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Mackay Backler Rafael Guillermo – Memoria Viva

Mackay Backler Rafael Guillermo

Rut:

Cargos: Director, Navy Hydrographic and Oceanographic Service

Grado : Comandante

Rama : Armada

Organismos : Servicio de Inteligencia Naval (SIN)

SICAJSI
Esmeralda
Academia de Guerra Naval
Cuartel Silva Palma


Exorcismo a la dama blanca

Fuente :lanacion.cl, 22 de Abrila 2007

Categoría : Prensa

La justicia se apronta a resolver los crímenes en La Esmeralda.

Durante más de tres décadas, los crímenes ocurridos en el buque escuela han sido un misterio. Los 110 detenidos fueron víctimas de torturas bajo las órdenes del capitán de corbeta Juan Mackay Barriga, quien recibía órdenes del Estado Mayor de la Primera Zona Naval.

Los hombres y mujeres que pasaron por la Esmeralda siempre han luchado porque las brutales torturas y crímenes que ahí ocurrieron no queden en la impunidad. También la familia del sacerdote Miguel Woodward, quien murió camino al Hospital Naval, luego de ser detenido el 18 de septiembre de 1973 y recibir los maltratos mortales del personal de la Dama Blanca.

Todos ellos han esperado que la Armada siga el ejemplo del Ejército, institución que a través de su ex comandante en jefe Juan Emilio Cheyre lanzó su doctrina de "nunca más" y reconoció la responsabilidad militar en las torturas y asesinatos durante la dictadura.

Algunos piensan que las víctimas de la Esmeralda podrían esperar toda su vida ese gesto de parte de la rama más conservadora de las Fuerzas Armadas. Pero antes de que lleguen las disculpas, la jueza de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, Eliana Quezada, ha realizado un trabajo de hormiga que le ha permitido dilucidar gran parte de la verdad escondida durante 34 años detrás de las escotillas del buque. Contra todas las expectativas, gracias a los avances es posible que en el corto plazo se conozcan los primeros procesamientos, que involucrarían a lo más granado de la Armada de esos años.

Yo No Fui, Sólo Vi
El primero en aportar antecedentes fue el entonces capitán de navío Ricardo Riesco Cornejo, instructor del Cuerpo de Infantes de Marina a bordo de la Esmeralda. Según su testimonio, el 12 de septiembre de 1973 el director de la Escuela de Infantería le ordenó ponerse bajo las órdenes del comandante del buque escuela, capitán Jorge Sabugo. Ese mismo día le avisaron que junto a su grupo debía custodiar a los detenidos que llegaran al lugar.

Como todos los involucrados en actos de tortura, Riesco dijo que presenció sesiones, pero que no participó activamente en ellas. Según recuerda, el grupo de interrogadores pertenecía a Carabineros y aplicaban golpes de electricidad para que los detenidos confesaran con mayor premura.

Uno de los implicados, el sargento (R) de Carabineros Jorge Leiva, declaró que sus métodos sólo consistían en amenazas y, a lo más, uno que otro golpe menor en el cuerpo de los prisioneros. Al igual que Riesco, Leiva dijo que presenció las torturas a bordo de la Esmeralda sin ensuciarse las manos.

Leiva, además, asegura que el equipo interrogador utilizaba una máquina que producía corriente. Para no haber participado en las torturas, recuerda datos exactos, como el tipo de cables que empleaba la caja de madera, y en las secciones del cuerpo donde eran colocados con el fin de provocar tormentos.

Cadena de Mando
Según Leiva, el personal de Carabineros a bordo de la Esmeralda pertenecía a la comisión civil de Valparaíso, y entre ellos reconoció al fallecido cabo primero Eduardo Vergara y al capitán Nelson López, quien actualmente vive en Santiago, en la comuna de La Florida. También al teniente de navío (R) Rafael Mackay Backler, quien se habría trasladado desde la Academia de Guerra al buque escuela para interiorizarse en los métodos de tortura.

Más allá de la responsabilidad que se achacan mutuamente los inculpados en la causa, son esas mismas contradicciones las que han ayudado a esclarecer que el grupo de interrogadores y torturadores en la Esmeralda estaba compuesto por integrantes de la Armada y Carabineros.

Las dos más altas jerarquías de este equipo eran Riesco y sobre él estaba Juan Mackay Barriga, quien se acogió a retiro como vicealmirante y es tío de Mackay Backler.
Siguiendo la cadena de mando, el capitán Riesco afirmó en el expediente que las órdenes de detención estaban a cargo de Sergio Barra von Krestchmann, entonces jefe del Servicio de Inteligencia Interior de la Armada, quien llegó a formar parte del alto mando de la DINA. Barra, actualmente tiene 83 años y vive en un acomodado departamento ubicado en calle Manquehue, en la comuna de Las Condes.

Junto a Barra operaban en la Academia de Guerra el almirante (R) Rigoberto Cruz-Johnson (hermano del ex lector de noticias de TVN Eduardo Cruz-Johnson), el capitán de navío (R) Franklin Rodríguez y el entonces capitán de fragata Edwin Conn, entre otros.

Todos ellos estaban bajo las órdenes del entonces jefe del Estado Mayor de la Primera Zona Naval, Guillermo Aldoney.

"Los Jerarcas"
Como víctima mortal de la tortura sistemática en la Esmeralda sólo se cuenta al sacerdote Miguel Woodward.
Los otros que recibieron el rigor de los apremios ilegítimos fueron los miembros del grupo llamado ‘Los Jerarcas', personeros del gobierno de Salvador Allende que mantenían una cercana relación con el Presidente. Entre ellos se encontraban los entonces regidores Alberto Neumann (PC) y Maximiliano Martholtz (radical), junto al ex alcalde de Valparaíso Sergio Vuskovic (PC).

Otras de las víctimas de la Esmeralda fue Luis Vega (PC), abogado de la Intendencia, quien murió sin justicia en Israel en 2001. Sin embargo, el testimonio que prestó a Amnistía Internacional durante su exilio ayudó a armar el puzzle de lo que realmente ocurrió en el buque escuela.

En una ocasión, dos marinos fueron a buscar a Vega al sector del buque donde alojaba. Con los ojos vendados y amarrado a un pilar, sólo oía la voz de un hombre. "Apenas llegué me golpeó en los riñones y me dio patadas de kárate en las piernas y el estómago. Me aplastó los pies y me infligió ‘el teléfono'", señaló en su declaración. Luego, el interrogador comenzó a aplicarle golpes eléctricos en las tapaduras de sus dientes al tiempo que le preguntaba por distintos líderes de la UP.

El resto del tiempo, Vega lo pasaba con los demás "jerarcas" en los pasillos y habitaciones de la Esmeralda, y también con mujeres y otros prisioneros, siempre bajo la brutal supervisión de los temidos infantes de Marina, según declaró.

"Guarda Abajo"
Los detenidos en el buque escuela recuerdan que un grupo de infantes de Marina los esperaba con el atuendo de guerra, los rostros tiznados y gritos de furia. El ritual para cada nueva víctima del grupo era idéntico: "Los marinos gritaban ‘guarda abajo' y tiraban a la gente por las escaleras verticales del buque. Quedaban muy mal, todos golpeados en esa entrada a la habitación", recuerda María Eliana Comené, una de las detenidas, quien en diciembre de 2005 interpuso una querella junto a cuatro detenidas y a Alberto Neumann, integrantes de la Agrupación de Ex Prisioneros y Torturados en la Esmeralda.

Neumann recuerda que fue el primero en llegar a los improvisados calabozos. Ahí recibió una larga golpiza de parte de los marinos. Le recriminaban ser un "traidor" debido a que su bisabuelo, Isaac Neumann, había sido comandante en jefe de la Armada en el Gobierno de Eduardo Frei Montalva. "Me ataron los dedos uno a uno por separado y al poco tiempo ya no los sentía. En los días posteriores no nos dejaron dormir, siempre con la luz prendida, haciendo ruidos, caminando arriba de nosotros dándonos golpes brutales y levantándonos todas las noches para ducharnos desnudos con mangueras de gran presión alimentadas de agua marina", recuerda el hoy concejal de Valparaíso Alberto Neumann.

Funas Around the World
Coordinadas junto a más de 80 organizaciones internacionales, las víctimas de la Esmeralda trabajan con Amnistía Internacional y la Comisión Ética Contra la Tortura en las llamadas funas del buque (protestas en su arribo a los puertos durante sus cruceros de instrucción).

Las víctimas jamás pensaron en que llegarían a conocer la identidad de los infantes de Marina que, durante poco más de una semana, marcaron sus vidas. María Eliana Comené recuerda que un grupo de infantes abusó de ella. "Luego de rodearme, uno de ellos se acercó y me introdujo los dedos al interior de la vagina y del ano. Mentían diciendo que era para comprobar si yo tenía un arma guardada", afirmó a LND.

El testimonio del capitán (R) Ricardo Riesco ayudó también a determinar responsabilidades en este caso. Recordó que entre los infantes de Marina bajo su mando y encargados de la custodia de los detenidos estuvieron Noel Palalesque, Walter Wunderlich, Orlando Encalada, Alejandro Steenbecker y Luis Cabezón, entre otros.

De todos ellos, el que llegó más lejos en la carrera naval fue Wunderlich, quien pasó a retiro hace un par de años. Según su biografía en la sección ‘Tradición e Historia' de la web oficial de la Marina, entre 2001 y 2002 se desempeñó como jefe de Estado Mayor del Cuerpo de Infantería de Marina. Luego, el 18 de noviembre de 2002 asumió como comandante general del mismo cuerpo. El 1 de enero de 2003, el Gobierno le confirió el ascenso al grado de contraalmirante de Infantes de Marina.

Lejos de la tradicional despedida a los marinos del 52º crucero de instrucción, este 1 de abril las víctimas de la Esmeralda llegaron a protestar al muelle Prat de Valparaíso con carteles alusivos a la represión vivida en 1973. En esa oportunidad, el comandante en jefe de la Primera Zona Naval, Cristián Millar, recibió una carta de las agrupaciones con un petitorio de reparación.

Y por enésima vez, el frustrado acto de desagravio quedó en el aire.

"A veces se requiere más tiempo para que determinadas heridas se puedan superar", afirmó Millar.

