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Pereira Tulio – Memoria Viva

Pereira Tulio

Rut:

Cargos: Jefe de la Agrupacion Halcon

Grado : Sargento 2°

Rama : Carabineros

Año Fallecimiento : 1976

Londres 38
Brigada Caupolican
Grupo Halcon
Villa Grimaldi


Rol 2.182-98 : Episodio “Caso Colombo”, secuestro calificado de María Angélica Andreoli Bravo

Fuente :Poder Judicial, 10 de Abril 2015

Categoría : Judicial

d.– Dichos de coimputado Nelson Alberto Paz Bustamante, quien en lo pertinente de su indagatoria sostuvo que ingresó a la DINA en noviembre de 1973…

En Londres 38 prestó servicios en la Brigada Caupolicán, que estaba radicada en ese recinto, perteneciendo al grupo Halcón al mando de Miguel Krassnoff, además formaban parte de este mismo grupo Basclay Zapata, el empleado civil “Guatón Romo”, Rosa Humilde Ramos, Teresa Osorio, José Enrique Fuentes Torres, Rodolfo Concha Rodríguez, Tulio Pereira– ya fallecido- José Abel Aravena Ruiz.

13.-) Copia autorizada de declaración de a fojas 2748 de Osvaldo Romo Mena, sostuvo que ingresó a la DINA el 20 de mayo de 1974

En relación con María Angélica Andreoli Bravo, sostuvo que estuvo en José Domingo Cañas sólo trabajaban la brigada Caupolicán, con los equipos de Krassnoff, Lawrence, Pablito y Gerardo Godoy.

Al cerrarse José Domingo Cañas pasaron a Villa Grimaldi y ahí de los detenidos sólo llegaron uno de los Andrónicos Antequera y Cristián VanYurick Altamirano. El resto de los detenidos no sabe donde quedaron.

La Luz Arce y la Flaca Alejandra pueden saberlo ya que ellas vivían ahí en José Domingo Cañas. Estas mujeres no pasaron a Villa Grimaldi, sino que se quedaron ahí, se quedaron viviendo ahí.

Estaba también en Villa Grimaldi la Flaca Alejandra, cuando llevaron detenida a la Pinina, María Angélica Andreoli, quien le dijo a la Flaca Alejandra "esta flaca conchesumadre debería ponerla aquí en el fierro y meterla al agua", se estaba refiriendo al submarino mojado, que ase aplicaba en Villa Grimaldi, es decir meter al detenido en un pozo con agua para ahogarlo, Moren hacía esto.

Respecto de María Angélica Andreoli, él no la detuvo, fue en dos oportunidades a detenerla acompañado de la Flaca Alejandra, a su casa en Bilbao, la primera vez la tía dijo que ya volvía, pero no llegó nunca, la segunda tampoco estaba y en la tercera, no fue más y fue detenida por un grupo de Tulio o de los Gordos. Entiende quela Chica Pinina, por la fecha. Fue detenida no en Londres 38 , sino en José Domingo Cañas. No la vio detenida en José Domingo Cañas sino que en Villa Grimaldi, oportunidad en que vio que Moren Brito la metió varias veces al agua y la Pinina le decía "me voy a ahogar ". Moren le respondía que "las vacas se ahogan por el poto así que de aquí voy a ver si te estai ahogando", ya que la sumergían de cabezas.

La tortura era ejecutada materialmente por Tulio Pereira y Manuel Lucero Lobos, todos bajo el mando de Manuel Moren Brito, ambos fallecidos, No es efectivo que haya conversado telefónicamente con la Verónica Andreoli, puesto que hablo con el papá en la casa de ella en Montenegro, y estaban esperando al hermano que traía lo dineros de Argentina. El cabro llegó y no traía nada. No es efectivo que con un escobillón se lo haya metido en la vagina a la Andreoli, ni que haya intervenido en su muerte inyectándole una sustancia letal, eso no es cierto. Nunca vio en Londres 38 que llegara algún enfermero o enfermera que llegara a atender a algún detenido


Homicidios de Iván Renato Pérez Vargas y Amador del Fierro Santibañez: 5 años y un día a cúpula de la DINA

Fuente :Villa Grimaldi.cl, 15 de Mayp 2015

Categoría : Prensa

Fueron ejecutados en la comuna de La Florida por miembros del grupo “Halcón” de la DINA, cuyos agentes habían salido desde Villa Grimaldi para detenerlos. Forma parte del expediente “Episodio Villa Grimaldi”.

El ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Santiago, Leopoldo Llanos dictó sentencia en la investigación por los delitos de los homicidios de Iván Renato Pérez Vargas y Amador Roberto del Fierro Santibáñez, perpetrados el 24 de febrero de 1976 en la comuna de La Florida.

El magistrado condenó a los agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) Manuel Contreras Sepúlveda, Carlos López Tapia, Miguel Krassnoff Martchenko y Basclay Zapata Reyes a la pena de 5 años y 1 día de presidio por ambos delitos.

De acuerdo a la investigación del magistrado se logró determinar que: «El día 24 de febrero de 1976, en el inmueble del Pasaje Juan Ramón Jiménez Nº 7476, Paradero 14 de Vicuña Mackenna, comuna de La Florida, se encontraban Amador Del Fierro Santibáñez, su pareja Herminia Espíndola González, la hija de ambos, de un año y dos meses, y los hermanos mellizos Mireya de Lourdes Pérez Vargas e Iván Renato Pérez Vargas, de 21 años de edad.”
“Aproximadamente a las 12:30 horas llegaron hasta la entrada del pasaje dos o tres vehículos de la DINA, que habían salido de la Villa Grimaldi, tripulados por a lo menos seis agentes de ese organismo, miembros del grupo «Halcón», quienes llevaban consigo al detenido Víctor Espíndola González -quien había sido aprehendido ese mismo día por la DINA”, señala el fallo.

“Una vez que los vehículos arribaron a la entrada del pasaje Juan Ramón Jiménez, el oficial de Ejército que era el jefe del grupo ordenó al agente Tulio Pereira que averiguaran si en la casa había moradores, regresando pocos instantes después indicando que había movimiento de personas en dicha morada, ante lo cual el oficial a cargo dispuso que se procediera a detener a Del Fierro Santibáñez, concurriendo Pereira junto otro agente -no individualizado con precisión- a dar cumplimiento a la orden, ambos premunidos de armas de fuego largas y cubiertas con papel de diario”, agrega.

“Por su parte, los moradores de la vivienda en cuestión se percataron de la presencia de un sujeto vestido de civil que pasó frente a aquella, mirando hacia el interior en forma insistente, observando que portaba en sus manos un paquete de forma alargada envuelto en papel de diario y que en la esquina más próxima había varios vehículos estacionados. Herminia Espíndola salió a la calle y un sujeto la tomó del brazo preguntándole si su marido estaba en la casa, a lo que respondió afirmativamente. Luego dicho sujeto (que era el ya mencionado agente de la DINA Tulio Pereira) se aproximó a la puerta de la casa. A su turno, y en el lugar en que se encontraban el detenido Espíndola y los demás agentes, se oyeron tres disparos que provenían desde la aludida vivienda, y el agente que acompañaba a Pereira hace señas pidiendo ayuda, por cuanto aquel había sido herido mortalmente con dichos disparos; procediendo los demás miembros del grupo ya mencionado a dirigirse hacia la casa antes nombrada, premunidos de armas de fuego largas, quienes procedieron a disparar en numerosas oportunidades al frontis de la vivienda”, relata el texto judicial.

“En ese momento Amador del Fierro salió corriendo desde el interior y saltó la cerca de la casa vecina, pero fue herido de muerte. Herminia, por su parte, ingresa a la casa en busca de su hija y en el pasillo se encuentra con Iván Pérez Vargas, el cual también intentaba arrancar y al salir los agentes DINA dispararon sobre él con una metralleta, cayendo sin vida en el patio de la casa. Luego, los agentes DINA, ingresaron al inmueble, desde el cual sacaron a Mireya Pérez Vargas, con heridas a bala en las piernas, y la trasladaron hasta «Villa Grimaldi», donde fue interrogada, torturada y en horas de la tarde fue ultimada en este recinto por agentes de la DINA”, consigna el ministro Llanos.

“Adicionalmente, y producto de la balacera que tuvo lugar, falleció la menor de tres años de edad Susana Elizabeth Sanhueza Salinas, hija de Catalina Salinas Isla, quien a su vez era vecina de la pareja conformada por Amador del Fierro y Herminia Espíndola; menor que instantes antes de comenzar los disparos se había acercado al domicilio de dicha pareja a jugar con la hija de éste», precisa.

