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Garretón Iturra Jorge Esteban – Memoria Viva

Garretón Iturra Jorge Esteban

Rut: 4.773.828–8

Cargos: Oficial de la Armada Abogado

Grado : Oficial

Rama : Armada


Cuestionamientos contra cónsul de Chile en Venezuela

Fuente :12 de Febrero 2004 El Mostrador

Categoría : Prensa

El deterioro de las relaciones diplomáticas entre Chile y Venezuela, al parecer, no se detendrá con el regreso del embajador Fabio Vió a Caracas.

Desde el mes de enero, en círculos diplomáticos venezolanos, existe molestia por las vinculaciones que el Cónsul General de Chile en ese país, Jorge Garretón Iturra, pudo tener con la ex Dirección de Inteligencia Nacional (DINA).

Este abogado, actual militante DC y ex oficial de marina, llegó a Caracas el 12 de junio de 2002, siendo ésta su primera designación diplomática en el extranjero, desde que ingresó al servicio exterior, después del golpe militar.

La información que lo vincula a los servicios secretos, fue publicada por algunos medios de prensa proclives al Presidente Hugo Chávez y enviada a algunos funcionarios del ministerio de Relaciones Exteriores de nuestro país. A pesar de esto, no se le ha dado mayor relevancia, ni ha causado mayor revuelo.

En Chile, en tanto, el cónsul está siendo investigado por el 17° del Crimen de Santiago, luego que los hijos del ex edecán naval de Salvador Allende, capitán Arturo Araya Peeters, interpusiera una querella en contra de Garretón y de otros tres funcionarios de la armada por “denegación de justicia”.

El actual funcionario diplomático, fue secretario del Tribunal Naval, que llevó la causa por el asesinato del edecán a manos de un grupo de ultraderecha. Todos los inculpados, a pesar de que reconocieron y se sentían orgullosos de su participación en el crimen, fueron absueltos y la causa quedó caratulada como “maltrato de obra a personal de las fuerzas armadas”.

Los hijos de Araya Peters no tenían idea que el ex oficial de la Armada prestaba servicios diplomáticos para el Estado de Chile, e ignoran si ha declarado por oficio, debido a que el caso está bajo secreto de sumario.

Primera acusación en la prensa

La primera información de prensa sobre los cuestionamientos al cónsul aparecieron en la página 17 del diario “Vea”, en el artículo titulado “Cónsul chileno miembro de la Gestapo de Pinochet”, y que en su parte principal dice: "Se ha conocido en medios diplomáticos y de círculos de chilenos que viven en Caracas, que el actual cónsul de Chile en Venezuela, Jorge Esteban Garretón Iturra, fue miembro de la DINA de Pinochet, el organismo policial y de inteligencia famoso por haber torturado a miles de chilenos y de desaparecer personas. De acuerdo a informaciones sobre el particular, se vincula a Garretón Iturra con la delación de personas y con haber participado en actos de tortura a detenidos".

El diario es dirigido por Guillermo García Ponce quién es "jefe del Comando Político de la Revolución Bolivariana, agrupación de los partidos que apoyan al gobierno del presidente Hugo Chávez".

Estadía conflictiva en Cancillería

Desde que Garretón ingresa al ministerio de Relaciones Exteriores, en la década de los 70’, su estadía no ha estado exenta de polémica. Pertenece a la generación conocida despectivamente en el Ministerio, como los ventaneros, es decir, funcionarios que entre 1974 y 1975 ingresaron al servicio gracias a la llegada de la dictadura, por lo que pudieron optar a grados altos en el escalafón diplomático sin necesidad de trayectoria y, en general, provenían de las distintas fiscalías de las ramas de las Fuerzas Armadas.

Este abogado de profesión, llegó desde la fiscalía naval de Valparaíso y nunca tuvo buenas relaciones con sus compañeros de labores en relaciones exteriores. Según recuerdan, cuando estuvo en Santiago vivía solo en un hotel y no se le conocía familia. El mismo estilo de vida llevaría en Venezuela.

Pero su soledad no era el mayor problema. Según la opinión de un miembro del ministerio, tendría “sus facultades mentales perturbadas, lo que no es un decir (…) No debería estar en Caracas, sino en un hospital siquiátrico”.

