Fecha Detención : 06-10-1973
Lugar Detención : Santiago
Actividad Política : Juventudes Comunistas (JJCC)
Actividad : Obrero
Estado Civil e Hijos : Soltero
Nacionalidad : chilena
Relatos de Los Hechos
Fuente :Vicarìa de la Solidaridad
Categoría : Antecedentes del Caso
Rut : 42.890 San Miguel
F.Nacim. : 19-06-47, 26 años a la fecha de su detención
Domicilio : Alcalde Pedro Alarcón 324, Población La Legua, San Miguel, Santiago.
E.Civil : Soltero
Actividad : Obrero
C.Repres. : Militante de las Juventudes Comunistas; ex dirigente poblacional
F.Detenc. : 6 de octubre de 1973
SITUACION REPRESIVA
Celedonio de las Rosas Sepúlveda Labra, soltero, obrero, militante de las Juventudes Comunistas, fue detenido el 6 de octubre de 1973, alrededor de las 09:00 de la mañana, por funcionarios del Servicio de Investigaciones que vestían uniformes de enfermeros, cuando, junto a otras cuatro personas, intentaba asilarse en la Embajada de la República de Argentina, saltando un muro colindante a un patio interior del Hospital San Borja.
Ese día, ingresaron al plantel hospitalario, por la puerta principal y en distintos momentos, Celedonio Sepúlveda, los hermanos Eduardo y Abelardo Jesús Quinteros Miranda, Raúl Buridán San Martín Barrera y Samuel Riquelme Cruz, quien hasta el 11 de septiembre de 1973 se desempeñaba como Subdirector de Investigaciones y quien fuera el único sobreviviente del grupo. Se encontraba observando Juan Castro Fuentes cuñado de Raúl Buridán San Martín -había llegado momentos antes con el fin de ayudar a asilarse a su familiar- quien se encontraba a distancia de los ya nombrados. Castro Fuentes recuerda que no habían pasado más que unos momentos cuando escuchó disparos, alcanzando a ver a Raúl Buridán San Martín en el suelo -no sabe si herido o no- y a otros dos jóvenes a quienes no les distinguió el rostro. Desde las ambulancias vio salir personas vestidas de enfermeros que disparaban directamente sobre el grupo que pretendía asilarse. No vio más porque, dada la situación, debió abandonar el lugar.
Estos hechos tuvieron como resultado la muerte de Eduardo Quinteros Miranda, cuyo cuerpo fue encontrado posteriormente en el Canal San Carlos con heridas de bala tóraco-abdominales, habiendo ingresado al Instituto Médico Legal enviado por la Fiscalía Militar, el 11 de octubre de 1973. Celedonio Sepúlveda Labra, Raúl Buridán San Martín y Abelardo Quinteros Miranda, permanecen hasta el día de hoy en calidad de detenidos- desaparecidos. Por su parte, Samuel Riquelme Cruz fue detenido y sometido a proceso. Mientras éste aún se encontraba arrestado, el proceso por la muerte de Eduardo Quinteros fue sobreseído sin que el Tribunal citara a declarar al único sobreviviente de los hechos, (mayores antecedentes de esta causa verlos en el caso de Abelardo Quinteros Miranda).
Samuel Segundo Riquelme Cruz, en declaración jurada prestada en 1990, señaló que el 6 de octubre de 1973 se encontraba en el interior del Hospital San Borja, apostado a un costado de la Parroquia que allí había, junto a dos jóvenes que no conocía. Uno de ellos se le acercó -después de reconocerlo- y le preguntó cómo lo iba a hacer para asilarse. Comentaron la situación y luego se dirigieron hacia una muralla alta, la que debían franquear para ingresar a la Embajada Argentina. En esos momentos -agrega el testigo- aparecieron civiles armados que comenzaron a disparar. Samuel Riquelme logró escapar del lugar e ingresó a una de las oficinas del Hospital, solicitando ayuda. Hasta esa sala llegaron dos civiles a quienes el declarante ubicaba. Uno de ellos trabajaba en el aparato de seguridad de Carabineros, y el otro era un fotógrafo de Investigaciones. Riquelme Cruz no recuerda sus nombres.
Los agentes procedieron a detener al declarante y lo condujeron hasta donde se encontraban los dos jóvenes con los cuales se pretendía concretar su asilo. Estos permanecían en el suelo. Al poco rato se hizo presente un furgón de Carabineros, en el que los trasladaron hasta la Comisaría situada en calle San Isidro. Hasta ese recinto policial llegó Ramón Esquivel, Oficial de Carabineros que trabajaba en el aparato de inteligencia institucional, ordenando que el testigo fuera llevado a tortura.
