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Vega Riquelme Víctor Humberto – Memoria Viva

Vega Riquelme Víctor Humberto

Fecha Detención : 03-01-1976
Lugar Detención : Santiago


Edad : 24

Actividad Política : Juventudes Comunistas (JJCC)
Actividad :

Estado Civil e Hijos : Soltero
Nacionalidad : chileno


Relatos de Los Hechos

Categoría : Antecedentes del Caso

Rut       : 5.819.084-5

F.Nacim. : 02-03-51, 24 años de edad a la fecha de su detención

Domicilio : Calle Huasco 2041, Santiago

E.Civil  : Soltero

Actividad : Sin información

C.Repres. : Militante de las Juventudes Comunistas

F.Detenc. : 3 de enero de 1976

                                                                   

SITUACION REPRESIVA

            Víctor Humberto Vega Riquelme, soltero, 24 años de edad, militante comunista, fue detenido por agentes del denominado Comando Conjunto Antisubversivo el día 3 de enero de 1976 en la vía pública, ignorándose su suerte o paradero desde entonces.

            Con posterioridad al Golpe Militar, el afectado salió del país, por la vía del asilo, con destino a la República Democrática Alemana, país donde residió hasta abril de 1975, fecha en que volvió clandestinamente al país.

            Hasta diciembre del año 1975 vivió en casa de un familiar, a quien por esos días, le manifestó su preocupación porque compañeros de partido estaban teniendo problemas de seguridad y por esas razones se cambió al domicilio de un tío materno, quien en declaración jurada prestada ante Notario público señala: "el 3 de enero de 1976 cerca de las 17:30 horas, Víctor recibió una llamada telefónica, yo estaba presente, sus contestaciones se limitaban a decir "sí", "no", etc. , luego de cortar recogió un libro y me dijo en forma tranquila que lo tenían en la mira y que debía trasladarse. Se marchó con lo que tenía puesto, un pantalón de cotelé plomo, una chaleca verde que se amarró a la cintura, camisa manga corta con rayas, de un color claro, me dio un abrazo y se fue caminando por calle Independencia. Luego de esto no volví a verlo nunca más ni a saber de él…"

            A través de informaciones que se han ido recopilando a través del tiempo, se ha logrado establecer que Víctor Vega fue detenido precisamente ese día 3 de enero en Avenida Libertador Bernardo O'Higgins con General Velásquez junto a otros dos militantes comunistas, Jaime Estay Reyno e Isabel Stange, quienes fueron posteriormente dejados en libertad.

            Por su parte, don Héctor Rodrigo Jorquera Chellew, ingeniero civil, relata en declaración jurada prestada ante Notario Público haber conocido a Víctor Vega a fines de noviembre de 1975, con quien trabó una relación de amistad. Señala que aproximadamente el 1 ó 2 de enero de 1976, lo llamó por teléfono concertando una cita en la vía pública para ese mismo día alrededor de las 18:00 horas. En ella, Víctor Vega le comunicó que había sido detenido un militante de las Juventudes Comunistas conocido como "El Fanta", al cual el declarante no conocía -y que después colabora con los servicios de seguridad del gobierno- por lo que la situación se estaba poniendo muy peligrosa, agregando que temía por su seguridad personal. La identidad del " Fanta" era Miguel Estay Reyno, hermano de Jaime Estay, detenido junto a Vega.

            Héctor Jorquera agrega en su testimonio que en la madrugada del día 4 de enero de 1976, alrededor de las 06:00 horas de la mañana, su casa fue asaltada por un grupo de doce hombres fuertemente armados, que ingresaron violentamente por los cuatro costados y que conducían en calidad de detenido a Víctor Vega, esposado y en mal estado físico. Cabe hacer presente que el testigo reconoció posteriormente, por fotos aparecidas en la prensa, como jefe del grupo secuestrador y a quien los demás llamaban "papi", al agente de seguridad Roberto Fuentes Morrison, alias "El Wally". Continúa el testimonio notarial de Héctor Jorquera, en los siguientes términos: …"Una vez esposado fui introducido en un furgón Citroen modelo AK-6, color beige con listones laterales de madera barnizada, en el cual se encontraba Víctor Vega tendido boca abajo, esposado y con los ojos vendados, situación en la cual también viajé. Luego de un viaje más o menos corto llegamos a un lugar céntrico, pero de muy poco movimiento -como si se tratara de una calle sin salida- en la cual fui cambiado de vehículo y no vi más a Víctor Vega. Por sobre la venda logré ver la parte superior de un edificio gris claro estucado con marmolina, con balcones de baranda con balaustradas (como las que coronan La Moneda, sin ser ese edificio); de mis recorridos posteriores me parece haber reconocido esa calle sin salida que existía en Vicuña Mackenna llamada General Bueras, la cual ha sido totalmente transformada estos últimos años.."

