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Campamento de Prisioneras, Pirque – Memoria Viva

Campamento de Prisioneras, Pirque


Alias:«El Salitre»

Ubicación:Ramón Subercaseaux 7400 Pirque Región Metropolitana

Rama:Carabineros

Geolocalización: Google Maps Link


Descripción General

Categoría : Otra Información

Según consta ante la Comisión Valech la mayor parte de las detenciones en el Campamento de Prisioneras,, Pirque, (tambien conocido como "Campamento El Salitre, Pirque"), hoy parte del centro recreacional perteneciente a la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA), se registraron en 1975.

Un grupo de presas políticas fue trasladado a este lugar en los días en que una delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se disponía a visitar los centros de reclusión para intentar dilucidar qué había pasado con las personas desaparecidas.

El campamento se habilitó en una construcción que se había expropiado a la Sociedad Química y Minera de Chile, SOQUIMICH. Las detenidas permanecieron bajo la custodia de Carabineros. La mayoría de las presas políticas fueron traídas desde Cuatro Álamos y todas habían estado anteriormente en centros de interrogatorios y habían sido torturadas; por cierto, se encontraban en malas condiciones físicas y anímicas. Algunas relataron que tenían un estricto régimen de vida. Era común que a cualquier hora escucharan disparos y fueran objeto de amenazas y presión psicológica.

Ana María Jiménez, militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y sobreviviente de Villa Grimaldi y Cuatro Álamos, fue una de las detenidas junto a un centenar de mujeres que las trasladaron a Pirque. Actualmente es parte del coro “Voces da la Rebeldía” compuesto por ex presas políticas. También estuvo detenida María Villalobos Díaz, hermana del detenido desaparecido Manuel Villalobos Díaz ambos del MIR y prima de Mireya Rodríguez Díaz, enlace de Exequiel Ponce, dirigente socialista clandestino. El tapiz bordado a mano representa el paisaje aledaño al Campamento de Prisioneras en Pirque. Alambres de púa, que las compañeras veían desde sus celdas.

Fuentes de Información Consultadas: Informe Valech; Memoriaviva;


Prisionero de Guerra en Chile. (Carrasco, pg 243)

Fuente :Ediciones “Aquí y ahora”, 1991.

Categoría : Otra Información

 “Durante los meses de Junio y Julio trasladaron camionadas de prisioneros de Tres Álamos a Ritoque y Melinka.

Las mujeres, apiñadas en el Pabellón Uno, partieron a Pirque. A un lugar de veraneo de los empleados de la Sociedad Química Minera de Chile, SOQUIMICH, administradora del salitre nacionalizado. Un pintoresco valle entre los contrafuertes cordilleranos de Santiago, con cabañas y piscina, utilizado durante el gobierno de la Unidad Popular como lugar de descanso para los hijos de los obreros del salitre entre los que se seleccionaba a los de mejores resultados en sus escuelas y se traía a conocer la capital.

La Junta, previo a cercarlo con alambrada, levantar torres y ubicar tropas, los transformó en Campo de Concentración para doscientas mujeres detenidas bajo acusación de transgredir las disposiciones del Estado de Sitio. Con ellas crecían cinco niños de pecho nacidos en prisión y amamantados por sus madres prisioneras”


A 40 años del golpe: testigos desentierran la otra cara de la historia oficial de Pirque

Fuente :elclarin.cl, 13 de Septiembre 2013

Categoría : Prensa

Por años le han hecho creer a la comunidad de Pirque que durante la dictadura militar aquí, poco y nada pasó. A 40 años del golpe, los testimonios de Marcia Scantlebury, periodista, miembro del directorio de TVN y del pircano, ex dirigente sindical, Ricardo Sánchez derriban este mito, construido para arrancar de las mentes pircanas la verdad de lo sucedido en la Comuna. “Después de los horrores sufridos en Villa Grimaldi y Cuatro Álamos, llegar al Campo de Prisioneras Pirque, fue una suerte de alivio”, relata Marcia. Por su parte, Ricardo, jamás olvidará que el 18 de septiembre de 1973, lo pasó en un baño de la Municipalidad, habilitado como calabozo.

