Fecha Detención : 28-08-1975
Lugar Detención : Santiago
Actividad Política : Partido Comunista (PC)
Actividad : Tornero mecánico
Estado Civil e Hijos : Casado, 2 hijos
Nacionalidad : chilena
Relatos de Los Hechos
Fuente :informe corporación
Categoría : Antecedentes del Caso
Rut : 6.021.539 de Santiago
F.Nacim. : 01-10-51, 23 años a la fecha de su detención
Domicilio : Los Nácares N°914, Población Santa Elena, Parcela 35, La Cisterna, Santiago
E.Civil : Casado, padre de dos hijos
Actividad : Se desempeñaba como tornero mecánico en la Industria "Arnat".
C.Repres. : Militante del Partido Comunista
F.Detenc. : 28 de agosto de 1975
SITUACION REPRESIVA
Miguel Angel Rodríguez Gallardo, casado, dos hijos, tornero, militante del Partido Comunista, (apodado "Quila Leo"), salió de su domicilio el día 28 de agosto de 1975, alrededor de las 07:00 horas de la mañana, en dirección a su trabajo ubicado en calle Víctor Manuel N°1854 de la capital.
Sin embargo, nunca llegó a dicho lugar, pues fue detenido en el trayecto por efectivos de los Servicios de Inteligencia del Gobierno, desconociéndose las circunstancias de su arresto.
Una semana antes, esto es, el día 21 de agosto de aquel año, el afectado regresó a su domicilio alrededor de las 23:00 o 24:00 horas, luego de una ardua jornada de trabajo. Se veía muy agitado, y ante las preguntas de su esposa, le confidenció que en el trayecto había sido seguido por unos desconocidos que con certeza pertenecían a los Servicios de Seguridad, dado que había tomado conocimiento que un mes antes había sido detenido un amigo y sospechaba que podía haberlo denunciado.
Miguel Angel Rodríguez pasó aquella semana muy sobresaltado y nervioso, asegurando a su esposa que estaba siendo vigilado.
Luego de ocurrido el desaparecimiento del afectado, el 13 de septiembre de 1975, alrededor de las 02:00 hrs. de la madrugada, irrumpieron en su domicilio cuatro sujetos fuertemente armados con ametralladoras, dos de los cuales vestían mantas largas y delgadas boinas negras, y uno usaba el uniforme correspondiente a los efectivos de la Fuerza Aérea de Chile.
Los agentes se identificaron como "policías", ingresaron al inmueble y sin exhibir orden alguna procedieron a allanar minuciosamente la morada, registrando todas sus dependencias. Simultáneamente preguntaron a Rosalba Mendoza Morales -cónyuge del afectado- por su esposo, respondiéndole que hacía días que nada sabía de él. Uno de los sujetos le contestó entonces "desde el 28 que no sabe nada".
A continuación, los agentes se dirigieron al antejardín de la casa y comenzaron a excavar en diferentes lugares, buscando supuestas armas, las que por cierto no encontraron.
Una vez que los sujetos procedían a retirarse, la señora Mendoza se asomó hacia la calle, pudiendo percatarse que se había efectuado un gran despliegue de efectivos de seguridad, para tal operativo. Pudo divisar 6 automóviles: cuatro de marca Peugeot y otros dos de color oscuro, más 2 furgonetas de color blanco y un furgón de Carabineros, todos con individuos en su interior y otros tantos apostados en la calle, rodeando la manzana.
Antes de partir, los agentes expresaron a la testigo que no se preocupara, que le harían llegar a su esposo, evidenciando que ellos lo tenían aprehendido.
Otros dos testigos presenciales vecinos del sector, le habrían manifestado a la señora Mendoza, haber visto a Miguel Angel Rodríguez, conducido por los aprehensores, en los momentos en que era llevado e introducido a una de las furgonetas.
Tiempo después, en declaración jurada, Juan Sepúlveda Arancibia, relataría haber sido detenido el 8 de octubre de 1975, por dos sujetos armados, vestidos de civil, los que en una citroneta furgón lo trasladaron hasta un recinto secreto de detención y tortura a cargo de la FACH, que el testigo posteriormente identificaría como un inmueble ubicado en la calle Perú N°9.053, Paradero 18 de Vicuña Mackenna, que sus aprehensores mencionaban como "Nido 18", en cuyo interior fue interrogado y salvajemente torturado.
Estando en dicho recinto -acotó el testigo- pudo reconocer positivamente la voz de Miguel Angel Rodríguez Gallardo -a quien conocía desde antes- cuando éste exclamaba "si alguno de nosotros sale con vida de aquí, sepa que Carol Flores fue quien nos delató". Acomodando su difícil posición, Juan Sepúlveda pudo ver al afectado; estaba esposado y engrillado, parecía un esqueleto con ropas y su cara era "una calavera con piel".
Con posterioridad, el testigo fue trasladado a otro recinto -el que en concordancia con otros antecedentes corresponde a la Base Aérea de Colina, conocida como "Remo Cero"- donde también pudo ver a Miguel Angel Rodríguez, quien se veía más repuesto, conversaba con uno de sus guardias, el que le proponía si quería hacerse cargo de la escoba, para efectuar trabajos de aseo.
La permanencia del afectado en la Base Aérea de Colina fue también confirmada por las declaraciones juradas prestadas por Matías Delgadillo Navarro, quien fuera detenido por un grupo de agentes que se identificaron verbalmente como integrantes de la Fuerza Aérea, y entre los que se encontraba Carol Flores Castillo, ex militante comunista que fuera detenido por los Servicios de Seguridad -comenzando luego a colaborar con los mismos- hoy detenido desaparecido.
Por su parte, en el Informe elaborado por la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, creada con el fin de investigar y dar a conocer al país las más graves violaciones a los Derechos Humanos, cometidas entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990), se expresó que: "el 28 de agosto de 1975 fue detenido en la vía pública, por un grupo de agentes de seguridad que pertenecían al Comando Conjunto. Permaneció en Hangar Cerrillos, en Nido 20 y Nido 18, lugar donde fue torturado. En octubre de 1975, la víctima fue trasladada a la Base Aérea de Colina. Por antecedentes recibidos por esta Comisión se pudo determinar que tiempo después del Año Nuevo 1975-1976, el afectado y otros detenidos fueron introducidos en vehículos que llevaban utensilios para cavar, armas y varios litros de combustible, partiendo con rumbo desconocido. Alrededor de tres horas después regresaron los vehículos, con las palas y chuzos sucios con tierra, sin el combustible y con los cargadores de las armas vacíos. A los pocos días se supo que todos los detenidos habían sido asesinados en los terrenos militares de Peldehue. Los cadáveres de las víctimas habrían sido quemados y después enterrados clandestinamente en ese lugar".
Los antecedentes a que alude el precedente informe, se refieren a los testimonios prestados por el ex-miembro de la Fuerza Aérea e integrante del autodenominado Comando Conjunto, Andrés Antonio Valenzuela Morales, los que han permitido reconstruir, en parte, lo que fue la gestación y actuar de esta asociación ilícita, dotada de los medios materiales y con las garantías del anonimato y la impunidad, para actuar en forma delictiva y en abierta violación a derechos humanos fundamentales.
En efecto, expresó Andrés Valenzuela en su declaración jurada de 28 de agosto de 1984, que aproximadamente en septiembre de 1975 cayó detenido el "Quila Leo", quien había sido ex-grumete de la Armada y al que identifica inequívocamente por la fotografía que se le exhibe como Miguel Angel Rodríguez Gallardo.
Señaló el declarante haber conversado muchas veces con el afectado, pues estuvo mucho tiempo recluido, habiendo permanecido en los recintos secretos de detención y tortura utilizados por el Comando Conjunto, cuales fueron un hangar situado en el interior del Aeropuerto Cerrillos, un inmueble ubicado en Santa Teresa N°037, Paradero 20 de la Gran Avenida, conocido como "Nido 20", un inmueble situado en calle Perú N°9.053, Paradero 18 de Vicuña Mackenna, llamado "Nido 18", y un recinto ubicado al interior del Regimiento de Artillería Antiaérea de la FACH, en Colina, conocido como "Remo-Cero" o "La Prevención".
Estando en este último recinto -continuó relatando Andrés Valenzuela- aproximadamente a fines de 1975 o comienzos del 76, llegó a la Base Aérea una citroneta furgón AK-6, en el que introdujeron a varios detenidos, entre ellos Miguel Angel Rodríguez Gallardo, y en el que pusieron chuzos, palas y un bidón grande con combustible. Como agentes en esta operación participaron el soldado Guillermo Bratti Cornejo, los civiles Carol Flores Castillo y César Luis Palma Ramírez ("Fifo") y otros agentes de las otras instituciones armadas, que se movilizaban en otro vehículo.
Los agentes regresaron al cabo de una cuatro horas, relatando uno de ellos a Valenzuela que los detenidos habían sido asesinados en los terrenos militares de Peldehue.
Por su parte, al testigo le correspondió quemar los documentos de identidad y los efectos personales de los afectados.
Para mayores antecedentes relativos al Comando Conjunto, a la luz de las declaraciones vertidas por Valenzuela Morales, véase la Ficha que relata las circunstancias de la detención y posterior desaparecimiento del militante del Partido Comunista, ignacio Orlando González Espinoza.
Finalmente, deseamos expresar que en separata publicada en la Revista "Cauce", en la semana del 23 al 29 de julio de 1985, Andrés Valenzuela se refirió en los siguientes términos a Miguel Angel Rodríguez Gallardo: "fue un prisionero al que llegué a admirar por su valor, fue respetado incluso por los mismos jefes nuestros, por su inteligencia, por su hombría. Murió por sus convicciones. Pensó que lo que hacía estaba bien. Nunca dijo una palabra a pesar de haber sido torturado muy duro, durante casi 4 meses. Nunca lo pudimos quebrar, en ninguna circunstancia, ni mental ni físicamente. Estuvo en un armario vendado; para que no se le fuera la mente buscaba dibujos en las tablas, se imaginaba situaciones. Estuvo tanto tiempo vendado, que llegó a desarrollar los sentidos del oído y del olfato más que nosotros. El cayó detenido poco antes de que florecieran los árboles y en el "Nido 20" había árboles, y un día nos dijo: "yo sé donde estoy, en el paradero 20 de la Gran Avenida, la sirena que suena y que da la hora yo la conozco". Parece que en su juventud había sido bombero en esa compañía. También reconoció el silbato de una fábrica que había por allí. El escuchaba y sacaba cuentas".
"Antes de eso lo tuvimos en un hangar, en Cerrillos, en el lado civil del Aeropuerto. Allí un día nos dijo que estaba detenido en Cerrillos. Nosotros le expresamos "¿cómo lo sabes?, puede ser Pudahuel o la Base Aérea El Bosque". "No" -dijo- "escucho todos los días las indicaciones que da la torre de control, y nunca han dado la salida de un avión de combate ni tampoco de pasajeros; tiene que ser Cerrillos. Así nos fuimos haciendo amigos de él. Cuando lo llevamos a Colina estuvo perdido un tiempo. Sabía que era un lugar donde se hacía instrucción, que era un Regimiento, porque escuchaba los conscriptos en la mañana, que trotaban y cantaban".
Hasta la fecha, Miguel Angel Rodríguez Gallardo permanece desaparecido.
GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS
El 2 de septiembre de 1975, se interpuso un recurso de amparo en favor de Miguel Rodríguez Gallardo, ante la Corte de Apelaciones de Santiago, el que fue rolado con el N°1066-75.
Con los informes negativos respecto de la detención del afectado, remitidos a la Corte por el Ministerio del Interior y las Direcciones de Inteligencia Nacional (DINA); de la Fuerza Aérea (DIFA) y de Carabineros (DICAR), el recurso fue rechazado.
Con fecha 13 de noviembre de 1975, Rosalba del Carmen Mendoza Morales -cónyuge del afectado- interpuso, ante el Tercer Juzgado del Crimen de Santiago, una querella por los delitos de arresto ilegal e incomunicación indebida cometidos en la persona de su esposo Miguel Angel Rodríguez Gallardo, en contra de los que resultaren responsables.
Luego que compareciera la querellante, indicando que la detención del afectado ha ocurrido necesariamente en el trayecto a su trabajo, el que se verificaba por Gran Avenida, el Tribunal se declaró incompetente para seguir conociendo del proceso, ordenando la remisión de los antecedentes al 4° Juzgado del Crimen de San Miguel, por corresponder el sitio indicado a su territorio jurisdiccional.
El Tribunal mencionado aceptó la competencia y rolando la causa con el N°10.617, decretó despachar la correspondiente orden de investigar y la citación de dos testigos presenciales de los hechos, con fecha 9 de marzo de 1976.
Con fecha 12 de abril, el Tribunal decretó se oficiara al Instituto Médico Legal. Recibida la respuesta, el 18 de mayo, ésta fue negativa, respecto al ingreso del cadáver del afectado a dicho establecimiento.
El 30 de junio, se decretó pedir cuenta de las citaciones a los testigos ya aludidos, y de los Oficios enviados al Ministerio del Interior y de Defensa, al Comando de Aviación de Combate, Dirección General de Carabineros, y sin perjuicio que se reiteraran.
El 27 de julio de 1976, comparecen a la presencia judicial Manuel Adasme Carvacho y Carmen Navarrete Maureira, quienes dan fe que en la primera quincena de septiembre de 1975, en horas de la madrugada, se efectuó un gran operativo militar en el sector de sus domicilios, estacionándose uno de los vehículos frente a la casa habitación del matrimonio Rodríguez Mendoza, pero negaron el hecho de haber visto al afectado, siendo llevado por los efectivos que operaron, incluso uno de los testigos negó conocerlo.
El 17 de noviembre de 1976, el Subsecretario de Guerra del Ministerio de Defensa, Coronel Roberto Guillard Marinot, informó al Tribunal que "los arrestos que se practican en virtud de las facultades que confiere el estado de sitio se realizan de acuerdo a atribuciones centralizadas en el Ministerio del Interior. Si tales detenciones han sido practicadas en virtud de órdenes de autoridades jurisdiccionales militares, ya que estas son enteramente independientes del mando militar, el Tribunal debe dirigirse directamente a ellas. Esta situación ya ha sido expuesta por el señor Ministro de Defensa Nacional al señor Presidente de la I. Corte de Apelaciones".
