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Pinochet Arenas Alejandro Alberto – Memoria Viva

Pinochet Arenas Alejandro Alberto


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Alejandro Pinochet Arenas  niño

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urbesalvaje.com Alejandro Pinochet Arenas

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Rut : 10.212.807-9

Fecha Detención : 10-09-1987
Lugar Detención : Santiago


Fecha Nacimiento : 02-06-1964 Edad : 23

Lugar Nacimiento : Valparaíso

Actividad Política : Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR)
Actividad : Técnico automotriz

Estado Civil e Hijos : Soltero
Nacionalidad : chilena


Relatos de Los Hechos

Fuente :(Informe corporación)

Categoría : Antecedentes del Caso

(En la foto aparece Alejandro con su padre)

Rut       : 1.212.807-9 Valparaíso

F.Nacim. : 02-06-64, 23 años a la fecha de la detención.

Domicilio : Salvador Cruz Gana, calle 14, Ñuñoa, Santiago.

E.Civil  : Soltero

Actividad : Técnico en combustión interna automotriz

C.Repres. : Militante del Partido Comunista. Miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR)

F.Detenc. : 10 de septiembre de 1987

SITUACION REPRESIVA

            Alejandro Alberto Pinochet Arenas, soltero, técnico automotriz, militante del Partido Comunista, miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), fue detenido el 10 de septiembre de 1987 alrededor de las 09:15 horas, por agentes de la Central Nacional de Informaciones, CNI, en la intersección de las calles Catedral con San Martín en Santiago. A partir de ese momento se encuentra en calidad de detenido desaparecido. En la fecha y hora indicada, en circunstancias que el afectado transitaba por calle San Martín de Sur a Norte, atravesando la calle Catedral, en la acera nor-oriente de dicha intersección, desde un vehículo utilitario de color celeste, marca Suzuki, que aparentemente se encontraba detenido por la luz roja del semáforo, bajaron tres sujetos de civil, uno de los cuales le gritó por la espalda, "…alto, manos arriba", al darse vuelta el afectado, dos de los sujetos se le avalanzan para reducirlo. El afectado intentó defenderse, pero rápidamente uno de los sujetos le colocó un arma cerca del rostro, mientras el segundo agente desde otra posición le apuntó con el arma tomada con ambas manos; el tercer sujeto, un poco más lejos, cerca del vehículo, vigiló la acción. Una vez reducido, Alejandro Pinochet fue introducido violentamente en el furgón utilitario, donde iba un cuarto individuo que actuaba de chofer. El vehículo, transgrediendo la luz roja del semáforo, se dirigió por Catedral hacia el poniente, hasta la calle Manuel Rodríguez, virando hacia la derecha en dirección norte, situación en que los testigos presenciales en ese momento lo pierden de vista. Toda la operación antes descrita duró alrededor de 20 segundos, poco menos que la duración de la luz roja del semáforo en dicha intersección, lo que demuestra el profesionalismo en la ejecución del secuestro.

            El afectado era intensamente buscado por los organismos de seguridad del régimen militar, por su presunta vinculación con el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Con anterioridad a su detención, su familia debió interponer un recurso de amparo preventivo, rol 62-86, ante la Corte de Apelaciones de Valparaíso, en su favor y de su padre don Froilán Pinochet Pinochet, luego de que el 4 de febrero de ese año, civiles que no se identificaron procedieron a allanar el domicilio de la familia ubicado en el cerro Santo Domingo de Valparaíso. En esa oportunidad, los amparados no fueron detenidos por los agentes que los buscaban, por no encontrarse en el domicilio. Alertado por este hecho, Alejandro se trasladó a Santiago. En el mes de septiembre de 1986, nuevamente civiles que no se identificaron y que preguntaron por él, se presentaron en casas de familiares de Alejandro Pinochet.

            La detención y posterior desaparición forzado de Alejandro Pinochet Arenas, por parte de agentes de la Central Nacional de Informaciones CNI, como asimismo la de otros cuatro jóvenes militantes del Partido Comunista, que aparecen vinculados al Frente Patriótico Manuel Rodríguez: José Julián Peña Maltés, detenido el 9 de septiembre de 1987; Julio Orlando Muñoz Otárola, detenido en la vía pública el 9 de septiembre de 1987; Manuel Jesús Sepúlveda Sánchez, detenido después de las 19:00 horas del 9 de septiembre de 1987, luego de salir de su domicilio; Gonzalo Iván Fuenzalida Navarrete detenido entre el 7 y 10 de septiembre de 1987. Estas detenciones ocurren paralelamente a una serie de operativos tipo rastrillo llevados a cabo por la CNI y fuerzas de seguridad que actuaron conjunta y coordinadamente con efectivos policiales, a fin de dar con el paradero del Coronel de Ejército Carlos Carreño, ingeniero de la Fábrica de Armamentos y Maestranza del Ejército (FAMAE), secuestrado con fecha 1° de septiembre de 1987, desde su domicilio en la comuna de La Reina, en Santiago, por un grupo del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, quienes lo liberaron posteriormente en la ciudad de Sao Paulo, Brasil.

GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS

            Con fecha 22 de septiembre de 1987 se interpuso ante la Corte de Apelaciones de Santiago, el recurso de amparo rol 1082-87 en favor de José Julián Peña Maltés, Manuel Jesús Sepúlveda Sánchez, Alejandro Alberto Pinochet Arenas y Gonzalo Iván Fuenzalida Navarrete, informándose al Tribunal que sus detenciones ocurrieron en la semana del 7 al 11 de septiembre de 1987, y que en relación a Pinochet Arenas, existe un testigo que da cuenta de su aprehensión ocurrida el 10 de septiembre de 1987, en la intersección de las calles Catedral con San Martín de esta capital, por parte de individuos de civil quienes se movilizaban en un vehículo utilitario marca Dahiatsu, color celeste, año 80-83, cuya patente sería EG-2102 o EG-1202. Consultados distintos organismos al respecto informaron: La CNI, mediante respuesta telefónica de fecha 22 de septiembre de 1987 y posteriormente por Oficio Reservado N°A-4/212-011 del 29 de septiembre de 1987, suscrito por su Director Nacional, Brigadier General Hugo Salas Wenzel, señaló que los afectados no han sido detenidos por dicho organismo. En iguales términos respondieron la jefatura de Zona Metropolitana de Carabineros; la Jefatura de la III Zona Policial de Investigaciones y Gendarmería. Por su parte el Ministro del Interior de la época, Sergio Fernández Fernández, informó a la Corte que "no se ha dictado orden o resolución alguna que afecte a los amparados". El Jefe del Registro Nacional de Vehículos Motorizados allegó a la causa los certificados de anotaciones de los vehículos correspondientes a las patentes mencionadas en la presentación del recurso, ninguna de las cuales coincidió con las descripciones dada por el testigo del vehículo en que se movilizaban los aprehensores.

            Con fecha 13 de octubre de ese año, la Corte de Apelaciones, a petición de la parte recurrente, resolvió oficiar al entonces Subsecretario del Interior, Alberto Cardemil, quien en publicación del Diario La Tercera, de fecha 7 de Octubre de 1987 señaló: "…que el gobierno se había enterado a través de los medios de comunicación social del presunto desaparecimiento de esos cuatro sujetos …que inmediatamente se había solicitado a los servicios de orden y seguridad que hicieran las averiguaciones correspondientes", a fin que informe a la Corte esos antecedentes reunidos en dicha investigación. En otro acápite de la declaración de Alberto Cardemil, éste señaló que: "no debe extrañar mayormente esta situación. La acción comunista mezcla la espectacularidad y la publicidad con la clandestinidad. Ese es su modo de trabajar y actuar, así es que es muy probable que esto se deba a un 'sumergimiento' de esta naturaleza". Con fecha 18 de noviembre de 1987, y pendiente aún la respuesta del citado Subsecretario del Interior del gobierno militar, la Corte de Apelaciones de Santiago rechazó el recurso de amparo, ordenando remitir los antecedentes al Tribunal del Crimen correspondiente. Apelada dicha resolución, ésta fue confirmada con fecha 26 de Noviembre de 1987 por la Corte Suprema de Justicia.

            Con fecha 2 de octubre de 1987, don Froilán Pinochet Pinochet, padre del afectado, interpuso ante el Tercer Juzgado del Crimen de Santiago, una Denuncia por Secuestro de su hijo, rol N°148.956-H. Se acompañó declaración jurada de un  testigo presencial de los hechos, quien posteriormente ratifica sus dichos ante el Tribunal.

            El testigo, al momento de la detención del afectado, se encontraba al interior de un bus del recorrido Colón Oriente, el que fue adelantado a la altura de Catedral con Amunátegui por el utilitario en que se movilizaban los aprehensores, y el cual quedó detenido por la luz roja del semáforo de Catedral con San Martín, precisamente delante del microbus. El testigo identificó a la persona detenida en dicha oportunidad, con la fotografía exhibida por el Tribunal correspondiendo ésta a Alejandro Pinochet Arenas. Describió a los captores como sujetos jóvenes, altos, macizos, pelo corto y bigotes, uno de ellos de pelo largo, color negro, partidura al medio. Agregó que el afectado se defendió con sus puños antes de ser reducido con armas de fuego.

            La parte denunciante informó al Tribunal haber tomado conocimiento que en la Fiscalía Militar de Valparaíso, se sigue la causa rol 226-86 en contra de varias personas, por infracción a la Ley de Control de Armas, en la que se despachó orden de aprehensión en contra de Pinochet Arenas y en cuyos autos se encuentra pendiente la información acerca del afectado, encargada por dicho Tribunal Militar, a uno de los jefes de la CNI de nombre Pablo Benavente Rojas. Por otra parte el Tribunal tuvo a la vista la causa rol 93.230 del 14° Juzgado del Crimen de Santiago, por Presunta Desgracia de Manuel Jesús Sepúlveda Sánchez, agregando al proceso copias autorizadas de la misma, al igual que de la causa rol 132.628-6 del 1er. Juzgado del Crimen de la capital, por Presunta Desgracia de José Julián Peña Maltés. Policía Internacional informó que el afectado no registra anotaciones de viaje a contar del 1° de Junio de 1987. Por su parte, la Jefatura de Zona Metropolitana de Carabineros informó al Tribunal no contar con el tipo de antecedentes requeridos, correspondiente a la ficha policial del afectado.

            La Fiscalía Militar de Valparaíso informó que en la causa rol 226-86 por infracción a la ley 17.798, existe orden de aprehensión pendiente en contra de Alejandro Pinochet Arenas, apodado "El Jano", el que no ha sido habido. Ante dicha respuesta, el juez ofició nuevamente a esa Fiscalía para que informe a qué institución se despachó la orden de aprehensión en contra del afectado.

            El Vice Director de la CNI, Brigadier Humberto Leiva Gutiérrez informó al Tribunal, mediante Oficio (R) N°A-4/212.841, que en dicho organismo no existe ficha política del afectado.

            Por su parte, Investigaciones de Chile informó que Pinochet Arenas no registra antecedentes policiales; no aludiendo a sus antecedentes de carácter político. Con fecha 27 de Enero de 1988, y luego de diligencias ordenadas por el Tribunal en orden a dar con la identidad del chofer del recorrido Colón Oriente- presente en el sitio de la detención del afectado- compareció don Carlos Campos Muniz, cuyo testimonio resulta ser coincidente con lo declarado por el testigo , ya consignado en la situación represiva de este relato. El Instituto Médico Legal comunica que, respecto del afectado, éste no registra ingreso en libro de fallecidos ni NN masculino, en dicho servicio. Por su parte Claudio Campillay Videla, Subprefecto Jefe, Departamento de Asesoría Técnica de Investigaciones, informó que el afectado "no registra antecedentes policiales ni órdenes de aprehensión pendientes". El Ministro del Interior de la época, Sergio Fernández Fernández, da cuenta al Tribunal mediante Oficio que, recibidos los informes de los Servicios de Inteligencia de La Armada, Fuerza Aérea y Carabineros, todos manifiestan carecer de antecedentes del ciudadano Alejandro Pinochet Arenas. En iguales términos es la respuesta del Servicio de Inteligencia del Ejército. En el mes de junio de 1988 se acumuló a esta causa los autos rol 13.539 del Sexto Juzgado del Crimen de Valparaíso, iniciado de Oficio luego de ser rechazado el recurso de amparo rol 507-87 presentado ante la Corte de Apelaciones de Valparaíso, con fecha 30 den Octubre de 1987, en favor del afectado. Entre los antecedentes más relevantes de estas acciones judiciales llevados a cabo en Valparaíso, tenemos que: La Fiscalía de Ejército y Carabineros informó que en dicho Tribunal se instruye la causa rol 226-86 en contra de Leonardo Ugalde González y otros, por infracción a la Ley sobre Control de Armas de Fuego y Explosivos, que en dicho proceso se sindicó por la CNI a Alejandro Pinochet Arenas como integrante de grupo paramilitar de combate, en contra del cual se dictó orden de investigar, sin que el afectado haya sido puesto a disposición de ese Tribunal ni declarado en la causa. Investigaciones de Valparaíso informó no existir en su poder orden o motivo de detención del afectado. Con fecha 4 de Noviembre de 1987, el jefe de la CNI, Quinta Región, por Oficio (R) N°4514, en que no consta timbre ni nombre del funcionario, informó al Tribunal que no existía en dicha Brigada Regional, resolución alguna que afecte a Pinochet Arenas. Se hizo presente que habiendo obtenido el conocimiento del sumario de los autos rol 226-86 seguidos en la Fiscalía Militar de Valparaíso, se informó el hecho de haberse decretado orden de arresto, con facultad de allanar y descerrajar en contra de varias personas, entre los que se encuentra Pinochet Arenas, y que dichas órdenes fueron impartidas tanto a Investigaciones como a la CNI y que en este último caso, se determinó como jefe a cargo de la operación al funcionario Pablo Benavente Rojas. Se pidió certificación de estos hechos a la Fiscalía Militar a la que se proveyó "no ha lugar".

            Consultado al respecto, respondió el 2° Juzgado Militar de Valparaíso que no existe orden de aprehensión nominal en contra del afectado, existiendo tan sólo una orden de investigar por intermedio de la CNI Regional.

            El 14 de abril de 1989, la parte denunciante acompañó al Tercero del Crimen, fotocopia de la revista "Pluma y Pincel" N°66 del 16 de Mayo de 1989, en la que se publicó un reportaje basado en cintas magnéticas que contienen la grabación de las comunicaciones radiales de los servicios de seguridad del día 9 de septiembre de 1987, y que trata del despliegue llevado a efecto para "detener sin testigos" a tres personas, a los que se menciona en esa comunicación mediante apodos. Por tanto, en mérito de ello se pidió al Tribunal investigar dichos antecedentes, por la vinculación que pudiese existir con la desaparición de los cinco jóvenes comunistas acaecida en el mes de septiembre de 1987. Compareció ante el juez don Francisco Herreros Mardones, periodista -quien tuvo a su cargo la publicación del artículo en la citada revista- el cual señaló que el reportaje tuvo su fuente en tres cassettes grabados que hicieron llegar a "Pluma y Pincel", junto a una breve nota suscrita por la Comisión Política del MIR, con la indicación de que se trataba del secuestro de algunos de los desaparecidos en septiembre de 1987. Se trata de un trabajo de interferencia de las comunicaciones de los servicios de seguridad, cuya finalidad era establecer los procedimientos y modus operandi de dichos servicios. El testigo señala haberse contactado con familiares de las personas desaparecidas en dicha oportunidad, una de las cuales reconoció como su casa, uno de los lugares mencionados en la grabación, ubicada en el sector de las calles Narbona con Ramón Cruz, en la Villa Frei de esta capital. Al respecto los agentes vigilaban a un tal "Silvio" que de acuerdo a los hechos consignados en las cintas magnéticas, y no obstante el lenguaje en clave utilizado por los agentes, pudo tratarse de la detención de Manuel Jesús Sepúlveda Sánchez quien se encuentra desaparecido desde ese 9 de septiembre de 1987. En esa misma grabación constan antecedentes sobre el allanamiento efectuado en el domicilio del periodista de la Revista APSI, Nibaldo Fabricio Mosciatti. Dichas cintas grabadas, en sus cassettes originales fueron puestas a disposición del Tribunal.

