Fecha Detención : 17-10-1973
Comuna Detención : Copiapó
Fecha Asesinato : 17-10-1973
Comuna Asesinato : Copiapó
Partido Político : Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
Oficio o Profesión : Comerciante
Estado Civil e Hijos : 1 Hijo
Nacionalidad : chilena
Relatos de Los Hechos
Categoría : Antecedentes del Caso
Adolfo Mario PALLERAS NORAMBUENA, 26 años. Comerciante. Presidente de la Junta de Vecinos del Campamento de Pobladores Arnoldo Ríos. Dirigente Regional del Movimiento de Pobladores Revolucionarios, MPR. Militante y Vocero del MIR en Copiapó. Fue llamado por bando militar y detenido en la clandestinidad, llevado al Regimiento donde fue torturado y luego trasladado a la cárcel local. Desde allí fue secuestrado y masacrado por la Caravana de la Muerte en la madrugada del 17 de octubre de 1973. Su cuerpo mutilado con corvos y cuchillos fue hallado en una fosa común clandestina el 27 de julio de 1990.
Serie documental #50AñosConMemoria: Caso Caravana de la Muerte, entrevista a Angélica Palleras
Fuente :eldesconcierto.cl 6/9/2023
Categoría : Prensa
El Desconcierto presenta la serie de entrevistas documentales, #50AñosConMemoria. En este quinto capítulo la historia de Angélica Palleras Norambuena, quien habla sobre su hermano, Adolfo Palleras militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), asesinado por la Caravana de la Muerte en la madrugada del 17 de octubre de 1973.
Angélica Palleras Norambuena, para el momento del golpe, era una estudiante de 19 años que formaba parte de la defensa del gobierno de la Unidad Popular en Copiapó. Desde allí, tuvo que escapar por la persecución política y mientras se encontraba en la clandestinidad, Adolfo, su hermano, fue detenido. Ella recuerda que soñó que él venía a despedirse.
Caravana de la Muerte
La Caravana de la Muerte fue una operación militar que recorrió Chile por aire y tierra ejecutando más de 90 personas. Operó bajo las órdenes de Augusto Pinochet, torturando y fusilando a diversos grupos de trabajadores mineros, agrícolas, profesores, funcionarios públicos, estudiantes y dirigentes, algunos de ellos incluso sin afiliación política. En la actualidad, muchas de las víctimas de la «caravana» aún se encuentran desaparecidos.
Sus acciones dieron cuenta de una masacre organizada a nivel nacional, elaborada para sembrar el terror en el país, especialmente de quienes se oponían a la dictadura, siendo objeto de múltiples investigaciones y juicios desde la recuperación de la democracia.
Búsqueda de Angélica
La muerte de su hermano Adolfo, y la de otros 15 compañeros que se encontraban detenidos en el mismo regimiento, fue enmascarada bajo el pretexto de “intento de fuga”, pero nadie lo creyó.
Angélica dedicó su vida a la lucha por los derechos humanos y a la búsqueda de los detenidos desaparecidos de la dictadura tanto en Copiapó como en Pisagüa. En 1985 ella interpuso una querella contra los asesinos de su hermano en una causa que es considerada la primera en la que la Corte Suprema votó en contra de cerrar la investigación.
Sin rendirse, junto a un grupo de personas, entre ellas el juez del caso, logró encontrar fosas comunes ilegales en Pisagüa y en Copiapó, las que fueron abiertas finalmente. Este hito marcó otro precedente para la judicialización de algunos de los casos más emblemáticos de las violaciones a los derechos humanos en Chile.
En 1990, finalmente halló los restos de su hermano Adolfo y pudo despedirse de él en paz.
“Se siente alegría de poder hallarlos, de salir de la desaparición. Es un reencuentro, es algo muy bonito encontrarse con ellos. Yo vi a todos mis amigos, los saludé, los acaricié, conversé. A mi hermano lo besé. Cuando estaba vivo, lo último que hice con mi hermano fue saludarlo y darle un beso y cuando encontré su calavera también”, confiesa Angélica Palleras en #50AñosConMemoria.Según dice, hasta el día de hoy siente que «no hemos avanzado nada como país, sino que más bien hemos retrocedido». Sin embargo, confía en las nuevas generaciones.