Con igual fecha, el Ministro del Interior, General de División, Raúl Benavides Escobar, informó que en esta Secretaría de Estado no se registran antecedentes respecto de Miguel Angel Rodríguez Gallardo, ni se ha dictado orden o resolución alguna que le afecte.
El 25 de noviembre, el Tribunal dispuso que, sin perjuicio de su reiteración, se pidiera cuenta de los Oficios enviados a la Dirección General de Carabineros, al Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea y a DINAC.
Con fecha 30 de noviembre, el Director de Inteligencia del Ejército, General de Brigada, Héctor Orozco Sepúlveda, informó que en esta Dirección no existen antecedentes sobre la presunta detención del afectado.
El Jefe del Departamento de Servicios Policiales, Coronel de Carabineros Manuel Cazanga Pereira, informó que la persona consultada no ha sido detenida por Carabineros del área metropolitana en el mes de agosto de 1975, ni existen antecedentes relacionados con su actual paradero.
Con fecha 12 de enero de 1977, el Tribunal de Oficio dispuso oficiar a la SIFA, organismo dependiente de la FACH, a fin de que informe sobre el paradero del presunto desaparecido Miguel Angel Rodríguez Gallardo.
Con fecha 14 de enero se agregaron los informes al proceso:
El del Ministerio del Interior, el que luego de negar la detención del afectado por orden de esta Secretaría de Estado, expresó que este Ministerio, por razones exclusivamente de seguridad nacional, ha dispuesto que toda información relativa a personas arrestadas o presuntivamente detenidas, se canalicen a través de este Departamento de Estado.
Y el del Director de Inteligencia, de la Fuerza Aérea, General de Brigada Enrique Ruiz Bunger, quien expresó que el afectado no ha sido detenido por esta Dirección.
Se hace notar que no existe constancia en autos que la orden de investigar despachada a la Policía de Investigaciones, haya sido diligenciada.
Con fecha 4 de febrero de 1977 se declaró cerrado el sumario, y teniendo presente que no obstante haberse agotado la investigación no se ha justificado la perpetración del hecho denunciado, se sobreseyó temporalmente la causa, hasta que se presenten mejores datos de investigación.
Consultada esta resolución, fue aprobada por la Corte de Apelaciones de Santiago, el 8 de agosto de 1977.
Con fecha 27 de septiembre de 1985, el proceso por arresto ilegal e incomunicación indebida de Miguel Rodríguez Gallardo, fue remitida mediante Oficio al Ministro en Visita Extraordinaria, don Carlos Cerda Fernández, para ser tenida a la vista en la causa rol N°2-77, sustanciada por este magistrado.
Nos referiremos a continuación al mentado proceso.
Con motivo de la detención y desaparecimiento de 13 altos dirigentes de Partidos Políticos de izquierda, 11 de ellos del Partido Comunista y 2 del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) en noviembre y diciembre de 1976, y luego que los respectivos recursos de amparo interpuestos fueran rechazados, familiares de las víctimas solicitaron a la Excma.Corte Suprema la designación de un Ministro en Visita, con el fin de investigar tan irregular situación.
El Máximo Tribunal de la República ordena a la Corte de Apelaciones de Santiago que efectúe tal designación, la que recayó en el Ministro señor Guastavino, quien luego de requerir informe al Ministerio del Interior -quien informó que los afectados habían hecho abandono del país por un paso cordillerano, hacia la República Argentina- sobreseyó la causa.
Dicha resolución fue revocada por la Corte de Apelaciones de Santiago, al igual que en la segunda oportunidad en que se decretó un nuevo cierre del sumario.
Posteriormente y haciéndose cargo del proceso -conocido como "proceso de los trece"- el Ministro Carlos Letelier Bobadilla, que vino a subrogar al Ministro anterior, marcó la investigación por un carácter de incompleta, de ausencia de diligencias fundamentales y de negativas reiteradas a dar lugar a las peticiones de los desaparecidos y sus abogados, cerrando el sumario en agosto de 1978, "no pudiendo adelantarse en la investigación".
Dicha resolución fue impugnada por los abogados que hicieron ver al Ministro que sí podía adelantar en la investigación, por existir diligencias pendientes solicitadas y porque del estado del proceso surgirían otras por disponer. Fue así como el Ministro Letelier dejó sin efecto su propia resolución, decretando diligencias.
Más adelante, reasumiendo sus funciones, el Ministro Guastavino decretó sobreseimiento definitivo por aplicación del D.L.2.191 en diciembre de 1980. La Corte de Apelaciones, esta vez, revocó la resolución de cierre del sumario, y el propio Ministro en Visita dejó sin efecto el sobreseimiento decretado, por haberse omitido una formalidad legal. De esta manera continuó la tramitación.
Ya en el año 1983, se hizo cargo de la investigación por el "proceso de los trece" el Ministro señor Carlos Cerda Fernández, quien desde un primer momento se distinguió por su decisión de investigar judicialmente y por los medios legales los casos por desaparecimiento, por los que la Corte Suprema ordenó a la de Apelaciones en el año 1977, la designación de un Ministro en Visita.
El Ministro Cerda dictó cientos de diligencias, consistentes en citaciones de personas, reconocimientos de lugares y de personas, peritajes, revisión de expedientes criminales, despacho de Oficios recabando informes a servicios del Estado, a ramas de las Fuerzas Armadas, instituciones particulares y otros de vital importancia.
En suma recibió cerca de 200 testimonios de testigos presenciales de las detenciones de los afectados y de su reclusión en recintos clandestinos. Entre estos testimonios también se contaron los de miembros de las Fuerzas Armadas, que participaron en Servicios de Inteligencia, como asimismo de funcionarios de Carabineros y de Investigaciones. Igualmente se incluyen los testimonios de civiles que colaboraron con los Servicios de Seguridad, como es el caso de Otto Trujillo y de Miguel Estay Reyno ("El Fanta").
También se contó con la declaración del soldado primero de la Fuerza Aérea de Chile, Andrés Valenzuela Morales, que en 1984 desertó de esta institución, quien mediante su declaración, dio cuenta y datos que, a mediados de la década del 70, comenzó a operar un llamado Comando Conjunto o Comando Conjunto Antisubversivo, integrado por miembros de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas y de Orden, más algunos civiles que pertenecieron a partidos de izquierda y que, luego de ser detenidos por los Servicios de Inteligencia, sometidos a presiones o extorsiones, se transformaron en colaboradores. Dicho Comando disponía de medios materiales, como vehículos, armamento, aparatos de transmisión y lugares clandestinos de detención.
En este grado de investigación, el Ministro Carlos Cerda llegó a establecer datos valiosos y esclarecedores respecto de otros casos de violaciones de derechos humanos, algunos de ellos de desaparecimiento de personas, disponiendo incluso la remisión de algunas piezas del "proceso de los trece" a otros Tribunales que conocían de causas criminales por ellos. Entre estos últimos se encuentra el caso de Miguel Angel Rodríguez Gallardo.
Con fecha 14 de agosto de 1986, el Ministro Carlos Cerda, dispuso se remitieran al Cuarto Juzgado del Crimen, por incidir en su rol N°10.617, sustanciado por los delitos de arresto ilegal e incomunicación indebida cometidos en contra del afectado y a la fecha sobreseído temporalmente, copias debidamente autorizadas de las siguientes piezas del proceso.
La de fs.5.916, que contiene la declaración prestada ante el Ministro Carlos Cerda, con fecha 13 de enero de 1986, por Juan Sepúlveda Arancibia, de cuyo contenido ya se ha dado cuenta al relatar la situación represiva sufrida por Miguel Rodríguez Gallardo.
La de fs.6056, que contiene la declaración judicial de fecha 15 de enero de 1986, prestada por Tomás Flores Mellado, testigo presencial de la reclusión del afectado.
Flores Mellado fue detenido el 7 de octubre de 1975, por un grupo de agentes del Comando Conjunto, habiendo permanecido en los recintos clandestinos de detención y tortura "Nido 18", "Nido 20", y Base Aérea de Colina. En los dos primero lugares pudo reconocer plenamente la voz de su amigo Miguel Angel Rodríguez Gallardo.
La de fs.7233, que corresponde a una declaración jurada, enviada desde el extranjero y agregada al proceso, prestada por Andrés Antonio Valenzuela Morales.
En ella el testigo entrega una descripción de los recintos, tipos de armamento y vehículos utilizados por el llamado Comando Conjunto. A saber, respecto de los primeros, un hangar situado al interior del Aeropuerto Cerrillos; un inmueble ubicado en calle Santa Teresa N°037, Paradero 20 de la Gran Avenida, conocido como "Nido 20"; un inmueble ubicado en calle Perú N°9.053, paradero 18 de Vicuña Mackenna, llamado "Nido 18"; un recinto al interior del Regimiento de Artillería Antiaérea de Colina, conocido como "Remo-Cero" o "La Prevención"; un inmueble ubicado en calle Dieciocho de la capital, en las antiguas oficinas del Diario "El Clarín", llamado "La Firma"; y una casa para el alojamiento del personal soltero, situada en Bellavista.
Finalmente, Valenzuela entregó las características físicas de agentes del Comando Conjunto, conocidos por los siguientes nombres o apodos: "Larry" (Suboficial Mayor de Carabineros); "Tito" y "Jano" (carabineros); "Pochi" (agente mujer); "Alex" (marino); "Yerko" y "Patán" (civiles que habían pertenecido a Patria y Libertad); "Zamba" y "Yoyopulus" (detectives, que sólo actuaron en la Academia de Guerra Aérea); Guimpert (Teniente de la Marina); Forero (médico); "Fifo" Palma Ramírez (civil); Otto Trujillo (empleado civil de la FACH); Wally (Roberto Fuentes Morrison); Miguel Estay y René Basoa (ex militantes del P.C.), que luego de haber sido detenidos por el Comando Conjunto, comenzaron a colaborar con la organización).
La de fs.7.706, que contiene la declaración prestada con fecha 10 de abril de 1986, ante el Ministro Carlos Cerda, por Marcelo Muñoz Leiva, testigo de reclusión del afectado.
El testigo expresó haber sido detenido el 2 de septiembre de 1975, por un grupo de civiles, al parecer pertenecientes a la Fuerza Aérea de Chile, siendo trasladado a un recinto ubicado en el Paradero 20 de la Gran Avenida -conocido como "Nido 20"- en cuyo interior pudo reconocer la voz de Miguel Rodríguez Gallardo, quien permanecía detenido allí y al que conocía de antes.
Del documento de fs.2426, que contiene copias autorizadas de las declaraciones juradas prestadas por el ex miembro de la FACH e integrante del Comando Conjunto, Andrés Antonio Valenzuela Morales, en los meses de agosto y octubre de 1984, y que fueron adjuntadas al proceso. Del contenido de estos documentos se ha dado cuenta al relatar la situación represiva del afectado.
Del documento de fs.3.043, que contiene declaración prestada por Lincoyán Flores Castillo y agregada al proceso, en la que el testigo expresa haber sido detenido el 5 de agosto de 1974, por efectivos de la Fuerza Aérea, siendo trasladado a un recinto de dicha institución, en el que fue sometido a torturas e interrogatorios. Durante el curso de estos últimos -agregó- se le preguntó, entre otras cosas, sobre la vinculación con el Partido Comunista de Miguel Rodríguez Gallardo.
No obstante la labor del Ministro en Visita Extraordinaria don Carlos Cerda Fernández, en lo específico, en orden a que con los nuevos antecedentes aportados, el Cuarto Juzgado del Crimen dejara sin efecto el sobreseimiento temporal dictado en los autos rol N°10.617, prosiguiéndose la investigación, no existe constancia de que así haya ocurrido.
Para mayores antecedentes relativos al denominado "proceso de los trece", sustanciado en lo fundamental por el Ministro Cerda, véase la ficha que relata la detención y desaparición de la militante del Partido Comunista Reinalda del Carmen Pereira Plaza.
Declaración Jurada: Andres Antonio Valenzuela Morales
Fuente :Revista Mensaje No. 336 de Enero-Febrero 1985
Categoría : Prensa
Texto integro de una de las declaraciones juradas del ex agente de la Fuerza Aerea de Chile (FACH), Andres Valenzuela Morales hechas a la Vicaria de la solidaridad a fines del año 1985.
Comparece: Andres Antonio Valenzuela Morales. Carnet de Identidad 5.443.690-4 de Renca, nacido el 30 de Noviembre de 1956 en Papudo, domiciliado en el Pasaje Barranquilla 2044 de la Poblacion Juanita Aguirre de Conchali, casado, quien bajo la Fe de Juramento expone:
Entré al Servicio Militar en Abril de 1974, en el Regimiento de Artillería Antiaérea de Colina, donde estuve 3 meses, para ser destinado a la Academia de Guerra Aérea, ubicada en la Comuna de Las Condes de Santiago.
Llegué a esta repartición junto a un grupo aproximado de 60 conscriptos, de los cuales 15 pasamos a depender de la Fiscalía de Aviación y el resto quedó como personal de la AGA, haciendo labores de vigilancia y otras que son de rutina.
Quien dirigía todo nuestro grupo era un oficial de nombre (NN)(1), el cual unificaba los trabajos de inteligencia contra la subversión, que en ese período estaban dirigidos fundamentalmente contra el MIR Es muy poco lo que puedo señalar sobre lo ocurrido en ese recinto, puesto que sólo me tocó hacer labor de vigilancia (2)
Después del trabajo en la Academia de Guerra nos trasladamos, todo el grupo, a una casa ubicada en la Avenida Apoquindo, inmueble que ya no existe, puesto que allí se construyó un Banco. Al trasladarnos, nos fuimos con unos 15 detenidos del MIR. Puedo recordar que había un mirista de apellido Pérez que salió al extranjero, el cual era visitado por su mujer en el recinto de detención. Recuerdo también a una militante del MIR que le decían "la Negra': era alta, pelo corto. No sé qué destino tuvo.