            Con fecha 8 de Noviembre de 1991, compareció ante el Tribunal doña Elena Ortega Silva, quien señaló que Alejandro Pinochet Arenas vivía en su domicilio ubicado en la comuna de Ñuñoa, Santiago. El 10 de septiembre de 1987 salieron juntos del inmueble alrededor de las 08:30 horas, tomaron una micro y, posteriormente, ella se bajó en la esquina de las calles Vicuña Mackenna con Miguel León Prado; señala que Alejandro continuó viaje en la micro; fue la última vez que lo vio. La testigo ignora hacia dónde se dirigía en dicha oportunidad. Con fecha 5 de Febrero de 1992 se cerró el sumario y el 12 de Febrero de 1992 la juez suplente, doña María Angélica Rodríguez Munizaga, proveyó: "Vistos y teniendo presente que si bien es cierto se encuentra acreditado en autos, que Alejandro Pinochet Arenas fue secuestrado de calle San Martín con Catedral, no se encuentra acreditado que este hecho sea un ilícito… se declara que se sobresee temporalmente en esta causa, hasta que se presenten nuevos y mejores datos de investigar". Finalmente, en el año 1992 la Corte de Apelaciones de Santiago confirmó el sobreseimiento.

            Se consigna en el Informe final de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, de Febrero de 1991, que Alejandro Alberto Pinochet Arenas "fue detenido en la intersección de las calles San Martín y Catedral el día 10 de septiembre de 1987, en Santiago, por agentes de la Central Nacional de Informaciones, CNI, y de Investigaciones, ante numerosos testigos. Su rastro se perdió estando en cautiverio en el cuartel de calle Borgoño…" A la fecha de elaboración de este informe, la causa se encuentra en consulta respecto del sobreseimiento decretado en autos, ante la Corte de Apelaciones de Santiago.


Último caso de detenidos desaparecidos durante el Régimen Militar,

Fuente :PRIMERA LÍNEA – 7 de mayo 2001

Categoría : Prensa

Un informe policial allegado ayer al Tercer Juzgado del crimen de Santiago contiene dos nuevas confesiones de ex agentes de la CNI que establecen los hechos del último caso de detenidos desaparecidos durante el régimen militar, con pavorosos detalles de sus capturas, muerte y lanzamiento al mar.
El procesado teniente coronel (R) de Ejército, Krantz Bauer Donoso figura como jefe del comando de la CNI que en septiembre 1987 capturó a cinco jóvenes comunistas, en la última detención con desaparecimiento forzado que registra la historia represiva de la dictadura.
Así lo establece un informe policial allegado ayer al Tercer Juzgado del crimen de Santiago, que aclara los hechos del más tardío caso de desaparecidos y detalla la muerte de sus víctimas: José Julián Peña Maltes, Manuel Jesús Sepúlveda Sánchez, Alejandro Alberto Pinochet Arenas, Gonzalo Iván Valenzuela Navarrete y Julio Orlando Muñoz Otárola.
A través de sendas confesiones de dos de los agentes que participaron en los secuestros, el departamento V de Investigaciones logró establecer la identidad de una decena de integrantes de la brigada de la CNI que tuvo a su cargo la operación.


A un paso de la justicia

Fuente :PRIMERA LÍNEA – 11 de junio 2001

Categoría : Prensa

Para los católicos "Corpus Christi" es una festividad religiosa. Sin embargo, para doce familias chilenas esta ceremonia sólo es el recuerdo de una etapa cargada de dolor y muerte. La denominada Operación Albania, también conocida como "matanza de Corpus Christi", fue uno de los últimos actos de terrorismo de estado cometidos por agentes de la disuelta Central Nacional de Informaciones, CNI, en el ocaso del régimen militar.
Después de catorce años de investigación, y de innumerables vaivenes judiciales, la causa podría ser cerrada en las próximas semanas por el ministro Hugo Dolmestch. El juez retomó el caso luego que su par, Milton Juica, fuera nombrado como nuevo integrante de la Corte Suprema.
En la actualidad 12 ex agentes de la CNI, incluidos sus máximos jefes, se encuentran procesados por estos crímenes. De ellos sólo el jefe operativo del organismo, Alvaro Corvalán, se encuentra detenido en una unidad del Ejército, mientras el resto goza de libertad bajo fianza y esperan condena por estos asesinatos.
Los días 15 y 16 de junio de 1987 se escribió otra página sangrienta en la historia de nuestro país. Doce jóvenes, miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, fueron muertos a tiros por personal de la CNI. Las versiones oficiales de la época dieron cuenta de enfrentamientos entre los agentes y los frentistas, pero ésta y otras informaciones se diluyeron con las investigaciones que iniciaron familiares de las víctimas, abogados y organismos de derechos humanos, que han demostrado que tales enfrentamientos nunca existieron.

En cuatro calles de Santiago
En el número 582 de la calle Pedro Donoso, en la comuna de Recoleta, murieron Ricardo Rivera Silva, José Valenzuela Levy, Manuel Valencia Calderón, Ester Cabrera Hinojosa, Ricardo Silva Soto, Elizabeth Escobar Mondaca y Patricia Quiroz Nilo. En Varas Mena 417 se encontraron los cuerpos acribillados de Juan y Wilson Henríquez; pasada la medianoche del 15 de junio de 1987 fue ejecutado Julio Guerra Olivares en la Villa Olímpica, mientras que Ignacio Valenzuela fue asesinado en la calle Alhué de la comuna de Las Condes.
Las versiones de enfrentamientos se desvanecieron con la aparición de importantes declaraciones, como la de un policía que recorrió esas cuatro calles de Santiago luego de los hechos y que declaró en el proceso que los puntos de la masacre estaban profundamente alterados. Todas las víctimas portaban sus armas en la mano izquierda y el revólver que se encontró junto al cuerpo de Julio Guerra, en el block 33 de la Villa Olímpica, tenía la inscripción de "Carabineros de Chile".
Además, el proceso anota otros antecedentes: los testigos que pudieron ver a algunos de los frentistas antes de ser acribillados, señalan que no portaban armas y en el caso de las muertes de calle Pedro Donoso, las declaraciones del proceso concuerdan en que las víctimas fueron detenidas y trasladadas hasta el lugar donde se les asesinó.
En 1998, la Corte Suprema designó a Dolmestch para la investigación de estos hechos, quien luego del cese de sus funciones como juez de la Corte Marcial, retomó el caso que había pasado a manos del ministro Juica.
Al iniciar su investigación, Dolmestch interrogó a miembros de la CNI vinculados a la Armada, la policía uniformada y la Fuerza Aérea, sin embargo, descartó su participación en los hechos. No ocurrió lo mismo con los agentes que pertenecieron al Ejército, a quienes interrogó por detentar altos cargos en ese organismo de inteligencia.
Pronto se vieron los avances que desarrolló el juez en esta causa. El 27 de julio de 1998, en un hecho histórico, somete a proceso a cinco ex agentes de la CNI, dos de ellos en servicio activo. La mano de la justicia había alcanzado a uno de los organismos represores del gobierno de Augusto Pinochet.

Momentos claves
– El 15 de julio de 1993 la corte marcial determina que este caso debe continuar siendo investigado por la justicia militar.
– Ese mismo año, pero el 7 de octubre, es levantada la prohibición de informar sobre el caso.
– El 8 de noviembre de 1995 la corte marcial modifica la tipificación del delito. Ello porque considera que en la Operación Albania no hubo enfrentamientos, sino que se trataron de homicidios calificados.
– El 5 de enero el segundo juzgado militar intenta cerrar las indagaciones, pero sufre un revés ya que la Corte Suprema ordena nuevas diligencias en la causa.
– El uno de abril de 1998, el juez Hugo Dolmestch es nombrado ministro en visita para el caso Albania.
– Ese mismo año el magistrado solicita al comandante en jefe del Ejército que sean individualizados los miembros de la institución que se desempeñaron en la CNI.
– El primero de junio del 200 el caso Operación Albania paso a manos de la justicia civil, según una decisión de la segunda sala de la Corte Suprema.
– El 10 de abril del 2001 Juica, quien había tomado el caso cuando paso a la justicia civil, decidió procesar al general en retiro Hugo Salas Wenzel, como autor de los crímenes cometidos por la Operación Albania. Este era el director nacional de la CNI al momento de perpetrarse los asesinatos de los frentistas.

Similitudes sangrientas
Una investigación desarrollada por el departamento quinto de la Policía de Investigaciones, y la declaración de dos ex agentes de la CNI, permitieron aclarar los últimos crímenes cometidos por la Central Nacional de Informaciones.
Se trata de la desaparición de cinco jóvenes del FPMR: Alejandro Pinochet Arenas, Gonzalo Valenzuela Navarrete, José Peña Maltes, Manuel Sepúlveda Sánchez y Julio Muñoz Otárola. Este hecho transcurrió entre los días 6 y 13 de septiembre de 1987, en respuesta al secuestro del entonces coronel Carlos Carreño, quien apareció en Brasil sano y salvo.
En este camino también esta la muerte del vocero del MIR, Jecar Neghme, hecho ocurrido en septiembre de 1989. Estos casos comienza a entrelazarse a partir de las declaraciones que los ex agentes de la CNI hacen al ministro Juicia en el marco de las investigaciones de la Operación Albania. Más tarde el juez entrega estos antecedentes al ministro Alfredo Pfeiffer, quien investiga la muerte de Neghme.
Estos casos, junto a la matanza de Corpus Christi- deben ser considerados como los golpes que terminaron por derribar la estructura e impunidad de la CNI. Ello porque no sólo están procesados, o detenidos en el caso de Corbalán, sino que además se acreditó con las confesiones de testigos y ex agentes de la CNI como este organismo preparaba y ejecutaba las operaciones destinas a eliminar a disidentes al régimen de Pinochet.
A través de las declaraciones, peritajes balísticos y estudios especializados quedó claro que en las muertes ocurridas en junio de 1987 fueron homicidios calificados y que no hubo enfrentamientos.
De esta forma ahora sólo queda establecer que tipo de responsabilidad le cabe a cada uno de los agentes que participaron en estos hechos sangrientos

Los procesados
Tras 14 años de investigación judicial y a un par de semana que el magistrado Hugo Dolmech cierre la causa para dictar sentencia, los principales procesados por su responsabilidad en la "Operación Albania" son:

  • El general, en retiro, Hugo Salas Wenzel
  • El capitán, en retiro, Alvaro Corvalán Castilla
  • El teniente coronel, en retiro, Krantz Johans Bauer Donoso
  • El teniente coronel, en retiro, Iván Leopoldo Cifuentes Martínez
  • El mayor, en retiro, Rodrigo Pérez Martínez

Coronel Carreño entregó "alarmante información"

Fuente :PRIMERA LÍNEA – 16 de noviembre 2000

Categoría : Prensa

Los informes de la agencia de seguridad norteamericana indican que el oficial salió de Chile en un vuelo regular a Brasil, pero vestido de mujer. Cooperó con su captores sin mayores presiones entregando valiosa información, lo que le costó la ira de Pinochet que trató de involucrarlo después en tráfico de drogas. "Esta no sería la primera vez que el gobierno de Chile procede a distorsionar la imagen de un oficial que no cuenta con su favor aduciendo que estuvo involucrado en actividades ilegales", señalan a modo de comentario los autores del informe.
Un total de 11 documentos desclasificados por la CIA corresponden a informes de inteligencia sobre el secuestro del teniente coronel Carlos Carreño Barrera, plagiado por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) el 1 de septiembre de 1987 y liberado en Brasil el 3 de diciembre del mismo año.
Seis de ellos están fechados durante su cautiverio. Uno de los más interesantes señala que "el FPMR tenía tres razones básicas para secuestrar a Carreño". Sin embargo, por ahora no será posible conocerlas, porque están completamente tachadas. En párrafos posteriores, sin explicar cómo, el informe de inteligencia incluye la descripción del comportamiento de la víctima durante el secuestro. "Carreño estaba extremadamente aterrorizado y ofreció información a cambio de su vida aún antes de que comenzara el interrogatorio. Carreño dijo al FPMR que FAMAE vendió armas al comando de extrema derecha 11 de septiembre, en el cual se encuentran comprometidos ex oficiales de la DINA, Ejército y Carabineros, y funcionarios de la firma de seguridad Alfa Omega, encabezada por general Manuel Contreras. Carreño también dijo al FPMR dónde están localizados los depósitos de armas del Ejército", se puede leer.
Otro de ellos, fechado días después, agrega que Carreño habría entregado también a sus captores información sobre "negocios turbios" del comandante en jefe del Ejército Augusto Pinochet y "acciones pasadas de la DINA" en donde él habría participado. Otro de estos informes de inteligencia de la CIA, afirma que los cinco jóvenes comunistas que desaparecieron durante los primeros días de septiembre de ese año, habrían sido secuestrados por la Asociación Chilena Anticomunista (ACHA). El documento agrega que las acciones de ese grupo de extrema derecha, al que se encuentran relacionados también ex agentes de seguridad, se habían intensificado en el último tiempo incluyendo amenazas de muerte a cuatro dirigentes de izquierda y sus familias.
El informante, cuyo nombre aparece tachado, "cree que los cinco estudiantes que han desaparecido están secuestrados por ACHA y están siendo retenidos como rescate hasta que Carreño sea liberado", agrega. Los militantes de las JJ.CC. que desaparecieron entre el 7 y 11 de septiembre, son Manuel Jesús Sepúlveda, Alejandro Pinochet, Julio Muñoz Otárola, José Julián Peña Maltés y Gonzalo Fuenzalida Navarrete. Ninguno de ellos ha sido encontrado hasta ahora y son considerados detenidos desaparecidos por sus familiares y compañeros de partido. El 13 de noviembre, cuando Carreño todavía permanecía secuestrado, un informe señala que "el Partido Comunista de Chile ha recuperado el contacto directo con los miembros del FPMR que secuestraron y tienen retenido al teniente coronel del Ejército Carlos Carreño. El PC ha dicho al FPMR que está listo para ayudarlo a buscar una forma de resolver el asunto tan pronto como sea posible".