#50AñosConMemoria: Caso Caravana de la Muerte / #5 Testimonio Angélica Palleras disponible youtube.com
Familiares, compañeros y amigos armaron el “Árbol de la Vida y la Justicia” en Plaza Condell de Iquique
Fuente :édicioncero.cl 17/12/2021
Categoría : Prensa
«Estamos aquí como hace tantos años, haciendo MEMORIA, para recordar a nuestros familiares. (…) Con mucho amor y cariño los recordamos porque viven en la memoria (…) Aún esperamos con los brazos abiertos a nuestro queridos detenidos desaparecidos»
Una ceremonia breve, emotiva y cargada de simbolismo, se realizó en la Plaza Condell, para recordar a todos aquellos que murieron o fueron hechos desaparecer en Iquique y Pisagua, durante la dictadura. A casi media década del golpe de estado, familiares, compañeros y amigos, no claudican en la lucha de verdad y justicia, porque “nadie ni nada está olvidado”.
La ceremonia, el “Árbol de la Vida y la Justicia”, fue convocada por la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos y Desaparecidos de Iquique y Pisagua, AFEPI, que preside Héctor Marín. Además integran la directiva, Lizabeth Millar y Engracias Palominos.
En la ocasión, se instaló un arbolito de Navidad y cada uno de los asistentes, lo fueron armando con imágenes de las víctimas del dictador Pinochet. No sólo de Iquique y Pisagua, sino que también se rememora a ejecutados y desaparecidos de otras ciudades, cuyas familias viven en Iquique.
Héctor Marín fue leyendo el nombre de las víctimas:
Ejecutados políticos encontrados en la fosa de Pisagua:
Marcelo Guzmán Fuentes
Luis Lizardi Lizardi
Juan Calderón Villalón
Humberto Lizardi Flores
Mario Morris Barrios
José Córdova Croxatto
Germán Palominos Lamas
Julio Cabezas Gacitúa
Nelson Márquez Agurto
Alberto Yáñez Carvajal
Manuel Sanhueza Mellado
Detenidos desaparecidos en Iquique
Jorge Marín Rossel
William Millar Sanhueza
Marcelino Lamas Largo
Rolando Silva López
Detenido y muerto a consecuencia de las torturas
Sacerdote Gerardo Poblete Fernández.
Detenido y enviado a Pisagua, muerto a consecuencia de las torturas
Isaías Higueras Zúñiga.
Detenido desaparecido en democracia
José Vergara Espinoza
Detenidos y desaparecidos en Pisagua
Rodolfo Fuenzalida Hernández
Michel Nash Sáez
Henry Torres Flores
Nolberto Cañas Cañas
Juan Jiménez Vidal
Freddy Taberna Gallegos
Juan Antonio Ruz Díaz
José Sampson Ocaranza
En el estadio nacional, Santiago
Los hermanos:
Ernesto Salamanca Morales
Gerardo Rubilar Morales
Desaparecidos entre Iquique y Arica
Pedro Mella Vergara
Desaparecido en Santiago
Víctor Zerega Ponce
Alfonso Chanfreau Oyarce
Iquiqueños asesinados en Antofagasta
Nesko Teodorovic Sertic
Elizabeth Cabrera Balarriz
Washington Muñoz Donoso
Iquiqueño asesinado en Tocopilla
Vicente Cepeda Soto
Caravana de la muerte
Adolfo Palleras Norambuena
José Saavedra González
Descubierto en Patio 29, Santiago
Eduardo Toro Vélez (sepultado en Iquique)
Caravana de la muerte: Condenados por «Episodio en Copiapó» ingresaron a Colina I
Fuente :Lanacion.cl 11/5/2017
Categoría : Prensa
De los seis condenados a penas de presidio efectivo, cuatro exoficiales en retiro del Ejército ingresaron al módulo especial de dicho centro penitenciario y dos ya se encontraban purgando penas en Punta Peuco.
La ministra en visita Patricia González Quiroz dictó el cúmplase y ordenó el ingreso a cumplimientos de los ocho miembros del Ejército en retiro condenados en la investigación por los secuestros y homicidios calificados del “Episodio Copiapó” del Caso Caravana de la Muerte.
Cuatro de ellos ingresaron al módulo especial del Centro de Cumplimiento Penitenciario de Colina I.
En tanto, dos condenados ya se encontraban cumpliendo penas en Punta Peuco y dos sentenciados fueron absueltos y serán notificados en los próximos días de la resolución.