En este recinto de Apoquindo, estuvimos unos 3 meses mas o menos. Hacíamos allanamientos y detenciones. Yo participaba en la Fuerza de 'Reacción", es decir resguardando, a quienes realizaban los operativos, de algún posible ataque en los alrededores. Las personas detenidas salían libres o iban a dar a la Cárcel. También en este recinto el grupo era dirigido por (NN) y uno de sus subalternos mas cercanos era (NN) a quien apodaban el "Wally". [3]
Muy poco tiempo después nos fuimos quedando sin detenidos, ya que la represión al MIR pasó a estar a cargo de la DINA, por lo que nos trasla-damos al edificio de Santa Rosa con Alameda, donde queda la "Comunidad de Inteligencia", es decir todos los servicios institucionales, excepto la DINA.
En este lugar nuestro equipo se disuelve, quedando cada uno en oficinas diferentes. El miembro de la FACH Guillermo Bratti Cornejo, que venía trabajando en mi grupo, se fue a El Bosque, ya que esa era su Unidad; a él lo apodaban "el pelao Lito".
Había otros funcionarios de la FACH apodados "Patricio, "Chirola", todos de la Unidad de El Bosque.
Cuando empieza el año 1975, se reúne nuevamente el grupo, con (NN), Bratti y los otros, excepto de la Base El Bosque, y nos vamos a operar a un pequeño hangar que queda en el aeropuerto de Cerrillos, entrando por la puerta principal, inmediatamente por la mano derecha, en dirección a la costa, ubicándose actualmente casi frente a un gran letrero que dice "40 KMS. VEL. MAX."
A nuestro grupo se agregó (NN) que era "Patria y Libertad" (aclaro no sé si su nombre era Luis o Cesar o ambos, pero estoy seguro de sus dos apellidos).
Este individuo llega con un equipo de civiles: "Luti", "Yerko", "Patén" y otros. Este (NN) había sido condenado por la muerte del Edecán Naval de Salvador Allende y, al parecer, su equipo también había actuado en el hecho. Era un equipo que actuaba muy profesionalmente. Debo reiterar que (NN) también estaba integrado a este equipo y era uno de sus jefes.
Nuestro tarea era trabajar la represión en el Regional Sur del Partido Comunista. Me recuerdo que en una noche se hizo una pesquisa, en la cual no participé, donde cayeron unos 12 militantes mas o menos.
Aparece en escena en esta época – principios del tercer trimestre del año – el "Juanca", que era Carol Fedor Flores Castillo, quien había sido militante del Partido Comunista y yo lo había visto detenido en el año 1974, en la AGA. El apodo "Juanca" derivaba de su nombre de guerra, Juan Carlos. En todo caso, en esta época él participaba en los interro-gatorios de los detenidos aportando la mayor cantidad de datos, puesto que conocía a un inmenso número de militantes. El era un agente mas, e incluso se le facilitó una casa, que había sido requisada al MIR y que quedaba ubicada en la comuna de La Florida. Usaba arma, intercomunicador, iba a nuestras practicas de tiro y entraba a las reparticiones de la Institución como cualquiera de nosotros.
Por este período, probablemente en septiembre del 75, cae detenido el "Quila Leo", que había sido ex-grumete de la Armada; no recuerdo exactamente si era militante de las juventudes comunistas o del Partido Comunista, y lo identifico inequívocamente por la foto que se exhibe, como Miguel Angel Rodríguez Gallardo. Con él conversé muchas veces, ya que estuvo largo tiempo detenido.
Por la falta de comodidad de este lugar (ni siquiera había agua) nos vamos a una casa ubicada en Santa Teresa 037, a la altura del Paradero 20 de la Gran Avenida, conocida como "NIDO 20".
Esta era una casa en que el vecindario notoriamente se podía percatar lo que pasaba adentro ya que entraban y salían personas, había 2 vigilantes externos de uniformes, siempre apostados afuera, los que tenían prohibición de ingresar al interior de la casa y eran siempre alumnos de la Escuela de Especialidades. Esta casa tenía una chimenea en el living y tres dormitorios. Llegamos allí con unos 20 detenidos mas o menos, los que estaban hacinados, a tal punto que se usaban los closets como celdas de castigo: el "Quila Leo" estaba allí encerrado, para permitir la incomunicación.
Desde aquí se empezó a sacar detenidos para interrogarlos en otro lugar, que también conocí. Se encuentra ubicado en el Paradero 18 de Vicuña Mackenna, en la calle Perú No. 9053, a la cual se llegaba entrando por Rojas Magallanes y doblando a la derecha por la calle que he señalado. Este lugar era conocido como "NIDO 18". La propiedad había sido requisada a un militante del MIR, de apellido Sotomayor.
En este recinto se torturaba e interrogaba.
Cuando empiezan a ser usados los recintos "NIDO 20" y "NIDO 18", actuábamos en un comando conjunto con miembros de los servicios institucionales de Carabineros y la Marina. Por Carabineros tenía el mando un teniente apodado "El Lolo", de apellido (NN), hoy capitán de Carabineros y Jefe del Grupo Operativo Represivo de Carabineros que ha comandado la represión en Pudahuel en los últimos meses.
Por la Marina participaba también al mando un teniente (hoy en retiro) (NN) (hoy trabaja en importaciones de elementos de seguridad y negocios de armas Winchester y tiene oficina en Bulnes).
Puedo recordar, sin determinar exactamente las fechas, que en el NIDO 20 fallecieron dos personas; una, recuerdo le decían Yuri, llegó enfermo, era bajo, crespo, pelo castaño, corto, trabajaba en la Municipalidad de La Granja o Cisterna y había sido detenido en su lugar de trabajo. Murió por una bronconeumonía fulminante, ya que lo tenían colgado en el baño.
Además llevaron del NIDO 18 al 20 a un detenido a quien le decían "Chino", o "Camarada", era bajo, de unos 50 año, fornido. Venía muy torturado desde el NIDO 18, estuvo como unos 15 días con nosotros. Al final llegó un grupo de civiles en la noche, que no sé si eran de Patria y Libertad o de la DINA (esto lo dudo, porque había gran rivalidad con ese Servicio, a tal punto que a veces buscábamos personas que ellos ya tenían detenidas o viceversa, sin que lo supiéramos). Bueno, a este señor lo golpeaban haciendo un ruedo, tirándoselo y pegándole entre unos y otros. Yo estaba de vigilante y nos enervaba que le pegaran sin sentido, ya que casi no le preguntaban nada. Al final lo dejaron tirado en el piso, al lado de la chimenea, y se fueron. A la salida se encontraron con (NN) que venía llegando, el que no participó en esa acción. Ese detenido pasó muy mala noche y en la mañana el centinela interno se dio cuenta que estaba muerto.
Al mediodía volvió (NN) con ropa (estoy casi seguro que era del propio detenido) y una máquina de afeitar. Lo afeitan y le cambian ropa al cadáver y después lo sacan en un vehículo, según decían para entregárselo a la familia. Nunca más supe de él.
Ahora me recuerdo que a Yuri, como también fallecido, lo llevaron muerto al NIDO 18 y desde allí lo hicieron desaparecer, según me comentó un agente de la Marina, tirándolo al mar. También recuerdo ahora, que en la casa del NIDO 18 aún sigue funcionando un grupo de la Marina y también sé que han modificado el frontis del sitio.
Existió también un detenido que era calvo, que contaba haber sido campeón de box y era taxista Vivía en la Gran Avenida1 estuvo cerca de dos meses y entregó una persona que trabajaba en Madeco, el cual nos condujo a un arsenal de metralletas AKA, las cuales se las llevó la DINA. En realidad nunca supe si era militante del MIR o del PC, pero me extrañó que después de esto saliera libre impunemente. En el NIDO 18 cayeron 2 hermanos detenidos, como, calculo, de unos 38 a 40 años. Uno de ellos vestía chaqueta de cuero café y se ahorcó en la celda de aislamiento. El otro hermano salió al parecer en libertad.
Miguel Angel Rodríguez Gallardo o "el Quila Leo", seguía detenido en estos recintos. En el NIDO 18, recuerdo, hubo una persona que intentó suicidarse, subiéndose a una escala de tijeras y sólo logró quebrarse un brazo. Según las fotos que he visto de los desaparecidos del año 75, podría parecerse muy cercanamente a Humberto Fuentes Rodríguez y creo recordar que le llamaban "el viejo Fuentes". [4)
Estamos en este relato ubicándonos aproximadamente en el mes de noviembre de 1975, época en la cual nos trasladamos, con varios detenidos, al Regimiento de Artillería Antiaérea de la FACH. En el interior de ese Regimiento hay una cárcel, llamada La Prevención, que hoy en día no se usa, sino para guardar equipos.
Llegarnos con unos 20 detenidos provenientes de los NIDOS 18 y 20; estaba el Quila Leo, el calvo del brazo enyesado y otros que no recuerdo.
Como a los dos días de llegados a ese recinto, se monta un operativo por el sector norte de Santiago y cae detenido Ricardo Weibel en el barrio El Salto, cerca del Regimiento Buin
Se le sacó de su casa, lo reconozco ahora inequívocamente por la foto que se me exhibe de él; es una de las personas con la cual mas converse. También fue detenido en ese sector un joven que era muy buen caricaturista (hacía dibujos de casi todos nosotros); cayó detenido Bezoa de nombre René; y caen detenidos los dos "Fanta", el menor, es detenido con su novia, y no les recuerdo sus nombres. La novia era delgada, bajita y morena.
A todos estos se les interrogaba, y seguían cayendo muchos mas detenidos.
Cuando estábamos en Colina ingresó a nuestra agrupación personal del Ejército, al mando de un Oficial que rotaba seguido. Estuvieron poco tiempo trabajando.
Este personal de Ejército interrogó en una oportunidad a uno de los detenidos, quien, a causa de la electricidad aplicada de 200 voltios directos, fallece por paro cardíaco. El detenido era de unos 50 anos, tenía placa dental casi completa. Permaneció muerto casi toda la noche en su celda y fue sacado por el mismo equipo del Ejército que lo pone en un portamaletas de un auto Chevy Nova y se lo llevan.
Después de este incidente el Ejército se separo del Comando Unido.
Estando detenido Ricardo Weibel por primera vez, llegó un helicóptero, que no recuerdo exactamente si era de la FACH o del Ejército y tampoco recuerdo si era tipo UH o PUMA. Se llevaron unos 10 o 15 detenidos en el aparato para tirarlos al mar. Participó en esta operación el agente (NN) alias el "Pifo" por la FACH, y había personal de las otras instituciones. Se fueron, según recuerdo, los siguientes detenidos: el calvo del brazo fracturado y enyesado; un ex regidor de Renca del Partido Comunista, que era cojo, usaba zapatos ortopédicos, tenía una edad madura de unos 50 anos mas o menos; también iba el caricaturista. Esto afectó mucho a Ricardo Weibel ya que conversaba mucho con este último detenido por ser de celdas vecinas; cada vez que Weibel sentía ruido de helicóptero tiritaba intensamente.
El agente (NN) dijo que los tiraron al mar a la cuadra de San Antonio. A raíz de que explicó que el detenido calvo con el brazo quebrado y a quien decían "el viejo Fuentes" despertó cuando iban a lanzarlo al mar, deseo aclarar que los detenidos iban drogados. (NN) comentó que uno de los agentes del Ejército a sangre fría le pegó un fierrazo en la cabeza al detenido que tenía la fractura en el brazo y lo lanzó abajo, por este motivo sé que los lanzaron al mar.
Después de este hecho liberaron a varias personas entre ellos el Fanta chico y su novia, Ricardo Weibel y otros que no recuerdo.
Bezoa y el Fanta grande cumplían ya en estos instantes tareas de informantes. Esto lo supe porque los sacaban de las celdas a un lugar, les retiraban las vendas y las esposas y tenían un trato muy preferencial; aclaro que al hacer los interrogatorios, el Fanta grande escribía las declaraciones; detrás del interrogado que estaba vendado, Bezoa afirmaba o negaba con señas según lo que hablaba el detenido. Según creo el Fanta chico nunca colaboró.
A Ricardo Weibel lo fueron a detener pocos días después por segunda vez, el agente (NN) fue a dejarlo y a buscarlo nuevamente a la casa, diciéndole a la esposa que seria un interrogatorio de pocos días y que no tendría problemas lo llevaron a Colina nuevamente. En este recinto, él sospechó que lo iban a matar, porque no lo interrogaban, no lo vendaban y lo dejaban circular. Efectivamente, pocos días, más de una semana, durante los cuales vio actuar a Carol Flores como un agente cualquiera y a Bezoa y el Fanta colaborar y servirse con nosotros café y otros alimentos, etc. (reitero que Bezoa y el Fanta estaban siempre como detenidos colaborando, mientras que el Carol Flores era un agente más).
En esta oportunidad aparece un vehículo, que era una citroneta Furgón. Allí echan a varios detenidos entre los cuales está el Quila Leo y Ricardo Weibel. Iba también un detenido flaco, de unos 28 años a 30 años, que ya había intentado suicidarse en su celda cortándose las venas con un pasador metálico del pantalón que afiló en el cemento hasta convertirlo en un arma cortante; en esa ocasión lo condujeron al Hospital de la FACH, donde se recuperó y ahora igual lo llevaban para matarlo.
En el vehículo colocaron chuzos, palas y un bidón con combustible. Como agentes en esta operación participaban Bratti, Flores, (NN) y otros agentes de las otras instituciones, que iban en otro vehículo. Volvieron el mismo día, después de unas 4 horas, sin los detenidos. Estoy absolutamente seguro, porque me lo dijo uno de los agentes, que fueron asesinados en los terrenos militares de Peldehue; además deseo resaltar que, como yo no participé en el opera-tivo, antes de irse me pasaron los carnets de identidad de los detenidos, sus cédulas de conducir, relojes, anteojos, billeteras (la de Weibel tenía muchas fotos); yo debí quemar y enterrar esas cosas.
