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Müller Silva Jorge Hernán – Memoria Viva

Müller Silva Jorge Hernán

Memorial Colonia Judia
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Santiago Nostálgico
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fondo Jorge Müller Silva
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Rut : 5.520.349-0

Fecha Detención : 29-11-1974
Comuna Detención : Santiago


Fecha Nacimiento : 10-01-1947 Edad : 27

Comuna Nacimiento : Santiago
Partido Político : Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
Oficio o Profesión : Cineasta

Estado Civil e Hijos : Soltero
Nacionalidad : chilena

Carmen Cecilia Bueno Cifuentes


Relato de Los Hechos

Fuente :Vicarìa de la Solidaridad

Categoría : Antecedentes del Caso

JORGE HERNAN MULLER SILVA

Rut       : 5.520.349, Santiago

F.Nacim. : 10-01-47, 27 años a la fecha de detención

Domicilio : Alejandro Valdés Riesco 25,70, Providencia, Stgo.

E.Civil  : Soltero

Actividad : Cineasta, Camarógrafo de Chile Films

C.Repres. : Militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR

F.Detenc. : 29 de noviembre de 1974

*****************************************************************

 

Nombre : CARMEN CECILIA BUENO CIFUENTES

Rut       : 5.196.451, Santiago

F.Nacim. : 16-07-50, 24 años a la fecha de detención

Domicilio : José Miguel de la Barra 430, Dpto.432, Santiago

E.Civil  : Soltera, separada

Actividad : Cineasta

C.Repres. : Militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR

F.Detenc. : 29 de noviembre de 1974

 

SITUACION REPRESIVA

            Carmen Cecilia Bueno Cifuentes, cineasta, militante del MIR, fue detenida junto a su novio, Jorge Hernán Müller Silva, cineasta, militante del MIR, el día 29 de noviembre de 1974, alrededor de las 9:30-10:00 horas, en la vía pública, calle Bilbao con Los Leones, por civiles que se movilizaban en una camioneta. La noche anterior, ambos habían concurrido al cine Las Condes, al estreno de la película "A la sombra del Sol", en cuya producción habían participado. Al finalizar la cinta, se dirigieron junto a otros miembros del equipo de filmación a una recepción en la casa de uno de ellos, donde permanecieron toda la noche. En la mañana siguiente salieron con la intención de dirigirse primero al domicilio de Müller y luego a su lugar de trabajo, Chile Films, sin embargo, no llegaron a ninguno de los dos lugares. Pocos días después, el padre de Jorge recibió una llamada telefónica anónima en la que le informaban que su hijo había sido arrestado junto a Carmen Bueno por efectivos de la DINA.

            La pareja detenida fue conducida de inmediato al recinto secreto de la DINA conocido como Villa Grimaldi, ubicado en la Avenida José Arrieta 8200, sector de Peñalolén, donde fueron ubicados en piezas distintas. En este lugar fueron objeto de torturas, y algunas detenidas señalan haber escuchado los gritos de Carmen cuando era apremiada. La joven era acusada de haber comprado un perro al máximo líder del MIR, Miguel Enríquez, el que un mes antes había muerto en un enfrentamiento con efectivos de la DINA.

            Hay numerosos testigos de la permanencia de Jorge Müller y Carmen Bueno en este centro de la DINA, todos ellos ex prisioneros que lograron sobrevivir a las torturas, desaparición o muerte. Entre ellos se encuentra Iris Guzmán Uribe y su hija Marcela García de sólo 16 años de edad, ambas detenidas el 20 de noviembre de 1974 junto a otro hijo también menor de edad, Iván Guzmán y a Humberto Menanteaux. Este último fue dejado en libertad luego de haber sido obligado a participar en una conferencia de prensa reconociendo que el MIR estaba acabado. Pero fue vuelto a detener y días después apareció muerto en los cerros de Buin, con huellas de haber sido flagelado. Madre e hija fueron torturadas sistemáticamente en Villa Grimaldi, a tal punto que Iris Guzmán debió ser internada en la Clínica Santa Lucía, centro asistencial que la DINA poseía, ubicado en la calle del mismo nombre, y donde años más tarde funcionaron las oficinas particulares del ya retirado ex Director de ese organismo, General Manuel Contreras Sepúlveda. En una ocasión fue torturada en presencia de sus hijos y luego la obligaron a presenciar los apremios a ellos. Marcela García señala que en una ocasión fue sacada junto a Carmen Bueno en una camioneta por los agentes con el objeto que reconocieran a personas.

            Otra prisionera que estuvo con Carmen fue Fátima Mohor, quien llegó a Villa Grimaldi el día 2 de diciembre de 1974 y estuvo cuatro días en un calabozo junto a la afectada, durante los cuales le contó que había sido detenida junto a Jorge Müller. Señala que Carmen se veía bien anímicamente, pero no lo estaba tanto físicamente, ya que se quejaba de dolores en la vagina y en las manos, producto de los castigos a los que había sido sometida.

            En la misma pieza de Villa Grimaldi se encontraba también María Antonieta Castro Ramírez, detenida junto a su madre Julieta Ramírez y a su cónyuge Juan Rodrigo Mac-Leod Treuer, ambos desaparecidos. Nuevamente estuvo con Carmen Bueno en el Campamento de Incomunicados Cuatro Alamos, en diciembre de ese año, pero no juntas. María Antonieta fue sacada unos días y volvió a fines de ese mes, siendo instalada en la celda donde había estado Carmen, la que había sido sacada en el intertanto, sin embargo, pudo leer su nombre escrito en un muro y seis rayas, indicando al parecer los días que ella había permanecido allí.

            Jorge Müller en tanto, estuvo en Villa Grimaldi en la misma celda que Víctor Zúñiga, el que señala que tenía muestras evidentes de haber sido golpeado. Zúñiga conversó con él y fueron trasladados -con algunos días de diferencia- en la misma época a Cuatro Alamos, no quedando juntos en esta ocasión.

            En el recinto de Cuatro Alamos, donde llegaron alrededor del 12 de diciembre, fueron vistos por varios otros detenidos, entre ellos, Nelson Aramburu Soto, Manuel Padilla Ballesteros y Miguel Squella Espina.

            Los testigos coinciden en manifestar que Jorge y Cecilia se comunicaban en este recinto por señas, cuando las mujeres eran llevadas al baño. Alrededor del día 17 de diciembre, fueron sorprendidos en estas comunicaciones por un agente al que llamaban "Dum Dum" y Müller fue conducido a la oficina del Jefe del recinto, Orlando Manzo Durán, el que lo amonestó y le dijo que sería castigado. Al día siguiente de este incidente, la pareja fue sacada de Cuatro Alamos por tres efectivos de la DINA que trasladaban detenidos, fecha desde la cual no volvieron a ser vistos en ningún otro lugar. Cuando lo sacaron de su celda, él pensaba que se iría en libre plática a Tres Alamos, pero, al llegar a la oficina de Manzo, uno de los agentes le habló algo que los demás detenidos no lograron escuchar, pero vieron que Müller llevaba sus manos a la cara y luego se apoyó en la pared. En seguida, Carmen salió de la oficina y ambos fueron llevados fuera. La noticia que no pasaban a libre plática les fue confirmada después por un vigilante de Cuatro Alamos apodado "Mauro".

            Entre los guardias de Cuatro Alamos que los prisioneros recuerdan, se encuentra el mencionado Dum-Dum, carabinero retirado de unos 40 años que solía pasearse con un fierro golpeando los muros y a los detenidos. Otro también ya mencionado, Mauro, resultó ser Carlos Carrasco Matus, el que fue a su vez arrestado y se encuentra también desaparecido. Había también un conscripto del Ejército de 19 años, apodado "El Mono chacarero", proveniente del sur. Otro de los que recuerdan es un Suboficial de Ejército de alrededor de 25 años al que llamaban "El Bigote". Al Director de Cuatro Alamos le decían "Dayán", pues llevaba un parche en el ojo.

            En los mismos días que fueron detenidos Jorge y Carmen, también lo fueron otras personas vinculadas al cine, entre los cuales estaba el Director argentino Carlos Piaggio y su mujer Francisca Valdés. Piaggio trabajaba en Chile Films, al igual que Müller y en Cuatro Alamos estuvieron juntos.

            Por otro lado, en un informe de Investigaciones al Ministro en Visita Servando Jordán, que investigaba las desapariciones de personas detenidas por los servicios de seguridad, se señala entre otros datos que Jorge Müller, con fecha 3 de febrero de 1972, colaboró en una producción dirigida por Dunan Kuzmanovich Salinas, titulada "Amanece el día", en la que se tomaron secuencias de una población próxima a calle Bilbao, por lo que se hicieron las investigaciones correspondientes. Cabe señalar que próximo a calle Bilbao en el sector entre Antonio Varas y Pedro de Valdivia se encuentran poblaciones militares, el Regimiento de Telecomunicaciones del Ejército y la Escuela de Carabineros. Frente a esta última se encuentran viviendas de Oficiales de esa fuerza pública.

            Jorge Müller también formó parte del equipo de filmación de la Celebración del Año Santo chileno, evento que se realizó días antes de su arresto en el Templo Votivo Maipú y fue organizado por la Conferencia Episcopal de Chile.

            Días después del arresto, varias veces concurrieron personas de civil y Carabineros al domicilio de Carmen Bueno, el que compartía con una hermana. Estas personas, sin identificarse, interrogaron al conserje del edificio, preguntando si allí vivía la familia Bueno.

            El 16 de enero de 1975, civiles que no se identificaron llegaron hasta el domicilio de los padres de la joven, ubicado en Hernando de Magallanes, comuna de Las Condes. Fueron atendidos por su madre la que les exigió identificarse, pero ellos restaron importancia a la visita, señalando que eran amigos de Carmen y que iban a retirar unos "documentos políticos" que había mandado guardar allí "un señor Müller". Finalmente, los civiles se retiraron.

            En la misma época, personal también de civil llegó hasta las oficinas de la sucursal Estación del Banco del Estado, donde trabajaba una hermana de Carmen. Se identificaron como agentes de seguridad ante su jefe y solicitaron todos los datos de identificación de ella.

            En julio de 1975, Carmen Bueno apareció en una nómina de chilenos muertos en Argentina, unos en supuestos enfrentamientos con fuerzas de seguridad de ese país y otros entre ellos mismos, producto de "rencillas internas". Esta falsedad fue publicada por dos medios de prensa que aparecieron sólo ese día, sin duda con el objetivo único de dar a conocer esta noticia. Uno fue el Diario "O'Dia" de Curitiba, Brasil, y el otro fue la revista argentina LEA, ambos absolutamente desconocidos en sus países. Esta información fue negada por las autoridades argentinas y también brasileñas, las que manifestaron no tener conocimiento de estos hechos. El Gobierno militar chileno, ante esta evidencia, tuvo que reconocer que no había constancia alguna de estas supuestas muertes de chilenos en el extranjero. Los integrantes de esta nómina corresponden a personas detenidas por efectivos de seguridad chilenos, las que eran negadas por las autoridades. Todos ellos se encuentran desaparecidos desde entonces.