En la causa fueron condenados a 15 años y un día de presidio a los exmiembros del Ejército Sergio Arredondo González y Pedro Espinoza Bravo, en calidad de autores de los delitos secuestros y homicidios calificados
El oficial en retiro Patricio Díaz Araneda fue sentenciado a la pena de 11 años de presidio, en calidad de autor de los delitos reiterados de homicidio calificado de las 13 víctimas. En tanto, los miembros del Ejército en retiro Ricardo Yáñez Mora, Waldo Ojeda Torrent y Marcelo Marambio Molina deberán purgar penas de 10 años y un día de presidio, por su responsabilidad en los mismos delitos.
Los exoficiales Edwin Herbstaedt Gálvez y Fernando Castillo Cruz fueron absueltos de los cargos de secuestro calificado.
LAS VÍCTIMAS
Alfonso Ambrosio Gamboa Farías, Atilio Ernesto Ugarte Gutiérrez, Fernando del Carmen Carvajal González, Agapito del Carmen Carvajal González, Winston Dwight Cabello Bravo, Manuel Roberto Cortázar Hernández, Raúl del Carmen Guardia Olivares, Raúl Leopoldo de Jesús Larravide López, Edwin Ricardo Mancilla Hess, Adolfo Mario Palleras Norambuena, Héctor Leonelo Vincenti Cartagena, Pedro Emilio Pérez Flores y Jaime Iván Sierra Castillo fueron asesinados en 16 de octubre de 1973 en el sector de Cuesta Cardone de Copiapó.
En tanto, desde el 17 de octubre de 1973 se desconoce el paradero de Benito Tapia Tapia, Maguindo Castillo Andrade y Ricardo García Posada.
Un camión chorreaba sangre (Caravana de la Muerte visita Copiapó: 16 fusilados)
Fuente :puntofinal.cl 19/8/2016
Categoría : Prensa
A la espera de la decisión de la Corte Suprema se encuentra el episodio Copiapó de la Caravana de la Muerte, que a su paso por esa ciudad asesinó a 16 personas. La Corte de Apelaciones de Santiago ratificó las condenas de primera instancia de la ministra en visita Patricia González que impuso penas de […]
A la espera de la decisión de la Corte Suprema se encuentra el episodio Copiapó de la Caravana de la Muerte, que a su paso por esa ciudad asesinó a 16 personas. La Corte de Apelaciones de Santiago ratificó las condenas de primera instancia de la ministra en visita Patricia González que impuso penas de 15 a 10 años de presidio. El fallo condenó a miembros del ejército provenientes de Santiago y a personal del regimiento de Copiapó que participó en esos crímenes.
Durante la investigación se determinó que el 16 de octubre de 1973, alrededor de las 19 horas, el general Sergio Arellano Stark llegó al regimiento Atacama de Copiapó en un helicóptero Puma, con un grupo de militares y un documento con atribuciones delegadas por Pinochet «para cumplir labores de coordinación de criterios institucionales de gobierno interior y de procedimientos judiciales, como también, para revisar y acelerar los procesos».
La Caravana de la Muerte, junto a miembros del regimiento, revisó fichas y antecedentes de los presos políticos recluidos y en la cárcel de Copiapó. Los militares «en horas de la noche, apartaron a cuatro personas que se encontraban detenidas en dicha unidad militar, las hicieron subir a un camión del éjército, y con ellas se dirigieron a la cárcel pública de Copiapó, lugar desde donde sustrajeron a otras nueve personas que se encontraban privadas de libertad en dicho recinto por orden de la autoridad jurisdiccional militar» sin que conste que «haya existido alguna causa o proceso en contra de ellos», estableció la sentencia.
AMARRADOS Y CON UNA BOLSA EN LA CABEZA
El proceso comprobó que el 17 de octubre de 1973 un capitán de ejército, Patricio Díaz Araneda, sacó a los nueve presos de la cárcel. En su confesión dijo que «comunicó al encargado que por orden de la Fiscalía Militar tenía que entregarle a esas personas».
Ese mismo día a las 9:15 horas, fue sacado Ricardo García Posada con destino a la Fiscalía Militar de Copiapó. A las 19:20 horas con el mismo destino, sacaron a Maguindo Castillo Andrade y Benito Tapia Tapia.
