Rut:
Cargos: Segundo Brigada C2
Grado : Mayor
Rama : Ejército
Organismos : Central Nacional de Informaciones (CNI)
Año Fallecimiento : 1988
Alfa Carbon
Violaciones a los derechos humanos en la Undecima Region
Fuente :Vicaría de la Solidaridad, 1989
Categoría : Otra Información
La XI Región, que a la fecha del golpe la constituía la provincia de Aysén, tenía como autoridad máxima al Jefe de Zona en Estado de Sitio con asiento en Punta Arenas, cargo que ejercía el General de Ejército Manuel Torres de la Cruz, que era conocido con anterioridad al golpe militar por haber ordenado el allanamiento a la empresa del Area Social "Lanera Austral". En esa oportunidad se dio como explicación la supuesta existencia de armas, dando inicio así a los primeros actos "preparatorios" de lo que sería el 11 de septiembre de 1973. También se estrenaba la fundamentación de carácter político de acusaciones en virtud de la reciente Ley de Control de Armas, dictada a fines del año 1972.
A pesar de ser Puerto Aysén la ciudad más importante, poco se conoce de violaciones a los derechos humanos en ella. Sin embargo, en la zona de Coyhaique sí se registraron casos importantes, algunos de los cuales fueron ampliamente difundidos. La Jefatura de Plaza en esta ciudad estaba bajo el mando del Comandante del Regimiento Nº 14, Coronel Humberto Gordon Rubio, quien fuera posteriormente, Director de la Central Nacional de Informaciones y finalmente miembro de la Junta de Gobierno en representación del Ejército.
A pesar de la escasa información que se tiene, se pudo establecer la existencia de un Campo de Prisioneros habilitado por el Ejército en la localidad de Las Bandurrias (hoy Regimiento Bulnes). En este centro de reclusión e interrogatorio se hizo también famoso el entonces Capitán de Ejército Joaquín Molina Fuenzalida, que pasó también posteriormente a formar las filas de la CNI y resultara muerto a fines de 1988 en un incidente con Manuel Contreras Valdebenito, hijo del ex-Director de la DINA del mismo nombre (en una fiesta en la casa del oficial de la CNI, Manuel Contreras se peleó con el dueño de casa y disparó sobre él). La persecución a dirigentes políticos del depuesto gobierno de la Unidad Popular en la zona que encabezó el Capitán Molina, lo llevó en más de una oportunidad a cruzar la frontera con Argentina, país al que huían buscando refugio los perseguidos.
CASOS DE DETENIDOS DESAPARECIDOS
Producto de las acciones de este grupo que funcionaba en Las Bandurrias, se registran algunos casos de detenidos desaparecidos, cuyos antecedentes se han podido conocer. Sin embargo, se sabe de la existencia de otros cuyas circunstancias aún no se han establecido completamente.
Entre los casos más conocidos se encuentran:
– Castillo, Nelson: Secretario Regional del Partido Comunista.
– Pérez Ríos, José Rosendo: militante del MAPU.
– Vera Oyarzún, Juan: Dirigente del Partido Comunista en Aysén, Presidente de la CUT en Coyhaique, 53 años a la fecha de su detención.
A raíz del golpe militar, los tres afectados huyeron en septiembre de 1973, cruzando la frontera hacia Argentina, ubicándose en la localidad de Río Mayo, donde solicitaron asilo político. En esta misma situación se encontraban también otros chilenos. Los tres trabajaban en la Municipalidad de Río Mayo, a la espera de una resolución por parte del Gobierno argentino respecto de su calidad de refugiados.
El 27 de octubre, fueron sacados del Casino de Suboficiales de Gendarmería por una patrulla militar chilena formada por el ya mencionado Molina, acompañado por el suboficial Evaldo Reedlich y un médico de Coyhaique. Bajo engaño, fueron convencidos de trasladarse junto a ellos hacia la frontera, donde supuestamente los esperaban sus familias. Ya en territorio chileno, se dirigieron hacia Las Bandurrias. Sin embargo, a este recinto llegaron solamente los integrantes de la patrulla, sin los detenidos.
Esta situación fue ampliamente publicitada por la prensa argentina, movilizando incluso a miembros del Parlamento y organismos de derechos humanos.
Según versiones que han llegado a las familias, habrían sido ultimados en territorio chileno, antes de llegar al recinto militar, sin embargo, sus cuerpos no fueron habidos ni se supo más de su paradero.
ALGUNOS CASOS PE MUERTOS REGISTRADOS EN LA XI REGION
En la XI Región se registran tres casos de muertes, todas informadas por la prensa. Ellos son:
– ALVARADO VARGAS, SERGIO OSVALDO.
– CÁRCAMO RODRÍGUEZ, JULIO.
Muertos el 2 de octubre de 1973 en Puerto Aysén por efectivos de una patrulla militar al intentar atacar a los militares luego de haber sido sorprendidos robando, según información publicada en la prensa de acuerdo a versiones entregadas por el General Manuel Torres de la Cruz, Jefe de Zona en Estado de Sitio.
CASO DE MUERTE POR CONSEJO DE GUERRA
VILUGRON REYES, JORGE ORLANDO: 27 años a la fecha de su muerte, fue fusilado el 8 de octubre de 1973 en Puerto Cisne, en cumplimiento de sentencia dictada por n Consejo de Guerra. Esta información fue dada a conocer por la prensa, según versión oficial de la Oficina de Prensa del Gobierno Provincial. El afectado fue acusado de "activo extremista".
RELEGACIONES
La Undécima Región por las características que presenta: alejada del centro del país, difícil acceso y escasa población, destacó como una de las zonas frecuentemente utilizados por el Gobierno Militar como centro de relegaciones a partir de 1983. Ese año el Gobierno implanta el Estado de Sitio como consecuencia de las jornadas de protesta en contra del Régimen Militar registradas en todo el país.
Las principales localidades utilizadas fueron Balmaceda, Chile Chico, Cochrane, Lago Verde, Manihuales, Melinka, Puerto Tranquilo, Puerto Aysén, Puerto Cisne y Puerto lbáñez.
PRESOS POLiTICOS
En la XI Región se registra solamente un preso político, el que se encuentra recluido en la Cárcel de Coyhaique. Se trata de Hermenegildo Gallardo Cordero, condenado a
12 años de presidio por la Fiscalía Militar de Valdivia en la causa 255-81, por infracción a la Ley de Control de Armas.
CUADRO DE ARRESTOS EN LA XI REGION EN LOS ULTIMO$ TRES AÑOS
AÑO Arrestos Arrestos Total de arrestos
(idividuales) (manisfestaciones)
1988 5 4 9
1987 5 1 6
1986
Totales 10 5 15
Los secretos de Manuel Contreras según Estados Unidos
Fuente :elmostrador.cl, 5 de Agosto 2015
Categoría : Prensa
Distintos reportes provenientes de agencias de inteligencia y la embajada en Santiago lo acusan de crear una Gestapo en Chile, de decir que la Operación Colombo era un montaje comunista y que en Chile no se torturaba. Además, dicen que presionó a la junta militar con revelar secretos del caso Letelier si su hijo era condenado por la muerte del ex oficial Joaquín Molina.
Más de mil documentos desclasificados por Estados Unidos en los últimos 15 años contienen, de uno u otro modo, el nombre de Manuel Contreras Sepúlveda, el antiguamente todopoderoso director de la DINA, que hoy se encuentra en grave estado en una habitación del Hospital Militar de Santiago.
De todos esos documentos, quizá el más famoso es un informe secreto del Departamento de Inteligencia de la Defensa (DIA), fechado el 8 de febrero de 1974, el cual se basa en información obtenida en forma colateral de un informante “bien ubicado en el gobierno y en posición de saber”.
Según el texto, “nada puede hacerse sin obtener la aprobación de la DINA” en Chile, agregando que en el país, en aquellos años, existían tres fuentes de poder: “Pinochet, Dios y la DINA” y que “ningún juez en ningún tribunal o algún ministro en el gobierno va a cuestionar algún tema si la DINA dice que ahora maneja ese asunto”. El informe aseveraba también que la DINA se había convertido en un poder “a ser observado”.
Tres meses después, el 10 de mayo de 1974, la DIA emitió otro informe, esta vez un reporte biográfico de Contreras, el cual detallaba, entre muchos otros detalles, que hablaba español, francés (regularmente) e inglés y que antes de 1974 había estado tres veces en Estados Unidos. La primera fue entre agosto y septiembre 1962, en un “viaje de orientación”. La segunda fue en 1966, cuando estuvo en la misión militar chilena en Washington, y la tercera entre septiembre de 1966 y septiembre de 1967, cuando participó en un curso de ingenieros militares, en Ft. Belvoir, en Washington.
El informe contenía además un detalle de su hoja de vida, con todos sus ascensos, destinaciones y medallas, y señalaba que en la Academia de Guerra había sido profesor de estrategia e inteligencia. En el apartado sobre sus “preferencias”, señalaba que “disfruta del whisky escocés y de los cigarrillos americanos con filtro, ambos con moderación”. La celda relativa a “trabajos publicados” (es decir; libros, papers, monografías, etc.) estaba en blanco.
Después de aquello, la misma agencia (la DIA) confeccionó un extenso reporte fechado el 10 de abril de 1975, en el cual se comentaba acerca de “el creciente poder de la DINA”, organismo que –según allí se señalaba– esperaba construir un edificio de 24 pisos para albergar sus instalaciones.
De acuerdo a las fuentes de la DIA, “el presidente Pinochet ha dejado a la DINA como la única responsable de asuntos de subversión interna. Por ende, las demás agencias de inteligencia están obligadas a informar de inmediato a la DINA cuando hayan descubierto actividades subversivas dentro de sus servicios, y entregar los detenidos a la DINA”.
De acuerdo a la inteligencia militar de EE.UU., desde la fundación de la DINA en noviembre de 1973, a abril del 75, la agencia de Contreras había pasado de tener unos 1.500 funcionarios (“la mayoría de ellos personal militar en servicio activo”) a unos 2.000 miembros en forma permanente, “aumentados por cerca de 2.100 funcionarios civiles adicionales ubicados a través del país”).
Un informe de la CIA titulado “los tentáculos de Contreras” señalaba que hasta 1989, Contreras había tomado “precauciones extremas para proteger al presidente Pinochet de implicancias directas en la toma de decisiones/autorización de ese asesinato”, agregando que todos los documentos sobre ese crimen, así como los relativos al del general Prats en Buenos Aires, “fueron removidos por Contreras desde los archivos de la DINA”. A ese respecto, se indicaba que “Contreras hizo dos copias de cada documento, enviando uno a Alemania y uno a Paraguay, para almacenarlos a salvo, manteniendo en su poder el original, que tiene guardado en el sur de Chile”.
El texto relataba que esos 2.100 civiles formaban la llamada “Brigada de Inteligencia Ciudadana” (BIC) y que durante las operaciones estas personas trabajaban junto a los efectivos de la DINA en los arrestos.