Agrega que: «En suma, a raíz de los hechos que tuvieron lugar el 24 de febrero de 1976, en el inmueble del Pasaje Juan Ramón Jiménez Nº 7476, Paradero 14 de Vicuña Mackenna, comuna de La Florida, fallecieron como consecuencia de heridas por arma de fuego accionadas por terceros, las siguientes personas:
a) Tulio Pereira, agente de la DINA;
b) Iván Renato Pérez Vargas, militante del MIR;
c) Amador del Fierro Santibáñez, militante del MIR.
d) Susana Elizabeth Sanhueza Salinas, menor de tres años de edad, vecina del lugar.

En cuanto a Mireya Pérez Vargas, militante del MIR y que resultó herida a bala en los hechos antes narrados, su detención y posterior ejecución en Villa Grimaldi fue objeto de otra investigación, que concluyó con sentencia de primera instancia de 19 de marzo de 2010 y cuya copia se encuentra agregada a fs. 47 y siguientes de esta causa (Rol 2182-1998, «Villa Grimaldi» (Mireya Pérez Vargas).

Finalmente, y respecto de la menor Elizabeth Sanhueza Salinas, su fallecimiento no es tampoco materia de este proceso».

Fuente: Comunicaciones Poder Judicial.

por Ivan Pérez Vargas y Amador del Fierro


Ex agentes de la DINA fueron condenados a 5 años de cárcel por homicidio

Fuente :cooperativa.cl, 16 de Mayo 2015

Categoría : Prensa

Manuel Contreras y Miguel Krassnoff figuran entre los autores de los crímenes de Iván Pérez y Amador del Fierro.

Manuel Contreras, Miguel Krassnoff, Carlos López y Basclay Zapata fueron condenados a cinco años y un día de cárcel por los homicidios calificados de Iván Pérez Vargas y Amador del Fierro Santibáñez, ocurridos en un incidente a tiros ocurrido en La Florida el 24 de febrero de 1976.

La resolución fue entregada por el juez especial de la Corte de Apelaciones de Santiago Leopoldo Llanos.

Pérez, estudiante universitario, y Del Fierro, de profesión ingeniero, eran militantes del MIR y se mantenían en una vivienda en La Florida

En el lugar irrumpieron agentes de la DINA, provocando un enfrentamiento en el que murieron los dos jóvenes, el agente Tulio Pereira y una niña de tres años de la casa vecina, además de resultar herida Mireya Pérez Vargas, hermana melliza de Iván, quien fue llevada a un centro de tortura para ser interrogada y ejecutada horas más tarde.


Morir en la tortura

Fuente :sech.cl, 25 de Octubre 2020

Categoría : Prensa

Reportaje de investigación con el relato del cruel asesinato en 1975 del escritor, poeta, dramaturgo, ensayista y académico de la Universidad Católica Ignacio Ossa. Agentes de la dictadura de Augusto Pinochet lo flagelaron hasta que su corazón falló. La Sech lo declaró socio póstumo el año 2018 

por Carlos Antonio Vergara

La muerte bajo torturas es uno de los peores crímenes contra la humanidad. Y uno de ellos es el del escritor y académico de la Universidad Católica de 32 años, Jaime Ignacio Ossa Galdames, asesinado en el ex Cuartel Terranova de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina), un ex centro secreto de tortura y exterminio ubicado en Avenida José Arrieta 3.200, Peñalolén. El crimen se consumó el 25 de octubre de 1975.

Ossa fue detenido el 20 de ese mes en el domicilio de sus padres en calle Argentina 9157, en la comuna de La Cisterna. Hasta allí llegó una camioneta Chevrolet C-10 con toldo verde, conducida por Basclay Zapata (1946-2017), alias El Troglo, junto con Tulio Pereira (1935-1976), jefe de la Agrupación Halcón 1 de la Dina.

