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Valle Pérez José Miguel – Memoria Viva

Valle Pérez José Miguel


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Rut : 7.770.826-K

Fecha Detención : 17-10-1973
Lugar Detención : Santiago


Fecha Nacimiento : 12-12-1957 Edad : 15

Lugar Nacimiento : San Miguel – RM

Actividad Política :
Actividad : Estudiante Secundario

Estado Civil e Hijos : Soltero
Nacionalidad : chilena


Relatos de Los Hechos

Categoría : Antecedentes del Caso

Rut : Sin información
F.Nacim. : 12-12-57, 15 años de edad a la fecha de detención
Domicilio : Callejón Lo Ovalle 2813, Población Santa Adriana, La Cisterna, Santiago
E.Civil : Soltero
Actividad : Estudiante de tercer año medio
C.Repres. : Sin militancia política
F.Detenc. : 17 de octubre de 1973

 

SITUACION REPRESIVA

            José Miguel Valle Pérez, 15 años de edad, estudiante de enseñanza media, sin militancia política, fue detenido en su domicilio de la Población Santa Adriana el 17 de octubre de 1973, a las 10:30 horas, por una patrulla de Carabineros y fue conducido, junto con otros niños y detenidos de la misma población, a la Cuarta Comisaría de Santiago, desde donde, horas más tarde fueron llevados en dos vehículos conducidos por carabineros, en dirección a Lo Hermida, desde donde desaparecieron los menores José Valle Pérez, José Luis Astudillo Celedón y probablemente otras personas.

            El 17 de octubre, a las 10:00 horas un jeep de Carabineros pasó por el Callejón Lo Ovalle en la Población Santa Adriana, al aproximarse al Pasaje 16 encontraron a tres jóvenes que se dirigían hacia la Gran Avenida (Avenida General Carrera), uno de estos jóvenes huyó y los carabineros, percatándose de esto, procedieron a detener a los otros dos jóvenes, Juan Carlos Sandoval Rojas y José Luis Astudillo Celedón y empezaron a seguir al muchacho que corría, el cual se refugió en una casa y los carabineros no pudieron detenerlo. Inmediatamente empezaron a golpear con las culatas de sus armas a uno de los detenidos y a exigirle que identificara al fugitivo. Finalmente este muchacho señaló a otro joven que estaba en las cercanías y cuyo nombre era José Miguel. Los carabineros procedieron a perseguir a este niño, José Miguel Valle Pérez, que corrió a refugiarse en su casa ubicada en Callejón Lo Ovalle 2813, de la mencionada población. Desde allí lo sacaron, derribando la puerta y lo llevaron al jeep en calidad de detenido y empezaron a golpearlo y a exigirle que diera los nombres de otros jóvenes de la población. Finalmente detuvieron a otros tres niños de nombres José Nano, Pancho y el tercero apodado "El Laucha".

            Poco antes de estos hechos se habían escuchado algunos disparos en el sector, probablemente porque los carabineros habían sido atacados por un perro al cual balearon.

            Con los seis detenidos, los carabineros se dirigieron al Consultorio de la Población, pues uno de los carabineros había sido mordido poco antes por el perro, al cual mataron y cuyo cadáver llevaban en el jeep. Desde el Consultorio siguieron a otro edificio sanitario, posiblemente el Instituto Médico Legal, donde bajaron el cadáver del perro, para hacerle exámenes.

            Terminados estos trámites condujeron a los detenidos a la Cuarta Comisaría de Santiago, ubicada en Chiloé 1472.

            Allí permanecieron encerrados en un calabozo durante todo el día, al anochecer los sacaron al patio, juntando a unos 20 detenidos, los que fueron golpeados y obligados gritar consignas políticas y a hacer ejercicios dolorosos. Aproximadamente a las 22:30 horas se ordenó a todos los detenidos subir al jeep. Como los detenidos eran demasiados, trajeron un camión pequeño, cerrado, como frigorífico.

            En este último vehículo fueron obligados a subir los niños detenidos en la población Santa Adriana. Los vehículos se dirigieron hacia Lo Hermida y en una parada, subieron a otros 5 detenidos.

