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Llidó Mengual Antonio – Memoria Viva

Llidó Mengual Antonio


foto cedida por la familia

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Rut : 6.703.513-5

Fecha Detención : 01-10-1974
Lugar Detención : Santiago


Fecha Nacimiento : 29-04-1936 Edad : 38

Lugar Nacimiento : Valencia

Actividad Política : Cristianos por el Socialismo (CPS)
Actividad : Sacerdote

Estado Civil e Hijos : Soltero
Nacionalidad : Española


Relatos de Los Hechos

Fuente :Vicarìa de la Solidaridad

Categoría : Antecedentes del Caso

 

Rut       : (Español)

F.Nacim. : 29-04-36, 38 años de edad

Domicilio : Quillota

E.Civil     : Soltero

Actividad : Sacerdote

C.Repres. : Miembro del Grupo Cristianos por el Socialismo

F.Detenc. : 1 Octubre 1974

 

SITUACION REPRESIVA

            El sacerdote Antonio Llidó Mengual, Español, miembro del Grupo Cristianos por el Socialismo, formados por laicos y religiosos en el gobierno de la Unidad Popular, fue detenido aproximadamente el 24 de septiembre de 1974, por agentes de la DINA, en una parcela ubicada en los alrededores de Santiago en circunstancias que se desconocen. Su arresto está al parecer relacionado con un grupo de personas vinculadas al MIR, entre ellas Ariel Salinas Argomedo, detenido por agentes de la DINA el 25 de septiembre de ese año, encontrándose también en calidad de detenido desaparecido. El padre Llido fue trasladado al recinto de la DINA ubicado en José Domingo Cañas con República de Israel, en donde fue visto hasta mediados de octubre de ese año, fecha en que fue trasladado a Cuatro Alamos, recinto de incomunicados de Tres Alamos y que también estaba a cargo de la DINA. Desde este recinto, desapareció alrededor del 25 de octubre de 1974.

            Durante su permanencia obligada en el recinto de José Domingo Cañas, fue cruelmente torturado y objeto de burlas por su condición de sacerdote. De las condiciones en que se encontraba, dan cuenta los testimonios de personas detenidas por la DINA y que sobrevivieron a las torturas y al método de desaparecimiento de personas implementado por ese organismo de seguridad del régimen militar.

            Doña Rosalía Martínez Cereceda, detenida junto a su cónyuge Julio Laks Feller el 22 de septiembre de 1974 y trasladada al recinto individualizado, expone en su testimonio que el 24 de septiembre llegó a ese lugar el Padre Antonio Llidó, quien permaneció allí hasta mediados de octubre de 1974.

            El sacerdote se encontraba muy mal de salud, sufría frecuentes hemorragias estomacales, sin embargo su ánimo era muy bueno y se dedicaba a reconfortar a los demás prisioneros. Por su parte, Julio Laks Feller declara que a los 2 o 3 días de haber llegado el sacerdote, fue objeto de repetidas sesiones de interrogatorios y cada vez volvía en peor estado físico. Al cabo de 3 días, tenía grandes dificultades para moverse a consecuencia de los golpes y la aplicación de electricidad en todo el cuerpo durante varias horas seguidas; tenía su camisa manchada con sangre y aparentemente tenía hemorragias internas y desgarros musculares. En una ocasión fue auscultado por un médico de la DINA, el cual recomendó su hospitalización inmediata, recomendación que fue rechazada por un Oficial de apellido Morel (se refiere a Marcelo Moren Brito) quien respondió que ello no era posible por cuanto los interrogatorios no habían concluido. El testigo agrega en su testimonio, que a pesar de su estado físico y del trato vejatorio que recibió por su condición de sacerdote, mantuvo siempre una presencia de ánimo sorprendente y aún encontraba fuerzas para consolar a sus compañeros de celda, compartiendo también con ellos lo poco que tenían para comer. El testigo, a mediados de octubre de 1974 fue trasladado a 4 Alamos. Allí, a los pocos días presenció la llegada a ese lugar del padre Llidó quien fue recluido en la celda N°13. Su estado de salud era algo mejor, pero sufría aún de grandes dolores.

            Alrededor del 20 del mismo mes, el sacerdote fue sacado de su celda y del recinto, junto a otros detenidos, con orden de llevar todas sus permanencias. Don Edmundo Lebrecht, en testimonio suscrito en Berlín, señala haber visto y conversado con la víctima durante los días 2 y 3 de octubre de 1974 en el recinto de José Domingo Cañas, enterándose que era sacerdote y que había sido detenido en una parcela de Santiago. Había sido víctima de aplicaciones prolongadas de golpes eléctricos y golpizas de todo tipo mientras permanecía maniatado a un camarote metálico. Por su condición de sacerdote, las torturas de que era objeto, estaban marcadas por el sado-sexualismo. Personalmente lo atendió cuando fue lanzado a la celda, en donde vomitaba y sufría de fuertes estertores producidos por la angustiosa sed que provocan los golpes de corriente.

            Doña Cecilia Jarpa Zúñiga, detenida por la DINA el 3 de octubre de 1974, expone en su testimonio haber sido trasladada a José Domingo Cañas en donde ya se encontraba en calidad de detenido el sacerdote Antonio Llidó.

            En los primeros días de su estadía allí, sólo escuchó su nombre, pero posteriormente fue trasladado a su celda -entre el 8 y 12 de octubre- debido a su mal estado de salud. Allí pudo verlo y constatar su mal estado físico, sufría de una úlcera gástrica que había hecho hemorragia. A pesar de ello, conservaba una gran entereza, caracterizándose por su permanente preocupación por los demás detenidos. Asimismo doña Marta Caballero Santa Cruz, expresa en su testimonio haber sido detenida el 5 de octubre de 1974 y trasladada a José Domingo Cañas, en donde se encontraba detenido el padre Antonio Llidó.

            La ex-detenida María Julia Andrés Plana, señala en su declaración que fue arrestada el 10 de octubre de 1974 y conducida con la vista vendada al recinto de José Domingo Cañas, en donde se percató de la presencia de numerosos prisioneros, entre ellos el sacerdote Antonio Llidó, quien se encontraba en mal estado de salud debiendo permanecer tendido en el suelo, sin embargo, mantenía presencia de ánimo, buen humor, y entregaba palabras de aliento a todos los que allí estaban. Agrega la testigo, que el 11 de octubre fue trasladada a 4 Alamos junto a un grupo de alrededor de 10 prisioneros entre los cuales se encontraba el sacerdote Llidó, siendo esta la última vez en que tuvo oportunidad de verlo.

            El ex-prisionero Hermann E. Schwember Fernández, expone en su testimonio haber sido detenido el 8 de octubre de 1974 por la DINA, siendo trasladado directamente a 4 Alamos desde donde, los días 11 o 12, fue sacado para ser interrogado a un recinto secreto. El 13 de octubre fue nuevamente llevado a 4 Alamos, permaneciendo recluido en la pieza N°13 que alojaba a unos 20 prisioneros. Allí encontró al padre Llidó Mengual, quien había ingresado en pésimas condiciones físicas, debido, según contó, a torturas por shock eléctrico y golpes en diversas regiones del cuerpo; tenía intensos dolores en el pecho y presentaba daño en la boca, glándulas salivales y en la dentadura. Por conversaciones que tuvo con él, pudo enterarse que su detención se produjo a raíz de la búsqueda de algunos activistas políticos conocidos por el Padre Llidó, y las torturas tenían por objeto que él entregara información sobre esas personas. Esa noche del día 13, los presos más antiguos organizaron un pequeño coro para levantar el ánimo a los que venían llegando de las casas de interrogación y tortura. En la mitad de la sesión de canto, se oyó la voz débil del cura que se sumaba al coro y que siguió cantando un buen rato. En los días siguientes, Antonio cantó, bailó, hizo clases de francés y conversó largamente con todos los presos de la celda. En su condición de sacerdote, era buscado por los prisioneros que requerían ayuda para reflexionar sobre su propia situación. Cerca de un día domingo, se propuso que celebrara una misa, lo que suscitó un largo y fraternal debate pues no había dificultad para obtener pan, pero el padre insistía que era necesario algo de vino, aunque sólo fueran unas gotas. Ocasionalmente tenían acceso a un guardia más razonable, Carlos "Mauro" (Carlos Carrasco Matus, posteriormente detenido y desaparecido), y a él le pidieron que consiguiera vino. El guardia manifestó tener dificultades para ese domingo pero que para el próximo haría lo posible por ayudar. El padre no se hacía muchas ilusiones respecto de salir luego de prisión e insinuó un par de veces, en forma tranquila, que sabía que lo que le esperaba no sería nada de fácil. Una mañana, alrededor del 25 de octubre, entró la guardia muy temprano a buscar a un grupo de detenidos, entre los que se encontraban Antonio Llidó, un arquitecto de nombre Carlos Gajardo Wolff y el sociólogo Ariel Salinas, todos desaparecidos hasta la fecha. Agrega el testigo en su testimonio, que mantiene en su retina la forma apresurada como Antonio, medio dormido, se vistió y se puso en fila y los miraba en forma tranquila, mientras los demás prisioneros se hacían la ilusión de que quizás los llevaban a la sección "Libre Plática". Otro sobreviviente de las casas de tortura de la DINA, don Juan Ramón Ramírez Cortés, detenido el 16 de enero de 1974 y que permaneció recluido en los recintos de Londres 38, Tejas Verdes, Cárcel de San Antonio, 4 Alamos, Ritoque y Puchuncaví, señala que en los dos primeros lugares fue objeto de todo tipo de torturas y vejaciones que lo dejaron en muy malas condiciones físicas. A 4 Alamos llegó el 30 de agosto de 1974, cuando aún ese recinto estaba a cargo de Carabineros, luego se hizo cargo la DINA, cuyo agente a cargo era uno de apellido Pacheco (se refiere a Pacheco Conrado). Expresa el testigo en su declaración, que pasadas las Fiestas Patrias de ese año, ingresó a su celda un sacerdote español, el Padre Antonio Llidó, de carácter firme, pero de profunda humanidad. En la noche en que ingresó se encontraba en malas condiciones, había sido torturado durante días, estaba físicamente destrozado y no podía moverse. Como estaban realizando un show, le pidieron que cantara, a lo que se negó por estar muy cansado; días después cantó y bailó una "Jota", pese a que se seguía sintiendo muy mal, tenía al parecer lesiones internas y sólo podía tomar leche. Al cabo de un tiempo lo sacaron de la celda y nunca más supo de él. Finalmente, don Cristián Esteban Van Yurick Altamirano, da cuenta en su testimonio haber sido detenido por la DINA el 12 de julio de 1974 siendo trasladado a Londres 38 en donde fue sometido a intensos interrogatorios con aplicación de tortura. Posteriormente fue llevado a 4 Alamos siendo recluido en la celda N°13, por donde pasaron numerosos prisioneros entre ellos el sacerdote Antonio Llidó Mengual, quien cayó en relación a Ariel Salinas Argomedo, según su propio convencimiento. Cree que la detención del sacerdote se produjo en la semana del 20 de septiembre de 1974, en una parcela. Pasó varios días en José Domingo Cañas. Le contó una anécdota que le sucedió con unos paquetes de maicena: que cuando los agentes iban a tratar de comérselos, descubrieron que tenían papeles con datos. El cantaba mucho y organizó un coro entre los detenidos.

            Cabe señalar, que el padre Antonio Llidó Mengual fue procesado en la causa A-637 de la Fiscalía Naval de Valparaíso, junto a varias personas acusadas de ser militantes del MIR. En dicha causa, al igual que otros inculpados que fueron arrestados por la DINA y que se encuentran en calidad de detenidos-desaparecidos, fue declarado rebelde suspendiendo la tramitación de la causa hasta su presentación o aprehensión.

            Pese a las numerosas gestiones y diligencias realizadas por su familia, autoridades de Iglesia, Consulado de España y grupos de religiosos de diversos países, aún se desconoce la suerte que corrió en manos de la DINA.   

  GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS

                Desde primeros de octubre de 1974 que la familia recibió noticias de la detención de Antonio Llidó ,el uno de octubre en Santiago , empezaron las gestiones para tratar de saber de las autoridades militares de Chile , su ubicación y los cargos que había en su contra.

        Antonio Llidó Mengual, era ciudadano español y sacerdote , por eso su hermana Josefa Llidó Mengual , el 17 de octubre 1974,  apeló al Ministerio de Asuntos Exteriores de España y a la Nunciatura Apostólica del Vaticano en España, por la detención y desaparición  de su hermano. La Embajada solicitó a las autoridades chilenas,  conocer el lugar donde se hallaba detenido Llidó  y autorización para su salida de Chile.

