Alias:Puesto 5
Ubicación:Zenteno 45 Santiago Región Metropolitana
Rama:Ejército
Geolocalización: Google Maps Link
Descripción General
Categoría : Otra Información
En 1973, fueron llevados al Ministerio de Defensa (subterráneos), en calidad de detenidos funcionarios del gobierno del Presidente Salvador Allende y periodistas. Todos permanecieron allí por un período corto. Los detenidos eran conducidos a los subterráneos, lugar en que se les sometía a interrogatorios. Allí, los vendaban, algunos eran amarrados y debían permanecer todo el día tendido en el suelo.
Los presos politicos denunciaron que tuvieron que permanecer con las manos y piernas abiertas; otros estaban con las manos amarradas a sus espaldas, mientras los militares caminaban sobre ellos. Fueron obligados a estar de pie apoyando la punta de los dedos de las manos en la muralla, sin moverse, y recibían culatazos cuando se fatigaban. Sufrieron amenazas y simulacros de fusilamientos, golpes, vejaciones; las mujeres fueron obligadas a desnudarse.
Varios de los detenidos fueron llevados después al Estadio Nacional, al Estadio Chile, a la Escuela Militar o a algunos de los regimientos de la ciudad de Santiago (Blindado Nº 2, Tacna o Buin).
Fuentes de Información: Informe Valech; Diario La Nación; Memoriaviva
Ministerio de Defensa durante la dictadura militar: 1973 al 1990
Fuente :defensa.cl/historia;
Categoría : Otra Información
Ministerio de Defensa durante la dictadura militar
El 11 de septiembre de 1973 el Ministerio de Defensa se convirtió en el centro de coordinación de las acciones de los militares. Su nombre en clave era Puesto 5.
El enlace con los mandos de los sublevados se verificó en el Estado Mayor de la Defensa Nacional, en el piso 5 de Zenteno. Al mismo edificio, cerca de las 8:00 horas de ese día hizo su ingreso el ministro de Defensa del Presidente Allende, Orlando Letelier, siendo inmediatamente detenido y conducido al subterráneo y luego derivado al regimiento Tacna. Se convirtió así en el primer detenido del golpe militar.
Ese 11 de septiembre funcionarios y adherentes al gobierno del Presidente Allende fueron arrestados y detenidos en el subterráneo del ministerio, convirtiéndose en un centro de distribución de presos después de ser sometidos a interrogatorios y tortura. En lo que hoy son los estacionamientos estuvieron Alberto Bachelet, Adolfo Silva, Osvaldo Puccio (padre e hijo), Daniel Vergara, Fernando Flores, Edgardo Henríquez, Arturo Jirón, José y Jaime Tohá, Clodomiro Almeyda, Aníbal Palma, Patricio Guijón, Oscar Soto, Marco Colodro, Jorge Tapia, Sergio Bitar, Verónica Ahumada, Cecilia Tormo, Carlos Jorquera, Carlos Briones, Ignacio Lagno, Alfredo Joignant, Benjamín Teplizky, Danilo Bartulín, Francisco Javier Hurtado, Vlademir Arellano, Ernesto Espinoza, Hernán Soto, Orlando Budnevich, Erick Schnacke, René Flores, Hernán Asley, Ernesto Orellana, Rolando Calderón.
El ministro de Defensa, José Antonio Gómez, fue llevado desde la Penitenciaría, esposado, a un interrogatorio al Ministerio de Defensa. Durante la dictadura, 1973-1990, el ministerio se mantuvo igual hasta diciembre de 1989, año en que se transformó en el edificio de las Fuerzas Armadas, hasta donde se trasladaron los comandantes en Jefe de las instituciones de la Defensa, quienes se ubicaron en diferentes pisos del edificio.
El general Pinochet, desde los inicios hasta el golpe militar, ocupó el piso 4, que en la actualidad alberga al gabinete del ministro . En aquella época el ministerio fue trasladado al Edificio UNCTAD III, construido entre junio de 1971 y abril de 1972, durante el gobierno de Salvador Allende, en un tiempo record de 275 días, especialmente para servir de sede de la Tercera Conferencia Mundial de Desarrollo y Comercio de las Naciones Unidas (UNCTAD III). Tras el golpe militar, fue rebautizado como edificio Diego Portales mediante el Decreto Ley 190 el 14 de diciembre de 1973, el cual fue destinado para el funcionamiento de la Junta de Gobierno y de los Ministerios y Servicios Públicos que ella determinara.
Los días de persecución y tortura de Ángela Jeria
Fuente :Ciperchile.cl, 2 de Julio 2020
Categoría : Prensa
Ángela Jeria fue de ideas propias y carácter fuerte. Rompiendo el perfil de la esposa de un militar, a principios de los 70 entró a Antropología en el Pedagógico, un bastión de izquierda y en plena UP. Venía de una familia laica, con padre masón y parientes radicales, lo que influyó en su esposo, el general FACH Alberto Bachelet. Conoció a Salvador Allende, lo apoyó y estuvo de acuerdo con que su marido asumiera un cargo de alta exposición en el gobierno de la Unidad Popular. Luego del golpe, muchos en la Fuerza Aérea la culparon de la suerte que corrió el general, pese a que él falleció como preso político a manos de sus compañeros de armas. Fue detenida y torturada junto a su hija, la ex Presidenta Michelle Bachelet, en Villa Grimaldi. Hasta 1979 tuvo prohibición de ingresar al país. En los 80 se involucró en la defensa de los derechos humanos y fue el gran apoyo para que la futura gobernante mantuviera su compromiso político. Aquí, parte de su historia narrada en dos capítulos del libro Bachelet. La historia no oficial, de Andrea Insunza y Javier Ortega, investigadores del Centro de Investigación y Proyectos Periodísticos (CIP) de la Universidad Diego Portales.
El Mundo a Pedazos
Cuando el general Alberto Bachelet llega a recogerla a la Facultad de Medicina, la tarde del 12 de septiembre, Michelle tiene la sensacio´n de que su mundo se cae a pedazos. Allende esta´ muerto, la junta militar controla el pai´s y la vi´a chilena al socialismo —con la que ella tanto se identifico´— esta´ tan liquidada como suspendidas las libertades democra´ticas. (1)
Su padre, hasta ayer un general de reconocido liderazgo en la FACH, ya no es parte de la institucio´n a la que pertenecio´ desde los 16 an~os. Acusado de «allendista», es mirado ahora como un paria por las nuevas autoridades y hasta por compan~eros de armas de toda la vida. El propio Alberto Bachelet y su esposa palpan este ambiente hostil en la villa militar donde viven. De ahi´ que su idea es mudarse cuanto antes de domicilio. (2)
Al llegar a su casa de Las Condes, Michelle y su padre se encuentran con que el domicilio acaba de ser allanado por personal militar. Sin perder la calma, A´ngela les explica que todo se debio´ al enojo de efectivos de la Escuela Militar por un incidente minu´sculo. Su sobrina Carmen Neumann paseaba por el vecindario cuando fue piropeada por un grupo de cadetes a bordo de dos buses militares. La muchacha respondio´ con palabras de desprecio. So´lo eso basto´ para que detuvieran los buses e irrumpieran en la casa, saltando la reja de acceso. Los efectivos revisaron el inmueble sin escuchar las protestas de A´ngela, quien les advirtio´ que su esposo era el general Bachelet. Luego, se marcharon.
Una hora ma´s tarde el personal militar regresa para una nueva inspeccio´n. El nuevo allanamiento se realiza bajo la mirada impotente del general Bachelet y su sorprendida hija. Al jefe de familia le queda claro que su nombre ya no es un aval de seguridad para los suyos.
Una vez que la calma retorna al hogar, la familia puede reunirse en el living, para compartir sus vivencias del di´a anterior. Juntos, tratan de digerir todo lo ocurrido, de darse a´nimo y aventurar escenarios algo ma´s tranquilizadores.
En la charla se menciona el rumor de que el general Carlos Prats marcha desde el sur, al mando de una columna de efectivos leales al gobierno. La versio´n, muy extendida a esas horas entre algunos partidarios de Allende, resulta falsa: todas las ramas castrenses se han alineado con el golpe, incluyendo a Carabineros. (3) La premisa ba´sica de los planes de defensa de la UP —que algunas unidades defenderi´an al gobierno constitucional— ha probado ser un error de apreciacio´n tan grande como la derrota misma.
Perfecto ejemplo de la debacle es el PS. La colectividad de Salvador Allende ha quedado desarticulada el mismo di´a del golpe y sus ma´ximos dirigentes esta´n detenidos o son intensamente buscados. Para los militares, la presa mayor es el secretario general, Carlos Altamirano, quien desde la man~ana del 11 se oculta en una casa de seguridad, en algu´n lugar del sur de Santiago. (4) Para la confundida militancia, salvo replegarse y esperar no hay instrucciones claras sobre que´ hacer en el nuevo escenario.
