Ubicación:Av Almirante Villarroel S/N Talcahuano VIII Región
Organismos:Servicio de Inteligencia Naval (SIN)
Rama:Armada
Geolocalización: Google Maps Link
Descripción General
Categoría : Otra Información
Entre los centros de detención y tortura que funcionaron en Concepción estaban la Base Naval de Talcahuano, el Cuartel Rodríguez, Casa de jugadores del Estadio Francisco Acosta y el Fuerte Borgoño.
El Fuerte Borgoño, fue utilizado como centro de tortura principalmente durante 1973-1975. También existen testimonios de detenidos entre 1984 y 1985 que fueron conducidos hasta aquí por personal de la CNI, luego de ser detenidos por este organismo.
En el Fuerte Borgoño medía unos 20 metros de largo y no tenía muebles y albergaba usualmente a unos 40 a 50 detenidos. Dentro había varias habitaciones de 2 x 2 metros y en cada una había decenas de personas. Debían dormir sin abrigo sobre el suelo de cemento. La comida era escasa y mala. El tiempo de permanencia variaba entre uno a diez días, durante los cuales eran sometidos a brutales torturas. Desde el Fuerte Borgoño eran conducidos al Gimnasio de la Base, donde se les obligaba a firmar una declaración y que no habían recibido malos tratos. Luego eran liberados (libertad condicional con control domiciliario) o se les trasladaba a la Cárcel de Tomé o Isla Quiriquina, en calidad de incomunicados, o en libre plática, después de obligarles a firmar una declaración en que se señalaba que no habían sido torturados.
Testimonios presentados a la Comisión Valech señalan que todos los presos políticos fueron sometidos a intensas y sistemáticas torturas. Sufrieron golpes, amenazas de muerte, el submarino, colgamiento, aplicación de electricidad, obligados a correr en una cancha con obstáculos, esposados y con los ojos vendados, a presenciar y escuchar las torturas a otros detenidos; soportaron vejaciones sexuales y violaciones reiteradas. Denuncian además que se aplicó lo que llamaban la campana, que consistía en introducir al detenido en un tambor que golpeaban constantemente o bien colgaban al detenido de los pies con las manos amarradas a su espalda a un techo de un recinto llamado la Ciudadela, y lo balanceaban contra las paredes laterales en las cuales se encontraban sus torturadores, quienes simulaban el sonido de una campana, al chocar su cuerpo contra las paredes o con alguno de ellos. También se les hacía caminar descalzos por un camino que llamaban la alfombra, que consistía en una serie de palitos enterrados que debían pisar, mientras era golpeado en el trayecto. Otras torturas consistían en introducir la cabeza del detenido en un tambor con agua con inmundicias.
El Fuerte Borgoño esta estrechamente ligado con el asesinato de un numeroso grupo de presos políticos, entre ellos: Transito Cabrera Ortiz, Hector Lepe Moraga, Miguel Catalán Febrero, Máximo Neira Salas y Hugo Candia Mirica, todos brutalmente torturados y más tarde asesinados por efectivos navales. De acuerdo con el diario “El Sur” Cabrera, Lepe y Catalán, fueron muertos al “intentar fugarse” cuando eran trasladados a la Cárcel de Tomé. Sin embargo el propio Alcaide de dicha Cárcel declaró que el 10 de Octubre de 1973, los tres detenidos llegaron a la Cárcel de Tomé moribundos, producto de las torturas sufridas en el Fuerte Borgoño. El Alcaide se negó a recibirlos y el Oficial de Marina a cargo de ellos ordenó regresarlos a Talcahuano. Dado el hecho que los tres presos políticos estaban en terribles condiciones físicas, es absurda la versión del Gobierno que los presos fueron abatidos cuando intentaban escapar.
El 13 de Octubre de 1973 el diario “El Sur” informo con grandes titulares que dos “ultras”, Máximo Neira Salas y Hugo Candia Mirica, habían sido fusilados después de agredir a efectivos de la Marina. Nuevamente se ha podido comprobar que esta versión es falsa. Ambos jóvenes estaban en el poder de la Marina en el Fuerte Borgoño, donde fueron salvajemente torturados y posteriormente asesinados el 11 de Octubre de 1973.
Criminales y Cómplices
Contralmirante Jorge Paredes Wetzer (Comandante de la 2a Zona Naval); Capitán Fernando Carrasco Herrera (designado en el cargo de Gobernador de Talcahuano); Comandante Araya (Armada); los Capitanes de apellido Blanlot, Bunster, Jaeger, Koeller, Acuña; los tenientes Alarcón, Boetsch, Cáceres, Letelier, Luna, Maldonado, Tapia, Schuster.