Nuevas diligencias reactivan caso de Jecar Neghme

Fuente :PRIMERA LÍNEA – 29 de julio 2002

Categoría : Prensa

La apuesta del magistrado Alfredo Pfeiffer es que el Departamento Quinto de la Policía de Investigaciones le entregue la información de las pesquisas para configurar el equipo de la CNI que participó en el crimen del dirigente del MIR a fines de los 80, grupo diferente al que cometió el asesinato de doce frentistas en la Operación Albania, los cuatro profesionales y la desaparición de cinco dirigentes comunistas
La serie de dilaciones que ha vivido el proceso por la muerte del dirigente del MIR, Jecar Neghme podría sufrir un drástico cambio en los próximos días luego que el ministro instructor de la causa, Alfredo Pfeiffer, incentivara las pesquisas del Departamento Quinto de la policía civil con una nueva orden amplia de investigar dirigida en este caso directo hacia la estructura de la CNI entre 1988 y 1989.
La muerte de Neghme, vocero de la fracción política del MIR, se produjo en la noche del día en que se proclamó la candidatura presidencial de Patricio Aylwin y constituyó el último asesinato político de las postrimerías del régimen militar.
La causa, que ha vivido varios traspiés luego del cierre de sumario en febrero del '90, diciembre del '91, octubre del '94 y agosto del 95 "por no existir diligencias pendientes ni inculpados en la causa", intenta ahora tomar nuevos bríos y acercarse por fin a los antecedentes que la Policía ha recabado durante la investigación.
Aunque policialmente el caso se encuentra resuelto, en la práctica lo que reza el expediente es contrario, restando una serie de diligencias -la mayoría solicitadas por el abogado querellante en el caso Nelson Caucoto- que deberían realizarse dentro de las próximas semanas con la máxima celeridad.
El influjo provocado por los avances en cruciales procesos de derechos humanos, sostienen fuentes ligadas al tribunal, también ha generado una actitud positiva del ministro instructor que en los últimos días ha volcado sus ojos hacia el olvidado expediente buscando los antecedentes que siguen en el aire.
Así por ejemplo las pesquisas se dirigen fundamentalmente a corroborar las informaciones provenientes del Departamento Quinto que, con el paso del tiempo, ha configurado prácticamente todo el organigrama de la disuelta CNI que tuvo participación en el caso. En este cuadro resulta pieza vital el nuevo interrogatorio que realizaría el magistrado hacia Enrique Leady, jefe de la Brigada Metropolitana del organismo represivo y Hugo Acevedo quien se desempeñaba como jefe operativo luego de la salida de Alvaro Corbalán.
A la luz de los antecedentes reunidos en el proceso se ha establecido fehacientemente que el equipo que participó en el alevoso crimen no guarda relación con el anterior grupo de la CNI que protagonizó el asesinato de doce integrantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, conocido como Operación Albania en 1987; el homicidio de los profesionales José "Pepe" Carrasco (periodista) Gastón Vidaurrázaga, Felipe Rivera y Abraham Muskatblit y con el último caso de desaparecidos de la dictadura: José Julián Peña Maltes, Manuel Jesús Sepúlveda Sánchez, Alejandro Alberto Pinochet Arenas, Gonzalo Iván Valenzuela Navarrete y Julio Orlando Muñoz Otárola.
En estos tres procesos en manos del ministro en visita Hugo Dolmestch las pesquisas se dirigen hacia el equipo comandando por Corbalán, el coronel Krantz Bauer Donoso.
Justamente luego de esta seguidilla de atentados, es que la CNI realizó una profunda instrospección tras la cual cambiaron los liderazgos asumiendo posiciones privilegiadas Leady y Acevedo, quienes son los dos objetivos principales de la nueva fase de investigación del ministro Pfeiffer.
Las pesquisas anteriores del magistrado también se han encaminado hacia el arma que dio muerte al vocero del MIR. A la fecha las principales pistas investigadas en el caso Neghme -que ahora deberán volver a pesquisarse por la orden judicial-, figuran un proyectil y una vainilla presuntamente utilizadas en el asesinato del empresario gastronómico Silvio Aurelio Sichel, que corresponden al arma "sig sauer" empadronada a nombre del agente de la CNI Luis Sanhueza Ross


Piloto de Augusto Pinochet confesó haber lanzado al mar a cinco frentistas en 1987

Fuente :LA NACIÓN – 17 de julio 2006

Categoría : Prensa

Un hombre al que Augusto Pinochet siempre le confió su vida fue quien rompió el silencio en el proceso por la desaparición de los cinco militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), ocurrido en 1987, sustanciado por el ministro Hugo Dolmestch.

Apodado el “Chino Campos” por sus camaradas en el Comando de Aviación del Ejército -y uno de los pilotos de confianza del ex dictador- contó hace algunas semanas al magistrado cómo en septiembre de 1987, su jefe, el coronel Mario Navarrete, le ordenó usar uno de los helicópteros institucionales para viajar junto a un subalterno hasta la zona de Peldehue a buscar unos paquetes.

Estos últimos eran nada menos que los cuerpos de los frentistas Gonzalo Fuenzalida Navarrete, Julio Muñoz Otárola, José Peña Maltés, Alejandro Pinochet Arenas y Manuel Sepúlveda Sánchez, quienes habían sido detenidos días antes por agentes de la desaparecida Central Nacional de Informaciones (CNI), para canjearlos por el coronel Carlos Carreño, secuestrado por el grupo

paramilitar de izquierda.

Viaje secreto

El ministro Dolmestch hizo un verdadero trabajo de joyería junto con la Policía de Investigaciones en este caso. Y ello, porque el círculo estaba completamente cerrado y compartimentado en torno al manejo de la información sobre estos hechos. Pero el tiempo pudo más.

El “Chino Campos” relató que para dicha operación viajó junto a su copiloto, un oficial que aún está en servicio activo en la institución, en una agregaduría militar en Europa, cuya identidad este medio se la reserva hasta que, posiblemente, el ministro lo procese en los próximos días.

De hecho el jefe de la Brigada de Asuntos Especiales y Derechos Humanos, Rafael Castillo y su colega Mario Zelada, recorrieron el viejo continente buscando precisamente a un testigo clave para el proceso.

Para el caso del oficial activo, y como ha sido la tendencia en el Ejército con los funcionarios que estén involucrados en casos de violaciones de los derechos humanos, será alejado de la institución.

Pero el hecho de que se haya ocupado uno de los helicópteros de Pinochet no era una prueba suficiente, salvo porque el “Chino Campos” aseguró en su testimonio que la orden provino del ex dictador.

Pasos macabros

¿Pero cómo se configuró la operación? El ministro Dolmestch acreditó que la misma estuvo separada en tres etapas. La primera de ellas fue la detención de los frentistas. Por ese hecho -que sirvió en primera instancia para que fueran luego asesinados- están sometidos a proceso desde el 2002, el jefe de la CNI, general (R) Hugo Salas Wenzel, el comandante (R) Krantz Bauer Donoso, mayor (R) Álvaro Corbalán, capitán (R) Luis Sanhueza Ros; los suboficiales (R) Manuel Ramírez y René Valdovinos y los empleados civiles de Ejército César

Acuña, Manuel Morales, Luis Santibáñez y Víctor Ruiz Godoy.

Ahora bien, el ministro tiene una segunda convicción. Una vez detenidos los frentistas la orden venida desde el alto mando fue que el régimen no negociaba con terroristas. La sentencia de muerte entonces estaba firmada.

Fue así como en la CNI se designó a Francisco “Gurka” Zúñiga para que coordinara con el Ejército esta operación. El magistrado confirmó entonces cómo se consiguieron los fierros para amarrarlos a los cuerpos y lanzarlos al mar frente a San Antonio.

Rieles de la muerte

A fojas 1.655 del proceso declaran Romilio Lavín, por entonces jefe del cuartel Loyola, donde se arreglaban los autos de la CNI y su subordinado el oficial (R) Adrián Herrera Espinoza. El primero aseguró que Zúñiga le pidió “unos rieles que serían la base de un box de estacionamientos” que se construía, pero no se los entregó.

Sin embargo, una vez que abandonó el cuartel, supo que Zúñiga había vuelto a sus andanzas y, a través de una orden de Salas Wenzel, logró que Herrera Espinoza entregara los “materiales”.

“Fui informado, no recuerdo por quien, que retiraban unos trozos de rieles para un operativo que se iba a realizar en la noche por agentes operativos de la CNI”, dijo en su testimonio a fojas 1.723.

Pero el detalle más escalofriante vendría en la segunda etapa. Los frentistas, estando detenidos en el cuartel Borgoño de la CNI, fueron inyectados por un enfermero apodado “El Qüincy” con un veneno que los mató. Este verdadero doctor de la muerte se suicidó hace aproximadamente tres años en su casa.

Una tercera etapa fue el traslado hasta la zona de Peldehue, donde el rastro de los frentistas se perdió para siempre.


Fallo establece responsabilidad institucional de mandos del ejército

Fuente :LA NACIÓN – 18 de julio 2008

Categoría : Prensa

El ministro Mario Carroza encausó también en calidad de autor del secuestro de los cinco militantes del FPMR al coronel activo Marco Antonio Bustos. El crimen fue coordinado entre la jefatura del Ejército, su Dirección de Inteligencia, y la CNI. En la operación también participó el Comando de Aviación de esta rama castrense. Ya van 27 oficiales y suboficiales retirados declarados reos por este crimen.

Una acción coordinada entre la comandancia en jefe del Ejército, la Dirección Nacional de Inteligencia del Ejército (DINE) y la Central Nacional de Informaciones (CNI), además del Comando de Aviación de la institución, fue la operación para eliminar en septiembre de 1987 a cinco militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR).

La coordinación al más alto nivel la establecieron en la investigación judicial los ministros Hugo Dolmetsch, Haroldo Brito y Mario Carroza, quienes han tenido la causa en sus manos.

El actual magistrado a cargo de la indagatoria, Carroza, procesó ayer al ex vicecomandante en jefe del Ejército y ex integrante de la Junta Militar, general (R) Santiago Sinclair Oyaneder; al general (R) y ex jefe de la DINE, Hugo Prado Contreras, y el ex integrante del Batallón de Inteligencia Militar (BIE), actual coronel en servicio activo, Marco Antonio Bustos Carrasco, quien es el jefe del Departamento de Planificación de la División de Logística del Ejército.

Los tres fueron encausados en calidad de coautores del delito de secuestro calificado de los cinco militantes del FPMR.

Los dos oficiales generales y el oficial superior fueron arrestados y quedaron internados en el Batallón de Policía Militar en la comuna de Peñalolén.

Con estos tres encausados llegó a 27 el número de oficiales y suboficiales retirados declarados reos por este crimen.

En el marco de esta operación coordinada, el 21 de septiembre de 2006 el juez de Haroldo Brito procesó al entonces director de la CNI, general (R) Hugo Salas Wenzel, y a otros diez ex agentes de ese organismo, entre ellos el jefe operativo Alvaro Corbalán y el jefe de la Brigada Antisubversiva, Kranz Bauer Donoso.

En la investigación logró establecerse que los cinco frentistas, Julián Peña Maltés, Alejandro Pinochet Arenas, Manuel Sepúlveda Sánchez, Gonzalo Fuenzalida Navarrete y Julio Muñoz Otárola fueron secuestrados entre el 9 y 10 de septiembre de 1987, como posibles rehenes de canje por el coronel de Ejército Carlos Carreño Barrera, secuestrado el 1 de septiembre de 1987 por el FPMR. Carreño apareció finalmente el 3 de diciembre de 1987 en la ciudad Sao Paulo, Brasil, tras 93 días de cautiverio.

El juez Carroza sostiene en su auto de procesamiento que los cinco militantes fueron muertos "una vez que el coronel Carreño apareció". El dato es relevante, pues nunca se ha podido precisar la fecha exacta en que fueron asesinados.

Esa información agrega coherencia a la tesis jurídica de que la dictadura mantuvo vivos a los cinco frentistas para el probable canje hasta el último momento y que su muerte se decidió sólo después de que Carreño fue liberado por sus captores.

Es en este momento en que, según los antecedentes del proceso, entra a participar en el caso el general Santiago Sinclair, en su cargo de vicecomandante en jefe del Ejército, o más bien, de comandante en jefe en ejercicio o ejecutivo, dado que Augusto Pinochet ejercía como autodesignado Presidente de la República.

Una vez liberado Carreño, se produjo una reunión entre Sinclair, quien llevaba allí la voz del dictador Pinochet, el jefe de la DINE, Prado, y el director de la CNI, Salas Wenzel. En esa reunión Sinclair ordenó que había que hacer desaparecer a los cinco prisioneros.

La razón fue que ya a esa fecha y por la reestructuración que se había realizado, la CNI no podía mantener prisioneros en sus cuarteles. Los cinco militantes llevaban ya tres meses secuestrados, interrogados y torturados y el caso podía convertirse en otra arma en contra de Pinochet a un año del plebiscito de 1988.

Cuando secuestran a Carreño, la DINE, a través de su organismo operativo, el Batallón de Inteligencia del Ejército (BIE), formó un equipo a cargo de la investigación del secuestro del coronel.

Los oficiales de ese equipo, entre los que estaba el actual coronel activo Marco Antonio Bustos y el entonces jefe del BIE, actual general (R) Julio Cerda Carrasco, también encausado, mantuvieron durante todo el tiempo de cautiverio de Carreño un estrecho vínculo con la CNI. Incluso sus integrantes estuvieron varias veces en el cuartel Borgoño.

Prisión de sinclair

“Mi general, su Ejército está listo, para lo que usted lo necesite”, le dijo el general Santiago Sinclair al general Augusto Pinochet la noche del 5 de octubre de 1988, cuando internamente ya se sabía que el dictador había perdido el plebiscito y tendría que abandonar el poder.

Ese episodio da cuenta de la estrecha lealtad de Sinclair hacia su superior. En ese entonces, como cuando se decidió la muerte y desaparición de los cinco frentistas por lo que ahora está procesado y detenido, formalmente Sinclair era el vicecomandante en jefe del Ejército, pero en la práctica era su máxima autoridad, porque Pinochet ocupaba la primera magistratura nacional por obra y gracia de su Constitución.

De ahí que su procesamiento y detención sea recibida en el mundo de los derechos humanos como una señal que allana el camino a otros procesamientos a altos mandos de entonces. La noticia tiene además otro ribete institucional. Otro de los procesados está aún al servicio de la institución. Se trata del coronel Marco Antonio Bustos, jefe del Departamento de Planificación de la División de Logística del Ejército. El ministro Mario Carroza, a cargo de la investigación, encausó también en calidad de autor del secuestro de los cinco militantes del FPMR al entonces director de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE), Hugo Prado Contreras.

El magistrado estableció que el crimen fue coordinado entre la jefatura del Ejército, la DINE y la CNI y que en la operación también participó el Comando de Aviación de esta rama castrense.

A bordo del puma

La forma que se eligió para hacer desaparecer a los cinco militantes fue la misma que utilizó la DINA para hacer desaparecer a sus víctimas: matarlas y tirar los cuerpos al mar. De esta manera, a través de Sinclair y con conocimiento de Pinochet, se autorizó la operación para que un helicóptero del Comando de Aviación del Ejército (CAE) fuera utilizado para lanzar los cuerpos al mar. Éstos fueron asesinados en Borgoño y sus cuerpos, debidamente ensacados y amarrados a trozos de rieles, son llevados al predio militar de Peldehue, al norte de Santiago, donde son cargados a bordo del helicóptero Puma del CAE que comandaron los oficiales Víctor Campo Valladares y Hugo Barría Rogers. Comandante del CAE en 1987 era el coronel Aquiles Navarrete Izanortegui, quien también está encausado en el proceso.

Los últimos desaparecidos

José Julián Peña Maltés: Soltero, 36 años al momento de su secuestro. Salió al exilio en Francia en enero de 1974. En 1985 se levanta su prohibición de ingreso al país. No se sabe la fecha exacta de su regreso a Chile, pero sí que estaba clandestino al momento de su secuestro. Fue visto la última vez con vida el 9 de septiembre. Su familia supo de su desaparición el 15 de septiembre de 1987, por la llamada telefónica de una mujer que no se identificó. En noviembre de ese año, Investigaciones informó que no registraba ingreso al país “por lo que es dable suponer que aún no retorna”. Fue rechazado su recurso de amparo.

Julio Muñoz Otárola: Separado, 27 años al momento de su desaparición. Estuvo casado con Cecilia Magni, la comandante Tamara, integrante del comando que atentó contra Pinochet en septiembre de 1986, asesinada luego en Los Queñes junto al comandante José Miguel, ambos del FPMR. Según informó Investigaciones, cuando desapareció tenía dos órdenes de detención pendiente en su contra, “por lo que es presumible que se encuentre oculto tratando de eludir la acción de la justicia”. El recurso de amparo a su favor fue rechazado.

