Fecha Detención : 01-01-1973
Lugar Detención : Santiago
Actividad Política : Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
Actividad : Secretaria
Estado Civil e Hijos : Soltera
Nacionalidad : chilena
Relatos de Los Hechos
Fuente :Su hermana
Categoría : Antecedentes del Caso
De Sonia mi hermana, puedo decir que desde sus primeros años, tuvo las mayores inquietudes por la justicia social, por el bien común y por un buen compartir con sus semejantes, aún cuando yo era mayor que ella puedo asegurar que fue una guia y apoyo para toda la familia.
Nacida en la ciudad de Santiago el 13 de Mayo de 1944, proviene de una familia modesta, esforzada, de trabajadores; que vivió siempre con la dignidad y la decencia que ha caracterizado a nuestro pueblo, realizo sus estudios primarios en el Colegio Hispano Chileno; destacándose como una alumna especialmente eficiente con sus obligaciones.
Posteriormente ingreso al Instituto Superior de Comercio lugar en el cual se recibio de secretaria de Contabilidad.
Ejercio su profesión en empresas privadas, lugares donde combatio fuertemente la politica de explotacion de los patrones.
A la fecha del golpe militar se encontraba trabajando en la secretaria del casino de Investigaciones hasta el momento de su detención el 5 de septiembre de 1974 por efectivos de la DINA, comandados por Osvaldo Romo Mena. Este hecho injurioso fue perpetrado en presencia de su madre, hermanas y pequeños sobrinos.
A la semana después se llevaron detenidos a su hermana Rosa y al novio de Sonia, Carlos. Los que estuvieron con ella en un recinto secreto de calle "Londres 38" y posteriormente en la prision de "Tres Alamos", siendo sometidos a fuertes presiones fisicas y sicologicas. Rosa y Carlos fueron dejados en libertad ese mismo año.
Al transcurrir el tiempo la madre de la afectada visita a una presa politica en la casa correccional quien le entregaria testimonio que Sonia fue sacada de "Cuatro Alamos" en septiembre del año 1974 por efectivos de la DINA.
A raiz de su detención se realizaron toda clase de esfuerzos y gestiones tendientes a saber de su destino, sin que la autoridades a quienes recurrimos nos dieran respuesta alguna y esto a pesar de los multiples testimonios llegados desde el extranjero y aportados por nosotros dentro del pais.
Para mi hermana Sonia, el arte en muchas de sus manifestaciones era su razon de vivir. Escribia poemas, pintaba, admiraba todas las manifestaciones de la naturaleza. Esto no le impidio, y tal vez, mas que eso, la impulso a vivir en funcion de su servicio a la humanidad y a la justicia social, por eso participo en todo lo que significaba levantar, dignificar al pueblo y además lograr de algun modo que ese pueblo viviera como seres humaños. Era militante del MIR; y en esta lucha fue detenida y tal vez vejada; torturada y humillada como muchos de los detenidos desaparecidos que entregaron su esfuerzo y generosidad, para lograr una vida digna, el imperio de la justicia y la fraternidad entre los hombres. Su detención por todo lo anterior se ha transformado en un drama de las muchas familias ya que nuestra madre no pudo resistir su ausencia y fallecio pronunciando su nombre y pidiendo que nunca abandonaran su busqueda.
Por este compromiso, y con la fe mas profunda, en que de alguna manera lograremos aclarar el misterio dramatico de su desapareicion, hemos seguido tocando las puertas y buscando en todos los rincones la respuesta a la que tenemos derecho como ciudadaños de un pais que por desgracia esta bajo la bota de una dictadura inclemente, que no ha reparado en atropellar todos los derechos de las familias chilenas, creando un clima que ni siquiera el poder judicial – tal vez deformado – no ha podido superar. Y al hablar de Poder Judicial no hemos querido abarcarlo en lo absoluto y por esto esperamos que frente a la conducta de algunos miembros de el, que nos dan alguna esperanza, queremos creer que algun día saldra el sol y que nunca mas se opacara nuestro cielo por la noche negra que ha ensombrecido a Chile por espacio de 13 años.
Sutil, filoso, antiépico
Fuente :revistasantiago.cl 5/10/2022
Categoría : Prensa
En Rostros de una desaparecida, Javier García Bustos reconstruye la historia de su tía Sonia Bustos Reyes, detenida desaparecida cuyo nombre apareció en el listado de la Operación Colombo. Por medio de recuerdos, testimonios, archivos, fotografías, entrevistas y visitas a lugares en que Sonia estuvo, el escritor intenta recomponer una biografía que no es individual, sino también de quienes la orbitaron, en un relato cuyo núcleo es la poesía.
Recuerdo lo que varios profesores me enseñaron sobre la Ilíada: el que nos hizo leer el canto XXIV en que Príamo besa las manos de Aquiles, el asesino de su hijo, rogando que le devuelva el cuerpo para darle sepultura; la que describió este poema como una rapsodia por su composición a varias manos —o voces, más bien— a través de la unión de fragmentos de diverso origen, y el que nos dijo que los abundantes listados de muertes, esos que a mucha gente le parecen tan lateros como el catálogo de las naves, están ahí porque Homero quiso honrar a cada difunto, explicándonos quién fue y el modo particular en que acabó su vida.