Fuentes de Información Consultadas: Informe Rettig; Libros: “La represión política en Chile: los hechos” “Te recordamos, Quiriquina”, “Prisión en Chile”; Diario: El Sur; Revista PuntoFinal; Informe Valech; Memoriaviva;
Testimonios
Categoría : Testimonio
[Preso Político detenido en septiembre de 1973] “…me pusieron algodón en ambos ojos, luego huincha adhesiva encima y un capuchón negro amarrado a la nuca, me ataron de pies y manos fuertemente y me hundían en un tambor de esos de aceite de 250 litros que contenía amonia, orina, excrementos y agua de mar, así me sumergían hasta que mi respiración no daba más, ni menos mis pulmones y la volvían a repetir una y otra vez, acompañados de golpes y preguntas, eso era lo que llamaban ellos en tortura el famoso submarino…”.
Las Cuentas de la Armada
Fuente :Revista Puntofinal, 29 de Octubre 1999
Categoría : Prensa
El almirante sigue mintiendo. Sus palabras se pierden entre los cerros y el viento de Valparaíso. Pero la memoria de los porteños víctimas de la represión de la Armada es obstinada y certera. Nadie ni nada podrán borrar jamás el horror entronizado a las orillas del Pacífico, entre la garúa nocturna, los arreboles del atardecer y los sempiternos pelícanos de la bahía. Es que el 11 de septiembre de 1973, junto a los barcos de guerra estadounidenses participantes en los denominados ejercicios UNITAS, la escuadra retornó a puerto a fin de vincularse a las unidades en tierra para dar comienzo al golpe militar contra el gobierno de Salvador Allende. El temprano copamiento de la ciudad transformó a ésta en un gigantesco campo de concentración donde se enseñorearon el miedo, la tortura y la crueldad. La Armada, con inusitada ira y profundo desprecio clasista, reprimió a los porteños y, para tal efecto, desplegó todos sus efectivos, incluidos cadetes de la Escuela Naval. Habilitó, también, varios lugares de reclusión como la Academia de Guerra Naval, el cuartel Silva Palma, y los buques Maipo, Lebu y Esmeralda donde se torturó a miles de aterrorizados habitantes de Valparaíso.
Sin embargo, el almirante Jorge Arancibia, jefe de la Armada, continúa sosteniendo que en aquellos lugares de detención "jamás se torturó a nadie", que tan sólo constituyeron instancias de tránsito para albergar a prisioneros producto de las circunstancias extraordinarias que se vivían. Pero, miente el almirante y miente conscientemente, pues es imposible que no haya estado en conocimiento de lo sucedido en los recintos de la Armada. Son millares los testimonios de víctimas que experimentaron en carne viva la violencia y el odio de oficiales y clases de la aparentemente flemática marina chilena. Tal es el caso de María Eliana Comené, estudiante de castellano de la hacia adentro. Ellos estaban pegados en todas las paredes, yo conté ocho infantes de marina, algunos encapuchados y otros con las caras pintadas de negro. Me dicen que me desnude. Yo empecé a desnudarme y me dejé puesta mi parte de abajo, porque tenía puesto el apósito de la menstruación. Entonces, cuando me obligaron incluso a sacarme el calzón yo dije que no podía, porque estaba indispuesta. Me obligaron a hacerlo y ahí ya viene toda la rebeldía femenina, la rebeldía del luchador, por mucho que nos quisieran hacer sentir como animales llegaba el momento en que la dignidad del ser humano se rebelaba contra todo eso. Y fue tal mi ira, la indignación, que me saqué los calzones, tomé el apósito con sangre y se lo puse en el rostro al teniente que estaba dirigiendo el grupo. Luego de eso, todavía desnuda, por orden del teniente, dos infantes de marina por detrás, me tomaron los glúteos y se agacharon para mirar por el ano". Tal era la calidad moral de los marinos del almirante, los mismos que no trepidaron en violar mujeres para demostrar su poder y su lastimosa hombría, cubriendo sus rostros con pasamontañas y ocultando sus grados. En la Esmeralda, recuerda María Eliana, "había violencia las 24 horas del día, sacaban a los compañeros, los golpeaban, los torturaban, volvían morados y vomitando sangre. Cuando me trasladaron al Lebu estábamos separados de los compañeros quienes se encontraban en las bodegas. Nosotras estábamos en los camarotes y éramos tantas que no podíamos respirar, teníamos que dormir sentadas en el suelo. Nos daban de comer una sola vez al día, a las 9 de la mañana. Eran unos porotos que hasta gusanos tenían, una vez que reclamamos nos dijeron burlándose que para qué nos quejábamos si nos daban 'carne'". Pero la alimentación no era lo que más preocupaba a las prisioneras políticas, sino que el trato inhumano y cruel por parte de sus aprehensores, la mayoría jóvenes marinos. Aunque también las torturaban civiles y, como en el caso de María Eliana, carabineros. Ella había tenido el infortunio de haber sido detenida con ocasión de la retoma de la Universidad Católica en el puerto en los meses previos al golpe. Fue agredida por carabineros al mando de un teniente de apellido Pérez, sin embargo, logró defenderse y golpear a sus agresores.
