Fecha Detención : 19-05-1977
Lugar Detención : Argentina
Actividad Política : Partido Comunista (PC)
Actividad : Estudiante Universitaria
Estado Civil e Hijos : Casada, embarazada
Nacionalidad : chilena
Oscar Lautaro Hueravilo Saavedra
Relatos de Los Hechos
Fuente :Informe Rettig
Categoría : Antecedentes del Caso
El 19 de mayo de 1977 fue detenido junto a su cónyuge Oscar Lautaro HUERAVILO SAAVEDRA, de 23 años, empleado, sin militancia conocida, jóven chileno radicado en Buenos Aires, casado con una nacional argentina, Mirta Mónica ALONSO, embarazada de seis meses. Ese niño nació en cautiverio, siendo recuperado por su abuela.
El matrimonio desapareció, víctimas de violación de sus derechos humanos, en el cuadro de la situación ya dicha, sin que existan elementos que indiquen la participación de agentes chilenos en los hechos.
Nacer en un lugar en el que todos morían
Fuente :anccom.sociales.uba.ar, 06/06/2019
Categoría : Prensa
Emiliano Huaravilo, primer niño nacido en la maternidad clandestina que funcionó en la Esma, regresó al lugar donde los separaron de su madre, en el marco de “La visita de las cinco”, que organiza mensualmente el sitio de memoria.
No es fácil definir qué es más impactante: si la historia que se proyecta y se narra en las paredes del hoy Museo Sitio de Memoria ESMA -ex Casino de Oficiales de la Armada- o la historia misma de esas paredes, que perciben hasta el día de la fecha marcas, golpes y rasguños de las 5.000 personas que estuvieron allí detenidas-desaparecidas durante la última dictadura cívico-militar argentina. De entre las víctimas, Oscar Lautaro Hueravilo y Mirta Mónica Alonso Blanco dieron origen a un caso paradigmático. Ambos secuestrados la madrugada del 19 de mayo de 1977 son los padres de Emiliano Lautaro Hueravilo, el primer hijo de la ESMA, que 42 años después volvió a adentrarse en aquellas paredes para conducir una nueva recorrida por sus recovecos.
Usualmente, cualquier mención a la ESMA contrae significaciones que remiten a la muerte. El pasado sábado la directora del Museo, Alejandra Naftal, lo describió como “lugar en el que se puede comprobar que en la última dictadura militar se llevó a cabo un plan de exterminio, un genocidio, un plan sistemático de represión, tortura y muerte”. Siempre se asocia el lugar con la masacre, porque incluso era desde allí donde despegaban aquellos vuelos de la muerte, cuyo trágico final era el Río de la Plata. No obstante, el tercer piso del Casino fue también un lugar que dio vida, ya que funcionó como una maternidad clandestina. En este contexto, en una habitación de no más de tres metros cuadrados, nació Emiliano Lautaro Hueravilo, hijo de Oscar Hueravilo y Mirta Alonso, quien dio a luz engrillada y asistida por dos secuestradas más.
Todavía restan algunos minutos para las cinco de la tarde pero la fachada del Museo ya está repleta, con más de 200 personas que entre charlas y mates aguardan el comienzo de la visita. El último sábado de cada mes, el Museo Sitio de Memoria ESMA organiza una recorrida abierta en compañía de algún invitado especial. En cuanto Emiliano Hueravilo toma el micrófono y comienza a dilucidar su historia, el clima de fin de semana soleado se apaga. Las respiraciones, cada vez más tensas, acompañan al sentimiento de Emiliano que, con ojos vidriados, recuerda a su madre, a su padre y por sobre todo a su abuela, Eliana Saavedra.
El caso de Emiliano se puede catalogar como el inicio de un plan sistemático de robo de niños y niñas, mencionaba Naftal durante la apertura de la recorrida, no sin recordar también que al día de hoy son muchos los niños -ya adultos- que todavía no han recuperado su identidad. Emiliano nació el 11 de agosto de 1977 (según documentos de la dictadura) y pasó los primeros veintidós días en compañía de su mamá. Nada se supo sobre el paradero de la criatura hasta cuatro meses después cuando, por alguna razón que también se desconoce, fue abandonado en el Hospital de Niños de la Ciudad de Buenos Aires, la antigua Casa Cuna, y allí recuperado por sus abuelos.
Al hablar sobre sus padres, Emiliano lo hace en tiempo presente. “Mis viejos ´son´militantes”, expone al inicio de la recorrida. Al día de hoy, Oscar Hueravilo y Mirta Alonso continúan desaparecidos. De su madre menciona que tuvo la astucia en cuanto nació de hacerle una marca en la oreja izquierda, que lo acompaña hasta el día de hoy. “Era para reconocerme. Tenía la convicción de buscarme cuando saliera”, interpreta Emiliano. Pero jamás sucedió.