Cuatro días más tarde, la Dama Blanca zarpó rumbo al puerto del Callao, donde luego de 128 años del Combate Naval de Iquique, procedió a homenajear a Miguel Grau y Arturo Prat. En estos días se encuentra navegando rumbo a Isla de Pascua, donde llegará el 5 de mayo. El regreso está programado para el 9 de diciembre, y todo hace presagiar, de acuerdo a las informaciones de derechos humanos, que en esa fecha enfrentará nuevamente la reprobación de muchos.

Ficha de La Esmeralda
Bitácora: El 10 de septiembre del 1973 zarpó rumbo a Talcahuano. Al día siguiente volvió al molo de Valparaíso, donde permaneció hasta el 20 de septiembre, fecha en que partió definitivamente a Talcahuano.

Tortura: Según el informe de la OEA y Amnistía Internacional, 110 personas pasaron por sus calabozos.

Asesinato: Hasta ahora se encuentra acreditada sólo la muerte del sacerdote Miguel Woodward.

El Asesinato de Woodward
El sacerdote chileno-británico Miguel Woodward fue torturado hasta la muerte a bordo de la Esmeralda, luego de que lo detuvieran en su hogar ubicado en el Cerro Placeres. Cuatro días estuvo a cargo del equipo torturador, hasta que el 22 de septiembre debió ser trasladado de urgencia al Hospital Naval. Murió en el trayecto y el certificado de defunción del hospital, firmado por el médico de la Armada Carlos Costa Canessa, indica que su deceso se debió a un paro cardiorrespiratorio.
Durante años, la Armada negó su responsabilidad en la muerte de Woodward, hasta que el almirante Guillermo Aldoney reconoció en el Informe Rettig que su muerte se debió a que se "le habría pasado la mano" a un interrogador.


La noche de la Armada

Fuente :Punto Final, 20 de Mayo 2008

Categoría : Prensa

Fue tan abrumador el silencio nocturno, que le entró por la garganta, haciéndole estallar el corazón en un galope insoportable. Así un día cualquiera desapareció Miguel, sumergiéndose, acaso para siempre, en la bruma costeña. Allí se encontró con otros como él cuyo único sueño era tener una cascada de gorriones y ruiseñores para bañarse cualquier […]

Fue tan abrumador el silencio nocturno, que le entró por la garganta, haciéndole estallar el corazón en un galope insoportable. Así un día cualquiera desapareció Miguel, sumergiéndose, acaso para siempre, en la bruma costeña. Allí se encontró con otros como él cuyo único sueño era tener una cascada de gorriones y ruiseñores para bañarse cualquier día sin pedirle permiso a nadie. No sé, ser un poco menos pobres y un poco más felices. Entonces, no les hablen ahora del Mes del Mar ni de las Glorias Navales, pues éstos se tiñeron para siempre de la vergüenza de una Armada que torturó y asesinó en los tiempos de su única gloria: la del poder absoluto. Sin embargo, por las fisuras del miedo asomaba eterna la esperanza de que algún día todo cambiaría. Y así fue, por ello hoy se encuentran procesados seis altos oficiales de la Armada y, a pesar de los abyectos esfuerzos del senador Jorge Arancibia y de otros nostálgicos de la muerte por demostrar su inexistente inocencia, la ministra Eliana Quezada ha establecido fehacientemente que la Academia de Guerra Naval, el Cuartel Silva Palma, el Buque Escuela Esmeralda y el buque Lebu fueron utilizados como centros de detención y tortura donde, «a fin de obtener información, los capturados eras sometidos a múltiples sesiones de interrogatorio con aplicación de tormento físico y psíquico de variada índole». Asimismo, se sostiene que, como acaecía en esa época, se verificaba el seguimiento de las victimas que terminaba en secuestro. Por lo mismo, declaró reos a los Vicealmirantes (R) Adolfo Walbaum Wieber; Guillermo Aldoney Hansen y Juan Mackay Barriga; a los capitanes de navío (R) Sergio Barra Von Kretschmann y Ricardo Riesco Cornejo, así como al Dr. Carlos Costa Canessa por el delito de secuestro calificado en el caso del sacerdote Miguel Woodward. La información recabada por la jueza, incluidas las declaraciones de los propios procesados, constituyen testimonio irredarguible de la responsabilidad de los mencionados oficiales en el crimen que se investiga. No obstante lo anterior, se ha iniciado una ofensiva comunicacional por parte del ex almirante Jorge Arancibia la cual busca revertir la supuesta injusticia que «se está cometiendo con nuestros distinguidos camaradas que, en forma estoica, están enfrentado esta situación, pero con un profundo sentimiento de impotencia». Es lo que señala en un documento donde, además, critica a la «Familia Naval» por su falta de reacción ante lo sucedido. Su accionar ha tenido poca repercusión aparente, excepto la reaparición en Valparaíso de un reducido número de miembros del Movimiento Unitario Nacional-MUNA, en la ceremonia de despedida de un nuevo crucero de instrucción de la Esmeralda. Cabe señalar que el MUNA es un partido en formación que considera al golpe militar como una «gesta patriótica, libertadora y restauradora de nuestra patria», por lo que no puede sorprender que hoy sostengan que sus familiares se encuentran presos por «servir a Chile»; menos aún si uno de sus fundadores y primer presidente fue el almirante Jorge Martinez Busch, iracundo e irredento golpista. Asimismo, lectores del diario El Mercurio han manifestado su apoyo a los uniformados presos y proferido veladas amenazas al señalar, por ejemplo, que al parecer «la solución de estas injusticias no va por el lado de los reclamos ni por el de las presiones, ni tampoco por el de la justicia»… «el consuelo es que, el mundo gira y siempre las tortillas se dan vuelta» para, finalmente, expresar que «voluntaria o involuntariamente el sacerdote Woodward debió encontrarse en el lugar inoportuno, en el momento inoportuno…» Y claro que estuvo en varios lugares equivocados, pero no voluntariamente, sino que a la fuerza, toda vez que fue detenido por una patrulla de Infantes de Marina en el cerro Placeres, conducido a la Universidad Santa María, a la Academia de Guerra, al Cuartel Silva Palma, a la Esmeralda y, finalmente, al Hospital Naval donde se pierde definitivamente su rastro. Aunque, en todo caso, se sabe que un funcionario del servicio funerario de la Armada acude al Registro Civil del puerto para inscribir su defunción, existiendo también una inscripción en el Registro de Sepultación del Cementerio Nº 3 de Playa Ancha. En dicha necrópolis se realizaron excavaciones para intentar encontrar los restos de Woodward, sin embargo, éstas fueron infructuosas, pues, al parecer, dichas osamentas habrían sido removidas clandestinamente hace años, tal vez en la misma época en que el general Pinochet dio la orden para llevar a cabo la operación «Remoción de televisores» para exhumar cadáveres de prisioneros asesinados y desaparecidos por la dictadura para volverlos a hacer desaparecer. ¿Hay algo más siniestro que esto? ¿Hay algo más cruel que matar dos veces? El ex almirante Miguel Ángel Vergara, en una misa en apoyo a los oficiales presos realizada en Viña del Mar, expresó que: «me violenta que distinguidos oficiales se encuentren detenidos». Pero, ni una sola palabra acerca de los torturados, las mujeres violadas, los gritos eternos en medio de la noche: la noche de la Armada.

Torturas y asesinatos

Y la noche de la Armada se entronizó en la Academia de Guerra Naval por donde, a pesar de las reiteradas negativas y declaraciones de inocencia de los altos mandos a través de los años, pasaron millares de prisioneros políticos, todos torturados física y psicológicamente. Entre ellos estuvo Miguel Woodward quien, de acuerdo a testimonios de carabineros asignados a la Academia, fue torturado inmisericordemente. El teniente (R) de carabineros, Nelson López Cofré, señala que se enteró de la detención y presencia de Woodward en la Academia y asistió al interrogatorio llevada cabo por personal de la Armada. Se encontraba en el cuarto piso del edificio, «encapuchado, sentado en una silla, atado de manos y frente a él, el principal interrogador Jaime Román Figueroa, junto a gente de la Armada». Además de Román, se hallaban presentes Juan Mackay Barriga, Sergio Bidart Ramirez y Ricardo Riesco Cornejo, todos oficiales de la Armada; asimismo, el subteniente de carabineros Angel Lorca Fuenzalida, los tenientes Luis Araya Maureira y Enrique Corrales y, posiblemente, el capitán Héctor Tapia Olivares y los suboficiales Eduardo Vergara Branner y Jorge Leiva Cordero. «Varios de los nombrados le daban golpes de puño» en una sesión de tortura que se prolongó por más de una hora. Como consecuencia de lo anterior, concluye la jueza Quezada, «luego de un fuerte interrogatorio y aplicación de tormentos, Woodward es llevado en grave estado de salud hasta el buque escuela Esmeralda, nave que la marina había destinado como centro de detención e interrogatorio». Desde allí es trasladado el Hospital Naval donde «se pierde su rastro físicamente».

