Fecha Detención : 16-07-1976
Lugar Detención : Argentina
Actividad Política : Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU)
Actividad : Socióloga
Estado Civil e Hijos : Casada
Nacionalidad : chilena
Relatos de Los Hechos
Fuente :(Informe Rettig)
Categoría : Antecedentes del Caso
MARIA CECILIA MAGNET FERRERO
Acciones contra matrimonios mixtos argentino-chilenos
En la madrugada del 16 de julio de 1976, miembros del Ejército argentino detuvieron en su apartamento de calle Córdova, en Buenos Aires al matrimonio formado por Guillermo TAMBURINI y María Cecilia MAGNET FERRERO. El, médico de nacionalidad argentina, militante del MIR, radicado en Chile durante varios años, huyó la represión desatada con posterioridad al 11 de septiembre de 1973. Ella, chilena militante del MAPU, socióloga, llegó a Buenos Aires a fines de 1973. El matrimonio confesó numerosas veces a sus amigos sentirse perseguido. En la detención Guillermo Tamburini resultó herido a bala.
La Comisión estimó a la luz de los antecedentes estudiados que Guillermo Tamburini y María Cecilia Magnet desaparecieron en el contexto antes dicho, en violación de sus derechos humanos, y que en su desaparición participaro agentes argentinos, no teniendo elementos que permitan afirmar que hay responsabilidad de agentes del Estado chileno.
Conmovedor testimonio de hermana de víctima
Fuente :24 de Septiembre 2004 El Mostrador
Categoría : Prensa
"Esta noche les quiero hablar de una pareja: María Cecilia Magnet y Guillermo Tamburini. Ambos fueron secuestrados de su departamento de la calle Córdoba –en Buenos Aires-en la madrugada del 16 de julio de 1976. Ambos desaparecieron en la oscuridad de la noche, en medio del silencio, sin dejar huella alguna. Ambos habían huído de la represión de los militares chilenos, instalados en el poder tras el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973''.
"Sí sé que, sin importar la geografía, desde distintos puntos de la cordillera de Los Andes, muchos de los llamados “desaparecidos” fueron arrojados durante la noche a la inmensidad del océano, con sus vientres cargados de piedras para que no flotaran a la superficie. Entonces, los ejecutores de la Operación Cóndor no hicieron ningún distingo de nacionalidad, sexo, raza o religión. El enemigo era uno solo. O estás conmigo o estás en contra mío''.
"No puedo dejar de desconfiar de esa gente que habla, casi obsesivamente, de la necesidad de “mirar hacia el futuro”, de “dar vuelta la hoja”, de “no revolver viejas heridas” de “olvidar y perdonar”. Como si el dolor y el desconsuelo pudieran ser controlados a punta de instrucciones o señales de tránsito. Pare. Ceda el paso. No doblar en U. Calle sin salida''.
El 14 de septiembre pasado la periodista chilena Odette Magnet, ex agregada de prensa de la embajada de Chile en Estados Unidos, actualmente radicada en Washington, leyó un relato estremecedor en un encuentro sobre Chile, los detenidos desaparecidos y la Operación Cóndor, organizado por Amnistía Internacional y la Universidad de Nueva York. Ese texto, el primero en que se refería en forma pública a la desaparición de su hermana María Cecilia, secuestrada junto a su marido argentino en Buenos Aires el 16 de julio de 1976, dejó una marca indeleble en una audiencia que escuchó, estupefacta, el testimonio que daba cuenta del desgarro de una familia que nunca pudo superar esta cruel pérdida.
Desde entonces, una lluvia de e-mails instó a Odette, hija del periodista, escritor, fundador de la Falange y diplomático, Alejandro Magnet, a difundir este escrito -que nació más de las entrañas que de su mente, pero que no está exento de hondas reflexiones- también en nuestro país. Por una extraño cruce de circunstancias, la invitación a hablar en esa universidad, formulada en mayo, coincidió casi al mismo tiempo con la querella criminal que la familia Magnet Ferrero, presentó el 10 de septiembre en una tribunal de Santiago contra Augusto Pinochet. Dos semanas después de que la Corte Suprema le quitara sus fueros precisamente por la Operación Cóndor, de la que fueron víctimas María Cecilia Magnet y su esposo, Guillermo Tamburini, entre otros muchos.
Lo que sigue es el texto que Odette Magnet leyó esa noche en el auditórium de la NYU, ante un público conmovido y silencioso (las negritas y subtítulos son de El Mostrador.cl):
“Nunca habría pensado que estaría aquí frente a ustedes. Nunca, ni en mis peores pesadillas de infancia, habría imaginado que aceptaría la invitación a hablar en la ciudad de Nueva York en un encuentro sobre los detenidos y desaparecidos en Chile y en América Latina.
Esta noche les quiero hablar de una pareja: María Cecilia Magnet y Guillermo Tamburini. Ambos fueron secuestrados de su departamento de la calle Córdoba –en Buenos Aires-en la madrugada del 16 de julio de 1976. Ambos desaparecieron en la oscuridad de la noche, en medio del silencio, sin dejar huella alguna. Ambos habían huído de la represión de los militares chilenos, instalados en el poder tras el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973.
Esta es la primera vez que hablo de ellos en público.
María Cecilia era mi hermana. La mayor de seis hijos. Tenía 27 años al momento de su desaparición. Había sido militante del MAPU en Chile durante el gobierno de la Unidad Popular. Estudió Sociología en la Universidad Católica de Washington, D.C. y, posteriormente, Economía en la Universidad de Chile. Su marido, Willy, como le decía todo el mundo, era argentino, médico, militaba en el MIR, en la extrema izquierda. Por separado, hacia fines del ’73, él y ella viajaron rumbo a Argentina. Se casaron en enero de 1974 en Buenos Aires.