Un video en la entrada del Museo recuerda a su abuela, fallecida el pasado 17 de abril, y produce la primera caída masiva de lágrimas del público. “Este predio dice muchísimas cosas”, termina Hueravilo. “Hubo 30 mil, fue genocidio, hubo terrorismo de Estado” y los aplausos comenzaron a tronar.
Hoy Emiliano es médico, fundador de la agrupación HIJOS, director de Derechos Humanos de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) y padre de tres hijos. Lara, su hija mayor, lo acompañó el sábado durante la recorrida, así como también varios de sus compañeros del hospital, sus colegas de ATE e incluso sobrevivientes de la dictadura que habían estado secuestrados junto a sus padres. Es la segunda vez que vuelve al lugar en el que nació. La primera, en 2004, durante la recuperación de la ESMA, que hoy está postulado como Patrimonio de la Memoria de Unesco.
Otro de los protagonistas de la visita fue Osvaldo Barros, quien estuvo detenido y obligado a realizar trabajos forzosos desde enero de 1979 hasta febrero de 1980. Durante la recorrida por la planta baja, el altillo, “La Pecera”, “Capucha” y “Capuchita” fue describiendo vivencias y anécdotas que al día de hoy mantiene intactas en la memoria. “Este es el primer lugar donde los secuestrados veníamos a parar. Bajamos esa escalera, esos 10 escalones son inolvidables, los conté varias veces” mencionó al inicio de su alocución en El Sótano. Allí se encontraba también “La Huevera”, la sala de tortura, cuyo nombre recibe porque estaba recubierta con maples de cartón para aislar el sonido de los gritos. En el pasillo que conducía hacia los cuartos de “interrogatorio” un cartel se extendía de lado a lado. Su inscripción: “Avenida de la felicidad”.
“Todos tuvimos una etapa de capucha, grilletes, golpes y tortura”, recuerda Carlos Muñoz, otro sobreviviente y hoy trabajador del Espacio Memoria y Derechos Humanos. El valor de la identidad, actualmente característico de la lucha por las búsquedas y las restituciones, recibía otra connotación en aquel entonces. “A partir de que ingresabas acá perdías hasta tu identidad mínima”, menciona. Él fue el número 4261 y según afirma, hoy tiene la misión de darle voz a quienes no pudieron salir con vida.
La recorrida estuvo signada también por el deseo de justicia y la remitencia a los juicios. Los protagonistas insistieron en la importancia de acudir a las audiencias y presionar en las causas. Hoy, a varios de los condenados se les concedió el beneficio de la prisión domiciliaria y algunos, incluso, fueron puestos en libertad, como el caso de “Pantera” Ferrari, menciona Osvaldo Barros. También estuvo presente la exigencia de preservación del lugar, que además es prueba judicial, pero también preservación de la memoria y la identidad.
Tres horas después, la visita terminó en El Dorado, salón signado por una muestra visual sobre los condenados, al grito de “como a los nazis, les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”. La misma canción había sido entonada tan solo un día antes, en la marcha por la masacre de Monte que tuvo lugar en La Plata. Por última vez en el día, los aplausos volvieron a tronar.
Repudio de Hijos nacidos en cautiverio en la ESMA por fiestas de fin de año en el edificio
Fuente :agenciaparalalibertad.org, 17 de diciembre, 2018
Categoría : Prensa
“Hacemos responsables a las autoridades estatales encabezadas por Mauricio Macri como Jefe de Estado y Claudio Avruj como Secretario de Derechos Humanos, quienes son responsables de todo lo que allí ocurre. Tanto en esta gestión como en la anterior, hemos repudiado este tipo de eventos festivos en un sitio que para nosotros es sagrado. En ese sentido, llamo a la reflexión a la conducción de la agrupación Verde y Blanca de ATE Capital y a su máximo responsable político, Daniel Catalano. Hay muchísimos lugares donde se puede festejar el fin de año, eligieron el menos indicado por tratarse de un sitio emblemático para la memoria de nuestras compañeras y compañeros detenidos desaparecidos, quienes nacimos y perdimos a nuestra mamá y papá, y a quienes hoy en día deben tener como referencia ese sitio que debe recordarnos no sólo las cosas horribles que allí ocurrieron, sino que la causa de la muerte de esas personas fue un compromiso solidario para crear un país distinto. Decimos con la misma convicción de siempre; 30000 compañeras y compañeros detenidos presentes, ahora y siempre. No olvidamos, no perdonamos, no reconciliamos. Cárcel común, perpetua y efectiva para los genocidas militares y sus cómplices civiles, empresariales y eclesiásticos”
Los casos de Mirta Mónica Alonso Blanco de Hueravilo, Oscar Lautaro Hueravilo y Emilio Lautaro Hueravilo
Los dos militaban en el Partido Comunista. Fueron privados ilegalmente de la libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 19 de mayo de 1977. A ella la secuestraron en el sepelio del abuelo de Oscar, en la Ciudad de Buenos Aires. Ella tenía 23 años de edad y estaba embarazada de seis meses. A Oscar lo secuestraron de madrugada en su domicilio. Ambos fueron llevados a la ESMA, donde permanecieron en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida, y donde nació el hijo de ambos, el 11 de agosto de 1977. Mirta lo marcó en una oreja con una aguja caliente para facilitar que pudiera ser reconocido y le colocó una tirita en la muñeca, que decía “Lautaro”. El parto fue presenciado por Nilda Orazi (266). El niño fue hallado por su abuela en un orfanato de la Ciudad de Buenos Aires, a los cuatro meses de vida.