No recuerdo más hechos y datos importantes por ahora que ocurrieran en Colina en relación a los detenidos. Una circunstancia de excepción y que conmovió a todos fue cuando caen detenidos Guillermo Bratti y Carol Flores y (NN) (que venía también de la AGA y era un Patria y Libertad); según (NN) los detuvieron porque habían pasado información al Partido Comunista y al MIR, pero esa explicación no nos satisfizo ya que era normal que quien caía en desgracia era desprestigiado para que lo odiaran; estos agentes detenidos quedaron vendados y en celdas. Otra versión que conocimos de su detención, era que habían entregado información, que poseíamos, a la DINA, la que efectué operaciones perjudicando a nuestra agrupación; la DINA, según ellos, les había ofrecido más dinero, vehículo y casa. Esto lo declaró Bratti y yo lo escuché en una cinta grabada de su interrogatorio años después. A ellos los alejaron de nosotros y en ese momento se decidió que Bratti fuera dado de bajo y los otros marginados de la institución
En el verano de 1976 terminamos de operar en el recinto de Colina, lo que ocurrió seguramente a principios del mes de marzo; nos trasladamos a un recinto que le decían "la Firma", que- queda ubicado casi frente donde esté el SIAl. Y era un edificio del Diario El Clarín, ubicado en la calle Dieciocho de Santiago. Hoy ocupa ese lugar el DICOMCAR, y allí trabaja "el Lolo", que ya he dicho que es un capitán de Carabineros de apellido (NN), y en ese lugar se han efectuado los interrogatorios a la gente detenida en Pudahuel en las últimas semanas. Esto lo conozco porque, para un operativo en que se detuvo a alrededor de 200 personas en una noche, el "Lolo" pidió apoyo a mis servicios y allí me pude enterar de que aquel recinto que yo conocí como "la Firma" es usado por DICOMCAR.
Volviendo al relato del año 1976, puedo señalar que recién llegado a este recinto en marzo del 76, se montó un operativo para detener a José Weibel Navarrete, hermano del anterior, lo que fue ejecutado por un grupo de Patria y Libertad que operaba con (NN). Nosotros apoyamos a este grupo de la siguiente manera: a mí me correspondió ir con otros agentes en el bus en que viajaba el "Checho Weibel" con su señora e hijo; yo iba sentado atrás. Y no tentamos claro cómo íbamos a bajar al hombre. En un instante se produjo un lanzazo efectivo (no fue inventado). Un chico de unos 14 o 15 años le robé a una señora la cartera. En ese minuto uno de los agentes de la Marina señaló a Weibel diciéndole "ése lo hizo" y le pidió al chofer que parara la micro para bajarlo; se le subió inmediatamente a un vehículo y yo me retiré en otro vehículo, terminando el Operativo, todos nos fuimos a "la Firma". Apenas llegamos lo interrogaron, pero no muy largo. Días después a raíz de una inspección que se creía que iba a ocurrir por parte de un grupo de derechos humanos , se trasladó a Weibel, a el Fanta, a Bezoa, a una casa de tres pisos que queda en calle Bellavista, casi frente a las canchas de tenis (aún existe) y que era la casa donde dormíamos los solteros.
Allí estuvieron los detenidos por espacio de una semana. Una noche que yo estaba de franca, sacaron a Weibel y lo hicieron desaparecer. Estoy seguro que lo mataron, porque (NN) señaló que había sido tirado en el interior del Cajón del Maipo, lo cual tenía un significado inequívoco para mí, por lo que voy a relatar. Antes quiero decir que Bezoa y el Fanta fueron dejados en libertad en esa época.
Paso a relatar ahora la experiencia mía en relación al Cajón del Maipo. Pocas semanas después de lo ocurrido con Weibel se armó un operativo en el cual debí participar. Me pasó a buscar (NN) a la casa de Bellavista y me dijo que debía acompañarlo. Iba en su auto Tormo. Me causo extrañeza el hecho que de la tropa iba yo solo. Fuimos al recinto 'la Firma", donde estaba "el Lolo", (NN), (NN) y otros agentes de Patria y Libertad. Había una mesa con cosas, como para un cóctel. Me serví, aun cuando no entendía nada de lo que pasaba; al terminar le dijeron al centinela que trajera el paquete (se trataba de un detenido). Para mi sorpresa trajeron a Bratti esposado, vendado y drogado. Entonces le empiezan a decir que había metido las patas por traicionar la causa y otras cosas parecidas. Lo metieron en el portamaletas de un auto y partimos en dos vehículos. Yo iba en el que conducía (NN), enfilando hacia el Cajón del Maipo. Al momento de salir me dieron una pastilla, la que también tomaron algunos agentes. (NN) hizo el trayecto con mucha seguridad, y pasado un puente por donde atraviesa el río de izquierda a derecha dobló a la izquierda por un camino que queda en la ladera oriente en ese sector, se detuvo en un lugar que quedaba como 7 km. adentro y a unos 40 metros de unos acantilados. Bajaron a Bratti, vendado, y (NN) lo coloco cerca de una piedra y le dijo: "¿Cómo querís morir?", además quiso hacer un juego macabro con él, ya que le decía "si querís, arrancai, y te persigo". Estaba medio curado. Bratti le dijo "sácame las esposas y la venda". Yo se las tuve que sacar, e inmediatamente me mandó al vehículo a buscar cordeles y alambres, cuando llegué al auto y comenzaba a sacar las cosas de la maleta, sentí una ráfaga de metralleta con silenciador. Al regresar al lugar vi que (NN) lo remataba. No vi disparar al resto. Me pidieron que lo amarrara por los pies y en las manos, pero no recuerdo si estaban a la espalda o adelante. Se le puso piedras de lastre, me señalaron que lo empujara por el acantilado, pero como había unos arbustos había que sacar el cuerpo hacia el vacío, alguien me sujetó de la mano y quedé colgando, llegando a pensar en algún momento que también me iban a matar, pero al final él cayó al agua y todos regresamos.
Carol Flores sé que lo mataron también, pero no puedo recordarme si fue días antes o días después que a Bratti. (NN) hizo una alusión que era el mismo lugar o sector.
Después de esto seguimos trabajando en "la Firma", apareciendo Bezoa y el Fanta como colaboradores del Servicio.
Se inicio una represión contra más militantes del PC. Fue detenido "José" quien después entregó el punto donde se iba a reunir con Contreras Maluje; también es detenido el "Macaco" que era el encargado de finanzas del Partido Comunista, de la Juventud (el "Macaco" tenía un departamento chico en el centro); fue detenido alguien a quien le decían "el Vicario" y otro que componía relojes; eran unas ocho o nueve personas.
Cuando José señaló que tenía que reunirse en una casa en el sector de la Gran Avenida, con Contreras Maluje, se montó la operación siendo detenido Contreras Maluje después que salió José. Contreras Maluje estaba acompañado de dos niñas y, al vernos, huyó varias cuadras por lo que debieron seguirlo y reducirlo entre diez, ya que era muy fornido., se le subió a una camioneta Kleinbus Volkswagen, que era de la Marina. El chofer estaba tan nervioso que, en el trayecto por Gran Avenida, atropelló a un peatón.
Llegamos a "la Firma", donde interrogaron a Contreras Maluje en relación a "José", con el objeto de encubrirlo para que no se diera cuenta que por él había sido detenido. Contreras Maluje no decía nada. En un momento, cuando le aplicaban electricidad, lo levantaron y le hicieron sacarse la venda, viendo sentados al frente de él, mirándolo, a sus compañeros detenidos. En la pared de esa sala había un organigrama de la Juventud, donde los nombres de los detenidos estaban marcados con rojo. No recuerdo que estuvieran más detenidos que el "José", el "Vicario", el "Macaco", el "relojero" y otros a quienes no identifico.
Contreras inventó un punto para el día siguiente, en el sector de calle Nataniel. Se montó el operativo y Contreras caminó por Nataniel en dirección a Avda. Matta (en ese entonces el tránsito venía hacia el norte. En un momento, se escuchó por radio en mi vehículo que yo andaba nos fuimos al sector pensando en el accidente, llegamos casi junto al vehículo en que iba (NN) y un jeep de Carabineros que casualmente pasó por ahí. Nos dimos cuenta que Contreras se había tirado a las ruedas de la micro, y tratando de incorporarse gritaba; "Soy comunista y no es ningún pecado, avisen a la Farmacia Maluje de Concepción". Gritaba su nombre y el cargo en el Partido. Le pedía ayuda a Carabineros para que por favor no le dejaran en nuestras manos, diciéndoles "Son de la DINA, mostrando a (NN) les decía: "Ese es el jefe", "miren como me torturaron" y mostraba sus muñecas amoratadas por las esposas. Se juntó mucha gente; Carabineros se paralogizó, no pidió ninguna identificación, fue muy difícil subirlo al auto, ya que se resistió y sólo con la ayuda de unos detectives que pasaron en una patrullera, se le incorporó al vehículo Fiat 125 color celeste, con patente de la Dirección de Inteligencia de la institución, todas las cuales se encontraban a nombre del Representante Legal del Director general Ruiz.
Volvimos con él al recinto "la Firma" donde los jefes lo golpearon mucho en una celda, a pesar de que iba herido, con el brazo fracturado, la cabeza rota y sangraba por la boca. Los jefes le decían: "Te pusiste la soga al cuello", después de esto quedó solo, botado y sin atención médica. José al ver esto, estuvo muy deprimido durante mucho tiempo, pues se sentía culpable; ese día yo me fui de franco quedando un equipo de guardia; al entrar el día siguiente, me contaron que en la tarde lo habían llevado a un lugar de la cuesta Barriga que yo conocía.
Para terminar, paso a explicar como conocí ese lugar.
A unos diez días que esto ocurriera – lo de Contreras Maluje – me mandaron con un marino en una Renoleta a hacer una fosa grande en un lugar que yo no conocía. Subimos por la cuesta Barriga un trecho y nos internamos a pie por una quebrada pequeña, unos 70 metros o más allí, con dos agentes de la Marina, "el Alex" y "el Chico", estuvimos trabajando unas tres horas haciendo una fosa para dos personas. Ese día me pude dar cuenta de que había allí otros cadáveres ocultados, ya que sin querer me paré sobre una fosa y un marino me lo representó; creo que habían por lo menos unos 6 cadáveres.
Al día siguiente, volví al lugar en una Renoleta con varios agentes que también iban en otro vehículo. Llevamos 2 detenidos, iban vendados y sólo recuerdo a uno, al cual tuve que ayudar a subir por la quebrada. Caminaban semi inconscientes porque los drogaban. Al que recuerdo me había dicho que era profesor, era alto, delgado, ojos claros, pelo casi rubio, vestía una parka o un cortavientos. Me costó mucho subirlo. Se dio cuenta que lo iban a matar, ya que en voz baja me dijo que él no había hecho nada malo. Del otro detenido, no tengo memoria. Cuando ya estaban en el lugar del martirio, (NN) me mandó hacia abajo, hacia la carretera para ver que no ingresaran por la huella otros vehículos o personas que anduvieran cazando; estando abajo, sentía como (NN) se burlaba de ellos mientras les disparaba ráfagas con silenciador (el sonido es seco y corto). Después bajaron con (NN) y (NN) que era un tipo sádico, todavía se burlaba.
Estoy seguro que en ese lugar hay más cadáveres de los que yo tengo noticias y tampoco puedo asegurar que, cuando se decía que alguna persona salía en libertad, realmente así ocurría.
Cuando ocurrió el escándalo de Contreras Maluje hubo una orden de la superioridad de replegarnos de inmediato a la institución y volvimos a hacer labor institucional. [5]
Por ahora, es esto lo que puedo declarar en relación al caso de los Detenidos – Desaparecidos. No volvimos a actuar directamente en la subversión hasta mucho después, y sólo como apoyo a la C.N.I. (por ejemplo, en los enfrentamientos más o menos irreales de Fuente Ovejuna y Janequeo en el año 83).
Leída que fue por el compareciente, la ratifica firmando.
Santiago, 28 de agosto de 1984.
[1]Por razones de prudencia y respeto, Mensaje se reserva los nombres de los otros agentes involucrados, detallados en la declaracion ante la justicia (N. de la R.)
[2] Las siguientes notas están tomadas textualmente de una segunda y larga declaración jurada que el mismo ex-agente hizo ante la Vicaría de la Solidaridad, para ampliar y completar su relato anterior. Entre los detenidos, que recuerdo hubo en AGA, puedo mencionar al ex- Capitán Ferrada y al cabo Figueroa, ambos de la FACH; a Victor Toro, "el Reta", "el Pelao" Moreno, "el loco Mario", que ahí intentó suicidarse, a Villavela, a uno que le decían "el Kila" (ex-Quilapayún); al diputado o senador Montes con su esposa y dos hijas. El señor Montes siempre estuvo en el pasillo del segundo piso de la AGA. El segundo piso de la Academia tenía dos o tres salas grandes, las que fueron acondicionadas como departamentos. En esos departamentos habían algunos presos de cierta confianza de la jefatura".
[3] "Entre los trabajos que recuerdo haber realizado, como prestando protección a los allanamientos, está el efectuado a un parvulario en el sector de Plaza Egaña, donde descubrimos un laboratorio fotográfico del MIR. Recuerdo también el de La Reina Alta, para sector de Peñialolén, con unos miristas. Después supe que éste había sido un simulacro para proteger a un informante de la organización, que vivía en la AGA y a quien le decían "Barba" o señor Velasco. Debo agregar que tiempo después y siendo yo su vigilante lo secuestró la DINA cuando transitábamos por Alameda a unos metros de la calle Nataniel, exactamente donde ahora está la salida del Metro, estación Moneda. Allí nos encartonaron unos agentes de la DINA y se lo llevaron.
