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Reyes Farías David – Memoria Viva

Reyes Farías David

Rut:

Cargos: Teniente Coronel de Ejercito Profesor de Inteligencia de la Academia de Guerra del Ejercito (ACAGUE)

Grado : Teniente Coronel

Rama : Ejército


Terrorismo de estadio

Fuente :La Nacion 4 de Septiembre 2005

Categoría : Prensa

El 18 de octubre de 1973 fue asesinado en la Academia de Guerra del Ejército el mayor Mario Lavanderos Lataste, jefe de la Sección Extranjería del "Campamento de Detenidos Estadio Nacional". Su homicidio a manos del entonces jefe del Departamento de Operaciones Psicológicas del Estado Mayor de la Defensa Nacional es uno de muchos episodios desconocidos en torno a ese centro de detención relatados en el libro de la periodista Pascale Bonnefoy, "Terrorismo de estadio", que se presenta este viernes 15.
Domingo 10 de abril de 2005

"No dé cuenta de este hecho," le ordenó el teniente coronel David Reyes Farías, jefe del Departamento de Operaciones Psicológicas del Estado Mayor de la Defensa Nacional, al cabo Muñoz la madrugada del 18 de octubre. En el casino de la Academia de Guerra, Reyes acababa de dar muerte al mayor Mario Lavanderos, encargado de la Sección Extranjería del Estadio Nacional. Reyes intentaba abandonar la escena del crimen cuando entró el cabo, seguido por otros oficiales y el suboficial mayor de turno esa noche, alertados por el tiro.

El disparo retumbó a la 2:30 de la madrugada desde el comedor, donde ambos oficiales se habían quedado haciendo sobremesa. Lavanderos y Reyes se conocían bastante; vivían en calle García Reyes 12 en un edificio para oficiales adyacente a la Academia de Guerra, y como ambos eran solteros, a menudo cenaban juntos, a pesar de los conocidos arrebatos violentos de Reyes cuando bebía, lo cual hacía con frecuencia. También discutían mucho, y no pocas veces los argumentos giraban en torno a asuntos políticos. Reyes era oficial de inteligencia en la academia, donde era profesor del ramo, mientras que Lavanderos estaba en tercer año del curso regular para oficial de Estado Mayor, junto a connotados golpistas.
Reyes llevaba horas en el casino y un pisco sour y muchas copas de vino en el cuerpo. Esa noche había subido a cenar con los mayores Moraga y Fernando Hormazábal Díaz, cuando el mayor Lavanderos apareció en el comedor.

Lavanderos venía del Estadio Nacional, donde se había quedado trabajando con el coronel Espinoza en el Archivo de Extranjería hasta entrada la noche. Antes de llegar a la academia, el mayor le pidió a su chofer, Julio Albornoz, pasar por el Club Militar. Allí llamó a su madre.
"No podré ir a verla a la casa esta noche. Tengo que estar muy temprano mañana en el Ministerio de Defensa por un asunto sumamente importante. La llamo mañana," le dijo. Enseguida, enfilaron hacia la Academia de Guerra.

Albornoz detuvo el vehículo frente a la vieja casona. "Hasta mañana, a las 7:30, sin falta," se despidió de su chofer, y subió al casino.
Tras cenar, Lavanderos bajaba las escaleras para dirigirse a su departamento, cuando se encontró con el mayor Hernán Araya Fuentes, alumno de primer año y muy amigo de Reyes, quien iba subiendo. Conversaron unos minutos y Lavanderos volvió a entrar al casino, junto a Araya. Moraga y Hormazábal se retiraron poco después. Araya hizo lo propio a las 12:30 de la noche. Reyes ya se había tomado más de tres botellas de vino prácticamente solo, y estaba totalmente ebrio.

"Retírese, Rivera", le ordenó Lavanderos al cabo a cargo del casino. "Yo me encargo de cerrar". Los dos oficiales quedaron solos. Sin embargo, el cabo Pedro Rivera no se retiró, sino que se recostó detrás de un mesón y se quedó dormido.

