Jaramillo Luis Adolfo


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Fecha Detención : 29-11-1976
Lugar Detención : Buenos Aires, Argentina


Fecha Nacimiento : 03-09-1934 Edad : 42

Lugar Nacimiento : Chile

Actividad Política :
Actividad : Tornero

Estado Civil e Hijos : Casado, 6 hijos
Nacionalidad : chilena


Relatos de Los Hechos

Fuente :http://www.desaparecidos.org/arg/victimas/j/jaramillol/

Categoría : Antecedentes del Caso

Luis estaba casado con Dora y tenían seis hijos, la más chiquita de dos meses. Eran de Chile y vinieron a la Argentina con las dos nenas mayores y una en la panza. La idea de Luis siempre había sido ir a Argentina para seguir sus estudios. Al poco tiempo de llegar, consiguió un trabajo en la fábrica metalúrgica SAIAR en Quilmes. Además terminó la secundaria en un colegio de Avellaneda y siguió estudiando en la Facultad de Artes y Ciencias Musicales de la Universidad Católica. Tenía una gran dedicación a la música y era compositor de música clásica. Pero le gustaba mucho estudiar, terminaba de estudiar una cosa y empezaba con otra. Antes de su desaparición estaba estudiando relojería y ya trabajaba arreglando relojes.

Luis era tornero y hacía 17 años que trabajaba para la fábrica SAIAR (actualmente llamada SAPEI). No era militante de ningún tipo ni sindicalista, su vida era su trabajo y su familia. En los día antes de su desaparición, Luis había estado enfermo. Habían pedido el médico de la empresa, pero en lugar de enviarlo lo llamaron de la fábrica para decirle que pase a sobrar su indemnización. Estaba en discusiones con los administradores de SAIAR sobre cuanta plata le iban a pagar como indemnización, ya que desde antes lo querían echar pues Luis no podía hacer horas extras. Martínez Riviere, el gerente general de la fábrica, le había dicho a Luis que renunciara porque si no lo iban a desaparecer. El día de su desaparición lo llamaron para decirle que le iban a pagar lo debido. Luis fue a cobrar y nunca más volvió.

La gente de la zona le contó a Dora que habían visto a una camioneta blanca con cuatro personas andando por la zona desde temprano. Más tarde, a unos metros de la fábrica, vieron cómo se bajaban tres y forzaban a un hombre vestido como Luis y con anteojos ahumados como los de él a subir al vehículo. Se lo llevaron rumbo al camino General Belgrano, hacia Lanús. Una de las personas que lo secuestró a Luis, había estado reunido con Martínez Riviere, el gerente general de SAIAR, unos días antes.

Más tarde ese día, secuestraron a otro trabajador de la SAIAR de la fábrica, Héctor Pérez.

La familia tuvo noticias de que habían llevado a Luis a la Brigada de Investigaciones de Lanús, que está en el centro de Avellaneda. Allí vieron a Luis Jaramillo, al igual que a Héctor Pérez y a otro trabajador de la SAIAR de apellido Carrizo. Según sobrevivientes, pasaron la primera Navidad allí, no les daban agua para tomar y uno de los detenidos, cuando podía, les acercaba agua que juntaba en un zapato. A Luis lo sacaban casi todos los días para torturarlo. No le creían que con todos sus conocimientos fuera simplemente un obrero de la fábrica y le preguntaban que hacía en ella.

La familia también supo de que se habían llevado a Luis para interrogarlo y que se le había caído la venda de los ojos y había reconocido, entre los que lo interrogaban, a alguien de la jefatura de personal de la fabrica SAIAR. Posiblemente fue por esta razón que lo mataron.

Los encargados de la fábrica, mientras tanto, hicieron circular rumores sobre el destino de Luis. Dijeron que había aparecido, que se encontraba en Chile, que se dejaran de buscarlo porque se había ido con otra mujer.

Jaramillo y Pérez también fueron vistos en el Pozo de Banfield.

En su testimonio dentro del Juicio por la Verdad en La Plata, el diputado nacional Francisco Virgilio Gutiérrez responsabilizó a la fábrica Saiar de los secuestros de obreros durante la última dictadura cívico militar. Gutiérrez había sido secretario general de la seccional Quilmes de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), es ex operario de Saiar, y estuvo secuestrado durante siete años y cuatro meses, desde el 9 de agosto de 1975 al 16 de diciembre de 1982. Doce trabajadores de la SAIAR fueron detenidos-desaparecidos y dos permanecen desaparecidos.