Esto recuerdo al leer Rostros de una desaparecida, el breve libro en que Javier García Bustos, periodista cultural y autor del poemario Último paseo (2008), reconstruye la historia de su tía. Sonia Bustos fue detenida en 1974, con solo 30 años, y formó parte de los 119 nombres utilizados en el montaje que fue la Operación Colombo. Antes de ser secuestrada, trabajaba como cajera en Investigaciones y formaba parte de una pequeña célula del MIR que creaba identificaciones falsas. Tenía una relación muy estrecha con su hermana Rosa —la madre del autor, detenida poco después y también torturada, pero puesta en libertad—, estaba a punto de casarse, era aficionada a la fotografía y “escribía poesía, [pero] los agentes de la DINA se llevaron sus cuadernos cuando la secuestraron. Los torturadores leyeron versos ajenos, pensaron en misteriosas claves secretas que nunca pudieron descifrar”.
Por medio de recuerdos, testimonios, archivos, fotografías, entrevistas y visitas a lugares en que Sonia estuvo, el escritor intenta recomponer “una biografía rota como la disposición de todos estos párrafos”, una biografía que no es individual, sino también de quienes la orbitaron: sus familiares, amistades, compañeros y pareja.
“No quería escribir este libro”, declaró García Bustos en un artículo publicado en The Clinic, y esta reticencia se deja ver cuando fantasea con “recibir una encomienda con una serie de cuadernos que contengan las memorias de mi tía. (…) Una especie de Mi lucha, del escritor noruego Karl Ove Knausgård (…). Páginas que, con su letra, me cuenten sus aventuras, caídas, anécdotas, viajes”. A partir de este anhelo, no solo de que su tía se haya salvado, sino también de que hubiese podido dejar un detallado torrente verbal autobiográfico como el de Knausgård, la escritura del libro busca compensar —entendiendo la falencia fundamental de la tarea— la ausencia de la palabra de Sonia y, sobre todo, de sus poemas desaparecidos, uno de los aspectos que más identifica a su sobrino con ella.
Hasta el día de hoy la familia conserva la cámara fotográfica de Sonia. Pero como si su desaparición hubiese quebrado también la lente de la máquina, el autor captura un retrato caleidoscópico de su tía y multiplica su rostro en esta rapsodia de narración personal, documentación y referencias literarias que se amplifican entre sí.
Es por eso que la poesía es el núcleo de este libro. “La relación ‘poesía chilena y desaparición de mi tía’ la hice una vez en el frontis del Museo de Arte Contemporáneo (MAC), donde exhibieron el documental Señales de ruta, de Tevo Díaz, sobre el poeta Juan Luis Martínez”. Pero además de “La desaparición de una familia”, el poema de Martínez a partir del que se titula ese documental, en este libro también resuenan el Canto a su amor desaparecido de Raúl Zurita, el epígrafe de Nicanor Parra —“De aparecer apareció / pero en una lista de desaparecidos”— y dos poemas de García Bustos que evocan las voces de su madre y Osvaldo Romo, quien torturó a Sonia y a Rosa.
A propósito de su madre, el autor menciona que, a pesar de haber sobrevivido, ella jamás le contó sobre su detención, de modo que, al igual que con Sonia, tuvo que reconstruir esa parte del relato por medio de archivos. Pero lo que Rosa sí le contó es “que muchos años después de la desaparición seguía viendo el rostro de Sonia en otras personas. Los rasgos de un ser querido moldeados en la multitud. La veía y desaparecía. La veía y desaparecía”.
Hasta el día de hoy la familia conserva la cámara fotográfica de Sonia. Pero como si su desaparición hubiese quebrado también la lente de la máquina, el autor captura un retrato caleidoscópico de su tía y multiplica su rostro en esta rapsodia de narración personal, documentación y referencias literarias que se amplifican entre sí, en un poema antiépico y libre de morbo, tan sutil como filoso, que intenta recobrar una vida, una voz, un cuerpo que acabó —probablemente— en el fondo del mar.
Fotografía de portada: retrato de Sonia Bustos Reyes en la Casa Memoria José Domingo Cañas. Cortesía de Javier García Bustos.
“Rostros de una desaparecida”, (LIBRO) el relato sobre una detención en dictadura
Fuente :adnradio.cl 8/6/2022
Categoría : Prensa
El periodista chileno Javier Bustos hizo una investigación en torno a su tía Sonia Bustos. “El caso forma parte de la Operación Colombo”, comentó Pancho Mouat en “Entrelíneas”.
En el Ciudadano ADN tuvimos una nueva edición de Entrelíneas, en donde Francisco “Pancho” Mouat nos habló sobre “Rostros de una desaparecida”, del periodista Javier Bustos.
La protagonista de esta historia es la tía del autor: Sonia De Las Mercedes Bustos Reyes. Solía trabajar en la PDI y desapareció en el año 1974, durante la época de dictadura.“Ella estaba vinculada al MIR, era una colaboradora. Y en su calidad de miembro de la PDI, formaba parte de un grupo que ayudaba a falsificar documentos de identidad”, relató el columnista del Ciudadano ADN.
En esa misma línea Mouat, comentó que el trabajo de Javier Bustos “es tan lindo y tan triste al mismo tiempo”.
“Cuando uno habla de 1200 detenidos en Chile y se refiere a ello en forma de número, es muy difícil conectarse con el fondo de lo que estamos hablando y de la tragedia que ello importa”, añadió.
El ADN de “Rostros de una desaparecida”
De acuerdo al representante de Librería Lolita, el autor de este libro nació en Santiago, en 1977. Es decir, tres años después de la desaparición de su tía Sonia.
“Todo lo que él va construyendo de esta hermana de su mamá, lo va haciendo a partir de relatos, de fotografías, de recuerdos de infancia. De esa abuela suya que se quedó esperándola… Hasta que finalmente el año 84 murió sin haber nunca podido tener nunca una pista, una seña”, expresó.