            La puerta trasera de esta camioneta no estaba bien cerrada o su mecanismo no funcionaba adecuadamente, lo que aprovecharon algunos de los detenidos para lanzarse a la calle. Los carabineros empezaron a perseguirlos, pero varios de los fugitivos lograron ocultarse en viñedos que existían en ese lugar, permaneciendo escondidos hasta el día siguiente.

            El resto de los detenidos, que estaban en el jeep o que no alcanzaron a huir, fueron conducidos a algún lugar y desde allí desaparecieron. Entre éstos se ha identificado a José Miguel Valle Pérez y a José Luis Astudillo Celedón.

            Un sobreviviente de estos hechos, Juan Carlos Sandoval Rojas, en declaración notarial ha descrito los hechos relatados, los que han sido corroborados por otras personas de la población Santa Adriana en algunos de sus detalles.

            José Valle continúa desaparecido desde su detención y no se ha vuelto a saber más de él, desde que Carabineros lo conducían por Lo Hermida, Peñalolén, con otros detenidos.

 

GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS

            El 1 de julio de 1974 se presentó una denuncia de presunta desgracia en el Tercer Juzgado del Crimen de San Miguel, por la desaparición de José Valle Pérez que se registró con el rol causa 22.489-5.

            Este Juzgado llamó a José Joel Valle Campos, padre del niño detenido desaparecido a declarar, quien entregó la versión de lo que los vecinos habían visto de la detención por parte de Carabineros, de jóvenes y niños de la población, de los cuales, cuatro continuaban desaparecidos. También solicita que se oficie al Instituto Médico Legal y a otras instituciones.

            Se enviaron los Oficios pertinentes, pero el 20 de junio de 1974 el Juez se declaró incompetente por razones jurisdiccionales, porque consideró que el lugar de los hechos no está en su territorio.

            El padre de José Valle presentó, además, un recurso de amparo en favor de su hijo, ante la Corte de Apelaciones de Santiago el 17 de mayo de 1974 según No. 495-74.

            La Corte resolvió solicitar informes a la Comisaría del sector, desde donde telefónicamente informaron que no figuraba como detenido José Miguel Valle.

            El 18 de mayo de 1974 la Corte decidió que "el recurso interpuesto no encuadra en las exigencias del Art.306 del Código de Procedimiento Penal, se declara sin lugar el recurso deducido en fojas 4 en favor del nombrado menor".

            Los antecedentes fueron enviados al Primer Juzgado del Crimen de Mayor Cuantía de San Miguel el 25 de mayo de 1974 y allí, el 7 de junio de 1974 se abrió la causa rol 41.132-1 y el mismo día la Jueza se declaró incompetente porque el hecho correspondía a otra jurisdicción y se enviaron los antecedentes al Tercer juzgado del Crimen de Mayor Cuantía de San Miguel, por presunta desgracia de José Miguel Valle Pérez.

            En este Juzgado se abrió la causa rol 41.165-2 el 19 de julio de 1974.

            El 17 de octubre de 1974 la Jueza Instructora ordenó reiterar Oficio a Identificación, consultar a Carabineros del sector y citar a los testigos.

            La Policía de Investigaciones de La Cisterna, en Parte 1911 del 7 de agosto de 1974 informó al Juzgado que había interrogado al padre de José Miguel Valle y que había revisado los libros de detenciones de la Tenencia Dávila de Carabineros y que no había encontrado registrada la detención del menor. También se hicieron consultas en hospitales de niños, hogares de menores y Registro Civil de Independencia.

            La Tenencia mencionada confirmó por escrito esta información. La Cuarta Comisaría de Carabineros, requerida para que informase, no contestó a la demanda del Juez.

            El primero de abril de 1975, la Jueza declaró cerrado el sumario y sobreseyó temporalmente la causa porque "no se encuentra acreditada la existencia de algún hecho delictual en este proceso".