Horas despue´s de que Michelle abandona el campus, soldados de la FACH irrumpen en el plantel y sacan a sus ocupantes con las manos en alto. Profesores, estudiantes y funcionarios son llevados a una cancha de fu´tbol vecina, donde un camio´n con altavoces comienza a llamar por su nombre a los dirigentes ma´s buscados. La escena se repite a lo largo del pai´s durante varios di´as. En menos de una semana, los detenidos sumara´n miles. (5)
Como diputado y uno de los dirigentes ma´s destacados de su colectividad, Carlos Lorca sabe que esta´ entre los que corren peligro. La man~ana del 11, al captar la gravedad del alzamiento, ordena desocupar la sede de la JS y, de acuerdo a un plan preestablecido, trasladarse a la Escuela de Artes Gra´ficas de San Miguel. Hasta ahi´ llegan dirigentes y amigos, como Jaime Lo´pez, Mario Felmer y Luis Lorca, adema´s de figuras ma´s jo´venes como Camilo Escalona y Ricardo Solari. Con una amarga impotencia, el grupo ve desde los techos el bombardeo a La Moneda. (6) Cuando los helico´pteros empiezan a sobrevolar la escuela, alguien da la orden de dispersarse y buscar refugio en las poblaciones del sur de Santiago. Una de ellas, La Legua, es uno de los pocos lugares del pai´s donde los partidarios de Allende ofrecen una fe´rrea resistencia antes del repliegue.
Un par de di´as despue´s, los miembros del comite´ central de la JS que au´n esta´n a salvo son convocados por Carlos Lorca a un encuentro clandestino, en un inmueble de la ce´ntrica calle San Francisco. A la cita concurren Mario Felmer, Luis Lorca y Jaime Lo´pez, entre otros. Luego de informarles que la direccio´n de Carlos Altamirano ha sido completamente desmembrada, Lorca les plantea disolver la JS e intregrarse de manera urgente a la nueva direccio´n clandestina, que e´l encabezara´ con el dirigente sindical Exequiel Ponce y el contador Ricardo Lagos Salinas.
Integrar la cu´pula de relevo es en extremo arriesgado. El aparato represor de la junta militar se ha impuesto como una de sus prioridades golpear al PS, que debe implementar, a la carrera, una estructura de seguridad ba´sica para la supervivencia de su nueva directiva.
A pesar de los riesgos y de un temor de piel que casi todos se esfuerzan por disimular, los convocados aceptan. Convencerse de que ya son hombres muertos sera´, para algunos, la mejor forma de funcionar en adelante.
***
Michelle no esta´ entre los asistentes al encuentro de calle San Francisco. Si bien ha trabajado estrechamente con Lorca y su nu´cleo, no es una dirigente de primera li´nea en la JS. Adema´s, la gran inquietud de la joven es la situacio´n de su familia. En los di´as inmediatos al golpe la residencia de Las Condes es vigilada por el Eje´rcito.
El 14 de septiembre, un automo´vil se estaciona cerca de su domicilio. Al poco rato, un general vecino llega a golpear la puerta.
—Quieren hablar con Beto —le dice a A´ngela Jeria—. Vengo yo para que esto no sea tan violento.
El general Bachelet es sacado de su hogar y llevado al Ministerio de Defensa por personal de la FACH, en calidad de detenido. Su esposa decide acompan~arlo. El general esta´ seguro de que todo se trata de un malentendido y que lo ma´s probable es que podra´ regresar a su casa ese mismo di´a.
En el Ministerio de Defensa, Bachelet se informa de los cargos que se le imputan, de boca del fiscal de Aviacio´n Cristia´n Rodri´guez: reuniones de tinte conspirativas con poli´ticos de izquierda y entregar informacio´n reservada de la institucio´n. (8) Posteriormente es trasladado a la Base Ae´rea de Colina. Junto a e´l van el comandante Ernesto Galaz y el coronel Rolando Miranda, acusados de cargos similares. Ninguno regresara´ a su casa ni esa noche ni en las siguientes.
Michelle se entera de la detencio´n de su padre en la universidad, donde se han reanudado las clases. Inmediatamente, junto a su mama´ inician la tarea de saber do´nde y por que´ esta´ detenido. A´ngela peregrina por los despachos de varios generales de la FACH, algunos conocidos de la familia. Pero se enfrenta con evasivas o excusas para no ser recibida. Para las viejas amistadas del jefe de la familia, incluso entre algunos amigos de an~os, el apellido Bachelet se ha transformado en algo inco´modo y peligroso.
So´lo un consultado, el general Manuel Antonio Peralta, responde los llamados telefo´nicos de A´ngela. Sin identificarse, le dice que su marido sigue detenido, pero que se encuentra bien.
Ayudadas por Carmen Neumann, A´ngela y su hija se preocupan de «borrar» de su departamento cualquier vestigio que delate la militancia de Michelle o que pueda convertirse en excusa para comprometer a su esposo. Queman afiches alusivos a la izquierda, cancioneros, libros y otros papeles.
Michelle cambia su apariencia. Se viste ma´s formal, reemplaza los blue jeans que tanto le gustan por faldas de corte tradicional. En el fondo de un bau´l queda la camiseta verde oliva de las JS.
La joven prefiere quedarse en el departamento. Cuando su madre camina por la villa militar en la que viven siente la mirada reprobatoria de algunos vecinos y debe contenerse cuando algunos nin~os gritan que «van a matar al comunista Bachelet».
En una ocasio´n en que A´ngela va a saludar a la esposa de un militar, un pariente suyo que vive cerca, se topa en la calle con algunas vecinas.
—¿Y tu´ ya no saludas? —la detienen.
—No tengo ganas de hablar cuando en este pai´s esta´n matando gente como locos.
—Si no se hiciera esto nos matari´an a nosotros.
Una semana despue´s del golpe, Michelle y A´ngela pueden por fin cambiarse de domicilio.La nueva residencia es un departamento que la familia posee en otro condominio militar, un complejo de edificios ubicado en Ame´rico Vespucio con Apoquindo. (9)
A pesar de que su esposo au´n esta´ detenido y no hay noticias sobre su paradero, A´ngela desafi´a al alto mando de la FACH con un gesto: solicita un camio´n de la institucio´n para el traslado. Para su sorpresa, el vehi´culo llega.
Pero el recibimiento en el nuevo domicilio no es grato. Al percatarse de que hay una mudanza, una vecina pregunta quie´nes son los recie´n llegados. Cuando le responden que se trata de la familia del general Alberto Bachelet, la mujer se indigna.
—¡Ese comunista! Voy a ir a avisar… Esa gente no puede vivir aqui´.Voy a avisar altiro a la Escuela Militar.
La persecucio´n tambie´n afecta a otros miembros del ci´rculo familiar. Antes del cambio de casa, A´ngela pidio´ guardar algunos muebles en la residencia de una hermana mayor,Alicia Jeria, pues en el departamento de Ame´rico Vespucio no habi´a espacio. Alicia, viuda del historiador Francisco Galdames, vive en una casa ubicada en Pocuro con Amapolas. No tuvo problemas en recibir los enseres.
A los pocos di´as, cerca de las cinco de la tarde, cuatro militares y un civil llegan hasta la casa de Pocuro. El civil se identifica como oficial de la Dina. Tiene un brazo enyesado, pero es directo y brutalmente ejecutivo. Le dice a Alicia que en su casa hay armas, que viene a allanar, que no tiene por que´ dar mayores explicaciones. Adentro, los efectivos desordenan muebles, rajan colchones y almohadas con sus bayonetas. Una de las hijas de la duen~a de casa alcanza a decirle a un hermano adolescente que esconda un afiche de Fidel Castro que tiene pegado en su pieza.
Cuando dan con el garage en que esta´n guardadas las pertenencias de los Bachelet-Jeria, Alicia discute con el agente de la Dina. Esto esta´ llegando demasiado lejos, le grita.
—¡Ca´llese, sen~ora! ¡Siga descontrolada y la detengo! —responde el civil.
Di´as ma´s tarde,Alicia Jeria es citada a declarar a la Escuela Militar, donde la interrogan por largas horas. Los militares quieren informacio´n sobre las supuestas actividades poli´ticas del general Bachelet. En un momento la amenazan: si no colabora se asegurara´n de que no siga haciendo clases como profesora de Educacio´n Ci´vica. Pero la mujer insiste en que no tiene idea de lo que le preguntan.
Exclusivo: Fuerzas Armadas homenajearon al secuestrador del mítico boina negra y ex GAP Mario Melo (y luego lo eliminaron de sus redes)
Fuente :elciudadano.cl, 29 de Noviembre 2022
Categoría : Prensa
Una publicación eliminada de la cuenta de Twitter del Ejército de Chile mostró un homenaje que la institución hizo al Coronel (R) José Quinteros Masdeu con motivo de su fallecimiento. El uniformado homenajeado no solo fue procesado y acusado en calidad de autor por la desaparición del ex boina negra Mario Melo, sino que tuvo una participación protagónica en el Golpe de Estado de 1973.
El pasado lunes 21 de noviembre falleció José Antonio Quinteros Masdeu, Coronel del Ejército acusado de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura cívico-militar. El uniformado fue despedido con honores por parte de sus compañeros de armas, como evidenció una publicación eliminada de la cuenta institucional del Ejército de Chile.