Recién ingresados a la Comisaría, los detenidos fueron dejados en un patio. Un carabinero observó que había sangre y dijo "hay un herido". Otro policía contestó "de qué te preocupas si a éstos los vamos a matar de inmediato". Sólo entonces el declarante se percató de que uno de los jóvenes estaba herido. Samuel Riquelme fue sometido a aplicación de corriente eléctrica y, al tercer día, fue sacado del recinto policial y conducido a distintos lugares de reclusión: Academia de Guerra Aérea, Estadio Nacional, Estadio Chile, Penitenciaría, entre otros. Procesado y sobreseído, salió expulsado del país el 3 de septiembre de 1975.
Celedonio Sepúlveda Labra permanece en calidad de desaparecido desde el 6 de octubre de 1973, día que fue detenido por efectivos de Investigaciones.
GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS
El 2 de febrero de 1977 se interpuso una denuncia por presunta desgracia del afectado ante el 2° Juzgado del Crimen de San Miguel, la que fue rolada con el N°21.174-1. La causa fue sobreseída temporalmente el 22 de septiembre de 1977.
Los antecedentes antropomórficos de Celedonio de las Rosas Sepúlveda Labra fueron anexados a la causa 4449-AF del 22 Juzgado del Crimen de Santiago, por el delito de inhumación ilegal, en el Patio 29 del Cementerio General, de personas no identificadas muertas entre septiembre y diciembre de 1973. El Juez Instructor de la causa ordenó la excavación de 108 tumbas en septiembre de 1991. De allí se exhumaron 125 cuerpos, los que fueron remitidos al Instituto Médico Legal. En la actualidad (fines de 1992) se está a la espera de los informes periciales de identificación.
En medio de la crisis y a 46 años de la detención por agentes del Estado se recuperan los restos de Celedonio Sepúlveda Labra
Fuente :elmostrador.cl 25 noviembre, 2019
Categoría : Prensa
Celedonio Sepúlveda, militante de las Juventudes Comunistas durante el período de la Unidad Popular y dirigente territorial de la población La Legua, fue detenido desaparecido el 6 de octubre de 1973 por la dictadura. A 46 años de su desaparición forzada, sus restos fueron finalmente identificados y entregados a sus familiares, quienes, este domingo 24 de noviembre, mediante una ceremonia en el Cementerio General, les dieron sepultura.Este domingo 24 de noviembre, mediante una ceremonia en el Cementerio General, fueron enterrados los restos de Celedonio Sepúlveda Labra, militante de las Juventudes Comunistas y dirigente territorial de la población La Legua.
Ahora, en circunstancias que el país vive la más profunda de las crisis desde que se recuperó la democracia y 46 años después de su detención forzada, los restos de Celedonio finalmente fueron identificados y entregados a sus familiares.
El 6 de octubre de 1973, Celedonio Sepúlveda, junto a Abelardo Quinteros, Eduardo Quinteros y Raúl San Martín, acompañaban a Samuel Riquelme, subdirector de Investigaciones durante la Unidad Popular, quien se dirigía a asilarse en la Embajada Argentina. Celedonio era parte del grupo de protección de Riquelme, siendo detenidos por los policías, los que –según declaraciones judiciales– se hicieron pasar por enfermeros.