«El grupo de militares pertenecientes al regimiento de la ciudad, transportó a los trece detenidos hacia las afueras de la ciudad, a un sector llamado Cuesta Cardone; los obligaron a descender del camión y procedieron a disparar contra ellos», señala el dictamen. El capitán Díaz detalló que se «ataron las manos de los detenidos por la espalda y al momento de subirlos al camión se les había colocado una bolsa de saco de dormir en la cabeza».
El vehículo conducido por Díaz se dirigió hacia el sur por la carretera 5 Norte. A unos 20 kms., y «cuando el terreno se lo permitió, se salió de la carretera y se internó en la pampa hacia el poniente, unos 200 metros». Díaz puntualizó que el pelotón los acribilló en grupos de tres. «Por tres de los oficiales, en tanto uno aseguraba la permanencia del resto en el camión, y en el último grupo fueron cuatro los fusilados». Díaz precisó que él fusiló a dos de los detenidos con su arma en posición de ráfaga. El capitán Ricardo Yáñez Mora calculó que «el fusilamiento debe haber concluido a las 2:00 de la mañana».
«Cargaron los trece cuerpos en el camión, los cubrieron con una carpa y se dirigió al predio del regimiento donde permanecieron hasta las 21 horas del día 17 de octubre, cuando los trasladaron al cementerio de Copiapó», consignó Yáñez.
CAMION MILITAR CHORREANDO SANGRE
En el proceso se interrogó al comandante del regimiento de Copiapó, Oscar Ernesto Haag Blaschke, quien dijo que realizó una reunión con Arellano Stark el 16 de octubre. Arellano ordenó fusilar a trece personas que estaban en una lista, en la que hizo unas marcas. Le dijo que dichas personas deberían ser fusiladas de inmediato, y otras tres, a la brevedad.
Haag hizo un relato escalofriante sobre uno de los miembros de la Caravana de la Muerte. Después que el camión se llevó a los trece detenidos y por orden del teniente coronel Sergio Arredondo González, debió conducir su vehículo para ir en busca del camión. A pocos kilómetros de Copiapó lo encontraron cuando «venía de regreso con los fusilados en la carrocería, tapados con una carpa y chorreando sangre», confesó. «Se detuvieron, y Arredondo, para verificar si estaban muertos, se subió al camión, levantó la carpa que cubría los cuerpos, y los contó para constatar que eran trece».
Leonardo Meza Meza, administrador del cementerio municipal de Copiapó dijo que el 17 de octubre llegó «en horas de la mañana un grupo de tres militares en un jeep». Fue llevado al regimiento de Copiapó. Allí «un oficial le comunicó que llevarían trece cadáveres al cementerio, sin especificación de hora y que lo pasarían a buscar a su domicilio». Meza ordenó al personal del cementerio que buscaran trece urnas en desuso. En la madrugada «como a las tres o cuatro de la mañana llegó una patrulla militar a buscarlo. Subió al jeep militar y se percató de un camión que transitaba también, emprendieron rumbo al cementerio ingresando por la puerta posterior y una vez en el interior, les indicó el lugar para sepultar a las personas», expresó a la justicia.
Los militares no aceptaron enterrarlos en urnas. Agregó que «al tener los cadáveres en el suelo, le planteó al militar al mando de la patrulla, que él no podía sepultar los cuerpos sin una autorización del Registro Civil». En pleno toque de queda fueron a buscar a su domicilio al oficial del Servicio de Identificación y Registro Civil, Víctor Monroy. Este tomó las huellas dactilares a los cadáveres.
En cierto momento -continuó Meza- intentó ir a buscar los ataúdes que había preparado junto a un uniformado. Este «estaba choqueado, le había contado que un militar habría cortado con un corvo a uno de estos detenidos, quien le pedía que no lo matara, que tenía tres hijos».
«Fue terrible la identificación de los cadáveres, considerando que los conocía a todos, lo peor fue ver a Gamboa (Alfonso Ambrosio Gamboa Farías), a quien le faltaba casi toda la mandíbula», manifestó Monroy.
Dijo que en sus piernas, brazos y manos presentaban muchos balazos. Algunos «estaban degollados y con heridas cortantes, todos los cuerpos acribillados con múltiples balas. Por ejemplo a Jaime Sierra le faltaba un ojo y Vincenti (Héctor Leonelo Vincenti Cartagena), profesor en el colegio de su hijo, presentaba heridas con arma blanca», precisó.