Pero la fiebre represiva fue contagiando uno por uno a los países de la región. En marzo de 1976, los militares argentinos también arrebatarían el poder a punta de metralla y tanque. Sólo cuatro meses más tarde, Cecilia y Willy caían víctimas de la llamada Operación Cóndor, una tenebrosa pero eficiente red tejida por las policías secretas de Chile, Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay y Paraguay, la cual sería responsable de la muerte de miles y miles de hombres y mujeres. En cada uno de estos países, los militares compartieron un solo propósito y una misma obsesión: exterminar al enemigo. El enemigo era todo aquel que se oponía, el disidente, el terrorista de entonces.
Después de ocho años de dictadura, Argentina arrojó el sangriento saldo de 30 mil detenidos- desaparecidos. Cuarenta de ellos eran chilenos.
Una lluviosa tarde de julio
Recuerdo que llovía esa tarde de julio en que sonó el teléfono de mi casa en Santiago. Entonces yo vivía con mis padres. Contesté la llamada. Una mujer, con voz asustada, pidió hablar con mi padre.
-Papá, te llaman -grité por el pasillo.
Mi padre tomó la llamada. Yo estaba a su lado. Mi madre, en su dormitorio. Recuerdo que se puso pálido, tartamudeó un par de palabras, preguntó de qué tipo de accidente se trataba, dijo algo más que no entendí y luego se quedó en silencio, con el auricular en la mano. La mujer le había colgado.
Viajó a Buenos Aires apenas pudo. La atmósfera de terror quitaba el aliento y la tensión enrarecía el aire. El departamento que ocupaban había sido allanado, saqueado, violado. No sólo secuestraron a Cecilia y Willy sino que se llevaron sus pertenencias, comida, lo que encontraron a mano. Dejaron los libros. El anillo de matrimonio de mi hermana fue encontrado bajo su cama.
Los vecinos, paralizados por el miedo, se negaron a hablar. Le aconsejaron a mi padre que ni se acercara al departamento. Sólo logró saber que fueron sacados del departamento como a las cuatro de la mañana. Un joven vio cómo fueron obligados a subir a un automóvil. Según esa misma fuente, Willy habría gritado su nombre, se habría identificado como médico y habría resultado herido a bala durante la detención.
No voy a entrar en detalles, pero mi padre hizo todo lo que era entonces posible para encontrar a María Cecilia, para saber de ella y su marido. Al final, para responder una sola pregunta que lo persigue hasta hoy. ¿Dónde están? Varios días más tarde volvió a Santiago con las manos vacías.
A partir de entonces, como en tantos otros casos, las versiones fueron contradictorias, confusas. Por muchos años, enterramos y desenterramos a mi hermana y mi cuñado, según la fuente de turno. Otro rumor daba cuenta de que un médico había encontrado en una celda un recado escrito por mi hermana que decía “avisen a Willy Tamburini que estoy bien.” Hasta que los rumores cesaron y no hubo más versiones. Ni oficiales ni extraoficiales. De lo poco que sabemos, no hay testimonios de otros detenidos sobre su paradero, no sabemos de nadie que los haya visto en algún centro de tortura.
El enemigo era uno solo
Sí sé que, sin importar la geografía, desde distintos puntos de la cordillera de Los Andes, muchos de los llamados “desaparecidos” fueron arrojados durante la noche a la inmensidad del océano, con sus vientres cargados de piedras para que no flotaran a la superficie. Entonces, los ejecutores de la Operación Cóndor no hicieron ningún distingo de nacionalidad, sexo, raza o religión. El enemigo era uno solo. O estás conmigo o estás en contra mío.
La Comisión Rettig -creada en Chile en 1990 por el Presidente Patricio Aylwin– estimó, a la luz de los antecedentes, que Guillermo Tamburini y María Cecilia Magnet desaparecieron en violación de sus derechos humanos, y que en su desaparición participaron agentes argentinos, no teniendo elementos que permitan afirmar que hay responsabilidad de agentes del Estado chileno.
Mi familia espera desde hace años una indemnización por parte del Estado argentino, único gesto que representaría la admisión de los delitos perpetrados en contra de María Cecilia y su marido.
El 29 de diciembre de 1990, Carlos Menem indultó a los dirigentes de las juntas militares de Argentina y a otros oficiales de alta graduación encarcelados por delitos cometidos durante la "guerra sucia". Entre los indultados se encontraba el ex general del ejército Carlos Suárez Mason, con juicio pendiente en Argentina por 39 cargos de asesinato relacionados con violaciones de derechos humanos. Suárez Mason –entonces jefe de plaza en Buenos Aires- fue una de las tantas personas con quien mi padre se entrevistó en julio de 1976. Le dijo a mi padre que su hija no figuraba en ningún registro de detenidos.
Una herida que sigue abierta
Han pasado 28 años desde que mi padre recibió esa llamada telefónica. Ha caído mucha lluvia y, sin embargo, el dolor está ahí, intacto, crudo, como el primer día. Se ha dicho tantas veces que la herida sigue abierta. La frase se ha transformado en un lugar común, pero no por eso menos cierta. La herida sigue abierta porque, de otro modo, no estaría aquí. No habría querido venir a mostrarles mi herida ni venir a hablarles de mi dolor.
Sin embargo, estoy aquí por varias razones.
Primero, porque creo que el compartir siempre gratifica, aligera la carga, calma el hambre y alivia el alma. Es aquí, en el plural, en la invitación a escuchar y a ser escuchado, que uno entiende que no se está solo en la soledad, en la pérdida, en la tristeza profunda. Y que uno puede ser útil, que puede tender puentes, estirar la mano, acompañar a otros que perdieron la voz, la esperanza, la fe y la alegría.
También estoy aquí porque tengo memoria. La atesoro más que mi pasaporte. Una persona sin memoria no tiene rostro, no tiene historia, carece de identidad y pasado. No puede aprender porque no ha recogido ninguna lección, no se ha hecho cargo de ningún error. Solo amnesia. Y la amnesia es la vecina de la demencia, del vacío, la nada.
