menoscabado emocionalmente por la caída en prisión de su padre, quien había retornado clandestinamente al país un tiempo antes, enfrentó cada tarea con la entereza propia de los héroes populares, en el anonimato más absoluto que exigían las circunstancias y sin temores de ninguna especie.

Una de sus principales labores fue la capacitación política y de resistencia de masas de los jóvenes socialistas de la época, labor a través de la cual efectuó un aporte importante a la lucha popular hasta el día de su muerte en manos de sus torturadores, miembros de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros de Chile, servicio de seguridad y exterminio de dicha institución en aquella época.

Como subjefe de la Escuela de Educación Política y de Trabajo Conspirativo del Partido Socialista que se desarrollaba en la ciudad de Quintero(3), en la calle Baquedano . En febrero de 1985, debió enfrentar a sus asesinos con la entereza propia de un líder, sin flaquear en ningún momento, al lado de sus demás camaradas que eran igualmente torturados.

Conminado a colaborar por su torturador y asesino material el capitán de Carabineros Héctor Díaz Anderson, quien cumplió una condena de tres años y un día por su crimen en el Penal de Punta Peuco, prefirió la muerte, falleciendo el día 22 de febrero de 1985 en un calabozo de la Comisaría de Carabineros de Quintero.

De ese modo, y conforme a los propios testimonios de sus demás compañeros, salvó la vida de quienes hoy son sobrevivientes asumiendo la total responsabilidad operativa de la escuela.

Formado en las grandes ideas y valores de los socialistas chilenos transmitidos en el seno de su propia familia, en el legado de Salvador Allende, Carlos Lorca Tobar, Ricardo Lagos y Exequiel Ponce y en los ideales de la Revolución Cubana y de José Martí, ofrendó su vida a la causa de los desposeídos de Chile y de América, constituyéndose en un ejemplo para la juventud popular chilena y en un recordatorio de que la actual democracia, que aunque imperfecta, se construyó sobre la sangre de jóvenes que, como él, dieron su vida para que ello fuera posible.¡HONOR Y GLORIA PARA CARLOS GODOY ECHEGOYEN, UN EJEMPLO DE ALLENDISTA!


Fuente :unidadmpt.wordpress.com

Categoría : Testimonio

COMPAÑERO Carlos Gabriel Godoy Echegoyen ¡¡¡PRESENTE!!!

Carlos Godoy fotoCarlos Gabriel Godoy Echegoyen nació en Santiago de Chile un 1 de noviembre de 1961, en el antiguo barrio Recoleta, en la Clínica Alemana, que se encontraba ubicada en el mismo lugar en que hoy existe la Clínica Dávila.

Miembro de una gran familia de socialistas avecindados en la población Juan Antonio Ríos, actual comuna de Independencia, debió abandonar el país como exiliado, junto a su padre, su madre Berta Echegoyen y su hermana menor Paula, el último día del año 1973 con destino a Cuba, país al que llegó un 1 de enero de 1974, fecha que coincidió con el XV Aniversario del Triunfo de la Revolución Cubana.

A pesar de sus 12 años de edad, el compromiso de su familia con el gobierno del Presidente Allende hizo que Carlos Godoy Echegoyen fuera un adolescente profundamente comprometido con la causa de los más pobres de nuestro país.

Sus primeros años de estudios, hasta el sexto grado, los cursó en la Escuela José Pedro Alessandri, ubicada en su propio barrio, deber que siempre cumplió de manera brillante, característica personal que mantendría por toda la vida.

Al llegar a Cuba Socialista se integró de manera activa a la sociedad cubana y a la tarea de solidaridad con el pueblo de Chile en su calidad de miembro de la Juventud Socialista de Chile en el exilio, destacándose, desde el principio, por su carácter cariñoso, alegre y disciplinado en todas las actividades que debía enfrentar.

Continuando con sus estudios, decidió matricularse, para cursar de séptimo a noveno grado, en la Escuela Al Campo Simón Bolívar ubicada en las proximidades de la capital cubana, experiencia educacional que mezcla el estudio con las labores agrícolas de apoyo a la economía de Cuba.