Treinta y cinco minutos más tarde, el disparo lo despertó. Al incorporarse vio a Reyes colocando su arma -con la que había asesinado a Lavanderos de un tiro cerca de la boca- al lado de la mano del inerte oficial. El soldado salió corriendo a dar aviso, cruzándose en el camino con el cabo Muñoz y el suboficial mayor de turno esa noche, que venían en sentido contrario.
"¡Mi comandante mató a mi mayor, y le estaba poniendo la pistola en la mano!", le anunció agitado al suboficial mayor. 
Cuando el suboficial entró al casino encontró al mayor Lavanderos sentado, con la cabeza destrozada, gacha sobre la mesa, sus manos encima de un charco de sangre que cubría el mantel y parte del piso. A su lado yacía el arma de Reyes. En ese momento entró el mayor Hormazábal junto a otros oficiales.

Reyes alegó durante el sumario posterior que al momento del disparo había ido al baño, y que en ese instante, Lavanderos tomó su arma y se disparó.

El cuerpo del mayor Lavanderos fue levantado del lugar y llevado al Hospital Militar antes de que la Fiscalía pudiera practicar una inspección ocular y sin contar con la presencia de un médico o juez militar. 
A la mañana siguiente, Reyes llamó desde la Academia de Guerra al mayor Arturo Aranda Forés.
"Maté a Lavanderos", le confesó.
"¡Desgraciado! ¡Si no tuviera mujer e hijos te metería no sólo una bala, sino que todas las de mi revólver!", le contestó indignado el mayor Aranda.
Escape de delincuentes

Horas después de la muerte de Lavanderos, el cónsul adjunto de la Embajada de Suecia, Bengt Oldenburg, fue llamado de urgencia a la comandancia del Estadio Nacional; llegó acompañado por Guy Prim, funcionario del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Después de hacerlos esperar un largo rato, el coronel Espinoza los hizo pasar. Estaba muy molesto.
"Ustedes han ayudado a escapar a delincuentes", les recriminó. Esa mañana habían ido militares a la legación diplomática sueca a reclamar dos uruguayos que debían pasar a la Justicia Militar y que habían sido liberados dos días antes junto a decenas de sus compatriotas, sin lograr llevárselos.

Oldenburg intentó aclarar a Espinoza que la liberación de los 54 detenidos uruguayos se había hecho de acuerdo al protocolo establecido para la admisión de refugiados, y ya que el propio coronel no había estado presente ese día, pidió llamar a la oficina al mayor Lavanderos para confirmar que la entrega del 16 de octubre se había hecho correctamente.

En tono desafiante, Espinoza dijo entonces: "El mayor Lavanderos murió esta madrugada". Y agregó, con cierta arrogancia: "Por un tiro aquí", haciendo un gesto con su dedo índice apuntando debajo de la barbilla. Oldenburg quedó estupefacto. 
Poco después, el embajador Edelstam iría a visitar a los asilados en la sede de Alonso de Córdoba. Muy afectado, contó a los uruguayos que habían asesinado al oficial que firmó su salida del estadio. 
Una entrega satisfactoria

Fue el mayor Carlos Meirelles Müller quien llevó a Lavanderos al estadio la mañana del sábado 13 de octubre, para que lo reemplazara como jefe de la Sección Extranjería. Durante el primer fin de semana en el estadio, Lavanderos pernoctó en el mismo recinto. El primer día de semana, el lunes 15 de octubre, Meirelles regresó al estadio para finiquitar una gestión pendiente: la entrega de nueve uruguayos que dijeron querían volver a su país; sin embargo, con el acuerdo de diplomáticos de la Embajada de Uruguay -y no por primera vez- se permitió a este grupo trasladarse a las embajadas de Suecia y Panamá, para posteriormente viajar a Cuba. Fue entonces que Lavanderos tuvo su primer contacto con funcionarios de la Embajada de Uruguay.

Esa mañana y la siguiente, martes 16 de octubre, Lavanderos fue hasta el Ministerio de Defensa. En esos días se tramitaba la salida de varios grupos de extranjeros en calidad de asilados, incluyendo algunos casos que habían estado en manos del mayor Meirelles antes de regresar a la Academia de Guerra.

Entre los oficiales destinados al Estadio Nacional, poco se comentó la muerte de Lavanderos. Era un tema espinoso, poco claro, comprometedor.
Para los uruguayos, Lavanderos había sido asesinado como represalia por haber liberado a tan alto número de tupamaros a la Embajada de Suecia, una decisión que supusieron fue de su iniciativa personal, como un gesto humanitario, aprovechando la ausencia en el estadio ese día del jefe del campamento.