No puedo dejar de desconfiar de esa gente que habla, casi obsesivamente, de la necesidad de “mirar hacia el futuro”, de “dar vuelta la hoja”, de “no revolver viejas heridas” de “olvidar y perdonar”. Como si el dolor y el desconsuelo pudieran ser controlados a punta de instrucciones o señales de tránsito. Pare. Ceda el paso. No doblar en U. Calle sin salida.
La memoria me mantuvo viva
En mi caso, y en la de muchos otros, la memoria me mantuvo viva. Y a distancia de la locura, el abandono total, el suicidio. El deseo de recordar, la voluntad de explorar en la memoria es, en sí, un gesto de sanación. La memoria tiene que ver con el reencuentro con uno mismo y con los otros, con recuperar el centro, el sentido de pertenencia. La memoria es la patria, el paisaje que se reconoce, la madre, la hermana y el amigo. La memoria sabe a lealtad y amor porfiado.
Así como no hay regreso sin fuga, no hay mañana sin ayer. Para soñar genuinamente en un futuro, como país y como personas, debemos primero abrazar lo que dejamos atrás. Sumergirnos en la memoria y, si es necesario, en el dolor. La puerta a la paz y a la reconciliación no es el olvido. No se puede perdonar lo que no se recuerda.
No se trata de ser morboso, vengativo ni rencoroso sino de entender que si le damos la espalda al pasado nos quedaremos con las manos vacías, como mi padre cuando regresó a Santiago.
La opción no es fácil. Ni para la gente ni para los pueblos. Chile tiene serios problemas con la memoria y el dolor. Le tememos al conflicto, no sabemos pelear ni decir lo que queremos decir. Somos como los diplomáticos. ¿Conocen el cuento? Cuando un diplomático dice “sí”, quiere decir “quizás”. Cuando dice “quizás”, quiere decir “no”. Y cuando dice “no”, es que no es diplomático…
En este afán febril de avanzar, de dejar atrás el llamado Tercer Mundo, evitamos mirar hacia atrás porque el pasado nos divide. Sólo la incertidumbre del futuro nos permite soñar que algún día seremos un país unido, con una historia y propósito común. No lo admitimos pero creemos que es mejor barrer la mugre bajo la alfombra o lavar los trapos sucios en casa.
La democracia nos ha hecho bien
Con todo, debemos reconocer que Chile ha madurado como país. La democracia nos ha hecho bien. Estamos aprendiendo a hacer las cosas de manera distinta. Daremos un auténtico salto al nuevo siglo cuando seamos solidarios el año entero y podamos recuperar la confianza en nuestras instituciones, nuestras autoridades, nuestros líderes políticos, nuestros jueces y soldados.
Hemos ido entendiendo que la globalización no pasa sólo por índices económicos exitosos sino por el acceso a la verdad, la justicia y la memoria. El fallo de la Corte Suprema chilena, el 26 de agosto, que desaforó al general Pinochet y abrió la posibilidad cierta de que éste sea procesado, fue un salto enorme en esa dirección. Pero la experiencia del pasado está anidada tan fresca en la memoria y entonces contenemos el aliento porque parece demasiado bueno para ser cierto.
Sí, somos cautos pero la memoria y la esperanza aún nos mueve. Hace sólo unos días, el 10 de septiembre, la familia Magnet Ferrero presentó una querella criminal en contra del general Augusto Pinochet y quienes aparezcan responsables por los delitos de secuestro, asociación ilícita y demás conexos de María Cecilia Magnet.
Tuvimos que esperar casi tres décadas para que esto sucediera. Y aunque no estuve allí presentando la querella, recordaré ese día para siempre.
Es muy improbable que Pinochet pase un día en la cárcel. Quizás los jueces de mi país me defraudarán una vez más, pero tengo claro que no les voy a ahorrar el fracaso ni la vergüenza por su falta de coraje. Tal vez nunca abracemos la justicia y la verdad, pero nuestra búsqueda continuará. Y lucharemos en contra del olvido, la amnesia, la indiferencia. No renunciaremos al derecho de tener duelo y entierro.
Porque tenemos memoria. Yo recuerdo. Recuerdo los ojos de Cecilia, color miel, su sonrisa ancha, su piel tibia. Recuerdo que era brillante y generosa. Sarcástica, aguda. Su orgullo eran sus piernas. Vivía a dieta. Le gustaba comer, tomar, bailar. Buena para los idiomas, para leer y viajar. Le gustaban los hombres y era coqueta.
Encantadora e insoportable
Encantadora a ratos, en otros, insoportable. Era una mujer especial, llena de talentos y sueños. Y, al mismo tiempo, tan común y corriente. Con la autoridad de la hermana mayor –nos separaban siete años- me pedía libros prestados que no devolvía, usaba mi maquillaje, se olvidaba de darme los recados y me daba órdenes que ella llamaba sugerencias.
En 1972, me escribía desde Lota y Coronel, zona minera, una de las más pobres de Chile. Una carta suya, fechada el 7 de mayo. Decía: “He estado trabajando firme estas semanas y aprendiendo mucho de todo lo que voy viendo. Las condiciones de trabajo son bastante duras, mucha lluvia, frío y barro hasta la rodilla ya que aquí llueve por semanas enteras sin parar. Pero los pobladores tienen un espíritu organizado y combativo que no te permite quedarte atrás.”
Agregaba: “Aquí la gente ha sufrido mucho y los trabajos que hacen deben estar entre los más duros de todo Chile (…) He visto campamentos que hace un año o dos eran peladeros, y hoy son un ejemplo de organización de vida donde lo que se tiene se comparte. Las mujeres, sobre todo, son muy choras. Ya te contaré algunas experiencias.”
La vi por última vez en el verano de 1975. Todos la fuimos a buscar al aeropuerto de Pudahuel. Se veía bonita, contenta, flaca. Un par de días más tarde, caminamos por la orilla del mar y nos reimos como niñas cómplices. Me preguntó por mis novios y mis sueños. Le parecía tan absurdo que estudiara periodismo en la Universidad Católica, tan intervenida por los militares. Como siempre, me inundó de preguntas pero también me contó de Willy y de su nueva vida de casada.
