Fecha Detención : 26-07-1978
Lugar Detención : Argentina
Actividad Política : Partido Comunista (PC)
Actividad :
Estado Civil e Hijos : Soltera
Nacionalidad : chilena
Relatos de Los Hechos
Fuente :(Informe Rettig)
Categoría : Antecedentes del Caso
El 26 de julio de 1978 desapareció en Argentina Cristina CARREÑO ARAYA, militante Comunista. Había llegado a ese país desde Hungría a principios de ese mes. El día 24 mes reveló ante las oficinas del CEAS, repartición de la Iglesia Católica que trabajaba en coordinación con ACNUR, en la Capital Federal sentirse perseguida y solicitó el estatus de refugiada.
Aun cuando no queda ninguna duda sobre la situación de violación a los derechos humanos de la que fue objeto Cristina Carreño, ya que existen numerosos testimonios relativos a su reclusión en "El Banco" y "El Olympo" de Buenos Aires, recintos pertenecientes a la Policía Argentina, la Comisión no puede afirmar que cabe responsabilidad en estos hechos a agentes del Estado de Chile.
Nota de memoriaviva: La Commission decide ignorar el hecho que los chilenos detenidos en Argentina, no contaban con la proteccion del Estado chileno, donde eran perseguidos, por lo tanto no tenian la opcion de volver a su pais.
Querella por Operación Cóndor
Fuente :El Mercurio – 8/8/00
Categoría : Prensa
Piden que Pinochet declare por chilena desaparecida en Argentina.
La ciudadana chilena Dora Gladys Carreño Araya, junto a otras cinco mujeres de Paraguay, Uruguay y Argentina, llevan adelante una querella criminal contra las dictaduras en estos países por la desaparición de su hermana Cristina y otras seis personas entre 1976 y 1978 en territorio argentino, en el marco de la llamada “Operación Cóndor”, la coordinación de los servicios de inteligencia del Cono Sur en la década de los 70. Las mujeres, patrocinadas en Buenos Aires por abogados de derechos humanos, pidieron que se cite a declarar a los imputados, incluyendo al general (r) chileno Augusto Pinochet.
En Argentina identifican restos de comunista chilena desaparecida
Fuente :9 de Mayo 2006 El Mostrador
Categoría : Prensa
Los restos de Cristina Carreño Araya, militante comunista chilena desaparecida en Argentina, víctima de la Operación Condor y por la que se solicitó la declaración de Pinochet, fueron identificados este lunes en el vecino país.
El 26 de julio de 1978 desapareció en Argentina, Cristina Carreño Araya, militante Comunista, luego de haber llegado a ese país desde Hungría a principios de mes.
El día 24 mes reveló ante las oficinas del CEAS, repartición de la Iglesia Católica que trabajaba en coordinación con ACNUR, en la Capital Federal de Argentina, sentirse perseguida y solicitó el estatus de refugiada.
Su rastro se pierde en los centros de tortura, donde existen numerosos testimonios relativos a su reclusión en "El Banco" y "El Olympo"de Buenos Aires, recintos de pertenecientes a la Policía Argentina.
Su hermana Dora Gladys Carreño Araya, junto a otras cinco mujeres de Paraguay, Uruguay y Argentina, llevaron adelante una querella criminal contra las dictaduras en estos países, por la desaparición de Cristina y otras seis personas entre 1976 y 1978 en territorio argentino, en el marco de la llamada "Operación Cóndor", la coordinación de los servicios de inteligencia del Cono Sur en la década de los 70.
Las mujeres, todas familiares de los desaparecidos y patrocinadas en Buenos Aires por abogados de derechos humanos, pidieron que se citara a declarar a los imputados, incluyendo al general (r) Augusto Pinochet, pidiendo el procesamiento además de Jorge Rafael Videla; ex Teniente General, ex Presidente de Facto de la República Argentina, ex- Comandante en Jefe del Ejército y, Miembro de la Junta Militar.- Carlos Guillermo Suárez Mason; ex Comandante del Primer Cuerpo del Ejército y de los chilenos Manuel Contreras, ex Jefe de la Dina, (Dirección General de Inteligencia de la República de Chile), Pedro Espinoza Coronel, ex Alto Funcionario de la Dina, además de varios oficiales Paraguayos y Uruguayos, que operaron en la época.
La verdad de Cristina
Fuente :15 de Mayo 2006 La Nación
Categoría : Prensa
Estando incomunicado en una celda de Cuatro Álamos en 1976, a mi padre le afloró el recuerdo de Cristina Carreño. Había pasado mucho tiempo desde que se conocían. Eran los tiempos en que estudiaban en la enseñanza media. Por años, se encontraron y desencontraron siempre aunados por la actividad política. Con su rostro agraciado de mujer chilena, Cristina se distinguía por su risa que siempre la llevaba prendida a flor de labios. De estatura pequeña, temperamento reservado, parca en palabras, se encendía cuando su risa aparecía dejando al descubierto dos hileras de albos dientes. Mi padre la recordó unida a la imagen del “Choño” Sanhueza, porque en diversas ocasiones le pareció ver la misma vitalidad en ambos, aunque proyectada de manera diversa.
¿Qué sería de Cristina, se preguntó mi padre estando en manos del Comando Conjunto, la “Chica Cristina” como la llamaba familiarmente, Había sido una alegría cuando después del golpe de Estado, en una de esas habituales citas clandestinas, se encontraron ambos y rieron por todo el trabajo que cada cual había hecho para memorizar los rasgos de la otra persona con la que se reuniría pronto. Con el mismo silencio y resolución de siempre, Cristina desempeñaba su labor política bajo la tiranía de Pinochet. Iba de un lugar a otro trabajando, organizando, animando la acción, incentivando la creatividad de los jóvenes. Poseía una gran percepción de los problemas de la gente, sabía descubrir sus virtudes y desnudar sus defectos. Ante cada asunto respondía preguntando de tal forma que la propia persona descubriera la conclusión que ella deseaba subrayar. Era conocida en los diversos barrios e industrias del sector oriente de Santiago, lugar donde vivía desde largo tiempo, y aunque usaba nombres distintos, cada vez que se hablaba de ella salía a relucir el de Cristina.