            Con fecha 24 de julio de 1991 se interpuso una nueva querella por el delito de secuestro de Miguel Valle, esta causa se radicó en el 3er. Juzgado de la Corte Presidente Aguirre Cerda y roló con el N°22489-5. A diciembre de 1992 la causa se encontraba en estado de sumario.

            Los antecedentes antropomórficos de José Miguel Valle Pérez fueron anexados a la causa 4449-AF del 22 Juzgado del Crimen de Santiago, por el delito de inhumación ilegal en el Patio 29 del Cementerio General, de personas no identificadas muertas entre septiembre y diciembre de 1973. El Juez Instructor de la causa ordenó la excavación de 108 tumbas en septiembre de 1991. De allí se exhumaron 125 cuerpos, los que fueron remitidos al Instituto Médico Legal. En la actualidad (fines de 1992) se está a la espera de los informes periciales de identificación.


Patio 29: La doble tragedia de las familias obligadas a devolver sus muertos

Fuente :CIPERCHILE.CL 3/8/2011

Categoría : Prensa

Dicen que Gregorio Mímica tenía el pelo rubio, que jugaba fútbol y que luego de escuchar el discurso de Allende por la radio, aquél 11 de septiembre, desoyó a su madre, trepó la pandereta de su casa y se fue directo a la Universidad Técnica del Estado (UTE, hoy Universidad de Santiago). La instrucción de su Presidente había sido clara “quedarse en los puestos de trabajo”. Y él, de tan sólo 22 años hizo caso. Como presidente del Centro de Alumnos de la Escuela de Ingenieros de Ejecución su deber era estar con los suyos.

A Gregorio lo llevaron al Estadio Chile y a pesar de que logró salir de ahí, los militares fueron a detenerlo a su casa. Por 38 años su familia y sus amigos creyeron que estaba desaparecido. Pero el 5 de mayo de este año se enteraron que los restos de “Goyo” estuvieron enterrados en el Patio 29. En los noventa su cuerpo fue erróneamente identificado por el Servicio Médico Legal (SML) como el del doctor Enrique París, asesor de Allende y miembro del Comité Central del Partido Comunista.

Los errores en las identificaciones de los cuerpos del Patio 29 fueron tan macabros, que conmovieron al país entero cuando el 2006 se confirmaron las denuncias que había hecho la abogada Pamela Pereira sobre los errores en las identificaciones. De las 96 osamentas reconocidas hasta entonces por el SML (de un total de 126, donde figuraban 30 como NN) 48 familias supieron recién ese año que habían sepultado a la persona equivocada.

La metodología usada por el Servicio se había puesto en duda por primera vez en 1994, cuando el perito Iván Cáceres planteó a tribunales sus cuestionamientos. Al año siguiente la Universidad de Glasgow en Escocia, un centro especializado en el tema, recibió muestras desde el SML y confirmó que había errores. Según el informe elaborado entonces por el doctor Peter Vanezis, de la universidad escocesa, por lo menos en tres de los casos estudiados el Servicio había errado en las identificaciones.

Lo que aún perturba a los familiares de las víctimas es que el Informe Glasgow, como se conoce al estudio que hizo Vanezis y que fue pedido por el SML durante el gobierno de Eduardo Frei (1994-2000), sólo se conoció luego que la abogada Pamela Pereira denunciará su existencia en el 2002. Y según Lorena Pizarro – presidenta de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD)- las responsabilidades por los errores aún no se han establecido. Hubo un sumario en el SML que encabezó la fiscal Constanza Collarte y la Cámara de Diputados elaboró un informe, pero a juicio de Pizarro, no fue suficiente: “Si bien la gente que perició ya no está en el SML acá las responsabilidades fueron políticas. Y ya es hora que en este país se empiece a buscar responsables, así sea el Estado porque no puso los insumos humanos y económicos”.