Cecilia creía en el compromiso con otros, con la sociedad, y no en la caridad. Decía que cuando la caridad empieza por casa, normalmente ahí se queda. Y tenía razón, sólo que nunca se lo dije porque estaba cansada de encontrarle la razón. Su curiosidad era insaciable. Detestaba los lugares comunes, las respuestas fáciles que no explican nada. Sospecho que las primeras dos palabras que aprendió en su vida fueron “¿por qué?”. A veces creo que con esa misma pregunta enfrentó la muerte.
Hoy, no dispongo de otra herramienta que la palabra. No tengo otra joya que la memoria. Con una en cada mano he venido esta noche, creyendo que, quizás, sólo quizás, después de todo, mi herida sí cerrará y un día cualquiera despertaré con una cicatriz que luciré orgullosa’’
Querida Ceci: Quiero darte a conocer como lo mereces
Fuente :copadas.cl 11/9/2021
Categoría : Prensa
Querida Ceci:
Miles de veces te debo haber escrito una carta porque muchas más veces me dijeron que nos parecíamos tanto, que nosotras compartimos sueños, ideas y nuestra manera de ver el mundo. Dicen que somos curiosas, nos preguntamos todo, nos quedamos frecuentemente con pocas respuestas, nos importa el mundo y nos quedan chicos los espacios cuando se encoge la diversidad. Seguro que te reirías al leer esto y dirías que te suena conocido.
Siempre te quise contar tantas cosas y con los años las historias se iban sumando y ahora no hay carta ni papel suficiente para contarlas todas. Te quería contar de los años que viví en Estados Unidos, de los inviernos en Bethesda igual de largos que los inviernos que pasaste tú ahí, de la nieve que no paraba nunca, del señor de los helados que llegaba tocando la misma campanita desafinada que tocaba seguramente cuando llegaba a tu casa, de las misas en St. Bartholomew’s que quizás eran tan eternas como cuando tú también ibas a esa misa.
La alegría era infinita, pensaba en la emoción de mi madre al contarle la noticia, en el asado que haríamos para recibirte, en las historias increíbles que tendrías para contar. Y la frustración al despertarme y entender que el sueño era imposible, era igual de enorme. Lo que sí recuerdo es que has estado en mi vida desde siempre, en mi ADN, en mi memoria genética.
Me confundo al contarle a la gente cuántos tíos y tías tengo. Tengo cinco y lo sé en mi corazón, pero no quiero compartir tu historia con todo el mundo, por eso a veces digo cuatro. Me avergüenzo un poco en esos momentos de traición breve en que tengo que decidir el número. Después me tranquilizo pensando que tendré la oportunidad más adelante de darte a conocer como lo mereces.
Hoy, darte a conocer como mereces es menos resentido. Es transmitir mi admiración por tu valentía. Es reconocer la influencia de tu idealismo en mí y en miles de otras personas, de tu convicción de lucha y del amor que ponías en tu forma de cuidar del mundo y de las personas que te rodeaban.
Mi mamá habla de ti con tanto amor que me pica el cuerpo por abrazarte, ver tu cara dulce y sonriente y sostener esas conversas largas y sin tiempo que tengo la suerte de tener con alguien más. Trato de hablar de ti con el mismo amor que ella me ha transmitido indefectiblemente y me habita en lo profundo. Eso es para mí darte a conocer como lo mereces. Hay quienes lo entienden y se conmueven, hay quienes se incomodan y se alejan de esa parte de mi vida. Quienes me acompañan en el amor y el dolor son mis favoritos y las personas que adoro. Gracias a ti he aprendido a reconocer a quien vale la pena tener cerca.
En mi sueño llegabas como una heroína mágica, como un personaje de película de esos que la audiencia adora y recuerda. Sé que hoy serías ese personaje. Sé que habrías construido una vida de reflexión crítica, de trabajo incansable por un mundo más justo, de cariño y cuidado infatigables. Siento que he recibido de mis tíos y tías tanto de ese cariño y cuidado que me conmueve pensar que estás actuando a través de ellos desde algún lugar inesperado. Sé que los inspiras ahora, los inspiraste en tu vida y en tu muerte.
Gracias por cuidarme todos estos años, también a través de mi mamá que aprendió de ti la maternidad que alcanzaste a practicar con ella como hermana mayor. Gracias por el legado de lucha y búsqueda de un país justo para quienes siguen esperando una vida más feliz, sana y tranquila. Te aseguro que cada vez que puedo, sigo tratando de darte a conocer como lo mereces.
Catalina Reyes y Magdalena López,
sobrinas de María Cecilia Magnet Ferrero.
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María Cecilia Magnet es recordada como una mujer inteligente, sensible, un poco autoritaria, con varios talentos y ambiciones. Era socióloga y militante del Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU). Su marido, médico de 32 años radicado en Chile, militaba en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Juntos huyeron de la represión de la dictadura militar, debido a que en Chile se sentían en peligro.
El escape no fue efectivo: en la madrugada del 16 de julio de 1976, su departamento de la Calle Córdoba 3300 en Buenos Aires fue allanado y saqueado por miembros del ejército argentino y el matrimonio fue detenido. El anillo de matrimonio de María Cecilia fue encontrado debajo de la cama.
Catalina y Magdalena, hijas de Odette y Mariana Magnet respectivamente, le escribieron esta carta a María Cecilia Magnet para el proyecto “Epistolaria de la Memoria, mujeres escriben a mujeres”, una iniciativa del Museo de la Memoria con la Red de Actrices Chilenas. Puedes ver la presentación del epistolario a en la transmisión de Facebook.
11 de septiembre: U. de Chile entregó nuevos títulos póstumos y simbólicos
Fuente :elciudadano.com 2019
Categoría : Prensa
Este miércoles 11 de septiembre la Universidad de Chile llevó a cabo en el Salón de Honor la ceremonia oficial de conmemoración del golpe de Estado, instancia en la que hizo entrega de cuatro nuevos títulos póstumos y simbólicos a estudiantes detenidos/as desaparecidos/as y ejecutados/as políticos/as por la dictadura cívico-militar.