            Continúa relatando el testigo que desde ese último lugar fue conducido a otro recinto, después de un viaje más o menos largo, que duró aproximadamente 30 minutos, que él ubica en la Panamericana Norte, cerca de Lampa, donde atravesaron un portón y luego de un camino de tierra entraron a una construcción de madera parecida a galpones, donde fue ingresado a una sala alta recubierta de madera machiembrada, lugar en que se le sometió a fuertes torturas e interrogatorios, entre medio de acusaciones de "traición a la patria". El declarante indica que durante el período que permaneció en ese lugar secreto de reclusión y torturas, pudo percibir que se trataba de una construcción de un piso, con una planta en forma de C conformada por tres galerías que dejaban un patio interior; en esas galerías se distribuían 25 celdas, dato fácil de obtener puesto que obligaban a los detenidos a numerarse desde el interior de las celdas todas las mañanas. El permaneció solo en la última celda, la número 25. El lugar se notaba recién terminado, en albañilería estucada. Agrega que por bajo la venda le fue posible apreciar las botas y el uniforme verde del personal que les llevaba comida y acompañaba a los baños.

            Finalmente el día 8 de enero en la madrugada el testigo Héctor Jorquera fue dejado en libertad, siendo sacado en un Austin Mini; posteriormente, cambiado a un automóvil Fiat 600 blanco, el que dio varias vueltas por la ciudad siendo abandonado en las cercanías de la casa de sus padres.

            Cabe hacer presente que los testigos presenciales de la detención del joven Jorquera, indicaron algunas de las patentes de los vehículos que participaron en el operativo: Austin Mini Blanco, patente JV40, Citroneta Furgón de color blanco, patente MC 437.

            Asimismo, en el recurso de amparo interpuesto en su favor en la época de la detención, se hace expresa mención a la circunstancia de que los aprehensores traían consigo al joven Vega Riquelme.

            Por su parte el ex detenido Luciano Mallea Correa, en declaración jurada prestada ante Notario Público en la ciudad de Melbourne, Australia, señala haber sido detenido el 30 de septiembre de 1976 por agentes del denominado Comando Conjunto, conducido a un recinto secreto de reclusión, donde fue interrogado acerca de sus actividades políticas. En dicho interrogatorio participó Miguel Estay Reyno, alias "El Fanta", ex militante de las Juventudes Comunistas, convertido en colaborador del Comando Conjunto. Agrega en su relato que en un momento le mencionaron a una persona a quien sus amigos conocían como "Vitoco" (de nombre Víctor Vega), al cual los interrogadores le imputaban ser agente de la KGB y decían que al ser detenido había intentado arrancar. Indica que muchos días después, cuando le mostraron algunas fichas de militantes de la juventud comunista, vio la ficha del afectado, con foto de frente y de perfil, que correspondía a las fotos de las personas que habían sido detenidas. Manifiesta el testigo que en los relatos que sus captores hacían de Víctor Vega, comentaban que había muerto.

            Lo cierto es que, hasta la fecha, los familiares de Víctor Vega Riquelme ignoran la suerte que corrió en manos de sus captores. Era hijo único, su madre falleció en 1986 y su padre en 1990.

 

GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS

            Con fecha 25 de julio de 1990, Julia Patricia Soto Riquelme, prima hermana de la víctima interpuso una denuncia de presunta desgracia ante el 25 Juzgado del Crimen de Santiago, en la que se pidieron diversas diligencias destinadas a investigar los hechos: Oficio al Ministerio del Interior con el objeto de solicitar antecedentes respecto de las detenciones de Isabel Stange y Jaime Estay, testigos de la detención de la víctima; se solicite a la Municipalidad de Santiago antecedentes referidos a las patentes que se lograron anotar durante la detención de Héctor Jorquera; petición a traer a la vista expediente seguido ante el Octavo Juzgado del Crimen de Santiago por el secuestro de Héctor Jorquera. A diciembre de 1992, dicha causa que se tramitaba bajo el rol 25530-1 se encontraba en estado de sumario con diligencias pendientes.


Miguel Estay, El Fanta: Las razones de un verdugo

Fuente :ciper.cl, 2 de Enero 2017

Categoría : Prensa

Su apodo hace pensar en muerte, en brutalidad, pero sobre todo en traición. Miguel Estay Reyno, alias “El Fanta”, condenado a cadena perpetua por el Caso Degollados, forma parte de la zona más dolorosa y delicada de las violaciones a los derechos humanos: la de los militantes de izquierda que se volvieron perseguidores; la de los que fueron torturados y terminaron torturando. Aquí trata de explicar por qué hizo lo que hizo.

Cómo un hombre llega a delatar a sus amigos, a ser el verdugo de sus compañeros? La pregunta ronda en la cabeza de Manuel Guerrero Antequera como una gran obsesión. Su padre, Manuel Guerrero Cevallos fue degollado junto a José Manuel Parada y Santiago Nattino, en 1984. En el asesinato participó Miguel Estay Reyno, El Fanta, un hombre que era amigo de la familia, un compañero de su padre en el Partido Comunista. ¿Cómo pudo hacerlo?