            Posteriormente, en mayo de 1976, la prensa publicó cables provenientes de Argentina en los que se hacía referencia a un supuesto comunicado de una Junta Coordinadora Revolucionaria del Cono Sur, denunciando la muerte de cinco chilenos en manos de grupos extremistas de ultra derecha en Argentina. Entre ellos aparece mencionada "María Bueno Cifuentes", la que podría haberse tratado de la hermana de la víctima, María Olimpia, pero ella se encontraba radicada en Suecia, con sus papeles en orden, lo que quedó establecido oficialmente por autoridades ese país. Por tanto, la información debía necesariamente referirse a Carmen Bueno, la que ya había sido dada por muerta en la triste nómina de "los 119".

            En noviembre de 1975, el delegado chileno ante las Naciones Unidas, Sergio Diez Palma, entregó un Informe del gobierno militar que él representaba a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. En esta exposición, el Embajador Diez intentó demostrar que las denuncias de desaparición de prisioneros y las violaciones a los derechos humanos en Chile eran falsas y mal intencionadas. Entre otras cosas, entregó un listado de setenta personas que habían sido denunciadas como desaparecidas, las cuales no tendrían existencia legal; entre estos nombres figuraba el de Jorge Müller Silva. Sin embargo, como él tenía además nacionalidad alemana, ya que su padre es alemán, la Embajada de la R.F.A. pidió explicaciones al gobierno militar, el que respondió a través del Ministerio de Relaciones Exteriores que la inclusión de Müller en este Informe se debió "a un lamentable error, cuyas causas se investigan". El resultado de esta supuesta investigación nunca se conoció.

            Jorge Müller Silva y Carmen Bueno Cifuentes se encuentran desaparecidos después que fueran sacados juntos desde Cuatro Alamos, el 18 de diciembre de 1974 por efectivos de la Dirección de Inteligencia Nacional, DINA. Su detención fue siempre negada por las autoridades del gobierno militar, a pesar de las evidencias relatadas.

           

GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS

            El 7 de diciembre de 1974 se interpuso un recurso de amparo en favor de Carmen Bueno ante la Corte de Apelaciones de Santiago, rol 1534-74, el que fue declarado sin lugar el 23 de enero de 1975 por el Tribunal luego de recibir informes negativos del Ministerio del Interior sobre su detención y de las autoridades militares respecto de algún proceso en su contra. La Corte ordenó remitir los antecedentes al Juzgado del Crimen correspondiente, para que se investigaran los hechos denunciados.

            De esta forma se dio inicio el 27 de enero de 1975 a la causa rol 91.149 en el 6° Juzgado del Crimen de Santiago, a la cual se acumuló en mayo del mismo año una denuncia presentada ante el mismo Tribunal por presunta desgracia de Jorge Müller.

            Las autoridades respondieron reiteradamente de manera negativa respecto de la detención de ambas víctimas, tanto a través del Ministerio del Interior como de SENDET. El Director de la DINA respondió por su parte en junio de 1975 que el Tribunal debía dirigirse al Ministerio del Interior o SENDET, reparticiones que tenían como misión informar acerca de este tipo de informaciones. Igual mensaje recibió el Juez años después, en octubre de 1978 de parte de la Central Nacional de Informaciones, CNI, sucesora legal de la DINA.

            En noviembre de 1975 declararon ante el Tribunal testigos de la reclusión de las víctimas, Fátima Mohor y María Antonieta Castro, las que se encontraban en esos momentos prisioneras en el Campamento para mujeres San Juan de Pirque, ubicado en el Cajón del Maipo. Luego de sus testimonios el Tribunal ofició nuevamente a SENDET consultando por los afectados, pero la respuesta fue, una vez más, negativa.

            El 16 de diciembre de 1975 se cerró el sumario y se dictó sobreseimiento temporal, por no encontrarse acreditado el delito. Esta resolución fue aprobada por la Corte el 30 de marzo de 1976.

            El 14 de mayo de 1976, el padre de Carmen Bueno vuelve a interponer un recurso de amparo en favor de la joven ante la Corte de Apelaciones de Santiago, rol 400-76, con el mérito de los testimonios de las detenidas Fátima Mohor y María Antonieta Castro. Sin embargo, una vez más también, la Corte rechazó el recurso, luego de recibir respuesta negativa del Ministerio del Interior y de revisar el proceso sobreseído. Esta resolución fue apelada y el 26 de junio del mismo año, la 2a. Sala de la Corte Suprema confirmó el fallo de la Corte de Apelaciones que no daba a lugar el amparo.

            Poco antes, en enero de 1976 se solicitó la reapertura de la causa 91.149 y se acompañaron nuevos testimonios de personas que estuvieron recluidos junto a ellos en Villa Grimaldi y Cuatro Alamos. Pero las respuestas de las autoridades siguieron siendo negativas. La CNI indicó además que estas informaciones no sólo eran materia de consulta al Ministro del Interior, sino que le estaba prohibido proporcionar directamente a los Tribunales de Justicia cualquier requerimiento que no hubiese sido canalizado a través de ese Ministerio.

            En mayo de 1979, la investigación prosigue en la Visita del Ministro Servando Jordán, designado para investigar las causas por desaparición de personas detenidas por la DINA.

            El Ministro Jordán acumuló a este proceso otra causa por presunta desgracia de Jorge Müller seguida en el 8° Juzgado del Crimen, rol 11.899, iniciada en diciembre de 1974 por una denuncia presentada por la madre a Investigaciones, repartición que entregó los antecedentes al Tribunal. Luego de recibir informes negativos del Ministerio del Interior y SENDET, el Juez cerró el Sumario y dictó sobreseimiento temporal por no encontrarse acreditado el delito, a los diez días de haberse abierto el sumario. La Corte revocó esta resolución por encontrarse incompleta la investigación.

            En septiembre de 1976, el titular del 8° Juzgado ordenó la Ministerio de Interior llevar ante el Tribunal al detenido Víctor Zúñiga Arellano, testigo de reclusión de Müller. Dos meses después, el Ministro del Interior respondió que el detenido había sido dejado en libertad. La verdad es que la liberación de Zúñiga sólo se llevó a cabo días antes que el Secretario de Estado enviara su respuesta al Tribunal. Zúñiga declaró años después ante el Ministro en Visita entregando su testimonio.

            El 3 de mayo de 1978, el Juez resolvió cerrar el sumario y dictar sobreseimiento definitivo, por resultar inoficioso continuar la investigación debido a la reciente dictación del Decreto Ley de Amnistía 2191. La Corte sin embargo revocó este fallo y repuso la causa al estado de sumario, por no encontrarse acreditado al delito ni agotada la investigación.

            En ambas causas de origen se interpuso querella por secuestro, incomunicación prolongada, rigor innecesario y malos tratos y detención arbitraria en lugares no contemplados por la Ley, de Carmen Bueno y Jorge Müller, en contra de los agentes de seguridad que resulten responsables.

            Continuando la investigación, el Ministro Jordán se constituyó en el recinto de Cuatro Alamos, ahora transformado en dependencias del Centro de Rehabilitación de Menores. Sin embargo, no se encontraron datos muy precisos debido a que las dependencias habían sido refaccionadas y con pinturas nuevas. Por esta razón, no se pudo constatar las marcas dejadas por los recluidos, entre las que se contaban las hechas por Carmen Bueno en la celda N°5.

            Ante el Ministro declaró varias veces el Comandante de este recinto, Orlando José Manzo Durán, funcionario de Gendarmería que estuvo en Comisión de Servicio en la DINA desde abril de 1974 hasta marzo de 1977, fecha en que fue cerrado este recinto.

            Manzo indica que Cuatro Alamos dependía de la DINA, pero se encontraba en el interior del área del Campamento Tres Alamos que estaba a cargo de Carabineros y dependía del SENDET. Agrega que había un Libro de Registros de entradas y salidas de detenidos que manejaba él personalmente. Este consistía en un archivador en que se hacía una ficha de cada persona. Señala que había tres tipos de salidas del lugar: una era cuando los presos quedaban en libertad, según Decretos del Ministerio del Interior; la segunda por enfermedad o dolencia del detenido y que no pudiera tratarse en el campamento y la tercera cuando "confesaban que estaban de acuerdo con miembros de la Unidad Popular, con los cuales debían contactarse", para que los efectivos de DINA aprehendieran a estos otros o también para reconocer lugares donde podrían haber armas o documentación. Estas salidas eran transitorias, lo mismo que las por razones de salud, en que un 99,9% de los casos volvía. Todos en Cuatro Alamos estaban incomunicados con el exterior.

            Manifiesta que allí no se flageló a nadie porque "no había medio para ello, en atención a que la instalación estaba formando parte prácticamente de Tres Alamos, donde los detenidos estaban en libre plática y recibían visitas del exterior".

            Otra de las cosas que señala es que los detenidos por DINA llegaban al Campamento muchas veces sin Oficio y a veces llegaban con ficha abierta por los aprehensores, pero igualmente se le hacía una en el Campamento.

            El Comandante Manzo no recuerda a ningún detenido de los que se encuentra desaparecido, no obstante, sí recuerda a otros, todos ellos en libertad, algunos de los cuales sólo estuvieron unos pocos días en ese recinto. Tampoco los identifica por las fotografías que el Tribunal le exhibe "ya que por las condiciones de trato en que llegaban los detenidos", éstos venían "barbones, sucios, demacrados…".

            Declara también que no está "autorizado por el Gobierno" para interiorizarse de quienes están desaparecidos, "porque probablemente caería en entredichos" si se pusiera a investigar donde estaban.

            Señala finalmente que los registros originales de los detenidos se los llevaba la DINA y él se quedaba con la copia y que estos pasaron todos a esa Dirección de Inteligencia cuando se cerró Cuatro Alamos.

            El Ministro del Interior, Sergio Fernández, respondió sin embargo al Ministro Jordán que en la documentación de la CNI, sucesora de la DINA, no se registraba la detención de Carmen Bueno. Además, según información entregada por la CNI, los Libros de Cuatro Alamos habían sido incinerados "por medida de seguridad".