La dictadura realizó una importación especial de Chevrolet C-10 desde Estados Unidos para asignarlas a la Dina, órgano represivo que funcionó bajo órdenes directas de Augusto Pinochet entre fines de 1973 y 1977. Estos vehículos cumplían los requisitos de los represores. En la parte trasera, de la carga, podían llevar varios detenidos y sus captores. Además, eran suficientemente largas para posteriormente transportar sus cadáveres y enterrarlos en fosas comunes clandestinas, para llevar los cuerpos hasta el aeródromo de Tobalaba o al centro militar de Peldehue, desde donde helicópteros Puma del Ejército de Chile los lanzaban al mar. En el mejor de los casos, los llevaban al Instituto Médico Legal en calidad de NN.   

En la patrulla represiva venían otros tres agentes y una mujer, la empleada civil de la Armada, Teresa del Carmen Osorio Navarro (1956), esposa de Zapata, alias la Chica Tere, de quien no fue posible probar su participación en este crimen, pero los testigos que sobrevivieron, la vieron allí. Osorio olfateaba la sangre y siempre estaba donde corría o debía correr posteriormente. Ha sido condenada en numerosos otros crímenes.

En la UC entregaron el domicilio

Antes de llegar a calle Argentina, sus secuestradores fueron a buscarlo a la Universidad Católica (UC). Allí no lo encontraron, pero si les proporcionaron los datos de su domicilio. El rector de la UC era Jorge Swett, y su jefe de gabinete, el ex diputado y senador de la Unión Demócrata Independiente (UDI), Carlos Bombal Otaegui (1950). Ejercía como como Pro-Gran Canciller el cardenal Jorge Medina (1926). En antecedentes judiciales sobre la desaparición de otro profesor de la UC, el militante comunista Juan Avalos Davinson (1944-1976), detenido desaparecido, Bombal reconoció judicialmente haber entregado los antecedentes personales del profesor Avalos a sus asesinos.

Ossa hacía clases en el Instituto de Letras de la Universidad Católica. Allí impartía las cátedras de Ciencias Fónicas I y II y Teatro Hispanoamericano. Además, ejercía como profesor de castellano en el Liceo de Maipú y el Liceo Vespertino Juan Bosco en Santiago. Sus ensayos, críticas y poemas formaban parte de publicaciones universitarias.

Pasadas las 9 de la mañana “entraron sigilosa y repentinamente. En ese momento solo se encontraban mis padres y un joven que había llegado hace unas tres semanas. Su trato en todo momento fue extremadamente brutal; mi madre (Otilia Galdames, NDR) fue lanzada sobre un sillón, luego encañonada con una pistola, le botaron la comida que tenía preparada y mi padre (Oscar Ossa) fue amenazado y encañonado”, señaló en un recurso de amparo su hermana Guadalupe Ossa, el 21 de octubre de 1975, quien falleció en 1999 sin ver justicia, tal como sus padres.

Enlace, tarea peligrosa

El joven era José Moya Raurich, miembro del Comité Central del MIR de 22 años, a quien no esperaban encontrar, pero que era buscado intensamente. Moya no tenía donde esconderse en ese momento.  

“Conocí a Ignacio Ossa tres semanas antes de su detención. Me fue asignado para labores de comunicación. Me lo presentaron en un punto de contacto en avenida Matta con Portugal. Conversamos en el trayecto y nos pusimos de acuerdo para que yo me fuera a vivir con él, pues no había sido posible arrendar una vivienda: El decidió llevarme a vivir a la casa de sus padres, mientras lográbamos alquilar un lugar más definitivo”, precisó al autor.

“En forma violenta los agentes de la Dina comenzaron a interrogarme, requiriendo mi identidad, atándome y tendiéndome en el piso”, declaró Moya a la justicia al relatar el secuestro.

El académico había salido a realizar sus actividades habituales. Días antes, una joven delgada de 24 años, estudiante de cuarto año de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, Gabriela Salazar, había retirado desde un hotel un bolso de cuero. “No sabía de donde ni que venía allí. Me lo llevé así a mi casa”.

“Ignacio asumió una de las tareas más difíciles y más ingratas, como es ser enlace y hacerse cargo de las comunicaciones clandestinas”, indicó Moya.