También recuerdo que me tocó operar en la Avenida Kennedy, donde se iba a detener al "coño Molina" del MIR; en esa oportunidad el mirista se dio cuenta de nuestra trampa y escapó seguido por uno de nuestros vehículos. Se le dio alcance en una luz roja y allí fue rafagueado por (NN) cuando Molina intentó sacar un arma para defenderse, el mirista murió casi instantáneamente. Cuando estábamos tratando de manejar esta situación apareció un Peugeot de color rojo que no quiso obedecer nuestra orden de alto, y tirando el auto sobre uno de nuestros agentes se dio a la fuga, siendo seguido por una camioneta C-10 donde yo iba junto a dos agentes y un oficial. El fugitivo tomó por Kennedy hacia el centro y nosotros abrimos fuego sobre el vehículo faltando aproximadamente dos cuadras para llegar al paso bajo nivel que está al terminar el Club de Golf; como le reventáramos un neumático, ese auto se estrelló contra un poste y se volcó y además uno de los impactos le dio en la espalda al sujeto causándole la muerte. Al revisar sus pertenencias nos dimos cuenta que se trataba de un teniente de Ejército y que el auto había pertenecido al hijo del general Pinochet. Supimos después que desde ese entonces el oficial sufría delirio de persecución y había hecho la maniobra contra nosotros por ese motivo".
[4] "Deseo agregar también que tanto los lugares denominados Nido 20 y Nido 18 como en el lugar de Colina al cual me referí en la declaración anterior, iba con cierta regularidad cada vez que era requerido un médico llamado (NN) "hijo", el que hoy es cardiólogo en el hospital de la FACH y en ese entonces era médico interno. Este médico atendió a una persona que detuvimos el año 76 de apellido Guerrero, el que fue herido por casualidad al momento de detenerlo, por un agente que era marino y fue llevado para recuperarse al hospital de Carabineros. (…)
El médico que mencioné también enyesó al "viejo Fuentes Rodríguez", cuando, al intentar suicidarse, se quebró el brazo en el Nido 18. También trataba médicamente dándole pastillas al Quila Leo, ya que era ulceroso. También ponía inyecciones a los detenidos cuando éstos eran drogados
[5] "Sin embargo, el año pasado (1983), después de ocurrida la muerte de Carol Urzúa y como dos días antes del 7 de septiembre, supimos a través de (NN) que la C.N.I. pedía a nuestro grupo la apoyáramos para capturar, en un día que nos señalarían, al grupo subversivo que había matado a Carol Urzua. 21 día en La mañana nos reunieron a un pequeño grupo y en una camioneta llegamos a Borgoño, lugar donde la C.N.I. tiene un recinto. Sólo (NN) se bajó a hablar con los oficiales de la C.N.I. y nosotros tuvimos una larga espera de horas dentro de la camioneta, que quedó ubicada en el patio de ese recinto. Poco después del mediodía, se nos dijo que nos ubicáramos en el sector de Plaza Egaña y hacia allá partimos. Por radio, ya que estábamos conectados en la misma frecuencia, empezamos a oír algunos antecedentes aislados de lo que estaba pasando. Estando detenidos en el patio de Borgoño, escuchamos que habían empezado a seguir al No 1 (que era Palma) y a quien supimos posteriormente, que interceptaron por Avda. Kennedy en un auto. También supimos que detuvieron en un paradero a otro del grupo de los tres que están en el Consejo de Guerra y que cerca de donde está ubicado el centro de detención conocido como Capuchinos, detuvieron al tercero. Cuando ya había oscurecido, se nos señaló por radio que nos moviéramos hacia el sector de la calle Arrieta, al Oriente de la circunvalación Américo Vespucio antes de llegar a una subestación eléctrica, porque se nos dijo que allí debíamos esperar órdenes para liquidar un objetivo, esto quería decir matar a una persona que vivía en ese sector; incluso me recuerdo que nosotros cometimos un error, puesto que nos paramos en un pasaje, cuyo nombre no recuerdo ,y nos retaron diciéndonos que nos moviéramos, porque estábamos precisamente frente a la casa de nuestro objetivo y todavía no había llegado el resto de las fuerzas y se estaba evaluando las condiciones del lugar. En definitiva, decidieron no proceder en esa casa, puesto que había mucha gente en las casas vecinas (creo que había una fiesta) y la operación podría tener un costo demasiado alto en vidas. Entonces se nos ordenó irnos hacia Avda. Colón, donde hay un supermercado que está en la esquina sur-oriente, en relación a una rotunda donde también desemboca la calle Tomás Moro. Allí estuvimos un rato, mientras se daban las instrucciones para actuar en una casa de calle Fuente Ovejuna, donde se había detectado que había tres personas. A ese estacionamiento llegó un Jeep de la C.N.I. (tienen dos de ese tipo), que tiene el techo corredizo y en el cual se instala una ametralladora Punto 50, sobre un sistema hidráulico que permite subirla sobre el nivel del techo y operarla por dos hombres, uno que dispara y otro que va pasando la cinta de municiones. Después de un momento, nos dirigimos todos frente a la casa de Fuente Ovejuna. Exactamente sobre la parte delantera, había un pasaje y allí se instaló el Jeep; yo recuerdo que quedé detrás de un poste y, en definitiva, todo el resto del personal tenía absolutamente rodeada la casa. Se preguntó por el oficial al mando: "¿Lista la base de fuego?", y, ante la respuesta afirmativa se dio la orden de hacer fuego, accionándose el techo del Jeep, saliendo la ametralladora y empezó a disparar por espacio de un minuto, yo creo. Debo dejar constancia que esa arma dispara 1.000 tiros por minuto. Terminada esta operación, en que sólo participó la base de fuego, volvió el silencio y por alto parlante se le pidió a las personas adentro que se rindieran. Desde la casa se dijo "nos vamos a rendir". Entonces salió uno de los moradores, con las manos en alto, puestas en la nuca; me recuerdo que era de tez blanca y delgado. Cuando se aproximaba a la reja del antejardín, se adelantaron 2 agentes de la C.N.I. y lo rafaguearon a casi un metro de distancia; doblándose hacia adelante, cayó al suelo.
En ese instante la mujer, desde dentro, tiró una ráfaga hacia afuera. Esto provoco una nueva orden de disparar, lo que hicimos todos, junto a la base de fuego. No sé cuánto duró eso, pero obviamente no deben haber sido más de tres o cuatro minutos. Fue en este momento en que se lanzó una bengala dentro de la casa, la que provocó el incendio. A mi me tocó arrastrar hacia la calle, posteriormente, al primero que murió y a la mujer después. Penetramos en la casa y en el pasillo se encontraba tirada la mujer, la cual también ayudé a arrastrar hacia la calle y en otro lugar que no recuerdo, estaba (NN). Unos cinco minutos después, se acercó la Brigada de Homicidios, para hacerse cargo de la parte legal. Nosotros recibimos la orden de dirigirnos hacia el sector poniente de la ciudad a la calle Janequeo, que quedaba cerca de la Plaza Garín, la que nos costó mucho ubicar. Cuando ya estuvimos cerca de nuestro objetivo, nos dijeron que nos agacháramos pues venia corriendo una de las personas que debía ser eliminada y que pasó por el costado de nuestra camioneta. Cuando llegó a un sector donde hay una pared, fue rafagueado por unos agentes de la C.N.I. e inmediatamente la base de fuego, que también estaba en el lugar, empezó a disparar sobre una casa junto a otros agentes.
Ahora me vienen a la memoria detalles de esta acción. Se dijo que uno de los agentes de la C.N.I. había sido herido. Lo cierto es que no lo fue por "José", sino que él trató de meter una granada "Cardoen" por la ventana. Para eso, cruzo corriendo por el costado de una ventana y la lanzó, con tan mala suerte que la granada rebotó en los barrotes de la ventana y volvió a la vereda. Explotó y las esquirlas le hirieron las nalgas y parte trasera de las piernas. En el tórax no le pasó nada, porque iba con chaleco antibala. También recuerdo que apenas cayó asesinado el que iba corriendo por la calle, se acercó un agente de la C.N.I. que tenía una mano con guante, y le pasó por la mano un arma y la dejó botada cerca de ella pero iba desarmado.
Me impresionó mucho esa vez la rapidez que tuvo el C.N.I. en ese detalle, para cubrirse de esa muerte.
En un minuto se hizo la calma, entramos a la casa y en el patio trasero encontramos muerto a "José". La gente del vecindario nos gritaba que allí había un niño, el cual al. principio pensamos estaba tirado sobre una cama, pero se trataba de una almohada ensangrentada. Después supimos que el niño había saltado por el patio y había ido a dar donde una señora, pero no nos preocupamos más de él. Después de ocurridos estos hechos volvimos a la Central de Operaciones en Borgoño y allí fuimos liberados, dirigiéndonos hacia nuestra oficina y a la base. Quiero dejar expresamente claro que la intención y la orden en ambos hechos que he relatado, era simplemente liquidar a los moradores, puesto que ya se sabía que los autores directos de la muerte de Carol Urzúa estaban detenidos y podían ser mostrados en la prensa
Ex agente revela detalles de crímenes del Comando Conjunto
Fuente :Primera Linea 21 de Enero 2002
Categoría : Prensa
Pieza clave en los procesos sobre el Comando Conjunto, el testimonio del agente confeso Andrés Antonio Valenzuela Morales, alias El Papudo, ha permitido determinar fehacientemente la estructura de los servicios de inteligencia institucionales.
Anexado en el proceso por la detención ilegal, homicidio e inhumación ilegal de Juan Luis Rivera Matus, la más reciente declaración del operativo será contrastada con el interrogatorio a que será sometido dentro de los próximos días el otrora dirigente comunista y luego informante del Comando Miguel Estay Reyno, alias El Fanta, condenado por el caso degollados.
El testimonio del Papudo, recogido el 2001 desde Francia, alerta sobre la veracidad de la práctica del Comando de lanzar cuerpos al mar "abiertos previamente en el estómago con un corvo para que no flotaran" y la inhumación ilegal de cuerpos en la Cuesta Barriga y el Fuerte Arteaga.
Y aunque el testimonio de Valenzuela Morales es considerado pieza clave en todos los procesos vinculados al Comando Conjunto, y se liga a un sinnúmero de víctimas de la represión, el ex agente ha negado sistemáticamente haber visto en Remo Cero, nombre que se le asignaba al Regimiento de Artillería Antiaérea de Colina, a Rivera Matus.
Por ello, es que se prevé que Estay Reyno -quien participaba en otro equipo de operativos de la comunidad de inteligencia- tenga antecedentes sobre lo sucedido con el electricista desaparecido hasta el año pasado, cuando la ministra Amanda Valdovinos encontró sus restos en una fosa común en el Fuerte Justo Arteaga del Ejército.
A fines de agosto de 1974, y mientras realizaba el servicio militar, El Papudo fue trasladado desde el regimiento de Colina a la Academia de Guerra Aérea.
"Fui asignado junto a otros 30 conscriptos a lo que se llamaba Fiscalía de Aviación y que se ocupaba de los presos políticos. De este organismo dependía todo lo que se refería a labor antisubversiva: los equipos de detención, de interrogatorios y los guardias. A excepción de nosotros que éramos guardias, la gente que participaba tanto en los allanamientos y detenciones como en interrogatorios eran los mismos", señala el agente confeso.
Y fue en ese primer paso por los centros de torturas, a cargo del coronel (r) Edgard Ceballos Jones, cuando el Papudo supo de operativos con torturas incluidas que se efectuaban en la denominada Capilla del recinto, que en realidad correspondía al casino.
Durante su permanencia en la AGA sólo recuerda "como muerto en enfrentamiento al militante del MIR llamado Coño Molina, a quien (Roberto) Fuentes Morrison (El Wally) le disparó para detenerlo, ya que creyó que el detenido iba a sacar su arma".
La tortura como razón de vivir
Pero la vida útil de la AGA acabó a mediados de 1975 y Valenzuela Morales, junto al resto del equipo, se trasladó a la casa Apoquindo ubicada en la calle Carmencita. Es en esta etapa cuando el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA) cambia su nombre a Dirección de Inteligencia (DIFA), cuyo local central se ubicaba en Juan Antonio Ríos número 6, donde convivía con el resto de la comunidad de inteligencia que tácitamente conformaban el Comando Conjunto.
Según el organigrama de la DIFA, existía una sección denominada de Operaciones Especiales, auquella que actuó en el Comando Conjunto y que según relata el Papudo, dependía del Departamento de Inteligencia, que a su vez estaba bajo el mando del subdirector de la DIFA.
En esa nueva dependencia fueron comunes las detenciones masivas a integrantes del Partido Comunista y entre ellas recuerda un día en particular en el Hangar de Cerrillos, que era utilizado como lugar de detención y tortura: "Llegaron varios vehículos en los que se encontraba gente de Patria y Libertad como Roberto Fuentes, Cesar Palma Ramírez, Otto Trujillo, venía además Carol Fedor Flores Castillo, alias el Juanca, colaborador y ex comunista. Llegaron varios autos con detenidos, no sé de dónde los traerían, deben haber sido unas diez personas. Empezaron a torturarlos inmediatamente y sus declaraciones eran contrastadas con Flores. Toda la noche estuvieron trayendo gente y también en los días posteriores en los que se realizaba una serie sucesiva de allanamientos, se trataba de una redada a la juventud del PC".
El hangar donde se produjeron las detenciones funcionó sólo por quince días y los agentes fueron trasladados hasta el local conocido como Nido 20, punto donde fue detenido Alonso "Yuri" Gahona Chavez, el "camarada Díaz", cuyo nombre era Humberto Castro Hurtado y Luis Desiderio Moraga Cruz. Recuerda que en ese lugar no se torturó a mucha gente con excepción de Miguel Rodríguez (Quila o Quila Leo) y "Yuri".
En el caso del Camarada Díaz, recuerda que murió "a consecuencia de los golpes que le propinaron al parecer gente de Patria y Libertad, al mando del Wally. Me impactó mucho que entre todos lo golpearan en el living de la casa, sin hacerle ninguna pregunta. Fui yo quien me di cuenta que había muerto, ya que con otro guardia lo acercamos a la chimenea para que tuviera calor, luego fuimos a hacer una ronda a los demás detenidos y, al volver, notamos que tenía los pies muy cerca del fuego y constatamos que estaba muerto".
Coincidente con la información entregada por las Fuerzas Armadas en la Mesa de Diálogo, el agente sostiene que Luis Desiderio Moraga Cruz y varios otros detenidos "fueron subidos a un helicóptero y se los llevaron". Añade que los prisioneros eran drogados y al consultar al agente Fifo Palma sobre la suerte del grupo le indicó "que a medida que los detenidos eran arrojados al mar, los comandos les abrieron el estómagos con corvos para que no flotaran".