Obviamente jamás pensó que el devenir político le enfrentaría una vez más al sádico teniente, esta vez a bordo de la motonave Lebu. Pero así fue, en una oportunidad -relata María Eliana- "me llevaron a un camarote que había sido habilitado como sala de interrogatorios y allí estaba este teniente que me comienza a manosear y a gritar diciendo: ¡defiéndete ahora, pos, huevona! Me corrió mano de una manera espantosa, fue más de una hora de sólo eso. Estaba vendada y humillada por lo que estaban haciendo, impotente ante lo que estaba pasando, ante los gritos espantosos que se escuchaban". Pero no era sólo en el barco que se torturaba y degradaba a centenares de porteños. También sucedía en otros centros de tortura de la Armada. Por la Academia de Guerra Naval, en el cerro Playa Ancha, pasó también María Eliana. "Allí estuve como cuatro semanas, me sacaban todas las noches para interrogarme, me golpeaban los oídos con las manos, me ponían corriente en la lengua, en la vagina. Nos sacaban para divertirse con nosotros, para abusar sexualmente. Fueron violaciones masivas. Al final una se desconecta, trata de subliminar lo que está pasando, pero es imposible de olvidar, de hecho, cuando ya me encontraba en la cárcel, hice una seria infección, con vómitos y fiebre. Me enviaron al Hospital Naval y ahí dijeron que era sólo un ataque de vesícula y me enviaron de vuelta a la cárcel. No obstante, era algo mucho más serio. Era gonorrea, y era imposible saber cómo y dónde la había contraído, ¿en la Esmeralda, en el Lebu, en la Academia? Lo único claro es que quedé con el endometrio total y absolutamente destruido".
ACADEMIA DE GUERRA NAVAL: CASA DEL HORROR
Y fueron millares las vidas destruidas física y sicológicamente en las casas del horror de la Armada en Valparaíso, El Belloto, Colliguay, Puchuncaví y Talcahuano. Por tales centros de detención y tortura pasó Humberto Arancibia, presidente del sindicato de trabajadores de Enadi, ex Compañía de Gas de Valparaíso. Fue detenido en Villa Alemana el 3 de octubre de 1973 en la noche. Fue trasladado por los infantes de marina que le detuvieron al cuartel Silva Palma en el puerto. Llegamos, recuerda Humberto, " a una sala grande repleta de gente, hombres y mujeres tirados en el suelo, muchos con el pelo cortado a bayonetazos. Un infante me preguntó por qué me encontraba ahí. Le respondí que no sabía, que simplemente era dirigente sindical. Exactamente, me dijo para preguntarme por otros dirigentes, para ver si habían robado o no". Los marinos, los militares, sabían perfectamente bien que nadie había robado nada, del mismo modo que sabían que nadie iba a atentar contra la integridad física de los miembros de las Fuerzas Armadas y sus familias como pretendieron hacer creer a través de la difusión de un absurdo Plan Zeta. Simplemente intentaban justificar lo injustificable: la represión, las masacres, la tortura, las violaciones.
Por ello, "alrededor de una hora después de haber llegado, continúa Humberto, me vendan, me ponen sobre la cabeza una capucha negra, me amarran las manos a la espalda y me sacan de la pieza. ¡Así que tú eres Carlos Nicolás! (administrador de la Compañía de Gas), me dicen mientras me dan un golpe en la boca del estómago. Perdí la respiración, me dan palos en la espalda, en las costillas, todo esto camino al interrogatorio. Siento que llegamos a una pieza, tomo aire: no, yo me llamo Humberto Arancibia alcanzo a decir. ¡Por qué no dijiste eso antes conche tu madre! Me gritan. Ahí me di cuenta lo que me esperaba, como iba a ser el tratamiento. En la sala de torturas me pegan con las manos abiertas en los oídos (teléfono), combos en el estómago, palos en las costillas. Todo el tiempo tenía las manos y los pies amarrados con alambre. En un momento pensé que me iban a colgar, pero en realidad lo que hicieron fue ponerme corriente. Esto se repitió muchas veces en medio de todo tipo de insultos".