Además de su vitalidad, ella poseía un gran temple, una peculiar capacidad de sobreponerse a los tropiezos y vencer los temores que, por períodos, asaltaban a todos los jóvenes bajo la dictadura. Producto de los tiempos, todos tuvieron una desgraciada oportunidad de comprobarlo. Su padre, Alfonso Carreño, fue asesinado después de ser sometido a brutales torturas en la Academia de Guerra Aérea, la siniestra AGA. La familia recibió un ataúd sellado con lo que se pretendía evitar que vieran y después denunciaran la masacre a la que había sido sometido su ser querido. Cristina, al enterarse, se estremeció y tomó las precauciones necesarias que le permitieran protegerse junto con cumplir su papel de hija. Con su madre y hermana denunciaron el crimen atroz cometido con un comunista cabal, a quien dieron sepultura no a escondidas, como deseaba la dictadura, sino a plena luz, reafirmando el cariño y admiración por quien murió peleando a la vez que el desprecio hacia los asesinos.
Tocada por el crimen de su padre, Cristina se abocó a las tareas de impulso de la solidaridad con los presos políticos y demás perseguidos por la dictadura. Trabajó con tesón, arduamente. Quería impedir que su mismo drama lo vivieran otros jóvenes y familias de Chile. Sabía de los lugares de detención, de los sistemas de visitas, de las necesidades de las familias, de las campañas de solidaridad que se efectuaban. En alguna ocasión, estando en clandestinidad, mi padre le habló a Cristina sobre esta actividad febril recomendándole tomar un tiempo para su descanso y su recreación. Escuchaba, accedía, tomaba un respiro, para de nuevo volver con más bríos a su acción cotidiana. Igualmente, la acosaba con preguntas sobre su novio, cuándo se casaría, diciéndole que debía dejar más tiempo para esta dimensión de su vida personal. Nunca arguyó en contrario, pero siguió trabajando con la misma entrega y dedicación.
Mi padre jamás pensó en esos momentos de recuerdo en Cuatro Álamos, que años más tarde, encontrándose en el exilio, recibiría una noticia como un trueno: Cristina estaba desaparecida. Su madre había denunciado que, al parecer, en Argentina o Uruguay la secuestraron después de haber viajado a Buenos Aires. Siendo niño, con mi madre vimos cómo papá leyó una y otra vez la información. No había dudas, se trataba de la misma persona, la recordada y admirada Cristina, la de la risa alegre, silenciosa, hacedora de presentes y construcciones futuras. ¿En qué lugar se encontraría, qué habían hecho con ella los matones de Pinochet que se dedicaban al contrabando de la muerte, intercambiando presos e información con otros regímenes represivos de América del Sur? Junto con la entrada de las transnacionales financieras a la vida económica de nuestros países, actuaba la transnacional del terror que hoy conocemos como la Operación Cóndor. Todo junto, en el mismo paquete modernizador: circulación libre de mercancías entre las dictaduras militares, ya fuesen bienes y servicios, como detenidos desaparecidos.
En efecto, a instancias de la dictadura chilena, los servicios de inteligencia del cono sur codificaron la cooperación informal que ya existía en la represión a la “subversión”. Para ello se realizó un encuentro, en el cuartel general de la DINA, en Santiago, en octubre de 1975. Los ilustres asistentes fueron los jefes de la inteligencia militar de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Un mes más tarde, Contreras recibió a Guanes Serrano y al jefe de la policía paraguaya, Francisco Brites. En esa reunión se implementó el Operativo Cóndor, configurando un banco de datos, un centro de información y sesiones de planificación de los grupos multilaterales de agentes encargados de vigilar, arrestar, encarcelar, torturar y “repatriar” opositores de los diferentes regímenes.
Cristina tenía 33 años cuando, en julio de 1978, se hospedó en un hotel del barrio Once en Buenos Aires. Venía de un trabajo de coordinación entre los militantes del Partido Comunista chileno del interior con quienes estaban exiliados en Europa y ésta era su última escala antes de regresar a Santiago. Cristina, al darse cuenta, que era sujeto de seguimiento se acercó al consulado chileno para solicitar ayuda. Ahí le señalaron que se fuera tranquila y, amablemente, la subieron a un taxi. Éste se dirigió a El Olimpo, la Villa Grimaldi argentina, donde fue torturada por el temido Guillermo Suárez Mason. Quienes compartieron con ella testimonian que la agredieron hasta la muerte, porque nunca delató a nadie. Luego, simplemente desapareció.
Pero la verdad siempre aflora. La semana pasada Cristina fue encontrada en Argentina e identificados sus restos. Sus hermanos, entre los cuales está la incansable Dorita de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, se enteraron de la noticia el lunes 8 de mayo por la mañana y viajaron a Buenos Aires para encontrarse con Cristina, a quien tanto buscaron. “No se puede transformar en pan de cada día el parte de la muerte”, dejó escrito mi padre. “Me niego a aceptar que mis camaradas y hermanos se encuentren sepultados en quizás qué socavón, aletargándose en sus dolores, extraviados en los silencios, asfixiados en sus ansias de vida. Si muchas son las digresiones que se hacen sobre lo que es el fascismo, válgame presentar como prueba sólo ésta: la de los seres humanos que los traga la noche, los succiona la muerte, los aniquila el dolor. Y entre ellos está Cristina, desaparecida entre los desaparecidos, perdida entre la geografía mentirosa de quienes carecen de patria, sentimientos y amor. Cristina Carreño es una joven que como todas las del mundo soñaba y tejía en su imaginación planes para el mañana. Su vida se extiende más allá de lo que piensan los adoradores de la muerte, es una flor que buscará oxígeno, alimentará nuevos sueños y entre ellos el más elemental, el del derecho a la vida, a la existencia”.