El hallazgo de un detenido desaparecido en medio de la primavera chilena
Fuente :theclinic.cl 28/11/2019
Categoría : Prensa
“Quédate, acá no te va a pasar nada”. La última vez que lo vieron, las hermanas de Celedonio Sepúlveda Labra le pidieron que se quedara con ellas, pero él se negó: no quería involucrar a su familia. Militante comunista, había ido a despedirse de ellas antes de caer detenido en una tarea que le había encomendado el partido. Hoy, 46 años después, sus restos son velados en la población La Legua, donde nació, se crió y combatió para el golpe militar.“El Chelo”, como conocían todos a Celedonio Sepúlveda Labra, nació el 19 de junio de 1947. Era el séptimo de ocho hermanos, el menor de los hombres. Violeta, la sexta, era dos años mayor, y hoy lo recuerda sentada en la Junta de Vecinos de la población, vestida de blanco, mismo color de su pelo y mismo color de la ropa de toda la familia que lo está despidiendo. “Era tranquilo, amoroso, buen tío con las sobrinas que alcanzó a conocer. Le gustaba el ají, como a todos los Sepúlveda, los porotos y la sopa de cabellos. La música de izquierda, Víctor Jara, Quilapayún. Muy caballero a pesar de que no tuvo grandes estudios, andaba siempre de terno y corbata”, dice ella, explicando que solo completó hasta quinto de primaria ya que, al morir el papá, quedaron a la deriva. Con el paso de los años aprendió a soldar e hizo el servicio militar en Punta Arenas. También, al crecer, comenzó a frecuentar el local del Partido Comunista, donde había mesa de pimpón, jugaban a la pelota y se juntaba con otros jóvenes del barrio.Vladimir Salamanca Morales, secretario político del comunal César Cerda del Partido Comunista, fue uno de sus compañeros de filas, pero también de crianza. Tanto la familia de Celedonio como quienes lo conocieron, afirman que se crio con la familia Salamanca, esperando todos los días con ansias el pan amasado que preparaba la madre de esa casa. Vestido con su camisa amaranto, típica de “la Jota”, recuerda que el Chelo ingresó al partido en 1965, para la campaña presidencial de Salvador Allende. Permeado por lo que sucedía en el mundo, como la Revolución Cubana o la invasión norteamericana a Vietnam, se fue formando políticamente. Leía libros, iba al cine, era malo para la pelota, pero igual jugaba fútbol en el club deportivo Estrella Roja, para juntar la plata que necesitaban para comprar una casa para el partido, la misma que sigue funcionando hasta el día de hoy como sede.
En el verano del 67’ se hizo la marcha por la paz en contra de la intervención a Vietnam, donde fue destacado con una medalla de la República de Vietnam por haber hecho el recorrido de las dos semanas completo y de manera correcta, lavando la loza, respetando los turnos, pintando los murales desde Valparaíso a Santiago. Trabajó durante tres años en el diario El Siglo e integró la Comisión Nacional Campesina de la Jota.
En plena campaña presidencial de Salvador Allende, se dio la instrucción de crear brigadas juveniles de propaganda que llenaran los muros de rayados, dibujos y colores. Paul era el encargado de formarlas, y cuando llegó a La Legua a reclutar compañeros, conoció a Chelo. Juntos se fueron al norte, La Serena y Coquimbo, en un grupo que lideraba Paul y que miraba con respeto y admiración a Chelo, el mayor de todos. Una de las cosas que más lo marcaban, según quienes compartieron militancia con él, era su profundo sentido de clase. “Se entregó totalmente a la causa y no me extraña que haya entregado su vida en una misión del Partido. Nunca echó pie atrás por el peligro, siempre fue muy consecuente”, recuerda hoy Paul, mientras de fondo se escucha el himno de las Juventudes Comunistas que da inicio al acto político cultural que le rendirá homenaje a Celedonio en su velorio. Ganó Allende y Chelo comenzó a trabajar como instructor de la Reforma Agraria, cuenta su hermana. “Un día le preguntaron si iba a ir donde los huasos, pero él los corrigió de inmediato diciendo que eran campesinos, no huasos. Nunca ofendió a nadie”. Un tiempo antes del golpe de Estado, él decide dejar su casa. Hoy, una sobrina cree que quizás él ya sabía lo que se venía y quería proteger a su familia.
El 11 de septiembre Violeta sentía pasar los aviones por encima de ella cuando su cuñado le dijo que había un golpe de Estado. “Yo salí y altiro pensé en el Chelo y me asusté”, dice. La historia cuenta que ese día hubo dos lugares con resistencia armada: La Moneda y la población La Legua. Habían recibido a la columna de militantes del GAP que venía desde Indumet. Se dio la posibilidad a los habitantes de salir del sector, porque quedarse era peligroso, pero Chelo no se movió, y como había hecho el servicio militar, prestó una ayuda fundamental para la resistencia.