“El caso de Sonia Bustos forma parte de esa tragedia que significó la Operación Colombo, ese montaje de 119 detenidos desaparecidos. A través de diarios como El Mercurio y La Segunda, se armó un montaje en donde se señaló que había sido el propio MIR quienes los habían asesinado”, agregó el periodista.A lo anterior, Mouat añadió que “esos 119 sujetos que en un diario eran 60 más 59 en otro diario, eran exactamente los recursos de amparo de 119 detenidos”.
Anef inaugura memorial que recuerda a sus víctimas
Fuente :anef.cl 9/09/2014
Categoría : Prensa
La Presidenta Michelle Bachelet junto a otras autoridades y dirigentes de organizaciones de derechos humanos, inauguraron unl recordatorio que está a la entrada de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (Anef), inmortalizando 380 nombres de sus afiliados caídos en dictadura.
En el marco de la conmemoración de los 41 años del golpe de Estado de 1973, la Anef inauguró el recordatorio de homenaje a los empleados públicos víctimas de la dictadura.
El memorial tiene los nombres de los 380 detenidos desaparecidos y ejecutados políticos plasmados en placas de bronce, empleados públicos de diversos sectores, quienes según lo informado por el Ministerio del Interior fueron víctimas del régimen dictatorial.
En la ocasión, asistió la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, quien señaló que “no se puede construir una comunidad sólida sin hacernos cargo de la violencia que fracturó nuestra sociedad y acabó con la vida de personas maravillosas, como las que hoy reciben nuestro homenaje”, señaló la Mandataria, en su discurso.
Con este memorial cerramos una deuda de la Anef con los trabajadores del Estado –agregó Bachelet. “Necesitamos que esa justicia sea pronto y necesitamos, para que ello sea posible, que quienes tienen información relevante, sean civiles o militares, la entreguen”, e instó a la Justicia a trabajar por encontrar la verdad.
El presidente de la Anef, Raúl de la Puente, recordó que su organización “fue uno de los sectores más golpeados durante este oscuro periodo”.
El dirigente también recordó la lucha de algunos de los homenajeados, como la de Jorge Peña Hen, Reinalda Pereira, Carlos Prats y el padre de la presidenta, Alberto Bachelet.
A la ceremonia asistieron las representantes de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Lorena Pizarro, y de Ejecutados Políticos, Alicia Lira; junto a la ministra del Trabajo, Javiera Blanco; la ministra de Minería, Aurora Williams; la presidenta de la CUT, Bárbara Figueroa; el subsecretario del Trabajo, Francisco Díaz; Joan Jara, viuda de Víctor Jara; los parlamentarios Tucapel Jiménez, Maya Fernández, Lautaro Carmona, Hugo Gutiérrez y Claudio Arriagada; además de dirigentes sociales y sindicales.
Detrás de un libro: La historia de una detenida desaparecida
Fuente :theclinic.cl 2/6/2022
Categoría : Prensa
Esta semana llega a librerías "Rostros de una desaparecida". Su protagonista es Sonia Bustos, funcionaria de Investigaciones, integrante del MIR, quien tenía 30 años cuando fue detenida y desaparecida en septiembre de 1974 por agentes de la DINA. Yo soy su sobrino y autor de este libro donde narro su vida y las huellas de una familia tras su partida. En este texto para The Clinic cuento cómo fue escarbar en el pasado, en una memoria que se une con la historia de Chile.
No quería escribir este libro. No sabía cómo armarlo, no sabía qué había detrás de una página nueva, mucho menos sabía cómo terminarlo. Incluso lo presenté en algunas editoriales antes de comenzar a escribirlo. Esto sucedió unos años antes del inicio de la pandemia. Presentaba una docena de páginas y narraba una intención, un deseo. Una historia que yo construiría, que sabía que existía, que es parte de mi familia, que me rondaba la cabeza, pero cómo escribir un libro tan ajeno y a la vez tan personal. En 2017 comencé a juntar fragmentos, crónicas de otros, restos del pasado, fallos judiciales, la historia de un Chile dividido, imágenes, frases sueltas y luego sumé entrevistas, más papeles, visité algunos archivos, recintos como ex centros de detención, hablé con mi mamá en profundidad y conocí más a la protagonista de este libro: Sonia Bustos, mi tía, detenida y desaparecida desde el jueves 5 de septiembre de 1974, a quien nunca conocí.
Lo primero que tuve de este libro fue el epígrafe de Nicanor Parra. “De aparecer apareció / pero en una lista de desaparecidos”. Era la única certeza. Lo único verdadero. Luego, me di cuenta de que mi tía había sido parte de muchas listas. Entonces, Sonia se transformaría en mi fantasma, en mi compañera de ruta, en mi segunda voz entre páginas en blanco, en la guía para escribir su propia historia. La desaparecida sin tumba. La mujer que sigue en una lista inamovible como parte de las 1.210 personas detenidas y desaparecidas durante la dictadura cívico-militar liderada por Pinochet.
Sonia trabajaba en el casino de Investigaciones, tenía 30 años, y ese día de comienzos de septiembre del 74 fue detenida y secuestrada por agentes de la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional) desde la casa familiar ubicada en calle Catedral, a pasos de la Quinta Normal y de donde ahora se encuentra el Museo de la Memoria. Nadie de la familia sabía que Sonia era miembro del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) hasta que desapareció. Esa casa familiar arrendada, en calle Catedral 3119, también desapareció. Fue demolida hace algunos años y reemplazada por un edificio.