El rector de la casa de estudios, Ennio Vivaldi, hizo un llamado a reflexionar «en torno a aquello que se ha intentado tan enconadamente esconder: por qué mataron a nuestros cuatro estudiantes». «Mientras no tengamos esa conversación -dijo- el país seguirá vagando entre una falsedad y otra. Cuando logremos que todos los detenidos desaparecidos y ejecutados vuelvan a estar vivos en la verdad de lo que les ocurrió, podremos volver a conversar como país».En la instancia, además, se anunció la creación de una Política de Verdad y Memoria al interior del plantel universitario, en el marco del compromiso institucional con la memoria, la verdad, la justicia y la reparación que ha venido desarrollando durante los últimos años.
Una instancia que -apuntó la vicerrectora de Extensión y Comunicaciones, Faride Zeran- «implica desarrollar esfuerzos de largo plazo, coherentes y coordinados para preservar su historia bajo la dictadura y, sobre esa historia, proyectar un futuro que garantice que Nunca Más hechos de violencia se instalen institucionalmente en nuestra Universidad».
De esta manera, la iniciativa implicará desarrollar esfuerzos a partir de un trabajo transdisciplinario que permita preservar la historia del plantel bajo la dictadura cívico-militar, y tomar medidas de reparación y memoria en el ámbito del patrimonio, los archivos y la investigación, entre otros.
Títulos póstumos
Los y las distinguidas con la entrega de títulos póstumos en esta ocasión fueron las detenidas desaparecidas María Isabel Beltrán Sánchez, estudiante de Pedagogía en Música, y María Cecilia Magnet Ferrero, estudiante de Economía Política; el detenido desaparecido Ramiro Carlos Gonzáles Gonzáles, estudiante de Medicina; y el ejecutado político Iván Renato Pérez Vargas, estudiante de Sociología.
La presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Lorena Pizarro, señaló que «uno no puede dejar de pensar en cuántas vidas apagó la dictadura, cómo esa herida nos sigue lacerando y sigue provocando dolor en esta sociedad, en este Chile que se construyó en la medida de lo posible«. Algo que -añadió la dirigenta- «no sólo significaba impunidad para los genocidas, era igual a la ausencia de derechos, era igual a la falta de felicidad del ser humano, era igual a condenarnos a la desgracia de vivir en la carencia, en la represión y en la marginalidad a la inmensa mayoría de la población».
Por otro lado, la presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, Alicia Lira, aseguró que «el honor, el compromiso, la consecuencia de la Universidad de Chile, es destacable en estas tres ceremonias, donde no sólo quienes murieron o desaparecieron son reconocidos, sino también quienes combatieron el terrorismo de Estado y quienes hemos luchado por la memoria». Lira añadió que «esta ceremonia cobra más sentido cuando hay un fascismo lanzado a las calles, el negacionismo, y lo que ha hecho este gobierno al no rendir homenaje o conmemorar a un Presidente elegido constitucionalmente».
Este grupo de estudiantes se suma a los 112 que recibieron la distinción en abril y septiembre de 2018, en la primera y segunda entrega de este reconocimiento por parte de la Universidad de Chile.
La tragedia de un escritor chileno. Patricia Verdugo, escritora
Fuente :mpf.gob.ar sin fecha
Categoría : Prensa
Tienen más de 80 años, el caminar majestuoso y la mente lúcida. Nadie diría, al verlos, que desde hace 27 años guardan, muy adentro, la herida lacerante y abierta de su hija detenida-desaparecida. Ella es Maria Ferrero y él, Alejandro Magnet, ex embajador de Chile ante la OEA y Perú; autor de una decena de libros. entre ellos "El Padre Hurtado". Cuando el general Martin Balza dijo en ChiJe en julio pasado: "¿Quiénes éramos las Fuerzas Armadas para decidir quién tenía que vivir o morir?", los Magnet Ferrero se conmovieron y decidieron pedir ayuda. No quieren morir sin saber qué pasó con su hija. Don Alejandro arrastra culpas. Su hija muy inteligente y sensible, había estudiado Sociología en la Universidad Católica de Washington. Estaba políticamente más a la izquierda que sus padres, ambos falangistas y fundadores del Partido Demócrata Cristiano de Chile. La chica se enamoró de Guillermo Tamburini. un joven médico argentino y militante comunista.
tras el golpe de Pinochet,el peligro les pisaba los talones,"mi hija vino a decirme que estaban matando gente a diestra y siniestra y yo no le creí" dice don Alejandro. Y les recomendó viajar a Buenos Aires. En julio de 1976. por una llamada telefónica de una muchacha argentina muy asustada, don Alejandro deoidió viajar a la Argentina. donde todo era miedo prOfundo. "Sólo se sabia que a María Cecilia y a Guillermo los sacaron como a las cuatro de la mañana del edificio de Córdoba 3386. Un amigo vio cómo los subian a un automóvil. Fue el 16 de julio de 1976", recuerda don Alejandro. "Fui a la embajada chilena a ver al embajador Rojas Galdames. Me escuchó en silencio y me dijo que iba a tratar pero que no tenia muchas esperanzas de poder ayudarnos. Fui a hablar con el general Suárez Mason y al dia siguiente me informó que mi hija no estaba en el registro de los detenidos. Volví a Chile con con las manos vacías y seguí tocando puertas de altos funcionarios." Hacia fines de setiembre de 1976 llego la noticia. La secretaria del general Leigh. patricia de Ojera, amiga de MariaCecilia,fue a visitar una pareja muy amiga de los MagnetFerrero. y entrego un lacónico recado al abogado Ramón Luco y su señora, Irma Olmo: "Díganles,que los dos están muertos. De ahí se desencadenó un vértigo de desmen-:idas, versiones y silencios. Los Magnet Ferrero piden y agradecen cualquier información. Su e-mail es odettemagnet@aol.com. Ellos necesitan saber.
