Testimonio de Domingo Cadin Cruces
Cuesta trabajo traer a la memoria experiencias dolorosas y traumáticas sobre los acontecimientos tristemente vividos en la calle Londres 38, en Santiago de Chile, en pleno centro de la capital, a un costado de la Iglesia San Francisco, porque ahí funcionó el centro clandestino de torturas a cargo de la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional), dirigido por el entonces coronel del ejército, Manuel Contreras Sepúlveda, "El Mamo", cercano personaje de Augusto Pinochet, cuyo puño de hierro era el distintivo del aparato represivo. Los que estuvimos en el ahora "Instituto O'Higginiano" permanecíamos esposados y con los ojos vendados -algunos amarrados y engrillados- sentados todo el tiempo, oyendo gritos de hombres y mujeres torturados continuamente. Era el infierno, comenzaba desde temprano hasta las nueve de la noche, aproximadamente, todo el tiempo se oían los alaridos desesperados en las sesiones de tormentos físicos y emocionales, aplicados por agentes civiles y militares. El inmueble era propiedad de la octava seccional del Partido Socialista de Chile y convertido en una mazmorra de donde entraban y salían seres humanos detenidos y perseguidos por sus ideales políticos allendistas. El futuro era incierto entre tinieblas y oscuridades, ya que de aquí desaparecieron 94 compañeros, entre ellos Juan Chacón Olivares, Alvaro Vallejos Villagrán, Eduardo Lara Petrovich, Joel Huayquiñir Benavides, engrosando la larga lista de detenidos-desaparecidos, ejecutados, torturados, degollados, quemados y exiliados. ¿Por qué hablar de tan amarga experiencia a 32 años de distancia? Es que se ha vuelto últimamente noticia este siniestro lugar, reconocido por los Organismos de Derechos Humanos nacionales e internacionales junto con los sobrevivientes de Londres 38, en virtud de que fue declarado Monumento Nacional, para conservar viva la Memoria Histórica y evitar planes criminales como la Operación Cóndor, dado que la quieren comercializar, por lo que hay que luchar y apoyar el proyecto oficial. Le cambiaron la numeración por el 40, como si con esto fuera fácil olvidar la "Casa de la Risa" o "Casa de Las Camapanas" pues nos marcó como un tatuaje en el cuerpo, desgraciadamente. ¿Cómo sobrevivimos entre las vendas, el miedo, la zozobra, el infierno ante la incertidumbre de no saber si salías con vida o no? Se pierde la noción del tiempo, se vive como un ser desdichado que quiere despertar pronto de la pesadilla, salir del abismo, pero no llega..., las horas pasan lentamente, se vive bajo el terror latente, las amenazas de muerte permanentemente. Se oyen pasos misteriosos que se acercan, se alejan y de repente alguien está a tu lado, incógnita que te lleva a desconfiar. Me hice amigo desde el primer momento de Óscar Núñez, quien había sido Secretario General de la CUT y ahí llevaba muchos días; al saber su nombre, me di cuenta de quién era. Lo habían torturado varias veces en la parrilla, era compañero de partido del guatón Romo, de la USOPO (Unión Socialista Popular), desprendimiento del Partido Socialista de Chile, pero entonces su excompañero se dedicaba a perseguir a los izquierdistas, torturándololos. Era sádico, irónico, carente de mínima compasión, preso actualmente en una cárcel santiaguina, sin el menor remordimiento ni el afán de arrepentimiento. Cuando llegué estaban Santiago Carreño, Manuel Carpintero, Alvaro Vallejos Villagrán (El Loro Matías), Francisco Lagos, Enrique Norambuena, Luis Arenas, etc., y una compañera de nombre Patricia, quien tenía un pantalón verde y se sentaba en la parte de la entrada a la sala, al parecer polola de "El Coyote", otro compañero de infortunio, estudiante de la Escuela de Economía. Con quien siempre hablaba era con Oscar, que me encontraba cabrito desde que llegué, ya que apenas tenía 20 años de edad; hablábamos siempre