“Las tareas de enlace son las más arriesgadas y también son complicadas porque no permiten generar mayores vínculos. Es distinta la militancia cuando dentro de un pequeño grupo se convive, se realizan actividades en conjunto, se redacta un panfleto, se sale a hacer un rayado, una acción operativa, hay una convivencia grupal. En el tema de las comunicaciones, de acuerdo a la experiencia que nosotros desarrollamos en esa época, los enlaces tenían que pecar de un ostracismo único, y solo reconocerse visualmente. En ocasiones incluso sin contacto físico, sino a través de terceras personas generosas que facilitaban su lugar de trabajo, sus viviendas para que fuera usado como buzón, en el cual se depositaban las comunicaciones y se retiraban. Debe haber una gran convicción, una gran entereza de una persona para estar dispuesto a asumir una tarea como la que realizó Ignacio Ossa”, señaló Moya.

El bolso de cuero que venía de París

La Dina rastreaba Santiago intentando localizar eventuales puntos de contacto de los militantes de los partidos opositores a Pinochet, por ello, para no despertar sospechas, Gabriela se vistió ese día “como si fuera una persona que se encontraba haciendo labores domésticas, con un delantal. Puse el encargo en una de esas bolsas con que una va a la feria, coloqué una mata de apio y pan. Lo metí al fondo, tapado con el pan. Así lo entregué”, detalló al autor.

Gabriela no conocía al profesor Ossa. “Me encontré con él en una calle en Avenida República u otra de ese barrio. Intercambiamos un par de palabras y nada más. El me dijo ¿te puedo ayudar con las bolsas? Y yo se la pasé. Luego dimos vuelta la calle. Nos despedimos de un beso y se fue”, expresó con lágrimas en los ojos al recordar los hechos.

La investigadora y profesora universitaria Gabriela Salazar

Ossa tomó luego locomoción colectiva hacia el sur de Santiago que circulaba por la Gran Avenida, rumbo a la casa de calle Argentina. Sería la última vez que recorrería las calles de Santiago de Chile. Era primavera. Le quedaban apenas cinco días de vida.

Moya permaneció toda la mañana amarrado en el suelo. En el intertanto, llegaron más agentes. Cuando el profesor Ossa regresó, alrededor del mediodía, se produjo un revuelo entre los agentes, porque se dieron cuenta que en el interior del bolso de cuero, había dinero y documentación del MIR que provenía del exterior.

Moya recordó la escena 42 años después en la oficina de su trabajo en la comuna de La Reina.

Apenas llegó Ignacio – relató – los agentes se abalanzaron sobre él y las pertenencias que portaba. Antes de romper el bolso, lo abren. “Era elegante, y sacan una caja metálica que venía con tabaco, una pipa, cosas que lo acompañaban, para que no fuera vacío”.

Los resistentes a la dictadura denominaron ´barretínes´ a los objetos que servían para ocultar otros objetos y pasar desapercibidos ante controles rutinarios de las policías. 

Agentes enloquecidos con dólares

La inspección sin embargo no era una rutina. Se trataba de integrantes de un organismo especializado en combatir a partidos y militantes clandestinos que no se detenía ante los peores crímenes con tal de lograr sus objetivos.

El ‘barretín’ que había viajado desde París estaba entremedio de los cueros. En él habían varios miles de dólares. Provenían de un día de sueldo mensual que donaron militantes y trabajadores franceses y lo transportó una persona que lo entregó y regresó de inmediato a Francia. Ello motivó que comenzaran a interrogar y torturar en su propia casa al profesor Ossa. El hallazgo de dinero enloquecía a los agentes.

“Uno de ellos saca la cajita y me la tira en la cara con violencia. Con la pipa me empieza a pegar, me golpea con ella varias veces. Veo el bolso y me doy cuenta que además de todo, justo en esa oportunidad llegó un correo desde el exterior”, recuerda Moya.

Quien inició los flagelos fue el torturador Ricardo Víctor Lawrence Mires (1946), alias Cachete Grande, responsable de la desaparición de más de un centenar de personas y de una decena de homicidios calificados, según distintas causas criminales tramitadas en la justicia chilena. Cachete Grande detenía, torturaba y luego iba a lanzar personalmente a sus víctimas al mar. En este caso, al profesor Ossa lo llevaron a la morgue, seguramente porque no estaba planificado en esos momentos un vuelo de la muerte.      Lawrence jubiló con el grado de teniente coronel de la policía de Carabineros. A pesar de la gravedad de sus crímenes permaneció en libertad bajo fianza dedicado a numerosos negocios hasta días antes de ser condenado por la Corte Suprema en febrero de 2015 por otra desaparición, la de Alfonso Chanfreau desde el centro de tortura y exterminio de Londres 38, momento en que debía cumplir condena en el penal de Punta Peuco. Cachete Grande sabía que si ingresaba a la cárcel no volvería a salir libre con vida. En ese momento decidió fugarse. Hasta que el 10 de enero del año 2020 decidió entregarse en un cuartel de la institución en la cual prestó servicios ubicado en Ñuñoa diciendo escuetamente que había estado “en el sur”. Fue ingresado al Penal de Colina 1 el 11 de enero de 2020, es decir 45 años después de cometidos sus crímenes.