Finalizado su noveno grado y conforme a la organización institucional de la educación en Cuba, cursó su educación media de décimo a décimo segundo grado, en el Preuniversitario Camilo Cienfuegos, caracterizado por acoger a los estudiantes más ejemplares y comprometidos con la Revolución.

Sin abandonar jamás la labor solidaria con Chile, ingresó a estudiar la carrera de ingeniería en la Universidad de La Habana el año 1978.

Ese mismo año le tocó integrar la delegación de jóvenes Socialistas Allendistas que asistió al XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes organizado por la Federación Mundial de Juventudes Democráticas y que tuvo lugar en Cuba.

Enfrentado al desafío de asumir un compromiso aún mayor con la lucha antidictatorial en Chile, con el beneplácito de la dirección de la Juventud Socialista Allendista en el exilio abandonó sus estudios de ingeniería para integrarse, el año 1980, como cadete del curso regular de oficiales, a la Academia Inter Armas Antonio Maceo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba.

De este modo, se graduó de dicha Escuela con Medalla de Oro y el grado de Teniente, con la promoción del año 1983, superando incluso a sus colegas cubanos, razón por la que recibió el reconocimiento de la Comisión Política de la Juventud Socialista Allendista y de su Partido.

En espera de ser asignado a una tarea política concreta en nuestro país por parte de la dirección del Partido y de la Juventud, trabajó como oficial regular del Ejército Cubano durante cerca de un año hasta solicitar su baja para integrarse, de acuerdo a la línea política de ese entonces, al plan de retorno de cuadros partidarios al país.

Es así como viaja desde Cuba a terceros países e ingresa a Chile el 5 de mayo de 1984, en pleno período de las jornadas de Protesta Nacional llevadas a cabo por los trabajadores, pobladores y estudiantes chilenos en contra de la Dictadura.

Desde el primer día de su retorno al país Carlos Godoy Echegoyen, quien adoptó el nombre político de Rafael, estuvo al frente de importantes tareas políticas y de movilización popular destacándose, una vez más, por sus capacidades altamente organizativas, eficiencia, disciplina y entrega.

Sin sentirse menoscabado emocionalmente por la caída en prisión de su padre, quien había retornado clandestinamente al país un tiempo antes, enfrentó cada tarea con la entereza propia de los héroes populares, en el anonimato más absoluto que exigían las circunstancias y sin temores de ninguna especie.

Una de sus principales labores fue la capacitación política y de resistencia de masas de los jóvenes socialistas Allendistas de la época, labor a través de la cual efectuó un aporte importante a la lucha popular hasta el día de su muerte en manos de sus torturadores, miembros de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros de Chile, servicio de seguridad y exterminio de dicha institución en aquella época.

Como subjefe de la Escuela de Educación Política y de Trabajo Conspirativo del Partido Socialista Salvador Allende que se desarrollaba en la ciudad de Quintero, en la calle Baquedano, durante la primera quincena de febrero de 1985, debió enfrentar a sus asesinos con la entereza propia de un líder, sin flaquear en ningún momento, al lado de sus demás camaradas que eran igualmente torturados.

Conminado a colaborar por su torturador y asesino material el capitán de Carabineros Héctor Díaz Anderson, quien cumplió una condena de tres años y un día por su crimen en el Penal de Punta Peuco, prefirió la muerte, falleciendo el día 22 de febrero de 1985 en un calabozo de la Comisaría de Carabineros de Quintero.

De ese modo, y conforme a los propios testimonios de sus demás compañeros, salvó la vida de quienes hoy son sobrevivientes asumiendo la total responsabilidad operativa de la escuela.

Formado en las grandes ideas y valores de los socialistas Allendista transmitidos en el seno de su propia familia, en el legado de Salvador Allende, Carlos Lorca Tobar, Ricardo Lagos Salinas y Exequiel Ponce y en los ideales de la Revolución Cubana y de José Martí, ofrendó su vida a la causa de los desposeídos de Chile y de América, constituyéndose en un ejemplo para la juventud popular chilena.

Al momento de su asesinato, Carlos Godoy Echegoyen tenía 24 años de edad.