Sin embargo, mal podría haber sido una acción espontánea o unilateral si la entrega de los detenidos se realizó con la participación de representantes de las embajadas de Suecia y Uruguay y de Acnur. Todo estaba en orden y los trámites de salida se hicieron según los procedimientos habituales del estadio. Por otra parte, los antecedentes de los detenidos uruguayos los había estado tramitando el mayor Meirelles días antes de su entrega a la Embajada sueca.

Lavanderos fue tal vez quien menos participación tuvo en la liberación de los uruguayos, sirviendo como mero ejecutor de una planificación previa cuya documentación pasó por manos de las embajadas de Suecia y Uruguay, el Centro Coordinador de Detenidos, el Ministerio de Defensa, la Cancillería chilena, ACNUR y la jefatura del Estadio Nacional.

Según afirmaron los padres de Lavanderos en su momento, "el mayor Meirelles tuvo que haber preparado casi en su totalidad los documentos de liberación de esos 54 detenidos uruguayos y tenerlos bien identificados". Aseguraron que el "mayor Meirelles le entregó a nuestro hijo una lista de 54 detenidos uruguayos para proceder a entregarlos a la Embajada de Suecia".

Pero alguien debió pagar por permitir la salida de los "peligrosos extremistas" extranjeros que debían ser sometidos a un consejo de guerra. Fue un crimen ejemplarizante, encuadrado en una supuesta disputa con un borracho, encubierto desde los más altos niveles y sin la más mínima intención de ser investigado en profundidad ni con transparencia.


Libro revela estructura de mando del centro de detención  Estadio Nacional

Fuente :El Mostrador 15 de Abril 2005

Categoría : Prensa

Al menos dos años, la periodista Pascale Bonnefoy estuvo conversando con militares en retiro sobre un solo tema: el Campamento de Detención del Estadio Nacional. El resultado es el libro Terrorismo de Estadio, una completa investigación sobre la mayor cárcel y lugar de torturas instaurado en Chile tras el golpe de Estado de 1973, y que si bien retoma el ya conocido ángulo de los testimonios, también hace una completa descripción de la estructura de mando que operó en el recinto. 
En funciones desde el 12 de septiembre de 1973 hasta el 11 de noviembre, el Estadio Nacional llegó a albergar hasta a 40 mil prisioneros. Si bien los testimonios de personas que pasaron por el centro abundan, hasta ahora la historia no había sido contada desde la perspectiva de quienes estuvieron a cargo. De hecho, sólo ha sido difundido con claridad el nombre del jefe de campo del recinto, el coronel Jorge Espinoza. El libro de Bonnefoy completa el organigrama de mando.

En ese sentido, la autora plantea que uno de los puntos más relevantes de Terrorismo de Estadio es que traza "la estructura militar del estadio y cómo funcionó. Porque de los testimonios que existen de un particular detenido, se ve sólo lo que éste podía ver. 
Yo tuve ayuda de militares que tenían cargos ahí, de medianos a altos. Incluso fui al estadio con uno". 
Algunos de los hombres a cargo del estadio durante los meses que fue centro de detención son el coronel Sergio Guarategua Peña, jefe de Logística; el mayor Hernán Chacón Soto, jefe de Seguridad; el mayor Rudy Alvarado, jefe de Administración; el teniente coronel Julio Fuenzalida, jefe de Operaciones; el general Carlos Meirelles Müller, como jefe de Extranjería, entre otros. Todos uniformados en retiro.

Durante el primer año de investigación, Bonnefoy básicamente estuvo en contacto con militares retirados. Su misión era más específica, contratada para realizar una investigación privada sobre los mandos en el Estadio Nacional fue atando cabos y ubicando a uniformados de la época. “Me fui de un militar a otro, y a otro y a otro y a otro. Ahora, no todas las respuestas fueron de la misma manera ni muy satisfactorias, pero me fui abriendo camino entre militares en retiro. Algunos que estaban muy dispuestos a colaborar y otros que no”, explica.

Terminada la tarea solicitada, la periodista se vio con una información que no podía ser desperdiciada. Apoyada en becas de la Fundación Ford y del Found for Investigations Journalism, abrió su espectro de fuentes y contactó a una serie de personas que pasaron por el centro, describiendo un completo panorama de la situación del Estadio Nacional como centro tortura. 
“Aparte de que me quedé con un montón de información en las manos, que no se debía desperdiciar, escribí este libro porque en diez años más los testigos, los protagonistas tal vez no estén vivos.