Lo anterior desmiente categóricamente las aseveraciones del senador Arancibia quien, basado en lo que le contaron sus ex camaradas de armas, dice que son inocentes, señalando que eran sólo analistas y que jamás cumplieron funciones operativas. Los casos de Mackay y Riesco son particularmente sintomáticos, puesto que diversas declaraciones de terceros – y en el caso de Riesco, también la propia – los ubican como miembros importantes del aparato represivo de la Armada. El cabo de carabineros Jorge Leiva, partícipe del interrogatorio de Woodward, fue destinado a la Academia donde Carabineros tenía una oficina a cargo del oficial de enlace con la Armada, comandante Héctor Trobok. Allí recibían órdenes directas del capitán de corbeta Juan Mackay, con el objetivo de detener opositores a la dictadura quienes eran trasladados al buque mercante Lebu. «Luego de haber sido detenida una gran cantidad de personas – declara Leiva – el capitán de corbeta Mackay ordenó trasladar a algunos detenidos hasta el buque Escuela Esmeralda». En ese lugar, personal de la Armada, del ejército, carabineros e investigaciones, todos vestidos de civil, procedían a la interrogación de los detenidos, con torturas, entre éstas, la aplicación de electricidad. Acorde a Leiva, carabineros sólo utilizaba presión psicológica, además de dar «un golpe menor en el estómago para ablandarlos». De acuerdo a Riesco, el tampoco torturaba, pues sólo tenía a cargo la custodia de los prisioneros, quienes «eran interrogados al interior del Buque Escuela, específicamente en la cámara o comedores de los guardiamarinas, por un grupo de personas externas a la nave que llegaban vestidos de civil y que estaban a cargo del capitán de fragata Jaime Román». También se hallaban en la Esmeralda el subteniente Rafael Mackay, sobrino del almirante actualmente detenido, y, entre otros, los oficiales Adolfo Carrasco, Jorge Sabugo, comandante de la Esmeralda; Eduardo Barison, segundo comandante; Hernan Middleton; Gabriel Campos y Sergio Espinoza Simonetti. Middleton por mucho tiempo negó haber estado en la Esmeralda, sin embargo es sindicado por un oficial que compartió con él en esa época como uno de los torturadores. En la actualidad es gerente general de Antarctic Shipping S.A. una compañía naviera que invirtió 6 millones de dólares en la reconversión de la motonave Piloto Pardo para realizar turismo en la Antártica. Mario Kreutzberger, el conocido «Don Francisco», es uno de los socios de la empresa. Por otra parte, la misma fuente que menciona a Middleton como torturador, sostiene que Espinoza fue el artífice de la tortura en la Esmeralda, además de afirmar que es un hecho indesmentible que el actual vicealmirante Cristián Gantes, tercera antigüedad de la Armada, se encontraba en el buque con posterioridad al golpe militar. Es decir, cuando los prisioneros eran torturados. Lo que queda meridianamente claro es que, a pesar de las sistemáticas negativas de la Armada, en la Esmeralda se torturó a decenas de hombres y mujeres inermes, como también que se configuró una estructura represiva jerárquica donde Juan Mackay y Ricardo Riesco eran operativos y no simples analistas o empleados administrativos que, por lo demás, es lo que arguyen todos los integrantes de los organismos represivos cuando son detenidos. De hecho, Riesco, teniente de infantería de marina y quien se retiraría con el grado de capitán de navío, realizaba detenciones en la zona e incluso en Santiago, con la chapa de «Alfonso». Los detenidos, según propia confesión, eran llevados a la Academia de Guerra Naval y al Cuartel Silva Palma donde se efectuaban los interrogatorios, «específicamente en unas casetas que fueron habilitadas para tales efectos por un grupo de infantes de marina que estaban a mi cargo». Entre ellos se puede mencionar a los comandos Manuel Leiva, Juan Reyes. Francisco Lagos, Jaime Lazo, Bertalino Castillo, Juan Jonquera y Alejo Esparz, Francisco Prado, Miguel Concha. Según afirma el suboficial mayor ( R ) de la Armada, Valentín RiquelmeVillalobos , se encontraban todos al mando del capitán de fragata IM Hernán Soto Aguilar. Asimismo, los interrogatorios eran habitualmente «presenciados y supervigilados por oficiales de la Armada…entre los que puedo mencionar al capitán de fragata Juan Mackay, al teniente infante de marina Ricardo Riesco y al teniente Rafael Mackay…»

Además de los oficiales mencionados, el vicealmirante Guillermo Aldoney también tuvo activa participación en la represión post-golpe en la región, toda vez que era éste quien entregaba las ordenes para los distintos grupos operativos existentes. En el caso concreto de Miguel Woodward, Aldoney admitió que supo de la presencia del sacerdote en la Esmeralda y sostiene que fue él quien ordenó su traslado al Hospital Naval. Dijo que su muerte fue un accidente y que al interrogador se «le habría pasado la mano». A pesar de lo anterior, nunca se realizó una investigación interna al respecto. Por su parte, todo indica que el capitán de navío (R) Sergio Barra, es pieza clave en todo el aparato represivo de la Armada, puesto que era director de la Academia de Guerra y, al mismo tiempo, jefe del Servicio de Inteligencia de la Comandancia del Área Jurisdiccional de Seguridad Interior (SICAJSI) que dependía directamente del comandante en jefe de la primera zona naval, es decir de Adolfo Walbaum. Todas las órdenes de detención eran firmadas por Barra y fue éste último el que ordenó a Riesco desarrollar labores operativas, tales como allanamientos y detenciones, entre otras. El caso de Barra es peculiarmente siniestro, pues no sólo «prestó servicios» en la Academia, principal centro de detención, tortura y exterminio de la Armada, sino que también en el Comando Conjunto y en la DINA, donde llegó a ser el segundo hombre en importancia. En otras palabras, no es cierto lo que ha sostenido sistemáticamente la Armada: que sus hombres no participaron en la represión o que, si hubo algo, fue solamente en los días posteriores al 11 de septiembre de 1973 producto de la situación excepcional que se vivía. Nada de eso es cierto, porque la Armada reprimió a los chilenos antes, durante y después del golpe militar.

Juicio a la Armada

Con anterioridad al golpe, la marina detuvo y torturó a más de un centenar de marineros constitucionalistas que tuvieron el coraje de denunciar la conspiración de la oficialidad de la Armada contra el gobierno de la Unidad Popular. Ricardo Alberto Tobar Toledo, cabo 2do, destinado en la Escuela de Armamentos de Las Salinas, en Viña del Mar, fue torturado «con el denominado teléfono, a patadas, culatazos, ensartado con yatagán bajo los omóplatos, y con golpes diversos, con diferentes objetos. Después de varios días de tortura, incluyendo simulacro de fusilamiento, fui trasladado al cuartel Silva Palma». Los torturadores fueron todos oficiales de la Armada: Jorge Davanzo, capitán de fragata; Rafael González y Carlos Cárdenas, capitanes de corbeta y los tenientes Braulio Villarroel y Oscar Rodríguez. En otras palabras, la Armada infligió y practicó en su propio personal las torturas que posteriormente masificaría en la región. No sólo eso, sino que la Armada proporcionó explosivos e instruyó a miembros de Patria y Libertad para llevar a cabo sus acciones terroristas. Asimismo, de acuerdo a diversas fuentes – incluido el recientemente publicado libro «Los que dijeron No», de Jorge Magasich – con antelación al golpe, el entonces Capitán Guillermo Aldoney, Jefe del Estado Mayor de la I Zona Naval, tuvo la responsabilidad de elaborar un plan de contra-insurgencia que dividía a Valparaíso en siete sectores y que, sin duda, fue utilizado para implementar los operativos en septiembre del 73, todo lo cual posibilitó el temprano copamiento de la ciudad por parte de la Armada. Además, facilitó la estructuración de un sistema represivo que torturó, violó, asesinó e hizo desaparecer personas impunemente. Al menos hasta hoy en que en un «acto de valentía» – como dice Tobar – la jueza Quezada ha comenzado a hacer justicia y, al parecer, «se quiere llegar al fondo de las violaciones a los derechos humanos cometidas por la Armada». Claro, porque la aclaración del secuestro, tortura y desaparición de Miguel Woodward, es sólo la punta del iceberg de una trama de horror urdida desde los Altos Mandos de la Armada y en la que participaron civiles y uniformados. Incluidos doctores, como Carlos Costa Canessa quien, según propio testimonio, nunca conoció al sacerdote «ni vi su cadáver, pues…sólo certifiqué el cadáver de una persona que presentaba un traumatismo craneano, pero en ningún caso ese cuerpo correspondía al ex sacerdote, pues no estaba identificado.» Esto desmiente, sin duda, lo afirmado por el ex almirante Arancibia que dice qué Costa si vio el cuerpo de Woodward y, simultáneamente, refrenda la tesis de la ministra Quezada de que el médico que se desempeñaba en el Hospital Naval extendió un certificado de defunción sin ver cadáver alguno. Menos aún pudo ver su corazón de hombre bueno que ha resurgido desde las profundidades oceánicas en un fárrago de luciérnagas para alumbrar este paisito del fin del mundo desprovisto de memoria. Por Miguel y por tantos otros caídos, no nos hablen del Mes del Mar ni de las Glorias Navales.


Inculpación y detención de culpables

Fuente :Memoriaviva, 18 de Abril 2008

Categoría : Otra Información

Comunicado de Patricia Woodward:

Estoy muy contenta con la noticia de que el caso de mi hermano Miguel Woodward ha dado un paso muy importante para adelante y que hay personas de la Armada procesadas que jugaron un papel relevante en las torturas que le fueron infligidas en 1973.

Espero que esto significa que estamos llegando a la verdad y la justicia para Miguel y para las victimas de la Armada.

Antecedentes del Procesamiento:

A 34 años después del golpe de estado, y tras 6 años de investigación judicial, se ha llegado hoy a una resolución de la causa del Padre Miguel Woodward. La Ministro Eliana Quezada ha declarado reos a:

Vicealmirante (R) Adolfo Walbaum Wieber

Vicealmirante (R) Guillermo Aldoney Hansen

Vicealmirante (R) Juan Mackay Barriga

Capitán de Navio (R) Sergio Barra Von Kretschmann

Capitán de Navio (R) Ricardo Riesgo Cornejo

Dr. Carlos Costa Canessa

Para cinco de los procesados se ha decretado la detención preventiva en las instalaciones de la Armada en Las Salinas. El sexto, para razones de salud, está detenido en su domicilio.

Se ha comprobado que fuerzas navales, siguiendo un plan y unos procedimientos preparados meses atrás por la Armada, llevaron a Miguel desde su casa en Placeres a la Universidad Federico Santa María y de allá a la Academia de Guerra Naval, donde fue torturado sin piedad. Luego, en una furgoneta manchada con su propia sangre, le llevaron al molo donde le obligaron a subir a bordo de la Esmeralda. Posteriormente fue llevado al Hospital Naval donde se pierde su rastro físicamente.

El procesamiento de los Almirantes Walbaum y Aldoney es particularmente significativo dado que, por entonces, eran respectivamente Jefe de la I Zona Naval y Jefe del Estado Mayor de la I Zona Naval.

Este hecho deja en evidencia las declaraciones de sucesivos Comandantes en Jefe de la Armada, incluido el actual Almirante Rodolfo Codina. Alegaron que las responsabilidades de los crímenes eran individuales, no institucionales, y que, en todo caso, ningún alto mando habría intervenido en ellos.