Quienes fuimos protagonistas de esa noticia, habíamos llegado a la Cárcel de Valparaíso la noche del 25 de febrero de 1985 y mientras éramos registrados en la guardia interna del penal porteño, pudimos escuchar que Radio Cooperativa anunciaba nuestra detención y confirmaba la muerte de nuestro querido Carlos Godoy Echegoyen. Digo “confirmaba” porque hasta esa hora (cerca de las 23:00 horas) el grueso de los compañeros mantenía la esperanza de que Carlos se encontrara con vida y se aferraban a esa idea ante las respuestas ambiguas de nuestros captores, quienes habían mencionado que a Carlos se había llevado de urgencia a un recinto de salud de la región.

Durante los días de tortura e interrogatorios, los 13 miembros de la Escuela Salvador Allende fuimos separados en distintos grupos, amarrados y con la vista vendada nos movían de un lado a otro, tanto en la comisaría de Quintero, como en la comisaría de Viña del Mar, dos recintos que fueron el escenario de esos sucesos que marcaron nuestras vidas. Siempre incomunicados, sin comer ni beber agua éramos sacados a los interrogatorios, o dejados en calabozos donde se podían escuchar otros interrogatorios o música estridente… el 21 de febrero en la noche fui sacado violentamente a la tercera sesión de torturas, a la rastra por un patio frío pude escuchar los gritos de Juan que era interrogado por largas horas, se notaba que la situación había cambiado. Quienes me arrastraban me decían que había llegado un contingente especial desde Santiago, que “la situación se había puesto fea para todos” y que por nuestra culpa ellos debían continuar de turno.

Recuerdo que esa noche hubo dos temblores bien seguidos, situación que servía para descansar un poco ya que los torturadores salían de la sala y me dejaban solo por un rato. Entrada la madrugada del 22 ya todo era terrible, había interrogatorios simultáneos o nos dejaban tirados o colgados a unas vigas de madera mientras a nuestros pies torturaban a otros. Calculo que cerca de las 1 a.m. se me acercó una persona a la cual llamaban “el doctor”, quien sugirió que me dejaran descansar y me dejaron tirado en un pasillo cerca de una ventana por donde entraba una brisa muy fría, pero agradable a la vez. Se escuchaba mucho movimiento en el patio y portazos de calabozos donde estaban los otros compañeros; también podía escuchar los quejidos de Juan que estaba colgado a una viga y de vez en cuando balanceaban para aumentar su dolor. Carlos era sometido a un largo interrogatorio, sus gritos nos mantenían alerta, su actitud nos daba fuerza y el ensañamiento de las bestias hacía que el terror se transformara en impotencia, en una profunda rabia… la vida de Carlos se apagó después de un largo alarido que retumbó en todo ese recinto y le sobrevino un silencio que fue roto por carreras y portazos, hasta que alguien dijo “oooohhh, parece que lo matamos”.

Sentí que descolgaban a Juan, que un vehículo aceleraba en los patios, que se abrían los calabozos y a todos nos metían apretados exigiéndonos silencio. A mis 19 años sentí un dolor muy fuerte en mi pecho y no era un dolor físico, era tristeza y desconcierto, sabía que Carlos había muerto pero en mi interior no lo podía creer y en las condiciones en que estábamos sentía que no lo debía comunicar a los demás, la noche había sido amarga en todos los sentidos y creí que debíamos prepararnos para algo mucho peor y nuestra moral debía mantenerse firme.

El 24 en la tarde pude conversar con Juan, habíamos sido trasladados a Viña del mar. Repartidos en celdas, con ropa, desamarrados y sin vendas en los ojos podíamos conversar bajito, atentos a los movimientos del guardia que de vez en cuando lanzaba una amenaza. Conversamos lo de la madrugada del 22 y confirmamos lo que habíamos escuchado y entendimos que no era el momento para comunicárselo a los demás, algunos compañeros estaban muy alterados, otros temerosos y uno quebrado y auto aislado en quien no confiábamos.