Que así sea, querido papá y hermosa Cristina. Quisieron borrarlos de la faz de la tierra, para que olvidáramos vuestra capacidad de organización como pueblo pobre que se decide a luchar para alcanzar una sociedad más igualitaria y libre. Pero el exterminio fracasa una y otra vez, porque el dolor y el deseo de emancipación no son individuales sino sociales. La verdad de Cristina no es de un grupo de familiares, sino de todo un continente que sólo unido en la amistad y la solidaridad será capaz de terminar con la cultura de la muerte que pretendió dejar instalada como modelo de sociedad la Operación Cóndor.
Manuel Guerrero
Llegan restos de víctima chilena de Operación Cóndor
Fuente :28 de Diciembre 2007 La Nacion
Categoría : Prensa
Hoy llegan repatriados desde Argentina los restos de Cristina Carreño, la primera víctima chilena de la Operación Cóndor y cuyas osamentas fueron identificadas este año. La dirigente de las Juventudes Comunistas fue arrestada en Buenos Aires en 1978, en el marco del operativo que realizaron los regímenes militares latinoamericanos para neutralizar a los grupos de izquierda.Sus restos fueron hallados en las costas de La Plata en 2005, pero recién al año siguiente fue posible tener certeza respecto de su identidad. Los familiares de la víctima la buscaron por casi 30 años.
Homenajean a víctima de Operación Cóndor repatriada desde Argentina
Fuente :29 de Diciembre 2007 El Mostrador
Categoría : Prensa
Restos de Cristina Carreño fueron trasladados en un cortejo hasta la sede del Partido Comunista y a los pies del monumento a Salvador Allende que se levanta frente a La Moneda.
Organismos de derechos humanos y políticos realizaron un homenaje a Cristina Carreño, una dirigente del Partido Comunista (PC) desaparecida en Argentina en 1978 y cuyos restos fueron repatriados a Chile, tras ser identificada como una de las víctimas de la "Operación Cóndor". Los restos de Carreño, que llegaron ayer al país, fueron velados hasta hoy por la mañana en la que fue su casa en Santiago, desde donde posteriormente fueron trasladados en un cortejo hasta la sede del Partido Comunista y a los pies del monumento a Salvador Allende que se levanta frente a La Moneda.
Carreño, que participaba en la resistencia clandestina contra la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), fue detenida en Buenos Aires en 1978 y tras pasar por varios centros de torturas, fue lanzada al mar, pero su cadáver fue arrojado a una playa por las olas tiempo después y hace algunos meses se logró su plena identificación. En la sede del partido Comunista (PC) la cantante chilena Carmen Prieto interpretó unos textos del cantautor Víctor Jara, y el secretario general del PC, Lautaro Carmona, destacó su legado y compromiso con la democracia.
"Nos comprometemos a no olvidar jamás tu legado, a no olvidar tu ejemplo y por ello, como homenaje y reafirmación de compromiso te saludamos con un aplauso", sostuvo entre vítores Carmona. "¡Compañera Cristina Carreño! ¡Presente!, ¡Ahora y Siempre!, ¡Hasta la Victoria, ¡Siempre!", fueron los vítores de los asistentes. En tanto, que en el monumento de Salvador Allende jóvenes comunistas reafirmaron su compromiso por un Chile "más democrático y en justicia social".
Posteriormente, los restos de Cristina Carreño fueron trasladados hasta la sede de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos para ser velados hasta mañana y después ser depositados en el Monumento a los Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos que se levanta en el Cementerio General.
Cristina Carreño es considerada la primera víctima chilena de la "Operación Cóndor", que fue una coordinación entre los organismos represivos de las dictaduras militares de los países del Cono Sur para eliminar opositores.
Según antecedentes encontrados en los "Archivos del Terror", descubiertos en Paraguay hace algunos años, dicha operación significó la muerte de unas 10.000 personas.
Cristina pasará el Año nuevo con nosotr@s
Fuente :31 de Diciembre 2007 Rebelión
Categoría : Prensa
La calurosa tarde del 29 de diciembre, Cristina Carreño se detuvo en casa – la sede de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, en calle Cumming – para alojar allí. Fue traída en andas el último y extenso tramo, desde La Moneda, por muchachos y muchachas de camisa amaranta, y cubierta por pétalos de rosa blancos, vertidos sobre las banderas chilena y del partido comunista. El domingo 30 ocupará su sitio junto al Memorial del Detenido Desaparecido, ubicado en el Cementerio General de Santiago de Chile.
Ahora habrá un nicho vacío menos, el primero ocupado por una chilena caída en la Operación Cóndor, la asociación criminal que la DINA estableció junto a sus pares de Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay y Paraguay.
En una ciudad despoblada por la inminente llegada del Año Nuevo, esta retornada ha querido recorrerlo todo este fin de semana, sobrevolando el ambiente de fiesta que vive la capital. Ella primero recaló en el hogar donde vivió, en la comuna de Ñuñoa, luego hizo una parada en el local de calle Vicuña Mackena, actual sede de su partido, y en seguida fue a conocer el monumento a Salvador Allende, frente a La Moneda.
Venía de Buenos Aires, Argentina, donde el vuelo de la Operación Cóndor la derribó en julio de 1978, arrastrándola hasta los centros clandestinos de tortura El Banco y El Olimpo y luego dejándola caer en el mar en los llamados Vuelos de la Muerte, en La Plata. La resaca la devolvió a la costa atlántica a fines de 1978, y Cristina Magdalena Carreño Araya permaneció hasta hace poco enterrada como “NN” en un cementerio municipal.
A las 14.45 llegó a calle Cumming la modesta marcha con militantes del del Partido Comunista y miembros de organizaciones de derechos humanos acompañando el pequeño féretro con los restos de Cristina Carreño. En el barrio, a pocos metros del río Mapocho, en la expresiva y vibrante voz de Francisca Ancarola, a capella, resonó la canción del argentino Fito Páez: “¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón/ Tanta sangre que se llevó el río,/ yo vengo a ofrecer mi corazón.”
