.

Rojas Hidalgo Daniel – Memoria Viva

Rojas Hidalgo Daniel

Rut:

Cargos: Fiscal Militar

Grado : Abogado

Rama : Ejército

Año Fallecimiento : 2011

Caravana de la Muerte


Abogado procesado por “Caravana de la Muerte” se suicidó en Copiapó

Fuente :theclinic.cl, 27 de Diciembre 2011

Categoría : Prensa

Daniel Rojas Hidalgo, ex auditor militar procesado como supuesto cómplice de tres secuestros en el proceso contra la comitiva militar del general (r) Sergio Arellano Stark, se suicidó la noche del domingo en su vivienda en Copiapó.

A Rojas Hidalgo se le vinculaba con una supuesta colaboración en la elaboración de la lista de las personas que posteriormente fueron ejecutadas. Además, los querellantes lo involucran con la versión entregada posteriormente acerca de un supuesto intento de fuga de los detenidos.

Según antecedentes entregado por personal de Brigada de Homicidio de la PDI a medios de Copiapó, el abogado acabó con su vida disparándose en la sien en el baño de su casa y habría fallecido de forma instantánea.

En la pared del baño quedó escrita una leyenda que hablaba que “sus restos fueran arrojados al mar” y “que no culpaba a nadie por su muerte”.


El ex fiscal chileno Daniel Rojas Hidalgo se suicidó al ser procesado por la Caravana de la Muerte donde se fusilió a 16 militantes en 1973

Fuente :inventario22.com.ar, 5 de Enero 2012

Categoría : Prensa

Causó conmoción en Chile el suicidio de Daniel Rojas Hidalgo, reconocido abogado que este domingo se quitó la vida en el interior de su domicilio ubicado en pleno centro de Copiapó, en calle Salas casi al llegar a Chañarcillo. En la pared del baño quedó escrita una leyenda que decía que “sus restos fueran arrojados al mar” y “que no culpaba a nadie por su muerte”.

Rojas Hidalgo fue Fiscal militar en la época de las matanzas de la Caravana de la Muerte durante la sangrienta dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet, y estaba sometido a proceso por el caso.

Según antecedentes entregado por personal de Brigada de Homicidio de la PDI el malogrado profesional tomo esta drástica decisión, disparándose en la cien, en el baño de su inmueble donde habría fallecido de forma instantánea. Uno de sus familiares se encontró con la dantesca escena.

El cuerpo del reconocido abogado fue trasladado hasta el Servicio Médico Legal de Copiapó donde fue retirado por sus familiares.

Rojas Hidalgo padre de la actual directora de SENCE Atacama Daniela Rojas, fue Fiscal militar en la época de la dictadura de Augusto Pinochet y actualmente los tribunales de justicia, lo estaba procesando por el caso “Caravana de la Muerte” donde 16 militantes regionales del Partido Comunista fueron asesinados sin que por ahora se conozca su paradero, es decir, están en calidad de detenidos desaparecidos.

A continuación, la crónica Regreso al Horror, de Osman Cortes Argandoña, publicado en Punto Final el 30 de septiembre de 2001, recuerda esa época de espanto, que 39 años después sigue desgranando tragedias.