Pero el 20 de noviembre de 1975 Lawrence estaba en la cúspide de su carrera delictual y genocida y decidió seguir esperando si acaso obtenía otra presa en la casa de La Cisterna. El hallazgo hasta el mediodía era suculento e inesperado. 

La unidad de literatos con Carlos Droguett

Al respecto, Juan Ángel Urbina Cáceres, ex funcionario de la Policía de Investigaciones (PDI), destinado a la Dina en julio de 1974, dijo en el proceso que “la principal preocupación de los jefes de los grupos operativos tales como Krassnoff y el mismo Moren Brito no era desarticular el MIR ni emprender acciones patrióticas para salvar a los chilenos, si no que obtener utilidades de los operativos, apropiándose de las remesas que en dólares recibía la gente del MIR, provenientes del extranjero (…) Esta apropiación de los dólares quedaba de manifiesto por los vehículos en que se movilizaban Krassnoff, Moren Brito y otros que para la época, eran costosos”, puntualizó.

El arresto del académico fue consecuencia de los sucesos ocurridos en una parcela de la comuna de Malloco el 16 de octubre, desde donde huyeron el Secretario General del MIR, Andrés Pascal Allende, los miembros de la Comisión Política, Nelson Gutiérrez, Martín Hernández y sus parejas. En el lugar, en la retirada, murió Dagoberto Pérez enfrentando a los agentes de la Dina.

Los dirigentes del MIR antes de huir incendiaron la documentación que poseían, pero quedaron huellas: restos de microfilms con cartas donde aparecía el nombre de Ossa en un escritorio que no se quemó. La Dina no sabía nada de Ossa, salvo que era profesor universitario de literatura de la UC.   

Ossa además, formaba parte de una unidad de literatos del MIR, entre quienes participaba el Premio Nacional de Literatura Carlos Droguett (1912-1996), a quien Ossa entrevistó el 5 de julio de 1975. (Ver reportaje del autor y escuchar audio en https://www.sech.cl/la-sech-recordo-a-los-escritores-asesinados-en-dictadura/ )

El escritor, para evitar correr mayores riesgos en su labor de correo clandestino, con la complicidad de la familia de su tía Raquel Ossa, comenzó a utilizar su hogar para recibir y enviar comunicaciones. Uno de los correos era Raúl Eduardo Guillén Zapata (1939), quien conoció a Ossa como Pablo.

El buzón de Villa Olímpica

“Nos encontramos varias veces en la calle en 1975. Pese a la situación, nos unió una simpatía mutua de inmediato, éramos muy afines en muchas cosas, además de nuestra militancia, así que aprovechábamos nuestros encuentros para hablar de poesía y literatura. Soñábamos con un Chile diferente”, manifestó emocionado Guillén al recordarlo en su departamento de la comuna de Providencia. Guillén fue detenido posteriormente y sobrevivió a la Clínica Santa Lucía 162, Santiago Centro, donde mandaban a recuperarse de la tortura a los prisioneros para seguirlos torturando al igual que Gabriela Salazar. A otros los inyectaban allí y los hacían desaparecer.

“Dado que los puntos en la calle se estaban tornando peligrosos, Pablo me sugirió contactarnos a través de familiares que vivían en la Villa Olímpica, en Ñuñoa y entregar y recibir ‘barretines’ allí. Como forma de justificar mi presencia, me pidió hiciera clases de química a una joven, pues soy ingeniero químico”, rememoró.

Esa joven era su prima hermana Rosa Reyes Ossa, quien interpuso el 20 de junio del año 2000, la querella número 130 contra Augusto Pinochet, Manuel Contreras y quienes resultaren responsables por “crímenes de guerra, lesiones, secuestro agravado con homicidio, tortura y asociación ilícita genocida”.