A Oscar lo apodaban “Carlos”. Fue trasladado en un vuelo de la muerte antes del nacimiento de su hijo y Mirta unos días después. A ella la llamaban “Mónica”. Ambos siguen desaparecidos.
Los Hueravilo: trágica historia de una familia exiliada
Fuente :historico.elpais.com.co, 09 de septiembre de 2003
Categoría : Prensa
Oscar Hueravilo, un chileno de descendencia mapuche, llegó a Argentina huyendo de la persecución pol¡tica a finales de la década del 50, pero no encontró respiro: su hijo y su nuera están desaparecidos desde 1977, y el reencuentro con su nieto, nacido en cautiverioen la ESMA, fue digno de una novela.
A poco de cumplirse los 30 años del golpe más sangriento de la historia de su país, Hueravilo sigue convencido de que la sociedad se puede cambiar para que sea más justa. De piel cetrina, ojos oscuros, rostro de pómulos salientes y arrugas profundas y manos curtidas por su trabajo de albañil y pintor, recuerda ante la AFP los pasajes más trágicos de la historia familiar.
Su relato ratifica que el exilio y la intolerancia en los países sudamericanos es una constante de la última mitad del siglo pasado, aunque en los 70 cobraría una dimensión inédita con el llamado "Plan Cóndor" de coordinación represiva entre las dictaduras de Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y Paraguay.
"Llegué a Buenos Aires a los 22 años huyendo del régimen del general Carlos Ibáñez del Campo con un grupo de varios centenares de perseguidos politicos en 1958. Todos en mi familia eran militantes comunistas. La idea era regresar, pero hice amigos, me gustaban las costumbres y decid¡ quedarme", contó.
Al poco tiempo vino su mujer y su hijo Oscar Lautaro, que tenía por entonces siete años. Hueravilo y su mujer siguieron militando en el partido Comunista argentino, esperanzados tras el triunfo del Salvador Allende e indignados por el alzamiento del general Augusto Pinochet en 1973.
Pero dos años y medio después el horror estallaría en Argentina, con el golpe de Estado de marzo de 1976, trágico escenario de su secuestro.
"Esa semana hizo un fr¡o terrible. El 19 de mayo de 1977 mi hijo llegó a su departamento del barrio de Palermo tarde porque había estado en el velatorio del abuelo de su mujer Mirta Mónica Alonso. No se dio cuenta, pero la zona estaba rodeada por militares y apenas abrió la puerta lo empujaron adentro y comenzaron a buscar armas.
"Se lo llevaron y luego un grupo de civil fue al velatorio en dos coches Ford Falcon preguntando por mi nuera. Como le dijeron que su esposo había sido asaltado y estaba herido, la mujer no dudó en acompañarlos", relató.
Oscar Lautaro ten¡a 22 años, era estudiante y dirigente de la Juventud Comunista. Mirta Mónica ten¡a 23, era docente, pertenecía al mismo partido y estaba embarazada de seis meses. Ambos fueron secuestrados en una operación de la Marina de la que participó el tristemente célebre Alfredo Astiz y fueron llevados a la Escuela de Mecánica de la Armada, según Hueravilo.
"Tuvimos mucha suerte de recuperar a nuestro nieto. Mi señora hacía el trabajo doméstico en la casa de un matrimonio joven y la patrona era sobrina de un coronel del Ejército. Un d¡a mi esposa se arrodilló frente a la mujer y llorando le pidió que averiguara qué hab¡a pasado con su familia. Al poco tiempo, la mujer le dice que el niño iba a aparecer. Y as¡ sucedió el 13 de diciembre de 1977.
"Ese día los ex compañeros de trabajo de mi hijo esucharon por radio que habían dejado abandonado un bebé en el Hospital de Niños de Buenos Aires. Que el niño estaba bien alimentado, que ten¡a una bolsita con ropa limpia y que en una de sus muñecas tenìa un papelito con el nombre Emiliano Lautaro Hueravilo Alonso.
"Nos fuimos directamente al hospital y le mostramos a las autoridades nuestros documentos. Pero no nos dejaron verlo. Recién dos dìas después nos lo entregaron. Lloraba y pataleaba mucho.
Emiliano relata que "tuve la suerte de ser recuperado y que me contaran la verdad desde muy chico. Poco a poco pude reconstruir mi historia y para ello viajé en 2001 a España para encontrarme con Nilda Orazi, una militante montonera que fue liberada en 1978 y había estado con mi mamá en la ESMA. Esta mujer la asistió en el parto. No pod¡a creer que estaba viendo a ese bebé que había nacido en una situación tan desesperante.