Los restos de las trece víctimas fueron negados a sus familiares y sólo les entregaron certificados de defunción. Fueron encontrados y exhumados en julio de 1990, luego que Meza denunciara los hechos ante la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación.
SECUESTRO Y ASESINATO DE
OTROS TRES PRISIONEROS
La ministra González estableció que «en las últimas horas del día 17 de octubre de 1973, un grupo de militares perteneciente al Regimiento Atacama de la ciudad de Copiapó, se dirigieron hasta unos barracones existentes en esa unidad militar, lugar en que se mantenían, privados de libertad y en calidad de detenidos políticos, Benito Tapia Tapia, Maguindo Castillo Andrade y Ricardo García Posada». Fueron llevados «presuntamente, al mismo sector de la Cuesta Cardone, lugar desde el cual se pierden sus rastros», expresa la magistrada.
Iván Patricio Murúa Chevesich estuvo preso con ellos. Era médico del hospital de El Salvador, a 150 kilómetros de Copiapó y militaba en el Partido Comunista y fue detenido el 11 de septiembre. Murúa señaló que cuando era interrogado en el regimiento «llegó el general Arellano que pidió expedientes, y cree que no le pasaron el suyo por nervios de la persona que estaba a cargo, y vio que Arellano hacía círculos rojos con una lápiz de mina, y agrega que escuchó que dijo ‘estos señores deberán ser eliminados’ (…) En esa oportunidad, y después que se retiró Arellano, fueron devueltos a la cárcel y permaneció en una de las dos carpas que había en el patio, y en ella también se encontraban Ricardo García y Maguindo Castillo, a quienes los sacaron del lugar», declaró.
Respecto a Tapia, Castillo y García Posada, el administrador del cementerio municipal dijo que los cuerpos llegaron al Instituto Médico Legal de Copiapó, que se encontraba a un costado del cementerio, y fueron sepultados en el patio 16.
Arturo Araya Nieto era su ayudante. Sus funciones consistían en desvestir los cadáveres y prepararlos para la autopsia. Vio los despojos de García, Castillo y Tapia el 18 de octubre cuando llegó a cumplir con sus labores. Observó que en la mesa de autopsia había un cuerpo, y otros dos estaban en la sala contigua envueltos en sábanas blancas y al descubrir uno, vio que tenía terno azul y un impacto en el pecho.
Juan Aníbal Mendoza Gómez fue designado el 18 de septiembre de 1973 como director del Hospital de Copiapó y para labores médicas de confianza del jefe de plaza, el teniente coronel Oscar Haag. Mendoza dijo que le llegó una solicitud de autopsia para tres cadáveres. Allí estaba el oficial del Registro Civil, con quien entraron y constató que estaba el cadáver de Ricardo García Posada, de Maguindo Castillo Andrade y Benito Tapia Tapia. Tenían como tres o cuatro entradas de proyectil en el tórax. Emitió certificados de defunción colocando como causa de muerte: colapso cardio-vascular por herida a bala. Hasta ahora no se ha logrado encontrar sus restos, a pesar de varias excavaciones en el cementerio.
¿QUIENES ERAN LAS VICTIMAS?