El Alm. Walbaum, además de su cargo naval, era el primer Intendente de Valparaíso nombrado por la junta militar. El Alm. (R) Guillermo Aldoney, tras retirarse de la Armada, empezó una exitosa carrera en el mundo empresarial. Es miembro del Directorio de la Mutual de Seguros de Chile, entidad fundada por la Armada de Chile, entre cuyos otros miembros consta el actual Comandante en Jefe de la Armada, Alm. Rodolfo Codina. En 1982, se hizo Presidente del poderoso holding Compañía de Aceros del Pacífico (CAP), por entonces controlado por CORFO; unos años más tarde consiguió privatizarlo por medio de una curiosa operación financiera.

Estrechamente vinculado a la jerarquía católica, que nunca reclamó la muerte de Miguel Woodward, el Alm. Aldoney fue nombrado responsable de la seguridad del Papa durante su visita a Chile en 1986. Su primo Jaime desapareció tras ser detenido por las fuerzas navales que estaban bajo su mando. El Almirante Juan Mackay es Vicepresidente del Consejo de Almirantes y Generales en Retiro de Valparaíso. En 1973 asistió a las sesiones de tortura en las instalaciones navales de Valparaíso acompañado por un joven sobrino suyo, Rafael Mackay Backler. El Capitán Barra era Jefe de Inteligencia Naval en 1973 y ascendió más tarde a 2ndo Jefe de la DINA.

El Capitán Riesco trabajó a sus órdenes. El Dr. Costa Canessa, siendo medico en el Hospital Naval, extendió un certificado de defunción en nombre de Miguel Woodward sin ver cadáver alguno.

La Jueza Quezada, una mujer dedicada y valiente, seguir sus investigaciones, con la ayuda de la Brigada de Derechos Humanos y Asuntos Especiales. Su fin será buscar los demás autores de la muerte de Miguel junto con los encubridores y cómplices de ese crimen. Entre los testimonios específicos que serán investigadas están los entierros clandestinos por la Armada de varios detenidos desaparecidos en el Cuartel 14 del Cementerio Playa Ancha de Valparaíso.

Sin embargo, la jueza, quien ha recibido amenazas de muerte, enfrenta además la hostilidad de sus pares en la Corte de Apelaciones de Valparaíso. Hace poco, por unanimidad, trataron de imponer plazos a la investigación de los cuatro casos de violaciones de derechos humanos que son de su responsabilidad. Tuvo que intervenir el Tribunal Supremo, declarando la ilegalidad de esta práctica A pesar de que el Tribunal Supremo recomendó, además, que la Jueza diera prioridad a sus investigaciones, el Presidente de la Corte de Apelaciones determinó, acto seguido, que, por el contrario, debía dar prioridad a integrar Sala.

Esta persona, Manuel Silva Ibáñez, era muy conocido por sus resoluciones favorables a la dictadura durante los años 1980s, incluido causas tales como "el caso pasaportes" y el caso de degollados que incluyó al periodista Paredes. En cuanto a la Armada de hoy, lejos de colaborar con la justicia, la ha obstaculizado. El Almirante Cristián Millar, cuando ocupaba el cargo de Secretario General de la Armada, admitió descaradamente que un Almirante en servicio pudo haber visitado a la Ministro Gabriela Corti en el año 2004 "por su cuenta" para persuadirle que debía aplazar una prevista reconstitución de escena a bordo de la Esmeralda.

Por esos mismos años el Auditor General de la Armada, Alm. Juan Antonio Galvan Bernabeu, con ocasión de la entrega de la bitácora de la Esmeralda a la jueza, inform a los marinos referidos en el mismo que serían el objeto de interrogatorios judiciales. Anteriormente, un alto cargo de la Armada sin identificar había reunido a varios testigos que habían sido citados por la Ministro Corti. Se pusieron de acuerdo sobre sus testimonios de antemano.

La Armada sigue igual. El Código de Justicia Militar sigue obligando a los marinos obedecer las órdenes criminales de sus jefes. Están en el primer ranking mundial en las compra de armamentos y sucesivos gobiernos han tolerado sus pretensiones "democráticas".

El 4 de mayo próximo, cuando zarpa la Esmeralda en su crucero anual por el mundo, será, como siempre, con el título de "embajador de Chile" ya sera la Presidenta Bachelet quien la despida

                     

Patricia Woodward, hermana de Michael Woodward Iribarry, de 42 años, asesinado bajo tortura en La Esmeralda, luego del Golpe de Estado de 1973 en Chile, comunica la noticia del procesamiento de los responsables por la tortura que causó la muerte de su hermano.


En prisión seis responsables de torturas y muerte del padre Miguel Woodward

Fuente :Zonaimpacto.cl, 28 de Mayo 2008

Categoría : Prensa

Miguel Tapia G.

En escasos momentos, la Segunda Sala de la Corte de Apelaciones de Valparaíso revocó la libertad concedida por el juez Luis Alvarado a los seis oficiales en retiro de la Armada responsables de las torturas y secuestro del sacerdote chileno-británico Miguel Woodward.

Así, finalmente la justicia mantuvo la prisión preventiva para los procesados por ser "un peligro para la seguridad de la sociedad", medida que afecta a los almirantes Guillermo Aldoney Hansen, Adolfo Walbaum Weber y Juan McKay, y los capitanes de navío Sergio Barros y Ricardo Riesco Cornejo; este último ex miembro de la DINA. Además fue enviado a prisión el teniente de Sanidad de la Armada Carlos Costa.

El juez Luis Alvarado reemplaza temporalmente a la ministra de la misma Corte Eliana Quezada, quien ha instruido la última parte del proceso por la muerte del padre Woodward, definiendo responsabilidades en su secuestro, torturas a bordo del buque escuela Esmeralda, su muerte en el Hospital Naval y la desaparición de su cadáver en septiembre de 1973.

El juez Alvarado había determinado la libertad de los seis imputados previo pago de una fianza de 100.000 pesos cada uno. Pero de inmediato, la Segunda Sala Penal del tribunal de alzada porteño, determinó por unanimidad que los seis procesados debían permanecer en prisión.

La determinación fue suscrita por los ministros Julio Miranda, Mónica González y el presidente del tribunal, Manuel Silva, quienes consideraron que los imputados son un peligro para la sociedad.

La abogada del Ministerio del Interior, Karina Fernández, explicó que "por la gravedad de los antecedentes de la causa, porque constituyen un delito de lesa humanidad y, tras recoger todos los argumentos dados por las partes, se les consideró un peligro para la sociedad y, considerando también los requerimientos de la investigación y de su éxito, se les mantuvo en prisión preventiva".

En tanto, el abogado defensor de cuatro de los oficiales, Carlos Portales, criticó la decisión de la Corte, calificando de "exagerada" la justificación de sus ministros y señalando que a partir de ahora se abocará a preparar la defensa de los altos mandos en retiro.

Inculpación y detención de responsables

Por Patricia Woodward

Estoy muy contenta con la noticia de que el caso de mi hermano Miguel Woodward ha dado un paso muy importante para adelante y que hay personas de la Armada procesadas que jugaron un papel relevante en las torturas que le fueron infligidas en 1973. Espero que esto signifique que estamos llegando a la verdad y la justicia para Miguel y para las víctimas de la Armada.

Antecedentes del Procesamiento:

Treinta y cuatro años después del golpe de estado, y tras seis años de investigación judicial, se ha llegado a una resolución de la causa del Padre Miguel Woodward.

La Ministro Eliana Quezada ha declarado reos a: Vicealmirante (R) Adolfo Walbaum Wieber, Vicealmirante (R) Guillermo Aldoney Hansen, Vicealmirante (R) Juan Mackay Barriga, Capitán de Navío (R) Sergio Barra Von Kretschmann, Capitán de Navío (R) Ricardo Riesgo Cornejo y oficial de Sanidad Dr. Carlos Costa Canessa.

Para cinco de los procesados se ha decretado la detención preventiva en las instalaciones de la Armada en Las Salinas. El sexto, para razones de salud, está detenido en su domicilio.

Se ha comprobado que fuerzas navales, siguiendo un plan y unos procedimientos preparados meses antes por la Armada, llevaron a Miguel desde su casa en Placeres a la Universidad Federico Santa María y de allí a la Academia de Guerra Naval, donde fue torturado sin piedad. Luego, en una furgoneta manchada con su propia sangre, le llevaron al molo, donde le obligaron a subir a bordo de la Esmeralda. Posteriormente fue llevado al Hospital Naval donde se pierde su rastro físicamente.

El procesamiento de los Almirantes Walbaum y Aldoney es particularmente significativo dado que, por entonces, eran respectivamente Jefe de la I Zona Naval y Jefe del Estado Mayor de la I Zona Naval. 
Este hecho deja en evidencia las declaraciones de sucesivos Comandantes en Jefe de la Armada, incluido el actual Almirante Rodolfo Codina: alegaron que las responsabilidades de los crímenes eran individuales, no institucionales, y que, en todo caso, ningún alto mando habría intervenido en ellos.

El Almirante Walbaum, además de su cargo naval, era el primer Intendente de Valparaíso nombrado por la junta militar.

El Almirante (R) Guillermo Aldoney, tras retirarse de la Armada, empezó una exitosa carrera en el mundo empresarial. Es miembro del Directorio de la Mutual de Seguros de Chile, entidad fundada por la Armada de Chile, entre cuyos otros miembros consta el actual Comandante en Jefe de la Armada, Alm. Rodolfo Codina. En 1982, se hizo Presidente del poderoso holding Compañía de Aceros del Pacífico (CAP), por entonces controlado por CORFO; unos años más tarde consiguió privatizarlo por medio de una curiosa operación financiera.

Estrechamente vinculado a la jerarquía católica – que nunca reclamó la muerte de Miguel Woodward- el Almirante Aldoney fue nombrado responsable de la seguridad del Papa durante su visita a Chile en 1986. Su primo Jaime desapareció tras ser detenido por las fuerzas navales que estaban bajo su mando.

El Almirante Juan Mackay es Vicepresidente del Consejo de Almirantes y Generales en Retiro de Valparaíso. En 1973 asistió a las sesiones de tortura en las instalaciones navales de Valparaíso acompañado por un joven sobrino suyo, Rafael Mackay Backler. El Capitán Barra era Jefe de Inteligencia Naval en 1973 y ascendió más tarde a 2° Jefe de la DINA. El Capitán Riesco trabajó a sus órdenes. El Dr. Costa Canessa, siendo medico en el Hospital Naval, extendió un certificado de defunción en nombre de Miguel Woodward sin ver cadáver alguno.