Extrañamente y a pesar de ser un funcionario de carrera, nunca quiso salir de Chile. Nadie sabe muy bien por qué. Por este motivo fue destinado por cinco años en comisión de servicio fuera de la Cancillería, porque nadie lo quería dentro.

A pesar de todos estos antecedentes, nunca se ha cuestionado su continuidad en el ministerio, debido a que opera una “suerte de impunidad”, la misma que se ha dado en casos de otros funcionarios vinculados a los casos Letelier y Prats.

El molesto factor DC

Al margen de estos antecedentes y desconociendo la querella que existe en Chile por "denegación de justicia", en medios diplomáticos se ha cuestionado severamente el rol que ha jugado el partido de la falange en la política interna venezolana.

En lo fundamental, dicen que “la canciller chilena, Soledad Alvear, que también es demócratacristiana y esposa del Presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), Gutenberg Martínez, están igualmente cuestionados por los otros miembros de la coalición chilena. La ODCA se ha reunido en varias oportunidades en Caracas con los sectores más fuertemente opositores al gobierno del Presidente Chávez, comprometiendo la independencia de la política exterior chilena”. Finalmente señalan que “sectores empresariales venezolanos han reiterado a medios locales que la designación de una alta figura política, ajena a las controversias internas de la Democracia Cristiana de Chile, podría ser el inicio de conversaciones orientadas a mejorar las relaciones, especialmente económicas, de ambos países. Para dichos sectores, el regreso del actual Embajador Vío sería negativo para dichos propósitos”.

Sin embargo, Vió ya está en Caracas.


La historia oculta del Consulado

Fuente :El Mostrador, 16 DE FEBRERO DE 2004

Categoría : Prensa

Diplomacia chilena protagoniza dramática telenovela venezolana

En un oficio enviado a la Cancillería el Cónsul General Jorge Garretón Iturra, calificó como una "infamia" las publicaciones de medios de prensa pro Chavéz, que lo vinculan a la DINA y acusó a una subalterna de ser la "autora intelectual" de las acusaciones. Pero no es la primera vez que Garretón agita las aguas en relaciones exteriores. En 1999 desató un escándalo en Cancillería, al acusar a un superior de "acoso sexual".

Una verdadera telenovela venezolana se está viviendo en el Consulado General de Chile en Caracas. Los protagonistas, el Cónsul y la encargada de administrar financiera y contablemente la representación diplomática.
El jueves pasado El Mostrador.cl, en exclusiva, informó de las acusaciones que la prensa vinculada políticamente al presidente Chávez, hacía en contra del Cónsul General de nuestro país. En el diario VEA, se decía textualmente lo siguiente:
“Se ha conocido en medios diplomáticos y de círculos de chilenos que viven en Caracas, que el actual cónsul de Chile en Venezuela, Jorge Esteban Garretón Iturra, fue miembro de la DINA de Pinochet, el organismo policial y de inteligencia famoso por haber torturado a miles de chilenos y de desaparecer personas. De acuerdo a informaciones sobre el particular, se vincula a Garretón Iturra con la delación de personas y con haber participado en actos de tortura a detenidos”.
Paralelamente, nuestro medio logró establecer que Jorge Garretón Iturra, hoy militante DC, fue secretario del Tribunal Naval, que a criterio de los hijos del ex edecán de Salvador Allende, Arturo Araya, denegó justicia" en el caso de su padre. Los inculpados, por el asesinato del edecán pertenecían a una facción escindida de Patria y Libertad, grupo de extrema derecha que instigó el Golpe militar. Todos quedaron libres.
Sin embargo, la historia no quedo allí. El Cónsul hizo llegar sus descargos a la Cancillería, donde señaló que las publicaciones aparecidas en el diario VEA, en el mes de enero, eran una "infamia" y culpo a una funcionaria de ser la "autora intelectual" del hecho.