Olga busca a su hija
A mi madre, Rosa Bustos, carabineros y agentes de la DINA, encabezados por Osvaldo Romo, la fueron a buscar cuatro días después que se llevaron a mi tía Sonia. El lunes 9 de septiembre de 1974, mi madre salió a la fuerza de esa casa de calle Catedral 3119. La trasladaron en una camioneta al recinto de Londres 38. Allí estuvo detenida con su hermana Sonia. Ambas recibieron varias golpizas. Las dos fueron torturadas con corriente eléctrica. Sonia y Rosa se vieron por última vez en el centro de detención Cuatro Álamos. Mi mamá estuvo detenida dos semanas.
Su vida cambió para siempre tras esos días en prisión. Sin embargo, mi madre continuó trabajando en la Tesorería durante 36 años y junto a su madre, mi abuela Olga, se dedicaron a la búsqueda de Sonia. Integraron la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y visitaron postas, morgues, cementerios, embajadas, comisarías, tribunales e interpusieron una serie de recurso de amparo, como también dejaron su testimonio y participaron de la Vicaría de la Solidaridad. Mi abuela Olga murió diez años después de la desaparición de mi tía, en agosto de 1984. Mi abuela murió buscando a su hija.
Este libro podría haberse llamado La desaparición de una familia, como el poema de Juan Luis Martínez. Ese texto que como dijera alguna vez Armando Uribe es un poema sobre los detenidos desaparecidos.Mi abuela Olga, al darse cuenta de que la justicia era sinónimo de impunidad, se refugió en la religión, en un Dios que se colmó de preguntas. Hacía mandas e iba a la iglesia. Después le hizo mandas a la Virgen en nombre de Sonia y tuvo una especie de circuito de oración por varios recintos. Mi madre me cuenta que terminó asistiendo, en sus años finales, donde una vidente del barrio Yungay. Mi abuela Olga tenía cáncer, sabía que moriría, pero quería dar con el paradero de su hija. Esta historia, la de la vidente, no está escrita en el libro Rostros de una desaparecida. Es el dolor más grande y yo no hallé las palabras para apuntar el deseo mayor: que mi abuela volviera a encontrarse con Sonia.
La prensa, los 119 y la incertidumbre
Mi tía fue parte de la lista de los 119, de la llamada Operación Colombo. Un montaje macabro orquestado entre la DINA y la prensa nacional. Ocurrió en julio de 1975 cuando los diarios El Mercurio, La Tercera, La Segunda y Las Últimas Noticias reprodujeron en sus páginas información falsa. Acompañaban las notas dos listas, una de sesenta detenidos, la otra de cincuenta y nueve, la mayoría miembros del MIR, que señalaba que estas personas habían muerto por pugnas internas en países como Argentina, Colombia y México.
Sonia Bustos apareció en la lista del diario El Mercurio, el 23 de julio de 1975. El titular de la nota que citaba a la agencia UPI decía “Identificados 60 miristas asesinados”, con el epígrafe: “Ejecutados por sus propios camaradas”. Sonia había vivido en Catedral 3119, una cifra que repitió en su cabeza, ella y la familia -todos juntos como un mantra del horror-, mucho antes de ser parte de esas listas entregadas por la DINA.
El fallo judicial sobre Sonia, firmado por el juez Mario Carroza, habla de esta gran mentira, de ese antecedente de las fake news, como también nombra autores del “delito de secuestro calificado” a Manuel Contreras y Marcelo Moren Brito. Además, nombra culpables a tres coautores: Ciro Torré Sáez, teniente coronel de Carabineros; Orlando Manzo Durán, oficial de Gendarmería; y César Manriquez Bravo, general del Ejército, quienes cumplen condena en Punta Peuco.
Sin embargo, ellos eran parte de la cúpula de esta red de exterminio, daban las órdenes y eran los responsables de los recintos de centros de detención. Pero ¿Quiénes actuaron directamente en la desaparición de Sonia? ¿Cuándo y cómo dejó de existir? ¿Dónde está su cuerpo? Los fallos judiciales no son concluyentes. No señalan quién o quiénes son los responsables directos en la desaparición de Sonia ni menos dicen dónde están sus restos. ¿La desaparecida sin tumba dejó de existir a los 30 años?
Mi madre, como mi abuela, escuchaban a diario la radio Cooperativa y veían las noticias de la televisión. Por la mañana, por la noche. Siempre esperando un “Extra noticioso”, un “Último minuto”, algo que diera paso a una pista, una señal sobre Sonia. Con los años entendí que era evidente el origen de mi vocación y la elección profesional. Estudié Periodismo de tanto escuchar las noticias. Mi madre hoy sigue sintonizando la radio Cooperativa.
Este libro Rostros de una desaparecida no está dedicado. Antes que eso, encontré un segundo epígrafe que está junto al de Nicanor Parra. Es de una escritora polaca que creo le hubiese gustado a mi tía, Olga Tokarczuk. La frase dice “Durante mucho tiempo nadie advirtió mi desaparición”. Ya con el segundo epígrafe avanzamos en la escritura de este libro que nunca terminará de escribirse, que yo no quería escribir, que espero nunca termine de escribirse.