Rosa Reyes Ossa en el Palacio de los Tribunales de Justicia junto a los testigos Patricio Bustos, Gabriel Salazar y José Moya.

“Yo cursaba Enseñanza Media. Las veces que Ignacio iba a nuestro departamento a dejar o buscar los ‘barretines’, que consistían en paquetes, cajas de detergente u otros, también me hacía clases de castellano, hasta dos días antes de su detención”, recuerda Reyes Ossa.

Ese 20 de octubre la casa de los padres de Ossa era revisada minuciosamente.

La casa de calle Argentina quedó convertida en una ‘ratonera´ durante cinco días. Ratoneras eran los domicilios detectados de opositores detenidos, en los cuales permanecía en su interior oculto personal de la Dina, intentando pasar desapercibidos y dando la impresión que la vivienda tenía una rutina normal, a la espera de que ingresaran eventualmente otras personas para aprehenderlas. En este caso permanecieron allí con sus padres en su interior

Ossa y Moya fueron subidos a la Chevrolet C-10 cuando Cachete Grande se cansó de esperar. Eran pasadas las 15 horas y fueron sacados tapados con frazadas desde la vivienda. En el interior de la camioneta los vendaron. El vehículo inicio la marcha al oriente de Santiago.

Cuando se detuvo el vehículo Moya logró escuchar que abrían un portón metálico el cual producía mucho ruido. Era el portón de Villa Grimaldi.

“Al descender escuché una voz que me llamaba por mi nombre político (Adrián) que utilizaba en el MIR. Con posterioridad me enteré que la persona que me llamó fue Miguel Krassnoff (1946), quien lo conocía por intermedio de un ex miembro del MIR, de apellido Schneider (Leonardo Schneider Jordán 1941-2002, NDR), quien estaba recluido en dicho recinto y colaboraba con ese organismo”, declaró Moya a la justicia.

No podía sostenerse, se caía vomitando

Al otro día de la detención, el 21 de octubre, el diario vespertino La Segunda titulaba acerca de la detención de un importante dirigente del MIR y se refería al trabajo de su dirección exterior. Sus fuentes no eran otras que la cúpula de la Dina.

Ossa y Moya fueron torturados por Krassnoff, Pereira, Zapata y Marcelo Moren Brito (1935-2015), declaró en la investigación el médico Patricio Bustos (1950-2018), uno de los testigos principales del crimen. Bustos estaba detenido por integrar la brigada de sanidad o salud del MIR, que atendía a los heridos. 

“Fue salvajemente torturado y las veces que pude verlo estaba realmente muy mal, después que le habían aplicado en grado superior la tortura, colgado de unos árboles. Luego lo vi traído por dos guardias, desnudo, con su camisa encima ensangrentada y la última vez, no podía sostenerse y se caía vomitando sin parar”, declaró por su parte Delia Veraguas Segura.

En el recinto se encontraba detenido Gabriel Segundo Salazar Vergara (1936) Premio Nacional de Historia 2006, quien hasta antes de su detención ocupaba el cargo de miembro adjunto del Comité Central del MIR.

Los tres fueron salvajemente torturados, “Moya en La Torre, donde permaneció varios días y Salazar y Ossa en la parrilla. Los vi ser conducidos a esa pieza, oí sus gritos y los recibí en muy malas condiciones, a veces apenas podían caminar. En una ocasión, ya oscurecido, golpée el portón de la pieza grande y llamé a los guardias, a quienes dije que debían darse cuenta que Ignacio estaba muy mal, que la tortura le estaba afectando mucho y que podía morir de algún problema al corazón. Ossa era grande y corpulento, se quejaba de dolor precordial (al pecho) cada vez más intenso producto de las torturas”, precisó Bustos.

“Se nos fue cortado” gritaban los agentes

Gabriel Salazar vio al profesor Ossa y conversó con él. “Estaba en muy malas condiciones, tenía problemas para respirar, jadeaba mucho, como si tuviera asma. Al día siguiente, nos volvieron a torturar juntos. A mí me amarraron en el catre metálico de abajo y a Ossa Galdames en el de arriba”, relató en el proceso.

