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Teatro Municipal de Pisagua – Memoria Viva

Teatro Municipal de Pisagua


Ubicación:Calle Esmeralda Huara I Región

Rama:Ejército

Geolocalización: Google Maps Link


Descripción General

Fuente :bcn.cl, 17 de Marzo 2008

Categoría : Otra Información

Decreto Nº 466 (2008): exento declara monumento nacional en la categoría de monumento histórico los inmuebles: Escuela, Multicancha deportiva y fosa y fija límites para tres inmuebles declarados Monumento Histórico: Mercado, Teatro municipal y Ex-Cárcel Pública, ubicados en el puerto de Pisagua, comuna de Huara, provincia de Iquique, región de Tarapacá.

Ministerio de Educación

Núm. 466 exento.- Santiago, 6 de febrero de 2008.

Considerando:

    Que, el puerto de Pisagua, en atención a su ubicación geográfica y topográfica, ha sido un lugar de prisión política en tres períodos de la historia de Chile: durante el período de Gabriel González Videla, entre los años 1947 y 1948; durante el segundo gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, entre 1952 y 1958 y durante el Régimen Militar, especialmente entre septiembre de 1973 y octubre de 1974 y posteriormente durante la década de los 80.

Que, durante la dictadura militar se utilizaron edificaciones y lugares de Pisagua que, de manera articulada, conformaron el Campamento de Prisioneros, el cual, según consta en las declaraciones recibidas por la Comisión de Prisión Política y Tortura, albergó a más de 800 prisioneros, de los cuales 24 habrían sido ejecutados.

Que, la ex Cárcel Pública, declarada Monumento Histórico mediante decreto supremo de Educación Nº 780, de 3 de diciembre de 1990, actual Hotel de Pisagua, fue utilizada como cárcel durante los gobiernos de Gabriel González Videla, de Carlos Ibáñez del Campo y en la dictadura militar, y que, por esta razón, es un inmueble emblemático que responde al principal destino represivo que ha tenido Pisagua en diferentes momentos históricos del país.

Que, el edificio del Mercado, declarado Monumento Histórico mediante decreto supremo de Educación Nº 780, del 3 de diciembre de 1990, paredaño al costado norte del Teatro Municipal, se utilizó como lugar de detención de mujeres, indicándose en el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación que "las mujeres detenidas fueron trasladadas a una dependencia contigua al Teatro de la ciudad, habilitada especialmente para este efecto". Con el mismo fin se ocupó un galpón conocido por los prisioneros como el "supermercado".

Que, el Teatro Municipal, declarado Monumento Histórico mediante decreto supremo de Educación Nº 746, del 05 de octubre de 1977, cumplió un rol importante en la vida de los prisioneros, quienes tenían que representar obras teatrales o musicales a las que asistían otros detenidos, militares y personas del pueblo.

Que, la Multicancha Deportiva de Pisagua, según consta en los testimonios de ex presos políticos recopilados por la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, fue utilizada desde el mes de septiembre de 1973 y hasta octubre de 1974 como lugar de tortura y castigo para los detenidos, al exponerlos a la intemperie a las altas temperaturas del día y bajas en la noche.

Que, en el Campamento de Prisioneros de Pisagua el edificio de la Escuela fue el lugar donde funcionó la Fiscalía Militar y en ella se realizaron los Consejos de Guerra de los años 1973 y 1974.

Que, la Fosa ubicada en el límite exterior noreste del Cementerio Histórico es considerada como "el lugar más sagrado donde fueron enterrados los compañeros frente al paredón que estaba ubicado cerca de aquel lugar". Allí fueron encontrados, en el año 1990, veintiún cuerpos de prisioneros políticos, según consigna el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación.

Que, la memoria histórica de nuestro país merece se otorgue el reconocimiento y protección oficiales a bienes del patrimonio asociados con el dolor, que están llamados a cumplir un importante rol en la reconciliación de nuestro país y en la educación y promoción de los derechos humanos.