La DIA aseveraba también que Pinochet había dado a Contreras todas las facilidades para armar esta policía secreta y citaba un ejemplo: “A fines de 1974, la DINA encargó a la Armada proveer un adicional de 40 mujeres/oficinistas a sus planillas. Cuando la Armada dijo que tenía falta de personal, la DINA contrató en forma independiente 40 mujeres civiles para trabajar en su organización y luego asignó a la Armada la responsabilidad de pagarles y alojarlas. Esta acción de mano dura supuestamente recibió la aprobación del presidente Pinochet”.
Al respecto, se indicaba que tanto la inteligencia naval como la de Carabineros habían aceptado de algún modo estas situaciones, pero no sucedía lo mismo con el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), cuyo jefe de aquel entonces, el ahora muerto (por suicidio) general Odlanier Mena “se encuentra constantemente irritado por la actitud abrasiva del coronel Contreras y resiente la expansión de las actividades de la DINA en lo que consideraba los dominios del Ejército. Él y otros oficiales de varios servicios están preocupados por las tácticas ‘bárbaras’ empleadas por la DINA durante algunas operaciones”.
Además, se recordaba un hecho que pocos conocían en ese entonces: que desde la promulgación del decreto 521, que creó la DINA, “el coronel Contreras se reporta exclusivamente y recibe órdenes solo del presidente Pinochet”.
El comentario de los militares norteamericanos, al final del documento, decía que “el actual patrón de crecimiento de la DINA no es consistente con ninguna forma de control democrático o manejo de sus actividades. La aprensión de muchas altas autoridades chilenas respecto de la posibilidad de que la DINA se convierta en una Gestapo moderna perfectamente puede llegar a ser realidad”.
Así, los redactores del informe argumentaban también que “la autoridad del coronel Contreras es casi absoluta – sometida solo a un improbable veto presidencial–. El desarrollo de la DINA es un fenómeno particularmente perturbador”.
“No hay tortura”
La crítica de la DIA (cuyos efectivos fueron los principales ejecutores del intento de golpe de Estado de 1970, que culminó con el homicidio del general René Schneider) no era la única. La propia Agencia Central de Inteligencia, la CIA, se defiende hasta el día de hoy de las acusaciones respecto a que apoyaba a Contreras, esgrimiendo un informe desclasificado, de abril de 1974, que relata un almuerzo sostenido en Estados Unidos por Contreras y altos funcionarios de la División Hemisferio Occidental de la CIA, en el cual se le dijo que “la agencia no puede proveer entrenamiento o soporte para ninguna actividad que pueda ser entendida como represión política interna. A este respecto, la agencia está muy complacida por la circular del Ministerio de Defensa Nacional, del 17 de enero de 1974, que entrega instrucciones para el manejo de prisioneros, que se ajusta a las normas de la Convención de Ginebra, de 1949. Esperamos que su gobierno continúe adhiriendo a esas normas”.
Lamentablemente, no es posible saber qué decía “la letra chica” de ese documento, pues los dos párrafos siguientes están borrados, lo mismo que la segunda página, tachada por entero.
Pese a lo anterior, la CIA sí proveyó entrenamiento a los hombres de Contreras, el cual se realizó en la antigua casa de “Volpone”, en el Cajón del Maipo, en un curso en el cual también rondaban otros buenos amigos de “Mamo”: alemanes de Colonia Dignidad, como se relata en este reportaje publicado el año pasado en El Mostrador.
En 1975 Contreras volvió a visitar Estados Unidos, en un reflejo de "la distorsionada visión de los líderes chilenos sobre su propia situación", según la CIA, dado que lo mandaron nada menos que a explicar al gobierno de Estados Unidos la posición de Chile respecto de los Derechos Humanos, ocasión en que Jaime Guzmán, su principal opositor al interior del gobierno, trató de convencer a Pinochet de que no enviara al jefe de la DINA, lo que no logró.
En agosto de 1975, para ser más exactos, un memorándum del Departamento de Estado dejó constancia de una conversación de “Mamo” con John Salzberg, funcionario de esa repartición. En ella, Contreras le dijo que “la historia de los 119 desaparecidos es un complot marxista”, señala el informe, aludiendo a la “Operación Colombo”, y que “la DINA solo tiene unos pocos cientos de prisioneros políticos. Ahora solo hace unos pocos arrestos por día y es la única agencia arrestando e interrogando prisioneros. No hay tortura, y no hubo mucha antes”.
Cabe mencionar que por las mismas fechas, según el Informe Hinchey, Contreras recibió un pago como informante por un supuesto error, algo que el ex jefe de la DINA siempre ha negado. El texto señala lo siguiente (aquí se puede leer el original, en la web de la CIA): “En mayo y junio de 1975, elementos de la CIA recomendaron el establecimiento de una relación contractual con Contreras para obtener información basada en su valiosa posición y acceso a Pinochet. Esta propuesta fue denegada, invocando la política del Gobierno de los Estados Unidos en lo referido a relaciones clandestinas con el jefe de un servicio de inteligencia conocido por sus abusos a los derechos humanos. Sin embargo, un malentendido en la planificación temporal de este intercambio hizo que llegara a Contreras un pago”.
La sucesión
Luego del crimen de Orlando Letelier en Washington, en septiembre de 1976, Pinochet hizo todo lo que pudo por sostener a Contreras. Una de sus principales medidas fue “reconvertir” la DINA, la que pasó a llamarse Central Nacional de Informaciones (CNI), en agosto de 1977, la cual inicialmente siguió al mando de Contreras, para el disgusto de Estados Unidos.
Un cable de la Embajada de EE.UU. en Santiago, de octubre de ese año, decía que pese a que una fuente norteamericana aseguraba que Contreras sería removido, “las indicaciones actuales señalan que permanecerá como cabeza de la CNI”, aunque “en septiembre, los líderes locales de la iglesia creyeron haber obtenido un compromiso de Pinochet de remplazar a Contreras”.
Asimismo, el documento aseguraba que “no hay un sucesor obvio para Contreras” y especulaba que un nombre podría haber sido el del coronel Jerónimo Pantoja.
El 3 de noviembre de 1977, Pinochet remplazó finalmente al “Mamo” y de ello quedó constancia en un cable de la CIA. Si bien este tiene toda su primera página tachada, la segunda detalla que a Pinochet se le había presentado evidencia de una serie de acciones irregulares de la CNI, entre ellas el secuestro de Víctor Fuenzalida, “líder de la organización de extrema derecha Patria y Libertad, quien fue secuestrado el 28 de octubre; reapareció el 30 de octubre drogado y desaliñado”. Según este relató a un oficial de la FACH, sus captores eran miembros de la CNI, que habían tratado de hacerlo confesar su complicidad “en una reciente ola de bombazos”.
El otro incidente que supuestamente colmó la paciencia del dictador fue, según la CIA, un intento de “copamiento” armado en la farmacia Bentjerodt, en el centro de Santiago, donde Carabineros logró detener a dos sospechosos, los cuales “mostraron identificaciones de la CNI y alegaron que ellos actuaban bajo instrucciones de la CNI, con el objetivo de crear un clima de ‘diversión’ en la capital”.
Por cierto, nadie siquiera supuso que Pinochet optaría por nombrar a la cabeza de la CNI a Odlanier Mena, un enemigo de Contreras, quien habría intentado envenenarlo, según se conoció hace pocos años.
Los tentáculos de Contreras
Ascendido a general poco antes de ser enviado a retiro, a Contreras se le mantuvo sin embargo un importante aparataje de seguridad que buscaba evitar que fuera asesinado. Un ejemplo de lo primero es un informe de la CIA, de noviembre de 1986, en el cual un alto integrante del Partido Comunista informó a dicha entidad de inteligencia que, luego del fallido atentado en contra de Pinochet (dos meses antes), se había “autorizado al Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) a planificar un segundo intento de asesinar a Augusto Pinochet Ugarte”. Alguien cuyo nombre está borrado, pidió además (se entiende que al FPMR) “un plan operacional para asesinar al general de Ejército retirado Manuel Contreras Sepúlveda”, aunque según la fuente de la CIA, el PC no autorizaría la ejecución de ambos atentados mientras “las condiciones políticas no parezcan apropiadas”.
No obstante, el real problema con el “Mamo” siempre fue que hablara y cuando más se temió ello fue cuando su hijo Manuel dio muerte al padre de su polola, el mayor de Ejército y ex funcionario de la CNI Joaquín Molina, el 29 de octubre de 1988.
Un informe de la CIA titulado “los tentáculos de Contreras” señalaba que hasta 1989, Contreras había tomado “precauciones extremas para proteger al presidente Pinochet de implicancias directas en la toma de decisiones/autorización de ese asesinato”, agregando que todos los documentos sobre ese crimen, así como los relativos al del general Prats en Buenos Aires, “fueron removidos por Contreras desde los archivos de la DINA”.
A ese respecto, se indicaba que “Contreras hizo dos copias de cada documento, enviando uno a Alemania y uno a Paraguay, para almacenarlos a salvo, manteniendo en su poder el original, que tiene guardado en el sur de Chile”.
No obstante, en momentos en que EE.UU. insistía en la extradición de Contreras por el magnicidio de Letelier, una fuente de la CIA sugirió que “Contreras tiene de rehén a Pinochet con respecto a su extradición y por las posibles acciones judiciales contra su hijo, Contreras Jr.”.
A ese respecto, la CIA señalaba que “Contreras Jr. no será encarcelado en una prisión chilena debido a su cercana asociación con el actual auditor general del Ejército, coronel Fernando Torres. Contreras Jr. fue asistente de Torres durante el periodo en que Torres era el jefe militar investigador de los arsenales descubiertos y del intento de asesinato de Pinochet”.
Por ello, especulaba la CIA, y por la información que Contreras hijo manejaba sobre grupos de izquierda, “a lo sumo, probablemente podría pasar tres años bajo custodia militar”
No obstante, la CIA tenía una mirada bastante menos ingenua del asunto y en un documento de enero de 1989 decía derechamente que Contreras padre “ha estado amenazando con revelar información considerada dañina para el gobierno chileno si su hijo Manuel Contreras Valdebenito es sentenciado a prisión por el asesinato del retirado mayor de Ejército Joaquín Molina Fuenzalida”.
De acuerdo a la Agencia Central de Inteligencia, “Contreras ha estado insistentemente urgiendo al miembro de la junta, teniente general Santiago Sinclair Oyaneder, por apoyo de la junta en este caso (comentario: se desconoce la reacción de los miembros de la junta a las amenazas de Contreras)”.
Según este reporte, Contreras Valdebenito “modificó el arma (usada en la muerte de Molina), por lo que hay una violación de la Ley de Control de Armas y Explosivos), y debería ser sentenciado por ese crimen, al menos”.
Operación Alfa Carbón: a días de la sentencia, preocupa posible impunidad de criminales implicados
Fuente :resumen.cl, 20 de Abril 2018
Categoría : Prensa
Preocupación existe entre amigos, compañeros y familiares de los 7 miristas asesinados en la Operación Alfa Carbón, conocida, tras su paso por Concepción, como la Matanza de la Vega Monumental. El juez a cargo de la investigación, el Ministro Carlos Aldana, de la Corte de Apelaciones de Concepción, se negó a procesar a gran parte de los implicados en los operativos y existe la presunción fundada de que a los dieciocho ex agentes formalizados se les dicten penas simbólicas, sin cárcel efectiva o con otros beneficios de impunidad. Todo ello, a ya 34 años de los crímenes.
