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Vercelotti Muñoz Jorge Ángel – Memoria Viva

Vercelotti Muñoz Jorge Ángel

Museo de la Memoria
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arqueologiadelaausencia.cl
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villagrimaldi.cl Homenaje al MIR
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parquememoria.org.ar
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anef.cl   Homenaje
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Fecha Detención : 18-03-1976
Comuna Detención : Argentina

Fecha Asesinato : 18-03-1976
Comuna Asesinato : Argentina


Fecha Nacimiento : 22-05-1951 Edad : 25


Comuna Nacimiento : Antofagasta

Partido Político : Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
Oficio o Profesión : Funcionario Público

Estado Civil e Hijos : Soltero
Nacionalidad : chilena


Relatos de Los Hechos

Fuente :Comisión Valech 2011

Categoría : Antecedentes del Caso

Jorge Ángel Vercelotti Muñoz, 25 años, militante del MIR, falleció el 18 de marzo de1976 en la localidad de Ciudadela, en la zona oeste de Buenos Aires, Argentina. El afectado salió desde Arica a fines de octubre de 1973 rumbo a Perú y más tarde Cuba junto a otros integrantes del MIR. En diciembre de 1975, el afectado ingresó a Argentina junto a Claudio Melquíades Ocampos Alonso, ciudadano paraguayo incorporado a las filas del MIR. El 19 de marzo de 1976 dos cuerpos fueron encontrados en la localidad de Ciudadela. El reciente proceso judicial seguido ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal en Argentina, caratulado “Legajo de actuaciones relativas a la determinación del destino de personas desaparecidas durante el período 1976/1983”, determinó que los cuerpos pertenecían a Jorge Ángel Vercelotti Muñoz y a Claudio Melquíades Ocampos Alonso. Distintos antecedentes recabados por esta Comisión le permitieron formarse convicción respecto de que en la muerte de Jorge Ángel Vercelotti Muñoz hubo participación de agentes del Estado chileno en colaboración con agentes del Estado argentino.

En este caso, cabe señalar, la identificación fue realizada por el Equipo Argentino de Arqueología Forense, mediante la técnica de comparación de registro dactiloscópico, sin que se conozca la disposición final del cuerpo de la víctima. En resumen, se puede señalar que el número de víctimas calificadas como detenidos (as) desaparecidos (as), por la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (CNVR), Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR), y en la Comisión Presidencial Asesora para la Calificación de Ejecutados Políticos y Víctimas de Prisión Política y Tortura (CPACEPVPPT), se estableció en 1.100 personas, al restar aquellos nueve casos calificados erróneamente, antes detallados en la página 3. No obstante, como ha quedado demostrado en los ejemplos citados, se observa que existe un número importante de víctimas que los mencionados informes de verdad describen como muertas o fallecidas, por la participación de agentes del Estado, cuyos cuerpos no fueron entregados a sus familiares y, hasta el día de hoy, se desconocen antecedentes sobre su paradero.


Jorge Ángel Vercelotti Muñoz

Fuente :arqueologiadelaausencia.cl sin fecha

Categoría : Otra Información

Jorge Vercelotti, hijo de Cornelio Vercelotti  y Nilda Muñoz, nace en Antofagasta en 1951. Es el segundo de cinco hermanos. La mayor es Celia y luego vienen Jorge, Marianela, Graciela y Miguel Ángel. Jorge estudia un año Biología en la Universidad de Chile en Antofagasta e ingresa al MAPU (Movimiento de Acción Popular Unitaria), partido formado por la escisión de un sector rebelde de la Democracia Cristiana. Luego milita en el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria).

Vercelotti es menudo, de tez blanca y usa lentes de marco grueso como se estila en la época. Le dicen “Tevito” o “Tevo”. Desde kínder hasta sexto de humanidades, se educa en el  Colegio San Luis de Antofagasta. Para Celia, su hermana mayor, Jorge –con sus grandes y bellos ojos–, es su hermano más cercano. Él es tranquilo, y ella impulsiva y peleadora. Sus papás solo le dan permiso para salir cuando él también sale.