Operación Colombo: Condenan a ex agentes de la DINA por secuestro de Sonia Bustos
Fuente :elclarin.cl, Agosto 5, 2017
Categoría : Prensa
El ministro en visita extra ordinaria para causas por violaciones a los derechos humanos de la Corte de Apelaciones de Santiago, Mario Carroza, condenó a tres exintegrantes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), por su responsabilidad en el delito de secuestro calificado de la funcionaria de la Policía de Investigaciones Sonia Bustos Reyes, detenida el 5 de septiembre de 1974, en Santiago, y una de las 119 víctimas de la denominada “Operación Colombo”.
En el fallo, el ministro Carroza condenó a los agentes César Manríquez Bravo, Ciro Torré Sáez y Orlando Manzo Durán a penas de 7 años de presidio, en calidad de autores del delito.
En la etapa de investigación, el ministro en visita logró establecer la siguiente secuencia de hechos:
“a. El régimen militar en los años 1973 a 1977, crea por Decreto Ley N°521 de 1974 una policía secreta, con el nombre de Dirección de Inteligencia Nacional, designando director de ésta a Juan Manuel Guillermo Contreras Sepúlveda, entidad que ya funcionaba de facto antes de esa fecha, con facultades para detener, extraer información mediante apremios y torturas, y confinar personas en sus centros operativos durante el estado de excepción; Que ella era una estructura organizada, jerarquizada, con medios propios, recintos de detención clandestinos, etc., a cargo de un Director General, quien ejercía el mando nacional y al cual se encontraban supeditados todos sus miembros.
b. Encargada de las Operaciones de la DINA en la Región Metropolitana estaba la Brigada de Inteligencia Metropolitana, BIM, a cargo de un alto oficial de Ejército, César Manríquez Bravo, y quien contaba con una plana mayor que lo asesoraba en labores de inteligencia. De este jefe dependían las Brigadas, CAUPOLICÁN, a cargo de Luis Marcelo Manuel Moren Brito, y PURÉN, a cargo de otro alto oficial de ejército, con objetivos de trabajo diversos, y que se organizaban cupularmente en torno a un Oficial al mando (BIM), quien establecía las directrices, objetivos y prioridades del trabajo, siendo secundado también por una plana mayor, compuesta por oficiales que le prestaban asesoría y que se encargaban del funcionamiento de los cuarteles. Este nivel de estructura, como toda organización jerarquizada, mantuvo el contacto y los canales de información con sus superiores, a quienes daba cuenta de su trabajo. Las operaciones de las Brigadas eran desarrolladas por Agrupaciones o equipos de trabajo, compuestos por miembros del Ejército, Carabineros y de la Policía de Investigaciones de Chile, quienes utilizaban los recintos o centros de detención donde cumplían sus labores.
c. Que el cuartel OLLAGÜE ubicado en calle José Domingo Cañas 1367 de la Comuna de Ñuñoa, correspondía a una casa habitación cuyas dependencias una vez a cargo de la DINA, fueron adaptadas como oficinas con el objeto de ser utilizadas por las agrupaciones operativas, otras para la reclusión de detenidos y una de ellas como sala de torturas, incluso mencionándose por algunos testigos la existencia de un lugar denominado como “El Hoyo” en el cual se mantenía a prisioneros en su interior privados de iluminación y de ventilación. Principió sus operaciones una vez que se dispuso el cierre del cuartel Londres 38, es decir a fines de agosto o principios del mes de septiembre de 1974, extendiéndose hasta el mes de diciembre de 1974, una vez habilitado el Cuartel de Villa Grimaldi, razón por la que se le atribuye naturaleza de espacio de transición.
d. Cuatro Álamos, por su parte, corresponde a un recinto emplazado al interior de otro denominado Tres Álamos, cuya dirección y administración correspondía a la DINA, y cuyo personal estaba conformado por agentes de distintas ramas de las fuerzas armadas que cumplían labores de custodia y cuidado de los prisioneros. Su régimen, cual recinto clandestino, era estricto y prácticamente sin posibilidad de visitas, aunque se le reconoce como un lugar de recuperación física de los detenidos. Su época de funcionamiento abarca entre los meses de abril de 1974 a diciembre de 1977, para de esta manera cumplir con su objetivo cual era mantener prisioneros provenientes de otros centros de detención clandestinos y que eran ingresados por agentes de las Brigadas Operativas y también retirados con el propósito de someterlos a sesiones de interrogatorio o tortura, sin que se supiera muchas veces el destino de éstos.
e. SONIA DE LAS MERCEDES BUSTOS REYES, de 30 años de edad a la fecha de los hechos, empleada de la Policía de Investigaciones de Chile que cumplía funciones en el casino de la institución, militante demócrata cristiana vinculada al Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, fue detenida el día 5 de septiembre de 1974 en su domicilio de calle Catedral 3119 piso 1° de la Comuna de Santiago, en horas de la madrugada mientras se encontraba acostada, en presencia de su madre y hermanas, por un grupo de sujetos que señalaron pertenecer al Servicio de Inteligencia Militar, pero que correspondían a efectivos de la Brigada Caupolicán de la DINA, y que la subieron a un vehículo que los esperaba en la vía pública, sin que existiera orden emanada de autoridad legítima y competente que la justificase, trasladándola a un lugar hasta ese minuto desconocido.
f. Que ella fue vista por otros detenidos, entre ellos su hermana, quienes pudieron recuperar su libertad, en el centro de detención de calle José Domingo Cañas N°1367 de la comuna de La Reina, conocido como “Ollagüe” a cargo del Oficial de Carabineros Ciro Torre Sáez, y en el Campo de Prisioneros Cuatro Álamos, cuyo jefe era el oficial de gendarmería Orlando Manzo Durán, lugar éste último desde donde se le ve por última vez en el mes de octubre de 1974, tras anunciar a otras detenidas que sería dejada en libertad, sin que a la fecha se tengan noticias de su paradero.