El 23 y 24 de agosto de 1984 la dictadura ejecutó una más de sus aborrecibles matanzas que, como era su costumbre, presentaban ante el país como muertes en enfrentamiento. En aquella oportunidad, la CNI asesinó a 7 miembros del MIR -Luciano Aedo, Mario Lagos, Nelson Herrera, Mario Mujica, Rogelio Tapia, Raul Barrientos y Juan Boncompte- en las ciudades de Concepción, Los Ángeles y Valdivia.
Los crímenes cometidos con alevosía y sobreseguro por parte de efectivos de la CNI, contaron también con la cobertura y el respaldo de la prensa que reprodujo la versión de la dictadura.
Según se ha podido establecer judicialmente, desde comienzos del 84 la CNI había iniciado acciones de vigilancia y seguimiento sobre diversos miembros del MIR en las provincias del sur del país; esas acciones se inscribían en una gran operación de inteligencia llevada a cabo por la División Regionales de la CNI que dirigía el entonces coronel de ejército Marcos Spiro Derpich Miranda. En el curso de esas vigilancias la operación comienza a ser asumida por efectivos de la División Antisubversiva de la CNI, asentada en el Cuartel Borgoño de Santiago, que dirigía el mayor de ejército Álvaro Julio Federico Corbalán Castilla quien traslada a una importante cantidad de contingente de sus brigadas operativas hacia la zona.
Afiche de denuncia de los familiares. Archivo de Resumen
En los hechos, la totalidad de los efectivos de la Brigada Azul, especializada en la represión al MIR, y que dirigía el capitán de ejército Aquiles Mauricio González Cortés, fueron movilizados hacia el sur. Pero también se trasladaron efectivos de la Brigada Verde, de la Amarillo, de la Café, de la Plomo y de la Especial, desperdigándose por todas las ciudades y pueblos del sur en equipos de vigilancia y seguimiento tras los pasos de los miristas. Estos equipos se sumaban a los efectivos de las plantillas locales de la CNI pertenecientes a las Brigadas Regionales de Concepción, Chillán, Temuco, Valdivia, Osorno y Puerto Montt. Se trataba del despliegue de un ejército para aniquilar a una entidad de resistencia que cuestionaba el control absoluto de la dictadura en el territorio nacional
Una vez que los jerarcas operativos hubieron determinado que ya tenían información y control suficiente sobre los militantes del MIR, los mandos superiores de la CNI y el gobierno dictatorial deciden dar el golpe represivo con el fin de aniquilar la actividad de la Resistencia en el sur. Esa decisión operativa incluía la orden de quienes debían ser ejecutados, quienes detenidos, quienes amedrentados, que casas allanadas y cuales objetivos serían conservados como señuelos para futuras acciones represivas.
La CNI denominó el operativo como "Operación Alfa Carbón". Al mediodía del 23 de agosto, en la intersección de las calles Grecia con Nápoles, en Hualpencillo, fue asesinado Luciano Humberto Aedo Arias. Pasadas las 16 horas, en la calle 21 de Mayo, en la Vega Monumental de Concepción, fue abatido Mario Octavio Lagos Rodríguez; allí mismo fue apresado Nelson Adrián Herrera Riveros, a quien trasladan hacia un descampado en el camino a Santa Juana, frente a la subida a Idahue, y ejecutado por los agentes CNI, luego entregan su cadáver en el Hospital Regional.
En Los Ángeles, alrededor de las 18 horas, al interior de su domicilio en la Población Orompello, fue asesinado Mario Ernesto Mujica Barros. En Valdivia, en horas del mediodía fueron apresados por agentes de la CNI los miristas Rogelio Humberto Tapia de la Puente y Raúl Jaime Barrientos Matamala; de inmediato los trasladan hacia el camino a Niebla y en un descampado, pasado el Puente Estancilla, son asesinados. Al día siguiente, en su domicilio en la calle Rubén Darío, de la Población Corvi, fue ejecutado Juan José Boncompte Andreu.
Las acciones represivas fueron comandadas desde Concepción por los jerarcas Derpich y Corbalán, quienes fueron secundados en el mando operativo por Aquiles González Cortés, Jorge Mandiola Arredondo y los ya fallecidos Joaquín Molina Fuenzalida y Francisco Zuñiga Acevedo. En Los Ángeles el mando operativo lo tuvo Krantz Johans Bauer y en Valdivia lo ejerció Patricio Castro Muñoz, ambos oficiales de ejército.
Pese a todos los antecedentes recabados, de los alrededor de 60 efectivos de la dictadura implicados en los brutales crímenes, solo 18 fueron procesados por Aldana, haciendo imposible, de esta manera, procesar judicialmente a la mayor parte de los involucrados en los hechos, pues luego de dictadas las sentencias por un ministro sustanciador, las instancias superiores sólo pueden referirse a aquellos que hayan sido condenados, o acusados o procesados. Si alguien no ha sido procesado, no hay forma legal de implicarlo aunque las evidencias sobren; por eso es que el no procesamiento es el equivalente a otorgar impunidad.
Si bien en algunas causas el ministro Aldana investigó y resolvió con cierta diligencia y eficiencia, también puede decirse que sus sentencias han sido simbólicas, cuando no directamente ridículas. Carlos Aldana se caracteriza por dictar condenas bajas, para delitos de lesa humanidad, con el agravante que, salvo alguna honrosa excepción, la Corte de Apelaciones de Concepción se ha caracterizado también por respaldar estas decisiones o fallos.
Es por estas razones que, a días de que el Ministro para causas de violaciones de Derechos Humanos, Carlos Aldana, dicte fallo en esta causa, los familiares tengan motivos de preocupación y de sospecha de que la sentencia pueda dejar impunes o con simbólicas condenas a ex agentes de la dictadura con probada participación en los criminales actos.
Corte de Coyhaique confirma proceso a ex médico del Ejército por DD.DD.
Fuente :Primera Linea, 14 de Mayo 2002
Categoría : Prensa
Por tres votos a uno, la Corte de Apelaciones de Coyhaique confirmó el sometimiento a proceso del ex funcionario de Ejército José María Fuentealba, implicado en la desaparición de tres personas en octubre de 1973.
La defensa solicitó la semana pasada la libertad del ex médico de la institución castrense, la que fue negada por el tribunal de alzada, y ahora decidió además someterlo a proceso.
Fuentealba participó en la comitiva militar que luego del golpe de Estado se trasladó hasta Río Mayo, en Argentina, para capturar a Juan Vera, Néstor Castillo y José Rosendo Pérez, que estaban retenidos por Gendarmería Argentina cuando escaparon a ese país en busca de refugio político.
La comitiva estaba compuesta -además del doctor Fuentealba-, por el capitán de Ejército Joaquín Molina, un carabinero de apellido Salinas y el suboficial Evaldo Reidlich Hains, según consigna el sitio www.memoriaviva.cl.
Los tres prisioneros fueron subidos a un vehículo con la inscripción del Hospital Regional de Coyhaique y trasladados en dirección a Chile, donde se pierde su rastro.
"Los militares les comunicaron que sus familias los esperaban en la frontera. Ya en el territorio chileno, la patrulla militar obligó al grupo a subir a una camioneta y emprendió el retorno hacia el campo de prisioneros Las Bandurrias. Horas después el vehículo llego al recinto militar. Solo viajaban en su interior los dos uniformados y el medico", agrega la información.
Este fin de semana se realizó una inspección ocular a la Reserva Forestal Coihaique del Cementerio El Claro, con la presencia de los procesados Evaldo Reidlich y Fuentealba, para verificar antecedentes que se relacionan con la causa.
El abogado Rafael Alvarado, defensor de Juan Vera, uno de los tres desaparecidos tras ser entregados a militares chilenos por gendarmes argentinos, adelantó que se ordenarían nuevas diligencias para identificar al resto de integrantes de la patrulla del ejército que participó en el hecho
Los orígenes del asesinato del general René Schneider Chereau
Fuente :interferencia.cl, 18 de Octubre 2020
Categoría : Prensa
La conspiración para secuestrar al comandante en jefe del Ejército, que terminó en su asesinato en octubre de 1970, tuvo un origen remoto casi exactamente un año antes, en la rebelión del regimiento “Tacna”, que encabezó el general Roberto Viaux. En aquella oportunidad la conducta de los militares se disfrazó con el ropaje de un movimiento gremial, pero muy pronto salieron a la luz las verdaderas intenciones de quienes estuvieron detrás de ese levantamiento castrense.
Algunos dirigentes del derechista Partido Nacional efectuaron varias reuniones clandestinas con los dos movimientos militares que estallaron en 1969. Nunca se pudo indicar el número exacto de ellas ni tampoco la lista completa de los participantes. No obstante, resulta ilustrativa la actitud de Sergio Onofre Jarpa, Miguel Ángel Salazar, Mario Arnello, Engelberto Frías, Raúl Zillaruelo y Pío Cifuentes, cuando intentaron arrastrar al Grupo 7 de la FACh al movimiento del “Tacna” el día de los hechos. El entonces comandante del Grupo 7 de la FACh, coronel Fernando Matthei Aubel, hizo detener el 21 de octubre de 1969 a los mencionados personajes por pretender inducir a esta unidad al movimiento del regimiento “Tacna”, cuando intentaban convencer, mediante arengas, a los aviadores del Grupo 7 de apoyar la rebelión militar.
Cinco años después, el general Carlos Prats comentaría este episodio en sus “Memorias”: El “acuartelamiento” del “Tacna” tenía una finalidad política clara, gestada en varios pasillos durante los meses inmediatamente precedentes. Oscuros personajes civiles y uniformados se prepararon para mover las piezas del tablero de ajedrez, usando a Viaux de peón de partida. El jaque mate que condujera al derrocamiento de Frei se habría logrado por la dinámica de los acontecimientos, si antes de 24 horas se hubieran materializado movidas maestras de otras piezas claves; pero la actitud del general Cheyre, por una parte –aunque pueda calificarse de pasiva, por la presunta falta de disposición de algunos mandos a sus órdenes para reaccionar coercitivamente contra sus compañeros sublevados-, la inmovilidad de la I.D.E. de Antofagasta por otra y, por último, la abierta disposición de la III D.E. para desplazarse en defensa del régimen constitucional, frustraron un conato golpista cuyo líder inicialmente visible habría sido Viaux, hasta que la seguridad del triunfo hiciera emerger a sus instigadores”.
Agitación en los cuarteles
La supuesta actitud “gremialista” de los cabecillas del levantamiento de 1969 concitó un considerable respaldo en las filas de las Fuerzas Armadas, obligando al gobierno a satisfacer las condiciones exigidas por el general Roberto Viaux, las que fueron resumidas en el “Acta del Tacna”. En los días siguientes se llamó a retiro al entonces comandante en jefe, general Sergio Castillo, y a seis oficiales generales. También se removió al ministro de Defensa, general (r) Tulio Marambio. Por antigüedad le correspondía asumir el mando del Ejército al general Guillermo Mahn, considerado por Viaux como el más apto. Sin embargo, el presidente Frei optó por la segunda antigüedad, el general René Schneider, quien se encontraba al mando de la Quinta División de Ejército, con asiento en Punta Arenas. Las razones de su nominación nunca quedaron muy claras y provocaron diversas especulaciones.