Estay Reyno cumple cadena perpetua por ese crimen y lleva 12 años preso. Las canas asoman en su pelo cortado al ras y las bolsas bajo sus ojos delatan el paso de los años, pero se mantiene en forma a punta de una intensa rutina de ejercicio y pichangas dos veces a la semana con los que él llama la «Sub- 60» de los presos de Punta Peuco.

Habla pausado, sin grandes gestos. Y a pesar de que aborda capítulos feroces de su vida, todo el tiempo se muestra tan racional como cuando era parte de los escogidos del Partido Comunista para la secreta actividad de inteligencia. Este hombre que parece tranquilo y cerebral colaboró con el Comando Conjunto y la Dicomcar, presenció torturas, entregó a sus compañeros y fue uno de los últimos rostro que vio Manuel Guerrero padre, antes de ser asesinado.

“Tengo deseos de verlo a la cara, mirarlo a los ojos. No sé por qué tengo la idea de que en sus ojos puedo ver aún algún destello de lo que mi papá miró en ese momento. Creo que si nos encontramos, al verme a mí ya adulto, Manuel Guerrero también, alcanzaré a ver algo en esos ojos. Quiero que me cuente su verdad extrajudicial, su versión de los hechos. Quiero tratar de entender lo inentendible”, dice Guerrero hoy. (VER RECUADRO)

Estay sabe que más allá de las responsabilidades judiciales, tiene pendiente una explicación moral de sus actos. Aquí ensaya una respuesta.

Mis compañeros o yo

Es diciembre de 1975 y Estay ha sido capturado y torturado por el Comando Conjunto. Lo entregó René Basoa, su superior en el aparato de inteligencia del Partido Comunista. Al poco tiempo cae también su hermano Jaime, su cuñada Isabel Stange y su amigo Víctor Vega Riquelme. Los detienen cuando acuden a una cita con Estay, que resulta ser una trampa. Hoy sus parientes están vivos pero Víctor Vega continúa desaparecido.

Para los que en esos años hacen frente a la dictadura está claro que Estay ha empezado a formar parte de la cadena de delaciones y traiciones; que le ha tendido una trampa incluso a su hermano. Lo ponen en una lista negra.

Estay dice hoy no ser culpable de la detención de sus familiares ni de la muerte de Vega y muestra un fallo de la jueza Graciela Gómez que lo exculpa de esos hechos. Por el contrario, afirma haberle enviado a su hermano un mensaje para que no fueran a ninguna cita con él.

-¿Por qué mi hermano llega a un encuentro al que jamás debió haber llegado…? No tengo ninguna explicación- dice recordando el episodio. Luego agrega: “La situación de mi hermano es gatillante de todo lo que pasa conmigo. Me obliga a tomar una decisión bajo una condición de apremio inmensa”.

Se puede entender que haya colaborado para salvar a su hermano y cuñada. Pero con el tiempo usted empezó a hacerlo con mucha convicción.

-Nadie es tocado por una varita mágica y se transforma de la noche a la mañana. Es un proceso. Pero si hubiera tomado una decisión distinta hoy sería un detenido desaparecido más. No habría tenido la oportunidad de haber tenido a mi familia, de haber acompañado a mucha de la gente que quiero durante todos estos años y muy probablemente sería juzgado de una manera completamente distinta. Pero hice una elección.

¿La elección fue «mis compañeros o yo»?
-Sí. Y esa fue la concepción con la que trabajaron los servicios de seguridad. Yo opté y la verdad es que he pagado con creces mi decisión. No digo que haya sido una buena elección. Fue solamente la elección posible, lo que es muy distinto. Y no sé si alguien puede atreverse a juzgar tan duramente una elección por la vida…

«Si hubiera tomado una decisión distinta hoy sería un detenido desaparecido más. No habría tenido la oportunidad de haber tenido a mi familia y muy probablemente sería juzgado de una manera completamente distinta. Pero hice una elección.»

-En el camino me fui encontrando con otra gente, con otras ideas y las empecé a asumir. La verdad es que como una parte importante de los chilenos, yo creí en el sello que logró imponer el gobierno militar, fundamentalmente en términos económicos. Y como además tenía cierto grado de especialización en el área de inteligencia, se dio una vinculación relativamente natural con gente de los servicios, por el interés que podían tener en esos conocimientos. Debo reconocer que ya en 1984 ó 1985, cuando me meto en esta sección (Dicomcar), yo tenía un grado de afinidad importante con la visión del gobierno militar.

No parecen razones suficientes para participar en operaciones…
-Es mucho más complejo. La gente se moría… Lo que quiero decir es que si hoy se examinara con verdadera justicia, a la luz de los convenios internacionales contra la tortura, los elementos de presión que están presentes en mi decisión, yo no podría ser juzgado. Por otra parte, hacia fines de 1976, ya estaba en una lista negra del PC. Y eso estableció un trazado de cancha bastante distinto para mí. Significaba no sólo la imposibilidad de retornar a lo mismo, sino también una postura personal que va alejándose cada vez más de lo anterior.