«Con honores fúnebres por parte del Ejército de Chile se despide al Coronel (R) José Quinteros Masdeu (Q.D.P.E), ex director de la Escuela Militar y quien formara parte de la especialidad de Comandos», dice el tweet que más tarde sería borrado por la institución.
No es el primer homenaje que las Fuerzas Armadas rinden a José Quinteros Masdeu: en junio de este año, una sala de la biblioteca de la Escuela Militar fue nombrada en honor del retirado coronel, en un acto que contó con la presencia de su familia y de otros miembros del Ejército.
«Él formó a más de mil alumnos acá en la escuela, y eso obviamente que nos llena de orgullo (…) él va a estar muy orgulloso y de alguna manera representa lo que el Ejército hoy día es y lo que ha sido gracias al trabajo de todas estas personas que nos han antecedido y han entregado todo por este Ejército y por este país», declaró en ese entonces el hijo del militar.
La desaparición de Mario Melo
En noviembre de 2018, un fallo dictado por el ministro en visita Mario Carroza acusó en calidad de autor a Quinteros Masdeu en el secuestro de Mario Melo Pradenas, militante socialista que fue parte del dispositivo de seguridad del presidente Salvador Allende.
Según los testimonios de familiares y testigos de los hechos, Mario Ramiro Melo Pradenas fue detenido en la madrugada del 29 de septiembre de 1973 por una patrulla de la Fuerza Aérea de Chile (FACH), en un departamento del centro de Santiago perteneciente a Olga Ávila, amiga del afectado, que también fue aprehendida y llevada hasta las dependencias del Ministerio de Defensa. Si bien Ávila fue dejada en libertad pocas horas después, Mario Melo no volvió a ser visto con vida.
Años más tarde, en 19755, el primo de Melo, Miguel Enrique Toro Melo, también fue detenido por agentes de la DINA y trasladado a Villa Grimaldi. Allí fue interrogado por un agente de inteligencia que le reveló el destino de su primo:
«Me señaló que tenía dos opciones, una era actuar como mi primo Hernán González Osorio, quien había aparecido colaborando con la DINA, o la otra era actuar como mi primo Mario Melo Pradenas, ‘a quien matamos apenas lo detuvimos, en Peldehue’. Ésta era la primera información que tenía de Mario».
Toro también relató que, tras el interrogatorio, una persona le señaló que había tenido suerte, porque a ese lugar entraba mucha gente «pero no salía toda».
«En seguida me habló de Mario, diciéndome que mi primo había tenido una muerte ‘horrorosa’ y que no ganaba nada en no contestar lo que me preguntaban de él porque ya estaba muerto y no lo podía ayudar», agregó Toro.
Francisco Bustos, abogado del estudio jurídico que lleva la causa de Mario Melo y otras víctimas de la dictadura, agrega un par de detalles respecto a la desaparición del ex boina negra:
«Respecto de Mario Melo y otras víctimas, todos ellos formaban parte de un grupo de ex paracaidistas que fueron detenidos por sus ex compañeros de armas. Ellos fueron llevados a la Escuela de Paracaidistas y Fuerzas Especiales que estaba en Peldehue y, al margen de todo procedimiento y consejo de guerra, lo que se pudo probar es que Melo fue detenido y hasta el día de hoy se desconoce su paradero», declaró el abogado a El Ciudadano.
«Todas estas personas que tenían grado de oficial tuvieron conocimiento de lo que pasó y participaron en estos crímenes», añadió.
El rol de José Quinteros Masdeu en el Golpe de Estado
José Quinteros Masdeu no solo fue el autor de la desaparición forzosa del ex boina negra, sino que también participó en el asalto al Palacio de La Moneda durante el Golpe de Estado de 1973. Según se acreditó en el expediente Rol N°1032-73 de la Primera Fiscalía Militar de Santiago, el uniformado formó parte del grupo que logró romper la resistencia del Gobierno en el palacio.
«Ante la resistencia que todavía existía desde el segundo piso por quienes se quedaron desobedeciendo la orden de Allende, (el capitán René) Cardemil comenzó a lanzar granadas de mano hacia arriba mientras subía. Al llegar al último peldaño, había vaciado dos cargadores de su fusil de asalto SIG», se lee en la crónica escrita por el periodista Jorge Escalante, construida en base a la investigación realizada por la Fiscalía.
«Inmediatamente después subieron el general Javier Palacios, su ayudante el teniente coronel de la Escuela de Paracaidistas, José Quinteros Masdeu, el teniente coronel Iván de la Fuente Sáez, los tenientes de la Escuela de Infantería Juan Carlos Salgado Brocal, Armando Fernández Larios y Jorge Moya Domínguez y el subteniente Eduardo Aldunate Hermann. El grupo de oficiales continuó arrojando granadas de mano y agotando los cargadores de sus SIG hacia el segundo piso mientras ascendían», agrega.
Actualmente, los familiares de Mario Melo y otras víctimas del episodio Peldehue-Boinas Negras siguen esperando la sentencia que acreditará, fuera de toda duda, la culpabilidad de los acusados en la desaparición y asesinato de sus seres queridos. Francisco Bustos señala que el fallo debería ser publicado en los siguientes días.
«El juicio continúa respecto de varios de los agentes, todavía esperamos las sentencias. Aunque este agente (Quinteros Masdeu) va a ser sobreseído porque la responsabilidad se extingue por la muerte, me parece que al menos históricamente está probado el rol que tuvieron todas estas personas en la represión de sus antiguos compañeros de armas», señala.
Manuel Cabieses : Mi familia y algunos amigos del MIR me habían dado por detenido desaparecido
Fuente :latercera.com, 2023
Categoría : Prensa
El periodista y militante del MIR tenía 40 años para el Golpe de Estado. Desde la azotea del diario Noticias de Última Hora vio los aviones de la Fach bombardear La Moneda. Pese a que su nombre figuraba en el Bando N° 10 de los más buscados, dice que no pudo evitar seguir su vocación de periodista y, en contra de todas las medidas de seguridad, fue a ver cómo había quedado el palacio de gobierno tras el ataque. Ese día, el 13 de septiembre de 1973, fue detenido en la calle.
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El día del Golpe yo estaba en mi trabajo. Era redactor del diario Noticias de Última Hora, un vespertino que entonces era propiedad del Partido Socialista. Mi mujer, Flora Martínez, era enfermera y trabajaba en el consultorio Maruri, por lo que ya se había ido a su pega, y mis hijos ya estaban en el colegio, porque a primera hora de la mañana, aunque se rumoreaba con el alzamiento de la Marina en Valparaíso, en Santiago aún había una cierta normalidad. Lo único que vi esa mañana, durante el trayecto en bus hasta mi trabajo en el centro, fue a un carabinero acelerado en la calle, con el revólver en la mano. Eso ya era insólito.
Muchos creíamos, en ese entonces, que podía venir un Golpe de Estado, pero en verdad no sabíamos lo que era un Golpe. Inútilmente, los compañeros y compañeras exiliados argentinos, uruguayos, brasileños, nos habían hablado de lo que era, sus propias experiencias, la brutalidad que significaba un Golpe de Estado, pero a nosotros nos entraba por un oído y nos salía por el otro. No lo asimilábamos.
Fruto de esa ignorancia, estaba trabajando en una edición especial, llamando al pueblo a luchar, a defender a su gobierno constitucional. A media mañana supimos que la imprenta Horizonte, que era de propiedad del Partido Comunista y donde nosotros imprimíamos, estaba ocupada por militares, así que no íbamos a poder editar nada.
Como era presidente del sindicato me convertí en una especie de autoridad dentro del diario en medio de la crisis total. Lo primero que les dije a los funcionarios fue que se fueran a sus casas. Desde la azotea del edificio del diario, que estaba en la calle Tenderini, habíamos visto el bombardeo de La Moneda.
"Mi familia y algunos amigos del MIR me habían dado por detenido desaparecido".
Para la gente de mi generación vivir eso fue, cómo lo explico… una cosa, como increíble. Aunque anticipábamos un posible Golpe, existía una mística, una forma de pensar que hacía imposible de creer que los aviones de la Fuerza Aérea de Chile estuvieran bombardeando el Palacio de La Moneda con el Presidente adentro, con un grupo de gente adentro defendiéndose. Era una escena que no podía ser.
En ese momento cada uno se fue para su lado. Yo me fui para mi casa, que estaba sola en esos momentos. No me había preparado.
En el MIR, donde militaba, existía un plan, algunas indicaciones. Había una alerta determinada, que se llamaba “Alerta Libro”, y que significaba Golpe. Tú tenías que irte a una casa de seguridad, no vinculada familiar ni políticamente. Pero yo, como buen periodista, en el buen sentido, no había hecho nada en ese aspecto. Afortunadamente, por esas cosas impensadas, pero propias de esta situación que trato de describir, se comunicó conmigo mi cuñado, Hugo Martínez, quien por ese entonces era comerciante de cierto nivel y estaba comprometido con el Golpe. Él participaba en las tareas golpistas que realizaban los comerciantes, que fueron muy activos en la contrarrevolución. En esas cosas tan sinceras, me ofreció que me fuera a su casa. Yo vivía en Providencia, cerca de Bilbao; él vivía a una cierta distancia, serían unas 20 cuadras, en el barrio alto, cerca de la casa del Presidente Allende, en Tomás Moro, pero me fui caminando.