El día 25 fuimos conducidos a la fiscalía militar de Valparaíso con un gran operativo policial, encadenados en parejas y encañonados por todos lados nos hicieron correr para que la gente de la calle no nos viera. Largos interrogatorios, presiones para que firmáramos declaraciones falsas, enviados a salas de incomunicación y vueltos a interrogar se nos pasó todo el día para finalmente ser conducidos muy tarde a la Cárcel… y Radio Cooperativa confirmó la noticia que pocos sabíamos y que la mayoría presentía. El desconsuelo se apoderó de nosotros, los húmedos pasillos, el mal olor y el silencio nos recibían antes de entrar a nuestras oscuras celdas.1779677_664188960305060_1306611542_n

La prensa dijo la verdad de la Dictadura y quiso justificar con sensacionalismo barato la muerte de “Rafael”, ocultando lo realmente ocurrido, el asesinato y la violación de todos nuestros derechos humanos, la prensa se hacía cómplice e inducía a la obstrucción de la justicia, la prensa era la voz de la dictadura.

Hace 26 años se iniciaron 26 meses de encierro. Quise testimoniar nuevamente con ustedes otro episodio de esa experiencia brutal, que la enfrentamos con dignidad y a la cual sobrevivimos con valor… y “Rafael”, nuestro querido Carlos Godoy Echegoyen, me acompaña con su ejemplo, en esta nueva BRISA de compromisos y esperanzas.

¡¡ HONOR Y GLORIA PARA CARLOS GODOY!!

¡¡ HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!!


Acto homenaje a Carlos Godoy y Berta Echegoyen

Fuente :PiensaChile.cl 22 de Febrero 2014

Categoría : Prensa

Queridos compañeros y compañeras

El año 2004 irrumpimos en el velatorio del compañero Ricardo Suárez, el querido socialista “Súper 8”, y gracias a la gestión de nuestro hermano Manuel Cortés, subimos al escenario para dar un saludo de despedida, él nos presentó como sus “compañeros de armas”.

Los organizadores en aquel acto, querían recordarlo como un simple militante socialista, y nosotros irrumpimos para recordarlo como lo que verdaderamente era, un combatiente internacionalista socialista. Dijimos que él era hermano de combate de Raúl Pellegrín y de Roberto Nordenflich, ante el nerviosismo y la incomodidad de muchos de los presentes. Dijimos además que si aquí había tantos socialistas que estaban en el gobierno, que hicieran algo para conseguir la libertad del internacionalista y combatiente del FPMR Fedor Sánchez y de otros presos políticos que seguían en las cárceles, en plena Concertación. Por último, terminamos gritando la frase que siempre el “súper 8” nos decía cuando discutía política con nosotros en Nicaragua o en Cuba acerca de la consecuencia revolucionaria y se enojaba: Viva el Partido Socialista Mierda!!!

El que intervino después de nuestras palabras, era un connotado socialista, que en ese tiempo aún pasaba como revolucionario, ahora es neoliberal consumado, de apellido Escalona, dijo que nuestra actitud era de un fetichismo de las armas. Bajé del escenario, que era en parte hostil, porque habían hasta sapos de la “oficina” presentes muy incómodos; y justo ahí me reencontré con Berta Echegoyen y su compañero Oscar, abrazándome dijo: “Buenas tus palabras chiquillo, cagaste a unos cuantos, uno que no es socialista viene a recordarnos lo que debemos ser los socialistas”. Y después nos invitó a que, junto a otros compañeros, preparáramos el 20 aniversario del asesinato de su hijo, Carlos Godoy Echegoyen, porque le encantó la presentación que hizo Manuel Cortés, como “los compañeros de armas” de Carlitos.

El acto del 20 aniversario del asesinato de Carlos Godoy Echegoyen fue uno de los más emotivos en que participamos los internacionalistas, combatientes clandestinos, los miembros del GAP, militantes del Partido Socialista Allendista y los compañeros que cayeron presos con Carlitos, sus hermanos de sangre, nos encontráramos todos juntos y para siempre.

Hoy estamos aquí recordando nuevamente a Carlitos, hace 29 años que fue asesinado por carabineros. Agradezco la presencia de todos y todas que están aquí. A los organizadores y en especial a Paulita y a Oscar, que me permitieran decir estas palabras.