En el frontis de la sede, donde se levantó un escenario con un gigantesco cartel de bienvenida, la esperaban entre otros, Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Viviana Díaz, dirigente histórica de la entidad, junto a miembros de su partido y de organizaciones sociales y de derechos humanos. Ana González, octogenaria líder de la organización que ostenta una fortaleza similar a su maciza estampa, al recibir un abrazo solidario, comentó estremecida: ?Lo que más me impresiona es el tamaño del féretro?.
Liviana y transparente
En el escenario se inició el homenaje y una joven le prestó su voz a Cristina Carreño Araya, la anónima militante de la juventud comunista nacida en la oficina salitrera de Pedro de Valdivia, la “Chica”, que jugó un destacado papel en la reconstrucción de su partido luego de la brutal represión a su dirección clandestina en 1975/76. Cristina salió de Chile hacia Europa cumpliendo tareas de denuncia de la represión, y regresó a Buenos Aires donde la CNI la localizó. Su propio padre, Alfonso Carreño, había sido asesinado en 1974.
“Yo y todas nosotras hemos caminado con ustedes todos estos años -tan cerca, casi imperceptibles” reveló en el libreto esa Cristina de voz prestada y ninguno entre los presentes – la mayoría familiares de desaparecidos y ejecutados- dejó de recordar esa presencia permanente de los y las ausentes.
Siguió la no-voz de Cristina desde el escenario: “Vuelvo liviana, casi transparente, pero intacta, a ofrecer mis convicciones para la lucha final”, y en el aire quedó flotando el canto que ha cruzado la cordillera: Luna de los pobres, siempre abierta, yo vengo a ofrecer mi corazón. Como un documento inalterable, yo vengo a ofrecer mi corazón. / Cantó luego el coro de la Agrupación sobresaliendo la voz de Vicky, con la tonalidad del canto campesino, haciendo más íntimo y propio el momento en que con las guitarras, reclamaban: “Te he buscado tanto tiempo y nadie quiere escuchar. Sordos, ciegos, están”. Una madre bailó una vez más, la cueca sola, y las notas alegres de la danza tradicional chilena fueron cerrando el homenaje. Suavemente, Cristina y todos ingresaron al local en medio de aplausos, gritos de “Presente” y vivas a las juventudes comunistas. Niños y niñas esparcieron más pétalos de rosa sobre la urna.
Su risa a flor de labios
Manuel Guerrero Antequera http://manuelguerrero.blogspot.com que hizo guardia de honor simbólica, junto a miembros de la Agrupación de Ejecutados Políticos, recuerda la descripción que de Cristina hiciera su padre, Manuel Guerrero Ceballos: -Con su rostro agraciado de mujer chilena, Cristina se distinguía por su risa que siempre llevaba prendida a flor de labios. De estatura pequeña, temperamento reservado, parca en palabras, se encendía cuando su risa aparecía dejando al descubierto dos hileras de albos dientes.
En la obra “Después de la lluvia” (Cuarto Propio, 2004), el historiador español Mario Amorós reconstruye – entre muchas otros casos de caídos en la lucha antidictatorial- la vida de Cristina, y cita un testimonio de Susana Caride, ex presa política que coincidió con ella en el centro de detención “El Banco”: “A Cristina nunca la dejaron de torturar. De igual forma, en algunas ocasiones la vi reír con una hermosa y ancha sonrisa”. En esa investigación se detalla también la búsqueda desarrollada por la familia y la investigación judicial iniciada por el juez Rodolfo Conicoba acerca de la Operación Cóndor, que culmina ahora.
Los sobrinos de Cristina
Los sobrinos de Cristina: Pablo, Pamela, Andrea, Marcela, Lilia y Titi, formaron una de las guardias de honor a los costados del féretro. Cristina – desaparecida a los 33 años – no tuvo hijos, ya que dedicó toda su energía a la lucha antidictatorial, apoyando a los familiares de los presos políticos con información sobre los campos de concentración, además del trabajo político clandestino contra la dictadura.
Falta la cárcel
Ante una Cristina rodeada amorosamente por sus sobrinos, tomó la palabra Lorena Sierra: “Llegas a tu casa. Esta es también tu familia. Aquí están los rostros de otras compañeras desaparecidas, ellos son la muestra de la vida y la fuerza que ustedes nos entregan. Quizás al despedirte a ti, estamos despidiéndolas a todas. Pero aún falta el juicio y la cárcel para los responsables de estos crímenes. Y no descansaremos hasta lograrlo, hasta encontrarlos a todos y todas, aquí y en toda América Latina”. Precisamente el día anterior, la prensa chilena daba cuenta de nuevas sentencias de la Corte Suprema en causas de detenidos desaparecidos, liberando definitivamente a los criminales procesados, por medio de la aplicación de la prescripción y/o la rebaja de penas. Los medios de prensa chilenos han ignorado por completo el retorno de la ex desaparecida, y la visita que hizo la Presidenta Michelle Bachelet a su domicilio de Pasaje Rosemblut, Ñuñoa, no fue cubierta por la televisión local.
Gracias a los argentinos
Desde Buenos Aires, Cristina Carreño había regresado a Santiago escoltada por sus dos hermanas, Dora y Lidia, sus sobrinas Pamela y Lilia y su cuñado Domingo. Su madre, Elsa, que siempre la buscó, falleció en 1989.
Revela Lilia Concha Carreño al concluir la guardia simbólica en Cumming: “Estoy viviendo sentimientos encontrados. Por un lado, es el reencuentro con el dolor que hemos cargado por tanto tiempo. Se revive una herida que no puede cerrar. Pero la oportunidad de traer a Susana, verla volver a su casa, a su país, y que hayamos podido hacer este ritual de despedida con los homenajes que ella merece, es una buena noticia dentro de la tragedia. Es lo mejor que nos pudo pasar. Yo valoro mucho el trabajo realizado por el Equipo Argentino de Antropología Forense y la Cámara Federal de Buenos Aires, que lograron establecer la verdad e identificar su cuerpo. Los culpables de torturarla en el centro clandestino El Olimpo están procesados por casos acreditados, entre ellos el de Cristina. Uno de ellos era el torturador llamado “Turco Julián” (el policía Julio Simón), que está en prisión. Yo pude hablar con Susana Carides e Isabel Cerrutti, sobrevivientes de ese campo. Ellas estuvieron presentes en un acto muy significativo que se hizo en Buenos Aires el jueves pasado, en la sede de la Liga por los Derechos del Hombre. También asistió Ariel, hermano del desaparecido uruguayo Helios Serra, cuyos restos también fueron identificados. De los nueve identificados por el equipo argentino, había sólo dos personas que no eran de esa nacionalidad, el uruguayo y Cristina.”