Manuel Jesús Sepúlveda Sánchez:Casado, 27 años al momento de su detención. Vivía en la comuna de Ñuñoa, pero su familia residía en Valparaíso, en donde le vieron por última vez el 8 de septiembre. Sus amigos le vieron en Santiago el 9 por la mañana y quedaron de juntarse con él en la tarde; nunca llegó. Según informó entonces la CChDH, algunos testigos informaron que fue detenido el 10 de septiembre en Catedral con San Martín, por civiles que lo introdujeron a la fuerza dentro de un furgón utilitario. Se rechazó su recurso de amparo.

Alejandro Pinochet Arenas: Soltero, 23 años al momento de su desaparición. También domiciliado en Valparaíso y de paso por Santiago, debía regresar a su casa el 18 de septiembre, pero no fue así. Según testigos, fue secuestrado el 10 de septiembre, mientras viajaba en un bus de la locomoción colectiva, desde el que fue bajado a la fuerza por civiles en la esquina de Compañía con Amunátegui. En 1986 había sido buscado en su casa en el puerto, por orden del fiscal Torres, en relación al atentado contra el general Pinochet ocurrido el 7 de septiembre de 1986 en el Cajón del Maipo.

Gonzalo Iván Fuenzalida Soltero: 25 años al momento de su desaparición. Su novia fue la última persona en verlo, el 8 de septiembre, cuando el pasó a verla a una ferretería donde ella trabajaba. Quedaron de verse más tarde en un restaurante en Estación Central, pero nunca se vieron de nuevo. En esos días, la novia también fue detenida por un “caso sobre el cual existe prohibición de informar”, sostenía El Mercurio. Luego se supo que se trataba de Patricia Cancino, detenida el 4 de octubre. Su recurso de amparo también fue rechazado.


Magistrado Carroza imputa a cinco ex miembros de la CNI por casos de detenidos desaparecidos

Fuente :RADIO UNIVERSIDAD DE CHILE – 8 de octubre 2010

Categoría : Prensa

Fueron cinco las acusaciones que dictó el ministro en visita Mario Carroza en contra de ex agentes de la CNI por la desaparición de un grupo de militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, el último ocurrido durante la dictadura que encabezó Augusto Pinochet.
Entre los acusados están el ex general de Ejército Hugo Salas Wenzel, además del ex jefe operativo de la CNI, Álvaro Corbalán Castilla, y los agentes Kranz Bauer, Arturo Sanhueza Ross e Iván Quiroz Ruz.
Los militantes del FPMR desaparecidos son Gonzalo Fuenzalida Navarrete, Julio Muñoz Otárola, Manuel Sepúlveda Sánchez, Alejandro Pinochet Arenas y Julián Peña Maltés.
En la acusación presentada por el ministro Carroza afirma que los cinco frentistas fueron detenidos para realizar un canje con el entonces secuestrado teniente coronel Carlos Carreño.


Juzgado Civil de Santiago ordena al Fisco pagar indemnización a hermano de detenido desaparecido.

Fuente :www.diarioconstitucional.cl 07/09/2018

Categoría : Prensa

El Décimo Noveno Juzgado Civil de Santiago condenó al Estado de Chile a pagar una indemnización de $20.000.000 a hermano de Alejandro Alberto Pinochet Arenas, detenido y desaparecido desde el 10 de septiembre de 1987.
La sentencia sostiene que el delito de terrorismo de Estado no es de los delitos que contempla el artículo 2314 del Código Civil. Luego, ninguno de los ilícitos contemplados en los artículos siguientes subsume los actos del delito de terrorismo de Estado, cuestión que se aprecia de la simple lectura de cada uno de los casos que contempla. Por la misma causa, no le es aplicable el artículo 2332 del código, que establece un plazo de prescripción extintiva de 4 años para las acciones contenidas en dicho título.
La resolución agrega que en relación al argumento que pretende aplicar el artículo 2497 del código al efecto de la excepción, en efecto, las reglas relativas a la prescripción se aplican igualmente a favor y en contra del Estado. Sin embargo, del tenor del título en que se ha ubicado la norma, se puede establecer que la prescripción extingue las acciones de carácter patrimonial, pero en cuanto nacidas de una relación también de carácter patrimonial o que verse sobre sus efectos.
A continuación, el fallo señala que ello se puede comprobar de la literalidad de la norma de la renuncia a la prescripción en cuanto señala los casos en que concurre de manera tácita, en el inciso segundo del artículo 2494, allí donde dice ‘por ejemplo, cuando cumplidas las condiciones legales de la prescripción, el poseedor de la cosa la toma en arriendo, o el que debe dinero paga intereses o pide plazo'. Por consiguiente, el legislador no la contempló para extinguir la acción patrimonial de perjuicios proveniente de un hecho no patrimonial, como es el delito de terrorismo de Estado. Esta cuestión se participa así a la aplicación subsidiaria de los artículos 2514 y 2515 del código del ramo, al ser la regla precedentemente citada de aplicación general sobre las normas que rigen la prescripción.
Por último, concluye que "todos estos razonamientos llevarán a rechazar la excepción del Fisco en base a la normativa en que se ha planteado".


Gritos del mar: homenaje en Valparaíso a los últimos cinco detenidos desaparecidos en dictadura

Fuente : Elclarin.cl 13/09/2021

Categoría : Prensa

La Fundación Julio Guerra realizó este domingo 12 de septiembre de 2021 un acto en homenaje a los cinco combatientes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez que fueron secuestrados entre el 05 al 10 de septiembre de 1987 y desde esa época pasaron a formar parte de la abultada lista de Detenidas y Detenidos Desaparecidos, crimen de lesa humanidad que constituye una de las formas más siniestras del terrorismo de Estado implementado por la dictadura cívico militar en nuestro país. En esta operación participaron coordinadamente agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI), de la Brigada de Inteligencia del Ejército (BIE) y del Comando de Aviación del Ejército.

Esta actividad forma parte de un trabajo que vienen realizando distintas organizaciones de derechos humanos en la V Región, pero en este caso específico es una actividad llevada adelante por la Fundación Julio Guerra de Viña del Mar, con el apoyo de la Comisión de Derechos Humanos de Valparaíso, cuyo  objetivo es ir conformando una Ruta de la Memoria mediante la instalación de Placas y Memoriales que recuerden a las luchadoras y los luchadores populares asesinados, ejecutados o hechos desaparecer durante el período de la dictadura encabezada por Augusto Pinochet. Julio Guerra es uno de los 12 combatientes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez  asesinados en la denominada “Operación Albania” el 15 y 16 de junio de 1987.

La convocatoria realizada por la “Fundación Julio Guerra Olivares, Por el arte de Vivir con Dignidad”, organización popular de carácter cultural y social, denominó a esta actividad “GRITOS DEL MAR: LOS 5 EN LA MEMORIA”, manifestando que nada está olvidado, nadie está olvidado.

Esta ceremonia se llevó a efecto hoy a mediodía en la “Plaza de Los Loros”, ubicada a un costado de la Facultad de Odontología, por debajo de un recinto de la Armada y frente a la Playa Carvallo de Valparaíso, lugar hasta donde concurrieron familiares y decenas de compañeras y compañeros, quienes dieron vida a una emotivo acto político cultural que se inició con el impactante baile de la cueca sola realizado por Olga Jeria, hermana de un Detenido Desaparecido, coreografía que fue creada por la Agrupación de Familiares de Detenidas y Detenidos Desaparecidos (AFDD) precisamente para simbolizar la ausencia de los seres queridos.

 


Recuerdan en el frontis del cuartel Borgoño a los 5 Rodriguistas detenidos desaparecidos en septiembre de 1987

Fuente :Codigorojovalparaíso.cl 5 septiembre 2021.

Categoría : Prensa

José Julián Peña Maltés, Gonzalo Iván Fuenzalida Navarrete, Manuel Jesús Sepúlveda Sánchez, Julio Orlando Muñoz Otárola y Alejandro Alberto Pinochet Arenas son los 5 combatientes del FPMR secuestrados y desparecidos entre el 5 y el 10 de septiembre de 1987, lanzados al mar, brutalmente torturados y amarrados en las costas de Quintay.

Cada año militantes del MPMR, activistas de los DDHH y amigos de los combatientes del FPMR se reúnen en el frontis del cuartel Borgoño de Santiago de la actual PDI, pero que en 1987 era un centro de torturas de la CNI.

Para los organziadores:  “La justa rebelión popular contra la dictadura terrorista de Pinochet se hermana con la resiente rebelión de los pueblos en la revuelta social de 2019 para decir que la memoria de resistencia de nuestro pueblo sigue viva y se abre camino con nuevas formas y generaciones de hombre y mujeres que aspiran a una sociedad distinta a la actual, donde impere la soberanía nacional y popular.”


Corte Suprema obliga al Estado a pagar $65 millones a hermanos de dirigentes asesinados en dictadura

Fuente :https://www.publimetro.cl/ 10/12/2018

Categoría : Prensa

Los detenidos desaparecidos pertenecían al Movimiento de Izquierda Revolucionario y al Partido Comunista – Frente Patriótico Manuel Rodriguez.  La Corte Suprema confirmó las sentencias que condenaron al fisco a indemnizar a familiares de José Manuel Ramírez Rosales y Alejandro Alberto Pinochet Arenas, detenidos desaparecidos desde 1974 y 1987, por agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) y de la Central Nacional de Informaciones (CNI), respectivamente. 

En el primer fallo, la Segunda Sala del máximo tribunal rechazó el recurso de casación en el fondo deducido en contra de la sentencia que ordenó pagar la suma total de 45 millones de pesos a los hermanos de Ramírez Rosales.

En el segundo fallo, la Sala Penal –integrada por los ministros Carlos Künsemüller, Manuel Antonio Valderrama, Jorge Dahm, Rodrigo Biel y el abogado (i) Antonio Barra– confirmó la sentencia que ordenó pagar 20 millones de pesos al hermano de Pinochet Arenas.En ambos casos, se estableció la responsabilidad del Estado en los crímenes de lesa humanidad perpetrados, por lo que no aplicable la prescripción de la acción civil, por lo que el fisco debe proceder a la reparación integral a los familiares de víctimas.

Desaparecidos en dictadura

José Manuel Ramírez Rosales era artesano y militante del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR). Tenía 22 años de edad, un hijo y una esposa. Fue detenido a la una de la madrugada del 27 de julio de 1974, en su domicilio de la comuna de La Granja.  

El arresto se realizó por tres individuos de civil que, haciéndose pasar por funcionarios de Investigaciones, le indicaron al afectado que se lo llevarían a la Comisaría de Investigaciones de La Cisterna para que prestara algunas declaraciones.

Alejandro Alberto Pinochet Arenas era soltero, técnico automotriz y militante del Partido Comunista. También formaba parte del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), fue detenido el 10 de septiembre de 1987 alrededor de las 09:15 horas por agentes de la Central Nacional de Informaciones, CNI. Los hechos ocurrieron en la intersección de las calles Catedral con San Martín en Santiago. A partir de ese momento se encuentra en calidad de detenido desaparecido.


Otro fallo de impunidad: Corte rechaza recurso contra Ministro de Justicia por rebajar pena a condenado por delitos de lesa humanidad

Fuente :Elciudadano.com sin fecha

Categoría : Prensa

Se trata de un recurso interpuesto por la hermana de Julio Muñoz Otárola, uno de los 5 detenidos desaparecidos de 1987 y, cuyo condenado en la causa, el ex CNI Rodrigo Pérez Martínez, fue beneficiado por el gobierno.La Tercera Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago rechazó el recurso de protección presentado por la hermana de un detenido desaparecido, en contra del ministro de Justicia y Derechos Humanos Hernán Larraín Fernández, por la rebaja de pena otorgada a uno de los condenados en el caso y quien también está vinculado a otras causas por delitos de lesa humanidad. 

Se trata de un recurso interpuesto por la hermana de Julio Muñoz Otárola, uno de los 5 detenidos desaparecidos de 1987 y, cuyo condenado en la causa, el ex CNI Rodrigo Pérez Martínez, fue beneficiado por el gobierno, pese a estar condenado a  5 años y un día en calidad de cómplice también de los secuestros calificados de otras cuatro víctimas.

El agente había sido anteriormente condenado en el episodio “Operación Albania”, recibiendo una pena remitida por el homicidio calificado de doña Patricia Quiroz Nilo, quien se encontraba embarazada.

Pese a estos antecedentes, el tribunal consideró que en dichos beneficios no existieron actos ilegales ni arbitrarios, como se plantea en el recurso, por vulnerar el derecho a la integridad psíquica de las víctimas. Para ello, la Corte,  se basó en Ley Nº 19.856, legislación pensada para delitos comunes, sin analizar y considerar el Derecho internacional ni otras normativas.

Para el abogado Francisco Bustos, del Estudio Jurídico Caucoto Abogados, patrocinadores de la acción judicial, es lamentable que “estemos ad portas de un nuevo aniversario del golpe de Estado y otra vez tenemos un fallo de impunidad donde no se consideran ni la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas, la Convención Americana sobre Derechos Humanos y ni el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional”.Bustos manifestó que “el único interés de la familia es que la pena de 5 años y un día impuesta, pudiera cumplirse considerando la gravedad de los crímenes. Nada más, pero tampoco nada menos. Tratándose de crímenes de lesa humanidad existen deberes estatales en orden a investigar, juzgar y sancionar con penas efectivas estos ilícitos”.

Además, lo que agravaría más la situación, agrega el abogado, es que Pérez Martínez viene desde el año 2018 solicitando el beneficio de la libertad condicional, pero le ha sido rechazado por la propia Corte Suprema. Por ello, Bustos informó que ya apelaron a la resolución y ahora será la Corte Suprema quien la tramite.

“Esperamos que el máximo tribunal pueda acoger nuestro recurso, reafirmando la primacía del Derecho Internacional tratándose de crímenes de lesa humanidad, y pueda poner coto a estos beneficios que el señor Ministro de Justicia ha concedido entre gallos y medianoche”, cerró el profesional. 

De acuerdo a la información disponible en el Museo de la Memoria, el 1 de septiembre de 1987 fue secuestrado en su domicilio en la Comuna de La Reina, en Santiago, el Coronel de Ejército Carlos Carreño, ingeniero de FAMAE, por un grupo del FPMR. A las pocas horas se generalizan en Santiago una serie de operativos del CNI y de fuerzas de seguridad que actúan conjunta y coordinadamente, con efectivos policiales, para dar con su paradero.  En los días siguientes los operativos tipo rastrillo para ubicar al coronel secuestrado, se extienden a toda la región metropolitana. En el marco de estos operativos son detenidos, por efectivos del CNI, cinco jóvenes militantes del PC, que aparecen vinculados al FPMR.

llos son, el ingeniero José Julián PEÑA MALTES, detenido el 9 de septiembre de 1987, el técnico Julio Orlando MUÑOZ OTAROLA, detenido en la vía pública el 9 de septiembre de 1987, al igual que el tornero mecánico Manuel Jesús SEPULVEDA SANCHEZ, detenido después de las 19:00 horas del 10 de septiembre de 1987, luego de salir de su domicilio en Santiago, el técnico automotriz, Alejandro Alberto PINOCHET ARENAS, detenido ante testigos en la vía pública en un vasto operativo el 10 de septiembre de 1987; y el mueblista Gonzalo Iván FUENZALIDA NAVARRETE, detenido entre el 9 y el 10 de septiembre de 1987, luego que agentes de la CNI el 3 de septiembre del mismo año allanaran el domicilio de su novia y llegaran preguntando por un apodo de la víctima.