Los uniformados descontentos que no fueron llamados a retiro por los sucesos del “Tacna” prosiguieron reuniéndose en las unidades y casinos militares. Un punto de encuentro fue el propio Hospital Militar, donde estuvo internado Viaux luego del acuartelamiento. Allí se establecieron nuevos contactos y se formaron más células que asistieron a un cónclave secreto en la calle Gay, en el antiguo barrio República de Santiago, donde concurrió más de un centenar de oficiales de la guarnición a deliberar sobre el acontecer político y escuchar un mensaje grabado de su líder ya marginado del Ejército. El general Viaux los instó a proseguir la “causa militar” e impedir las elecciones presidenciales de 1970, que “descansaban en una corrompida e ineficiente institucionalidad”. Añadió que ninguno de los candidatos podría garantizar el orden y el progreso de la nación. El abierto llamado a realizar un golpe de estado para impedir las elecciones de septiembre próximo se expresó en una rápida propuesta sediciosa. Las relaciones con los rebeldes se mantuvieron a través de uniformados en retiro como el coronel (r) Raúl Igualt y el general (r) Horacio Gamboa.
Los conjurados empezaron a promover el golpe a través de los cuarteles castrenses. El teniente (r) Víctor Catalán relató años más tarde que “la difusión de boletines y panfletos con información sediciosa, se concentró en la capital, en los casinos de oficiales y suboficiales de las principales unidades de la guarnición de Santiago, tales como los regimientos Buin, Tacna, Yungay, Andino y en la Escuela de Suboficiales, así como también en las bases aéreas de Colina y El Bosque”. Catalán, además, fue uno de los encargados de utilizar los medios facilitados por los dirigentes del Partido Nacional, al cual se incorporó como guardaespaldas de Sergio Onofre Jarpa y jefe de una brigada muralista de la candidatura presidencial de la derecha, Jorge Alessandri. En forma paralela redactó algunas columnas de opinión para el diario Tribuna, que fueron firmadas con el seudónimo de “Rusti y Rasti” o “Semáforo”.
Inicialmente, los complotadores planearon secuestrar a varias de las más altas autoridades del país: el presidente de la República, el presidente del Senado, el presidente de la Cámara de Diputados y el presidente de la Corte Suprema, ministros de Estado y parte del alto mando de las Fuerzas Armadas que no se encontraba comprometido con la sedición.
Mientras se realizaran los secuestros, grupos de comandos militares se apoderarían de La Moneda, el Parlamento y los Tribunales de Justicia, el aeropuerto y ciertas radioemisoras.
El descubrimiento de la conspiración por el gobierno, tuvo como principal protagonista a un detective que recibió la orden del entonces director de Investigaciones, Jaspard da Fonseca, de infiltrar a los uniformados, luego que los efectivos del Servicio de Inteligencia Militar, SIIM que detectaron la reunión de la calle Gay fueran reconocidos por sus compañeros de armas. En febrero de 1970 aquel detective ofreció a una célula de oficiales conspiradores su departamento para una reunión. Lo que allí se habló fue grabado secretamente y sirvió de evidencia para impedir el complot.
El 25 de marzo de 1970 fueron detenidos y requeridos ante la justicia militar el general Horacio Gamboa, los capitanes Fernando Nieraad y Julio Sarría, y los tenientes Víctor Catalán y Jorge Morales, todos en retiro. También estaban involucrados varios oficiales activos, entre ellos el teniente coronel Edgardo Fuenzalida Verdugo; el mayor Jaime Beshler; los capitanes Raúl Droguett, Sergio Opazo, Guillermo Vaché, Florencio Fuentealba Aguayo, Carlos Fuentes, Rafael Piedra y Ricardo Muñoz; y, los tenientes Joaquín Molina Fuenzalida, Víctor Vergara, Mario Melo Pradenas, Gustavo Collao, Aquiles Navarrete, Winston Cock, José Vidal, Jorge Varela, Gustavo Latorre, Julio Flánega y Gustavo Sanhueza. Todos quedaron a disposición del Segundo Juzgado Militar.
Por esos días, progresivamente, numerosos “nacionalistas” comenzaron a levantar la idea de una candidatura presidencial de Viaux. Entre ellos estaban Jorge Prat Echaurren, Mario Arnello, Sergio Miranda Carrington, Gastón Acuña Mac Lean y Juan Diego Dávila Bastérrica. Los nacionalistas, tras confirmar sus sospechas sobre el fuerte descontento militar, se lanzaron a la cooptación de líder del Tacnazo.
El 8 de febrero de 1970 un grupo de jubilados de la Defensa ofreció una manifestación de desagravio a Viaux en el Círculo Español. El discurso de agradecimiento lo pronunció el general (r) del Ejército, Héctor Martínez Amaro. Un nuevo homenaje se le hizo el 30 de mayo en la quinta “El Rosedal”, en el Paradero 18 de la Gran Avenida, sector sur de Santiago.
“La multitud ovacionó de pie la llegada a la mesa de honor de los oficiales procesados junto al general Viaux, a raíz del acuartelamiento del “Tacna”. En tanto, se daba lectura a una lluvia de telegramas y cartas, testimonios del apoyo nacional de la chilenidad al movimiento, Casi inmediatamente después ingresó al recinto el general Roberto Viaux, acompañado de su esposa, siendo recibido en medio de una indescriptible demostración de delirante entusiasmo. Luego el público, otra de vez de pie, en expresión de ferviente lealtad, coreó: Yo tenía un compañero…”. El relato está en la revista Octubre, de julio de 1970 en un artículo titulado “Grandiosa manifestación de homenaje al general Viaux”. La revista la dirigía Enrique Arancibia Clavel.
Viaux llamaba a una “revolución contra la demagogia y contra la minoría depredadora y parasitaria… contra el canibalismo político y social, alimentado paradojalmente, por quienes llevan siempre la palabra democracia entre los labios”. El general bosquejó su pensamiento político en dos discursos públicos en 1970 que fueron publicados por la revista nacionalista Tizona. El primero de ellos correspondía al discurso del Circulo Español, en febrero, titulado “El Ejército y el destino nacional”; el segundo fue la intervención de la Quinta “El Rosedal”, titulada “El pensamiento político del general Viaux”.
Tras las reuniones con Viaux, Héctor Martínez Amaro formó el Partido Popular Nacionalista. La mesa, que él mismo presidió, quedó integrada por Fernando Figueroa Rojas, Robinson Medina González, José Willow Briones, Carlos Carmona, Héctor González Cisterna, Raúl Labarca Carmona y Samuel Pérez Pérez. Todos eran ex oficiales y suboficiales de las ramas castrenses. Pocos días después empezaron a circular anónimos en contra del alto mando del Ejército y en la zona sur se distribuyó un boletín clandestino titulado “Mi sargento”, destinado a profundizar las diferencias entre oficiales y suboficiales.
La doctrina Schneider
A las seis de la tarde del viernes 24 de octubre de 1969, el general de brigada René Schneider Chereau -jefe de la Quinta División con asiento en Punta Arenas- fue notificado de su designación presidencial como nuevo Comandante en Jefe del Ejército. Tres días después asumió su cargo, tras una breve despedida del renunciado general Sergio Castillo Aránguiz.
La ola de cambios y llamados a retiro de personal de Ejército, desatada por los sucesos del martes 21 de octubre -el "acuartelamiento" del Regimiento Tacna -, afectó también al ministro de Defensa Nacional y a diez generales. El general (R) Tulio Marambio dejó la cartera y el presidente Frei designó al ingeniero Sergio Ossa Pretot.
El movimiento del “Tacna” se inició el 21 de octubre, con la auto nominación del capitán Víctor Mora como comandante del regimiento, cargo que entregó luego al general (r) Viaux. De inmediato, el general Emilio Cheyre instaló las fuerzas leales al gobierno frente a la unidad sublevada, unos dos mil soldados de la Guarnición de Santiago.
Sólo entonces comenzaron las negociaciones entre La Moneda y el "Tacna", encabezadas por el general Mahn, comandante de la Guarnición de Santiago, y el subsecretario de Salud, Patricio Silva. Viaux pedía a través de conferencias de prensa, la renuncia de Marambio y Castillo para deponer su rebelión.
En La Moneda, en tanto, entraban y salían ministros, parlamentarios, dirigentes políticos y estudiantiles para conocer los hechos que tenían alarmada a la población. A las cuatro de la mañana del día 22 el gobierno anunció el término del conflicto y, después de difundirse una declaración pública, Viaux entregó el regimiento al general Mahn.
Viaux firmó dos documentos. El primero, de ocho puntos, llevó también la firma del general Mahn. El segundo, que suscribió con el subsecretario Patricio Silva, se refirió al acatamiento de Viaux a la autoridad del presidente de la república, a la renuncia del ministro Marambio, a una urgente mejora económica para las FFAA. y a un proceso único para todos los oficiales comprometidos en conjura.
El 27 de octubre se inició el trámite legislativo del proyecto de remuneraciones de las FF. AA., Carabineros e Investigaciones, que sería solventado con diez aumentos en otros tantos impuestos directos o indirectos. En noviembre se informó al personal que los reajustes oscilarían entre un 68 y un 106 por ciento y que entraban en vigencia el primero de enero de 1970.
Ni aun este indicio de preocupación gubernamental por el presupuesto de las FFAA. (se acababa de aprobar el "Plan Schneider' de adquisición de material para el Ejército) calmó los brotes insurgentes. Volvieron a encenderse con la publicación de una carta de Viaux en que acusaba al comandante en Jefe de no cumplir las "Actas del Tacna", desmentida severamente por el general Schneider, quien reveló al presidente la existencia de un plan conspirativo a menos de dos meses del primer intento fallido.
Tras este segundo intento sedicioso, Schneider se dedicó a "restaurar la norma de no deliberación institucional”. Sus resoluciones calmaron las inquietudes en los cuarteles. La actitud de Schneider, de sujeción al poder civil legítimo, y su resuelto compromiso con la defensa el régimen constitucional es lo que casi un año después, el 25 de octubre de 1970, el presidente Salvador Allende llamó "la Doctrina Schneider".
por Jorge Schindler Etchegaray
(*) Presidente de la Corporación Memorias del Bío Bío. Este artículo es un extracto del libro “Conspiraciones y asesinatos de la ultraderecha chilena. 1969 – 1976”; Al Aire Libro Editorial; de muy pronta publicación en la Región del Bío Bío. Schindler contó con la colaboración del director del Departamento de Historia de la Universidad de Concepción, Mario Valdés, y del profesor de esa misma unidad académica, Danny Monsálvez. El autor es también el protagonista del libro “La lista del Schindler chileno”, LOM Ediciones, 2014, del periodista Manuel Salazar, redactor de INTERFERENCIA.