"Por ella supe que mi madre me amamantó durante 22 días y luego la trasladaron, lo que era sinónimo de fusilamiento. Me dijo que era una muchacha muy joven, que estaba muy fortalecida y pensaba en poder salir.
También que por las dudas me había hecho una marca con una aguja en el o¡do izquierdo para poder reconocerme porque estaba segura que volvería a verme", dijo el muchacho.
A los 17 años Emiliano volvió a descubrir sus raíces en Chile y viajó para visitar a sus tíos y primos, en la población San Miguel.
Familiares recuerdan a Oscar Hueravilo y Mirta Alonso a 43 años de su desaparición
Fuente :ctabuenosaires.org.ar, 19 MAYO, 2020
Categoría : Prensa
Mediante una emotiva carta redactada por sus nietas, la familia recordó a Oscar Hueravilo y Mirta Alonso, ¡PRESENTES!. También dedicaron sentidas palabras a la memoria de su bisabuela, Eliana Saavedra de Hueravilo, ¡PRESENTE!, Madre de Plaza de Mayo, a poco más de un año de su fallecimiento. Oscar Hueravilo, su esposo, junto a su hijo Emiliano, primer nieto nacido en cautiverio recuperado de la ESMA, y sus nietas, siguen luchando por la Memoria, Verdad y Justicia de nuestrxs 30 mil compañeras y compañeros detenidos desaparecidos PRESENTES. AHORA Y SIEMPRE
LA CARTA
Hoy a 43 años de la desaparición forzada de Oscar Lautaro Hueravilo y Mirta Mónica Alonso por parte del último golpe estado cívico-militar, queremos recordarlos.
En las luchas se los recuerda como militantes comprometidos con sus ideales por cambiar el funcionamiento del sistema y convertirlo en uno mejor.
Pero en este día, también queremos resaltar todo lo que nos quitaron al forzar su desaparición y todo lo que nos dejaron.
A pesar de que se llevaron la oportunidad de que nosotres como familia podamos disfrutar de momentos, de cumpleaños, de aniversarios, de luchas en conjunto. Nos dejaron herramientas para decidir cómo podemos y cómo queremos ver el mundo.
Nos dejaron un historial de luchas que nosotres nos las apropiamos para hacerlas nuestras.
Pero hoy en esta fecha en que siempre intentamos revindicar la lucha, nos falta el mayor pilar de esta historia. Estamos un poco más conmocionades que de costumbre.
Nos falta Eliana, madre de Oscar, lo que nosotres- especialmente yo- llamábamos nuestra luz.
Eliana Saavedra de Hueravilo, falleció el día 17 de abril del 2019, de grande sin saber dónde están los restos de su hijo y su nuera.
Disfrutando de la infancia y adultez de tres generaciones.
Primero de su hijo, luego de su nieto y de sus tres bisnietas.
Pero aun así, nos queda el sabor amargo de que ella no viera a todos los responsables del último golpe en cárceles comunes con cadenas perpetuas y efectivas.
Sin embargo, nos gusta creer en que pudo llegar a ese esperado abrazo con su hijo y su nuera.
Eliana se fue pero su luz esta en nosotres y tenemos que seguir nuestros caminos, luchando o no, pero juntes.
Relato de Eliana Saavedra de Hueravilo
Fuente :pagina12.com.ar sin fecha
Categoría : Mensaje
Eliana Saavedra de Hueravilo, su abuela paterna, militante del PC como su marido, una mujer menuda y resistente que trabajó toda la vida de mucama, inició las largas peregrinaciones ante juzgados, se hizo experta en los pedidos de hábeas corpus y hasta llegó a apelar a la retórica sentimental “de madre a madre” para conmover a prelados, militares y esposas de militares supuestamente formados en la devoción cristiana. Nilda Tenembaum acompañaría a Eliana en los reclamos legales y, a la larga, se sumaría a los festejos de los cumpleaños de Emiliano que su abuelo define como “burgueses” porque “un pariente gourmet nos trae de todo y porque mi nieto es más popular que Boca”. El 20 de agosto de 1977 un edicto, publicado en el diario La Prensa denuncia el abandono de “una criatura de una semana de vida de sexo masculino vestido con un conjunto celeste, una mantilla y una frazada reducida que como seña particular presentaba en la oreja derecha una pequeña perforación en el lóbulo, que entre la frazada que cubría el bebé había un papel rectangular de 20 cm de largo por siete de ancho escrito con estilográfica azul con los siguientes datos: Nombre: Emiliano Lautaro Hueravilo: peso 3kg, largo 46 cm. Nació a las 19 hs. Parto normal con episiotomía. Bebé deprimido, cordón enroscado, vacunación ninguna, alimentación S26”.