El Equipo de Antropología Forense localizó los restos de luis en una fosa común en el cementerio de Avellaneda en octubre de 1990, junto a otros 300 NN. La familia lo enterró en el cementerio de Ezpeleta el 16 de marzo de 1991.

No.CONADEP:2604, Decl.No:2139

 


OBRERO LUIS JARAMILLO – CENTRO MUNICIPAL DE FORMACIÓN TÉCNICA DE QUILMES

Fuente :elquilmero.blogspot.com 22/3/2012

Categoría : Prensa

El Centro Municipal de Formación Técnica de Quilmes fue bautizado Obrero Luis Jaramillo en homenaje al trabajador de la metalúrgica SAIAR detenido-desaparecido en la úl­tima dictadura militar, y a través de él, a todos los traba­jadores y trabajadoras desaparecidos de Quilmes.

Luis estaba casado con Dora Badilla y tenían seis hijos, la más chiquita de dos meses al momento de su desapari­ción. Eran de Chile y llegaron a la Argentina en enero de 1959 en busca de un mejor porvenir. El 17 de octubre de ese mismo año Luis consiguió trabajo en la fábrica SAIAR. El trabajo le permitió terminar la secundaria en un colegio de Avellaneda y comenzar a estudiar en la Facultad de Artes y Ciencias Musicales de la Universidad Católica. Además de trabajar en la fábrica, Luis componía y en­señaba música clásica, dirigía el coro del colegio Perpetuo Socorro de Quilmes y estaba estudiando relojería.

En 1976, luego de 17 años de trabajo, la fábrica decide despedirlo pero no llegan a un acuerdo sobre el monto de la indem­nización. En el marco de esa discusión, Martínez Reviere, gerente general de la fábrica, lo intima a renunciar y lo amenaza con “desaparecerlo”.

Luis enferma y pide médico a domicilio, pero se lo niegan y lo citan a cobrar la indemnización correspondiente.

El 29 de noviembre Luis se presenta y ya nunca más vuelve. Ese mismo día, más tarde, también es secuestrado Héctor Pérez, de 19 años, también trabajador de la SAIAR. Ambos, Jaramillo y Pérez fueron vistos en el Pozo de Banfield según los testimonios de Nilda Eloy Martínez y Horacio Matozzo, ex detenidos que atestiguaron en los juicios por la verdad contra el represor Miguel Etchecolatz.

El actual Intendente de Quilmes Francisco Gutiérrez, ex trabajador de SAIAR, también testimonió en el juicio y re­sponsabilizó a la fábrica por el secuestro de los 14 obreros de la fábrica detenidos-desaparecidos de su planta. Los testimonios permitieron probar que al menos uno de los secuestradores de Jaramillo había estado reunido con Martínez Riviere unos días antes de su secuestro.

En octubre de 1990 el Equipo de Antropología Forense localizo los restos de Luis en una fosa común en el ce­menterio de Avellaneda junto a otros 300 NN. El 16 de marzo de 1991, ya identificado, la familia pudo darte sepul­tura en el Cementerio de Ezpeleta.

Hoy su familia vive en Berazategui. Su hija menor, Ana, aquella bebé de dos meses que no conoció a su padre, cumplirá 36 años este año. Cuando Ana tenía cinco años, en una de las tantas consultas psicológicas que tendría a lo largo de su vida, realizó un dibujo de su familia en el que había un padre sin rostro: "Uno se hace una imagen de la persona por comentarios de los demás. Yo me formé una imagen de mi padre como un tipo bueno, solidario, con la familia y con los compañeros de trabajo. Un hombre que buscaba el bienestar para su familia"  -dice Ana-. "Yo por no haberlo conocido lo padezco de otra manera, lo único que sé es que no lo tengo, no lo conocí ni lo voy a conocer. La falta sigue siendo falta, te falta una caricia, una palabra, un abrazo. El apoyo y el consejo de un padre".

Cada 24 de marzo, Dora y sus hijos participan junto a fa­miliares y amigos del acto homenaje a los desaparecidos de la ex fábrica SAIAR, y el dibujito que hiciera Ana a los 5 años se convirtió en la tapa de “Basta de amnistía. Hijos de desaparecidos”, el libro del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos.