De La Moneda al mar: Cómo murieron y desenterraron los cuerpos de los hombres de Allende
Fuente :elmostrador.cl, 9 de Julio 2023
Categoría : Prensa
La Moneda ya estaba en llamas. Los buses partieron rumbo al Tacna. Con los GAP, con los asesores de Allende, con los funcionarios de la policía civil de su escolta. El arribo fue violento. Todos odiados. Pinochet vigiló la torturas en el regimiento. “Me los fusilan a todos”, dijo. Ametralladoras por las espalda en el Campo Militar de Peldehue. Después en 1978, la Pascua del Soldado. Desenterrados, ensacados. Tarea fue con pisco y sandwiches. Cayó la noche. Los focos de los vehículos, palas y chuzos. Abajo en la fosa, las sombras macabras. El camión con los cuerpos. El rugido del Puma. El mar.
La noche del 12 de septiembre de 1973, el cabo Luis Venegas Venegas se percata que, frente al box, esta´ instalada la ametralladora Rheinmetall alemana. Su superior le hace entrega. Sera´ su guardia nocturna esa noche en el Tacna. Y al amanecer del di´a 13.
-Aqui´ hay veintisiete prisioneros, y man~ana deben estar los veintisiete.
Los integrantes del GAP (Grupo de Amigos Personales del Presidente Salvador Allende encargados de su seguridad), asesores de Allende y funcionarios de la Polici´a de Investigaciones que tambie´n lo custodiaban, permanecen tendidos en el suelo, boca abajo, en las antiguas caballerizas.
El cabo Venegas ve que esta´n amarrados de pies y manos. Siente que algunos se quejan. En las horas previas, los divisa por el patio del cuartel cuando son trasladados al segundo piso. Ahi´ opera la Seccio´n II de Inteligencia del regimiento. Su jefe es el capita´n Luis Antonio Fuenzalida Rojas.
El cabo presencia que cuando los regresan al lugar donde permanecen detenidos, vuelven con muestras de dolor. Los torturan en los interrogatorios.
Le llama la atencio´n Eduardo Paredes Barrientos, el Coco Paredes. El cabo se fija que, a pesar de los interrogatorios, El Coco siempre permanece entero, dentro y fuera de su lugar de encierro. En el Tacna, el Servicio de Inteligencia Militar, SIM, lo representa la Seccio´n II del cuartel.
El Coco habi´a sido director general de la Polici´a de Investigaciones. En La Moneda era uno de los asesores de Allende.
En el Tacna se viven frene´ticas las u´ltimas horas que pasara´n con vida los detenidos el 11 de septiembre de 1973 en La Moneda. Todo se derrumbo´. El suen~o socialista ha cai´do bajo las bombas de los Hawker Hunter.
Mientras, en el sexto piso del ministerio de Defensa, se prepara la solucio´n para el destino final de los GAP y asesores de Allende. Ahi´, en calle Zenteno con la Alameda, opera la Segunda Divisio´n del Eje´rcito al mando del general Herman Brady Rocha.
El mismo Pinochet esta´ por esas horas en el patio del regimiento Tacna. Verifica la presencia de los arrestados en La Moneda. Le interesan especialmente los GAP.
Pablo Zepeda Camilliere, es un GAP. Por esas cosas del destino salva con vida. Lo trasladan por error al Estadio Chile. Divisa a Vi´ctor Jara. En el Tacna hay desorden. O´rdenes y contra o´rdenes van y vienen.
La man~ana del 11, Zepeda es parte de la escolta del Presidente Allende. Lo trasladan desde la residencia de Toma´s Moro hasta La Moneda. Ahi´ se queda junto a Allende. En la madrugada del jueves 13, Zepeda es testigo de la comitiva que aparece. La encabeza Augusto Pinochet. Lo acompan~a el comandante del regimiento Tacna, Joaqui´n Rami´rez Pineda. Escucha que Pinochet pregunta a Rami´rez quie´nes son esos prisioneros.
-E´stos son los escoltas de Allende, mi general, son los GAP y otros asesores.
-A estos huevones me los fusilan a todos.
Es la orden del dictador.
Lo que Zepeda ve y escucha ese di´a, es coincidente con lo que el coronel (R) Fernando Reveco Valenzuela me conto´ una vez. Se lo dijo al juez Juan Guzma´n en mayo de 1999:
-Pinochet estuvo en el regimiento Tacna observando co´mo torturaban a los GAP.
Frente al cada´ver de Allende
Amanece el jueves 13 de septiembre. El comandante Rami´rez Pineda llama a su oficina al subteniente Jorge Herrera Lo´pez.
-Los detenidos de La Moneda sera´n trasladados hoy al Campo Militar de Peldehue…usted toma el mando, subteniente.
En ese lugar, el Tacna tiene a su cargo parte del predio para entrenamientos militares.
En las horas previas, el subteniente Herrera se ha ganado un prestigio de guerrero. Ataca el Palacio de La Moneda desde la esquina Morande´-Alameda. Comanda su seccio´n con 30 hombres. El ataque ocurre inmediatamente despue´s del bombardeo. Luego, cuando ya se rindieron quienes estaban dentro, ingresa a la sede de gobierno por la puerta de Morande´ 80. La puerta esta´ abierta. Entra al Salo´n Independencia. Ve el cuerpo de Allende semidestrozado, sentado en un sillo´n. Tiene el fusil que le regalo´ Fidel Castro entre las manos.
Por Morande´ 80, con La Moneda ardiendo, minutos antes bajaban para rendirse los GAP, asesores del Presidente y los funcionarios de la Polici´a de Investigaciones asignados a la sede de gobierno. Una hora antes, Allende les ordena abandonar el Palacio. Todos se niegan. Se mantienen a su lado cuando el Presidente ve que el combate esta´ perdido.
En su u´ltima orden, Allende insiste en que todos salgan del lugar de la refriega. Desde el segundo piso, e´l bajara´ al u´ltimo, les dice. Pero los engan~a.
La fila para bajar comienza a armarse. Hay desorden. Tensio´n. El humo invade los pasillos. Patricio Guijo´n, me´dico de Allende, queda de los u´ltimos en la fila.
La columna inicia el descenso. Es la rendicio´n final. Miria Contreras, La Payita, la encabeza. Es la secretaria privada del Presidente. Va levantando un delantal blanco amarrado a un palo.
Entre el estallido de las balas, los u´ltimos de la fila escuchan el grito:
-¡Allende no se rinde mierda…!
Guijo´n corre al Salo´n Independencia. Ve el cuerpo de Allende sin vida. Detra´s lo sigue el detective Pedro Valverde Quin~ones. Este vuelve a salir y grita la noticia:
-¡El Presidenta esta´ muerto…!
Arsenio Poupin Oissel, Subsecretario General de Gobierno, escucha el grito del polici´a. Retrocede por las escaleras y entra desesperado. Frente al cuerpo de Allende se descuelga del hombro su metralleta. Valverde intuye el suicidio y se le va encima. Le quita el arma y caen al suelo en la reyerta. El polici´a se apodera de la metralleta. Poupin se deshace de los brazos de Valverde y vuelve al ataque. Corre hacia el cada´ver de Allende. Se detiene. Del cinto saca una pistola y a alza hacia su cabeza. El detective salta y voltea a Poupin. La pistola vuela lejos. El detective saca al Subsecretario del salo´n y ambos se unen a la columna para bajar. La tragedia es ma´s pesada.
El supervisor
El patio del Tacna esta´ vaci´o. Jueves 13 de septiembre. Son cerca de las 11 de la man~ana. Se prohi´be transitar por espacios abiertos del cuartel. El mayor de Eje´rcito Pedro Espinoza Bravo llega al cuartel.
Permanece en comisio´n de servicio en el Estado Mayor de la Defensa Nacional (EMDN).
Quinto piso del Ministerio de Defensa en Zenteno con Alameda. El jefe es el almirante Patricio Carvajal Prado. El subjefe, el general de Aviacio´n Nicanor Di´az Estrada. Espinoza opera con este u´ltimo. Pero sostiene una vinculacio´n directa con el almirante Carvajal. Tambie´n con el comandante en jefe de la II Divisio´n del Eje´rcito en Santiago, general Brady.
El general esta´ tambie´n al mando de la Guarnicio´n Militar de Santiago. Y asume como Juez Militar de la II Divisio´n. Es la reestructuracio´n del mando en emergencia. En la nueva distribucio´n de mandos, el general Sergio Arellano Stark es ahora el comandante de las tropas asignadas a la Agrupacio´n Centro. Una de las cinco agrupaciones con mando de tropas desplegadas horas antes del Golpe de Estado. Las fuerzas golpistas se dividen Santiago.
Por esas horas, en el sexto piso del Edificio de las Fuerzas Armadas opera un equipo de secretarias. Las coordina el mayor de Eje´rcito, Washington Garci´a Escobar. Es el jefe del Departamento II de Inteligencia de la II Divisio´n de Eje´rcito de Santiago. Reciben llamados telefo´nicos ano´nimos. Se inicia la delacio´n. La poblacio´n denuncia personas “sospechosas”. O simplemente venganzas personales. En los primeros meses tras el golpe, en las calles matan decenas de habitantes. Muchos nunca tuvieron responsabilidad poli´tica o penal. El Servicio Me´dico Legal se repleta de cada´veres por muerte violenta.
De acuerdo al Informe Consolidado de Vi´ctimas de la Corporacio´n Nacional de Reparacio´n y Reconciliacio´n (CNRR) de 1996, continuadora de la Comisio´n Rettig, entre el 11 de septiembre de 1973 y el te´rmino de ese an~o, en el pai´s hubo mil 275 personas ejecutadas (calificados como muertos) y 548 personas desaparecidas. Vale decir, so´lo en esos tres meses ocurrio´ el 57,0 por ciento del total de 3 mil 197 vi´ctimas calificadas a 1996, por los informes Rettig y el consolidado de la CNRR.
Desde el quinto piso del edificio del Ministerio de Defensa, el teniente coronel de Eje´rcito, Roberto Guillard Marinot, lee los bandos militares. Los redacta el periodista Federico Willoughby-McDonald Moya. Es el vocero de la Junta Militar.
La primera misio´n de Pedro Espinoza en el Tacna, ocurre temprano la man~ana del mie´rcoles 12. Trae un sobre cerrado. El almirante Carvajal lo envi´a al comandante del Tacna, Joaqui´n Rami´rez. Pero Espinoza entrega el sobre al segundo comandante, teniente coronel Julio Ferna´ndez Atienza. Adema´s, le da una orden:
-Libere de inmediato a los prisioneros que pertenecen a la Polici´a de Investigaciones. La segunda misio´n de Espinoza es la principal: supervigilar las ejecuciones de los prisioneros de La Moneda. La orden se la da el almirante Carvajal tal y como lo ordeno´ Augusto Pinochet.
La cuenta de Seoane
La tarde del 11 de septiembre, al Tacna llegan dos buses con 49 detenidos desde La Moneda. Juan Seoane Miranda los cuenta. Es el jefe de la escolta de la Polici´a de Investigaciones de Allende:
-En total llegamos 49 al regimiento Tacna. Esa cuenta la sabemos porque e´ramos 25 en una micro y 24 en la otra: e´ramos 17 de Investigaciones y otros 32-, dice al juez que investiga el caso La Moneda.