Está claro que las cosas no se hicieron bien. Así lo ha constatado el ministro Alejandro Solís que lleva la causa por las identificaciones. Desde el 2008 se han enviado al laboratorio de la Universidad del Norte de Texas muestras de 124 osamentas encontradas en el Patio 29. Y sólo dos cuerpos -que completaban el total de las 126 osamentas encontradas- no han sido periciados en ese laboratorio. Ambos restos corresponden a un par de ciudadanos bolivianos cuyas familias prefirieron restarse de este nuevo proceso de identificación. Jamás se sabrá si esos restos corresponden a ellos, o no.

En Texas las muestras de estas 124 osamentas se han sometido a varios exámenes de ADN; los mismos que se utilizaron para identificar a las víctimas del atentado contra las Torres Gemelas. A la fecha, se han logrado identificar 45 personas con un 99,9% de certeza: en 24 casos se han confirmado los resultados positivos que entregó el SML y en 16 se han constatado errores.

Los resultados son históricos. Sobre todo porque al rehacer su banco de datos, el SML le tomó muestras sanguíneas a los familiares de los 330 ejecutados y desaparecidos políticos entre septiembre del ’73 y marzo del ’74; ampliando así el rango de acción para las identificaciones. Gracias a esto, hoy han sido identificadas cinco personas que figuraban en los ‘90 como parte del grupo de los 30 NN que había en el Patio 29, mientras que dentro de los 16 errores han aparecido seis personas, entre ellas Gregorio Mimica, que ni siquiera figuraban como víctimas sepultadas en ese lugar.

Por estos días, cuando una serie de televisión levanta polvareda en la derecha al recordar la crueldad de la dictadura, siguen apareciendo cuerpos de personas que los militares quisieron desaparecer bajo la mirada permisiva de los colaboradores civiles de la dictadura. La semana pasada, el ministro Solís, lejos de las cámaras y micrófonos de la prensa, informó cinco nuevas identificaciones a los familiares.

“JUEGAN CON LOS SENTIMIENTOS”

A los amigos de Goyo les parece que su inesperada aparición entre las víctimas del Patio 29 esta es otra más de sus rebeldías. Por años, lo han recordado. Han escrito libros sobre su vida y hasta armaron un blog que reúne testimonios sobre él y también sobre la juventud que compartieron “cuando querían cambiar el mundo”. Así lo repetían este sábado en el Cementerio General frente a la tumba de su amigo. A ratos lloraban, a ratos reían. Por un instante, el panorama gris de cruces y mausoleos se alegró con el naranjo de las banderas que desplegaban la consigna de “La UTE vive”. Era el funeral simbólico. Uno donde sí se podía gritar ¡Compañero Gregorio, Presente!; porque en el funeral oficial, que fue en mayo, nada de eso estuvo permitido. La familia quiso estar sola. “Ellos son de derecha y nos culpan a nosotros de la muerte de Goyo“- dice Iris Aceitón, una de sus amigas.

Detrás de cada resultado que ha llegado de Texas hay historias de diferentes tenores. Victoria Baeza, asistente social del Programa de Derechos Humanos, bien lo sabe. Algunas son más alegres que otras. Como la de Juan Valdebenito, cuya esposa y conviviente lo buscaron juntas por años hasta hacerse amigas. En su caso, la identificación hecha por el SML en los ‘90 se confirmó. Lo mismo pasó con Raúl Jiménez, pero su esposa no quiso recibir los restos. Victoria Baeza cuenta que cuando Raúl desapareció, su mujer internó a sus hijos en una casa de menores y nunca más los vio.

– Cuando la llamamos para decirle que (la identificación de) los restos se habían confirmado, nos dijo que no quería saber nada, que esto a ella no la compensaba… Que tenía un matrimonio feliz y que le habían destruido la vida.

Lo peor de escuchar que tu familiar no es el que está sepultado, cuenta Mariela Pérez, “es cuando te dicen que tienes que devolver el cuerpo. Cuando eso pasa es como si te dispararan”. Y a ella, que buscó a su hermano durante 20 años y que en 1994 creyó que al fin lo estaba sepultando, le sucedió:

– Te cuestionai todo… ¿De qué sirvió buscarlo?… No sé, me da la idea que ya nunca más voy a saber de mi hermano. Y te digo, cuando salió Aylwin nosotros teníamos la ilusión de que lo íbamos a encontrar vivo. Pensábamos que cómo tenía 15 años le habían dado la oportunidad de vivir, pensaba que estaba todavía detenido. Incluso, creí que podía estar en Villa Baviera.