en voz baja. Por la noche nos pasaban colchonetas para dormir, siempre vendados y esposados; llegaba la mañana, otro día de horror, pasábamos uno a uno al baño. Era impresionante ver, al levantar la cabeza, a los compañeros sucios, despeinados, malolientes, y enseguida sentarnos esposados y vendados siempre; nos daban cigarros que compraban con la plata que nos quitaron al detenernos, al igual que los cordones y cinturones. Crecía la represión cada día, aún no se cumplía el primer año de dictadura: Una noche llegaron profesores y alumnos del Liceo Manuel de Salas, entre ellos el profesor Nilo y el alumno Cuevas con quienes iniciamos juegos como Memorama y así surgían personajes prohibidos por los militares: Salvador Allende, Pablo Neruda, Víctor Jara, etc. Los estudiantes de Economía jugaban al ajedrez de memoria, capacidad que adquieren quienes lo practican mucho tiempo. Distraían el ambiente, entre el dolor y la esperanza, los movimientos mentales de caballos, peones, alfiles, etc. en posición de juego estratégico. Yo, internamente discurría, sin razón, si eran las consecuencias del tiempo especial que enfrentábamos o era una forma de emplearlo para evitar caer en desajustes mentales. Fui detenido el 29 de junio de 1974, junto con mis padres, mis dos hermanos menores, Francisco y Berta y una tía que estaba por irse a la entonces Alemania Federal; la detención la realizó Osvaldo Romo, que comandaba a los agentes de la DINA. Ellos permanecieron cerca de 2 semanas, obteniendo la libertad al firmar papeles en donde constaban que no habían recibido ningún apremio físico ni psicológico, mientras permanecí ahí otros días hasta que me llevaron incomunicado al Campamento de Cuatro Alamos cerca de 2 meses, desaparecido de la familia. Posteriormente, quedé en libre plática en el Campo de Concentraciòn de Tres Alamos, contiguo al anterior, donde tenía visitas martes y jueves durante media hora. Trato de sintetizar porque sería largo adentrarme en este pequeño testimonio, ya que siempre tengo la idea de escribir un libro, como descarga emocional y sentimental como sobreviviente de la dictadura. Mi caso está en los archivos de la Vicaría de la Solidaridad del Arzobispado de Santiago, por lo cual aparezco con mi hermano en la nómina de Prisión Política y Tortura, a excepción de mi hermana Berta, ¿quién sabe por qué no esté? ¿Acaso estuvo de vacaciones esos dias invernales en Londres 38? Todos fuimos torturados física y mentalmente. Me causa malestar que no aparezca reconocida. Es interesante la reapertura para las demás personas, a fin de que puedan documentar sobre la represión ejercida sobre ellas. Buena iniciativa para hacer "justicia" ya que son ligeras limosnas, reparaciones simbólicas y austeras lo que nos dan. Posteriormente me llevan a Ritoque, Campo de Concentración en Quintero y me trasladan después a la Penitenciaría de la capital, donde estuve varios días en una galería de tránsito, obteniendo la libertad provisional del Fiscal del Ejército, René Reyes, firmando cada 15 dìas, aunque lo pude hacer unavez, pues me detuvieron nuevamente, porque estaba expulsado a México, con decreto del dictador. Estuve preso cerca de un año. Salimos 52 presos políticos rumbo al país azteca el 17 de mayo de 1975, a las 10 de la noche y se nos levantó la prohibición tras largos 12 años de exilio. Veníamos hombres y mujeres, muchos jóvenes, algunos con su padre o madre, incluso varios hermanos. Llegamos al Hotel Versalles, ubicado entre las calles Versalles y General Prim, cerca de Reforma. Al bajar del avión nos esperaban la esposa de Salvador Allende, Hortensia Bussi y el ex ministro de Economía, Pedro Vuskovic, quienes nos dieron la bienvenida a México, a nombre de la Casa de Chile que funcionaba en la Ciudad de Mèxico, que aglutinaba al exilio chileno. Fuente de Informacion: Diario El Rancahuaso 23 de Octubre 2006 |