Riveros Ravelo Gabriel Octavio

El 16 de enero de 1978 falleció Gabriel Octavio RIVEROS RAVELO, ingeniero y militante del MIR, en calle Pablo Goyeneche Iver N° 010 en Santiago.

Ese día fue sorprendido por agentes de la CNI que irrumpieron violentamente en su domicilio disparando.  Los agentes también lanzaron bombas lacrimógenas al interior de la casa para que se entregara. Sin embargo, la víctima falleció de un disparo en la cabeza, que en el protocolo de autopsia se señala como de tipo suicida.

La Comisión ha llegado a la convicción de que Gabriel RIVEROS es una víctima de la violencia política.

El próximo sábado 11 de diciembre, en el cementerio de San Fernando, será sepultado Gabriel Riveros Ravelo en el contexto del aniversario de la declaración universal de los Derechos Humanos. Su muerte, perpetrada por agentes del Estado en la región Metropolitana el 16 de enero de 1978, presentada falsamente como un enfrentamiento, marcó el inicio de un ciclo de búsqueda de justicia por parte de su familia y que próximamente cumple un hito relevante.

Su hermana Olimpia, actual concejala de Concepción, explicó que gracias al trabajo de la Vicaría de la Solidaridad, el cuerpo de Gabriel Riveros Ravelo pudo ser recuperado y sepultado en el cementerio de San Fernando el 21 de enero de 1978. No obstante, entonces el Servicio Médico Legal emitió un certificado de autopsia sin pericia balística en el cual informó de «una bala de tipo suicida como causa de muerte».

Olimpia Riveros Ravelo recuerda:

«Los vecinos de San Fernando vieron llegar un cortejo custodiado por uniformados. Sentían miedo, algunos no se atrevían a acercarse […] Pasaron los años, salió una ley de amnistía que impidió toda investigación. Pasaron los años, duros años de represión para el pueblo chileno. Gabriel era, es uno más de los miles que cayeron en la noche negra de la dictadura. Intentos de averiguar algo, de identificar al comando que llegó a ese departamento de La Cisterna disparando para crear la falsa impresión de enfrentamiento. No había armas en ese lugar, ¿quién gatilló el arma asesina? aún no lo sabemos. Hace algunos años una jueza honorable inicia la investigación y se da cuenta que entre octubre del 77 a enero del 78 varios falsos enfrentamientos se habían llevado a cabo, con las mismas características contra miembros del MIR. Y nos plantea exhumar los restos de Gabriel, buscando, tan tardíamente, alguna huella, indicio, pista sobre la real causa de su muerte.»

El proceso de investigación en torno al cuerpo de Gabriel Riveros Ravelo ha concluido y se está a la espera de un informe respecto a sus conclusiones, por ello es que será vuelto a sepultar junto a su madre y padre.

Olimpia lo recuerda del siguiente modo:

«El 24 de diciembre de 1949 nació Gabriel Octavio Riveros Ravelo, hijo de Zoila, y de Raúl. El menor de cuatro hijos de una familia obrera ligada a la antigua fábrica tabacalera en San Fernando.

En un nuevo diciembre, Gabriel, vuelve a su tierra a dormir para siempre junto a sus padres. Fue en San Fernando donde correteó tras una pelota de fútbol, donde se hizo de amigo de los niños internos de la escuela hogar de la calle negrete, donde vivió como tantos otros niños y niñas sanfernandinos los cálidos veranos, los fríos de miedo, donde tuvo sus primeros amores y sus primeros desengaños. Hábil para dibujar, ajedrecista, hacía los mejores volantines y el trompo bailaba largo rato en sus manos.

Se empapó de las historias que nuestros padres nos contaban, de sus infancias de miseria y abandono. Quiso cambiar el mundo, traer justicia, sintió como hombre bueno deseos de un Chile mejor.

Buscando mejores horizontes decide continuar sus estudios en Concepción, y termina allí su enseñanza media y luego estudia en la Universidad Técnica del Estado de Concepción. Eran tiempos donde reinaba la esperanza. El pueblo había abierto el camino para que un gobierno popular iniciara las grandes transformaciones necesarias para terminar con las desigualdades. Abrasó la causa del MIR, como joven de su época. De bajo perfil asumió tareas silenciosas que supo mantener resguardando la seguridad y que sólo compartía con otro hermano, "scar […]

Oscar sufrió la cárcel y la tortura, el exilio y la muerte en el exilio. Y vivió todo este duro proceso desde lejos, lo cual es doblemente doloroso.

Les cuento todo esto porque es necesario que los jóvenes de hoy día sepan que muchas vidas de gente noble se troncharon en dictadura. Mi hermano es uno de tantos. Pero no debe ser olvidado.

Gabriel, sanfernandino, estudiante en Concepción, cae en Santiago. Pero aquí está hoy, en un momento en que la patria vuelve a tener esperanzas, en un momento en que Chile sabe, aprendió tristemente la noticia de lo que significa la falta de libertad, la persecución de las ideas, el odio.

Los que luchamos, como lo hizo Gabriel, nuestro Gabo, fue por amor a una patria libre, porque los trabajadores no fueran explotados, porque todos tuvieran las mismas oportunidades.

La sangre derramada no ha sido en vano. La semilla de libertad está brotando nuevamente con fuerza en las nuevas generaciones.»