Fue uno de los episodios más tristes de mi vida. Iba caminando y en el barrio alto la gente andaba de parranda, celebrando, con asados en los jardines, champaña, esas cosas. No en todas las casas, pero sí en muchas. O al menos con música marcial, canciones militares a todo forro. Para un tipo como yo, que iba buscando salvar la vida, era muy triste ver que había tanta gente que aplaudía y estaba feliz.
Estuve un par de días en la casa de mi cuñado. Pero él tenía niños chicos y su mujer estaba muy nerviosa. Me logré contactar con el MIR y al par de días, apenas se redujo el toque de queda, que al comienzo duraba todo el día, me pasaron a buscar a un lugar cercano, José Carrasco, periodista, mi jefe en la sección del MIR en la que militaba, y Patricio Biedma, un sociólogo muy prestigiado, argentino de nombre, pero chileno por naturaleza, con esposa e hijos chilenos. Los dos fueron muertos después (Carrasco fue asesinado en el caso degollados y Biedma detenido y luego desaparecido en Buenos Aires en 1976).
Lo que sabíamos en esos momentos era relativamente poco. Sabía que había muerto Allende, pero no era mucho más lo que sabía. Por mi cuñado supe que Frei Montalva había ido a la Escuela Militar a hablar con los jefes golpistas y lo habían tratado tan mal, que incluso le quitaron el auto oficial que tenía hasta ese momento como presidente del Senado y lo habían mandado para la casa en un taxi. La información era transmitida principalmente por los aparatos de comunicación golpista, con la ayuda, sin duda, de muchos periodistas, porque muchos colaboraron y denunciaron a periodistas de izquierda. Además, mientras estuve en la casa de mi cuñado, aunque quería sintonizar radios extranjeras para saber lo que estaba pasando, eso era tensionar más las cosas, así que no lo hice.
Había gente que había sido llamada a entregarse por los bandos. Los que no se habían entregado o militantes que habían pasado a la clandestinidad, muchos pasaron miedo de verdad, eso de escuchar frenar un auto frente a la casa y sentir un terror enorme. Pero para ser fiel a la realidad, también había una gran masa de chilenos que estaba indiferente a lo que estaba ocurriendo.
Recuerdo lo que me contaba el sacerdote Rafael Maroto, un cura militante del MIR, que en ese entonces trabajaba como cura obrero en las excavaciones del Metro, y que me decía que lo que más le había llamado la atención era que cuando se levantó el toque de queda y volvieron al trabajo, la mayoría de sus compañeros no quería hablar sobre el tema.
No se puede absolutizar nada. No es cierto que todo el mundo andaba muerto de miedo, ni que todo el mundo luchó contra la dictadura. No es como en las películas, en que hay buenos y malos, es mucho más complejo. Mientras al poniente de Santiago pobladores recogían cadáveres en la ribera del Mapocho a los que enviaban al Instituto Médico Legal o trataban de dar sepultura, el país seguía en la “normalidad”. Las instituciones funcionaban y las oficinas volvían a atender público.
***
Apenas me pasó a buscar el Pepe Carrasco, el “Pepone”, por nuestra alma de periodista decidimos ir a ver La Moneda, ver cómo había quedado tras el bombardeo. Una burrada. Nos metimos por la calle Santa Lucía rodeando el cerro, camino a La Moneda, cuando nos topamos con un control policial. Los carabineros con fusiles habían detenido los autos y obligaban a la gente a bajarse e identificarse, revisaban los vehículos. Nosotros también tuvimos que bajarnos y alguien que había sabido del Bando 10 me reconoció y me delató. Los carabineros, que eran de una comisaría de tránsito cercana, estaban felices, porque hasta ese momento no habían agarrado a nadie de cierta connotación.
"Desde la azotea del edificio del diario, que estaba en la calle Tenderini, habíamos visto el bombardeo de La Moneda. Para la gente de mi generación vivir eso fue, cómo lo explico… una cosa, como increíble. Aunque anticipábamos un posible Golpe, existía una mística, una forma de pensar que hacía imposible de creer que los aviones de la Fuerza Aérea de Chile estuvieran bombardeando el Palacio de La Moneda con el Presidente adentro, con un grupo de gente adentro defendiéndose. Era una escena que no podía ser". FOTO: ARCHIVO HISTÓRICO/COPESA
Me llevaron manos arriba, apuntado por fusiles, hasta la comisaría. Ahí ocurrió una cosa muy curiosa, porque el teniente a cargo de la comisaría avisó al Ministerio de Defensa que me tenían detenido. Desde allá mandaron un jeep con una patrulla militar a buscarme. Y este teniente plantó cara a los militares y exigió que tenían que dejar constancia de que yo había caído preso, con mi nombre, todos mis datos, todos esos formalismos que creo me salvaron la vida. Porque al menos había registro de mí. Ese gesto lo agradezco. Al igual que otro hecho que el mismo teniente de Carabineros realizó tiempo después, cuando él fue al Estadio Nacional, donde yo estaba preso, y al verme, me hizo una seña o me saludó.
Desde la comisaría me llevaron al Ministerio de Defensa tirado en el jeep, con un fusil en la nuca todo el tiempo. Al llegar al ministerio recuerdo que justo venían saliendo, dando grandes risotadas, el presidente del gremio de los camioneros, Américo Vilarín, y el presidente de los Comerciantes, Rafael Cumsille.
Andaba con una bufanda y me la pusieron como venda en los ojos, me hicieron caminar a ciegas hacia el hueco del ascensor y me hacían pisar al vacío, amenazándome que me iban a tirar. Me empujaban y a último momento me retenían. En otra ocasión, me amarraron de los pies y me colgaron desde una ventana del Ministerio de Defensa que da a una calle lateral, diciéndome que me iban a lanzar.
No sabían de qué interrogarme, lo único que me preguntaban era dónde estaba escondido Carlos Altamirano, el secretario general del Partido Socialista, algo de lo que yo no tenía idea, ni tenía por qué saber. Ese era el despelote que se vivía en la etapa inicial del Golpe.
Después me llevaron al Estadio Chile (hoy Víctor Jara), siempre vendado. En un basural, al lado del estadio, me hicieron un simulacro de fusilamiento. Me lo creí, porque ya había informaciones entre los presos de que estaban matando gente en basurales y en la ribera del río Mapocho.
En un momento, mientras me llevaban a uno de los camarines del estadio que usaron como calabozos, vi cómo civiles de Patria Libertad, con brazaletes que los identificaban y fusiles, estaban pegándole en el suelo a Litre Quiroga, un comunista que era director de Prisiones. Le estaban sacando la mugre. Litre murió ahí en el suelo. Yo tuve que pasar por el lado sin poder hacer nada. En el camarín me encontré con Jorge Godoy, quien había sido ministro del Trabajo, estaba sangrando de la cabeza por los golpes que había recibido. A él lo expulsaron después del PC por haber hecho un llamado a los trabajadores a no resistir el Golpe, pero lo hizo obligado y bajo amenaza de que lo iban a matar.
Durante varios días no tuve contacto con mi familia, incluso, entre mi familia y algunos amigos del MIR me habían dado por detenido desaparecido. Pasaron casi 20 días hasta que se supo que estaba en el Estadio Nacional.
"Durante varios días no tuve contacto con mi familia, incluso, entre mi familia y algunos amigos del MIR me habían dado por detenido desaparecido. Pasaron casi 20 días hasta que se supo que estaba en el Estadio Nacional". FOTO: ARCHIVO HISTÓRICO/COPESA.
Al Estadio Nacional me trasladaron en un camión frigorífico para pescado, de propiedad de Ricardo Claro. Recuerdo que al momento de llevarme al camión pude ver a Víctor Jara, a quien mataron poco después. Nunca lo olvidaré, porque en ese momento Víctor Jara tenía una sonrisa tranquila. Yo no era amigo personal de él, pero lo conocía, y me impresionó mucho.
Esa sonrisa se me quedó grabada para siempre.
Estuve detenido en distintos campos de prisioneros, el último fue el de Chacabuco, en el Desierto de Atacama. Allá fui a parar a las bodegas del barco “Andalién”, un viejo barco salitrero. Las bodegas eran oscuras y olían a salitre. Al medio habían puesto un tambor metálico cortado que servía de excusado, el “chute” le llamaban los marinos. Ese viaje duró más de dos días.
En Chacabuco, los militares nos hicieron desnudar. Éramos como 500 personas, a las que nos distribuyeron en las casas de la vieja salitrera. Los milicos eran muy flojos, así que nos dejaban a los presos muchas tareas. Para organizarnos, nosotros elegimos democráticamente el consejo de ancianos, que era la institución máxima que nos representaba. Cada casa tenía su delegado. El primer presidente del Consejo de Ancianos fue Mariano Requena, un médico comunista muy honorable y valiente. Después lo reemplacé yo.