¿Pero cómo se fue al extremo contrario?
-Yo tenía una formación ideológica, un molde con el que me movía. Ese molde, de alguna manera, se volvió una especie de necesidad. Y en las condiciones en que me encontraba fue mucho más fácil cambiar a otro modelo, que rechazar todos los modelos, porque eso deja muchas cosas en el mundo sin explicación.

¿Su hermano entendió que él y su pareja están en el origen de lo que usted hizo?
-Nunca quiso entender. Jaime sigue militando en el PC. Está en México, con él no tengo mayor vinculación.

¿Tuvo oportunidad de explicárselo?
-No personalmente. Pero ahora, a través de una tercera persona, le envié el fallo, bastante sustantivo.

¿Qué espera que pase?
No tengo intención de que él cambie su postura, pero sí sentar mi verdad y con un fallo judicial.

Martirologio

A usted lo entregó su amigo y dirigente del PC, René Basoa…
-A mí me fue a buscar, acompañando a mis aprehensores, una persona que lamento mucho que no esté viva. Pero no podría decir que él me entregó voluntariamente. Estaría desconociendo el efecto de la tortura… Por otra parte mi detención no fue el resultado de la información de una persona. Hubo una sumatoria. Una de las cosas que aún se maneja con mucha cautela es cuánta información aportaron los que desaparecieron o los que fueron torturados y que después recuperaron la libertad. Creo que muchos sobrevivientes no han sincerado sus propias actuaciones. En la Comisión Valech, por ejemplo, se evidenció que la gente que no entregó información es más bien escasa. Claro, no se les puede achacar la misma responsabilidad que la que tiene alguien que lo hace voluntariamente. Pero insisto, toda la gente de mis características y mi generación que no estableció una forma de colaboración, hoy forma parte de los detenidos desaparecidos.

¿Cómo vive después de haber entregado a mucha gente que desapareció?
Dolorosamente… Yo he reconocido mi responsabilidad en la identificación de una cantidad de militantes del PC… Uno intenta justificarse. Eso siempre está presente… Y eso me lleva de nuevo a la pregunta sustantiva: si todo ello justifica la necesidad de ser un detenido desaparecido… Algunos pudieron hacer la opción voluntaria del martiriologio… Pero avalar o respaldar eso me parece éticamente dudoso.

Usted participó más tarde en la Dicomcar y en el degollamiento de Santiago Nattino, José Manuel Parada y Manuel Guerrero. Nunca ha pedido perdón respecto de esos asesinatos.
-En eso hay que ser cauteloso. Esto lo he conversado con el padre Fernando Montes, que ha tenido la inmensa generosidad de acompañarme muchas veces. Lo clave es cómo establecemos la forma en que pedimos perdón. Para algunos, podría ser suficiente algo entre esa persona y Dios. Quiero que me entienda que no existe una forma única de pedir perdón. Por ejemplo, yo me acogí a la Ley de Arrepentimiento Eficaz, la forma que estableció la justicia de poder colaborar con las causas, algo tan sentido para los familiares de las víctimas. Eso fue muy cuestionado en la época. Muchos vieron en esto una forma de aprovechamiento. Y yo les garantizo que si de algo puedo estar arrepentido es de haberme acogido a esa ley, porque me significó, por votación popular de mis compañeros de causa, 6 años en Colina II y aislamiento. Asumir la verdad – como la han asumido Carlos Herrera y otros-, significa un verdadero problema. No es fácil, lo garantizo.

Manuel Guerrero

En el último tiempo Estay Reyno ha cultivado una insólita relación con Nelson Caucoto y Héctor Salazar, dos de los abogados querellantes del Caso Degollados. Ambos conducen el programa «Hablando en voz alta», en radio Tierra y Estay los escucha y les envía sus comentarios.

«No es que todo el mundo en Punta Peuco sea del fans de Salazar y Caucoto», dice el ex agente. Pero reconoce que ese programa los mantiene al tanto de los juicios.

Fueron justamente Caucoto y Salazar quienes le comunicaron que Manuel Guerrero Antequera quería conocerlo.

¿Cuál era su relación con Manuel Guerrero? Su hijo dice que estuvo en su casa y jugó con él…
-Lo conocí en1969, cuando ingresé a la Juventud Comunista. Tenía un rango de dirección y yo era un militante más. Empecé a tener algunas responsabilidades y lo veía diariamente en diversas actividades, pero nunca tuvimos ese grado de cercanía. No recuerdo haber estado nunca en su casa. Conocí a su señora perfectamente bien, pero insisto, no creo que haya habido un grado de amistad. Sí de cercanía.

Manuel Guerrero hijo quiere conversar con usted.
-En agosto de 2006 recibí a través de una tercera persona, una solicitud de Manuel Guerrero Antequera para visitarme acá. Entendiendo que es una situación muy difícil para él y para mí, accedí inmediatamente. Pero no se ha concretado la autorización. Se me ha dicho que él todavía está pensando sobre esta alternativa. Tengo la más absoluta disposición a recibirlo.