       Las llamadas realizadas por su hermana al obispo de Valparaíso , D. Emilio Tagle desde el primer momento de saber su detención tuvieron primero la respuesta de que estaba detenido pero que oficialmente no se sabría nada.

         El 27 de Junio de 1975 Monseñor Tagle sigue diciendo que :" Antonio Llidó está encarcelado y saldrá pronto" . Ante la insistencia  de la familia asegura :"la noticia es reciente y segura y no tendremos información oficial". El 23 de septiembre  de 1975 el abogado español Joaquín Ruíz-Giménez  de vuelta de Chile, donde trató del tema con el Cardenal Silva, con los dirigentes del Comité Ecuménico de Cooperación para la Paz, con el Encargado de negocios de la Embajada de España  y con Monseñor Tagle, dice : "Por desgracia, todas las informaciones coinciden en que se ha perdido toda huella del paradero de Antonio. Y no le oculto que por el momento la impresión es muy pesimista."

        El 29 de septiembre en conversación telefónica de Josefa Llidó con Monseñor Tagle , este dice "que no sabe nada de Antonio" .Y ante la extrañeza de la hermana, termina :"que eso es lo que le decían a él". Aquí terminaron los contactos de la familia con el obispo de Valparaíso, quien por otra parte nunca devolvió a la familia los objetos personales que estaban depositados en la pieza de la parroquia de Quillota donde habitaba Antonio.

         También resultaron infructuosas las gestiones realizadas por las Embajadas de Bélgica,  y Francia en Chile, Amnesty International , Comité de Defensa de los Derechos Humanos de Suecia, Cruz Roja  de Francia, Comisión de Derechos Humanos de la O.N.U., Comité Internacional de la Cruz Roja , Cruz Roja Española y las numerosas intervenciones que a lo largo de los años ha realizado la Embajada de España en Chile.

         También desde el momento de la detención se realizaron acciones desde Chile para saber el paradero de Antonio Llidó. El sacerdote español, D. Jesús Rodriguez, dejó constancia en declaración jurada de sus gestiones realizada para ubicar el paradero de Llidó. En ella expresa que realizó tres visitas al Obispo de Valparaíso, don Emilio Tagle Covarrubias. En una de ellas , ocurida en marzo de 1975, el Obispo le señaló que había hablado con un Ministro de Estado que le había comunicado que efectivamente Antonio Llidó estaba detenido en un lugar de reclusión y que se encontraba bien .  Posteriormente, en el mes de mayo de ese año, el señor Obispo le comunicó que había hablado con una muy alta  autoridad de Estado, en vistas a solucionar el problema del sacerdote detenido.               Al mes siguiente,  junio de 1975, monseñor Tagle estaba anímicamente decaído y le expreso "que por información recibida de un Ministro de Estado, había sabido que Antonio Llidó, al momento de ser trasladado de un recinto de detención a otro, se había fugado" ; le agregó el Obispo "no puedo entender esta situación . no logro entender lo que pasó."

        El 27 de noviembre 1974, el Embajador de España, se dirigió al Comandante de la II División del Ejercito y Comandante General de la Guarnición de Santiago, rogándole la liberación y eventual puesta a disposición del Consulado de España de Antonio Llidó Mengual y otros tres ciudadanos españoles.

      El 4 de  diciembre 1974. Monseñor Sotero Sanz Villaba, Nuncio Apostólico del Vaticano en Chile, dice:  " que según noticias dadas por una alta Autoridad del Gobierno de Chile, el Padre Llidó está detenido y bien de salud". Esta noticia la comunica a la Embajada de España en Santiago. Todo esto esta narrado en una carta del Núncio a D. José Ortuño, Director del Secretariado de la OCSHA  en Madrid.

        El 31 de enero 1975, el Encargado de Negocios de la Embajada de España en Chile, se dirige al Comité Internacional de la Cruz Roja en Providencia, Santiago, informando de las gestiones ante las autoridades locales para hallar el paradero de Antonio Llidó que han resultado infructuosas hasta la fecha.

      El 30 de  junio 1978, carta del Embajador de España en Chile al Director General de Iberoamérica del Ministerio de Asuntos Exteriores, sobre la entrega al Director de Protocolo,  Ricardo Leteller, de la carta de (17-6-1978) del Presidente  Adolfo Suárez, al General Pinochet, en el que el Sr. Suárez ruega a Pinochet una investigación exhaustiva sobre el caso de Antonio Llidó Mengual.

     El 15 de enero 1979, Pepa Llidó Mengual, otorgó poderes notariales al abogado Alejandro González Poblete de la Vicaria de la Solidaridad, para que le represente en Chile, en cualquier causa criminal que se haya iniciado o se inicie para investigar su paradero; igualmente, le confiere poder para hacer la denuncia judicial, y ante autoridades administrativas de la situación que afecta al Sr. Llidó Mengual se le faculta especialmente para iniciar cualquier otra gestión judicial o extrajudicial conducente al mismo fin.

       El 22 de noviembre 1991, Josefa Llidó Mengual, confiere poder notarial amplio para actuaciones judiciales a favor de Don Hector Salazar Ardiles, para que le represente en todo juicio de cualquier clase y naturaleza que sea, y que actualmente se ventile u ocurra en el futuro en Chile, en relación al desaparecimiento del hermano de la otorgante, Antonio Llidó Mengual, ocurrido en dicho país en 1974.

     El 10 de  enero 1992, Josefa Llidó Mengual presenta ante el 14 Juzgado del Crimen de Santiago una querella por aplicación de tormentos y secuestro a favor de Antonio Llidó Mengual, este proceso ingreso con el rol 113608-FL.

        En la presentación se solicitó entre otras diligencias que se cite al Oficial de Carabineros Ciro Amerto Torre Sáez, que a la fecha de la detención de Llidó se desempeñaba en la DINA a cargo del recinto secreto de detención de José Domingo Cañas, recinto donde se mantuvo en cautiverio a la víctima, que se cite a declarar a Marcelo Moren Brito, Oficial del Ejército que también cumplió funciones opèrativas  en la DINA y al Oficial de Gendarmería Orlando Manzo Durán, quien fuera el responsable del recinto de la DINA llamado Cuatro Alamos.

      La Corte Suprema de Chile ha aplicado el Decreto de amnistía de la Junta Militar, de 18-4-1978, y ha sobreseído la querella interpuesta  el 10 de enero de 1992 por D. Josefa Llidó Mengual.

      El  4 de julio 1996, Pepa Llidó Mengual interpuso una querella contra Pinochet y otros ante la Audencia Nacional de España, por genocidio, terrorismo y torturas, en la que desde el 10 de Diciembre 1998 está procesado Augusto Pinochet y con orden internacional de detención.


Contreras fue principal responsable de asesinato a padre Llidó

Fuente :18 de Mayo 2003  Zonaimapcto.cl

Categoría : Prensa

Satisfacción y la esperanza que se logre establecer el destino final del religioso, expresó la familia del sacerdote español Antonio Llidó Mengual ante el procesamiento dictado contra nueve ex miembros de la plana mayor de la DINA por el secuestro calificado registrado a fines de 1974.

Procesamientos

La siguiente fue la información difundida por Radio Cooperativa sobre la dictación de los autos de procesamientos dictados en la Causa por la desaparición y secuestro del padre Antonio Llidó:

“El padre Llidó llegó a Quillota en 1969, quedando a cargo de la Capilla "Medalla Milagrosa" de la Población O'Higgins.

“Aquí desarrolló una amplia labor apostólica, social y política. En este último ámbito, colaboró activamente con el MIR local.

“En septiembre de 1973 se refugió en Santiago, hasta octubre de 1974, cuando fue detenido, torturado y luego hecho desaparecer por la DINA.

“En la madrugada del martes pasado, la hermana del sacerdote desaparecido, Pepa Llidó, se comunicó desde España con este periodista para expresar su satisfacción por los procesamientos dictados por el ministro Jorge Cepeda:

“Para nosotros representa una tremenda satisfacción saber que por fin la Justicia está funcionando en Chile después e tantos años, no sólo porque hayamos logrado procesar a los máximos ejecutivos de la DI(NA, sino también porque existe la posibilidad de saber qué hicieron con sus restos; dónde los enterraron, porque estoy segura que los sepultaron…”

Pepa Llidó expresó desde España que el cambio en la aplicación de justicia en Chile se percibe con el avance que ha tenido la investigación sobre la desaparición de su hermano, causa que había sido sobreseída.

La “hermana del sacerdote español detenido desaparecido dijo que de resultar necesario, los familiares viajarán a Chile para contribuir al avance de las investigaciones”.


Documental "Padre Toño: un hombre, un compromiso, una lucha"

Fuente :7 de Abril 2004  Zonaimpacto.cl

Categoría : Prensa

Punto Dos estrena el lunes 5 de abril, en Valencia, España, el documental para televisión, "Padre Toño: un hombre, un compromiso, una lucha", que relata la vida del sacerdote valenciano Antonio Llidó, desaparecido en Chile en octubre de 1974, tras el Golpe de Estado de Pinochet y el derrocamiento de Allende. La producción recrea las circunstancias que rodearon su desaparición, y el papel que jugó la Iglesia Católica en el golpe del 11 de septiembre de 1973.

El documental sobre el "Padre Toño"

La desaparición del sacerdote valenciano Antonio Llidó, tras el golpe de estado ocurrido en Chile en 1973, es un hecho bien conocido: Llidó, viaja a Chile a finales de los años 60 y encuentra un ambiente que desconocía y que era inexistente en España; luego se posiciona en un panorama político que lo lleva a la clandestinidad y también a ser detenido, secuestrado y "eliminado", por considerarse un sujeto peligroso para el nuevo régimen impuesto a la fuerza por Pinochet.

Se marchó de España cuando tenía treinta y tres años de edad, y apenas estuvo cinco en Chile hasta su "desaparición". Llidó aprovecha los días y las noches para narrar, paso a paso, su llegada a Valparaíso, a Quillota y a La Calera, los municipios donde ejercerá su apostolado; nos introduce en el estilo de vida de sus vecinos y en sus formas de pensar, y él mismo, poco a poco, es consciente de su implicación en el proceso que vive todo el país: se entrevistará con Allende, hablará con Fidel Castro, formará con otros sacerdotes un grupo de cristianos que prestará su apoyo a la tesis socialistas que la mayoría del país exige y acabará llevando sus ideas a la práctica, acompañando a sus vecinos a "nacionalizar" latifundios y a ocupar tierras de grandes terratenientes, a "romper el cerco" enfrentándose a su obispo y a los máximos dirigentes de la Iglesia Católica chilena que; sin embargo, nunca se atreven a suspenderlo como sacerdote y únicamente lo apartan de sus obligaciones o intentan trasladarlo.

El guión del documental se estructura siguiendo los pasos de Antonio Llidó: en España, para comprender los antecedentes que lo motivan a su posterior actuación en Chile, desde su población de origen (Xàbia, en la comarca de la Marina Alta), a su ordenación y su primer destino como sacerdote, las localidades de Quatretondeta y Balones, donde ya comenzará a mostrar su inquietud por ir siempre más allá de las simples obligaciones que le encomienda el Obispado. También los primeros enfrentamientos con sus superiores, que le conducirán al Ferrol, donde ingresa en la Marina, un lugar que no detiene a Llidó y del que lo "expulsan" a los diez meses de su llegada; es, en ese momento, en que coincide con una visita de representantes de la Iglesia chilena a España y que piden sacerdotes para que los acompañen. Antonio Llidó, acatando siempre las decisiones de su obispo, se marcha a Chile.

Un trabajo audiovisual, escrito y dirigido por Eduard Torres, nacido igual que Llidó en Xàbia, que ha contado con la ayuda de la Asociación Cultural Antoni Llidó, que preside la hermana del mismo, Pepa Llidó, quien con su familia y numerosos amigos han consagrado treinta años de esfuerzos para que la memoria, la figura y la obra de Antonio no se perdiera en el olvido.

La estructura narrativa del documental se enmarca entre las declaraciones de familiares, amigos íntimos, conocidos y compañeros de Antonio, con una narración en "off" que será la voz de Llidó a través de los textos que nos ha legado en sus cartas. Los escenarios en los que ejerció sus funciones de sacerdote sirven de fondo para enmarcar las entrevistas e ir descubriendo, paso a paso, la personalidad que ha llevado al "Padre Toño" a ser considerado un mártir por el pueblo de Chile, lejos de las instancias oficialistas de la Iglesia Católica y, cuyo papel en el golpe, Llidó puso en entredicho.