Es como dejar un registro. Bueno, malo, completo o incompleto, al menos el intento de dejar un registro para el futuro. Y además porque pasaron tantas cosas ahí y siempre se vio como un masivo campo de detención, como un filtro, como si fuera algo natural, y hubo muchos crímenes ahí”, explica la periodista sobre su intención con el libro.

Tomando prestadas técnicas de la narrativa, Terrorismo de Estadio cuenta detalles sobre la situación de los extranjeros detenidos en el Estadio Nacional; ejecuciones; las mujeres apresadas; el paso de los ciudadanos norteamericanos Charles Horman, Frank Teruggi; las gestiones del embajador de Suecia para liberar a decenas de personas; el asesinato del mayor Mario Lavanderosa manos del coronel David Reyes Farías; el rol y características de la Cruz Roja en el recinto hasta el cierre del estadio. 
El libro será lanzado hoy a las 19:00 horas en la sede de los editores, el Centro de Estudios Sociales, ubicado en Esmeralda 650.


Carroza procesó a homicida de oficial que en 1973 liberó a 68 extranjeros

Fuente :Cooperativa 8 de Noviembre 2013

Categoría : Prensa

El juez Mario Carroza procesó a un teniente coronel del Ejército que tras el golpe militar de 1973 asesinó a otro oficial que había liberado a 68 prisioneros bolivianos y uruguayos que estaban recluidos en el Estadio Nacional de Santiago, informaron este viernes fuentes judiciales.

La resolución fue dictada por el juez especial de la Corte de Apelaciones de Santiago, quien sometió a proceso al teniente coronel retirado David Reyes Farías, quien en octubre de 1973 asesinó de un balazo al mayor Mario Lavanderos Lataste.

Este último estaba a cargo de la sección "Extranjería", del Estadio Nacional, que en los primeros meses de la dictadura de Augusto Pinochet fue utilizado para encerrar a millares de partidarios del derrocado Gobierno del socialista Salvador Allende.

En ese contexto, el día 17 de octubre Lavanderos liberó a 55 ciudadanos uruguayos y a trece bolivianos que estaban detenidos en el recinto deportivo, a quienes puso bajo la protección de la embajada de Suecia en calidad de refugiados.

Al día siguiente por la noche, Lavanderos fue increpado en la Academia de Guerra del Ejército por Reyes Farías, quien al cabo de una discusión le disparó al mayor, con el cañón de su pistola apoyado sobre el lado izquierdo del labio superior, según señala la resolución.

El herido, de 37 años, fue trasladado al hospital Militar de Santiago, donde falleció durante la madrugada siguiente.

Según el informe de la Comisión Rettig, que en 1991 certificó las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura (1973-1990), el mayor Mario Lavanderos Lataste fue víctima de violación de derechos humanos cometida por agentes del Estado.

Según cifras oficiales, durante la dictadura unos 3.200 chilenos murieron a manos de agentes del Estado, de los que 1,192 permanecen hasta hoy como detenidos desaparecidos, mientras otros 33.000 fueron torturados y encarcelados por causas políticas.


RESURGE CASO DE MAYOR DE EJÉRCITO QUE LIBERÓ A 68 EXTRANJEROS DEL NACIONAL EL ‘73

Fuente :La Nación 8 de Noviembre 2013

Categoría : Prensa

El ministro en visita Mario Carroza sometió a proceso al teniente coronel de Ejército (R) David Reyes Farías, por su responsabilidad en la ejecución del mayor Mario Lavanderos Lataste, también oficial de esa institución armada, ocurrida el 18 de octubre de 1973.
De acuerdo a los antecedentes de la investigación, el mayor Lavanderos, tras el 11 de septiembre de 1973, cumplió labores en la sección “Extranjería” del campo de prisioneros del Estadio Nacional, donde el 16 de octubre liberó a 55 ciudadanos uruguayos y 13 bolivianos, entregándolos al embajador de Suecia, como refugiados.