La práctica descrita con una naturalidad absoluta por el agente Papudo demuestra cómo la crueldad llegó a niveles descomunales, y unificó a civiles y militares. Ya no importaba si eran de la Armada, Ejército, Fach o civiles de Patria y Libertad. La tónica era unir métodos para arrancar a cualquier precio una verdad adulterada, inventada al interior de las filas del Comando Conjunto.
Las palabras del Papudo abordan casos míticos dentro del ambiente de tribunales como el de Ricardo Weibel. Sus restos fueron hallados en 1995 en el Fuerte Arteaga, en la misma fosa en que seis años después la ministra Valdovinos encontró a Rivera Matus. Al respecto, el agente comenta que "el Wally me ordenó junto a otros guardias, echar en la camioneta chuzos, palas, unas cuatro metralletas AKA y varios litros de combustible. Posteriormente se nos ordenó atar y vendar a los detenidos que estaban en una lista con Ricardo Weibel, Ignacio González Espinoza, Miguel Rodríguez Gallardo (Quila Leo), Nicomedes Toro Bravo, Ignacio González (caricaturista) y quizás uno o dos detenidos más. Ellos fueron subidos a la parte trasera de la citroneta, acostados unos sobre otros".
El relato continúa, señalando que "se me ordenó sacar a Toro Bravo del centro de detención, pero le pedí a otro guardia que lo hiciera, ya que yo tenía ganas de ver al Quila Leo. Creo que él escuchó cuando echamos las palas y chuzos, porque yo le dije que saldría en libertad, ante lo cual él me replicó que se iba un poco hacia la libertad, pero que sabía que no se iba a su casa".
"Recuerdo que Ricardo Weibel estaba muy nervioso, ya que pidió que se le entregaran sus documentos como prueba de que efectivamente lo dejarían en libertad". lo cual no se cumplió, ya que los documentos yacían en ese preciso instante en una hoguera destinada a destruir cualquier evidencia.
El ex agente Papudo recuerda que el grupo partió y en sólo tres horas llegaron los vehículos sin los detenidos y con las herramientas cubiertas con tierra, sin el combustible que llevaron y con sus armas desprovistas de balas. Consultó días después sobre el destino de los prisioneros y el ex agente Fifo Flores le dijo que "los habían matado en los terrenos militares de Peldehue".
El testimonio de Valenzuela Morales, el hallazgo de Weibel y luego el de Rivera Matus, hacen pensar a la jueza Amanda Valdovinos que otros detenidos desaparecidos de este mismo grupo original aún se encuentran inhumados ilegalmente en la fosa, tesis que piensa corroborar a contar de marzo, cuando reinicie las excavaciones en ese punto.
Las víctimas de las filas y Contreras Maluje
Imperdonable era para los agentes del Comando Conjunto mantener cualquier lazo o entregar información a sus rivales eternos: la DINA. El grupo que lideraba Manuel Contreras desató una intensa campaña destinada a desarticular al MIR, trabajo que en varias ocasiones se enfrentó a los integrantes de la comunidad de inteligencia.
De ahí que el asesinato de los dos ex agentes del Comando: Guillermo Bratti y Carol Flores fuera considerado como algo normal. "En Colina estaban detenidos tres agentes de la Fach, el Bratti, Otto Trujillo y Flores, que intentaron pasarse a la DINA. Con excepción del segundo, los otros dos fueron asesinados en el Cajón del Maipo por Fuentes Morrison, Palma y Robinson Suazo que era guardia".
Pero si las muertes, las torturas, sepulturas ilegales no lograron dañar a la comunidad de inteligencia, el caso de un detenido desaparecido pudo desarticular el grupo.
Se trata de Carlos Humberto Contreras Maluje. El 2 de noviembre de 1976, un operativo en el que participaron gran parte de los agentes del Comando condujo a la detención del integrante de las juventudes comunistas. Tras ser trasladado hasta La Firma -otro campo de prisioneros de la DIFA- el detenido fue violentamente torturado y admitió que al día siguiente tenía un contacto con gente del partido.
Dicho y hecho, el grupo operativo organizó una diligencia tendiente a desarticular al resto de las juventudes, sin embargo Contreras escapó del control de sus captores y se deslizó debajo de un bus que circulaba por la zona gritando que era Carlos Contreras Maluje, que estaba detenido por la DINA y que avisaran a la farmacia Maluje de Concepción. Haciendo caso omiso de que su cuerpo estuviera ensagrentado por el paso del bus, sus gritos fueron silenciados por los mismos agentes que lo habían trasladado hasta este lugar, los cuales después propiciaron sus más crueles torturas. Pese a ello, el hecho caló hondo, las noticias -silenciadas por años- hablaron del caso Contreras Maluje y quedó en entredicho la "poco delicada" gestión del Comando.
Como era necesario calmar los ánimos se recurrió a dos métodos simples y directos. De acuerdo al Papudo, Contreras Maluje fue trasladado hasta a Cuesta Barriga, lugar donde fue acribillado e inhumado, mientras que el Comando Conjunto se desarticuló y con ello el edificio de Juan Antonio Ríos dejó sus funciones.
No fue en vano la selección de la Cuesta Barriga para depositar el cuerpo de Contreras Maluje. El Papudo recuerda que mucho antes de este episodio, se le ordenó junto a otro oficial buscar un lugar donde enterrar dos cuerpos. Tras una búsqueda infructuosa por Lampa y Pudahuel, "nos dirigimos hacia la cuesta por el camino de Padre Hurtado, pasamos por un puente y poco antes de la mitad de la cuesta, a mano derecha en dirección a Valparaíso doblamos por una huella de tierra que se internaba aproximadamente unos 150 a 200 metros hacia el cerro, lugar donde estacionamos la renoleta. Nos introdujimos en una quebrada a pie, y subimos por una huella de agua seca unos 200 metros. En ese trayecto tomé conciencia de que habían más personas enterradas allí, ya que había un fuerte olor a cadáver".
Añade que se les ordenó a los agentes chapa Wally, Fifo, Lolo, Guimpert, Rodrigo, Huaso Flores, Alex el marino, Chico y a él asesinar a dos detenidos: Juan Orellana Catalán y Luis Enrique Maturana González. Ellos fueron trasladados hasta la Cuesta. "Me ordenaron que fuera a vigilar los autos y ahí escuché con claridad a Fifo Palma que obligaba a los detenidos a silbar la canción Venceremos siendo imitados por algunos agentes. Luego sentí varios golpes de hacha que es el ruido que hacen las metralletas con silenciador".
Valenzuela Morales volvió a los estudios de inteligencia y sólo reincidió en la práctica operativa en dos oportunidades más, a petición del Wally, que respondía a su vez a solicitudes de la recién creada CNI.
El primero fue en 1983, cuando un operativo buscaba vengar el asesinato de Carol Urzúa y, de paso, dar muerte a unos pocos sobrevivientes del MIR. Y un año más tarde (1984) participó en una redada en Pudahuel, junto a la Dicomcar.
Ese mismo año, la conciencia que por mucho tiempo pudo ignorar, le jugó un revés. El recuerdo del Quila Leo -según él mismo confiesa- hizo que el Papudo se percatara de los alevosos crímenes que cometió y presenció, acercándose hasta la Vicaría de la Solidaridad a prestar testimonio. Sin embargo, condicionó la entrega de antecedentes al compromiso de la organización de derechos humanos para poder salir del país y residir en Francia, donde vive hasta hoy.
Sus informes sirvieron para avanzar en la confección del Informe Rettig y ha sido requerido al menos en tres oportunidades más para añadir datos sobre la vida del Comando Conjunto, siendo la última el 2001
Un héroe anónimo. El martirio de Miguel Ángel Rodríguez Gallardo
Fuente :biobio.cl, 17 de Mayo 2022
Categoría : Prensa
El Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), en su sesión plenaria del miércoles 11 de mayo, aprobó, por unanimidad, la solicitud de declarar Monumento Nacional, en su categoría de Monumento Histórico, el Sitio de Memoria Ex Centro Clandestino de Detención y Tortura Nido 18, ubicado en la comuna de La Florida. Este hecho me motivó a reproducir uno de los pasajes de mi libro ’El ’75’, de próxima aparición —escrito como homenaje a todas las víctimas de la dictadura pinochetista—, con motivo de cumplirse el próximo año cincuenta años del golpe militar.
En ese centro de detención funcionó el llamado ’Comando Conjunto’ al cual hago referencia en el relato. Pero es válido señalar, además, que la vivienda, ubicada en Avenida Perú 9053, en el paradero 18 de La Florida, perteneció al Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) y fue usada como casa de seguridad para uno de sus militantes. En 1974 fue allanada por las fuerzas represoras de la dictadura, y ocupada por aquellas, especialmente, por el Comando Conjunto, desde abril a noviembre de 1975. Un cálculo aproximado señala que 35 hombres y mujeres fueron secuestradas y torturadas en ese recinto, del que hoy solo quedan restos de un portón[1].
EL RELATO
Hay grandes hombres de cuyos méritos, por regla general, da testimonio la Historia. Hay otros, sin embargo, que, poseyendo tales calidades, jamás la Historia los menciona, a pesar que sus actos de valor superan, a menudo, los ejecutados por quienes así fueron juzgados. Es el caso de ese humilde tornero de la industria ‘Arnat’, Miguel Ángel Rodríguez Gallardo, en la ciudad de Santiago. El relato de una parte de su vida nos invita a reflexionar profundamente acerca de lo que sucedió bajo la dictadura chilena; y acerca de esos hombres valerosos que nos dejaron testimonio de su grandeza.
La jornada de trabajo era, en el Chile de Pinochet, extensa. Ávidas de engullir cuotas cada vez más elevadas de plusvalor para sí, las empresas extendían el horario de trabajo de sus operarios excediendo notoriamente las horas establecidas por la ley. Aquel 21 de agosto de 1975, la jornada que debía cumplir Miguel Ángel Rodríguez Gallardo, tornero mecánico, empleado en la Industria «Arnat» —con domicilio en Los Nácares N°914, Población Santa Elena, Parcela 35, La Cisterna, Santiago, casado con Rosalba Mendoza Morales, y padre de dos pequeños hijos—, resultó extremadamente intensa y larga. Pero no era aquello lo que preocupaba al joven tornero en esos días, sino la circunstancia que la organización política a la que pertenecía (partido Comunista PC) le había informado de la captura de otros compañeros a quienes Miguel Ángel conocía. Y temía a la inevitable delación que tales capturas acarreaban. Por eso, cuando vio, ese día, de regreso a casa, como a las 23 ó 24 horas, ciertos sujetos que seguían tras sus pasos, en actitud sospechosa, se puso nervioso y apuró el tranco intentando llegar pronto a su hogar. En la declaración que haría Rosalba, su mujer, más tarde, se indicaría que el joven tornero
“Se veía muy agitado, y ante las preguntas de su esposa, le confidenció que en el trayecto había sido seguido por unos desconocidos que con certeza pertenecían a los Servicios de Seguridad, dado que había tomado conocimiento que un mes antes había sido detenido un amigo y sospechaba que podía haberlo denunciado”[2].
En los días siguientes, pudo confirmar Miguel Ángel sus sospechas: estaba siendo objeto de una celosa vigilancia que su cónyuge, preocupada de otras labores, no había advertido. Y fueron tantos sus temores y sobresaltos que, a pesar de ser contrario a contar tales sospechas a Rosalba para no intranquilizarla, se vio obligado a hacerlo.
Informar de semejantes circunstancias a personas que poco o nada pueden hacer para evitarlas sirve, indudablemente, para descargar las emociones; a la vez, para preparar a quien se le confía el secreto a enfrentar un hecho que, de todas maneras, va a acaecer. Pase lo que pase.
El 28 de ese mismo mes, Miguel Ángel Rodríguez Gallardo despertó como siempre lo hizo, temprano, muy de madrugada; se bañó, vistió, tomó su desayuno y salió, al igual que todos los días, de casa, a las 7 de la mañana, en dirección a su trabajo ubicado en calle Víctor Manuel N°1854. Sin embargo, jamás llegó a ese lugar. Los dos agentes de los servicios de seguridad de la dictadura, Manuel Agustín Muñoz Gamboa y Juan Francisco Saavedra Loyola, a quienes se les encargara la misión de vigilar sus pasos, habían estado cumpliendo fielmente las órdenes recibidas. Al ver al obrero sin compañía, se acercaron a él procediendo, de inmediato, a capturarlo. Luego de inmovilizarlo, lo introdujeron en uno de los vehículos que utilizaban para realizar la cacería. Sin embargo,
“[…] dos testigos presenciales vecinos del sector, le habrían manifestado a la señora Mendoza, haber visto a Miguel Ángel Rodríguez, conducido por los aprehensores, en los momentos en que era llevado e introducido a una de las furgonetas”[3].
El joven tornero mecánico, con su detención, inauguraba una nueva era en la labor de captura de los opositores a la dictadura pinochetista. Conducido por sus aprehensores a uno de los múltiples centros secretos de detención y tortura que estaban organizando los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas, iría a experimentar el espantoso rigor de la persecución a la disidencia política.
Del lugar primitivo al que había sido conducido, fue trasladado al llamado ‘Nido 18’, un inmueble del cual se apropiaron esos servicios, perteneciente a uno de los partidos políticos declarados ilegales por la dictadura (el MIR), ubicado en el Paradero 18 de Vicuña Mackenna, más precisamente, en calle Perú N° 9053. Allí sería bárbaramente torturado hasta que su rostro adquiriría el aspecto de
“[…] una calavera con piel”[4].
Detengámonos un momento para ampliar algunos aspectos a los que anteriormente hemos hecho referencia.
En 1975, los servicios de seguridad de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile se habían organizado en torno a una estructura de inteligencia denominado, precisamente, ‘Comunidad de Inteligencia’. La conformaban miembros de aquellas mismas ramas, especializados en tales labores. En ese organismo participaban, también, algunos civiles que, luego del golpe militar, habían emigrado de la organización derechista ‘Patria y Libertad’. Por ese motivo, también se le denominó ‘Comando Conjunto’ que, en sus primeros meses de vida y hasta 1976, funcionó en el edificio ubicado en Santiago Centro, calle Juan Antonio Ríos 6. No por otro motivo los miembros del grupo se referían al mismo bajo el nombre de ‘JAR 6’.