Nosotros organizamos un poco la vida en el campo de prisioneros. Cuando cuento esto hay gente que me reprocha que lo cuente tan bonito, pero nosotros hicimos muchas cosas: una preuniversidad para que los presos que no sabían leer ni escribir pudieran aprender; había clases de idiomas, de arquitectura, astronomía, que se hacían con cosas que se encontraban botadas en las casas y en las instalaciones de la salitrera. Había artistas como Ángel Parra, poetas, así que montábamos shows a los que iban los jefes militares a cargo del campo de prisioneros. Hasta montamos la obra de teatro Peter Pan. Había cerca de 10 médicos presos, así que se armó una posta de salud dentro del campo de prisioneros en la que, incluso, atendieron a un soldado que estaba herido a bala. Varias veces los militares mandaron a buscar a los médicos que estaban presos para que los curaran. Entre ellos estaba el doctor Jenkins, uno de los cirujanos más prestigiosos en esa época en cirugía de manos, al que llevaban a Antofagasta para que operara a los oficiales y a sus familias.
Estuve detenido hasta que en 1975 me expulsaron del país junto a mi familia. Primero fui a dar al Perú, donde había un grupo de las Naciones Unidas que ayudaba a gente que estaba en mi situación. En Perú estuve tres días y de ahí me fui a La Habana, que nos abrió los brazos fraternos. Allí estuvimos con mi mujer hasta el año 79, cuando regresamos clandestinamente a Chile para sumarnos a las tareas de resistencia
Testimonio de Manuel Cabieses Donoso (Periodista. Ex Director de la Revista “Punto Final”)
Fuente :Ciudad de Mexico 1975
Categoría : Testimonio
Señores miembros de la Comisión Internacional, de la Junta Investigadora de los Crimenes de la Junta Militar en Chile – Ciudad de mexico 1975
Señor Presidente.
Yo fui detenido el día 13 de septiembre de 1973. Estuve prisionero hasta el 16 de enero de este año. En el transcurso de esta prisión conocí, desde luego, una Comisaría de Carabineros, el Ministerio de Defensa Nacional, el Estadio Chile, el Estadio Nacional, el Campamento de Prisioneros de Chacabuco, el Campamento de Prisioneros Puchuncaví o de Melinka, como lo llama la Armada Nacional, el Campamento de Prisioneros de Tres Alamos, situado en Santiago, que está a cargo del Cuerpo de Carabineros.
Solamente deseo agregar, en lo que se refiere a campos de prisioneros, subrayando las intervenciones que aquí se hacían ayer, particularmente la del compañero Armando Uribe sobre la actuación del imperialismo yanqui en el drama chileno, que a todos los que pasamos por campos de prisioneros nos consta como esa intervención sigue manifestándose, no sólo en el armanmento, en el equipo, que siguen revibiendo los miltares chilenos, sino también en el adiestramiento especial que oficiales y suboficiales han recibido en escuelas de adiestramiento de la Zona del Canal de Panamá y, según algunos de ellos nos decían en Puchuncaví, por ejemplo, que está a cargo de la Infantería de Marina, un cuerpo selecto de represión, algunos de ellos habían sido entrenados por oficiales norteamericanos veteranos de las guerras de Vietnam y Corea.
En noviembre de 1974 mi nombre fue incluído en una lista de cien prisioneros que el Ministro del Interior, gerneral Benavides, anunció que serían puestos “en libertad” siempre que se fueran del país. Al día siguente de este anuncio fuimos trasladados al Campamento “Tres Alamos” en Santiago, que está a cargo de Carabineros. El comandante de ese campo es el teniente coronel Conrado Pacheco Cárdenas, contra el cual numerosos presos han formulado denuncias de maltrato y vejaciones. Antes de salir de Puchuncaví recibí numerosos testimonios de compañeros que fueron torturados en el Fuerte “Silva Palma” de la Infantería de Marina en Valparaíso, descrito como un cuartel donde se cometen torturas y al cual está prohibido el acceso de comisiones internacionales. Uno de los presos más torturados en la “Silva Palma” ha sido el médico Alejandro Romero, militante del MIR, condenado a 30 años por un Consejo de Guerra en Los Andes, y que se encuentra actualmente en Ritoque. El Dr. Romero fue condenado junto con otro compañero de apellido Estrella, también a 30 años. A este último la sentencia del Tribunal Militar lo consideró responsable de haber aceptado instrucciones del MIR, para encargarse de dar el “inicio de la lucha de clases” (sic) en el presunto plan zeta.
En Tres Alamos hay unos cuatrocientos presos, entre ellos casi 90 mujeres en un pabellón separado. Hay cuatro pabellones, aislados entre sí, uno fue destinado al grupo de cien personas que seríamos obligados a abandonar el país. En la puerta de uno de los pabellones hay un letrero que dice “¡Peligro, no entre, explosivos, material de guerra!”. Allí no tiene acceso la Cruz Roja Internacional, ni siquiera el propio comandante del Campo de Prisioneros, al que hemos visto – cuando nos sacaban a trabajar – atisbando por un agujercito. Se trata del pabellón de los “incomunicados”, o sea de las personas que todavía están siendo interrogadas y, por tanto, torturados por la DINA.
Son los agentes de la propia DINA los que se encargan de la vigilancia de ese pabellón y a cualquier hora del día o de la noche, preferentamente de noche, van a buscar a los prisioneros para llevarlos a interrogar en las llamadas “casas del terror” en diversos puntos de Santiago.
En este pabellón de aislamiento se encuentra la exdiputada socialista Laura Allende, hermana del Presidente asesinado el 11 de septembre, y madre del compañero Andrés Pascal Allende, actual Secretario General del MIR. Quienes la han visto, señalan que se encuentra con su salud muy deteriorada, que ha enflaquecido mucho, pero que se mantiene firme y serena.
El padre de Andrés Pascal Allende, el señor Gastón Pascal Lyon, estuvo meses detenido enotro pabellón de “Tres Alamaos”.
Las mujeres son frecuentemente castigadas, como respuesta a la valiente y digna actitud que ellas mantienen en prisión. Cuando México, dando un ejemplo al mundo, rompió relaciones con la Junta gorila las mujeres prisioneras en “Tres Alamos” lo celebraron cantando canciones de la Revolución Mexican, por lo cual fueron trasladas al peor pabellón del Campamento, uno de madera que dispone de un patio muy pequeño.
La comida en este campamento es pobre y de mala calidad. La actitud de los carabineros a cargo, especialmente de los oficiales, es mucho más hostil que en otros Campos de prisioneros.
Entre los torturadores de la DINA más conocidos allí, por la frecuencia con que acude a buscar o a dejar prisioneros torturados, se encuentra Osvaldo Romo (“el Comandante Raúl”), un traidor a su clase, exdirigente de Lo Hermida, una población proletaria de Santiago.
Terminados los interrogatorios y torturas, los prisioneros son traslados del pabellón de incomunicados a otros pabellones, donde ya pueden revibir visitas. Recién es ese momento, luego de meses, la tiranía admite que los tiene prisioneros. Las visitas son de 5, 10 ó 15 minutos. Colocan una mesa entre el preso y la visita, generlamente su mujer, y le impiden tocarse con las manos. Las prisioneras que son madres pueden recibir una vez al mes a sus bebés y niños, que son allanados por los carabineros. Incluso despojan de sus pañales a los más chiquitos para impedir que con ellos entren a salgan mensajes.
Compañeros del MIR y de otros partidos, que procedían del pabellón de incomunicados, me relataron que los interrogatorios se hacían en casas de torturas ubicadas en diferentes zonas de Santiago, de preferencia en áreas poco habitadas. Una de las peores está situada en Pañalolén, comuna de La Reina, en los faldeos pre-cordilleranos, cerca del Club de Carabineros. Al paracer esta “casa del terror” fue anteriormente un local de la Junta de Auxilio Escolar y Becas. Ahí llevan de preferencia a militantes o gente relacionada con el MIR, partido el cual se ha centrado la represión.
Uno de los prisioneros que por allí pasó, el sicólogo Héctor Hernán González Osorio, de 27 años, sabemos que fue torturado salvajamente aplicándole electricidad en los testículos, dientes, oídos, piernas, vientre y cabeza, golpes en todo el cuerpo, le fracturaron la nariz y le rompieron los tímpanos, le taponaron la boca y la nariz para producirle asfixia, le introdujeron la cabeza en cubos de agua y lo amenazaron con torturar a su esposa, Ofelia Nistal, odontóloga, y a su hijita de 8 meses de edad, en su presencia. Parecidas torturas recibió en esa misma “casa del terror” otro compañero que estaba, asimismo incomunicado, en “Tres Alamos”: Cristián Mayol Comandari. Las dos personas mencionadas se encontraban en el pabellón de incomunicados de “Tres Alamos” pero pudimos entrar en contacto y saber qué les había pasado.
Prisioneros más antiguos en “Tres Alamos” me aseguraron haber visto entre las mujeres incomunicadas a Lumi Videla Moya, cuya cadáver apereció posteriormente en los jardines de la Embajada de Italia. Incluso algunos de estos prisioneros, valientemente, se ofrecieron para testificar que Lumi Videla estuvo prisionera en “Tres Alamos” ante el ministro de la Corte de Apelaciones que “investiga” ese suceso que conmovió a la opinión públic mundial.