“Al día siguiente, en horas de la noche, el mayor llega a la Academia de Guerra del Ejército, lugar donde habitaba, y se dirige al casino de oficiales, donde se encuentra con el teniente coronel David Reyes Farías, con quien se queda conversando hasta la madrugada del día siguiente, oportunidad en que se ya se habían retirado todos los oficiales y solamente quedaba el asistente de mozo, quien fue el último en retirarse, no sin antes darse cuenta que los oficiales mantenían una discusión. Pasados unos minutos y encontrándose a solas ambos oficiales, Reyes Farías procede con su arma de servicio a descargarle un disparo a Mario Lavanderos, con el cañón apoyado sobre el lado izquierdo del labio superior”, señala el fallo.

CONSIGNADO EN EL INFORME RETTIG
De acuerdo a lo señalado en el Informe Rettig, Mario Luis Iván Lavanderos Lataste, de 37 años a la fecha de su fallecimiento, el 18 de octubre de 1973, soltero, murió ese día a las 3:15 horas, en el Hospital Militar, por herida de bala facio craneana, como acredita el Certificado Médico de Defunción otorgado por el Instituto Médico Legal.
El Protocolo de Autopsia, concluyó que "el disparo fue hecho con el cañón apoyado sobre el lado izquierdo del labio superior, con una trayectoria que va hacia atrás y arriba, con ligera desviación de izquierda a derecha".

De acuerdo con antecedentes del proceso que se inició por su muerte en la Justicia Militar, y antecedentes reunidos en la Investigación Sumaria Administrativa del Ejército, Mario Lavanderos murió por el disparo de un arma de fuego que pertenecía a otro oficial de alta graduación, mientras ambos se encontraban al interior del Casino de Oficiales de la Academia de Guerra.

Cinco días antes de su fallecimiento, el mayor Lavanderos había sido designado para dirigir la Sección Extranjería del Recinto de Detenidos del Estadio Nacional.
En esa calidad, el 16 de octubre, había firmado un documento por el cual otorgaba la libertad a detenidos de nacionalidad uruguaya que se encontraban en ese campo de prisioneros, los que fueron entregados al Embajador de Suecia.

En marzo de 1993, la comisión Rettig resolvió que el mayor (R) Mario Luis Iván Lavanderos Lataste fue víctima de violación de derechos humanos cometida por agentes del Estado.


Procesan a homicida de oficial que en 1973 liberó a 68 extranjeros

Fuente :El Mostrador 8 de Noviembre 2013

Categoría : Prensa

Mario Lavanderos Lataste fue increpado en la Academia de Guerra del Ejército por Reyes Farías, quien al cabo de una discusión le descerrajó un disparo al mayor, con el cañón de su pistola apoyado sobre el lado izquierdo del labio superior, según señala la resolución.

Un juez procesó a un teniente coronel del Ejército que tras el golpe militar de 1973 asesinó a otro oficial que había liberado a 68 prisioneros bolivianos y uruguayos que estaban recluidos en el Estadio Nacional, informaron fuentes judiciales.

La resolución fue dictada por el juez especial Mario Carroza, de la Corte de Apelaciones de Santiago, quien sometió a proceso al teniente coronel retirado David Reyes Farías, quien en octubre de 1973 asesinó de un balazo al mayor Mario Lavanderos Lataste.

Este último estaba a cargo de la sección “Extranjería”, del Estadio Nacional, que en los primeros meses de la dictadura de Augusto Pinochet fue utilizado para encerrar a millares de partidarios del derrocado gobierno de Salvador Allende.

En ese contexto, el día 17 de octubre Lavanderos liberó a 55 ciudadanos uruguayos y a trece bolivianos que estaban detenidos en el recinto deportivo, a quienes puso bajo la protección de la embajada de Suecia en calidad de refugiados.

Al día siguiente por la noche, Lavanderos fue increpado en la Academia de Guerra del Ejército por Reyes Farías, quien al cabo de una discusión le descerrajó un disparo al mayor, con el cañón de su pistola apoyado sobre el lado izquierdo del labio superior, según señala la resolución.

El herido, de 37 años, fue trasladado al hospital Militar de Santiago, donde falleció durante la madrugada siguiente.

Según el informe de la Comisión Rettig, que en 1991 certificó las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura, el mayor Mario Lavanderos Lataste fue víctima de violación de derechos humanos cometida por agentes del Estado.