Bajan de los buses. Los prisioneros son obligados a caminar de rodillas con las manos alzadas los u´ltimos cien metros. Los llevan a los boxes donde permanecera´n tendidos en el suelo. Insultados. Escupidos. Golpeados y ma´s tarde torturados por los integrantes de la Seccio´n II de Inteligencia del regimiento.
Mie´rcoles 12. Al mediodi´a llega al cuartel un patrullero de la Polici´a de Investigaciones. El comisario Santiago Cirio Planes esta´ al mando. Los integrantes de la Polici´a de Investigaciones son liberados. Seoane lo es al di´a siguiente. Se cumple la orden de Espinoza y el almirante Carvajal.
Camino al pozo
Man~ana del jueves 13. Desde una ventana del segundo piso, el cabo Venegas ve cuándo comienzan a amarrar a los prisioneros de La Moneda. Los PDI ya no esta´n. Uno a uno los atan de pies y manos con alambre. Los lanzan arriba de un camio´n militar marca Pegaso. Los cubren con una lona.
Por la baranda derecha del camio´n se encarama el subteniente Servando Maureira Roa. Por la izquierda trepa el suboficial Teobaldo Mendoza Vicencio. Delante, inmediatamente detra´s de la cabina, se ubica el cabo Bernardo Soto Segura. El camio´n lo conduce el suboficial Alfonso Cero´n Espino. Son los custodios de los prisioneros camino a la muerte.
Todo esta´ listo. Delante del camio´n se situ´a un jeep Land Rover que conduce el cabo Manuel Gamboa A´lvarez. En ese viajan el subteniente Jorge Herrera y el sargento armero Juan Riquelme Silva. A bordo del jeep cargan la ametralladora Rheinmetall. Detra´s del camio´n se instala otro jeep Land Rover. Lo maneja el cabo Eliseo Cornejo Escobedo. Cierra el convoy una camioneta. En ella viaja el mayor Pedro Espinoza. Viste de civil. Es el mismo Espinoza que luego sera´ el segundo hombre de la DINA detra´s de Manuel Contreras y Pinochet, el superior jera´rquico.
El comandante Rami´rez Pineda ordena la partida. El destino es Peldehue. Cruzan la estacio´n Mapocho y se les une otra camioneta. Transporta personal de civil y otros en uniforme de campan~a. En uno de sus brazos lucen un brazalete blanco. El mismo brazalete llevan quienes viajan en la columna hacia Peldehue, al norte de Santiago.
Frente a la Base Ae´rea de Colina, uno de los detenidos logra incorporarse. Trata de apoderarse del arma de uno de los custodios. Se da cuenta que no es un traslado a otro lugar de detencio´n… los van a matar.
El subteniente Maureira dispara al prisionero su fusil SIG. El suboficial Teobaldo Mendoza esta´ en la li´nea del disparo. La trayectoria de la bala le hiere levemente una mano que sangra. La columna no se detiene.
U´ltimos minutos de vida
La columna arriba al lugar. Sera´ la tumba de los hombres de Allende. El subteniente Jorge Herrera ordena al cabo Cornejo mantenerse arriba del camio´n. Que vigile a los detenidos.
El cabo Luis Sa´nchez Garay es el cuidador del predio. Sale de su casa donde vive con su familia. Cerca esta´n las instalaciones del rancho y comedor para las campan~as de entrenamiento. El teniente Herrera se baja del jeep. Se dirige al militar en tenida de civil. Es Pedro Espinoza, que esa man~ana ejerce el mando superior por sobre la oficialidad del Tacna. E´l representa las o´rdenes para matarlos.
Herrera le rinde cuenta del arribo del convoy. Pone a los detenidos a su disposicio´n. Pedro Espinoza niega en el proceso su presencia y mando. Evidencias judiciales y sen~as personales que lo describen lo desmienten. Ordena el descenso a los detenidos.
Uno a uno, los otros dos en tenida civil unidos al convoy, comienzan a bajar los prisioneros del camio´n. Antes les cortan las amarras de los pies. Que caminen en direccio´n a un pozo seco profundo.
El subteniente Herrera se prepara para accionar la Rheinmetall. Esta´ afirmada en su tri´pode. La instala sobre una mesa que traen del sector del rancho. Detra´s de Herrera se situ´an otros hombres del Tacna. Subteniente Servando Maureira, suboficial Alfonso Cero´n y el cabo Bernardo Soto. Disparara´n tambie´n sus fusiles y pistolas. Los hombres de Allende recibira´n fuego nutrido.
El primer prisionero camina veinte metros al norte. Espinoza ordena que se detenga al borde del pozo. Sabe que va a morir. Grita: ¡Viva la revolucio´n socialista…Viva Allende! Herrera ametralla. Lo siguen Maureira, Cero´n y el cabo Soto. El prisionero cae al pozo.
Encuentro en Pen~alole´n
Los dos civiles retroceden para sacar al segundo hombre de Allende. El cabo Cornejo se percata que el detenido herido en su intento de liberarse esta´ muerto. Hay un charco de sangre sobre el piso del camio´n. Sacan dos prisioneros y les cortan las amarras de los tobillos. Que carguen el cuerpo del prisionero muerto y lo tiren al foso. Que despue´s se paren frente al pozo de espalda a la ametralladora. El subteniente Herrera dispara. Tambie´n los otros. Nunca se supo quie´n fue el prisionero que se rebelo´.
Asi´ transcurre la muerte. Uno a uno. Gritan consignas antes de morir. Ametrallados por la espalda. De pronto el subteniente Herrera no puede ma´s. Explota. No puede seguir disparando.
-Alcance´ a dar muerte a cinco personas…no pude seguir…deje´ que los otros siguieran matando.
Me lo dijo veintinueve an~os despue´s. Lo ubique´ en su casa en la comuna de Pen~alole´n. Salio´ pa´lido cuando cruzo´ la puerta.
-Hablemos afuera por favor, no quiero que escuche mi familia.
Me extran~o´ que aceptara hablar. Sabi´a de que´ se trataba. Lo llame´ primero por tele´fono.
Nos sentamos alrededor de un muro bajo que rodea un jardi´n. Por primera vez cuenta pu´blicamente detalles de ese di´a 13.
-Le pido por favor que nunca mencione mi nombre en lo que escriba, se lo pido por mis hijos y mi esposa.
Lo pide llorando. Nunca deja de llorar las dos horas que hablamos. Se arranca cueros de sus manos resecas.
-Por favor, no me traicione…quiero volver a creer en el ser humano… ya que me ubico´, prote´jame.
Me demoro en volver a hablar. La situacio´n me paraliza por segundos. Sus la´grimas. Sus manos heridas. Su mirada implorando misericordia. Pienso en la ametralladora que disparo´. Los compan~eros de Allende cayendo al fondo del pozo. Asesinados por la espalda.
-Si usted me lo pide, y ya que acepto´ hablar conmigo sabiendo que es para publicarlo, no voy a mencionar su nombre-. Eso recuerdo que le dije.
No publicamos su nombre. Lo mencione´ como El subteniente.
La cro´nica fue publicada en La Nacio´n Domingo del 8 de diciembre de 2002. Portada: “Yo mate´ a los prisioneros de La Moneda”.
Al borde del pozo
El cabo Eliseo Cornejo baja del camio´n. Ya no quedan prisioneros. Se acerca al pozo. Ve, escucha. Algunos todavi´a esta´n vivos. Se quejan.
Pero Cornejo miente cuando una man~ana hable´ con e´l.
-Yo nunca me acerque´ al pozo… quede´ siempre como a cien metros. Todo lo que ocurrio´ solo lo escuche´ a la distancia… senti´ las ra´fagas de la ametralladora y despue´s disparos de armas largas y cortas… tambie´n senti´ las explosiones de las granadas…
Al juez le dijo la verdad. Todos se acercaron al pozo. E´l tambie´n. Vieron como sufri´an los que quedaban vivos.
-En ese momento, uno de los civiles que haci´a de jefe del grupo, de unos 45 an~os de edad, cabello semicano, estatura mediana, contextura gruesa que podri´a corresponder al entonces mayor Pedro Espinoza Bravo, ordeno´ que fueran arrojadas granadas al fondo de la fosa.
Lo declaro´ Cornejo en el proceso. Si´… su descripcio´n coincide absolutamente con quien fue el segundo de DINA, Pedro Espinoza.
El sargento Juan Riquelme entrega las granadas. Las trajo del regimiento. Al borde del pozo disparan a los que aun esta´n vivos. Ya ninguno gime. Arrojan las granadas. Las paredes del pozo se desmoronan. Ahora esta´n sepultados para siempre. ¿Para siempre…?
Los efectivos del Tacna trabajan rellenando el pozo con tierra. Todo ha terminado. Espinoza reu´ne o todos alrededor de la Rheinmetall. Lanza su proclama:
-Este acto fue ejecutado por el bien de la Patria. Estamos liberando al pai´s del marxismo. No tengan cuidado, nada les sucedera´, porque nunca se sabra´ lo ocurrido aqui´.
La orden de Pinochet esta´ cumplida: Me los fusilan a todos…
En Pascua militar
El mayor Joaqui´n Molina Fuenzalida es el comandante del Grupo de Artilleri´a del regimiento Tacna. La unidad operativa del cuartel. Transcurren los primeros minutos pasado el mediodi´a del sa´bado 23 de diciembre de 1978. En el Tacna, como en todos los cuarteles, se celebra la Pascua del Soldado. Los funcionarios concurren ese di´a con sus familias. La Navidad Militar. Los hijos reciben regalos.
Temprano, esa man~ana al cabo Eliseo Cornejo lo siguen dos civiles. Apura el paso para ingresar a su regimiento. Cree un asalto. Escucha el grito:
-¡Dete´ngase…!
Cornejo entra ra´pido al cuartel.
-Recuerdo que eran tipo siete y media de la man~ana… era diciembre y al bajarme del metro Rondizoni, me voy caminando al Tacna que es una cuadra. De repente escucho… dete´ngase… me dicen… me apure´ y ellos tambie´n se apuraron.
Hable´ con e´l una man~ana en el Paseo Bulnes. Preparaba una cro´nica para La Nacio´n Domingo.
Minutos despue´s, el comandante del Tacna, entonces coronel Ricardo Canales Varas, llama al cabo Cornejo.
Que venga a su despacho. Cornejo entra y ve a los dos civiles que lo segui´an. Esperan sentados en un sillo´n.
El cabo se acuerda de aquel dialogo:
-Cabo, usted tiene que ir con estos sen~ores…
-Pero mi comandante, si no se´ quie´nes son estos sen~ores, ellos me veni´an siguiendo…
-No se preocupe, vaya tranquilo… ellos lo van a llevar y despue´s lo van a traer de vuelta al regimiento.
¡Diga do´nde esta´n!
El comandante Canales esta´ informado. Cornejo debe concurrir ante el general Enrique Morel Donoso. Es el comandante de la II Divisio´n del Eje´rcito con asiento en Santiago. Debe informarle donde esta´n escondidos los cuerpos. El comandante Canales vuelve a tranquilizar al cabo y le ordena:
-Diga todo lo que le pregunten.