Víctimas de Chile María Cecilia Magnet Ferrero
Fuente :mpf.gob.ar sin fecha
Categoría : Prensa
Descripción del caso
María Cecilia Magnet Ferrero, chilena, de 27 años de edad al momento de los hechos, era la mayor de seis hermanos. Vivió su adolescencia y parte de su juventud en Estados Unidos, donde se graduó de socióloga en la Universidad Católica de Washington. En el año 1971, regresó a su país de origen pasando por Argentina, donde conoció Guillermo Tamburini, “Willy”.
Guillermo Tamburini era argentino y estudiante de la Facultad de Medicina de Córdoba. Durante toda su juventud integró distintas organizaciones de izquierda y durante la dictadura de Onganía pasó a la clandestinidad por participar del movimiento de resistencia conocido como Frente Argentino de Liberación.
Producto de la persecución de la que era objeto, Tamburini se exilió en Chile donde se volvió a reunir con María Cecilia Magnet. En el país trasandino, Tamburini se integró al MIR y Magnet al MAPU, Movimiento de Acción Popular Unitaria.
A raíz de sus actividades políticas, Tamburini y Magnet fueron perseguidos por las fuerzas represivas chilenas luego del golpe del 11 de septiembre de 1973 y se vieron forzados a exiliarse en Argentina, hacia donde Tamburini se dirigió de manera clandestina en octubre de 1973, y Magnet en diciembre de ese año.
Se instalaron en la casa del padre de Tamburini en la localidad bonaerense de Banfield y en enero de 1974 contrajeron matrimonio. Cecilia Magnet abrió un centro de idiomas y Guillermo trabajaba como anestesista en distintos hospitales.
Pese a haber migrado, Tamburini siguió colaborando con las actividades de resistencia a la dictadura chilena. Mantenía contacto con exiliados chilenos y participaba en reuniones del MIR. Además, actuaba como nexo entre los miembros del partido que llegaban a Buenos Aires y la dirigencia que operaba en el país.
Como medida de seguridad, el matrimonio se mudó en reiteradas ocasiones de vivienda, pero aun así se sentían perseguidos. El temor se acrecentó luego del golpe del 24 de marzo de 1976, por eso estaba en sus planes más próximos emigrar a Europa. Pero nunca pudieron hacerlo.
Como quedó acreditado en el debate, en la madrugada del 16 de julio de 1976, María Cecilia Magnet y Guillermo Tamburini fueron sacados violentamente de su domicilio de la Av. Córdoba 3386 Piso 4°, departamento 15 de la Capital Federal, por un comando conjunto del ejército y la policía argentina que bloquearon la manzana. Allanaron la casa y robaron cuanto pudieron. A Cecilia Magnet se la llevaron en un auto.
Guillermo Tamburini intentó resistirse; lo mataron a balazos. Su cuerpo quedó tirado en el piso unas cinco horas, hasta que personal de la Policía Federal Argentina lo retiró. El portero, que fue obligado por las fuerzas a limpiar todo para no dejar huellas, fue amenazado para que no hablara.
El operativo ocurrió en la jurisdicción de la Zona militar I, Subzona Capital Federal, entonces a cargo del general Jorge Carlos Olivera Róvere. Concretamente, fue en el área II, con sede en el Regimiento de Infantería I Patricios, unidad que estaba en ese momento a cargo de Humberto José Lobaiza, en su carácter de Jefe, y de Felipe Jorge Alespeiti, en su carácter de subjefe.
El padre de María Cecilia Magnet, ex diplomático, viajó a Buenos Aires y se entrevistó con autoridades militares argentinas, quienes negaron las aprehensiones. Desde Santiago hizo presentaciones a través del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile y del cardenal Silva Henríquez.
Por su parte, el padre de Guillermo Tamburini se presentó a la Seccional 9ª de la Policía Federal Argentina y fue amenazado para que no siguiera investigando. Pese a ello, a los pocos días presentó un habeas corpus por su hijo y su nuera que fue rápidamente rechazado e hizo un pedido de búsqueda dirigido a quien detentaba el Ministerio del Interior, Albano Harguindeguy. A pesar de los esfuerzos realizados, no obtuvieron ninguna respuesta.
De acuerdo a la descripción que hemos realizado, teniendo en cuenta las características particulares de los hechos que damnificaron a María Cecilia Magnet Ferrero y a Guillermo Tamburini y el contexto en el que se produjeron, entendemos que se encuentra verificada en estos casos la existencia de coordinación regional en su ejecución, bajo el marco de lo que se ha llamado “Operación o Plan Cóndor”.
En este sentido, y pese a que en este debate no estamos habilitados para formalizar acusación alguna por la privación ilegítima de la libertad y el homicidio de Guillermo Tamburini, se probó que su detención como miembro del MIR chileno, interesaba particularmente al gobierno de facto del General Augusto Pinochet.
La desaparición de su esposa Magnet, que también era buscada en Chile, devino como consecuencia de tal interés.
Prueba
Los hechos antes descriptos se encuentra acreditados a partir de la valoración conjunta de múltiples elementos de prueba incorporados al juicio.
Así, por ejemplo, de la participación política y persecución en Argentina de Guillermo Tamburini, escuchamos el testimonio de su hermano Horacio en la audiencia de debate y contamos con los dichos de su padre, Guillermo Alberto Tamburini, que se desprenden de la declaración testimonial prestada el 26 de julio de 1976 en el marco de la causa nº 32.273[1].
En el mismo sentido, el Legajo de Tamburini remitido por la Comisión Provincial por la Memoria, da cuenta de su larga trayectoria en distintas organizaciones de izquierda. Y su prontuario de la Policía Federal Argentina incorporado al debate, prueba que hacia fines de 1971, tenía tres pedidos de captura en su contra por considerárselo vinculado a actividades subversivas en Argentina. Documento 1A y Documento 1B.
Asimismo y tal como se desprende de los documentos incluidos en el Rollo 143 del Archivo del Terror, identificados como 00143 F0923 y 0924, su nombre figura dentro de una nómina de argentinos sindicados como terroristas. Documento 2.