 

Crónica tomada de “LA HOJA

Boletín mensual de información para las vecinas y los vecinos de Quilmes

lahojaquilmes@yahoo.com.ar / 4254-9472

Colaboración: Verónica Barrionuevo


Jaramillo, Luis Adolfo

Fuente :robertobaschetti.com sin fecha

Categoría : Prensa

Detenido-desaparecido el 29 de noviembre de 1976 en la localidad de Quilmes, provincia de Buenos Aires, al salir de la fábrica de termotanques Saiar donde trabajaba como obrero y era un referente obligado de sus compañeros trabajadores, en los problemas gremiales con la empresa. Jaramillo, ciudadano chileno de 42 años, vivía desde 1959 en Argentina, junto a su esposa y seis hijos. Físicamente era muy menudo, delgado y bajito. Ese día se retiraba de la fábrica para siempre y había pasado a cobrar una indemnización con la que pensaba poner una relojería. Era un especialista en relojes, concertista de piano y sabía varios idiomas; es que lo habían educado los Jesuitas. Pues bien, ese día, la patronal le tendió una trampa y luego de pagarle, lo marcó y lo entregó a la Brigada de Investigaciones de Lanús que se lo llevó y le robó el dinero cobrado. Testigos de su calvario, dijeron que en un momento del interrogatorio que le hicieron a Jaramillo se le corrió la venda y pudo ver entre sus “interrogadores” a uno de la empresa, de la jefatura de personal de la fábrica. Ahí firmó su propia sentencia de muerte. Jaramillo como la gran mayoría de los trabajadores argentinos era peronista. Mientras estuvo detenido, hasta antes de su desaparición definitiva, la gente del barrio en que vivía, hacia partidos de fútbol y juntaba algo de dinero para darle de comer a su señora y los seis purretes indefensos. Además, el carnicero les daba la carne, el lechero la leche, el panadero el pan: todos ayudaban como podían. Pasaron los años y nunca Luis Adolfo volvió con vida. Una de sus hijas, Verónica, tiene claro los por qué de aquella ausencia definitiva: “Creo que por pensar fueron castigados. Creo que fueron perseguidos, torturados, asesinados, por pensar, por defender ideales. Y mi papá también tenía su ideal. Él defendía la justicia, el salario, la dignidad. Ese fue su ideal. Si murió por eso fue por una causa justa. En la fábrica, él no tenía la función de delegado, pero defendía su salario y el de sus compañeros, ellos lo consultaban porque era mayor y tenía experiencia. No se dejó pisotear nunca y no permitió que pisotearan a los otros trabajadores. Nunca fue injusto con los demás y tampoco permitió que los demás fueran injustos con él. Creo que esa es una buena enseñanza que nos dejó”. Sus restos fueron encontrados por el Equipo Argentino de Antropología Forense en una fosa común del cementerio de Avellaneda, en octubre de 1990. El 16 de marzo de 1991 su familia le dio cristiana sepultura en el cementerio de Ezpeleta. Ese día todos sus compañeros de trabajo de aquella época, e inclusive los trabajadores más jóvenes que sabían de él por lo que le contaron los más viejos, la gente del barrio que lo conoció, todos, absolutamente todos se hicieron presentes. La misa, la concelebró el Padre Luis Farinello y el Padre Daniel que era de la parroquia del barrio y estuvo presente el “Barba” Gutiérrez, ex militante de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), que había sido delegado y compañero de Jaramillo en Saiar.


Verbitsky denunció la complicidad de Saiar en el secuestro de trabajadores en la dictadura.

Fuente :telam.com.ar 22/12/2020

Categoría : Prensa

El periodista y escritor dio detalles sobre la intervención de la patronal en el secuestro de trabajadores de la empresa, varios de los cuales están desaparecidos, y en especial sobre el secuestro del obrero Luis Adolfo Jaramillo, uno de los hechos juzgados por el TOF 1. –

El periodista Horacio Verbitsky dio detalles este martes sobre la responsabilidad empresaria en los secuestros de trabajadores de la fábrica de calefones Saiar, de Quilmes, durante la última dictadura cívico militar, al declarar en el juicio unificado por los delitos de lesa humanidad cometidos contra casi 500 víctimas alojadas en tres centros clandestinos de detención. -Esta información fue investigada por el periodista, que escribió una nota al respecto hace 29 años y luego incluyó esa información en un libro, titulado "Cuentas Pendientes", que aborda el tema de la complicidad empresarial con el terrorismo de Estado. – "Existió responsabilidad de la patronal en los crímenes cometidos contra sus trabajadores. Luis Adolfo Jaramillo fue secuestrado por los grupos de tareas de la dictadura con la complicidad de la empresa, en noviembre de 1976, cuando acababa de cobrar la indemnización por ser echado de la fábrica", aseguró Verbitsky. – 