Que, la protección de estos lugares se enmarca en el reconocimiento de la memoria histórica del pueblo de Pisagua y del país en su conjunto, que tiene como objetivo reforzar el aprendizaje colectivo de la experiencia del pasado y colaborar en la mantención del compromiso de respeto a los derechos humanos.

Que, el grupo solicitante tiene asociado un proyecto de señalética cuyo objetivo es dar cuenta de los distintos periodos históricos en que Pisagua ha sido centro de detención e identificar los lugares que conformaron el Campamento de Prisioneros durante el Régimen Militar, y

Visto: Lo dispuesto en la Ley Nº 17.288 de 1970; decreto supremo Nº 19, de 2001, del Ministerio Secretaría General de la Presidencia; acuerdo de sesión de 12 de septiembre de 2007, del Consejo de Monumentos Nacionales; Ord. Nº 6491, de 6 de diciembre de 2007, del Secretario del Consejo de Monumentos Nacionales; solicitud Nº 000798, de la Comisión Chilena de DD.HH. Capítulo Iquique, de 16 de febrero de 2006; Of. Nº 255/07 de don Felipe Rocha P., Alcalde de la Municipalidad de Huara, de 2 de agosto de 2007; carta de don Iván Paniagua V., de 17 de julio de 2006; Expediente Técnico de Solicitud de declaratoria de Monumento Histórico de Multicancha Deportiva, Escuela y Fosa y Fija Límites de los Monumentos Históricos Teatro Municipal, Mercado, ex Cárcel Pública, de arqueóloga Belén Rojas Silva, de 2007; resolución Nº 520, de 1996, de la Contraloría General de la República y en los artículos 32 Nº 6 y 35 de la Constitución Política de la República de Chile,

    Decreto:

    Artículo primero: Declárase Monumento Nacional en la categoría de Monumento Histórico los edificios de la Escuela, de la Multicancha Deportiva y de la Fosa, ubicados en el puerto de Pisagua, Comuna de Huara, Provincia de Iquique, Región de Tarapacá

  El edificio de la Escuela tiene una superficie aproximada de 405,25 m2. y se delimita con los numerales 1, 2, 3, 4, 1; el edificio de la Multicancha Deportiva tiene una superficie aproximada de 1.044,40 m2 y se delimita con los numerales 5, 6, 7, 8, 5; y la Fosa tiene una superficie aproximada de 195,19 m2. y se delimita con los numerales 9, 10, 11, 12, 9; todo lo cual se indica en el plano adjunto que forma parte del presente decreto.

    Artículo segundo: Compleméntase el decreto supremo de Educación Nº 780, de 03 de diciembre de 1990, que declaró Monumento Histórico el Mercado y la ex Cárcel Pública, de Pisagua, en el sentido de fijar los límites del área protegida de cada uno de ellos, según se indica:

1.  El área protegida del Mercado, ubicado en el costado norte del Teatro Municipal, corresponde al polígono señalado con las letras A, B, C, D, A, y que posee una superficie de 566,22 m2, como se indica en el plano adjunto que forma parte del presente decreto.
2.  El área protegida de la ex Cárcel Pública, actual Hotel de Pisagua, corresponde al polígono señalado con las letras G, H, I, J, G, y que posee una superficie de 1.390,24 m2, como se indica en el plano adjunto que forma parte del presente decreto.

    Artículo tercero: Compleméntase el decreto supremo de Educación Nº 746, de 05 de octubre de 1977, que declaró Monumento Histórico el Teatro Municipal de Pisagua, en el sentido de fijar los límites del área protegida al polígono señalado con las letras C, D, E, F, C, y que posee una superficie de 1.180,12 m2, como se indica en el plano adjunto que forma parte del presente decreto.