El documental es fruto de una coproducción de la empresa valenciana General Video y de la chilena JP Cine, que ha contado con la colaboración económica de la Filmoteca Valenciana y, también de la propia Televisión Autonómica. Durante un año de investigación y entrevistas, se han grabado más de treinta horas de conversación entre testimonios españoles y chilenos, consiguiendo declaraciones de las personas que vieron por última vez con vida a Llidó en los centros de tortura de la DINA. "Padre Toño", tras su estreno en Punt Dos este lunes, será presentado en varios festivales españoles y también en certámenes internacionales. Gracias a esto, se podrá difundir la figura del sacerdote valenciano y su compromiso, hasta la muerte, con los más desfavorecidos.


Quillota: Instalan escultura en honor de sacerdote Llidó Mengual

Fuente :27 de Abril 2006 La Nacion

Categoría : Prensa

Al mediodía del próximo sábado se efectuará en la Plaza Los Ceibos de Quillota la instalación de una escultura en piedra que recordará la memoria del recordado sacerdote Antonio Llido quien fuera asesinado y hecho desaparecer durante la dictadura,

En la oportunidad, se hará un recorrido por los lugares donde el recuerdo del padre “Toño” como era conocido por la población, es más nítido. Este recorrido se ha denominado “Las cuatro estaciones de Llido” y en cada lugar diversos estamentos de la población recordarán su memoria. 

Por otra parte, se espera que asista a la ceremonia Helmut Frenz quien junto al ex obispo de Copiapó Fernando Ariztía en representación de Pro Paz Chile, consultó en más de una ocasión a Pinochet por la detención de Antonio Llido, intentando de esa manera salvar la vida de este sacerdote.

9 de Diciembre 2006 tvn.cl
Pinochet desaforado por crimen de cura

La Corte de Apelaciones de Santiago resolvió quitarle la inmunidad como ex mandatario al ex dictador Augusto Pinochet en la investigación por la desaparición del sacerdote español Antonio Llidó, detenido por agentes de la DINA, en 1974.
Según el tribunal de alzada, cuya resolución oficializó el fallo dictado el pasado 8 de noviembre, existen elementos que "autorizan a sospechar fundadamente que (Pinochet), con conocimiento de causa, eludió intervenir a favor (del religioso), estando en situación de hacerlo".
El fallo fue oficializado el jueves pasado y sólo se conoció hoy debido al feriado religioso del viernes.
La Corte de Apelaciones determinó que los elementos probatorios entregados por el juez especial Jorge Zepeda, permiten concluir que Pinochet sabía de la situación en la que se encontraba el religioso, cuyo destino se desconoce desde octubre de 1974, cuando fue detenido por agentes de la policía secreta.
Uno de los elementos probatorios relevantes es el testimonio del hoy fallecido obispo de Copiapó, Fernando Ariztía, quien relató que durante un encuentro entre el ex gobernante y el comité Pro Paz, Pinochet dijo que "éste no es un cura, es un mirista", cuando se le mostró una foto de Llidó.
La defensa de Pinochet podrá apelar a la resolución judicial ante la Corte Suprema, instancia que determinará definitivamente si podrá o no ser juzgado en esta causa.


Condena por sacerdote español

Fuente :Martes 23 de septiembre de 2008    La Nación

Categoría : Prensa

En sentencia de primera instancia, el ministro Jorge Zepeda condenó al ex jefe de la DINA, Manuel Contreras, y otros tres agentes, a siete años de presidio por el secuestro y desaparición del sacerdote español Antonio Llidó Mengual ocurrido en octubre de 1974 en Santiago.

En la resolución el magistrado absolvió a los ex agentes Francisco Ferrer Lima, Fernando Lauriani Maturana y Orlando Manzo Durán, pues no se les comprobó participación.

Zepeda condenó igualmente al fisco de Chile a pagar una indemnización de 100 millones de pesos por daño moral, a Josefa Llidó Megual, hermana de Antonio representada por el abogado Héctor Salazar.

El sacerdote llegó a Chile en la década de los sesenta enviado por la Comisión Especial de Misiones y Cooperación entre las Iglesias, para desempeñarse como sacerdote en Quillota V Región.

Llidó participó en el Movimiento Cristianos por el Socialismo y apoyó en 1970 la campaña presidencial de Salvador Allende y luego al gobierno de la Unidad Popular.

Llidó entró en conflicto con el obispo de Valparaíso Emilio Tagle, quien lo suspendió de sus funciones en Quillota, pero siguió ejerciendo en Limache y La Calera.

Tras el golpe militar el religioso se refugió clandestino en Santiago. Logró mantenerse oculto hasta el 1 octubre de 1974, cuando fue arrestado por agentes de la DINA en una parcela en una zona rural de Santiago.

Fue conducido al centro clandestino de José Domingo Cañas donde fue visto en malas condiciones físicas a causa de las torturas por varios prisioneros que salvaron con vida y relataron su vivencia con Llidó en el proceso.

A pesar de su estado, los ex detenidos declararon en el juicio que el sacerdote se dedicó a asistir espiritualmente a los detenidos y a "levantarles el ánimo" permanentemente.

Llidó fue trasladado luego al centro de detención abierto de Cuatro Alamos, desde donde los agentes lo sacaron el 25 de octubre de 1974 junto a otros prisioneros, desapareciendo hasta ahora.

Respecto de Llidó el dictador Augusto Pinochet dijo en su momento a representantes de las iglesias que preguntaron por él, "ese no es un cura, es un marxista", justificando con ello su detención, la que en todo caso siempre fue negada a los tribunales por las autoridades del régimen.


Penas de hasta 7 años por crimen de sacerdote Llidó

Fuente :   La Nacion, Jueves 15 de octubre de 2009       

Categoría : Prensa

La Corte de Apelaciones de Santiago dictó sentencia en caso de secuestro de sacerdote Antonio Llidó Mengual, ocurrido a partir de fines de septiembre o comienzos de octubre de 1973 en Santiago.

La Tercera Sala del tribunal de alzada, conformada por los ministros Lamberto Cisternas, Gloria Ana Chevesich y la abogada integrante Claudia Chaimovich ratificaron el fallo de primera instancia del ministro Jorge Zepeda Arancibia, que estableció las siguientes sanciones:

Manuel Contreras Sepúlveda. 7 años de presidio por su responsabilidad como autor.

Marcelo Moren Brito. 7 años de presidio por su responsabilidad como autor.

Miguel Krassnoff Martchenko. 7 años de presidio por su responsabilidad como autor.

Basclay Zapata Reyes. 7 años de presidio por su responsabilidad como autor.

Francisco Ferrer Lima. Absuelto.

Fernando Lauriani Maturana. Absuelto.

Orlando Manzo Durán. Absuelto.

En el caso de Manzo Durán la decisión se adoptó con el voto en contra de la abogada integrante Chaimovich quien estuvo por condenar a este oficial.

En la arista civil del caso se ratificó la condena al Fisco a pagar una indemnización de 100 millones de pesos a la hermana del sacerdote Josefina Llidó Mengual


Escandalosa rebaja de penas a los autores del secuestro y desaparición del Padre Llidó

Fuente : ZonaImpacto.cl , 27 de Septiembre 2010

Categoría : Prensa

En libertad cumplirán sus penas los autores del secuestro calificado, homicidio y desaparición de los restos del sacerdote español Antonio Llidó, quien cumplió una fructífera misión pastoral, social y política en Quillota.
El cura valenciano, querido y recordado en esta ciudad, fue detenido y hecho desaparecer por agentes de la dictadura a fines de septiembre de 1974 en la Región Metropolitana, donde se había refugiado después del golpe militar. Hay múltiples testimonios de que se le mantuvo detenido en centros clandestinos de reclusión, donde fue cruelmente torturado hasta provocar su muerte y luego los represores hicieron desaparecer su cadáver.
En septiembre de 2008, el ministro en visita Jorge Zepeda determinó penas de 7 años de presidio, sin beneficios, para los autores del crimen: Manuel Contreras, Marcelo Moren, Miguel Krassnoff y Basclay Zapata.
Pero ahora, en fallo dividido, la Segunda Sala de la Corte Suprema dictó sentencia definitiva. Los ministros Nibaldo Segura, Jaime Rodríguez, Rubén Ballesteros, Hugo Dolmestch y Carlos Künsemüller condenaron a cinco años de presidio a los ex integrantes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) Contreras Sepúlveda, Moren Brito, Krassnoff Martchentko y Zapata Reyes rebajando sus penas a cinco años, pero concediéndoles el beneficio de la libertad vigilada; es decir, en sus casas o para que caminen libres por las calles aunque todos están encarcelados (en prisiones vip, por supuesto) por otros crímenes de lesa humanidad.
En su resolución, los ministros -además- absolvieron por falta de participación a los ex agentes Maximiliano Ferrer Lima, Fernando Lauriani Maturana y Orlando Manzo Durán.
De igual forma, y demostrando un desprecio absoluto por el sufrimiento que la familia arrastra por 36 años, la Suprema rechazó la demanda de indemnización de perjuicios contra el Estado de Chile interpuesta por la hermana de la víctima, Josefa "Pepa" Llidó, a quien se había concedido una indemnización. El máximo tribunal acogió la excepción de incompetencia absoluta del tribunal de primera instancia y la dejó sin efecto.
En su fallo, la Corte Suprema aplicó la atenuante de la "media prescripción" o "prescripción incompleta" -que otros ministros han rechazado- , con los votos favorables de los ministros Segura, Ballesteros y Dolmestch, y con la opinión contraria de los magistrados Rodríguez y Künsemüller.
Decisión escandalosa
El fallo definitivo de la Segunda Sala de la Corte Suprema es percibido por familiares y amigos del Padre Llidó como una determinación verdaderamente escandalosa, pues deja de manifiesto la indolencia de la justicia chilena frente a un caso tan cruel como emblemático de violación contra los derechos humanos.
Consta en el proceso que durante las décadas de investigación, ninguno de los autores intelectuales o materiales del secuestro, las torturas, el homicidio y la desaparición de los restos del Cura Toño -como lo conocimos en Quillota- colaboró con las indagaciones. Por décadas negaron no sólo su participación, sino engañaron a los jueces con datos falsos, tergiversaron los hechos, ocultaron antecedentes y actuaron ante los tribunales con repugnante cinismo.
El esclarecimiento parcial de lo sucedido con el Padre Llidó sólo fue posible gracias a la tenacidad y profesionalismo de magistrados como el ministro Zepeda, que no se rindió hasta acercarse a la verdad…
…Solamente acercarse, porque siguen ocultando la verdad total. Las confesiones sólo se lograron porque fueron cayendo en absurdas contradicciones. Pero nunca han querido revelar por qué lo secuestraron y torturaron con tanta crueldad, quién le dio muerte, qué hicieron con sus restos o dónde los ocultaron hasta ahora.
Escasas repercusiones locales
La escandalosa rebaja de penas y la negativa a indemnizar a la todavía acongojada familia ha tenido escasa repercusión en los medios nacionales. Sólo el diario La Tercera entregó una información relativamente amplia, de 278 palabras. También emisoras como Cooperativa, Bio Bio y Universidad de Chile le dedicaron algún espacio, sin mayor trascendencia. "El Observador" de Quillota -que antes de 1973 fue gran crítico de las actividades del Cura Toño- publicó una crónica de 291 palabras.
Al cerrar esta nota (noche del miércoles 22), descubrimos una nota publicada por El Mercurio, de 261 palabras, informando sobre el hecho.
En cambio, a nivel internacional el vergonzoso fallo tuvo gran repercusión.
El buscador Google da cuenta de publicaciones en medios escritos como El País, El Periódico, El Diario de Levante y El Diario Vasco de España, La Jornada de México, Agencia Ansa Latina, China.Org.cn y Agencia Xinhua de China, entre muchos otros.
El abogado
El abogado de la familia Llidó en Chile, Héctor Salazar, criticó la resolución del máximo tribunal estimando que es "demasiado blanda la mano para un delito de esta naturaleza, en un caso donde incluso todos quienes aparecen involucrados y condenados jamás aportaron información, ni siquiera para saber dónde quedaron los restos del padre Llidó".
Además, el abogado Salazar lamentó el rechazo de la indemnización fijada en un primer momento para los familiares del ciudadano español, porque "deja al Estado chileno, desde el punto de vista de sus compromisos internacionales, en un mal pie", pues no resolvió la "reparación que va envuelta en esta clase de delitos".