Seguramente le va a preguntar por qué mataron a su padre. ¿Como se responde eso a un hijo?
-Es inmensamente difícil poder responder algo así… Espero poderle responder algo que sea lo más cercano a la verdad y que él pueda, de alguna manera, entenderlo. Pero la respuesta tengo que entregársela a él.

La familia cree que una razón por la cuál Guerrero fue asesinado es un relato que escribió en 1976 en donde lo identifica a usted como uno de los hombres que lo torturó en su primer secuestro.
-No he leído el testimonio. Sí he encontrado una multitud de testimonios de esas mismas características. Gente que ha pretendido identificarme y que no correspondería con actuaciones mías.

¿Cómo justifica hoy ante los ojos de la sociedad esos asesinatos?
Es imposible poder justificar ese tipo de cosas hoy…Nada ni nadie puede justificar las muertes ocurridas.

¿Se refiere a todas las muertes?
Absolutamente todas las muertes. No es por escudarse detrás de los más grandes siendo el más chico del curso, pero a mí me han tocado 15 años de cárcel, lo he perdido absolutamente todo y creo que hay muchas responsabilidades que nunca han sido asumidas. Obviamente que esto no empezó el 11 de septiembre de 1973 ni partió por el mal humor de algún general que ese día tuvo la idea de tomarse el poder. Hubo muchas cosas previas, una exacerbación de los ánimos, una sobreideologización en todas partes.

Usted estuvo en la posición más extrema de ambos bandos.
Sí. Soy como el personaje de “La Hora 25”: siempre eligiendo mal. Es parte de las desacertadas decisiones que he tomado toda mi vida. Yo me he equivocado casi siempre.

¿Qué ha sido lo peor?
Indudablemente el tener participación en quitarle la vida a una persona. En cualquier condición es una muy mala cosa.

Doce años junto a Romo

Dice que en estos 15 años lo ha perdido todo…
-Han sido años duros, difíciles. Lo más duro ha sido la lejanía con mi familia.

¿Su quiebre matrimonial fue posterior a la condena?
-Sí, claro. Queda bastante claro que es parte de todo esto…

¿Quiénes son sus cercanos aquí en Punta Peuco?
-Tengo una cercanía muy grande con el suboficial de carabineros Armando Cabrera. También tuve mucha cercanía con Osvaldo Romo. Era mi vecino de pieza y estuve mucho tiempo con él en Colina. En total, pasamos juntos 12 años. En muchas ocasiones me tocó avisar de sus emergencias médicas, de asistirlo porque era altamente dependiente.

¿Cómo era su relación con Romo?
-Ahora, era un anciano diabético, hipertenso, con las siete plagas, incapaz de desplazarse ni apoyarse sobre sus pies. Conservaba sí una buena memoria de largo plazo. Y podía ser incluso entretenido. Tenía muchas historias, aunque no me consta que todas hayan sido verdad… En una docena de ocasiones lo vi muy cerca de la muerte. En una ocasión se lo llevaron agónico. Yo he tenido un reencuentro con la fe católica, por ello creo que había suficientes jueces que lo juzgaban, así es que yo no estaba entre ellos.

¿Él le heredó todas sus pertenencias?
-No, la verdad es que vivió muy pobremente los últimos años. Hubo años completos en que no tuvo ninguna visita. Vivía muy afectado por la situación de su familia en Brasil, indocumentada. Él recibió de la caridad de organizaciones religiosas algunas cosas, especialmente de alguien que siempre fue muy cercano y sigue siéndolo: Sor Yolanda. Lo quería entrañablemente. Los nietos de Osvaldo vinieron desde Brasil al sábado siguiente de su muerte. Cuando fui a saludarlos, me manifestaron que había muchas cosas que no se iban a llevar y que querían dejármelas. Lo agradecí. Una parte fue donada a otro lugar, otras las conservamos yo y otros que las necesitaban.

¿Qué sintió cuando vio su funeral?
-Lo habíamos conversado varias veces… Él tenía un concepto muy claro de que se aproximaba a su fin. Hace un par de años un cardiólogo del hospital Barros Luco lo desahució. A partir de eso se conversó sobre la posibilidad de que se pudiera disponer de sus restos y que la familia pudiera a su vez cremarlo.