Luego de una interminable noche de tormentos Arancibia fue trasladado al buque Lebu. "Parecía un barco pirata -señala Humberto- con hombres hacinados en las bodegas del barco. Estaban barbones, algunos con el pelo cortado a cuchillo, con abrigos, frazadas, sucios y hambrientos. A veces nos tiraban pedazos de pan y lo compartíamos entre todos. Lo mismo hacíamos cuando, por milagro, aparecía una naranja. La comíamos entre seis, hasta la cáscara nos comíamos. Más adelante nos daban fideos, masas de fideos más bien. También porotos llenos de gorgojos. Cada comida era vigilada por marinos armados. No todos comían sí, había un compañero de apellido Villarroel a quien mantenían en una jaula desnudo y nunca le daban de comer.
Los marinos nos obligaban a levantarnos a las seis o siete de la mañana. Subíamos a la plataforma del buque y nos manguereaban desnudos en el frío de la mañana. Está claro que no teníamos dónde hacer nuestras necesidades y, en algún momento, pusieron mitades de tambores de aceite -que llamaban 'chutes'- donde comenzamos a orinar y defecar".
En el Lebu se denigraba a la gente, se intentaba deshumanizar al supuesto enemigo, hombres y mujeres, sin importar la edad. También se interrogaba y torturaba. Los interrogatorios selectivos y más brutales se llevaban a efecto en la Academia de Guerra Naval. Allí fue llevado nuevamente Humberto. "Me dijeron que me había reído de ellos la primera vez, me pusieron un paño en la boca y me tiraron contra la muralla y comenzaron a golpearme. Perdí la noción del tiempo, del espacio, pensé que me iban a matar. El estar ahí, aunque no te torturan era igual, porque se sentían gritos, golpes, lamentos desgarradores de gente que se moría. Siempre se estaba en un estado emocional tenso, sabías que después te iba a tocar a ti, ibas a pasar por el mismo proceso. No se tenía ninguna esperanza, no sabías si ibas a salir vivo. Eran varios los que se habían intentado suicidar lanzándose por alguna de las ventanas del cuarto piso de la Academia o golpeándose contra unos pilares que había en la sala grande".
Llegaba a tal punto el pánico, la desesperación, la violencia contra gente indefensa, que no fueron pocos los que prefirieron morir a continuar soportando el horror de la tortura. Sin embargo, el almirante Arancibia insiste en que en los recintos navales jamás se torturó. Incluso en aquellos lugares donde no se interrogaba, imperaba un régimen de represión permanente y de castigos humillantes para los presos políticos. Tal es el caso del campo de concentración de Isla Riesco o Melinka, ubicado en Colligüay al interior de Valparaíso. Allí, cada vez que llegaba un nuevo grupo, se organizaba en la noche, cuando los prisioneros se encontraban encerrados en sus cabañas, un montaje de amedrentamiento. Se oían ráfagas de ametralladoras y fusiles automáticos, se explotaban minas del sector que rodeaba el campo, amén de gritos y carreras. Al día siguiente se informaba a los prisioneros que un grupo de "extremistas" había intentado rescatarlos durante la noche y que habían sido eliminados por la guardia del campo. Si sucedía nuevamente -advertían- lo primero a eliminar era el peligro interno, es decir, los presos.
TORTURAS A MARINOS DEMOCRÁTICOS
Además, se castigaba a muchos sumergiéndolos en pozos de excrementos y orina, a culatazos, hundiéndoseles en la basura u obligándoles a correr a latigazos. Eran los infantes de marina los que torturaban de esta manera. Y tenían experiencia, pues fueron los que iniciaron la práctica masiva y sistemática de la tortura en agosto de 1973 al detener y flagelar a un grupo de marinos constitucionalistas que denunciaron los intentos golpistas de la Armada. Antonio Ruiz, cabo segundo, mecánico electrónico con mención en control de fuego, fue uno de ellos. Antonio Ruiz recuerda vívidamente el día en que fue detenido, "fue el 7 de agosto de 1973 en Talcahuano. Oficiales de inteligencia me sacaron de la unidad para trasladarme al Fuerte Borgoño. Allí había un escuadrón de al menos doce cosacos esperándonos. Me obligaron a sacarme la ropa y comenzaron los golpes, comenzó el tratamiento de guerra. Pasamos a ser el enemigo. Para los infantes de marina era una práctica en vivo, fuimos sus conejillos de indias. El oficial que nos interrogaba, para que no se notaran los golpes, usaba guantes mojados. Nos metían en tambores de excrementos y orina; dos cosacos nos sujetaban de las piernas y nos hundían en los tambores hasta que no podíamos respirar. Era tal la desesperación ante la tortura y las amenazas que al final uno se rebelaba y encaraba al oficial gritándole: ¡mátame conche tu madre! A ellos no les importaba lo que uno decía o sentía; al contrario, perfeccionaban las técnicas de tortura día a día. Al poco tiempo ya no te sujetaban por las piernas, sino que habían instalado una roldana desde donde te lanzaban al tambor con excrementos. Nos tenían amarrados de pies y manos, nos amenazaban de muerte y hubo muchos simulacros de fusilamiento. Eramos como 50 los detenidos, pero finalmente quedamos menos de la mitad. Había gente de filiación azul (Asmar) y de filiación blanca, tanto de la dotación Escuela como de la Escuadra. Posteriormente fuimos derivados a la cárcel de Talcahuano en tránsito y, finalmente, a la cárcel de Concepción. Allí nos pilló el golpe, nos despertamos con los disparos, presentimos la muerte, Carabineros se hizo cargo del presidio y nos amenazó con que tendríamos que pagar. Se hizo un simulacro de fusilamiento y toda mi vida pasó delante de mí, muy rápido. Esperaba con los ojos cerrados la muerte. Afortunadamente no sucedió nada y, eventualmente, fuimos traslados a Valparaíso, pasando por el campo de concentración de Isla Riesco o Melinka, cuartel Silva Palma y la cárcel pública del puerto. Otros marinos democráticos fueron detenidos y torturados en el Fuerte Miller de la Infantería de Marina en Las Salinas, y en la Escuela de Ingeniería de Viña del Mar.