En la jefatura estudiantil de partidos, Jorge es igual de sereno y un poco tímido. Se pone nervioso cuando tiene que hablar frente a un grupo; no está acostumbrado. Sus compañeros piensan que es un obrero por su manera de vestir  y porque trabaja en el área sindical. Años después se enteran de que había sido universitario; él es humilde, no se cree de los mejores ni arma desórdenes.

En 1972, deja la universidad y su ciudad para trasladarse a Arica. Ahí trabaja en la Tesorería General de la República. Luego integra un pequeño grupo de militantes locales enviados a Cuba meses antes del golpe militar. Regresa a mediados de julio de 1973 y pasa a ver a su familia a Antofagasta. Esa fue la última vez que lo vieron.

Poco antes de morir Jorge le envía una carta a su mamá donde le dice que no halla la hora de volver y cumplir todo lo que sus padres desearon de él, que no los iba a defraudar; terminaría su carrera profesional. Después llega una carta del MIR en que le informan a la familia de su muerte y les pide que vayan a buscar su cuerpo a Buenos Aires.  También llega una nueva carta de Jorge. En ella da cuenta de su profunda convicción como militante y revolucionario, decidido a morir si fuese necesario.

Su padre recibe ambas cartas, las cuales son ocultadas por un año para ser reveladas en 1977. Él le pide a su familia que no se hable más de Jorge y que nadie de la familia vaya en busca de sus restos. Celia presume que esta reacción del padre fue una decisión que tomaron con Jorge la última vez que los visita, ella cree que fue para protegerlos.

Celia comienza una campaña para saber de su hermano el año 2001 y obtiene respuesta recién el 2005, recibiendo un llamado del director del Instituto de Medicina Forense de Argentina quien le informa que creen tener el cuerpo de su hermano y que iniciarán una investigación. El año 2005 se le entrega a Celia en el Ministerio del Interior en Chile, una carpeta con todo el informe sobre su hermano Jorge, en el que se describen sus últimos momentos de vida.

Jorge es el primer caso certificado del Plan Cóndor, plan de operaciones encubiertas coordinadas entre las cúpulas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur. Además es el único cuya muerte se encuentra registrada.

Su hermana y su madre dejaron una placa para su recuerdo en el cementerio de Morón, a las afueras de la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

-Testimonio Cecia Vercelotti

No era muy bueno para salir

Cuando Jorge entró a la universidad, hubo un conflicto familiar y se le empezó a caer el pelo, de puro nervioso. Para la fiesta mechona de la universidad le pintaron el pelo en vez de cortárselo. Entramos a la misma universidad, a la Chile del Norte, que estaba lejos y de ahí él tenía su grupo, yo estudiaba Educación Parvularia con puras mujeres. Ahí comenzamos a tener estos indicios políticos. Jorge se empezó a juntar con unos cabros que eran dirigentes, entonces él de ser de tendencia democratacristiana fue pasando a la izquierda cristiana, al MAPU, y de repente se metió al MIR. Yo conocí a sus amigos, Óscar Leiva, que lo fusilaron a la entrada de su casa, y él comenzó a ser el gran amigo de Jorge, además de otras personas que ahora sé que fueron sus amigos y que lo iniciaron en esto.
Jorge era bien buenmozo, era flaco de pelo negro, tremendos ojos, es la herencia por el lado italiano. Jorge tuvo amores secretos y todos se murieron, una se suicidó, Teresa González.
Todas las pololas eran de la época del Colegio San Luis. Él tuvo como tres pololeos muy secretos, de bajo perfil y no los mostró nunca. No era muy bueno para salir, a veces me acompañaba y se iba con sus amigos que no me acuerdo mucho quiénes eran y después volvíamos juntos.