            No se implementó igual "medida de seguridad" con los Libros de Tres Alamos, 13 de los cuales fueron puestos a disposición de la Visita por parte de Carabineros. No figuraban en estas nóminas las víctimas desaparecidas. En todo caso, los anteriores a agosto de 1976 fueron también incinerados, conforme a la reglamentación de documentos de esa Institución.

            En la tramitación de la Visita se acompañaron nuevos testimonios de personas que estuvieron recluidos junto con Jorge Müller y Carmen Bueno tanto en Villa Grimaldi como en Cuatro Alamos. Uno de ellos, Nelson Aramburu, fue careado con Orlando Manzo el que insistió en que no recordaba a Jorge ni a Carmen ni otras situaciones que señala Aramburu, como la comunicación entre los detenidos. Aunque expresa que pudieron haber estado con identidades falsas, ya que a veces eran detenidos con documentación falsa.

            El Viceministro de Relaciones Exteriores, Teniente Coronel Ernesto Videla Cifuentes, informó el 18 de enero de 1980 al Tribunal, que no se había solicitado ninguna investigación sobre la existencia legal de Jorge Müller. No fue ésta la respuesta dada por ese mismo Ministerio el 3 de febrero de 1976 al gobierno alemán, nacionalidad que también tenía Müller por ser su padre ciudadano de ese país. En esa ocasión se explicó que la inclusión del afectado en la nómina de personas sin existencia legal contenida en el Informe presentado por el embajador Sergio Diez a las Naciones Unidas se debió a "un lamentable error" cuyas causas se investigaban.

            El 1° de agosto de 1978 familiares de setenta detenidos desaparecidos, interpusieron una querella por secuestro ante el 10° Juzgado del Crimen de Santiago, en contra del ex Director de la DINA General Manuel Contreras Sepúlveda y otros Oficiales de ese Servicio de Seguridad.

            Este Tribunal se declaró incompetente y remitió los antecedentes al Juzgado Militar de Santiago, donde se abrió la causa 553-78, en la 2a. Fiscalía Militar.

            (Antecedentes completos de la querella en contra de Manuel Contreras, verlos en el caso de Eduardo Alarcón Jara.)

            El 28 de abril de 1980, luego de tener a la vista esta querella, el Ministro Jordán se declaró incompetente para continuar la investigación por desaparición de Carmen Bueno y Jorge Müller y remitió los antecedentes a la 2a. Fiscalía Militar.

            El 27 de agosto del mismo año, la 4a. Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago confirmó esta resolución, la que había sido apelada.

            El 2 de septiembre se recurrió de queja ante la Corte Suprema en contra de los Ministros que no dieron lugar a la apelación, pero el 22 de diciembre de 1980 el Máximo Tribunal no dio lugar a este recurso. Se solicitó la reposición de esta resolución, lo que tampoco fue acogido.

            La causa 553-78 de la 2a. Fiscalía Militar tuvo a la vista los antecedentes que acumuló el Ministro en Visita por casos de detenidos desaparecidos Servando Jordán. En 1983 el fiscal dictó sobreseimiento de la causa, resolución que luego fue revocada.

            Sin que se realizaran diligencias durante cuatro años, el 20 de noviembre de 1989, el Teniente Coronel de Ejército, Enrique Ibarra Chamorro, Fiscal General Militar, solicitó para esta causa la aplicación del Decreto Ley de Amnistía (D.L. 2.191) porque el proceso había tenido como finalidad exclusiva la investigación de presuntos delitos ocurridos durante el período comprendido entre el 11 de septiembre de 1973 y el 10 de marzo de 1978 y porque, durante los 10 años de tramitación, no se había logrado "determinar responsabilidad de persona alguna". El 30 de noviembre de 1989, la solicitud fue acogida por el 2do. Juzgado Militar, el que sobreseyó total y definitivamente la causa -la que aún se encontraba en etapa de sumario- por "encontrarse extinguida la responsabilidad penal de las personas presuntamente inculpadas en los hechos denunciados". Las partes querellantes apelaron de dicha resolución a la Corte Marcial, la que confirmó el fallo en enero de 1992. Se interpuso entonces un Recurso de Queja ante la Corte Suprema de Justicia, la que al mes de diciembre de 1992, aún no evacuaba su resolución.

            Otras gestiones realizadas de manera particular por los familiares ante las autoridades tampoco tuvieron mejor suerte.

            En abril de 1976, el Ministro del Interior General Raúl Benavides, junto con manifestarle a la madre de Jorge Müller que esa Secretaría de Estado no registraba antecedentes de su hijo, le expresa que la presunta desaparición de su familiar "no excluye la posibilidad de haber abandonado subrepticiamente el territorio nacional con falsa documentación o doble identidad".

            Esta constituye una de las respuestas que acostumbraba a dar el gobierno militar a las consultas realizadas por los familiares de las víctimas. En mayo del mismo año 1976, el Gobierno responde a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que "Se presume que estas personas se han ocultado voluntariamente para realizar actividades subversivas clandestinas por cuanto otras personas, aparentemente desaparecidas…, últimamente se han visto involucradas en actividades delictuales y algunas de ellas han solicitado asilo en Embajadas extranjeras". Agrega que estas denuncias corresponden a una "campaña en contra del Gobierno, organizada por elementos marxistas".

            Por otro lado, en octubre de 1977, el Juez Militar de Santiago General Enrique Morel en una entrevista a la Revista HOY, señaló en relación al caso de "los 119" que ya estaba solucionado, pues "muchos han sido ubicados vivos y algunos fueron muertos por las fuerzas armadas argentinas. El hecho ha sido comprobado por la documentación que portaban cuando combatieron". Pero, al ser consultado por el Ministro Jordán, el General Morel señaló que en la Revista lo habían tergiversado y él sólo sabía lo que habían publicado los medios de prensa respecto de la situación de los "119".

            La Iglesia chilena tampoco quedó conforme con las respuestas entregadas por el gobierno militar, las que consideró "insatisfactorias", en una Declaración pública del Comité Permanente del Episcopado en noviembre de 1978. Dicen los Obispos que han llegado a la conclusión de que el Gobierno no realizaría una investigación que estableciera la verdad de cada caso y las correspondientes responsabilidades. El Ministro del Interior, Sergio Fernández Fernández, había asegurado a las autoridades eclesiásticas que se realizaría una investigación para aclarar los casos denunciados.

            La madre de Jorge Müller enfermó de un cáncer que le provocó la muerte el año 1990, sin que pudiera encontrar a su hijo ni conocer toda la verdad de lo que le sucedió.

           


29N: Día del Cine Chileno. Memoria y lucha

Fuente :anticapitalistas.cl 29/11/2022

Categoría : Prensa

El 29 de noviembre se conmemora el Día del Cine Chileno, día que surge de la lucha inclaudicable de trabajadoras y trabajadores del cine como ejercicio de memoria audiovisual y homenaje a Carmen Bueno y Jorge Müller, pareja de cineastas chilenos detenidos el 29 de noviembre de 1974 por agentes del Estado de la DINA a plena luz del día, en Bilbao con Los Leones.

Por Camilo Parada, Movimiento Anticapitalista

Estos jóvenes cineastas, Carmen tenía 24 años y Jorge 27 cuando los detuvieron, fueron vistos en Villa Grimaldi, terrorífico centro de detención y tortura durante la dictadura cívico militar de la derecha pinochetista, esa misma que ha ido retomando vuelo en los últimos años. Jorge y Carmen fueron víctimas de tortura y hasta el día de hoy no se sabe qué pasó con sus cuerpos, es decir, están calificados como detenidos desaparecidos, práctica sistemática en las dictaduras derechistas en América Latina.

Es importante, a casi 50 años del golpe, reconocer el dolor, pero sobre todo recuperar la dimensión vital, artística, creativa y militante de Carmen y Jorge y de todas las personas asesinadas por el pinochetismo. Jorge Hernán Müller Silva era un camarógrafo reconocido por su excelente técnica y mirada, una mirada que se posiciona siempre políticamente. Fue el camarógrafo del histórico documental La Batalla de Chile (1975) del director Patricio Guzmán, con el sello preciso del montaje de Pedro Chaskel; pero también de las películas A la Sombra del Sol (1974) de Silvio Caiozzi y Pablo Perelman; o de La Tierra Prometida (1972), película épica sobre la lucha salitrera de Miguel Littin, si bien se realizó a inicio de los 70’ solo se pudo estrenar 1991 debido a la feroz presión de la asolada golpista; y también Jorge participó de La Expropiación (1973) y El realismo socialista (filmado entre 1972 y 1973) del cineasta y teórico Raúl Ruiz.

Por su lado, Carmen Bueno Cifuentes fue una actriz y cineasta de la Escuela de Artes de la Comunicación de la Universidad Católica. Trabajó tempranamente como asistente de producción, por ejemplo, en El Primer Año (1972) documental de Patricio Guzmán que relata el primer año del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, Carmen también trabajó en la producción televisiva de programas infantiles. Como actriz la encontramos en La Tierra Prometida de Miguel Littin, donde además desempeña labores de producción, vestuario, etc. también trabaja en la película A la sombra del sol de Caiozzi.

Tanto Carmen como Jorge eran un aporte esencial para el cine chileno, un cine con mirada social y política que fue perseguido por la dictadura, pero Carmen y Jorge eran también militantes revolucionarios en el MIR, luchaban y se organizaban por dar vuelta el sistema de opresión y por un mundo liberado de toda alienación, por la revolución social. Es importante subrayar esta dimensión, porque estamos hablando de luchadores por una sociedad más justa, y eso es parte del legado, una parte fundamental, inseparable de su labor como cineastas y creadores.

El cine estimula a emerger la memoria, tanto de manera histórica y también subjetiva, pero la memoria siempre es un concepto en disputa, no se trata de un recordar neutro, se visibiliza e invisibiliza según los intereses que se defienden, por eso, es importante entender como socialistas revolucionarios defendemos una memoria militante, que nos habla de la dimensión de clase, de su vitalidad de la lucha y no solo del desgarro (por cierto real), pero también de recuperar la dimensión de hombres y mujeres que entregaron y entregan su vida por cambiar el mundo de base, hundiendo al imperio burgués, como dice nuestro canto internacionalista, y así impulsar toda la libertad creativa.

A Carmen y Jorge los unía el amor, el cine y la militancia en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Son dimensiones inseparables que se comunican entre sí, nuestra memoria es una memoria viva, proyectada en nuestra lucha para transformar todo, no es una memoria vaciada de contenido y que se queda solamente en dolor, es una memoria de lucha. Es por eso que este día es tan importante, más allá de los discursos light de la institucionalidad que intentan vaciar el carácter revolucionario del cine y transformarlo en una mercancía de consumo, este día surge de una lucha de las y los trabajadores del cine y no del Estado y de las multinacionales del cine, que se suma y asume siempre tarde, es un día que fue levantado desde abajo para conmemorar a Carmen y Jorge, la memoria, la libertad de creación y el reconocimiento laboral de quienes ejercen el trabajo cinematográfico.