El arresto de estas personas fue negado por las autoridades y la jefatura de la CNI, perdiéndose su rastro hasta ahora, por lo cual, de acuerdo a la Comisión Rettig, “todas desaparecieron por obra de agentes estatales, o de personas al servicio de éstos, quienes violaron así sus derechos humanos“.


El calvario de cinco militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez Torturados, asesinados y arrojados al mar

Fuente :Publicado en «Punto Final», edición Nº 876, 26 de mayo 2017.

Categoría : Prensa

La desaparición forzada de personas fue practicada por la dictadura militar desde el golpe de Estado de septiembre de 1973 hasta septiembre de 1987. Las víctimas del último episodio criminal fueron Julián Peña Maltés, 37 años; Alejandro Pinochet Arenas, 23; Manuel Sepúlveda Sánchez, 28; Gonzalo Iván Fuenzalida Navarrete, 26 y Julio Muñoz Otárola, de 34 años. Todos eran militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). Fueron detectados en sus actividades clandesdinas por la CNI y eran vigilados de cerca.

La Corte Suprema condenó a los responsables de las torturas y muerte de esos combatientes por la libertad. Funcionarios de la CNI, de la Dirección de Inteligencia del Ejército (Dine), del Batallón de Inteligencia del Ejército (BIE), dependiente de la Dine, y del Comando de Aviación del ejército, fueron procesados y condenados.

Las detenciones de los militantes del FPMR se produjeron como represalia frente al secuestro del coronel Carlos Carreño, subdirector de la Fábrica de Armas y Maestranza del Ejército (Famae), ocurrido el 1º de septiembre de 1987. Alvaro Corbalán, comandante del Cuartel Borgoño de la CNI, reveló en la indagación del caso que el secuestro de Carreño produjo conmoción en la dictadura. Se produjeron reuniones de emergencia de altos mandos de la CNI, Carabineros, Investigaciones, los directores de inteligencia de tres las ramas de la Defensa Nacional y el Director de Inteligencia del ejército (Hugo Prado Contreras). Entre el 8 y 9 de septiembre, al constatar que las investigaciones no daban resultados, el director de la CNI, Hugo Salas Wenzel, ordenó la detención de cinco miembros del FPMR, que serían canjeados por el coronel Carreño, según Corbalán.

El agente de la Brigada Verde de la CNI, encargada de reprimir al Partido Comunista y al FPMR, Luis Arturo Sanhueza Ross, declaró que una o dos semanas después del secuestro del coronel Carreño, a su unidad se le ordenó abocarse de lleno a la detención de cinco integrantes del FPMR. Los días posteriores Sanhueza pudo advertir que el cuartel comenzó a ser visitado por oficiales del BIE quienes desarrollaron actividades en el subterráneo mientras los cinco detenidos estaban en el lugar, añadió Sanhueza en su relato(1).

El 7 de septiembre fue detenido el mueblista Gonzalo Fuenzalida.

El 9 de septiembre arrestaron a Julián Peña Maltés, ex alumno de Ingeniería de la Universidad Técnica del Estado. Ese día fue visto por última vez por su pareja, María Peñaloza. Peña arrendaba una pieza en calle Ismael Valdés Vergara, en Santiago. El agente Manuel Rigoberto Ramírez Montoya confesó que Julián Peña fue seguido desde la mañana del 9 de septiembre con un vehículo utilitario y un automóvil Daihatsu Charade. Se le detuvo en la calle Coventry, Ñuñoa. Sanhueza Ross actuaba como jefe del grupo represor. Uno de sus integrantes fue el agente Sergio Mateluna Pino.

Peña fue trasladado a los subterráneos del cuartel Borgoño. «Había una pieza anexa al calabozo, en ella se procede a interrogar al sujeto, acción en la que participaban varios oficiales, entre ellos el capitán (Kranz) Bauer (fallecido en 2012), el detective Gonzalo Mass del Valle, y varios otros. Además se encontraba el comandante del cuartel, mayor Alvaro Corbalán Castilla. (…) A Peña lo dejaron desnudo y se le colgó en un fierro», confesó el agente Ramírez.

EN SACOS Y CON RIELES PARA HUNDIRSE EN EL OCEANO

Días después, un agente fue a retirar los efectos personales que Julián Peña guardaba en el cuarto que alquilaba en calle Ismael Valdés Vergara. La propietaria de la residencial, Lucila Urrutia, identificó a ese agente como José Arturo Fuentes Pastenes.

Manuel Ramírez también identificó en el Cuartel Borgoño al detenido Gonzalo Fuenzalida. Días después, el teniente Sanhueza lo llamó conjuntamente con Pablo San Martín, señalándoles que tenían una misión: «Debemos conseguir un riel y cortarlo en pedazos, porque esta noche se van los huevones». Ramírez fue desvinculado y la tarea quedó a cargo de San Martín (su nombre real era Luis Alberto Santibáñez Aguilera).

Adrián Renato Patricio Herrera Espinoza jefe de la sección transportes del cuartel de la CNI en calle Loyola N° 5.800, Quinta Normal, dijo haber visto a «un grupo de funcionarios de la CNI, ajenos al Cuartel Loyola, que retiraban unos rieles para un operativo que iban a realizar durante la noche o la madrugada».

El militante del FPMR, Alejando Alberto Pinochet Arenas, técnico en combustión interna automotriz, fue detenido el 10 de septiembre. Un estudiante, Axel Eduardo Callis Rodríguez, presenció su detención. Pinochet fue introducido a la fuerza en un vehículo que conducía el agente Miguel Angel Morales Acevedo.

Carlos Campos, conductor de un microbús del recorrido Colón Oriente lo confirmó, señalando que una vez reducido, «los captores subieron al vehículo que estaba prácticamente cruzado en la calle, y en forma veloz sin respetar la luz roja del semáforo se alejaron». Era un vehículo marca Mitsubishi y lo conducía el agente Manuel Angel Morales Acevedo, quien confesó que en el arresto participaron René Valdovinos Morales y César Luis Acuña Luengo.

INTERFERENCIAS DE RADIO

El detenido desaparecido Manuel Sepúlveda Sánchez, tornero mecánico, vivió en Ramón Cruz con José María Narbona hasta marzo de 1987. Después siguió visitando a la familia de esa casa o llamándola por teléfono, según testimonio de María Cantillana. «El 9 de septiembre -dijo- concurrió a nuestra casa alrededor de las 16:15 horas; allí estuvo con mi hermano. Alrededor de las 18 horas se retiró», señaló. Desde entonces es un detenido deaparecido.

Al proceso se incorporaron registros de interferencias radiales a la CNI realizadas por el MIR en la clandestinidad. Las interferencias pemitían detectar los movimientos de los equipos móviles de la represión. Esas interfe-ren-cias del MIR registraron el operativo para capturar a los cinco miembros del FPMR.

El ministro Mario Carroza concluyó que el análisis de las grabaciones «corresponde a una operación simultánea de gran envergadura que considera la participación de diversos grupos operativos, lugares, vehículos, sistemas de comunicaciones y apoyo de información (…) En los dispositivos se utilizó claves, evitando que terceros conozcan la autoría de organismos y personas, situación que denota que las actividades que se desa-rrollan en las operaciones revisten actitudes reñidas con la legalidad».

CADAVERES A PELDEHUE

Los agentes Sanhueza y Ramírez confesaron que los militantes del FPMR fueron asesinados con inyecciones administradas por el enfermero del Cuartel Borgoño Mateo Tapia Flores, (a) El Quincy (que se suicidó en 1998).

Rodrigo Pérez Martínez comandante de la Unidad Antiterrorista de la CNI, admitió que en septiembre de 1987 entre las 4:00 o 5:00 horas, recibió un llamado en que se le ordenaba comunicarse con el mayor Alvaro Corbalán. Este le ordenó que se constituyera en el Cuartel Borgoño con una camioneta. Llegó a ese lugar a las 6:00 o 6:30 horas. Pérez se encontró allí con los capitanes Francisco Zúñiga Acevedo, de Carabineros, (a) El Gurka (que se suicidó en 1991) , y de ejército, Gonzalo Héctor Asenjo Zegers (que se suicidó en 2006 al ser procesado en este caso).

Zúñiga le pidió estacionar la camioneta cerca del subterráneo y que le ayiudara a cargar unos «bultos». Ingresaron al subterrá-neo y en una pieza habían cinco bultos grandes. Pérez dijo haber preguntado al capitán Zúñiga de qué se trataba, pero éste respondió que cumplían órdenes superiores y que debían hacerlo rápidamente. Cada bulto estaba constituido por dos sacos paperos cosidos al centro y eran muy pesados.

Cargados los bultos en la camioneta, el capitán Zúñiga le ordenó a Rodrigo Pérez Martínez dirigirse al campo militar en Peldehue. Pérez condujo la camioneta, el capitán Asenjo iba de copiloto, y otras tres personas iban atrás con los bultos.

POR «ORDEN DE PINOCHET»

Cuatro o cinco uniformados aparecieron y el capitán Zúñiga tomó contacto con ellos. Un helicóptero Puma aterrizó en el lugar y cargaron los bultos en el aparato, que emprendió el vuelo. El piloto era el oficial Víctor Mario Campos Valladares, del Regimiento de Aviación de Rancagua. Fue llamado por el comandante del Comando de Aviación del ejército (CAE), coronel Aquiles Navarrete Izarnótegui. Este le comunicó que por orden del comandante en jefe del ejército, Augusto Pinochet, debía realizar una misión que consistía en trasladarse al campo militar de Peldehue y hacer contacto con personal del Cuartel Borgoño de la CNI.

Al día siguiente -continuó Campos en su relato judicial- entre las 7:00 y las 9:00 horas salió desde el aeródromo de Tobalaba en un helicóptero SA-330 Puma. Aterrizó en Peldehue y pudo visualizar unos vehículos tipo station. Una vez que subieron unos bultos, uno de los agentes dispuso que debían dirigirse a la costa.

«No obstante el techo de nubes estaba muy bajo -prosiguió declarando Campos- por lo que optó por aterrizar en una punta de cerro, parando por completo los motores de la nave. Permanecieron en el lugar alrededor de una hora y media, tiempo en el cual descendió de la nave, pudiendo observar que el personal que iba de pasajeros eran alrededor de cinco personas de civil». De ellos, reconoció a Sanhueza Ross durante las pesquisas.

«Una vez que se dieron las condiciones, emprendimos vuelo recto a la costa por el sector de Peñuelas, quebrada de Quintay», precisó Campos. Diez a doce minutos después de sobrevolar el océano Pacífico «el funcionario que dirigía la misión ordenó reducir la velocidad a unos 10 a 12 nudos. En un momento determinado, en el tablero de instrumentos se encendió la luz indicativa Doors que señala que una puerta del compartimiento se encontraba abierta y permaneció en esa condición por espacio aproximado de dos minutos».

Respecto al lanzamiento de los cadáveres ensacados al mar, el agente Santibáñez dijo que habían participado Bauer y otros oficiales, agregando que Bauer estuvo a punto de caer al vacío cuando arrojaban los cuerpos.

CONDENAS A LOS ASESINOS

La Corte Suprema dictó las siguientes sentencias por el secuestro, torturas y asesinato de los cinco militantes del FPMR, confirmando así el fallo del ministro Carroza:

15 años y un día como autores de secuestro calificado : Hugo Salas Wenzel y Alvaro Corbalán.

10 años y un día como autores : Iván Raúl Belarmino Quiroz Ruiz, Gonzalo Maas (PDI asignado a la CNI), Raúl Durán Martínez, Luis Alberto Santibáñez Aguilera, Víctor Ruiz Godoy, Juan Jorquera Abarzúa, Hernán Vásquez Villegas, Sergio Mateluna Pino, José Fuentes Pastenes, Juan Carlos Orellana Morales (PDI asignado a la CNI), Roberto Rodríguez Manquel (oficial de ejército), Alejandro Astudillo Adonis, José Salas Fuentes, Heraldo Velozo Gallegos, Marco Antonio Pincheira Ubilla, Jorge Ahumada Molina, José Miguel Morales Morales (PDI asignado a la CNI), Ema Ceballos Núñez (Armada, asignada a la CNI), Patricio González Cortés, César Acuña Luengo y René Valdovinos Morales.

5 años y un día como autores : Luis Arturo Sanhueza Ross, Manuel Morales Acevedo y Manuel Ramírez Montoya.

5 años y un día como cómplices : Hugo Prado Contreras, Aquiles Navarrete Izarnótegui (comandante del CAE), Fernando Rojas Tapia (BIE), Julio Cerda Carrasco (comandante del BIE), Marco Antonio Bustos Carrasco (BIE), y Rodrigo Pérez Martínez.

3 años y un día con el beneficio de la libertad vigilada : Víctor Campos Valladares.

Absuelto : Hugo Barría Rogers, copiloto del helicóptero.

Prófugos . Al cierre de esta edición, y luego del cúmplase de la sentencia, no fueron habidos Luis Arturo Sanhueza Ross, Roberto Rodríguez Manquel y Juan Carlos Orellana Morales

 

(1) El mayor de ejército Luis Arturo Sanhueza Ross participó en la vigilancia que montó la Dine al dirigente del MIR, Jécar Neghme, y al director de Punto Final , Manuel Cabieses. Finalmente, se decidió el asesinato de Neghme, atentado en que participó Sanhueza Ross, el 4 de septiembre de 1989.


¿QUIÉN ERA ALEJANDRO PINOCHET?

Fuente :https://urbesalvaje.wordpress.com/ (Hugo Dimter) 14/12/2014

Categoría : Prensa

 

A lo lejos la bahía de Valparaíso se divisa imponente con ese manto de espuma. Los porteños, habitantes del lugar, creen con devoción que Dios la ubicó en el lugar preciso.

Desde la cima del Cordillera -uno de los tantos cerros que rodean el puerto- Alejandro, un niño como cualquier otro, observa el romper de las olas soñando con algo incomprensible.

Es extraño: las colinas, y poblados cercanos, parecen haber sido abandonados. No hay nadie; solo él.

¿Cuáles eran los sueños de Alejandro Alberto Pinochet Arenas cuando tenía diez años? ¿Cuál es la respuesta que encontraba en ese horizonte distante?¿Otra ciudad? ¿Otro país? ¿Un mundo mejor?

Pivote es una de las 5 posiciones de un equipo de baloncesto. Son los jugadores más altos actuando cerca del aro, tanto en ataque como en defensa. Su principal rol es el de rebotear en ambas canastas, además de intimidar -en lo posible- a los rivales. 

Cuando Alejandro Pinochet, aún siendo un niño, escuchó la palabra «pivote» le llamó la atención. Le explicaron de qué trataba. Se imaginó un pivote. Un tipo alto y gallardo que acaparaba la mirada de todas las niñas en las derruidas butacas del Fortín Prat, el viejo estadio del basquetbol porteño. Un pívot. Un celoso custodio. Hummmmm, pensó un tanto avergonzado ante su escasa destreza y evidente ausencia de motricidad fina. Sin embargo era, a pesar de aquellos defectos, una buena idea.

 Alejandro era hijo de Froilán Pinochet Pinochet, un sastre comunista ampliamente conocido en el puerto por sus luchas sociales. Llegado al mundo en 1964 la madre de Alejandro había muerto cuando él aún era niño. Sin embargo Froilán Pinochet volvió a encontrar el amor: después del fallecimiento de su esposa y para Alejandro el rol materno fue bien restituido por su madrastra, quien lo amaba como un hijo nacido de sus entrañas.

«Mi niño», lo llamaba con un tono que evidenciaba el gran amor que sentía por ese pequeñuelo esmirriado. 