Era un paria de la sociedad y la manifestación más física es que nunca se había visto un funeral tan…
-De tanto abandono. Creo que él lo esperaba. El verdadero funeral fue el segundo: fueron las personas a quienes importaba Osvaldo Romo. Sus nietos, esta señora que lo visitaba, un par de religiosos, no más. En los 12 años que estuve aquí nunca conocí otros familiares que lo visitaran. Algunos amigos de repente se aparecían…

El padre Montes contó que vino a una graduación universitaria suya.
-Sí, estando en Colina tomé un diplomado en técnicas de Manejo Conductual de la Universidad Católica del Norte. Duró varios semestres, y la universidad tuvo la generosidad de hacerme una ceremonia acá en Punta Peuco. Y el padre Fernando, a quien quiero inmensamente, tuvo la generosidad de acompañarme. Antes tuve que dar la prueba de aptitud (y muestra el certificado: verbal 745, matemática 679, historia y geografía 749)

Le habría alcanzado casi para cualquier carrera.
-Sí… Mi trabajo de titulación lo hice sobre autismo…(tiene un hijo autista)

La PAA y el diplomado hablan de una actitud frente al encierro, ¿cómo es su vida cotidiana?
-Una de las cosas que uno debe evitar es preguntarse qué voy a hacer hoy. Yo sigo más o menos una misma rutina: me levanto muy temprano, tomo desayuno a las 5:30, escucho noticias, soy bastante fanático en eso. En la tarde me dedico a la lectura. Tengo un montón de intereses distintos. Tenemos la intención de organizar una biblioteca en Punta Peuco y un taller literario. El desencierro es a las 8 de la mañana. A esa hora empiezo las actividades físicas. Hago bastante gimnasia, pesas, corro. Y ahora nos autorizaron a jugar unos partidos de baby fútbol dos veces a la semana. Es la Sub- 60 más o menos.

Culpas ajenas

Aunque está condenado a cadena perpetua Estay Reyno no está dispuesto a cargar con culpas ajenas. Por eso, durante la última visita a Punta Peuco del presidente de la Corte de Apelaciones, Cornelio Villarroel, Estay le pidió estudiar su inculpación en el secuestro de Reinalda Pereira –embarazada de 3 meses- y Edrás Pinto. La investigación del ministro Víctor Montiglio en el llamado Caso Conferencia hizo aparecer otros responsables. Estay pide que lo des-amnistíen y lo juzguen. «Existe una demostración de mi no participación en esos dos casos, habiendo ya personas incluso confesas», argumenta.

Usted está condenado a cadena perpetua, ¿Por qué le importa acreditar su inocencia en esos casos?
-Hoy existe un esfuerzo por fijar judicialmente todas estas situaciones lo más cercano a la verdad. Por ello, también es importante discriminar entre culpables y no culpables. No veo por qué yo debiera cargar con hechos que no me corresponden.

¿Cree que aclarando esos casos podrían indultarlo?
-Siendo bien honesto, no creo que exista el espacio político. Lo solicité el ’97, pidiendo la conmutación de la pena por la de extrañamiento en Paraguay. Se demoraron 7 años en decirme “no”. Pero sí creo que establecer la verdad es importante. Hoy hay una masa de información acumulada que no existía cuando partieron estos juicios y era más fácil quedarse con aquellos que creaban menos problemas. Pero gracias a los jueces con dedicación exclusiva empezaron a aparecer una serie de personajes que estaban bastante protegidos por las instituciones. A los jueces les empezó a resultar sin sentido que personajes muy menores hubieran tenido las responsabilidades, mandos y las posibilidad de acción que se les atribuían.

En el Caso Degollados, ¿qué tan arriba delimita las responsabilidades?
-Tengo la convicción de que hubo una autoría intelectual de la superioridad, pero no tengo las pruebas. Tendría que hablar otra gente, la que sí tenía acceso a esas reuniones. Hoy, ya se ha establecido la verdad: que no se movía ni una hoja sin el conocimiento de las jefaturas de las instituciones. Pero durante mucho tiempo hubo una intencionalidad clara de silenciarlo con equipos y departamentos de contrainteligencia.

RECUADRO 1

Testimonio de Manuel Guerrero Antequera: “De una forma muy perversa y dolorosa, el Fanta es casi un familiar”

El padre de Manuel Guerrero fue uno de los tres degollados de 1985, caso por el cual Miguel Estay Reyno cumple condena a cadena perpetua. Pero la familia Guerrero vive con el fantasma del Fanta desde 1976, cuando Manuel Guerrero Cevallos lo reconoció como su torturador.

El Fanta es un personaje que me causa muchas contradicciones. Por un lado es uno de los asesinos de mi padre, de alguna manera uno de los autores intelectuales y también materiales de su degollamiento. Él estuvo tanto en el momento en que lo tuvieron detenido desaparecido el 76 y participó en sus torturas -reconocido por mi padre-, como también el 85 participó en el momento en que lo deguellan.

Pero también el Fanta es para mí un ex militante de las Juventudes Comunistas de Chile, que fue compañero y camarada de mi padre, de José Weibel, de Ricardo Weibel, de una serie de comunistas jóvenes de esa generación y por lo tanto me despierta una angustia muy grande este ser humano: cuáles fueron las condiciones y posibilidades que hicieron que un militante comunista, que un joven chileno, pudiese convertirse de un día para otro no solamente en alguien que hablara bajo tortura, que sería algo absolutamente normal o humano, sino también en un delator, en un asesino más.