Pamela Araya, por su parte, expresa: “Pablo, Lilia y yo somos los que la conocimos. Mis otros primos son menores. Yo viví con Cristina. Eramos sus regalones, para nosotros era un ser muy especial. No tengo palabras para expresar lo que siento en estos momentos”. Calla y se vuelve a reunir con el colorido grupo de jóvenes, que a cada rato crece con nuevos amigos que se unen “al velorio”, como lo llamaron, sin rodeos.
Nueve verdades
En diciembre de 1978 la dictadura argentina cerró el centro clandestino de detención El Olimpo, “trasladando”, a los prisioneros, un eufemismo que indicaban que los prisioneros habían sido asesinados. Entre los represores más conocidos que operaron allí están el Turco Julián, jefe de los interrogadores y el chileno Mario Arancibia Clavel (recientemente liberado por la justicia argentina) que juntos dirigían las sesiones de tormento. El Equipo Argentino de Antropología Forense (Eaaf) y la Cámara Federal porteña – órgano judicial de la capital bonaerense – lograron establecer qué pasó con nueve de ellos. Sus cuerpos, encontrados en la costa atlántica, habían sido enterrados como NN en varios cementerios municipales. Los caídos que fueron identificados son: Cristina Magdalena Carreño Araya, Isidoro Oscar Peña, Nora Fátima Haiuk de Forlenza, Oscar Néstor Forlenza, Helios Serra (uruguayo), Jesús Pedro Peña, Santiago Villanueva María Cristina Pérez y Carlos Antonio Pacino.
Manuel Guerrero describe así el quehacer político de Cristina: “Iba de un lugar a otro trabajando, organizando, animando la acción, incentivando la creatividad de los jóvenes. Poseía una gran percepción de los problemas de la gente, sabía descubrir sus virtudes y desnudar sus defectos. Ante cada asunto respondía preguntando de tal forma que la propia persona descubriera la conclusión que ella deseaba subrayar. Era conocida en los diversos barrios e industrias del sector oriente de Santiago, lugar donde vivía desde largo tiempo, y aunque usaba nombres distintos, cada vez que se hablaba de ella salía a relucir el de Cristina.”
En su último recorrido por las calles de Santiago, Cristina, la militante que era capaz de “comprender a la gente”, pasará al mediodía por el costado de la Estación Mapocho antes de que el cortejo doble hacia el Cementerio General. Allí, justo a la entrada sur de la estación de metro Calicanto quizás – como hoy a las cinco de la tarde – estará el mismo grupo que vi, interpretando en vivo la cumbia “El Galeón Español”, con un vocalista de vistoso traje verde que bailaba empapado en sudor. Los curiosos iban de la cumbia a los puestos de ropa interior femenina amarilla para el año nuevo. Y así, a lo mejor, Cristina se va a ir con la risa prendida en los labios, tal y como la recuerda Manuel Guerrero.
De recuerdos, olvidos y deseos……. Blog personal de Manuel Guerrero Antequera
Fuente :manuelguerrero.blogspot.com 22/03/2006
Categoría : Prensa
MI PADRE: Una lágrima por Cristina
Enredada con la imagen del Choño afloró la de Cristina Carreño.
Había pasado mucho tiempo desde que nos conocíamos. Eran los tiempos en que estudiábamos en la enseñanza media. Por años nos encontramos y desencontramos siempre aunados por la actividad política. Con su rostro agraciado de mujer chilena, Cristina se distinguía por su risa que siempre la llevaba prendida a flor de labios. De estatura pequeña, temperamento reservado, parca en palabras, se encendía cuando su risa aparecía dejando al descubierto dos hileras de albos dientes. La recordé unida al Choño porque en diversas ocasiones me pareció ver la misma vitalidad en ambos, aunque proyectada de forma diversa.
¿Qué sería de Cristina, la chica Cristina como la llamábamos familiarmente? Había sido una alegría cuando después del golpe, en una de esas habituales citas clandestinas, nos encontramos y reímos por todo el trabajo que cada cual había hecho para memorizar los rasgos de la otra persona con la que se reuniría pronto. Con el mismo silencio y resolución de siempre Cristina desempeñaba ahora su labor revolucionaria bajo la tiranía de Pinochet. Iba de un lugar a otro trabajando, organizando, animando la acción, incentivando la creatividad de los jóvenes. Poseía una gran percepción de los problemas de la gente, sabía descubrir sus virtudes y desnudar sus defectos. Ante cada asunto respondía preguntando de tal forma que la propia persona descubriera la conclusión que ella deseaba subrayar. Era conocida en los diversos barrios e industrias del sector oriente de Santiago, lugar donde vivía desde largo tiempo, y aunque usaba nombres distintos, cada vez que se hablaba de ella salía a relucir el de Cristina.
Además de su vitalidad reconocía en ella un gran temple, una peculiar capacidad de sobreponerse a los tropiezos y vencer los temores que a todos por períodos nos asaltaban. Producto de los tiempos, tuvimos una desgraciada oportunidad de comprobarlo. Su padre, Alfonso Carreño, fue asesinado después de ser sometido a brutales torturas en la Academia de Guerra Aérea, la siniestra AGA. La familia recibió un ataúd sellado con lo que se quería impedir que vieran y denunciaran la masacre a que había sido sometido su ser querido. Cristina al enterarse se estremeció y tomó las precausiones necesarias que permitieran protegerla, a la vez que cumplir su papel de hija. Con su madre y hermana denunciaron este crimen atroz cometido con un comunista cabal, al que dieron sepultura no a escondidas, como deseaban los fascistas, sino a plena luz, reafirmando el cariño y admiración por quien murió peleando a la vez que el desprecio hacia los asesinos.