La infancia de Alejandro transcurrió en los cerros de Valparaíso, urbe distante 135 kilómetros de Santiago, y descubierta en 1536 por Juan de Saavedra, explorador español proveniente del Perú, quien desembarcó en la bahía de Quintil, bautizándola como Valparaíso en honor a su ciudad natal. A Saavedra le fue mal: en la bahía y sus alrededores no había oro ni plata. Sólo un bello paraje donde los buques quedaban a resguardo bajo la remota mirada de los indios changos.

Muchísimo después, cuatro siglos después, a mitad de los años 70, y con pocos más de diez años, Alejandro Pinochet, junto a sus amigos y su hermano, cansados de andar por los cerros vecinos, terminaba sus andanzas cerca de casa jugando a la escondida, o pateando un balón de fútbol hasta llegada la noche o algún reproche de sus genitores. Ese romance tendría corta vida: debido a su precoz corpulencia y elevada estatura sus flirteos con el fútbol se evaporaron rápidamente. Era lo que comúnmente se denomina un «tronco», tan ágil como un robot. De forma instantánea asumió sus escasas aptitudes futbolísticas. No iba a ser Chamaco Valdés, Caszelly, ni Elías Figueroa. Sin embargo para Alejo fue reconfortante que estos frustrados ánimos futbolísticos se evaporaran al mismo tiempo que se le daba a conocer un deporte de gran aceptación en la bahía, y en el cual sí tenía probabilidades de éxito: el basquetbol.

Sportiva Italiana y Unión Española eran los clubes que albergaban más títulos e hinchas. Alejandro, o Alejo, como lo llamaban todos, comenzó a practicarlo, soñando en convertirse en el mejor pivot entre los precoces niños de Valparaíso. Pese a no ser muy alto consideró que el secreto radicaba en saltar más. Debía elevarse por sobre todos los jugadores y atrapar el balón cual trofeo más valioso. Esa era su principal recompensa. Y comenzó a entrenar con ahínco tocando las señaléticas de las callejuelas, y las ramas de todos los árboles que se cruzaban por su camino.

Septiembre es un mes ideal para elevar volantines, como se les denomina a las cometas de papel que surcan los cielos del puerto entregando un espectáculo multicolor. Alejandro era uno de los niños que se divertía en ello. Corrían nuevos vientos y un ingenuo Alejo se hacía participe, sin presentir que algo cambiaría en su vida para siempre.

Para un niño no hay días grises. Aún en la tormenta o en el descalabro los  pequeños siempre tienen un minuto para sonreír. Eso sucedía con Alejo. No eran buenos tiempos para nadie pero este infante de carácter reservado siempre guardada algún gesto de alegría y cariño, sobre todo hacia su padre. Ambos eran muy unidos. Don Froilán advertía con orgullo que Alejandro -no por ser su hijo ni mucho menos- era un muchachito admirable.

Pasó el tiempo con inaudita rapidez y en 1980 Sportiva Italiana obtuvo su primer título en la Dimayor -campeonato de basquetbol creado un año antes-. Sportiva bajo la batuta de José Luis de la Maza y con un plantel conformado por Antonucci, Bahamondez, Fornoni, José Gonzalez, Heres, Hernandez, Rubén Martoni, Oscar Nápoles, Flavio Razetti, Ricardo Valdes, José Luis Pipa Verdejo y Roual Villela estaba para cosas grandes.

Valparaíso siguió con interés el curso del campeonato y Alejandro -ya más crecido, y pese a jugar en otro club, Unión Española- se entusiasmó cual vibrante hincha que ve a su equipo camino al campeonato. Cada semana Alejo practicaba baloncesto con entusiasmo pero también con esfuerzo debido a un diagnóstico que evidenció un asma crónica. Aunque con intervalos acudía al Fortín Prat, en la avenida Pedro Montt, a apoyar en los partidos importantes: con Malta Morenita de Osorno, Universidad Católica de Santiago, o Petrox, Alejandro sintió que esta enfermedad pondría un límite a sus aspiraciones deportivas. Nuevamente algo impedía cumplir sus sueños.

Dos años después Alejandro miraba los encuentros con sincera nostalgia pues ahora -que ya no era un niño- muchas cosas habían cambiado: el básquet había pasado casi al olvido. Ahora estaba abocado a distintas e importantes tareas, como bregar, dentro de sus posibilidades, contra la dictadura de aquel que, a mucha deshonra, llevaba su mismo apellido: Augusto Pinochet. Lentamente su lucha se había trasladado de los preadolescentes gimnasios, en los cuales trataba de encestar para su equipo, hasta la calle y a los cerros celosamente custodiados por carabineros y marinos donde ahora Alejo deambulaba con inusual rebeldía. 

Un bombero de servicentro

 Embutido en su overol azul Alejandro Pinochet Arenas daba la impresión de ser un joven, como cualquier otro, tratando de doblarle la mano al destino. Los autos se estacionaban a cargar combustible y Alejo los atendía con la cordialidad propia de quien prácticamente había cumplido la mayoría de edad y abordaba su primer trabajo rebosante de juventud.

Era comienzos del 83 y la situación del país estaba marcada por el desempleo y la precariedad. Valparaíso, puerto principal y joya del Pacífico, resaltaba por su encanto, pero a la vez por la pobreza que se advertía en los cerros. En uno de ellos, el Santo Domingo, vivía Alejandro.

Pese a los malos tiempos, post crisis del 82, los porteños no se caracterizaban por echarse a morir. Y mucho menos Alejandro quien decidió ayudar a su padre, don Froilán Pinochet Pinochet, y su madrastra empleándose en una bencinera -ya extinta- del sector de Caleta Portales. Apenas habían trabajos esporádicos y éste servía para pagar algunas cuentas, y a la vez esconder la pasión que brotaba como una llamarada desde su interior. Alejo, como le decían en la intimidad de su hogar en La Puntilla, camino a Cintura, en Playa Ancha, deseaba acabar con la dictadura militar. Pero no podía él solo. Fue así, ya en el liceo, inminente su ingreso a las Juventudes Comunistas. A la renombrada y perseguida Jota.

 Por sus notables condiciones personales Alejandro destacó en la Jota de Valparaíso. Ya en ese entonces se advertían sus cualidades: Entrega total, superación, inteligencia y concreción de las tareas fueron algunos de los rasgos de su personalidad. Pero había una que salía a relucir. Alejo era serio, un muchacho de pocas palabras, que mantenía distancia de las personas que recién conocía. Una distancia respetuosa, formal; pero distancia al fin. Pese a su juventud ya evidenciaba ese rasgo, molesto para algunos, pero que sería una fortaleza que con el paso del tiempo, y en vista a lo peligroso de sus actividades, se incrementaría.

Esa seriedad se manifestaba ahora en ese servicentro. A Alejandro le gustaba la mecánica, las tuercas, los fierros. Pero ese trabajo, indirectamente relacionado con su pasión, debía realizarse sin olvidar sus actividades políticas, que él consideraba prioritarias. Alejandro decidió redoblar su tiempo y esfuerzo en factor de ambas. Dormía poco pero aun así nunca descuidó su trabajo en el servicentro, que cumplía religiosamente cargando bencina, cambiando aceite e inflando neumáticos. Nadie adivinaba que detrás del mameluco se escondía uno de los futuros héroes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. 

El profesor de matemáticas

 Como una bola de nieve. Alejandro fue adquiriendo un rol cada vez más protagónico en las Juventudes Comunistas. Veloz había pasado el tiempo y ya había cumplido los 22 años, lo que significó que estaba maduro para adquirir nuevas y trascendentes responsabilidades. Era un hecho que la Jota le había quedado chica.

Pedro era uno de los encargados del Frente Patriótico Manuel Rodríguez en el área de Valparaíso. El año 1984 Alejandro Pinochet lo conoció en una actividad anti dictadura de la Jota. El muchacho no perdió el tiempo y le solicitó formalmente ingresar al Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Por su parte Pedro hizo lo que acostumbraba: debían encontrarse nuevamente -luego de un par de días-, pero esta vez Alejandro debería dar las razones porqué deseaba integrarse. Razones concretas, con argumentos sólidos. Pedro ya le había explicado que el Frente era un órgano militar con una estructura vertical de mando. Las órdenes se obedecían. No se discutían; salvo a posterior si el caso ameritaba un análisis. Pedro le señaló que de ser detenido iba a sufrir la tortura o podía pasar a engrosar la lista de los desaparecidos. Las posibilidades de morir eran enormes y por ello Alejandro debía pensarlo muy bien.

Tres días después Pedro se reunió con Alejandro quien no titubeó: la respuesta fue afirmativa. Dijo que sí. Que había que darle un futuro a las nuevas generaciones y para ello se debía luchar, entregando la vida si fuese necesario.

– ¿Estás seguro?- le preguntó Pedro.

– Estoy muy seguro- fue la respuesta que convencido dio Alejo.

– ¿Pensaste en alguna chapa?- preguntó Pedro.

– Sí. Hernán.

– ¿Hernán?

– Sí.

– Bueno, Hernán. Ahora estás en el Frente.

No había más que hablar

Semana a semana Alejandro o Hernán fue instruyéndose sobre sus nuevas tareas y cómo desarrollarlas. Debido a las innumerables acciones, en las cuales Alejandro estaba involucrado, los encuentros con Pedro se incrementaron. De mutuo acuerdo decidieron reunirse, algunas veces, en la casa del recién incorporado. Para no despertar sospechas fue a Alejandro a quien se le ocurrió una idea: Dirían que Pedro, en vista a ser un tanto mayor, sería su profesor de matemáticas. La ocurrencia no era del todo descabellada. Pedro tenía conocimiento de aritmética, geometría, y potencias, así que, entre medio de cuadernos y libros de ejercicios a medio terminar, aprovechaban de delinear las futuras acciones del Frente Patriótico Manuel Rodríguez en el puerto. Todo bajo la distraída mirada de los padres de Alejo, quienes estaban felices por las enseñanzas que aprendía su hijo. 

Tres y no cinco

Después de realizar varias acciones de carácter intermedio Alejandro Pinochet pidió una tarea de mayor envergadura. Pedro decidió otorgarle una oportunidad para que el muchacho demostrara su valer y a la vez sacar conclusiones sobre su actuar. Una acción algo más compleja que las usualmente denominadas de templanza. Después de juntarse en un punto le explicó lo que se le encomendaría. La tarea era de cierta dificultad para alguien sin la experiencia necesaria mas pensó que siempre había una primera vez, además que Pedro le tenía fe al joven rodriguista. Con mucha confianza le señaló que desde ese momento Alejandro decidiría cada ámbito de la acción. La tarea consistía en efectuar una recuperación económica: un asalto. Alejo debía escoger a los participantes, el modus operandi, y algo muy importante: el número de personas. El objetivo determinaba la cantidad de gente, la calidad y los medios o armamento, ya fueran pistolas, fusiles o granadas.

Según Pedro la cantidad de combatientes debía ser mínima. Mientras menos mejor para una tarea de dificultad intermedia. Se puso una fecha para la acción. Debía ser un lunes. Llegó el día estipulado y ocurrió algo que Pedro no esperaba y que lo sorprendió. La tarea no fue realizada.

Después de un par de días Pedro se reunió con Alejandro y le pidió explicaciones.

– ¿Por qué abortaste?

– No vi las condiciones necesarias.

– ¿Cuándo la vas a hacer?

– En tres días más. Me gustaría que usted participara- señaló Alejandro, agregando sus descargos ante la tarea abortada.

Pedro escuchó los motivos dados por Alejandro con cierto fastidio pero encontró que eran válidos.

– Hay que hacer un pre chequeo-insistió Pedro, para quien esa no era su única tarea. El nuevo día programado debía estar en otro lado.

– Ya, pero yo no puedo- señaló Pedro.

– Pucha, es que yo lo contemplé a usted.

– Este objetivo mínimo son tres y máximo cinco. Pero no es por eso, yo no puedo estar- finalizó Pedro.

Alejandro deseaba cinco personas para realizar la tarea. Pedro consideraba excesiva esa cantidad. La acción quedó aplazada por un par de días.

Sin embargo volvió a ocurrir un hecho sorprendente. Nuevamente la acción fue abortada por Alejandro a última hora.

Pedro no vio con buenos ojos esa determinación. Se preocupó de la salud mental de Alejo. Algo andaba mal. Cuál era la razón porqué fue aplazada?

Alejandro debía dar una muy buena respuesta a esta pregunta. Volvieron a juntarse y Alejo dudó sobre el número de participantes en la tarea  recalcando que debían ser cinco o más.

Ese era el motivo de desistir en la realización. Pedro al escuchar el descargo le señaló, un tanto cansado, que se olvidara de esa recuperación.

– Pero cómo se le ocurre. La tarea debe hacerse- contestó Alejandro.

– No- señaló Pedro-. La acción no se va a realizar. Olvídate de ello. Recuerdas que cuándo entraste al Frente te dije que las órdenes se acataban. La tarea no va. Es una orden. Olvídate.

– Yo quiero hacerla- insistió Alejandro.

– No, olvídate. Encontrémonos mañana a las tres de la tarde. Yo te voy a entregar otra tarea- le respondió Pedro cortante.

Alejandro no quiso discutir.

Había algo que nadie sabía: Unos días antes Pedro se había reunido con Andrés, o El Hermanito, como lo apodaban, que era el segundo jefe nacional del Trabajo Militar de Masas, quien le encomendó una tarea de suma importancia. Pedro debía crear una unidad especial.

– De las unidades pesca un grupo y haz otra unidad. La más segura. Que te hagan caso en todo.

– Es que me hacen caso en todo- respondió Pedro.

– Bueno, pero estos deben ser más obedientes. No tienen que titubear. Si no no sirven. Escoge los mejores. Ese grupo debe funcionar con medios propios al margen de la estructura del Frente. El logístico no debe saber nada. Esto es sólo entre José Miguel y tú. Deben operar con recursos propios. Te repito: El logístico no debe saber nada.

Pedro asintió. Fue así como empezaron a hacer tareas con esa unidad tan seleccionada. Una unidad de elite.

 Dos días más tarde de la conversación con Alejandro, donde éste le había informado de la segunda suspensión de la tarea de recuperación, Pedro se comunicó con otros dos compañeros a quienes conocía desde hacía mucho tiempo. Los citó a un determinado punto para explicarles lo que harían al día siguiente muy temprano. A uno de ellos le encomendaría que se quedara en la entrada del lugar. Su misión consistía en impedir la entrada y salida de cualquier persona. Nadie entraba, nadie salía. Al otro le dijo:

– Tú me debes acompañar. Yo doy las órdenes y tú me das protección por la espalda- señaló Pedro, explicando  el modus operandi.

Al día siguiente se encontraron a las nueve de la mañana. Los combatientes, subordinados de Pedro, tenían experiencia: sabían leer los gestos. Nunca titubeaban. Entraron decididos y la operación salió a la perfección.

Al día siguiente Pedro se juntó con Alejo.

-¿Qué pasa compadre?- pregunto Pedro al ver que Alejandro venía con El Enano, otro compañero logístico que él conocía. Alejandro, torpe e ingenuamente, se había dado cuenta de las andanzas de Pedro y había contado que estaba haciendo cosas por su cuenta. Y eso era muy malo.

– Hay una preocupación- señaló Alejandro-. Pienso que está haciendo cosas que no corresponden y más encima se acobardó en la recuperación- largó Alejandro sin más ni más.

Pedro se puso morado pero mantuvo la calma.