Recordemos que por esa persecución, Guillermo Tamburini se exilió en Chile y ya en Chile, se vinculó con el MIR.
Señores jueces: consideramos que esta circunstancia ya es un indicio que permite interpretar las motivaciones que rodearon su secuestro y el de Magnet, tiempo después, en Buenos Aires; y la coordinación que las fuerzas argentinas realizaron con las chilenas para lograrlo.
Al respecto, al momento de su elaboración el Informe Rettig entendió no tener elementos para afirmar la responsabilidad del Estado chileno en la desaparición de Magnet y Tamburini. Pero en este juicio sí se acercaron pruebas que permiten comprobar esa responsabilidad.
Las declaraciones de Horacio Tamburini, Guillermo Bruno Serrano, Sergio Muñoz Martínez y de Mariana y Odette Magnet, así como el informe de la Vicaría de la Solidaridad del Arzobispado de Santiago y la ficha de las víctimas obrantes en el Informe Rettig, dan cuenta que, por esa participación en el MIR, a partir del Golpe militar de 1973 Guillermo Tamburini fue perseguido por las autoridades militares chilenas que, incluso, lo detuvieron en dos oportunidades, pero que por hechos fortuitos había logrado escapar.
Respecto de María Cecilia Magnet, al rememorar con dolor su historia y desaparición, sus hermanas Odette y Mariana también destacaron su participación política en el MAPU. Mariana incluso recalcó que el departamento donde vivía María Cecilia en Santiago fue allanado 7 veces; y que en un operativo de control militar de tránsito, a su hermano Luciano le preguntaron por ella.
Lo recién expuesto confirma, así, tanto la participación de ambas víctimas en movimientos políticos chilenos como las persecuciones que sufrieron en ese país.
Lo que seguidamente expondremos, corrobora que esa vinculación política y la consiguiente persecución prosiguieron en nuestro país. En principio, diversos testimonios, como los de Ana María Nieto y de Horacio Tamburini, dieron cuenta de que Cecilia Magnet y su esposo se pusieron en contacto en Buenos Aires con muchos chilenos que habían fugado de su país en las mismas condiciones que ellos. Incluso, que ambos se mudaron a un departamento en la calle Azcuénaga 786 de la Capital Federal, en donde vivieron con muchas personas de esa nacionalidad.
Por otro lado, Ana María Nieto, Ulises Penayo, Horacio Tamburini y Odette Magnet, destacaron que a raíz de la represión que se vivía en esos días en Buenos Aires, el matrimonio estaba planeando exiliarse en Europa los primeros días de julio de 1976.
Pero el dato más relevante para confirmar el interés que motivó sus secuestros fue el siguiente: los miembros del MIR Jaime Vitali y Guillermo Bruno Serrano; el exiliado chileno Sergio Muñoz Martínez; y Mariana Magnet, dieron cuenta de que Tamburini siguió conectado con la dirigencia del MIR en Argentina, lo que evidentemente motivó el interés de las fuerzas represivas chilenas en su captura y la necesaria coordinación con las fuerzas argentinas para lograrla.
A esto se agrega que, de acuerdo a lo que surge del documento fechado el 9 de agosto de 1978 que obra en el Prontuario Policial de Tamburini, dirigido a la División Despacho Superintendencia Técnica y relacionado con un habeas corpus presentado a favor de la pareja, se encuentra acreditado que no sólo Tamburini estaba siendo buscado en Argentina. Ese documento revela que también se había solicitado el paradero de Cecilia Magnet, por considerársela vinculada a actividades subversivas. Esta referencia sólo puede provenir de información aportada por Chile dentro del marco de Cóndor, puesto que Magnet sólo tuvo vinculación con organizaciones chilenas y, como vimos, por esa vinculación había sido perseguida en su país. Documento 3.
Teniendo en cuenta, entonces, que Magnet sólo tuvo participación política en Chile, que en Buenos Aires ella y su marido estaban muy cerca de exiliados chilenos, que a ambos habían sido perseguidos en Chile y que en la Argentina Tamburini seguía participando en actividades del MIR, queda de manifiesto que el interés principal en la captura del matrimonio estaba del otro lado de la cordillera.
En este sentido, Odette Magnet relató en la audiencia que uno o dos años después del secuestro de su hermana, se le acercó un agente de la DINA que reconoció su presencia en Buenos Aires al momento del secuestro de Cecilia. Lejos de ser un dato anecdótico y aislado, al ser analizado en conjunto con las demás elementos de prueba producidos en el juicio, lo destacado por Odette Magnet se torna en un nuevo indicio, relevante para demostrar la coordinación represiva que se desarrolló para secuestrar a su hermana y a su cuñado.
Esto es así, por cuanto evidencia no sólo la presencia de agentes de la inteligencia chilena en nuestro país al momento del secuestro, aspecto sobradamente probado en el juicio, sino que evidencia también la coordinación de estos agentes con las fuerzas argentinas para la concreción de esos secuestros.
Sobre este punto, no podemos perder de vista que el operativo ocurrió el marco de sucesivas caídas de miembros del MIR en el primer semestre de la dictadura argentina, que fueron parte del plan criminal que llevaron adelante en conjunto y de manera coordinada las dictaduras del Cono Sur. Nos referimos específicamente a los secuestros de de Ípola, Rojas Sandford, Enríquez, Marcondes, Athanasiú, Basso, Orellana Castro, Espinoza Barahona y Biedma.
Debemos concluir, entonces, que el procedimiento de secuestro de Magnet y Tamburini se ejecutó en base a la coordinación de fuerzas represivas chilenas y argentinas bajo el marco de la Operación Cóndor. Cabe agregar que a esta misma conclusión llegó el investigador Francisco Martorell en su libro Operación Cóndor. El vuelo de la Muerte. La coordinación represiva en el Cono Sur[2]; y el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°5, en la ya mencionada sentencia. En esta última se dijo : “sin lugar a dudas que la militancia que desarrollaban ambos fue el motivo de sus persecuciones por integrantes de la DINA en la República de Chile, y en el país como corolario de la coordinación de aquella agencia con dependencias y autoridades que detentaban el poder en la República Argentina en esa época”.