A 26 años del golpe de Estado iniciado en Valparaíso, el almirante Jorge Arancibia sigue negando que la Armada violó masivamente los derechos humanos. Entonces ¿por qué habría que creer en sus supuestas buenas intenciones al impulsar junto al gobierno una "mesa de diálogo" destinada -también supuestamente- a poner término al problema de los derechos humanos?
Ningún aparente gesto conciliatorio puede ocultar el hecho irrefutable de que el sacerdote obrero Michael Woodward fue asesinado en la Esmeralda, su Esmeralda, señor almirante
RESPONSABLES DE TORTURAS DE LA ARMADA
Vicealmirante. Adolfo Walbaum Wieber, Cdte. I Zona Naval
Vicealmirante. Pablo Weber Munnich, Cdte. en Jefe de la Escuadra
Contraalmirante Hugo Cabezas Videla, Jefe E.M. de la Armada
Capitán de Navío (CN) Sergio Huidobro Justiniano,
Cdte. Cuerpo Infantería de Marina (IM) C.N.
Guillermo Aldoney Hansen, Jefe EM. I Zona Naval
C.N. Marcos Ortiz Guttmann, subjefe EM.Armada
C.N. Carlos Borrowman Sanhueza, director Escuela Naval Arturo Prat
C.N. Raúl López Silva, director Academia de Guerra Naval
C.N. Homero Salinas Núñez, director Escuela de Ingeniería Naval
C.N. Arnt Arentsen Pettersen director Escuela del Cuerpo de IM
C.N. Jorge Sabugo Silva, Cdte. Buque Escuela Esmeralda
C.N. Hernán Sepúlveda Gore, Cdte. Destacamento IM "Miller" de Viña del Mar
C.N. Cristián Sloraker Pozo, Jefe EM de la Escuadra
C.N. Oscar Horlscher, Director Hospital Naval Almirante Nef
Capitán de Fragata (CF) Jorge Davanzo Cintolesi, Director Escuela de Armamentos
CF.Víctor Valverde Steinlen, director Escuela de Operaciones Navales
CF. Hernán Soto-Aguilar Cornejo, subdirector Escuela Cuerpo IM
CF. Jorge Valdés Romo, subdirector Escuela Naval Arturo Prat
CF. Patricio Villalobos, Cdte. Base Aeronaval de El Belloto
CF. Ernesto Huber Von Appen, Cdte.Aviación Naval
CF. Julio Vergara, Jefe Servicio de Inteligencia Naval, I Zona Naval
Cte. Santa Cruz IM, Cuartel Silva Palma, Valparaíso
Cap. Bunster, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Cap. Jaeger, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Cap. Koeller, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Cap. Acuña IM, Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Federico Stigman Servicio Inteligencia Naval
Tte. Luna, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Tapia, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Maldonado, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Alarcón, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Letelier, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Boetsch, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Schuster, IM Fuerte Borgoño, Base Naval de Talcahuano,
Tte. Luis Rebolledo IM, Motonave Lebu
Tte. Guillermo Morera IM (r) Motonave Lebu
Tte. Rafael Yussef ( r) Motonave Lebu
Tte. Rodriguez IM, Buque Escuela Esmeralda
Tte. Juan Gonzalez IM, Campo de Concentración de Isla Riesco
Suboficial Aguayo IM, Campo de Concentración de Isla Riesco
Cabo Soto IM, Campo de Concentración de Isla Riesco
Cabo Bustos IM, Campo de Concentración de Isla Riesco.