En mayo pasado a Mariela le informaron que el cuerpo que figuraba desde el ‘94 como su hermano Pedro Pérez fue finalmente identificado como JOSE MIGUEL VALLE PEREZ un muchacho también de 15 años que desapareció en octubre del ’73 en la población Santa Adriana. Así se lo comentó a Mariela el ministro Solís en una reunión a la que fue sola. Jamás pensó que hablarían de los resultados de Texas. Creía que era un trámite más. ”De haberlo sabido- dice Mariela- me habría hecho acompañar”. El impacto fue muy fuerte. Sobre todo cuando se encontró con las hermanas de José Miguel afuera de la oficina del ministro.

– “Cuando llegué, una de ellas gritó “¡Mira, ella es!” y me dijo algo así como “es mi hermano” y yo no entendía, le dije “¡¿qué…?!”.

Cada vez que Solís entrega estos resultados cita a ambas familias. Habla con cada una por separado y les entrega un documento con el resumen del caso (Vea uno de estos documentos). Lo que, habitualmente, ocurre es que la gente quiere conocerse. A Mariela la familia de José Miguel le agradeció por haberlo cuidado todos estos años. Ella escuchó, pero después quiso hablar.

– Les dije que comprendía su felicidad porque había aparecido la persona que tanto buscaron, pero les pedí que entendieran mí dolor, lo que estaba entregando… Porque, mal que mal, fue mi hermano.

En la situación de Mariela lo que queda- luego de devolver el cuerpo- es esperar por nuevos resultados: 79 son los restos que aún falta por identificar y dentro de ellos podría aparecer Pedro. Pero para ella nada de esto es consuelo.

– Uno siente que juegan con sus sentimientos, que se ríen. Y lo que más me molesta es que las cosas no se hicieron bien, que los presidentes unos a otros se han tirado la pelota y nadie ha querido hacerse responsable de lo que nos pasó.

¿RESTOS MEZCLADOS?

Las nuevas identificaciones han demostrado la gravedad de los errores. Por ejemplo, los familiares de Carlos Reyes se enteraron a través de los resultados de Texas que habían tenido el cuerpo de Luís Dávila por años. Como es costumbre, devolvieron los restos pensando que no sabrían más de Carlos. Hasta que un nuevo resultado de Texas determinó que Carlos había sido identificado erróneamente como Luís Jiménez. En estos tres casos, al ordenar las cosas: los familiares de Carlos Reyes devolvieron el cuerpo que tenían, pero luego encontraron a su pariente; los deudos de Luis Dávila encontraron a su familiar y devolvieron los restos que tenían hasta entonces, los que pasaron a ser NN; pero al final de la cadena, la familia Jiménez devolvió los restos que había sepultado y se quedó sin nada.

Es tal el enredo, que las familias evitan decirles a las madres de las víctimas que sus hijos han vuelto a desaparecer. Es mejor que la madre de Fernando Olivares Mori piense que los datos que quedaron registrados en el documental que filmó Silvio Caiozzi siguen siendo reales. Así lo decidieron sus hijos, quienes a principios del 2010, se enteraron que los restos que homenajearon en ese video no eran de su hermano sino que correspondían a los de Francisco Zúñiga; un garzón de 22 años, que era padre de dos niños cuando desapareció.

Los resultados no fueron aceptados por la familia Olivares Mori. Ellos insisten que el cráneo que reconocieron alguna vez sí es de Fernando. Y hay un detalle, que a su juicio, lo prueba: el diente que le quebró un Patria y Libertad en una pelea en la época de la UP. Además, dicen, como el cuerpo está fragmentado les parece probable que en el SML se hayan mezclado los huesos de su hermano con los de Zúñiga.