Tocada por el crimen de su padre, Cristina se abocó a las tareas del impulso de la solidaridad con los presos políticos y demás perseguidos por la dictadura. Trabajó con tesón, arduamente. Quería impedir que su mismo drama lo vivieran otros jóvenes y familias de Chile. Sabía de los lugares de detención, de los sistemas de visitas, de las necesidades de las familias, de las campañas de solidaridad que se efectuaban. En alguna ocasión hablamos de esta actividad febril recomendándole tomar tiempo para su descanso y recreación. Escuchaba, accedía, tomaba un respiro para de nuevo volver con más bríos a su acción cotidiana. Igualmente la acosábamos preguntándole por su novio, cuándo se casaría, diciéndole que debía dejar más tiempo para esta dimensión de su vida personal. Nunca arguyó en contrario pero seguía trabajando con la misma entrega y dedicación.
Jamás pensé en esos momentos, que años más tarde, ya encontrándome en el exilio, recibiría una noticia como un trueno:
– Cristina está desaparecida. Su madre ha denunciado que, al parecer, en Argentina o Uruguay la secuestraron después de haber viajado a Buenos Aires.
Leí una y otra vez la información. No había dudas, se trataba de la misma persona, la recordada y admirada Cristina, la de la risa alegre, silenciosa, hacedora de presentes y construcciones futuras.
¿En qué lugar se encuentra, qué han hecho con ella los matones de Pinochet que se dedican al contrabando de la muerte, intercambiando presos e informaciones con otros regímenes represivos bajo la segura dirección de la Central de Inteligencia Americana?
Escrutando en la memoria se me apareció su imagen, tenacidad, resistencia. Me alcanzó la ternura y la emoción. No se puede transformar en pan de cada día el parte de la muerte. Me niego a aceptar que mis camaradas y hermanos se encuentren sepultados en quizás que socavón, aletargándose en sus dolores, extraviados en los silencios, asfixiados en sus ansias de vida. Si muchas son las disgresiones que se hacen sobre lo que es el fascismo, válgame presentar como prueba sólo ésta: la de los seres humanos que los traga la noche, los succiona la muerte, los aniquila el dolor. Y entre ellos está Cristina, desaparecida entre los desaparecidos, perdida entre la geografía mentirosa de quienes carecen de Patria, sentimientos y amor.
Cristina Carreño es una joven que como todas las del mundo soñaba y tejía en su imaginación planes para el mañana. Su vida se extiende más allá de lo que piensan los adoradores de la muerte, es una flor que buscará oxígeno, alimentará nuevos sueños y entre ellos el más elemental, el del derecho a la vida, a la existencia.
Su recuerdo merece más que una lágrima, pero yo no me quedo con su dolor, que lo comparto. Me quedo con su risa y su vitalidad a toda prueba.
Cristina Carreño Araya "Chilena" "Graciela" Detenida-Desaparecida el 26/7/78
Fuente :desaparecidos.org
Categoría : Prensa
Tenía 33 años
Cristina nació el 3 de junio de 1945 en la oficina salitrera Pedro de Valdivia, Chile. Era baja, con un temperamento reservado, parca en palabras pero muy risueña. Venía de una familia comunista. Cristina vivía y militaba en el sector oriente de Santiago
Su padre, Alfonso Carreño, fue detenido junto con otros dirigentes comunistas por efectivos del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea, conducido a la Academia de Guerra Aérea el 8 de julio de 1974 y fue torturado hasta la muerte.
Cristina se fue del país. Estuvo en Hungría, y a principios de julio de 1978 se fue a Argentina en el marco de la Operación Retorno, del Partido Comunista Chileno.
El 24 de julio se presentó ante las oficinas del CEAS, repartición de la Iglesia Católica que trabajaba en coordinación con ACNUR, en la Capital Federal diciendo sentirse perseguida y solicitó el estatus de refugiada.
Fue secuestrada en Buenos Aires el 26 de julio y llevada al C.C.D. El Banco. La sobreviviente Susana Caride coincidió con ella allí: "A Cristina nunca la dejaron de torturar. De igual forma, en algunas ocasiones la vi reír con una hermosa y ancha sonrisa. Por momentos parecía estar trastornada, o bien se hacía la loca para no hablar durante los interrogatorios. Su cuerpo, que pude ver en las ocasiones en que nos dejaban ducharnos, presentaba grandes marcas de tortura".
En enero de 1979 Cristina fue trasladada al CCD El Olimpo.
Cristina fue asesinada y su cuerpo fue lanzado al mar junto con el de otros 11 detenidos y apareció en una playa de La Plata el año 2005.
“Las Garras del Cóndor” se estrena en el PCdV (homenaje)
Fuente :upla.cl sin fecha
Categoría : Prensa
“Las Garras del Cóndor: Las historias de Alfredo y Cristina” busca sentar un precedente en el tratamiento audiovisual de las historias de ejecutados y detenidos desaparecidos, focalizando la atención en sus vidas como personas, familiares, amigos y militantes.
La cinta, que ya fue pre estrenada en el ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio (CCDTyE) “Olimpo” en la ciudad de Buenos Aires, nació de una iniciativa conjunta entre estudiantes y docentes de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Playa Ancha, con el apoyo del Canal Universitario de TV Pública, UPLA TV y comenzó a tomar forma en marzo de 2013.
El trabajo audiovisual recoge los relatos de quienes fueron testigos de los últimos momentos de vida de Cristina Magdalena Carreño Araya, militante del Partido Comunista; y Alfredo Gabriel García Vega, miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR); el aporte de investigadores en la materia y las apreciaciones de los jueces encargados de las causas que se desprenden de este operativo internacional tanto en Chile como en Argentina.
Especial importancia adquiere que el documental fuera presentado, hace algunos días, ante los familiares directos de Cristina y Alfredo, en una reunión íntima cuya misión fue recibir comentarios y apreciaciones previas de lo que ha sido para ellos y ellas, los familiares, una huella imborrable en sus historias de vida.