EN EL CAMPO DE PRISIONERAS PIRQUE

Año 1975, pleno invierno. Una Comisión de Naciones Unidas llegaría a Santiago con el fin de investigar el atropello a los derechos humanos. La Junta Militar implementa una operación lavado de imagen. Ordena sacar desde Cuatro Alamos a cerca de 120 prisioneras. Todas habían sido brutalmente torturadas. El destino sería el centro de vacaciones de SOQUIMICH, denominando El Salitre, ubicado en San Juan de Pirque.

El traslado de las mujeres fue puesto en conocimiento del Alcalde de ese entonces, José Manuel Balmaceda Valdés, a quien la Junta Militar había reafirmado como tal.  En tanto, a Carabineros se le asignó la vigilancia del “inaugurado” campo de concentración de mujeres.

Septiembre de 2013, inicios de la primavera. Marcia recorre la otrora prisión donde hoy funciona el centro recreacional perteneciente a la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA).

“Casi no se habla de este campamento de prisioneras… es como un sitio olvidado” reflexiona a   manera de iniciar su propio recordatorio.  

“Nos sacaron vendadas desde Cuatro Alamos. No sabíamos a dónde nos traían. Pero a mi me pasó algo impresionante. Mi madre estaba afuera cuando salíamos y comenzó a llorar. Y lloró tanto, tanto, tanto que la dejaron subir al bus y sentarse a mi lado. Antes de llegar aquí, la tiraron abajo a la entrada de Pirque. Después se volvió a dedo a Santiago”.

“Es muy lindo el paisaje. Al igual que en esos tétrico días, la naturaleza, las montañas, el verdor, el aire puro…me conmueven. Aquí en esta cabaña, la número 5 estuve yo, dormíamos apiñadas en este diminuto espacio”

“Pero, en fin… después de los horrores sufridos en los otros centros, el haber llegado a esta prisión y poder mirar la cordillera fue una especie de alivio.”

“Se cuidaron de propinarnos torturas físicas, porque una comisión de Naciones Unidas llegaría al país. Lo que si recuerdo patente, es el miedo que todas las noches se apoderaba de nosotras, porque lo disparos iban y venían y cavaban hoyos. Sentíamos un incesante “paleo”; pensábamos que nos iban a enterrar. Era tortura sicológica, creo…”

¿Y les permitían pasear por el lugar?

“No. Jamás. Todos los días la ruta era la misma. De las cabañas al comedor. No nos podíamos mover más allá del radio acotado por los guardias.  Para este lado de la piscina no nos dejaban caminar”.

“”Ahí está la copa de agua. En ese tiempo había solo un estanque. Todas nos enfermamos del estomago, diarrea, dolores feroces de guata. El agua estaba contaminada.”

¿Alguna vez las visitó el alcalde de la Comuna, la Cruz Roja, las monjitas, médicos, alguien?

Nunca. A mi me vino a ver un amigo, Javier Larraín, él vivía por aquí, además de mi mamá y mis hijos. Nunca llegó ninguna autoridad local o nacional. Solo recibimos visitas de nuestros familiares.

¿Le duele mucho este recorrido?

“Bueno siempre será doloroso, pero es importante hablar, conversar intercambiar opiniones sobre la historia del país. La idea es que nada de esto pase al olvido. Hay que desenterrar de este lugar la historia de vida de muchas mujeres, hombres y niños chilenos, de familias enteras. No habrá nunca reconciliación si se continúa con esa política de hacer borrón y cuenta nueva. No se le puede dar la espalda a lo sucedido. Hay que enfrentarlo para no repetirlo. Me alegra aportar con mi testimonio a la recuperación de la memoria de Pirque”, señala Marcia al salir del recinto que fuera su cautiverio.

DEL CALABOZO MUNICIPAL AL REGIMIENTO DE PUENTE ALTO

“El 18 de septiembre de 1973 lo pasé preso en un baño de la Municipalidad de Pirque  habilitado como celda. Ahí habíamos 12 compañeros. Estuvimos tres días de pie y sin comer nada, recuerda Ricardo Sánchez Aguilera, ex dirigente del Sindicato Luis Emilio Recabarren. A la fecha trabajaba en la Granja Progreso   y además pertenecía al Centro de Abastecimiento Rural, CAR

Previo a detallar las circunstancias de su detención, Ricardo reconstruye situaciones grabadas a fuego en su memoria. “El 11 de septiembre una vecina me avisó- llorando- lo del golpe militar. Me dijo: derrocaron a Salvador Allende”.