Hay una falencia en las políticas de cultura en relación con el cine chileno, las políticas de fomento estatal, de desarrollo, creación, difusión, protección y preservación de las obras audiovisuales nacionales, de investigación y los nuevos lenguajes audiovisuales. Son deficientes por su lógica neoliberal y de abandono a las y los trabajadores a merced de las oscilaciones de un rubro precario, así dejan de lado a organizaciones que han propuesto medidas como por ejemplo SINTECI, Sindicato Nacional Interempresa de Profesionales y Técnicos del Cine y Audiovisual. Se precisa mayor financiamiento y protección laboral e impulsar un verdadero plan de desarrollo del cine local que permite salir de la precarización del trabajo y a su vez permita libertad creativa para combatir a las grandes productoras multinacionales que tienden al monopolio y que están vehiculados bajo una narrativa determinada para que todo siga igual.

Que el homenaje a Carmen y Jorge sea un cine de clase, militante y libre para que el cine no sea un botín de la burguesía, al contrario, que sea una herramienta creativa de la clase trabajadora, esto también es luchar por más democracia y por todos los derechos, contra la impunidad de ayer y hoy, que nuestro homenaje como revolucionarias y revolucionarios sea la organización y la lucha para dar vuelta todo. En síntesis “La independencia del arte, para la revolución; la revolución para la liberación definitiva del arte” (León Trotsky).


Documental La batalla de Chile: su camarógrafo fue desaparecido

Fuente :cubaperiodistas.cu 28/9/2021

Categoría : Prensa

El documental “La batalla de Chile”, exhibido en estos días por el Canal La Red[i], en una meritoria pauta informativa, permitió a las nuevas generaciones encontrarse con un material documental elocuente y robusto sobre el proceso que se vivió en Chile entre 1970 y 1973. Y a las generaciones más antiguas les debe haber evocado aquellos mil días de movilizaciones, debates, confrontaciones, donde se constató con nitidez cuáles son los proyectos e intereses que se juegan en Chile.

El trabajo de “La batalla de Chile” es uno de los más enriquecedores en cuanto a información y documentación acerca del período del Gobierno Popular que lideró el Presidente Salvador Allende, sobre todo por el testimonio de protagonistas sociales, es decir, mujeres, trabajadores, pobladores, dirigentes sindicales, y también por la voz de empresarios, conservadores, militares y dirigentes de gremios. Se pueden ver y escuchar intervenciones del Presidente Allende que son claves respecto al proceso 1970-1973. Fue el trabajo de un equipo excepcional y el material es vigente y necesario a casi mitad de siglo de aquellos acontecimientos.

En el equipo estaba el destacado y sensible camarógrafo Jorge Müller Silva. Es probable que muchas y muchos jóvenes, que pudieron ver el documental en estos días, no sepan que él es un detenido desaparecido. Los de su generación lo saben y no lo olvidan. Es otro dramático ejemplo de cómo oficiales de las Fuerzas Armadas y Carabineros, y militantes de la derecha, actuaron con saña, odio e irracionalidad en contra de miles de compatriotas, sólo por su forma de pensar y su ejercicio profesional.

En la mañana de un día de noviembre de 1974, Müller, junto a su compañera y cineasta, Carmen Bueno, fue detenido en Bilbao con Los Leones, por un grupo de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina). Ambos fueron llevados, primero, al centro de detención y tortura de Villa Grimaldi, y luego a otro centro similar, Cuatro Álamos. Los dos fueron torturados, incomunicados y mantenidos ilegalmente presos hasta mediados diciembre de 1974. Fueron sacados de Cuatro Álamos, de acuerdo al testimonio de varias y varios detenidos, y nunca más se supo de ellos. Pasaron a formar parte de la lista de detenidos desaparecidos, seguramente ejecutados por militares y carabineros.

Como ocurrió durante el periódico dictatorial, la Corte Suprema y otras instancias del Poder Judicial, rechazaron los recursos de amparo y peticiones de investigación sobre la detención, secuestro y desaparición de Jorge Müller y Carmen Bueno. La Fiscalía Militar, entidad sobre la cual todavía no se investiga cuántos delitos e irregularidades cometió durante la dictadura, cerró el caso. La insistencia de familiares, amigos y abogados de derechos humanos, permitió que finalmente se efectuara un proceso judicial, que llevó a cabo el magistrado  Hernán Crisosto. Se acreditó el delito de detención ilegal, de torturas y desaparición. Fue procesada una cincuentena de agentes de la Dina, la mayoría del Ejército, culpables de la acción criminal contra Jorge Müller y Carmen Bueno. Entre ellos, fueron condenados César Martínez, Pedro Espinosa, Raúl Iturriaga y Miguel Krassnoff.

Los dos cineastas tuvieron participación en varios documentales y obras de cine, trabajaron en Chile Films y fueron militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Müller trabajó en “Reportaje a Lota”, “La tierra prometida”, “La Expropiación” y “Realismo Socialista”.

Hoy, con la decisión editorial y periodística del Canal La Red, se logró volver a admirar la labor de Jorge Müller como camarógrafo, con un magistral manejo de la cámara en “La batalla de Chile”. Y se volvió a recordar que fue una de las víctimas de la dictadura.

Tomado de El Siglo


Rudolph, Rudy, Rodolfo: Tres vidas, el mismo hombre justo

Fuente :elClarin.cl, 14 Junio, 2021

Categoría : Prensa

Vivir un siglo es ser testigo y, a veces, protagonista de transformaciones. Es conocer las debilidades y las fuerzas, lo luminoso y la oscuridad que pueden habitar al ser humano. Aproximándose a un centenario de vida, partió esta semana un hombre que creció, floreció, y fue arrebatado de lo más preciado. A lo largo de su vida supo ponerse nuevamente de pie sostenido por un sólido andamio ético, en un ciclo que se repitió y vivió en dos continentes.  Rodolfo Müller, originario de Northeim, Alemania, nacido en el año 1922, hace 99 años para ser preciso, emprendió un nuevo “viaje a otro plano”, según su familia cercana que le rodeó cuando dejó de respirar el 8 de junio.

Un niño que creció en un antiguo pueblo circundado por los ríos Leine y Rhume, entre bosques de abedules, pisando adoquines antiguos y recorriendo los fragmentos del muro medieval que protegía el poblado de peligros externos.  Un refugiado que huyó de la marginalización y el terror sistemáticos junto a su familia, con una maleta en la mano. Un inmigrante que floreció en un país lejano, en el cual puso sus esperanzas,  pero también donde enfrentó fantasmas  que pensaba haber dejado atrás en el viejo continente.

De niño, el entonces Rudolph- Rudy para sus cercanos- , a partir de marzo de 1933,  vio pegados en los muros, afiches que denunciaban “la judería internacional.” Y vio hombres de camisa parda afuera de las pocas tiendas judías para anotar los nombres de los no-judíos que entraban. Pronto no podrían andar por la calle sin la estrella amarilla pegada al brazo. Junto a un hermano y un amigo fueron los únicos niños judíos en el colegio; el amigo, en particular, fue blanco de agresiones, y Rudy salía a su defensa. “A mi me tenían un poco más de respeto porque yo me defendía,” dijo una vez.

Esa fuerza interior, de no dejarse provocar, el instinto de defender al más vulnerable, y mirar la vida como un regalo,  fueron atributos que le servirían bien en el transcurso de su larga vida.

A bordo del vapor que partió del puerto de La Rochelle, supieron que su destino era esa línea larga y delgada que figuraba  como fin del mundo en el globo terráqueo.  Nunca antes escucharon hablar de un lugar llamado Chile.  Allá llegaron en enero de 1937.

Rodolfo Müller fue empeñoso desde chico. En el barco que cruzó el Atlántico, había un libro para aprender el español, y al llegar a Valparaíso, ya dominaba bastante bien el idioma. Una vez instalados en Santiago, ingresó al liceo, pero lo encontró de un nivel demasiado bajo. Al cumplir 15 años se retiró, prefiriendo aprender un oficio. En un pequeño taller en calle Santo Domingo con Morandé, aprendió a manejar un torno. Le tocó al taller instalar el primer observatorio de Santiago, por Gran Avenida, cerca de un terreno de la aviación, y en las noches observaban las estrellas, perdiéndose, maravillado, en la galaxia. El taller también fabricó los cabezales de sonido, durante el auge del cine sonoro, que se instalaron en los teatros de pueblos chicos por todo Chile.  Siendo adulto, y ya padre de dos hijos, diría que realmente se sentía feliz en su época de aprendiz, “porque aprendí de todo.” Con ese oficio, abrió un garaje mecánico de reparación de Citronetas, con el cual  más tarde mantuvo su propia joven familia.

Pese a su temprana experiencia en instalar cines a lo largo del país, no sospechaba que su hijo se apasionara por ese medio. La historia de Jorge, el camarógrafo que filmó La batalla de Chile, y varias obras más, es bastante conocida. Pocos saben sin embargo que cuando Jorge filmaba el campamento de los camioneros en huelga, los actos en el Estadio Nacional y muchos otros acontecimientos de la época, su padre le prestaba la vieja Citroneta. Rodolfo y su esposa Irma Silva se preocupaban de que se exponía y se arriesgara demasiado. “No hago nada malo. Solo filmo lo que estoy viendo,” les contestaba Jorge. “Ellos (los militares) no lo entenderían después así,” señaló Rodolfo muchos años después.

A partir del 29 de noviembre de 1974,  cuando Jorge y su pareja Carmen Bueno fueron secuestrados en plena Providencia, esquina Bilbao con Los Leones, por un escuadrón de hombres de civil, Rodolfo e Irma se abrieron al mundo.  Formaron un equipo de dos, fortaleciendose el uno al otro, en las incontables gestiones para dar con el paradero de Jorge y Carmen.

Rodolfo Müller e Irma Silva no sólo se dedicaron a buscar a su hijo.  En su casa en Providencia y en la de El Quisco, ampararon a otros perseguidos, para que no les sucediera lo mismo que a su hijo. Paralelo a abrir su casa y sus corazones para amparar gente, continuaban sus gestiones diarias de búsqueda. Se rumoreaba que estaban en Tres y Cuatro Álamos, y allá fueron a dejarles ropa, queques, jabón. En la embajada de Alemania consiguieron visa con la esperanza de llevarlo al país natal, apenas reapareciera.

