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Aqueveque Antileo Iván Marcelino – Memoria Viva

Aqueveque Antileo Iván Marcelino

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Foto Memoria Facebook.com
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Cementerio General Santiago
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Isla Cautín - rutadelamemoria.cl
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Rut : 9.879.421-2
Fecha Detención :
Comuna Detención :

Fecha Asesinato : 02-07-1986
Comuna Asesinato : Santiago


Fecha Nacimiento : 02-07-1986 Edad : 21


Comuna Nacimiento : Santiago

Partido Político :
Oficio o Profesión : Carpintero

Estado Civil e Hijos :
Nacionalidad : Chilena


Relatos de Los Hechos

Fuente :(Informe Rettig)

Categoría : Antecedentes del Caso

Los días 2 y 3 de julio de l986 , con ocasión del Paro Nacional, murieron ocho personas:

            –           Iván Marcelino AQUEVEQUE ANTILEO, de 21 años de edad, se desempeñaba como ayudante de carpintero.

                        En la madrugada del 2 de julio se encontraba en la vía pública cuando fue impactado por una bala que le atravesó el tórax, provocándole la muerte.  Diversos testimonios coinciden en que el afectado se encontraba en la calle con otros jóvenes cuando apareció una patrulla militar.  Los jóvenes huyeron y los militares dispararon sus armas de fuego.  Una de las balas lo impactó.

                        Esta Comisión, teniendo en cuenta los antecedentes recibidos sobre el caso y otros testimonios sobre el modo de actuar de efectivos militares en operativos de control del orden público durante días de manifestaciones políticas, tiene la convicción que Iván Aqueveque fue muerto por agentes del Estado, quienes haciendo uso excesivo de la fuerza, violaron sus derechos humanos. 

 

 


Testimonio de su mamá Matilde Antileo

Fuente :cerronavia.cl

Categoría : Otra Información

Yo recuerdo a mi hijo como un hijo muy bueno. No tenía ni un vicio. Tenía dos amigos y nada más. Él cuando creció, tenía como catorce, quince años, no quiso seguir estudiando para ayudarme, porque yo tenía cinco niños y no nos alcanzaba porque mi marido ganaba muy poco, así que el Iván empezó a decirme que no quería seguir estudiando, que quería ayudarme para que los hermanos estudiaran y fueran otros. Y él empezó a trabajar, trabajaba conmigo. A veces hasta cuidaba autos para darme plata. Y todos los meses, a fin de mes, me dejaba la plata debajo de la cabecera de la cama. Era un hijo muy bueno. Tenía veintiuno, vivíamos aquí en Cerro Navia. Esa era la casa de nosotros. Cuando nosotros llegamos ahí [a la población Sara Gajardo] mi hijo tenía como cinco años. Era superbueno, buen hermano, porque él se preocupaba mucho de cuidar a sus hermanos, de que estudiaran, se preocupaba de todo, todo, de que estuvieran limpios, de que cuando llegaba la tarde tenían que hacer las tareas, y después bañarse y acostarse. Se preocupaba de todo, él era como el papá. El papá trabajaba en la noche. Casi no lo veíamos porque dormía en el día. Y él [Iván] se hacía cargo de sus hermanos y se preocupaba del aseo, de todo, cuando estaba el día sábado y domingo, y a veces el día domingo se iba al teatro con su hermano menor, o si no iba al estadio. Pero nunca anduvo en nada, en ninguna cosa mala, y eso es lo que más me dolió, por cómo cayó mi hijo. Iván pasaba en la casa, salía a jugar con su hermano, lo llevaba al río, lo llevaba a la plaza. El día sábado a veces salía con su hermano. A veces se llevaba a todos sus hermanos para salir al parque. Me decía “mamá, yo nunca me voy a casar, yo la voy a cuidar cuando usted esté viejita. No importa si nosotros no tenemos cómo para darnos vuelta”; decía, “no tenemos para comprar un bastón, yo le voy a hacer un bastón de escoba”. Me gustaría que siempre lo recordaran como era porque él era muy atento con los vecinos, era muy querido, porque él donde veía a la gente, la ayudaba. Siempre andaba alegre. El caso judicial de Iván sigue abierto, pero la que sigue ahora es la Mónica [su hermana]. Mi hija está sacando la cara por su hermano. A su funeral fue mucha, mucha gente. Pero mucha. Cuadras y cuadras de gente cuando lo llevamos. Pero ahí, al llegar a la calle Catamarca con Carrascal, nos atajaron los carabineros y me llevaron. Llevaron la carroza para el otro lado y la gente se fue, pero igual llegó la gente en el cementerio, algunos hasta llegaron sin zapatos para poder correr.