Nuestra historia en toda su infamia (libro )

Fuente :pag12.com.ar sin fecha

Categoría : Prensa

Los testimonios que ha logrado juntar en Pájaros sin luz Noemí Ciollaro conforman una de las obras que más nos acercan a la realidad tortuosa, vergonzosa, denigrante, que vivió nuestro país durante la dictadura de los desaparecidos. Esa realidad tal vez sólo pueda describirse con la palabra infame. Ése es el vocablo que puede llevar en sí los detalles de lo que fue la indignidad de los métodos represivos, la degradación del ser humano a su más absoluta humillación. Estoy bien informado de lo que pasó y lo estuve desde el mismo 24 de marzo de 1976. Pero la lectura de estas páginas me llevó a tanta emoción y a tanta indignación que puedo decir que este libro servirá en el futuro para ilustrar con profundidad todo lo que ocurrió en los años de la infamia. Poner en claro esa información tan manejada por voceros oficiales, repentinos defensores de los derechos humanos y gente de dos rostros.
Son testimonios de mujeres de desaparecidos. Y aquí viene la pregunta fundamental: ¿por qué Madres, Abuelas, Hijos y nunca Mujeres de desaparecidos? ¿Por qué no las que habían sido sus compañeras? En este libro, ellas mismas buscan encontrar la respuesta. Me ha ocurrido que tuve que detenerme en la lectura, cerrar el libro y verme en la necesidad de no seguir leyendo; la angustia, la reacción ante lo inmensamente injusto, el preguntarse: ¿dónde estaban las instituciones, quién educó a los sicarios, cómo es posible que la sociedad se convierta en la caza despiadada del otro ser humano, de todo su imaginario? Antes, los dictadores tenían por lo menos la valentía de instalar el cadalso en plaza pública y hacer leer motivos y penas. En nuestra Argentina, no: desaparición. Cuando el dictador Videla, ante la televisión, mueve las manos y gira su cuerpo para decir: “No están ni vivos ni muertos, están desaparecidos”, nos deja el testimonio más elocuente de la profundidad del abismo moral.
En esta serie de testimonios no hay uno más valioso que otro. Cada uno describe además la identidad y la idiosincrasia de la testimoniante. El relato de Dora, la mujer del obrero chileno Jaramillo, dibuja en blanco y negro nuestra realidad cuando relata cómo fueron los procedimientos cuando la víctima era pobre. Aquí queda en claro para quién se hizo la dictadura. Cómo las empresas coadyuvaron o actuaron directamente en el sistema represivo y fueron las grandes ganadoras. Y con ellas todo el armazón del sistema: los dirigentes gremiales del establishment, los políticos del sistema, los docentes de la derecha constante, la iglesia del poder. Todo surge de las denuncias, con nombres, con la impunidad, con el silencio.
No sólo la desesperación del ser amado les esperaba a ellas: esas mujeres con sus pequeños hijos en medio de la vida escondiéndose de los verdugos, sufriendo el miedo diario por sus compañeros y por sus hijos, el recuerdo del allanamiento, ese terror que tiene que haberle apretado las gargantas y aflojado las piernas: “Sé que cuando se lo llevaron tuve un presentimiento de muerte. Pero son deducciones que van apareciendo a través de los años. Lo concreto es que una no sabe nada… Es un pensamiento circular que no tiene fin. Porque no hay respuesta. No hay certeza. No hay verdad. No hay justicia. No hay olvido”. No puede haber olvido. (Aquí el error garrafal de los generales, almirantes y brigadieres. A la simple fórmula bestial de Videla: “No están ni vivos ni muertos, están desaparecidos”, se le agregó un cociente, un múltiplo, una sombra que va aumentando de tamaño: la fórmula no produce olvido.) Los muertos no están enterrados, los desaparecidos reaparecen, vienen y van. Vuelven en la realidad, en la jurisprudencia, en las aulas, en la política, en la religión. Se han convertido en el pecado original de los argentinos. Los hijos, los nietos, los bisnietos de militares, policías, guardiacárceles y demás ganapanes del régimen esconderán su origen (o pedirán perdón, como hacen hoy los nietos de los estancieros en los actos ante las tumbas masivas de los peones patagónicos fusilados en 1921).
Hay que ponerse en el lugar de esas mujeres a quienes les arrancaron el amor para siempre: “La malignidad de alguna gente fue indescriptible”. Por algo será. Primero eso; luego serán los “dos demonios”, para llegar a unarreglo, para sentirnos de nuevo todos argentinos. El desaparecedor y el desaparecido. Obediencia debida y punto final, y a mirar para adelante: el dueño de la fábrica donde desaparecieron todos los delegados y el hijo del delegado desaparecido. El oficio de perdonar está en los culpables.
Pero el camino, siempre el único, a pesar de todo: “La resistencia cotidiana, resistencia a la destrucción de la dignidad, de la memoria, de la historia”, como nos dice una testimoniante. Este libro tendría que ser premiado por todas las academias del mundo: por su verdad, por su sencillez, por su dolor humano, por su fuerza, por la desnudación de todo el oprobio, dicho así, directo, casi un cuarto de siglo después. Madurez, sabiduría, tristeza, fuerza. Videla, otra vez: “Mientras sea desaparecido no puede tener tratamiento especial, porque no tiene entidad; no está muerto ni vivo”. Aquí está la historia diaria de esa filosofía necrológica. Día por día, sentimiento por sentimiento. La abyección, la cobardía, la felonía. La historia macabra de los argentinos. Estas páginas la convierten en infame. ¿Están desaparecidos o su desaparición se ha convertido en certeza? Ni vivos ni muertos. Aparecen.