En el trayecto, se encontraban con otras personas empeñadas en el mismo peregrinaje. Terminaron uniéndose a la nueva agrupación de familiares de los 119, formada después del montaje de julio de 1975 orquestada por la dictadura para explicar el destino de personas detenidas y desaparecidas. Muchas veces los familiares se reunían en casa de la pareja, el amplio living haciéndose chico, con gente acomodándose en el suelo. Una compañera los recuerda, “Algunos maridos terminaron separándose porque las mujeres comúnmente se abocaron más, sino por completo, a la búsqueda. Pero ellos siempre llegaban juntos a las reuniones de la agrupación.”

En 1978 con otras personas impactadas por las prácticas represivas de la dictadura, Irma y Rodolfo formaron el conjunto folclórico Aydar que funcionaba desde varias iglesias y escuelas, rotando entre diferentes espacios del sector oriente de Santiago. Rodolfo, de gorro de lana, tocaba tonadas chilotes en su acordeón, instrumento que aprendió a tocar en su juventud en Northeim.  La misma música de Chiloé le acompañó esta semana cuando emprendió su viaje infinito, uniéndose con Irma y Jorge.

La resiliencia, la capacidad de adaptarse a cambios, de seguir aprendiendo, y entregarse a otros durante el transcurso de la vida han sido señalados como elementos claves de los longevos. Estos atributos brillaban en Rodolfo Müller.

Rudolph, Rudy, Rodolfo, desde sus distintas identidades entretejidas, pudo canalizar el horror mediante el poder transformador de la solidaridad y la justicia. En ese proceso, transformó a otros y a la vez él mismo fue transformado. En cada joven encontraban algo de su hijo, y así, el legado, de Rodolfo, que es en parte, el de Irma y Jorge, persiste en cada ser que fue tocado por ellos.


Jorge Müller ACC, Imagen Latente de una generación (EXTRACTO)

Fuente :acc-chile.com, 7/11/2020

Categoría : Prensa

ACC reconoce a Jorge Müller como miembro honorario de la asociación por su destacada trayectoria e importancia para el cine nacional desde su gran trabajo como cinefotógrafo.

Investigación:  Wayra Galland Carbo.
Participantes: Angelina Vazquez, Patricio Guzmán, Antonio Larrea.
Agradecimientos: Familia Müller, Familia Bueno, Museo de la Memoria, Biblioteca Nacional, Grupo Arca, Soledad Abarca, José de la Parra, Fernanda Riveros, José de la Vega, Pablo Perelman, Carolina Labbé y Verónica Garay.

Introducción:
Esta investigación sobre Jorge Müller nace desde el interés por la Dirección de Fotografía. Hace 12 años escuché hablar de él en un rodaje. Tenía 20 años de edad y decidí hacer una tesis que buscaba determinar si Jorge había desarrollado un estilo particular de cámara durante el inicio truncado de su carrera. En este proceso encontré fuentes literarias que se contradecían y necesité aparte de analizar las películas,  testimoniar en audios, con precarias herramientas, los antecedentes desde sus cercanos. Así conocí a la familia Müller. Luego de visitarles varias veces, don Rudolph Müller decide abrir un mueble y mostrarme gran cantidad de archivos guardados  durante más de 40 años. Mientras revisaba los documentos llegó con una radio y un cassette. Me dijo que lo escuchara y comentó: “Voy a pasear un rato y regreso”. Apenas salió comencé a escuchar la voz quebrada de Irma Silva narrando su testimonio:

IRMA SILVA

“Ahora en este preciso momento acude a mi mente cómo empezó todo,
cómo empezó esta pesadilla que creo que nunca terminará
porque he llegado a convencerme que aquí falta el valor,
ese valor que tuvieron nuestros antepasados los indios.
Aunque algunos no lo quieran
llevamos en nuestras venas su sangre,
pero la valentía, el coraje, la osadía de aquellos
no se heredó a los chilenos
o a lo mejor está escondido
y cómo no se ha presentado la ocasión de
defender lo que le es más querido,
por eso no ha aflorado,
pero yo con mi sangre india, poca o mucha,
estoy dispuesta a dar mi última gota de sangre
para defender lo que para mí es lo más querido: Mi hijo.
Creo que seguiré en esta lucha, en esta guerra que no es guerra.
Como escribí en un verso para mi muchacho que dice:
¿Qué haces ahí sentado pensando, hijo mío?
Pensando en qué, pensando lo que dicen que hay una guerra
¿Pero qué guerra? ¿Cómo empezó todo?
Parece que hace un siglo.
Cada minuto ha pasado en mi vida como mil horas,
como en el primer momento,
me negué a creer que mi hijo había sido detenido,
¿pero por qué?¿por qué? ¿Dónde está? ¿de qué se le acusa?
¿Dónde está la Ley en que yo siempre fui consciente y creí que existía?
¿Por qué no aparece? Buscar, buscar, preguntar. De repente a los 5 días un llamado de teléfono.
– Jorge y Carmen fueron detenidos en la calle Los Leones el viernes 29.
-¿Quién habla?
Ninguna respuesta y cortan. Angustia aterradora ¿qué hacer? ¿Pregunto o no a algún amigo? ¿Qué hacer? ¿Qué hago?…

              Escuché el testimonio de una madre que buscaba a su hijo, una madre violentada por el Estado al negar la existencia legal de un ser humano que había salido de su vientre. Uno que fue torturado, al que le quitaron la vida y lo hicieron desaparecer. Yo tenía un hijo en mi vientre en ese momento y al escuchar el cassette, sentí  junto a la voz de su madre que heredé una responsabilidad emocional que me ha costado tiempo aceptar y entender. Solo al pasar varios procesos de la investigación y decantando el dolor adquirido por diferentes medios creativos, reflexionando sobre la realidad al encontrarme de frente con la historia del país por medio del cine y la fotografía, he asumido con compromiso y urgencia el deber de difundir estos resultados para hacer un acto de justicia metafórica. Por esta razón, con el permiso de la familia, sus amigos y el apoyo de quienes me han ayudado en el proceso, les cuento parte de esta historia. Nace el 10 de enero de 1947. Estudió en varios colegios durante la educación básica y terminó su escolaridad siendo parte de los estudiantes de la Escuela de Artes Aplicadas de la Universidad de Chile. Uno de sus compañeros fue el fotógrafo y diseñador Antonio Larrea.ANTONIO LARREA: «En los dos primeros años de la Escuela de Artes Aplicadas teníamos puros estudios de arte en general, no era de diseño gráfico porque podías escoger la carrera en segundo año, escogías diseño gráfico o fotografía, te ibas definiendo podías ser escultor, pintor, etc. Había una gama completa, pero los primeros años era arte puro donde todo te iba a servir para cualquiera de las áreas donde te decidías meter. Entre todos [los ramos] estaba el de composición, que Jorge utilizó en el cine y yo ocupé en la fotografía.
No teníamos clases directas de fotografía, la mayoría de las cosas se aprendía afuera, no había laboratorio de fotografía, pero estaba todo lo que era composición en pintura: volúmenes, formas, espacios, colores todas esas cosas estaban dirigidas al arte, al conocer la fotografía aplicamos todos estos conocimientos, teníamos a profesores como Rodolfo Opazo pintor chileno y a Pedro Lobos que era un gran muralista como del estilo mexicano. Ellos son los profesores que más nos marcaron.
El viaje del 68 fue clave para los dos, con Jorge intercambiábamos ideas en el taller, especialmente de composición, composición limpia, líneas limpias, un elemento con una línea horizontal hablando de la fotografía eso Jorge después lo empezó a aplicar en las filmaciones.
Hicimos un documental. Había un programa en el canal 9 que se llamaba “Emisión 0”, entonces Hernán Puelma le propuso al canal que íbamos a hacer un documental en el sur, uno de la Araucanía y el otro de Chiloé. Nos dieron el auspicio, por lo tanto nosotros podíamos ir con el cartel del canal y partimos en junio del 68 en pleno invierno. Yo tengo fotos que fui sacando durante el viaje, porque todas estas fotos iban a servir para apoyar el documental, porque teníamos muy poca película y Jorge se había comprado una máquina en el persa, chiquitita, a cuerda, entonces nosotros teníamos unos cuantos rollos. Era la primera filmación que podíamos hacer. Yo llevaba una máquina fotográfica, tenía fotómetro, entonces si nos faltaba cine, complementábamos con fotografías».Luego de la Escuela de Artes Aplicadas viaja a Valparaíso para estudiar cine en Viña del Mar, donde conoce a su generación de compañeros y compañeras. Lamentablemente esta escuela al tiempo cierra su funcionamiento y las amistades formadas allí continúan trabajando en Santiago para Chile Films. Jorge Müller ejerce como camarógrafo entre fines de los 60` y principios de los 70`, fue el camarógrafo de “La Batalla de Chile” (Patricio Guzmán), “A la sombra del sol” (Caiozzi-Perelman), director de fotografía de “La Expropiación”, “Palomilla Brava” y “El Realismo Socialista” (Raúl Ruiz), “Crónicas del Salitre” (Angelina Vazquez), entre otros proyectos, además de vivir las luces y sombras de su generación, con una concepción del arte comprometida y un proyecto político truncado.  

ANGELINA VAZQUEZ: «El arte; poesía, teatro, canción, cine, se tocaban y entrecruzaban en el hacer diario, con la necesidad de aprender y la conciencia de la capacidad de aprender que entregaba la acción como salto cognitivo…
Yo tenía de una práctica política cotidiana, pero externa al poder y de una práctica también cotidiana de años de poesía, la música, el teatro hacíamos de todo un poco, o de todo mucho.
La injusticia se percibía y se explicaba con claridad. Al sentimiento primario de indignación se respondía con ganas de interpretar el mundo, con herramientas que hoy nos parecen quizás cortas, pero que abrían un mundo de preguntas y de intentos de responder.
Hay muchos recuerdos difusos, entrañables: mi hermano y adorado Jorge Müller, sin el cual, tras su desaparición, sentí que se me había muerto parte del alma y mi ojo cinematográfico. Pablo Perelman, que luego se fue a Bruselas. Desde el 71, ellos serían inseparables de mi vida profesional y personal.
Valeria Sarmiento, con la que siempre hemos mantenido una estrecha y entrañable relación. Jorge Pacheco, mi novio de la escuela y que junto a Luis Salvatierra y Omar Andía, me hicieron compartir tantas cosas. El Pepe de la Vega, el Lito Morris, la Marianela [Astudillo], el Chimpilo, el Bombero… una fila interminable de rostros, de risas, de bailes, de playas…. En fin, no puedo nombrarlos a todos.
Luciano Tarifeño, que era como un decano, porque era parte del equipo de gente que creó el canal de televisión porteño, con el que compartí casa y que tanto me ayudó.
De los profesores, el Pepe Román, Aldo Francia, Diego Bonacina, el guatón Mori y un largo etcétera de profesionales que quizás estaban unos metros más allá solamente, pero que uno sentía que en muchos casos eran buenos compañeros de descubrimientos y algunos también una fuente de experiencia.  Yo siento que uno estudiaba y trabajaba muchísimo. Y la escuela seguía en las tardes y en las noches de Valparaíso y en las fiestas memorables que hacíamos, que eran otra manera de continuar las conversaciones sobre cine.
Y leía mucho, muchísimo. Teoría del cine, historia del cine, guión, montaje….Teoría del arte. Eran verdaderos atracones en los que nos iba definiendo una manera de mirar ¿y tal vez sentando las bases del hacer futuro?
En mi casa (y de Luciano) se hacían fiestas memorables con alumno/as y profes, amigos del cine de otras latitudes…. Raúl Ruiz, muy cercano en esa vida periférica a la escuela. Tanto que se llevó a mi amiga Valeria para Santiago, tras un precioso matrimonio en el Club Naval».