La tiranía, como se sabe, ha pretendido hacer creer que Lumi Videla, esposa de Sergio Pérez Molina, dirigente del MIR, también asesinado por la tortura, fue muerta en el interior de la Embajada italiana, donde se encuentran numerosos asilados.
Otros prisioneros, hablando sobre la “casa del terror” de Peñalolén nos informaron que allí se encuentran, entre otros, el periodista Hernán Carrasco, Eva Palominos, Isable Ortega Fuentes, Wahington Cid, Claudio Silva, María Teresa Bustillos, Mónica Hermosilla, Juan Carlos Rodríguez (ingeniero de la Universidad Católica), Cecilia Castro, Diana Aaron,alejandro Schneider, y otros que no recuerdo. Calculaban en 60 a 70 las personas que son permanentamente torturados en Peñalolén. Los mantuvieron atados y a veces encadenados de pies y manos, en su mayoría sentados todo el día en sillas; en las noches les permiten tenderse pero siempre atados, los sacan tres veces al día al baño, la alimentación apenas alcanza para no morir de hambre.
En esa y otras casas de torturas el método más usado es la “parrilla”, o sea una cama metálica donde ponen desnudos a los prisioneros. Además de electricidad les aplican golpes en el cuerpo, a veces con asesoría de un médico que va indicando las partes dodnde los verdugos deben golpear; es frecuente la ruptura de tímpanos por los golpes llamados “telefono” (con las palmas abiertas sobre ambos oídos). También aplican quemaduras de cigarrillo o de fuego y hierros candentes.
Muy usado es el taponamiento de narices y boca para producir asfixia y que parece haber sido la tortura aplicada a la compañera Lumi Videla. Introducción de la cabeza en cubos de agua, violaciones múltiples de mujeres (en ocasiones en presencia de sus esposos o compañeros), violaciones de mujeres por perros, introducción de fierros calientes en la vagina, introducción de fierros por el ano. También obligan a grupos de prisioneros a masturbarse y ponen al centro del grupo a una o más compañeras desnudas; así mismo se usan torturas psicológicas. La más frecuente es la amenaza de torturar a familiares a los cuáles detienen para esos efectos, o de violar las hermanas, madres, esposas o novias de los compañeros. Muchas compañeras, víctimas de violaciones, han quedado embarazadas. Ahora último, según nos informó, la Junta en un rasgo “humanitario” está permitiendo que médicos militares hagan abortar a las mujeres en estado.
Algunas personas son torturados en parejas y sometidas a increíbles vejámenes. Por ejemplo, Humberto Edgardo Mewes y su compañera Adriana Urrutia Asenjo, ambos actualmente presos en “Tres Alamos” fueron horrendamente tortuados juntos. A ella, entre otras cosas, le pasaron un vehículo sobre las piernas. El, hombre de 55 años, enfermo de corazón, sufrió varias crisis cardíacas en la tortura con electricidad.
El 16 de enero de 1975, a primera hora, fui sacado del pabellón donde me encontraba en Tres Alamos y trasladado a un avión donde me encontré con mi mujer y mis hijos. En ese momento me enteré que viajabamos a Cuba, país hermano que ha ortogado generoso y fraternal asilo a muchos chilenos.
Al hablar de miles de presos políticos, hombres y mujeres, incluso niños, que hoy padecen en las cárceles y campos de concentración, en los cuarteles, en las academias de “estudios” militares, en las bases aéreas y navales, en islas inhóspitas, en comisarías policiales y en las malditas “casas del terror”, donde la locura homicida de la Junta se manifiesta en magnitudes dantescas, no puedo sino destacar también el indomable coraje, el espíritu unitario, la fortaleza moral y la formidable dignidad de los que fueron mis compañeros de prisión durante dieciséis meses. Para ellos, chilenos y revolucionarios ejemplares, como Laura Allende, Bautista Van Schowen, Luis Corvalán, Pedro Felipe Ramírez y miles y miles de mujeres y hombres de nuestro pueblo, hoy encarcelados por la tiranía, no hay mejor solidaridad que, junto con reclamar respeto para sus vidas y que sean puestos en libertad, redoblar y llevar adelante la lucha popular contra la criminalo dictadura que el imperialismo y la gran burguesía instalaron en el poder.
Su valor, su fe en el futuro y su indestructible moral unitaria caracterizan hoy a los presos políticos de mi país. Esos rasgos admirables contrastan todavía más el abismo que separa a los gorilas, traidores, asesinos y cobardes, del pueblo chilen y de sus dirigentes. En la reciedumbre moral y en la tranquila confianza de los presos, en la valentía de las mujeres y niños, diariamente encarando el vejámen de los carceleros y esbirros, residen las mejores y más honrosas tradiciones del pueblo chileno.
Al describir la situación de los presos, no podemos dejar de rendir un homenaje emocionado a su admirable conducta, que el Chile de mañana reconocerá y valorará en toda su magnífica dimensión, y que ya es orgullo y patrimonio de los revolucionarios y de todo nuestro pueblo.
El sadismo de la tiranía gorila se expresa actualmente en un ángulo de represión sobre el cual llamamos la atención de esta Comisión Investigadora y, a través suyo, de la opinión pública mundial. Los familiares de los combatientes de la clandestinidad o de simples personas buscadas por la dictadura, son apresados y muchas veces torturados para obligar a sus parientes a entregarse. Los rehenes pueden ser niños pequeños, que son llevados como prisioneros a los Hogares de Menores del Cuerpo de Carabineros, o a otros lugares. A los padres se les deja recado diciéndoles que sus hijos permanecerán retenidos y que sufrirán torturas, o serán entregados a la “vigilancia” de pervertidos sexuales, si no se presentan en un determinado plazo a los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas.
Un niño de 4 años, Dagoberto Pérez Videla, fue torturado en presencia de sus padres, Sergio Pérez y Lumi Videla, heroicos compañeros que ni aún así hablaron y prefirieron morir antes que delatar.
En el campamento “Tres Alamos”, cuando yo estuve, había un niño detenido de 13 años, a favor del cual presentó un recurso de “habeas corpus” el Comité Pro Paz en Chile.
Hay familias completas repartidas en distintos campos, cuarteles y cárceles. Los compañeros Ayress, padre y dos hijos, socialistas, por ejemplo, en el campamento Puchuncaví y en “Tres Alamos”. Los hermanos Ruilova, comunistas, en “Tres Alamos” y Ritoque, etc.
Las esposas de muchos compañeros persiguidos son arrestadas y se las mantiene indefinidamente en la cárcel. Por ejémplo, Soledad Jaña, de 24 años, en “Tres Alamos”, esposa de un luchador de la resistencia popular, y sus pequeños hijos. A María Isabel Eyzaguirre, se la obligó a buscar asilo en la Embajada de Colombia, después que su madre y hermanas fueron detenidas, torturadad y vejadas por los esbirros de la DINA.
Cristián Castillo Echeverría, hermano de la compañera Carmen Castillo, que libró con vida pero herida de gravedad en el enfrentamiento en que cayó el compañero Miguel Enríquez, ha sido arrestado el 3 de febrero de este año, en Santiago y se ignora su paradero. Los recursos de amparo o “habeas corpus”, ante las Cortes de Apelaciones, resultan infructuosos debido a la complicidad de los Tribunales con la dictadura y a la obsecuencia de los jueces con los gorilas. Cristián Castillo, arquitecto, de 27 años, por cuya vida se teme, es hijo del ex Rector de la Univesidad Católica, Fernando Castillo Velasco, cuya familia ha sufrido el peso de la represión gorila.
Esta política de mantener rehenes, incluso niños, y aún de torturarlos, es otra práctica abominable de la tirnía gorila. El caso más connotado, por supuesto, es el de la compañera Laura Allende, admirable mujer y revolucionaria, sobre cuya situación en extremo peligrosa llamó la atención el MIR el 10 se septiembre dde 1974, al denunciar y repudiar públicamente la maniobra del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA) que, como se sabe, pretendió aislar al Partido Comunista para golpearlo, ofreciéndonos garantías para que nuestros dirigentes salieran al exilio, a cambio de que depusiéramos las armas y renunciáramos al rol conductor de las masas que nos hemos ganado, junto a los otros partidos revolucionarios, mediante nuestra lucha, sacrificio y convicción unitaria. Al denunciar y repudiar esa maniobra del SIFA, nuestro partido alertó al mundo sobre el peligro que corría la compañera Laura Allende, quien, junto con otras personalidades, aceptó la riesgosa misión de precisar ante los oficiales del SIFA, conocidos por el sadismo de las torturas que aplican en la tenebrosa Academia de Guerra Aérea, los términos de la inescrupalosa proposición. En efecto, no tardaron mucho en hacerse sentir las represalias de los gorilas.