El libro Pájaros sin luz incluye los siguientes testimonios de mujeres de desaparecidos: Noemí Ciollaro (sobre Eduardo Aníbal Marino); Delia Bisutti (sobre Marcelo Aníbal Castello); Noemí (sobre Miguel Angel Horton); Patricia Escofet (sobre Osvaldo Plaul); Susana Botner (sobre Elías Semán); Haydeé (sobre Angel Pascual Marzocca); Rufi (sobre Aldo Ramírez); Sonia Severini (sobre Rómulo Giuffra); María Inés (sobre Horacio Rodolfo Speratti); Mirta Clara (sobre Néstor Carlos Sala); Zulema Riccardi (sobre Julio Cesáreo Arano); Marta Berra (sobre Orlando Oviedo); Ada Miozzi (sobre Oscar Isidro Borzi); Dora de Jaramillo (sobre Luis Adolfo Jaramillo); Lilia Mannuwal (sobre Miguel Angel Morello); Eva Andrada de Ballestero (sobre Adrián Ceferino Ballestero); María del Socorro Alonso (sobre Guillermo Segalli); Cristina Bollatti (sobre Hugo Irurzún); María Rosa Balbi (sobre Juan Carlos Gesualdo); María Paz de Chávez (sobre Oscar Roberto Chávez).


Reseña de la audiencia del 19 de octubre de 2021 (extracto)

Fuente :juiciobanfieldquilmeslanus.wordpress.com 20/10/2021

Categoría : Prensa

En la cuadragésima cuarta audiencia del debate oral con modalidad virtual del Juicio Brigadas Banfield, Quilmes y Lanús, escuchamos la declaración testimonial de Luis Ángel Pérez, hermano del militante del PC y trabajador de SAIAR Héctor Pérez, quien fue secuestrado el 29 de noviembre de 1976 y visto en el CCD Brigada de Investigaciones de Lanús con asiento en Avellaneda, y Martín Carriquiriborde, hermano de Gabriela Carriquiriborde, secuestrada el

El primer testimoniante de la jornada fue Luis Ángel Pérez, quien declaró por su hermano, Héctor Pérez que fue secuestrado, desaparecido y asesinado en 1976. Héctor trabajaba en la fábrica metalúrgica de Quilmes SAIAR-RHEEM, no tenía actividad sindical porque había entrado hacía muy poco tiempo a la fábrica y se requiere una cierta antigüedad para hacerlo pero sí tenía militancia política en la Juventud del Partido Comunista: “estudiaba y trabajaba, era un chico que pensaba en un mundo mejor, era responsable, inquieto y preocupado por las cuestiones sociales, quería hacer un viaje imitando al Che Guevara”.

Al momento de su secuestro, el 29 de noviembre del 76, tenía 20 años y vivía con sus padres en una casa a pocas cuadras de la fábrica. Cuando se produjo el operativo la noche del 29, con varios autos y civiles armados, encontraron la casa vacía: la madre y el padre de los Pérez estaban cenando en la casa de Luis Ángel y Héctor había salido. El grupo armado lo esperó en la casa, con todo cerrado y las luces apagadas, fingiendo no estar. Cuándo Héctor apareció lo secuestraron y también saquearon la casa, robando todo lo de valor que podían encontrar; esa escena es la que encontraron sus padres que recopilaron toda esta información gracias a los vecinos.