El organismo no operaba, sin embargo, en ese único lugar. Aprovechando el despojo que la dictadura hacía de las propiedades y residencias de los partidos y organizaciones simpatizantes del depuesto gobierno de la Unidad Popular, empleaba algunas de aquellas en el carácter de centros de detención y tortura en contra de esa militancia partidaria. No eran muchas; pero tampoco eran pocas, entre las que podemos consignar el llamado ‘Nido 18’, ubicado en el Paradero 18 de Vicuña Mackenna; aquel otro denominado ‘Nido 20’, en el Paradero 20 de la Gran Avenida, ambos centros
“[…] arrebatados a militantes de partidos políticos perseguidos […]”[5];
a la casa de Apoquindo; al hangar del Aeropuerto de Cerrillos; a la cárcel ‘La Prevención’, desde octubre/noviembre de 1975, también denominada ‘Remo 0’, ubicada al interior del Regimiento de Artillería Antiaérea de Colina de la Fuerza Aérea de Chile FACH[6] y, finalmente, a las que fueran las dependencias del diario ‘El Clarín’, asignadas a Carabineros, centro de detención y tortura que se conoció como ‘La Firma’[7].
El funcionamiento de semejante organización era suficiente para desarticular cualquier posible oposición dentro del país. Sin embargo, la dictadura quería abarcar más, hacer más perfecto su trabajo y darle un carácter regional. Dicho ‘perfeccionamiento’ se logró entre el 25 de noviembre y el 01 de diciembre del mismo año 1975, cuando un grupo de oficiales de Ejército procedentes de varios países sudamericanos, se dio cita en la llamada ‘Casa de Piedra’, ubicada en el Cajón del Maipo, con la finalidad de dar vida y continuidad a una organización que tendría por objeto coordinar sus trabajos en la misión de exterminar a los opositores de las dictaduras latinoamericanas existentes en esos años. Participaron en calidad de fundadores de tal coordinación Jorge Casas por Argentina, Carlos Mena por Bolivia; Benito Guanes por Paraguay, José Fons por la República de Uruguay, y Manuel Contreras por Chile. Brasil no quiso incorporarse de inmediato sino decidió hacerlo en el carácter de observador adhiriendo, un año después (en 1976), en calidad de miembro, en tanto Perú y Ecuador lo hicieron en 1978. Según un analista,
“Se coordinaron para perseguir a los militantes de la izquierda activa. Compartían información para vigilar, secuestrar y hacer desaparecer a los resistentes a las tiranías, para mantenerlos en sitios clandestinos, centros de torturas y de exterminio”[8].
La coordinación se conocería, más tarde, como ‘Plan Cóndor’ o, también, como ‘Operación Cóndor’. Con la creación de esa criminal estructura culminaba, así, exitosamente, el viaje que hacía no mucho tiempo había realizado Manuel Contreras a Caracas.
A partir de su detención el 28 de agosto de 1975, Miguel Ángel Rodríguez Gallardo —también conocido como ‘Quila Leo’—, pasó a engrosar la larga lista de los llamados ‘detenidos desaparecidos’, pues nada más se supo de él luego de ese hecho. Sin embargo, todo comenzó a cambiar en los años posteriores, cuando algunos de los ex agentes de los servicios de seguridad comenzaron a entregar información acerca de la suerte corrida por los prisioneros políticos. De acuerdo a esas confesiones, se puede inferir que el joven tornero inició un largo y espantoso peregrinar por los centros de detención y tortura de la dictadura pinochetista hasta convertirse su cuerpo en ‘un esqueleto con ropa y su cara una calavera con piel’ de lo cual pudo dar testimonio Juan Bautista Sepúlveda Arancibia, también detenido en esos centros de la dictadura. Se sabe, así, que
“[…] el día de su detención, permaneció esposado y vendado en un edificio en calle Bulnes, Santiago, para en horas de la tarde ser llevado a un hangar en el Aeropuerto de Cerrillos, donde fue torturado y, durante el largo tiempo que permaneció prisionero, se le mantuvo encadenado de manos y pies, siendo trasladado a diferentes centros de detención ilegal y continuamente torturado […]”[9]
¿Qué hicieron esos degenerados con Miguel Ángel para que pudieran convertirlo en lo que ese testigo de su captura pudiera describir como ‘un esqueleto con ropa y tener por rostro una calavera con piel’? ¿Por qué lo hicieron? ¿Qué espantoso delito cometió Miguel Àngel para que se le castigara de esa manera?
Así como al soldado que desprecia su vida, y no vacila en ofrendarla por su Patria, lo enaltece el juicio que sobre él formula su enemigo, también al hombre común que es capaz de soportar duros castigos lo eleva al pináculo de la gloria el reconocimiento que de sus actos hace quien ha sido el causante de su desgracia.
Nada podemos decir de Miguel Ángel Rodríguez Gallardo que no sea recordar su condición de trabajador, de militante comunista, de compañero, de hombre luchador y de buen padre de familia. Por eso, la descripción que de él hace uno de sus verdugos, el ex-miembro de la Fuerza Aérea e integrante del autodenominado Comando Conjunto, Andrés Antonio Valenzuela Morales, enjuiciado, años más tarde, por sus crímenes en contra de los opositores a la dictadura de Pinochet, nos hace inclinarnos ante ese humilde tornero como se está frente a un hombre excepcional. Porque aseguró aquel sujeto que Miguel Ángel fue uno de los hombres más íntegros, inteligentes y valerosos que pudo conocer.
«[…] fue un prisionero al que llegué a admirar por su valor, fue respetado incluso por los mismos jefes nuestros, por su inteligencia, por su hombría. Murió por sus convicciones. Pensó que lo que hacía estaba bien. Nunca dijo una palabra a pesar de haber sido torturado muy duro, durante casi 4 meses. Nunca lo pudimos quebrar, en ninguna circunstancia, ni mental ni físicamente. Estuvo en un armario vendado; para que no se le fuera la mente buscaba dibujos en las tablas, se imaginaba situaciones. Estuvo tanto tiempo vendado, que llegó a desarrollar los sentidos del oído y del olfato más que nosotros. El cayó detenido poco antes de que florecieran los árboles y en el «Nido 20» había árboles, y un día nos dijo: «yo sé donde estoy, en el paradero 20 de la Gran Avenida, la sirena que suena y que da la hora yo la conozco«. Parece que en su juventud había sido bombero en esa compañía. También reconoció el silbato de una fábrica que había por allí. El escuchaba y sacaba cuentas»[10].
Y, agregó, más adelante:
«Antes de eso lo tuvimos en un hangar, en Cerrillos, en el lado civil del Aeropuerto. Allí un día nos dijo que estaba detenido en Cerrillos. Nosotros le expresamos «¿cómo lo sabes?, puede ser Pudahuel o la Base Aérea El Bosque». «No» -dijo- «escucho todos los días las indicaciones que da la torre de control, y nunca han dado la salida de un avión de combate ni tampoco de pasajeros; tiene que ser Cerrillos. Así nos fuimos haciendo amigos de él. Cuando lo llevamos a Colina estuvo perdido un tiempo. Sabía que era un lugar donde se hacía instrucción, que era un Regimiento, porque escuchaba los conscriptos en la mañana, que trotaban y cantaban»[11].
Este notable hombre, poseedor de una lógica extraordinaria, fue trasladado a la Base Aérea de Colina en octubre de 1975 por un grupo determinado de personas, entre los que se encontraba su ex compañero de partido Carol Fedor Flores Castillo; junto al mismo estaban, igualmente, César Luis Palma Ramírez y el soldado Carlos Bratti Cornejo, además de otros agentes, como se consigna en las declaraciones de Valenzuela:
“En octubre de 1975, la víctima fue trasladada a la Base Aérea de Colina. Por antecedentes recibidos por esta Comisión se pudo determinar que tiempo después del Año Nuevo 1975-1976, el afectado y otros detenidos fueron introducidos en vehículos que llevaban utensilios para cavar, armas y varios litros de combustible, partiendo con rumbo desconocido”[12].
De acuerdo a la versión entregada por el ex agente Andrés Antonio Valenzuela Morales, alias ‘El Papudo’, cuyas declaraciones hemos tomado como base para esta crónica, los hechos que precedieron al asesinato de Miguel Ángel Rodríguez Gallardo, fueron los siguientes:
«[…] se me ordenó sacar a Toro Bravo del centro de detención, pero le pedí a otro guardia que lo hiciera, ya que yo tenía ganas de ver al Quila Leo. Creo que él escuchó cuando echamos las palas y chuzos, porque yo le dije que saldría en libertad, ante lo cual él me replicó que se iba un poco hacia la libertad, pero que sabía que no se iba a su casa»[13].
La muerte de todas estas personas fue, al parecer, provocada por impactos de bala. No existen informaciones precisas al respecto. Las declaraciones de sus verdugos dan cuenta de esos últimos momentos:
“Alrededor de tres horas después regresaron los vehículos, con las palas y chuzos sucios con tierra, sin el combustible y con los cargadores de las armas vacíos. A los pocos días se supo que todos los detenidos habían sido asesinados en los terrenos militares de Peldehue. Los cadáveres de las víctimas habrían sido quemados y después enterrados clandestinamente en ese lugar»[14].
En las postrimerías de ese mes de agosto de 1975, el ‘Quila Leo’ obtuvo, ciertamente, mayores espacios de libertad; pero, como lo señalara con amarga entereza, no para volver a casa. Sus pobres restos quedaron sepultados en algún rincón del campo militar de Peldehue y, probablemente, fueron trasladados más tarde de allí para borrar toda memoria de esa ignominia. Porque ese era el Chile de ese entonces. Su familia esperó en vano su regreso.
Notas:
[1] Redacción: ”Consejo de Monumentos Nacionales aprueba solicitud de declaratoria de centro de detención clandestino Nido 18 como Monumento Histórico”, Radio Universidad de Chile, 13 de mayo de 2022.
[2] Ficha de Miguel Ángel Rodríguez Gallardo en ‘Memoria Viva’, disponible en INTERNET.
[3] Id. (2).
[4] Id. (2).
[5] Redacción: “Corte de Apelaciones de Santiago condena a ex agentes del Comando Conjunto”, Diario de la Universidad de Chile, 07 de abril de 2022.
[6] Redacción: “Corte Suprema confirma condenas a siete ex agentes del Comando Conjunto por crímenes de tres dirigentes sindicales cometidos en 1976”, ‘Resumen’, 20 de abril de 2022.
[7] Id. (6).
[8] Klapp Santa Cruz, Ricardo: “Operación Cóndor: Homenaje a tres detenidos desaparecidos”, ‘El Clarín’, 04 de abril de 2022
[9] Redacción: Id. (5)..
[10] Id. (2).
[11] Id. (2).
[12] Id. (2).
[13] Documento “Ex agente revela detalles de crímenes del Comando Conjunto”, Revista ‘Primera Línea’, 21 de enero, sin año de publicación, en el sitio Memoria Viva, correspondiente a la ficha de Miguel Ángel Rodríguez Gallardo.
[14] Id. (2).
por Manuel Acuña Asenjo (Chile)
Un héroe anónimo: El martirio de Miguel Ángel Rodríguez Gallardo
Fuente :biobio.cl 17/5/ 2022
Categoría : Prensa
Hace unos días, el Consejo de Monumentos Nacionales declaró Monumento Nacional el Sitio de Memoria Ex Centro Clandestino de Detención y Tortura Nido 18, en la comuna de La Florida (RM). Miguel Ángel Rodríguez Gallardo, joven tornero mecánico, padre de dos niños y militante del Partido Comunista, fue detenido por civiles y salvajemente torturado durante cuatro meses sin ser quebrado, antes de ser asesinado. Uno de los lugares por los que pasó fue Nido 18.
El Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), en su sesión plenaria del miércoles 11 de mayo, aprobó, por unanimidad, la solicitud de declarar Monumento Nacional, en su categoría de Monumento Histórico, el Sitio de Memoria Ex Centro Clandestino de Detención y Tortura Nido 18, ubicado en la comuna de La Florida. Este hecho me motivó a reproducir uno de los pasajes de mi libro ’El ’75’, de próxima aparición —escrito como homenaje a todas las víctimas de la dictadura pinochetista—, con motivo de cumplirse el próximo año cincuenta años del golpe militar.
En ese centro de detención funcionó el llamado ’Comando Conjunto’ al cual hago referencia en el relato. Pero es válido señalar, además, que la vivienda, ubicada en Avenida Perú 9053, en el paradero 18 de La Florida, perteneció al Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) y fue usada como casa de seguridad para uno de sus militantes. En 1974 fue allanada por las fuerzas represoras de la dictadura, y ocupada por aquellas, especialmente, por el Comando Conjunto, desde abril a noviembre de 1975. Un cálculo aproximado señala que 35 hombres y mujeres fueron secuestradas y torturadas en ese recinto, del que hoy solo quedan restos de un portón (1).
Hay grandes hombres de cuyos méritos, por regla general, da testimonio la Historia. Hay otros, sin embargo, que, poseyendo tales calidades, jamás la Historia los menciona, a pesar que sus actos de valor superan, a menudo, los ejecutados por quienes así fueron juzgados. Es el caso de ese humilde tornero de la industria ‘Arnat’, Miguel Ángel Rodríguez Gallardo, en la ciudad de Santiago. El relato de una parte de su vida nos invita a reflexionar profundamente acerca de lo que sucedió bajo la dictadura chilena; y acerca de esos hombres valerosos que nos dejaron testimonio de su grandeza.