 Joan Garcés pide procesamiento de asesinos de dos españoles en Chile

Fuente :EL MOSTRADOR- Miércoles, 4 de Octubre de 2000 -

Categoría : Prensa

 

El abogado español Joan Garcés, que ejerce la acusación particular y popular en España en la causa sobre los crímenes contra la humanidad cometidos durante la dictadura de Augusto Pinochet en Chile, pidió el procesamiento de los asesinos de los españoles Carmelo Soria y Antonio Llidó. Entre otros, se solicita el procesamiento del ex mando de la Dirección Nacional de Inteligencia chilena (DINA) Manuel Contreras Sepúlveda, del ex director de la Policía de Investigaciones Ernesto Baeza Michaelson y del general retirado Sergio Arellano Stark. También pide que se procese a los agentes de la DINA considerados los autores directos de los crímenes y de varias personas acusadas de encubrimiento. Según fuentes de la acusación, Garcés solicitó al juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón que procese y dicte órdenes de detención contra "todos los responsables" de la muerte del diplomático Carmelo Soria y de la desaparición del sacerdote Antonio Llidó.

 


El vital testimonio de la Iglesia

Fuente :Primera Linea 24 de Junio  2002 - 

Categoría : Prensa

 

Decretada la reapertura del proceso por la desaparición y muerte del sacerdote español Antonio Llidó, los ojos de los querellantes se posan sobre los antecedentes que pueda aportar la Iglesia Católica en las diligencias ordenadas por la propia Corte de Apelaciones de Santiago al terminar con el sobreseimiento.

Tras el abrupto cierre del proceso, decretado el 10 de enero de 1992, fueron muchos los elementos que quedaron en el aire, entre ellos el grado de conocimiento que tuvo Augusto Pinochet sobre el secuestro del sacerdote. Y es en este punto donde cobran vital relevancia los testimonios aportados por miembros del clero, los que deberán ser ratificados ante los tribunales.

Aunque aún no se decide si la causa sigue abierta en el Décimo Cuarto Juzgado del Crimen, o bien se agrupa en la querella que fue interpuesta sólo hace un año en manos del ministro de fuero Juan Guzmán Tapia, lo cierto es que los querellantes en el proceso antiguo confirman que existen datos para que la investigación avance no sólo hacia el grupo operativo que torturó al prelado en José Domingo Cañas y Cuatro Alamos, sino también hay declaraciones que ponen en tela de juicio el conocimiento que tuvo Augusto Pinochet del crimen.

Pese a la que Iglesia Católica ha preferido observar desde lejos el avance del caso -panorama que se ha repetido en otros procesos que involucran a sacerdotes como el caso de Michael Woodward en Valparaíso-, también ha colaborado solapadamente entregando testimonios. Oficialmente en el ambiente eclesial se afirma que no se trata de exigir justicia sino de aclarar un delito que les atañe de manera más directa y es igual de importante que cualquier víctima de la represión.

"Es un marxista"

Para los querellantes resulta imprescindible que se aborden por segunda vez las conversaciones que sostuvieron autoridades eclesiales con Pinochet, y en esa línea no se descarta que se cite a declarar al obispo de Copiapó, Fernando Ariztía. Su nombre salió a colación debido a que cuando ejerció como presidente de la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica, monseñor Ariztía, concurrió junto con el representante de la Iglesia Luterana, Helmut Frenz; el rabino judío Angel Kreiman, y el padre jesuita Fernando Salas, a entrevistarse con Pinochet en el edificio Diego Portales. El encuentro -según reza el proceso- se realizó a fines de 1974 o en los primeros meses de 1975, y en esa oportunidad los clérigos le presentaron al general una lista de detenidos desaparecidos, en donde figuraba el ex gerente de CobreChuqui David Silberman.

El obispo Ariztía relata que al consultarle a Pinochet sobre el sacerdote Llidó, el general respondió escuetamente que "ese no es un cura; es un marxista", tras lo cual nada más se podía esperar.

El mismo testimonio entregó el clérigo luterano en 1996 ante el juez español Baltasar Garzón, declaración que fue una de las piezas claves para que el magistrado abriera proceso contra Pinochet.

Una comunicación, menos ofensiva, pero igualmente relevante para el proceso la tuvo en 1974 monseñor Emilio Tagle, al reunirse con Pinochet. Tras la consulta de rigor sobre la situación de Antonio Llidó, el militar afirmó que el prelado estaba bien y que pronto sería puesto en libertad. Este mismo comentario se repitió incansablemente, al punto que el mundo católico no tuvo más remedio que confiar que esta fuera la verdad.

A juicio de la Iglesia es importante reivindicar el nombre del sacerdote español porque se ha olvidado su trabajo en el área social y se ha destacado más su posición política. Es así como la querella entablada en el 14 juzgado del crimen también intentará perseguir el delito "ultraje a un ministro de culto", junto con los tradicionales ilícitos de secuestro, homicidio y aplicación de tormentos.

Programa de Derechos Humanos

Otro giro que vivirá el proceso es si el Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior inicia las gestiones para hacerse parte en la causa. La discusión aún no se realiza en el seno de la entidad gubernamental, pero se estima que debería concretarse, considerando la disposición del organismo a ayudar en todos los procesos "importantes" sobre detenidos desaparecidos.

También se recuerda que el panorama jurídico que se vivió al momento de sobreseer el caso es diametralmente opuesto al actual. El criterio que antes primó para terminar con el proceso decretado por la misma Suprema hoy yace en el más absoluto olvido, ya que ha sido el máximo tribunal el que se ha negado sistemáticamente a aplicar la amnistía, la cosa juzgada y la prescripción del delito, considerando el secuestro como un ilícito de carácter permanente.

 Cúpula de José Domingo Cañas en la mira

Este cambio también está enmarcado en la búsqueda de responsabilidades en el círculo de hierro que manejaba el campo de detención de José Domingo Cañas a cargo de la Dina. El recinto clandestino fue conocido como lugar de tránsito de los prisioneros políticos, en donde la aplicación de apremios ilegítimos era una práctica diaria.

La idea de los querellantes es citar a declarar por segunda vez al jefe del recinto, el oficial (r) de Carabinero, Ciro Amerto Torre Sáez, quien en su testimonio anterior había negado enfáticamente que el sacerdote hubiera recibido algún grado de agresión al interior del recinto.

Al mismo tiempo se intentará avanzar en dirección al brigadier (r) Marcelo Moren Brito, el coronel (r) Miguel Krassnoff Marchenko y el oficial de Gendarmería Orlando Manzo Durán, quien fuera el responsable del recinto de la DINA llamado Cuatro Alamos.

En el caso del primero su nombre surge porque el sacerdote -según testigos- fue "auscultado por un médico de la Dina, el cual recomendó su hospitalización inmediata, recomendación que fue rechazada por un oficial de apellido Morel, quien respondió que ello no era posible". Al solicitarle que identificara físicamente a este oficial se comprobó que se trataba de Moren Brito.

En el caso Krassnoff, tuvo un tristemente célebre paso por José Domingo Cañas y Cuatro Alamos y ejerció hasta 1991 como coronel en Valdivia, tras lo cual pasó a retiro. Ocupó el cargo de jefe de Estado Mayor de la Cuarta División y dirigió la Agrupación Halcón de la Dina.

La evidencia irrefutable de los testimonios constituye el elemento que relata de mejor forma la violencia con que fue tratado el sacerdote. Así se cuenta que "sufría frecuentes hemorragias estomacales", derivadas de las constantes sesiones en que se le aplicaba electricidad.

Se destaca que tras ser trasladado a Cuatro Alamos, el 11 de octubre de 1974, junto a un grupo de diez prisioneros, fue tratado de manera brutal. Pese a su precaria condición -presentaba intensos dolores en el pecho- en la noche del 13, "los presos más antiguos organizaron un pequeño coro para levantar el ánimo de los que venían llegando de las casas de interrogación y tortura. En la mitad de la sesión de canto, se oyó la voz débil del cura que se sumaba al coro y que siguió cantando un buen rato. En los días siguientes, Antonio Llidó cantó, bailó, hizo clases de francés y conversó largamente con todos los presos de la celda. En su condición de sacerdote, era buscado por los prisioneros que requerían ayuda para reflexionar sobre su propia situación. Cerca de un día domingo, se le propuso que celebrara la Misa, lo que suscitó un largo y fraternal debate pues no había dificultad para obtener pan, pero el padre insistía que era necesario algo de vino, aunque sólo fueran unas gotas". El relato de un ex prisionero continúa señalando que se le solicitó al guardia conocido como Carlos "Mauro" -que en realidad se llamaba Carlos Carrasco Matus y que posteriormente se convirtió en otro detenido desaparecido- que consiguiera vino.

La misa nunca se concretó, de hecho, el guardia no pudo hallar vino para el domingo, se excusó de esta postergación, pero se comprometió a que la semana siguiente tendría el licor para realizar adecuadamente la ceremonia religiosa, pero eso fue muy tarde para Llidó. Un día en la mañana -según los cálculos de los prisioneros el 25 de octubre de 1974- un grupo de guardias se llevaron a varios detenidos, entre ellos Llidó. Nunca más se supo del sacerdote


 Homenaje a Antonio Llidó

Categoría : Otra Información

 Datos biográficos.

                Nació el 29 de abril de 1936 en Xavia, Valencia. En 1936 fue ordenado sacerdote en el Seminario de Valencia. Sirvió un tiempo como capellán en la Armada española. Llega Chile en julio de 1969 y es destinado a Quillota, Diócesis de Valparaíso, siendo su Obispo don Emilio Tagle. Centró su vida y su apostolado en los sectores más pobres de la población y del campo. Era de temperamento activo e inquieto. Se fue radicalizando en sus opciones, que abarcaban lo social, lo político y lo eclesial. Vehemente y sensible a la vez, llegaba mucho a los jóvenes, era un educador nato.

          En lo social era un cura pobre que vivía austeramente, se movilizaba en una bicicleta destartalada, ganaba su sustento dando clases de francés en el liceo, iba a trabajar con los jóvenes en los tomatales para ganarse unos escudos y financiar los grupos juveniles en sus actividades. Los campesinos lo recuerdan aún con mucho cariño.

          En lo político se vinculó pronto con el grupo de «Los 80», sacerdotes chilenos  extranjeros incorporados a los «Cristianos por el Socialismo». Estos se organizaron para apoyar primeramente la candidatura de Salvador Allende  después los objetivos de la Unidad Popular. Antonio entró de lleno en la política. Lo que le interesaba era abrir la Iglesia a un compromiso real con el pueblo, en toda la dimensión social.

Otro campo que roturó Antonio fue el de la juventud. Forjó un grupo con un compromiso ético y social, este grupo se vinculo después con el MIR, pero sin asumir su violentismo. Antonio estuvo siempre por la no violencia.

 

Desaparecimiento de Antonio.

            Vino el golpe militar y Antonio Llidó fue de los primeros en ser buscado en Quillota.  Se sumergió en la clandestinidad.  Optó por quedarse en Chile, teniendo la oportunidad de asilarse y volver a España. El motivo fue de ser fiel a sus amigos y fiel al pueblo de Chile que vino a servir y que no quería abandonar en la hora de la prueba. Amigos eclesiásticos procuraron disuadirlo pero no lo lograron.

          Antonio se oculto en Valparaíso y después se trasladó a Santiago donde fue albergado en las “casas de seguridad” que el MIR destinaba a ese efecto. Allí conquistó la amistad de todos por su simpatía y su compromiso. Servia funciones dentro de la organización clandestina, pero jamás participo en acciones violentas. Nunca renegó de su sacerdocio, sino todo lo contrario, fue muy conciente de su estado y actuaba en consecuencia. No tenia miedo a la muerte pero sí confeso que tenia miedo a la tortura.

          El primero de octubre de 1974 salió de la Quinta donde se albergaba para ir a sus quehaceres y no volvió. Había sido detenido. Sabemos que lo llevaron a una casa de interrogación y tortura de José Domingo Cañas. Era un local muy estrecho; nos dicen testigos que estuvieron con el  que se oían los gritos de torturados. Escucharon como le gritaban: “Por que no hablas h…” Él contestaba: “ Por mis convicciones”. Fue hermético en no delatar a ninguno. La prueba es que nunca llegaron a allanar la Quinta donde se había alojado.

          Después lo encontramos en Cuatro Álamos, El lugar donde se reponían los torturados. Estaban muy quebrados físicamente: vomitaba sangre; pero con buen animo, siempre preocupado por los demás. Se había repuesto un tanto cuando se lo llevaron el 25 del mismo mes. Son al menos seis los testigos de la detención con quienes nos hemos puesto en contacto.