Testimonio de su hermana Mónica Aqueveque Antileo

Fuente :cerronavia.cl

Categoría : Otra Información

El día que mataron al Iván estábamos durmiendo. Fue como a las dos de la mañana. Mi mamá pegó un grito… Dolió ese grito. Después, como a las cinco de la mañana pude salir de la casa, porque los primeros que salieron fueron los más grandes. Me fui recogiendo las vainas, vainillas que se les llaman a todas estas balas que tiraron y que fueron como ochenta. Todas esas se las entregué al padre Liam. Y llegué a ver al Iván a las seis de la mañana. Estaba en el suelo. Y yo que era chica, me dió miedo. Eso fue. Despertar con ese grito, escuchar el llanto todo el rato. Recuerdo que llegaron dos pacos y se tuvieron que ir altiro porque los vecinos los echaron, se supone que nos venían a cuidar, pero no los dejaron estar. Y después del velorio también recuerdo que aparecieron pacos, pero tampoco pudieron estar porque los mismos pobladores los echaron. En ese tiempo vivíamos en la población Sara Gajardo. Había mucha represión. Durante el velorio hubo que poner banderas blancas, pero en un momento igual llegaron a reprimir. Después, cuando salimos de la casa, fuimos escoltados por pacos también, y por milicos. Llegamos al cementerio y ahí, en vez de encontrarme con tinieblas o con las brujas y telas de araña que una se imagina cuando chica, me encontré con puros milicos, en cada lápida había milicos con metralletas esperando a que pasáramos. Con los años fui entendiendo que en el entierro de mi hermano habían tantos milicos, porque ese día enterraron a Rodrigo Rojas, que fue asesinado, junto con la Carmen Gloria que fue quemada. Rodrigo murió dos días después de que lo quemaran y a mi hermano no lo entregaron el mismo día que lo mataron, entonces nos encontramos en el cementerio. Y había milicos por todos lados. Después de la muerte del Iván fue la Iglesia Católica y la Vicaría de la Solidaridad las que nos refugió, las que se hicieron cargo del caso y donde efectivamente hubo protección, y los padres Liam y Mariano no nos enseñaban de ese Cristo que el día de mañana te va a venir a maltratar porque fumaste o porque tomaste. No. El Cristo del que nos enseñaban es un revolucionario, que viene a establecer la igualdad para todo el mundo, cosa que lamentablemente no es, no existe. Y en la iglesia se hacían diferentes talleres que tenían el fin de convertirse en oficios, para que los pobladores pudieran tener herramientas como para subsistir. Hoy en día el caso judicial de Iván sigue abierto. Seguimos en procesos judiciales, aunque sabemos que no vamos a tener justicia, porque no hay pruebas suficientes según los juzgados, según los jueces, para poder culpar al Estado del asesinato. Pero no hemos dejado que eso quede en los cajones. Sabemos que no va a haber justicia, sabemos, pero no nos vamos a quedar tranquilos, vamos a seguir insistiendo. El Iván me gustaría que fuera recordado como alguien alegre. Él siempre fue alegre.

Le gustaba mucho cantar, entonces creo que por lo mismo yo también canto. Quiero que se lo recuerde como un joven poblador, alegre y feliz de esta vida, de poder vivirla. Por eso, el hecho de que se la hayan arrebatado es una lucha que no vamos a dejar que pare. Él debió haber seguido estando acá, como ese pilar fundamental del que hablábamos, entonces el Iván sigue haciendo falta. Le cortaron sus alas muy pequeñito y queremos recordarlo como ese joven poblador, como cualquier joven poblador que hay en Cerro Navia: alegre y feliz, porque así era. Yo era su regalona. Siempre estaba al lado de él, siempre lo buscaba. Él era muy cariñoso. Siempre recuerdo su cariño y su alegría. Sus ganas de vivir. Por eso, nosotros seguimos peleando no solo por el Iván, sino que nos hacemos cada vez más fuertes cuando encontramos a uno de los compañeros, nos reencontramos con las otras familias, y mantendremos sus nombres en alto hasta el final de los días.