Los dos civiles lo suben a un auto. Van al quinto piso del Ministerio de Defensa. Lo dejan en una sala de espera y pronto aparece el general Morel:
-Do´nde escondieron lo cuerpos Cornejo, usted sabe.
El cabo vacila antes de responder. Es un secreto militar y fue obligado a guardar silencio. Pero tiene la venia de su comandante para hablar. Y ahora lo interroga un general. De manera seca pero amable. El gesto del general le transmite ese temor de parar al mismo destino final si no habla. Sabe que muchos de sus compan~eros subalternos viven con ese miedo si no cumplen o´rdenes. Lo conversan entre ellos.
-Que´dese tranquilo Cornejo. Hay que limpiar la zona. Diga do´nde esta´n. Indi´queme el lugar exacto.
Cornejo entrega las coordenadas. Pero su tarea no termina ahi´ con solo revelar el secreto. El general Morel lo manda de vuelta al regimiento. Antes le da una orden:
-Usted debe integrar el grupo que hoy ira´ a buscar esos cuerpos para sacarlos.
No le dice el destino que tendra´n los cada´veres. Tampoco Cornejo pregunta. Es la solucio´n final para los cai´dos que permanecen muertos y desaparecidos, enterrados en fosas clandestinas.
Las balas de Mamito
Los mismos hombres llevan al cabo de regreso al Tacna. Cornejo se presenta ante su comandante Canales. Este le comenta que esta´ enterado de todo. Le ordena ponerse a disposicio´n del jefe de la Seccio´n II de Inteligencia del regimiento, el capita´n Luis Fuenzalida Rojas, El Pelao Fuenzalida.
-Cuando me devuelven a la unidad se preparo´ altiro un equipo. Yo voy con personal de Inteligencia del regimiento al mando del capita´n Luis Fuenzalida -, dice Eliseo Cornejo en nuestro encuentro.
El capita´n Fuenzalida sera´ el jefe de la operacio´n. La orden del desentierro la recibe de su superior, el mayor Joaqui´n Molina Fuenzalida. A e´ste se lo ordena su comandante Canales, como se lo ordeno´ esa misma man~ana el general Morel.
Diez an~os ma´s tarde, Molina morira´ baleado en una fiesta familiar por el Mamito. Hijo del jefe de la DINA, el “Mamo” Manuel Contreras. La cantante Gloria Benavides queda viuda.
Aqui´ esta´n
La man~ana del 23 de diciembre de 1978, el capita´n Fuenzalida alista un vehi´culo. Es una Chevrolet C-10. Las usadas por la DINA para trasladar cuerpos de prisioneros a Peldehue. Destino final repetido: desde los helico´pteros PUMA al mar. En la camioneta viaja toda la Seccio´n II de Inteligencia del Tacna. En el mismo vehi´culo se instala el cabo Cornejo junto al capita´n Fuenzalida.
Los desenterradores a cargo de sacar los cuerpos viajan ma´s tarde. Todos cabos instructores del cuadro permanente del Tacna. Primero Cornejo debe ubicar el pozo. La retroexcavadora esta´ lista. Poco demora el cabo. No ha transcurrido tanto tiempo.
-Cuando llegamos yo les dije aqui´… aqui´ esta´n. Yo sabi´a que an~os atra´s se trato´ de hacer una noria para captar agua. Era un pozo grande… doce a quince metros de profundidad y de unos tres metros ancho… yo les dije aqui´…
Cornejo recuerda con detalles, a pesar del tiempo transcurrido. Sus dichos la man~ana que lo encontre´, coinciden exactamente con lo establecido en la investigacio´n judicial.
Habi´a que limpiar la zona, como lo hicieron a lo largo del pai´s. La dictadura hace correr una versio´n oficiosa: el inminente estado de guerra con Argentina. Se inicia la Operacio´n Retiro de Televisores. Asi´ la llamaron.
La verdad es otra. El hallazgo de 15 cuerpos de campesinos asesinados en Lonque´n, localidad rural al sur poniente de Santiago. Noviembre de 1978.
Suenan las alarmas. Pinochet convoca a su ci´rculo i´ntimo. Resuelve: hay que sacar todos los cuerpos escondidos. Revuelo por probables nuevos hallazgos pondri´a a Chile en desventaja con Argentina. La orden llego´ a todos los regimientos del pai´s. Sacar los cuerpos de todas las tumbas clandestinas. Y hacerlos desaparecer. La orden se envio´ en un criptograma.
Cuando hable´ para mi diario con el general Odlanier Mena, que fue el jefe de la CNI, sucesora de la DINA, me repitio´ la versio´n grotesca que antes habi´a dicho pu´blicamente. La solucio´n humanitaria: desenterrar para resolver co´mo entregar los cuerpos a los familiares.
Borrachos
Ubicado el pozo, el capita´n Fuenzalida ordena por radio al Tacna. Que salga el peloto´n desenterrador. Salen a bordo de un camio´n militar Mercedes Benz, modelo Unimog (Universal Motor Gera¨t). Vehi´culo mediano multiuso.
Son los cabos instructores Sergio Medina Salazar, Isidro Dura´n Mun~oz y Fernando Burgos Di´az. Al camio´n sube tambie´n el cabo enfermero Dari´o Gutie´rrez de la Torre. El capita´n Fuenzalida toma precauciones. Enganchar al cabo Gutie´rrez por si, dado de lo que se trata, alguno sufre alteracio´n de salud.
La retroexcavadora cava cuatro metros de profundidad. Aparece el trozo de riel indicado por el cabo Cornejo. Bajo e´ste esta´n los cuerpos. La excavacio´n continu´a so´lo con palas y chuzos. Aparecen los primeros. Los cabos instructores saltan al fondo del pozo. Se les une el cabo Gutie´rrez, el enfermero.
-Estaban casi intactos, con ropas. Al ingresar oxi´geno se acelero´ la descomposicio´n producie´ndose un olor espantoso.
El cabo Burgos lo recuerda en el proceso judicial.
Comienza a oscurecer. Encienden las luces de los vehi´culos para alumbrar. El fondo del pozo lo iluminan con un reflector. Las luces hacen ma´s dantesca la visio´n. Ahora hay sombras que se mueven. Desde arriba les lanzan sacos paperos transportados en el camio´n. Hay que empezar a ensacar. Advierten que los cuerpos no caben completos en los sacos. Algunos se desmembraron por las granadas. Eso les facilita ponerlos dentro de los sacos.
En la maniobra, al cabo Burgos le salta un pedazo de carne descompuesta de un cuerpo. Se lo traga involuntariamente. Grita que le tiren algo para tomar. Le arrojan una botella de pisco. De la botella toman todos en el fondo del pozo. Hay que espantar el horror. Luego arriba siguen tomando y terminan embriagados.
El capita´n Fuenzalida previo´ el costo de la tarea y subio´ dos cajas de pisco a la camioneta. Las botellas terminan vaci´as.
Lo mismo ocurre en el desierto de Calama. En enero de 1976, terminan borrachos los desenterradores de los 26 cuerpos asesinados por la Caravana de la Muerte el 19 de octubre de 1973. Son lanzados al mar a bordo de un avio´n C-47 de la Fuerza Ae´rea.
Veinte…treinta…?
Con cuerdas suben los cuerpos ensacados. ¿Cua´ntos desentierran esa noche del 23 de diciembre de 1978? Mientras, en el Tacna la fiesta por la Pascua del Soldado va llegando a su fin. Los hijos de los funcionarios esta´n felices con los regalos.
Los desenterradores no concuerdan en las cifras. En el proceso algunos dicen veinte. A otros les parece menos. A otros ma´s. El cabo Cornejo cuenta entre veinte y veintitre´s. Esa noche el pisco nubla la mente. Juega a favor del olvido.
¿Co´mo duermen despue´s? ¿Con que´ suen~an? ¿Cua´ntas o´rdenes iguales cumplen luego? ¿Que´ regalan esa noche a sus hijos?
La cifra ma´s precisa es la del cabo Arturo Venegas. La reafirma en la investigacio´n judicial. Los que estaban en las antiguas caballerizas la madrugada del 13. Los que debio´ vigilar:
-Aqui´ hay veintisiete prisioneros, y man~ana deben estar los veintisiete.
Esa tardenoche de la Pascua del Soldado, mientras ensacan los cada´veres en el fondo del pozo, el enfermero Gutie´rrez de la Torre cuenta treinta y tres.
No hay certeza sobre la hora en que terminan de ensacar los cuerpos y subirlos al camio´n Unimog. Pero fue tarde esa noche.
Termina la tarea al fondo del pozo. Los desenterradores suben a la superficie. Asqueados. Borrachos. Cansados. Pero arriba comen sa´ndwiches de jamo´n. Atencio´n del capita´n Fuenzalida. Los teni´a preparados. Comen y siguen tomando pisco. Man~ana es Nochebuena.
El vuelo del PUMA
El camio´n con los cuerpos se dirige a una explanada del predio. Esperan la llegada de un helico´ptero PUMA. Se elevara´ desde el aero´dromo de Tobalaba. Ahi´ opera el Comando de Aviacio´n del Eje´rcito. El CAE.
La ma´quina llega. Recie´n entonces, el capita´n Fuenzalida revela el destino final: sera´n lanzados al mar. El cabo Cornejo lo recuerda en el juicio.
El PUMA sufre un desperfecto al aterrizar. No puede cumplir la misio´n esa noche. El escuadro´n regresa al regimiento. Dejan una guardia cuidando los cuerpos.
El helico´ptero solo regresa dos di´as despue´s. El di´a despue´s de Navidad. El recuerdo del enfermero Gutie´rrez en el proceso es preciso. El di´a 26 trabajo´. Al atardecer lo buscan en su casa. Llegan en un Jeep Toyota del regimiento. Lo llevan al aero´dromo de Tobalaba. Lo suben a un helico´ptero y aterrizan en Peldehue frente al poli´gono de tiro. Entre e´l, el piloto y copiloto del PUMA cargan los cuerpos a bordo. Los sacos tienen peso. Se elevan rumbo a la costa. Gutie´rrez divisa las calderas de la Fundicio´n Ventanas.
Quintero esta´ cerca. San Antonio al sur, no lejos. Dan un giro, arrojan los cuerpos, y regresan a Tobalaba.
Los hombres de Allende desaparecen para siempre. En el fondo del mar. Como desaparecieron cientos.
Identificados
El informe de las Fuerzas Armadas con el destino final de 200 prisioneros, contiene los nombres de siete de ellos. Se construyo´ con la informacio´n recolectada en la Mesa de Dia´logo de Derechos Humanos los an~os 1999-2000. Siete, de los quince identificados por el Servicio Me´dico Legal y laboratorios extranjeros.
Identificados a partir de pequen~os restos o´seos que quedaron del desentierro. Todos por ADN.
Fueron encontrados en marzo de 2001 en el fondo del pozo. El hallazgo fue posible por la informacio´n contenida en aquel informe de las FFAA.
La ministra de la Corte de Apelaciones de Santiago, Amanda Valdovinos, dirigio´ la bu´squeda. Encontraron quinientas piezas o´seas remanentes de la remocio´n.