Señores jueces: volviendo a los secuestros y tal como ya expusimos, ocurrieron a consecuencia del amplio operativo desplegado en el inmueble de la Avda. Córdoba al 3386, el 16 de julio de 1976.
Las circunstancias de modo, tiempo y lugar, así como las fuerzas que intervinieron en los hechos, se encuentran también acreditadas por diversas pruebas coincidentes. Por ejemplo, a través de las declaraciones prestadas en el debate de Odette y Mariana Magnet, Horacio Tamburini y Jaime Vitali; del testimonio de Guillermo Alberto Tamburini prestado el 21 de julio de 1976 en la causa 32.273; y por el relato de los padres de María Cecilia, Alejandro Magnet y María Ferrero, incluidos en el legajo CONADEP de su hija
Horacio Tamburini afirmó, incluso, que a través del paciente de un colega ya fallecido, de nombre Díaz Lestrem, que pasaba por la calle al momento del operativo, pudo enterarse que su hermano gritaba mientras se lo llevaban; y que por resistirse lo balearon. Explicó también que ese mismo 16 de julio hubo un allanamiento en la casa de su padre, ubicada en la calle Balcarce. Y de la documentación que aportó en la audiencia, se destaca aquí la grabación de la entrevista que su hijo Emilio hizo a una vecina del edificio de la calle Córdoba. Documento 4.
Esta vecina expresó que según lo que supo por el portero, los habían matado a los dos en la calle; y que el portero había tenido que limpiar todo. Estos datos permiten, unidos a los restantes, confirmar las circunstancias que rodearon los secuestros. Sin embargo, no nos habilitan a concluir que a Cecilia la hayan matado en ese momento. Por el contrario, las declaraciones de Horacio Tamburini, Ulises Penayo, Ana María Nieto, Mariana y Odette Magnet, así como el informe de la Vicaría de la Solidaridad del Arzobispado de Santiago, indican que se la habrían llevado en un auto con vida. Hasta el día de hoy permanece desaparecida.
Entre ese cúmulo de pruebas corresponde aquí detenernos particularmente en una, el testimonio de Ulises Penayo, pues si bien no vio el exacto momento en que se llevaron a Cecilia Magnet y ultimaron a Horacio Tamburini, pudo visualizar lo que ocurrió inmediatamente después en ese preciso lugar.
Penayo, quien un tiempo antes había vivido con el matrimonio en el inmueble de la Avda. Córdoba, afirmó ante este Tribunal que ese 16 de julio fue a visitarlos. Llegó horas después del operativo, dando cuenta que había autos Falcon cruzados en la Av. Córdoba y que había vecinos mirando que le comentaron que se habían llevado a una pareja de ese lugar. Enseguida dedujo que se trataba de Tamburini y de Magnet, lo que le produjo temor y decidió irse del lugar. Sus manifestaciones, unidas al resto de las pruebas ya mencionadas, permiten dar por acreditada la materialidad del secuestro de María Cecilia Magnet.
Ciertamente, esta acreditación no es novedosa, pues ya fue efectuada en otro juicio por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°5 de esta ciudad, en la sentencia de la causa nº 1261- 1268, por la que se condenó, por estos y otros hechos, al extinto Jorge Carlos Olivera Róvere, sentencia confirmada por la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal.Específicamente ese Tribunal concluyó, y cito, que:
“María Cecilia Magnet Ferrero fue privada de su libertad el día 16 de julio de 1976 en horas de la madrugada, del departamento “15” del piso cuarto del inmueble ubicado en la Avenida Córdoba 3386 de esta Capital Federal, junto a su esposo Guillermo Alfredo Tamburini, por personas en número indeterminado y con la participación de móviles policiales y del Ejército que habían bloqueado la arteria”
En relación a las gestiones realizadas por la familia, Horacio Tamburini y Odette Magnet describieron las dificultades que atravesaron sus padres para averiguar sobre sus hermanos, producto del hermetismo que se vivía por parte de las autoridades locales y la sociedad en general, que estaba atemorizada.
Asimismo, en el debate se incorporó el habeas corpus que presentó el padre de Guillermo Tamburini, que fue rechazado con la sola respuesta negativa de la Policía Federal, sin tomarle declaración a ningún vecino ni al encargado del edificio.
Como complemento, los legajos CONADEP 699 y 1.110, el informe de la Vicaría de la Solidaridad del Arzobispado de Santiago y la documentación remitida por la República de Chile a través del exhorto de abril de 2013, también dan cuenta de las averiguaciones que hicieron los familiares de uno y otro lado de la cordillera.
A su vez, Odette Magnet explicó que desde la desaparición de su hermana recibieron distintas versiones de lo que había ocurrido; y que a través del Ministro de Defensa chileno, Patricio Carvajal, se les dijo que los dos estaban muertos.
Esta misma información, que nunca fue confirmada oficialmente, surge a su vez de la ficha individual de María Cecilia Magnet correspondiente al Informe Rettig y de la nota publicada en el diario Clarín del 19 de octubre de 2003, titulada “La tragedia de un escritor chileno”, que aportamos al momento de ofrecer prueba. Documento 5 y Documento 5 (Retting).
Reiteramos lo dicho: hasta la fecha, ambos se encuentran desaparecidos.
En virtud de lo expuesto, por la privación ilegítima de la libertad de María Cecilia Magnet Ferrero, acusamos a Felipe Jorge Alespeiti y Humberto José Lobaiza.
[1] “Tamburini, Guillermo. Interpone recurso de habeas corpus en favor de Guillermo Alfredo Tamburini y de María Cecilia Magnet de Tamburini”, Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción n° 6 de la Ciudad de Buenos Aires. Iniciado el 21/07/1976.
[2] Francisco Martorell, Operación Cóndor. El vuelo de la muerte. La coordinación represiva en el Cono Sur Santiago de Chile, LOM, 1999.