Hostilidad contra Jueza

La Jueza Quezada, una mujer dedicada y valiente, seguirá sus investigaciones, con la ayuda de la Brigada de Derechos Humanos y Asuntos Especiales. Su fin será buscar los demás autores de la muerte de Miguel junto con los encubridores y cómplices de ese crimen.

Entre los testimonios específicos que serán investigadas están los entierros clandestinos por la Armada de varios detenidos desaparecidos en el Cuartel 14 del Cementerio Playa Ancha de Valparaíso.

Sin embargo, la jueza, quien ha recibido amenazas de muerte, enfrenta además la hostilidad de sus pares en la Corte de Apelaciones de Valparaíso. Hace poco, por unanimidad, trataron de imponer plazos a la investigación de los cuatro casos de violaciones de derechos humanos que son de su responsabilidad. Tuvo que intervenir el Tribunal Supremo, declarando la ilegalidad de esta práctica

A pesar que el Tribunal Supremo recomendó, además, que la Jueza diera prioridad a sus investigaciones, el Presidente de la Corte de Apelaciones determinó, acto seguido, que, por el contrario, debía dar prioridad a integrar Sala.

Esta persona, Manuel Silva Ibáñez, era muy conocido por sus resoluciones favorables a la dictadura durante los años ‘80, incluidas causas tales como el "Caso Pasaportes" y el caso de degollados que incluyó al periodista Paredes.

En cuanto a la Armada de hoy, lejos de colaborar con la justicia, la ha obstaculizado. El Almirante Cristián Millar, cuando ocupaba el cargo de Secretario General de la Armada, admitió descaradamente que un Almirante en servicio pudo haber visitado a la Ministra Gabriela Corti en el año 2004 "por su cuenta" para persuadirle que debía aplazar una prevista reconstitución de escena a bordo de la Esmeralda.

Por esos mismos años el Auditor General de la Armada, Alm. Juan Antonio Galván Bernabeu, con ocasión de la entrega de la bitácora de la Esmeralda a la jueza, informó a los marinos referidos en el mismo que serían el objeto de interrogatorios judiciales.

Anteriormente, un alto cargo de la Armada sin identificar había reunido a varios testigos que habían sido citados por la Ministra Corti: se pusieron de acuerdo sobre sus testimonios de antemano.

La Armada sigue igual.

El Código de Justicia Militar sigue obligando a los marinos obedecer las órdenes criminales de sus jefes.

Están en el primer ranking mundial en la compra de armamentos y sucesivos gobiernos han tolerado sus pretensiones "democráticas".

La Esmeralda debe navegar en libertad

De: Amnistía Internacional

El 4 de mayo el buque escuela "Esmeralda" zarpó nuevamente desde el puerto de Valparaíso. Amnistía Internacional considera que la "Esmeralda" no será una adecuada "embajadora" de Chile mientras las víctimas y sus familias continúen luchando por obtener verdad, justicia y reparación.

Amnistía Internacional saludó recientemente la decisión de la ministra en visita de la Corte de Apelaciones de Valparaíso Eliana Quezada quien encargó reos a seis oficiales en retiro de la Armada por el secuestro calificado y torturas del sacerdote Miguel Woodward inmediatamente después del golpe de 1973.

Debe señalarse que ha sido la acción de la justicia chilena y la persistencia de las víctimas y sus familiares lo que ha generado resultados. La cooperación de la Armada de Chile, distante, elusiva y renuente, ha prolongado innecesaria y dolorosamente durante muchos años el esclarecimiento de los casos de violaciones de Derechos Humanos en los cuáles el personal de la institución participó, tanto a bordo del buque-escuela como en otros buques e instalaciones.

"La Armada de Chile así como la sociedad en su conjunto, deben comprometerse a avanzar decididamente hacia la resolución de las causas. Las naciones se ennoblecen y fortalecen cuando los actores responsables de violaciones de Derechos Humanos enfrentan la justicia y responden por sus actos. La obtención de verdad, justicia y reparación es un acto legítimo y merecido en el marco del derecho" dijo el director de Amnistía Internacional – Chile, Sergio Laurenti.

El Artículo 17.1 de la Declaración sobre la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas 18 de diciembre de 1992, establece: "todo acto de desaparición será considerado delito permanente mientras sus autores continúen ocultando la suerte y el paradero de la persona desaparecida y mientras no se haya esclarecido los hechos"

"La desaparición forzada de personas es un delito permanente. La razón fundamental de los retrasos en los procesos judiciales es la clara falta de cooperación de los presuntos responsables.", dijo Amnistía Internacional.

Al despedir nuevamente a la "Esmeralda" las autoridades deben asegurar al mismo tiempo que la Justicia pueda realizar su labor con todos los recursos y personal necesario para que los magistrados puedan resolver "los asuntos que conozcan (…) sin influencias (…), presiones, amenazas o intromisiones indebidas (…) de cualesquiera sectores o por cualquier motivo"

La campaña "Liberando a la Esmeralda" de Amnistía Internacional, que busca llamar la atención sobre la historia oculta del buque-escuela y las responsabilidades de la Armada en violaciones de Derechos Humanos no esclarecidas permanecerá activa para educar y ayudar a promover -durante todo el tiempo que sea necesario- la preocupación de la comunidad internacional.


La fe ciega de Arancibia

Fuente :lanacion.cl, 11 de Mayo 2008

Categoría : Prensa

 El senador clama inocencia de los procesados en el caso Woodward

En una incendiaria carta, en la que califica de "oscura" la investigación de la jueza Eliana Quezada, el almirante en retiro defiende a los encausados. Pero las declaraciones en el proceso de los mismos procesados desmienten sus dichos.

 El sacerdote Miguel Woodward lo subieron encapuchado hasta el cuarto piso de la Academia de Guerra Naval, en el cerro Playa Ancha de Valparaíso, y lo sentaron amarrado a una silla. Lo golpearon por más de una hora entre al menos 10 oficiales de la Armada y Carabineros, entre los que estaban el capitán de corbeta Juan Mackay Barriga, que después llegó a vicealmirante, y el teniente 2 Ricardo Riesco Cornejo, quien luego ascendió hasta capitán de navío.

Sin embargo, para el senador de la UDI Jorge Arancibia todos los procesados por la jueza Eliana Quezada por el crimen de Woodward son inocentes. El parlamentario, quien teme que Joaquín Lavín le quite el cupo senatorial en la V Región y que está dispuesto a todo para aferrarse al escaño, las emprendió ahora contra la ministra en visita que investiga el crimen.

En una reciente carta suya, ampliamente difundida en los portales electrónicos nostálgicos del fascismo criollo como eldiezdeungranmes.blogspot.com, cuya colaboradora insigne es Bernardita Huerta, hija del ex canciller y almirante de Pinochet Ismael Huerta , Arancibia defendió la "inocencia" de los procesados y atacó la investigación de la magistrada Quezada, calificándola de una "oscuridad absoluta".

Sostiene el ex jefe de la Armada que visitó a los arrestados en el cuartel de la Infantería de Marina en Las Salinas, Viña del Mar, y comprobó que no tienen culpa alguna. Creyó todo lo que le contaron sin verificar nada. Y sobre esa base construyó su difundida defensa y ataque.

Dice Arancibia que Mackay fue sólo "un analista" en la Academia de Guerra, y que Riesco "nunca participó en algún operativo en tierra". Y añade que ninguno de los dos interrogó a detenidos ni presenció estas sesiones.

Sostiene asimismo que el médico naval Carlos Costa Canessa, también procesado, certificó en el Hospital Naval la muerte de Woodward "de cuerpo presente y no como dice la jueza que lo hizo sin ver el cadáver". Y que el vicealmirante (R) Guillermo Aldoney Hansen, jefe del Estado Mayor de la Armada en 1973, también es inocente, pues nada tuvo que ver con detenidos ni con Woodward.

Las confesiones

Pero curiosamente y para desgracia del contendor de Lavín, los mismos personajes que él ardientemente defiende en su carta lo desmienten. Y cuando no son ellos lo hacen otros oficiales o suboficiales que declaran en el juicio por el caso Woodward.

Admite Riesco en el proceso: "Yo era operativo, detuve gente en la calle e incluso viajé a Santiago a detener ( ). Estuve en interrogatorios en la Esmeralda, en la Academia de Guerra y en el cuartel Silva Palma ( ). Los interrogadores usaban corriente ( ). Mi chapa era Alfonso".

El médico naval Costa afirmó judicialmente: "Nunca conocí al sacerdote Woodward. Tampoco vi su cadáver cuando certifiqué la defunción, porque sólo certifiqué el cadáver de alguien con traumatismo craneano, pero ese cuerpo en ningún caso correspondía al sacerdote, pues no estaba identificado".

Y en una de las declaraciones más directas sobre cómo maltrataron a Woodward que existen hasta ahora en el expediente, el oficial (R) de Carabineros Nelson López Cofré, operativo en la Academia de Guerra, afirma: "Me enteré que un sacerdote Woodward llegó detenido a la academia. Fui a ver el interrogatorio que hizo la gente de la Armada. Lo tenían sentado, encapuchado y amarrado a una silla en el cuarto piso. De los de la Armada estaban los oficiales Juan Mackay Barriga, Sergio Bidart Jiménez y Ricardo Riesco Cornejo. Yo estuve ahí con los oficiales de Carabineros Ángel Lorca Fuenzalida, Luis Araya Maureira y Enrique Corrales Díaz, también operativos en la academia, y los suboficiales nuestros Eduardo Vergara Bravo ["el Murciélago"] y Jorge Leiva Cordero ["el Cebolla"]. Varios de los nombrados lo golpeaban. Estuvimos como una hora".

Aldoney y la familia Mackay

Acerca de Mackay Barriga, el denominado "Cebolla" declaró: "Las detenciones las hacíamos por orden del capitán de corbeta Juan Mackay, quien ordenó trasladar a algunos detenidos desde la academia a la Esmeralda".

Valentín Riquelme Villalobos, comando y suboficial de Infantería de Marina, ahora en retiro, y uno de los interrogadores y torturadores en la academia, dijo judicialmente: "Los interrogatorios eran presenciados y supervigilados por los oficiales de la Armada. Entre ellos por Juan Mackay, Ricardo Riesco y el teniente Rafael Mackay Backler, sobrino del capitán Mackay".