    Anótese y publíquese.- Por orden de la Presidenta de la República, Yasna Provoste Campillay, Ministra de Educación.
    Lo que transcribo a usted para su conocimiento.- Saluda atentamente a usted, Rodrigo González López, Subsecretario de Educación (S).


El Teatro de Pisagua, entre la ignominia y la violencia de un oscuro pasado

Fuente :elmostrador.cl, 24 de Junio 2015

Categoría : Prensa

En el Teatro de Pisagua coexisten historias radicales. En su época de oro, hacia fines del 1900, fue epicentro cultural del tercer puerto más importante de Chile. En el 50, albergó a los relegados comunistas perseguidos por Gabriel González Videla, en los 70 fue centro de detención y tortura y también proscenio para montajes hechos por prisioneros. Hoy, lo visitan compañías emergentes y se lleva a cabo hasta un carnaval.

Fue uno de los escenarios artísticos más modernos de su tiempo. Hacia fines del 1900, en plena época de oro del salitre, el Teatro de Pisagua era el epicentro de una actividad cultural bullante, tan propia de un puerto, por entonces uno de los tres más importantes de Chile, en el que habitaban cerca de 8 mil personas.

La hermosa fachada de orden neoclásico de este histórico teatro, compuesto de pilastras, columnas, capiteles, balaustres, arcos y frontones triangulares, presagiaba una larga vida llena de gloria, en el corazón de un pueblo que en su momento llegó a servir de proscenio a grandes compañías de teatro que buscaban su debut en la llamada capital del Departamento de Pisagua, una metrópolis en pleno desierto.

De esa historia casi no existen registros. En la actualidad el pueblo y su teatro forman parte de la «ruta fantasmal», un paquete turístico por el que se busca sacar dividendos de un pasado que habita en el olvido. Las agencias de viajes promueven incluso la idea de fotografiarlo todo, a ver si en sus ruinas logran captar algún espectro.

Pero el Teatro de Pisagua, vigente hasta el día de hoy, es más que un destino ocasional en la ruta del salitre. La nave central no solo albergó a públicos del teatro y la música, también fue testigo de una historia violenta, como experimentó la ciudad misma; un recinto que sirvió para albergar relegados del PC en el gobierno de González Videla y centro de detención y tortura bajo Pinochet. No existe una placa allí.

El teatro de Pisagua es por tanto un reflejo del tratamiento que le ha dado el país a la memoria histórica. Al igual que ocurre con el Estadio Nacional durante la presente Copa América de fútbol, que tras ser usado como centro de detención, tortura y asesinatos se sigue usando para toda clase de espectáculos, el centenario recinto, a 300 kilómetros del pueblo más cercano, es hoy sede de actividades teatrales, musicales e incluso de carnaval.

Doble uso

Su nombre oficial es Teatro Municipal de Iquique y data de 1892. Fue declarado monumento nacional en 1977 por la dictadura militar, junto a la Torre del Reloj de Pisagua y el Lagar de Matilla.

En ese momento, fue descrito en el decreto oficial que lo consagró como monumento como “una bella construcción neoclásica de fines del siglo XIX, que por su importancia histórica y méritos arquitectónicos es necesario preservar”, entre otros por pertenecer “a un pasado importante de nuestra historia, relacionado con el período de grandeza del salitre”.

Sin embargo, tal como señala Guillermo Ross-Murray, investigador, escritor y encargado de la hemeroteca de la biblioteca regional de Iquique, es innegable que “el teatro tiene dos aspectos: el lúdico, pero también el político. Allí se recluyó a la gente. Para el 73 los propios presos políticos, también como una recreación, montaron obras de teatro allí”.

No era la primera vez. Bernardo Guerrero cuenta en su libro “Vida, pasión y muerte en Pisagua” (Iquique, 1990) que durante el gobierno del presidente Gabriel González Videla (1946-1952), que prohibió el Partido Comunista, numerosos relegados llegaron a ese lugar y usaron el teatro para montar obras de todo tipo.