Alfonso Ambrosio Gamboa Farías, 35 años, profesor de la Escuela Normal de Copiapó y director de Radio Atacama, militante del PS. Atilio Ernesto Ugarte Gutiérrez, técnico en construcciones metálicas y estudiante de ingeniería en minas de la Universidad Técnica del Estado (UTE) de Copiapó, militante del MIR. Fernando del Carmen Carvajal González, PS. Agapito del Carmen Carvajal González, 32 años, PS. Winston Dwight Cabello Bravo, 28 años, ingeniero comercial, jefe de la Oficina Regional de Planificación ODEPLAN, PS. Manuel Roberto Cortázar Hernández, 19 años, presidente del centro de alumnos del Liceo de Hombres José Antonio Carvajal, MIR. Raúl del Carmen Guardia Olivares, 23 años, funcionario público, PS. Raúl Leopoldo de Jesús Larravide López, 21 años, estudiante de ingeniería en minas y presidente de la Federación de Estudiantes de la UTE, Copiapó, MIR. Edwin Ricardo Mancilla Hess, 21 años, estudiante de pedagogía, presidente del centro de alumnos de la Escuela Normal de Copiapó, secretario regional del MIR. Adolfo Mario Palleras Norambuena, 26 años, comerciante, presidente de la junta de vecinos del Campamento de Pobladores Arnoldo Ríos de Copiapó, MIR. Héctor Leonelo Vincenti Cartagena, 33 años, profesor de física en la UTE de Copiapó, secretario regional del PS. Pedro Emilio Pérez Flores, 29 años, ingeniero en minas, profesor de la Escuela de Minas de la UTE de Copiapó, interventor de la planta minera Elisa de Bordo, dirigente del PS. Jaime Iván Sierra Castillo, 27 años, locutor de radio Atacama, PS. Benito Tapia Tapia, 32 años, empleado de la división Salvador de Codelco, dirigente nacional de la Federación de Trabajadores del Cobre, miembro del comité central de las Juventud Socialista. Maguindo Castillo Andrade, 40 años, empleado de Codelco El Salvador, PS. Ricardo Hugo García Posada, 43 años, ingeniero civil y economista, gerente general de la división El Salvador de Codelco, militante del Partido Comunista.
MILITARES CONDENADOS
La primera sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, integrada por las ministras Dobra Lusic, Jenny Book y Viviana Toro, condenó a Sergio Arredondo González y Pedro Espinoza Bravo a 15 años y un día como autores de trece homicidios calificados y tres secuestros. A los militares Patricio Díaz Araneda, a 11 años, Ricardo Yáñez Mora, Waldo Ojeda Torrent y Marcelo Marambio Molina, 10 años y un día. El fallo absolvió a los oficiales Edwin Herbstaedt Gálvez y Fernando Castillo Cruz.
PALLERAS NORAMBUENA ADOLFO MARIO
Fuente :interactivos.museodelamemoria.cl sin fecha
Categoría : Prensa
El 17 de octubre de 1973, en las primeras horas de la madrugada, fueron ejecutadas trece personas que se encontraban detenidas:
Winston Dwight CABELLO BRAVO […]
Agapito del Carmen CARVAJAL GONZALEZ […]
Fernando CARVAJAL GONZALEZ […]
Manuel Roberto CORTAZAR HERNANDEZ […]
Alfonso Ambrosio GAMBOA FARIAS […]
Raúl del Carmen GUARDIA OLIVARES […]
Raúl Leopoldo de Jesús LARRAVIDE LOPEZ […]
Edwin Ricardo MANCILLA HESS […]
Adolfo Mario PALLERAS NORAMBUENA, 27 años, comerciante, dirigente poblacional y militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Requerido por las autoridades a través de un Bando militar, decidió no presentarse. Fue detenido el 15 de octubre por efectivos de Carabineros, conducido al Regimiento de Copiapó y trasladado posteriormente al Presidio de esa ciudad.
Jaime Iván SIERRA CASTILLO […]
Atilio Ernesto UGARTE GUTIERREZ […]
Néctor Leonelo VICENTI CARTAGENA […]
Pedro Emilio PEREZ FLORES […]
Respecto de varias de las personas antes mencionadas, la Comisión ha podido acreditar que fueron sometidos a torturas y otros apremios ilegítimos.
A través de un comunicado oficial publicado en el diario Atacama del 18 de octubre de 1973, el Jefe de la Zona en Estado de Sitio informó de la muerte de las trece personas antes individualizadas, aduciendo que se había detectado un plan de fuga entre los prisioneros del Presidio de Copiapó. La Fiscalía Militar había procedido, en atención a la poca seguridad y a la sobrepoblación penal existente, a «remitir a un grupo de los procesados más peligrosos de la Justicia Militar a la Cárcel presidio de La Serena». El comunicado oficial continuaba relatando que habían sido trasladados en un camión del Regimiento, el cual había sufrido una avería eléctrica casi al llegar a la cumbre de la cuesta Cardones. «Aprovechando que el conductor y ayudante se encontraban preocupados de solucionar el desperfecto, sorpresivamente los detenidos aprovechándose del descuido de uno de los centinelas, saltaron a tierra dándose a la fuga hacia la pampa. Pese a que los centinelas les gritaron ¡alto!, varias veces e incluso dispararon al aire para amedrentarlos, no se detuvieron. En vista de esta situación, continúa el mismo informe, procedieron a disparar en contra de los fugitivos, hiriendo a trece de ellos que fallecieron en el lugar»
La fecha y hora de sus muertes ha sido corroborada por diferentes documentos, tales como certificados de defunción y registro del cementerio. Sus salidas del presidio se encuentran también debidamente acreditadas.