Sobre Aldoney, capitán de navío (R), Franklin González Rodríguez, quien fue el jefe de la inteligencia naval (Ancla 2) en Valparaíso, y a quien el mismo Aldoney mandó a trabajar a la Academia de Guerra después del golpe, declara: "Identificábamos a los subversivos e informábamos a Aldoney, quien luego ordenaba actuar a los grupos operativos".

Aldoney dijo en el proceso que Woodward "parece que tenía pulmonía", y a la Comisión Rettig le informó: "Lo de Woodward fue un accidente".

El nombre de Bidart es nuevo en la investigación y existen datos que dirigió el pelotón de Infantería de Marina que detuvo al sacerdote y lo llevó a la Universidad Santa María, donde primero habría sido torturado.

La Corte de Valparaíso negó la libertad a los procesados por considerarlos un peligro para la sociedad, y en ello incidió la participación en el juicio de la abogada del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, Karina Fernández, y el abogado Juan Matus. 

por Jorge Escalante 


Rol Nº 2.182-98, episodio secuestro de José Alberto Salazar Aguilera

Fuente :Poder Judicial, 19 de Noviembre 2013

Categoría : Prensa

9°) Que al declarar indagatoriamente Valentín Evaristo Riquelme Villalobos,(793) expone que en septiembre de 1973 se desempeñaba como instructor en la Escuela de Infantería de Marina en Viña del Mar y en octubre o noviembre fue enviado en comisión de servicios a la Academia de Guerra Naval. Agrega: “Al llegar me presenté en una oficina denominada “Ancla 1 Personal” y quedamos todos al mando del Capitán de Fragata Hernán Soto Aguilar. Este Oficial nos comunica que nuestra función era prestar cooperación al Fiscal Naval del recinto…el cual debía proceder a investigar ciertos hechos de personas contrarias al régimen militar, siendo nuestra misión la de proceder a interrogar a los detenidos que allí llegaran…procedimos a interrogar a diversas personas, hombres y mujeres, que estaban recluidas en el cuartel Silva Palma, recinto colindante a la Academia de Guerra…los interrogatorios de los detenidos comúnmente eran presenciados y super vigilados por Oficiales de la Armada, especialmente cuando se ejercía el turno diario de Jefe de Servicio, entre los que puedo mencionar al Capitán de Fragata Juan Mackay, al Teniente Ricardo Riesco y al Teniente Rafael Mackay…Toda la información recabada producto del interrogatorio era escrita a mano en una ficha o papel y luego era entregada en una oficina denominada “Análisis”…durante mi paso por el cuartel Silva Palma el Director de la Academia de Guerra fue el Capitán de Navío Sergio Barrra von Kritschmann, él era el jefe máximo de ahí….” Preguntado por el detenido José Alberto Salazar y cuya fotografía se le exhibe expresa que no lo reconoce como alguna de las personas que haya interrogado en esa época. A fojas 1148 ratifica parcialmente la declaración prestada ante policías de Investigaciones y expone haberse desempeñado como instructor militar de la Escuela de Infantería de Marina; a fines de septiembre de 1973 fue comisionado a la Academia de Guerra, su jefe directo era Hernán Soto y el Director Sergio Barra; su función era interrogar, junto con el Sargento Prado, Francisco Lagos, Miguel Concha y Carlos Ponce; había cinco equipos de interrogadores. El procedimiento consistía en interrogar unas 10 ó 15 personas al día, cada una con un informe del Departamento de Inteligencia. Explica”…me imagino que ellos recibían las denuncias y, posteriormente, enviaban a detener a equipos de Inteligencia y luego eran traídas esas personas…y trasladadas a la Academia de Guerra Naval para su interrogatorio…los prisioneros políticos fueron acomodados en celdas en las instalaciones del cuartel Silva Palma, ubicado debajo de la Academia de Guerra…se arreglaron sus instalaciones…y se adecuaron algunas salas para interrogatorios…trabajábamos sobre un escritorio y en frente nuestro se sentaban los prisioneros…había dos focos de luz que le apuntaban la cara. Les preguntábamos…si tenían armas o si pertenecían a algún grupo armado…su ubicación geográfica…los hacíamos firmar y esa información la traspasábamos a los grupos de analistas de Inteligencia que operaban en la Academia de Guerra y ellos me imagino…decidían si los dejaban en “Silva Palma” o los enviaban a otro lugar…o dejados en libertad…yo nunca golpeé o torturé a alguna personas. Pero no puedo negar que otros lo pudieran haber hecho…todo era comandado desde la Academia de Guerra Naval. Los interrogatorios generalmente eran supervisados y presenciados por Oficiales de la Armada como Juan Soto Aguilar y Ricardo Riesco…quien además era el Jefe del equipo de detención de Inteligencia de la Academia…Rigoberto Cruz-Johnson…se encontraba en dependencias de la Academia de Guerra durante todo el tiempo que me desempeñé en “Silva Palma”. El Jefe de los interrogadores era el Suboficial Mayor Manuel Leiva Valdivieso…trabajaban interrogando…el Sargento Alejo Esparza, Bertalino Castillo, Francisco Prado Espejo, Jaime Lazo, Francisco Lagos Garcés y Héctor Santibáñez…Juan Reyes Basaur…Manuel Bravo Morán…Juan Jorquera Terrazas él sí interrogaba…como Jefe de Infantes en el Servicio de Inteligencia primero estuvo el Capitán de Fragata Hernán Soto Aguilar Cornejo… entre cuatro o seis meses y fue reemplazado por el Teniente Primero Ricardo Riesco Cornejo. Todo el grupo de interrogadores vestía de civil y nos llamábamos con apodos, a mí me decían “Colorín” o “Gringo”…Además del personal de la Armada también existía personal de Carabineros y de la Policía de Investigaciones…recuerdo a un funcionario de Investigaciones de apellido Aracena…personal de Carabineros, recuerdo al Comandante Trobock, al Mayor Morales y a un Teniente… Corrales. Ellos eran nuestros jefes y estaban a cargo de todo lo que pasara dentro de “Silva Palma” en cuanto a Inteligencia…efectivamente en noviembre y diciembre de 1974 me encontraba sirviendo en el cuartel “Silva Palma”, pero no recuerdo a ningún detenido de nombre Alberto Salazar Aguilera, ni a nadie que haya llegado herido o venido del Hospital Naval y que haya sido baleado durante un operativo en Viña del Mar. En cuanto a las fotografías que se me exhiben…que pertenecen a José Alberto Salazar Aguilera debo decir que no lo recuerdo…”;


Rol Nº 2.182-98, caso José Alberto Salazar Aguilera

Fuente :Poder Judicial, 19 de Noviembre 2013

Categoría : Prensa

52) Asertos de Rafael Guillermo Mackay Backler (583 y 820), Oficial de Armada quien sirvió en la Academia de Guerra Naval: “…el día 16 de septiembre de 1973, (se)me notificó que había sido transbordado a la Academia de Guerra Naval. Al llegar me presenté con un Capitán de Fragata, Marcelo Polizzi, quien comunicó que a contar de ese momento pasaría a cumplir funciones como su ayudante. Trabajaba en la oficina de C. F. Polizzi que estaba ubicada en el 2° piso de la Academia de Guerra, denominada “Departamento de Apoyo”…todo el personal que se desempeñaba al interior de la Academia de Guerra pertenecía a una estructura denominada Servicio de Inteligencia de la Comandancia de Área Jurisdiccional de Seguridad Interior(SICAJSI) que dependía del Comandante en Jefe de la Primera Zona Naval…conozco al Capitán de Corbeta Juan Mackay por cuanto es mi tío paterno, trabajé junto con él cuando fui trasbordado a la Academia de Guerra…dentro de mis labores administrativas en la Academia de Guerra me llegaban documentos con información, que era obtenida mediante interrogatorios a detenidos…al parecer se encontraban en un área restringida que se ubicaba en el 3° o 4° piso de la Academia de Guerra


Definitivo: Fallos judiciales determinan una verdad que no queríamos saber: en el buque-escuela Esmeralda se torturó salvajemente

Fuente :Cambio21, 17 de Mayo 2014

Categoría : Prensa

El fallo del ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, Julio Miranda, establece una verdad jurídica que fue secreto a voces por años en Chile. A bordo del buque insignia de nuestra Marina, se torturaba y violaba de manera despiadada, también se asesinó. Las condenas fueron una nueva bofetada. Tres años y un día a dos suboficiales. En total sólo estarán 19 días presos.

La sentencia recayó en la causa criminal Rol Nº 943-2007, donde se investigó el delito de secuestro de María Eliana Comené Hidalgo, Alberto Enrique Neumann, Claudina Rosa Moreno Cortes, María Elvira Huerta Sánchez, María Isabel Vásquez Pezoa y Rosa Angélica Huerta Sánchez.

Los suboficiales Bertalino Segundo Castillo Soto y Jaime Segundo Lazo Pérez, resultaron responsables y condenados a tres años y un día de cárcel, a la que nunca irán, pues se les conmutó la pena.

Eso obtuvieron por secuestrar y luego torturar a 6 personas a bordo del buque escuela Esmeralda. Sólo dos suboficiales, sin que nadie más resultara culpable, en un buque con centenas de marinos, con oficiales a cargo… sólo 2 culpables. Algunos otros fueron eximidos de responsabilidad, por haber muerto o habérseles declarado dementes.

"Quédense quietos tenemos órdenes de disparar"

Consta en la hoja (fojas) 2.573 del expediente "que el día 11 de septiembre del año 1973, se encontraban reunidas un grupo de personas en el Cerro La Cruz, convocado por un dirigente de la CUT, de nombre Manuel Solís. Transcurridas unas horas llegaron a dicho lugar, dos camiones de la Armada siendo rodeada la casa por personal de dicha repartición. Los hicieron acostarse en el suelo con las manos en la cabeza y las piernas separadas, comenzaron a insultarlos y descalificarlos, dando golpes de pies y con las culatas de los fusiles que portaban".

Luego los subieron a un transporte, tendidos boca abajo y trasladaron al molo de abrigo, en dicho sector los colocaron en la pared, sus captores, un grupo de marinos simuló fusilamientos. Más tarde fueron todos llevados a bordo del "Buque Escuela Esmeralda". La bienvenida que les dieron, consistía en insultos y golpes de culatazos.