La jornada de trabajo era, en el Chile de Pinochet, extensa. Ávidas de engullir cuotas cada vez más elevadas de plusvalor para sí, las empresas extendían el horario de trabajo de sus operarios excediendo notoriamente las horas establecidas por la ley. Aquel 21 de agosto de 1975, la jornada que debía cumplir Miguel Ángel Rodríguez Gallardo, tornero mecánico, empleado en la Industria “Arnat” —con domicilio en Los Nácares N°914, Población Santa Elena, Parcela 35, La Cisterna, Santiago, casado con Rosalba Mendoza Morales, y padre de dos pequeños hijos—, resultó extremadamente intensa y larga. Pero no era aquello lo que preocupaba al joven tornero en esos días, sino la circunstancia que la organización política a la que pertenecía (partido Comunista PC) le había informado de la captura de otros compañeros a quienes Miguel Ángel conocía. Y temía a la inevitable delación que tales capturas acarreaban. Por eso, cuando vio, ese día, de regreso a casa, como a las 23 ó 24 horas, ciertos sujetos que seguían tras sus pasos, en actitud sospechosa, se puso nervioso y apuró el tranco intentando llegar pronto a su hogar. En la declaración que haría Rosalba, su mujer, más tarde, se indicaría que el joven tornero
“Se veía muy agitado, y ante las preguntas de su esposa, le confidenció que en el trayecto había sido seguido por unos desconocidos que con certeza pertenecían a los Servicios de Seguridad, dado que había tomado conocimiento que un mes antes había sido detenido un amigo y sospechaba que podía haberlo denunciado” (2).
En los días siguientes, pudo confirmar Miguel Ángel sus sospechas: estaba siendo objeto de una celosa vigilancia que su cónyuge, preocupada de otras labores, no había advertido. Y fueron tantos sus temores y sobresaltos que, a pesar de ser contrario a contar tales sospechas a Rosalba para no intranquilizarla, se vio obligado a hacerlo.
Informar de semejantes circunstancias a personas que poco o nada pueden hacer para evitarlas sirve, indudablemente, para descargar las emociones; a la vez, para preparar a quien se le confía el secreto a enfrentar un hecho que, de todas maneras, va a acaecer. Pase lo que pase.
El 28 de ese mismo mes, Miguel Ángel Rodríguez Gallardo despertó como siempre lo hizo, temprano, muy de madrugada; se bañó, vistió, tomó su desayuno y salió, al igual que todos los días, de casa, a las 7 de la mañana, en dirección a su trabajo ubicado en calle Víctor Manuel N°1854. Sin embargo, jamás llegó a ese lugar. Los dos agentes de los servicios de seguridad de la dictadura, Manuel Agustín Muñoz Gamboa y Juan Francisco Saavedra Loyola, a quienes se les encargara la misión de vigilar sus pasos, habían estado cumpliendo fielmente las órdenes recibidas. Al ver al obrero sin compañía, se acercaron a él procediendo, de inmediato, a capturarlo. Luego de inmovilizarlo, lo introdujeron en uno de los vehículos que utilizaban para realizar la cacería. Sin embargo,
“[…] dos testigos presenciales vecinos del sector, le habrían manifestado a la señora Mendoza, haber visto a Miguel Ángel Rodríguez, conducido por los aprehensores, en los momentos en que era llevado e introducido a una de las furgonetas” (3).
El joven tornero mecánico, con su detención, inauguraba una nueva era en la labor de captura de los opositores a la dictadura pinochetista. Conducido por sus aprehensores a uno de los múltiples centros secretos de detención y tortura que estaban organizando los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas, iría a experimentar el espantoso rigor de la persecución a la disidencia política.
Del lugar primitivo al que había sido conducido, fue trasladado al llamado ‘Nido 18’, un inmueble del cual se apropiaron esos servicios, perteneciente a uno de los partidos políticos declarados ilegales por la dictadura (el MIR), ubicado en el Paradero 18 de Vicuña Mackenna, más precisamente, en calle Perú N° 9053. Allí sería bárbaramente torturado hasta que su rostro adquiriría el aspecto de
“[…] una calavera con piel” (4).
Detengámonos un momento para ampliar algunos aspectos a los que anteriormente hemos hecho referencia.
En 1975, los servicios de seguridad de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile se habían organizado en torno a una estructura de inteligencia denominado, precisamente, ‘Comunidad de Inteligencia’. La conformaban miembros de aquellas mismas ramas, especializados en tales labores. En ese organismo participaban, también, algunos civiles que, luego del golpe militar, habían emigrado de la organización derechista ‘Patria y Libertad’. Por ese motivo, también se le denominó ‘Comando Conjunto’ que, en sus primeros meses de vida y hasta 1976, funcionó en el edificio ubicado en Santiago Centro, calle Juan Antonio Ríos 6. No por otro motivo los miembros del grupo se referían al mismo bajo el nombre de ‘JAR 6’.
El organismo no operaba, sin embargo, en ese único lugar. Aprovechando el despojo que la dictadura hacía de las propiedades y residencias de los partidos y organizaciones simpatizantes del depuesto gobierno de la Unidad Popular, empleaba algunas de aquellas en el carácter de centros de detención y tortura en contra de esa militancia partidaria. No eran muchas; pero tampoco eran pocas, entre las que podemos consignar el llamado ‘Nido 18’, ubicado en el Paradero 18 de Vicuña Mackenna; aquel otro denominado ‘Nido 20’, en el Paradero 20 de la Gran Avenida, ambos centros
“[…] arrebatados a militantes de partidos políticos perseguidos […]” (5);
a la casa de Apoquindo; al hangar del Aeropuerto de Cerrillos; a la cárcel ‘La Prevención’, desde octubre/noviembre de 1975, también denominada ‘Remo 0’, ubicada al interior del Regimiento de Artillería Antiaérea de Colina de la Fuerza Aérea de Chile FACH (6) y, finalmente, a las que fueran las dependencias del diario ‘El Clarín’, asignadas a Carabineros, centro de detención y tortura que se conoció como ‘La Firma’ (7).
El funcionamiento de semejante organización era suficiente para desarticular cualquier posible oposición dentro del país. Sin embargo, la dictadura quería abarcar más, hacer más perfecto su trabajo y darle un carácter regional. Dicho ‘perfeccionamiento’ se logró entre el 25 de noviembre y el 01 de diciembre del mismo año 1975, cuando un grupo de oficiales de Ejército procedentes de varios países sudamericanos, se dio cita en la llamada ‘Casa de Piedra’, ubicada en el Cajón del Maipo, con la finalidad de dar vida y continuidad a una organización que tendría por objeto coordinar sus trabajos en la misión de exterminar a los opositores de las dictaduras latinoamericanas existentes en esos años. Participaron en calidad de fundadores de tal coordinación Jorge Casas por Argentina, Carlos Mena por Bolivia; Benito Guanes por Paraguay, José Fons por la República de Uruguay, y Manuel Contreras por Chile. Brasil no quiso incorporarse de inmediato sino decidió hacerlo en el carácter de observador adhiriendo, un año después (en 1976), en calidad de miembro, en tanto Perú y Ecuador lo hicieron en 1978.Según un analista,
“Se coordinaron para perseguir a los militantes de la izquierda activa. Compartían información para vigilar, secuestrar y hacer desaparecer a los resistentes a las tiranías, para mantenerlos en sitios clandestinos, centros de torturas y de exterminio” (8).
La coordinación se conocería, más tarde, como ‘Plan Cóndor’ o, también, como ‘Operación Cóndor’. Con la creación de esa criminal estructura culminaba, así, exitosamente, el viaje que hacía no mucho tiempo había realizado Manuel Contreras a Caracas.
A partir de su detención el 28 de agosto de 1975, Miguel Ángel Rodríguez Gallardo —también conocido como ‘Quila Leo’—, pasó a engrosar la larga lista de los llamados ‘detenidos desaparecidos’, pues nada más se supo de él luego de ese hecho. Sin embargo, todo comenzó a cambiar en los años posteriores, cuando algunos de los ex agentes de los servicios de seguridad comenzaron a entregar información acerca de la suerte corrida por los prisioneros políticos. De acuerdo a esas confesiones, se puede inferir que el joven tornero inició un largo y espantoso peregrinar por los centros de detención y tortura de la dictadura pinochetista hasta convertirse su cuerpo en ‘un esqueleto con ropa y su cara una calavera con piel’ de lo cual pudo dar testimonio Juan Bautista Sepúlveda Arancibia, también detenido en esos centros de la dictadura. Se sabe, así, que
“[…] el día de su detención, permaneció esposado y vendado en un edificio en calle Bulnes, Santiago, para en horas de la tarde ser llevado a un hangar en el Aeropuerto de Cerrillos, donde fue torturado y, durante el largo tiempo que permaneció prisionero, se le mantuvo encadenado de manos y pies, siendo trasladado a diferentes centros de detención ilegal y continuamente torturado […]” (9).
¿Qué hicieron esos degenerados con Miguel Ángel para que pudieran convertirlo en lo que ese testigo de su captura pudiera describir como ‘un esqueleto con ropa y tener por rostro una calavera con piel’? ¿Por qué lo hicieron? ¿Qué espantoso delito cometió Miguel Àngel para que se le castigara de esa manera?
Así como al soldado que desprecia su vida, y no vacila en ofrendarla por su Patria, lo enaltece el juicio que sobre él formula su enemigo, también al hombre común que es capaz de soportar duros castigos lo eleva al pináculo de la gloria el reconocimiento que de sus actos hace quien ha sido el causante de su desgracia.
Nada podemos decir de Miguel Ángel Rodríguez Gallardo que no sea recordar su condición de trabajador, de militante comunista, de compañero, de hombre luchador y de buen padre de familia. Por eso, la descripción que de él hace uno de sus verdugos, el ex-miembro de la Fuerza Aérea e integrante del autodenominado Comando Conjunto, Andrés Antonio Valenzuela Morales, enjuiciado, años más tarde, por sus crímenes en contra de los opositores a la dictadura de Pinochet, nos hace inclinarnos ante ese humilde tornero como se está frente a un hombre excepcional. Porque aseguró aquel sujeto que Miguel Ángel fue uno de los hombres más íntegros, inteligentes y valerosos que pudo conocer.
“[…] fue un prisionero al que llegué a admirar por su valor, fue respetado incluso por los mismos jefes nuestros, por su inteligencia, por su hombría. Murió por sus convicciones. Pensó que lo que hacía estaba bien. Nunca dijo una palabra a pesar de haber sido torturado muy duro, durante casi 4 meses. Nunca lo pudimos quebrar, en ninguna circunstancia, ni mental ni físicamente. Estuvo en un armario vendado; para que no se le fuera la mente buscaba dibujos en las tablas, se imaginaba situaciones. Estuvo tanto tiempo vendado, que llegó a desarrollar los sentidos del oído y del olfato más que nosotros. El cayó detenido poco antes de que florecieran los árboles y en el “Nido 20” había árboles, y un día nos dijo: “yo sé donde estoy, en el paradero 20 de la Gran Avenida, la sirena que suena y que da la hora yo la conozco”. Parece que en su juventud había sido bombero en esa compañía. También reconoció el silbato de una fábrica que había por allí. El escuchaba y sacaba cuentas” (10).
Y, agregó, más adelante:
“Antes de eso lo tuvimos en un hangar, en Cerrillos, en el lado civil del Aeropuerto. Allí un día nos dijo que estaba detenido en Cerrillos. Nosotros le expresamos “¿cómo lo sabes?, puede ser Pudahuel o la Base Aérea El Bosque”. “No” -dijo- “escucho todos los días las indicaciones que da la torre de control, y nunca han dado la salida de un avión de combate ni tampoco de pasajeros; tiene que ser Cerrillos. Así nos fuimos haciendo amigos de él. Cuando lo llevamos a Colina estuvo perdido un tiempo. Sabía que era un lugar donde se hacía instrucción, que era un Regimiento, porque escuchaba los conscriptos en la mañana, que trotaban y cantaban” (11).
Este notable hombre, poseedor de una lógica extraordinaria, fue trasladado a la Base Aérea de Colina en octubre de 1975 por un grupo determinado de personas, entre los que se encontraba su ex compañero de partido Carol Fedor Flores Castillo; junto al mismo estaban, igualmente, César Luis Palma Ramírez y el soldado Carlos Bratti Cornejo, además de otros agentes, como se consigna en las declaraciones de Valenzuela:
“En octubre de 1975, la víctima fue trasladada a la Base Aérea de Colina. Por antecedentes recibidos por esta Comisión se pudo determinar que tiempo después del Año Nuevo 1975-1976, el afectado y otros detenidos fueron introducidos en vehículos que llevaban utensilios para cavar, armas y varios litros de combustible, partiendo con rumbo desconocido” (12).
De acuerdo a la versión entregada por el ex agente Andrés Antonio Valenzuela Morales, alias ‘El Papudo’, cuyas declaraciones hemos tomado como base para esta crónica, los hechos que precedieron al asesinato de Miguel Ángel Rodríguez Gallardo, fueron los siguientes:
“[…] se me ordenó sacar a Toro Bravo del centro de detención, pero le pedí a otro guardia que lo hiciera, ya que yo tenía ganas de ver al Quila Leo. Creo que él escuchó cuando echamos las palas y chuzos, porque yo le dije que saldría en libertad, ante lo cual él me replicó que se iba un poco hacia la libertad, pero que sabía que no se iba a su casa”(13).
La muerte de todas estas personas fue, al parecer, provocada por impactos de bala. No existen informaciones precisas al respecto. Las declaraciones de sus verdugos dan cuenta de esos últimos momentos:
“Alrededor de tres horas después regresaron los vehículos, con las palas y chuzos sucios con tierra, sin el combustible y con los cargadores de las armas vacíos. A los pocos días se supo que todos los detenidos habían sido asesinados en los terrenos militares de Peldehue. Los cadáveres de las víctimas habrían sido quemados y después enterrados clandestinamente en ese lugar” (14).
En las postrimerías de ese mes de agosto de 1975, el ‘Quila Leo’ obtuvo, ciertamente, mayores espacios de libertad; pero, como lo señalara con amarga entereza, no para volver a casa. Sus pobres restos quedaron sepultados en algún rincón del campo militar de Peldehue y, probablemente, fueron trasladados más tarde de allí para borrar toda memoria de esa ignominia. Porque ese era el Chile de ese entonces. Su familia esperó en vano su regreso.