Regreso del Horror
"A Osman Cortés, con esperanza", fue la dedicatoria de la periodista Patricia Verdugo a la primera edición de "Los zarpazos del puma", el 16 de octubre de 1989 en Copiapó, con motivo de la presentación de la obra en el Instituto de Educación Popular.
Han transcurrido doce años desde que ella vivenciara ese deseo de gran parte del pueblo chileno. Gran parte, ya que a la otra no le interesa en absoluto que esos momentos de horror sean aclarados, juzgados, penados, con sus responsables en la cárcel para recién comenzar a entrar en la fase necesaria del perdón que tienen que formular los familiares de las trece personas ultimadas el 17 de octubre de 1973 en Copiapó.
Retornaron a Copiapó algunos integrantes de la Caravana de la Muerte: Marcelo Moren, Pedro Espinoza, Sergio Arredondo y Patricio Díaz. Faltaron: Sergio Arellano Stark, Armando Fernández Larios, el piloto del helicóptero Emilio de la Mahotiere y el copiloto Luis Felipe Polanco.
Volvieron en calidad de detenidos, custodiados. Ya Marcelo Moren no pudo gritar en el interior de un barracón del entonces Regimiento Atacama: "Arriba maricones, soy Marcelo Moren. Así es que están celebrando con torta los conchas de su madre".
El olor a licor invadió también el lugar junto a la violencia. Después vino el asesinato, blandiendo corvos y golpes de bolas de hierro, como ocurrió con el académico Leonelo Vincenti, quien murió con el cráneo destrozado por la corpulencia asesina de Armando Fernández Larios.
Esos hechos están en los expedientes del juez Juan Guzmán Tapia quien recorrió los lugares consignados como escenarios de los crímenes.
Por el trabajo de periodistas honestos como Patricia Verdugo, Jorge Escalante ("La misión era matar") y Ernesto Carmona ("Morir es la noticia"), los hechos han podido ser conocidos por los interesados en la historia real.
En "La misión era matar", editada por LOM Ediciones, se consignan las declaraciones del brigadier en retiro Patricio Díaz Araneda.
El periodista Escalante con rigurosidad transcribe las declaraciones del siniestro ejecutor:
"Yo tuve participación en los fusilamientos de los cuatro grupos, y para ello usamos fusiles SIG calibre 7.62 mm. de cargo militar. Nosotros éramos tres fusileros para cada grupo, pero para el último fuimos cuatro.
Los fusilamientos se realizaron a personas que permanecían de pie a una distancia de unos ocho metros. Los prisioneros murieron inmediatamente con los primeros disparos y no fue necesario darles tiros de gracia".
Las ejecuciones habrían ocurrido en la Cuesta Cardones el 17 de octubre de 1973. Los que "murieron inmediatamente" fueron: Fernando Carvajal, su hermano Agapito, Atilio Ugarte, Alfonso Gamboa, Pedro Pérez, Manuel Cortázar, Raúl Larravide, Edwin Mancilla, Adolfo Palleras, Leonelo Vincenti, Jaime Sierra, Winston Cabello y Raúl Guardia.
El recuerdo volvió a borbotones a Rubén Herrera que retornaba desde Estados Unidos en 1990, meses después que los restos de los trece asesinados ya estaban legalmente sepultados. Herrera debió estar entre ellos.
Habíamos cursado juntos unos años en el liceo "José Antonio Carvajal", por lo que Rubén me ubicó. Yo entonces era redactor del diario "Atacama" de Copiapó.
En casa de nuestra amiga Ximena Araya -su marido fue asesinado en la cárcel de Antofagasta- Rubén Herrera sufrió una catarsis llorando con nosotros por lo ocurrido. Su relato lo traspasamos en su debida oportunidad al juez Guzmán y está en el expediente del caso Caravana de la Muerte.
Una antigua dolencia estomacal de Rubén Herrera se acrecentó en la reclusión. El 16 de octubre de 1973 debió ser trasladado al hospital con hemorragia.
Horas después, la sombra siniestra de un helicóptero Puma se posó en la explanada del Regimiento N¼1 Atacama.
"Yo estaba en mal estado por el problema gástrico por lo que debí ser internado en el hospital, un día antes de los crímenes. El doctor Jorge Berroeta me atendió. En la noche llegaron dos uniformados a buscarme. Se produjo un altercado con el doctor que les indicó que yo estaba grave y no podía salir del lugar. Un tipo alto y corpulento me amenazó, gritándome. Me sacó la madre y dio una patada contra la cama que se remeció fuerte.
Me dijo: ‘Ya te vamos a venir a buscar, concha de tu madre’. Junto a él reconocí a un compañero de curso. Era el negro Juan Morales Alcota, que estaba contratado en el regimiento. Se portó como un infame. Me golpeaba cuando estaba detenido".
En 1997, traspasamos la información al abogado Hiram Villagra, académico de derecho de la Universidad de Atacama, quien la comunicó al juez Juan Guzmán. En una visita investigativa a Copiapó fuimos convocados para refrendar la información. Así lo hicimos, proporcionando datos del paradero de Juan Morales. Desconocemos su situación judicial. Pero sigue conduciendo un colectivo por las calles de esta ciudad.
Recordamos la meditación del juez Guzmán cuando terminamos de relatarle el caso del militar torturador de un compañero de curso: "¿Qué ocurrió con la mente de esta gente?"
Rubén Herrera marchó al exilio a Estados Unidos. Años después, cuando los sucesos por el asesinato de Orlando Letrelier, comenzaron a aflorar, vio una foto en la prensa. "Este es el militar que me fue a buscar al hospital", meditó el exiliado al ver el rostro de Armando Fernández Larios.
El antropólogo Olaf Olmos dirigió la búsqueda y exhumación de los cadáveres a fines de julio de 1990.
Tuvimos oportunidad de ver el registro fílmico hace once años, en una sesión privada en casa del ex intendente de Atacama, Eduardo Morales, donde también estaba Luis Corvalán. Los cuerpos estaban con orificios de punzones que se aprecian también en los jirones de ropa.
Patricio Díaz, quien estuvo en la Cuesta Cardones, insiste que "los fusilamientos se realizaron a personas que permanecían de pie enfrentando al grupo de fusileros".
Escalante, como persistente periodista, siguió con la investigación. "De acuerdo a otros testimonios conocidos en el proceso, al parecer en esa cuesta sólo habrían dado muerte en forma brutal a siete u ocho, el resto de los prisioneros habría sido eliminado en el mismo regimiento por oficiales del Atacama", dice Escalante.
Un militar del regimiento Atacama, señaló a la revista "Análisis", en enero de 1986, que en la madrugada del 17 de octubre de 1973 "los presos quedaron solos con los comandos (se refiere a la gente de Arellano Stark) y dos oficiales del regimiento, posiblemente los tenientes Cruz y Marambio, y el oficial de ronda, mayor Carlos Enriotti Blay, segundo comandante.
Alrededor de las cuatro de la madrugada sacaron a tres personas que se veían en malas condiciones y las llevaron al edificio principal. Los subieron al segundo piso y frente las cuadras los arrojaron al vacío. Sólo uno gritó y opuso resistencia. Transcurrido un tiempo dos camiones tolvas cargaron varias bolsas de polietileno y salieron".
Las investigaciones demuestran que Patricio Díaz mintió al juez Guzmán.