          Las iglesias de Santiago y Valparaíso tuvieron noticia de la detención de Antonio.  Mons. Emilio Tagle se puso en contacto con el mismo Augusto Pinochet. Le aseguraban que Antonio estaba bien y que pronto seria puesto en libertad.  Esto se lo decían una y otra vez.  El Nuncio Mons. Sotero Sanz daba esta misma seguridad en carta a un sacerdote español.  Esta carta estaba fechada en Noviembre cuando sin duda Antonio ya estaba desaparecido y probablemente muerto.  Por ese tiempo, la ultima comunicación que recibió Mons. Tagle era que Antonio había sido ultimado por tentativa de fuga.  Mons. Tagle se quejo ante sus pares por haber sido engañado.  Y las cosas quedaron así.

          A principios de 1975, los obispos Helmut Frenz y Fernando Ariztia tuvieron una audiencia con Pinochet.  Se hizo una referencia a Llido y Pinochet dijo: “Ese no es un cura; es un marxista”.

          Pensamos que esta imagen distorsionada de Antonio a impresionado un tanto a las propias iglesias, las de Santiago y Valparaíso.  Y nos parece que ha llegado el momento de reparar toda la injusticia y reivindicar a Antonio Llidó, que fue un sacerdote hasta las ultimas consecuencias, aunque muchos puedan cuestionar el compromiso.

Una de las testigos, Dona Rosalía Martinez Cereceda, detenida junto a su cónyuge Julio Laks Séller, el 22 de Septiembre de 1974, y trasladada a la casa de torturas de José Domingo Cañas, expone en su testimonio que el 24 de Septiembre de 1974, llegó a ese lugar el P. Antonio Llidó, quien permaneció allí hasta mediados de Octubre de 1974. El sacerdote se encontraba muy mal de salud, sufría frecuentes hemorragias estomacales, sin embargo su animo era muy bueno y se dedicaba a reconfortar a los demás prisioneros.  Por su parte, Julio Laks Féller declara que a los 2 o 3 días de haber llegado el sacerdote fue objeto de repetidas secciones de interrogatorios y cada vez volvía en peor estado físico.  Al cabo de 3 días, tenia grandes dificultades para moverse a consecuencia de los golpes y la aplicación de electricidad en todo el cuerpo durante varias horas seguidas; su camisa estaba manchada con sangre y aparentemente tenia hemorragias internas y desgarros musculares. En una ocasión fue auscultado por un medico de la DINA, el cual recomendó su hospitalización inmediata, recomendación que fue rechazada por un oficial de apellido Morel (se refiere a Marcelo Moren Brito) quien respondió que ello no era posible por cuanto los interrogatorios no habían concluido.  El testigo agrega en su testimonio que, a pesar de su estado físico y el trato vejatorio que recibió por su condición de sacerdote, mantuvo siempre una presencia de animo sorprendente y aun encontraba fuerzas para consolar a sus compañeros de celda, compartiendo también con ellos lo poco que tenían para comer.  El testigo, a mediados de Octubre de 1974 fue trasladado a 4 Halamos. Allí, a los pocos días, presencio la llegada a ese lugar del P. Llidó quien fue recluido en al celda No 13. Su estado de salud era algo mejor, pero sufría aun grandes dolores.

Alrededor del 20 del mismo mes, el sacerdote fue sacado de su celda y del recinto, junto a otros detenidos, con orden de llevar todas sus pertenencias. Don Edmundo Lebrecht, en testimonio suscrito en Berlín, señala haber visto y conversado con la victima durante los días 2 y 3 de Octubre de 1974 en el recinto de José Domingo Cañas, enterándose que era sacerdote y que había sido detenido en una parcela de Santiago.  Había sido victima de aplicaciones prolongadas de golpes eléctricos y golpizas de todo tipo mientras permanecía maniatado a un camarote metálico.  Por su condición de sacerdote, las torturas de que era objeto, estaban marcadas por el sado-sexualismo.  Personalmente lo atendió cuando fue lanzado a la celda, en donde vomitaba y sufría de fuertes estertores producidos por la angustiosa sed que provocan los golpes de corriente.

Dona Cecilia Jarpa Zúñiga, detenida por la DINA el 3 de Octubre de 1974, expone en su testimonio haber sido trasladada a José Domingo Cañas en donde ya se encontraba detenido el sacerdote Antonio Llido.

En los primeros días de su estadía allí, solo escucho su nombre, pero posteriormente fue trasladado a su celda –entre el 8 y el 12 de Octubre- debido a su mal estado de salud.  Allí pudo verlo y constatar su mal estado físico, sufría de una ulcera gástrica que había hecho hemorragia.  A pesar de ello, conservaba una gran entereza, caracterizándose por su permanente preocupación por los demás detenidos. Así mismo, dona Maria Caballero Santa Cruz, expresa en su testimonio haber sido detenida el 5 de Octubre de 1974 y trasladada a José Domingo Cañas, en donde se encontraba detenido el P. Antonio Llido.

La ex-detenida Maria Julia Andrés Plana, señala en su declaración que fue arrestada el 10 de Octubre de 1974 y conducida con la vista vendada al recinto de José Domingo Cañas, en donde se percato de la presencia de numerosos prisioneros, entre ellos el sacerdote Antonio Llido, quien se encontraba en mal estado de salud debiendo permanecer tendido en el suelo, sin embargo mantenía presencia de animo, buen humor, y entregaba palabras de aliento a todos los que allí estaban.  Agrega la testigo, que el 11 de Octubre fue trasladada a 4 Alamos junto con un grupo de alrededor de 10 prisioneros entre los cuales se encontraba el sacerdote Llido, siendo esta la ultima vez en que tuvo oportunidad de verlo.

El ex-prisionero Hermann E. Schwember Fernández, expone en su testimonio haber sido detenido el 8 de Octubre de 1974 por la DINA, siendo trasladado directamente a 4 Alamos, desde donde los días 11 y 12 fue sacado para ser interrogado a un recinto secreto.  Allí encontró al P. Llido Mangual, quien había ingresado en pésimas condiciones físicas, debido, según contó, a las torturas por shock eléctrico y golpes en distintas regiones del cuerpo; Tenia intensos dolores en el pecho y presentaba daño en la boca, glándulas salivales y en la dentadura.  Por conversaciones que tuvo con él,  pudo enterarse que su detención se produjo a raíz de la búsqueda de algunos activistas políticos conocidos por el P. Llido, y las torturas tenían por objeto que él entregara información sobre esas personas.  En la noche del 13, los presos más antiguos organizaron un pequeño coro para levantar el animo de los que venían llegando de las casas de interrogación y tortura.  En la mitad de la sesión de canto, se oyó la voz débil del cura que se sumaba al coro y que siguió cantando un buen rato.  En los días siguientes, Antonio Llido canto, bailo, hizo clases de francés y converso largamente con todos los presos de la celda.  En su condición de sacerdote, era buscado por los prisioneros que requerian ayuda para reflexionar sobre su propia situación.  Cerca de un día domingo, se le propuso que celebrara la Misa, lo que suscito un largo y fraternal debate pues no había dificultad para obtener pan, pero el padre insistía que era necesario algo de vino, aunque solo fueran unas gotas.  Ocasionalmente tenían acceso a un guardia más razonable, Carlos “Mauro” (Carlos Carrasco Matus, posteriormente detenido y desaparecido), y a él le pidieron que consiguiera vino.  El guardia manifestó tener dificultades para ese domingo pero que para el próximo haría lo posible por ayudar.  El padre no se hacia muchas ilusiones respecto de salir luego de prisión insinuó un par de veces, en forma tranquila, que sabia que lo que le esperaba no seria nada de fácil.  Una mañana, alrededor del 25 de Octubre, entro la guardia muy temprano a buscar a un grupo de detenidos, entre los que se encontraba Antonio Llido, un arquitecto de nombre Carlos Gajardo Wolf y el sociólogo Ariel salinas, todos desaparecidos hasta la fecha. Agrega el testigo en su testimonio, que mantiene en su retina, la forma apresurada como Antonio, medio dormido, se vistió, se puso en fila y los miraba en forma tranquila mientras los demás prisioneros se hacían la ilusión de que quizás los llevaban a la sección “Libre Plática”.

Cabe señalar que el P. Antonio Llido Mengual fue procesado en la causa A-637 de la Fiscalia Naval de Valparaíso, junto a varias personas acusadas de ser militantes del MIR.  En dicha causa, al igual que otros inculpados que fueron arrestados por la DINA y que se encuentran en calidad de detenidos-desaparecidos, fue declarado rebelde suspendiendo la tramitación de la causa hasta su presentación o aprehensión.

Pese a las numerosas gestiones y diligencias realizadas por su familia, autoridades de Iglesia, Consulado de España y grupos de religiosos de diversos países, aun se desconoce la suerte que corrió en manos de la DINA.

 

 

Gestiones judiciales y administrativas:

 

          Por el hecho de que su familia no reside en Chile, y que nadie se hizo parte para realizar gestiones judiciales el caso Llido se mantuvo estacionado.  Consta que en 1992 se hicieron algunas gestiones y consultas a las autoridades militares.  Don Jesús Rodríguez Iglesias, sacerdote español, dejó constancia en declaración jurada de sus gestiones realizadas para ubicar el paradero del P. Llido.  En ella expresa que realizo tres visitas al Obispo de Valparaíso, don Emilio Tagle Covarrubias.  En la primera de ellas, ocurrida en Marzo de 1975, el señor Obispo le señalo que había hablado con un Ministro de Estado, y éste le había comunicado que, efectivamente, Antonio Llidó estaba detenido en un lugar de reclusión y que se encontraba bien.  Posteriormente en el mes de Mayo de ese año, el señor Obispo le comunicó que había hablado con una muy alta autoridad de Estado, en vistas a solucionar el problema del sacerdote detenido. Al mes siguiente, junio de 1975, Mons. Tagle estaba anímicamente decaído y le expreso “que por información recibida de un Ministro de Estado, había sabido que Antonio Llidó, al momento de ser trasladado de un recinto de detención a otro, se había fugado”; le agrego el Obispo “no puedo entender esta situación. No logro entender lo que paso”.

          Noticias similares le comunico el señor Obispo a la familia del sacerdote en comunicaciones telefónicas.  También resultaron infructuosas las gestiones realizadas por la Embajada de Bélgica en Chile, de Amnesty International, las Naciones Unidas y la Embajada de España en Chile.

          En Enero de 1992 fue presentada ante el 14 juzgado del Crimen de Santiago una querella por aplicación de tormentos y secuestro a favor de Antonio Llidó Mengual, este proceso ingresó con el rol 113608-FL.

          En la presentación se solicito entre otras diligencias que se cite al Oficial de Carabineros Ciro Amerto Torre Sáez, que a la fecha de detención de Llidó de desempeñaba en la DINA a cargo del recinto secreto de detención de José Domingo Cañas, recinto donde se mantuvo en cautiverio a la victima; que se cite a declarar a Marcelo Moren Brito, Oficial de Ejercito que también cumplió funciones operativas en la DINA y al Oficial de gendarmería Orlando Manzo Duran quien fuera el responsable del recinto de la DINA llamado 4 Alamos.

          A Diciembre de 1992 la causa se encontraba en estado de sumario con diligencias pendientes.

          Por informaciones posteriores se supo que la fecha de detención de Antonio Llidó fue posterior al 24 de Septiembre y no se produjo en la Parcela del Arrayán. El 1 de Octubre fue visto hasta las 15:30  desde allí se dirige a la calle Esmeralda en el Centro de Santiago. Desde ese momento no se supo mas de el hasta que fue visto detenido en recintos de reclusión de la DINA.

 

Testimonios:

          Vecinos de Quillota testimonian sobre el perfil sacerdotal y humano del P. Antonio Llidó:

 

          “Recuerdo al padre Toño desde que llegó a la Población Corvi donde vivíamos con mi familia.  El hacia las misas en la Parroquia de los Desamparados de Quillota y sus misas eran muy entretenidas, pues compartía con la gente a lo largo de la misa.  Esto de partida no le gusto a los otros sacerdotes ya que la mayoría de ellos hacia las misas muy distante de las personas y muy frías.  El P. Toño, en cambio, estaba muy cerca de la gente que lo requeria y muy comprometido con sus problemas. Recuerdo que siempre que sabia de alguien que estaba sufriendo o necesitado, ahí corría él en su bicicleta celeste y con su maletín.  Todo esto al parecer, era demasiado para los otros curas. Fue así como las personas más pudientes y otros sacerdotes que, a mi parecer, no querían comprometerse con el pueblo cristiano y necesitado lo presionaron para que dejara la sede parroquial hasta que lo enviaron a una capilla en la Población O’Higgins, lugar donde vivía gente muy pobre, seguramente como un castigo, porque opinaban que el no se merecía la Parroquia.  Vivía allí en una pieza vacía sin ni siquiera luz.  Fue así que con mi familia y algunos amigos nos conseguimos una cama, cortinas y una silla y las instalamos en el pequeño cuarto que ahora iba a ser su casa. Pero al contrario de lo que algunos creyeron, él tuvo una gran acogida en este sector donde a pesar de la miseria en que vivía, él era feliz, porque parecía que mientras más podía dar a los demás, más alegre estaba.  Aunque yo sé que el no tenia ningún bien material, pero también vi que muchas veces se sacó su chaqueta, sus zapatos y lo poco que tenia y se lo dio a un hombre que tenia los pies desnudos.  Lo vi llorar también en mas de una oportunidad por la gente que sufría, niños que nada tenían.  Los vecinos del lugar le daban comida, pero él la iba a dejar a otras familias que no tenían nada.  Lo invitaban a almorzar en las casas más humildes y él era el hombre más dichoso.  Nunca estaba quieto, siempre tenia algo que hacer por los demás.  Estaba en cada cosa que uno necesitaba.