Relatado por Celia Vercelotti, hermana de Jorge Vercelotti


El duelo de la desaparición

Fuente :arqueologiadelaausencia.cl sin fecha

Categoría : Otra Información

Esta es la historia de su vida personal, yo recuerdo muy poco, pero lo único que dije fue hablar de mi hermano desde que nació, y cuando salí de ahí dije que tengo que ser agradecida de la vida, “No entiendo por qué llevo a mi hermano en hojas cuando hubiera querido tocar algo”, y lloré, lloré, lloré. Caminé desde la Alameda al cerro Santa Lucía, dándome cuenta de que me he cuestionado muchas cosas. No sé si valió o no la pena la lucha porque en este instante te podría evaluar que yo percibo que los hijos de mis hijos van a vivir otra revolución, que van a luchar, y habrá otras víctimas, y otros que van a soñar y morir. Entonces, es un privilegio que mi hermano sea parte de la historia de la humanidad, será así de chiquitita, pero también fue como un Mío Cid, un soldado.

El 2006 yo fui a Europa a conocer a la familia Vercelotti y les conté la historia de Jorge, fui al Louvre y decidí ir a la Mesopotamia, donde vi las luchas, siempre asociándolas con Jorge, como una manera de revalorar, de buscarle un sentido. Después fuimos al cementerio a ver el tremendo monumento de los detenidos desaparecidos y cuando veo, encontré una paz tan grande, que nos llevaban años luz en el proceso y pensé “Qué atrás que estamos”. Nadie nos entiende y estamos otra vez solos, porque se supone que esto ya pasó y está procesado. Sin ser una familia de pobreza extrema, conocí a amigos de Jorge que están en la lucha, conocí a sus familias y entiendo que admiraran a Jorge.

No me lo imagino torturado, en las fotografías es horrible. Yo lo reconocí por su cuerpo porque hay un sobrino que es igual. Sin que me dieran nombre, vi a mi hermano que siendo tan pudoroso, pausado, tranquilo, opuesto a mí… Si alguien tiene que haber sido revolucionario esa debiera haber sido yo, Jorge era más bien retraído. Yo tengo que estar contenida, pero estoy consciente de que soy gritona, ansiosa, me enojo con facilidad, me doy cuenta que cambió mucho mi personalidad, yo dejé de trabajar, cerré mi jardín infantil, porque no pude, no puedo cantar, no. Ahora tejo, hago cualquier cosa, me dediqué a cuidar a mi mamá, de repente me da rabia mi mamá, es el proceso en que se está poniendo viejita y tengo una culpa espantosa. Estoy haciendo todos los trámites porque mi mamá está recibiendo la pensión de Jorge en Argentina que se demoran tanto y no lo podemos apurar. Me pregunto si Jorge vino obligado para acá. Los mandaron a la muerte, porque entraron seis y murieron todos, en grupos de a dos.

Relatado por Celia Vercelotti, hermana de Jorge Vercelotti.


No vimos más a Jorge hasta el año 73

Fuente :arqueologiadelaausencia.cl sin fecha

Categoría : Otra Información

No recuerdo bien cuando Jorge decidió irse. Se va a los 20, salió del liceo a los 18. Se va a Arica, él estaba trabajando en un banco, mi mamá vio parte de esa historia, y de ahí no vimos más a Jorge hasta el año 73 en marzo, un día que se subió por el techo de la casa y se metió de repente, fue sorpresa y después estuvo todo un día conversando con mi papá, lo que nadie sabe es qué conversaron. Y los que conocen el entorno más político de Jorge, dicen que él venía a contarle a mi papá lo que iba a hacer. Dedujimos que él le dijo que se olvidara de él, que él había decidido hacer su vida política de esa manera. No involucraron a nadie en esta historia. Cuando Jorge va a hablar con mi papá, es la última vez que lo vemos, como en mayo del 73, parece que fue después del tancazo, quizás junio, o posterior a eso, porque yo recuerdo después que en diciembre de ese mismo año iba a pasar la pascua con nosotros el Óscar Leiva, su amigo mirista que muere en Antofagasta. Un día me pidió que le guardara unas bolsas debajo de mi cama, que eran armas y ahí estuvieron hasta que se las llevó unas semanas después.

Relatado por Celia Vercelotti, hermana de Jorge Vercelotti.