El 25 de agosto Emiliano Lautaro fue entregado por la Casa Cuna a un ama externa que recibió $ 50.000 de entonces por cuidarlo hasta el 14 de diciembre en que fue recuperado. “La primera vez que vi una foto de mi nieto –cuenta Eliana Hueravilo– me puse a llorar, era igualito a mi hijo a esa edad. Me hicieron presentar en el hospital a las ocho de la mañana. Apenas estuve unos minutos con la señora que tenía a Emiliano en brazos. Pero me pareció muy afectuosa. Me contó con paciencia cómo era mi nieto, qué costumbres tenía para el sueño, que ya estaba comiendo zapallo. Meses después me la volví a encontrar en el hospital adonde yo fui a hacer revisar a Emiliano. Estaba con otro chico a su cargo. Le dije qué había pasado con los padres de mi nieto y dónde había nacido él. Se quería morir. A ella no le decían de dónde venían los bebés que cuidaba.”
Eliana Hueravilo piensa que tiene que hacer caso de los pálpitos y que el ama era una buena mujer, encariñada con los chicos aunque cuidándolos se ganara unos pesos.
Nilda Tenembaum aprovechó su aspecto de bella rubia bien criada y con fantasías filantrópicas para ofrecerse como voluntaria en la Casa Cuna, allí averiguó que Emiliano había ocupado un lugar en la cama 31 de la sala 3 pero nada más. Los Hueravilo, contentos con la recuperación de su nieto y con la cautela propia de una larga experiencia en la militancia clandestina, pensaron que 1977 no era el tiempo de “menear el asunto”.
El diccionario dice que restituir es dar a alguien lo que tenía antes de quitárselo, volver a poner algo en el estado que antes tenía ¿Se puede restituir, es decir volver a su estado primitivo una situación que incluía la apropiación mentirosa y una identidad de ficción establecida con el fondo del suplicio de los padres biológicos? ¿Hay restitución cuando, como atestiguó la doctora Tenembaum, hubo que pelear por la inscripción de nacimiento y probar la filiación del joven? Emiliano Lautaro no fue restituido, sino abandonado por sus captores. ¿Debido a un empobrecimiento azaroso del mercado de adoptantes en el campo de las fuerzas armadas y sus relaciones? ¿Porque su piel morena lo devaluaba ante una demanda que privilegiaba a los trofeos de guerra de piel blanca? ¿Por la gestión de un cura empeñado en sostener la figurita de la caridad aún en un infierno de nonfiction? ¿Por una interna? ¿O fue un plan previsor, una coartada como la que ahora Aggeo pretende armar?
Lo que es seguro es que los indicios enviados por Mirta Alonso desde los interiores de su prisión fueron decisivos: como otras mujeres que parieron en cautiverio, dijo el nombre de su hijo al compañero o a la compañera cercanos, el que habían planeado “afuera” convirtiéndolo en una pista para sus familiares. Y luego le hizo esa muesca en la oreja, a la manera de una firma o un tatuaje, con que la que nunca aparecería le dejaba algo “para siempre” y garantizaba, aquí sí cabe la palabra, la restitución.
EL CASO DE EMILIANO LAUTARO HUERAVILO, NACIDO EN CAUTIVERIO, RECUPERADO POR SUS ABUELOS La excepción sólo podría confirmar la regla
Fuente :pagina12.com.ar sin fecha
Categoría : Prensa
¿Restitución? Miguel Arce Aggeo, abogado de Emilio Massera, utilizó con soltura la palabra sin signos de interrogación para referirse al caso de Emiliano Lautaro Hueravilo –un joven nacido en la ESMA, hijo de Mirta Alonso y de Oscar Lautaro Hueravilo– que sus abuelos recuperaron un 14 de diciembre, hace 21 años, y que el abogado pretende presentar como prueba de que la apropiación de menores de desaparecidos no fue un plan sistemático y sustancial a la política de las fuerza armadas durante la represión. Arce Aggeo considera, al parecer, que contrariamente a lo que sostiene el lugar común, la excepción no confirma la regla, fantaseando en cambio que para muestra basta un botón. Es decir que la recuperación de Emiliano por los abuelos paternos y maternos, quienes lo reclamaron a través de una larga lucha, relativizaría los 200 casos restantes denunciados por Abuelas de Plaza de Mayo y donde los menores permanecen en manos de sus apropiadores o sus amigos.
Emiliano Lautaro trabaja de enfermero en un hospital de La Plata y tiene como apodo “Pilón” porque sus compañeros de la agrupación H.I.J.O.S. observaron que al igual que el personaje de Popeye suele devorarse sandwiches de dos pisos. Ultimo retoño de una genealogía paterna de militantes de izquierda que comienza con su abuelo Oscar Eusebio y su abuela Eliana Saavedra, sabe que éste es, como todos los anteriores, el momento de permanecer sereno. Sin embargo, no puede evitar subir la voz para declarar: “Cómo puede utilizar mi caso cuando él conoce las lista de los marinos y de los amigos de los marinos, de los militares y de los amigos de los militares que utilizaron a los niños como botín de guerra y las casas adonde se encuentran. Entonces ¿cómo puede excusarse en que yo fui restituido. Yo no fui restituido por las fuerzas armadas. Yo fui recuperado por la lucha de la gente de derechos humanos, y por la abogada y mis abuelos. No, no tengo fantasía de venganza personal, pero eso sí, a Massera quiero verlo entre rejas y no protegido en su casa, porque es increíble que le den cinco años a quien se roba un peso y a él que mató a 30.000 personas se lo mantenga en el calor de su hogar”.