Reconstituyen escena por muerte de joven en base naval de Talcahuano en 1973
Fuente :agenciadenoticias.org, 28 de Mayo 2016
Categoría : Prensa
El ministro en visita para causas por violación a los derechos humanos de la Corte de Apelaciones de Concepción, Carlos Aldana Fuentes, participó este miércoles 25 de mayo, en la reconstitución de escena de la muerte del joven tomecino de 24 años, Ricardo Barra Martínez -obrero y militante el MIR-, quien falleció el 28 de septiembre de 1973, en el Fuerte Borgoño de la Base Naval de Talcahuano, luego de haber sido detenido en la comuna de Tomé.
“Debí asistir para presenciar y observar el desarrollo de esta diligencia que fue ordenada por la Corte y –a través del fiscal- hacer preguntas a los participantes, con la idea de aclarar algunas contradicciones en sus versiones”, indicó el ministro Aldana quien participó en la diligencia que fue dirigida por el fiscal naval Alejandro Henríquez Yévenes por efectuarse en un recinto militar.
En esta misma causa, dentro de la próxima semana, el alto magistrado interrogará en el penal de Punta de Peuco y en un recinto naval de Valparaíso a otros altos mandos de la Armada para obtener nuevos antecedentes.
“No se descarta que a raíz de todos estas indagaciones se efectúen nuevos procesamientos”, agregó el ministro Aldana.
Por esta causa se encuentran procesados el ex mayor de Carabineros Juan Humberto Utreras Chávez y al ex teniente de la Armada Omar Antonio Dapick Bitterlich, en calidad de autores materiales del delito de aplicación de tormentos con resultado de muerte; además, del capitán de Navío (r) y ex director de la Escuela de Grumetes de la Isla Quiriquina, Aníbal Octavio Aravena Miranda, como coautor inductor del delito y el marino Patricio Salamanca Marín como autor de homicidio simple.
Su cadáver fue inhumado en el Cementerio de Talcahuano. Su familia, que posteriormente lo exhumó, afirma que el cuerpo estaba violáceo en la espalda y orejas, y entero ensangrentado. Sin embargo, el certificado de defunción señala como causa de muerte “muerte súbita, infarto cardíaco”.
El acta de defunción señala como lugar de la muerte Aldea 3, que corresponde al destacamento de Infantería de Marina ubicado en el Fuerte Borgoño. La autopsia no fue practicada por instruccion de la autoridad militar, por lo tanto, no es posible establecer como causa la “muerte súbita” ya que este diagnóstico sólo puede realizarse si se ha constatado que ningún órgano está suficientemente dañado para producir la muerte, ni “infarto cardíaco” que es una causa de muerte que puede suponerse de cualquier víctima, pero que requeriría también la realización de una autopsia.
Por los testimonios recibidos; porque no se practicó autopsia; porque fue sindicado por la prensa de la época como un “peligroso extremista”; por la suerte corrida por las personas que fueron detenidas con él; y por los signos que presentaba su cuerpo, la Comisión se ha formado la convicción que Antonio Barra muere a consecuencia de las torturas a que lo sometieron agentes del Estado, en un acto de violación de los derechos humanos.
De acuerdo a los antecedentes recopilados en la investigación, en resolución del 14 de agosto de 2014, el cadáver de Barra Martínez “presentaba evidencias de golpes y quemaduras de cigarros, morada su piel y la camiseta que usaba, ensangrentada, estado físico que es el resultado de las torturas recibidas, tratamiento que es lo que es coherente con la forma de interrogar que tenían los miembros de Carabineros y las Fuerzas Armadas a los detenidos que se les atribuía actividades terroristas”, puntualizó.
Situación de Ricardo Barra
El 28 de septiembre de 1973 fallece en el Fuerte Borgoño Ricardo Antonio Barra Martínez, 24 años, obrero de FIAP Tomé y militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
Fue detenido el día anterior junto a Miguel Ángel Catalán Febrero, Tránsito del Carmen Cabrera Ortiz y Héctor Lepe Moraga, quienes posteriormente fueron sometidos a Consejo de Guerra y luego ejecutados bajo pretexto de una supuesta fuga. Sus aprehensores fueron carabineros de la Comisaría de Tomé, que los condujeron a ese cuartel policial.
Declaraciones de testigos señalan que allí fue interrogado y torturado, para luego ser trasladado en mal estado al Fuerte Borgoño, donde fallece, a consecuencia de las torturas, el día 28 de septiembre.
Informe pericial confirmó asesinato de dirigente sindical detenido tras el golpe militar
Fuente :Tribuna del Bío Bío, 29 de Mayo 2010
Categoría : Prensa
Casi 37 años debieron transcurrir para que finalmente los restos de Hugo Candia Nuñez, dirigente del Sindicato de Trabajadores de la empresa Sigdo Kopper, ejecutado político el 11 de octubre de 1973, pudieran ser enterrados en su sepultura definitiva. La ceremonia respectiva se realizó este domingo 30 de mayo, en la comuna de Hualqui, región del Bío Bío.