El informe de las FFAA contiene los nombres de los GAP: O´scar Lagos Ri´os, Julio Moreno Pulgar, Julio Tapia Marti´nez y Juan Vargas Contreras. Adema´s de los asesores de Allende, el ingeniero comercial Jaime Barrios Meza, el socio´logo Claudio Jimeno Grendi y el me´dico psiquiatra, George Klein Pipper.
Como destino final figura: “Mar San Antonio, 10 millas”.
Epi´logo judicial
El 13 de agosto de 2009, la Sala Penal de la Corte Suprema dicta sentencia definitiva en el episodio Peldehue-LaMoneda, parte de la Operacio´n Retiro de Televisores.
En ella se confirman las nueve condenas a 270 di´as de reclusio´n, por el delito de exhumacio´n ilegal establecido en el arti´culo 322 del Co´digo Penal, a las que el 10 de junio de 2008, la Octava Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago sentencio´ a nueve participantes en este episodio.
Los condenados por la Sala Penal de la Corte Suprema fueron: El general Fernando Darrigrandi Ma´rquez (comandante del CAE a 1978), los coroneles de Eje´rcito, Ricardo Canales Varas y Luis Fuenzalida Rojas, y los suboficiales de Eje´rcito: Eliseo Conejo Escobedo, Jose´ Canario Santiba´n~ez, Dari´o Gutie´rrez de la Torre, Fernando Burgos Di´az, Isidro Dura´n Mun~oz y Sergio Medina Salazar. Los mencionados se encontraban en situacio´n de retiro al momento de las condenas.
Esta vez, los tribunales chilenos no aceptan en sus resoluciones el concepto de que los condenados cometieron simplemente el delito de exhumacio´n ilegal. Afirman que la accio´n de desenterrar los cuerpos y hacerlos desaparecer definitivamente arroja´ndolos al mar, es un delito conexo con aquellos de lesa humanidad cometidos inicialmente contra los hombres del Presidente Salvador Allende.
¿Se habra´n encontrado las almas del Chicho con las de sus hombres? Quiza´s el alma suya los busco´ en las profundidades del oce´ano. El Paci´fico es tormentoso. Helado. ¿Hacia do´nde los llevaron las mareas?
El mar es un idioma antiguo que no alcanzo a descifrar (Jorge Luis Borges)
por Jorge Escalante
Las vueltas de Marcos Derpich, el último ex jefe CNI que eludió la cárcel con el suicidio
Fuente :biobio.cl, 19 de Marzo 2024
Categoría : Prensa
Marcos Derpich jugó todas las cartas para evitar pagar sus culpas por la Operación Alfa Carbón. Ordenó directamente la muerte de militantes del MIR en dictadura. Estiró el proceso por años, pero hace dos semanas la Suprema lo declaró culpable de forma definitiva. Intentó desviar la responsabilidad en dos figuras: Álvaro Corbalán, otro ex CNI conocido que ya tiene más de 100 años de cárcel a su haber; y también en el mayor Joaquín Molina, más conocido como el marido de la comediante Gloria Benavides, quien murió en 1988 baleado en una fiesta a manos del hijo del exjefe de la DINA, Manuel "Mamo" Contreras. Este lunes, cuando la PDI llegó a su puerta para encerrarlo, ya no estaba. Sin salida, a unas cuadras de su domicilio se quitó la vida.
—¡¡¡Compruébenme algo!!!
Marcos Spiro Derpich Miranda (85), alías El Gitano, tomó su teléfono y se puso a grabar. Era 22 de noviembre de 2018. Estaba con amigos tomando un café en los alrededores de Tobalaba, en pleno Providencia. No estaba lejos de su domicilio en calle El Vergel.
No lo sabía en ese momento, pero frente a él estaba un grupo de la “Comisión Funa”, quienes —como se puede inferir por su nombre— funan a los objetivos que se proponen. Esta vez se habían fijado en él, un brigadier (r) del Ejército con extensa trayectoria en la Central Nacional de Informaciones (CNI), el principal aparato represivo de la dictadura, donde fungió como vicedirector y jefe de la división Regionales.
En lugar de regresar a su departamento entre abucheos, decidió encararlos, aunque con un rostro que desprendía entre molestia y sorpresa. Se gritaron de lado y lado.
Por ese entonces, tenía en contra un fallo de primera instancia. El ministro en visita Carlos Aldana lo declaró culpable, junto a Álvaro Corbalán y otros agentes, y lo condenó a 25 años de cárcel: 20 años de presidio como coautor de homicidios calificados y 5 años y un día como coautor de asociación ilícita.
Todo en el marco de la denominada Operación Alfa Carbón, desarrollada entre el 23 y 24 de agosto de 1984, y que permitió la matanza de militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
En comparación a su camarada Corbalán, Derpich había corrido con “suerte”. Por ejemplo, en 2009 fue absuelto de un caso de secuestro por falta de participación. Mientras que Corbalán, por su parte, tiene a su haber una cadena perpetua, además de otras condenas, por las que suma más de 100 años de cárcel.
Probablemente con esa autoconfianza encaró a los funadores de vuelta. E incluso pagó a su favor la situación. Según voces que estuvieron presentes, la encargada del local le sirvió un café de cortesía por el “mal rato”.
No se sentía culpable de nada. Cinco años después de ese episodio, el escenario cambió. La justicia dijo lo contrario.
RIP
—Tiene que ser despachado.
—Confirme la orden.
—RIP.
Si bien en abril de 2009 zafó de un caso de secuestro, en septiembre de ese mismo año la justicia volvió a la carga. Por ese entonces inició el proceso del ministro Aldana.
Durante la marcha, la investigación arrojó que Derpich fue uno de los principales jefes a cargo de la Operación Alfa Carbón, junto con Corvalán y el mayor Joaquín Molina, entonces analista de la CNI, más conocido como el marido de la comediante Gloria Benavides, quien murió en 1988 baleado en una fiesta a manos del hijo del exjefe de la DINA, Manuel “Mamo” Contreras.
Según estableció la justicia, para exterminar a los siete miristas a los que habían seguido la pista, los equipos se trasladaron a Los Ángeles, Concepción y Valdivia. Previo al 23 y 24 de agosto de 1984, se reunieron en el cuartel de la CNI en Avenida Pedro de Valdivia, en la capital del Bío Bío.
Desde allí se coordinaron los homicidios de Nelson Adrián Herrera Riveros, Mario Octavio Lagos Rodríguez, Luciano Humberto Aedo Arias, Mario Mujica Barros, Juan José Boncompte Andreu, Rogelio Tapia de la Puente y Raúl Jaime Barrientos Matamala.
El operativo partió la mañana de ese jueves 23. En la icónica Plaza El Ancla de Talcahuano, frente a donde hoy está la Bentoteca de la comuna puerto, los agentes detectaron a tres miristas: Herrera, Lagos y Aedo.
Tras percatarse, decidieron huir en bus. Los captores iban con armas de fuego y hasta un fusil AK-47. Aedo enfiló en un bus en dirección a Hualpencillo —hoy comuna de Hualpén, antes Talcahuano— y los otros dos también, pero hacia Concepción.
El primero, cuando se bajó, intentó huir a pie. Pero a eso del mediodía, en la esquina de las calles Grecia con Nápoles, uno de los agentes le disparó con su arma de fuego. Acto seguido, otro CNI se acercó con el AK-47 y le disparó una ráfaga directamente en la espalda.
Otros CNI siguieron a Herrera y Lagos. Por el camino se coordinaron con Carabineros para interceptar el bus, que aislaron la intersección de la Avenida 21 de Mayo con Mencia de Los Nidos, frente a la Vega Monumental. Allí los agentes le ordenaron a los pasajeros bajarse, pero varios se negaron, incluidos los miristas a bordo.
Acto seguido, lanzaron bombas lacrimógenas para obligar a bajar a los pasajeros. En el intertanto, los agentes lograron dispararles a ambos. Lagos intentó huir, pero corrió la misma fuerte que Aedo: lo mataron con el fúsil. Herrera, en tanto, fue capturado.
José Abel Aravena Ruiz, alias “El Muñeca”, junto a otros CNI, lo tiraron a uno de sus vehículos y lo llevaron al Hospital Regional penquista. Por el camino, este último recibió una orden radial de Derpich. El detenido no podía llegar vivo al centro asistencial y debía ser eliminado.
—Tiene que ser despachado —ordenó Derpich.
—Confirme la orden —le pidió “El Muñeca”.
—RIP.
Nadie cuestionó el mandato y se desviaron al sector Idahue, al inicio del camino a Santa Juana. Luis Andaur Leiva, alias “Caviedes”, lo tiró al suelo, le puso un pie en el pecho y le disparó con su revolver, a dos centímetros de la frente. Lo mató al instante. Aún esposado, retomaron la ruta y lo dejaron abandonado en la urgencia del Hospital Regional.
CONFIRMACIÓN SUPREMA
Para la funa en 2018, aún faltaba mucho camino por recorrer. El fallo de la Corte Suprema tardó, pero llegó. Hace dos semanas, el 4 de marzo pasado, el máximo tribunal confirmó los 25 años de presidio para Derpich y otros 14 ex agentes de la CNI.
Tras repetidos intentos por evitarlo, ya no quedaban más salidas judiciales. Quienes conocieron de cerca el proceso, subrayan que en todo momento su defensa intentó culpar al fallecido Joaquín Molina o a Corbalán. Mientras que este último se limitaba a decir que su rol fue de apoyo a Derpich, quien fungía como encargado en regiones.
Las mismas fuentes confidencian que la figura de Derpich es una muestra de las limitaciones que han tenido las investigaciones de estos casos fuera de la región Metropolitana, pues en regiones se registraron una serie de casos de violaciones de derechos humanos, pero pocas veces ha sido posible sustentarlos con pruebas suficientes. Por ello es probable que Derpich se haya beneficiado de esa “suerte”, al contrario de lo sucedido con figuras como Corbalán.
Durante la semana pasada, fue formalmente notificado de la condena. Por ende, no quedaba más camino que efectivamente ir a la cárcel.
Tras la confirmación de la Suprema, el ministro de la Corte de Apelaciones de Concepción, Carlos Aldana, envió la respectiva orden de detención a la Brigada de Derechos Humanos de la PDI.
Por eso es que la mañana de este lunes llegaron hasta su domicilio en Providencia. Sin embargo, no lo encontraron y los efectivos policiales fueron recibidos por su hijo.
Para entonces, Derpich se había desplazado en su auto hasta la calle Juan de Dios Vial Correa, en plena Plaza Las Lilas, a pocas cuadras de su departamento en El Vergel. En el intertanto, su familia se había percatado de una carta de despedida, en la que precisamente les indicó que se iba a encontrar en ese lugar.
Así fue como la PDI y sus cercanos llegaron juntos hasta allí, donde lo encontraron a bordo de su auto con un tiro en la cabeza. De acuerdo a lo señalado por el fiscal de flagrancia, Luis Jaramillo, y el subprefecto Juan Luis Fonseca, jefe de la BH Metropolitana, en el lugar no había indicios de la intervención de terceras personas. Se suicidó.