Laura Allende, madre del Secretario General del MIR, Andrés Pascal, permanece prisionera en “Tres Alamos”, donde también estuvo hasta hace poco el señor Gastón Pascal, padre de nuestro máximo dirigente en la clandestinidad. Los familiares de la esposa de Andrés Pascal, Mary Ann Beausire, han sufrido la persecución policial por el solo hecho de su parentesco con nuestro dirigente. William Robert Beausire, de 26 años, hermano de la compañera de Andrés Pascal, fue detenido en Montevideo, Uruguay, y torturado en la “casa del terror” de Peñalolén, en Santiago, y sigue aún detendido en “Tres Alamos”. La señora Inés Alonso de Beausire, de 66 años, madre de la compañera de Andrés Pascal, fue detenida el 2 de noviembre de 1974 y sólo fue liberada el 21 de enero de 1975, debido a las gestiones que a favor de esta familia ha hecho la Embajada de Gran Bretaña en Santiago. Diana Beausire, de 28 años y su esposo, Germán Holtheur, hermana y cuñado de Mary Ann Beausire, fueron también arrestados. Otra hermana, Juana Francisca Beausire, de 29 años, tuvo que ocultarse de la policía y finalmente asilarse en la Embajada de Italia, junto con la pequeña hija de Andrés Pascal, Francisca Pascal Beausire, de 2 años, a la cual también buscaban los chacales y asesinos de la DINA como rehén.
La represión alcanza a todos los niveles de nuestro pueblo. Por ejemplo, al arrestar a la señora Inés Alonso, madre de la compañera de Andrés Pascal, los agentes de la DINA también detuvieron a Luis Opportot Trucco, del cual la señora Alonso era secretaria en una oficina de publicidad de Santiago, y que nada tiene que ver con nuestro dirigente. Una mujer que se encontraba junto con la señora Alondo, doña Silvia Erlwein de Hunneus, también fue arrestada y permaneció en “Tres Alamos” casi dos meses, por el sólo hecho de visitar a su amiga en el momento de la detención. Caso parecido es el de Jorge Montes, dirigente comunista, actualmente prisionero, cuya esposa e hijas fueron detenidas y torturados. La compañera de Montes sigue presa en Tres Alamos.
Los rehenes, en especial mujeres y niños, y los prisioneros vuya existencia la dictadura se niega a admitir con el evidente propósito de asesinarlos en cualquier momento, constituyen el centro de nuestra preocupación enlo que se refiere a la situación de miles de detenidos en Chile.
Nuestro compañero Bautista Van Schowen, miembro de la Comisión Política del MIR, y otros dirigentes como Roberto Moreno, Arturo Villavela, Luis Retamal, Ricardo Ruz, Victor Toro, etc., están prisioneros y han sido bárbaramente torturados. Pero la tiranía hasta ahora no ha reconocido que los tiene en su poder, y lo mismo ocurre con centenares de militantes de la resistencia popular
Bien conocido es el caso de nuestro camarado Bautista Van Schowen, médico de 31 años, dirigente revolucionario de conocida y brillante trayectoria. Van Schowen fue detenido el 14 de septiembre de 1973. Los esbirros de la tiranía han extremado el celo para impedir que se conozca su paradero y exacta situación. Sin embargo, en enero de 1974 la generosa e infinita solidaridad con que el pueblo rodea a los combatientes de la resistencia, permitió a nuestro partido lograr acceso al hospital militar de Santiago. Allí, a pesar de la gravedad de sus lesiones que le provocaron entre otras cosas la parálisis parcial de las extremidades inferiores, Bautista Van Schowen continuaba siendo torturado. El sadismo de la dictadura gorila alcanzó, en este caso, niveles increíbles. Como se recordará, mediante el testimonio de una valiente enfermera del Hospital Militar, la opinión pública supo que Bautista Van Schowen, héroe de nuestro pueblo, seguía siendo torturado en ese centro hospitalario. Los chacales de la tiranía actuaban asesorados por médicos militares, traidores a los humanitarios y elevados fines de una profesión que, entre paréntesis, es la misma del doctor Van Schowen.
Estas revelaciones, fruto del trabajo clandestino de nuestro patido y del apoyo popular que nos rodea, provocó una ola de indignación y de protestas internacionales. Esto se expresó en grandes manifestaciones de solidaridad que comprometen nuestra gratitud.
Hoy podemos informar a esta Comisión Investigadora, y a través de ella al mundo, que, gracias a la valerosa actividad de un marino, patriota revolucionario, ligado a nuestro trabajo político en el seno de las Fuerzas Armadas, disponemos de un testimonio irrefutable del paradero y de la situación en que se encuentra Bautista Van Schowen. En efecto, deseamos poner a dispocición de ustedes, rogándoles que adopten inmediatos medidas solidarias, una fotografía de Bautista Van Schowen. Fue captada en el interior del Hospital Naval de Valparaíso, el 8 de febrero recién pasado. Esta fotografía fue lograda en difíciles condiciones, ya que la presencia del compañero Van Schowen en el Hospital Naval de Valparaíso es un hermético “sectreto militar”, que se rodea de máximas medidas de seguridad. A ese Hospital son llevados, en parecidas condiciones de sigilo, los compañeros torturados en el Fuerte “Silva Palma”, sede de la Infantería de Marina de Valparaíso, el principal puerto chileno.
La fotografía que hoy entregamos al conocimiento de ustedes, nos permite afirmar que Bautista Van Schowen está vivo y que la presión internacional podría obtener que la Junta militar permita verlo a testigos calificados. Van Schowen, heroico y firme, continúa negándose a prestar cualquier declaración de las que busca arrancarle la tortura.
Nuestro camarada marino que logró romper mediante esta fotografía el secreto que rodea la presencia de Van Schowen en el Hospital Naval de Valparaíso, pudo copiar, además, la hoja de evolución diaria del paciente, documento interno de ese hospital que corresponde al día 5 de febrero de 1975. Las anotaciones es ese documento están hechas de puño y letra por un médico cuyo nombre desconocemos porque la firma o iniciales resultan ilegible. Pero los síntomas que ahí se registran, indican que Bautista Van Schowen está en condiciones que permitirían, si esta Comisión Investigadora genera las medidas de solidaridad correspondientes, exigir que el prisionero sea mostrado a una comisión internacional de médicos, a la delagación en Chile de la Cruz Roja Internacional o que, en todo caso, Van Schowen reciba el trato de otros prisioneros, permitiéndosele tomar contacto con sus familiares o con un abogado.
La hoja clínica del Hospital Naval a que me estoy refiriendo, dice textualmente:
“Enfermo somnoliento, no coopera, responde con monosilabos. Las contusiones, hematomas y escoriaciones en las extremidades están mejor. Lo mismo el antebrazo izq. Se reabsorben los hematomas en el abdomen y espalda. La contusión del hombro derecho continúa dolorosa. Lo mismo el acentuado edema y enrojecimiento del glande.”
“Reacciona escasamente a la estimulación dolorosa en los miembros inferiores. La movilización pasiva demuestra hipotonía. Reflejos disminuídos. Se solicitan radiografías de torax y de columna dorsal y lumbar, AP y LAT.”
Entendemos que estas últimas iniciales corresponden en lenguaje hospitalario a las palabras anteroposterior, AP, y lateral, LAT.
Creemos firmamente que el estado aquí descrito de Bautista Van Schowen, dirigente revolucionario, joven médico y valiente cuadro de la resistencia popular chilena, permite deducir que nuestro camarada ha estado sometido a nuevas torturas. Pero que, aún así, se ha recuperado bastante en relación al estado que mostraba hace poco más de un año, cuando pudimos informar por primera vez sobre su paradero.
Solicitamos a ustedes, señores miembros de la Comisión Internacional Investigadora de los Crímenes de la Junta gorila; a los gobiernos, partidos populares y organizaciones de masas de todos los países; a los médicos revolucionarios y democráticos, colegas del doctor Van Schowen; a toda la humanidad que repudia a la Junta militar, que demanden el cese inmediato de las torturas a nuestro compañero que se garantice su vida después de tantos meses de horror, y que se permite verlo a sus familiares, a un abogado o a una comisión internacional calificada.
Señores: el mundo ya entiende porqué a la resistencia popular de mi país, construida paso a paso luego de la sangienta derrota que sufrió el pueblo el 11 de septembre de 1973, no le cabe sino luchar con todas sus fuerzas, y echando mano a todas las formas y métodos a su alcance, para aplastar a la tiranía e impedir que jamás nuestra Patria vuelva a sufrir este horror.