Lo primero que hizo la familia fue tratar de hacer una denuncia policial, pero en la comisaría les dijeron que no pesaba ningún cargo sobre Héctor así que no sabían nada. Pidieron hacer la denuncia pero les dijeron que no. “No sabíamos qué hacer (…) fuimos a Buenos Aires, llegamos a la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y nos enteramos que esta metodología había sido utilizada en muchos lados, que había mucha gente a la que estaban secuestrando”. Hicieron un Habeas Corpus que no tuvo resultados. “Tuvimos ese andar por todos lados preguntando (…) iban pasando los días y no teníamos ninguna noticia”.

Casi simultáneamente, durante el mediodía de ese mismo 29 de noviembre, fue el secuestro de Luis Adolfo Jaramillo, compañero de trabajo de Héctor en SAIAR. Luis Ángel contó que él conocía a Jaramillo porque había trabajado durante un tiempo en la fábrica y también explicó las circunstancias del secuestro de este compañero, que había ido a retirar la plata con la que lo estaban obligando a dejar la fábrica, y a la salida fue interceptado y desaparecido. En relación a la respuesta de la fábrica ante el secuestro, el testimoniante explicó que ni los atendieron, dijeron que era un hecho policial en el cuál no tenían nada que ver; hizo hincapié en que la gerencia estaba compuesta por ingenieros que venían de la Armada. De trabajadores de SAIAR secuestrados o desaparecidos recordó también a Codesal.

Hacia el final de 1976 los familiares que fueron encontrando en su camino de búsqueda les iban indicando distintos lugares a dónde ir, pero en ninguno tuvieron éxito. En 1977 recibieron la visita de Carrizo, otro compañero de la fábrica SAIAR que dijo haber estado detenido con Héctor. Por las referencias que tenía, aseguró que habían compartido cautiverio en la Brigada de Investigaciones de Lanús con asiento en Avellaneda, “El Infierno”. A Carrizo lo habían liberado subiéndolo a un micro que iba hasta alguna ciudad del sur del país -Zapala o San Martín de los Andes según recordó Luis Ángel-, y le aseguró a la familia Pérez que Héctor seguramente sería liberado al igual que él. Carrizo les contó las condiciones en las que habían estado secuestrados, atados y con los ojos vendados, subiéndose la venda cada vez que un guardia se acercaba.

Otras referencias que tuvieron sobre el lugar de cautiverio de Héctor fue cuando declararon en los Juicios por la Verdad. Allí se encontraron con Nilda Eloy que también estuvo con Héctor en la Brigada de Investigaciones de Lanús y les contó algunos detalles de ese cautiverio: por ejemplo que pasaban mucho hambre y para entretenerse imaginaban la gran comida que harían cuando salieran. Además Nilda les explicó que las puertas de reja de las celdas a veces estaban abiertas porque había después otra puerta de chapa que estaba con llave y les compartió una anécdota: una compañera pudo abrirle la celda a Héctor y este salió al patio donde pudo tomar agua; cuando volvió les llevó agua a sus compañeres en una bota.

 

Con el correr del tiempo sus padres adquirieron una línea telefónica y recibieron una asegurándoles que Héctor iba a aparecer porque no tenía nada que ver, que no era necesario que siguieran buscando. Entendieron que esa llamada tuvo el objetivo de desalentar su búsqueda y complicar el camino a la verdad. En relación a esto, Luis Ángel hizo referencia a las campañas por la identidad que empezaron alrededor del 2005, para poder encontrar a familiares desaparecides. En ese momento dieron sus muestras de ADN y, luego de un tiempo, lo contactaron desde el EAAF para entregarle los restos de su hermano Héctor que habían sido encontrados en un basural de Lomas de Zamora junto con otros cuerpos de NN en los ‘80 y habían quedado pendientes de identificación. Según lo que pudo reconstruir el Equipo, Héctor fue asesinado el 23 de diciembre de 1976 por lo que no habría estado ni un mes prisionero. En el año 2010 hicieron un acto y pudieron sepultar a su hermano en el Cementerio de Quilmes.