Incluso organizaron una orquesta, “dirigida por Olivares, un gigantón de origen haitiano, obrero de Chuquicamata”, llamada “Pisaguan Boys”.

El olvido parcial

Marcia Passache es la encargada del teatro y la biblioteca de Pisagua. Llegó a Pisagua en el año 2000, originalmente para trabajar en el jardín infantil local. Confiesa que cuando llegó no sabía lo que había pasado en Pisagua, aunque destaca que el lugar fue usado muchas veces como lugar de reclusión, no sólo en 1973.

En cuanto al teatro, sabe que allí los presos de la dictadura montaban obras de teatro, también de forma obligada. “Me lo ha contado gente que estuvo detenida. Hacían actuaciones en parejas. El que lo hacía bien, volvía a las barracas, y el que lo hacía mal, nunca más volvía”, relata.

“Hoy el teatro se usa en un treinta por ciento, porque está con un problema de corte de luz y lo van a restaurar”, afirma respecto al uso actual. “Se usa para hacer presentaciones, obras de teatro, actividades de la comunidad, como graduaciones del colegio, festival de la voz, shows, se proyectan películas”.

Opinión de artistas

¿Pero qué piensan los artistas que han actuado allí, con posterioridad? La actriz y productora Inés Bascuñán ha visitado varias veces el lugar, primero como miembro de la ONG Nodo Ciudadano para realizar algunos talleres de teatro.

“Yo en esa oportunidad trabaje con hombres y mujeres del pueblo creando un guión y posteriormente transformándolo en radio teatro”, relata. “Nuestras sesiones de trabajo eran en el teatro. Costaba que la gente llegara, pero una vez ahí todos nos divertíamos mucho inventando el texto o intentando llevarlo a escena”.

Admite que en esa ocasión fue un trabajo difícil. “Tenía que instalarme en un lugar con una historia profunda y dolorosa y además tenía que hacer que la gente se interesara y participara sistemáticamente por 10 días. Pero terminó siendo un trabajo precioso y los participantes del taller quedaron felices con la experiencia y los asistentes a la función se divirtieron mucho”.

La historia de la violencia política sin duda era un tema. “Hay muchas historias que circulan en torno a los hechos de represión, de las cuales yo no tengo certeza de su veracidad, pero hay una en particular que creo que a cualquier persona vinculada al teatro lo puede golpear”, cuenta. “Supuestamente creaban dos compañías de teatro y estas tenían que competir con una obra y la obra que ganaba se salvaba y de la obra que perdía alguien moría. Todo esto supuestamente sucedía en el teatro”.

Con los adultos, el tema “prácticamente no se aborda”. “Los comentarios al trabajar en el teatro son siempre más o menos los mismos, que en ese lugar penan, que sucedieron cosas, pero nunca nadie se detiene a ahondar en tema. Es como si quisieran poner paños fríos e intentar olvidar para poder construir un lugar distinto”.

Para los artistas, en su opinión, con conciencia con lo ocurrido en dictadura, se generó el deseo de resignificar, de rescatar un teatro que ha sufrido la crueldad de la historia.

Una postura similar tiene la actriz Camila Andrade. Estuvo este año en el lugar como parte de la obra «Kamshout, el espíritu del bosque», del Colectivo de Ficción, en el marco de una itinerancia por distintas comunas y localidades de la región, producida por el Colectivo y financiada por Fondo Nacional de la Cultura y las Artes.

“La experiencia con el teatro de Pisagua tuvo de sabores diversos”, cuenta. “Gente preciosa, comprometida con nosotros, pero al mismo tiempo es un teatro antiguo, muy abandonado, en términos técnicos es mucho lo que hay que trabajar”.