El último día que Vladimir lo vio fue el 13 de septiembre de 1973: “en La Legua hubo control popular y había que hacer que los almacenes y las panaderías funcionaran. Junto al Chelo y dos compañeros fuimos a pedirles a los trabajadores que hicieran funcionar la cosa, ordenamos las filas y la gente nos apoyó. Ahí estuvo él, fusil en mano”. Sin embargo, el 16 de septiembre fueron los allanamientos masivos, donde muchos pobladores fueron a parar al Estadio Nacional, a la Cárcel Pública y a distintos puntos del país. Cuando Celedonio se fue a despedir y sus hermanas le pidieron que se quedara, les contó que tenía la tarea de asilar a alguien importante en una embajada y que si no daba
señales en unos meses o un año, era porque había muerto. Fue la última vez que lo vieron. La tarea había sido encomendada a cuatro jóvenes militantes de La Jota: los hermanos Eduardo y Abelardo Quinteros Miranda, Raúl San Martín Barrera y Celedonio Sepúlveda Labra. Tenían que asilar en la embajada de la República Argentina a Samuel Riquelme, quien había sido Subdirector de Investigaciones para el gobierno de Salvador Allende. El 6 de octubre de 1973, alrededor de las nueve de la mañana, los cinco cayeron detenidos en manos de funcionarios del Servicio de Investigaciones vestidos de enfermeros, mientras intentaban pasar desde el antiguo Hospital San Borja a la embajada, mediante un muro colindante. Por su cargo, Samuel Riquelme fue separado de los compañeros, estuvo preso en distintos centros y en 1975 partió al exilio. La suerte de Chelo y sus tres acompañantes fue distinta: los cuatro pasaron a formar parte de la lista de Detenidos Desaparecidos que dejó la dictadura militar chilena. Un año después, siguiendo las instrucciones que había dado su hermano menor, Carlos fue a la Vicaría de la Solidaridad para denunciar su desaparición. Fue él quien asumió la tarea de la búsqueda, que se alargó por decenas de años y que no pudo terminar, ya que falleció antes de que se encontraran los restos de Chelo. “Mi hermano lo buscó harto, preguntando por todos lados. Yo también fui a varias partes, a todos los lugares donde ayudaban a buscar detenidos desaparecidos”, recuerda Violeta. Dice que siempre pensaron que volvería, incluso soñaba que lo veía en la esquina, mientras ella estaba en la puerta de su casa en La Legua. Corrían y se abrazaban, pero su marido la despertaba, porque ella lloraba mientras dormía. “No sueñes tanto, si te apuesto que el Chelo está en Rusia bailando a lo ruso, o en Cuba con Fidel Castro tomando un cuba libre”, le decía para distraerla. Violeta mantuvo la esperanza durante veinte años, pero después la perdió. Pensaba que lo habían tirado al mar o que lo habían quemado, que nunca lo iban a encontrar. “Hace tres meses encontraron a su compañero, Abelardo, y yo pedí que apareciera antes de que yo muriera”.El teléfono sonó. La asistente social llamó a las tres hermanas que quedan vivas, Leonor, Violeta y Teresa, y les explicó que tenían que ir a conversar con el ministro Carroza. Violeta pensó que les iban a volver a decir que estaban haciendo todo lo posible para encontrarlo; nunca imaginó que ya había aparecido. Se demoraron en identificarlo, tuvieron que abrir la tumba de la mamá para extraer un hueso y compararlo junto a la sangre que habían dado sus hermanos. Los estudios fueron hechos en Australia, en una investigación que duró muchos años, desde 1991 cuando se descubren los cuerpos en el Patio 29 del Cementerio General. “Fue doloroso, cuando vi todos sus huesitos y la señora estaba explicando qué pasó con él. Nos mostró unos hoyitos. Pensé ¿cómo pueden ser tan desgraciados? ¿Por qué no lo mataron de un balazo y ya? ¿Por qué lo balearon por todas partes? Ahí sí que me dolió harto. Había que tomar sus huesitos y meterlos al cajoncito, pero yo no pude”, recuerda sentada en la sede, a unos cuantos metros de un pequeño cajón de madera, cubierto con la bandera del Partido Comunista, donde están ahora los últimos vestigios del hermano que tanto buscaron.Violeta dice que va a morir tranquila, sin pensar donde estará, si habrá sufrido, si lo habrán torturado. Hoy, muchas de sus preguntas por fin tienen una respuesta. “Mi mamá antes de morir lo llamaba. Nunca supo que su hijo había desaparecido. El golpe fue en septiembre, el 6 de octubre de 1973 cayó mi hermano y mi mamá murió el 21 de febrero del 74, con la esperanza de que el Chelo volviera”. Murió esperando, igual que sus otros cuatro hermanos, igual que tantas familias en Chile. Mientras conversa con sus sobrinas, nietas y demás familiares, Violeta cuenta una de las tantas historias con las que ha ido traspasando a las