Nosotros, en nombre de MIR y todo el pueblo chileno, acusamos al imperialismo nortamericano de organizar, asesorar f financiar la monstruosa represión que se ha desatado en Chile. Sostenemos aquí, y estamos en condiciones de probarlo, que la Dirección de Inteligencia Nacional Anticomunista, DINA, creada a fines de 1973 para perseguir a aniquilar a las organizaciones populares y revolucionarias, corresponde a un diseño represivo yanqui aplicado en otros países, como Brasil y Uruguay. Al igual que otras fases de un golpe fue cuidadosamente planificado, los caracteres y niveles que alcanzaría la represión fueron preparados con antelación al 11 de septiembre. Los instructores de la DINA fueron entrenados en Miami, Estados Unidos de Norteamérica, entre julio y octubre de 1973. Hoy cuenta, además, con un grupo asesor que integran “especialistas” norteamericanos y brasileños, e incluso están llegando algunos ex nazis, expertos en torturar e interrogatorios. Los esbirros de la DINA, que dispone de más de quinientos miembros y unos mil trescientos colaboradores, han sido reclutados en el lumpen y entre militantes de organizaciones fascistas como el Partido Nacional “Patria y Libertad” y una pequeña proporción de la Democracia Cristiana. Además, en el último período el Cuerpo de Carabineros, que se mantenía relativamente independiente, ha pasado a depender de la DINA para diversas operaciones. El presupuesto de gastos de esta siniestra organización es superior al del Ministerio del Interior y está pidiendo aun mayores recursos. Al mando de elementos de distinta graduación de las Fuerzas Armadas, los esbirros de la DINA, que tienen autorización para matar, detener, allanar, torturar, etc., sin dar cuenta de sus actos sino a sus mandos, actúan en grupos dotados de armamento y equipos especiales. Cada miembro de la DINA dispone de una pistola Colt 38 o 45, Steyr 9 mm y un cuchillo comando, pero cada grupo que actúa en la calle lleva además una subametralladora Uzi y un fusil SIG, granados de mano, cámaras fotográficas, radios, prismaticos, linternas, ganzúas, alambre de acero, etc. El sistema que utilizan para patrullar la ciudad a la caza de miembros de la resistencia, corresponde a un método ampliamente usado por la represión en Brasil, y que han introducido en la DINA los asesores brasileños que están trabajando en Chile. Los chacales de la DINA visten indistintamente de civil o de militares. Disponen de una amplia red de soplones pagados en las industrias, hoteles, bares, universidades, tiendas, cines, taxis, etc.; los automóviles en que se desplazan, generalmente Austin Mini,MG, Fiat 125, Peugeot, etc., carecen de todo distintivo a marca visible. Sus “casas del terror”, o “vendas”, como les llaman en la DINA, están repartidas por toda la ciudad; allí se tortura y se interroga a prisioneros que permanecen encapuchados y maniatados en forma permanente. Muchos de ellos son enviados luego al Centro Nacional de Torturas en Tejas Verdes, localidad situada cerca del puerto de San Antonio, y que pertenece a un regimiento de ingenieros militares.
Si se hace necesario, y en la medida que no afecte nuestro trabajo de inteligencia, destinado precisamente a combatir a los torturadores, soplones y asesores extranjeros de la represión, estamos dispuestos a aportar mayores antecedentes sobre la DINA y su personal. Conviene que al mundo conozca las características de este organismo que depende en forma directa del general de la Fuerza Aérea y miembro de la Junta miltar, Gustavo Leigh Guzmán, encargado de la Seguridad del Estado.
Por ahora nos limitamos a subrayar categóricamente que la responsabilidad del imperialismo yanqui en la tradedia desatada sobre nuestra Patria, no se restringió a las operaciones del Pentágono y la CIA en el período previo al golpe y en su ejecución material. La responsabilidad imperialista – por la cual tendrán que pagar sus agentes y verdugos, y sus empresas e intereses en Chile -, sigue presente en una represión generalizada que roba, mata, tortura, humilla y golpea a miles y miles de hombres, mujeres, ancianos y niños chilenos que acumulan un odio implacable contra la Junta militar, sus esbirros y sus asesores extranjeros.
Creo que resulta importante para la causa del pueblo chileno, que hoy lucha contraq una abominable tiranía, aportar al mejor éxito del trabajo que se ha propuesto est Comisión Internacional Investigadora. No sólo por la extraordinaria calidad y solvencia de esta Comisión, que hace de antemano respetables y dignas del mayor eco sus resoluciones, sino también porque para nuestro pueblo es un gran estímulo en su lucha saberse rodeado de la solidaridad y de la simpatía de la humanidad.
Para todos nosotros, los que hemos pasado por las cárceles y campos de concentración de la dictadura gorila, es un deber aportar ante organismos como esta Comisión nuestras experiencias y los antecedentes que puedan contribuir a mostrar en forma irrebatible todo el horror y la tragedia que sufre nuestra Patria.
No podemos aceptar pues, el chantaje de los gorilas que exigen nuestro silencio en el exterior, a cambio de un mínimo respeto por familiares inocentes, amigos y compañeros que han quedado en el país. Yo sé – estoy seguro – que todos ellos, que sufren el régimen del terror, de hambre y miseria que se ha entronizado en Chile, aman a su Patria por sobre todas las cosas y anhelan verla libre.
Nuestro pueblo quiere que la humanidad sepa, que el aislamiento y repudio más absoluto caiga sobre la Junta militar. Entiende que el debilitamiento de la dictadura militar hará relativamente más fácil el combate que está librando contra los gorilas. Este combate – que reviste mil formas- necesariamente culminará con la victoria y con el castigo implacable de los asesinos, torturadores, violadores y soplones, o sea de la camarilla que ilegítima y arbitrariamente gobierna en mi país contra la voluntad de todo el pueblo.
La solidaridad mundial con Chile no tiene parangón, y, lejos de decaer, se incrementa cada día. Pero aún es necesario más apoyo, y que éste se traduzca en medidas concretas que paralicen a los gorilas.
La humanidad debe tener conciencia que el imperialismo no ha abandonado a los títeres militares que instaló en Chile. Aunque evita aparecer a su lado y siente vergüenza del primitivismo y horrible sadismo de sus testaferros, busca múltiples y secretos canales para ayudarles. Incluso ya el imperialismo baraja casi públicamente sus cartas de recambio civiles y militares.
La solidaridad que hoy necesitamos debería, por lo tanto, descubrir, liqidar o al menos neatralizar los auxilios políticos, financieros o en armamento que el imperialismo está enviando secretamente a la Junta.
Los asesinos encaramados en el poder en Chile, no abandonarán la escena pacíficamente. Saben que están condenados, aunque logren escapar del país. Donde vayan los seguirá la justicia popular y les hará pagar sus crímenes. Es por eso que la resistencia popular sabe aque la lucha será muy dura y larga. Se prepara para ello, y entretanto unida avanza y gana terreno.
Es importante en esta lucha saber que la Humanidad, casi sin excepciones y a la cabeza de ella los Estados socialistas, respaldan la valentía del pueblo chileno, enfrentando a un régimen de terror como jamás conoció país alguno de América Latina.
Pero, derrotar el aparato represivo de los gorilas, castigar sus crímenes e instalar un nuevo gobierno democrático y revolucionario, dirigido por los trabajadores en alianza con los amplios sectores que están contra la tiranía, supone una tarea y una lucha en que se precisa algo más que la simpatía internacional.
Se necesita que el apoyo moral que se nos presta sin reservas, adelante otro paso e impida con acciones concretas que los gorilas reciban cualquier tipo de oxigeno político, financiero o en armas a emplearse contra nuestro pueblo.
Mi partido, el MIR, se encuentra en la primera fila de los que combaten a la tiranía gorila; que esta lucha ha rendido la vida de valiosos dirigentes y militantes, como el camarada Miguel Enríquez, su Secretario General,caído en combate el 5 de octubre de 1974, reclama –en nombre de nuestro pueblo- a la clase obrera de todo el mundo, a los gobiernos y partidos revolucionarios, democráticos y progresistas, a las juventudes, a todos los hombres honrados que observan con horror lo que sucede en Chile, que amplíen todavía más su solidaridad, que denuncien e impidan toda maniobra de prestidigitación política con que el imperialismo pretende salvar un régimen represivo y reaccionario que instaló en Chile, luego de asesinar al Presidente Allende.
Estamos plenamente concientes que, en definitiva, será nuestra propia lucha la que derrotará a la dictadura gorila. El pueblo de mi patria conoce cual es su deber y no lo rehuirá, y mucho menos los dirigentes y militantes de sus partidos revolucionarios.
Nuestra clase obrera, víctima principal del odio insano de la tiranía militar, nuestros jovenes y mujeres, las amplias capas sociales que hoy sufren el oprobio, la represión, el hambre y la superexplotación a que los someten el imperialismo y la gran burguesia mediante el ejército antinacional de ocupación, ya están en la lucha.
La resistencia popular es una realidad que da sus primeros pasos en la defensa de los niveles de vida de los trabajadores; en la multiplicación de la propaganda clandestina; en la guerra psicológica contra los gorilas y su aparato de represión; en la identificación y aislamiento de los torturadores y soplones; en la protección y hospitalidad que el publo brinda a los dirigentes políticos, sindicales, estudiantiles perseguidos; en la solidaridad con las familias de los fusilados y de los prisioneros; en las mil formas de una resistencia popular que, sin ninguna duda, adquirirá los niveles y experiencia necesarios para derrocar a la dictadura.
En nombre del MIR deseamos a esta Comisión Investigadora pleano éxito en su trabajo; que sus informes e influyentes opiniones contribuyean a que la solidaridad con la resistencia, corte a la tiranía toda perspectiva de auxilio exterior en la lucha a muerte que le han declarado las masas de mi Patria