Hugo Candia, conocido como “Chayo” y su camarada Máximo Neira Salas, director y presidente del sindicato de Trabajadores de la empresa Sigdo Kopper, y militantes del MIR en el Cordón Industrial de Talcahuano, fueron detenidos tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973.
De lo ocurrido, supo su hermana Haydée, a fines de septiembre de ese año, cuando hasta su casa ubicada en Denavi Sur, en Talcahuano, llegó Néstor Ramírez Robles, quien se identificó como conscripto del Destacamento de Infantería de Marina, D.I.M., Aldea N’ 3 de Talcahuano, quien le informó que su hermano y Máximo Neira estaban detenidos en el Fuerte Borgoño en Talcahuano. Incluso le entregó una nota escrita por su hermano y un pañuelo ensangrentado, indicándole que Hugo Candia estaba siendo torturado.
Según lo que se ha podido a través de la investigación respectiva, la detención de ambos dirigentes fue practicada por el Servicio de Inteligencia de la Armada, Ancla Dos, de la Base Naval de Talcahuano, dirigido en aquella época por el Capitán de Corbeta Ari Acuña Figueroa. Dicho organismo, relata el abogado querellante Nelson González “había introducido agentes encubiertos en las organizaciones sindicales y sociales de Talcahuano, desde principios de 1973, lo que les posibilitó la detención de la mayoría de los dirigentes de la zona industrial de ese puerto en las primeras horas del golpe de estado, según consta en los procesos judiciales incoados por estos sucesos en contra de aquellos criminales”.
Candia y Neira permanecieron recluidos en el Fuerte Borgoño de la Base Naval, en las instalaciones del Destacamento de Infantería de Marina (DIM) Nº 3, Sargento Aldea, que estaba al mando del capitán de fragata Fernando Carrasco Herrera. “Específicamente los tenían en un recinto denominado "la Ciudadela", en donde fueron torturados salvajemente junto a un sinnúmero de otros presos políticos partidarios del depuesto Presidente Allende, para ser finalmente ejecutados ilegalmente el 11 de octubre de aquel mismo año, sin proceso judicial alguno ni derecho a defensa legal y publicitados destacadamente por la prensa local”.
Los cadáveres de Hugo Candia y Máximo Neira fueron entregados a sus familiares por el Jefe del Estado Mayor de la Base Naval de Talcahuano, capitán de fragata Víctor Hugo Henríquez Garat, en ataúdes rústicos fabricadas en los talleres del Departamento de Bienestar de la Armada, sin ninguna identificación y con la prohibición expresa de abrir dichos féretros.
Incluso, relata el abogado González, “una patrulla naval acompañó los restos mortales hasta el cementerio de Hualqui, en donde bajo su vigilancia fueron inhumados, permaneciendo las familias de ambas víctimas en la incertidumbre respecto de su identidad”.
Exhumación 34 años después
Recién el 26 de julio de 2007 y por instrucciones del ministro para causas de derechos humanos, Carlos Aldana, los restos de Hugo Candia fueron exhumados desde el cementerio de Hualqui.
Se buscaba con esta diligencia, realizar nuevas pericias a las osamentas para determinar la causa de muerte, pues los testimonios y versiones oficiales recogidas respecto del hecho, apuntaban a que Hugo Candia resultó muerto al intentar escapar.
Pero el cuerpo presentaba evidentes señales de tortura, pues aunque les entregaron la urna sellada, los familiares igual la abrieron y pudieron ver con horror que el cráneo estaba destrozado y que al cuerpo le faltaba un pie.
Luego de la exhumación, el ministro Aldana solicitó diversas pericias a los restos y otros elementos, resultado que recién le fue remitido el 25 de febrero de 2010.
De acuerdo a lo indicado en el informe, el certificado de defunción de Hugo Candia indica como causa de muerte “estallido parcial de la bóveda craneana izquierda, herida a bala transfixiante submentoneana y supra glótica”.
En el informe se indica que con un 99,995 por ciento de probabilidad los restos corresponden a Hugo Candia Nuñez.
En las conclusiones se señala que como lesiones correspondientes a la muerte “se observaron fracturas craneales, mandibulares y costales, que no presentan signos de reparación y que a excepción de la fractura costal, son lesiones traumática incompatibles con la vida y compatibles con trauma provocado por proyectil de arma de fuego”.
En consecuencia y basado en los antecedentes analizados, el informe concluye que la muerte de Hugo Candia se “produjo como consecuencia directa y proporcionada de las heridas por arma de fuego, siendo la causa del fallecimiento un shock traumático correspondiente a una muerte de etiología médico legal, violenta homicida”.