Nilda Tenembaum, abogada de la UMA en el momento de la desaparición de Oscar y Mirta, integrante de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre que representó a los abuelos de Emiliano en su búsqueda y en la de sus padres tiene otra versión igualmente dura: “Un edicto publicado en el diario La Prensa nos enteró de que había una causa caratulada ‘NN sobre abandono de persona’, formulada por el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción Nº 1, Secretaría Nº 3, a cargo de María Servini de Cubría en donde se denunciaba que Emiliano Lautaro había aparecido en las escaleras de la Casa Cuna. Era un procedimiento habitual en aquellos años, inculpar a los desaparecidos por supuesto abandono de sus hijos. Por eso a mí me preocupó lo que decía el abogado de Massera. No lo restituyeron. ¿Acaso lo devolvieron en la ESMA? Sin perjuicio que lo diga Pedrocini, el abogado de Abuelas que es uno de los que interviene en el asunto, restitución no es. Lo que hubo es un plan sistemático de apropiación pero no un plan sistemático de devolución. Nosotros hicimos pedidos de hábeas corpus por los padres y otro por ‘personas por nacer’ y con el nombre y apellido. Y los hábeas corpus venían con la contestación de que Emiliano no estaba en ningún establecimiento. Incluso ni la Casa Cuna en su momento contestó. Y no era muy difícil decir a los organismos de derechos humanos ‘acá está el niño’. Por otra parte, la carátula del expediente de la causa que se tramitó ante el juzgado de Servini de Cubría la publica el juzgado y no la marina ¿Cómo pueden restituir a alguien que dicen que no saben que existe?”.
Historia de Pilón
–Gallega ¿por qué no te vas, tenés que cuidarme al bebé –”jorobaba”, según su propia expresión, Oscar Eusebio Hueravilo mientras tocaba la panza de su nuera Mirta Alonso. El hecho de estar en un velorio no atemperaba el buen humor de este albañil extrovertido, chileno de origen y militante del PC desde que estaba del otro lado de la cordillera: en agosto iba a nacer el nieto cuyo nombre había sido fruto de peleadas aunque amables “internas” pero que, en últimas instancia, era un homenaje a dos bravos Emiliano y Lautaro. Pero Mirta, un bonita morocha de 23 años, de pelo lacio y partido al medio como el de muchas muchachas que luego poblarían trágicamente los avisos recordatorios de este diario, no quería moverse de al lado del féretro de su abuelo. Era el 19 de mayo de 1977 y “hacía mucho frío”, insisten los sobrevivientes con esa memoria detallista con que se registran los hechos funestos.
Su marido Oscar Lautaro se retiró a eso de las doce y media de la noche cuando cedió al cansancio: trabajaba como administrativo en la empresa Peñaflor, empezaba sus estudios de abogacía, militaba en el PC. Diez minutos después dos automóviles Falcon se detuvieron en la puerta de esa casa ubicada en el barrio de Palermo. Unos hombres que se identificaron como policías preguntaron por Mirta. Su marido, decían, había sufrido un asalto y la había mandado a buscar. Aterrada, Mirta subió a uno de los automóviles. Su padre, que tenía un almacén ahí nomás, en la esquina, preguntó “¿por qué no me llevan a mí?”. Entonces uno de los hombres respondió “porque a vos no te necesitamos”. Oscar Lautaro fue “levantado” en su casa de Fitz Roy y Paraguay mediante el habitual operativo desproporcionado con hombres apostados en las terrazas y múltiples armas largas, paradójicamente a media cuadra de la filial de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre que Mirta, también militante del PC, había contribuido a crear. No atinó a ponerse el saco que había tirado sobre la mesa con su documento de identidad en un bolsillo. Ni él ni Mirta volvieron a aparecer. Emiliano Lautaro Hueravilo nació en la ESMA adonde los cuidados del parto consistían en mantener a la parturienta con los ojos vendados y las manos atadas. “De mi madre sé que me tuvo al lado suyo durante 22 días, que me amamantó y que me hizo una marca en la oreja para reconocerme cuando saliera”.
Baldosas por la Memoria
Fuente :memoriapalermo.org.ar 16/3/2013
Categoría : Prensa
Militantes populares detenidos desaparecidos por el Terrorismo de Estado el 19 de mayo de 1977
Armado: 2013
Colocación: 16 de marzo de 2013
Fitz Roy 2294. Palermo. CABA
Mirta y Oscar tenían 24 y 23 años respectivamente, trabajaban en las Bodegas Peñaflor y cursaban estudios universitarios, ambos eran militantes del PC, ella además era docente.