          Recuerdo cuando nos cambiamos de casa, con mi familia nos fuimos a vivir a la Población Santa Teresita de Quillota, ahí llego él a ayudarnos a arreglar la casa.  Yo era una niña en esa época pero solo recuerdo de el lo cerca que estaba de los niños con los que era muy cariñoso y siempre con los mas necesitados.

Nunca mientras viva podré olvidar todo lo bueno que nos enseñó, especialmente a amar a los demás.  A veces creo verlo viejito en algún lugar.”

          Viviana Pacheco 26 de Octubre de 1999, Quillota

 

          “Conocí al padre Toño a fines del año 70, cuando se acerco a la Escuela No 36 de Manzanar (Hoy G-162) perteneciente a la Comuna de Quillota (distante 15 Kms. al poniente de la ciudad) en una zona netamente rural, solicitando el colegio para realizar colonias escolares (yo era Director del Establecimiento).

          Después de hacer las consultas previas, facilite el local durante los veranos del 71 – 72.

          El padre Toño traía los niños de los sectores marginales y periféricos de Quillota (La tetera, Pueblo Indio, Pob. O’Higgins, Los Lúcumus, Lo garzo), él les entregaba mucho amor y alegría, y les daba a los papás la posibilidad de vacacionar con sus hijos en un lugar tan bonito como es la localidad rural de Manzanar a orillas del Río Aconcagua.

          Siempre vi en Antonio un sacerdote moderno, adelantado a su época, muy comprometido con la gente pobre y entregando ese don que tenia de dar animo y esperanza de un futuro mejor a esos niños.

          Facilité las dependencias escolares y él, con un grupo de laicos, los atendía entregando diversión y alimentos durante el verano a estos infantes.

          Los días domingos iba a la capilla de Manzanar a oficiar Misa.  Toda la gente de ese sector rural lo recuerda con mucha nostalgia pues fue realmente un líder y se preocupo de sus problemas.

          Guardo un grato recuerdo de el, pues muchas veces estuvo en mi casa (yo vivía en la casa habitación que tenia la Escuela en su parte posterior), conversábamos de diversas cosas del Chile de esa época.  Especial cariño tenia por mi hijo mayor (1 año 2 meses) a quien tomaba en brazos y hacia cariño.  Hoy es un hombre de 29 años.

          Antonio Llidó Mengual era para mi un hombre extraordinario, del cual guardo un excelente recuerdo.  Como católico creo que Dios nos premió con tener acá en la tierra un hombre  tan digno representante de él. Gracias padre Toño.

          Jaime Vilches, Profesor, Ex – Director de la Escuela de Manzanar, actual Sub-Director de la Escuela Básica Abraham Lincoln. Quillota, Octubre de 1999”.

 

          “Nosotros somos el matrimonio Canelo – Barrera, los amigos del padre Antonio de Pueblo Indio.  Voy a hacer un resumen de cómo conocimos al P. Antonio cuando él llego el año 69 a quillota y comenzó a llegar al pueblo para saber la cantidad de niños que había para prepararlos para la primera Comunión.  Así fue que comenzó con el catecismo y preparó a muchos.  El los ayudó con el vestuario, les compro genero y les mando a hacer a todas las niñitas vestidos y a los niños camisas; y él reabrió una capilla que estaba cerrada desde hacia mucho tiempo en el sector de La Tetera, ahí fue que se efectuó la Misa de la Primera Comunión, pero el siempre estuvo ligado a nuestro pueblo, él era un amigo.  Después él nos preparó para nuestro matrimonio, él nos casó, en la capilla que estaba abandonada, a nosotros y a dos familiares más. Pero la amistad con nosotros siguió adelante, tal es así que comenzó a trabajar en las labores del campo con mi marido, cortando tomates; y el dinero que ganaba lo compartía con la gente de escasos recursos.  Así fue la relación con él, siempre de amistad.  Nosotros tenemos un hijo que se llama Mauro Antonio y él lo bautizo, y aun somos amigos de otras personas que él nos presentó.  Este sería un breve resumen de nuestra amistad con él.”

Familia Canelo – Barrera. 26 de Octubre de 1999

 

          “Soy Magdalena Silva Méndez.  En el invierno de 1969 llaga a la parroquia “Nuestra Señora de los Desamparados”, sector Corvi, un sacerdote español (Valenciano), Antonio Llidó Mengual era su nombre.  Un sacerdote muy diferente a los demás, visitaba a las personas en sus casas, charlaba con ellos, pero de ordinario esto lo hacia con personas humildes.  Cada vez se fue manifestando en el este interés por la gente más pobre y se fue comprometiendo con ellos con mucha fuerza.

          En el verano de 1970 comienza a trabajar la idea de realizar colonias infantiles, para ello primeramente ubico personas que le colaboraran, ya para cuidar a los niños, ya para hacer beneficios y obtener así algún dinero; La Junta de Auxilio y Becas le proporcionaba alimentación y una escuela en un campo llamado Manzanar, lugar donde el río Aconcagua formaba estupendas pozas para bañarse.

          Con el dinero que juntaba compraba jabón, toallas, bañadores y también pan, frutas pollos, pescado, etc.  Buscábamos a los niños entre los más pobres del campo y de la ciudad.

          El dinero también se utilizaba para llevar a los niños a otros lugares, como la playa, pues había muchos que no conocían el mar.

          Jugaba con los niños, quienes lo querían muchísimo, se celebraba misa en la capilla de Manzanar todos los días, en la que aprovechaba para educarlos en la fe en el amor de nuestro Padre Eterno por nosotros.

          Llegó 1971 y con el un terremoto, que son muy frecuentes en nuestro país, Antonio fue de los primeros en prestar su ayuda. Recuerdo que la misma noche partió al campo, siempre en su destartalada bicicleta, luego ayudo a construir mediaguas, a botar murallas que eran peligrosas, a colocar gente en los albergues, llevando medicinas, colocando inyecciones, entreteniendo a los mas pequeños, dándole animo a los mas afligidos, en fin, uno llega a emocionarse recordando tantas maravillas en una sola persona.

          Desgraciadamente, esto no le gusto al clero, pese a que no recuerdo que se hubiera quejado de sus hermanos, pero su forma de vida era, aunque no lo quisiera, una denuncia a sus vidas placidas y despreocupadas, aparte de cumplir con los ritos sagrados.

          A estas alturas ya se había hecho cargo de la capilla de la “Medalla Milagrosa”, en la Pob. O’Higgins de nuestra ciudad; allí llego a vivir en un cuartito de unos dos metros y tres de largo, lleno de lauchas, ya no tenía ni cama, pues la había entregado completa para los terremoteados, un camastro de madera era su cama, la que se arregló de la mejor forma que se pudo; El baño estaba constituido por un W.C. y un lavamanos, mas agua fría, y muy fría en temporada invernal.  En la población era amigo de moros y cristianos, y por supuesto esto también era motivo de disgusto.  La gente del lugar lo eligió presidente de la Junta de Vecinos, cargo que él aceptó.  Como había renunciado a todo privilegio, incluyendo el dinero del Obispado, comenzó a trabajar.  Su primera actividad fue en un criadero de aves, pero que nadie se imagine que fue en una oficina o en algo parecido, pues, no señor, lo que él hacia era asear los gallineros, sacando el estiércol, llegaba cansadísimo y muy fétido, pero feliz.

          Luego trabajo en el campo en la recolección de tomates, la recolección de tomates parece muy simple, pero puedo asegurar que es un trabajo agotador: las altas temperaturas, todo el día al rayo directo del sol. Aparte de que tienes que agacharte, pararte, y te corre la gota como si estuvieras bajo la lluvia, pero igual llegaba feliz y con una gran caja de tomates que se reducía a dinero.  Ahora se preguntaran ¿ y para que el dinero? Pues no era para él, era para comprar mercadería y medicinas, que los daba, por orden medica, a gente campesina que necesitaba tratamiento, aunque tuviera que viajar en su famosa bicicleta a las 2 o 3 de la madrugada.  Siempre encontraba que hacia poco y repetía en reiteradas oportunidades: “Dios quiere mas de mí, hay mucho que hacer y no se como”.

          Antonio nunca descuido su misión sacerdotal, predicaba y aconsejaba en cada oportunidad.

          Bueno, la impotencia lo llevo a tomar una opción política, pero ya para entonces tenia muchos enemigos, gente que se sentía tocada en sus intereses.  Fue sancionado por el Arzobispo de la época, don Emilio Tagle, sufrió mucho, muchísimo, hasta las lagrimas, pero se dijo: “Yo fui ungido sacerdote y lo seguiré siendo hasta el final”.  Ahora, aquí hubo algo muy extraño pues no podía celebrar la Eucaristía en Quillota, pero en otros lugares sí.

          Así las cosas, opto por celebrar en nuestra casa con el Evangelio, predica, consagración y cantos.  A estas liturgias acudía mucha gente, eran momentos llenos de paz y comunión, algo increíble.

          En cuanto a su personalidad, tengo que decir que amaba mucho, pero este amor era concretado en obras; defendía a los oprimidos como un león, en cambio el sufriente lo conmovía hasta llorar como un niño.

          Puedo asegurar que vivía en carne propia el dolor ajeno, pero era muy alegre, cantaba mucho, hacia bromas, siempre se metía en líos por fulano o merengano.

          Mas de una vez me dijo: yo voy a morir pronto, no me van a dejar hacer lo que Dios me pide, pues había gente que deseaba eso.  En una oportunidad le echaron una camioneta encima y otra persona lo amenazó con una escopeta.

Hay mucho mas que decir pero debo terminar.  Solo le pido a Dios que seamos capaces de reivindicar su calidad de sacerdote y de ser capaces de imitarla, con la gracia del Espíritu Santo. Amen”.


Asociación cultural Antonio Llidó

Fuente :(informacion extraida de www.antoniollido.org)

Categoría : Otra Información

 

Asociación Cultural Antonio Llidó
    Avenida Blasco Ibáñez 77,17ª
46021 Valencia  (España)
asociacion@antoniollido.org
   www.antoniollido.org

Finalidad de la Asociación

Dado que Antonio Llidó, como persona, maestro y sacerdote, dejó un valioso patrimonio ético y cultural a las personas y a los países donde vivió; y además es un deber personal y social de muchas personas conocer, conservar, difundir y transmitir este preciado legado a las generaciones posteriores y, en la medida de sus posibilidades, mejorarlo, las finalidades de la ACALL son:

· Recuperar y mantener la memoria de Antonio Llidó y de su vida en el contexto histórico, social, cultural y político donde esta discurrió.

· Conocer, expresar, difundir y transmitir los valores humanos, la cultura y el ejemplo que rigieron siempre su vida, sus actuaciones profesionales y personales y su compromiso con la Sociedad en general y la solidaridad con las personas más humildes e indefensas, de manera específica.

· Sin renunciar nunca a la justa reivindicación del retorno con vida del sacerdote Antonio Llidó, averiguar el sitio donde pueda encontrarse y las circunstancias de su desaparición, secuestro, torturas i presunto asesinato en Chile.