El estreno oficial tendrá lugar en el Parque Cultural de Valparaíso el 17 de julio a las 19 horas, mientras que el 18 y en el mismo horario, se realizará una proyección abierta a todo el público.
DOCUMENTAL
“Las Garras del Cóndor” pone en valor, a través del testimonio de sus familiares, las vidas de Cristina Carreño Araya, militante del Partido Comunista; y Alfredo García Vega, miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
Ambos fueron jóvenes luchadores sociales víctimas del Plan Cóndor, operativo coordinado por las dictaduras militares del Cono Sur y que tuvo como objetivo perseguir a los disidentes por el continente en las décadas del `60 y `70. De este plan se desprenden acciones como la Operación Colombo, montaje comunicacional conjunto entre la DINA y medios de comunicación nacionales e internacionales creados para encubrir la desaparición forzada de 119 miembros del MIR en 1976.
Esta fue una de un conjunto de acciones orquestadas por las dictaduras militares latinoamericanas y que significó la ejecución, tortura o desaparición de miles de ciudadanos de distintas edades y nacionalidades, no solo de quienes ejercían una militancia sino que cualquier antecedente que fuese considerado “peligroso” por los uniformados.
LUCHADORES SOCIALES
Cristina Carreño: Fue militante comunista y primera víctima chilena de la Operación Cóndor, desapareció el 26 de julio de 1978 en Buenos Aires, Argentina. Sus restos fueron hallados en 2005 en las costas del río de La Plata junto a otros 9 cuerpos, los cuales fueron enterrados en una fosa común. Fue identificada en 2006 y repatriada el 2007.
Alfredo García: Fue militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, detenido en la mañana del 18 de enero de 1975 al frente de la Quinta Vergara en Viña del Mar. Desde ahí fue trasladado y torturado por agentes de la DINA en el Regimiento N° 2 “Maipo”, para posteriormente ser ubicado en Villa Grimaldi, Santiago, desde donde se le perdió el rastro hasta el día de hoy.
«A Cristina, nos la devolvió el mar, hermosa como una caracola nerudiana» (extracto)
Fuente :rebelion.org 10/01/2008
Categoría : Prensa
Palabras de Guillermo Teillier, Presidente del PC, al despedir a Cristina Carreño, detenida desaparecida.
Cristina Carreño Araya es la primera detenida desaparecida en el marco de la Operación Cóndor, la coordinación de los aparatos represivos de las dictaduras militares del Cono Sur. Fue dirigente del Regional Cordillera de las Juventudes Comunistas. En julio de 1978, a los 33 años, Cristina fue secuestrada en Buenos Aires por agentes de Pinochet. […]
Cristina Carreño Araya es la primera detenida desaparecida en el marco de la Operación Cóndor, la coordinación de los aparatos represivos de las dictaduras militares del Cono Sur. Fue dirigente del Regional Cordillera de las Juventudes Comunistas. En julio de 1978, a los 33 años, Cristina fue secuestrada en Buenos Aires por agentes de Pinochet. Estuvo detenida seis meses en el garaje «El Olimpo», donde fue brutalmente torturada, según todos los testimonios recogidos, seguramente por recomendación directa del gobierno chileno de entonces. Después, fue lanzada al mar pero sus restos fueron devueltos en La Plata y fue enterrada un par de veces en distintos lugares, mientras la familia la buscaba afanosamente. Recién el 2005 se supo de una fosa donde aparecieron restos de 11 detenidos desaparecidos y, tras los exámenes de rigor se logro saber que allí estaba ella. En el año 2006 la información fue corroborada científicamente.
Cristina Carreño Araya fue trasladada el domingo por la mañana desde la sede de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos hasta el memorial del detenido desaparecido y ejecutado político, en el Cementerio General de esta capital.
Miles de personas marcharon junto al pequeño féretro con esta nueva heroína de la historia chilena, una muchacha de 33 años que fuera secuestrada, torturada hasta la muerte y lanzada al mar en el marco de la Operación Cóndor en Argentina.
Sus compañeros, militantes y las direcciones del PC y la Jota la despidieron en el camposanto en palabras del Presidente del Partido Comunista de Chile, quien expresó:
«A nombre del Partido Comunista de Chile y de las Juventudes Comunistas de Chile venimos a rendir homenaje a una joven comunista, Cristina Carreño, que superó el miedo que imponía el terror de Estado, para contribuir con amor y entrega a la misma causa que tan dignamente abrazara su padre. Alfonso Carreño, asesinado por la dictadura en los subterráneos de la Academia de Guerra de la Fuerza aérea de chile en julio de 1974.
Cristiana, cuando conoció este hecho tan doloroso para su madre Elsa Araya, su familia y su Partido era miembro del Comité Central de las JJCC y del Comité Regional Cordillera y desde ese momento volcó toda su actividad a la solidaridad con los presos políticos, para que no sufrieran el mismo destino que su padre. No podía imaginar entonces que 4 años más tarde, en julio de 1978, sería secuestrada en Buenos Aires por la más siniestra organización internacional del crimen político, instalada y asesorada por los centros de inteligencia y de poder norteamericanos, con el concurso de sus dictadores predilectos: Alfredo Stroessner, de Paraguay y Augusto Pinochet, de Chile, a los que muy pronto se sumaron Jorge Rafael Videla en Argentina, Hugo Banzer en Bolivia y José María Bordaberry, a los que habían precedido los militares golpistas en Brasil. (extracto)
Identifican peritos forenses a nueve de 15 cadáveres hallados en 1978
Fuente : lajornada.com.mx 19/08/2007
Categoría : Prensa
Buenos Aires, 18 de agosto. El Equipo Argentino de Antropología Forense conjuntamente con la Cámara Federal de Buenos Aires identificaron a nueve de 15 cadáveres que permanecían como no identificados desde 1978, cuando fueron descubiertos en zonas cercanas a la costa atlántica del país, y constató que estas personas fueron víctimas de los "vuelos de la muerte" durante la pasada dictadura militar.