g. Que existen antecedentes proporcionados por testigos acerca de las torturas y malos tratos a los que eran sometidos los detenidos por el personal de la DINA, a cuyo cargo se encontraban, entre otros, estos dos recintos y desde donde operaban, en el caso de José Domingo Cañas, Brigadas Operativas estructuradas jerárquicamente. Por esta razón, es dable pensar que la víctima mientras permaneció detenida recibió igual trato consistente en mantenerla con la vista vendada, muchas veces atada de pies y manos, en deficientes condiciones higiénicas, y sometida a apremios físicos y psicológicos.
h. Que el nombre de SONIA DEL CARMEN BUSTOS REYES apareció en la lista de los 119 militantes que de acuerdo a publicaciones de prensa aparecidas en el extranjero (Argentina y Brasil) replicadas en nuestro país por el diario La Segunda, supuestamente fallecieron a consecuencia de enfrentamientos, sin que la veracidad del hecho pudiera ser corroborada, toda vez que pudo determinarse, no solo en esta investigación sino en otras llevadas por otras víctimas, que ello correspondió a maniobras de desinformación efectuadas por agentes de la DINA en el exterior y que fueron tomadas con ese propósito en el país”.
En el aspecto civil, el fallo condena al fisco a pagar la suma de $40.000.000 (cuarenta millones de pesos) a cada una de las tres hermanas de la víctima.
Corte eleva penas a agentes de la DINA por secuestro de exfuncionaria de Investigaciones
Fuente :elclarin.cl, Mayo 25, 2018
Categoría : Prensa
La Corte de Santiago elevó la condena a tres agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) por su responsabilidad en el secuestro calificado de la funcionaria de la Policía de Investigaciones Sonia Bustos Reyes, detenida el 5 de septiembre de 1974, en Santiago, y una de las 119 víctimas de la denominada "Operación Colombo".
En fallo unánime (rol 1.741-2017), la Séptima Sala del tribunal de alzada –integrada por los ministros Omar Astudillo, Christian Alfaro y el abogado (I) Jorge Norambuena- elevó de 7 a 10 años de presidio la sanción para los agentes César Manríquez Bravo, Ciro Torré Sáez y Orlando Manzo Durán.
El tribunal de alzada confirmó la responsabilidad de los tres altos mandos de la DINA por su responsabilidad en el delito.
"Que esta Corte comparte los fundamentos antes indicados y por eso, no se adentrará en cada uno de estos temas, toda vez que se trata de una sentencia de segunda instancia y no de primera o única instancia. Sin perjuicio de lo anterior, se debe relevar el hecho de que los acusados representaban altos mandos en la época del ilícito, desempeñándose como Comandante del Centro Cuatro Álamos, Jefe del recinto Ollagüe y Comandante de la Brigada de Inteligencia Metropolitana, por lo que tienen una responsabilidad mayor en el delito que se sanciona, en el cual el paradero de la víctima no se ha podido aun determinar, a la cual señalan no recordar ni reconocer, y han negado su participación en los hechos, por lo que esta Corte estima que la pena asigna da debe ser mayor, dentro del rango que permite la ley, a la que determina el fallo de primer grado, la que se fijará en la parte resolutiva", dice el fallo.
Sin embargo, la Sala estimó que se debe elevar la penal al rechazar la aplicación de la media prescripción: "En relación con la media denominada media prescripción estatuida en el artículo 103 del Código Penal, se debe tener presente que tanto esta como la causal de extinción de responsabilidad penal, se fundan en un mismo presupuesto, esto es, el transcurso del tiempo, siendo así que la improcedencia para acoger la prescripción total en esta clase de delitos también alcanza a la prescripción gradual, ya que como consecuencia de acoger lo que prescribe el ordenamiento penal humanitario internacional, procede, en consecuencia, rechazar la mentada institución de la prescripción gradual que descansa sobre un supuesto similar. Por último, y como se ha fallado en forma reiterada, el artículo 103 del Código Penal no sólo está contemplado en el mismo título que la prescripción, sino que se desarrolla luego de aquélla, y como ambos institutos se fundan en el transcurso del tiempo como elemento justificante para su aplicación, la improcedencia de aplicar la prescripción total, como es el caso de delitos de Lesa Humanidad, debe alcanzar necesariamente a la parcial, pues no se advierte razón para reconocer al tiempo el efecto de reducir la sanción, debido a que ambas situaciones se fundamentan en el mismo elemento que es rechazado por el ordenamiento penal humanitario internacional, de manera que ninguna resulta procedente en ilícitos como en el de la especie".
En el aspecto civil, se confirmó la sentencia que condenó al Fisco a pagar la suma de $ 40.000.000 (cuarenta millones de pesos) a cada una de las 3 hermanas de la víctima.
La investigación del ministro Mario Carroza estableció que:
SONIA DE LAS MERCEDES BUSTOS REYES, de 30 años de edad a la fecha de los hechos, empleada de la Policía de Investigaciones de Chile que cumplía funciones en el casino de la institución, militante demócrata cristiana vinculada al Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, fue detenida el día 5 de septiembre de 1974 en su domicilio de calle Catedral 3119 piso 1° de la Comuna de Santiago, en horas de la madrugada mientras se encontraba acostada, en presencia de su madre y hermanas, por un grupo de sujetos que señalaron pertenecer al Servicio de Inteligencia Militar, pero que correspondían a efectivos de la Brigada Caupolicán de la DINA, y que la subieron a un vehículo que los esperaba en la vía pública, sin que existiera orden emanada de autoridad legítima y competente que la justificase, trasladándola a un lugar hasta ese minuto desconocido.