Carlos Godoy Echegoyen se formó en Cuba como oficial, un militar revolucionario, en las gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba. Un militar revolucionario aprende muchas cosas, no sólo a usar las armas, sino a ser consecuente con el internacionalismo y las ideas revolucionarias hasta la muerte. Carlos fue consecuente con eso, al igual que los socialistas Charlo Reyes en El Salvador; Flavio y Rubén en Nicaragua y tantos otros.

Pensando en Berta, como madre, amiga y compañera, no soy capaz de imaginar el sufrimiento por la pérdida de su hijo; ese dolor es indescriptible. Aquí hay muchos presentes que también conocieron a Raúl Pellegrín; yo pienso en el dolor de Tita Friedman, su heroica madre. Hay compañeros presentes que conocieron al internacionalista Edgardo Javier Lagos “Payo” muerto en la guerra de liberación en Nicaragua, estoy también pensando en su madre Ana Fedora Aguirre; o de María Antonioletti, madre de Marco Antonioletti, combatiente del Movimiento Juvenil Lautaro, que fue asesinado el año 1990; o de Filomena Luque y María Muñoz, madres de Alex Muñoz y Fabián López, combatientes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, asesinados el 22 de enero de 1992.

¿Pero acaso en Chile, el sufrimiento de nuestras madres ha terminado? Quizá hay algunos presentes, que todavía son de la Concertación, que piensen que eso es así, pero ese dolor no ha terminado compañeros, sigue. Imagino, y lo conversé con Berta en una oportunidad que nos invitó a su casa, junto con varios hermanos aquí presente, de que hay que reconocer el orgullo de otras madres por sus hijos; como Mónica Quezada, madre de Matías Catrileo; de Sonia Saavedra, madre de Alex Lemún; de Rosa Collío, madre de Jaime Mendoza Collío; madres de tres hermanos comuneros mapuche asesinados durante los gobiernos de la Concertación. También me viene a la mente Mireya Reynoso, la madre del estudiante Manuel Gutiérrez, asesinado por carabineros en Peñalolén, el 4 de agosto de 2011, durante el caceroleo en apoyo al movimiento estudiantil en la jornada de movilizaciones que ha sido considerada la más reprimida durante los años de post dictadura, en el gobierno de Piñera; el mismo gran empresario que se atreve a pedir respeto a los derechos humanos en Venezuela, cuando los irrespeta es su propio país.

Con Berta también conversábamos del dolor que debe tener Luisa Toledo, madre de los hermanos Vergara, por el asesinato de sus tres 3 hijos durante la dictadura; y ahora yo pienso en el dolor de su hija Anita, por el encarcelamiento de Tamara Soledad.

Nuestras madres, nuestras Bertas, han tenido que soportar con entereza mucho dolor. Ellas saben los que pensaban sus hijos, compartían sus ideas y sueños, querían una sociedad mejor, no como la que vivimos hoy…y entregaron su vida por eso.

Inexplicablemente, a nuestros compañeros caídos durante la dictadura, los pactos de transición los transformaron en simples víctimas; esa es la peor puñalada por la espalda que recibieron nuestros hermanos caídos por parte de los partidos tradicionales de izquierda. Ellos fueron Combatientes, ellos murieron como Combatientes, ellos lucharon por el socialismo. Eso es lo que predicaban los partidos de izquierda en esos años, ¿verdad? Por eso nos propusieron que fuéramos militares revolucionarios y Carlitos aceptó, igual que todos nosotros. Lo que explica que haya tantos jóvenes chilenos muertos en Nicaragua, en El Salvador, en Colombia y en Chile.

Como combatientes, como compañeros de armas, nunca vamos a olvidar a nuestros héroes caídos, nunca dejaremos de impulsar sus sueños, nunca vamos a vender sus ideas. Seguiremos siendo leales a sus ideales todavía no cumplidos y hace rato que asumimos las consecuencias que ello significa.

Para terminar, rescato la consecuencia de los compañeros de Carlos Godoy, de la escuela clandestina donde fue capturado en Quinteros un 22 de febrero. Carlitos no les falló y ellos, como combatientes y presos políticos después, tampoco.

Querida Berta nunca te olvidaremos. El ejemplo de Carlitos Godoy siempre presente.

¡Qué los años vividos nos llenen de juventud y no de conformismo!

Construyamos un Chile Digno.