Confiado movió su mano derecha debajo de la mesa y de improviso la levantó mostrándole un diario. En portada salía la información del asalto. Pedro tenía razón: Con tres se podía hacer. Ahora fue Alejandro quién se puso morado de vergüenza. Pedro había realizado la recuperación con un mínimo de combatientes para enseñarle a tener confianza. En la misma mesa Pedro le explicó al Enano, el logístico, que en algunas operaciones estaba actuando por orden de Rodrigo y la Dirección del Frente en una tarea exclusiva. Alejo quedó en vergüenza descolocado y resentido. Pedro y el logístico le ordenaron a Alejandro que se retirare

Hermanito era el enlace de Pedro con la Dirección del Frente. El logístico le preguntó a Pedro si Alejandro era de confianza. La respuesta fue afirmativa. Alejandro y Pedro se volvieron a reunir con el Hermanito.

– Disculpa pero esas platas no eran para mí- volvió a insistir Pedro-. Eran tareas importantes que me dio José Miguel, y eso debía ser compartímentado. ¿Tu jefe sabe dónde están los barretines?- le preguntó El Hermanito a Alejandro-. Yo que soy tu jefe, y él que es tu jefe no sabemos. Esa fue una tarea del mando. No es nada del otro mundo- intervino Pedro.

Alejo guardó silencio. Sabía que Pedro tenía la razón. La reunión terminó y Alejo se retiró del lugar sin saber sí sería amonestado. Había cometido un error infantil. Pero no había sido con mala intención.

– Sácalo al tiro del Frente. No puede ser. Se debe mantener compartimentado hasta el final- sentenció El Hermanito.

Pedro se opuso con un sólido argumento: Sabía que Alejo era un buen combatiente. Un poco desconfiado y agudo, pero buen combatiente. Además le tenía estima. 

Al mes se produjo el quiebre con el Partido Comunista. El año decisivo arrojó dos grandes traspiés: el atentado a Pinochet y el descubrimiento de las armas en Carrizal Viejo. Para nadie era un misterio que se avecinaba una tormenta y ello provocaría pérdidas y divisiones. En Valparaíso Pedro no veía con buenos ojos los últimos sucesos. De hecho tuvo que irse del puerto. Julián Peña Maltés lo reemplazó.

Pedro confesaría tiempo después: «Me encomendaron una tarea y ya no vi más a Alejandro. Tiempo más tarde yo estaba en la cárcel y me avisaron de la desaparición de cinco combatientes. Me dieron los nombres. Ahí supe de Alejandro y de Fuenzalida también». 

Casa Quemada

 A mediados del 86 se presentó un problema de seguridad en una casa del Frente en el sector del Cerro Concepción. Un militante del partido cayó detenido y bajo tortura filtró la ubicación de esa casa. Pedro de inmediato se puso en acción. Al enterarse llamó con rapidez a una compañera del Frente en el puerto ,puesto que se iba a realizar un importante encuentro en esa casa.

– Necesito que me acompañes- le dijo-. Vamos a ir a hasta la esquina de la casa «quemada» como si fuéramos novios y a medida que los compañeros aparezcan les avisamos que pasen de largo- finalizó.

Abrazados y simulando besarse arribaron al lugar apoyándose en un árbol distante. Poco a poco fueron ubicando a la gente del Frente y les hicieron señas.  Al verlos los combatientes reaccionaron al instante y pasaron de largo un tanto alarmados. Sin embargo todos desconocían un hecho. Diez minutos antes había arribado Alejandro. En las afueras de la casa vio un auto negro y al divisar la reja del ante jardín está permanecía un tanto abierta, instancia que nunca acontecía. A Alejandro le pareció raro, más aún cuando en el segundo piso se abrió una ventana y apareció un tipo de bigotes diciendo estúpidamente: «Espera, abrimos al tiro». Fue un instante. Alejo pareció recibir un rayo. En un segundo comprendió todo. De inmediato desde el auto estacionado emergió un tipo enorme  y Alejandro alcanzó a arrancar. ¡Bangg! ¡Un disparo! El silbido de la muerte a escasos centímetros de su cuerpo. La respiración agitada. El asma haciéndose presente en la huida desesperada e incierta. Un jadeo. Vuelven a disparar pero fallan y él logra escabullirse por las angostas callejuelas. Con un aliento entrecortado y los ojos nublados por el intenso sudor se va a la casa de una familia amiga en el cerro Toro. Es su primera aproximación a la muerte. Y vendrían muchas más.

Mientras tanto Pedro y la mujer que lo acompañaba se retiran con rapidez de la casa «quemada». Pedro cree saber dónde ha huido Alejo. Se dirigen hacia allá. Ahí en el cerro Toro Alejandro cuenta su fallida aprehensión: «Casi me pillan los huevones», señala con el corazón a punto de estallar. Pedro -a pesar de la escasa diferencia de edad- lo abraza como si fuera su padre.

-A ti te andaban buscando- le susurra Pedro convencido.

 Algo huele mal en Valparaíso. Muchos frentistas se sienten seguidos y redoblan las medidas de seguridad. Las cosas de un momento a otro se vuelven muy peligrosas. La CNI, Central Nacional de Informaciones, respira en la nuca de varios combatientes. Pedro, al otro día, estaba preparado para un encuentro en la Plaza O’Higgins. El vínculo era a las dos de la tarde pero algo, un presentimiento, lo hace mantener una excesiva cautela fuera de toda lógica.  Para ese vínculo Pedro se dirige en un bus de la locomoción colectiva. La micro cruza lentamente y Pedro divisa al compañero pero pasa de largo al advertir que algo no encaja. Un detalle en el típico ambiente del lugar se le presenta extraño. Pedro no sabe qué es pero decide no arriesgarse.

 Unos días más tarde a Pedro le comunican que salga de Valparaíso. La CNI lo conocía, sabían su chapa y su fisonomía. Pedro ya se había dado cuenta de su seguimiento al realizar unos llamados telefónicos a su pareja. No pasaron más de tres minutos y el lugar -muy concurrido- de un momento a otro se había de atiborrado de CNI. Un señor de edad realizó una llamada posterior desde el mismo teléfono público luego de que Pedro entrara a una cercana fuente de soda. A los pocos instantes el caballero, mientras aún hablaba, fue reducido violentamente por agentes de seguridad. Pedro, bastante preocupado, observó los hechos por el espejo de un pilar mientras comía un completo. Manteniendo la calma terminó de engullir simulando estar leyendo un periódico, para luego pedir la cuenta. Con tranquilidad salió del lugar subiendo presto a una micro.

A los tres días realizó una nueva llamada desde un cerro cercano a la universidad de Playa Ancha. Sabía que no podía hablar más de dos minutos. Rápidamente entregó un mensaje encubierto que confirmaba el seguimiento que sufría. Veloz colgó subiendo un par de calles desde donde advirtió la llegada de varios agentes. No había duda. Estaban tras de él y lo aconsejable era hacerse humo.

Pero había tres complicados más. Entre ellos estaba Alejandro.

Pedro sabiendo el peligro que corrían los pasa a visitar y les entrega un poco de dinero para viajar a Santiago. Además les brinda cobertura para asegurar protección ante cualquier inconveniente. Pasará un tiempo bastante prolongado hasta que se vuelva a encontrar con algunos de ellos. Pedro se dirige al sur de Chile. Cuando retorna asume como jefe de un destacamento especial en Santiago. Al ver una nómina se da cuenta que aparece el nombre de Alejandro. Andrés El Hermanito se lo entrega para realizar nuevas operaciones. Mientras tanto en Valparaíso poco a poco se vuelve a retomar un camino de cierta normalidad y se hacen nuevas operaciones.

Alejandro en la capital: amor y distancia

 El Flaco Hidalgo se hizo amigo de Alejo cuando éste llegó a Santiago desde el puerto. Con el paso de los meses la amistad entre ambos se acrecentó. Eran inseparables pese a estar en diferentes estructuras dentro del Frente.

Tiempo después el Flaco Hidalgo me contaría parte de la historia de Alejo en un boliche de mala muerte entre vasos de vino y empanadas a medio terminar. Según el Flaco lo que Alejandro no sabía era que -al marcharse de Valparaíso y recalar en Santiago- iba a encontrar algo de lo cual estaba absolutamente despreocupado: el amor.

Pero no vayamos tan rápido.

Al llegar a la capital la situación se tornó confusa para el muchacho. No conocía la ciudad y el modo frenético de la urbe le era detestable. Alejo fue visto por sus pares como un joven serio, sobre todo cuando no conocía a la gente. Él mantenía una actitud muy tranquila, mas no entraba en ningún tipo de confianza. Cordial pero con una cierta lejanía. Tenía que conocer mucho a la gente para entrar en confianza, para contar tallas, para bromear.

«Durante aquellos primeros meses Alejo recala muy seguido en la casa de mis padres. Ya era como parte de la familia y entonces ahí conoce a mi prima que se viene a estudiar, en esos tiempos, a Santiago desde el norte, desde Tocopilla. Entonces, tiempo después, posterior a todo un romance queda embarazada», señala el Flaco.

«Viviana, luego de confirmar el embarazo, se va al norte porque se dan mejores condiciones. O sea, podía quedarse con nosotros pero imagínate: mi madre, mi padre trabajaban clandestinos, mis hermanos trabajaban clandestinos, todos con la CNI en la nuca. Entonces era entre dos cosas: un riesgo y un problema», cuenta El Flaco.

 «A Alejandro nosotros, la familia, podría decir que lo adoptamos. El que lo recibe fue mi cuñado. Con él fuimos los primeros que empezamos el Trabajo Militar en el Partido. Entonces, cuando se reparte la gente Alejandro se queda con nosotros y después lo adoptamos. Ya no era una cuestión de mantenerlo clandestino sino que Alejandro conocía mi casa, la casa de otros familiares. Era un riesgo grande en ese momento. Yo tenía enormes responsabilidades: era el jefe de toda la zona norte, el jefe de Los Vilos hasta Arica, pero así son las cosas no más», finaliza el Flaco orgulloso y emocionado.

 Alejandro, o Hernán, tuvo actividades de cierta normalidad -dentro de la lucha contra la dictadura- donde los combatientes, en su mayoría jóvenes, se dieron el tiempo y establecieron un día para jugar baby fútbol. Ahí se integraron con mucha gente que no tenía relación con el Frente, a quienes conocían pero no necesariamente estaban en la lucha directa contra la dictadura.

Jugaban en el paradero 28, entre Panamericana y Gran Avenida. Eran unas canchas desoladas que arrendaban un día a la semana. Sonrientes y bien equipados partían a hacer fintas, paredes, goles y eliminar presiones. A la suerte se armaban dos o tres equipos incluyendo gente de una población cercana de la calle Brasil entre Trinidad, Ramírez, y Goycoloea.

Alejandro, para sorpresa de muchos, era uno de los más entusiastas, lo que no quería decir que estuviera haciendo chacota con todo el mundo. Tenía un humor especial. Sus bromas no eran serias pero tenía un humor con más profundidad, sí se puede denominar así.

 Durante los partidos de baby fútbol ocurría un hecho que demostraba el valer de Alejandro y lo emparenta, guardando las proporciones, a lo que le ocurría al Che y su asma caminando en la selva. Dos hombres que se sobreponen a lo que les está pasando y saben que allá está su camino y que tienen que llegar. «Alejandro tenía esa característica», rememora El Flaco. «Te lo doy con el mismo ejemplo: él jugaba a la pelota aunque era asmático, y jugaba 5 ó 10 minutos y puff-puff-puff. Le daba un ataque. Salía y agarraba el Salbutamol, el medicamento que tenía, se pegaba unas inhaladas, y esperaba 5 minutos más. Uno dilucidaba que no estaba bien y como que Alejandro pensaba ‘No, tengo que seguir igual’ y uno sabe lo que eso significa: tú tenías que sobreponerte de alguna manera a lo que está ocurriendo, que te está faltando oxígeno, que te está molestando el pecho, y él se metía a jugar de nuevo», rememora El Flaco emocionado con los ojos llorosos.

 En algunas contadas ocasiones, luego de pichanguear, se iban a tomar una cerveza.  Alejo era una persona con muchas ganas de vivir, pero no lo expresaba de manera efusiva. Ahí, con ese grupo de cercanos, donde existía más confianza, las conversaciones versaban alrededor de la lucha contra la dictadura, probablemente la muerte de algún compañero, la persecución de alguien, de la prisión, de las acciones que se iban a realizar o sobre la derrota de Pinochet, a pesar de que todos estaban en distintas estructuras. Alejandro en el último tiempo estaba en la Fuerza Central, el aparato más especializado que tenía el Frente, que -según lo que se sabía- se componía de mandos zonales; había un mando zonal de la Región Metropolitana y un mando zonal Norte, Norte Chico, Centro Sur que era Rancagua-Talca. Después venía otra zona muy estratégica que era la de Concepción, en la octava región. El Frente poseía diversos aparatos logísticos, y todo lo que significaban los aseguramientos multilaterales: inteligencia, exploración, logística, armamento, instrucción. Pero además tenía un equipo especializado: la Fuerza Central, que dependía directamente de la Dirección Nacional, y que hacía las acciones más complejas.

Una mudanza muy singular

La Fuerza Central era un grupo de elite por el nivel de preparación, audacia, valentía, y coraje de las personas que estaban allí. Se los integraba por esas características, y por ese nivel de preparación. Era un núcleo altamente especializado, instruido, con una plena disposición combativa que Alejo o Hernán tenía. Pero él poseía otra característica importante: todos catalogaban a Alejo como muy inteligente.

Más aún en situaciones complejas.

Resolvía bien, pero además de eso era de una audacia impresionante. Alejo hizo varias acciones que después todos le recomendaron no volver a realizar. «Pucha, huevón, cómo se te ocurre hacer eso, no la hagas más», fueron algunas de los consejos y recriminaciones que se ganó. Pero era innegable que resolvía con inusual inteligencia.

El Flaco Hidalgo una tarde le señaló que debían hacer una acción de recuperación en la oficina de un prestamista usurero. Pero cuando se encontraron en el trabajo del prestamista no estaban las llaves de dos cajas de fondo. En un primer instante parecía una operación abortada. ¿Qué es lo que hace en un caso así? Alejo mostró toda su capacidad de acción y resolvió. Con total sangre fría tomó el teléfono llamando a una empresa de mudanzas. Con rapidez, pese al esfuerzo que significaba moverlas, las situó en la entrada de la oficina y bajó las cajas con la gente de la mudanza para después irse muy de terno y corbata en el camión junto al chofer quien no intuyó nada anormal. A corta distancia era seguido por algunos combatientes. Más allá paró el camión y encañonó al conductor y los peonetas. Resolvió de una manera donde lo más probable era que cualquier otro combatiente, teniendo la audacia, el ojo y la valentía, hubiera dicho «No, vámonos, es imposible». Alejandro no se permitió fallar. Utilizó su astucia, su rebeldía, su coraje, además de férrea disciplina porque había que cumplir una misión y quería cumplirla a cualquier costo. La lección aprendida tras su frustrada recuperación con Pedro lo había templado fuertemente. Ahora Alejandro demostraba cuales eran  sus reales características que, a costa de reveses y mucho esfuerzo, ahora poseía.

Un nuevo integrante

Viviana, la novia de Alejandro, debido a su embarazo, vuelve a su casa paterna en Tocopilla y él empieza a escribirle preocupado por la situación y con enormes ganas de viajar para visitarla. Sin embargo ello conllevaba peligros inminentes. Pero una cosa era innegable: Alejandro estaba formando una nueva familia con todas las de la ley.

Muchos consideraban que Viviana no se debía quedar en Santiago porque no iba a tener los cuidados necesarios y el riesgo era mayor.

«Cuando caí preso agarraron a mi mujer, se la llevaron y la torturaron por allá arriba», rememora El Flaco Hidalgo. Y continúa: «La CNI no podía tener casas para torturar así que la llevaron a cualquier lugar y a mi hija la fueron a tirar a un hogar de menores. Mi hija tenía 7 años. Entonces esos son los riesgos por los que uno pasaba al tener la familia cerca».