El juez Carroza procesó al homicida del oficial que en 1973 liberó a 68 extranjeros del Estadio Nacional

Fuente :The Clinic 8 Noviembre, 2013

Categoría : Prensa

La Justicia procesó a un teniente coronel del Ejército que tras el golpe militar de 1973 asesinó a otro oficial que había liberado a 68 prisioneros bolivianos y uruguayos que estaban recluidos en el Estadio Nacional de Santiago, informaron hoy fuentes judiciales.

La resolución fue dictada por el juez especial Mario Carroza, de la Corte de Apelaciones de Santiago, quien sometió a proceso al teniente coronel retirado David Reyes Farías, quien en octubre de 1973 asesinó de un balazo al mayor Mario Lavanderos Lataste.

Este último estaba a cargo de la sección “Extranjería”, del Estadio Nacional, que en los primeros meses de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) fue utilizado para encerrar a millares de partidarios del derrocado Gobierno del socialista Salvador Allende.

En ese contexto, el día 17 de octubre Lavanderos liberó a 55 ciudadanos uruguayos y a trece bolivianos que estaban detenidos en el recinto deportivo, a quienes puso bajo la protección de la embajada de Suecia en calidad de refugiados.

Al día siguiente por la noche, Lavanderos fue increpado en la Academia de Guerra del Ejército por Reyes Farías, quien al cabo de una discusión le descerrajó un disparo al mayor, con el cañón de su pistola apoyado sobre el lado izquierdo del labio superior, según señala la resolución.

El herido, de 37 años, fue trasladado al hospital Militar de Santiago, donde falleció durante la madrugada siguiente.

Según el informe de la Comisión Rettig, que en 1991 certificó las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura (1973-1990), el mayor Mario Lavanderos Lataste fue víctima de violación de derechos humanos cometida por agentes del Estado.

Según cifras oficiales, durante la dictadura unos 3.200 chilenos murieron a manos de agentes del Estado, de los que 1,192 permanecen hasta hoy como detenidos desaparecidos, mientras otros 33.000 fueron torturados y encarcelados por causas políticas.

 


El singular caso del mayor de Ejército que liberó a 68 extranjeros del Estadio Nacional en 1973. Fue asesinado por otro militar

Fuente :Cambio21 8 de noviembre de 2013

Categoría : Prensa

Mario Carroza, ministro en visita, sometió a proceso al comandante del Ejército (R) David Reyes, quien en octubre de 1973 mató de un balazo al oficial Mario Lavanderos Lataste, que estaba a cargo de la sección Extranjería del Estadio Nacional. Entregó 55 uruguayos y 13 bolivianos al embajador sueco quienes les dio asilo y se salvaron de una casi segura muerte.

El ministro en visita Mario Carroza sometió a proceso al teniente coronel de Ejército (R) David Reyes Farías, por su responsabilidad en la ejecución del mayor Mario Lavanderos Lataste, también oficial de esa institución armada, ocurrida el 18 de octubre de 1973.

Según los antecedentes de la investigación, el mayor Lavanderos, tras el 11 de septiembre de 1973, cumplió labores en la sección "Extranjería" del campo de prisioneros del Estadio Nacional, donde el 16 de octubre liberó a 55 ciudadanos uruguayos y 13 bolivianos, entregándolos al embajador de Suecia, como refugiados.

"Al día siguiente, en horas de la noche, el mayor llega a la Academia de Guerra del Ejército, lugar donde habitaba, y se dirige al casino de oficiales, donde se encuentra con el teniente coronel David Reyes Farías, con quien se queda conversando hasta la madrugada del día siguiente, oportunidad en que se ya se habían retirado todos los oficiales y solamente quedaba el asistente de mozo, quien fue el último en retirarse, no sin antes darse cuenta que los oficiales mantenían una discusión. Pasados unos minutos y encontrándose a solas ambos oficiales, Reyes Farías procede con su arma de servicio a descargarle un disparo a Mario Lavanderos, con el cañón apoyado sobre el lado izquierdo del labio superior", señala el fallo.

Informe Rettig

Tras lo señalado en el Informe Rettig, Mario Luis Iván Lavanderos Lataste, de 37 años a la fecha de su fallecimiento, el 18 de octubre de 1973, soltero, murió ese día a las 3:15 horas, en el Hospital Militar, por herida de bala facio craneana, como acredita el Certificado Médico de Defunción otorgado por el Instituto Médico Legal.