– Yo siempre he dicho que ahí se armó un rompecabezas nada de científico y eso no lo quieren reconocer -dice Carlos Olivares, quien además fundamenta sus dudas en una conversación que tuvo con el abogado de la familia, Nelson Caucoto.

Al teléfono, el abogado Caucoto menciona que él cree que los resultados entregados ahora por Solís son irrefutables. Sin embargo, cuenta que en los ‘90 vio una escena en el SML que le preocupó. Y no sólo se la contó a la familia Olivares, sino que la mencionó en varios alegatos.

Yo observé que en un saco de papas habían hartos cráneos y que un funcionario los iba poniendo en un mesón donde habían unos huesitos… Él iba pegando esos huesitos en el cráneo, con ese pegamento amarillo que se llama U-HU. Los iba haciendo calzar, armando un puzzle. Esto lo he comentado porque me pareció poco científico.

A estas alturas, Miguel, otro de los hermanos Olivares Mori, no cree ni en los procedimientos de antes ni en los de ahora.

– Nada de esto me da confianza. Porque cuando los que están ahora ponen en duda la experiencia de la doctora Patricia Hernández (que trabajó en las identificaciones en los ’90), yo pongo en duda la experiencia de ellos. La doctora Hernández trabajó con lo que le entregaron y ellos están haciendo lo mismo ahora. Si en esos años la identificación se centró en el cráneo, ¿por qué no enviaron entonces muestras del cráneo para que fueran identificadas? Sólo enviaron dientes y una muestra de la pierna. Entonces, me parece raro.

TRES TIPOS DE ADN

Las dudas de la familia Olivares Mori fueron acogidas por el ministro Solís; quien dio la orden de volver a exhumar el cadáver de Zúñiga y enviar una muestra del cráneo al laboratorio de Texas, aún cuando en el proceso del Patio 29, dice el ministro, no se tiene conocimiento de osamentas mezcladas. Sin embargo, la gravedad de los errores impide que las dudas de los Olivares sean descartadas. Sobre todo entendiendo que este proceso de identificaciones se rehace por recomendación de forenses internacionales que realizaron una auditoria científica el 2006, determinando que existieron serias desprolijidades en el SML.

– Ahora hay que tener en cuenta que en los ‘90 no había exámenes científicos para cotejar el ADN. Por lo tanto, el 22º Juzgado del Crimen tomó como antecedente lo que le contaba la gente: cómo estaba vestido su familiar, si tenía una fractura en la mano o en los dientes. En el SML se les pedía una foto que se superponía al cráneo y, sí había puntos de contacto, decían “esta comparación fotográfica demuestra que son los restos de fulano”. Con esos datos que, obviamente, son insuficientes, se hizo la entrega a los familiares -dice Solís.VHoy, el método que se utiliza en Texas para la identificación es científico. En el laboratorio hay muestras de dientes y de los huesos largos de la pierna de 124 osamentas del Patio 29. Los expertos piden estas piezas porque son las consideradas ricas en ADN, que es la molécula que almacena las características genéticas heredadas. A cada pieza se le realizan varios exámenes hasta extraer tres tipos de ADN: el mitocondrial (heredado de la madre), el del cromosoma Y (heredado del padre) y el nuclear (que combina ambos). Los resultados pueden tardar años. Pero una vez obtenidos todos, explica la doctora Alejandra Jiménez –coordinadora del Programa de Derechos Humanos del SML- se logra un completo perfil genético de los restos, que se inserta en una base de datos donde se cruza con el perfil genético de cada familia.

 Y la base de datos dice “un momento, de todas estas familias, estos restos óseos aquí tienen mucho parecido”. Así se coteja uno a uno y se van arrojando las identificaciones, como ha ocurrido en estos 45 casos (ya identificados) -explica la doctora.

El problema es que no todos los restos óseos han arrojado estos tres tipos de ADN. Hay situaciones donde sólo quedan registros de ADN mitocondrial, que únicamente determina que la identificación anterior no fue correcta. Eso le dijeron a Eliana Largo hace un mes: que los restos que creía de su hermano Luis, no eran de él y que, por el ADN que arrojan, tampoco se sabe de quién son.