Meses después el parto se dio sin contratiempos y Alejandro recibió un telegrama con la noticia. Por aquellos días Pedro estaba junto a él y Alejandro en un instante de aquel memorable día le pidió un favor muy especial.

– Sabe compañero, quisiera poder hablar con usted y contarle una cosa. ¿Puedo invitarlo una cerveza?- le preguntó Alejandro con respeto.

Pedro lo quedó mirando sorprendido pues comprendió que debía ser algo de importancia. Tranquilamente fueron a una schoperia. Sentados y con dos cervezas individuales en la mesa Alejandro le largó sin más ni más:

– Hoy me avisaron que soy papá. Acaba de nacer mi hijo. Estoy más contentó que la cresta.

Se abrazaron con cariño. Alejandro, falto de total motricidad fina, palmoteó con excesiva fuerza la espalda de Pedro, a quién todavía le duele el abrazo.

– Que bien. Me alegro mucho. Felicitaciones. Es una noticia maravillosa- le respondió Pedro al mismo tiempo que hicieron un brindis por el recién nacido. Alejandro estaba exultante. No cabía de felicidad. Conversaron un buen rato, se rieron, y reafirmaron la idea de que las nuevas generaciones no podían sufrir las penurias y atrocidades de la dictadura. 

No aparecen 

 – Oye, sabes que no ha llegado el Alejandro. Es raro, tenía que juntarme con él. No llegó.

Esa fue la frase que escuchó El Flaco de un compañero y que alertó de su desaparición. Era el 7 de septiembre de 1987.

No llegó al otro día, ni al otro. Algo extraño estaba pasando, pensaron en aquel momento.

«Por esos mismos días detienen a mi padre. Yo creía  que me iban a detener a mí pero detienen a mi padre un poco antes. Entonces algo está pasando, algo extraño. No está llegando. Algo acontece: lo detuvieron. Lo primero que se me vino a la mente fue: ‘Chuta, ¿habrá andado con el Salbutamol?’. Pero no pienso en la desaparición y le pregunté al compañero por el medicamento para el asma. ‘Pucha, no sé’, me responde. Yo pensando en una huevada tan pequeña dentro de lo que sucedió al final: que Alejandro no aparece nunca más. Nunca más», sentencia El Flaco. La versión del caso señala que ese día 10 de septiembre es detenido alrededor de las 09:15 horas, por agentes de la Central Nacional de Informaciones, CNI, en la intersección de las calles Catedral con San Martín en Santiago. A partir de ese momento se encuentra en calidad de detenido desaparecido. El reporte judicial informa: “En la fecha y hora indicada, en circunstancias que el afectado transitaba por calle San Martín de Sur a Norte, atravesando la calle Catedral, en la acera nor-oriente de dicha intersección, desde un vehículo utilitario de color celeste, marca Suzuki, que aparentemente se encontraba detenido por la luz roja del semáforo, bajaron tres sujetos de civil, uno de los cuales le gritó por la espalda, «…alto, manos arriba», al darse vuelta el afectado, dos de los sujetos se le avalanzan para reducirlo. El afectado intentó defenderse, pero rápidamente uno de los sujetos le colocó un arma cerca del rostro, mientras el segundo agente desde otra posición le apuntó con el arma tomada con ambas manos; el tercer sujeto, un poco más lejos, cerca del vehículo, vigiló la acción. Una vez reducido, Alejandro Pinochet fue introducido violentamente en el furgón utilitario, donde iba un cuarto individuo que actuaba de chofer. El vehículo, transgrediendo la luz roja del semáforo, se dirigió por Catedral hacia el poniente, hasta la calle Manuel Rodríguez, virando hacia la derecha en dirección norte”. Desde allí sería enviado al Cuartel Borgoño, asesinado en dicho lugar y trasladado -junto a otros cuatro compañeros- hasta el regimiento Peldehue, ensacados sus cuerpos y arrojados desde un helicóptero al mar. 

El Flaco Hidalgo narra que: «Como a los 7 u 8 días nosotros consideramos que estaba complicada la cosa porque me llegan noticias que José Julián Peña Maltés no estaba. Me llega muy rápido esa información de una mujer que era maquilladora, la que transformaba a los perseguidos. Entonces cuando agarran preso a mi padre deciden hacerme un nuevo look arreglándome, cambiarme, porque se supone que me andaban buscando. Me quieren fondear una semana pero yo no acepto. Accedo para que me crezca bigote. Entonces yo me entero rápidamente porque esta persona llega atrasada y me dice hay un problema porque el compañero no aparece. ¿Qué compañero? le pregunto. Ella titubea un poco  y me dice: ´…le decían Alejandro´. Pasa el tiempo y no se sabe nada. 3, 4, 5 días. Empieza el recurso de amparo, se desconoce absolutamente la detención porque se desconocían normalmente cuando tomaban preso a alguien. Pero rápidamente a los 2, 3 días decían: No, efectivamente fue detenido, o lo vamos a investigar;  pero en este caso empiezan a pasar los días, a pasar los días y nada 

El comienzo del fin

A posteriori -con los sucesos ya desencadenados- el Flaco Hidalgo supuso que la detención de Alejo y su dolorosa desaparición no tenía que ver con un seguimiento hecho por la CNI desde Valparaíso y que haya dado sus frutos acá en Santiago, sino que tenía que ver con las personas con quienes ellos trabajaron. Con la estructura que utilizaban, y ahí había un elemento muy peligroso. Una y otra vez el nombre de un individuo se repitió insistentemente: Victoriano su chapa; «Bigote» su apodo, combatiente oriundo de la Quinta región, participante en el ataque a Los Queñes y después sindicado como responsable de la muerte de Rodrigo y Tamara.

«Cuando estaba en la Fuerza Central no estoy seguro que el Bigote haya sido jefe pero sí tenía relación con Alejandro y con Rodrigo, con Raúl Pellegrin. Ese fue un error de Rodrigo.  Quién iba a imaginar? Por ahí va el tema.  Pero era un hecho que Alejandro siempre tuvo mucha desconfianza de Victoriano.

«No, ese tipo era extraño», me narra El Flaco. «Las formas que tenía de trabajo, la actitud con los compañeros, era una actitud déspota. A Alejandro eso no le gustaba. Distinto era el caso de Julio Muñoz Otarola, de Gonzalo Fuenzalida, de Manuel Sepúlveda, quienes también trabajaron con el Victoriano. Incluso, al principio, cuando se divide el Frente Manuel queda en la Fuerza Central del otro lado y después producto de otra cosa que me sucede a mí él se pasa a trabajar con Alejandro; pero los vi junto a ese equipo, junto al Victoriano. Cuando lo agarran, a lo mejor el Victoriano, estoy haciendo una tesis, iba en un vehículo y le dijo a Alejandro: ‘Oye, súbete al vehículo’. Alejandro tiene que haber reaccionado de inmediato porque no le tenía confianza, entonces yo creo que el otro sí, o sea era factible con lo otro: como el caso de Julio Muñoz como yuntas, se conocieron allá, también trabajó para zona centro sur, los dos, el Victoriano y Julio Muñoz Otarola, era más factible que si Victoriano iba a un vehículo y dijera: Súbete, y se subiera. Santiago en ese momento tenía cuatro millones y medio de habitantes. Alejo circulaba en la zona sur de Santiago pero viviendo en Ñuñoa, cerca del Estadio Nacional, y no es muy factible que lo identificaran. Claro que se pueden dar casualidades.

La carta

El 5 de marzo de 1987 Alejandro le escribe una carta a Viviana. En algunas partes de la extensa misiva dice lo siguiente: ”Hola. Espero que cuando leas estas letras te encuentres bien. Bueno, la carta que me has mandado recién la vine a recibir de noche. Pasó un buen rato hasta que pude quedar solo y ya se me agotaba la paciencia. Pude leerla como a las dos de la mañana, y con vela puesto que Manolito cortó la luz nuevamente desde la tercera  a la octava región. Quiero que comprendas que no te he escrito por estar muy ocupado en mis asuntos y también esperaba que fueras tú la primera que escribiera solo por como habíamos hablado por teléfono. Lo de la escritura tuya me preocupó mucho. Sobre lo que me pediste te voy a enviar todo. Te voy a enviar un frasco de vitaminas y un frasco de Epidural, pues esto es para cuando tengas el parto y no te duela tanto. Mira, cuando nuestro Hernancito haya nacido seguramente va a necesitar muchas cositas… Si me dices que vaya a verte pues tú misma sabes que no debes pedir imposibles; lo que sí me ha ido bien es con los muebles para la casa que es muy bonita y el arriendo bajo, para que estemos juntos, pues también yo te extraño y quisiera que estés conmigo. Ah, otra cosa: si alguna vez me pasara algo o tuviera que salir del país tendrás que recurrir a la ayuda de tu familia, pues pienso mil veces al día que mi vida interna y externa se basa en el trabajo de otros hombres vivos y muertos. Siento que debo esforzarme por dar en la misma medida que he recibido y sigo recibiendo. Me siento inclinado a la sobriedad, oprimido muchas veces por sacrificios y de la impresión de necesitar que otros deban sacrificar para que yo tenga lo que poseo. Creo que una vida externa modesta y sin pretensiones es buena para todos en cuerpo y alma. Y tú y mi hijo deberán comprender estas letras ya que más que nunca mi Patria me necesita y mi hijo y tú pues quiero que mi hijo no sufra injusticias y montones de otras cosas más. Yo me daré al combate sólo con el norte de que tú o mi hijo no me digan mal padre, pues creo que es mal padre quien deja que a su hijo lo humillen… Nunca también pretendo darte posiciones de riqueza o de bienes materiales, ni mucho menos espirituales aunque así parezca, y a mi Hernancito le dejaré la mayor de mis riquezas: mi escuela. Sólo te expreso con honestidad que siendo tu compañero y el padre de tu hijo, y queriéndolos a los dos,, me absorbe y me compromete cada vez más dar toda mi vida y mi amor por los dos en la pelea.

Bien, sólo me queda decirte que estaremos juntos muy pronto y que te extraño mucho.Hasta pronto. Hernán.

El final

Poco antes del tormentoso final Alejo tuvo un pequeño e inesperado respiro. Un par de minutos, poco más de veinte y entonces -recostado contra la pared- pudo relajarse siendo envuelto por un descanso que no se condecía con esa celda, ni con sus carceleros, ni con la situación en la que estaba expuesto. Sin desearlo se estiró en el suelo cerrando los ojos.

Fue entonces que mediante un sueño preciado se dirigió a su amado Valparaíso. Retrocedió en el tiempo, cerca de veinte años y se vio a sí mismo en un cerro. Una iluminada imagen de cuando era niño. El sol arriba y la brisa moviéndole los cabellos. Fue en ese segundo que Alejandro, Alejo, o Hernán, sonrió por última vez. Una sonrisa clara, limpia, ingenua. La última sonrisa de alguien consecuente que vivió fiel a sus ideales.

Luego Alejo saltó, en sueños, alto hacia el firmamento, como un pivote. Como sí supiera que los consecuentes pese a estar muertos y desaparecidos crecen y crecen. Llegando hasta lo más alto.Hasta el final de los últimos tiempos.

 

 

 

 

 


Corte Suprema obliga al Estado a pagar $65 millones a hermanos de dirigentes asesinados en dictadura

Fuente :publimetro.cl 7/12/2018

Categoría : Prensa

La Corte Suprema confirmó las sentencias que condenaron al fisco a indemnizar a familiares de José Manuel Ramírez Rosales y Alejandro Alberto Pinochet Arenas, detenidos desaparecidos desde 1974 y 1987, por agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) y de la Central Nacional de Informaciones (CNI), respectivamente.

En el primer fallo, la Segunda Sala del máximo tribunal rechazó el recurso de casación en el fondo deducido en contra de la sentencia que ordenó pagar la suma total de 45 millones de pesos a los hermanos de Ramírez Rosales.

En el segundo fallo, la Sala Penal –integrada por los ministros Carlos Künsemüller, Manuel Antonio Valderrama, Jorge Dahm, Rodrigo Biel y el abogado (i) Antonio Barra– confirmó la sentencia que ordenó pagar 20 millones de pesos al hermano de Pinochet Arenas.

En ambos casos, se estableció la responsabilidad del Estado en los crímenes de lesa humanidad perpetrados, por lo que no aplicable la prescripción de la acción civil, por lo que el fisco debe proceder a la reparación integral a los familiares de víctimas.

DESAPARECIDOS EN DICTADURA

José Manuel Ramírez Rosales era artesano y militante del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR). Tenía 22 años de edad, un hijo y una esposa. Fue detenido a la una de la madrugada del 27 de julio de 1974, en su domicilio de la comuna de La Granja.

El arresto se realizó por tres individuos de civil que, haciéndose pasar por funcionarios de Investigaciones, le indicaron al afectado que se lo llevarían a la Comisaría de Investigaciones de La Cisterna para que prestara algunas declaraciones.

Alejandro Alberto Pinochet Arenas era soltero, técnico automotriz y militante del Partido Comunista. También formaba parte del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), fue detenido el 10 de septiembre de 1987 alrededor de las 09:15 horas por agentes de la Central Nacional de Informaciones, CNI. Los hechos ocurrieron en la intersección de las calles Catedral con San Martín en Santiago. A partir de ese momento se encuentra en calidad de detenido desaparecido.

LA SENTENCIA

“Que sin perjuicio de lo razonado en la sentencia recurrida, esta Corte tiene en consideración que la acción indemnizatoria planteada en estos autos tiene su origen en la perpetración de un delito de lesa humanidad, en que se persigue la responsabilidad del Estado por actuaciones de sus agentes que han cometido violaciones a los derechos humanos”, sostienen los fallos.

Resoluciones que agregan: “De esta manera, el contexto en que los hechos fueron verificados -con la intervención de agentes del Estado amparados en un manto de impunidad forjado con recursos estatales- trae no sólo aparejada la imposibilidad de declarar la prescripción de la acción penal que de ellos emana sino que, además, la inviabilidad de proclamar la extinción -por el transcurso del tiempo- del eventual ejercicio de la acción civil indemnizatoria derivada de ellos”.

“Como reiteradamente lo ha sostenido este tribunal, ya que ello contraría la voluntad expresa manifestada por la normativa internacional sobre Derechos Humanos, integrante del ordenamiento jurídico nacional de acuerdo con el inciso segundo del artículo 5° de la Carta Fundamental, que consagra el derecho de las víctimas y otros legítimos titulares a obtener la debida reparación de todos los perjuicios sufridos a consecuencia del acto ilícito, e incluso por el propio derecho interno, que en virtud de la Ley N° 19.123 reconoció de manera explícita la innegable existencia de los daños y concedió también a los familiares de las víctimas calificadas como detenidos desaparecidos y ejecutados políticos, por violación a los derechos humanos en el período 1973-1990, beneficios de carácter económico o pecuniario”.

“Por lo demás –continúan–, la acción civil aquí entablada en contra del Fisco tendientes a conseguir la reparación íntegra de los perjuicios ocasionados, encuentra su fundamento en los principios generales del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y su consagración normativa en los tratados internacionales ratificados por Chile, los cuales obligan al Estado a reconocer y proteger este derecho a la reparación completa, en virtud de lo ordenado en los artículos 5°, inciso segundo, y 6° de la Constitución Política de la República”.

“Los artículos 1.1 y 63.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos consagran que la responsabilidad del Estado por esta clase de sucesos queda sujeta a reglas de Derecho Internacional, las que no pueden ser incumplidas a pretexto de hacer primar otros preceptos de derecho interno, pues si se verifica un hecho ilícito imputable a un Estado surge de inmediato la responsabilidad internacional de éste por la violación de una regla internacional, con el consecuente deber de reparación y de hacer cesar las consecuencias del agravio”, concluyen.