En tanto, el Protocolo de Autopsia, concluyó que "el disparo fue hecho con el cañón apoyado sobre el lado izquierdo del labio superior, con una trayectoria que va hacia atrás y arriba, con ligera desviación de izquierda a derecha".

De acuerdo con antecedentes del proceso que se inició por su muerte en la Justicia Militar, y antecedentes reunidos en la Investigación Sumaria Administrativa del Ejército, Mario Lavanderos murió por el disparo de un arma de fuego que pertenecía a otro oficial de alta graduación, mientras ambos se encontraban al interior del Casino de Oficiales de la Academia de Guerra.

Además, cinco días antes de su fallecimiento, el mayor Lavanderos había sido designado para dirigir la Sección Extranjería del Recinto de Detenidos del Estadio Nacional.

En esa calidad, el 16 de octubre, había firmado un documento por el cual otorgaba la libertad a detenidos de nacionalidad uruguaya que se encontraban en ese campo de prisioneros, los que fueron entregados al Embajador de Suecia.

En marzo de 1993, la comisión Rettig resolvió que el mayor (R) Mario Luis Iván Lavanderos Lataste fue víctima de violación de derechos humanos cometida por agentes del Estado.


Corte de Apelaciones eleva condena por crimen del militar que liberó a 68 prisioneros del Estadio Nacional en 1973

Fuente :Cambio 21 12 de Febrero 2015

Categoría : Prensa

El mayor Mario Lavanderos, tras el 11 de septiembre de 1973, cumplió labores en la sección "Extranjería" del campo de prisioneros del Estadio Nacional, donde el 16 de octubre liberó a 55 ciudadanos uruguayos y 13 bolivianos, entregándolos al embajador de Suecia, como refugiados.

La Corte de Apelaciones de Santiago elevó la condena contra el coronel de Ejército en retiro David Reyes Farías en la investigación por el homicidio calificado del entonces mayor de Ejército Mario Lavanderos, ocurrido el 18 de octubre de 1973 al interior de la Academia de Guerra del Ejército.

En fallo unánime, la Cuarta Sala del tribunal de alzada integrada por los ministros Juan Manuel Muñoz Pardo, Dobra Lusic y el abogado integrante Patricio González dieron 5 años de presidio a Reyes por su responsabilidad en este caso de homicidio calificado. En primera instancia, el ministro Mario Carroza había decidido una pena de 3 años y un día de presidio. Sin embargo, el condenado mantendrá el beneficio de la libertad vigilada intensiva.

El mayor Lavanderos, tras el 11 de septiembre de 1973, cumplió labores en la sección "Extranjería" del campo de prisioneros del Estadio Nacional, donde el 16 de octubre liberó a 55 ciudadanos uruguayos y 13 bolivianos, entregándolos al embajador de Suecia, como refugiados.

En el proceso consta que "al día siguiente, en horas de la noche, el mayor llega a la Academia de Guerra de Ejército, lugar donde habitaba, y se dirige al casino de oficiales, donde se encuentra con el teniente coronel David Reyes Farías, con quien se queda conversando hasta la madrugada del día siguiente, oportunidad en que ya se habían retirado todos los oficiales y solamente quedaba el asistente de mozo, quien fue el último en retirarse, no sin antes darse cuenta que los oficiales mantenían una discusión".

"Pasados unos minutos y encontrándose a solas ambos oficiales, Reyes Farías procede con su arma de servicio a dispararle un tiro a Mario Lavanderos con el cañón apoyado sobre el lado izquierdo del labio superior, siguiendo el proyectil su trayectoria hacia arriba y atrás, provocándole la muerte por herida de bala facio-craneana con salida de proyectil", señala el expediente.

De acuerdo a la Corte de Apelaciones, "la conducta del autor correspondió a una reacción iracunda, a un arranque de ira motivado por la intervención de la víctima en la liberación de más de 30 prisioneros políticos extranjeros".

Lavanderos murió el 18 de octubre de 1973, a las 3:15 horas, en el Hospital Militar, por herida de bala facio craneana, como acredita el Certificado Médico de Defunción otorgado por el Instituto Médico Legal. Tenía 37 años a la fecha de su fallecimiento.

En marzo de 1993, la comisión Rettig resolvió que el mayor (R) fue víctima de violación de derechos humanos cometida por agentes del Estado.