El Fanta para mí es un personaje que extrañamente me causa rechazo y al mismo tiempo una fascinación perversa. Es como ominoso, la maldad misma, pero es un rostro familiar, que alguna vez fue amigo, que alguna vez me tuvo muy cerca cuando niño. Bajo ese rostro de normalidad aparece toda la maldad que como seres humanos también estamos en condiciones de realizar.

Soy un convencido de que tanto los torturados como los torturadores son víctimas que están en posiciones diferenciales en cuando a condiciones sociales y políticas, a cierta forma de ser de la sociedad chilena, salvaje, que permitió la explosión de la práctica fascista en Chile, del aniquilamiento del otro. Son víctimas diferenciales porque algunos fueron convertidos en torturadores y otros fueron convertidos en los objetos a torturar. Sin embargo, estamos hablando de personas que jugaban a la pelota juntos, comían asados juntos, que es el caso del Fanta.

Por lo tanto para mí el Fanta también es una víctima, pero como todo ser humano tuvo la oportunidad de decir no, de por último morderse la lengua y morir. Siempre tuvo la opción, como lo hicieron tantas otras personas, de no volverse no solamente delatores, sino torturadores ellos mismos. Por esa falta de coraje, de decisión y su responsabilidad directa en los crímenes, él tiene que cumplir las condenas en forma plena.

Durante muchos años yo he vivido con el fantasma de El Fanta, un fantasma que está presente desde mi infancia. Luego de que mi padre sobreviviera a las torturas del Comando Conjunto y nos fuimos al exilio, yo loa acompañé a las sesiones de recuperación a raíz de los choques eléctricos que le daban. Viví muy de cerca su tortura en él y es un personaje que estuvo presente en los relatos de mi padre, orales y también escrito. Él dejó testimonio de esta voz familiar que también participó en la tortura, que había sido un ex camarada y que ahora era parte de las “hordas fascistas”, como decía él. El Fanta le habló directamente diciéndole que él conocía a mi madre, a la Vero, a Manolito, le habló de toda nuestra estructura familiar, de detalles que sólo alguien muy de confianza puede conocer. Ése fue uno de los momentos en que mi padre quedó completamente desarmado, más que por la violencia física.

Por lo tanto este fantasma estuvo siempre presente y luego reaparece el 84 y el 85 en los relatos del Papudo (Andrés Valenzuela, agente que desertó), que son publicados y que conoció mi padre. Ahí se sabe nuevamente que en distintas instancias estuvo el Fanta.

Es alguien que ha cruzado mi vida y tengo deseos de verlo a la cara, ya preso. Mirarlo a los ojos porque él fue una de las últimas personas que vio vivo a mi padre. No sé por qué tengo la idea de que en los ojos del Fanta puedo ver aún algún destello de lo que mi papá miró en ese momento. Creo que si nos encontramos, al verme a mí ya adulto, Manuel Guerrero también, alcanzaré a ver algo en esos ojos. Quiero que me cuente su verdad extrajudicial, su versión de los hechos. Quiero tratar de entender lo inentendible. Quizás no tiene mucho sentido, pero el Fanta de alguna manera también me constituye. De una forma muy perversa y dolorosa, es casi un familiar y me duele, me da bronca el Fanta.

En el momento en que los abogados le plantearon mi petición de encontrarme con él, accedió inmediatamente. El Fanta está dispuesto y creo que está a la espera de que lo vaya a ver a Punta Peuco. Creo que hay verdades que no son del ámbito judicial sino de la cotidianeidad humana. Son verdades muy materiales y creo que algo puede aflorar en ese encuentro. No sé exactamente qué, pero por último saber qué le pasó a él mismo, porque él tuvo el privilegio de estar en los últimos minutos de vida de mi padre. Por lo tanto para mí, siendo incluso su asesino, es una persona cercana.

RECUADRO 2

«El Wally» y Basoa: los funerales de “El Fanta”

En 1982, el miedo paralizó a Miguel Estay tras la muerte de su amigo René Basoa, con quien compartió funciones en el Comando Conjunto y ex camarada del PC. Tanto, que no se atrevió a ir a su funeral. Años más tarde se recriminó su cobardía y decidió que no volvería a pasar. Por eso, cuando en 1989 Roberto Fuentes Morrison, «El Wally», fue acribillado en la puerta de su casa –tal como Basoa-, vino desde Paraguay donde se había refugiado con un pasaporte falso proporcionado justamente por el difunto. Llegó tarde, pero visitó la tumba.

Ambos muertos son claves en la vida de “El Fanta”. René Basoa fue su superior en el aparato de inteligencia del PC, juntos pasaron a la clandestinidad y fue quien lo entregó al Comando Conjunto en diciembre de 1975, tras ser torturado. Luego ambos encabezaron la lista negra de comunistas identificados como agentes de Pinochet.