Lado A: Rosalía Vásquez

Según indagaciones realizadas por El Mostrador.cl, la funcionaria es nada menos que la Administradora General del consulado: Rosalía Vásquez.
Vásquez sería amiga íntima de un empresario de nacionalidad china, que tiene su domicilio oficial en la ciudad de Iquique y a la vez posee inversiones en Caracas, entre las que se encuentran varios restaurantes repartidos en dicha ciudad venezolana.
La mujer de este empresario y debido a la cercana relación que tiene con la funcionaria de la representación, motivó a que la esposa oficial, se presentara ante el consulado chileno, reclamando lo "impresentable" de esta relación.
Este polémico empresario oriental, a la vez fue una de las personas que declaró a favor del presidente de Fedecamaras, Pedro Carmona Estanga.
Carmona Estanga fue el que asumió como Presidente de Venezuela, después del intento de golpe en ese país, el 11 de abril de 2002. Su mandato duró sólo un día. Por lo que posteriormente se le siguió un juicio en Caracas.
El presidente de Fedecamaras, algo parecido a la Sofofa en Chile, encabezó la férrea oposición del sector empresarial al gobierno de Chávez, por considerar que éste "fomentaba el estatismo y obstaculizaba la propiedad privada y la libre empresa".
Rosalía Vásquez, además, es una de las funcionarias que más gana en el consulado. A esto se suma el hecho que lleva la contabilidad y "trabaja poco". Según fuentes cercana al caso, siempre se excusa con que "está enferma" .
Frente a esta conducta irregular, Jorge Garretón Iturra, le habría llamado la atención. Exigiéndole el cumplimiento de los horarios correspondientes. Lo que habría motivado a Rosalía Vásquez a recurrir a sus contactos en la prensa pro chavista, para que finalmente publicaran en VEA el artículo que lo vincula a la DINA.
El mal comportamiento de la administradora, ya había sido advertido por los cónsules anteriores a Garretón, ya que en definitiva se ausentaba del trabajo tres o cuatro días, sin ningún tipo de restricción.

Una espía

No obstante, esta polémica funcionaria, tampoco sería vista con buenos ojos desde el Gobierno de Chávez.
Existe la presunción de que se habría transformado en una informante para los americanos, porque durante un tiempo trabajó estrechamente con la mujer del ex embajador de Estados Unidos en Venezuela, Jhon Maito, quién actualmente está de representante de su país, ante la Organización de Estados Americanos (OEA).
Dicha relación, le habría permitido a Rosalía informar de lo que ocurría en el cuerpo diplomático, ya que usaba su calidad de funcionaria del consulado, para penetrar en los círculos diplomáticos.
Esta actitud, en el año 2000, fue cuestionada por el embajador de Nicaragua, quién envió una carta, quejándose ante la misión chilena de penetración en el cuerpo diplomático por funcionarios ajenos a él. El ex embajador chileno en Venezuela, Marcos Álvarez, la llamó para aclarar la extraña situación y la "reprendió por su intrusismo en áreas que no eran de su competencia".
Álvarez fue el embajador radical que sirvió de fusible cuando, en abril de 2002, hizo ver la posición chilena frente al golpe en Venezuela. Cuyo comunicado decía lo siguiente:
Ante los hechos ocurridos en las últimas horas en Venezuela, el Gobierno de Chile lamenta que la conducción del Gobierno venezolano haya llevado a la alteración de la institucionalidad democrática, con un alto costo de vidas humanas y de heridos, violentando la Carta Democrática Interamericana, a través de esta crisis de gobernabilidad.
A su vez, insta a la normalización de la institucionalidad democrática, a la mantención de los tradicionales principios democráticos de Venezuela y a que se adopten las medidas necesarias para convocar a la brevedad a elecciones libres.