Me pongo a escuchar la radio y altiro me doy cuenta que van a empezar a perseguir a  dirigentes. Entonces, no fui a la pega y tampoco me quedé en casa. El día 12 de septiembre ya se veían pasar los camiones militares y las camionetas C-10 con Carabineros, por Ramón Subercaseaux . Ese día allanaron varias casas, la de la señora Elena Maturana y también la mía. Iban bien dateados porque le preguntaron a mi hermana qué a dónde estaba yo. La dieron unos charchazos para que dijera, pero ella no sabía nada.

¿Y cuándo lo tomaron detenido?

El día 18 volví a mi casa. Me lavé, afeité, me cambie de ropa. Recuerdo que me puse un chaleco delgado. De ahí fui a conversar con mi vecina Carmelita. La conversa duró poco así es que me devolví. Iba caminando cuando me doy cuenta que viene la patrulla de Carabineros, hacia La Puntilla.  

Los ojos vidriosos de Ricardo delatan la emoción que le provoca el reconstruir la escena y el posterior desenlace.

“En la patrulla venía el Sargento Astudillo… en una camioneta C-10 y se me atravesó.  Ricardo Sánchez, gritó. Sí, soy yo, le respondí. Ya…arriba no más, me ordenó. Eran como las 11 de la mañana.

¿El policía lo conocía?

  Mire, Me acuerdo clarito. Astudillo andaba con una lista.  Yo conozco a quien me delató”.

“De ahí me llevaron a San Juan. Yo iba atrás en la parte de atrás del vehículo, custodiado por un carabinero con ametralladora, de apellido Saillo. Era muy malo. Llegamos a San Juan a la casa de un Ministro del gobierno de Allende. Mientras hacían el operativo, el carabinero Saillo le pasó una pistola a este cabro, Nicolás Carrasco – alias El Rábano- que era informante. Toma, le dijo, si se arranca le disparas”

“El “Rábano” cumplió la orden y ahí me tuvo, con pistola en mano.

¿Esa persona era de Pirque, usted lo conocía?

Claro, es de aquí. Todavía vive en la Comuna

¿Se han encontrado alguna vez?

 “Si”.

¿Han hablado del asunto?

“No, nunca”.

¿Qué pasó después del operativo en San Juan?

“Me llevaron a la Municipalidad y ahí quedé encerrado en un baño junto a otros 12 hombres. Me recuerdo que estaban, Pablito Acuña, otro del Cruceral, Julio Palacios. Nos tuvieron tres días, sin comer y tomar agua, hasta que un carabinero se apiadó y nos convido restos de sopa de pollo. El Alcalde, don José Manuel Balmaceda habló con nosotros y dijo que nos iba ayudar. Eso dijo…”

“Al cuarto día fuimos notificados. A mi, el sargento Astudillo me mostró una papeleta en la que decía que me habían encontrado armas, explosivos, que yo iba a volar el puente San Ramón. O sea me cargaron todo eso. Y entonces, nos llevaron al Regimiento de Puente Alto. Nos recibieron a patadas, culatazos y también nos amenazaron con matarnos. Fueron 20 terribles días de mi vida. Me libre de la muerte gracias a la mano que me tendió mi patrón, Don Adolfo Dujolde, que en paz descansa”.

Las vivencias de este trabajador contrastan con lo que ocurría en el seno de la elite latifundista de Pirque.

Ese 11 de septiembre, la alegría reinaba en las casas patronales de los Undurraga, Mackenna, Valdés, Balmaceda, Chadwick, entre otras empingorotadas familias. Con buen vino y champaña celebraban la “epopeya” librada por el tata Pinochet.

A partir de entonces, se comenzó a construir – a través de diversas estrategias- el mito de que esta Comuna se había librado de la represión militar porque sus autoridades “cuidaron de que esto no pasara”.