Hacia el final de su testimonio Luis Ángel contó que toda la familia estuvo unida en la búsqueda, sobre todo él, su madre y su padre. En general no se recomendaba que varones jóvenes fueran quienes hacían las averiguaciones en dependencias militares o policiales así que no pudo ocuparse de esa tarea. “La familia en general nos apoyó, pero algunos por la distancia o porque no estaban informados pensaban que había sucedido un hecho policial nada más, no que era un secuestro en el marco de un plan sistemático de secuestro y desaparición. La familia en general no sufrió más consecuencias que la falta de la persona desaparecida”.

Luis Ángel cerró su declaración respondiendo a la pregunta sobre los impactos de la desaparición en sus vidas: “yo creo que no hay palabras para decir que a un le roban a su hermano o a su hijo. Fue muy impactante, nunca dejamos de buscarlo. Siempre hicimos todo lo que nos recomendaron en función de encontrarlo.” Explicó que en ese ir y venir hubo muchas cosas falsas: que estaba en un campo siendo reeducado, que seguramente se habría ido a un guerrilla. Los militares jugaban con eso, con que se habría ido y ya iba a volver. “Todos nosotros, tanto el núcleo familiar directo como los lejanos, nos hemos prestado apoyo y solidaridad”.(extracto)


La plata. El Equipo de Antropología Forense expuso como perito en juicio de los pozos de Banfield, Quilmes y el Infierno

Fuente :laizquierdadiario.com 26/11/2020

Categoría : Prensa

El martes se llevó adelante la quinta audiencia en el juicio por los crímenes perpetrados en los centros clandestinos Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes e Infierno. Luego de que el imputado Fernández se negó a declarar, expusieron como peritos las integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense Patricia Bernardi y María Mercedes Salado Puerto.

El tribunal decidió que el imputado Ricardo Armando Fernández está en condiciones de ser parte de este juicio. Él mismo se presentó en la audiencia virtual vía zoom en pijama y se negó a declarar por sus delitos como represor en el Pozo de Quilmes y el Pozo de Banfield .

El represor Fernández está imputado por el secuestro de 350 personas; entre ellas les estudiantes secundaries de La Noche los Lápices, de 4 homicidios, dos abusos sexuales, ocultamiento de 6 menores cautivos en ese centro y por el crimen de genocidio. "No tengo nada que declarar", dijo Fernández ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata.

Se expresó de manera dubitativa a la hora de ser identificado por el TOF 1, afirmó no recordar su documento nacional de identidad ni los nombres completos de sus padres ni si último destino. Pese a ese comportamiento, los informes del cuerpo médico determinaron que el teniente coronel retirado estaba en condiciones de ser juzgado y ayer se leyeron las acusaciones en su contra.

Posteriormente hizo su exposición Patricia Bernardi, integrante del Equipo Argentino de Antropología Forense (en adelante EAAF). La misma estuvo dividida en dos partes, en la primera presentó al EAAF y en la segunda hizo referencia a los casos por los que la fiscalía la convocó.

Expresó que el EAAF es una institución científica no gubernamental e independiente que desde 1984 ha trabajado en la aplicación de las ciencias forenses en investigaciones sobre violación a los derechos humanos en Argentina y en otras partes del mundo, colaborando a la reconstrucción de la historia reciente. Abarca diferentes áreas científicas. Está formada por antropólogos, arqueólogos, médicos, biólogos, genetistas, físicos informáticos y arquitectos entre ellos.

El equipo es convocado por familiares de las víctimas, jueces, fiscales locales e internacionales, cortes internacionales, comisiones de la verdad, Naciones Unidas, Comité Internacional de la Cruz Roja, organismos de derechos humanos internacionales como Amnistía Internacional y Human Right Watch. Luego explicó sobre los procedimientos como la excavación, el cuidado del material, las fuentes y las diferentes etapas de trabajo.

A partir del 2007 se comenzaron a realizar análisis de ADN (ácido desoxirribonucleico) lo que permitió la identificación de muchas personas desaparecidas cotejando con muestras de sangre de sus familiares con vida.

La fiscalía la convocó por 13 casos, la mayoría del cementerio de Avellaneda, uno de Lomas de Zamora, uno de La Plata y uno de General Villegas.

 

En su exposición a través de power point explicó las zonas y sub zonas en las que se organizaba el circuito represivo. Mostró un plano de la zona 1 sub zona 11 en la que se encontraban el cementerio de Avellaneda y los centros clandestinos de detención, la Brigada de Investigaciones de Avellaneda, conocido como el “Infierno”, en Lomas de Zamora se encontraba el Pozo de Banfield, en Quilmes el Pozo de Quilmes y Puesto Vasco, en La Matanza la Brigada de Investigaciones de San Justo, el Sheraton, el Banco y el Vesubio. En La Plata lo que se llamó el Circuito Camps Brigada de Investigaciones, Comisaría 5ta.