Secuestrados el 19/05/77, intentaron capturarlos en el velorio del abuelo de Mirta, solo estaba ella, más tarde fueron por Oscar al domicilio del matrimonio en Fitz Roy 2294. Allí fue colocada el 16/03/13 la baldosa que nos recuerda el compromiso de lucha y la entrega de ambos y simultáneamente mantiene vivo el reclamo por Verdad y Justicia.
Oscar y Eliana Saavedra, padres de Oscar, que años antes habían buscado refugio en la Argentina huyendo de la Chile de Pinochet, honraron la memoria de su hijo y de su nuera militando en Padres (1) ,(2) y Madres de Plaza de Mayo (3) respectivamente. Ella falleció el 16/04/19. Mirta dio a luz el 11/08/77 en lo que era el Casino de Oficiales de la ESMA. Antes de que arrancaran al niño de su lado lo marcó en una oreja, seguramente para reconocerlo en un reencuentro que sus verdugos le negaron a ambos. Batalló para amamantar a su hijo, logró hacerlo durante 3 semanas. Luego “el traslado”. Tanto amor tuvo su premio: Emiliano Lautaro (4), su hijo, fue abandonado en Casa Cuna, desde donde sus abuelos lograron recuperarlo el 14/12/77, -“La Pequeña lo tomó en sus brazos y lo abrazó fuertemente. El bebé no la largó nunca más”-, cuenta el abuelo Oscar, la Pequeña es la abuela Eliana. Aquel bebé es hoy uno de los fundadores de la agrupación HIJOS y actual Secretario de Derechos Humanos de la Asociación Trabajadores del Estado de la Provincia de Buenos Aires (ATE) (4).
A Mirta, madre de Emiliano, además se la recuerda enlazada junto a 14 compañeras también asesinadas o desaparecidas por el terrorismo de estado en 4 baldosas, colocadas el 27/03/19 en Güemes 3859 sede de la Escuela Superior Normal 6, donde cursaron estudios. Huellas para visibilizar 15 historias de vida y de lucha.“La memoria suele recorrer caminos curiosos. Muchas veces los recuerdos permanecen agazapados y, repentinamente, nos golpean para arrancarnos una sonrisa o dolorosas lágrimas. Aparecen imágenes como fotos, gestos, voces, miradas, que lograron burlarse del paso del tiempo y permanecer allí, rotundas, plenas, indestructibles. Están aquí, están en nosotros porque forman parte de nuestra propia historia. Son piezas del rompecabezas que conforma nuestra identidad”.
(Fragmento de la reflexión de su hermana, Graciela Alonso el día de la colocación de la baldosa).
Relato de Graciela Alonso hermana de Mirta Mónica Alonso Blanco
Fuente :memoriasdepalermo.org.ar 16/3/2013
Categoría : Prensa
“A todos nosotros, durante estos 36 años, se nos hizo indispensable obstinarnos en buscar la memoria, la verdad y la justicia. No hace falta emplear frases altisonantes, no es necesario usar recursos efectistas para rescatar la memoria de los nuestros, de los que amamos y nos fueron arrancados impunemente con la soberbia y la brutalidad de la barbarie. Es tan fácil separar la luz de la tiniebla, la vida de la muerte, la belleza del horror, que no tenemos más alternativa que rescatar esas vidas cercenadas por la garra repugnante del terrorismo de Estado. Y para hacerlo, no hace falta ponerse solemnes, no hace falta pensar en argumentaciones difíciles, solamente es necesario reestablecer los lazos que nos unen indisolublemente con los sueños y las ideas por las que les arrebataron la vida. Recordar a Mirta, mi hermana mayor, me transporta inmediatamente a la infancia. En aquella etapa, su presencia ocupaba un lugar central. Ella amaba la vida y llevaba adelante sus proyectos con absoluta dedicación. Fue una estudiante muy responsable. Naturalmente inquieta y curiosa. Sus preocupaciones culturales hicieron de ella una amante del cine y una asidua lectora. Su mirada profunda, su sonrisa alegre y la ternura de su paciencia infinita están conjuradas en mi memoria para siempre. Si durante la infancia, mi hermana significó un referente incuestionable para mí porque era mi guía, ya que ocupaba el lugar del saber y era una persona en la que podía confiar absolutamente, puesto que era capaz de velar por mí en cualquier circunstancia; durante la adolescencia, encarnó una figura diferente. En aquellos días, ella comenzó a plantearse un compromiso solidario con su entorno, fue el tiempo de la militancia política y la preocupación social. Estosignificó para mí un desafío apasionante. Es cierto que si bien en mi casa las inquietudes políticas siempre estuvieron presentes, fundamentalmente a partir de las charlas constantes de mi padre y de mi abuelo sobre esos temas, fue especialmente con mi hermana con quien yo comencé también a cuestionarme sobre la justicia social. Tenía 24 años, estaba embarazada de seis meses cuando la secuestraron aquel 19 de mayo de 1977 del velatorio de nuestro abuelo materno, mientras su compañero también era detenido, en la misma madrugada, en este preciso