Luego que se les diera muerte, sus cuerpos permanecieron al interior de un camión en el Regimiento de Copiapó, para ser luego enterrados en el Cementerio local por personal militar, en una misma fosa, entre las últimas horas del día 17 y las primeras del 18. El lugar preciso de la inhumación no se dio a conocer ni siquiera a sus familiares. Sólo el 31 de julio de 1990, en virtud de una presentación judicial hecha por la Comisión, se exhumaron los restos de estas 13 personas y tras su identificación fueron entregados a los familiares para su sepultación definitiva.
Esta Comisión rechaza la versión oficial de que se haya debido dar muerte a las personas antes individualizadas para impedir su fuga, en consideración a las siguientes circunstancias:
– Las trece víctimas habrían sido seleccionadas para ser trasladadas a la Serena atendiendo su peligrosidad, según señala la misma versión oficial, lo que hace presumir que iban custodiadas por un fuerte contingente militar, en un operativo organizado previamente; todo lo cual lleva a pensar que, aún de haberse producido el desperfecto del vehículo la vigilancia resultaba suficiente para haber impedido su intento de fuga antes que empezaran a correr por la pampa;
– Resulta también inverosímil a esta Comisión, que una patrulla militar fuertemente armada; haya requerido dar muerte a trece prisioneros que huían por el desierto como único medio para recapturarlos. Reafirma este punto la consideración de las condiciones físicas en que se encontraban algunos de los detenidos, después de varios días de reclusión. La Comisión conoció además de varios testimonios circunstanciados y concordantes que dan cuenta de torturas a las cuales muchos de ellos fueron sometidos;
– Parece poco verosímil, que para sofocar un intento de fuga de trece prisioneros, haya sido necesario ejecutar en el acto a la totalidad de ellos;
– El hecho de que sus cuerpos sin vida no hayan podido ser vistos por sus familias lleva a pensar en algún afán de ocultamiento;
– El estado en que se encontraban los restos al ser exhumados, indica que estas personas fueron ejecutadas en circunstancias que se hallaban bajo el total control y a merced de los efectivos militares lo que resulta absolutamente inconsistente con la versión oficial. Los restos de varios de ellos se encontraron mutilados, sin impactos de bala y con evidentes signos de corte con arma blanca.
En atención a lo señalado, la Comisión se formó convicción que estas trece personas fueron ejecutadas por agentes del Estado al margen de toda justificación, lo que constituye una grave violación a sus derechos humanos.
La Comisión ha conocido diversos y calificados testimonios en cuanto a quien o quienes habrían participado en la planificación y ejecución de estos graves hechos, no habiéndose podido formar convicción ni siendo de su competencia el establecimiento de responsabilidades personales, respecto de las cuales, en consecuencia, no se pronuncia.
Carta Adolfo Palleras Norambuena
Fuente :epistolariodelamemoria.cl 11/09/2020
Categoría : Testimonio
Querido abuelo Adolfo: Primero que todo, quiero saludarlo y decirle que siempre pienso en usted. Toda la familia piensa en usted y lo tiene presente siempre, en especial ahora que estamos viviendo tiempos convulsionados. Asimismo, desde cada uno de los corazones de la familia le deseamos un buen descansar y a todas horas le mandamos cariño, porque sabemos que usted nos quiere y nos está viendo. En este momento, se dirige a usted su sobrina nieta Milena de diecinueve años, porque quiero comunicarle sobre la magnitud que tuvo su existencia en la revuelta popular vivida el año pasado. Al principio, fueron tiempos difíciles, duros y dolorosos; las personas que buscaban el triunfo del amor fueron azotadas por las dictaduras, dejando así a un pueblo muy malherido. Sin embargo, sus hermanas siguieron la lucha y no permitieron que todo el daño hecho a las familias fuera pasado por alto. Se combatió fuertemente el negacionismo, a pesar de todas las adversidades. Lo que permitió cultivar en las generaciones que vinimos después la memoria y la certeza de que todavía no hay justicia. Este proceso ha sido lento, puesto que las autoridades del Estado, de los poderes económicos y de los poderes políticos externos, han hecho que el pueblo se desgaste y resistiera en silencio. El sistema que nos impusieron se llevaron muchas más muertes mientras avanzaba esta supuesta democracia. Pero no en vano, fueron pasando los años y esta generación de jóvenes y estudiantes logramos alcanzar la fuerza suficiente para impulsar a nuestros hermanos, primos, tíos, padres que eran más grandes y se encontraban dando la pelea en soledad. Ahí fue que sucedió eso que añoraba, pero que lamentablemente veía tan lejano. De a poco se iban denunciado los errores letales del sistema, que nos atacaban a vista y paciencia de todos. Aunque más temprano que tarde, ocurrió algo tan natural e incontrolable como cuando las personas nos convencemos del mismo pensamiento en unanimidad y salimos a reivindicar nuestros derechos con la hermosa protesta social.