Lado B: el Cónsul

Pero esta mala telenovela venezolana, no termina allí. Hace cinco años, en 1999, y antes que el Cónsul partiera a Caracas, en el ministerio de relaciones exteriores, Garretón protagonizó un episodio que todos quisieran olvidar en esas dependencias.
En aquella oportunidad fue a una Comisaría cercana, e interpuso una denuncia por "acoso sexual", en contra de su superior en ese momento. Un prestigiado profesional de carrera, que a la fecha llevaba 40 años al servicio diplomático de Chile y que pasó a retiro, una vez concluido el gobierno de Eduardo Frei Ruíz Tagle.
En el departamento de asuntos multilaterales, Garretón quedó como jefe de OEA. Se caracterizaba por su comportamiento "muy huraño y no hacia nada". Además de expresaba muy mal respecto de los funcionarios que en esa oportunidad se dejaron bajo su cargo, por lo que estos solicitaron ser trasladados, al no soportar el trato vejatorio de que eran objeto.
Pero el superior jerárquico de Garretón optó por llamarlo a terreno. Esto desató la ira del actual Cónsul en Caracas, por lo que se dirigió a la Comisaría más cercana a estampar una denuncia por "acoso sexual".
El escándalo fue mayúsculo en relaciones exteriores. Lo que finalmente derivó en que fuera trasladado en comisión de servicio a la AGCI (Agencia de Cooperación Internacional).
El mismo año, la Dirección General Administrativa ordenó la ejecución de un sumario, que estuvo a cargo de la división jurídica. El sumario se instruyó entre otras cosas porque cuando fue parte de la representación diplomática en Holanda, protagonizó un desagradable incidente.
Durante un tiempo quiénes trabajaban en la delegación de Chile en los Países Bajos, recibían llamados a altas horas de la noche. El problema es que estos eran anónimos, por lo que se ordenó a la policía de ese país investigar quién era la persona que hacía esos llamados.
La policía holandesa logró determinar, que era nada menos que Jorge Garretón Iturra.
El final de este culebrón es conocido. Este abogado, ex oficial de la Armada de Chile y actual militante democrata cristiano es el actual Cónsul General de Chile en Caracas.


Guillermo Claverie, condenado como autor del crimen del edecán de Allende “Yo no maté al comandante Araya”

Fuente :20 de abril de 2008 Por La Nación Domingo

Categoría : Prensa

Su historia es de novela. Sostiene que fue torturado y dopado para arrancarle una confesión, y que en la Fiscalía Naval firmó sus declaraciones a punta de pistola. Los hijos del edecán, que ya no creen que él haya sido el asesino de su padre, son hoy su única luz de esperanza. Por primera vez cuenta su drama. Abre la puerta de su casa con una sonrisa, aunque dice que para él su existencia está destrozada. Cigarrillo en mano, chal al cuello y bien peinado, su saludo amable no logra disimular un rictus de sufrimiento. Pero una luz, que parece salida de un buen guión de cine, se enciende ahora al final del negro túnel que cruza ya por 35 años.

"¡Yo no maté a su padre, yo no asesiné al edecán Araya, créanme por favor!", clama Guillermo Claverie Bartet (62 años) con voz desgastada por el tiempo que lo ha tratado con rigor. Acechado por fantasmas que nunca se han rendido para seguir recordándole las horas y los disparos de aquella noche del 26 de julio de 1973 en calle Fidel Oteiza, en Providencia. La noche del crimen del edecán naval del Presidente Salvador Allende, Arturo Araya Peeters.

"Me golpearon, me torturaron, me amenazaron con la muerte y perdí a mi familia y las ganas de vivir, pero jamás lograron que confesara el crimen que no cometí, aunque la justicia naval me condenó como el autor material", afirma mirando a los ojos.

Su nombre quedó grabado en la memoria colectiva como el asesino oficial del edecán de Allende, después de que a los instigadores del complot para apurar el golpe de Estado un grupo de ultraderecha y algunos altos oficiales en servicio activo de la Marina de 1973 se les derrumbó la trama que habían planeado para culpar del crimen a un grupo de izquierda, incluidos algunos miembros de la guardia personal de Allende.

Escuchar el relato de Claverie sobrecoge. Es primera vez que cuenta su historia y no resulta fácil convencerlo que hable con LND, porque todavía siente miedo.

"Nunca pude leer mis declaraciones que me hicieron firmar en la Fiscalía Naval. Y un día que me puse a leer una de ellas, después de un interrogatorio, el secretario del fiscal naval Aldo Montagna, el oficial Jorge Garretón Iturra, se metió la mano a la chaqueta del uniforme y sacó una pistola. Y me dijo: ‘¡Oye, huevón, que leís tanto, agradece que todavía estái vivo y firma ahí!’. Y por supuesto que así siempre firmé todo".