El entonces oficial del Registro Civil, Víctor Bravo Monroy, relató al juez Guzmán:
"Algunos cuerpos estaban degollados y presentaban heridas cortantes. Todos estaban acribillados y se veían con múltiples heridas a bala. Por ejemplo, a Jaime Sierra le faltaba un ojo y Vincenti, que era un maestro del colegio de mi hijo, tenía heridas con arma blanca".

Una vez que Bravo terminó de tomar las huellas dactilares de los asesinados, los cuerpos fueron arrojados a la fosa común.

En la mañana del 18 de octubre, Víctor Bravo tuvo que confeccionar las actas de defunciones de los trece asesinados, donde habría tenido decisiva participación el abogado-auditor Daniel Rojas Hidalgo.

Ese profesional que fue nombrado auditor con el grado de mayor por el comandante del regimiento Atacama, habría cambiado el concepto de "ajusticiamiento militar" en las causas de muerte por el ambiguo "heridas a bala".

Daniel Rojas fue interrogado por el juez Guzmán como encubridor del secuestro de los detenidos desaparecidos Ricardo García, Maguindo Castillo y Benito Tapia, del mineral El Salvador.
Fuimos uno de los autores de la obra "Morir es la noticia", editada por Ernesto Carmona en marzo de 1997. Allí consignamos a los hombres de radio Jaime Sierra Castillo y Alfonso Gamboa Farías.

Sierra destacó como dirigente del centro de alumnos del liceo de hombres. No le costaba sacar al liceo a la calle y marchar a la cabeza. Jaime se dedicó de lleno a la difusión de los planes de la Unidad Popular por radio Atacama. Con Alfonso Gamboa, el director, también asesinado, pusieron la emisora al servicio de la causa allendista.

Fue detenido el 20 de septiembre de 1973, después de ser llamado en un bando difundido por radio Juan Godoy. Fue llevado con otros cuarenta detenidos a dependencias del regimiento Atacama. Allí fue masacrado: registros judiciales constatan perforaciones de corvo y la falta de un ojo.

Alfonso Gamboa Farías era profesor normalista. El 11 de septiembre, a las 10 de la mañana, tomó el micrófono de radio Atacama, de propiedad del médico Leonardo Hagel, diputado socialista. En su calidad de director de la emisora, dijo: "Señores auditores, en estos momentos el gobierno democrático de nuestro presidente Salvador Allende está siendo sobrepasado por el poder militar. Hacemos un llamado a todos quienes tienen un espíritu democrático para apelar al razonamiento y hacer que todo vuelva a la normalidad. No podemos permitir que se destruya lo que se ha erigido en favor del pueblo".

El 16 de septiembre una pareja de carabineros llegó a la casa de Gamboa en la Plazuela de Abalos para citarlo. Tomó su carné y se presentó al antiguo recinto de calle Los Carrera al llegar a Colipí. Fue trasladado al regimiento Atacama.

El 16 de octubre, un grupo de militares irrumpió en los barracones del regimiento. El oficial Sergio Arredondo nombró a quienes debían formarse en el patio. Entre ellos, Alfonso Gamboa.

El relato del libro deja establecido: "Empujones e improperios fueron el inicio del fin. Salieron a relucir los corvos, cuchillos afilados en forma de pico de loro. Algunos fueron ultimados en el mismo recinto y arrojados al camión que esperaba. Rumbo a la Cuesta Cardones, el conductor detuvo la máquina por la tradicional ‘falla eléctrica’, y la fuerza militar hizo bajar a quienes podían hacerlo. Las ráfagas de metralla recibieron el eco de vuelta del sonido siniestro de la muerte".

por Osman Cortés Argandoña