Explicó que en el cementerio de Avellaneda había fosas comunes a las que se los sepultureros las llaman vaqueras porque entra una vaca. Se registraron en el libro del cementerio 245 personas inhumadas en ese sector entre los años 1976 y 1978 sin fecha de muerte. Sobre esa área – área 134 – realizaron un exhaustivo trabajo de excavación desde 1988 hasta 1992, no sin problemas como la falta de personal que cuidara el área, y los efectos del sol y de la lluvia de los que tuvieron que resguardar los restos hallados. Recuperaron 336 esqueletos, con lo cual 91 entraron sin registro al cementerio y sin acta de defunción. Hasta el momento se identificaron 82 personas inhumadas en ese sector.Las personas que fueron identificadas y por las cuales fue convocado el equipo son Ana Teresa Diego que desapareció el 30 de septiembre de 1976 en La Plata, Gladis Noemí García, secuestrada el 19 de junio de 1976 en Mar del Plata y asesinada el 23 de Julio de 1976, quien fue secuestrada junto a un grupo de personas cuyos restos fueron inhumados el 9 de agosto del mismo año, Liliana Molteni secuestrada el 13 de junio de 1976, Roberto Raúl López secuestrado el 30 de junio de 1976, Graciela Beatriz Sagues, desaparecida el 25 de enero de 1977 en La Plata y cuyos restos fueron inhumados en el primer cuatrimestre de ese año, Anahí Silvia Fernández, desaparecida el 10 de enero de 1977 en La Plata e inhumada en el primer cuatrimestre de ese año, José Roberto Bonetto, desaparecido el 1ro de febrero de 1977 e inhumado en algún momento del primer cuatrimestre de ese año y Carlos Francisco Simón, desaparecido el 7 de febrero de 1977 e inhumado en algún momento del primer cuatrimestre de ese año.

Luego hizo referencia a los dos primeros restos que encontraron en el cementerio de Avellaneda y que fueron identificados por características vinculadas a operaciones y enfermedades de las personas y sin necesidad de análisis de ADN. Fueron los casos de María Adelia Garín, secuestrada el 13 de enero de 1977 embarazada de dos meses y luego LUIS ADOLFO JARAMILLO  secuestrado el 29 de Noviembre de 1976.

re de 1976.Por genética también fueron identificades Miguel Ramón Galván, secuestrado el 10 de septiembre de 1976 en Lomas de Zamora, María Magdalena Mainer, secuestrada el 18 de septiembre de 1976 y Pablo Mainer y Nilda Susana Salomone.

Luego hizo referencia a los restos de María Consuelo Álvarez de Arias encontrados en el cementerio de Avellaneda en donde también hubo inhumaciones de cuerpos sin identificar Eduardo Rosen, 16 de Septiembre de 1976 fue secuestrado y asesinado

Relató que en el cementerio de La Plata entre 1975 y 1983 fueron inhumados los restos de 641 personas sin identificar, como NN. Gracias al trabajo del EAAF se identificaron, entre otros pero de interés para este juicio, los restos de Ernesto Enrique Canga quiern fuera secuestrado el 25 de septiembre de 1976 en City Bell.

En lo que respecta al cementerio de General Villegas, Isidro Casanova, La Matanza, hubieron 392 ingresos de restos NN. Entre ellos los pertenecientes a Manuel Coley Robles desaparecido el 27 de octubre de 1976 en Quilmes y asesinado el 5 de febrero de 1977 en San Justo

Posteriormente expuso María Mercedes Salado Puerto, también integrante del EAAF y citada como perito. Ella explicó el trabajo realizado en el cementerio de General Madariaga, en donde en 1986 se realiza la exhumación con intento de identificación de los restos hallados entre los cuales recuperaron los de Omar Rodolfo Farías que es una de las víctimas de los crímenes que se investigan en este juicio.

La próxima audiencia será el martes 1ro de diciembre a las 10hs. La misma será nuevamente transmitida por La Izquierda Diario en vivo desde el canal de Youtube del Centro de Información Judicial (CIJ). Desde el CeProDH, integrante de la querella de Justicia Ya! convocamos a acompañar el juicio y a seguir peleando contra la impunidad de ayer y de hoy.