Sus confesiones confirman lo que los hijos del edecán han ido descubriendo en estos últimos años, hurgando en el expediente del juicio iniciado por la justicia naval y que culminó en 1980 con una condena de tres años para Claverie, como único autor material, y con penas inferiores por delitos menores para otros miembros del grupo que actuó esa noche: "Es que esa investigación está plagada de vicios", sostiene Arturo, el hijo mayor del edecán, que es abogado.

Los hijos buscan desde hace casi cinco años que un nuevo juicio establezca la verdad del crimen de su padre y se conozca al o a los verdaderos autores, materiales e intelectuales. Pero se han encontrado con "situaciones extrañas" que los hacen sospechar que todavía hay manos que quieren tapar más de algo.

Con estas confesiones de Claverie, los hijos del edecán pretenden que la Corte de Apelaciones de Santiago ordene reabrir el nuevo proceso iniciado a partir de la querella que interpusieron en 2003, pero que hace unos meses fue sobreseído y archivado por el 18º Juzgado del Crimen de Santiago.

Aquella noche

El recuerdo de Guillermo Claverie de lo que sucedió aquella noche aún está nítido. Cuando entran por la calle Fidel Oteíza, donde vivía el edecán, era cerca de la medianoche.

"Vi a un señor que se asomó a un balcón y le gritamos que se entrara. Poco antes habíamos estado creando caos por los alrededores, como nos ordenaron. De repente sentí unos disparos aislados y al poco rato una ráfaga de ametralladora que salió desde el balcón. Entonces vi al señor que con su mano izquierda sostenía una ametralladora, y apuntaba hacia el frente y no hacia abajo, por donde pasábamos nosotros".

Acto seguido, dice Claverie, vio cuando la persona del balcón se inclinó hacia abajo como doblándose. "Yo todavía no había disparado", aclara.

Afirma que la luz artificial de la calle le permitió vislumbrar que el hombre del balcón vestía una bata "medio de color verde, como con unos dibujos en el pecho que me parecieron manchas. Hoy creo que eran manchas de sangre, porque se veía que la persona estaba herida".

Todavía Claverie no disparaba, pero lo hizo instantes después de escuchar la ráfaga que disparó el edecán hacia el frente. "Lo hice cuando ya no lo tenía a la vista, porque cuando escuché la ráfaga me agaché y busqué refugiarme debajo del balcón apegándome hacia el muro, dejé de verlo y entonces recién hice unos disparos. Es imposible que mis disparos ni siquiera hirieran a la persona del balcón que estaba a 4,5 metros sobre el nivel de la calle, porque yo ya no lo veía para nada".

Los imposibles

Todos estos detalles, que Claverie ha ido aportando a los hijos del edecán y que ahora accedió a contar a LND, coinciden plenamente con las pericias balísticas realizadas por la Policía de Investigaciones para el proceso iniciado en 1973 por la justicia naval. Y ratifican el resultado de la autopsia realizada al edecán Araya en el Hospital Militar por el doctor Tomás Tobar Pinochet, considerado una eminencia por sus pares y el mismo que practicó la autopsia al Presidente Allende.

Respecto de la bala que mató al edecán impactándole en el pecho, el informe forense del doctor Tobar establece: "La trayectoria intracorporal seguida por el proyectil estando el cuerpo en posición normal [de pie], es de adelante hacia atrás, de izquierda a derecha, y ligeramente de arriba hacia abajo. El disparo corresponde a los llamados de larga distancia en medicina legal y es de tipo homicida".

La precisa descripción científica derriba cualquier posibilidad de que los disparos de Claverie, como él también afirma, pudieran dar muerte o herir al edecán. A no ser que se profanen las leyes de la física y la balística, o interesadamente se quiera alterar las circunstancias del crimen.

La definición del doctor Tobar de que el disparo que causó la muerte del comandante Araya correspondió "a los llamados de larga distancia en medicina legal" coincide con la versión de Claverie respecto de su ubicación esa noche: casi pegado al muro de la casa y 4,5 metros por debajo del balcón donde estaba el comandante. Tal como está registrado en el expediente del juzgado naval. Vale decir, estaba casi al lado de la víctima.