Vecinos recuerdan una reunión ampliada, convocada por el Alcalde, José Manuel Balmaceda, en donde ofreció ayudar a quienes pudieran tener “problemas” Pero, “en esa reunión participaron unos cuantos sapos que después andaban delatando a comunistas, y upelientos. O sea,  eso fue un puro anzuelo, no más”, señala doña Marta.

Por su parte, Ricardo y Marcia dan a conocer – con sus testimonios-  la otra cara de la historia oficial de esta Comuna rural.


Ex detenida en Villa Grimaldi: Para los torturadores las mujeres éramos prostitutas

Fuente :cooperativa.cl, 18 de Enero 2012

Categoría : Prensa

"Así como ahora las niñas de los liceos son prostitutas y tales por cuales" para el alcalde de Ñuñoa, Pedro Sabat, añadió.

En Cooperativa, Nubia Becker comentó la experiencia plasmada en su libro "Una mujer en Villa Grimaldi".

Para los represores y torturadores durante la época de la dictadura, las mujeres eran "prostitutas", "lo peor de la sociedad", y por lo mismo, "doblemente castigadas y abusadas". Así lo dijo este miércoles en conversación con Una Nueva Mañana la escritora y ex militante del MIR Nubia Becker.

La ex presa política acaba de lanzar "Una mujer en Villa Grimaldi", reedición del libro "Recuerdos de una mirista", publicado originalmente en 1976 bajo el seudónimo de "Carmen Rojas", en el que narra sus experiencias como víctima de violaciones a los derechos humanos tras haber caído, "como mucha otra gente, detenida por un comando de la DINA del cual era jefe Miguel Krassnoff".

"Ser mujer era más doloroso, porque nosotros ahí sufríamos de una manera exacerbada el machismo. El machismo con autoritarismo es la peor de las torturas que puede sufrir una mujer. Para ellos nosotros éramos prostitutas, así como ahora las niñas de los liceos son prostitutas y tales por cuales" para el alcalde de Ñuñoa, Pedro Sabat, señaló.

"Nosotros para ellos (los torturadores) éramos eso: unas prostitutas, porque nos habíamos metido en política, o sea, en un área que era para hombres. Eramos desnaturalizadas por la política, y entonces éramos doblemente castigadas, doblemente abusadas. Eramos lo peor de la sociedad para ellos, y satanizadas por el hecho de ser 'mujeres sueltas'" en su concepción.

Esto exponía a las presas mujeres a "sufrir permanente agresiones sexuales, porque era una especie de castigo. Algo que para muchos es un motivo de placer o de amor, allá eran un motivo de humillación, de tortura", dijo Becker, subrayando que "hubo violaciones" numerosas a mujeres y, aunque ella no lo sufrió, señaló haber "escuchado a prisioneras hablar de abusos" cometidos utilizando hasta ratones y perros.

Becker publicó el libro originalmente en 1976 bajo el título "Recuerdos de una mirista".

El mensaje era "nadie está a salvo"

Becker recordó como uno de los momentos más duros de su cautiverio cuando, "estando en un campamento de prisioneros en Pirque, donde nos habían llevado, vimos la noticia de que muchos de los compañeros que habían pasado por la Villa Grimaldi y en diferentes lugares de reclusión y exterminio, aparecían como 'ratas' matándose en Argentina [Nota de la redacción: titular del diario La Segunda del 24 de julio de 1975], porque fue la primera vez que, como prisioneros de la dictadura, nos dimos cuenta de que había desaparecidos y que estaban armando un aparataje para poder zafarse de los desaparecidos".

Otro hecho que "desarmaba" a los presos era que la política de desaparición "no tenía logica", y no parecía haber motivos objetivos que hubieran determinado "por qué a unos sí y a otros no. El mensaje de los torturadores era, entonces, que 'nadie esta a salvo'"; a cualquiera le podía pasar lo mismo.

La escritora indicó que el sentido de su obra responde "a la necesidad urgente de que los hechos no se olviden; no sólo por el hecho de la tortura y de la falta de humanidad con que fuimos tratados, sino porque (esto) fue la base sobre la cual se transformó esta sociedad, y por eso creo que tiene un trasfondo político, económico y social que todavía no termina de asimilarse, porque de alguna manera eso se naturalizó".