Estudiaban a Trotsky, a Lenin, la guerrilla y la lucha armada

 

Jorge empieza a militar en el MAPU de Antofagasta que era como una rama de la Democracia Cristiana, católica pero revolucionaria. A él lo echan del MAPU por radical y se pasa al MIR.

Al principio tenía reuniones en poblaciones muy arriba, pero a Jorge no le gustaba que yo fuera, me decía que no tenía nada que hacer ahí. A mí me encantaba estar con los niños de la población. En las reuniones organizaban estrategias para las marchas, para juntar plata y hacer actividades y después había unos grupitos que hablaban cosas más cerradas. Me acuerdo que hacían entrenamientos con linchacos, eran tan simples, pero se creían el Che Guevara en el barrio. Siempre me corrían por chica, eran medio machistas. Estudiaban al Trosko, a Lenin, la guerrilla, la lucha armada, y yo me burlaba de ellos. Me acuerdo de la última marcha de Allende, en Antofagasta, que fue después del tancazo y cantábamos “No nos moverán”. Yo después del Golpe lloraba acordándome de la marcha esa.

De ahí lo mandaron a Arica, porque él se estaba preparando para sacar al Trosko, estaba en una misión. Él fue varias veces a Cuba, pero yo sé porque él contó que estuvo y llegó con regalos, fue meses antes del Golpe. Dicen que fue cientos de veces a Cuba, entre el 72 y el 73, después del Golpe yo sé que él estuvo con los fundamentalistas de Europa, con los de la ETA en España, con unos en Francia, con otros de Alcaeda, Sirios… Me dijeron que a mi hermano políticamente hay que sacarle el sombrero, no fue cualquier cosa. Hay muchos que después del Golpe se quedaron aquí. Un Juan Carlos me escribió contándome la historia de Jorge, que fue de perfil bajo, callado, pero tenía sus misiones. Emérico García es el que entrenó en Cuba a Jorge. Hablé con él y me contó que había escrito la vida de él. Me nombró un montón de chapas de mi hermano, me habló de su trabajo intelectual, que era tranquilo, que no tuvo polola y que se dedicó netamente a la revolución, se enfocó en eso y tenía muy claro lo que tenía que hacer. Fue una de las personas que me dijeron que no tenía por qué tener pena por él porque estaba preparado para la tortura y para todo lo que le pasó. Y yo le dije que a pesar de que estaba preparado igual se siente, duele.

En Santiago ya no hallaba de qué disfrazarse, como cuando lo vieron con Miguel, cuando vinieron a la orquesta sinfónica, se publicitó que actuaba la orquesta sinfónica de niños de Antofagasta y él fue vestido de Franciscano.

En el año 75 no teníamos idea de Jorge. Jorge ya había avisado que ni se nos ocurriera buscarlo. Y Óscar, que era el vocero, nos decía que estaba bien, fuera del país y que ni se nos ocurriera mencionarlo, porque lo podíamos perjudicar. No teníamos ningún contacto, ninguna red porque en la casa nadie era político. Los que iniciaron en el MIR a mi hermano, como Manuel, tuvieron que salir volando, figúrate que a la esposa la detuvieron porque se le fue en un cuaderno una foto de Manuel, de casualidad en un bus. Ellos sobrevivieron, no se fueron, se quedaron acá. Y los cuatro amigos se fueron suicidando, quedaron todos mal de la cabeza. Manuel murió de cáncer hace como tres años atrás. Ella está viva.

Yo pienso que el Colegio San Luis influyó en la decisión política de mi hermano. Su primera etapa de vida escolar a la universitaria, tuvo un despertar social, porque después no quiso saber más de curas ni nada de eso, después de estar 12 años ahí. Uno reflexiona ahora y es rico saber que alguien fue tan valiente y consecuente en llegar al final, uno se considera cobarde al lado de él en la vida, tan temerosa de atreverse a hacer cosas. Pienso en la historia de la humanidad, reflexioné tanto, sobre las guerras y todos sus héroes. Me da pena que estén naciendo futuros guerrilleros que van a morir por una causa, quizás esta que se está iniciando ahora.

Relatado por Celia Vercelotti, hermana de Jorge Vercelotti