Las huellas de la verdad

Los peritajes balísticos detectaron cinco impactos de bala en los muros de la casa del capitán de navío. "Tres adyacentes a la ventana del dormitorio, uno en el borde superior de la persiana de la ventana [del dormitorio], y uno en las inmediaciones del lugar donde fue herido el comandante Araya [inmediatamente debajo del borde del balcón]".

Pero las vainillas halladas frente a la casa sólo fueron cuatro. Con el proyectil que hirió de muerte al edecán, y que entró directo sin antes rebotar en alguna parte, los disparos suman seis. Pero nunca se hallaron las otras dos vainillas. Y las pericias balísticas establecieron que ninguna de las vainillas halladas en la calle, correspondientes a los disparos hechos por Claverie, pertenecen al proyectil encontrado en el cuerpo del edecán.

Eso significa que al edecán lo asesinaron con un arma distinta, y le dispararon desde otro lugar presumiblemente desde el frente de su casa , ligeramente desde arriba hacia abajo.

A pesar de todas estas evidencias, la investigación naval concluyó que el edecán de Allende murió por uno de los disparos de Claverie. ¿Quién hizo los dos disparos que varios testigos, según declararon en el proceso del Juzgado Naval, escucharon inmediatamente antes de que el edecán lanzara su ráfaga hacia el frente y minutos antes de que Claverie hiciera sus cuatro disparos?

Este antecedente cuadra con los seis disparos hechos esa noche hacia el balcón del edecán: cuatro vainillas halladas y dos no encontradas nunca.

¿Contrató el ex cadete naval Jorge Ehlers Trostel a un francotirador para que asesinara al comandante Araya, aprovechando el caos que el mismo Ehlers ordenó que el grupo de ultraderecha creara esa noche en las cercanías de la casa del edecán?

¿Por qué Ehlers literalmente huyó a Alemania días después de que los hijos del edecán interpusieron la querella en septiembre de 2003, refugiándose en ese país hasta hoy?

¿Por qué nadie tomó en cuenta la declaración de dos prostitutas que figura en el expediente de la justicia naval (cuyos nombres LND se reserva), afirmando que, paradas esa noche en la esquina de Pedro de Valdivia con Providencia y segundos después de escuchar disparos, vieron salir de un lugar a dos hombres corriendo, uno de ellos con un fusil en la mano, y que se subieron a una camioneta que tenía un disco que les pareció de vehículo fiscal?

Al estudiar las seis mil fojas del expediente del Juzgado Naval, como lo hizo LND, y analizar las declaraciones de los jóvenes ultraderechistas (algunos de Patria y Libertad) que actuaron esa noche, queda establecido que tres grupos coordinados actuaron a la espera de que el edecán llegara a su casa desde la Embajada de Cuba, donde había acompañado al Presidente Allende a una recepción por el aniversario del triunfo de la Revolución Cubana. Para hacer salir al comandante Araya al balcón, Juan Zacconi y Guillermo Necochea lanzaron una bomba frente a su casa. La llegada del edecán a su casa fue anunciada a éstos por otra bomba que explotó en las cercanías, lanzada por otro grupo. El segundo bombazo, el de Zacconi y Necochea, era la señal para que el tercer grupo, que debía entrar por la calle Fidel Oteiza, lo hiciera.

Torturas en la AGA

Estando Claverie detenido en la Cárcel Pública de Santiago, una mañana los gendarmes lo sacaron y condujeron a la oficina de la Fiscalía Naval. Allí, cuenta, lo recibió el oficial naval Germán Arestizábal, quien hacía de actuario. "Me sacó y me hizo subir a un Austin Mini, donde reconocí al oficial de la Fuerza Aérea de apellido Schindler, compañero de colegio". Le vendaron la vista y lo llevaron a la Academia de Guerra Aérea, en Las Condes.

"Ahí me amarraron a un catre y empezaron a golpearme en la planta de los pies con un palo o un fierro. Después me inyectaron en la vena lo que yo creo que fue pentotal, porque todavía no me sacaban mi propia confesión del crimen del edecán, como ellos querían. Nunca supe lo que respondí, pero no puedo haber dicho algo que era falso", expresa.