PATRICIO GUZMÁN: «Durante el segundo semestre de 1972 Chile Films me encargó hacer un largometraje de ficción sobre Manuel Rodríguez a partir de un guión de Isidora Aguirre, adaptado después por el escritor Alfonso Alcalde.
Elegí para el equipo de cámara a Jorge Müller como ayudante y Patricio Castilla como director de fotografía. Después de la gran huelga de Octubre de ese mismo año, por falta de recursos, Chile Films renunció al proyecto. No obstante, antes de que se paralizara del todo esta producción, yo organicé un equipo mínimo de rodaje para filmar la gran huelga.
Este equipo estaba formado por un cámara (Jorge Müller) un ayudante de dirección (Guillermo Cahn), un ingeniero de sonido brasileño (cuyo nombre no recuerdo) y yo mismo. Salimos a filmar los cordones industriales, que por primera vez se dieron a conocer en Chile. Eran una especie de territorio industrial. Eran la unidad de acción de decenas de fábricas que estaban en un mismo sector. Gracias a ellos la derecha no pudo paralizar el país y los trabajadores gestionaron las fábricas durante dos meses por su cuenta. Filmamos principalmente en el Cordón Cerrillos y en el Cordón Vicuña Mackenna.
Este fue mi primer contacto real, humano y estético, con Jorge. Nuestra película no tenía grandes ambiciones. Era un proyecto de 40 minutos cuyo propósito era mostrar a otros obreros cómo era posible la auto gestión. Utilizamos una cámara Arriflex de 16 MM y un grabador Nagra.
Sin embargo, a pesar de las limitaciones, desde nuestro primer contacto tanto Jorge como yo sentíamos una clara preferencia por los planos secuencia, es decir, planos largos que no fraccionaran tanto la acción y tratar de abarcar una situación de una sola vez, cámara al hombro y desde luego improvisando mucho. En estos dos puntos (cámara en mano e improvisación) se apoyaría toda nuestra relación futura.
Este cortometraje se tituló “La Respuesta de Octubre” y ganó el Premio Circuitos Móviles de Chile Films a finales de 1972. Yo pude guardar este negativo y lo saqué del país junto con los materiales de “La Batalla de Chile” I-II-III. En 1989 yo desmonté este negativo y lo incluí en la tercera parte de esta trilogía, que se llama El Poder Popular. Terminado este trabajo fuimos despedidos de Chile Films, ya que el proyecto Manuel Rodríguez fue definitivamente suspendido. Nos reunimos en el Parque Forestal para reflexionar sobre nuestro futuro y yo defendí la idea de continuar filmando todo lo que estaba ocurriendo en la realidad, proyecto que tomó forma y se transformó en “La Batalla de Chile” I-II-III.
Entre estos «restos» del equipo estaban: Jorge Müller, Guillermo Cahn y Federico Elton, todos ellos más tarde miembros definitivos del grupo de La Batalla de Chile, cuya preparación empezamos en febrero de 1973 y terminamos cuatro días después del golpe de estado. Es decir, yo trabajé con Jorge prácticamente un año entero, entre octubre de 1972 y septiembre de 1973, viéndonos casi a diario.
Teníamos una cámara Eclair 16 MM (con dos chasis) y un zoom de 120 MM. También teníamos un gran angular, que casi nunca utilizábamos, pues el zoom se adaptaba mejor a nuestra movilidad. Teníamos tres baterías. No teníamos estabilizador.
Una de las grandes virtudes de la Eclair es que el chasis se encaja en el cuerpo de cámara sin necesidad de enhebrar la película. Siempre Jorge mantenía cargado nuestro chasis de repuesto porque había muchas pausas. Teníamos una bolsa negra y dos luces portátiles que funcionaban con unas baterías muy inestables, precarias y pesadas».


CNCA rinde homenaje a artistas víctimas de la dictadura

Fuente :cultura.gob.cl 9/09/2016

Categoría : Prensa

En el marco del “Mes de la Memoria”, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes realizó un homenaje a artistas víctimas de la dictadura militar, acto donde el escritor, Jorge Montealegre, presentó su libro “Memorias Eclipsadas. Duelo y resiliencia comunitaria en la prisión política”.

Un emotivo homenaje a artistas, cultores y artesanos víctimas de la dictadura se desarrolló este viernes 9 de septiembre en Valparaíso, en el Centro de extensión del Consejo de la Cultura y las Artes (Centex).

La encargada de la Unidad de Memoria y Derechos Humanos del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Francia Jamett Pizarro, resaltó el rol de la institución en la observancia de políticas de reparación simbólica. “La celebración de conmemoraciones y homenajes a víctimas de violaciones a los derechos humanos forman parte de los valores y principios del Consejo expresados en las Políticas Culturales 2011-2016. Este reconocimiento a las y los artistas víctimas de la dictadura responde a un compromiso institucional que busca resaltar sus vidas y sus obras, y construir nuevos relatos en torno a la reparación simbólica”, expreso la encargada.

El escritor, Jorge Montealegre, presentó su libro “Memorias Eclipsadas. Duelo y resiliencia comunitaria en la prisión política”, donde relata la manera en que la creación artísticas y cultural, en condiciones de vivencia en campos de prisioneros, permitieron sobrellevar de una manera más digna las violaciones de derechos humanos permanentes que sufrieron quienes fueron encarcelados por motivos políticos.

El ciclo “Mes de la Memoria”, organizado por el CNCA, se inició el pasado viernes 2 de septiembre con un simbólico homenaje interno para recordar el legado de Galia Díaz Riffo y Romina Irarrázabal Faggiani, funcionarias fallecidas hace cinco años en el accidente aéreo de Juan Fernández.


ANEF inaugura memorial de víctimas de la dictadura con la presencia de Presidenta Bachelet

Fuente :anef.cl 9/09/2014

Categoría : Prensa

En una solemne ceremonia a las afueras de la sede de la ANEF, este lunes 8 de septiembre, se inauguró el memorial en homenaje a los empleados/as públicos víctimas de la dictadura cívico militar. En la ocasión, asistió la Presidenta de la República, Michelle Bachelet; las representantes de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), Lorena Pizarro, y de Ejecutados Políticos (AFEP), Alicia Lira; junto a la ministra del Trabajo, Javiera Blanco; la ministra de Minería, Aurora Williams; la presidenta de la CUT, Bárbara Figueroa; el subsecretario del Trabajo, Francisco Díaz; Joan Jara, viuda de Víctor Jara; los parlamentarios/as Tucapel Jiménez, Maya Fernández, Lautaro Carmona, Hugo Gutiérrez y Claudio Arriagada; además de dirigentes sociales y sindicales.

En la ceremonia, el coro de ex presos políticos dedicó unos temas a los caídos de la ANEF. Luego, dirigieron unas palabras Lorena Pizarro y Alicia Lira, quienes celebraron este acto de memoria y llamaron a las autoridades a buscar la verdad y la justicia en los casos que aún están pendientes de desaparecidos y ejecutados políticos.

“Con este memorial cerramos una deuda de la ANEF con los trabajadores del Estado, ejecutados y desaparecidos durante la dictadura, sin dejar de recordar que el nuestro fue uno de los sectores más golpeados durante este oscuro periodo”, señaló en su discurso el presidente de la ANEF, Raúl de la Puente.

De la Puente también recordó la resistencia y lucha de algunos de los homenajeados, como la de Jorge Peña Hen, Reinalda Pereira, Carlos Prats y el padre de la Presidenta, Alberto Bachelet. El memorial tiene los nombres de 380 detenidos desaparecidos y ejecutados políticos plasmados en unas elegantes placas de bronces, empleados públicos de diversos sectores, quienes según lo informado por el Ministerio del Interior fueron víctimas de la tiranía.

“No se puede construir una comunidad sólida sin hacernos cargo de la violencia que fracturó nuestra sociedad y acabó con la vida de personas maravillosas, como las que hoy reciben nuestro homenaje”, señaló la Presidenta Bachelet, en su discurso.

“Necesitamos que esa justicia sea pronto y necesitamos, para que ello sea posible, que quienes tienen información relevante, sean civiles o militares, la entreguen”, consignó la Mandataria, quien instó a la Justicia a trabajar por encontrar la verdad.

Tras la ceremonia, se mostró a los asistentes las placas que constituyen el memorial a la entrada de la ANEF, donde el sacerdote Mariano Puga, reconocido colaborador de los trabajadores/as, bendijo el memorial.

Por último, destacar la excelente organización del evento a cargo de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deportes, Nayadé Zúñiga.


Corte condena a Estado a pagar $ 100 millones a familiares de desaparecido

Fuente :El Mostrador, 30 de Marzo 2007

Categoría : Prensa

La Tercera Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago condenó al Fisco a pagar una indemnización de $ 100 millones al padre y la hermana del cineasta Jorge Müller Silva, detenido y desaparecido desde noviembre de 1974 y una de las denominadas víctimas de la denominada "Operación Colombo".

En un fallo dividido, el tribunal de alzada capitalino por primera vez se hace cargo del fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que sentenció al Estado de Chile por la aplicación de la Ley de Amnistía de 1978, para acceder al pago de una compensación a víctimas de la represión militar.

En ese sentido, determinó que el Fisco tiene responsabilidades que son imprescriptibles en los casos de política represiva. En primera instancia, en agosto de 2001, el 29º Juzgado Civil de Santiago había negado pagar la compensación, pero los integrantes de la Tercera Sala del tribunal revirtieron esa medida ordenando el pago antes mencionado.