Las torturas comenzaron más tarde. "Recuerda una testigo: "el día 13 de septiembre, fui violentada por un grupo compuesto por ocho marinos al interior de un baño, donde entre golpes debí sacarme la ropa interior para ver si tenía algo oculto al interior de mi cuerpo". No fue la única vez ni la única que sufrió esas crueldades.

Otra testigo cuya declaración consta de fojas 2575, recuerda haber identificado entre los detenidos a Sergio Vuskovic, Alcalde de Valparaíso de la época, Alberto Neumann, María Eliana Comené, las hermanas María y Rosa Huerta, entre otros. Recuerda que todos los días la interrogaba el personal de la Armada, en los cuales la agredían de golpe y puño, además de los malos tratos, durante toda la permanencia en el "Buque Esmeralda", las hacían escuchar las golpizas que eran objetos los demás, "nos maltrataban por diversión", señala.

La violencia incluía aplicación de electricidad, golpes con cualquier objeto contundente que dispusieran los torturadores, puños y pies y, desde luego, violaciones colectivas a las mujeres. Los detenidos ilegalmente eran trasladados desde la Esmeralda al buque Lebu y desde allí al Maipo, todos anclados en Valparaíso. También eran algunos trasladados ocasionalmente a tierra a una unidad de carabineros.

El Plan Cochayuyo

Justamente un miembro de carabineros declaró en el proceso: "k) Declaración de Ricardo Alejandro Riesco Cornejo, de fojas 326, ratificada a fojas 536 y fojas 1.181, en la que señala que el día 12 o 13 de septiembre de 1973, se le ordenó que debía presentarse en el "Buque Escuela Esmeralda", lugar donde fue notificado que debía proceder a la custodia de todas las personas que llegaban al Buque y de todas las personas que ya estaban recluidas".

Continúa señalando: "los detenidos eran interrogados al interior del Buque Escuela, específicamente, en la cámara o comedor de los guardiamarinas, por un grupo de personas externas, a la nave llegaban vestidos de civil y estaban a cargo del Capitán de Fragata Jaime Román (fallecido). Según se entera, el personal interrogador pertenecía a Carabineros de Chile, ignorando sus nombres.

Agrega que en una ocasión presenció un interrogatorio, en donde se utilizó la aplicación de corriente eléctrica para que el detenido confesara más rápido".

Según los propios torturadores, participaban de los interrogatorios, entre otros: los Sargentos Alejo Esparza, Jaime Lazo, Bertalino Castillo, apodado "El Choro", Francisco Prado Espejo, Valentín Riquelme, apodado "Gerónimo", Francisco Lagos, y Héctor Santibáñez y Juan de Dios Reyes Bazeur. El plan destinado a apresar contrarios al régimen en la V región, se denominaba "Cochayuyo".

En el Lebu las mujeres, Maipo a Pisagua y la Esmeralda el centro de tortura.

Según la declaración de Rafael Guillermo Mac-Kay Backler, de fojas 373, 1.061 y judicial 1.284, ratificada a fojas 1.287, "al llegar a Valparaíso el día 11 de septiembre de 1973, desde Talcahuano, se enteró del pronunciamiento militar. El Comandante de la Esmeralda Capitán de Navío Jorge Sabugo, le comunicó a los guardiamarinas que al Molo de Abrigo llegarían personas en calidad de detenidas, debiendo proceder a guiarlos desde el momento que bajaran de los camiones hasta el Buque Lebu o Maipo".

"Comenzaron a llegar gran cantidad de personas entre hombres, mujeres y algunos extranjeros, situación que se daba de día y noche". Manifiesta Mac-Kay.

Otros guardias de la Esmeralda declararon que "los prisioneros estaban recluidos las 24 horas del día en el entrepuente de la guardiamarina, donde aproximadamente había cinco corridas de literas dobles, recuerda, que en ocasiones eran sacados del lugar por un acceso restringido, al cual no tenía acceso, algunos detenidos llegaban quejándose del dolor, ante lo que les suministraba dipirona". Agregan que, "los detenidos al interior del Buque Escuela eran de sexo masculino, pero recuerda que había una mujer extranjera que estuvo por poco tiempo, las mujeres eran recluidas al interior del Buque Lebu".

Entre mil y mil 500 detenidos sólo en el Maipo

Se estima por un carcelero, que al interior del Maipo hubo entre mil y mil 500 detenidos después del golpe. La declaración judicial de Augusto Pedreros Silva, de fojas 565, es clara: "a partir del día 11 de septiembre de 1973, me correspondió la labor de guardia de mar, lo que realizaba en la puerta de entrada del edificio de la ACANAV, a fin de controlar el ingreso del personal". Recuerda que "el ingreso de los detenidos civiles era por el Cuartel Silva Palma y desde allí eran llevados por los Infantes de Marina hasta el tercer piso, lugar habilitado para el interrogatorio en la ACANAV".

Y continúa: "Los detenidos eran formados uno tras otro, con un brazo apoyado en el que le antecedía, iban encapuchados. Agrega, que uno de los interrogadores durante el primer tiempo era el Oficial Jaime Román Figueroa, quien había sido profesor de la Academia. Posteriormente, comenzaron a cumplir dicha función un grupo de Infantes de Marina, cuyo jefe era un Suboficial de apellido Leiva. Señala que los interrogatorios eran acompañados de torturas, pues se escuchaban los gritos de los detenidos, la que consistía, entre otras, en aplicar corriente, esto lo afirma por haber visto, en ocasiones, a funcionarios de Investigaciones llevar en sus manos magnetos. Por último, señala que en el recinto había personal de Carabineros, recordando, en especial, a una Teniente apodada "La Paloma", la que correspondería a la Teniente Patricia Orellana Alvarado, a quien veía pasar a las salas de interrogatorios".

Placas de electricidad a las detenidas

Una testigo señaló a fojas 2.588: "Me llevaron con una especie de bolsa de un género duro en su cabeza, luego, en una oficina donde habían tres oficiales, me sacaron la bolsa y esposas, uno de nombre Cristian Gantes y Jaime Román Figueroa, allí fui interrogada".

"No recuerdo si al día siguiente o en horas después de ese hecho, me volvieron a cubrir la cabeza con una bolsa y me llevaron a un piso superior, llegando a una especie de calabozo, allí me ataron de espalda a un palo de madera, con unas esposas, me sacaron la ropa de la cintura hacia arriba, en el interrogatorio me preguntaban por las armas, a la vez que me ponían unas placas con electricidad y para que no me desmayara me tiraban agua en forma violenta o se tiraban sobre mi bruscamente, dicho interrogatorio se repitió varias veces consecutivas y era dirigido por Jaime Román Figueroa a quien podía identificar por su perfume y voz. Por último, -agrega-, en la Esmeralda estuvo hasta el día 18 de septiembre de 1973".

Lo que declaró uno de los condenados

Fojas 2600: "Que prestando declaración indagatoria y probatoria el acusado Bertalino Segundo Castillo Soto, a fojas 192, 340 y 1.033, señala (…) Respecto de los detenidos que interrogaban, éstos llegaban a la Academia de Guerra trasladados por Carabineros de Chile y Gendarmería de Chile. (…) Señala además, que debía vestir de civil al momento de interrogar a una persona, cubriendo su rostro con pasa montaña para que no lo reconocieran, a fin de prevenir futuros atentados o represalias personales o familiares.

Manifiesta que las técnicas de interrogatorio eran solamente de diálogo, solo preguntaba y ellos respondían, no había golpes, tortura ni tratos degradantes o inhumanos, como tampoco aplicación de corriente eléctrica o tormento de otro tipo".

Condenas constituyen una nueva bofetada a las víctimas

Las declaraciones son de un cinismo que irrita, por lo que el magistrado en visita las desechó por no estar conforme con la realidad de los hechos. Sin embargo, habiendo transcurrido tanto tiempo, se les absolvió de las violaciones, pues el tribunal no las pudo tener por acreditadas, y aunque ellas acontecieron, no logró tampoco el juez convencerse que los condenados fueron los que violaron a las mujeres. Tres años y un día la condena. Sumados los beneficios, nunca estarán presos por las aberraciones que cometieron.

Sólo los 19 días al ser detenidos por primera vez.

Se estima por organizaciones de Derechos Humanos en 500 los detenidos políticos que estuvieron en la Esmeralda, 1000 en el Buque Maipo y 4000 en el Buque Lebu. Por el Estadio de Valparaíso pasaron cerca de 3000 mil personas, por la Academia de Guerra y el Cuartel Silva Palma, 4000, todos los cuales fueron torturados y varios de ellos, asesinados.

Un testimonio cruento

María Eliana, estudiante de castellano relata: "Ellos estaban pegados en todas las paredes, yo conté ocho infantes de marina, algunos encapuchados y otros con las caras pintadas de negro. Me dicen que me desnude. Yo empecé a desnudarme y me dejé puesta mi parte de abajo, porque tenía puesto el apósito de la menstruación. Entonces, cuando me obligaron incluso a sacarme el calzón yo dije que no podía, porque estaba indispuesta. Me obligaron a hacerlo y ahí ya viene toda la rebeldía femenina, la rebeldía del luchador, por mucho que nos quisieran hacer sentir como animales llegaba el momento en que la dignidad del ser humano se rebelaba contra todo eso. Y fue tal mi ira, la indignación, que me saqué los calzones, tomé el apósito con sangre y se lo puse en el rostro al teniente que estaba dirigiendo el grupo".

No fue suficiente: "Luego de eso, todavía desnuda, por orden del teniente, dos infantes de marina por detrás, me tomaron los glúteos y se agacharon para mirar por el ano". Seguramente fueron los mismos que violaron mujeres para demostrar su poder y rebajar la dignidad de las detenidas. Cubrían sus rostros con gorros pasamontañas y ocultaban sus grados. "En la Esmeralda, -recuerda María Eliana-, había violencia las 24 horas del día, sacaban a los compañeros, los golpeaban, los torturaban, volvían morados y vomitando sangre".