Cuando lo liberaron desde la cárcel, un año y medio después, cuenta que en su casa en Santiago se armó una pequeña fiesta que le dio el grupo con que actuó la noche del crimen. Pero durante el ágape se llevó más de una sorpresa.

"Esa tarde también llegaron el secretario de la Fiscalía Naval, Garretón Iturra, Arestizábal y otro oficial a quien no conocía, que dijo que venía en representación de la Armada. También llegó Jorge Ehlers, que extrañamente me regaló un queso entero, lo que en el lenguaje de la inteligencia significa que estás haciendo un regalo a un traidor".

Días después, al salir de una oficina donde había comenzado a trabajar, en la calle se le acercó un auto desde donde lo obligaron a subir.

"Era el Fifo Palma [César Palma Ramírez que después integró el Comando Conjunto] y en el auto vi como cinco metralletas. El Fifo me dijo. ‘¿Sabís que ahora te podemos matar por andar hablando, huevón?’. Le pregunté si era porque yo decía que no era el asesino del comandante Araya, y me contestó: ‘¡Ah, parece que te estái avispando, huevón! Vos sabís que en esto está metida gente que ahora es muy importante. Que no se te olvide’".

Un epílogo de emoción

Claverie se queda largo rato en silencio. Luego mira a Enrique, uno de los hijos del edecán presente en la conversación, y dice con tono sereno: "Haberlos conocido y hablar con ustedes ha significado para mí, después de 35 años, la desaparición de esa culpa que yo nunca tuve, pero que al final me grabaron en mi mente a golpes y amenazas. Ahora siento que con ellos, los hijos del comandante Araya, comparto un dolor y les he tomado tanto aprecio que cuando no los escucho por teléfono los echo de menos".

El indulto que Augusto Pinochet le otorgó a él y a todo el grupo el 22 de julio de 1981, "por servicios prestados a la patria", no logró sanar sus heridas. "¡Nunca he visto a tanto maricón junto!", expresa, como poniendo el sello a todo lo que después del crimen debió vivir.


Ordenan reapertura de caso por crimen de edecán Araya

Fuente :La Nación, 29 de abril de 2008

Categoría : Prensa

En un fallo unánime, la Octava Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago ordenó ayer reabrir la investigación por el homicidio del edecán naval del Presidente Salvador Allende, Arturo Araya Peters, ocurrido en calle Fidel Oteíza, comuna de Providencia, el 27 de julio de 1973.

El dictamen da curso a la solicitud de sus familiares respecto de realizar nuevas diligencias en la causa, como judicializar la declaración del ex miembro de Patria y Libertad, Guillermo Claverie Bartet (62), condenado en 1980 por la fiscalía naval a tres años de presidio como autor material del crimen, quien en su testimonio legalizado ante notario- asegura que él no disparó al fallecido edecán.

Esta confesión de Claverie permitió a los hijos de Araya pedir la reapertura del caso luego de que el 18º Juzgado del Crimen decretara el sobreseimiento tras estimar que se había agotado la investigación.

Los ministros Cornelio Villarroel, Mario Carroza y el abogado integrante Carlos López dispusieron que la causa sea remitida al tribunal correspondiente, ya que el antiguo juzgado que instruía el proceso se fusionó.

Cronología de un Asesinato: Complot para Asesinar al Comandante Araya 
Enviado por: Miguelmo el Jueves, 09 de Octubre de 2003 – 10:21 PM AST
Ex Fiscal Naval, acusado como cómplices de estos hechos hoy ocupa el cargo de Jefe del Consejo de Defensa del Estado en la V Región. 

El diario «La Nación» publicó una entrevista y reportaje del periodista Jorge Escalante a los dos hijos del asesinado comandante y edecán naval del Presidente Allende comandante naval, Arturo Araya Peeters. El oficial fue asesinado -por balazos de una metralleta- en el balcón de su casa de la calle Fidel Oteiza de la comuna de Providencia en la madrugada del 27 de julio de 1973. Todo apunta a que su muerte fue un frío y planeado asesinato digitado por el mando golpista de la Marina y organizado por el Servicio de Inteligencia Naval (SIN), con la colaboración de dos agentes civiles que reclutaron un comando formado por militantes del Comando Rolando Matus del PN, de Patria y Libertad y de la Democracia Radical.