Tal como Mariela y los hermanos Olivares, Eliana hizo su duelo con un cuerpo equivocado. Pero en su situación hay un dato que escandaliza: la identificación de su hermano fue una de las tres cuestionadas en el Informe Glasgow ya desde 1995. Por los errores en el proceso inicial y por todo el tiempo en que la información se mantuvo oculta, Eliana demandó al Fisco por falta de servicio en dos oportunidades. El 2008 la jueza del 21º Juzgado Civil, Patricia Castro, dictaminó como indemnización $10 millones para ella y otros $ 10 millones para su hermana. Eliana apeló y hoy -que los resultados de Glasgow se confirman- el Consejo de Defensa del Estado busca un avenimiento. Todo esto, dice, ha sido otra “bofetada”.

Próximamente, el ministro Solís citará a 15 familias para informarles lo mismo que a Eliana: que los restos sólo han arrojado ADN mitocondrial. Esto, según lo explica la doctora Jiménez, sucede por el paso del tiempo.

– Es lo que siempre sospechábamos: el ADN está fragmentado y no está rindiendo información genética suficiente para comparar. Además, la complejidad de estas identificaciones la ofrece también la historia de los hechos: la manera en que las víctimas fueron asesinadas, ocultadas y dispuestas en fosas clandestinas. Eso también determina lo que se pueda lograr o no. Entonces, lo que podemos decirle a la familia Largo Vera es que en estos 45 restos identificados no está su ser querido y el que le entregaron no era el suyo, pero no sabemos si puede estar en el resto -explica Jiménez.

Como en la mayoría de los casos los padres están muertos, los perfiles genéticos de las familias se armaron con muestras sanguíneas de familiares vivos (hermanos, hijos, primos, tíos). Lo que hará tribunales ahora será exhumar cadáveres de los padres para extraer una muestra de resto óseo, a la que se le apliquen los exámenes de ADN en Texas, para así completar un perfil genético de la familia más rico. “En la medida que tengas más información genética, más posibilitas que se compare entre perfiles”, dice Jiménez.

Aquella solución podría determinar una identidad, pero también puede fallar. Sobre todo porque además de aquellos restos que sólo arrojan ADN mitocondrial hay otros que no han arrojado ADN de ningún tipo. Y dos –que corresponden a los bolivianos cuyas familias se restaron del proceso- de los cuales jamás se tendrá certezas.

A las 23 familias de las víctimas cuyos restos aún no arrojan ADN, el ministro Solís las citó a una reunión el miércoles 20 de julio. Junto a la doctora Jiménez, les explicó que para ellos todavía no hay noticias. Entonces, una señora viejita, de pelo cano, preguntó donde estaba el chaleco de su hermano.

– Porque cuando lo identifiqué él estaba con un chaleco de lana que le había tejido yo. A mí el chaleco me sirvió para identificarlo y tal vez pueda ayudar ahora. Porque tiene que estar ahí, señor ministro, porque a mí me preguntaron si quería llevármelo… Pero yo les dije que no, que lo dejaran en la tumba, o si no me iba llorando.


Patio 29 Tras la cruz de fierro (LIBRO)

Fuente :ocholibros.cl sin fecha

Categoría : Otra Información

El Patio 29 solía destinarse a la sepultación de indigentes, pacientes iquiátricos y personas que morían sin ser identificadas (NN). Sin embargo, entre septiembre de 1973 y enero de 1974, sus tumbas se utilizaron para ocultar como NN a víctimas de la represión. Javiera Bustamante y Stephan Ruderer reconstruyen la dolorosa historia del lugar, valiéndose de testimonios de los familiares de detenidos- desaparecidos, cartas, documentos y otras fuentes. El libro da cuenta, igualmente, del arduo proceso de identificación y entrega de los cuerpos, así como de las irregularidades que caracterizaron estas diligencias. Las potentes fotografías que ilustran el volumen fueron realizadas por la artista visual Mara Daruich.

Bustamante, Javiera; Ruderer, Stephan