"Cuando me trasladaron al Lebu estábamos separados de los compañeros quienes se encontraban en las bodegas. Nosotras estábamos en los camarotes y éramos tantas que no podíamos respirar, teníamos que dormir sentadas en el suelo. Nos daban de comer una sola vez al día, a las 9 de la mañana. Eran unos porotos que hasta gusanos tenían, una vez que reclamamos nos dijeron burlándose que para qué nos quejábamos si nos daban carne'".

El trato fue realmente inhumano y cruel. Entre los torturadores también hubo civiles y carabineros. En una oportunidad -relata María Eliana- "me llevaron a un camarote que había sido habilitado como sala de interrogatorios y allí estaba un teniente que me comienza a manosear y a gritar diciendo: ¡defiéndete ahora, pos, huevona! Me corrió mano de una manera espantosa, fue más de una hora de sólo eso".

El horror de la Academia de Guerra Naval

Por la Academia de Guerra Naval, en el cerro Playa Ancha, pasó también María Eliana. "Allí estuve como cuatro semanas, me sacaban todas las noches para interrogarme, me golpeaban los oídos con las manos, me ponían corriente en la lengua, en la vagina. Nos sacaban para divertirse con nosotros, para abusar sexualmente. Fueron violaciones masivas. Al final una se desconecta, trata de subliminar lo que está pasando, pero es imposible de olvidar, de hecho, cuando ya me encontraba en la cárcel, hice una seria infección, con vómitos y fiebre".

"Me enviaron al Hospital Naval y ahí dijeron que era sólo un ataque de vesícula y me enviaron de vuelta a la cárcel. No obstante, era algo mucho más serio. Era gonorrea, y era imposible saber cómo y dónde la había contraído, ¿en la Esmeralda, en el Lebu, en la Academia? Lo único claro es que quedé con el endometrio total y absolutamente destruido", termina relatando.

El sacerdote Miguel R. Woodward

Se calculan en unas 40 las mujeres detenidas que estaban en la Esmeralda, las cuales fueron sometidas a todo tipo de maltratos, torturas, vejaciones y violaciones. Entre los detenidos cabe destacar la presencia del sacerdote católico chileno-británico, Miguel R. Woodward, quien falleció a consecuencia de las torturas cuando el 22 de septiembre de 1973 se le llevó al Hospital Naval de Valparaíso por indicación de un médico de la misma Armada. Aunque la Iglesia Católica reclamó su cuerpo, nunca le fue entregado y se lo sepultó en una fosa común sobre la cual posteriormente se construyó un camino.


Dictan procesamiento por secuestro y tortura a 12 miembros en retiro de la Armada

Fuente :Poder Judicial, 26 de Agosto 2015

Categoría : Prensa

El ministro en visita extraordinaria de la Corte de Apelaciones de Valparaíso Jaime Arancibia Pinto, sometió a proceso a 12 miembros en retiro de la Armada por  los delitos de detención ilegal y secuestro con grave daño; tortura y asociación ilícita, en la persona de Eduardo Cabrera Vásquez, hechos ocurridos entre 1974 y 1975 en Valparaíso.

El magistrado encausó a Ricardo Alejandro Riesco Cornejo;  Eduardo Parera Santelices; Héctor Vicente Santibáñez Obreque; Valentín Evaristo Riquelme Villalobos; Gilda Mercedes Ulloa Valle; Juan de Dios Reyes Basaur y, Bertalino Segundo Castillo Soto, como autores de los delitos de detención ilegal y secuestro con grave daño; tortura y asociación ilícita.

Mientras que en calidad de autores del delito de asociación ilícita, se somete a proceso a Juan Guillermo Mackay Barriga; Rafael Guillermo Mackay Backler; Eduardo Rigoberto Cruz Johnson; Hernán Luciano Jijena Oddó y Sergio Fernando Cabezas Dufeu.

Los hechos

Según los antecedentes consignados en la causa, se estableció que "con fecha 6 de abril de 1974, aproximadamente a las 03:00 horas de la madrugada, Eduardo Cabrera Vásquez, fue detenido en su domicilio particular por un contingente de efectivos de la Armada de Chile, sin existir motivo alguno para ello. Fue esposado y conducido en una camioneta hasta el Cuartel Silva Palma de la Armada en Valparaíso, lugar donde fue sometido a maltrato físico y psicológico, fue obligado a permanecer por más de cinco horas de pie en un patio ubicado al interior del Cuartel, siempre encapuchado. Cuando fue interrogado recibió descargas eléctricas en diversas partes de su cuerpo, genitales, boca, orejas y extremidades, ello, por medio de un objeto que se conocía con el nombre de "Magneto". Las personas que actuaron como interrogadores y que ejecutaron las torturas se apodaban "El Profesor", quien impartía las órdenes; "El Jerónimo"; "El Telemaco" y "El Taquito de Goma".

Luego de permanecer secuestrado casi un mes, en condiciones inhumanas al interior del Cuartel Silva Palma, es liberado el día 5 de mayo de 1974, bajo advertencia de que sería permanentemente vigilado".

Además, la investigación del ministro Arancibia determinó que posteriormente a los hechos mencionados, a fines del mes de abril del año 1975, "Eduardo Cabrera Vásquez fue nuevamente detenido en su casa, es conducido al mismo recinto de la Armada donde meses atrás había permanecido incomunicado bajo tratos crueles e inhumanos. En esta ocasión es llevado directamente a la sala de tortura, en cuyo interior había un catre de metal, éste se utilizaba para aplicar tortura a los detenidos y lo llamaban  "La parrilla".

En el mencionado catre, la víctima Eduardo Cabrera Vásquez, fue amarrado de pies y manos para luego recibir descargas eléctricas en distintas partes del cuerpo, específicamente, en los genitales y boca. Una vez que finalizaban las sesiones de torturas en la "La parrilla", era conducido a una habitación muy pequeña conocida con el nombre de "nicho", en dicho lugar, era obligado a realizar gimnasia, a pesar de las condiciones físicas deplorables en que quedaba después de las torturas a las que fue sometido.

Su segunda detención duró, aproximadamente, nueves días y los interrogadores y torturadores fueron los mismos que actuaron en la primera para el mes de abril de 1974, de igual forma con maltrato físico y psicológico".

De esta manera, el auto de procesamiento concluye, en su punto IV, que "la detención ilegal y las torturas infringidas a la víctima Eduardo Cabrera Vásquez, fueron planificadas y ejecutas en cumplimiento de las órdenes dadas por quienes se desempeñaron como Jefes de la SICAJSI de la Armada de esta Región y de las autoridades de la Primera Zona Naval que tenían tuición sobre aquellos, organismo que empieza a operar en un período de anormalidad constitucional  y que después del 11 de septiembre de 1973 se dedicó a perseguir, detener y torturar sistemática y clandestinamente a opositores políticos del gobierno de la época y quienes mantenían ideas contrarias al régimen, la que operó, entre otros lugares,  en la Academia de Guerra Naval de Valparaíso y Cuartel Silva Palma de la misma ciudad, manteniendo una estructura, funcionalidad y organización jerárquica paralela, desviada o diferente de los fines propios de la Armada de Chile, la que se efectuó asimismo con el auxilio del personal de otras instituciones armadas y/o policiales que operaron en dichos lugares".


Procesan a miembros (r) de la Armada por detención ilegal, secuestro y torturas a ex alcalde de Valparaíso

Fuente :soychile.cl 23 de Mayo 2019

Categoría : Prensa

Ilícitos fueron perpetrados en septiembre de 1973 contra Abraham Sergio Vuskovic Rojo. Investigación estableció constantes interrogatorios y aplicación de golpes de puño y aplicación de electricidad al interior de la Esmeralda.

Procesados por la detención ilegal, secuestro y torturas contra el exalcalde de Valparaíso Abraham Sergio Vuskovic Rojo, quedó un grupo de miembros en retiro de la Armada. Los ilícitos, ocurrieron -según estableció la investigación- en distintos lugares de la Esmeralda durante el mes de septiembre de 1973.

Según el dictamen entregado por el ministro en visita extraordinaria para causas por violaciones a los derechos humanos de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, Jaime Arancibia Pinto, los procesados fueron Guillermo Samuel Aldoney Hansen, Eduardo Rigoberto Cruz Johnson, Ricardo Alejandro Riesco Cornejo, Rafael Guillermo Mac Kay Backler, Alejo Esparza Martínez, Guillermo Tomás Morera Hierro y Reginaldo Rebolledo López, en calidad de autores de los delitos de secuestro con grave daño y aplicación de tormentos; y a Juan Enrique Gaete Costabal por la detención ilegal del exalcalde.

El ministro estableció en su investigación que, "conforme a los antecedentes pormenorizados precedentemente se ha podido establecer que Abraham Sergio Vuskovic Rojo, fue detenido al mediodía del 11 de septiembre de 1973, en el sector de Cerro Alegre, comuna de Valparaíso, por personal de la Armada de Chile a cargo del teniente Juan Enrique Gaete Costabal, luego de haber sido destituido de hecho como alcalde de esa misma ciudad, cargo que ejerció hasta ese mismo día. Vuskovic Rojo fue trasladado por Gaete Costabal hasta el Buque Escuela Esmeralda, por instrucciones de la Primera Zona Naval, llegando al señalado buque ese mismo día a las 15:30, según consta en la bitácora de éste, y permaneciendo allí hasta el día 19 de septiembre de 1973, para luego ser trasladado al campo de prisioneros de Isla Dawson, región de Magallanes".

Agregó la investigación que, "en el Buque Escuela Esmeralda, estuvo los primeros 3 días recluido en uno de los camarotes destinados a los oficiales, lugar destinado a los detenidos de alto rango político, y los 6 días restantes en el entrepuente de guardiamarinas, lugar dentro del buque escuela donde mantenían a los demás detenidos políticos. Durante estos nueve días, Vuskovic Rojo fue objeto de constantes interrogatorios y aplicación de tormentos, como golpes de puño y aplicación de electricidad en distintas partes del cuerpo, privación de sueño y simulacros de fusilamientos; por un grupo de agentes destinado para ello por el CAJSI PRIZONA, conformado por Ricardo Alejandro Riesco Cornejo, Rafael Mackay Bekler, Alejo Esparza Martínez, Guillermo Tomás Morera Hierro y Reginaldo Rebolledo López, entre otros".

El ministro Arancibia ordenó la detención de los procesados y su ingreso a recintos de la Armada en prisión preventiva.