Así pues, la ACALL se propone los objetivos siguientes:

a) Organizar, elaborar y promover trabajos de investigación, de estudio, de debate y de formación en las diferentes ramas del saber que puedan contribuir al mejor conocimiento de Antonio Llidó y su vida, en el contexto histórico, social, cultural y político en que vivió de manera activa y comprometida.

b) Denunciar ante los organismos e instituciones de Justicia, nacionales e internacionales, la práctica de hacer desaparecer personas como un método de represión y violación de los derechos humanos. Denuncia que comprende de manera específica a todos los que contribuyeron y participaron en el secuestro, tortura i presunto asesinato de Antonio Llidó, durante los tristes acontecimientos del golpe de estado llevado a cabo por el general Pinochet en el año 1973, con la instauración de un régimen de dictadura en Chile. Y así mismo exigir que todos los autores y responsables, directos o indirectos, sean juzgados por estos hechos.

c) Comparecer e intervenir como demandante, denunciante, querellante o reclamante, ante cualquier tribunal u órgano jurisdiccional, tanto nacionales como internacionales, y cualquier clase de administraciones y organismos de los citados ámbitos, pudiendo interponer, seguir y sustanciar querellas, denuncias, demandas o reclamaciones de cualquier clase, así como ejercer acción popular.

d) Elaborar opiniones y criterios sobre los problemas e intereses relacionados con la defensa de los valores humanos y culturales que defendió Antonio Llidó y hacerlo llegar a los Gobiernos y las Administraciones públicas, a las Autoridades y los representantes sociales, y a las instituciones y los organismos, públicos y privados, de ámbito nacional e internacional.

e) Organizar y promover actividades de carácter público y abierto (charlas, mesas redondas, conferencias, artículos de prensa, debates…) para la difusión de la 'Memoria' de Antonio Llidó y de los valores humanos, éticos y culturales que difundió.

f) Organizar y promover actividades de formación para transmitir a las generaciones posteriores los valores citados anteriormente.

g) Mantener en contacto, mediante la celebración de reuniones y la transmisión de información, a todas las personas que conocieron personalmente a Antonio Llidó, con independencia de que sean o no miembros de la ACALL.

h) Mantener relaciones con otras asociaciones y organismos nacionales e internacionales que tengan fines, objetivos y problemática semejantes a los defendidos por esta asociación, principalmente el derecho a convivir pacíficamente en un ámbito de solidaridad, libertad, tolerancia y no discriminación.

 

 


Chile, una larga batalla por la memoria

Fuente :rebelion.org, 15 de Febrero 2018

Categoría : Prensa

La Corte Suprema de Chile confirmó el pasado 13 de octubre la condena de tres excarabineros (policías) a 15 años y un día de cárcel por su responsabilidad en las ejecuciones «políticas» de Miguel Díaz León y Ángel Espinosa Valenzuela. Los asesinatos ocurrieron el 14 de septiembre de 1973 -tres días después del golpe perpetrado […]

La Corte Suprema de Chile confirmó el pasado 13 de octubre la condena de tres excarabineros (policías) a 15 años y un día de cárcel por su responsabilidad en las ejecuciones «políticas» de Miguel Díaz León y Ángel Espinosa Valenzuela. Los asesinatos ocurrieron el 14 de septiembre de 1973 -tres días después del golpe perpetrado por el general Pinochet- en la ribera del río Mapocho, en la Región Metropolitana de Santiago. El 29 de septiembre la Sala de lo Penal de la Corte Suprema condenó asimismo a 12 carabineros en retiro como responsables del secuestro, en septiembre de 1973, de Osvaldo y Gardenio Sepúlveda Torres en la comuna de Cunco (provincia de Cautín). Tras su encierro en los calabozos y ser trasladados en un vehículo policial, los dos hermanos desaparecieron. El fallo condena a dos penas de tres años de cárcel a los ocho policías cómplices y a otros cuatro años de presidio a los cuatro agentes encubridores; en todos los casos el alto tribunal concedió el beneficio de la libertad vigilada. El pasado tres de octubre el juez Álvaro Mesa decidió procesar al general en retiro Santiago Sinclair Oyaneder por las presuntas torturas contra nueve presos políticos que se hallaban, después del alzamiento militar, en la cárcel de la ciudad de Valdivia; el juez ordenó el arresto domiciliario, debido a la edad avanzada del exgeneral.

Son algunos de los casos incluidos en el último Boletín del Observatorio de Justicia Transicional de la Universidad Diego Portales de Santiago, publicado en diciembre de 2017. El documento también hace referencia a la condena en octubre de 2017 de 35 exmiembros de la DINA (policía secreta de la dictadura) por el secuestro y desaparición de la médico y militante del Partido Comunista Reinalda Pereira Plaza en diciembre de 1976, dentro de un «operativo a gran escala» y cuando estaba embarazada de cinco meses. Las penas oscilan entre los siete y los diez años de prisión para los 21 autores del delito y cuatro para los policías cómplices, mientras que once agentes resultaron absueltos. Además se condena al fisco a pagar una indemnización de 130 millones de pesos (215.000 dólares) al cónyuge de la víctima.

Boris Hau es abogado e investigador del Observatorio de Justicia Transicional. En un acto organizado por el Fòrum de Debats de la Universitat de València -«La memoria de Antonio Llidó y el compromiso con la verdad y la justicia»- ha subrayado los «importantes avances» logrados después de 16 años de gobierno militar y durante los 28 años de democracia en Chile. Pero continúan vigentes retos como «continuar exigiendo penas de cárcel para los responsables de los crímenes». Una de las primeras iniciativas del presidente Patricio Aylwin fue la constitución en abril de 1990 de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, que elaboró el informe Rettig. Después de nueve meses de trabajo, el informe concluyó que 2.279 personas perdieron la vida durante la dictadura militar (2.115 a causa de violaciones de los derechos humanos y 164 por la violencia política); la cifra de ejecuciones políticas y desapariciones se elevaría en informes posteriores a 3.218. Además una ley promulgada en enero de 1992 estableció una pensión mensual de reparación para los familiares de las víctimas identificadas en el informe Rettig. Sucesivas investigaciones afinaron la magnitud de la represión. Así, la Comisión Valech concluyó que más de 37.000 personas fueron víctimas de la prisión política y la tortura durante la dictadura.

En un artículo publicado en la Revista Interdisciplinar de Direitos Humanos de la Universidad de Sao Paulo, Boris Hau apunta la reacción a las denuncias de Pinochet, quien tras la dictadura se mantuvo como jefe del ejército y a partir de 1998 fue senador vitalicio; afirmó que no aceptaría «ser situado ante la ciudadanía en el banquillo de los acusados, por haber salvado la libertad y soberanía de la patria a requerimiento insistente de la civilidad». El texto de Hau -«Chile, una democracia consolidada luego de 27 años de luchas por la Justicia y la Verdad para las víctimas de la dictadura»- señala los hitos en las políticas de memoria y reparación. En febrero de 1994 se inauguró en el patio 102 del Cementerio General de Santiago el Memorial del Detenido, Desaparecido y Ejecutado Político; también en 2004, la movilización de la Asamblea por los Derechos Humanos de Peñalolén y La Reina concluyó en la recuperación de «Villa Grimaldi» (Santiago de Chile) como sitio de memoria. En esta antigua villa operó desde finales de 1973 el cuartel Terranova, principal recinto de secuestro y tortura de la DINA. En marzo de 1997 fue inaugurado el Parque por la Paz «Villa Grimaldi». Actualmente la página Web del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos aporta información de 93 memoriales a las víctimas de la dictadura sólo en la Región Metropolitana de Santiago.

El profesor e investigador del Programa Memoria y Derechos Humanos de la Universidad Alberto Hurtado de Santiago, Boris Hau, recuerda que, durante los primeros años de la democracia, «la Justicia estaba ausente». Pinochet continuaba al frente de las fuerzas armadas y desde 1978 se hallaba en vigor la Ley de Amnistía, que protegía a los autores, cómplices o encubridores de «hechos delictuosos» entre septiembre de 1973 y marzo de 1978, siempre que no estuvieran procesados o condenados. Los principios de verdad, justicia y reparación tenían que ganar terreno a pulso. Un avance muy considerable se produjo en junio de 1995, cuando la Corte Suprema ratificó las condenas al exdirector de operaciones de la DINA, Manuel Contreras, y al exbrigadier Pedro Espinoza a seis y siete años de prisión, respectivamente, como responsables del asesinato de Orlando Letelier, ministro de Relaciones Exteriores, Interior y Defensa durante el gobierno de la Unidad Popular. «Fue el primer caso en que se hizo Justicia para las víctimas de la dictadura», resalta Boris Hau.

El año 1998 reforzó el cambio de tendencia en la batalla por la memoria. El 13 de enero la fallecida secretaria general del Partido Comunista de Chile, Gladys Marín, presentó en la Corte de Apelaciones de Santiago una querella criminal contra el exdictador por los delitos de genocidio, secuestro, asociación ilícita e inhumación ilegal. El motivo, la detención y desaparición de su expareja, Jorge Muñoz, y otros cuatro dirigentes comunistas en 1976. A los quince días se sumó la querella de los familiares del abogado y dirigente socialista, Héctor Mario Silva Iriarte, asesinado en octubre de 1973 cerca de la ciudad de Antofagasta.

Pero tal vez el hecho más significativo fuera el arresto domiciliario del senador vitalicio Augusto Pinochet en Londres, en octubre de 1998, por orden del entonces magistrado de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, quien pretendía juzgar al general golpista por crímenes de «lesa humanidad». El arresto se prolongó durante 503 días. Entre los cargos contra el exdictador se incluían 94 denuncias de tortura por parte de ciudadanos españoles y el secuestro y asesinato por la DINA del diplomático Carmelo Soria en julio de 1976. En marzo de 2000 el Ministerio del Interior británico decidió no extraditar a Pinochet alegando razones de salud, por lo que pudo regresar a Chile y evitar el juicio en España. «Después de ser visto en silla de ruedas durante meses, el exdictador se levantó de la silla y caminó saludando a los militares que lo recibían, entre ellos el jefe del ejército», recuerda el abogado e investigador.

El magistrado Juan Guzmán agrupó por casos las querellas que se sucedían contra Augusto José Ramón Pinochet Ugarte. Por ejemplo, el «caso Caravana», así denominada por la comitiva militar de exterminio que recorrió el país -al poco de perpetrarse el golpe-, y que terminó con la muerte y desaparición de entre 75 y un centenar de opositores; o el caso del Comandante en Jefe del Ejército de Chile, Carlos Prats, quien murió en el exilio argentino en 1974, al estallar un explosivo en su automóvil. A estos episodios se agregaba el de la llamada «Operación Colombo», con la que la dictadura pretendía encubrir la desaparición de 119 detenidos, la mayoría militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Pero no sólo se emprendió la vía judicial. La Mesa de Diálogo sobre Derechos Humanos convocada por el presidente Lagos emitió en junio de 2000 una declaración según la cual las Fuerzas Armadas y los Carabineros se comprometían a obtener «información útil» para encontrar los restos de detenidos o desaparecidos; les amparaba para ello el secreto profesional, y se establecía un plazo de seis meses. Hau recuerda que el documento entregado al presidente Lagos «fue considerado insuficiente por su información; en muchos casos reconocieron que los detenidos fueron lanzados al mar».

La larga batalla por la memoria sumó un nuevo avance en noviembre de 2004, cuando la Corte Suprema ratificó las condenas -entre cinco y 12 años de prisión- a cinco exagentes de la DINA por el secuestro y desaparición del militante del MIR, Miguel Ángel Sandoval, en enero de 1975. El caso sentó un precedente: «No se aplicó la Ley de Amnistía porque se siguió la tesis del ‘secuestro permanente’, jurisprudencia avalada por la Corte Suprema en los casos siguientes de detenciones y desapariciones», explica el investigador de la Universidad Alberto Hurtado.

En 2006 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenó al Estado de Chile por no investigar el asesinato, a manos de agentes del cuerpo de Carabineros, del profesor y militante comunista, Luis Alfredo Almonacid; unos años antes, en 1997, el caso fue archivado en la jurisdicción militar basándose en el Decreto Ley de Amnistía de 1978. Otro jalón destacado en el periplo judicial por la Verdad, la Justicia y la Reparación fue la sentencia de la CIDH hecha pública en octubre de 2015, que declaró al Estado chileno responsable por la «violación del derecho a la protección judicial» en el caso de doce exaviadores y un empleado civil que trabajaba para la Fuerza Aérea («caso Omar Maldonado y otros»); la sentencia reconoció que las víctimas fueron detenidas, torturadas y procesadas en Consejo de Guerra entre 1973 y 1975. En octubre de 2016 la Corte Suprema de Chile anuló las sentencias dictadas durante la dictadura por el Consejo de Guerra de la Fuerza Aérea.