Que ella fue vista por otros detenidos, entre ellos su hermana, quienes pudieron recuperar su libertad, en el centro de detención de calle José Domingo Cañas N°1367 de la comuna de La Reina, conocido como "Ollagüe" a cargo del Oficial de Carabineros Ciro Torre Sáez, y en el Campo de Prisioneros Cuatro Álamos, cuyo jefe era el oficial de gendarmería Orlando Manzo Durán, lugar éste último desde donde se le ve por última vez en el mes de octubre de 1974, tras anunciar a otras detenidas que sería dejada en libertad, sin que a la fecha se tengan noticias de su paradero.
Que existen antecedentes proporcionados por testigos acerca de las torturas y malos tratos a los que eran sometidos los detenidos por el personal de la DINA, a cuyo cargo se encontraban, entre otros, estos dos recintos y desde donde operaban, en el caso de José Domingo Cañas, Brigadas Operativas estructuradas jerárquicamente. Por esta razón, es dable pensar que la víctima mientras permaneció detenida recibió igual trato consistente en mantenerla con la vista vendada, muchas veces atada de pies y manos, en deficientes condiciones higiénicas, y sometida a apremios físicos y psicológicos.
Que el nombre de SONIA DEL CARMEN BUSTOS REYES apareció en la lista de los 119 militantes que de acuerdo a publicaciones de prensa aparecidas en el extranjero (Argentina y Brasil) replicadas en nuestro país por el diario La Segunda, supuestamente fallecieron a consecuencia de enfrentamientos, sin que la veracidad del hecho pudiera ser corroborada, toda vez que pudo determinarse, no solo en esta investigación sino en otras llevadas por otras víctimas, que ello correspondió a maniobras de desinformación efectuadas por agentes de la DINA en el exterior y que fueron tomadas con ese propósito en el país.
SONIA DE LAS MERCEDES BUSTOS REYES
Fuente :archivochile.com sin fecha
Categoría : Prensa
Sonia de las Mercedes Bustos Reyes, soltera, funcionaria de Investigaciones, acusada de tener vinculaciones con el MIR- fue detenida el 5 de septiembre de 1974, a las 03:00 de la madrugada, en presencia de su madre y hermanas, en su domicilio, por tres agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), acompañados por dos carabineros de uniforme, y movilizados en una camioneta Chevrolet color amarillo. Fue llevada a Londres 38 y a la casa de calle José Domingo Cañas -ambos recintos secretos de detención y tortura de la DINA- y a Cuatro Alamos, desde donde desapareció. Ese día, a las tres de la mañana, cuando la familia se encontraba durmiendo, los aprehensores, fuertemente armados, ingresaron al domicilio, identificándose como pertenecientes al Servicio de Inteligencia Militar (SIM). Preguntaron por Sonia Bustos porque la necesitaban para llevarla a un interrogatorio al Cuartel de Investigaciones. La víctima estaba acostada y debió vestirse frente a los agentes, quienes se negaron a dejarla sola. Posteriormente, procedieron a allanar minuciosamente la casa. Incluso, uno de los civiles se introdujo revólver en mano en la pieza de Blanca Rosa Bustos -hermana de la afectada, quien se encontraba durmiendo con su hijo menor- procediendo a registrarle todas sus pertenencias. Al cabo de una hora, los agentes se retiraron llevándose consigo a Sonia de las Mercedes. En ningún momento exhibieron orden alguna, a pesar de habérseles pedido.Cinco días después, fue detenido Carlos Gutiérrez Serey -novio de la víctima- por agentes que también se identificaron como pertenecientes al SIM. Según lo relató la hermana de éste, Carlos Gutiérrez estuvo junto con Sonia en un recinto que no pudo precisar. No obstante encontrarse con la vista vendada, escuchó la voz de ella, tomándose ambos de la mano. El testigo no declaró en el Tribunal por encontrarse fuera del país.