La opinión de mayoría, respaldada por el ministro Mario Rojas y el abogado integrante Hugo Llanos, afirma que “esta Corte considera que la preparación y ejecución de la detención y posterior tortura y desaparición de las víctimas no habrían podido perpetrarse sin las órdenes superiores de las jefaturas de policía, y agentes del Estado o sin la colaboración, aquiescencia y tolerancia, manifestadas en diversas acciones realizadas en forma coordinada y concatenada de miembros de las policías, y de los servicios de inteligencia".

"Estos no sólo faltaron gravemente a sus deberes de prevención y protección de los derechos de las presuntas víctimas, consagrados en el artículo 1.1 de la Convención Americana, sino que utilizaron la investidura oficial y recursos otorgados por el Estado para cometer violaciones (…) el Estado se constituyó en factor principal de los graves crímenes cometidos, configurándose una clara situación de terrorismo de Estado”, agrega la resolución.

Además, el dictamen sostiene que “la cuestión de la prescripción de la acción no puede ser resuelta desde las normas del Derecho privado, porque éstas atienden fines diferentes. De aceptarse esta tesis, ciertamente se vulneraría no sólo la Convención Americana de Derechos Humanos, (…), sino que además el artículo 5 de la Constitución Política de la República, que junto con reconocer el carácter vinculante de los instrumentos de Derecho Internacional, establece para los órganos del Estado el deber de respetar y promover los derechos fundamentales, entre los que ha de situarse el de indemnización que ha sido invocado en estos autos”.

El fallo además hace un extenso análisis de las resoluciones en que la CIDH ha condenado a distintos estados por casos de violaciones a los derechos humanos, para respaldar el pago de una indemnización reparatoria de los familiares de las víctimas.

En el voto de minoría, la ministra Gloria Ana Chevesich, sostiene que los hechos se encuentran prescritos, ya que la demanda indemnizatoria fue interpuesta recién en 2000, a 26 años de ocurridos los hechos.

El cineasta y su pareja

Jorge Müller Silva era un joven cineasta de 27 años a la fecha de su detención y fue capturado junto a su pareja, la también militante del MIR Carmen Bueno Cifuentes (24) en la esquina de las avenidas Francisco Bilbao y Los Leones, el

29 de noviembre de 1974.

Ambos jóvenes habían participado en la noche anterior en el estreno de la película “A la Sombra del Sol” en el cine Las Condes, ya que formaron parte del equipo de filmación de la cinta.

Müller era, además, uno de los más destacados camarógrafos de su época y había participado en la grabación del documental “La Batalla de Chile”, de Patricio Guzmán, que retrataba el Chile de la Unidad Popular y la campaña presidencial de Salvador Allende, y que se ha convertido en uno de los trabajos del cine más premiados a nivel internacional.

Al momento de su detención, la pareja estaba trabajando en la filmación del "Año Santo chileno", evento que se realizó días antes de su arresto en el Templo Votivo Maipú y que había sido organizado por la Conferencia Episcopal de Chile.

La pareja fue conducida al centro de Villa Grimaldi, donde permanecieron detenidos y sometidos a intensas torturas de parte de los agentes de Estado, los que fueron particularmente duros con Bueno, ya que se le acusaba de haber regalado un perro al entonces líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Miguel Enríquez.

Luego fueron trasladados al recinto de Cuatro Alamos, donde fueron vistos por varios testigos que coinciden en manifestar que ambos se comunicaban a través de señas, cuando las mujeres eran llevadas al baño. Sus comunicaciones fueron descubiertas por agentes de la DINA y al día siguiente se les perdió el rastro.

 

 


Juez Guzmán volvió a golpear a la DINA

Fuente :La Nacion, 4 de Enero 2004

Categoría : Prensa

En uno de los procesamientos que terminó por echar abajo uno de los principales montajes de la pasada dictadura, el ministro de fuero Juan Guzmán encausó a diez ex agentes de la DINA, varios de ellos de su plana mayor, incluido el ex jefe Manuel Contreras, por ocho víctimas desaparecidas en la conocida como Operación Colombo. Este es el segundo encausamiento dictado por el juez Guzmán por este montaje acontecido en 1975, siendo el primero el decretado el 2 de septiembre, cuando el magistrado procesó a 16 ex agentes por 37 víctimas de la Colombo.

Las resoluciones adoptadas por el juez Guzmán en este episodio, constituyen en conjunto el más masivo procesamiento dictado hasta ahora por este ministro, y uno de las que abarca más cantidad de víctimas y encausados en los juicios que se instruyen por violaciones de los derechos humanos.

Los procesados, todos en situación de retiro y declarados reos como autores de secuestro calificado son, además de Contreras, el ex jefe de la Brigada de Inteligencia Metropolitana de la DINA, general César Manríquez Bravo, hermano de Mario, coronel (R) encartado como autor intelectual del crimen de Víctor Jara; el ex segundo hombre de la DINA, brigadier Pedro Espinoza Bravo; el ex jefe de Villa Grimaldi, coronel Marcelo Moren Brito; el ex jefe del recinto DINA Cuatro Alamos, oficial de Gendarmería Orlando Manzo Durán; el ex jefe del grupo Halcón de la DINA, brigadier Miguel Krassnoff Martchenko; el ex jefe del Servicio Secreto de la Dirección de Inteligencia del Ejército y ex miembro de la plana mayor de la DINA, coronel Francisco Ferrer Lima, que cumple condena en Punta Peuco por el crimen del sindicalista Tucapel Jiménez; el ex jefe del recinto DINA Tres Alamos, oficial de Carabineros Conrado Pacheco Cárdenas; el suboficial de Ejército Basclay Zapata Reyes; y el ex agente civil Osvaldo Romo Mena.

Las nuevas ocho víctimas de Colombo son: Aldo Pérez Vargas, Roberto Aranda Romero, Jorge Müller Silva, Modesto Espinoza Pozo, Carlos Pérez Vargas, Carmen Bueno Cifuentes, Rodrigo Ugas Morales y Carlos Gajardo Wolf. Los cinco últimos figuran en la lista de los 119 desaparecidos por este operativo, no así los tres primeros.

El montaje

La llamada Operación Colombo nació en los primeros meses de 1975, cuando la DINA y el propio ex dictador Augusto Pinochet, así como otros de sus ministros militares, comenzaron a difundir informaciones de que el MIR preparaba “guerrilleros” en distintas ciudades argentinas para hacerlos entrar clandestinamente a Chile por pasos fronterizos a combatir el régimen militar. Los diarios El Mercurio, La Tercera, Las Ultimas Noticias y el vespertino La Segunda fueron los encargados de publicarlas.

La cúspide del montaje ocurrió entre los días 17 y 19 de julio de 1975, cuando primeramente el diario brasileño O Dia, de breve tiempo de circulación, informó

El retirado general Manuel Contreras ha sumado otro enjuiciamiento a su expediente en los tribunales chilenos.

 que 59 chilenos habían sido ejecutados en Argentina por sus propios compañeros de izquierda, atribuyendo las muertes a “ajustes de cuentas” políticas. El día 19, la revista argentina Lea, publicó en su único número que lo mismo había ocurrido con otros 60 chilenos, la mayoría del MIR.

En abril de 1975 apareció en un sótano de Buenos Aires el cuerpo destruido por una explosión con un cartel que decía “dado de baja por el MIR”. Se dijo que era el detenido desaparecido comunista David Silberman. Sin embargo, no era él. El 12 de julio de 1975 aparecieron en Buenos Aires otros dos cuerpos baleados y quemados con una leyenda similar. La dictadura informó que se trataba de quienes habían sido dado por desaparecidos en Chile, Jaime Robotham Bravo y Luis Guendelman Wisnik. Lo que también resultó falso.

El 24 de julio de 1975, La Segunda publicó en portada tal vez el titular más representativo del invento: “Exterminados como ratones: 59 miristas chilenos caen en operativo militar en Argentina”.

Objetivo y origen de la acción

El objetivo de la Operación Colombo fue hacer creer que decenas de personas, que en Chile sus familiares, abogados y las iglesias daban por detenidos desaparecidos, en realidad habían salido clandestinamente a Argentina a prepararse en guerrillas para regresar a Chile a combatir. Y que en el intertanto afuera se habían ajustado cuentas políticas matándose entre ellos o cayendo abatidos por operativos militares en Argentina, país que vivía la convulsión política y militar en los últimos meses antes del golpe de Estado de marzo de 1976.

En cuanto al origen del nombre Operación Colombo, éste se remite a declaraciones del ex agente civil de la DINA Enrique Arancibia Clavel, quien admitió en Buenos Aires en 1978 -acusado de “espionaje”- que en 1975 llegó a esa capital el agente Raúl Eduardo Iturriaga Neumann (ex jefe del Departamento Exterior DINA y actual general retirado) para hacer aparecer muerto en Argentina a un “subversivo chileno” de nombre “Simelman o algo parecido”. Se trataba de Silberman. Según Arancibia Clavel, Iturriaga le dijo que se trataba de la Operación Colombo en la cual se contó con la colaboración, entre otros, del civil argentino y miembro de la Triple A (Alianza Argentina Anticomunista) Martín Ciga Correa.


Secuestro de Jorge Müller y Carmen Bueno: agentes de la DINA son condenados por la desaparición de los cineastas

Fuente :radio.uchile.cl, 23 de Febrero 2024

Categoría : Prensa

Los integrantes de la extinta Dirección de Inteligencia Nacional, César Manríquez Bravo, Pedro Espinoza Bravo, Raúl Iturriaga Neumann y Miguel Krassnoff Martchenko recibirán la pena de 20 años de presidio por su calidad de autores.

En fallo unánime, la Segunda Sala de la Corte Suprema confirmó la sentencia que condenó a César Manríquez Bravo, Pedro Espinoza Bravo, Raúl Iturriaga Neumann y Miguel Krassnoff Martchenko a 20 años de presidio, en calidad de autores del delito.

El máximo tribunal rechazó los recursos de casación en la forma y en el fondo, deducidos en contra de la sentencia que condenó a agentes de la extinta Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) por su responsabilidad en el delito de secuestro calificado de la pareja de cineastas Jorge Hernán Müller Silva y Carmen Cecilia Bueno Cifuentes. Ilícitos cometidos a partir del 29 de noviembre de 1974.

En fallo unánime (causa rol 43.971-2020), la Segunda Sala de la Corte Suprema –integrada por los ministros Haroldo Brito, Manuel Antonio Valderrama, Jorge Dahm, la ministra María Teresa Letelier y la abogada (i) Pía Tavolari– confirmó la sentencia impugnada, dictada por la Corte de Apelaciones de Santiago, que condenó a César Manríquez Bravo, Pedro Octavio Espinoza Bravo, Raúl Eduardo Iturriaga Neumann y Miguel Krassnoff Martchenko a 20 años de presidio, en calidad de autores del delito.