En 1982, Basoa fue asesinado y aunque durante mucho tiempo se pensó en un ajusticiamiento –lo que gatillo el terror de Estay-, la investigación por el asesinato de Tucapel Jiménez arrojó otras luces. En ese tiempo Basoa trabajaba con el tío de Estay, el importador del arma con la que se ultimó al dirigente sindical. Él revólver fue entregado en consignación a la Armería Italiana y Basoa jugó un confuso rol con el recibo que probaba su origen. «Está en la cuenta del DINE, así de sencillo», concluye Estay.

Su relación con Fuentes Morrison surgió tras su cautiverio en 1975 en el Comando Conjunto. El agente de la FACh lo reclutó como colaborador hasta que en 1984 se unió a las filas de la Dicomcar. Bajo su alero se sentía protegido. «Había elementos de su personalidad que me resultaron atractivos. Tenía gran capacidad de hacer amigos y me dio mucha confianza», dice Estay.


Quiénes son los dos violadores de DD.HH. que recibieron el indulto de Piñera

Fuente :eldinamo.cl, 1 de Agosto 2020

Categoría : Prensa

Víctor Mattig Guzmán estaba condenado por las torturas y desapariciones ocurridas en la Academia de Guerra Aérea, mientras que Raúl Rojas Nieto cumplía pena por su participación en el Comando Conjunto.

por Cristián Meza

Este viernes se conoció que el Presidente Sebastián Piñera, a través del Ministerio de Justicia, indultó a dos internos de Punta Peuco, quienes estaban condenados por violaciones a los derechos humanos.

El abogado Raúl Meza, defensor de criminales de lesa humanidad, declaró que “nos parece que es una señal muy potente la que está dando el Gobierno de Sebastián Piñera. Creemos que llegó el tiempo de la justicia y no de la venganza”.

“Esperamos que el Presidente de la República, Sebastián Piñera, cumpla sus compromisos de su campaña presidencial hacia la familia militar y ojalá vengan muchos más indultos presidenciales”, resaltó a radio Biobío.

Por contrapartida, la presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, Alicia Lira, cuestionó que “pasando a llevar los convenios y tratados internacionales, Sebastián Piñera los indultó, eso va contra todos los principios de la lucha que han dado los familiares de víctimas, para que haya verdad y justicia, y aquí solamente aprovechándose de la crisis sanitaria, en forma cobarde y oculta, el Presidente indulta a estos dos criminales”, declaró.

Pero, ¿quiénes fueron los dos beneficiados con el indulto?

Víctor Manuel Mattig

El comandante de escuadrilla en retiro de la Fuerza Aérea, Víctor Manuel Mattig Guzmán, de 81 años, estaba condenado a 5 años y un día por el secuestro calificado de José Luis Baeza Cruces, hecho ocurrido el 9 de julio de 1974, además de torturas cometidas en la Academia de Guerra Aérea.

Por su parte, en 2019 recibió una pena de 3 años y un día, con el beneficio de la libertad vigilada, en su calidad de cómplice de las torturas sufridas por Patricio Mario Rivera Cornejo y Ramón Daniel Pavez Casanova en la Base Aérea El Bosque.

Según el fallo de la Primera Corte de Apelaciones de Santiago, a Rivera Cornejo se “lo sometió a ‘interrogatorios con electricidad en los genitales y en la lengua, y en particular le provocaron marcas trazando el signo de la Unidad Popular en su espalda con un yatagán, además de varios simulacros de fusilamiento”.

Junto con ello, estaba procesado por asociación ilícita genocida por las detenciones ilegales, torturas y desapariciones que ocurrieron en la Academia de Guerra Aérea, consignó Memoria Viva.

“Se encuentra justificado que en el año 1974, un grupo de individuos se organizó para trabajar coordinadamente en la persecución de personas que pudieren sustentar ideología marxista o activismo de izquierda extrapartidaria, con el objeto de exterminar a estos grupos sociales, atentando criminalmente en contra de sus miembros o seguidores”, sostiene el fallo de la sexta sala del tribunal de alzada capitalino.

Matting, quien se encuentra internado en el Hospital de la FACh, recién ingresó a Punta Peuco a cumplir condena en 2018.

Raúl Rojas Nieto

El coronel en retiro del Ejército, Raúl Rojas Nieto, también conocido como “El Pichi” e integrante del Comando Conjunto, fue condenado junto a Alvaro Corbalán a una pena de 7 años de presidio por su participación en el secuestro calificado del militante comunista Víctor Vega Riquelme, de quien se perdió el rastro en el centro de tortura de Remo Cero en Colina.

El otrora oficial de 84 años además fue agente de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE), donde estuvo en contacto con Lenin Guardia, que prestaba servicios de inteligencia al Gobierno de Patricio Aylwin y era informante pagado de la institución castrense, quien le señaló que el Frente Patriótico Manuel Rodríguez planeaba asesinar a Jaime Guzmán, como consigna Juan Cristóbal Peña, autor de Jóvenes Pistoleros.

Rojas Nieto está internado en el Hospital Militar y recién pisó la cárcel de Punta Peuco en 2017.