El 9 de septiembre de 1974, a la 01:00 de la madrugada, fue detenida la hermana de la afectada, Blanca Rosa Bustos Reyes, por 4 civiles y dos carabineros. Entre los civiles iba el agente Osvaldo Romo Mena, más conocido como el "Guatón Romo". Tal como lo relató la declarante, los agentes le dijeron que la llevarían a ver a su hermana. La subieron a una camioneta blanca, tipo ranchera, patente EF-73 de Los Andes, en el piso de la parte posterior llevaban detenido a Carlos Gutiérrez Serey, custodiado por un agente. Les vendaron la vista. En el trayecto los detuvo una patrulla, a la que el chofer del vehículo dio una clave. Llegaron a Londres 38, en donde la testigo y Carlos Gutiérrez fueron introducidos en una pieza en la que había hombres y mujeres acostados en el suelo y con la vista vendada. Después, los llevaron a otra pieza, en la que había sillas como un círculo. Ahí se encontraba Sonia Bustos. La declarante se sentó junto a su hermana y conversó con ella. Pudo constatar que estaba helada. Transcurridas varias horas, y ya de noche, un agente las fue a buscar, diciéndoles "las hermanitas del diablo se van de aquí". Las condujeron entonces hasta el mesón de la entrada y de ahí las trasladaron a una camioneta grande en donde iban dos carabineros. Blanca Rosa Bustos señaló que en Londres 38 estaba Marcia Alejandra Merino, "La Flaca Alejandra", a quien sacaban para ir a detener personas. Sonia y Blanca Rosa Bustos fueron llevadas a "Cuatro Alamos", en donde se las ubicó en piezas distintas. Según Blanca Rosa en este lugar, entre otras, había una señora que se llamaba Valeska, además de Arturo Barría Araneda (actualmente detenido- desaparecido) y Muriel Dockendorf (también detenida- desaparecida), la que estaba muy torturada. A la mañana siguiente, la testigo se encontró con Sonia en el baño y ella le contó que la habían torturado y le entregó una llave de su closet que andaba trayendo para que le guardara sus cosas puesto que creía que iba a estar mucho tiempo detenida. Después, las dos hermanas fueron llevadas de vuelta a Londres 38. En este recinto, Blanca Rosa fue interrogada por Osvaldo Romo, el que la abofeteó, exigiéndole que le dijera todo sobre su hermana y quiénes iban a su casa. La chantajeaba y le aseguraba que Sonia Bustos "sufriría más si ella no hablaba". Posteriormente, ambas fueron devueltas a "Cuatro Alamos". Al noveno día de su detención, Blanca Rosa quedó en libertad, dejándole a Sonia un chalón y un chaleco para que se abrigara. En la camioneta en que la trasladaron iba Carlos Gutiérrez y unos jóvenes del Liceo Lastarria. Un agente les dijo "ahora los vamos a ir a matar… vamos para Arica".
Sara Astica Cisternas, actriz, fue detenida el 6 de septiembre de 1974, junto a su familia, por cuatro agentes de la DINA. Fue trasladada al recinto secreto de calle José Domingo Cañas. En este lugar escuchó a un guardia preguntarle a una detenida por unos casquillos de bala y por su identidad. Ella se identificó como Sonia Bustos Reyes y dijo que los casquillos los había recogido el 11 de septiembre como recuerdo. También se encontraba allí, Mónica Llanca Iturra (detenida-desaparecida) y Teobaldo Tello Garrido (detenido-desaparecido). Mientras permaneció en este recinto, Sara Astica fue interrogada y torturada en varias oportunidades. En una ocasión lo fue por Osvaldo Romo Mena y una joven a quien él llamaba "Alejandra". Durante esas sesiones, la testigo recibió golpes en los oídos (teléfono) y puntapiés en distintas partes del cuerpo. El 8 de septiembre de 1974, Sara Astica fue trasladada a Cuatro Alamos. Junto a ella iban Mónica Llanca y Gloria Laso, entre otros. En la tarde de ese día, llegó Sonia Bustos, la que fue ingresada a la misma habitación de la declarante. La afectada le dijo que Osvaldo Romo le había mandado a decir que a su esposo (Marcelo Gaete) y a sus hijos "les estaban dando como tarro", cosa que en la realidad no era efectiva. Poco antes de que Sara Astica fuera llevada a Tres Alamos, Sonia Bustos le dijo que estaba muy preocupada porque también habían detenido a su hermana Blanca Rosa y que ésta se encontraba en Cuatro Alamos. También le comentó que prontamente se iba a casar. Carlos Sergio Ruiz Aranzaes, funcionario de Investigaciones, fue detenido el 6 de septiembre de 1974 en su lugar de trabajo por agentes de la DINA. Fue llevado a la casa de la calle José Domingo Cañas, en donde se encontró con su amiga Sonia Bustos. El testigo fue interrogado por Osvaldo Romo Mena en relación Teobaldo Tello Garrido y a la afectada, siendo sometido a todo tipo de maltratos físicos y torturas sicológicas. Posteriormente, el declarante fue llevado a distintos recintos, quedando en libertad, después de más de dos años. Valeska Contreras Alvarez, detenida el 13 de agosto de 1974, entre otros recintos, estuvo recluida en la casa de José Domingo Cañas, en donde estuvo con Teobaldo Tello. Posteriormente, el 1° de septiembre del mismo año, se la condujo a Cuatro Alamos, en donde permaneció hasta el 2 de diciembre del mismo año. Durante el mes de octubre de 1974, compartió la celda N°4 con Amelia Bruhn Fernández, Muriel Dockendorf y Sonia Bustos, todas ellas permanecen en calidad de detenidas-desaparecidas. En relación a la afectada, estuvieron juntas por dos semanas. A mediados de octubre de 1974, Sonia Bustos dejó la pieza y comentó que salía en libertad. Se llevó todas sus pertenencias, a partir de ese momento no la volvió a ver más. La detención de la víctima se produjo a raíz de una redada que la DINA realizó en el Servicio de Investigaciones y que se tradujo en varias detenciones. Entre los detenidos se contó a Carlos Sergio Ruiz Aranzaes, Teobaldo Antonio Tello Garrido, Mónica Llanca Iturra y la afectada. De los nombrados, los tres últimos permanecen en calidad de detenidos-desaparecidos. En julio de 1975, el nombre de la afectada apareció en la lista de 119 chilenos que presuntivamente habían muerto en enfrentamientos en el extranjero. Sonia Bustos fue incluida en la nómina publicada por el semanario "Lea" de Buenos Aires, el que apareció por única vez, sin director responsable ni pie de imprenta. La veracidad del hecho jamás pudo ser comprobada; más aún, ningún Gobierno, ni siquiera el chileno, lo ratificó oficialmente. Los 119 nombres correspondían a personas que en esos meses habían sido detenidas por los servicios de seguridad y en especial por la DINA, encontrándose todas desaparecidas.