El documento es firmado por Rodrigo Retamal, antropólogo físico; Alejandra Didier, arqueóloga y Alejandro Jiménez, odontóloga forense.
Con la causa de muerte aclarada, la parte querellante solicitará el procesamiento de quienes resulten responsables de este homicidio, algunos de los cuales están claramente identificados.
Este sábado 29, el Servicio Médico Legal entregó los restos de Hugo a su hermana Haydee, los que fueron sepultados definitivamente esta vez, en el cementerio de Hualqui, en una ceremonia a la que asistieron familiares, amigos y compañeros de militancia de este joven dirigente sindical (tenía apenas 21 años cuando fue asesinado) que fue ejecutado tras el golpe militar de 1973.
Restos de mirista asesinado en 1973 en la Base Naval de Talcahuano fueron sepultados en Hualqui
Fuente :biobiochile.cl, 31 de Mayo 2010
Categoría : Prensa
En el Cementerio de Hualqui finalmente fueron sepultados los restos de Hugo Candia Nuñez, mirista asesinado en la Base Naval de Talcahuano en 1973. Sus familiares interpusieron una querella en contra de quienes resulten responsables de la muerte del ex trabajador de CAP, siendo 3 marinos de la central de inteligencia los principales sospechosos.
Tras años de espera y de incertidumbre, de no saber si los restos entregados en un rústico cajón herméticamente sellado y con la prohibición de ser abiertos correspondían efectivamente al joven luchador social -de sólo 19 años al momento de su muerte- por fin se pudieron realizar sus exequias, hasta donde llegaron familiares, amigos y compañeros del MIR.
Nancy, una de sus hermanas y quien hizo innumerables gestiones para que laboratorios extranjeros determinaran su ADN y causas de muerte, indicó que es un acto de justicia a la memoria de un valiente que se pueda cumplir con un funeral que por décadas les fue negado.
En la misma línea, Héctor Sandoval, dirigente de la Coordinadora de ex Presos Políticos, expresó que les da tranquilidad poder despedir a un amigo después de tantos años de espera, recordando las condiciones en que se entregó el cuerpo mutilado del joven mirista.
El Chayo, como era conocido el militante del MIR, fue asesinado junto a un amigo el 11 de octubre de 1973, en el Fuerte Borgoño, al interior de la Base Naval de Talcahuano, y tres marinos, quienes dejaron la Armada con altos rangos tras pertenecer a organismos represores de la institución, serían los autores del crimen.
Realizan reconstitución de escena por homicidio en 1973 en base naval de Talcahuano
Fuente :elclarin.cl, 27 de Mayo 2016
Categoría : Prensa
El ministro en visita para causas por violación a los derechos humanos de la Corte de Apelaciones de Concepción, Carlos Aldana Fuentes, participó hoy –miércoles 25 de mayo- en la reconstitución de escena de la muerte de Ricardo Barra Martínez, quien falleció el 28 de septiembre de 1973, en el Fuerte Borgoño de la Base Naval de Talcahuano, luego de haber sido detenido en la comuna de Tomé.
“Debí asistir para presenciar y observar el desarrollo de esta diligencia que fue ordenada por la Corte y –a través del fiscal- hacer preguntas a los participantes, con la idea de aclarar algunas contradicciones en sus versiones”, indicó el ministro Aldana quien asistió a la diligencia que fue dirigida por el fiscal naval Alejandro Henríquez Yévenes por efectuarse en un recinto militar.
En esta misma causa, dentro de la próxima semana, el alto magistrado interrogará en el penal de Punta de Peuco y en un recinto naval de Valparaíso a otros altos mandos de la Armada para obtener nuevos antecedentes.
“No se descarta que a raíz de todos estas indagaciones se efectúen nuevos procesamientos”, agregó el ministro Aldana.
Por esta causa se encuentran procesados el ex mayor de Carabineros Juan Humberto Utreras Chávez y al ex teniente de la Armada Omar Antonio Dapick Bitterlich, en calidad de autores materiales del delito de aplicación de tormentos con resultado de muerte; además, del capitán de Navío (r) y ex director de la Escuela de Grumetes de la Isla Quiriquina, Aníbal Octavio Aravena Miranda, como coautor inductor del delito y el marino Patricio Salamanca Marín como autor de homicidio simple.
De acuerdo a los antecedentes recopilados en la investigación, en resolución del 14 de agosto de 2014, el cadáver de Barra Martínez “presentaba evidencias de golpes y quemaduras de cigarros, morada su piel y la camiseta que usaba, ensangrentada, estado físico que es el resultado de las torturas recibidas, tratamiento que es lo que es coherente con la forma de interrogar que tenían los miembros de Carabineros y las Fuerzas Armadas a los detenidos que se les atribuía actividades terroristas”, puntualizó.