Otro detenido, Alejandro Núñez Soto constató que estaba “en deplorables condiciones de salud. Nos decía que temía por su vida, ya que estaba seguro que lo iban a matar y que si nosotros lográbamos salir en libre plática, que se lo dijéramos a su familia. Estaba deshidratado y con hematomas en todo el cuerpo. Junto a otro detenido, Carlos Patricio Barrera Sánchez, lo pusimos sobre uno de los camarotes de la pieza, lo tranquilizamos ya que estaba muy aterrorizado por lo que estaba ocurriendo”.

“Se le notaba tremendamente afectado y desorientado. Recuerdo que llegó a tenderse en el camarote, ahí se quedó aferrado a un chaleco que tenía sobre su pecho (…) Se encontraba ensangrentado, tiritando y balbuceando ya que había sido muy golpeado en la cara, lo atendimos con Núñez Soto y lo trasladamos hasta una cama donde le limpiamos la cara”, declaró Barrera al tribunal. “El día 24 de octubre de 1975, toda la noche torturaron a un hombre, sentíamos sus gemidos, con posterioridad supe quién era, ya que me sacan de la pieza para ser trasladada a Cuatro Alamos, mientras esperaba parada en un pasillo, unos agentes gritaban que trajeran un médico porque al torturado le habían dado agua, y le había dado un paro cardíaco, uno de los torturadores le pregunta a otro que quién era, respondiendo que era Ossa Galdames”, manifestó Selva Ivonne Hidalgo. En tanto, Barrera escuchó los mismos “gritos horribles de Ossa Galdames y al rato siento toda una conmoción entre los agentes y se comentaba se nos fue cortado”.

Encontrado por casualidad en el Servicio Médico Legal

El 27 de octubre, el ministro del Interior general César Raúl Benavides respondió al recurso de amparo señalando que el académico se encontraba en el centro de Cuatro Alamos. Desde ese momento su hermana Guadalupe Ossa comenzó a visitar todos los días ese centro de reclusión intentando inútilmente obtener información.

“El día 10 de diciembre me llaman del Comité Pro Paz a fin de comunicarme que al ir a retirar un cadáver, un auxiliar les habría dicho que en la madrugada habría visto el cuerpo de mi hermano”, continuó en su declaración a la Comisión Rettig.  

Al trasladarse al Servicio Médico Legal no querían darle información, ni el certificado de defunción. Finalmente indicaron que había sido entregado al Cementerio General para su sepultación. Lo habían enterrado como NN.

Un funcionario “me señaló que la orden para mi hermano era cremarlo y que por un problema de los homos que no estaban funcionando se había enterrado”. Es decir, se preparaba su desaparición. Al exhumarse encontraron el cuerpo boca abajo con señales evidentes de los flagelos en su cuerpo.

En el intertanto, Manuel Contreras entregó firmada de su puño y letra, la versión falsa de que se había lanzado a las ruedas de un vehículo en Avenida España. Carabineros mediante oficio indicó que no se había producido accidente alguno en ese lugar el 25 de octubre de 1975.

Intelectual promisorio

Ignacio Ossa acababa de publicar y prologar en editorial Nascimento el más importante estudio sobre la pieza teatral ‘Como en Santiago’ de Daniel Barros Grez. Había firmado recientemente un contrato con esa casa editora para prologar obras de autores chilenos. Escribió un ensayo notable sobre la pieza Fulgor y muerte de Joaquín Murieta, de Pablo Neruda. Tenía una carrera promisoria. Sus estudiantes del Departamento de Letras de la UC quedaron esperando el regreso del profesor Ossa a las aulas, y no podían creer que lo habían matado. La Sech lo declaró socio póstumo el año 2018.

Los tribunales encausaron al agente Osvaldo Enrique Romo Mena (1938-2007), fue procesado y luego falleció en la cárcel antes de dictarse la condena. El director de la Dina Manuel Contreras Sepúlveda (1929-2015) y Marcelo Moren Brito fueron condenados en primera instancia el año 2014 por el ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago Alejandro Solís a 10 años y 20 años respectivamente. Murieron en el penal Punta de Peuco cumpliendo condenas por otros crímenes.  

El año 2017 la Corte Suprema ratificó la condena a Miguel Krassnoff, quien acumuló 20 años de cárcel por el crimen de Ignacio Ossa. Como cómplices, los agentes Fernando Lauriani Maturana (1949) alias “Teniente Pablito” y Rolf  Wenderoth Pozo (1939) fueron sentenciados a 5 años y un día.