generaciones la figura de su hermano, para que nunca se olvide: “Un día le pregunté si creía en Dios. Me respondió que sí creía que hubo un hombre que vino a revolucionar el mundo: Jesucristo. Me dijo que él había sembrado la paz, la tranquilidad, y había enseñado que todos somos iguales. ‘Para mí, hermana, somos todos iguales. Como dice usted, todos somos hijos de Dios’, dijo. Me preguntaba por qué algunos hombres se sacaban la mugre trabajando por una miseria mientras que otros, sentados en una oficina, se hacían millonarios. No era justo, me decía. ¿Dónde está Dios ahí? Y yo no sabía qué contestarle, si él tenía razón”. La sala está repleta. Compañeros de partido, vecinos, autoridades y familiares están reunidos para despedir, 46 años después, al Chelo. Manuel García y Luis Le-Bert le dedican unas canciones a capella. Las palabras ante el micrófono resuenan en las paredes y tienen un punto de encuentro: Celedonio ha vuelto a La Legua después de tantos años, justo en medio de la revuelta social que ha tenido a Chile durante un mes y medio ante la atención del mundo. El 18 de octubre, cercano a la fecha de desaparición de Chelo, cientos de jóvenes evadieron el metro de Santiago y abrieron los ojos de todo un país. Desde ese momento hasta ahora, la familia y compañeros de Chelo, lo ven a él en cada uno de los jóvenes que está en la calle, luchando, ayudando, tirando piedras y corriendo del guanaco. Violeta se ha sentido ansiosa, con miedo, no por ella, sino que por sus nietos y sus hijos. Siente que carabineros y militares no respetan a nadie. Se imagina un nuevo golpe de Estado y no puede parar de llorar. La noche anterior no pudo dormir, dice, no se podía quedar dormida para el día tan importante que venía: recibir a su hermano en la población que lo vio nacer. Tenía que estar lista para su llegada. El día anterior había ido a la marcha de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, que hacen todos los viernes alrededor de La Moneda. “Nunca había ido, fue la primera vez y desde ahora voy a ir siempre. Sin falta. Por mi hermano”.
Y mientras en el país "normal": Sepultan los restos de joven detenido desaparecido en dictadura que intentó asilarse en embajada Argentina
Fuente :CAMBIO21.CL 25/11/2019*
Categoría : Prensa
Este domingo 24 de noviembre, en una emotiva ceremonia en el Cementerio General, fueron enterrados los restos de Celedonio Sepúlveda Labra, en la foto, joven militante comunista y dirigente territorial de la población La Legua, San Joaquín, detenido desaparecido el 6 de octubre de 1973 por los agentes de la Policía de Investigaciones, en circunstancias donde con grupo de jóvenes pobladores buscaban asilarse en la Embajada de Argentina.
Sepúlveda y otras cuatro personas, intentaba asilarse en la embajada trasandina, ubicada en Vicuña Mackenna, saltando un muro colindante a un patio interior del antiguo Hospital San Borja.
Ese día, ingresaron al plantel hospitalario, por la puerta principal y en distintos momentos, Celedonio Sepúlveda, los hermanos Eduardo y Abelardo Jesús Quinteros Miranda, Raúl Buridán San Martín Barrera y Samuel Riquelme Cruz, quien hasta el 11 de septiembre de 1973 se desempeñaba como Subdirector de Investigaciones y quien fuera el único sobreviviente del grupo.
Se encontraba observando Juan Castro Fuentes cuñado de Raúl Buridán San Martín -había llegado momentos antes con el fin de ayudar a asilarse a su familiar- quien se encontraba a distancia de los ya nombrados. Castro Fuentes recuerda que no habían pasado más que unos momentos cuando escuchó disparos, alcanzando a ver a Raúl Buridán San Martín en el suelo -no sabe si herido o no- y a otros dos jóvenes a quienes no les distinguió el rostro. Desde las ambulancias vio salir personas vestidas de enfermeros que disparaban directamente sobre el grupo que pretendía asilarse. No vio más porque, dada la situación, debió abandonar el lugar.
Celedonio Sepúlveda, conocido como "El Chelo", nació un 19 de junio de 1947, realizó sus estudios en la Escuela N°53 de La Legua donde hoy funciona el Cesfam Arturo Baeza, y posteriormente en la Escuela Huemul del Barrio Franklin.
El 06 de octubre de 1973 Celedonio junto a sus amigos Abelardo Quinteros, Eduardo Quinteros, y Raúl San Martín, acompañan Samuel Riquelme, subdirector de investigaciones durante la Unidad Popular, quien se dirigía asilarse en la Embajada Argentina, y estos jóvenes eran parte de un grupo de resguardo siendo detenidos por agentes de civil de la dictadura militar.
Celedonio Sepúlveda Labra permaneció en calidad de desaparecido desde el 6 de octubre de 1973, día que fue detenido por efectivos de Investigaciones.