lugar. La sombra negra de la dictadura militar truncó sus vidas y nos destrozó a todos. Pero su muerte, la muerte de su pareja y la de todos los compañeros desaparecidos se erigen en símbolo de lucha y resistencia contra la ignominia vergonzosa del terrorismo de Estado. La memoria suele recorrer caminos curiosos. Muchas veces los recuerdos permanecen agazapados y, repentinamente, nos golpean para arrancarnos una sonrisa o dolorosas lágrimas. Este lugar, donde estamos hoy, es especialmente conmovedor porque aquí vivieron y por eso, es más fácil para los que compartimos aquellos años, podemos encontrar las huellas que la vida cotidiana va construyendo mansamente. Aparecen imágenes como fotos, gestos, voces, miradas, que lograron burlarse del paso del tiempo y permanecen allí, rotundas, plenas, indestructibles. Están aquí, están en nosotros porque forman parte de nuestra propia historia. Son piezas del rompecabezas que conforma nuestra identidad. Los ideales por los que lucharon, compartidos por nuestros mayores, permanecen vivos, germinaron en nosotros, se multiplicaron en nuestros hijos y palpitan con más fuerza todavía en una nueva generación que quiere mirarse en el espejo que refleja el compromiso, la entrega y la lucha inclaudicable por lograr una sociedad más justa. Los crímenes de lesa humanidad colocan a sus víctimas, inevitablemente, en una dimensión heroica y así debe ser; porque el avasallamiento de un derecho tan elemental como la vida debe trascender lo individual. Sin embargo, hoy no quiero recordar a mi hermana de ese modo. Deseo que mi evocación de ella sea simple, singular, esencialmente íntima porque es así como la recuerdo siempre, porque es así como me hace falta”.
Graciela Alonso, hermana
UNO: Estrenan filme sobre el proceso
Fuente :uncuyo.edu.ar 22/7/2004
Categoría : Prensa
Con identidad propia es un documental que narra la historia de Emiliano, quien nació en la ESMA
Con el objetivo de contar su propia historia y también de testimoniar la etapa más dolorosa del país, Emiliano Lautaro Hueravilo, hijo de desaparecidos, decidió sacar a luz lo que según su óptica es “la verdad sobre lo que ocurrió en la dictadura militar” realizando el documental Con identidad propia, que se estrena hoy, a las 20.30, en el Cine Universidad, con entrada libre. Se trata de una producción local de los realizadores mendocinos Mario Lázaro y Carlos Canale que también se podrá ver el sábado, a las 19, en el Cine Optico de la UTN (Rodríguez 273 de Ciudad).
En ambas ocasiones estarán presentes Emiliano Hueravilo y la agrupación Hijos para realizar una charla debate. Emiliano nació en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los centros clandestinos de detención más importantes de Argentina durante el proceso militar de 1976/83, convertido hoy en Museo de la Memoria por el presidente Néstor Kirchner. Su mamá, Mirta Alonso, fue secuestrada el 19 de marzo de 1977 en el velorio de su abuelo y estaba embarazada de seis meses. Su papá, Oscar Hueravilo, fue secuestrado el mismo día en su casa de Capital Federal, donde vivía la familia. “Emiliano fue entregado en diciembre de 1977 a sus abuelos paternos y cuenta que a ellos les dijeron que él había sido abandonado en la puerta del hospital Elizalde (ex Casa Cuna de Barracas) con una notita donde decía cómo se llamaba y que su madre lo abandonaba”, comentó Lázaro, director del documental, quien entre febrero y marzo del año pasado se embarcó en este proyecto. Párrafo seguido agregó que “la jueza (María) Servini de Cubría fue quien lo entregó a sus abuelos y ella es una de las que habla en la cinta. El porqué lo restituyeron a sus abuelos y no quedó en manos de militares o de alguna familia, como la mayoría de los más de 500 niños que nacieron en cautiverio, es un misterio”, dijo el director de Con identidad… El documental fue filmado en digital y cuenta con entrevistas y testimonios a Abuelas de Plaza de Mayo, integrantes de la agrupación Hijos y a ex detenidos de la ESMA. “Emiliano viajó a España para hablar con Hilda Oracci, que fue compañera de detención de su madre , y quien la atendió durante el parto, y fue ella la que le contó que su mamá le hizo una marca en la oreja izquierda con una aguja o tal vez un alfiler con la intención de identificarlo. Esta charla es uno de los tantos testimonios del documental”, remató Lázaro. Dirección y guión: Mario Lázaro.
Producción: Emiliano Hueravilo, Carlos Canale y Mario Lázaro. Género: documental. Origen: Mendoza. Año: 2003/04. Duración: 69 minutos. Días de proyección: hoy, a las 20.30, en Cine Universidad (Lavalle 77, Ciudad) y sábado 24, a las 19, en Cine Optico (Universidad Tecnológica Nacional, Rodríguez 273, Ciudad). Entrada libre y gratuita.