Por eso le quiero dar las gracias. Porque usted, junto con sus compañeros y compañeras son ejemplos de humanos nobles que estaban en vías de mejorar el mundo de una forma potente y muy especial. A través de sus hermanas, usted me enseñó lo que es la solidaridad, la comunidad, el respeto, la justicia, el compañerismo y todos los valores que permiten una sociedad sana. Me permitió identificar y cuestionar los males que nos aquejan, me permitió imaginar cómo debería ser en realidad nuestro país y el mundo, me permitió preguntarme porqué siendo tan fácil sacar adelante a la gente nos quieren seguir sumergiendo con carencias. Usted me hizo saber cuán castigado es querer ser un agente de cambio. También me mostró lo hermoso que es ser valiente y aun así arriesgarse a cambiar la forma en que vivimos. Así fue como a pesar de la sorpresa en que todo Chile salió a la calle, yo ya tenía mis ideales definidos y una visión clara de cómo estaba construida la sociedad, cuáles eran las hilachas de las figuras de poder y cómo se volvía a repetir la misma historia y el mismo impulso que desatan las revueltas. Tío, salimos a las calles y en cada cara que veía, observaba el mismo sentimiento frente a las injusticias que desde hace tanto tiempo cargábamos. En ese momento renació todo ideal anteriormente aplacado, se hizo una gran memoria sobre como volvían a ocurrir los hechos y la natural respuesta de un ser humano inserto en una comunidad. Por fin los demás pudieron ver la verdad y entendieron como el pasado direccionaba el presente. Usted y todas las víctimas del golpe de estado se acercaron a los corazones de todos nosotros. Nuestro país vio la consecuencia de lo ocurrido, lo que permitió nunca más tomar a la ligera nuestra historia familiar. Ahora a los niños les interesa enterarse de lo que sucedió, les interesa hacer evolucionar a nuestro país, les interesan los deberes cívicos como protestar, dar nuestra opinión, informarnos, votar. De a poco estamos extirpando todos los retrocesos que nos estancaron como sociedad. Hay una motivación incalculable en los jóvenes que difícilmente podrán extinguir. Ya sabemos cómo nos quiere atemorizar el Estado y los millonarios, hemos sufrido demasiado estos últimos nueve meses, pero no nos vamos a rendir. Actualmente, estamos atravesando una pandemia. Hemos tenido que dejar las calles, pero nuestra nueva trinchera es el apoyo mutuo, la organización popular, sostenernos a nosotros mismos como opción ante la precarización a la que nos someten. Estamos en tiempos donde las convicciones las fortalecemos desde las ollas comunes, las onces solidarias, las tomas territoriales, la auto gestión poblacional; todo ello nos va inculcando valores fortalecedores para nuestra clase. Espero que esté viendo como los estudiantes desataron esta gran resistencia, de norte a sur, en toda Latinoamérica, estamos pacientes hacia nuestra nueva oportunidad. Retomaremos el trabajo pausado, y tendremos gloria. Sólo me queda decirle que nunca dejo de inspirarme en usted, y es más, me ha entregado la razón de mi ser. Porque desde pequeña: la lucha que ayer fue suya, hoy también es mi lucha. En todo momento seguiré uniendo, organizando, ayudando a nuestros pares, en su honor y memoria, queriendo enorgullecerlo en cada ocasión. Lo amo demasiado con todo mi corazón, infinitas gracias. Milena González Mollo 19 años. Sobrina nieta de Adolfo Palleras