Todos ellos pasaron por el centro clandestino de detención El Olimpo, donde se hizo el anuncio con la presencia de familiares de las víctimas.
Los cuerpos, que estaban sepultados en cementerios municipales de poblaciones costeras, fueron identificados como Nora Fátima Haiuk de Forlenza, Oscar Néstor Forlenza, Jesús Pedro Peña, Isidoro Oscar Peña, CRISTINA MAGDALENA CARREÑO ARAYA (chilena), Santiago Villanueva, María Cristina Pérez y Carlos Antonio Pacino y Helios Serra (uruguayo), todos ellos en su momento reportados desaparecidos.
Los cadáveres aparecieron en la zona de las playas durante la segunda quincena de diciembre de 1978. Esos cuerpos fueron exhumados desde 1984, pero fue en fecha reciente cuando pudieron comenzar a trabajar los antropólogos forenses.
Tras identificar el cadáver de Jesús Pedro Peña, los investigadores siguieron el rastro hacia el Olimpo. Sobrevivientes de este centro de detención y tortura han dado cuenta de una serie de "traslados" de prisioneros en diciembre de 1978; en esos momentos se estaba cerrando el centro que a su vez había recibido detenidos desde otras instalaciones similares.
Ahora El Olimpo, un inmenso galpón gris donde se guardaban automóviles policiales, ha sido entregado a la sociedad civil argentina para establecer un centro de recuperación de la memoria histórica.
Como sucedió cuando se identificaron los cuerpos de las fundadoras de la organización humanitaria Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga (paraguaya) y Mari Ponce, y otras de las personas secuestradas y desaparecidas en el mismo operativo en la iglesia de Santa Cruz, el 8 de diciembre de 1977, como Angela Ahuad y la monja francesa Léonie Duquet, los antropólogos pudieron determinar no sólo los tormentos a que fueron sometidas las víctimas, sino cómo habían sido arrojados al mar.
La identificación de los cadáveres de prisioneros de El Olimpo también permitirá a la justicia avanzar sobre los casos de varios responsables de ese centro clandestino de detención y donde también se robaban niños nacidos en cautiverio.
También se espera que haya avances en el caso de chilena Cristina Carreño Araya, en la causa que llevan adelante abogados argentinos contra los responsables de la Operación Cóndor, la coordinadora criminal de las dictaduras del Cono Sur.
Esto cierra una búsqueda incansable para conocer el destino de algunos de los desaparecidos, pero durante el acto conmovedor en que se anunció la identificación de los cadáveres, familiares de las víctimas se comprometieron a seguir ayudando a encontrar la verdad sobre otros miles de secuestrados desaparecidos, que sólo en Argentina ascienden a 30 mil.
Dos perpetuas, otras cinco condenas y dos absoluciones en nuevo juicio por la dictadura ( EXTRACTO)
Fuente :clarin.com 5/12/2007
Categoría : Prensa
Fueron dictadas por los casos de 352 víctimas de los centros clandestinos Atlético, Banco y Olimpo.Siete represores de la dictadura fueron condenados hoy a penas que van de la prisión perpetua a los quince años de prisión y otros dos fueron absueltos con reprobación del público, en el tercer juicio oral realizado por los crímenes ocurridos en tres centros clandestinos de detención de la dictadura unificados por la sigla de sus nombres, Atlético, Banco y Olimpo (ABO).Las dos condenas a perpetua fueron dictadas en contra del ex policía federal Juan Carlos Chacra y el ex gendarme Juan Miguel Méndez, y las dos absoluciones beneficiaron a los ex policías Raimundo Izzi y Ricardo Valdivia. Estos dos últimos, que cumplían prisión preventiva, serán liberados en las próximas horas desde el Departamento Central de la Policía Federal. Izzi estaba detenido en Campo de Mayo y Valdivia tenía el beneficio de la prisión domiciliaria.
Los ex policías Eduardo Cruz, Carlos Lorenzatti y Gerardo Arráez, al igual que el ex agente del Servicio Penitenciario Federal (SPF) Horacio Marc, fueron condenados a cumplir 25 años de prisión, mientras que el ex militar Alfredo Feito recibió una pena de 15 años de cárcel. Como Feito ya había sido condenado por los crímenes ocurridos en el circuito ABO se le aplicó una pena única de 20 años de encarcelamiento.
En una sala de audiencias repleta de público, la principal que tienen los tribunales federales de la Avenida Comodoro Py, el veredicto fue leído por el presidente del Tribunal Oral en lo Criminal Federal 2 (TOCF2), Rodrigo Giménez Uriburu. Con algunas disidencias acompañaron la decisión los jueces Jorge Tassara y José Michilini. Los fundamentos de la sentencia serán dados a conocer el 8 de marzo próximo, según se anunció al final de la lectura. Los jueces calificaron los hechos juzgados como delitos de lesa humanidad.El juicio había comenzado en octubre del año pasado y por él desfilaron decenas de testigos que declararon sobre las 352 víctimas cuyos casos fueron juzgados en este caso y casi todas ellas desaparecidas. Como en algunos casos, los cuerpos aparecieron en la localidad balnearia bonaerense de San Clemente del Tuyú, el tribunal aplicó las dos perpetuas por el delito de homicidio, con alevosía, en 18 casos. Los fiscales Gabriela Sasti y Alejandro Alagia habían pedido prisión perpetua para cinco de los acusados.Las víctimas por las que fueron condenados a prisión perpetua Chacra y Méndez son Pablo Pavich, Guillermo Pagés Larraya, Roberto Alejando Zaldarriaga, Irma Niesich, Hugo Julián Luna, Jesús Pedro Peña, Helios Hermógenes Serra Silvera, Carlos Antonio Pacino, Mabel Verónica Maero, María Cristina Pérez, Isidoro Oscar Peña, CRISTINA MAGDALENA CARREÑO ARAYA , Abel Héctor Mateu Gallardo, Franklin Lucio Goizueta, Santiago Bernardo Villanueva, Juan Carlos Rugilo, Nora Fátima Haiuk y Oscar Néstor Forlenza. (EXTRACTO)