En tanto, Orlando Manzo Durán, Manuel Andrés Carevic Cubillos, Alejandro Francisco Astudillo Adonis, Sylvia Teresa Oyarce Pinto, Gerardo Ernesto Godoy García, Manuel Heriberto Avendaño González, Nelson Aquiles Ortiz Vignolo, Silvio Antonio Concha González, Pedro Ariel Araneda Araneda, Luis Rigoberto Videla Inzunza, Jorge Segundo Madariaga Acevedo, Teresa del Carmen Osorio Navarro, José Abel Aravena Ruiz, Rosa Humilde Ramos Hernández, Pedro René Alfaro Fernández, Luis René Torres Méndez, Jerónimo del Carmen Neira Méndez, Palmira Isabel Almuna Guzmán, Carlos López Inostroza, Hugo del Tránsito Hernández Valle, Francisco Maximiliano Ferrer Lima, Fernando Eduardo Lauriani Maturana deberán cumplir 12 años de presidiocomo coautores.

“Que, de esa manera, los elementos del ilícito examinado y la participación en ellos de estos acusados, se estimó verificada por el tribunal de primer grado, conclusiones que la judicatura de segundo grado hizo suyas, refrendadas en el considerando 7° de la sentencia objetada”, plantea el fallo.

La resolución agrega: “Que, en consecuencia, y aun soslayando los graves defectos formales de los recursos de nulidad sustancial examinados, las infracciones denunciadas por las defensas de Carlos López Inostroza, Jerónimo Neira Méndez, Luis Videla Inzunza, Pedro Alfaro Fernández, Raúl Iturriaga Neumann, Pedro Espinoza Bravo y César Manríquez Bravo, no se han configurado en la especie, desde que los hechos establecidos en la sentencia impugnada y la participación en ellos de estos acusados, se han ajustado a las leyes reguladoras de la prueba, de manera que ningún reproche puede plantearse sobre el particular a la sentencia impugnada, de manera que los recursos de nulidad sustancial en examen serán íntegramente desestimados”.

Operación Colombo

En la sentencia de primer grado, el ministro de fuero de la Corte de Apelaciones de Santiago Hernán Crisosto Greisse dio por establecidos los siguientes hechos:

  • El día 29 de noviembre de 1974, Carmen Cecilia Bueno Cifuentes y su pareja Jorge Hernán Müller Silva, militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), fueron detenidos en la vía pública, en calle Francisco Bilbao con Los Leones de Santiago, por agentes pertenecientes a la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) quienes los introdujeron a una camioneta C-10 y los trasladaron al recinto de reclusión clandestino de la DINA denominado ‘Villa Grimaldi’, ubicado en Lo Arrieta N° 8200, de La Reina y posteriormente al recinto de reclusión clandestino denominado ‘Cuatro Álamos’, ubicado en calle Canadá N° 3000, de Santiago, que eran custodiados por guardias armados y a los cuales solo tenían acceso los agentes de la DINA.
  • Durante su estadía en los cuarteles de Villa Grimaldi y Cuatro Álamos, permanecieron sin contacto con el exterior, vendados y amarrados, siendo en el primero de ellos continuamente sometidos a interrogatorios bajo tortura por agentes de la DINA que operaban en dichos cuarteles con el propósito de obtener información relativa a integrantes del MIR, para proceder a la detención de sus miembros.
  • La última vez que las víctimas Bueno Cifuentes y Müller Silva fueron vistos con vida, ocurrió un día no determinado a mediados del mes de diciembre de 1974, sin que exista hasta la fecha, antecedentes sobre el paradero de ambos, encontrándose desparecidos.
  • El nombre de Carmen Cecilia Bueno Cifuentes, apareció en un listado de 119 personas, publicado en la prensa nacional luego que figurara en una lista publicada en la revista ‘LEA’ de Argentina, de fecha 15 de julio de 1975, en la que se daba cuenta que Bueno Cifuentes había muerto en Argentina, junto a otras 59 personas pertenecientes al MIR, a causa de rencillas internas suscitadas entre esos miembros.
  • Las publicaciones que dieron por muerta a la víctima Bueno Cifuentes tuvieron su origen en maniobras de desinformación efectuada por agentes de la DINA en el exterior.

En el aspecto civil, se confirmó la sentencia que condenó al fisco a pagar una indemnización de $50 millones por concepto de daño moral, a la hermana demandante de la víctima Bueno Cifuentes.


“Operación Colombo”: condenan a 65 agentes de la DINA por desaparición de cineastas.

Fuente :Resumen.cl, 28 de Noviembre 2015

Categoría : Prensa

 El ministro en visita extraordinaria para causas por violaciones a los Derechos Humanos de la Corte de Apelaciones de Santiago, Hernán Crisosto Greisse, dictó condena en contra de 65 agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) por su responsabilidad en los delitos de secuestro calificado de la pareja de cineastas Carmen Cecilia Bueno Cifuentes, de 24 años de edad, y Jorge Hernán Müller Silva, de 27 años, ilícitos perpetrados a partir del 29 de septiembre de 1974, en Santiago.

Los hechos
En la etapa de investigación, el ministro Hernán Crisosto logró determinar los siguientes hechos:
«El día 29 de noviembre de 1974, Carmen Cecilia Bueno Cifuentes y su pareja Jorge Hernán Müller Silva, militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), fueron detenidos en la vía pública, en calle Francisco Bilbao con Los Leones de Santiago, por agentes pertenecientes a la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) quienes los introdujeron a una camioneta C-10 y los trasladaron al recinto de reclusión clandestino de la DINA denominado «Villa Grimaldi», ubicado en Lo Arrieta N° 8200, de La Reina y posteriormente al recinto de reclusión clandestino denominado «Cuatro Álamos», ubicado en calle Canadá N° 3000, de Santiago, que eran custodiados por guardias armados y a los cuales sólo tenían acceso los agentes de la DINA.

Los ofendidos Carmen Cecilia Bueno Cifuentes y Jorge Hernán Müller Silva durante su estada en los cuarteles de Villa Grimaldi y Cuatro Álamos, permanecieron sin contacto con el exterior, vendados y amarrados, siendo en el primero de ellos continuamente sometidos a interrogatorios bajo tortura por agentes de la Dina que operaban en dichos cuarteles con el propósito de obtener información relativa a integrantes del MIR, para proceder a la detención de sus miembros.

La última vez que las víctimas Bueno Cifuentes y Müller Silva fueron vistos con vida, ocurrió un día no determinado a mediados del mes de diciembre de 1974, sin que exista hasta la fecha, antecedentes sobre el paradero de ambos, encontrándose desparecidos hasta la fecha;
El nombre de Carmen Cecilia Bueno Cifuentes, apareció en un listado de 119 personas, publicado en la prensa nacional luego que figurara en una lista publicada en la revista «LEA» de Argentina, de fecha 15 de julio de 1975, en la que se daba cuenta que Carmen Cecilia Bueno Cifuentes había muerto en Argentina, junto a otras 59 personas pertenecientes al MIR, a causa de rencillas internas suscitadas entre esos miembros.

Que las publicaciones que dieron por muerto a la víctima Bueno Cifuentes tuvieron su origen en maniobras de desinformación efectuada por agentes de la DINA en el exterior».

Las condenas

En la resolución, el ministro de fuero condenó a penas de 20 años de presidio, en calidad de autores de los delitos, a los ex oficiales de ejército y ex jerarcas de la DINA: César Raúl Manríquez Bravo, Pedro Octavio Espinoza Bravo, Raúl Eduardo Iturriaga Neumann y Miguel Krassnoff Martchenko.

En tanto, a penas de 12 años de presidio fueron condenados, también como autores, los ex oficiales: Orlando José Manzo Durán, Gerardo Ernesto Godoy García, Ricardo Víctor Lawrence Mires, Ciro Ernesto Torré Sáez, Palmira Isabel Almuna Guzmán, Manuel Andrés Carevic Cubillos, Francisco Maximiliano Ferrer Lima, y Fernando Eduardo Lauriani Maturana, La misma pena deberán purgar los agentes: Alejandro Francisco Astudillo Adonis; Demóstenes Eugenio Cárdenas Saavedra, Sylvia Teresa Oyarce Pinto, Manuel Heriberto Avendaño González, Heriberto del Carmen Acevedo, Nelson Aquiles Ortiz Vignolo, Julio José Hoyos Zegarra, Silvio Antonio Concha González, Pedro Ariel Araneda Araneda, José Mario Friz Esparza, Luis Rigoberto Videla Inzunza, Jorge Segundo Madariaga Acevedo, Teresa del Carmen Osorio Navarro, José Abel Aravena Ruiz, Basclay Humberto Zapata Reyes, Rosa Humilde Ramos Hernández, Pedro René Alfaro Fernández, Luis René Torres Méndez, Rodolfo Valentino Concha Rodríguez, Juan Ángel Urbina Cáceres, Jerónimo del Carmen Neira Méndez, Luis Fernando Espinace Contreras, Hugo Rubén Delgado Carrasco, Carlos Eusebio López Inostroza, Hugo del Tránsito Hernández Valle, Héctor Wacinton Briones Burgos y Leonidas Emiliano Méndez Moreno.

Asimismo, el ministro Crisosto condenó a penas de 6 años de presidio, como cómplices de ambos delitos, a los agentes: Daniel Valentín Cancino Varas, Fernando Enrique Guerra Guajardo, Jorge Antonio Lepileo Barrios, Lautaro Eugenio Díaz Espinoza, Raúl Alberto Soto Pérez, José Jaime Mora Diocares, Eugenio Jesús Fieldhouse Chávez, Jaime Humberto Paris Ramos, José Stalin Muñoz Leal, Juan Carlos Escobar Valenzuela, Pedro Segundo Bitterlich Jaramillo, Víctor Manuel San Martín Jiménez, Juvenal Alfonso Piña Garrido, Reinaldo Alfonso Concha Orellana, Osvaldo Octavio Castillo Arellano, Guido Arnoldo Jara Brevis, Hugo Hernán Clavería Leiva, Carlos Enrique Miranda Mesa, Víctor Manuel Álvarez Droguett, Olegario Enrique González Moreno, Miguel Ángel Yáñez Ugalde, Víctor Manuel Molina Astete, Gustavo Galvarino Caruman Soto, Rafael de Jesús Riveros Frost y Héctor Carlos Díaz Cabezas.

En el caso del agente Samuel Enrique Fuenzalida Devia, se le aplicó una sentencia de 3 años y un día de presidio, por su responsabilidad como autor, con el beneficio de la libertad vigilada.

En tanto, un total de 6 agentes fueron absueltos por no acreditarse su responsabilidad en estos delitos.