El Tomo 3 del Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (1996) incluye en la nómina de detenidos y desaparecidos al sacerdote valenciano Antoni Llidó. El religioso, miembro de Cristianos por el Socialismo y militante del MIR, fue visto por última vez en octubre de 1974 en el centro de detención y tortura de Cuatro Álamos (Santiago), administrado por la DINA, de donde se le sacó con destino desconocido. Tenía 38 años. Llidó fue uno de los cinco curas ejecutados o a quienes la dictadura hizo desaparecer, además de Miguel Woodward, André Jarlan, Joan Alsina y Gerardo Poblete. En el acto organizado por la Universitat de València ha participado el periodista e historiador Mario Amorós, autor de los libros «Antoni Llidó, un sacerdote revolucionario» (2007) y «Una huella imborrable: Antoni Llidó, el sacerdote detenido-desaparecido» (2016). En una entrevista de Gema Delgado en Mundo Obrero, Amorós recuerda que en noviembre de 1974 el dictador recibió a dos obispos que presidían un organismo humanitario; estos mostraron a Pinochet una fotografía de Llidó, entre otros detenidos y desaparecidos, a lo que el militar respondió: «ése no es un sacerdote, es un marxista»; y «justifica su tortura y desaparición», apunta el periodista, quien defendió en 2005 una tesis doctoral sobre «el cura Toño».

Los primeros atisbos de justicia llegaron en 2008, cuando el juez Jorge Zepeda condenó a cuatro integrantes de la DINA- entre ellos el jefe del organismo de inteligencia, Manuel Contreras- a siete años de prisión por el secuestro y la desaparición del religioso. La sentencia añadía una indemnización para la hermana de la víctima, Josefa Llidó. Sin embargo, dos años después la Corte Suprema rebajó las penas a cinco años y concedió a los condenados el beneficio de la libertad vigilada. Además, el alto tribunal rechazó la demanda de indemnización interpuesta por los familiares. El sacerdote natural de Xàbia (Alicante) colaboró con la Unidad Popular en la campaña de las elecciones presidenciales de 1970 y en los comicios municipales del año siguiente con los socialistas de la ciudad de Quillota (Valparaíso); también fue dirigente local del MIR, «lo que le enemistó con su vicario y obispo, Emilio Tagle, quien apoyó con entusiasmo el golpe militar y la dictadura», explica Mario Amorós; asimismo destaca las palabras que Llidó escribió a una de sus amistades: «Nunca en la Historia los poderosos se dejaron arrebatar pacíficamente sus privilegios». Y Chile no resultó una excepción. Tras el bombardeo del Palacio de la Moneda el 11 de septiembre de 1973, el cura se escondió en casas del Cerro Mayaca (Quillota), Valparaíso y la comuna de Viña del Mar. De vuelta a la capital, se enroló en la Resistencia Popular; pero «1974 fue el año de la gran razzia de la DINA contra el MIR», recuerda el historiador y periodista. El uno de octubre Antoni Llidó fue detenido en el centro de Santiago…


El caso del sacerdote español que encerró a Pinochet y Krassnoff

Fuente :interferencia.cl 16/10/2018

Categoría : Prensa

En 2010 la Corte Suprema condenó a 5 años de presidio a Miguel Krassnoff por el secuestro calificado del sacerdote español Antonio Llidó, único cura detenido desaparecido de la dictadura. Once años antes, la misma causa dio pie a la detención de Augusto Pinochet en Londres. 

fines de septiembre de 1974, el sacerdote español ANTONIO LLIDO MENGUAL fue detenido por agentes de la DINA en una parcela ubicada en los alrededores de Santiago. Fue trasladado al centro de detención y tortura José Domingo Cañas, donde permaneciò hasta mediados de octubre cuando fue llevado hasta Cuatro Álamos. En ese lugar desapareció el 25 de octubre de 1974.

El sacerdote era miembro del Grupo Cristianos por el Socialismo, formados por laicos y religiosos en el gobierno de la Unidad Popular y cercano al Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR.

Desaforado

Tras varios fracasos en la justicia chilena, el  4 de julio 1996, Pepa Llidó -hermana del sacerdote- interpuso una querella por genocidio, terrorismo y torturas, contra Pinochet y otros agentes del régimen ante la Audiencia Nacional de España. Esta junto a otras causas del mismo tenor, llevaron al arresto de Pinochet en Londres el 16 de octubre de 1998.

Ocho años después, en noviembre de 2006, el pleno de la Corte de Apelaciones de Santiago decidió desaforar a Pinochet por este caso.

Los abogados querellantes, Fabiola Letelier y Héctor Salazar, fueron claros: habían suficientes antecedentes para sostener presunciones fundadas de que Pinochet estaba al tanto de la desaparición forzada del sacerdote y que habría justificado que fuera sometido a la tortura.

¿La prueba? Una declaración realizada por Pinochet al obispo Helmut Frenz en 1974, donde señaló: "no es un religioso, sino un comunista" y en la que justificaba que fuera torturado "para que entregara información".

Pese a esto, el procedimiento fue interrumpido por la muerte del dictador un mes más tarde.

Otra vez, Krassnoff

Se abrió una nueva investigación. El caso del único sacerdote detenido desaparecido de la dictadura, urgía claridades. En 2008 se dictó el fallo de primera instancia que condenó a Juan Manuel Guillermo Contreras Sepúlveda, a Marcelo Luis Morén Brito, a Basclay Humberto Zapata Reyes y a Miguel Krassnoff Martchenko como autores del secuestro calificado del sacerdote español.

La condena ordenaba siete años de presidio mayor en su grado mínimo y a las accesorias de inhabilitación absoluta perpetua para cargos y oficios públicos, derechos políticos y de inhabilitación absoluta para profesiones titulares mientras durara la condena.

Esta sentencia fue impugnada por los acusados, llegando el caso a la Corte de Apelaciones de Santiago, que falló en octubre de 2009 confirmando la sentencia.

Contra esta última resolución, las defensas de Morén Brito, Krassnoff y Zapata, dedujeron recursos de casación en el fondo, de los cuales conoció la Corte Suprema en 2010.

En fallo dividido los ministros de la Segunda Sala del máximo tribunal -Nibaldo Segura, Jaime Rodríguez, Rubén Ballesteros, Hugo Dolmestch y Carlos Künsemüller- condenaron a Krassnoff, y a otros seis ex agentes de la DINA, a cinco años de presidio con el beneficio de libertad vigilada.


Desaparecido padre Antoni Llidó

Fuente :elmundo.es 2/4/2018

Categoría : Prensa

El martes 1 de octubre de 1974 el sacerdote de Xàbia Antoni Llidó Mengual no durmió en casa. En realidad, ya nunca volvería. Agentes de la Inteligencia Nacional chilena (DINA) le detuvieron en una barriada de Santiago junto a varios militantes del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR).

La familia iniciaría trámites urgentes desde la Marina Alta para averiguar su paradero y conocer los cargos en su contra. A las infatigables gestiones de su hermana, Josefa Llidó Mengual, pronto se sumarían reiteradas diligencias por parte de la Iglesia, la Nunciatura Apostólica del Vaticano, entidades religiosas de diversos estados, el Ministerio de Asuntos Exteriores y la Embajada de España, que, al igual que las de Bélgica y Francia, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, Amnistía International o el Comité Internacional de la Cruz Roja, solicitarían a las autoridades militares chilenas saber dónde se hallaba recluido Llidó para lograr su inmediata salida del país. Mas todo se convertiría en un burocrático sendero de silencios, mentiras y traspiés oficiales, bendecido por una jerarquía eclesiástica al servicio de Augusto José Ramón Pinochet Ugarte, jefe de la dictadura castrense de 1973 a 1990, o durante 17 perennes años de pánico y muerte. El arzobispo de Valencia, entonces el ultraconservador José María García La Higuera, tampoco ayudaría, pendiente en este caso de los últimos estertores de otro jefe golpista.

Nueve meses después de su arresto, el 29 de junio de 1975, el obispo de Valparaíso, monseñor Emilio Tagle Covarrubias, comunicaría a Josefa Llidó que su hermano estaba «encarcelado y saldría pronto». No obstante, esa misma semana le confesaría al sacerdote español Jesús Rodríguez que, «por información recibida de un ministro de Estado», conocía que Antonio Llidó, «en el momento de ser trasladado de un recinto de detención a otro, se había fugado», sin dejar ya jamás que la familia recogiera sus escasas pertenencias y los recuerdos que el sacerdote se habría dejado en Quillota, la localidad de la diócesis de Valparaíso donde el padre Toño oficiaría principalmente sus servicios religiosos y tareas pastorales. El 23 de septiembre de 1975, casi un año después de intentar localizarlo vanamente, el abogado Joaquín Ruíz-Giménez, que en Chile se entrevistaría con el cardenal Silva, el encargado de negocios de la Embajada de España y el citado monseñor Tagle, declararía: «Se ha perdido toda huella del paradero de Antonio. Y no oculto que por el momento mi impresión es muy pesimista».

La catarata de ruegos, cartas y requerimientos de poco serviría. Ni la enviada al Gobierno de La Moneda el 27 de noviembre de 1974 por el embajador de España, ni la dirigida el 31 de enero de 1975 por el encargado de Negocios de la Embajada de Madrid en Santiago, ni la emitida el 30 de junio de 1978 por el presidente Adolfo Suárez al brigadier Ricardo Letelier con destino directo al general Pinochet, rogándole «una investigación exhaustiva sobre el caso de Antonio Llidó Mengual». Pero tarde o temprano todo se sabría. Especialmente, tras las pesquisas de la señora Llidó y del periodista, investigador y doctor en Historia Mario Amorós, de Novelda, y autor, entre otros, del libro 'Antonio Llidó, un sacerdote revolucionario (Universidad de Valencia, 2007)', donde recogería los testimonios de hasta 49 personas, amigos o compañeros de ideas o de cautiverio del padre Llidó, así como 93 cartas del sacerdote sobre sus vivencias y su visión escéptica de la vía chilena al socialismo que desde noviembre de 1970 había emprendido el presidente Salvador Allende Gossens, a juicio del clérigo, precursora del motín militar. Miembro del movimiento de base Cristianos por el Socialismo, en 1971 ingresaría en el MIR, donde operaría, según el profesor Amorós, como un «destacado miembro de la organización», obligatoriamente oculto.

Una cifra interminable de testigos declararía que el cura de Xàbia estuvo encarcelado en un primer momento en el recinto José Domingo Cañas, «donde fue víctima de torturas repetidas», así como «objeto de burlas por su condición de sacerdote», y que más tarde se le trasladaría a la prisión de Cuatro Álamos, en San Joaquín, al sur de Santiago, «donde continúan las sesiones de tortura». Rosalía Martínez Cereceda, superviviente de los daños causados por la policía política de la DINA, recordaría que «el sacerdote se encontraba muy mal de salud» y sufriría «frecuentes hemorragias estomacales», aunque, «sin embargo, su ánimo era muy bueno y se dedicaba a reconfortar a los demás prisioneros». Su esposo, Julio Laks Feller, también detenido y humillado, afirmaría que Llidó «fue objeto de repetidas sesiones de interrogatorios y cada vez volvía en peor estado físico». Al cabo de tres días, tendría «grandes dificultades para moverse a consecuencia de los golpes y la aplicación de electricidad en todo el cuerpo durante varias horas seguidas».

Otro prisionero maltratado, Edmundo Lebrecht, que coincidiría con el clérigo valenciano el 2 y 3 de octubre de 1974, apenas detenido, explicaría en un testimonio suscrito desde Berlín para la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (Rettig) creada bajo la presidencia del demócrata-cristiano Patricio Aylwin Azócar y destinada a revisar los crímenes de la dictadura, que el padre Llidó había padecido «aplicaciones prolongadas de golpes eléctricos y golpizas de todo tipo mientras permanecía maniatado a un camarote metálico». Y que «por su condición de sacerdote, las torturas de que era objeto estaban marcadas por el sado-sexualismo» de sus verdugos.

En el centro clandestino de detención de Cuatro Álamos, Llidó ocuparía la mazmorra número 13. Su compañero de celda Edmundo Lebrecht, en una declaración filmada por un sobrino del sacerdote, Andreu Zurriaga, relataría, y así lo recogió el periodista Sergio Tarín, cómo los policías le increpaban «¿por qué no hablás, cura maricón?», a un Llidó agotado y molido. «¡Por mis principios!», respondería el párroco de Xàbia. Y no, no delataría a nadie. El 25 de octubre de 1975 se perdería definitivamente su huella tras ser confinado en otra penitenciaría encubierta de ignoto destino. Según las averiguaciones de la comisión Rettig, ya había sido asesinado por sus agresores policiales, que se desharían definitivamente del cadáver, quizá sobre el océano. Al cabo de 44 años, el padre Toño es el único de los seis sacerdotes liquidados por el mando militar de Pinochet que continúa desaparecido.