Añade que cada uno de los integrantes del Colectivo sabía de la historia y memoria que alberga tanto el teatro de Pisagua, como Pisagua mismo. “Cada uno vivió esta experiencia en relación a su historia personal. Es estremecedor y mágico llenar de niños, de música y arte un espacio que en algún momento fue malutilizado como centro de tortura. Las energías se renuevan, se vitaliza, los niños y el arte tienen esa cualidad común”.

El teatro y el Informe Rettig

Lo cierto es que el pasado del lugar, sobre todo en lo referente a los hechos ocurridos tras el 1973, resulta siniestro. La localidad en si misma se convirtió en un campo de concentración, según certifica el Informe Rettig (tomo 1). Allí ocurrieron múltiples fusilamientos a manos del Ejército de Chile, a cargo del lugar a través del comandante Ramón Larraín.

Era un lugar donde “todos los detenidos eran interrogados, y todos los interrogatorios estaban precedidos o acompañados por golpe y aplicación de electricidad”. Además “se solía dejar a veinte o treinta reclusos que lo habían sufrido tendidos a la intemperie por hasta 48 horas, bajo el calor diurno y el hielo nocturno”.

En cuanto al teatro propiamente tal, la Comisión consigna que mientras los hombres eran alojados en la Cárcel de Pisagua, “las mujeres detenidas fueron trasladadas a una dependencia contigua al Teatro de la ciudad, habilitada especialmente para este efecto”. La Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP), en tanto, señala el teatro en sí fue “de reclusión de hombres y mujeres”.

Otros son más precisos respecto al edificio. Leandra Brunet, hija de Marcelo Guzmán, militante socialista y funcionario del Hospital de Iquique, padre de cinco hijos y asesinado en Pisagua, recuerda en un artículo que el capitán Sergio Benavides, uno de los torturadores, decía que «los gritos se escuchan mejor con la acústica del teatro».

Falta de memoria

¿Qué significado tiene que un lugar lleno de dolor se siga usando con fines recreativos? Para Freddy Timmermann, historiador y académico de la Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez, se trata de “un ejemplo brutal de producción de olvido en términos de lo tocante a la memoria histórica”. Comprende que para los habitantes de Pisagua no haya otro sitio donde realizar actividades festivas, pero estima que en ese caso el Estado debería erigir otro edificio, no usar el actual.

“Si uno piensa que fue un lugar de detención, eso tiene una marca de dolor, no sólo en toda una generación, sino respecto al funcionamiento de las instituciones en este país, en términos de lo que el Estado en algún momento puede llegar a convertirse para sus ciudadanos”, señala.

Que ese lugar hoy sea usado para fiestas y demases le parece “una aberración”. “Muestra la liviandad con que el mismo Estado no cautela la paz cívica, que de alguna manera se alimenta de este tipo de recuerdo. Los espacios materiales tienen una impronta, y es obvio que el de este lugar no es de fiesta con semejante pasado”.

Aún así, reconoce que no es algo sorprendente ni nuevo “esta liviandad donde el Estado, la sociedad misma, y sobre todo la clase política, proceden con estos espacios casi sagrados en términos de ritualización del miedo. El teatro es un ejemplo riquísimo por un lado, pero al mismo tiempo triste, de esta tendencia en Chile”.

La ausencia de una placa conmemorativa “muestra que los valores democráticos están débilmente arraigados como sistema en los distintos grupos de la sociedad chilena. Muchas veces la mal entendida paz política pasa por no herir, supuestamente, la susceptibilidad de quien perpetra estos crímenes, y al asunto se le va echando tierra, se le elimina de las investigaciones, de los libros de texto, se eliminan los restos materiales o se transforman en edificios o supermercados. Es una producción voluntaria -o involuntaria- de olvido”.

“Una placa es incómodo. Hoy mucha gente dice, ‘qué tanta cosa, si el régimen militar ya pasó’. La verdad es que no pasó. Si nuestra sociedad no proyecta estos grandes errores que comete en su convivencia, significa que no ha aprendido nada. Ni siquiera una placa es el desdén más absoluto”.

por Marco Fajardo